CUADERNILLO SOBRE CATEQUESIS Nº1

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Catequesis, hoy 1 Situación y problemática 1 Comenzamos este cuadernillo de “Cooperador Paulino” dedicado a la catequesis. Agradezco la oportunidad que me concede la revista para que los lectores puedan acercarse de manera comprensible y sencilla al mundo de la catequesis. En este primer número explicaremos la situación y la problemática de la catequesis en España. Algunas de estas reflexiones están muy cercanas a la realidad catequética que se vive en los países europeos, donde se padece una secularización muy fuerte, semejante a la de nuestro país. E n el año 1997, la Congregación Vaticana del Clero que se ocupa de la catequesis publicó un excelente documento titulado “Directorio General para la catequesis”, que actualizó el antiguo Directorio de 1971 pedido por los padres conciliares. Es una pena que el pueblo cristiano no conozca en su mayoría este “documento mayor” de la catequesis. Es el texto de referencia de la catequesis en estos momentos. En los puntos 29 y 30 el Directorio hace un análisis previo de la situación de la catequesis. No es muy positivo, ya que presenta cuatro signos de vitalidad y en cambio, ofrece ocho problemas “que deben ser examinados con particular cuidado, tratando de encontrar solución a los mismos” (DGC 30). Han pasado casi catorce años desde la presentación de este documento y no podemos decir que la situación haya mejorado, todo lo contrario, los problemas se han ido sumando y cunde, en ciertos ámbitos, el desánimo ante la labor catequética. Hablamos de crisis generalizada de la catequesis entre nosotros. La crisis está acompañada de una dosis de desilusión por los bandazos de corrientes o por el cansancio de no encontrar un camino “seguro” para la catequesis. Unas generaciones recuerdan la insistencia en la catequesis de la experiencia; otras generaciones se aferran a una catequesis doctrinal que es “lo seguro”. En general, todo el mundo sea de una forma de pensar u otra piensa que la catequesis vive un profundo bache aunque cada uno ponga más el acento en una cosa o en otra. De ahí, que sea necesaria y urgente la labor de “repensar la catequesis”. Desde mi propia Instituto Superior de Ciencias Catequéticas. San Pío X José María Pérez

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La situación y la problemática de la catequesis, hoy.

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Catequesis, hoy 1Situación y problemática

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Comenzamos este cuadernillo de “Cooperador Paulino” dedicado a la catequesis. Agradezco la oportunidad que me concede la revista para que los lectores puedan acercarse de manera comprensible y sencilla al mundo de la catequesis.

En este primer número explicaremos la situación y la problemática de la catequesis en España. Algunas de estas refl exiones están muy cercanas a la realidad catequética que se vive en los países europeos, donde se padece una secularización muy fuerte, semejante a la de nuestro país.

En el año 1997, la Congregación Vaticana del Clero que se ocupa de la catequesis publicó un excelente documento titulado “Directorio General para la catequesis”, que actualizó el antiguo Directorio de 1971 pedido por los padres conciliares. Es una pena que el pueblo cristiano no

conozca en su mayoría este “documento mayor” de la catequesis. Es el texto de referencia de la catequesis en estos momentos. En los puntos 29 y 30 el Directorio hace un análisis previo de la situación de la catequesis. No es muy positivo, ya que presenta cuatro signos de vitalidad y en cambio, ofrece ocho problemas “que deben ser examinados con particular cuidado, tratando de encontrar solución a los mismos” (DGC 30).

Han pasado casi catorce años desde la presentación de este documento y no podemos decir que la situación haya mejorado, todo lo contrario, los problemas se han ido sumando y cunde, en ciertos ámbitos, el desánimo ante la labor catequética. Hablamos de crisis generalizada de la catequesis entre nosotros. La crisis está acompañada de una dosis de desilusión por los bandazos de corrientes o por el cansancio de no encontrar un camino “seguro” para la catequesis. Unas generaciones recuerdan la insistencia en la catequesis de la experiencia; otras generaciones se aferran a una catequesis doctrinal que es “lo seguro”. En general, todo el mundo sea de una forma de pensar u otra piensa que la catequesis vive un profundo bache aunque cada uno ponga más el acento en una cosa o en otra. De ahí, que sea necesaria y urgente la labor de “repensar la catequesis”. Desde mi propia

Instituto Superior de Ciencias Catequét i cas . San P ío X

José María Pérez

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óptica, voy a intentar presentar la situación sintetizándola en torno a tres aspectos: la propia catequesis, la visión de los catequistas y la realidad de nuestros destinatarios.

LA CATEQUESIS

Hay un desprestigio de la catequética en el ámbito de la refl exión teológica. Hacer cate-quesis parece algo vulgar, que todo el mundo puede hacer y de lo que todos los sacerdotes, por el hecho de serlo, ya saben qué hay que hacer y cómo, sin haber estudiado catequética.

Parece que la catequesis es una acción segunda, casi sin importancia, dentro de la Iglesia. Es cierto que se ven brotes que la vuelven a dar centralidad e importancia, pero, en la práctica no es todavía algo serio: se realiza siempre en locales y horarios “secundarios”, dejando los mejores horarios y locales para lo sacramental. Fuerte desproporción, por ejemplo, entre lo que se invierte en las clases de religión (sueldos, l ibros…) y en catequesis. Muchos de los materiales que se emplean en catequesis están totalmente desconectados de la realidad de los destinatarios. Algunos catequistas denuncian: “Este libro, lo que dice y lo que propone, no sirve para los de mi grupo. Es posible que el material sea buenísimo, pero no lo es para ellos. Es muy elevado. No se pueden hacer las actividades que propone”.

Aunque tenemos unos d o c u m e n t o s e c l e s i a l e s referenciales sobre la catequesis que pueden ser muy buenos, un gran porcentaje de gente de Iglesia, sacerdotes y miembros de la comunidad, no los conocen bien, y no se tiene una idea clara de la catequesis. No tener ideas claras lleva a una

postura de “no saber qué tenemos que hacer ni qué tenemos que defender ni hacia dónde tenemos que ir”. La pregunta “¿Qué es catequesis?” no tiene una respuesta clara ni aceptada por la mayoría. Hay confusión o pobreza de vocabulario y no se distingue entre actividades misioneras, catequéticas y pastorales.

Se da la coincidencia de que en un entorno eclesial redu-cido, como puede ser un arciprestazgo, hay concepciones de catequesis muy diversas y hasta posturas opuestas que pueden llevar a una desorientación de los fi eles. No se trata de diversidad de itinerarios, sino de diversidad de catequesis.

La catequesis, en muchos casos, funciona como una isla en la comunidad, sin estar en contacto con otras acciones pastorales de la vida de la comunidad. Los catequistas y la catequesis no tienen relación con otras actividades que se realizan en la parroquia. En las escuelas católicas la pastoral no es el eje transversal del centro, sino que se encuentra aislada dedicada en exclusiva a preparar materiales para la refl exión, campañas, grupos, clase de religión y celebra-ciones.

Lo que más nos “descansa” es una catequesis entendida como acentuación doctrinal. Si a alguien se le pregunta y sabe, todo va bien. No importa que estén o no iniciados, no importa que haya una experiencia de Dios o no. Nos salvan los saberes. Algunos responsables insisten y presionan para que los miembros del grupo aprendan de memoria

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quiere contar “con los de antes”, “con los diferentes a su mentalidad”. La necesidad de no fracasar en su intento, lleva a muchos catequistas a optar por soluciones que les proporcionen salidas inmediatas en vez de una formación larga. También hay otros catequistas que ven que la metodología y los contenidos no funcionan pero no se atreven a practicar nuevas propuestas porque al no tener garantías de éxito contrastada por la práctica, no son de fi ar, hay que esperar a que otros las experimenten y entonces ya decidiremos.

Hay un desgaste y envejecimiento de los catequistas. Hoy es más difícil encontrar catequistas en las comunidades que antes. Hay catequistas admirables que han dedi-cado gratuitamente años de su vida para la catequesis, con entrega e ilusión y se en-cuentran ya muy lejanos a la realidad de sus destinatarios. Nuevos catequistas jóvenes se inician en la labor catequética sin experiencia pedagógica y excesivamente próximos a las edades de los catequizandos, siendo más un “colega” que un catequista. La catequesis es refl ejo de la situación de nuestras comuni-dades eclesiales: el trabajo duro de base en la catequesis es de la mujer (más del 80 % de los catequistas en España) sin embargo, los cargos de dirección y de decisión están copados por hombres (Por ejemplo, en estos momentos de los 70 delegados de catequesis en España sólo hay 4 mujeres).

Se ha formado en el imaginario colectivo un cliché de catequista inspirado en los catequistas de primera comunión que no es nada positivo ni alentador, hasta tal punto que algunos catequistas de otras edades se resisten a dejarse llamar catequistas, y se les llama animadores, monitores… Las escuelas de catequistas han disminuido. Es muy bajo el porcentaje de catequistas que sigue una formación sistemática en una “escuela de catequistas”.

determinadas cosas o que “se dé el libro como sea”. Sin embargo, hay un fuerte défi cit de inicio en la experiencia de Dios: es la dimensión que casi siempre se resiente, frente a lo meramente doctrinal-intelectual.

La catequesis está concebida por muchos como una acción eclesial que se inspira en los métodos escolares y que existe para preparar a los sacramentos. Fuera de ahí no se sabe qué sentido tiene la catequesis en la Iglesia. El Directorio General para la catequesis dice que la comunidad es el “origen, lugar y meta de la catequesis” (DGC 254) pero tenemos que reconocer claramente que la catequesis no ha propiciado la entrada de los catequizandos en la comunidad. Los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, eucaristía, confi rmación) no son considerados como sacramentos de inicia-ción, sino como sacramentos del adiós.

Faltan propuestas seductoras que sean algo más que hacer lo de siempre. La catequesis que imaginamos para el futuro la queremos meter en la estructura catequética actual, y eso ya recorta muchas posibilidades. Olvidamos que “A vino nuevo, odres nuevos”. La respuesta a lo urgente nos impide imaginar y pensar lo importante (la catequesis a largo plazo).

LOS CATEQUISTAS

Parece que muchos catequistas viven un sentimiento de resignación, de derrota o de escepticismo. Para no caer en la angustia, se trata de dulcifi car lo que resulta desagradable. Así, son comprensibles expresiones que traducen esta realidad: “Hacemos lo que podemos y sabemos”. “No se nos puede pedir más”. Esos sentimientos nacen de trocar los resultados entre los objetivos propuestos y la realidad obtenida: No se logra iniciar, hay sensación de fracaso o de perplejidad (¿No hemos hecho todo lo que nos habían dicho, lo que estaba en el libro?). Se puede llegar a acabar con un: “Esto me sobrepasa; esto no es para mí”. Abandono y cansancio son realidades que nos interrogan. Hay catequistas que son desplazados, “echados al margen” porque en una comunidad el equipo sacerdotal recién llegado deja de contar con ellos e “impone” otra línea que “excluye” y no

A vino nuevo, odres nuevos... pero la necesidad de acudir a lo urgente, nos impide imaginar y pensar en lo importante, es decir, en el futuro de la catequesis a largo plazo

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L a f o r m a c i ó n d e catequistas se concentra exclusivamente en una charla al principio de curso o en el verano. En muchos casos no hay tiempo, ni ganas para hacer una formación sistemática. El acompañamiento se reduce a que el responsable reúna a los catequistas para ver qué difi cultades tienen y preparar la catequesis inmediata. En otras ocasiones, no existe este acompañamiento y todo se reduce al: “Haz tú lo que puedas”.

La pobreza catequética de los presbíteros, que son los que mandan en la cate-quesis, se da como realidad patente e infl uyente. Muchos de ellos no tienen vocación catequética y además lo muestran. Miedo a que los catequistas laicos sepan más que ellos de catequética en cuanto se formen mínima-mente… Suele suceder que los más inquietos pastoral-mente dejan la catequesis a un lado porque la ven menos atractiva o comprometida: ¿estos tendrían razón en que la catequesis está desgajada del mundo de la marginación, exclusión, labor social…?

LOS DESTINATARIOS

Encontramos hoy un destinatario que es “hijo de su época” y no puede ser otro: con una difi cultad para llegar a formularse preguntas, con una continua invitación a no entrar en su silencio y mantenerse en la superfi cie de todo, llevado por los vientos de las imágenes, el bombardeo de estímulos, conectado siempre a una información externa a él, presionado por prisas, muy individualista y celoso de su libertad individual...

Las personas de nuestro contexto llevan una vida cargada de tensión, de preocupa-ciones básicas para vivir. No les falta lo necesario, pero mantener el ritmo de una vida de bienes-tar les lleva a vivir sin tiempo, pluriempleados: malviven durante la se-mana para pasarlo bien durante el fi n de sema-na y vacaciones.

Consecuencia de esta manera de vivir es que los intereses q u e m u e v e n d e verdad a la gente no son la catequesis ni la preocupación por la búsqueda de Dios. Lo que preocupa a la gente hoy es la salud, el dinero, el trabajo, la casa, los hijos, el coche, los amigos... Al

menos durante unos años, la pareja está hipotecada en sacar adelante a los hijos, en ganar para pagar la casa, el coche, etc. Vivimos en una sociedad supersecularizada. Lo religioso tiene poco sitio en ella. Y cuando lo tiene, a veces es a un nivel un tanto folclórico: ritos sociales de paso, “puestas de largo”, etc. Algunos cristianos comentan que se encuentran en el trabajo o entre los amigos con personas que se mofan de sus creencias religiosas.

Hay un insufi ciente despertar religioso en las familias, y es previsible que esto vaya en aumento. No podremos pedir a las familias que despierten en la fe a sus hijos, porque ellos mismos no han hecho un camino previo o viven al margen de la fe. El despertar a la fe, para muchos, ya no se podrá hacer en la familia. La comunidad cristiana tendrá que tener en cuenta este dato y no pedir a los padres que solicitan un sacramento para sus hijos, como la comunión o el bautismo, que realicen aquello en lo que ellos no han sido iniciados previamente o despertados.

La catequesis de niños es la más numerosa en nuestras iglesias (cerca del 90 %). Es la catequesis que mejor sabe-mos hacer y donde seguimos centrados. En muchos sitios está desvalorizada; con frecuencia se reduce más a doctrina, moral o ética de comportamientos que a una iniciación en la experiencia de Dios. En porcentajes altos, la catequesis de niños que lleva a la primera comunión o eucaristía es un trámite por el que hay que pasar. No quiere decir que no dé sus frutos, pero hay un distanciamiento entre lo que los padres o los niños piden y quieren y lo que los catequistas

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de cualquier edad, que no entra en el mecanismo que las comunidades cristianas están habituadas a prestar para acoger a los que quieren profundizar en la fe. Niños de edad avanzada que piden el bautismo, o la comunión; jóvenes y adultos (de toda edad) que se acercan pidiendo la confi rmación o el bautismo o la primera comunión... Son personas que desbordan los cauces que teníamos establecidos para recoger la corriente de los que caminaban hacia el mar de la Iglesia y sus Sacramentos. La comunidad tiene que buscar caminos nuevos para estos “destinatarios diferentes”

A PESAR DE TODO, TENEMOS MUCHAS FORTALEZAS

La descripción anterior nos puede hundir en el pesimismo o en la desilusión. Lejos de mí terminar este primer artículo con una visión tan pesimista. Es necesario describir asimismo, nuestras fortalezas que nos dan ilusión y esperanza para

piden. Ellos piden algo para lle-gar al sacramento y ya está... Los catequistas piensan más en un proceso de integración en la comunidad que después se trunca en el mismo momento que se celebra el sacramento.

L o s d e s t i n a t a r i o s adolescentes, jóvenes y adultos son menos numerosos y hay menos catequistas dispuestos a acompañar a las personas de estas edades. La catequesis de confi rmación, tan de moda en los 80, ha entrado en un franco descenso. Los colegios religiosos ya apenas logran cuidar la fe de adolescentes y jóvenes como hacían antes. Con los adolescentes (los de la ESO…) muchos se limitan a hacer juegos y dinámicas porque a estas edades hoy rechazan lo explícitamente catequético.

Hay una enorme y fuerte discontinuidad entre las etapas catequéticas. Fuera de los papeles, planes escritos o libros, apenas hay procesos como tales. Es verdad que hay movimientos, congregaciones religiosas, centros escolares que llevan procesos e itinerarios de fe largos, pero se constata en los últimos años el descenso signifi cativo de participantes y la falta de fi delidad.

Se hace muy difícil la inserción de los jóvenes en las comunidades cristianas y/o parroquiales, a menudo porque no se sabe dónde insertarles. Apenas hay comunidades de referencia acordes con lo que se dice en la catequesis (se prepara para integrarse en unas comunidades vivas y testimoniales que luego no existen).

“Los casos especiales”: Con esta expresión nos referimos a toda persona,

Existe una fuerte discontinuidad entre etapas catequéticas. Muchas veces el proceso de integración del catecúmeno se corta una vez recibido el sacramento correspondiente

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trabajar en la catequesis y en la evangelización en los próximos tiempos.

LA CATEQUESIS

Para muchos la palabra catequesis lo envolvía todo: todo era catequesis y todo se reducía a la catequesis. Cuando las cosas no van, se está en camino de una purificación en cuanto a la realidad de la catequesis, así como de las otras realidades o acciones pastorales que leacompañan, sin ser catequesis...

La catequesis posee en estos momentos unos documentos preciosos, tanto de la Iglesia universal (Directorio General con posibilidades aún no explotadas) como de Iglesias particulares (en este sentido destacan sobremanera los documentos de ciertos episcopados europeos). Hay una riqueza de referencia de pensamiento que nunca hubo en la Iglesia. El estudio y la adaptación de esta refl exión pueden dar grandes frutos; abrir el horizonte hasta ahora nublado por realizaciones pesadas.

Se constata de nuevo, por parte de algunos, un momento de inquietud por la catequesis: hay sensibilidad a la idea de que es hora de hacer algo, es momento de renovar, de introducir cambios signifi cativos, de hacer una catequesis más misionera...

Hay acciones que posibilitan una experiencia inicial de Dios: camino de Santiago, Jornada Mundial de la Juventud, Taizé, acontecimientos inesperados... Después de estas experiencias referenciales, es necesaria la presencia de la catequesis para organizar y sistematizar la ex-periencia, única manera de pro-fundizarla y darle todo su valor cristocéntrico. Las nuevas ac-ciones previas a la catequesis tendrán que estar muy bien co-ordinadas para apoyarse, para

complementarse. Quizás por aquí podamos pensar una vía de lo que sería previo a la catequesis. El tema de catecu-menado está dejando de ser una realidad arqueológica y se ve la actualidad de implantarlo, adaptado, a nuestras coordenadas, a pesar de que haya ensayos que lo reducen a la catequesis de siempre... Usan el nombre pero no ponen en práctica el contenido que encierra. En algunos países europeos el fenómeno de los adultos que piden el bautismo y que se inician en el proceso catecumenal es frecuente. En todas las diócesis de Francia, por ejemplo, hay un servicio de catecumenado. En España comienzan a haber diócesis que distinguen la delegación de catequesis y la delegación de catecumenado porque también aquí las solicitudes van en aumento.

El hundimiento (o al menos fuerte descenso) de la confi rmación masiva que estuvo de moda hace unos años puede ser una oportunidad para trabajar con más libertad y espontaneidad la catequesis de adolescentes y jóvenes, sin la presión social y familiar de “confirmarse porque toca”. Tenemos unas grandes oportunidades para llegar a las familias, a través de las catequesis prebautismales o catequesis preparatorias al sacramento del matrimonio. Muchos padres buscan en las parroquias, en los centros escolares, en los movimientos, ayudas y apoyo para la educación humana y cristiana de sus hijos.

LOS CATEQUISTAS

Hay catequistas dispuestos a aprender y a ponerse en onda con la novedad que la catequesis les pida. Aún contamos con muy buena gente. Personas admirables que a pesar de los

Hay acciones que posibilitan una experiencia inicial de Dios: camino de Santiago, Jornada Mundial de la Juventud, Taizé, acontecimientos inesperados... Después es necesaria la catequesis para darle su valor cristocéntrico

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problemas, los sinsabores y la falta de reconocimiento de la comunidad siguen en la brecha trabajando s i n d e s c a n s o y s i n remuneración alguna.

Mirando a los padres, es cierto que muchos no les abren a la fe en la familia, pero sí les abren a valores cercanos al Evangelio. Es una realidad que hay que valorar y reconocer.

LOS DESTINATARIOS

Hay gente, especialmen-te jóvenes y adultos, en búsqueda de sentido. Hay gente en soledad que busca y pide a la Iglesia oportu-nidades, acompañamiento, cercanía. No son los habi-tuales, ni los que “les toca” por edad o por recepción de un sacramento... Se trata de nuevos destinatarios que antes no existían.

Hay gente que decide

hoy s e r c r i s t i ana y busca un seguimiento y a c o m p a ñ a m i e n t o personalizado. Se descubre cada vez más la necesidad de tener en las parroquias y comunidades personas capaces de entab la r relaciones y comunicación con todos. Se palpa la necesidad de encontrar cristianos amables, sencillos y próximos para atender a estas personas.

Hoy se valoran las celebraciones simbólicas b i e n p r e p a r a d a s y signif icativas, cuando son cálidas, no ritualistas o frías. La Iglesia sigue teniendo la oportunidad de catequizar a través de la liturgia. Los sacerdotes, los animadores litúrgicos y la comunidad cristiana tienen una gran responsabilidad po rque a t ravés de

estas celebraciones s i gn i f i c a t i vas en momentos cruciales de la vida de las personas, pueden a t rae r a muchas personas a la fe.

E l p u e b l o d e Dios, en su sencillez, tiene ganas de una catequesis nueva, signifi cativa, alegre y participativa.

EL AMBIENTE

H a y h e c h o s e c l e s i a l e s q u e tienen capacidad de convocatoria y que son un lugar para el anuncio. Contamos

además, con plataformas con capacidad de convocatoria que hay que aprovechar, aunque la gente no venga directamente buscando catequesis. Los colegios cristianos pueden valer como plataforma preevangelizadora y de primer anuncio, si son conscientes de que la mayoría viene ya sin evangelizar y son coherentes con su vocación evangelizadora.

La debilidad de la Iglesia como institución es una lección para nosotros, hemos de aprender caminos nuevos; la Iglesia, al no sentirse tan segura debe iniciar acciones que antes eran impensables. La debilidad enseña y abre puertas y oportuni-dades de colaboración, de aprendizaje.

Este tiempo es tiempo de salvación también. Aceptemos este tiempo. Aprendamos a no verlo todo malo, ante nosotros se nos abren retos y oportunidades… La Iglesia no elige el tiempo ni la sociedad en la que tiene que ser signo de la pre-sencia y amor de Dios a los hombres. La Iglesia está llamada a ser levadura, fermento, luz y sal en esta situación que es la nuestra. No tiene dónde elegir. Tiene que optar y ser.

La cristiandad desaparece, es el momento de los cristianos. En los próximos números de la revista iremos desgranando algunos temas referentes a esta nueva manera de entender la catequesis. He comenzado mi artículo hablando del Directorio General de la Catequesis de 1997, como una de las joyas desconocidas de nuestra Iglesia. Me gustaría terminar con un párrafo escogido de este texto que refuerza la importancia de la catequesis y especialmente la formación de aquellos que se dedican a esta necesaria misión: “La pastoral catequética diocesana debe dar absoluta prioridad a la formación de los catequistas laicos. Junto a ellos, y como elemento realmente decisivo, se deberá cuidar al máximo la formación catequética de los presbíteros, tanto en los planes de estudio de los seminarios como en la formación permanente. Se recomienda encarecidamente a los obispos que esta formación sea exquisitamente cuidada” (DGC 234)

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Cuestiones para la refl exión Cuestiones para la refl exión personal y grupalpersonal y grupal

1. Indica aquellos aspectos (que han aparecido en este artículo) con los que estás de acuerdo o en desacuerdo.

2. Narra y comparte lo que ha sido para ti la formación catequética recibida: perso-nas que te han infl uido, acontecimientos de los que has aprendido, libros o materiales que te han ayudado a formarte. Expón lo que has echado de menos en la tarea de la catequesis.

3. Recoge las quejas y lamentos de los catequistas respecto a los catequizandos, es decir, de la tierra donde han de arrojar la semilla. Analiza lo positivo y negativo que ves en esos lamentos.

4. ¿Qué aspectos de la catequesis (que se hace en nuestras parroquias o en otros lugares) se deberían mantener y cuáles se deberían cambiar?

TEXTOS PARA COMENTARTEXTOS PARA COMENTAR

“A este respecto, confi eso que no sé como interpretar, ni me atrevo a valorar, los muchos esfuerzos que se hacen, en una Iglesia ya minoritaria y notablemen-te envejecida, por convocar a los fi eles, aprovechando toda clase de ocasiones, a hacer acto de presencia masiva y dejar constancia – o dar la impresión mediante un hábil manejo de los medios de comu-nicación – de unas fuerzas que después parecen esfumarse al contacto con la vida diaria. Parece como si olvidásemos que las semillas no están para ser ex-puestas en grandes montones, sino para ser esparcidas por los campos del mundo y germinar en nuevas formas de vida en la sociedad” (Juan Martín Velasco, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea, 139).

“En la Iglesia existe un gran proble-ma, porque su forma de comunicar el Evangelio es normalmente pobre y sin calidad. A menudo se tiene la impresión que adopta un lenguaje que nadie en-tiende, se dirige a un público que nor-malmente no existe y responde a pre-guntas que nadie se plantea o problemas que ninguno vive” (Departamento de catequesis-Conferencia Episcopal Lati-noamericana. La catequesis en América Latina. Orientaciones comunes a la luz del Directorio General de la catequesis. 1999).

ORACIÓN

DEL CATEQUISTA

Señor Jesús:

Aquí me tienes para servirtey colocar a tus pies la labor que

estoy empeñado.Tú me escogiste para ser

catequista,anunciador de tu mensaje a los

hermanos.

Me siento muy pequeño e ignorante,

soy a menudo inconstante,pero sé que Tú me necesitas.

Gracias por confi ar en mí, pequeño servidor tuyo.

Estoy pronto a cumplir esta hermosa tarea

con sencillez y modestia, amor y fe.

Quiero ser instrumento tuyopara despertar en muchos

hermanos:cariño por tu persona,

confi anza en tus promesas,deseos de seguirte

como discípulo.Bendice día a día mis esfuerzos;pon tus palabras en mis labios,

y haz que, en comunión con mis hermanos,

pueda colaborar en extender tu Reino. Amén