Crítica a la mediación social

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Nora Gámez Torres ÿEl paradigma de la mediación: crítica y perspectivasŸ 195 El paradigma de la mediación: crítica y perspectivas 1 The Mediation Paradigm: Critique and Perspectives Nora Gámez Torres (*) Universidad de La Habana - Cuba Resumen En las últimas tres décadas el estudio de la mediación se ha convertido en una de las principales rutas de análisis en el campo de la comunicación iberoamerica- no. El uso reiterado -casi obligatorio- del concepto en investigaciones y ensayos podría hacer pensar que nos encontramos frente a una teoría o modelo formaliza- do. La realidad es que el examen de la mediación en los procesos comunicativos se ha caracterizado por la diversidad de enfoques epistemológicos, conceptuales y metodológicos. Con motivo del treinta aniversario de La Mediación Social (1978), sin duda referente esencial para el desarrollo de la investigación en co- municación en Latinoamérica, este artí- Abstract In the last three decades, the study on mediation has become one of the main routes of analysis in the Latin-American field of communication. The repeated use -almost obligatory- of the concept in researches and essays might make us think that we are facing a formalized theory or model. The reality is that the examination of mediation in the commu- nicative processes has been characterized by the diversity of epistemological, con- ceptual and methodological approaches. On the occasion of the thirtieth anniver- sary of La Mediación Social (1978), undoubtedly an essential landmark for the development of the communication research in Latin America, this article 1 Este artículo ha sido elaborado a partir del texto Los usos del concepto de mediación en el campo de la comunicación: crítica y perspectivas. La Habana: Universidad de La Habana, 2005 (inédito). Tesis de maestría. Mediaciones Sociales, NÀ 1, II semestre de 2007, pp. 195-213. ISSN electrónico: 1989-0494.

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Analiza la importancia de la teoría de la mediación social de martín serrano. Elabora una crítica a este trabajo.

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    El paradigma de la mediacin: crtica y perspectivas1 The Mediation Paradigm: Critique and Perspectives

    Nora Gmez Torres(*) Universidad de La Habana - Cuba

    Resumen En las ltimas tres dcadas el estudio de la mediacin se ha convertido en una de las principales rutas de anlisis en el campo de la comunicacin iberoamerica-no. El uso reiterado -casi obligatorio- del concepto en investigaciones y ensayos podra hacer pensar que nos encontramos frente a una teora o modelo formaliza-do. La realidad es que el examen de la mediacin en los procesos comunicativos se ha caracterizado por la diversidad de enfoques epistemolgicos, conceptuales y metodolgicos. Con motivo del treinta aniversario de La Mediacin Social (1978), sin duda referente esencial para el desarrollo de la investigacin en co-municacin en Latinoamrica, este art-

    Abstract In the last three decades, the study on mediation has become one of the main routes of analysis in the Latin-American field of communication. The repeated use -almost obligatory- of the concept in researches and essays might make us think that we are facing a formalized theory or model. The reality is that the examination of mediation in the commu-nicative processes has been characterized by the diversity of epistemological, con-ceptual and methodological approaches. On the occasion of the thirtieth anniver-sary of La Mediacin Social (1978), undoubtedly an essential landmark for the development of the communication research in Latin America, this article

    1 Este artculo ha sido elaborado a partir del texto Los usos del concepto de mediacin en el

    campo de la comunicacin: crtica y perspectivas. La Habana: Universidad de La Habana, 2005 (indito). Tesis de maestra.

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    culo examina crticamente las propuestas fundacionales de Manuel Martn Serra-no y Jess Martn-Barbero con el objeti-vo de promover el debate sobre los usos del concepto de mediacin en el campo de la comunicacin. Palabras clave: mediacin, Latinoa-mrica, teora de la comunicacin, medios de comunicacin, accin social.

    examines critically the proposals of Manuel Martn Serrano and Jesus Martn-Barbero with the aim of pro-moting the debate on the uses of the concept of mediation in the field of com-munication. Keywords: mediation, Latin America, theory of communication, mass media, social action.

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    1. INTRODUCCIN

    En las ltimas tres dcadas el estudio de la mediacin se ha con-vertido en una de las principales rutas de anlisis en el campo de la comu-nicacin iberoamericano. El uso reiterado -casi obligatorio- del concepto en investigaciones y ensayos podra hacer pensar que nos encontramos frente a una teora o modelo formalizado. La realidad es que el examen de la mediacin en los procesos comunicativos se ha caracterizado por la di-versidad de enfoques epistemolgicos, conceptuales y metodolgicos que se expresan, por ejemplo, en la imposibilidad de conciliar un trmino para referirse a estos estudios. De ah que, indistintamente, a veces se hable de paradigma, concepto, teora o, de un modo ms ambiguo, de enfoque o perspectiva de las mediaciones.

    Tal estado de cosas ha llevado a la investigadora mexicana Rossa-na Reguillo (citada por Guinsberg, 2001: 79) a sospechar del uso del trmino en los discursos acadmicos sobre comunicacin y explica: Pocos estudios se toman el trabajo de explicitar desde dnde y cmo se utiliza; como si la nocin por s misma fuera portadora de su propia explicacin o como si hubiera una especie de acuerdo tcito que volviera innecesario cualquier tipo de discusin.

    Justamente, el treinta aniversario de La Mediacin Social (Martn Serrano, 1978), sin dudas referente esencial para el desarrollo de la inves-tigacin en comunicacin en Latinoamrica, nos convoca a (re)pensar los modos en que este concepto complejo puede seguir iluminando nuestro an nocturno mapa de la comunicacin2. Se trata de un modesto ejercicio de vigilancia epistemolgica que tiene como objetivo, a partir del anlisis de las propuestas fundacionales de Martn Serrano y Martn-Barbero, pro-mover el debate sobre el contenido y los lmites del concepto para evitar su clausura prematura (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1976: 21).

    2 La metfora del mapa nocturno proviene de la obra de Martn-Barbero. En particular, ver

    Martn-Barbero (1987).

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    2. MEDIACIN Y CONTROL SOCIAL: EL PARADIGMA DESARROLLADO POR MANUEL MARTN SERRANO

    Para el profesor espaol Martn Serrano, los procesos de media-cin social constituyen el marco apropiado para el estudio de la produccin social de comunicacin. Este parte del examen de las interrelaciones entre los sistemas sociales y las distintas modalidades de comunicacin pblica, a partir del supuesto de que existen interdependencias entre la transforma-cin de la comunicacin pblica y el cambio de la sociedad, y viceversa. La metodologa dialctica es la apropiada para un estudio de tal naturaleza as como el paradigma de la mediacin es el adecuado para estudiar todas aquellas prcticas, sean o no comunicativas, en las que la conciencia, las conductas y los bienes entran en procesos de interdependencia (Martn Serrano, 2004: 22).

    La doble racionalidad de la accin social3 requiere por parte de los agentes sociales la creacin de programas mediadores. La comunicacin pblica es, justamente, una de las fuentes de esos relatos mediadores o narraciones que ponen en relacin los sucesos que ocurren con los fines y con las creencias en cuya preservacin estn interesados determinados grupos sociales (Martn Serrano, 2004: 40).

    La mediacin produce modelos de ajuste que operan con los recur-sos, las prcticas y los fines para reducir la disonancia que genera el con-flicto entre innovaciones y normas culturales; es decir, produce modelos de ajuste al cambio social. En una sociedad que se define en crisis, el control social se ejerce como una tcnica de ajuste, cuya funcin es producir insti-tuciones mediadoras (por ejemplo, los asistentes sociales), modelos media-dores (por ejemplo, la mstica del desarrollo) y objetos mediadores (por ejemplo los tranquilizantes) que acten como girscopos, restableciendo un equilibrio en el estado de permanente disfuncin a que est sometida la sociedad, como consecuencia de los desajustes entre las normas, las tecno-logas y las personalidades (Martn Serrano, 1978: 42). 3 Para el profesor Martn Serrano la prctica social est atravesada por una doble lgica: por un

    lado los agentes sociales pueden tomar en cuenta la necesidad de la comunidad a largo plazo (necesidad histrica) o pueden optar por asegurar sus objetivos privados o institucionales (uso funcional). Las prcticas sociales concretas que aparecen en cada formacin social hay que explicarlas como el resultado de esa doble lgica, cuya racionalidad a veces es complementa-ria, a veces disociada, a veces contradictoria (Martn Serrano, 2004: 76).

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    Cuando la sociedad no puede resolver el conflicto eliminando uno de los factores en contradiccin, ya que ambos resultan esenciales al siste-ma, se impone que las instituciones mediadoras, entre ellas los medios de comunicacin, propongan un modelo lgico para interpretar e integrar la contradiccin, es decir, que pongan en orden a nivel formal el desorden existente a nivel real, de manera que la propia contradiccin sirva a la reproduccin social y la totalidad del orden social no sea cuestionada4.

    Todas las instituciones normativas pueden ser consideradas me-diadoras de los procesos sociales, por lo que el anlisis de la mediacin social sera extensivo a instituciones como:

    - La clase social, como un instrumento de mediacin entre la estructura de produccin y las relaciones de produccin. - La poltica, como instrumento de mediacin entre los recursos y las as-piraciones. - La educacin, desde un cierto punto de vista, como instrumento de me-diacin entre los recursos y los comportamientos. - La psicoterapia psicoanaltica, como instrumento de mediacin entre los instintos y la socializacin (Martn Serrano, 1978:50).

    Lo que es comn a todos estos mediadores es un modelo de orden.

    Desde el punto de vista cognitivo, la mediacin equivaldra al sistema de reglas y de operaciones aplicadas a cualquier conjunto de hechos, o de cosas pertenecientes a planos heterogneos de la realidad, para introducir un orden5 (Martn Serrano, 1978: 49). El modelo mediador, por tanto, es una forma de control a nivel cognitivo, que manifiesta una corresponden-cia con la estructura social del sistema que intenta legitimar, por lo que no es neutral, caracterstica que lo acerca a la ideologa. Sin, embargo el autor plantea que, si bien la ideologa es un producto mediador, no es el nico y que la teora de la mediacin se refiere a la produccin social de todo ele-mento mediador, sea objeto, relato o rito: o entidades en las que coinciden todos esos rasgos, como los productos comunicativos (Martn Serrano, 2004: 81).

    4 Esta labor de ajuste se realiza acudiendo a modelos de mediadores, entre los cules el modelo

    articular es el de mayor alcance e implica la puesta en prctica de otros dos modelos: el mosai-co y el abstracto o latente (Martn Serrano, 1978).

    5 El autor enfatiza que los modelos mediadores no toman por objeto la realidad sino que utilizan la realidad para explicar y perpetuar el orden y por ello intentan adecuar lo que acontece al in-terior de las constantes culturales, representaciones colectivas o visiones de mundo comparti-das.

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    Bsicamente, el autor considera dos tipos de mediaciones principa-

    les que realizan los medios de comunicacin. La mediacin cognoscitiva est orientada a integrar el cambio del entorno en la concepcin del mun-do de las audiencias, es decir, intenta lidiar con el conflicto entre el cambio del acontecer y la reproduccin de las normas sociales, proponiendo mar-cos de referencia a partir de los cuales interpretar lo que sucede6. La me-diacin estructural tiene como objetivo encerrar el acontecer en una forma comunicativa y constituye un diario reajuste de la estructura ex-presiva del medio, para hacer frente a la erosin que el cambio social pro-duce en los modelos mediadores (Martn Serrano, 2004: 161-162). El fin ltimo de ambas mediaciones es ofrecer seguridad al sugerir que los cam-bios no afectarn la continuidad social.

    En la investigacin desarrollada para La produccin social (1986), la mediacin comunicativa es examinada a partir de las marcas que deja en los productos comunicativos, utilizando para ello el anlisis formal y de contenido. El autor no est dispuesto a realizar otras elecciones metodol-gicas que consideren pertinente tambin el estudio de prcticas y de repre-sentaciones, pues considera que la produccin social de comunicacin es una prctica que puede y debe ser estudiada recurriendo a mtodos de investigacin objetivados. Esa posibilidad existe porque la comunicacin pblica genera unos productos analizables, los productos comunicati-vos (Martn Serrano: 2004: 231). Y aunque declara ocasionalmente que existen procesos mediadores en el paso del relato de los medios a la recep-cin individual, lo que imposibilita prever los efectos de la comunicacin, el acento se pone en el estudio del control social que ejercen las institu-ciones actuando sobre la interpretacin que hacen las personas de la reali-dad (Martn Serrano, 2004: 55). 3. ALGUNAS INTERPELACIONES AL PARADIGMA DE LA MEDIACIN

    En el contexto en que aparecieron La Mediacin Social y La pro-duccin social de comunicacin, la propuesta de Martn Serrano resultaba -y

    6 La teora de Martn Serrano converge con aproximaciones contemporneas de la hiptesis de la

    agenda-setting al plantear que los medios nos dicen no slo sobre qu pensar -referencias- sino sobre todo cmo pensar -cmo interpretar esas referencias y como integrarlas a un modelo de mundo preestablecido-.

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    ello no ha dejado de tener vigencia- una alternativa a los enfoques instru-mentales y/o deterministas que, o bien reducan el estudio de la comunica-cin a recetas prcticas, o bien pretendan explicar la comunicacin desde una sola de sus aristas:

    Desde el propio materialismo histrico Martn Serrano advierte que cen-trar el estudio en las ideologas es quedarse en el producto sin abordar la produccin; situar los procesos de comunicacin en el nivel de una repro-duccin cuya dinmica y cuya lgica estaran en otra parte, sera ignorar lo que la historia social nos ha mostrado ya suficientemente: que en los medios de comunicacin se puede dar cabida durante largo tiempo a in-novaciones de cultura, del arte y las costumbres, que la norma social tar-dar mucho tiempo en integrar; y viceversa, cambios en la concepcin del mundo que han penetrado la conciencia social tardarn largo tiempo en aparecer asumidos por el discurso de los medios (Martn-Barbero, 1988: 9).

    Aunque no exclusivamente, la propuesta de Martn Serrano, ha re-

    sultado particularmente til para el desarrollo de investigaciones de carc-ter histrico, al ofrecer un mtodo adecuado para el estudio de las interre-laciones entre los sistemas de comunicacin y el sistema social en un pe-rodo y un contexto determinados.

    Volviendo a hacerse las preguntas fundamentales sobre la comuni-cacin, Martn Serrano sita su estudio en los marcos de una problemtica esencial de las Ciencias Sociales: reproduccin vs. cambio social. En ese sentido, el autor asume una postura dialctica al reconocer que los siste-mas sociales pueden reproducirse a pesar o integrando las contradicciones, a travs de procesos como la mediacin. Sin embargo, si bien el paradigma de la mediacin que propone resulta adecuado para comprender los inten-tos de contencin del cambio social recurriendo a la comunicacin pblica, dice poco sobre la posibilidad del cambio mismo. El nfasis en el ajuste, en el rol de los aspectos normativos y cohesionadores de la cultura7 para la reproduccin, dejan poco espacio al conflicto y la negociacin, y evacua el

    7 Quiz la influencia de Durkheim y Lvi-Strauss en su obra puede explicar su empleo de una

    visin estructuralista de cultura centrada en los valores compartidos, la que se hace evidente en el frecuente empleo de conceptos como representaciones colectivas o consolidadas: He defi-nido las representaciones consolidadas como las visiones del mundo en las que se legitima los valores, las peculiaridades histricas, polticas, culturales y materiales de cada comunidad (Martn Serrano, 2004: 176).

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    modo en que las formas simblicas tambin pueden ser usadas para la sub-versin y la resistencia a ese orden social.

    Si unas formas simblicas sirven o no para ejercer un control hay que averiguarlo en el contexto de su apropiacin, lo que a todas luces no es posible hacer si se limita el estudio de la mediacin al anlisis de los pro-ductos comunicativos. De lo contrario, se incurre en la llamada por John B. Thompson falacia del internalismo:

    no se puede suponer que las caractersticas que discierne el analista en un producto cultural particular tendrn un efecto dado cuando los in-dividuos reciban y hagan suyo ese producto en el curso de sus vidas coti-dianas. La recepcin y apropiacin de los productos culturales es un pro-ceso social complejo que implica una actividad permanente de interpreta-cin, as como la asimilacin de un contenido significativo a las caracte-rsticas de fondo estructuradas socialmente de individuos y grupos parti-culares. Intentar interpretar las consecuencias de los productos culturales a partir de los productos mismos es pasar por alto estas actividades per-manentes de interpretacin y asimilacin; es especular acerca del impacto que tienen estos productos en las actitudes y conductas de los individuos sin examinarlos de manera sistemtica (Thompson, 1997: 115).

    Por otro lado, al definir que todas las acciones que inciden en la

    enculturizacin de las personas son modalidades de control social por el recurso a la informacin, desde las manifestaciones culturales, la educacin institucional hasta la produccin de noticias, se pierde de vista que en los contextos de estas actividades operan tanto caracteres constrientes como habilitantes para la accin de los sujetos (Giddens, 1995). Pero siguiendo su propio anlisis, el recurso a la mediacin -es decir, la posibilidad de lidiar con el cambio y la contradiccin promoviendo ajustes cognitivos y culturales- es provisional en cuanto plantea que, a la larga, la contradic-cin debe ser superada de algn modo, conservador o revolucionario, lo cual implcitamente supone una necesidad social de equilibrio, que en este caso asume la forma de racionalidad histrica. Una visin compleja de la sociedad no puede soslayar la existencia de las contradicciones en la base misma de la estructuracin social8. De hecho, a pesar de la ruptura decla-

    8 Giddens ha ilustrado agudamente como la contradiccin forma parte de la constitucin de la

    sociedad en cuanto las condiciones de reproduccin sistmica nacen de propiedades estructu-rales que operan en el sentido de negar los principios mismos en los que se basan. Y pone como ejemplo al Estado capitalista como formacin social contradictoria porque las condicio-nes mismas que hacen posible la existencia del Estado pone en juego mecanismos que compra-

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    rada y de un manejo brillante de un concepto no mecnico de sistema (Colina, 2003), el enfoque de Martn Serrano no ha podido desprenderse del todo de la influencia del funcionalismo imperante en la poca en que fue escrita La Mediacin Social y que se manifiesta principalmente en la fascinacin por el consenso valorativo (Giddens, 1995: 37) o una teora consensual de la reproduccin (Thompson, 1997).

    El planteamiento de la doble racionalidad de la accin social hace aflorar, adems, una concepcin instrumental de los medios -y de la media-cin- al aparecer unos agentes o mediadores con intereses que pro-graman la mediacin y que parecen estar situados fuera de esta. Pero, a la vez, el anlisis sistmico subraya el carcter estructural y necesario, de procesos como los de mediacin. El resultado es que el paradigma de la mediacin no logra esclarecer del todo la dinmica que se establece entre acciones intencionales, prcticas institucionalizadas y constricciones socia-les y que ayudara a la comprensin dialctica que busca el autor de la re-lacin de los medios de comunicacin con la reproduccin social.

    En ese sentido, el modelo pudiera dar cabida a preguntas como: Quines son los mediadores: instituciones comunicativas, periodistas, editores; grupos econmicos y polticos que usan los medios, etc.?, todos participan por igual en la mediacin?, qu grado de penetracin reflexiva tienen los agentes de sus prcticas mediadoras?, hasta qu punto la me-diacin es resultado de prcticas intencionales y/o rutinarias? Para darles respuesta, sera interesante una convergencia entre el estudio de la media-cin, la sociologa de los emisores y los estudios sobre los procesos de pro-duccin de la noticia. Estos ltimos pueden aportan un relato detallado de las operaciones de la produccin as como un examen de cmo ciertos con-tenidos mediticos -distorsionados, conservadores, reproductivos- no son slo el resultado de acciones intencionales sino tambin de prcticas ruti-narias, culturas profesionales y constricciones sociales generales pero que son interiorizadas reflexivamente por periodistas y otros agentes vincula-dos a la produccin de comunicacin.

    Asimismo, la vinculacin con los estudios sobre recepcin y uso social de lo medios permitira desentraar cmo son interpretadas, asumi-

    ran un poder estatal, a la vez que nacen de estos. Una apropiacin privada, para usar la ter-minologa tradicional, exige una produccin socializada al mismo tiempo que la niega (Gid-dens, 1995: 338 y 339).

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    das o rechazadas las visiones de mundo propuestas por la comunicacin pblica y cmo esas dinmicas se interrelacionan, a su vez, con los proce-sos productivos. Quiz este vaco explique el giro que tuvo el paradigma de la mediacin en Amrica Latina, donde el enfoque de Martn Serrano fue ledo a partir de otras fuentes como la Semitica, la Sociologa de la cultura de Bourdieu, el enfoque del consumo productivo de Michel de Cer-teau y los Cultural studies, todos interesados de lleno en la cuestin de la recepcin, y la negociacin de la hegemona que en ella ocurre.

    En cualquier caso, resulta innegable el valor y la influencia que ha tenido la obra de Martn Serrano entre los investigadores de la comunica-cin en Latinoamrica. El propio Martn-Barbero (en Martn Serrano, 2004: 10), uno de los primeros en comentar su obra, escribi en el prlogo a la ltima edicin de La produccin social de comunicacin:

    El proyecto de Manuel Martn Serrano no queda limitado a la crtica de los reduccionismos o a la invencin de un modelo metodolgico para el nuevo anlisis. Se trata en verdad de una propuesta terica que busca hacer pensables los cambios en el modo de produccin de la comunica-cin: qu es lo que en la sociedad cambia con la comunicacin. Ello supo-ne poner en historia los modelos mediadores para avizorar en prospectiva la dinmica interior que articula los cambios en la produccin de comuni-cacin a la liberacin social o a sus bloqueos. Y esa es, sigue siendo, la cuestin de fondo a la hora de pensar la situacin latinoamericana de la comunicacin.

    4. EL PARADIGMA DE LA MEDIACIN EN AMRICA LATINA

    Desde finales del siglo pasado puede notarse una revitalizacin del debate en el continente sobre el estatuto disciplinar de la comunicacin, las agendas y mtodos de investigacin. La teora o modelo de las mediacio-nes, como indistintamente se le cita, se encuentra en el centro de esta dis-cusin por haberse constituido en corriente terica dominante, estrecha-mente vinculada con los estudios culturales, de recepcin y consumo, que prcticamente monopolizaron el inters de la investigacin en los 80 y los 90.

    La denominada teora de las mediaciones latinoamericana tiene en la obra del espaol-colombiano Jess Martn-Barbero su eje vertebral. Su propuesta, menos formalizada que la del profesor Martn Serrano, reubica

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    el concepto de mediacin en el anlisis de las relaciones entre comunica-cin y cultura. Esta apropiacin del concepto, que difiere sustancialmente del proyecto original de La Mediacin Social, tuvo que ver con la incorpo-racin de nuevas fuentes tericas as como con el debate que sobre el cam-po disciplinar tena lugar en el continente.

    En la dcada de los 80, Martn-Barbero (1984, 1987, 1988, 1989) llama la atencin sobre varios desplazamientos necesarios en el estudio de la comunicacin en Amrica Latina. El primero de ellos, perder el objeto para ganar el proceso (1984), intentaba abrir la investigacin restringida a la problemtica de los medios a una serie de prcticas comunicativas cotidianas que quedaban al margen del anlisis as como desplazar el inte-rs hacia los sujetos y su rol activo en la produccin de sentido. Segn el balance realizado por el autor en varios artculos (1984, 1988), la investi-gacin latinoamericana se encontraba atrapada entre el positivismo resul-tante de una alianza entre la semiologa y el paradigma informacional y la crtica denuncista de origen frankfurtiano, que al decir de otro importan-te investigador latinoamericano, no siempre gener el tipo de conclusio-nes que ayudan al continente a avanzar en los procesos de comunicacin (Marques de Melo citado por Guinsberg, 2001: 74).

    El ajuste de cuentas ocurra en un contexto de crisis de las ciencias sociales, de los grandes metarrelatos y del socialismo real. Las innovacio-nes tecnolgicas en el campo de la comunicacin y la informacin y los procesos generales de globalizacin estaban transformando aceleradamen-te la sociedad; polticos, socilogos y filsofos comenzaban a hablar de la sociedad postindustrial, la sociedad de la informacin y la postmodernidad. Criticando fuertemente el carcter neoconservador de una zona del pen-samiento postmoderno y su alineamiento con un modelo neoliberal, Mar-tn-Barbero recupera de aquel una sensibilidad hacia la cultura de masas y la diversidad cultural que es clave para entender la realidad latinoamerica-na, donde la heterogeneidad cultural da cuenta no solo de los mestizajes entre cultura de masas y cultura popular sino de convivencias histrico-sociales mltiples y conflictivas.

    Para Martn-Barbero, comprender los procesos de comunicacin en el continente significaba, entonces, reubicar la problemtica de la co-municacin en el campo de la cultura para dar cuenta de los conflictos que articulan la cultura, de los mestizajes que la tejen y las anacronas que la sostienen, y en ltimas del modo en que trabaja la hegemona y las resis-

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    tencias que moviliza, del rescate por tanto de los modos de apropiacin y rplica de las clases subalternas (Martn-Barbero, 1987: 240).

    Las fuentes tericas de las que bebe Martn-Barbero, ms cercano a los cultural studies, la sociologa de la cultura de Pierre Bourdieu y la obra de Michel de Certeau, entre otros, tambin ayudan a explicar una concep-cin de la mediacin que desplaza el foco de inters del rol de los medios en la construccin social de la realidad hacia el anlisis de aquellos proce-sos o instancias que ayudan a explicar el complejo entramado meditico contemporneo. En consecuencia, Martn-Barbero propone que en lugar de hacer partir la investigacin del anlisis de las lgicas de la produccin y la recepcin, para buscar despus sus relaciones de imbricacin o enfren-tamiento, proponemos partir de las mediaciones, esto es, de los lugares de los que provienen las constricciones que delimitan y configuran la materia-lidad social y la expresividad cultural de la televisin (Martn-Barbero, 1987: 23).

    Desde el punto de vista metodolgico, si Martn Serrano estudia los productos comunicativos, Martn-Barbero estudia sus usos as como las lgicas (mediaciones) que atraviesan y organizan todo el proceso comuni-cativo. Un ejemplo que ilustra claramente el concepto de mediacin de este autor es el de gnero. Segn lo comprende, (...) un gnero no es algo que le pase al texto, sino algo que pasa por el texto, pues es menos cuestin de estructura y combinatorias, que de competencia y, por esa razn media entre las lgicas de produccin y recepcin, al configurar no slo los for-matos sino tambin las interpretaciones y el reconocimiento de los pbli-cos. El gnero es, en esencia, una estrategia de comunicabilidad y un pacto de lectura (Martn-Barbero, 1987: 241).

    En la primera edicin de De los medios... (1987), Martn-Barbero distingue otras mediaciones como el habitus, la cotidianidad familiar, la temporalidad social y las competencias culturales. En el prlogo a la edi-cin de 1998, propone un nuevo mapa de las mediaciones que de cuenta de las nuevas complejidades en las relaciones constitutivas entre comunica-cin, cultura y poltica y que pone en relacin, por un lado a las matrices culturales (MC) y los formatos industriales (FI), y, por el otro a las lgicas productivas (LP) y competencias de recepcin o consumo (CR): las relaciones entre MC y LP son mediadas por distintos regmenes de insti-tucionalidad, mientras las relaciones entre MC y CR estn mediadas por diversas formas de socialidad. Entre las LP y los FI median las tecnicida-

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    Mediaciones Sociales, N 1, II semestre de 2007, pp. 195-213. ISSN electrnico: 1989-0494.

    des, y entre los FI y las CR median las ritualidades (Martn-Barbero, 1998: xvi). 5. DE LAS MEDIACIONES A LOS MEDIOS? VIEJOS ITINERARIOS, NUEVAS DISCUSIONES9

    Si para Orozco (2004: 333) la perspectiva de las mediaciones (), se ha instaurado como un ncleo de consenso epistemolgico y metodol-gico, para desde ah, nombrar y abordar con frescura conceptual y creati-vidad metodolgica, pero tambin para entender de manera ms inclusiva e integral una serie de condicionantes, situaciones y subprocesos dentro del proceso mayor de la comunicacin, en especial con referencia a los medios, otros autores valoran negativamente el carcter hegemnico que adquiri la propuesta de Martn-Barbero dentro del campo de investiga-cin.

    Por ejemplo, Guinsberg plantea que la reubicacin de los estudios sobre comunicacin en el campo de la cultura ha provocado en muchos casos la prdida de especificidad de lo comunicativo, que termina siendo un punto de partida para estudios antropolgicos o sobre la cultura de nuestro tiempo o incluso sobre cualquier cosa (Guinsberg: 2001: 80). El resultado es, a juicio de Alba y Gmez (2002: 101), que la comunicacin se antropologiza y gana en perspectiva, pero (...) no en mtodo. Las in-vestigaciones que se realizan son etnologa -bien hecha por supuesto- pero no hay novedad metodolgica.

    Como consecuencia del desplazamiento hacia la cultura y las me-diaciones, se advierte una prdida de inters por la investigacin sobre los medios de comunicacin. Para Mattelart (1991), Snchez (2002) y Fuentes (1999) este olvido es sntoma de un problema mayor: la omisin de racio-nalidades y condicionamientos histricos, econmicos y polticos, lo que expresa un marcado proceso de despolitizacin de la investigacin en co-municacin latinoamericana. El estudio segmentado, descontextualizado y a escala micro del proceso de recepcin; la indiferencia hacia los vnculos de los medios con la ideologa, la dependencia y el poder; as como la adop-cin de agendas de investigacin diseadas desde el mercado empresarial,

    9 As titulaba la Revista Signo y Pensamiento la edicin dedicada a conmemorar el 20 aniversa-

    rio de la publicacin: 41 (XXI), 2002.

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    son algunas de las manifestaciones de esta prdida del sentido crtico y utpico de la investigacin.

    Aunque la mayora de las crticas no se dirigen al enfoque original de Martn-Barbero y el propio autor (citado por Guinsberg, 2001) habla de las lecturas distorsionadas de su obra y del manejo de las mediaciones como moda, no puede negarse el papel que tuvieron en la disolucin de las categoras polticas del poder en la investigacin latinoamericana, su de-clarada ruptura con los enfoques ideolgicos que marcaron la investiga-cin de los aos 70 y el hecho de centrar su propuesta en el anlisis en la relacin sujeto-prcticas culturales (Vasallo citada por Guinsberg, 2001: 82-83). 6. HACIA UNA DEFINICIN COMPLEJA DE LA MEDIACIN

    Treinta aos despus de la publicacin de La Mediacin Social, en el campo de la comunicacin iberoamericano parecen existir dos grandes tendencias en la interpretacin y aplicacin del concepto de mediacin, de las cuales las propuestas de Martn Serrano y Martn-Barbero resultan ejemplares. La primera de ellas se ha centrado en el estudio de la massme-diacin, bien como operacin simblica o cognitiva, bien estrechamente asociada a los procesos ideolgicos y/o reproductivos. La segunda matriz terica del concepto puede rastrearse desde un origen preconceptual que identifica a la mediacin como factor que interviene en el proceso de co-municacin (filtro o factor intermediario) hasta aproximaciones ms complejas como la de Martn-Barbero en las que la idea de influencia sim-ple ha sido sustituida por una concepcin que define a las mediaciones como instancias socio-culturales que atraviesan y dan sentido al proceso de comunicacin.

    Resulta sorprendente, sin embargo, el escaso dilogo entre ambas tradiciones analticas, que pudiera no solo enriquecer a ambos modelos, sino tambin dar un paso hacia delante y propiciar el anlisis de lo comu-nicativo en lo que tiene de especfico y en sus articulaciones con otras zo-nas de lo social. Para abrir el debate, podramos pensar la mediacin como un proceso estructurante que resulta de la interrelacin de los actores, agentes, procesos y prcticas comunicativas con distintas instancias (es-tructuras) y procesos sociales. Como proceso estructurante, dicho encuen-tro pone en juego constricciones y habilitaciones que condicionan, confi-

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    guran y otorgan sentido a la comunicacin. La idea de interrelacin re-fuerza el carcter complejo del concepto al implicar adems la posibilidad de trasformacin no slo de la comunicacin sino tambin de los restantes elementos de la relacin. La incorporacin de los actores y agentes a la definicin intenta enfatizar que todos los procesos sociales son actuados y vivenciados por sujetos reflexivos que participan tanto de la continuidad como del cambio social. Por otro lado el estudio de la mediacin requiere atender a sus distintas dimensiones y contextos pues se trata de procesos histricos que se articulan y rearticulan constantemente.

    Se trata de ampliar el alcance del concepto de mediacin empleado por Martn Serrano para considerar no slo la comprensin de los modos de operar de los medios de comunicacin, los modos en que los medios participan en el tejido de la experiencia (Silverstone, 1999) sino tambin su imbricacin con agentes concretos, estructuras y dinmicas socio-histricas, con luchas de poder, etc.

    Esta apertura no significa, sin embargo, desplazar la preocupacin por el papel de los medios de comunicacin en la constitucin y compren-sin del mundo que es hoy, ante todo, una necesidad poltica. Si bien es cierto que la mirada hacia otras zonas de lo cultural, de lo cotidiano era y contina siendo necesario, pues est claro que cualquier comprensin de los medios pasa por entender las lgicas que conectan formatos mediticos como la telenovela, por ejemplo, con modos de ser y ver populares, con los modos de constitucin y expresin de grupos y clases sociales, ello no puede diluir una preocupacin por el ejercicio institucionalizado de la co-municacin y su rol central en la constitucin y reproduccin de lo social.

    Aqu nos interesa destacar que el principal valor heurstico del concepto de mediacin es su utilidad para teorizar sobre la creciente com-plejizacin de las sociedades contemporneas al dar cuenta de articulacio-nes complejas entre procesos, estructuras y agentes sociales. Del mismo modo, es necesario subrayar que a partir de esta concepcin, la mediacin no se considerara un concepto operatorio, como no lo son los conceptos de sociedad y cultura. No cabra estudiar, entonces, mediaciones culturales, polticas, econmicas, etc. porque esto implica aislar una de las partes de la relacin -lo opuesto a la idea de interrelacin- para identificarla como fac-tor de influencia. Pero tal y como la consideramos, la mediacin no es cau-salidad.

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    Ello no significa que sea imposible estudiar empricamente los procesos mediadores, sino que ellos deber ser abordados a partir de otros conceptos sistemticos que den cuenta de dimensiones particulares de aquellos. Esta tarea puede emprenderse a partir de considerar zonas de articulacin especficas y las maneras que los procesos estructurantes all generados se expresan y operan a travs de distintos regmenes institucio-nales, discursos, reglas, acciones, esquemas cognitivos y/o conductuales. La atencin a los procesos estructurantes concretos que se generan en los vnculos de las prcticas comunicativas con el habitus y las representacio-nes, las ideologas sociales y profesionales, las matrices culturales, las ruti-nas y los roles, los regmenes institucionales, entre otros, permite a su vez, emprender el viaje de retorno hacia el sentido y los modos en que se confi-guran las interrelaciones de los poderes polticos y econmicos con los medios, de estos con sus pblicos, de las audiencias con sus historias de vida y condiciones objetivas de existencia, de las estructuras con los agen-tes, etc. Si examinamos con detenimiento cada uno de estos elementos- habitus, matrices, etc-, se ver que constituyen a su vez un haz de factores interrelacionados, lo cual introduce uno de los principales problemas me-todolgicos en el estudio de la mediacin, al ser indispensable un anlisis sistemtico y correlacional que se opone al facilismo metodolgico y al pensamiento lineal.

    El estudio de la massmediacin requiere, tambin, investigaciones que rebasen la segmentacin lasswelliana del proceso comunicativo, no negando la especificidad de cada una de sus etapas pero reintegrndolas en la interpretacin final de los resultados. Asimismo, resulta indispensable un ejercicio de transdisciplinariedad terica y metodolgica as como la insercin de su estudio en una reflexin tica y poltica con un sentido ms abarcador. En Martn Serrano, esta proviene de la denuncia del control social en el que participan los medios, en su ejercicio cotidiano de ajuste de la realidad. En Martn-Barbero, este carcter proviene del reconocimiento del rol que lo popular y el sujeto popular tienen en la mediacin masiva. Justamente, el reto de los prximos treinta aos del paradigma de la me-diacin radica no slo en permitir pensar estas dinmicas complementa-rias, sino tambin en abrir espacios para la reflexin sobre el surgimiento de nuevas lgicas en los procesos comunicativos.

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    PARA CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFAS: GMEZ TORRES, Nora (2007): El paradigma de la mediacin: crtica y perspec-tivas, Mediaciones Sociales. Revista de Ciencias Sociales y de la Comunicacin, n 1, segundo semestre de 2007, pp. 195-213. ISSN electrnico: 1989-0494. Universi-dad Complutense de Madrid. Disponible en: http://www.ucm.es/info/mediars

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    (*)La autora Nora Gmez Torres (1978) es profesora de Teora de la Comunicacin de la Facultad de Comunicacin, Universidad de La Habana. Master en Comuni-cacin por la Universidad de La Habana (2005) y London School of Eco-nomics and Political Science (2006). Fue miembro de la Red Iberoamerica-na de Comunicacin digital (ICOD) que agrup a investigadores de varios pases latinoamericanos y europeos. Actualmente es estudiante doctoral en el Departamento de Sociologa, City University, Reino Unido, con una investigacin sobre las relaciones entre la realidad cubana contempornea y la msica popular.