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REFERENCIAS CRUZADAS DEL HUMANISMO FLORENTINO: DE PETRARCA A MAQUIAVELO Por Jorge Velázquez Delgado Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa, Ciudad de México Quienes abrazan el humanismo lo interpretan como quisieron o pudieron Robert C. Davis y Beth Lindsmith Introducción A pesar de ser asumido y considerado como la más significativa y determinante fuerza plurisecular de la historia el Humanismo continua siendo, por fuera de sus tendencias, cambios y múltiples detractores, el más relevante movimiento trasversal de la historia occidental. Desde sus orígenes más remotos localizados en las islas de la Grecia Antigua y en la masa de pueblos apiñados en Medio Oriente que elevaron a la antiquísima cultura hebrea a un plano de grandes importancias en la configuración de la civilización cristiano europea, el Humanismo no ha dejado de ser la 1

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REFERENCIAS CRUZADAS DEL HUMANISMO FLORENTINO:

DE PETRARCA A MAQUIAVELOPor Jorge Velázquez Delgado

Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa, Ciudad de México

Quienes abrazan el humanismo lo

interpretan como quisieron o pudieron

Robert C. Davis y Beth Lindsmith

Introducción

A pesar de ser asumido y considerado como la más significativa y determinante fuerza plurisecular de la historia el Humanismo continua siendo, por fuera de sus tendencias, cambios y múltiples detractores, el más relevante movimiento trasversal de la historia occidental. Desde sus orígenes más remotos localizados en las islas de la Grecia Antigua y en la masa de pueblos apiñados en Medio Oriente que elevaron a la antiquísima cultura hebrea a un plano de grandes importancias en la configuración de la civilización cristiano europea, el Humanismo no ha dejado de ser la constante preocupación por definir la ubicuidad del hombre frente a las poderosas fuerzas de la naturaleza y de una infinita y muy variada gama de divinidades. La centralidad del hombre en el universo pero sobre todo en su propio mundo, se convierte de esta manera en el principal motivo y razón de un modo particular de pensar

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las cosas del hombre en relación a las cosas del mundo y allende de las inescrutables cosas divinas.

Como todo movimiento de gran envergadura el Humanismo en cualquiera de los diversos y principales procesos de la historia, cuenta también con una serie de momentos estelares. Por su relevancia y significado la ciudad de Roma y la civilización que a partir de ella se desplegó ocupa un lugar de gran envergadura en referencia y significado a las grandes motivaciones del movimiento humanista durante el Renacimiento italiano. Siendo la ciudad de Florencia la que por la magnificencia desplegada a lo largo de los siglos que van de Dante Alighieri a Maquiavelo, adquirirá tonalidades y relevancias admirables. Haciendo de la bella ciudad del Arno la Catedral del Humanismo. Es durante lo que se reconoce también como el periodo Clásico del Humanismo que en el denso imaginario florentino de aquellos tiempos se eleva a la ciudad de Florencia a niveles tales que compite con pleno derecho a ser parte de los destinos del hombre. Rompiendo de este modo el famoso tríptico que forma parte de la mentalidad del hombre europeo en referencia a sus míticas y antiguas ciudades: Jerusalén, Atenas y Roma. Pero por decir las cosas de otra manera fue ahí en donde esas antiguas ciudades se conjugan forjando de esta manera un referente histórico cultural que no deja de ser causa de la enorme admiración que aún vibra en su interior. Como no deja de lanzar múltiples interrogantes que hasta ahora forman parte de las pasiones de investigadores y académicos de prácticamente todo rincón del planeta. Como del intenso debate que a partir de la publicación del célebre estudio de Jacob Burckhardt La cultura del Renacimiento en Italia en 1860, no ha encontrado reposo1.1 Burckhardt, Jacob. La cultura del Renacimiento en Italia. Losada. Buenos Aires. 1942. Es a partir de este paradigma que se ha publicado una extraordinaria e inabordable cantidad de libros y artículos en torno al significado y límites históricos del Renacimiento así como con la intensa imbricación con el Humanismo florentino y otros procesos históricos como son: el Barroco, la Reforma Protestante, la Contrarreforma, los orígenes de la racionalidad moderna y la Ilustración. Al final de

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La mayor dificultad que presenta cualquier indagación sobre el humanismo en los términos expuestos brevemente es la imposibilidad de fracturar al tiempo, pues de un modo u otro y asumiendo incluso muy diversas y encontradas orientaciones y campos de problematización el humanismo como tal, es decir, como movimiento trasversal de la historia y como fuerza plurisecular de la misma, no deja de mostrar que de aquellos tiempos antiguos aquí referidos a nuestros días, subsiste la misma inquietud por establecer los criterios sobre la centralidad del hombre en términos de su dignidad, libertad y trayectoria histórica en el orden del universo. Es esto lo que si se quiere lo define como Eterno Adán que errante no tiene otra opción o razón de ser más que vivir la condición de un ser andrajoso y condenado a buscar algo que exactamente no sabe qué es. O de un Hércules que mira desafiante y con orgullo humano a sus dioses. Desafío que –indudablemente— encierra el profundo sentido de la dignidad humana. O el sentido de su libertad contenido en el estrecho marco de posibilidades y condicionantes que la realidad impone al hombre. Lo que define aquí la vocación del humanista es su valía como hombre o mujer disidente. Enjundia particular que nace del coraje de cambiar las cosas del mundo. El humanismo es desde aquellos tiempos la expresión y experiencia de un pensamiento crítico y por lo mismo, emancipador al encontrarse estrechamente identificado con el despliegue de una profunda imbricación entre la política y la moral. Que en el caso particular del Humanismo florentino, ésta estaba más apegada al reino del hombre que al de Dios y de la Iglesia en su conocida pretensión de universalidad y de ordenar las cosas de este mundo.

La discusión en torno al problema histórico del Humanismo es algo de suyo tan añejo que de algún modo se pierde en sus propios orígenes y

este texto citamos algunas obras que considero representativa de lo que ha sido este apasionante debate.

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en sus no menos polémicas discontinuidades a través de la historia. Lo que desde mi particular punto de vista he podido apreciar es su insistente proyección como modo particular de la conciencia en la historia. Por lo mismo, como modo de comprensión para enfrentar los retos y límites que ella impone al hombre. Pero para la modernidad la no cabal identidad con el Humanismo y a todo lo que ha sido y proyecta hasta hoy, radica en ver en él al malestar filosófico del historicismo. De aquí nace la querella de agudas consecuencias en el modo de entender y ejercer la noble materia: la filosofía. Intensa polémica caracterizada por un vasto campo de problemáticas que van desde la discusión entre la ciencia y la ideología, la validez de la teología y en general por los modos de producción del conocimiento humano. Incluyendo la relación entre la ética y la política hasta las complejas formas y herramientas que se tienen para las infinitas tareas de la historia. Pero tratando de aclarar un poco las cosas se debe aceptar que el Humanismo no es ciencia ni una filosofía sustentada en la pretensión de alguna oculta sustancia humana. Por ser sobre todo la expresión de la conciencia histórica que al saber sus límites espacio-temporales, recurre a la inagotable cantera de la historia extrayendo del pasado humano las más relevantes y trascendentes experiencias históricas las cuales, de acuerdo al canon establecido por Cicerón --quien fuera adoptado como el padre inspirador del humanismo renacentista--, tienen que ver con la acción humana referida a un campo de expectativa. Siendo esto la base de la praxis humana. O modo concreto de ser, estar y actuar en la historia como lo que ella es para dicha conciencia: el fundamento radical del ser humano. Por ello para el humanista la verdad radical del hombre es la historia y asumirse como lo que es: el ser de la historia. Lo que sabe es que no es poseedor de alguna sustancia. Y que las posibilidades del conocimiento humano son las que impone su propia experiencia obtenida a través de la historia.

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Por lo anteriormente dicho y en clara referencia a lo que es el debate actual sobre el Humanismo, este tiene que ver mucho con las pretensiones de la Modernidad. Que como se sabe ampliamente y por razones diversas pero difíciles de tratar en este apretado espacio, tienen mucho que ver con la negación e incluso rechazo de los modernos a reconocerse en el ideario humanista desplegado en particular en aquella admirable ciudad florentina durante los siglos XIV, XV y XVI. Haciendo con ello que el sueño del humanismo no sea el sueño de la modernidad o de la Razón2.

La nueva sociedad: orígenes e innovaciones.

Independientemente de si la razón está o no empeñada en producir monstruos lo cierto es que con tal negación o rechazo es posible comprender los cambios y las discontinuidades que supuestamente subyacen en el lado profundo de la historia. Lo que ha prevalecido es la idea de ruptura en todo lo que suele reconocerse como rebelión moderna y constitución de la nueva sociedad que no es otra más que la sociedad capitalista. Es en este intenso proceso histórico que abarca varios siglos pero en los cuales la península itálica juega un papel central, que se ha requerido de una estupenda cantidad de criterios y métodos explicativos para los fines de su reconstrucción histórica. Lo que no deja de ser un dato curioso en todo esto es pensar que Italia era una simple región en la que importan más las anécdotas de los protagonistas de un despliegue histórico de tales dimensiones, que la aportación relevante a las formas de acumulación capitalista y por tanto de todo un nuevo modo de vida que tiene que ver con la ambición y la codicia. Por fuera de esto no cabe duda que: “de todas las naciones 2 Cf. Rico, Francisco. El sueño del humanismo. De Petrarca a Erasmo. Madrid. Alianza. 1993.

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europeas, Italia solamente podía ser la cuna del Renacimiento”3. Convirtiendo a Florencia en la ciudad más prospera de Europa bajo el esplendor de los Medici. Lo que permite decir que en Florencia más que ser el marco de una escenificación política, era a la vez el campo de una lucha económica y de rivalidades en las que el arte de la guerra compite con el arte de la seda, la lana y la banca. Que convierten en conjunto al Arte de Calimalá en referente simbólico de la vida activa de los florentinos. Sabemos bien que la base de dicho esplendor se encuentra en haber sido los Medici los banqueros de Europa. Explotando a la vez lo que se afirma es parte inherente de la naturaleza humana: la indeclinable tendencia a la propiedad4. Así,

en Florencia el comercio adelanta y domina a la industria, lo que es uno de los trazos característicos del régimen capitalista. El desarrollo industrial de la ciudad nos va a mostrar lo que fue ese capitalismo urbano5

Es necesario remontarnos hasta Dante Alighieri para fijar un referente sobre la configuración de la nueva sociedad a partir de nuevas formas de gestación y acumulación de la riqueza en el norte de Italia pero sobre todo en aquella bella ciudad. Procesos de acumulación en el que la cuestión de la política y la cuestión del Estado, no quedan de lado. Al igual que el Derecho y la legítima herencia que conserva respecto a la idea de Modernidad que nos hemos forjado. Hans Kelsen es, como se sabe, no sólo especialista en cuestiones del Estado y del Derecho sino también de la obra del gran poeta florentino. En la que por cierto comparte con el gran poeta su ideario filosófico político.

3 De Vedia y Mitre, Mariano. Historia general de las Ideas Políticas. Buenos Aires. Kraft. 1946. 4 Con respecto a Italia y la aparición del capitalismo, ver en especial: Taylor, Francis H. Artistas, príncipes y mercaderes. Historia del coleccionismo desde Ramsés a Napoleón. Barcelona. Luis de Caralt. 1960. 5 Renard, Jorge. Historia del trabajo en Florencia. Argentina. Heliasta. 1980. p. 118.

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La exigencia de que el Estado –escribe Kelsen– haya de realizar la paz, la justicia y la libertad es característica del llamado Estado de Derecho. Dante afirma en un pasaje (De Monarchia, III, II) que el fundamento de su Estado universal de Derecho humano (imperii vero fundamentum jus humanum est) y se ha llegado a llamar a su Monarchia el “Estado de Derecho de la humanidad”. Pero incorrectamente, a mi juicio, pues las funciones que Dante asigna a su Estado son sustancialmente más amplias y extensas que las que pueden tener cabida en los limitados fines del Derecho. La paz, la justicia y la libertad, que, coincidiendo con el concepto más amplio del jus humanum, constituyen el contenido característico del llamado fin del Derecho, sólo son para Dante, en último término, un fin instrumental, meras condiciones necesarias para la consecución de un fin último que impone al Estado comprensivo de toda la humanidad: el actuare semper totam potentian intellectus possibilis…Dante no impone a su Estado únicamente el fin del Derecho, sino también el fin de la cultura…Así, en Convivio, IV, IV (I), donde habla de la “necesidad de una civilidad humana, la cual persigue como fin la vida feliz”6.

La innovación filosófica que se encuentra en el Humanismo florentino durante la llamada cultura del Renacimiento italiano fue, como se sabe ampliamente, la conjugación extraordinaria de múltiples factores y fuerzas históricas entre las que sobre salen por su relevancia la intensa relación que guarda el nuevo estilo de vida urbana con los aún típicos enclaves agrarios. En tal sentido este humanismo se erige en renovada fuerza histórico cultural que al no romper absolutamente con tal pasado, lo asimila y absorbe a su propio ámbito de interés; conjugándolo a la vez con tal racionalidad en la que lo verdaderamente fundamental es proyectar el nuevo estilo de vida. Promoviendo las artes y otorgándoles la proyección que conocemos y disfrutamos hasta nuestros días. Lo esencial era embellecer las cosas del hombre y su entorno social. La ciudad se erige de este modo en causa de los caprichos de la magnificencia de los poderosos; promoviendo a la vez el afán de gloria como fuerza motriz de la acción humana. Que no ignora

6 Kelsen, Hans. La teoría del Estado en Dante Alighieri. Oviedo. KRK. 2007. pp. 152-4. Existen múltiples ediciones de la obra política de Dante Alighieri. Las que aquí empleamos son: De la Monarquía. Buenos Aires. Losada. 2004. Convivio. Madrid. Cátedra. 2005. Con respecto al pensamiento político de Dante, ver: Carletti, Gabriele. Dante político. La felicità terrena secondo Il Pontifice, il filosofo, l’Imperatore. Pescara. ESA. 2006.

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los inescrutables e inesperados caprichos de la fortuna. Pero por fuera de tales imaginarios que formaban parte de la mentalidad renacentista lo importante es entender los pasos que sigue el taller hacia la industria moderna. Pues si bien Mercado, Derecho y Estado forman los factores típico y permanente en la evolución de la nueva sociedad y los modos de dominación que a partir de dicho tríptico se gestan, el taller se convierte en el extraordinario espacio que al albergar y concentrar la fuerza de trabajo, se piensa como el centro de la nueva hegemonía en ciernes. El taller es el especio que imbrica a la vez en su seno al mecenas, al artista y al tirano como personajes de la nueva escenificación histórica de la que parte la formación de la nueva sociedad.

Todo bajo un mismo cielo

No hay consenso generalizado que permita afirmar si el Renacimiento italiano fue el intenso proceso de innovación, inversión, ruptura, transición, cambio o renovación. Lo que pienso es que fue todo esto a la vez. Motivo por el cual y al ocurrir todo bajo un mismo cielo, hay que echar mano de la dialéctica para comprender y explicar qué fue esa admirable totalidad histórica que reunió en su seno las más diversas y adversas personalidades en una misma ciudad. Jorge Renard en su excelente estudio sobre la Historia del trabajo en Florencia7, muestra que en la bella ciudad más que ocurrir todo lo posible, es la unidad de un espacio y un tiempo marcado por la intensa relación de referencias cruzadas. De apasionantes personalidades que comparten dicho espacio pero no las mismas inquietudes y motivaciones. Sobra decir aquí que el Humanismo florentino no fue un movimiento hegemónico. Pero si plural

7 Op. Cit.

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por sus tendencias, motivos y extracción social de sus personajes. Como tal este movimiento produce su propia estela de irradiación trasladando los densos muros florentinos a otros rincones de Europa e incluso a Nuestra América durante los tiempos de la Conquista y la Colonia.

Como movimiento que contiene su propia personalidad histórica el Humanismo florentino no deja de ser un referente de gran interés historiográfico que lanza infinidad de interrogantes a través de las cuales se quiere desentrañar sus profundos misterios, como vasto campo de experiencia vital que lo caracteriza. Su entrañable paradoja es no encontrar cómodo lugar en el interior de la Modernidad. Razón por la cual se presenta como una serie de acontecimientos ajenos y extraños a ella. Existe la idea también que al ser un movimiento elitista, no fue capaz de permear a todo el ethos sociocultural florentino. Pero al exponer múltiples rivalidades y contradicciones que se conjugan en la teoría de los dos humores tal y como la suscribe Nicolás Maquiavelo, se aprecia una realidad que al constituir lo político en su sentido radical y moderno, conduce a lo que más adelante será el desenlace de una dialéctica de la historia que encuentra su apoteosis en la era de las Revoluciones modernas. Es claro que en este movimiento las clases subalternas desempeñan también un rol central.

Es a partir de dicha confrontación lo que motiva no poder definir sus límites e influencias históricas. Por encontrar incrustaciones y múltiples referencias cruzadas en los posteriores acontecimientos ocurridos a lo largo de la configuración de la Modernidad. Ni el Renacimiento italiano ni el Humanismo florentino merecen ser considerados como fuerzas marginales de la historia por ser incluso pensadas como parte de la famosa alborada de la Modernidad. Pero sobre todo como un acontecimiento a través del cual se definen los destinos del hombre una vez que las razas europeas deciden no seguir reconociéndose en aquel cerrado y cuestionable mundo feudal. Y como decimos: todo ello

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aconteció bajo un mismo cielo. Ahora bien, el Humanismo no es un método ni un complejo sistema filosófico. Es, en el mejor de los sentidos, la respuesta innovadora a la serie de cuestionamientos los que por su propia inercia generan condiciones de madurez para un cambio histórico de elevadas proporciones.

Quiénes fueron los humanistas8

Pero a todo esto: ¿quiénes fueron los humanistas? Indudablemente hombres de extraordinario talento e ingenio que ocupados en sus propias fantasías, obsesiones y pasiones sembraron con su marcado vitalismo los frutos de una civilización que no deja de admirarlos. Fueron hombres y mujeres sin reposo que hicieron de la vida activa el sustento de una renovación intelectual que hasta la fecha no encuentra parangón9. Fueron ellos quienes hasta su último aliento quisieron encontrar no la respuesta absoluta y definitiva de las cosas del mundo, pero si a sus propias motivaciones personales que encierra su oficio, pasión y por qué no, su vocación. Era una caterva de extraordinarias personalidades a las que incluso la bastardía logró ser superada en un ethos cargado de prejuicios sociales y no ajeno a la crueldad y la violencia. Por eso encontramos ahí desde las más admirables conquistas que van desde la hazaña de algún temible condottiero a las 8 Ver Davis, Robert y Lindsmith, Beth. Vidas del Renacimiento. Los personajes que iluminaron la Edad Moderna. Madrid. Lunwerg. 2011. Batkin, Leonid. Gli umanisti italiani. Stile di vita e di pensiero. Roma. Laterza. 1990. Cappelli, Guido. El Humanismo italiano. Un capítulo de la cultura europea entre Petrarca y Valla. Madrid. Alianza. 2007. Gilmore, Myron. Il modo dell’umanesimo. 1453-1517. Milán. Sansoni. 2004. Garin, Eugenio. Ritratti di umanisti. Sette protagonista del Rinascimento. Bolonia. Bompiani. 2001. Kristeller, p. o. Ocho filósofos del Renacimiento. México. Fondo de Cultura Económica. 1974. Roeder, Ralph. El hombre del Renacimiento. Savonarola, Maquiavelo, Castiglione, Aretino. Buenos Aires. Sudamericana. 1946. Vasoli, Cesare. Ficino, Savonarola, Machiavelli. Studi di storia della cultura. Turín. Nino Aragno. 2006. 9 Ver en especial: Davis, Robert y Lindsmith, Beth. Vidas del Renacimiento. Los personajes que iluminaron la Edad Moderna. Madrid. Lunwerg. 2011.

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más admirables obras de arte de sus inigualables artistas. Fueron hombres y mujeres a quienes la adversa fortuna10 orilla asumir a la virtú como inversión y principio para la acción humana. O bien eran personajes a quienes esa caprichosa diosa siempre acompañó de la cuna a la tumba. Que sin embargo saben que no era posible prescindir de la renovación de las virtudes republicanas, una vez que las cosas del mundo terminan por definir todo a través de un largo cambio histórico que comprende la llamada transición histórica del feudalismo al capitalismo.

En otro sentido el humanista es un sujeto que a diferencia del individuo motivado por la pasión de enriquecimiento a través del egoísmo bien entendido y del cálculo racional, se caracteriza por el fuerte apego y amor que muestra por la cultura en prácticamente todas sus manifestaciones. Considerando los objetos del pasado como invaluables huellas humanas. Asume de este modo e independientemente de su posición social como mecenas o simple buscador de tesoros, la defensa y renovación de la cultura con base a tales huellas. Que en este caso eran las que tenían frente pero sobre todo en la mítica ciudad de Roma. Su labor no concluye ahí pues dedica tiempo, esfuerzo y gastos incalculables a la traducción urgente y necesaria de los antiguos textos para ponerlos a disposición de eruditos y legos. A su modo es alguien que quiere la democracia de los complejos saberes y conocimientos

10 No tengo la menor duda que una de las razones que se esgrimen para negar la relevancia del Renacimiento italiano y del Humanismo florentino es el hecho de que al responder a una larga herencia y tradición histórico cultural, no rompen con un imaginario en que la razón lo único que encuentra es la confusión como cualidad de ese mundo dominado aún por la irracionalidad. La dialéctica humana establecida entre la fortuna y la virtú es muestra palmaría de ello. Han sido los propios estudiosos de este proceso histórico los que han tratado de aclarar un poco esto buscando aminorar tan marcado prejuicio. Ver en especial: Pocock, J. G. A. El momento maquiavélico. El pensamiento político florentino y la tradición republicana atlántica. Madrid. Tecnos. 2008. Granda, Miguel. Cosmología, Religión y Política en el Renacimiento. Ficino, Savonarola, Pomponazzi, Maquiavelo. Barcelona. Anthropos. 1988. Velázquez Delgado, Jorge. Bajo el signo de Circe. Ensayos sobre el humanismo cívico del Renacimiento italiano e imaginario político de Nicolás Maquiavelo. Buenos Aires. Del Signo. 2006.

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humanos. Que quiere como Erasmo de Rotterdam construir la utópica República de las Letras. O que piensa que la educación debe ser extensiva a toda la sociedad. El proyecto humanista es sumamente ambicioso y nace del profundo interés por hacer un claro ajuste de cuentas a la palabra; convirtiéndose de este modo en filólogo al sostener que el mejor remedio que existe para que el hombre abandone el estado de tinieblas en que se encuentra, es devolviendo a la palabra su sentido original. El humanista es el pedagogo que se percata que la humanidad debe ser educada de acuerdo a las nuevas condiciones del tiempo. El humanismo debería haber sido de este modo la paideia del hombre moderno. Y el inmortal escrito de Pico della Mirandola, De hominis dignitate, el verdadero Manifiesto de la Modernidad.

El Humanismo: cuestión de generaciones

No es una ocurrencia afirmar que las generaciones son también rebanadas del tiempo como recurrente forma para narrar el tiempo11. En el caso del Humanismo como típico tiempo breve de la historia que comprende los siglos XIV, XV y parte del XVI es posible hacer mención a tres momentos o cortes representativos pero a la vez diferenciados entre sí. Los dos primeros responden al denominado Humanismo Clásico florentino y se divide en un tiempo que va de Francesco Petrarca a Lorenzo Valla. El segundo parte de Lorenzo Valla y termina en Nicolás Maquiavelo y Francesco Guicciardini. El tercer momento es el que si bien rompe con los muros de Florencia llega al Norte de Europa aceptando y renovando el gran legado florentino; pero encausando sus motivaciones y razones hacia lo que vendrá a ser el nuevo cristianismo. Será este último humanismo el que al exponer y 11 Le Goff, Jacques. ¿Realmente es necesario cortar la historia en rebanadas? México. Fondo de Cultura Económica. 2016.

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expresar sus propios ritmos y oscilaciones entre las que se incluye la crisis del Renacimiento italiano y la crisis florentina, recibirá diferentes denominaciones como: Humanismo integral, Humanismo bíblico cristiano o Humanismo NortAtlántico. Es bajo la batuta de Erasmo de Róterdam que dicho movimiento humanista buscará poner las cosas de Europa en su lugar a partir de la vocación pacifista que caracteriza al grueso de los humanistas que participan del erasmismo.

Como se puede ver las proyecciones del Humanismo y de los humanistas fueron múltiples. Motivando con ello la densa polémica que comprende ya varios siglos. Las referencias cruzadas son, pues, los nexos de alguna inquietud en la que se conjugan infinidad de cuestiones que tienen que ver con la filosofía, la religión, la política, el arte, la guerra, la paz la teología, la idea del hombre y un largo etc. Pero la diferencia fundamental entre el, llamémoslo así, Humanismo del Sur y el Humanismo del Norte fue que en la Italia del Renacimiento predomino el paganismo como un vibrante y vital fuerza que mueve al hombre a buscar alternativas a todo lo que se pensó era ya la insoportable decadencia y corrupción del cristianismo bajo le dirección de la Iglesia Católica. Lo que asume Florencia es al hedonismo y al epicureísmo como radical experiencia humana en la que los asuntos de la religión y de Dios tuvieron poca importancia a pesar de la producción de bellas imágenes de santos, vírgenes y motivos bíblicos que entran en franca competencia con el caudal de imágenes del paganismo antiguo. Pareciera como si en la bella ciudad fuera el centro de la escenificación de una nueva batalla entre dioses12.

Era una verdadera batalla entre los hombres12 Con respecto a este interesante asunto ver en especial: Warburg, Aby. El renacimiento del paganismo. Aportaciones a la historia cultural del Renacimiento europeo. Madrid. Alianza. 2005. Ludueña Romandini, Fabián. Homo oeconomicus. Marsilio Ficino, la teología y los misterios paganos. Madrid. Mino y Dávila. 2006.

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Pero era en verdad una dura batalla entre los hombres. Misma que no requería para su eficacia de plegarias y rezos. O de una ética montada en el ascetismo de los nuevos hombres de acción. E incluso ni de la necesidad de cercar las tierras para que los ovejas devoren a los hombres como es lo que escribe Tomás Moro en su inmortal Utopía. Observación aguda que por cierto recoge Karl Marx para hablar de la llamada acumulación originaria de capital. Las razones del gran impuso que adquiere la pasión por la riqueza obedece a otras inquietudes humanas en las que la ni la gracia ni la Providencia intervienen como anteriormente se creía13. Lo que se tensa es, como se ha visto, la fortuna y la virtú en relación al surgimiento de la individualidad moderna14. No se debe olvidar aquí la relevancia que adquiere la innovación que va adquirir a partir del movimiento Humanista florentino la gloria como motivación de la acción humana.

La mentalidad renacentista como la medieval depende de la credulidad y de la superstición. Pero de las cosas del mundo que sabemos con inescrutable certeza es que cada individuo es un ser finito y mortal. La gloria aquí se entiende en su más justo sentido terrenal, es decir, como presencia histórica del sujeto a través de la memoria humana. No sabemos si la extraordinaria narración que hiciera Dante Alighieri sobre el más allá en el que sólo hay castigo infernal o premio celestial, influyó de modo tal en el trastrocamiento del imaginario de trascendencia que sostenía a todo el pesado edificio de la sociedad medieval. Lo que sí es posible advertir es el hecho del giro que adquiere a partir de La Divina Comedia el miedo en la historia. El

13 Ver Pocock, op. Cit. Lo que al parecer estamos muy lejos de concluir es el viejo debate sobre el surgimiento de la nueva sociedad. Cf. Agamben, Giorgio. El Reino y la Gloria. Una genealogía teológica de la economía y del gobierno. Argentina. Adriana Hidalgo. 2008. 14 Batkin, Leonid. L’idea di individualità nel Rinascimento italiano. Roma. Laterza. 1992.

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Humanismo florentino adquiere también con ello fuertes motivos para expresarse como conciencia de la mundanidad que rige la vida de hombres y mujeres aquí en la Tierra. Es bajo tal ethos sociocultural que las referencias cruzadas entre el epicureísmo y el estoicismo se entretejen nuevamente; conformando parte de la misma escenificación histórica que contendrá diversos pliegues referidos en especial al nuevo modo de comprensión de la acción humana. Son tales herencias filosóficas las que no dejan de ser parte de las duras y largas batallas entre los hombres.

La gloria es la prenda más estimada por los humanistas; ya sea por los laureles que desea el poeta o por las hazañas del simplemente hombre de acción. Pienso por ello que de los productos más genuinos que motivo fue revalorar la biografía como género historiográfico, en el que el saber y el poder se vuelven a encontrar en aquellos espejos de príncipes como fuente inagotable del conflicto que marca a su vez el orden de lo político. Principalmente al saber el intelectual que lo que pide el poder es magnificarlo. No está de más decir que en general los humanistas eran también parte de la servidumbre fiel de los poderosos hombres del Renacimiento, que buscan a través del saber y del arte su propia inmortalidad; misma que ahora depende del ingenio, la pluma, el cincel y el pincel. La biografía es un género que al ser renovado se aleja de la hagiografía pero no de sus formas de narración al resaltar aquellos hechos que se consideran son los más representativos de las acciones o rasgos psicológicos de tales hombres y mujeres. La biografía como el retrato e incluso el autorretrato serán de esta modo reflejo de la dichosa búsqueda de gloria terrena. En la que a fin de cuentas todo queda subsumido en la finita y miserable existencia humana que tenemos como simples seres mortales y finitos que somos. En otro sentido es el anuncio de la conciencia de la muerte que, como bien lo muestra Alberto Tenenti en un valioso estudio, es parte constitutiva de

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la nueva sensibilidad y mentalidad humana que entra en juego con las otras inescrutables fuerzas del cosmos15.

Lo que aquí cabría remarcar es la relevancia que tuvo el devastador año 1348 que marca y define la configuración de dicha sensibilidad y mentalidad, al motivar obras en las que se advierte que frente a dichas fuerzas todos somos iguales. Ocupando –indudablemente— la muerte un lugar central. El igualitarismo pasa a ser también causa del humanismo, adquiriendo legitimidad en referencia a la injusticia y desigualdad que motiva la tremenda asimetría de los dos humores desplegada por la nueva sociedad. Influyendo de manera tal en conflictos y contradicciones de la lucha de clases, al asumir su fuerte carga política y moral. En el caso florentino esto conjuga con las causas del popolo como con un tipo de republicanismo sustentado en la democracia y poder popular. Girolamo Savonarola y Nicolás Maquiavelo son parte de esta referencia cruzada que ha tenido gran influencia en los combates por la liberación del hombre moderno.

Es Dante Alighieri quien al hablar de ese imaginario mundo trascendente introduce, desde mi opinión, la fatal duda que lleva a romper en pedazos la escatología establecida por san Agustín. Será la representación de la muerte con su guadaña igualitaria, la que permite que nos reconozcamos de ese modo con nuestro fatal e inevitable destino. La igualdad a partir de la cuna será algo que posteriormente aparecerá al refrendar la nueva sociedad al estoicismo; sosteniendo que todos los hombres somos iguales por naturaleza. Como es evidente, los humanistas de aquellos tiempos pensaban la libertad e igualdad de forma muy diferente a la nuestra. La libertad era para ellos una relación humana consistente en no estar la República --como forma y espacio ideal para la vita civile-- sometida a potencias extrajeras. Aquí aún no existe la querella entre la libertad de los antiguos frente a la de 15 Tenenti, Alberto. Il senso della morte e l’amore della vita nel Rinascimento. (Francia e Italia). Turín. Einaudi. 1989.

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los modernos. Por ser más bien la inquietud de dar continuidad a formas antiguas de asociación en la que las ideas sobre la política de Aristóteles y Cicerón no pierden vigencia alguna. De acuerdo a las formas de representación existentes y promovidas en aquel tiempo se habla y reconoce la presencia de formas de gobierno y poder democrático. En los que la comuna, el gremio y el tirano adquieren tonalidades muy difíciles de encontrar en otros lugares del continente europeo, al ser un fenómeno que podríamos calificar típicamente italiano16.

Lo importante de la experiencia del Humanismo florentino es el interés mostrado por las virtudes públicas17. Convirtiendo de este modo a la ciudad del Arno en un paradigma al sostener la creencia que era gobernada en base a la práctica de dichas virtudes. Si Florencia era o no presa de las jugarretas de la diosa fortuna, es asunto del que no se hablará aquí. Lo que se puede anotar es que una vez que la ciudad cae bajo el dominio de los Medici a mediados del siglo XIV, las rivalidades entre güelfos y gibelinos, entre negros y blancos o entre dos facciones que se disputan la representación del poder universal, pasa a otro plano. Dejando por herencia la inquietud política de establecer una Monarquía Universal que, a la vez de unir a Europa, establezca la paz y la concordia en una cristiandad que vive siempre al borde de sus propios límites y bajo la latente amenaza del Turco.

De Dante y Campanela pasando por Nicolás de Cusa y Luis Vives, tal idea dará pie a una interesante pero poco atendida literatura política18. 16 Ver Varios. La crisi degli ordinamenti comunali e le origine dello stato del Rinascimento. Bolonia. Il Mulino. 1979. Skinner, Quentin. Los fundamentos del pensamiento político moderno. I. El Renacimiento. México. Fondo de Cultura Económica. 2013. Baron, Hans. En busca del Humanismo cívico florentino. Ensayos sobre el cambio del pensamiento medieval al moderno. México. Fondo de Cultura Económica. 1993. 17 Skinner, Quentin. Virtù rinascimentali. Bolonia. Il Mulino. 2002. Taranto, Domenico. Le virtù della política. Civismo e prudenza tra Machiavelli e gli antichi. Nápoles. Bibliopolis. 2003. Ver igualmente Pocock, op. Cit. 18 “…Algunas estimaciones sobre la literatura geográfica entre 1480 y 1609 señalan que se dedicaron cuatro veces más libros a los turcos y a Asia que a América”. Es esto

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Por fuera de esto y volviendo a Florencia es importante resaltar el valor e importancia que adquiere la figura del gonfaloniero en ese inquieto ethos socio político. En el que lo que a fin de cuentas importa para los fines del mismo como los del arte, es representar, como se ha anotado, a la magnificencia en su mayor esplendor19. El más claro ejemplo que tenemos es la monumental catedral de Santa Maria di Fiore conocida anteriormente como Santa Reparata. Obra en la que tal vez como nunca se producen múltiples referencias cruzadas en la que la famosa anécdota de su cúpula tiene mucho ver con ese mundo plagado de banqueros, comerciantes, gremios, ejércitos de artesanos, cortesanos, profetas, predicadores y simples creyentes piadosos.

El talento y el ingenio en los espejos de príncipes

Como se sabe ampliamente durante el Renacimiento y en particular bajo el Humanismo florentino los artistas eran legión. Una nueva clase social sin acomodo en el estrecho y rígido esquema político social que en su lucida lucha humana pretende la conquista de la gloria a la vez que el reconocimiento social. En este caso las virtudes del artista se refieren a la habilidad técnica que muestra a través del talento, ingenio e incluso de la fantasía para producir sus estimados e invaluables objetos. El ingenio como parte del trabajo se comprende como la lo que se suscribe en el estudio introductorio a la Brevísima relación de la destrucción de las Indias de Bartolomé de las Casas. Sevilla. Colección Er. Istituto Italiano per gli Studo Filosofici. 1991. p. XV. 19 Cabe mencionar que aquí comparto la metodología propuesta por Skinner para el estudio y análisis de la relación entre el arte y el poder durante el periodo histórico aquí referido. El caso más interesante que nos ofrece el propio Skinner se encuentra en los frescos de la Sala dei Nove del Palazzo Comunale de Siena que fueron pintados por Ambrogio Lerenzetti. Ver Skinner, Quentin. El artista y la filosofía política. El Buen Gobierno de Ambrogio Lorenzetti. Madrid. Trotta. 2009. Sobre su propuesta metodológica ver en especial: Pocock, J. G. Pensamiento político e historia. Ensayos sobre teoría y método. Madrid. Akal. 2009. y Varios. El giro contextual. Cinco ensayos de Quentin Skinner, y seis comentarios. Madrid. Tecnos. 2007. Enrique Bocardo Crespo (ed.)

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capacidad humana consistente en establecer relaciones que en especial deben, por aparte de ofrecer algo útil, impactar por su relevancia a la vida pública. Por ello:

la esencia de la res se revela únicamente en su utilización ingeniosa (usus) en el contexto de la comunidad social y política, la res resulta ser res publica y el Estado, en su situación histórica particular, es siempre su horizonte originario. Sólo si se esfuerza en la res publica captará el hombre el significado profundo de su trabajo. De este modo, el magnus sapiens vir eleva al ser humano animal a algo “nuevo” dentro de los límites de la comunidad y lo une a un populus. El ingenium se revela mediante el trabajo, mediante la trasformación de lo real con referencia a las necesidades humanas que se presentan en la comunidad histórica real…Realizar este acto es lo que Vico considera “el trabajo de Hércules”; significa tanto trabajar como fatigarse, que es el doble sentido del término labor20.

La dialéctica entre el saber y el poder toma su dictamen definitivo tanto en el espacio público como en el de la historia al ser valoradas tales obras más allá de su tiempo. La cuestión no es si tales virtudes se ejercían de ese modo pues al igual que las virtudes ciudadanas respondían a los caprichos de un régimen de dominio en el que sólo valía la palabra del tirano. Los juegos de espejos --al ser parte de toda una amplia y esplendida literatura política--, es parte innegable de la tradición retórica que desde la Antigüedad se venía desarrollando. Y que será a la vez causa de una querella tal vez poco relevante que tiene que ver con el trívium medieval y el humanista. Elevando, desde mi punto de vista, a la dialéctica a un plano más significativo; al traer las cuestiones del saber la vieja disputa que pone en el centro de la palestra a Platón y Aristóteles. El humanista opta de este modo por exponer y desarrollar una retórica filosófica como medio de expresión y 20 Grassi, Ernesto. Retórica como filosofía. La tradición humanista. Madrid. Anthropos. 2015. pp. 12-3. Del mismo autor, ver: La filosofía del Humanismo. Preeminencia de la palabra. Madrid. Anthropos. 1993. El poder de la fantasía. Observaciones sobre la historia del pensamiento occidental. Madrid. Anthropos. 2003.

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como modo de indagación de la verdad. No aceptando lo que considera es la falsa retórica como arte que hace de la persuasión su cualidad intrínseca21. El punto de discusión parte de la importancia que le concede la escolástica a la lógica. Vele decir que en esto como en otros casos las disputas entre los humanistas son también batallas entre hombres22.

La República ideal de Venecia

En aquella punta al Norte de la península itálica se encuentra la no menos admirable ciudad de Venecia. Su riqueza como su magnificencia fue y siguen siendo admirables por ser un espacio de conjunción de referencias cruzadas en las que Oriente interviene por el control comercial de aquella región del mundo. Para la mentalidad florentina Venecia es el paradigma sobre el cual se debe basar la nueva vida civil impulsada por la nueva economía. No existía aquí reparo de ser Venecia una República señorial que coronaba de guirnaldas las virtudes de sus ciudadanos que vivían incluso bajo la amenaza latente del Turco. Amenaza que a los florentinos en su imaginario político no les hacía mucha mella al estar subsumidos en sus propios asuntos entre los que sobre sale la disputa de la península por los bárbaros. Españoles, franceses y alemanes en particular. Lo que Venecia sabía era que su

21 Ver Téllez Maqueo, Ezequiel. Gramática, lógica y retórica. Un estudio histórico-filosófico del trívium medieval. México. Herman. 2014. Por otro lado ver: Sánchez Espillaque, Jéssica. El problema histórico-filosófico del humanismo retórico renacentista. Sevilla. Nueva Mínima del CIV. 2009.22 “…Rompiendo tardíamente en España, escribe Jacques Lafaye, el Filósofo por antonomasia, Ortega disparó saetas mortales contra el silogismo: “El silogismo es una carreta que no puede marchar si no le uncen dos bueyes que son las premisas […]. El silogismo es como un álgebra que trabaja con conceptos vacíos”. Lafaye, Jacques. Por amor al griego. La nación europea, señorío humanista (siglos XIV-XVII). México. Fondo de Cultura Económica. 2005. Del mismo autor ver: Sangrientas fiestas del Renacimiento. La era de Carlos V, Francisco I y Solimán (1500-1557). México. Fondo de Cultura Económica. 1999.

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caída ante el poderoso ejército turco, implicaba ante todo la caída de su dominio comercial en el Adriático y la caída de la cristiandad al poner a todas las ciudades de la Toscana y a la propia Roma a tiro de piedra. Cosa que también sabe el preocupado Luis Vives. Las invasiones del poderoso ejército turco otomano que venía ocupando desde tiempo atrás las islas del mar Egeo, afectando los intereses venecianos producen efectos inesperados y aleatorios. Una varianza que muestra que la astuta historia es un campo de referencias cruzadas en las que no es posible encontrar algo estable. Para beneficio de los otros italianos en general pero para florentinos en especial, los filósofos griegos que huyen de sus islas y se refugian en Italia motivando el beneficioso exilio, llevan consigo su palabra que se convierte de este modo en sustancia y parte de la mentalidad renacentista paro sobre todo del ideario humanista.

El homo viator

Los humanistas en general fueron apasionados viajeros ya sea por motivos políticos o por encomiendas debidas a su profesión como diplomáticos o por simples motivos intelectuales. El abandono del lugar de nacimiento –la patria-- es la principal causas que origina sentimientos encontrados en los que el cosmopolitismo emerge como cualidad de sus andanzas por el mundo. No ignoremos que entre las virtudes cívicas la más radical es el amor a la patria. Es esta una máxima que responde y corresponde a un sentimiento que llega a tener altos costos, por ser un imperativo que como tal es parte irrenunciable de su identidad. El exilio es un acontecimiento que al ser parte de las cosas inevitables de la vida se vuelve generoso por los inescrutables designios de la fortuna. Como fue el caso de aquellos griegos que al

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“invadir” Italia, trasforman las cosas del mundo. Manuel Crisolaras (1350-1415) es por múltiples razones el caso más influyente debido a que:

Durante su estancia en Italia, Crisolaras expuso por vez primera a cientos de helenistas en ciernes los textos griegos. Un círculo de personas más allegadas formando por sus mejores alumnos permaneció unido al resto de sus vidas, exultantes por, como lo apuntó Leonardo Bruni, ser los primeros italianos que habían aprendido el griego clásico desde siete hacía siglos. Inspirados por el maestro realizaron un sinfín de traducciones y convirtieron Florencia en centro del humanismo en el siglo XIV y el corazón del Renacimiento. 23

Tal acontecimiento generoso engrandeció de manera admirable la cultura de un pueblo forjando una inestimable tradición intelectual que será identitaria y propia de los humanistas hasta su abandono con la llegada de la Modernidad. Es a partir de la llegada de esos profesores griegos que deambulaban por Italia que el humanista se asume como traductor y filólogo. Pero no todos tuvieron tal suerte pues muchos de ellos no sabían griego o tuvieron muchas dificultades para aprenderlo. La primera generación de humanistas florentinos que va de Francesco Petrarca a Lorenzo Valla ofrece un ejemplo de esto último. Mientras que la segunda --que parte de Valla Nicolás Maquiavelo--, no dependió de tales exigencias. Lo que se quería era que el individuo aprendiera a leer y hablar bien para el ejercicio de los oficios que reclamaban las nuevas fuerzas sociales. Llegar a ser secretario o escribano era una aspiración motivada por el esperado ascenso y movilidad social de la época. La tercera generación que va de Maquiavelo a Erasmo fue, sin embargo, catapultada a mayores exigencias en el trato de las lenguas

23 Davis, R. y Lindsmith, Beth. Op. cit. p. 17.

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antiguas. De acuerdo con Erasmo, una vez que el texto bíblico entra en el duro campo de la batalla entre los hombres, el humanista es un poliglota que como traductor y filólogo debe saber griego, latín y arameo. Lo que a Erasmo le interesaba en especial era que la palabra volviera a su sentido original por ser ella entendida como lo que es: clave profunda del intelecto humano y fuerza radical para la acción humana. La generación por él comandada es a su vez tan innovadora como radical en esa apresurada aurora de la Modernidad. Entre los más conspicuos integrantes de dicha generación encontramos a Tomás Moro, Luis Vives y Nebrija. Viajeros infatigables y de admirables alturas que forjan en conjunto los pilares de la civilización occidental y dan nacimiento al humanismo integral o bíblico cristiano que al desplazarse hacia el lado Norte del continente europeo, hace a un lado al invaluable Humanismo florentino como a prácticamente toda la tradición latina.

Rupturas y oscilaciones

La Reforma protestante no fue como se ha hecho creer, la ruptura radical con el orden feudal cimentado bajo tierras germánicas. Por ser en todo caso, la profunda oscilación de un movimiento histórico que contiene múltiples aristas y complicaciones en las duras batallas entre los hombres. Lo que en todo caso define dicha Reforma es la división entre el Norte y el Sur de Europa. Entre el emergente mundo occidental y el viejo mundo Mediterráneo. Entre la idea del hombre pensado como copula mundi y centro del mundo a la del hombre como amo y señor de la naturaleza. En el protestante y el católico. Entre las pretensiones del saber y las del conocer. O de una renovada teología empeñada en resaltar al hombre en su radical dignidad humana y otra

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que lo lleva a depender infinitamente de los caprichos y designios divinos. Como de una sociedad ocupada en refrendar los viejos modos el epicureísmo y del hedonismo y otra que impone al mundo el puritanismo como base de la nueva moral. Pico della Mirandola y Marsilio Ficino permiten afirmar que lo que se estaba gestando el Florencia era una verdadera inversión de las cosas de este mundo. En otro sentido: fue una verdadera revolución que al trastocar el sentido del mundo, se piensa que lo que se derrumbaba eran los supuestos solidos muros del feudalismo.

La Reforma protestante fue por su lado la ruptura con una tradición que en todo caso se encontraba próxima a su menguante y bajo una crisis en la que los factores y fuerzas externas e internas se suman a todo ese universo de referencias cruzadas. Que provocan una discontinuidad en la historia hasta la fecha difícil de explicar. Por ser el humanismo algo más que la simple expresión de una mentalidad colectiva que sólo tiene arraigo en la medida en que genera un estado de conciencia consistente en mostrar al hombre como el ser histórico que es. Por ello, la cuestión que hasta hoy se debate es si el Humanismo es o no parte fundamental de la Modernidad. Si su origen y fundamento es referido o no al viejo mundo helénico como a la cultura latina que nace en Roma y llega a Florencia. Una continuidad histórica repleta de oscilaciones y diferentes momentos vibrantes de la historia que a fin de cuentas terminan por definir y configurar a la Modernidad en su etapa temprana.

Escatología y religión en el ethos florentino del Renacimiento

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Lo que se rompe durante el Renacimiento italiano es el sentido de la escatología cristiana. A partir de esto gira, desde mi punto de vista, el debate en torno a sí el Renacimiento fue o no una edad religiosa. O si hubo religión más no fe. Religión en cuanto a la realización de ritos y costumbres referidos a la Iglesia visible; y en cuanto a la magnificencia que reflejan las inigualables obras de arte referidas a vírgenes, santos y temas bíblicos. Lo que había era, pues, culto y mito pero no culpa y fe que es lo que lleva a afirmar que el Renacimiento italiano fue, en efecto, la dulce alborada de la Modernidad en la que las cosas de la Iglesia formaban parte de un complejo cuadro en el que cada fuerza exponía sus propias estrategias y afán de poder y dominio. Es decir, era parte de las cosas de este mundo en el que si bien conserva su jerarquía e importancia en el mismo, es una pieza más en la que los injustos dardos de la fortuna también la afectan exhibiendo el carácter de su mundanidad. La Iglesia y toda su corte era, pues, también un campo complejo de referencias cruzadas que definen las tonalidades y humores de ese ethos socio cultural.

Es bajo ese dramático cuadro escenificado por dichas potencias que una representativa y considerable parte de los humanistas revaloran las viejas virtudes de la República romana. Reclamando a la vez la herencia de un pasado al cual habría que otorgarle cierta continuidad en cuanto que se sienten y saben ser sus verdaderos herederos. Del pasado sensiblemente afectado por una religión y un sistema de poder con el cual en el fondo y por fuera de la simulación, no se identifican plenamente. Menos aún al ver que el clero católico era una institución en la que la simulación es también cualidad pagana que en múltiples casos desarrolla con envidiable alegría y apego a los placeres de la vida. Llevando las cosas a escándalos y excesos que parten de ese epicureísmo desatado. Aquí es posible hablar de la naturalización de los

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placeres como actitud vital que encuentra en el carnaval su más álgida expresión como travestismo de diversos roles sociales. Pero el carnaval era mucho más que eso: un medio para hacer importantes negocios que justifican la afirmación de Maquiavelo de ser el dinero lo que mueve al mundo. Razón por la cual no debe ser visto únicamente como criticable desfile de vanidades. O derroche inútil que choca frontalmente con la moral puritana del ascetismo y el ahorro. Era, en efecto, un exceso pero al cual al parecer era algo a lo que los humanistas no le daban mucha importancia. O que los acongojaba.

El famoso caso del fraile dominico Girolamo Savonarola es algo de lo que se podría hablar largamente debido a las pasiones que desde aquellos días ha despertado en la conciencia e imaginario histórico de los italianos. Como de igual modo de las recomendaciones de llevar una vida piadosa que incluya al epicureísmo moderado. Seguramente los humanistas se distinguen por esto último. Imaginemos tan sólo cómo disfrutaban de aquellos esplendidos banquetes que los congregaban para deleitarse en el placer del diálogo ameno entre ellos y sus mecenas. Es ahí cuando en realidad alcanza merecida distinción la renovación del platonismo con que se hace frente y se ataca a la escolástica y sus principales centros de difusión: las universidades bajo la tutela del papa. El jardín es el espacio simbólico del Humanismo florentino convertido en momento privilegiado de la dialéctica.

Dialéctica y retórica

Por ser un género de expresión filosófica la dialéctica como hábil confrontación de oponentes permite que la palabra alcance realce y prestigio. La idea del dialogo es develar la verdad mostrando con ello el valor y la fuerza que adquiere a través de su infatigable búsqueda. El

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gusto por el dialogo es característica de la personalidad del humanista. Y en aquellos tiempo ningún miembro de tal estirpe se reusaba a exponer sus ideas por fuera de tan magnifico medio destinado también a la indagación y eventual adquisición de sabiduría. Es por ello parte de la paideia humanista en donde la dialéctica sustituye a la lógica formando de esta manara el Trívium humanista. Lo que los humanistas pretenden es otorgar a la palabra su centralidad como precondición de la acción. Señalando que es la retórica el factor y elemento que amalgama las cosas del orden social al entender que es tarea de la república el derecho del ciudadano al uso de la palabra. La palabra y el dialogo constituyen y forman de este modo el alma de los humanistas. Como género de exposición de tesis filosóficas hoy el dialogo entra en desuso; y es considerado como medio pueril para pensar las cosas serías de la filosofía. Los humanistas en general nunca han aceptado tan tremendo e errático prejuicio. Menos aun cuando se ha tirado también por la borda a la propia retórica junto a la fantasía, el ingenio, el sentido común y un largo etc.

Durante el Renacimiento italiano la retórica de Aristóteles, Cicerón y Quintiliano son fuente inagotable para la educación de las futuras generaciones. Será la imperecedera obra de Cicerón la que alcance mayores vuelos y alturas hasta el punto de haber sido adoptada como inestimable paradigma en el arte de hablar y escribir. Si Aristóteles es para la escolástica el Maestro, para los humanistas lo es Cicerón, de modo tal que se sintieron ciceronianos y obligados a reproducir su estilo. Por esta razón se les acusa de imitadores al pretender escribir con tal fuerza, elegancia y elocuencia. Desde mi opinión lo que encontramos también en todo esto es una inversión que tal vez no alcanzaron a comprenderla del todo. Me refiero al hecho de que si san Agustín puso a Cicerón de cabeza al cristianizarlo, los humanistas lo vuelven a poner de pie. Cosa que en efecto hicieron al innovar las

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virtudes republicanas queriendo ajustarlas a la circunstancias de su tiempo. Es Erasmo quien pone fin a esta cuestión a través de El ciceroniano24, favoreciendo de este modo a la causa agustiniana. Y no podría ser de otro modo por su filiación agustina. Razón por la cual cabe anotar que los humanistas de las generaciones florentinas no compartían los motivos y razones de la patrística. No era esta su causa. Es Erasmo quien lleva a cabo la renovación de la doctrina revalorando especialmente a la Patrística a través de san Agustín y san Jerónimo. Recordemos que con Erasmo estamos hablando del Humanismo bíblico cristiano como la inquietud de una tradición que se considera fue alterada por el Humanismo florentino al sostener que lo que ahí había era simulación y no religión.

Un nuevo estilo de vida

De acuerdo con Lioned M. Batkin el humanismo florentino implicó el nuevo estilo de vida y pensamiento25. Era, en otro sentido, anuncio de la nueva sensibilidad frente al mundo pero sobre todo frente a la historia. Si toda esa caterva de grandes personalidades ejerció el raro privilegio de elegir un pasado, éste no fue otro que querer traducir a las condiciones de su tiempo, la cultura de la vieja republica romana sin dejar de hacer constante referencia a Atenas. Lo que tal estilo de vida permite advertir es el hecho de convertir a la ciudad en un renovado personaje de la historia e imaginario de la misma en la que cada ciudad antigua es parte de la intensa lucha entre los hombres. Atenas, Jerusalén y Roma se proyectan de este modo en la ciudad del Arno

24 Erasmo de Rotterdam. El ciceroniano (o sobre el mejor estilo). Madrid. Akal. 2009. 25 Op. Cit.

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queriendo hacer de ella la síntesis de una historia que encuentra a través del Humanismo su propia trayectoria y sentido de continuidad.

Las ciudades son personajes de la historia y todas las que se encontraban en la Toscana competían de igual manera por quedar arraigada fuertemente en ella. Pero es Florencia la que las opaca a pesar de haber sido Ferrara la primera ciudad moderna en la que el placentero ocio cortesano será tan trabajoso como el que producía Florencia en sus jardines. La vida moderna nace, en efecto, en la corte como lo que es: un complejo laberinto de pasiones en las que las intrigas palaciegas no tienen reposo dando con ello motivos a la vendetta a través del veneno y el puñal. Los humanistas dan cuentas claras y amplias de ese ambiente como de la necesidad de educar hombres y mujeres bajo los parámetros de las viejas virtudes republicanas. Lo que saben los humanistas es que la faena educativa es impostergable y se requiere educar de la cuna a la tumba a todo individuo que llega a este mundo. Aquí abren un sendero que se convierte en el principio de un reclamo al democratizar la sociedad por vía de una educación abierta a todos y no solo a un grupo privilegiado y selecto. Pero serán los espejos de príncipes los escritos “pedagógicos” que se publican en gran número. Sin embargo, los reclamos cortesanos exigen ser tomados en cuenta con el fin exclusivo de mostrar que se ha llegado a un elevado grado de civilización para el cual el refinamiento de las costumbres pasa de igual modo por el tenedor como por la espada. Teniendo aquí la retórica también sus justificadas importancias en aquel criticable laberíntico de pasiones que con el tiempo engrandecerán tanto a las ciencias como a las artes. Lo que los humanistas critican a través de su magnífica literatura es lo que consideran inaceptable forma de vida que es poco lo que tiene que ver con la que quieren promover. Es a través de esta literatura que la metáfora y la fantasía adquieren relieve incluso como poética al llevar a

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la ironía a un plano superior. Se renueva de esta forma el bestiario y se promueve como eje axial de la crítica política y moral. De Ramón Llull a Baltasar Gracián e incluso a los ilustrados franceses esta fue la constante que conduce a suponer que el fin era derrumbar los sólidos muros de una sociedad decadente atrincherada en esos palacios. Es esta una literatura tan amplia y extensa que ha sido muy difícil de dar cuenta exacta de todo ella. Sobre todo dado el tiempo aquí considerado26.

Desde sus más lejanos orígenes la ironía es parte sustancial de la filosofía humanista. Es, en otro sentido, una actitud que responde más a un método con el cual en el caso particular del humanismo renacentista y barroco, más que ir al encuentro de respuestas y verdades absolutas, expone y devela la condición humana en términos de un realismo en el que el dialogo y la metáfora son parte de esa incomparable invención poética. Adquiriendo dicha literatura una valorización que llega a ser incompresible para una racionalidad encerrada en sí misma. No olvidemos que el humanista es el agudo observador del tiempo. Que en vez de hundirse en llantos quejumbrosos sobre la verdad humana, la exhibe irónicamente haciendo de la metáfora su arma inconfundible; queriendo con ello motivar un cambio en el hombre o, si se prefiere, una reforma política y moral. Sobre todo cuando se advierten peligros y retos en los que la locura como protagonista de esa escenificación histórica, adquiere verdadera dimensión al ser la estrella de la misma. Cosa que al decir de Erasmo le ofrece razones para ser elogiada con todas sus prendas.

26 Para tener una breve idea de lo aquí comentado hago referencia a lo que pienso son algunos libros clásico sobre el asunto. Llull, Ramón. Libro de las bestias. Madrid. Tecnos. 2006. Tomas Moro. Utopía. (varias eds.) Alberti, Leone Battista. Momo o del príncipe. Génova. Costa & Nolan. 1992. Gracián, Baltasar. El criticón. (varias eds.) Maquiavelo, Nicolás. La mandrágora. (varias eds.) Diderot, Denis. Los dijes indiscretos. Barcelona. Barateria. S.f. Barón d’Holbach. El arte de trepar a la usanza de los cortesanos y otros ensayos. Barcelona. Jaime Rosal. 2013. En esta breve relación no podría faltar El cortesano de Baltasar Castiglione (varias eds.) Los libros de la picaresca y casuística española. Y un largo etc.

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El humanista es de este modo un personaje de la historia quien a través del humor que promueve con sus escritos, muestra que en los empeños de la vida la sabiduría no es inalcanzable. O que radica en pensar la despiadada muerte. El eros socrático y el eros humanista forman en todo caso una conjunción en tal referencia cruzada; que permiten entender que el espejo de las cosas de la vida vale más que la suma de sus infortunios. Giovanni Boccaccio define el sendero que rompe con las imágenes de aquel fatídico año de 1348 en el que fue diezmada la población europea de manera más que dramática. Por su lado Francesco Petrarca ya había anunciado que la vida no es más que aquel engarzamiento al mundo en el cual hombres y mujeres están condicionados a fuerzas inevitables e inescrutables a las que llamó Triunfos. La Fortuna, el Amor, el Tiempo y la Muerte constituyen la nueva sensibilidad humana a la que responde el humanismo. Son fuerzas a las que las virtudes cívicas deben hacer frente superando de este modo las adversidades del tiempo. Sobre todo a los injustos dardos de la fortuna. Por ser ella personaje central del drama humano en torno a una realidad a la cual no podemos renunciar pero si confrontar a través de la libertad y sobre todo elevando a la virtú como parte de la acción humana.

Por otro lado no está de más recordar que el humanismo participa de igual modo de un proceso de liberación que parte de haber considerado --desde los tiempos antiguos y medievales-- al hombre como un ser lacerado por fuerzas astrales, la Providencia, la Fortuna y un sinfín de fuerzas sobrenaturales. Los humanistas como Pico della Mirandola y Girolamo Savonarola entre otros se opusieron a tal absurdo en que la superstición y la irracionalidad no tiene límites. Son ellos en particular los que orientan la reacción antiastrológica en esta muy interesante y particular referencia cruzada establecida por la estrecha amistad entre el fraile dominico y el Príncipe de los filósofos.

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Lorenzo Valla

Sin lugar a dudas Lorenzo Valla es --metafóricamente hablando-- la bisagra que une dos generaciones de humanistas florentinos. Pero por la innegable influencia que ejerció sobre Erasmo, no es posible ignorar el papel central que desempeñó como principal referencia cruzada en el humanismo de esa última generación. Por razones tal vez injustificadas la vida y obra de Valla es ignorada. Existe aquí un profundo desconocimiento a partir de la pobre publicidad que se le ha otorgado. Pero recordemos que esto es también sello que llevan en su destino infinidad de humanistas de todas las épocas. Por su lado los especialistas no dejan de reclamar el papel que desempeñó más allá de aquella famosa anécdota con la cual suele ser referido y lanzado a la palestra de la historia, al reconocer en él no sólo al filólogo sino sobre todo al historiador y biógrafo quien se atrevió a cuestionar la validez de un polémico documento. Este documento no es otro más que el que menciona la cuestionable donación de Constantino al papa Silvestre I. Lo que Valla demuestra es el carácter apócrifo de dicho documento. Estableciendo de este modo un criterio de indagación historiográfica que por sí misma --desde mi particular perspectiva--, constituye un giro trascendente de lo que será con el tiempo la historia científica. La labor del filólogo se entiende aquí como un trabajo similar al médico en cuanto que el filólogo se debe ocupar de curar al documento de los males que lo afectan. En este caso particular el anacronismo como la enfermedad que debe evitar el historiador. Es en 1440 cuando se da a conocer la que llega a ser su más célebre obra: De falso credita et ementita Constantini donatione declamatio.

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Por otro lado al asumir a la biografía como motivo y pasión humanista, Lorenzo Valla establece coordenadas de investigación y reflexión en torno a lo que considera debe ser un interesante personaje que bien merece estar en la memoria colectiva de las futuras generaciones27. Lo que pretende con la noticiosa historia y de acuerdo al canon ciceroniano es que la palabra debe ser acompañada y empeñada por la elocuencia y la elegancia, evitando caer de este modo en la verdad sospechosa. Sin embargo en cuanto al estilo él en especial expresa una inclinación por Quintiliano28. Como por otro lado trata de evitar los supuestos afanes doctrinales y filosóficos en los que llega a incurrir el historiador en su trabajoso empeño. Pero en donde se encuentra la marcada huella que sigue Erasmo es en lo siguiente:

Valla también demostró que el Credo o Símbolo de los Apóstoles no había sido escrito por los discípulos de Cristo, como se creía, y criticó a la Vulgata por ser una grosera traducción al latín del texto original griego. Tales atrevimientos hicieron que fuera acusado de herejía en varias ocasiones, de cuya pena de ejecución logró escapar una vez por la oportuna intervención del rey Alfonso I y con una rápida huida a Barcelona. Al recién elegido papa humanista Nicolás V no le importó nada todo ello y lo nombró secretario apostólico, de manera que Valla abandonó Nápoles para instalarse en Roma. Allí no cambió de actitud: poco antes de morir atacó los escritos de santo Tomás de Aquino ante una congregación de fieles

27 En particular me refiero a la biografía que escribe Lorenzo Valla sobre la vida de Fernando de Aragón. Historia de Fernando de Aragón. Madrid. Akal. 2002. Lo que Valla trató de mostrar es a la figura de Fernando de Aragón como príncipe moderno. Lo que sabemos es que Valla tenía un amplio conocimiento de la historia romana. Expresando particular interés por Tito Livio. Lo que queda en el tapete de la discusión es si las formas narrativas de la historiografía de Valla, en especial la biografía, es o no parte de la serialidad de vidas ejemplares de la medievalidad o ya responden a otro canon que tiene que ver más con la construcción de la nueva sociedad. Independientemente de esto aquí existe una interesante influencia que encuentra eco en Nicolás Maquiavelo. 28 El humanismo centra la discusión aquí en torno a la cuestión de la elegancia en el uso del latín. Valla es quien escribe De elegantiis linguae latinae considerada, de acuerdo con Davis y Lindsmith, la primera gramática latina y reeditada más de cincuenta veces a partir de 1471.

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dominicos. Sus filípicas ya no podían acarrearle problemas, pero terminaron incomodando a la Iglesia cuando setenta años después Erasmo y Lutero las publicaron de nuevo29.

Para algunos, Lorenzo valla no deja de ser el típico intelectual rijoso que atrae al público por sus desplantes provocadores. Para otros no deja de ser el clásico humanista inconforme con un mundo dado que busca en la innovación la necesaria y urgente renovación de los valores. Por razones que no es posible ampliar aquí cabe decir que a partir de lo que es una obra menos conocida pero no por ella menos influyente en su época, me refiero a De voluptate, habla de la importancia de los placeres. Siendo de este modo alguien que muestra un particular interés por Epicuro y su doctrina. Lo que piensa es que los placeres no deben dejar de ser parte de la vida de los seres humanos o que deban ser negados al vivir bajo la cárcel del estoicismo y de la moral cristiana. En tal sentido:

La construcción filosófica singular de Lorenzo Valla es epicúrea por cuanto defiende el placer como medio de conducir al individuo hacia el soberano bien; en cambio, es cristiana por cuanto no localiza el sumo placer en la tierra, sino en otro mundo muy improbable…Es cristiana y epicúrea en la afirmación de que la religión puede combinarse con el placer, de que las dos instancias no son contradictorias, o, mejor aún, que se presuponen mutuamente y se complementan. Una cosa es que Lorenzo Valla creyera en el paraíso como una realidad revelada por la fe, y otra muy distinta que lo concibiera a la manera de la razón, de un ideal. Pero nada impide pensar que en pleno siglo XV ¡haya creído en las dos opciones al mismo tiempo! La Fe y la Esperanza permiten esta doble entrada en el mundo de las ideas30

29 Davis, R. y Lindsmith, Beth. Op. Cit. p. 70. 30 Onfray, Michel. El cristianismo hedonista. Contrahistoria de la filosofía, II. Barcelona. Anagrama, 2007. P. 160. Es este autor quien sostiene que: “Al atacar el principio y los fundamentos de esta pretendida donación originaria del poder temporal de la religión cristiana, Lorenzo Valla arremete contra un Papa guerrero, un Papa que

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León Battista Alberti

León Battista Alberti comparte principalmente con Leonardo da Vinci dos cosas. La primera de ellas es el mismo origen bastardo. En el Renacimiento italiano tales cuestiones de cuna obedecían a una sociedad en la que la sangre tenía mucho que ver con infinidad de cuestiones y prejuicios. Fue algo que incomodo a Alberti durante toda la vida. Desde mi opinión no siento que este haya sido el caso de da Vinci. Lo interesante en los dos casos es que logran superar, a través de su inmortal genio inventivo, una condición social que hoy nos parece más que absurda. Lo que sabemos es que fueron artistas de la corte pero sobre todo individualidades que al estar arrojadas a ese mundo exterior y visible lleno de prejuicios, muestran su enjundia al darse para sí mismos una identidad la cual hasta hoy no deja de ser admirable. La segunda se refiere a que comparten por destino ser considerados ejemplo de la universalidad del hombre. Con la particularidad de que el concepto freudiano de complejo de Leonardo, se refiere a aquel individuo que inicia una obra y jamás la concluye. Por motivos tal vez muy comprensibles la figura de Leonardo da Vinci es para los modernos no la más universal pero si la más conocida en comparación a la de Alberti; algo que queda atestiguado por la cantidad de biografías y estudios y otras muchas cosas referidos a Leonardo da Vinci. Lo que

fomenta discordias entre los Estados y los príncipes y se enriquece personalmente a costa de los pobres. Su obra parece menos impía que animada de religiosidad, pues aspira a devolver a la Iglesia su vocación primera e instalarla del lado de la paz, el amor al prójimo, la caridad, la fraternidad, los pobres, los desvalidos y el pueblo llano, de los individuos a los que se dirige la bienaventuranza…Si los católicos hubieran comprendido en su momento este mensaje de Valla, habría algunas razones menos para justificar la existencia de Lutero”. Op. Cit. p. 164. De acuerdo con Guido Cappelli, la peculiaridad de la filosofía de Lorenzo Valle parte del carácter innovador y controvertido de la misma; reclamando a la vez un principio que define en otro sentido la vocación humanista: la inquietud de refundar todos los saberes. La influencia sobre Luis Vives es en tal sentido inconfundible no sólo respecto a la urgencia de dicha refundación sino también sobre el interés que muestran por lo social.

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desde mi punto de vista podemos establecer por diferencia fundamental entre uno y otro más allá de sus propias trayectorias y genios, es que Alberti responde más al modelo del humanista mientras que Leonardo se ajusta más a los ideales renacentistas y, confusamente, a los cientificistas de la modernidad. La cuestión puede ser aquí de sutiles matices con los cuales en general nunca se termina por establecer acuerdo alguno entre estas dos grandes y polifacéticas personalidades cumbres del Renacimiento italiano31.

Lo que en todo caso aquí se quiere resaltar del humanista nacido en Génova en 1404 y quien muere prácticamente septuagenario en 1472 en Roma, quien es -- por aparte del arte de la arquitectura y de pintura--, además un gran escritor y filósofo a quien le debemos obras de gran importancia como son I libri della familia y Momo o del príncipe32. Cultivando con peculiar talento en esta segunda obra a la fantasía; haciendo de ella cualidad propia movimiento humanista. Mientras que en la primera hace ya clara referencia a cuestiones como es la economía como espíritu de mercado y la educación en los que hemos venido considerando que es el origen de la nueva sociedad. Como parte de aquella extraordinaria generación de humanistas entre quienes se encuentran Leonardo Bruni, Niccolo Niccolini, Caluccio Salutati ente otros, Alberti descolló por su curiosidad y tenacidad para dominar varios campos del saber humano. No está de más decir que la arquitectura de Alberti está basada en la de Vitrubio. Pero sobre todo en la nueva sensibilidad consistente en, como se ha dicho desde el principio, embellecer el entorno humano. Haciendo que la ciudad una edificación cargada de tonos musicales. Para Alberti el hombre es un 31 De acuerdo a los cortes generacionales establecidos, es verdad que los dos gigantes del primer humanismo florentino son Leon Battista Alberti y Lorenzo Valla. Cf. Cappelli, op, cit. en esp. pp. 225-280. 32 Son pocos los estudios sobre esta obra cumbre de Alberti y del humanismo referida al gran teatro del mundo en el que hombres y dioses se disfrazan haciendo del mismo un verdadero absurdo a través de la simulación y disimulación. En nuestra lengua contamos con el brillante estudio que de ella hace Massimo Marassi. Metamorfosis de la historia. El Momus de L. B. Alberti. Barcelona. Anthropos. 2007.

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ser obsesionado por edificar y esto lo hace mejor al comprender el sentido profundo de La política de Aristóteles. Ahí encuentra una filosofía política la cual combina con la obra de Cicerón: De Officiis. Así, el arte de la edificación es comprendido también como parte esencial del orden moral que encierra el misterio de la nueva vida civil33.

Reflejo de una conciencia

Si el Humanismo florentino es reflejo de una conciencia que se reconoce con la elección de un pasado, no lo es con respecto al reclamo de un futuro idealizado o deseado. Es esto lo que lleva a pensar que este movimiento no se le debe estudiar como parte o producto de un imaginario de inmanencia o de acuerdo a un principio de evolución social o con base a la idea de progreso humano. Pues una cosa es romper con la escatología cristiana y otra muy diferente es inventar un deseable mundo futuro. No sé si esto puedo constituir la clave de la Utopía de Moro. Lo que puedo afirmar es que esa inmortal obrita está cargada de ironía desconcertante al igual que el problema que nos plantea todo el humanismo de aquellos siglos. Importa entonces aceptar que para ellos la vida es para disfrutarla, como a continuación veremos. Entendemos de igual modo que lo radicalmente humano es la belleza creada a través del arte. Cuestión que implica ser parte de una mundanidad en la que la magnanimidad debe estar siempre al borde del límite humano, para no abandonar las cosas del Estado en todo lo

33 Battista, Leon Alberti. I libri della familia. Turín. Einaudi. 1994. Momo o del príncipe. Nápoles. Costa & Nolan. 1992. De Re Aedificatoria. Madrid. Akal. 1991. De la pintura y otros escritos sobre arte. Madrid. Tecnos. 1999. Estudios sobre Alberti y su obra, ver: Paoli, Michel. Leon Battista Alberti. Turín. Bollati Bolinghieri. 2007. Grafton, Anthony. Leon Battista Alberti. Un genio universale. Roma. Laterza. 2003. Marolda, Paolo. Crisi e conflitto in Leon Battista Alberti. Roma. Bonacci. 1988. La obra referida de Vitrubio es: Los diez libros de la Arquitectura. Madrid. Akal. 2001.

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que respecta a ese ambicioso vivere civile, en el que la idea de República resurge como principal horizonte de la acción humana.

Lo que se da por sentado es el hecho de que los florentinos eran reconocidos como ciudadanos, es decir, eran hombres libres y acostumbrados a vivir en libertad. Incluso para establecer una forma de autogobierno. Pero lo que los limitó fue la omnipresencia del poder de los Medici. Que en combinación con la poderosa oligarquía florentina la cual a pesar de sus rivalidades, se somete a dicho poder. Que –paradójicamente-- no deja de ser vista como una tiranía. Como se ha dicho el Renacimiento fue una temporalidad no exenta de crueldad y violencia innecesaria. Como un tiempo de inestabilidad en la que los injustos dardos de la fortuna hacían que las cosas del mundo cambiaran de un momento a otro. Generando de este modo formas de gobierno polarizadas. Es esto radica la ilegitimidad de una dominación política que no tendrá parangón en la historia34. Pero a pesar de que las cosas de la política imponían sus condiciones, el Renacimiento italiano como el Humanismo florentino se encontraba en el siglo XV en su mayor esplendor. E iniciando su inevitable decadencia. Un declive que es a su vez anunciado con fuertes síntomas de una crisis en la que entran en juego nuevamente las cosas de la República.

Como toda crisis está fue multifactorial. Pero es imposible no reconocer aquí la importancia que tiene la política en tal escenificación histórica, cargada de referentes endógenos y exógenos. Aquí se conjugan muchas cosas, pero sobre todo resalta el hecho de haber intentado que, a través del temple y el ingenio, fuera posible comprender el arte de la política y de la guerra. Como se sabe la península termina en manos de los

34 Por mi lado anoto que la idea de ilegitimidad en el Renacimiento italiano es de Federico Chabod. Ver Chabod, Federico. Escritos sobre el Renacimiento. México. Fondo de Cultura Económica. 1984 Escritos sobre Maquiavelo. México. Fondo de Cultura Económica. 1990.

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bárbaros. Es decir, de las potencias extranjeras. Algo que pudo ser evitado pero al final así no ocurrieron las cosas.

La filosofía del Humanismo florentino no es una filosofía de expiación o salvación. Por ser una filosofía que lo único que reconoce es la dignidad del hombre en sus potencialidades y posibilidades y, al decir de Pico della Mirandola, al hombre como ser camaleónico. Lo que mueve a dicha filosofía es la vocación pacifista del humanista. Cuestión que, en efecto puede ser ampliamente discutida. Lo que se quiere es la paz, la armonía y la unidad del hombre expresada incluso como concordia entre individuos y pueblos en base al reconocimiento de la persona humana y en la soberanía de cada sociedad. Se dirá que esto es también muy discutible. Pero es esto lo que por siglos se ha discutido incluso hoy bajo la dimensión e importancia que se le da a lo político a partir de aquellos siglos. La noble idea de paz y concordia parte de reconocer la inquietud de superar un pasado en el que la discordia filosófica de siglos, es decir, la discrepancia entre lo afirmado por Platón y Aristóteles, fuese irrelevante y por lo mismo superable mediante el diálogo. Un diálogo al que se deberían incorporar las otras formas del conocimiento humano que están enraizadas en aquella sabiduría negada por siglos. Es aquí cuando se incorpora al escenario histórico a Hermes Trismegisto. Pero si para la modernidad la filosofía del Renacimiento como el propio humanismo florentino resultan ser a la postre un desatino, lo es aún más cuando se incorporan sedimentaciones históricas de tan gruesa dimensión e incomprensibles para una racionalidad como la nuestra.

Como se sabe, el hombre moderno es un ser que bizquea al mantener un ojo a la fe y otro a la razón. En el caso del Renacimiento no existió tal polaridad principalmente por que la credulidad es la fuerza que contribuye también a mover las cosas en este mundo, por lo mismo: en el Renacimiento italiano el escepticismo no es la cosa mejor repartida

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del mundo. No hay la menor duda que a su modo aquellos hombres y aquellas mujeres seguían siendo y haciendo de la credulidad profunda cualidad humana. Razón por la cual el escepticismo no les dice ni anuncia nada. Para algunos el caso más patético de la credulidad en el Renacimiento y en ese ethos socio cultural en el que afloraba el conocimiento humano, las profecías de Girolamo Savonarola muestran que Florencia no podría ser la cuna de la racionalidad moderna.

Girolamo Savonarola

Para el caso particular del Humanismo florentino el momento savonaroliano es parte de una discusión de ya más de cinco siglos. En este debate todo apunta a sospechar que sus cenizas no encuentran reposo en las aguas profundas del Arno. Después de su muerte en 1498, el llamado año fatídico de la Italia renacentista, el profeta desarmado gozó de buena prensa y sus escritos alcanzaron cierta popularidad. En especial sus famosas predicas. Sin embargo, lo que se conoce como su testamento ideológico político, La República de Florencia, ha sido hasta la fecha poco conocido y valorado. Es evidente que para sus detractores de aquellos años como para los actuales, Savonarola es mal referente para hablar de la historia del Renacimiento italiano y de la tradición del Humanismo florentino referida a la cuestión de la República como forma de gobierno y mejor manera de realizar la vida civil.

La crítica a Savonarola parte de lo que se considera fueron sus excesos cargados de múltiples referencias cruzadas que tienen que ver con el drama de una anunciada crisis política que no fue ajena al problema de cómo llevar de la mejor manera la vida pública para una sociedad que en cualquier momento podría estar al borde del abismo. La teoría de los dos humores de Nicolás Maquiavelo permite comprender esto al ver en

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ella el enfrentamiento de dos poderosas fuerzas político-sociales. Es esta teoría la más abierta y clara referencia a la lucha de clases como de las formas de configuración de lo político en el mundo moderno. Lo que aquí se puso de manifiesto son los intereses de la oligarquía bajo el dominio de los Medici y el republicanismo sustentado en el poder y la democracia popular. Desde mi punto de vista il frate fue un hábil político que adopta a la religión como el recurso que tiene a la mano para hacer frente a los hombres poderosos de su tiempo. Incluido Lorenzo de Medici y el papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia)35.

Lo que hizo Savonarola fue traducir, si se acepta, el texto bíblico al contexto político florentino. Dando con ello un giro tremendo a los humores sociales florentinos. Lo que no puedo asegurar es hasta qué punto Savonarola tenía metido en la cabeza a Aristóteles y a san Agustín al mezclarlos con Isaías y Ezequiel. No por haber soñado con la nueva Ciudad de Dios o la renovación de la polis de acuerdo a La política de Aristóteles. Sino por querer sintetizar en ese espacio y a través de un referente de grandes importancias para la renovación moral del cristianismo, la mítica ciudad de Jerusalén. Ambición que de algún modo era la misma que los poderosos florentinos sostenían con su conocida rivalidad con Roma al querer hacer de Florencia el centro de la cristiandad. Ahora bien, entre las múltiples referencias cruzadas que se insertan en ese polémico personaje originario de Ferrara, están Martín Lutero e Ignacio de Loyola. Es verdad que, por otro lado, Savonarola tuvo que ver con el impulso que alcanzaron las hogueras de las vanidades en las que se rechazaba a través de la acción directa al lujo y a la república del lucro. Aquí la fila de sus críticos y detractores es muy amplia. Considerándolo el verdadero tirano y fundador de los futuros regímenes totalitarios. Pero esto no deja de ser una fantasía sin fundamento que para lo único que sirve es para expiar culpas. A il frate

35 Ver Velázquez Delgado, Jorge. Girolamo Savonarola. Ensayos sobre profecía y filosofía en el Renacimiento italiano. México. Del Signo. 2013.

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se le acusa de igual modo de ser el verdadero inspirador del puritanismo y de haber llevado al fuego en aquellas hogueras, la destrucción de valiosas obras de arte. Pero hasta ahora nadie ha demostrado cuáles fueron éstas. Lo que no deja de ser un dato curioso es el hermetismo que existe sobre il sacco di Roma en 1527 por los ejércitos de Martín Lutero. Año de la muerte de Nicolás Maquiavelo y final del ciclo del Humanismo florentino.

La cuestión que se presenta es la ubicuidad del frate en el escenario florentino. Lo indudable es que ocupa un lugar relevante más allá de la polémica desatada. Desde mi punto de vista existen dos razones para no hacerlo a un lado. La primera de ellas es el haber develado quienes eran realmente los florentinos en aquel ambiente de simulación generalizada. Lo que aquí confirma le memoriosa historia es que la democracia y la república “funcionan” mejor cuando son llevadas de la mano del dinero y queda todo en manos de un tirano que por muy noble mecenas que sea, eso no rompe ni altera la naturaleza de tal tipo de dominio. Savonarola se refiere a la corrupción bajo la cual cayó la vida civil y es esto lo que hasta hoy no se le perdona. Como, por otro lado, haber mostrado la viabilidad de instaurar un régimen de gobierno basado en la democracia y el poder popular a través del cual fuera posible recuperar la dignidad de la república y de la religión. Lo que hizo fue arrancar las caretas de la simulación y la corrupción. La segunda se refiere al hecho de que la lección del profeta desarmado fue asimilada prudente y sabiamente por Nicolás Maquiavelo. Cosa que nos ha permitido afirmar que: sin Savonarola no hay Maquiavelo.

1527 queda así marcado para la posteridad por el fatal año de 1498. Es en referencia a este breve ciclo de la historia de las cosas de Italia que se produce el desplazamiento del Humanismo hacia otras latitudes de Europa y del mundo. Pero es la Europa del Norte la que define y marca el círculo estrecho de aquello que Immanuel Wallerstein define como

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economía mundo capitalista. Es exactamente lo que conocemos por cultura Occidental. El mundo vive así un desplazamiento que deja al Mediterráneo como un complejo mundo bizarro y cada vez menos relevante; en el cual el nuevo hombre europeo no se identifica con aquel mundo latino en el que las potencias que hasta entonces dominaban, simplemente se derrumban. España e Italia serán a partir de aquí señaladas como parte de un atropello moral que no bridaron grandes cosas a ese mundo ya perfilado hacia el capitalismo y la racionalidad moderna. Las razas del Sur desde entonces quedaron bajo un estigma en el que su arraigado catolicismo ha resultado a la larga tan inamovible como su cesáreo papismo. Hoy este prejuicio que fuera la base del imaginario del buen europeo nos parece tan absurdo como un verdadero disparate. Pero es esto de lo que ha hablado la historia durante estos últimos cinco siglos. Historia en la cual por cierto el Humanismo integral o bíblico cristiano representado por Erasmo también se ha querido hacer de lado en los nuevos rumbos que adopto la plurisecularización moderna.

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