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E n los fueros concedidos se recogen hechos di- ferenciales según sean villas de actividad marí- tima, comercial, pesquera o mixta. La verdad es que re- pasando documentación se ve que a la primera no se acertó en todo lo escrito, es natural, las deficiencias se cubrieron mediante normas posteriores fruto de la experiencia y las nuevas necesidades. Algo pa- recido a nuestra actual Cons- titución que admite remiendos y anulaciones según sople el terral; la vida no tiene nada de nuevo que ofrecer. Resumiendo, el sigillum de los concejos en la modalidad de colgante sale a la luz al mismo tiempo en que las vi- llas costeras se encuentran protegidas por políticas re- gias. En este artículo habla- remos del Sello correspon- diente a la ciudad de San Sebastián, admitido como sello de representación co- mercial. En él, vemos que la nave no solo está representada con una gran finura y deta- lle sino que es una verdade- ra estampa de navegación, ya que descansa sobre olas y a bordo cada uno de los tripulantes que figuran tiene asignada una función. Por lo tanto no causa extrañeza que D. Miguel Laburu, del Grupo de Historia y Modelismo de la Sociedad de Oceanografía de Guipúzcoa, manifestase en una reunión, el deseo de estudiar la arquitectura na- val de esa época y tratar por sus propios medios de hacer la operación inversa. Llevar el sello estampado a con- vertirlo en modelo; a esca- la. Aquél, en su día pasó de nao mercante a convertirse en sello de documento y de la ciudad. Lo primero que hizo D. Miguel fue recoger todos los datos heráldicos referidos Cuando los barcos se convierten en sellos 2ª parte Volviendo al hilo de los sellos, el documento más viejo que he encontrado sobre el valor y opinión del uso de los sellos debe ser el que se cita en las partidas del Rey Alfonso X, rey de Castilla y León (1252-1282) y que dice: «Sello es la señal que el rey u otro ome cualquier manda facer en metal o en piedra para firmar sus cartas con él». Fotos y textos: Jesús María Lizarraga Gurrea 22 · MÁS NAVÍOS ARTÍCULO

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En los fueros concedidos se recogen hechos di-ferenciales según sean villas de actividad marí-

tima, comercial, pesquera o mixta. La verdad es que re-pasando documentación se ve que a la primera no se acertó en todo lo escrito, es natural, las deficiencias se cubrieron mediante normas posteriores fruto de la experiencia y las nuevas necesidades. Algo pa-recido a nuestra actual Cons-titución que admite remiendos y anulaciones según sople el terral; la vida no tiene nada de nuevo que ofrecer.

Resumiendo, el sigillum de los concejos en la modalidad de colgante sale a la luz al mismo tiempo en que las vi-llas costeras se encuentran protegidas por políticas re-gias. En este artículo habla-remos del Sello correspon-diente a la ciudad de San Sebastián, admitido como sello de representación co-mercial.

En él, vemos que la nave no solo está representada con una gran finura y deta-lle sino que es una verdade-ra estampa de navegación, ya que descansa sobre olas

y a bordo cada uno de los tripulantes que figuran tiene asignada una función. Por lo tanto no causa extrañeza que D. Miguel Laburu, del Grupo de Historia y Modelismo de la Sociedad de Oceanografía de Guipúzcoa, manifestase en una reunión, el deseo de estudiar la arquitectura na-val de esa época y tratar por

sus propios medios de hacer la operación inversa. Llevar el sello estampado a con-vertirlo en modelo; a esca-la. Aquél, en su día pasó de nao mercante a convertirse en sello de documento y de la ciudad.

Lo primero que hizo D. Miguel fue recoger todos los datos heráldicos referidos

Cuando los barcos se convierten en sellos 2ª parteVolviendo al hilo de los sellos, el documento más viejo que he encontrado sobre el valor y opinión del uso de los sellos debe ser el que se cita en las partidas del Rey Alfonso X, rey de Castilla y León (1252-1282) y que dice: «Sello es la señal que el rey u otro ome cualquier manda facer en metal o en piedra para firmar sus cartas con él».

Fotos y textos: Jesús María Lizarraga Gurrea

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al sello. Tamaño, existencia de los mismos en museos o bibliotecas, documentos que lo llevasen, historicidad…etc. Lo que más le extrañó fue que el sello actual de la ciudad fuese un navío inde-finido y sin historia que lo avale, en variopintas repre-sentaciones según encargo, prodigado en farolas y tapas de alcantarillado. Pensó, que el verdadero, como era una auténtica joya, estaría guar-dado a buen recaudo. Si los dos reyes antes menciona-dos llevaron el apelativo de Sabios, a D. Miguel le cabe el honor de llevar el de Incau-to. Donde menos noticias sa-có, fue donde deberían estar. Pero eso para él no fue mo-tivo de preocupación.

En el Archivo Nacional de París en un documento fe-chado en 1297 con un sello de plomo de unos 82mm. se data como el primer do-cumento en el que figura el

sello que se estudia. En el Archivo de Comptos de Na-varra, esta vez en cera. En la actualidad, una réplica del mismo se vende al público en el Museo Vaticano, en una de las tiendas de souve-nirs, en la zona de la biblio-teca, al precio de 35€, dato éste confirmado en el pre-sente año.

A continuación busca textos relativos al recono-cimiento por parte real de San Sebastián y lo encuentra en el agotado libro de D. J. L. Banús y Aguirre «El Fue-ro de San Sebastián» (1963), sigue con los escritos de D. Mariano Ciriquiaín Gaiztarro miembro de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, los del filólogo medie-valista D. José Mª. Lacarra. Quiere beber en las fuentes que estas ilustres personas bebieron y escribieron. Co-mo resultado de todo lo que fue recopilando, el bueno

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de D. Miguel nos sirvió, en nuestras reuniones, buenas rondas de historia a todos los que quisieron escuchar-le mientras se realizaba el trabajo.

Los primeros estudios de Miguel se dirigen hacia el ar-tista que grabó la matriz, al obligar a meter un barco en un círculo, o se respetan las formas, o el barco termina adaptándose al círculo y va-ría su representación. Este concepto le obliga a estudiar sellos medievales para coger un poco de mano y tratar de entender a los artistas. Re-copila los sellos medievales de Santander, Winchelsea y Sandwich por ser muy pa-recidos al de San Sebastián; los de Bristol, Lübek y San Vicente de la Barquera por su sencillez en los trazados; siguió con los de Gravelinas y Bergen y los tapices de Ba-yeux. Hay sellos que son casi similares variando las vistas al ofrecer la cara de babor o estribor y da la casualidad que varios llevan cuatro tri-pulantes a excepción de uno que lleva ocho. Se hace con fotos de los cinco barcos de Skuldelev especialmente de los cargueros.

El paso siguiente es hablar con especialistas en navega-ción a vela para que le de-finan las posiciones de los cuatro tripulantes y sus fun-ciones, para entender si son funcionales o simplemente colocación artística, como ocurre con la verga que la coloca baja, debido a exigen-cias del círculo en el que se dibuja el sello. Los dos gavie-ros de la verga hace supo-ner que ésta, por su tamaño, longitud un poco menos que la eslora, por lo menos pre-cisaba el apoyo de dos hom-bres, un proel que auxiliaría a los gavieros en las manio-bras de la verga y vela a tra-vés del bauprés y el timonel que debía ir siempre al remo o espadilla.

Recurre a todo aquello que le de alguna pista o referen-cia a su trabajo, el dibujo del

barco ya lo tiene, hay que dimensionarlo, darle volu-men para su arqueo, inter-pretar hasta el más mínimo detalle, como pueden ser los adornos de roda y codaste, hierros destinados para ama-rrar escotas, para aparejo o remolque. Con ello se van sacando conclusiones que se exponen en las reuniones mensuales de modelistas. Se da por aceptado que las me-didas de este barco medieval entran en el sistema as, dos, cuatro. Traducido a medi-das actuales le corresponde-rían 14,99 metros de eslora, 3,65m. de manga y 1,95m.

de puntal. Construido en tin-gladillo con cuadernas falsas. (Son las aportadas en un es-tudio de M.C.G, antes men-cionado).

Las conclusiones que va sacando y que quedan ya como fijas, las apunta y las expone a los compañeros del grupo de Modelismo e Historia Naval. Nave mer-cante, forro de tingladillo, roda y codaste muy levan-tados e iguales a proa y a popa como corresponde a embarcaciones nórdicas, es de tamaño mayor que las embarcaciones de los sellos de Bermeo, Fuenterrabía y

Biarritz (que son de remo y esta es a vela). Tiene más-til aproado ligeramente, casi en el centro del casco. Más-til sujeto a proa por un es-tay y tiene una tabla de jar-cia a cada lado o banda de tres obenques ligados entre sí por flechastes. Tiene ve-la cuadra lo que demuestra su primitivismo. De la verga penden unas guías o drizas desde sus penoles o bordes a las dos bandas y maniobra-bles desde popa para dar a la vela la posición conveniente en cada momento.

Detalle este que nos sitúa en las recientes velas al

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tercio utilizadas por las cha-lupas boniteras de principios de siglo; la evolución ha si-do mínima y el recorte solo ha servido para dar un pa-so más fácil al viento de una vela a la otra. No obstante Miguel insiste en que las cua-tro defensas a las que alude M.Ciriquiain Gaizatarro no son tales defensas sino los remates de los baos que muy bien describe Björn Lands-tröm y que por la forma en la que se muestran en el sello dan a entender que el buque poseía tres cubiertas.

Nos anima a estudiar los navíos del Museo de Roskil-de; dice que para opinar en una reunión hay que venir ar-mado de razones y estudios. En aquellos días circuló por las mesas un catálogo en idio-ma danés. Se estudiaron las cuadernas maestras de Galta-back de 1100 y la de Kalmar de 1250. La que nos intere-sa a nosotros la concibe en un punto intermedio. Ambas representan entre sí diferen-cias, algunas de ellas notable, como es el apoyo del mástil. Más próximo en el de Roskil-de a los primitivos vikingos y a diferencia con el de Kalmar más depurado en su base.

Con todo el material so-bre la mesa de trabajo que

ha montado en un cuarto de su casa va concretando poco a poco las líneas del navío. Presenta varias solu-ciones, valora los consejos y comienza a convertir lo que hasta ahora eran dos dimen-siones en una de tres. Poco a poco, día a día, la preciosa nave va creciendo y tomando forma. El día que tapada con un paño blanco, después de dar una charla sobre ella y, comentar que ya ha llegado al final, procede a mostrar

el trabajo. A todos los pre-sentes les parece mentira ver hecho realidad, aunque sea a escala, el barco del Sello de su Concejo. Causa sorpre-sa y, los ingenieros de As-tilleros Luzuriaga, en 1978 se comprometen a partir de las notas y apuntes realizar un plano del navío con apa-rejo, en sección y con sus líneas de agua. Plano que se adjunta al trabajo de hoy co-mo compensación a tantas horas de trabajo y estudio

que hizo el bueno de D. Mi-guel Laburu, a los que en él creyeron y a los que aporta-ron su buen hacer plasmán-dolo en dibujo. Todo aque-llo, hoy es trabajo olvidado, como otros tantos similares que duermen en estanterías, fondos de cajones o rincones de bibliotecas que ya nadie visita.

No quiso dejar huérfano a otro lugar donde trabajó con empeño y, cosa extraña en un artista, hizo una réplica a distinta escala con destino a él, un Museo con el que colaboró en su fundación, el Untzi Museoa. El primer na-vío se exhibe en la Sociedad de Oceanografía de Guipúz-coa conocida por Aquarium. Ambos Museos distan me-nos de sesenta metros y am-bos se consideran hermana-dos, aunque muchos tengan sus dudas, se complementan y coinciden con las primeras letras de este artículo en bo-ca de Benedetti.

Llegó el bautizo del navío y con él, el ponerle la ban-dera. Para este acto tan sen-cillo se discutió más que pa-ra todo el trabajo anterior. Motivo; el de siempre, pa-ra unos en aquella época, la bandera era un distintivo del puerto de donde procedía,

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del país bajo el que navega-ba, de la compañía armado-ra, para otros es algo que se usa para diferenciar distintas procedencias, algo así como son las camisetas de futbol, para el resto la Síndone de Turín, con el debido respe-to, era menos valiosa que la bandera de su pueblo. Los menos, pensaron que los vascos habíamos vivido muy bien sin saber cual era nues-tra bandera durante cientos de años; igual éramos los únicos del mundo que no te-níamos bandera y por eso nunca discutíamos.

D. Miguel, cortó las dis-cusiones. Pondré la de Na-varra. ¿Y cuál era la de Na-varra antes del 1297?. No importa, será la que lleva la esmeralda de Miramamolín con sus ocho brazos y sus correspondientes lazos entre ellos a modo de cadenas, la de Sancho VII; así se quedó zanjada la cuestión.

A pesar de todo este traba-jo, del que en prensa se hizo una buena difusión, nunca conseguimos que el Ayunta-miento de la Villa dejase de usar en su sello un barco que a pesar de investigaciones, nunca figura quién o quiénes lo cambiaron por un navío más propio de la época de la Compañía de Caracas. Todo queda en un misterio a re-solver, esperamos paciente-mente que la Historia ponga a las cosas en su sitio.

De todos modos, como las habas las cuecen en todos los sitios donde los políticos menean el cazo, la villa de Paris, la ciudad de la luz, des-de su primer sello con nave vikinga, mucho más simple que la de SS, la han cambia-do según el color de quien reine o mande la friolera de 23 veces. He tenido la opor-tunidad de ver todos sus se-llos mientras escribía este ar-tículo y puedo afirmar que

más de una vez lo cambiaron por una nave mercante de tres puentes, por un navío de línea, para terminar en el actual sello que guarda algu-na similitud con el primero, pero está lleno de laureles, cintas y demás florituras.

En San Sebastián, el actual escudo o sello municipal tam-bién se ha visto influenciado por las modas del marketing y el minimalismo. Hoy que abunda el lifting y la liposuc-ción en nuestra cultura, estos también nos han llegado a

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los distintivos heráldicos; por eso, algunas representacio-nes del escudo actual tiene ya tantas florituras artísticas que ya no los conoce ni su pa-dre, de seguir por este cami-no dentro de unos años todo

quedará reducido a cuatro o cinco rayas mal trazadas que, ¡Vaya Vd. a saber qué signifi-can o qué le quieren contar!. Nunca por principio, un es-cudo o sello heráldico, debe-ría verse reducido a un vulgar

logotipo. Nadie en su sano juicio admitiría que abrevia-sen su nombre o le llamasen por el apodo familiar cuan-do de él hacen una presenta-ción o cuando firma un do-cumento.

Es posible que estos se-llos, de tan poderosa fuer-za documental, hayan quedado relegados a sim-ples piezas, siempre muy respetables, de museo o de archivo. Yo he visto recientemente en el Mu-seo de la marina de Pa-rís unas reproducciones, muy bien hechas por cier-to, de los sellos de Fuen-terrabía y San Sebastián. Bien podrían sus respec-tivos ayuntamientos resu-citarlos, podríamos decir, llevando sus estampas, tales como eran, a sus ac-tuales cuños, pues darían gracia y solera a los docu-mentos en que los estam-paran. Ciriquiaín Gaizta-rro 1954.

Con estas palabras termina M. Ciriquiaín Gaiztarro su pu-blicación en el Boletín de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País (Pág.70) su trabajo sobre «Las represen-taciones gráficas de las em-barcaciones del litoral vasco». Año 1954.

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