Crisis sitémica que profundizará la pobreza

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Una sistémica que profundizará la pobreza 1. ¿Cuál es la esencia de esta crisis? Un recuento histórico 2. Secuencia y alcances de la debacle financiera 3. Efectos de la crisis financiera 4. Consecuencias para Guatemala 5. Perspectivas Sombrías 2 2 8 10 11 16 Una sistémica que profundizará la pobreza 1. ¿Cuál es la esencia de esta crisis? Un recuento histórico 2. Secuencia y alcances de la debacle financiera 3. Efectos de la crisis financiera 4. Consecuencias para Guatemala 5. Perspectivas Sombrías 2 2 8 10 11 16 año 3 núm. 7 Guatemala, julio de 2009 Crisis sitémica que profundizará la pobreza Crisis sitémica que profundizará la pobreza

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Una sistémica que profundizará la pobreza

1. ¿Cuál es la esencia de esta crisis? Un recuento histórico

2. Secuencia y alcances de la debacle financiera

3. Efectos de la crisis financiera

4. Consecuencias para Guatemala

5. Perspectivas Sombrías

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Una sistémica que profundizará la pobreza

1. ¿Cuál es la esencia de esta crisis? Un recuento histórico

2. Secuencia y alcances de la debacle financiera

3. Efectos de la crisis financiera

4. Consecuencias para Guatemala

5. Perspectivas Sombrías

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año 3 • núm. 7 • Guatemala, julio de 2009

Crisis sitémicaque profundizará

la pobreza

Crisis sitémicaque profundizará

la pobreza

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A lo largo de la América Latina corren expresiones que pretenden convencer que la actual crisis económica mundial no afectará tanto como se dice, que puede revertirse a finales del 2009 o como máximo a mediados del próximo año y que, en todo caso, la región está suficientemente equipada para enfren-tarla. Con tales afirmaciones se intenta tranquilizar a la opinión pública y justifi-car algunas penurias, presentadas co-mo inevitables, a la vez que se derivan responsabilidades hacia “el exterior” y que por ende en ese ámbito se queda la crisis. Obviamente, estos mensajes están destinados hacia la gente común, reclamando tolerancia y sacrificios en aras de la gobernabilidad, pero no así hacia los cada vez más precavidos a-gentes económicos criollos de nuestro continente.

Es evidente que la crisis ha detonado dentro de la economía norteamericana y que a partir de allí se ha extendido rápidamente al resto del mundo, co-menzando por las economías más a-vanzadas y del sistema financiero a la economía real. También es evidente que se ha incubado ya en el seno del mega emporio de capitales especula-tivos centrado en Wall Street con sus ramificaciones europeas, japonesas y asiáticas, sin excluir a las latinoameri-canas. Con este origen no sorprende que a través de los grandes medios de información trasnacional se intente minimizar la profundidad de la crisis, circunscribiéndola al ámbito financiero, no midiendo su profundidad sino seña-lando caminos hacia la supuesta recu-peración y limitando su solución a una multibillonaria inyección de recursos. De allí las esperanzas en que, supera-das las dificultades, todo habrá de vol-ver a su cauce natural en un período de tiempo relativamente corto, tal y como la doctrina del libre juego de la oferta y demanda suponen.

Aunque son inocultables los efectos que produce la debacle financiera so-bre los factores productivos, la econo-mía y la vida de la población, hay un

importante grado de coincidencia en-tre las expresiones superficiales de los actores políticos y comunicacionales nacionales y los medios trasnacionales. La razón de fondo de esta coincidencia radica en que la profundización de sus causas y efectos lleva directamente al cuestionamiento del proceso de globa-lización montado sobre el aparato ideológico del neoliberalismo y en se-gundo término los nexos de dependen-cia con que el sistema oligárquico de dominación criollo se inserta en él.

Pues bien, ya montados en un macho al que nunca pedimos subirnos, ¿qué nos espera? Las perspectivas son som-brías. Aún el componente financiero de la crisis mundial no ha tocado fondo pero las consecuencias ya se dejan sen-tir en Guatemala. Las empresas anun-cian despidos de personal, las remesas familiares comienzan a decrecer y se prevé que las metas de recaudación fiscal no se alcanzarán. Es dudoso sa-ber cuál será exactamente el compor-tamiento de la economía nacional pero todas las previsiones coinciden en que si hay algún crecimiento, éste será mar-ginal y en todo caso muy inferior al au-mento vegetativo de la población.

Si en el largo período de bonanza eco-nómica que dejamos atrás sólo se lo-graron modestos avances en la re-ducción de la pobreza es de prever que durante una contracción del crecimien-to económico habrá de aumentar sig-nificativamente. Aún no sabemos cuál será la profundidad de la contracción pero se estima que retomar los niveles de crecimiento previos podría requerir hasta 10 años o 20 años recuperar los niveles de pobreza,2 porque cuando se recupere el crecimiento, éste no se reflejará automáticamente sobre los ingresos de las familias más pobres. Es decir, todavía golpeados por el alza ar-tificial de los precios del petróleo y los alimentos nos toca enfrentar una tor-menta que recién comienza, la cual se avizora va a ser prolongada y sobre cu-ya intensidad no tenemos referencias seguras.

1. ¿Cuál es la esencia de esta

crisis? Un recuento histórico

En primer lugar, hay que saber que es-ta no es una más de las que periódica-mente ocurren en el sistema capitalista con períodos alternativos de expansión y contracción sino que es una profunda crisis estructural de la arquitectura ca-pitalista. Ya no se trata de una crisis de sobre producción en alguno de sus es-pacios centrales, que por el peso de la economía que lo origina afecta al resto, sino que nace de las propias raíces de la estructura globalizada del sistema. Ya no es un desequilibrio entre la de-manda y la producción de bienes que se magnifica por ocurrir coincidente-mente en los EEUU y al mismo tiempo en el ámbito europeo o japonés, irra-diando desde los espacios económicos nacionales al resto del mercado inter-nacional. Hoy es resultado de un alinea-miento transnacional de toda la econo-mía mundial dentro de parámetros di-señados para garantizar el retorno de utilidades y la libre circulación de capi-tales.

En este caso, las causas de la crisis y el escenario en que se desarrollan son propios de una fase superior del desarrollo capitalista. La crisis actual resulta de un desbalance estructural de los pilares del sistema: medios de producción, fuerza de trabajo y capital. La preeminencia desmedida del com-ponente especulativo del capital son circunstancias que caracterizan el tipo, intensidad y extensión de esta crisis. La incertidumbre es propia de un su-ceso inédito cuya resolución y desarro-llo es, por lo mismo, difícil de predecir y valorar.

La magnitud de la crisis actual tiene como único referente a la Gran Depresión de los años '30 y los efectos

Una crisis que no “nos viene del norte”

1 Coordinador e investigador del Área de Estudios Fiscales y Presupuestarios del Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos.2 Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, en declaraciones al diario El Clarín, Santiago de Chile, edición del 13 de marzo 2009

Crisis sistémica que profundizará la pobreza Jorge Santos y José Pedro Mata1

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que produjo durante más de una década. Los sucesos que le dieron lugar ocurrieron también en el seno de la economía nor-teamericana y se hicieron sentir en todo el mundo. Como conse-cuencia de la Gran Depresión, los administradores del modo de producción capitalista introdujeron algunos correctivos a fin de aminorar los efectos de los sucesivos ciclos de expansión y recesión que le son propios. Inaugurados en los Estados Unidos de Norteamérica, fueron retomados y aplicados con variantes propias de la idiosincrasia socioeconómica propia de cada área del sistema. Durante por lo menos 30 años el sistema vivió su apogeo liberado de las clásicas crisis, con crecimiento económico sostenido y la paz social del pleno empleo. Pero con la globaliza-ción los problemas a resolver son cualitativamente diferentes y cuantitativamente más graves, afectando al sistema en su conjunto al mismo tiempo.

La globalización, precedida por la apertura y alineación de los espacios económicos nacionales de la periferia, es un resultado impropio de la “mundialización” inducida por las primeras re-voluciones industriales del siglo XVIII. Una sucinta reseña histó-rica es necesaria para aclarar las causas y dimensionar una crisis que conmueve los pilares de sustentación del sistema capitalista. En la segunda mitad del siglo XIX, la introducción de nuevas formas de energía, comunicaciones y transporte, produjo una acelerada expansión del comercio. El acceso a materias primas de los enclaves coloniales, el desarrollo de medios avanzados de producción, la capacidad de inversión más un sistema de precios determinados gracias al monopolio de los medios de transporte y el control de las vías de comercialización en merca-dos cautivos, determinaba la acumulación de dividendos en las metrópolis coloniales.

Junto a la expansión del comercio y la movilización de capitales hacia áreas periféricas se produjeron grandes movimientos mi-gratorios de mano de obra que actuaron como válvula de escape a los conflictos sociales que jalonaron la relación capital/fuerza de trabajo en las primeras fases de la industrialización europea. Al mismo tiempo, se moldearon los modelos de acumulación pre-capitalista de las oligarquías criollas bajo una relación de dependencia siempre desventajosa con los centros del comercio internacional.

La libre navegación por mares y vías fluviales interiores fue im-puesta en forma coactiva en nombre del libre comercio.3 Lon-dres y secundariamente París fueron los primeros centros de transacciones financieras, donde se consolidó un sistema de pagos y de regulación macroeconómica estructurado alrededor del patrón oro. La suscripción de capital para grandes proyectos fue, junto con la creación de un mercado internacional de bonos de deuda pública, las modalidades dominantes de los movimien-tos internacionales de capital de largo plazo.4

A comienzos del siglo XX a ellos se sumó Nueva York al tiempo que la economía norteamericana, demostrando mucha mayor eficiencia y dinamismo que la del Reino Unido, lo reemplazaba como primera potencia mundial. Con fuentes energéticas que garantizaban alta rentabilidad a la inversión, su aparato producti-

vo contó con ventajas comparativas al tiempo que la invasión de productos agropecuarios procedentes de ultramar conducía a Europa a la larga depresión de fines del siglo XIX. Por la misma razón y a consecuencia de la pérdida de rentabilidad de la inver-sión en el sector primario, toma impulso el capital financiero al influjo del incremento de las tasas de interés.5

Todo el período colonial pero en particular las décadas que pre-cedieron a la 1ª. Guerra Mundial se caracterizó, contrariamente a lo que se suele afirmar, por el surgimiento de nuevas formas de regulación estatal, tanto en áreas económicas (moneda y sistema financiero) como sociales (comienzo de la protección de los trabajadores y seguridad social) y, sobre todo, por el mantenimiento de numerosas restricciones al libre comercio de bienes. El proteccionismo comercial era práctica corriente de las potencias europeas y EEUU, además de la mayoría de países latinoamericanos. Práctica que se exacerbó durante el período inter guerras donde el aislacionismo y la autosuficiencia fue la política dominante de los EEUU.

De forma que se puede concluir que el crecimiento económico fue el motor de la expansión del comercio y no a la inversa. La idea de que el libre comercio fue el gran propulsor del crecimien-to económico mundial entre mediados del siglo XIX y la primera guerra mundial es uno de los grandes mitos de la historia.6

La Gran Depresión y el período de Guerras Mundiales. A comien-zos de 1929, después de una década de fuerte crecimiento, la economía norteamericana entró en un clásico ciclo recesivo de sobreproducción que, magnificado por el sobreendeudamiento de los años dorados y la especulación financiera, llevaron al “crack” de la bolsa de valores de Nueva York. El pánico que en la creciente potencia mundial siguió al jueves negro de octubre de 1929, extendido a los ámbitos financieros de las naciones europeas por entonces en proceso de recuperación luego de la 1ª. Guerra Mundial, en especial Alemania, afectó en forma generalizada a todo el sistema económico mundial dando lugar a la crisis más dramática y prolongada que éste haya vivido has-ta hoy.

Como resultado de esta experiencia, al modo de producción capitalista se le acoplaron mecanismos correctivos. El Estadonorteamericano tomó un papel activo en la prevención de las crisis consecutivas a la sobreproducción, desempleo y caída del consumo. En primer lugar, el Estado se convirtió en garante de

3 En las guerras del opio entre 1839-42 y 1856-60 el respaldo de la armada britá-nica a la Compañía de las Indias Orientales, primero, y luego las intervenciones de Francia y Portugal dieron por resultado la apertura al comercio mundial de los 15 más importantes puertos chinos y la cesión de Hong Kong y Macao. En 1845, las armadas británicas y francesas forzaron el paso hacia el Río Paraná que, junto con sus afluentes y el Río Uruguay, son la vía de salida al mar de las mercancías del centro andino sudamericano (norte argentino, Bolivia y Paraguay) y el macizo central brasileño. El Río de la Plata, hacia donde confluyen esas corrientes fluvia-les, dicha situación se prolongó hasta 1850.4 CEPAL, Globalización y desarrollo, 20025 Hillel Ticktin, “La gran depresión del siglo XXI”, en Estrategia Internacional No. 25, enero 20096 CEPAL, “Las dimensiones económicas de la globalización”, Globalización y de-sarrollo, abril de 2002

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un flujo constante de recursos de for-ma de mantener una demanda de pro-ductos manufactureros que pusiera a la industria a resguardo de contraccio-nes de la economía. En segundo lugar, comenzó el desarrollo de sistemas de seguridad social que se convirtieron en colchón amortiguador de las crisis depresivas del consumo y reductor de la intensidad de la conflictividad social.

Con el New Deal de F.D.Roosevelt nació el Welfare State7 mientras que crecieron las inversiones estatales en apoyo de actividades de gran d i n a m i s m o e c o n ó m i c o c u y a rentabilidad era asegurada por contratos públicos. Entre ellas se encuentra la industria militar (hoy comprendidas la investigación cibernética y el desarrollo en informáti-ca, la exploración geoespacial y la cons-trucción de escudos de defensa), por lo que es común afirmar que el estalli-do de la 2ª. Guerra Mundial propició a la vez que la superación definitiva de la crisis de los años '30, las condiciones para que los EEUU se despegaran co-mo indiscutida potencia mundial.

Si bien el comercio mundial se redujo considerablemente entre las dos gue-rras mundiales, el crecimiento econó-mico sonrió a los países altamente es-pecializados en la producción de ali-mentos y bienes agropecuarios prima-rios, que eran artículos básicos para el avituallamiento de los ejércitos comba-tientes y la población de los beligeran-tes. Entre ellos se encuentran varios sudamericanos8 que, con mercados internos relativamente desarrollados y exigentes, comenzaron procesos de industrialización que tuvieron por prin-cipal finalidad e incentivo la sustitución de importaciones, es decir, la pro-ducción de los bienes de consumo o-riginarios de las potencias industriales enfrascadas en el conflicto bélico.

Postguerra: los 30 años de gloria eco-nómica en Guerra Fría. La situación de Europa al término de la Segunda Gue-rra Mundial era grave. Por su parte, los EEUU sin competidores comerciales que le opusieran resistencia, con un parque industrial intacto y en pleno crecimiento, más el estímulo de los

avances tecnológicos producidos con fines bélicos, encontró el campo libre para que como nueva potencia hege-mónica reforzara la colonización co-mercial del mundo. Sólo necesitaban de mercados para seguir manteniendo el crecimiento de su economía y conso-lidar así su hegemonía en el orden eco-nómico y político mundial.

En Yalta9 (febrero de 1945) las 4 poten-cias triunfantes delimitaron sus zonas de influencia incluyendo el reparto del territorio alemán, dando origen a la República Federal (RFA) y la República Democrática (RDA) con Berlín como ciudad capital de ambas. En abril de 1948 el Congreso norteamericano pro-mulgó el plan de asistencia para la re-construcción europea,10 conocido co-mo Plan Marshall, excluidos España y los países controlados por la URSS. Dado que el desmantelamiento de la industria militar y pesada impuesto a Alemania al final de la 1ª. Guerra resulta-ron medidas de efecto negativo desde el punto de vista económico europeo, se invirtió la política y se tomaron me-didas para promover la producción alemana incluyendo a la RFA en el Plan Marshall.

Pero, junto a la intención de defender el crecimiento de su economía existía otra razón no menos importante: el a-vance del comunismo. Los avances e-lectorales de socialistas y comunistas en Francia e Italia, y el proceso de las nacionalizaciones laboristas en Gran Bretaña, amenazaban con dar al traste los deseos norteamericanos en rela-ción al orden económico y político mundial. Es así que bajo su presión, en enero de 1948, entró en vigor el GATT11

con el fin de lograr la rápida liberaliza-ción del comercio y de los pagos inter-nacionales a través del recorte mundial de los aranceles y las limitaciones a la importación. Se necesitaba algo más que un acuerdo para alcanzar estos objetivos. Estados Unidos necesitaba un mercado amplio al que exportar su creciente producción e impedir efectos represivos en su economía. La escasez de dólares y bajos niveles de crédito internacional eran los principales pro-blemas en las relaciones económicas de Europa. De allí que entre los fondos

del Plan Marshall y otras ayudas se transfirieran unos 25,000 millones de dólares, cifra astronómica para esa é-poca, veladamente condicionados a los objetivos del GATT.

De hecho la reconstrucción de Europa y el Japón fue el motor que catapultó el crecimiento de la economía mundial. Pero además fue circunstancia propicia para la “transnacionalización” del mer-cado. Este fenómeno a partir de la postguerra adquiere nuevas dimensio-nes y rasgos cualitativamente diferen-tes. Ya no es la simple colonización de regiones proveedoras de materias pri-mas que caracterizaron la época colo-nial, sino que se nutre con la radicación de capitales de producción industrial fuera de su área metropolitana en bus-ca de mayor rentabilidad por relacionesfiscales más favorables y acceso a más amplias vías de comercialización.12

Dentro de una enmarañada red de filiales, las esferas de producción y comercialización se diversifican con la incorporación de nuevos ámbitos de rentabilidad que reducen los riesgos que implica la especialización. La operación en otros países permitió

7 Versión norteamericana del Estado de Bienestar que en Europa se desarrollara posteriormente en consonancia con la difusión del keynesianismo y al amparo del auge económico de la post guerra.8 Tales como Brasil, Argentina, Chile y Uruguay, con fuertes estructuras estatales, impulsaron pro-cesos de industrialización de acuerdo a sus mode-los particulares de desarrollo.9 La Conferencia de Yalta (Crimea- antigua URSS, actualmente Ucrania) fue la reunión que mantuvie-ron durante la Segunda Guerra Mundial Stalin, Churchill y Roosevelt como jefes de gobierno de la URSS, Reino Unido y Estados Unidos de Norte-américa y se considera el inicio de la Guerra Fría. 10 A partir del Foreign Assistance Act se desarrolló el Programa de Reconstrucción Europea11 Acuerdo para la regulación del mercado interna-cional (General Agreement on Tariffs and Trade)12 Tal es el caso de la emigración de capitales o-riginarios del medio-oeste norteamericano, por entonces con escasa influencia en los ámbitos políticos y económicos del gobierno federal, dis-criminados de los favores concedidos a los núcleos de poder de la industria pesada del acero asentada en las 13 colonias originales. Esta transferencia de capitales y tecnología es uno de los secretos de los “milagros” económicos alemán y japonés. La radicación asociada con capitales vinculados a las esferas políticas locales confirió nuevos privilegios y ventajas comparativas de producción.

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burlar muchas de las barreras impuestas por reglamentaciones nacionales para la circulación de capitales y la imposición de cargas fiscales. En el seno de esta red transnacional y en un marco de auge de la economía mundial el manejo de informa-ción, influencia y control sobre las estructuras económicas y políticas nacionales condujo a una super concentración de ca-pitales.

Al mismo tiempo, fue desarrollándose un proceso especial en la historia del sistema capitalista como lo es la progresiva diso-ciación de la masa dineraria de la base productiva real de la e-conomía. Este fenómeno tuvo como causa principal la sobre emisión de dólares con que se cubrió el crónico déficit fiscal norteamericano que condujo al empapelamiento del sistema económico mundial y el crecimiento progresivo de las tran-sacciones financieras. Los productos financieros sobre activos de la más diversa índole (mercado de derivados sobre acciones, índices bursátiles, tipos de interés, precio de materias primas, valores de renta fija, etc., mercado de futuros, opciones, swaps, etc.) en un comienzo concebidos como instrumentos de cober-tura frente al riesgo se convirtieron en instrumentos de especu-lación.13 Un ejemplo de su incidencia se encuentra en la crisis inflacionaria provocada por el sobreprecio internacional del petróleo y los alimentos registrado entre 2007 y 2008.

Esa liquidez excedentaria alimentando los circuitos financieros se comportó al principio como estímulo adicional para la satis-facción de la demanda ampliada de bienes y servicios que carac-terizó el período de reconstrucción de la postguerra. Además permitió a los EEUU tomar ventajas al proceder anticipadamente a la reconversión de su aparato industrial luego de las crisis e-nergéticas de los años '70. Pero la monetización de la deuda externa norteamericana continúa y acumula consecuencias.

Nuevas crisis e inicio de la globalización. A fines de la década de los '60 el sistema comenzó a presentar signos de sobrepro-ducción y reaparecieron las crisis fiscales. Por entonces se ha-blaba de estagnación,14 un estancamiento económico consis-tente en bajas tasas de crecimiento que contradecían las previ-siones que los indicadores macro hacían suponer. Es decir, que la economía no crecía todo lo que potencialmente era capaz. En Europa, junto con el desempleo reapareció el fantasma de la pobreza y la inestabilidad social. El gasto fiscal y las regulacio-nes impuestas a las actividades empresariales fueron señalados como culpables de la baja rentabilidad de las inversiones y el keynesianismo como principal responsable. En Europa, el Estado de Bienestar comenzó a declinar, sostenido por el peso de las organizaciones laborales y la existencia de una cierta cultura de responsabilidad social del Estado.

Con tasas de rentabilidad menores a las deseadas en las econo-mías europeas, sobre todo comparadas con las que se obtienen en los EEUU, toma auge la corriente neoliberal. El neoliberalismo nace como un rechazo al paradigma keynesiano, propugnando el retorno a las teorías neoclásicas del mercado. Rápidamente se disemina por el mundo anglosajón de raíz tradicionalmente liberal. La Escuela de Chicago (Milton Friedman) retoma las ide-

as económicas de la Escuela de Friburgo (Friedrich von Hayek), al defender el protagonismo del mercado en la asignación de los recursos, limitándose a el Estado a crear el orden necesario para la libre competencia.

Se trata de restablecer en su plenitud las leyes del mercado y la política monetaria para rebajar los índices de inflación, reducir el gasto público, reducir tasas de interés y eliminar impuestos para relanzar la iniciativa privada e incentivar la inversión. El Es-tado debe retirar sus manos de la economía y dejar que el mer-cado cumpla su papel, incluyendo la desaparición de los más ineficientes. Esta visión suponía la eliminación o restricción de la política social y de la actuación concreta del Estado como proveedor de servicios de bienestar. También se abandona el objetivo del pleno empleo, al considerar que es natural y positiva para el mercado cierta tasa de desempleo, porque los esfuerzos por rebajarla aumentan las exigencias fiscales y tienden a elevar los precios.

Comienza el tiempo en que el dinero deja de estar respaldado por riquezas materiales y el capital rompe amarras con la econo-mía real. Hasta entonces, un sistema de paridades monetarias reflejaba la capacidad productiva de las naciones y sus relaciones de competitividad en el mercado internacional. Los Bancos Cen-trales (excepto la Reserva Federal) eran celosos resguardos contra excesos de liquidez y desbordes de la inflación. El Sistema Monetario Internacional (SMI) creado en Bretton Woods (1944) sobre la convertibilidad de los signos monetarios en oro, con-sistía en un sistema de paridades monetarias que impidió por 25 años las devaluaciones o apreciaciones con finalidad competi-tiva o de causa especulativa.

La libertad de emisión que goza la Reserva Federal cuestiona el valor real del dólar, siendo éste una divisa constituyente de las reservas nacionales, los países más desarrollados comenzaron a preocuparse por los efectos de una posible devaluación y presionaron por una reforma del SMI.15 En 1969, las presiones para controlar la emisión de dólares y el pago de la deuda norte-americana dio lugar a la creación por el Fondo Monetario Inter-nacional (FMI) de los Derechos Especiales de Giro (DEG), una especie de moneda virtual, que tenían como base de cálculo una canasta de monedas fuertes que dejaba de lado la exclusi-vidad del dólar.

Finalmente y como consecuencia de estas alternativas, el aban-dono unilateral del respaldo en oro del dólar decretado por Nixon, 1971, dio por tierra con el sistema monetario.

13 Por ejemplo, los principales instrumentos de esta naturaleza, que se tiene reporte, pasaron de 2.6 billones de dólares en 1988 a 10 billones en 1992, cifras que respecto al PIB de los EEUU, pasan del 40% al 160%. Hopenhayn, Benjamín: “Movimientos de capital y financiamiento externo”; en Revista de la CEPAL, No.55, abril de 1995.14 Alvin Hansen, Harvard15 En 1964 los países del área latinoamericana depositaron sus reservas en oro en custodia en la Reserva Federal con el fin de apuntalar al dólar y mantener el valor de sus divisas

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En 1973, el embargo decretado por la OPEP al suministro de petróleo a algu-nos grandes consumidores16 introdujo un nuevo elemento a la polémica con-duciendo a una nueva crisis. El aumen-to de los precios del petróleo (cuadru-plicados) que se produjo a continua-ción tuvo dos consecuencias inmedia-tas: primero, un empuje inflacionario en las principales economías consumi-doras del combustible fósil (EEUU y Europa) que, ya afectadas por un me-nor dinamismo, incluso algunas euro-peas entraron en recesión; en segundo lugar, la aparición de los petrodólares como una masa de capital necesitado de producir rentas.

Más de un lustro debió transcurrir para que las economías europeas se estabili-zaran y estuvieran en capacidad de res-ponder a las exigencias que la recon-versión industrial les imponía con la in-troducción de nuevas tecnologías con ahorro del consumo de combustibles. En esta carrera la economía norteame-ricana sacó nuevas ventajas por dispo-ner de reservas petroleras renovadas y el control de la emisión de divisas.

Con Margaret Thatcher como Primera Ministra del Reino Unido (1979-1989) pero sobre todo con Ronald Reagan en los EEUU (1980-88) se asiste al lan-zamiento formal del proceso de globa-lización. Ambos culparon a la ineficien-cia del Estado del estancamiento eco-nómico y reivindicaron la iniciativa pri-vada y al mercado como los verdade-ros motores del progreso. En ambos lados del Atlántico el neoliberalismo embistió al unísono contra las políticas sociales del Estado de Bienestar, el Welfare State y las organizaciones sin-dicales, el aparato estatal y los bienes públicos, otorgando rebajas impositi-vas sobre ganancias y mayores subsi-dios a la producción. Esto ocurrió en el marco de la confron-tación del sistema capitalista con un modelo político y de producción con-tradictorio que no sólo restringía espa-cios de operación económica sino que desafiaba ideológicamente los funda-mentos mismos del mundo capitalista. Dos modelos de imposible convivencia se enfrascaron entonces en carreras demostrativas de poder que para uno

eran otros tantos estímulos para el mantenimiento de su propia estructura mientras que para el rival representaba sangrías de recursos que se restaban al bienestar de la población. Porque, más allá de las aberraciones burocrá-ticas del modelo soviético, dentro de un sistema de economía planificada la hipertrofia de la industria militar conde-nó el desarrollo del resto del aparato productivo.

A partir del desarrollo tecnológico al-canzado con motivo de la 2ª Guerra Mundial la industria militar fue origen de un racimo de revoluciones en la pro-ducción industrial en las más diversas áreas; desde la industria de la energía atómica y la conquista del espacio has-ta la informática y la comunicación. Aún luego de la derrota en Vietnam, la crisis del petróleo y el estancamiento económico que les siguió, con la llega-da de Reagan se reforzó la capacidad financiera norteamericana aplicada al esfuerzo armamentista. A pesar de que al comienzo de su gestión sus po-líticas económicas (reaganomics, térmi-no utilizado para referirse a las políticas de Reagan) llevan a una severa rece-sión, la cual fue superada con rapidez (1981-1983) mediante un dramático in-cremento del gasto militar, en función de la prometida aceleración de la carre-ra armamentista con la URSS. Como resultado, un nuevo impulso de la li-quidez monetaria global a partir del gasto norteamericano que se incre-mentó a costa del déficit fiscal y la du-plicación de la deuda total. El déficit, la mitad producido por las rebajas en la carga impositiva concedidas a los sectores de mayores ingresos, pasó del 2,6% al principio de su mandato, a más del doble en 1986, cuando alcanzó el 5,3%. Al mismo tiempo la deuda públi-ca total pasó de menos de un 40% a ca-si el 70% del PIB.17

La irrupción de la crisis de la deuda ex-terna latinoamericana es contemporá-nea con el lanzamiento formal de la globalización. Su origen se remonta al período de estancamiento económico mundial de la segunda mitad de los años'70 cuando la demanda de divisas de los países desarrollados se limitó al equilibrio de sus balanzas de pago, re-

sultando en una oferta ampliada de ca-pitales financieros en condiciones blan-das orientada hacia los noveles países africanos sin solvencia alguna y luego hacia Latinoamérica. Fue una época de apremiantes necesidades de la Banca privada internacional18 de invertir, lo cual fue solventado a través de nuevos financiamientos a los países subdesa-rrollados ahora golpeados por la me-nor demanda de materias primas en el mercado mundial, el paulatino abando-no de regulaciones por parte de los Bancos Centrales y las crecientes liber-tades a la circulación de capitales.

Alrededor de 1982, una exorbitante e-levación de las tasas de interés induci-da por la Reserva Federal de Estados Unidos y la recuperación de la deman-da de capitales de inversión por las e-conomías europeas, puso al borde de la suspensión de pagos a la mayoríade naciones latinoamericanas.19 En el correr de la década ese riesgo estuvo presente sólo diferido por acuerdos parciales con la Banca y a partir de 1991 la puesta en marcha del plan Brady20

apoyado por organismos financieros oficiales multilaterales. El Fondo Mone-tario Internacional (FMI) fue el instru-mento idóneo que a través del condi-cionamiento de créditos de contingen-cia impuso las reglas para la apertura comercial de la región y el libre

16 En octubre de 1973 los países árabes producto-res de petróleo decretaron un embargo al suminis-tro de combustible a los países que apoyaron a Israel en la guerra de ese año contra Siria y Egipto, especialmente los EEUU y Holanda. Es el punto de consolidación de la OPEP, que se transforma en un cartel de naciones productoras que controlan más de la mitad del abastecimiento mundial y los precios del producto en competencia con “las 7 hermanas”, compañías norteamericanas, inglesas y holandesas que por entonces manejaban el mer-cado mundial. Entre otras circunstancias, en Arabia Saudita es nacionalizada la industria petrolera.17 Ronald Reagan, gestión económica.18 Bancos y prestamistas en su mayoría agrupa-dos en el llamado “Club de París”19 El primer país en esa situación fue México. Los pagos por la deuda externa de América Latina y el Caribe no habían alcanzado los us$70,000 mi-llones en 1975. En 1985 ascendieron us$370,000 millones y en 1996 superaron los us$600,000 mi-llones. CEPAL, 200220 Por Nicholas Brady, ex secretario del Tesoro norteamericano, diseñador del plan de refinan-ciación (bonos Brady)

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comercio.21 Con los convenios de refinanciamiento de la deuda externa y el Plan Brady, el FMI se convirtió en garante de la solvencia de los países deudores para el pago de la deuda externa, tanto con acreedores privados como gubernamentales y órganos financieros multilaterales. Por su parte, la CEPAL tam-bién se ha adaptado a la nueva situación haciendo abandono de su tesis desarrollista industrializador en beneficio de plantea-mientos de desarrollo productivo hacia fuera, es decir dedicados a la exportación de productos con escaso valor agregado y su incorporación a cadenas integradas de producción muchas ve-ces trasnacional.22

Con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, despejado el camino para el avance decisivo en el diagramado de la globalización, con el Consenso de Washington se estable-cieron los principios, se delinearon métodos y fijaron metas. Bajo el pensamiento económico y político neoliberal el principio rector era promover la primacía de la empresa privada en la vi-da económica y hacer que el mercado defina las reglas del desti-no y uso de los recursos. No fue necesario un sólido sustento teórico porque con el resurgimiento del esquema teórico de la escuela neoclásica y sus derivaciones modernas, se pretendió que había una sola economía científica, al grado de convertirla en un dogma, porque en ella no había lugar a dudas. Se procura un Estado reducido, con un déficit fiscal de equilibrio y con una política monetaria que tienda a la estabilización de precios con una tasa de inflación mínima. Las condiciones para lograr estos ajustes eran la liberalización del comercio, la desregulación de la economía y la privatización de toda empresa pública.

Con la obligación de imponer el mismo esquema de ajuste en todos los países (cartas de intención), cada vez que se requería del apoyo de divisas del exterior, se impuso restricciones a las autoridades nacionales para tomar y ejecutar decisiones de po-lítica económica interna (cambiaria, monetaria, endeudamiento) y en particular de política fiscal (precios, aranceles, subsidios, déficit presupuestario) en aras del equilibrio macroeconómico y la libre circulación de capitales.

La hegemonía del capital financiero global y crisis sistémica. Existe una estrecha relación entre el surgimiento de los sistemas integrados de producción, el aumento de las corrientes de co-mercio y de inversión extranjera directa, y el creciente protago-nismo de las empresas transnacionales. El factor esencial ha si-do indudablemente la liberalización del comercio, de los flujos financieros y de las inversiones en los países en desarrollo, que se ha acelerado en las dos últimas décadas. Estos fenómenos explican la gran oleada de inversión extranjera y la notable con-centración de la producción a escala mundial, que caracterizó al último decenio del siglo XX.

Todo ha conducido a una superacumulación de capital, principal-mente el de carácter financiero. Este tipo de capital se vuelve independiente en la década de los '70 reemplazando al capital industrial como el sector dominante del capital. La teoría del monetarismo fue su política económica mientras el neoliberalis-mo fue su estrategia político-económica. De hecho, la globaliza-ción financiera ha sido más rápida que la comercial y productiva

aunque ambos procesos tienen como telón de fondo un profun-do reordenamiento institucional a nivel mundial destinado a la liberalización de las transacciones económicas internacionales, corrientes y de capital.

El capital financiero es capital abstracto y automáticamente global ya que no está confinado a una industria, región geográ-fica o actividad productiva. No produce valor y por lo tanto de-be extraerlo del sector productivo, por lo tanto es parasitario en el sentido de que se transfiere capital a sí mismo y luego in-vierte donde puede obtener el máximo retorno en el menor tiempo posible. Invierte en áreas no productivas como la especu-lación de la vivienda, de commodities, de valores y bonos, como también especulación sobre sí mismo, en derivativos de todo tipo y tiene todos los incentivos para burlar las reglas, cambiar las prácticas contables y evitar impuestos.

El resultado ha sido un “empapelamiento” de la economía mun-dial por una superacumulación de capitales disociados de la ba-se productiva. Ya en 1991 se calculaba que las transacciones bancarias superaban entre 50 y 100 veces el valor de intercambio de los bienes y servicios reales.23 Mientras que el PIB mundial ronda los 44 trillones de dólares, las transacciones financieras son del orden de los 2,000 trillones.24

El sistema capitalista actual es dominado por un puñado de o-ligopolios que controlan la toma de decisiones fundamentales en la economía mundial. Unos oligopolios que no sólo son finan-cieros, constituidos por bancos o compañías de seguros, sino que son grupos que actúan en la producción industrial, en los servicios, en los transportes, etc. Su característica principal es su “financiarización” con lo cual se convierte en el centro de gravedad de la decisión económica y se explicaría así la transfe-rencia de la producción de plusvalía en los sectores productivos hacia la redistribución de provechos ocasionados por los produc-tos derivados de las inversiones financieras. Estos oligopolios no producen valor, sencillamente se apoderan de una renta de monopolio mediante inversiones financieras. No estamos en presencia de una economía de mercado, como se suele decir, sino de un capitalismo de oligopolios financiarizados.25

Sólo hizo falta una chispa para que el sistema especulativo estallara en el centro de la economía mundial y se propagara al resto. En un ámbito de liberalismo desregulado como el esta-dounidense se fueron acumulando los manejos mañosos y las burbujas, hasta que explotó. Y no porque no haya habido signos

21 El FMI fue creado en Bretton Woods como órgano para el auxilio de los países miembro en ocasión de dificultades financieras fiscales. Pero toda solicitud de crédito que superara el 25% de la cuota constituyente comenzó a ser concedida si los países accedían a someterse a sus planes de estabilización. Para comienzos de los '60 ya 4 países latinoamericanos (Bolivia, Chile, Uruguay y Argentina) habían recibido las misiones del FMI y acordado las respectivas Cartas de Intención obligadas para la recepción del crédito.22 Emergencia del modelo secundario exportador en sustitución del modelo de industrialización basada en la sustitución de importaciones23 Hopenhayn, Benjamín: “Movimientos de capital y financiamiento externo”, 1995.24 Samir Amin: ¿Debacle financiera, crisis sistémica?, informe introductorio al Foro Mundial de las Alternativas, Caracas octubre 200825 idem

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premonitorios. Entre 2000 y 2001 se sucedieron el estallido de la burbuja tecnológica de las “punto com” con lo que se llamó la Nueva Economía26 y la quiebra del gigante energético En-ron.27

En realidad, la crisis financiera es sólo el detonante de una crisis estructural del sistema capitalista producida por el desfase entre las capacidades de producción del aparato industrial y el consumo de la sociedad mundial. La repartición desigual de la riqueza, tan-to a escala mundial como a escala na-cional, crea un excedente de capital que no puede encontrar colocación rentable en el desarrollo productivo. Con el consumo suntuario, de bienes-tar, materias primas y de productos con tecnología de punta concentrados en el 15% de la población mundial y un 85% con acceso limitado a productos básicos, la posibilidad de realización de la inversión industrial tiene un lí-mite que posiblemente ya ha sido al-canzado.

El crecimiento desmedido y en corto tiempo del capital financiero ha agre-gado nuevas tensiones. En cierta for-ma, los oligopolios transnacionales representados en el G-7 y sus órganos subordinados (léase Fondo Monetario y Banco Mundial) queriendo timonear la crisis buscan y fabrican salidas alter-nativas a la ausencia y achicamiento de las colocaciones productivas en la extensión de los mercados especulati-vos financieros. El intento resulta en un “patear hacia delante” pretendien-do ocultar el desajuste estructural y diferir lo más posible la detonación de una crisis que para algunos era ya evidente.28 Pocas salidas quedaban y al fin se encendió la mecha.

Las causas inmediatas de la crisis son bien conocidas. A medida que progre-saba el boom de los bienes y raíces, se otorgó un creciente número de présta-mos hipotecarios con cronogramas de devolución a tasa ajustable a personas con ingresos insuficientes, o que care-cían de un empleo fijo o patrimonio para garantizar dicha devolución. Estas hipotecas fueron agrupadas por un amplio espectro de instituciones finan-cieras, inclusive bancos, a fin de consti-

tuir títulos respaldados por activos de-nominados obligaciones hipotecarias garantizadas (CMO según sus siglas en inglés), las que se vendieron a fondos de inversión, a otras instituciones finan-cieras y a inversionistas institucionales, en un proceso conocido como securiti-zación. Fue necesario que estos acti-vos recibieran una calificación con gra-do de inversión (superior a BBB + o Baa3) de parte de una agencia nacional de crédito reconocida a fin de que re-sultaran aptos de ser adquiridos por instituciones del mercado de capitales, como por ejemplo un fondo de pen-sión, cuyas inversiones se restringen a dichos activos.29

En retrospectiva, uno podría pregun-tarse cómo los bancos, los inversores institucionales y las agencias calificado-ras de crédito, todos ellos con planteles altamente profesionales, y analistas bien pagados pudieron haberse equi-vocado tanto. Existen muchas explica-ciones, muchas de estas variaciones sobre una misma idea básica: una falla masiva de orden regulatorio en cada uno de los niveles del proceso de secu-ritización hipotecaria, que abarcó a to-do el sistema financiero que creó la o-portunidad para la primera crisis sisté-mica desde la Gran Depresión.30

2. Secuencia y alcances de la

debacle financiera

La crisis se incubó en el mercado hipo-tecario produciendo operaciones que involucraron a todo el sistema bancario e inversores alrededor del mundo. Lue-go de la corrida de capitales ocasiona-da por el estallido de la burbuja de las “punto com” la Reserva Federal norte-americana (FED según sus siglas en inglés) bajó las tasas de interés para reactivar el consumo y la producción a través del crédito. La inversión en bienes inmuebles fue refugio aparente-mente seguro para instituciones y per-sonas individuales. El precio de las vi-viendas subió espectacularmente entre 2001 y 2005 dando origen a un merca-do especulativo sobre hipotecas que eran canceladas para luego comprar otra casa con una nueva hipoteca o una hipoteca puente.

En el marco de la gran liquidez de 2001 a 2007 surgieron las hipotecas “sub prime”, de alto riesgo y un mercado especulativo con transferencia de ries-gos a inversores desprevenidos. Cuando en 2006 la FED vuelve a aumentar las tasas de interés pasando de 1% a 5.25%, comenzó una ola de eje-cuciones a deudores y una rápida caída del precio de las viviendas. La crisis co-menzó a hacerse evidente entre 2006 y 2007 involucrando a instituciones bancarias, bonos de la deuda, inver-sores y fondos de pensiones, provo-cando una corrida de capitales. Un pre-ámbulo fue la crisis financiera de enero 2008 pero la debacle se produjo en octubre, exactamente un año después de cuando el Dow Jones había alcan-zado su máximo histórico de 14,164 puntos, retrocediendo en una sesión casi un 8%, dando comienzo a una rápi-da caída que lo llevó a menos de los 7,000 puntos este 2009.

Según el inversionista y filántropo George Soros: “las instituciones hipo-tecarias alentaron a los acreedores hi-potecarios a refinanciar sus hipotecas y retirar sus excedentes de capital.

26 Desde 1997, la bolsa de valores tecnológicos (Nasdaq) fue impulsada por la aparición de empre-sas del “know how”, que actuaban en los mercados financieros a través de internet. Desaparecidas las expectativas de revaloración de sus títulos, cuantiosos capitales de riesgo se retiraron en el 2001 provocando un estancamiento de la econo-mía norteamericana.27 Muy aleccionadora es la historia del gigante de la industria energética, Enron, cuya quiebra con-mocionó en el 2001 los cimientos del sistema eco-nómico y financiero norteamericano produciendo una crisis de credibilidad y de cuestionamientos. Entre 1999 y 2000 los beneficios totales de Enron Corp. aumentaron un sorprendente 151,3%. En el primer trimestre del 2001, la compañía declaró un aumento de 281% en los ingresos y un aumento de 20% en la renta neta. El valor en bolsa de sus acciones, hasta mediados del 2001, no bajaba de 80-90 dólares cada una. Sin embargo, en octubre de ese año, la gigantesca Enron se declaró en quiebra descubriendo toda una trama de manejos contables. El suceso se resolvió dejando una ma-sa de asalariados atrapados en sus planes de ahorro y retiro y las manos repletas de bonos ba-sura.28 Hacia principios del 2007 Alan Greenspan, ya fuera de la Fed, fue quien dio el alerta acerca de la proximidad de una crisis recesiva en los EEUU.29 Cardim de Carvalho, Fernando J. Allen Kregel, Jan. Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Eco-nómicos (Ibase). Crisis Financiera y Déficit Demo-crático. Río de Janeiro. Brasil, enero 2009 30 Idem

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Bajaron sus niveles de crédito e introdujeron nuevos productos como las hipotecas a tasa ajustable (ARM según sus siglas en inglés), las hipotecas solamente a intereses (interest only) y las tasas de incentivo promocionales. Todos estos elementos alenta-ron la especulación en el mercado de propiedades residenciales. Los precios de la vivienda comenzaron a aumentar a un ritmo de dos dígitos. La crisis de las hipotecas subprime no fue un caso en el que la oferta supera la demanda real”.

La “demanda” fue en gran parte fabricada partiendo del supues-to que el valor de las viviendas nunca bajaría. Estos activos fue-ron luego “titularizados” o “securitizados” con otros activos en complejos productos derivados denominados Collateralized Debt Obligations (CDOs) o Collateralized Mortgage Obligation (CMO)31 que se transformaron en instrumentos para maquillar deudas "tóxicas" del mercado inmobiliario y así obtener bonos que parecían limpios y seguros. Quienes originaron las hipotecas trabajaron con distintas capas de intermediarios que subesti-maron el riesgo y así poder deshacerse de ellas tan rápido como fuera posible hacia otros bancos e instituciones de inversión. Estas instituciones a su vez descargaron esos valores en otros bancos e instituciones financieras extranjeras. Cuando aumen-taron las tasas de interés para los préstamos de baja calidad (subprime) y las hipotecas a tasa ajustable y otros préstamos inmobiliarios, el juego ya estaba armado.

Al producirse la debacle en octubre de 2008, en un abrir y cerrar de ojos, dentro de un sistema integrado de transacciones finan-cieras con fines especulativos, se esfumaron 8.3 billones de dó-lares. El dato sirve para dimensionar el plusvalor ficticio agregado al de la economía real pero también para cuestionar el papel de los órganos de auditoría financiera y de evaluación de riesgos, para quienes no podían pasar desapercibidas irregularidades de tal calibre. Un ejemplo de fallos en el sistema de auditoría quedó expuesto cuando la quiebra de Enron pero a pesar de todo continuó la desregulación financiera impulsada al nivel mundial por los EEUU y otros centros del poder económico. La desregulación financiera, fundada en el dogma ideológico de las virtudes del mercado, ha favorecido la aparición de instru-mentos financieros "innovadores" sin vinculación alguna con actividades productivas en el sector real de la economía.

Un engranaje central del sistema financiero mundial son las em-presas evaluadoras de riesgos que se encargan de evaluar cuán seguro es invertir dinero en un país o en alguna corporación. Estas no son unidades técnicas independientes sino que son o-tras tantas empresas cuyo financiamiento proviene de las gran-des corporaciones comerciales y financieras, a las que deben calificar. De sus calificaciones dependen muchas regulaciones financieras y también muchos prestamos a empresas y a econo-mías nacionales. Un ejemplo del círculo de incentivos perversos es lo sucedido con la compañía de seguros AIG, a quien le dieron una categoría AA, y le adjudicaron a Lehman Brothers una califi-cación A, un mes antes de su colapso"32. Pero además las califi-cadoras del riesgo país33 actúan como agentes de presión polí-tica, siendo de recordar los niveles de riesgo adjudicados al Bra-sil en vísperas e inmediatamente después (hasta que se conoció su gabinete económico) de las elecciones de donde surgió Lula Da Silva como presidente.

Todo indica que la crisis financiera no ha tocado fondo,34 lo que significa que a pesar de las enormes cifras que a lo ancho delmundo han sido inyectadas para evitar la insolvencia y la quiebra de más entidades financieras y comerciales no se sigan produciendo o que el sistema supere sus temores de forma de reactivar las actividades crediticias que los sectores productivos necesitan, es un tiempo aún imposible de predecir. Más allá de las diferencias que separan a los administradores norteamericanos y europeos de la crisis (unos propensos a la inyección de fondos, otros más enfocados en la introducción de regulaciones), la evolución del mercado de la vivienda en los EEUU es un primer indicador del pulso de la economía norteamericana, origen del desastre y a cuya salud estamos más directamente l igados los centroamericanos.

Los principales indicadores económicos y sociales nos señalan que la crisis en los EEUU se acelera y que el aumento de ritmo apunta hacia un salto cualitativo, un hundimiento catastrófico de la economía norteamericana que arrastrará al conjunto del sistema global. La economía global, con los EEUU a la cabeza, venía en declive desde mediados de 2007, de tal suerte que el estallido de la crisis financiera internacional en septiembre del 2008 la sorprendió en medio de una aguda desaceleración, pre-cipitándola en la más profunda recesión y aún en una depresión.

Dentro de un contexto de incertidumbre y la caída en el precio de los activos, fundamentalmente el precio de las propiedades y de las acciones de las propias entidades financieras, su expo-sición crediticia se transmite al resto de la economía real. Las entidades financieras no sólo ya no se prestan dinero entre sí,35

sino que también restringen el crédito a las empresas y los con-

31 Desde los años '70 pero sobre todo en los '90, destacados físicos moleculares y matemáticos conocidos en Wall Street como “quants” se dieron a la tarea de elaborar complicados modelos computacionales para el estudio de los mercados financieros, analizar las tendencias en los precios y evaluar los riesgos de la inver-sión. Son los creadores de la Nueva Economía que insufló la burbuja tecnològica de las “punto com”. Muchos de ellos controlan fondos de inversión y la introducción de instrumentos financieros “innovadores” como los CDO y los CMO.32 New York Times, editorial del 17 de marzo 2009.33 El índice de riesgo país establece la tasa que deberá ofrecer el país para la obtención de préstamos internacionales. Esa tasa resulta de la suma de la renta pagada por los bonos del Tesoro norteamericano más ese indicador de riesgo. Vale destacar que a pesar de ser los EEUU la economía con el mayor endeudamiento a nivel planetario, los mayores déficits fiscales, de cuenta corriente y balanza co-mercial, es calificada con AAA, es decir, cero riesgo.34 Durante su reunión del 17 y 18 de marzo 2009, la mayoría de los gobernadores que integran el Comité de Mercados Abiertos de la FED expresaron reservas so-bre las perspectivas a corto plazo a partir de los más recientes indicadores. Las proyecciones apuntan todavía a una mayor caída. Por su parte, el Eurogrupo (mi-nistros de finanzas de la UE) y la Comisión europea admitieron en abril 2009 que aún falta un trecho para tocar fondo. Hay unos seis millones de hipotecas subprime pendientes de pago, el 40% de las cuales probablemente caiga en cesación de pago en los próximos dos años, según estima Soros. Y en los próximos siete años se producirán otros cinco millones más de incumplimientos de pago de hipotecas con tasa ajustable y otros préstamos flexibles. Estos títulos, cuyo valor se puede estimar en billones de dólares, ya fueron inyectados como un virus en el sistema financiero mundial globalizado.35 Lo que tiene asustados a los inversionistas y observadores del mercado, no es tanto la debacle del sector bienes raíces, sino la emisión de los derivados over the counter por parte de los Bancos de Inversión. Se estima que dichos CDS (Credit Default Swaps) emitidos sin la anuencia de una bolsa y de ningún regulador, son varias veces el PIB del mundo. A falta de órganos de auditoría confiable, la sospecha es moneda corriente en todo el sistema.

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36 En los primeros meses del 2009 el desempleo alcanzó al 8.5%, aún por debajo del 10.8% obser-vado en 1982. De todas formas, a marzo de 2009, 12.5 millones de norteamericanos perdieron sus empleos, cifra que supera a los desocupados en 1982.37 Según la National Association of Realtors, los costos medios de las viviendas presentaron una caída interanual de 12% en el cuarto trimestre del 2008, haciendo que las deudas hipotecarias sobre-pasen el precio de las casas.38 Jorge Bernstein, “Acople depresivo global (radi-cal ización de la crisis)”, febrero 2009 39 Por su parte, Gordon Brown, Primer Ministro Británico, a comienzos de enero anunció en la Cámara de los Comunes la llegada de la depresión global mientras que Nicolás Sarkosi la consideró la peor crisis en un siglo y Barack Obama coincidió en conferencia de prensa con las “visiones catas-tróficas”.

sumidores. Esto, a su vez, reduce el empleo y el consumo, lo que vuelve a reducir el valor de los activos bancarios, como los préstamos hipotecarios en general o los corporativos o los que se otorgan para el consumo. Y así conti-núa realimentándose el ciclo de dete-rioro.

Por ahora, importa estimar la profundi-dad de la crisis en los EEUU y las previ-siones sobre el tiempo que le deman-dará el reflotamiento. Se sostiene que no se puede esperar una recuperación sustancial en la actividad económica norteamericana si no se soluciona pri-mero la crisis del sistema financiero y que éste no mejorará sin una recupera-ción en el sector de vivienda. La profun-dización de la recesión se podría pro-longar en tanto la corrección de los precios de las viviendas siga siendo a la baja.

La tasa de desempleo en Estados Uni-dos es un factor que presiona fuerte-mente sobre el sector de viviendas, que a su vez influye sobre el sistema financiero, y en general, sobre la evolu-ción de la economía. En marzo la Reser-va Federal comunicó que en los prime-ros meses del año los indicadores eco-nómicos se deterioraron aún más, mientras el gasto de los consumidores y la manufactura continúan contrayén-dose. Sólo en febrero se destruyeron 651mil plazas laborales, acumulando una caída de 4,4 millones de planillas desde diciembre del 2007. Sin embar-go, el desempleo aún no se sitúa en los niveles de la crisis de 1982, que no tuvo la intensidad de la actual.36 El de-terioro del mercado laboral influye ne-gativamente sobre el sector hipoteca-rio, por la crisis crediticia y la continua caída del precio de las viviendas.37

El curso que tendrá la crisis norteame-ricana es motivo de especulaciones. Esta economía que venía en declive desde mediados del 2007, donde logró un crecimiento del 2%, en el 2008 se redujo a casi la mitad (1.1%) y en los 2 últimos trimestres de ese año se con-trajo en 3.8%, con lo que oficialmente entró en recesión. Es muy difícil prever lo que ocurrirá en este 2009, pronosti-car el ritmo de una crisis que no tiene

precedentes en la historia del capitali-smo, con componentes que le confie-ren un comportamiento errático, casi impredecible.38

Lo más grave es que según muchos a-nalistas, esta crisis a diferencia de otras anteriores que tuvieron forma de V, porque rápidamente la economía rebo-tó después de una leve caída, esta vez está tomando forma de U, en el senti-do de que se perfila más profunda y prolongada, pasando de recesión glo-bal a gran depresión, igual o peor que la de 1929.39 El FMI advierte además, que "Las posibilidades de una recupe-ración en la primera mitad de 2010 se están desvaneciendo". Los más pesi-mistas prevén que la recesión puede ser larga y dañina, adoptando una cur-va más próxima a una L que a una U, con lo cual se estaría alejando el proce-so de recuperación. Tal es la dimensión de esta crisis que existen posibilidades que países periféricos que tendrán que realizar declaraciones de calamidad pública, dadas las graves implicaciones para los Estados, ya que pudieran caer en una situación de insolvencia e inca-pacidad para poder atender sus obliga-ciones y atribuciones esenciales.

En suma, asistimos a una crisis inédita dentro del sistema capitalista al nivel mundial, global, por su carácter sisté-mico, por su pluralidad (económica, energética, militar, institucional, tec-nológica, ambiental, ideológica) e in-terrelaciones entre sus diversos com-ponentes, condiciones que la hacen impredecible. Nadie duda de la grave-dad de esta crisis pero lo peor es que nadie se atreve a pronosticar cuánto durará ni dónde tocará fondo. Mucho menos cómo se resolverá y bajo qué forma emergerá de ella el sistema ca-pitalista.

3. Efectos de la crisis

financiera

La articulación comercial, productiva y financiera de la economía mundial globalizada opera como una gigantes-ca trampa de la que nadie puede librar-se. Ningún país ha escapado a sus de-vastadores efectos. Según el más re-

ciente pronóstico del FMI la economía mundial, por primera vez desde el final de la Segunda Guerra, el crecimiento del PIB mundial tendrá signo negativo. En el Informe presentado por el FMI a la Cumbre de ministros de Economía del G-20 en Londres, hizo un nuevo pronóstico en virtud del cual el PIB mundial caerá en 2009, por primera vez en sesenta años, entre 0.5% y un 1%, cuando a principios del año aventu-raba un crecimiento del 0.5%.

El hundimiento es general, la mayor parte de los países europeos están pa-sando de la recesión a la depresión y Japón sigue el mismo camino. Brasil y Rusia ya se han acoplado al desinfle global y la OIT ha presentado un esce-nario para 2009 que incluye cincuenta millones de desocupados adicionales. Contra todos los pronósticos, China y la India que se creía podrían desaco-plarse con respecto al comportamien-to de la economía norteamericana, si bien no han caído en la recesión gene-ralizada, la ralentización de sus econo-mías anticipa crecimientos por debajo del 7%, muy inferior al promedio de la última década, con consecuencias eco-nómicas y sociales equivalentes a una recesión.

El FMI prevé que el PIB de los EEUU retrocederá 2.6% este año y la reactiva-ción de su economía sólo se verá “en el tercer trimestre de 2010 y eso, siem-pre y cuando el plan de Barack Obama impulse "una mejora de las condiciones del mercado financiero en la segunda

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mitad de 2009". En el cuarto trimestre de 2008 el consumo de bienes durables había caído un 22% y el de bienes no durables 7% y las informaciones disponibles a principios del 2009 indican que la tendencia recesiva se profundiza. Los EEUU han entrado en un círculo vicioso recesivo donde el consumo, la producción y la inversión interactúan negativamente: por ende, paradójica-mente la recesión provoca más y más recesión.

Se ha producido un rápido empobrecimiento del grueso de la población, en algunos casos se trata de pérdidas de riquezas ilusorias como lo fue el aumento burbujeante de acciones y va-lores inmobiliarios que impulsaban el consumo de sus beneficia-rios y en otros de pérdidas reales de empleos, salarios y vivien-das. Como consecuencia hay un rápido aumento del ahorro personal, impulsado por el temor a la desocupación y a la pérdi-da de ingresos, con lo que se reducirá aún más el consumo y empujará hacia abajo a la producción industrial .

La crisis en los EEUU impactará severamente en la economía mundial y muy especialmente la de países periféricos. EEUU representa el 25% del PIB mundial y es el principal importador y comprador de mercancías y servicios a escala planetaria, ha-biendo llegado en el 2007 a realizar compras en el exterior que ascendieron a los 2.3 billones de dólares. Siendo el mercado norteamericano el destino final de la mayor parte de la pro-ducción latinoamericana los efectos no han demorado en hacer-se sentir. El Banco Mundial prevé que el crecimiento de la econo-mía Latinoamericana caerá bruscamente en 2009, hasta el 0.3%, después que en septiembre pasado había vaticinado un creci-miento del PIB de 2.7%. Joyce Chang, directora de investigación de mercados emergentes de JP Morgan, dijo que América Latina ya está en recesión, pues decreció 8.6% en el cuarto trimestre de 2008 y caerá otro 5.9% en el primer trimestre de 2009.

En Centroamérica la dependencia comercial con los EEUU es aún más acentuada y uniforme, de donde la caída del consumo norteamericano afecta a todos los países por igual y reduce las posibilidades compensatorias que pudiera tener el mercado re-gional. En todos ellos, a excepción de Costa Rica, el principal rubro de exportación proviene de la industria textil que a la vez es la mayor fuente de empleo industrial. El sector textil represen-ta para Nicaragua el 30% de la población ocupada en el sector manufacturero, el 20% en El Salvador y Guatemala, el 27% en Honduras y sólo el 8% en Costa Rica.

La recesión norteamericana y sus efectos a nivel mundial afecta a nuestros países a través de numerosas vías, como el descenso en las exportaciones, en las remesas familiares de emigrantes, menos turismo y caída de la inversión extranjera, cuando no se suma la repatriación de capitales especulativos, y menos présta-mos de la banca internacional a la local.

La depresión del comercio exterior, las remesas familiares y el aumento del desempleo han hecho caer la recaudación de im-puestos en Centroamérica, según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI). En los dos primeros meses del año, El Salvador, Costa Rica y Panamá, registraban caídas en la recau-dación tributaria, en comparación con el mismo periodo de

2008, de 18,1%, 15,2% y 8,9%, respectivamente. En Nicaragua, la recaudación se redujo sólo en enero 13,6% mientras que enGuatemala, la caída fue del 17,7% en los tres primeros meses del año.

Recientes informes del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), revelaron el aumento del número de pobres y personas con hambre en América Latina y el Caribe a consecuencia de la crisis económica internacional. Según el SELA, este año se sumarían seis millones de nuevos pobres a los 190 millones que ya existen en la región.

El SELA estima que en este 2009 las remesas familiares que en-vían los inmigrantes latinoamericanos a sus respectivos países se reducirán hasta en un 7% por la pérdida de empleos, la caída de los ingresos y la desaceleración de las migraciones, además de la persistencia de las deportaciones, previendo que "casi un millón de personas no podrán remitir dinero; que sólo 40% de quienes están desempleados continuarán enviando remesas y que 25% de los que tienen empleo remitirán 10% menos del mon-to que enviaban.40

4. Las graves consecuencias para

Guatemala

Un tanto opacada ante una opinión pública más preocupada por la violencia y la inseguridad ciudadana, comienza a hacer-se sentir con fuerza cada vez más creciente el desempleo, la reducción de las remesas, la contracción del consumo interno y del comercio internacional. De varias formas, donde se destaca la afectación de los ingresos fiscales, la crisis económica contribuye a recalentar el ambiente de inestabilidad institucional en que se encuentra sumido el país.

En un corto espacio de tiempo las expresiones optimistas de las autoridades monetarias han dado paso a muestras de preo-cupación. De las previsiones de inicio sobre un crecimiento del 3.5 - 4% del PIB en el 2009, han pasado a estimarlo entre 1-2% del PIB y aún se admite que podría situarse entre el 0 y el 1%. Motivos para el optimismo eran la estabilidad de los indicadores macroeconómicos, con un buen nivel de reserva internacionales, una deuda pública moderada y manejable y la estabilidad de un sistema financiero que se ha librado de contaminaciones con productos tóxicos de los mercados hipotecarios estadouniden-ses.

Sin embargo, la crisis económica va profundizándose y abarcan-do a cada vez mayor número de sectores. En realidad, no co-mienza recién ahora. Ya desde la segunda mitad del 2007 se comprueba una desaceleración ligada a la que ya mostraba el mercado norteamericano, agravada por el shock de los precios del petróleo. El Índice Mensual de la Actividad Económica

40 SELA, “Recesión global, migraciones y remesas: efectos sobre las economías de América Latina y el Caribe”, 2009

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(IMAE), esa especie de termómetro de la economía, si bien aún en terreno positivo, muestra una tendencia sostenida a la declinación, sin que se pueda prever cuándo se detendrá.

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GRÁFICA 1EVOLUCIÓN DEL IMAE / ENERO 2007-MARZO 2009

Fuente: Página web del BANGUAT

A fines del año pasado, el BANGUAT preveía que sólo 2 de los 11 sectores económicos que se integran al PIB sufrirían la recesión, sin embargo la Comisión de Economía del Congreso de la República, hace previsiones bastante más alarmantes, revisadas a la baja por la profundización de la crisis financiera y económica mundial y por el deterioro de varios indicadores en Guatemala y de sus socios comerciales. El BANGUAT prevé un crecimiento del PIB entre 1 y 2% pero indica que el sector construcción, las actividades comerciales al por mayor y menor, la explotación de minas y canteras y el suministro de e-nergía eléctrica tendrán un crecimiento negativo. La agricultura será afectada por menor producción de cultivos como café, banano y cardamomo, pero también habrá impacto en ganadería, caza, silvicultura y pesca. En otros sectores como el manufacturero, producción de energía, en transporte y almacenamiento y en el de comunicaciones se prevé una fuerte reducción del crecimiento.

Según las proyecciones anuales del BANGUAT, que todavía podrían pecar de optimistas (se adelanta que nuevas estimaciones ubicarían el crecimiento del PIB por debajo del 1%), al fin de este 2009 se registrarán saldos negativos en exportaciones, importaciones y flujo de remesas. Las exportaciones, que habían tenido un crecimiento del 12.6% entre 2007 y 2008, se reducirán con relación a éste último en -7.5%. Por su parte las importaciones tendrán una caída de -12% con relación al 2008 y de -5.7% con el 2007 y las remesas familiares terminarían el año con un decrecimiento de -9%, revirtiendo ampliamente el crecimiento del 7.1% observado entre 2007 y 2008

Al mes de marzo, el BANGUAT reporta un descenso de 1.2% en las exportaciones como consecuencia de, por un lado, la caída de 6.8% de las ventas al mercado centroamericano y del 12.6% al resto del mundo (en conjunto, más de las tres cuar-tas partes del total) que es compensada por un incremento del 28.2% en la exportación de productos principales como café, banano, azúcar, cardamomo y petróleo.

GRÁFICA 2PROYECCIONES OFICIALES DEL COMERCIO E INGRESO DE REMESAS PARA EL 2009

7,8007,6007,4007,2007,0006,8006,6006,400

7,764

7,182

6,897

2007 2008 2009

Exportaciones(Millones de Doláres)

15,00014,50014,00013,50013,00012,50012,00011,500

14,545

12,799

13,575

2007 2008 2009

Importaciones(Millones de Doláres)

4,4004,3004,2004,1004,0003,9003,8003,700

4,314

3,925

4,128

2007 2008 2009

Remesas(Millones de Doláres)

Fuente: BANGUAT

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También a marzo 2009, se reporta una caída de Q860.7 millones (24.7%) de las importaciones con relación al mismo mes del 2008, pero que en volúmenes significó sólo una reducción del 12.4% a causa del descenso en 13.9% del precio medio de los pro-ductos importados.

Todos los rubros de importación aparecen afectados, siendo los descensos más significativos el de materias primas y produc-tos intermedios para la industria (US$353.8 millones, -29.6%), combustibles y lubricantes (US$197.8 millones, -30.8%) y los bie-nes de capital (US$135.2 millones, -23.4%), donde se destaca el de los destinados a la industria, telecomunicaciones y cons-trucción que es de -19.4% (US$90 millones). Materias primas e intermedios para la agricultura tiene una caída del 43% (US$43.8 millones) que es poco significativa por el escaso volumen del rubro.

En cuanto a la importación de bienes de consumo, que represen-tan una cuarta parte del total, llama la atención la mínima afecta-ción del rubro más fuerte que son los bienes no duraderos (1.5%, US$6.9 millones). Por su parte, los duraderos tienen una caída del 33.1% (US$61.9 millones). Es de hacer notar que como sub-producto de la crisis financiera, en Guatemala se observa una progresiva apreciación del dólar que tiene efectos variados: hace más competitivas las exportaciones y mejora el valor de las remesas al tiempo que hace más costosa la importación. Este comportamiento es bastante excepcional ya que ocurre en sólo 5 países latinoamericanos y podría deberse a la búsqueda de refugios seguros para los capitales u otro tipo de maniobras especulativas.

Respecto al impacto que tendrá la crisis en las remesas y el em-pleo, Manuel Orozco del SELA estima que 56,925 hogares guate-maltecos ya han sido afectados por la caída de las remesas, o sea un 5% de los hogares que las reciben. En abril se registró una caída del 11.6% en el ingreso de remesas a Guatemala, com-parada con el mismo mes en 2008; durante los primeros 4 meses del año se han recibido US$1,256 millones, equivalente a US$102.6 millones menos (-7.6 por ciento) que en igual período de 2008 cuando ingresaron US$1,358.6 millones.41

A falta de estadísticas oficiales que informen sobre desempleo, hay que recurrir a informaciones indirectas. De acuerdo con la última encuesta presentada por ASIES en abril,42 entre enero 2008 y enero 2009 se han perdido 55,000 empleos formales. Coincidentemente, entre diciembre 2007 y diciembre 2008 el

número de inscritos en el IGSS bajó un 0.63% hasta 1,066,694 afiliados, cayendo la cobertura a menos del 25% de la PEA. Según la Cámara de Industria la pérdida de empleo provocada por la crisis se elevaría a más de 150,000 puestos de trabajo.

El sector de vestuario y textiles espera mantener las exportacio-nes de los EEUU aunque su meta es no reducir su cuota de par-ticipación en ese mercado, donde el consumo de sus productos ha caído. Durante el primer mes del 2009 la contracción del sec-tor fue de 30% en las exportaciones, lo cual impacta directamente en la mano de obra, que se habría reducido en 18 mil puestos, en un sector que emplea a 60 mil personas.43

Según la encuesta de expectativas de empleo realizada por Manpower en marzo del 2009, las intenciones de contratación han continuado su descenso y la mayoría de los empleadores dicen que van a tomar una posición de espera y ver cómo evolu-ciona la crisis antes de contratar o reducir más a su equipo. Sin embargo, un 13% de 620 empresarios encuestados planea reducir su plantilla laboral en el segundo trimestre 2009. Los sectores donde se pronostica más despidos son los de agricultura, pesca, minería y canteras, seguidos por la industria de la construcción y los sectores manufacturero y de servicios.44 Todo parece in-dicar que el empresariado se encuentra a la expectativa y que el desempleo si bien no es desmesurado ya se comienza a sentir.

Esta situación de contracción en las importaciones, exportacio-nes e ingreso ha impactado fuertemente en las finanzas públicas del país llegando a provocar una crisis fiscal. El impacto sobre la recaudación tributaria es de considerable magnitud, teniendo en el primer trimestre del año, en valores corrientes, un descenso de 9.92% con relación al mismo período del año pasado, siendo apenas superior a la registrada en 2007. Lo que en relación con el PIB significa una caída de casi 0.6 puntos porcentuales.

El IVA sobre importaciones es el que presenta la mayor caída, con una reducción en valores corrientes con relación al primer trimestre 2008 de Q521.8 millones, o sea una caída de 20.6%. Le sigue el ISR sobre empresas con Q173.3 millones menos, una caída del 9%. A ellos se agrega la reducción de Q115.4 en la recau-dación de aranceles sobre importaciones, o un 18.7% menos, y la caída de Q27.0 millones en impuestos específicos al consumo, 4.2% menor.41 El Periódico, economía, 14 de mayo 200942 ASIES, Encuesta Empresarial No.4043 Prensa Libre 28 de febrero 200944 El Periódico, 11 de marzo 2009

GRÁFICA 3RECAUDACIÓN TRIBUTARIA Y ARANCELES EN EL 1ER. TRIMESTRE 2006 - 2009

ISR+Extraordinarios

3.503.002.502.001.501.000.500.00

2.41

Ingresos Tributarios

2006

2007

2008

2009

2.63 2.48

3.07

0.770.81

0.74

0.95

IVA Aranceles

1.03 1.22 1.131.42

0.23 0.21 0.160.22

Fuente: Elaboración propia con datos del MINFIN

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Page 14: Crisis sitémica que profundizará la pobreza

Según el Superintendente de Administración Tributaria, Ru-dy Villegas,45 ante el avance de la crisis, la revisión del creci-miento económico, nuevos cálculos de importación y varia-ciones del tipo de cambio, ha obligado a determinar nuevas metas de recaudación tributaria, que ahora han sido fijadas en los Q32,868.9 millones, es decir un 14.5% inferiores a las del presupuesto aprobado (Q38,448.5 millones). El presu-puesto aprobado en noviembre estimaba un crecimiento del PIB de 3.5% y ahora se prevé en 1%; también se estimaba que las importaciones gravables tendrían crecimiento del 7.1%, previéndose ahora decrecimiento de -18%.

El MINFIN considera que, de mantenerse las tendencias ac-tuales, la recaudación al final del año podría verse reducida en alrededor de los Q7,000 a Q7,500 millones y que la carga tributaria caiga entre un 2% o un 2.5% respecto al PIB.46 La secuencia de hechos hace presumir que las cifras podrán empeorar antes que mejorar. Un factor sobreagregado que empuja a la baja el crecimiento económico es, de entrada, la reducción del gasto público que se estima será al mes de agosto en por lo menos Q4,300 millones. Partiendo de esta condición aún se estima un déficit presupuestario situado alrededor del 2% pero hay quienes lo estiman cerca o por encima del 3%. Al menor gasto público se debe adicionar los efectos de las altas tasas de interés y garantías imperan-tes sobre la inversión y el consumo, las nulas expectativas sobre el arribo de inversión extranjera directa y la caída de ingresos por turismo.

Según calificadoras de riesgo país como Fitch Ratings, Gua-temala se mantiene estable gracias a sus bajos niveles de deuda pública y la estabilidad macroeconómica pero se re-salta como debilidades el bajo ingreso por impuestos, el al-to nivel de pobreza y desigualdad, además de los malos in-dicadores sociales y de gobernabilidad. En estas debilidades es que radican los mayores riesgos al momento de entrar en un círculo vicioso recesivo de nuevo cuño.

De esa cuenta la CEPAL ha manifestado que “como conse-cuencia de la crisis económica global, los países de América Latina y el Caribe enfrentan un escenario caracterizado por una marcada reducción de la demanda externa de los bienes y servicios que la región exporta y, en muchos casos, un deterioro de los términos del intercambio (constituyen la excepción algunos países del Istmo Centroamericano y del Caribe), crecientes dificultades para acceder al financiamien-to internacional y fuertes presiones sobre los mercados de cambios por salidas de capitales. Todo esto ocurre en un contexto de elevada incertidumbre, tanto externa como interna, y de una enorme pérdida de riqueza financiera y no financiera, en especial en los países desarrollados pero también en economías emergentes. Este cuadro sumamente negativo, a su vez, afecta las expectativas, induciendo un deterioro de los mercados de trabajo y una caída de la inver-sión y del consumo.”47

En un análisis presentado a comienzos del año por la CEPAL, el conjunto de medidas implementadas o anunciadas por los gobiernos de la región se agrupan en 5 categorías de política: Monetaria y Financiera, Fiscal, Cambiaria y Comercio Exterior, Sectoriales y Laborales y Sociales. De manera gene-

ral: “se destaca una marcada diferencia entre los alcances de las políticas anunciadas en algunos países sudamericanos en comparación con algunas economías centroamericanas y caribeñas, a la que no es ajena la disparidad de capacidades para implementar políticas contracíclicas ni las diferencias en los entramados institucionales que deben impulsar e im-plementar las políticas.”

En América Latina, debido a los bajos grados de monetiza-ción y mercados financieros poco profundos, los alcances de la política monetaria y financiera es muy limitada por lo que tienen mayor potencia las políticas fiscales. Sin embargo y en principio es necesario garantizar liquidez y permitir que la tasa de interés sea lo más baja posible como forma de estimular, aunque no los asegure, la inversión y el consu-mo.

En materia de política fiscal, ante la disyuntiva de incremen-tar el gasto público o la reducción de impuestos (o el otorga-miento de subsidios no focalizados) la CEPAL se pronuncia por el mayor impacto de un incremento del gasto con énfasis en las inversiones en infraestructura y el uso eficiente de los recursos públicos. Sin embargo, anota que la implementa-ción de una estrategia de impulso a la demanda mediante el incremento del gasto público, además de lo que significa en términos fiscales, puede implicar un ensanchamiento de la brecha externa, que exceda la capacidad de financiarla.

Repasando el vasto arsenal de medidas puestas en juego en la América Latina para enfrentar la crisis, surgen algunas observaciones:

a. Elevada frecuencia de medidas de disminución y/o flexibi-lización del encaje bancario y diversas formas de dotar mayor liquidez a la plaza financiera, como nuevas líneas de crédito de los Bancos Centrales dirigidas al apoyo de entidades crediticias nacionales y privadas que financian ciertas actividades productivas; la obtención de préstamos internacionales para apoyo a actividades crediticias o pre-cautorios de posibles desequilibrios fiscales; reducción de las tasas de interés bancario; recompra de bonos de deuda pública, etc.

b. En materia fiscal, programas de ampliación del gasto pú-blico en infraestructura y vivienda; reducción del superávit fiscal o ampliación del déficit; beneficios o facilidades fis-cales a sectores productivos más afectados, áreas se-leccionadas de la producción u otros sectores sensibles; estímulos fiscales para la repatriación de capitales; agiliza-ción y anticipación de devoluciones tributarias; reducción de tasas impositivas personales y elevación de los umbra-les gravables a sectores de menores ingresos; subsidios a la oferta de bienes de consumo y aumento en programas habitacionales; entre una gran variedad de medidas a ve-ces apoyadas con la gestión de préstamos internacionales.

45 Prensa Libre, 13 de mayo 200946 MINFIN, con información del comunicado No.21, del 11 de mayo 200947 CEPAL, “La reacción de los gobiernos de América Latina y el Caribe frente a la crisis internacional: una presentación sintética de las medidas de política anunciadas hasta el 20 de febrero de 2009”, Santiago de Chile.

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c. En cuanto a políticas cambiarias y de comercio exterior se reconocen diferentes formas de provisión de liquidez en moneda extranjera y financiamiento de exportaciones, inclu-yendo facilidades tributarias, a veces apoyada con la gestión de préstamos internacionales; ampliación de los márgenes de fluctuación de la moneda nacional; en algunos casos, me-didas arancelarias, tanto restrictivas de la importación de ciertos productos como de estímulo de otros.

d. Entre las políticas sectoriales se destacan los esfuerzos enfo-cados al financiamiento de la construcción de viviendas de clase media, desarrollo de la Pymes y el desarrollo agropecua-rio.

e. En el campo laboral y social se ubican ciertas medidas de exoneración o reducción de cargas fiscales a empresas que regularicen su plantilla laboral; ampliación del seguro de de-sempleo; reciclaje de trabajadores que han perdido su empleo; inversión en programas de empleo temporal y preservación del empleo; subsidios a la alimentación y transporte; reforza-miento de programas existentes de combate a la pobreza a través de transferencias monetarias condicionadas, etc.

5. Perspectivas Sombrías

Ante toda la batería de políticas contracíclicas implementadas en el continente, muchas de ellas posibles aún dentro de las limitaciones económicas de los Estados centroamericanos, las opciones con que dispone Guatemala son muy reducidas. Es obvio que no cuenta con la capacidad financiera ni institucional necesaria para poner en práctica políticas amplias y efectivas de estímulo al crédito para los sectores de la producción más afectados, inyecciones de liquidez que sostengan la actividad económica en el mercado interno, planes de construcción de infraestructura o vivienda que generen empleos, ni una estructu-ra de seguridad social y de protección laboral que permita sos-tener el consumo de las capas mayoritarias de población en condiciones de vulnerabilidad.

Por el contrario, en un país con los mayores índices de desigual-dad en los ingresos y de acceso a servicios esenciales, esta crisis debe enfrentarse contando con la abierta oposición de la élite económica que concentran la riqueza en detrimento de proveer de más recursos al Estado. Siendo Guatemala el país con la me-nor carga tributaria de la región, el intento de introducir tímidas reformas al Impuesto sobre la Renta que producirían progresiva-mente alguna mejora en la recaudación tributaria tropezó desde sus orígenes con la oposición del conservador sector empresa-rial, con obstáculos casi insalvables en medio de un ambiente de convulsión política que se constituye en una seria amenaza para la gobernabilidad.

En ese marco de imposibilidad para aprobar la Propuesta de Modernización Fiscal en su integralidad, la crisis financiera fiscal resultante de la caída en la recaudación de los principales rubros tributarios obligará a un recorte de gasto público que podría alcanzar a 2 puntos del PIB si se sostiene el propósito de no am-pliar exageradamente el déficit. En principio, han sido estableci-

dos techos de ejecución presupuestaria por cuatrimestres y los saldos institucionales no ejecutados pasarán a integrar un fondo de reserva que ya se ha constituido luego de la inmovilización de recursos por Q447.2 millones decretada en abril. Como parte del ahorro se espera reducir los gastos de funcionamiento de la administración en alrededor de Q1,400 millones con la intro-ducción de topes en una serie de renglones de gasto superfluo y la eliminación de plazas vacantes de personal administrativo.48

Existe incertidumbre sobre cuál será la aplicación de ese fondo pero sería de esperar que sea destinado al refuerzo de los pro-gramas de asistencia social instalados por el gobierno actual. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estos programas diseñados como un esfuerzo para reducir la pobreza extrema cuando aún no se contaba con el desencadenamiento de una profunda crisis económica mundial sólo tienen un alcance limi-tado a no más de una tercera parte del país, focalizado en los municipios con mayores índices de pobreza. Es decir que en realidad no pueden ser considerados parte de un paquete de medidas para contrarrestar la crisis ya que sólo pueden actuar como un mero remedio para la pobreza preexistente. La realidad indica que no se piensa en promover el consumo de las capas medias con relativa capacidad de gasto ni apoyar las actividades industriales orientadas tanto a la exportación como al mercado interno. Y se descarta que el Estado tenga la capacidad institu-cional, no sólo financiera, para impulsar un fuerte plan de cons-trucción de vivienda e infraestructura pública.

48 Ver Acuerdo Gubernativo número 132-2009 de fecha 8 de mayo de 2009, en el cual se emiten las Normas de Austeridad y Contención del Gasto Público para el Ejercicio Fiscal 2009.

GRÁFICA 4 CENTROAMÉRICA: ENDEUDAMIENTO PÚBLICO

SALDO DE LA DEUDA PÚBLICA EN % DEL PIB2006

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Deuda interna

Deuda externa

CR ES GT HN NI PA RD

80

70

60

50

40

30

20

10

0

Fuente: Tomado de ICEFI: Centroamérica: crisis y fiscalidad, marzo 2009.

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Año 1 • Número 6 • Guatemala, C.A. • julio de 2009

Jorge Santos

Néstor Pérez

Dadas las escasas probabilidades de que este gobierno logre sacar adelante su proyecto de modernización tributa-ria que sólo le proporcionaría un cierto alivio a las finanzas públicas en los pró-ximos años de su período, parece que sólo le queda el recurso de recurrir al endeudamiento y al aumento del défi-cit. En principio, ha logrado un prést-amo stand-by del FMI de 935 millones de dólares para un período de 18 meses con finalidad precautoria de la posición crediticia del país aumentando su dis-ponibilidad de divisas.

Sin embargo, le esperan duras batallas políticas para lograr la aprobación por el Congreso de la República de amplia-ciones presupuestarias provenientes de donaciones, nuevas emisiones de

Bonos del Tesoro y el préstamo para la construcción de la Transversal del Norte, que es su máxima apuesta de inversión en obra pública y creación de empleo.

En conclusión, el futuro se presenta sombrío y debe importarnos. Nos en-contramos entonces ante una crisis e-conómica mundial de duración e inten-sidad imprevisibles, reflejo de fallos estructurales del sistema capitalista que no se sabe cómo habrán de resol-verse, y cuyos efectos recién comien-zan a sentirse en Guatemala. Para en-frentarla apenas disponemos de un Estado débil, con escasos recursos fi-nancieros y sin capacidades institucio-nales suficientes, sujeto a la estrecha visión de una oligarquía criolla que

opta por esconder la cabeza como el avestruz ante las consecuencias socia-les apostando a que “de manera má-gica y sin afectar sus privilegios” en poco tiempo más mejorarán las condi-ciones para sus negocios.

De todas formas si esta crisis se pro-longa es probable que no sólo se am-plíen las brechas sociales que obstacu-lizan el desarrollo y son fuente de ines-tabilidad, sino que el propio aparato productivo orientado al exterior que-de afectado en el mediano y largo pla-zo. En varios sentidos el miope conser-vadurismo de las élites criollas puede estar cercenando el desarrollo futuro de sus fuentes de riqueza, resultando un mayor número de perdedores que de ganadores.

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Coordinadores CIIDH: Jorge Santos - Evelyn Blanco