CRI_Notas

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1 Algunas notas sobre la razón instrumental Por Fernando Fraenza & Alejandra Perié (pgda | 2009) La expresión crítica de la razón instrumental designa un tipo de investigación sobre los procesos de cosificación de la sociedad que, partiendo de Max Weber, Karl Marx y Georg Lukács, intenta -con agudeza- rechazar las consecuencias de una filosofía objetivista. Es precisamente en este proyecto en en el que, Theodor Adorno & Mark Horkheimer se ven definitivamente impulsados a enunciar sus más célebres aporías. Nos proponemos ahora, revisar algunos aspectos sobresalientes de la crítica de la razón instrumental. Adorno & Horkheimer llevan a cabo una suerte de trasformación teórica partiendo de su lectura de las tesis weberianas sobre la racionalización paradójica de Occidente (Adorno & Horkheimer, 1944; Adorno, 1970, 1973). Estos autores ven en ciertas circunstancias motivos suficientes para dar por desmentidas las versiones que Marx y Lukács dan de la teoría de la reificación (de la dominación del hombre por el hombre que propicia el tipo de racionalidad característica del mundo occidental moderno). Fundamentalmente, la capacidad integradora no prevista de las sociedades del capitalismo más avanzado (1), la cual Adorno intenta analizar -ahora- en términos de una teoría de la comunicación de masas como explicación para prosecución del proceso de reificación en la esfera de los bienes culturales (2). Buscan afanosamente un concepto de racionalidad que no recurra a la razón objetiva de la gran filosofía, ni a la razón subjetiva de la ciencia (3). Posteriormente, refiriéndonos ya a la Dialéctica de la Ilustración (1944), describiremos el modo en el cual, Adorno y Horkheimer consiguen dilatar o retrotraer el origen del proceso de reificación hacia el pasado remoto, más allá del origen capitalista del mundo moderno (como pensaba Weber), con el propósito de fundar su crítica en una noción de razón instrumental ampliada o universalizada. La que -finalmente- devendría en categoría del proceso histórico universal de la especie (4). Por último, la teoría delegaría –en parte- en el arte la competencia o capacidad para dar cuenta de la razón. Es decir, de una razón tal que solo podría ser evocada por vía indirecta (5). (1) Entre las experiencias históricas que efectivamente llevaron al desengaño respecto de las expectativas revolucionarias de Marx y Lukács, junto a la evolución desesperanzadora del socialismo real y al surgimiento del fascismo, hemos de destacar las múltiples y espectaculares demostraciones que el capitalismo avanzado fue capaz de hacer respecto de su fuerza integradora y pacificadora de la sociedad: sin represión manifiesta, la cultura de masas consigue adscribir importantes capas poblacionales (no ya proletarios sino consumidores) a los imperativos sistémicos. Aparentemente, la racionalización ha visto aumentada su capacidad de integración en la medida en que penetra en los ámbitos de reproducción cultural y con esto, la movilización obrera revolucionaria se desplomaría en todas las sociedades capitalistas. Adorno & Horkheimer se ven en la obligada y atribulada tarea de dar razones de una experiencia histórica real que contrasta y desmiente los ítemes centrales de la teoría de la reificación (y de la revolución) tales como fueron postulados ya bien por Marx, ya bien por Lukács. Según el marxismo clásico, las propias fuerzas de producción acrecentadas entrarían -

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    Algunas notas sobre la razn instrumental Por Fernando Fraenza & Alejandra Peri (pgda | 2009)

    La expresin crtica de la razn instrumental designa un tipo de investigacin sobre los procesos de cosificacin de la sociedad que, partiendo de Max Weber, Karl Marx y Georg Lukcs, intenta -con agudeza- rechazar las consecuencias de una filosofa objetivista. Es precisamente en este proyecto en en el que, Theodor Adorno & Mark Horkheimer se ven definitivamente impulsados a enunciar sus ms clebres aporas. Nos proponemos ahora, revisar algunos aspectos sobresalientes de la crtica de la razn instrumental. Adorno & Horkheimer llevan a cabo una suerte de trasformacin terica partiendo de su lectura de las tesis weberianas sobre la racionalizacin paradjica de Occidente (Adorno & Horkheimer, 1944; Adorno, 1970, 1973). Estos autores ven en ciertas circunstancias motivos suficientes para dar por desmentidas las versiones que Marx y Lukcs dan de la teora de la reificacin (de la dominacin del hombre por el hombre que propicia el tipo de racionalidad caracterstica del mundo occidental moderno). Fundamentalmente, la capacidad integradora no prevista de las sociedades del capitalismo ms avanzado (1), la cual Adorno intenta analizar -ahora- en trminos de una teora de la comunicacin de masas como explicacin para prosecucin del proceso de reificacin en la esfera de los bienes culturales (2). Buscan afanosamente un concepto de racionalidad que no recurra a la razn objetiva de la gran filosofa, ni a la razn subjetiva de la ciencia (3). Posteriormente, refirindonos ya a la Dialctica de la Ilustracin (1944), describiremos el modo en el cual, Adorno y Horkheimer consiguen dilatar o retrotraer el origen del proceso de reificacin hacia el pasado remoto, ms all del origen capitalista del mundo moderno (como pensaba Weber), con el propsito de fundar su crtica en una nocin de razn instrumental ampliada o universalizada. La que -finalmente- devendra en categora del proceso histrico universal de la especie (4). Por ltimo, la teora delegara en parte- en el arte la competencia o capacidad para dar cuenta de la razn. Es decir, de una razn tal que solo podra ser evocada por va indirecta (5).

    (1) Entre las experiencias histricas que efectivamente llevaron al desengao respecto de las expectativas revolucionarias de Marx y Lukcs, junto a la evolucin desesperanzadora del socialismo real y al surgimiento del fascismo, hemos de destacar las mltiples y espectaculares demostraciones que el capitalismo avanzado fue capaz de hacer respecto de su fuerza integradora y pacificadora de la sociedad: sin represin manifiesta, la cultura de masas consigue adscribir importantes capas poblacionales (no ya proletarios sino consumidores) a los imperativos sistmicos. Aparentemente, la racionalizacin ha visto aumentada su capacidad de integracin en la medida en que penetra en los mbitos de reproduccin cultural y con esto, la movilizacin obrera revolucionaria se desplomara en todas las sociedades capitalistas. Adorno & Horkheimer se ven en la obligada y atribulada tarea de dar razones de una experiencia histrica real que contrasta y desmiente los temes centrales de la teora de la reificacin (y de la revolucin) tales como fueron postulados ya bien por Marx, ya bien por Lukcs. Segn el marxismo clsico, las propias fuerzas de produccin acrecentadas entraran -

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    por s mismas- en contradiccin. El aumento de produccin, el desarrollo tcnico y cientfico, pero sobre todo, el perfeccionamiento de la organizacin del proceso de trabajo y la cualificacin de los propios trabajadores, terminaran necesariamente por patentizar una serie de consecuencias contradictorias cuyo reconocimiento y crisis se tornaran en algn momento- ineludibles. Esta formulacin prospectiva contaba con el potencial subjetivo del proletariado expresado en pura crtica revolucionaria. El capitalismo, fuente de los factores objetivos de la explotacin y de la necesidad objetiva de autoliberacin del proletariado, segn Marx, tambin preparara los supuestos subjetivos del cambio, es decir la conciencia de la revolucin. Ahora bien, se trata de un pronstico basado en algn tipo de dato emprico?. Pues, abandonado todo idealismo objetivista, no queda otro apoyo que la bsqueda de una fundamentacin adicional para hacer plausible porqu el proletario habra de sobrepasar su papel de objeto (de dominacin); porqu su clase habra de dar lugar a una conciencia que pueda cumplir el desenmascaramiento de la sociedad capitalista.

    (2) Todava Lukcs -en relacin a este tema- sostiene que, ni el propio proceso que transforma al trabajador en mercanca, proceso que atrofia en parte- la conciencia del proletario desprevenido, es capaz de borrar del todo una suerte de esencia humana reactiva e imposible de ser trastocada. Desde luego que Adorno y Horkheimer no aceptan semejante lgica objetiva, y oponen argumentaciones ms que convincentes basadas en la experiencia histrica. Tratan de explicar no una lgica histrica objetiva, sino, lo que ya ha sucedido empricamente: las masas han sido movilizadas sin ningn tipo de violencia visible, ni resistencia por su propia parte, hacia la racionalizacin societal (hacia una modernizacin societal, a lo Habermas). Habiendo ms bien seguido y colaborado con el proceso en vez de estorbado y truncarlo. En este sentido, tales autores desarrollan, adems de una teora del fascismo, una teora complementaria de la cultura de masas segn la cual la forma mercanca termina por ocupar la totalidad de las funciones del hombre en el momento en que se aduea inclusive, principalmente- de su cultura (capitalismo cultural). El objeto de estudio de esta teora es pues, el fenmeno segn el cual se produce la integracin social de la conciencia con la ayuda de los llamados medios de comunicacin de masas. Los que no son -como sabemos- de masas si no es como productores de la masa en tanto conjunto social. Adorno & Horkheimer investigarn rigurosamente los dos aspectos centrales del fenmeno: la fetichizacin de la obra de arte es decir, su conversin en bien cultural y la regresin del goce esttico (sic. 1944), ahora convertido en diversin, entretenimiento y consumo.

    La manera en que llega a imponerse el valor de cambio en el mbito de los bienes culturales -sostiene Adorno- es una forma especial y muy efectiva, privativa de la mencionada esfera y diversa de lo que ocurre como consumo en las proximidades de otros mbitos decididamente productivos (o econmicos). Frente al mundo de las mercancas (propiamente econmicas), el mbito de los bienes culturales aparece (falsamente) como algo que se sustrae a la influencia del valor de cambio (como algo separado de lo meramente econmico o de los aspectos ms mercantiles del consumo). Sin embargo, ha de reconocerse con evidencia que es a esta apariencia (no econmica, desinteresada) a la que muchos entre los bienes culturales deben su propio valor de cambio (como mercancas simblicas). Necesariamente toda mercanca se compone de valor de uso y de valor de cambio. De acuerdo a lo dicho, el ms puro valor de uso, cuya ilusin conservan en nuestra sociedad privilegiadamente los bienes culturales, las obras de arte, busca sustituirse por el tambin puro valor de cambio. As, el valor de cambio queda falsificado como valor de uso (puro y nada econmico).

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    (3) Adorno & Horkheimer continan la teora de la reificacin, por momentos, en trminos empricos de psicologa social y pueden as, explicar la estabilidad asombrosa de las sociedades capitalistas sin por ello abandonar su crtica. Si Lukcs contaba con la validez de una lgica segn la cual obligadamente el proceso de reificacin desemboca en su propia crisis, las evidencias (empricas) contradicen ese pronstico: el capitalismo que necesariamente habra de autosuprimirse en la conciencia de clase del proletariado y en la revolucin, en su fase ms avanzada, no solo consigue seguir incrementando su fuerza productiva sino, adems consigue acallar la fuerza de una posible resistencia subjetiva. Todo parece indicar que es inevitable dejar de lado todo tipo de razn objetiva, toda explicacin filosfica, incluso dialctica, del comportamiento de la historia.

    Todo pensamiento que intente elevarse por encima de la mera intuicin, sostiene Adorno, procede identificando. As, la verdad que no podra ser aprehendida en los conceptos (sino por encima de su intencin de abstraer lo general) es rechazada por nuestras principales formas de representacin simblicas (lenguaje y otros signos), formando parte de lo que Adorno nombrar como lo reprimido (1970). Lo que decimos -conviene aclararlo con nfasis- debe insertarse dentro del marco del clebre e imbatible problema de la induccin, puesto ya de manifiesto por D.Hume y expuesto analticamente por E.Kant en la misma introduccin de su Crtica de la razn pura. Toda experiencia posible (incluso las que se hacen en uno o en todos lo laboratorios repitiendo un mismo experimento) es parcial, pues es contrasentido agotar la totalidad necesaria de casos, formalmente hablando, a fin de justificar adecuadamente una generalizacin emprica. Aunque se haga de cuenta de que una tesis vale para todos los casos, nunca se podran experimentar todos los casos. Este es el modelo que se extiende a todo el pensamiento conceptual, por el que empleamos trminos generales para nombrar clases (de cosas, de acciones, de cualidades) que an no hemos terminado de verificar para poder saber cules son verdaderamente- las propiedades en comn de todos los individuos que el concepto pretende abarcar. El conocimiento (verdadero, el que no se puede obtener con el concepto) se dirigira obligadamente a lo particular (de cada cosa) y no a lo general. Para qu arrogarse, contando tan solo con una verdad particular y limitada, un papel desptico en el escenario cognitivo?. En este sentido, la utopa del conocimiento como la concibe Adorno sera poder exponer o explicar lo sin concepto en conceptos, pero sin asimilado a stos.

    Dicho de otra manera, no es posible reducir la totalidad de lo real al medio que representa el pensamiento; luego, debemos renunciar a la ilusin del concepto. Deberamos intentar dejar de lado la funcin simblico-conceptual en la que hasta ahora, por lo menos en nuestra gran filosofa (razn objetiva) y en nuestra ciencia (razn subjetiva), lo particular simulaba representar lo universal [cfr. Adorno La actualidad de la filosofa, p.336 de los Ges.Schriften I, ver tambin Peirce, Un hombre un signo (Collected Papers,1931), sobre los dos desconocimientos] . Habermas es claro en esto: la tesis adorniana no es menos arriesgada que el diagnstico nihilista de F.Nietzche; sus autores evalan el riesgo y sin embargo procuran fundamentar su crtica; finalmente, en la tentativa se ven obligados a pensar formas de poner en cuestin su propia empresa [Habermas, 1985,5.I. (p. 140)].

    La pregunta que se sigue de la crtica de razn instrumental y pensamiento identificante es: cmo proseguir si el nico camino adecuado no resulta discursivamente practicable?. La razn objetiva ha sido disuelta por la subjetiva. Desmoronamiento que no resulta del mero azar, sus causas subsisten en la inmanencia de la propia teora.

    Es imposible resucitar una base filosfica objetiva, solo es posible trazar planes con arreglo a fines subjetivos. As pues, lo que -alguna vez- pudo haber sido absoluto ha devenido instrumento. Si la gran filosofa ha desaparecido (por falsa) y la cientificidad (aunque til para

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    ominar la naturaleza) es limitada (en cuanto verdad y emancipacin), entonces, cul es el criterio que Adorno y Horkheimer esgrimen para justificar su propia crtica?. Una posibilidad es -tal como el propio Habermas lo ha llevado a la prctica- trabajar en torno de una crtica inmanente de la ciencia. La segunda generacin de la Escuela de Frankfurt asume esta exigencia orientando su propia crtica bajo la influencia de la crtica kantiana, pero, sobre todo del pragmaticismo de Charles S.Peirce (cfr.supra., cap.2.2.), de lo que pueden dar cuenta las reflexiones de Apel (1981) y Habermas (1968, 1970, 1981 y 1981a). Pero este no es el caso de la primera teora crtica de Adorno y Horkheimer, para ellos -definitivamente- en el concepto de hecho el objeto abstracto del intercambio es concebido como modelo de todos los objetos de la experiencia en una categora dada (Horkheimer, 1967). Luego, la ciencia nomolgica (ver nuevamente Signos, peces y botones) es pura arrogancia y el concepto de hecho un producto del extraamiento social. Las explicaciones en base a leyes generales seran fenmenos superficiales que, en vez de desvelar, oscurecen la realidad rechazada que les subyace; siendo justos, todo esto a causa del mero hecho de su falsabilidad (Popper, Newton-Smith). Lo cierto es que Adorno y Horkheimer no dirigieron su labor hacia una autocrtica post-empirista o hermenutica de la ciencia con el fin de acceder (con la ayuda de la razn subjetiva) a un concepto diferenciado pero amplio de racionalidad. Por el contrario, puede decirse que criticaron la razn instrumental "...desde la perspectiva, irnicamente asumida, de una razn objetiva que consideraban irrevocablemente destruida" (Habermas, 1981, IV. (p.480)]. Motivo por el cual resulta ilegtimo por igual, interpretar Adorno en trminos ya bien positivistas ya bien idealistas.

    Que la gran filosofa haya culminado incapaz de fundamentar sistemticamente la idea de razn hace que se ofrezca -para Adorno-, precisamente por no haberse cumplido, como el nico lugar disponible para rememorar -al menos- la promesa de una interaccin social verdaderamente humana, la que podra ser imaginada como una fuerza negadora de toda reificacin. Este es el aspecto en funcin del cual -regularmente- se afirma que, para Adorno, la filosofa al menos en algn sentido se mantiene viva (cfr. 1973).

    (4) Adorno y Horkheimer -como bien hemos dicho- generalizan la categora de reificacin, reconociendo en la forma mercanca (del capitalismo moderno) un mero episodio local y reciente del despliegue histrico universal del pensamiento identificante, preexistente respecto de la instauracin del capitalismo y de la transformacin de la fuerza de trabajo en forma mercanca. Mientras que Marx y Lukcs haban deducido las estructuras de la conciencia reificada (tal como ella se expresa en el pensamiento cientfico) por medio del anlisis previo de las relaciones del trabajo asalariado; Adorno, observa en primera instancia como si se trataran de causas, a tales estructuras: razn subjetiva y pensamiento identificante. Marx infiere la forma del pensamiento a partir de la forma mercanca, los otros, buscan remontarse ms all de los orgenes de la racionalidad propia de la relacin de intercambio. La conciencia cosificada se extiende todo enfrentamiento de un sujeto que acta teleolgicamente frente a una naturaleza externa. Este enfrentamiento surge de los requerimientos de autoconservacin del sujeto por lo tanto, el pensamiento mejora la capacidad de control tcnico (el dominio) que favorece una mejor adaptacin del individuo a la naturaleza externa, la que es objeto de accin instrumental. La idea que prevalece es que los conceptos son las ms aptas herramientas para que un sujeto, concebido como mera voluntad de autoconservacin, se enfrente con la naturaleza y pueda dominarla. Dicho de otro modo, el mecanismo que causa la reificacin de la conciencia se funda en la propia historia de la especie. Es una cuestin antropolgica que afecta a una especie animal (la especie humana) cuya forma de existencia segura depende de su reproduccin por el trabajo.

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    La razn que objetiva conceptualmente, es decir, que sistematiza segn el principio lgico de no-contradiccin, deviene razn instrumental -como hemos dicho- ya desde su mismo punto de partida. Y esto es, en funcin de la vida que -tal como lo sostena Adorno (1973)- se separa en espritu y su objeto, vale decir: termina por concebirse en trminos de relacin sujeto-objeto. De modo que, las relaciones interpersonales sujeto-sujeto no participan constitutivamente de la razn instrumental. Sin embargo, para proponer un modelo de intercambio social es necesario establecerlas. Cmo se soluciona este problema?. Dejando en claro que la razn instrumental es una lgica de dominio sobre las cosas y a la vez, sobre los hombres. El dominio de la naturaleza, fin absoluto de la vida, incluye al dominio sobre los hombres.

    Un clebre comentario de Adorno & Horkheimer al poema del retorno de Odiseo (1944) procura ya dejar en claro que la historia de la especie es la trayectoria de una subjetividad que se quita a s misma del poder de las fuerzas mticas. Pero hay algo ms que poner de manifiesto en orden a este proceso de autoafirmacin mediante enfrentamiento y dominio sobre la naturaleza: el Yo que se forma en este choque, es resultado de operaciones de la razn instrumental en un doble aspecto; por una parte, el sujeto "...desencanta el mundo en torno" [Habermas, 1981, IV. (p.484)], por otra aprende a dominarse a s mismo es decir, reprime su propia naturaleza. El hombre se borra la conciencia de s mismo como naturaleza; sta se trasforma en ello. Esta dialctica de racionalizacin se puede explicar por estructura de una razn que es instrumentada para un fin, convertido en fin absoluto como conservacin, o mejor, como autoconservacin. Por lo menos, as ocurri histricamente y no de algn otro modo entre los dems posibles. Todos los fines vitales, sociales, espirituales dan paso a la instauracin de medios como fines. La substancia reprimida es -piensa Adorno- nada menos que una parte de aquel organismo que se quiere conservar, en funcin del cual habran de evaluarse los resultados de toda autoconservacin (para que la autoconservacin merezca, en trminos de felicidad humana, ser transcurrida). El espritu solo puede llegar a controlar la naturaleza externa al precio de reprimir la naturaleza interna [cfr., Habermas, 1983,5. (1985, p.139)].

    (5) Hasta aqu, el principio de autoconservacin dicta sobre el pensamiento y concede autoafirmacin a la razn subjetiva (exitosa, nada ms, en el dominio de la naturaleza inclusive humana o propia). Sin embargo -al menos en la poca en que Adorno & Horkheimer conversaban en Amrica- les quedaba claro que la sociedad nunca podra apartar del todo la idea de algo que desborda la subjetividad del propio inters y a lo que el yo, objetivamente poda aspirar. Desde el mismo origen de la razn (subjetiva) como instrumento de dominacin de la naturaleza, tuvo que cargar con una especie de intencin, por otra parte frustrada e insostenible, de descubrir la verdad (objetiva). Ahora bien si la verdad torna distancia de ambas razones, ya sea porque resulta en pura manipulacin, o sea porque la simple intencin reconciliadora no le es suficiente para imponerse, es an posible que la propia razn autocrtica discurra a travs de un anlisis solucionador de estas dos nociones opuestas de razn?.

    En el empleo del trmino reconciliacin tenemos nuevamente la interferencia de un motivo teolgico segn el cual la redencin se alimentara de la aoranza de un paraso perdido (de la lengua o los signos verdaderos y no tiles). Reconciliacin es pues, en el camino hacia el mencionado ideal, cualquiera entre las verdades que tengan que ser enunciadas a cambio de nuestra verdad ideolgica. La verdad es el conjunto de voces desviantes, es la posibilidad del cultivo de stas. Cualquier verdad que hipottica o tentativamente -al menos- pueda regular una interaccin entre los sujetos, llevada a cabo en niveles atenuados de represin de su naturaleza interna, ha de ser incorporada al proyecto de reconciliacin. El simiente de esta

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    realidad podra hallarse en cualquier tipo de desobediencia, en los impulsos caticos de una naturaleza reprimida, entre ellos, como indicaremos algunas lneas abajo, en los que se producen en torno a la sntesis esttica (en el sentido histrico de no haberse convertido en mbito formalizado de accin?) y a cargo de una facultad previa a la razn. Esta facultad, lugarteniente de una razn originaria que fue desviada de su intencin de perseguir la verdad [cfr. Habermas, 1981, IV. (p.487)], es aquello que denominan mmesis y que asocian al plano de la naturaleza reprimida. Resulta penosamente difcil referir a sta pues para poder hacerlo, Adorno y Horkheimer deberan haber sido capaces de construir una suerte de teora imposible de la mmesis. Algo que ha resultado curioso para el mundo de la filosofa (marxista, fenomenolgica, analtica, etc.) y de especial inters para nosotros, es la tesis por la cual Adorno sostiene que solo el arte detenta, en su facultad mimtica, la competencia para exponer una razn que solo puede ser evocada por un camino indirecto. Cuando diversos autores afirman que Dialctica negativa (Adorno, 1973) y Teora esttica (Adorno, 1970) remiten la una a la otra, refieren a la primera en tanto sacrificio de las pretensiones propias de una teora y a la segunda, en tanto delegacin de competencias cognitivas en el fenmeno arte en funcin de su supuesta facultad mimtica.

    La teora esttica de Adorno no es una bsqueda discursiva de la verdad, improcedente por el solo hecho de estar constituida por conceptos. Se tratara mas bien, de una investigacin que intenta establecer porqu la verdad que se escurre de la teora queda atrapada en ciertos fenmenos asociados a la produccin y recepcin del llamado arte autntico, especialmente en las manifestaciones que hacen al arte moderno. Dicho esto, hace falta tambin aclarar (dejar muy muy muy en claro) que esta verdad refugiada en los intersticios del tipo de texto denominado obra de arte, se hallara en estado potencial hasta tanto la propia teora esttica (una teora) se haga cargo de actualizada mediante la interpretacin. La verdad -aparentemente- prosigue a travs de esta imperiosa necesidad de interpretacin.

    El arte autnomo, por pertenecer a una esfera social distanciada de la existencia cotidiana ordenada conforme a la racionalidad con arreglo a fines, escapa segn lo entenda Adorno- de la sombra del pensamiento identificante, permaneciendo -en alguna medida- marginado del aspecto funcional de una sociedad [cfr Brger, 1974, II. (1987, pp.83 y ss.)]. Por ende, la obra de arte habra de tener un contenido de verdad mayor que otros textos sujetos ms fuertemente a la razn instrumental, contenido no exento de contradicciones, tales como las que expresa el teorema de H.Marcuse (1965) sobre el doble carcter del arte en la sociedad burguesa, y que habran de ser exploradas y resueltas en la propia teora esttica. Verdad que podra ser pensada, ya bien como explicacin de las razones por las cuales el mundo moderno o el mundo a secas ha producido un fenmeno como el arte o bien, en tanto lectura de los textos artsticos y actualizacin de sus contenidos. La libertad relativa del arte frente a la praxis vital es la condicin de posibilidad de un conocimiento crtico de la realidad, an cuando la labor verdaderamente crtica resida no en los contenidos particulares de la obra de arte (Brger) ni en la funcin afirmativa de conservar valores que han sido apartados de la vida real fundada en el principio de la competencia (Marcuse, Op.cit.) sino, en su puesta de manifiesto como engao de algn tipo (formalmente orgnico o inorgnico, semiticamente ideolgico o post-ideolgico), provocado conciente o inconcientemente, sistemtica o sistmicamente, para consolidar un poder ilegtimo.

    Por Fernando Fraenza & Alejandra Peri (pgda | 2009)