Cuentos de Animales Interior
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Coedicin Latinoamricana
CUENTOS
DE ANIMALES
FANTASTICOS
PARA NIOS
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COEDICION LATINOAMERICANA:
TTULOS PUBLICADOS1- CUENTOS, MITOS Y LEYENDAS PARA NIOS
DE AMERICA LATINA.2- CUENTOS PICARESCOS PARA NIOS
DE AMERICA LATINA.3- CUENTOS DEDESPANTOS Y APARECIDOS
PARA NINOS DE AMERICA LATINA.4- CUENTOS Y LEYENDAS DE AMOR PARA NIOS.5- CUENTOS DE ANIMALES FANTASTICOS
PARA NIOS.
COORDINACION:
CIDCLI,Centro de Informacin y Desarrollo de la Comunicacin y la LiteraturaInfantiles
DIRECCION:
PATRICIA VAN RHIJN
EDICION:
ROSANELA ALVAREZ
DISEO:
MARIA FIGUEROA
ISBN 978-9945-442-54-0 DERECHOS RESERVADOS, 1984:
EDITORA MELHORAMENTOS BRASIL; BABEL LIBROS, COLOMBIA;CIDCLI, MXICO; EDITORIAL PIEDRA SANTA, GUATEMALA;
EDICIONES PEISA, PERU; LOM EDICIONES, CHILE;MAGE NTA EDICION ES, VENE ZUEL A; ANAM, NICARAGUAPrimera Reimpresin en Repblica Dominicana, Agosto del 2008
Impreso en Republica Dominicana por Editora Taller C X A
Todos los derechos reservados
AIQU E GR UP O EDIT OR , AR GE NT INA,EDICIONES TALLER, REPBLICA DOMINICANA
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COEDICIN LATINOAMRICANA
CUENTOS
DE ANIMALES
FANTASTICOSPARA NIOS
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INDICE
PROLOGO 9
1. BRASIL
La Boitat 11
2. COLOMBIAEl hombre caimn 21
3. ECUADORLas guacamayas 31
4. GUATEMALAEl caballito de siete colores 41
5. MEXICOEl murcilago 53
6. NICARAGUA
El lagarto de oro 597. PERU
El Amaru 67
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8. PUERTO RICO
El pjaro Inriri,fabricante de mujeres 77
9. REPUBLICA DOMINICANALa novia del pececito 87
10. VENEZUELABlanca y el Salvaje 99
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a historia y el desarrollo humanos, siempre han estadoligados a los animales. Algunas veces temidos, otrasvenerados, los animales son parte significativa en la vida
del hombre.De esta estrecha convivencia, surge el caudal de narraciones
que recrean y enriquecen la visin sobre estos seres. Los animaleshan tornado vida en la literatura: en las fbulas ensean la moraly el comportamiento social. Asimismo, son numerosos losejemplos literarios sobre animales nacidos de la imaginacin yfantasa humanas: frecuentemente, existen animales fantsticosque estn relacionados con leyendas que hablan de los orgenes;tambin, es muy comn que estos seres extraordinarios estnrelacionados con experiencias amorosas. A veces, los animales seconvierten en fuerzas de la naturaleza que ayudan o perjudican
al hombre; en ocasiones, existe la posibilidad de que un serhumano quede, momentnea o permanentemente, transformadoen un animal de gran fuerza y poder.
En esta recopilacin de cuentos latinoamericanos, los protago-nistas son animales fantsticos surgidos de la tradicin literariapopular.
PROLOGO
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LABOITATA
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BRASIL
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PRESENTACION
GLOSARIO
Ilustrador: Alcy Linares
La leyenda de La Boitataparece en varias versiones, con pequeas
variaciones en la narrativa y en el nombre, a lo largo del territorio bra-
sileo: Baitato en el norte y en el noreste; Boitat, Bitat, Batat y
Baitat, en el sur. Sin embargo, es siempre una entidad protectora de
los campos y de los pastos naturales.
La presente narracin est basada en las versiones del sur del pas,
ms precisamente en la de la provincia de Ro Grande del Sur. Fue
seleccionada y adaptada por Mitsue Morissawa. La traduccin al espa-
ol estuvo a cargo de Jos Sorribas Colomer.
Tero-tero: pjaro de la floresta brasilea. Tambin llamado quero-
quero.
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sto fu hace muchos aos. En el tiempo en queno existan mquinas, los animales andabanlibres en los bosques o en los campos, y los
indios eran ms numerosos que los hombres blancos.Haba tanta tierra disponible que era posible trasladar-se de un lugar a otro sin problemas.
Haba una tribu buscando un nuevo lugar para esta-blecerse. Fueron muchos das de andanza hasta llegara una planicie extensa, con tierra, rboles y agua encantidad. Una gran alegra invadi a todos. Los nioscorran por la pradera detrs de pequeos herbvoros, ydespus iban a contarles a los ms viejos cuentos devenados, jabales y monos que haban visto en el bosque.La noche fue llegando despacito, mientras las muje-res preparaban la comida y los hombres conversabansobre el trabajo del da siguiente. Los ms jvenes pre-paraban los instrumentos de caza. Por lo dems, todofue como en un da de mudanza.
Antes de acostarse, el ms viejo de los hombres dijocon orgullo:
_Para preparar la tierra que habremos de plantar,vamos a quemar primero toda la maleza. Haremos unincendio tan grande que el humo ocultar al sol.
Y se acomod en la hamaca para dormir. Despusdel tiempo normal de sueo, abri los ojos. Estaba todo
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muy oscuro, cosa que le extra. Ni un haz de luz!"Debe ser muy temprano todava; quiz slo son misganas de que amanezca pronto", pens. Y se acost
nuevamente. Pero las horas pasaban lentamente, hastadar fastidio, y el sol no apareca. Un nio coment quelos grillos no cantaban, que no haba viento ni roco.
La oscuridad y el silencio fueron dejando a todos conmiedo. Slo el murmullo de los indios y el canto deltero-tero de vez en cuando se escuchaban. Pero no eraun canto normal, insistan las mujeres. Haba en l unapizca de angustia, que rpidamente sintieron como un
mal presagio.De repente, una luz atraves el cielo. Inicialmentefue muy suave. Antes de que los hombres comenzaran afestejar, apareci una claridad mayor a la de un rayo,haciendo el verde de los rboles parecer ms blancoque la leche y cegando, por instantes, los ojos de todoslos seres vivientes. Todos despertaron: lagartos,vboras, grillos, pjaros, plantas y hasta el viento,pero con un alboroto de pnico y terror. Despus la luz
fue disminuyendo, hasta que fue posible ver que el solhaba aparecido y la noche acabado.
Viendo que la calma volva y que los hombres junta-ban los utensilios para el trabajo, el indio ms viejoreuni a la tribu y cont:
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_Lo que vimos antes de que apareciera el sol fue laBoitat. Ella vino para avisarnos que no debemosquemar el campo.
_Y qu es la Boitat? pregunt ansioso uno delos nios.El viejo se puso a contar la historia que haba escu-
chado de sus abuelos:_Hace mucho tiempo, hubo una gran inundacin.Todos los animales, despus de huir hacia los lugares
ms altos, intentando salvarse, fueron tragados por lasaguas. No hubo cueva o rama de rbol que escapara.
Las aguas cubrieron todo, como si quisieran lavar el pisodel mundo. Ni la boiguaz, la vbora grande quedorma, pudo continuar su sueo. Pero, como era unanimal que viva en el agua tanto como en la tierra,sali nadando tranquilamente. Cuando las aguascomenzaron a bajar, se vio a todos los animalesmuertos. La boiguaz empez a devorar los restos delos animales. Pero solamente los ojos, nada ms. Y cuan-
to ms bajaban las aguas, ms animales aparecan parasatisfacer su gula. Sin pelos ni plumas, sin escamas nicscara, su cuerpo fue volvindose transparente e ilu-minado. Cada ojo que la boiguaz coma era una luce-cita que se prenda dentro de ella. De este modo, des-pus de haber comido tantos y tantos, la boiguaz se
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transform enuna claridad que serpenteaba por el piso. Los primerosque la vieron no la reconocieron. Enseguida le dieron el
nombre de Boitat, vbora de fuego. La boiguaz mu-ri, porque los ojos que haba comido no la alimenta-ron, slo la iluminaron. Pero la luz que estaba dentrode ella se escap y sali por ah, sin rumbo fijo, asustan-do a las personas y persiguiendo a los desprevenidos.Esa luz es la Boitat que, por su gula, fue condenada avigilar para siempre los campos vrgenes contra los quequieren incendiarlos. Y ella slo aparece en el verano,como una bola de fuego, corriendo por los camposde un lado para otro, sin descanso, sin quemar las plan-tas ni los rboles, sin calentar el agua de los ros ni delos lagos. En el invierno titira de fro, se mete en unacueva y descansa.
_Entonces tendremos que abandonar este lugar?_pregunt un joven._No ser necesario _afirmo el viejo. _ Slo que no
podremos prender fuego para limpiar el campo yplantarlo. Ser mucho ms trabajo, pero vamos a obte-ner un buen resultado.
_Y si la Boitat aparece de nuevo?, pregunt unode los chicos, para asegurarse que no haba ms pe-
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ligro._Les digo a todos, como me dijeron mis abuelos:
ella slo vendr para vigilarnos, para tener certeza de
nuestras buenas intenciones. Cuando la vean, bastarque cierren los ojos y aseguren la respiracin; qudenseinmviles hasta que sientan que ella se ha ido. De locontrario, la Boitat los perseguir y aturdir hastamatarlos.
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ELHOMBRE
CAIMAN
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COLOMBIA
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PRESENTACION
GLOSARIO
Ilustrador: Mnica Meira
El hombre caimnes una leyenda de la costa norte de Colombia en la
cual se inspir Sandro Romero Rey para escribir esta versin.
La popularsima cancin colombiana Se va el caimn, de Crescencio
Salcedo, tambin tiene su origen en este relato.
Sandro Romero Rey, guionista y crtico de cine y televisin, y direc-
tor de obras de teatro, vive en Cali. Fue ganador del Concurso
Nacional de Cuento 1978 con su obra Roma o para leer al revs.
Merengue: danza popular, conocida tambin en algunos pases del
Caribe.
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Este es el caimn, este es el caimn,
que dice toda la gente.
Este es el caimn, este es el caimn,
un caimn inteligente.
, mi amigo. Esta historia empez aqu mismo.Y el que es hoy el hombre caimn se sentabaall, donde est usted ahora dispuesto a tomar-
se un vaso de ron, un queso y, por ltimo, su plato dearroz con coco. Miraba siempre hacia la orilla opuestadel ro y cuando adivinaba la presencia de alguien alotro lado, apuraba su arroz y desapareca en el agua.
Que por qu haca todo esto? No se desespere, amigo,termine de tomarse su ron y escuche, que este cuentoapenas lo empiezo. Es una historia de amor, como todas,con la diferencia que el hombre sali mejor l ibra-do que cualquiera, a pesar de todas las adversidades.As que si va a pedir otro trago, hgalo de una vez, queyo aqu empiezo mi relato y no paro hasta el final.
Un hombre, alegre y despreocupado, viajaba conti-nuamente de Pinillos a Magangu vendiendo toda suer-
te de alimentos y frutas hermosas. A grandes voces y enmedio del jugueteo entre l y las gentes de por aqu, elhombre diverta a todos con sus historias absurdas decmo adquira los productos, hasta el punto de conven-cer a los compradores de que lo que se llevaban eranobjetos maravillosos.
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Una tarde, mientras anunciaba a gritos la venta deunas naranjas que, segn l, posean las esencias delamor eterno, descubri para su fortuna la presencia de
una bella mulata con el pelo recin enjuagado quecaminaba despreocupada. El hombre entabl conversa-cin con la muchacha y, rpidamente, ambos se vieronprofundamente atrados. Ella se llamaba Roque Lina yera la hija de un severo e inabordable comerciante dearroz. Sus hermanos, que jugaban el secreto papel devigilantes de los pasos de la muchacha, al darse cuenta
de que Roque Lina era atrada cada vez ms por lasfrases pomposas del hombre, dieron la voz de alarmaa su padre.
As pues, amigo, cuando el hombre apareci comode costumbre con sus alaridos y sus productos de otromundo, y se precipit feliz a saludar con canciones a suquerida Roque Lina, se encontr frente a la presenciapoco amable de su imposible suegro.
"Aqu el que vende soy yo", le dijo tajantemente elpadre. "Y mi hija no es arroz. As que puede irse con sumsica a otra parte, antes de que tengamos problemas.O yo no s!". Y sin agregar una palabra ms, tom aRoque Lina del brazo y la arrastr con l.
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Fue desde ese momento cuando el hombre empez avenir todos los das a esta tienda, a pedir el mismo ron,el mismo queso y el mismo arroz con coco, y a mirar
hacia el ro. Por qu? Rpidamente lo fui entendiendo:aqu los hombres se baan en esta orilla. Hacia la mitadde la corriente hay un remolino, y al otro lado sebaan las mujeres. Asimismo, aqu la gente va a la nece-sidad en el agua y se cobra un centavo por todo.
Qu pasaba? Pues nada ms que el hombre se habapuesto de acuerdo con Roque Lina para que cuandoella fuera a baarse, l atravesara el ro a nado y fuera
a visitarla. Usted estar preguntando cmo hara elhombre para atravesar aquel remolino, que a primeravista se adivina no apto para seres humanos. Pues aques donde reside el secreto de la historia. El hombre ter-minaba de comerse el arroz, se meta al agua y, poco apoco, su cuerpo se iba corrugando, sus brazos seencogan en pequeas patitas, sus piernas se unan enuna agitada cola y cada uno de los granitos de arroz
que se haba comido se iban transformando en una hile-ra de dientes filossimos, hasta quedar convertido en unexpertsimo caimn nadador.
As el hombre caimn atravesaba gilmente el remo-lino y, luego de violentos chapoteos, lograba llegarhasta donde Roque Lina, quien ansiosa lo esperaba para
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ir a descubrir con l las profundidades secretas del ro.El hombre vena aqu a diario, beba y coma su eter-
na racin y se lanzaba en su viaje reptil donde su amada
Roque Lina. Esta visita permanente fue poniendoalerta a todos los pescadores de la zona.Una maana, uno de los hermanos de Roque Lina
alcanz a percibir la cola desenfrenada del hombrecaimn rompiendo el remolino, y de inmediato dio lavoz de alarma.
Todos los pescadores de Magangu se dieron a la cazadel caimn. Pero cualquier esfuerzo era intil.Mientras ms obstinados eran los hombres tratando de
aniquilar al animal, ms gil se volva el hombre parallegar hasta la orilla de Roque Lina.
Tmese el otro roncito, amigo, que esta historia ya seprecipita a su final y tiene que prepararse para lo quesigue. Me va siguiendo?
El pap de Roque Lina, hombre ostentoso y sedientode fabricarse su propio orgullo, ubic con exactitud elsitio por donde el caimn sola nadar y organiz un cerco
para atraparlo.Una maana, un buen nmero de pescadores nave-garon afanosamente por estos parajes, buscando sindescanso al caimn, comandados por el padre de RoqueLina. Mientras esto suceda, el hombre de nuestrahistoria, sentado all donde usted est, termin su ron,
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su queso y su arroz y se fue de aqu. Hacia dnde ibasi todos lo buscaban? Luego lo supe: el muy vivo se echoal agua mientras todos estaban en su bsqueda, nad
agitadamente hasta el barco del pap de Roque Lina y,de una, se devor todo el arroz que encontr. Acto segui-do, busc a su amada que dormitaba en el muelle.Suavemente la acomod sobre su espalda y, sin desper-tarla, se alej con Roque Lina en silencio. Nunca volvia saberse de ellos. Pero, desde ese da, todos loshombres de por aqu esconden temprano a sus mujeresy se apuran a comerse todo el arroz que tengan en laolla, antes de que el hombre caimn venga y haga de
saparecer mujer y granos.Este es ms o menos el cuento, amigo. Lo bueno es
que por aqu, desde esos das, se canta un merengueque dice:
Esta maana, temprano,
cuando bien me fui a baar,
vi un caimn muy singular
con cara de ser humano.
Ya se da cuenta por qu es. Lo nico que no puedobrindarle, amigo, es su plato de arroz con coco. Por dosdas, no s por qu, ha estado escaso por aqu.Pero. . . no quiere que le cuente otra historia?
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LASGUACAMAYAS
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ECUADOR
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PRESENTACION
GLOSARIO
Ilustrador: Mariana Kuonqui
Cuento de la tradicin oral ecuatoriana, de la regin austral del
pas (provincias del Caar y del Azuay), recogido por Monseor
Federico Gonzlez Surez quien fuera Arzobispo de Quito y notable
historiador nacional. Federico Gonzlez Surez, en su Historia del
Ecuador, volumen I, cap. XII: "La nacin de los Caaris", Editorial de
la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1969.
Versin final de Francisco Delgado Santos, escritor y editor ecuatoria-
no, presidente de la Fundacin Ecuatoriana para el Libro Infantil y Ju-
venil, FELIJ. Ha ganado premios nacionales de cuento para nios, y lti-
mamente public su ensayo Ecuador y su literatura infantil (Quito, 1984).
Huacay-n: voz quichua que significa camino del llanto.
Caaris: nacin indgena pre-incsica, caracterizada por su bravura.
Azuay: provincia del sur del Ecuador. Tiene por capital a Cuenca,
la tercera ciudad del pas.
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e pronto empez a llover torrencialmentesobre aquella frti l regin poblada porguerreros bravos y mujeres hacendosas que
cultivaban el maz, modelaban el barro y adoraban alos rboles, los osos y la luna.
Mientras el agua inundaba los caminos y las semente-ras, los atemorizados habitantes se refugiaron en sus casasy elevaron plegarias a los dioses para aplacar su ira.
nicamente dos jvenes hermanos, Ucumari y Cushiyuc,prefirieron abandonar la aldea y ascender a las altas
cimas de la cordillera. Tras una lucha tenaz contrala furia del agua y de los rayos, lograron coronar lacumbre de una montaa llamada Huacay-n. El dilu-vio lo arras todo y slo los dos hermanos pudieron sal-varse, pues a medida que el nivel de las aguas suba, lamontaa se elevaba tambin, sin llegar a ser cubierta.
Despus de varios das, nadie sabe exactamentecuntos fueron, la tormenta ces y un nuevo dios, el
Sol, mostr su faz radiante sobre el corazn de la ane-gada tierra.
El nivel de las aguas empez a descender y los doshermanos retornaron al sitio en donde haban vividocon su pueblo.
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D
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No hallaron piedra sobre piedra. Todo era desola-cin. Padres, parientes, amigos y vecinos haban muer-to. Y qu de los animales y sembros? Nada quedaba
de aquella floreciente aldea..._ Ucumari, hermano de mi corazn, estamos solosen el mundo! exclam Cushiyuc.
_ As lo habrn querido los dioses -respondiUcumari-. Dmosles gracias por habernos salvado yconstruyamos una cabaa para defendernos de lasinclemencias del tiempo.
Tomando algunas ramas de los rboles que haban
sido arrancados de raz, construyeron una elementalvivienda, un par de catres y una mesa. Al trmino de sutrabajo, el hambre los torturaba, por lo que decidieronsalir a buscar alimento en los valles vecinos. Mas heaqu que todo esfuerzo fue vano y debieron contentarsecon ingerir unos cuantos yerbajos que les entreg latierra.
Regresaron tristes, exnimes, desconsolados. Pero alingresar a su cabaa, vieron algo que los maravill:
_ Por todos los dioses, Cushiyuc! Dime que no meengaan los sentidos! Ves tambin t lo que yo veo?
Cushiyuc no acert a contestar. Una gran variedadde ricas y humeantes viandas haban sido dispuestassobre la rstica mesa, invitndolos con su aroma a que
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las consumiesen. Los dos hermanos se precipitaronsobre los alimentos y les falt boca para devorarlos.
_Quin habr podido trarnoslos? -dijeron.
Ser posible que alguien ms se haya salvado deldiluvio?
_ Dnde se esconde, entonces?_ Y dnde consigui los alimentos?_ Ser que, nuevamente, los dioses nos protegen?Ninguna de estas preguntas pudo ser contestada y, al
da siguiente, con el corazn aureolado por una secretaesperanza, los dos hermanos salieron otra vez a buscar
alimento. Mas al no haber hallado nada, emprendieronel regreso._ Mira, Ucumari! La mesa est servida! _grit
Cushiyuc.En efecto, el prodigio se haba repetido y torn a repe-
tirse durante los das sucesivos, al cabo de los cuales,los sorprendidos hermanos decidieron averiguar quinles favoreca de tan singular manera. Para ello, convi-
nieron en ocultarse tras los catres y observar lo que ensu ausencia suceda.No haban transcurrido sino las primeras horas de la
maana, cuando fuertes aleteos precedieron al ingresode dos enormes guacamayas con rostro de mujer. Suplumaje era vistoso, semejante a un abanico tornasol, y
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en la cola, largusima, predominaban el rojo, el azul, elverde y el amarillo.
_ De modo que son ellas las que nos atienden tan
exquisitamente!, -dijeron a do los ocultos jvenes.Y agregaron:_ Qu bellas son!_ al tiempo que salan de su escon-
dite.Pero entonces las aves, asustadas, soltaron los ali-
mentos que portaban y trataron de escapar. . . sin con-seguirlo.
_ Al ser atrapadas, un nuevo portento se obr ante
los ojos de los cada vez ms admirados jvenes: lasguacamayas se convirtieron en hermossimas donce-llas, a las que Ucumari y Cushiyuc tomaron por espo-sas.
De estos matrimonios nacieron muchos hijos quedieron origen a la nacin de los Caaris, pobladores legen-darios de la provincia del Azuay.
Desde entonces, las guacamayas fueron objeto degran veneracin por parte de ese pueblo.
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ELCABALLITO
DE SIETECOLORES
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GUATEMALA
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PRESENTACION
GLOSARIO
Es un cuento de la tradicin oral guatemalteca, de los que llaman
cuentos maravillosos.
El autor de esta versin, Hctor Felipe Cruz Corro, naci en San Lu-
cas Tolimn, municipio del departamento de Solol, en Guatemala,
en el ao 1952. Es maestro de Educacin Primaria, compositor, licen-
ciado en Ciencias Jurdicas y Sociales. Premiado en certmenes de lite-
ratura a nivel nacional y centroamericano. Cofundador y presidente
del grupo potico "El SERENO" de la ciudad de Antigua Guatemala.
Entre sus publicaciones figuran: Poemas para declamar, Talleres de li-
teratura infantil y Talleres de canciones infantiles, en los que tiene una
experiencia de 12 aos. Actualmente en impresin: Los cuentos de Ha-
dazul y Luca. Cartas al Muequito de Trapo. Poesa para nios.
Chichicaste: arbusto silvestre, especie de ortiga, espinoso, de tallo
fibroso que se utiliza para hacer cordeles.Ocote:
especie de pino muy resinoso, cuya madera, hecha
rajas, sirve para hacer fuego rpidamente.Alcaravn:Ave zancuda de unos 60 centmetros de altura, de cuello
muy largo y cola pequea.
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l pie de la montaa, estaba la granja de donIsidro. Era una granja limpia, grande y prs-pera. Sus hortalizas eran las mejores de la regin
y los agricultores de los alrededores lo visitabancon frecuencia para que l les revelara sus secretos.
Una noche, don Isidro y sus tires hijos escucharon untropel de caballos retozando entre las hortalizas.Encendieron sus linternas, se colgaron al hombro las esco-petas y salieron a ver qu pasaba. Tremendo susto sellevaron, cuando se dieron cuenta que eran unos caba-llos de todos colores! Les apuntaron para dispararles.
Pero, como eran caballos encantados, las balas se vol-vieron humo en el espacio. Al or los disparos, los caba-llos abandonaron las hortalizas, habindolas daadomucho, y se fugaron sin dejar rastro siquiera, como sien vez de caminar, volaran.
Cuando amaneci, don Isidro y sus hijos fueron a versus hortalizas, ponindose todos muy tristes al verlasmachucadas. Resembraron y don Isidro le orden al hijo
mayor, que se llamaba Juan, cuidar las siembras duran-te la noche. Juan obedeci. Pero, entonces, se apo-der de l un sueo profundo y se durmi. A la maanasiguiente, las hortalizas estaban maltrechas de nuevo.
Cuando don Isidro se dio cuenta, reprendi severa-mente a su hijo:
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_ Eres un intil. Un bueno para nada..._ No fue mi culpa, padre. Llego a m un suave olor
a flores nocturnas y me venci un sueo extrao _ le
contest._ Ahora te quedars velando t _le orden al de
en medio, que se llamaba Carlos._ Muy bien, padre_ le contest ste.Pero, como pas en la noche anterior, se esparci por
toda la granja un olor semejante al que despiden lasflores de un rbol llamado Galn de Noche, y Carlos sedurmi. Llegaron los caballos y dejaron las hortalizas
hechas trizas.La furia de don Isidro, cuando vio sus siembrasarrancadas, fue incontenible. Rega a Carlos:
_ Tambin t, eres un holgazn _ le dijo._ No fue mi culpa, padre. Mientras velaba, lleg un
olor dulce y delicado. Luego, un sueo profundo hizopresa de m.
_ Ahora te quedars velando t - le dijo a Jos, el
ms pequeo de sus tres hijos._ Muy bien, padre mo. Respondi ste.Jos, que era muy listo, ide un plan para no dormir-
se: sorprender a los caballos y de ser posible capturar aalguno. Colg una hamaca entre dos naranjos, la llencon hojas de chichicaste y se recost. Cuando lleg
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aquel olor suave y penetrante, empez a bostezar, peroel escozor que le causaba el roce con las hojas delchichicaste, era tan fuerte, que pudo vencer el sueo.
Rascndose estaba, cuando entr a las hortalizas eltropel de caballos de todos colores. Jos se qued admi-rado al ver lo maravillosos que eran. Pero, como l eramuy listo, cogi una soga, y en un decir, Jess!, laz alcaballo ms hermoso. Pareca como si el arco iris se hubie-se retratado en l.
El caballo relinchaba y haca grandes esfuerzos porzafarse, pero no pudo, pues la soga tena atada unacrucita de ocote que lo fue calmando, hasta dejarlomanso como una palomita de castilla. Los otro s caba-llos, al ver que su rey haba sido atrapado, huyerondespavoridamente.
Cuando el caballito de siete colores se vio imposibili-tado, le propuso a Jos un trato:
Sultame y te dar lo que quieras._ No puedo. Eres un pcaro y, como tal, debes dar
cuenta a mi padre de tus fechoras.
_ Sultame y pondr las hortalizas mejor que antes.Adems, te socorrer en cualquier peligro que te
encuentres._ Para creerte, arregla primero las hortalizas._ Est bien. Observa y escucha:
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Piedras blancas, piedras lisas,
ojos del alcaravn
aqu se levantarn
las mejores hortalizas.En el acto, all crecieron las ms hermosas verduras
ante el estupor de Jos, quien finalmente se atrevi adecir:
_ Veo que s posees poderes mgicos. Te soltar por-que un caballo tan hermoso como t, no debe ser pri-sionero. Pero promteme que nunca ms molestars lashortalizas de mi padre.
_ Te lo prometo.Jos lo solt y el caballito se perdi como un globo de
colores que se lleva el viento.A las cinco de la maana, don Isidro y sus dos hijos
fu er on a ver las hortalizas y se asombraron de encon-trarlas ms hermosas que antes.
_ Ya ven_ les dijo don Isidro_,mi hijo ms pequeoes un valiente. Y corri a abrazarlo.
A los dos hermanos mayores les entr envidia y deci-dieron abandonar la casa de su padre. Se fueron por uncamino desconocido. . . Don Isidro se enfermo de lapura tristeza y Jos tuvo que salir a buscarlos. Cuandoellos lo vieron venir, lo cogieron de las manos y los piesy lo echaron en un pozo profundo. Con toda seguri-
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dad se hubiera muerto, pero l se acord del caballitode siete colores y lo llam. El caballito acudi en el mismoinstante y lo salv. Entonces Jos corri de nuevo
para alcanzar a sus hermanos; stos al verlo, se miraronlas caras, incrdulos, pues no comprendan cmo habasalido del pozo.
Hermanitos, nuestro padre est enfermo por vuestraausencia _ les dijo.
_Qu nos importa!_ le contestaron ellos. Ya tienesu hijo chiquito que le sirva en todo.
Se fueron montaa adentro, mientras Jos siguindo-les los pasos, les suplicaba que volvieran.
Luego que pasaron el ojo de agua, leyeron un realdecreto clavado en el tronco de un guarumo, quedeca:
"QUIEN GANE MAANA LA ARGOLLA DE OROEN LA CARRERA DE CINTAS A CABALLO, SECASARA CON LA PRINCESA". Hay que decir deuna vez, que el hoyito de aquella argolla era como lacabeza de un alfiler y grandes caballeros la haban inten-
tado ganar sin xito.Los hermanos envidiosos decidieron hacer la prue-ba. Tomaron a Jos como su criado y lo pusieron abaar y a adornar los caballos.
Al da siguiente, los hermanos Juan y Carlos monta-ron sus caballos, y le ordenaron:
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-Cuando regresemos, queremos de almuerzo chuletasy papas fritas, bien doraditas.
_ No podra ir a espiar la carrera yo, hermanitos?
_No! _ le ordenaron_y, carcajendose, partieron.Jos estaba tan tris te que no tena ganas de nada.En eso se acord de su amigo, el caballito de siete colo-
res, y lo llam. Al instante aqul acudi:_ En qu puedo servirte? - le pregunt._Quiero participar contigo en la carrera de cintas y
ganar la argolla, para casarme con la princesa _ lecontest Jos.
_Con mucho gusto_ le dijo el caballito, y salieronrumbo al palacio.Ya todos los cabal leros haban pasado, sin llevarse la
argolla de la princesa. En eso, el anunciador dijo:_Que pase el ltimo!Y la gente enmudeci al ver pasar al caballito de
siete colores con cascos de plata, montura de ter-ciopelo y un jinete vestido de oro y seda que se llev laargolla, dejando en el ambiente un aroma exquisito.
_Ese es mi yerno! _ grit el rey desde el palco real,y la princesa se ruboriz.
Minutos despus, Jos se present al palacio con laargolla; y al da siguiente, se efectu la ceremonia de laboda en la Capilla Mayor del Palacio. Jos mand a lla-
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mar a sus dos hermanos, los perdon, y les rog quefueran por su padre para vivir en el Palacio Real. Y elcaballito de siete colores desapareci, como por en-
canto...
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ELMURCIELAGO
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MEXICO
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PRESENTACION
GLOSARIO
Ilustrador: Mara Figueroa
Andrs Henestrosa nace en Ixhuatn, Oaxaca, en 1906. En sus relatos,
Henestrosa recrea la cultura indgena de su tierra natal: la tradicin
zapoteca.
El murcilago cuenta el origen y la metamorfosis de este animal: la
serie de sucesos que lo convirtieron en el animal nocturno que hoy cono-
cemos.
El murcilago pertenece al libro de relatos titulado Los hombres que
dispers la danza, escrito en 1929.
Chuparrosa: pjaro pequeo que se alimenta del nctar de las flores.
Colibr. chupamirto, chupaflor o chupamiel.
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as mariposas que hoy vemos, ingrvidas, que sepueden posar en las flores, en la superficie delas aguas y hasta en las trmulas ramas del
aire, no son otra cosa que una fracasada imagen de loque el murcilago fue en otro tiempo: el ave ms bellade la creacin. Pero no siempre fue as: cuando la luz yla sombra echaron a andar, era como ahora lo conoce-mos y se llamaba biguidibela: biguidi, mariposa, y bela,carne: mariposa en carne, es decir, desnuda. Lams fea y ms desventurada de todas las criaturas eraentonces el murcilago. Y un da, acosado por el fro,
subi al cielo y dijo a Dios:_ Me muero de fro. Necesito de plumas.Y como Dios, aunque no cesa de trabajar, no vuelve
las manos a tareas ya cumplidas, no tena ninguna plu-ma. As fue que le dijo que volviera a la tierra y suplica-ra en su nombre una pluma a todas las aves. PorqueDios da siempre ms de lo que se le pide. Y el murcila-go, vuelto a la tierra, recurri a aquellos pjaros de ms
vistoso plumaje. La pluma verde del cuello de los loros,la azul de la paloma azul, la blanca de la paloma blan-ca, la tornasol de la chuparrosa, su ms prxima ima-gen actual; todas las tuvo el murcilago. Y orgullosovolaba sobre las sienes de la maana, y las otras aves,refrenando el vuelo, se detenan para admirarlo. Y
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haba una emocin nueva, plstica, sobre la tierra. A lacada de la tarde, volando con el viento del poniente,coloraba el horizonte. Y una vez, viniendo de ms all
de las nubes, cre el arco iris, como un eco de su vuelo.Sentado en las ramas de los rboles abra alternativa-mente las alas, sacudindolas en un temblor quealegraba el aire. Todas las aves comenzaron a sentir en-vidia de l; y el odio se volvi unnime, como un da lofue la admiracin.
Otro da subi al cielo una bandada de pjaros, elcolibr adelante. Dios oy su queja. El murcilago se
burlaba de ellos; adems, con una pluma menospadecan fro. Y ellos mismos trajeron el mensaje celes-tial en que se llamaba al murcilago. Cuando estuvo encasa de all arriba, Dios le hizo repetir los ademanesque de aquel modo haban ofendido a sus compaeros;y agitando las alas se qued otra vez desnudo. Se diceque todo un da llovieron plumas del cielo.
Y desde entonces slo vuela en los atardeceres en r-pidos giros, cazando plumas imaginarias. Y no se de-tiene, para que nadie advierta su fealdad.
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ELLAGARTODE ORO
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NICARAGUA
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PRESENTACION
Ilustrador: Roger Prez de la Rocha
Este cuento, que pertenece a la tradicin oral de Nicaragua, fue reco-
gido por Gladis Miranda en Chontales, cabecera del departamento de
Juigalpa, y forma parte del Muestrario del folklore nicaragense, pre-
parado por Pablo Antonio Cuadra y Francisco Prez Estrada (Mana-
gua, Banco de Amrica, 1978, 460 pp.).
El Muestrario de folklore nicaragense es un verdadero manual que
rene los ms genuinos ejemplos de literatura, magia, fiestas, cos-
tumbres, juegos y otras manifestaciones de la sabidura popular de
Nicaragua.
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ace muchos, pero muchos aos, lleg aChontales un noble caballero francs llama-do don Flix Francisco de Valois. Encantado
de los paisajes que rodeaban la hacienda Hato Grande,situada a cuatro leguas de juigalpa, decidi comprarla.En ese entonces, viva en juigalpa una joven muy lindaque se llamaba Chepita Vital. Un da don Francisco seencontr con la Chepita, se enamoraron y a los pocosmeses contrajeron matrimonio. Despus de algunosaos tuvieron una nia a la que bautizaron con elnombre de Juana Mara.
Sintindose muy enfermo, don Francisco dispuso ha-cer un viaje a Guatemala para curarse. Antes de irse,recomend a su administrador que se hiciera cargo dela hacienda y de su familia. Pas el tiempo y don Fran-cisco no volva. Todos los pobladores de la comarca co-menzaron a preguntar a los viajeros por l, hasta queun da alguien dijo que el pobre seor haba muertoantes de llegar a Guatemala. Doa Chepita se enferm
de tristeza y muri a los pocos aos dejando su testa-mento enterrado en un lugar que nadie conoca. JuanaMara fue creciendo y creciendo hasta que se hizo seo-rita. La muchachita ignoraba que el administrador,que se llamaba Fermn Ferrari, se haba robado todoslos bienes que le pertenecan.
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Como era muy malo y ambicioso, el tal Ferrari pensque mientras la joven existiera, l no podra aduearsede la hacienda. Pens y pens, y por fin se le ocurri
enloquecer a la muchacha. Comenz a decirle que enla hacienda asustaban y que salan fantasmas. Le con-taba cuentos tan horribles que al poco tiempo la JuanaMara se puso loca. Gritaba, cantaba y bailabamientras deca: "Viva la condesa de Valois". Despusde varios meses de haber perdido la razn, muri. To-dos los de la comarca afirmaban que la haba matadoFerrari.
Como no haba herederos, el bandido comenz avender todas las propiedades y con el dinero que reco-gi se fue del pas. Pocos das despus un caminantetrajo la noticia de que unos bandoleros lo haban mata-do en el camino.
Como los vecinos le tenan cario a la Juana Mara, lellevaban flores a su tumba. La sepultura quedaba en elcerro de Hato Grande, al borde de una laguna, y las per-
sonas que la visitaban aprovechaban la oportunidad parabaarse. Una maana casi se mueren del susto, porque vie-ron un enorme lagarto dorado que con los rayos del solbrillaba y brillaba. Corrieron al pueblo para contar lo quehaban visto, pero les fue imposible.
Un paseante que crea mucho en la Virgen, subi al
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cerro un da de tantos y le ofreci a la Virgen de laAsuncin una corona de oro y un altar de la cola del la-garto, si le ayudaba a cazarlo. Tir su lazo y lo cogi de
la cabeza, pero cuando lo tena en sus manos, dijo:"Qu me importa la Virgen". Apenitas dijo esto, el la-garto se le escap y se sumergi en el fondo de la lagu-na. Desde entonces, todos buscan el lagarto de oro parahacerse ricos, pero ste no ha vuelto a salir jams y di-cen los campesinos que es el nima de la Juana Maracuidando sus bienes.
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ELAMARU
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PERU
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PRESENTACION
GLOSARIO
Ilustrador: Lorenzo Osores
El Amaru es un mito ancestral y muy extendido en el Per, con diversi-dad de versiones regionales, incluso con distintos nombres como el dePanki, en la amazona peruana. El personaje es una divinidad rela-
cionada con las profundidades, el agua y la fertilidad.La presente versin de Danilo Snchez Lihn recrea una tradicin
existente en la zona de Huancayo, pero ha tomado en cuenta tambinotras versiones.
Ichu: (Botnica: Calamagrostis rgida).Los indios llaman as a distintas gramneas que crecen enmanojos espaciados de aproximadamente 40 cm en lossuelos terrosos o pedregosos de las punas andinas. Se utilizapara alimentar a los auqunidos y para cubrir los techos delas viviendas.
Qantu o Cantuta:Arbusto quiz originario del Altiplano, que seencuentra silvestre en las cimas de las vertientes occidentales
de los Andes del Sur. Los Incas admiraron su flor de colorrojo e introdujeron su cultivo en los pueblos dominados lla-mndola "Flor del Inca".
Puquial:(Vocablo de origen quechua: Puquio)Manantial, fuente; y, por extensin, el lugar donde seencuentra.
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ubo un tiempo en que sobre la tierra se aba-ti una gran sequa. Y como si todo estuvieracondenado a desaparecer, no qued ni rastro
del ichu que crece en los altos pajonales. Perecieronplantas y yerbas de colinas y bajos, y hasta los lquenesy musgos que se entretejen en las piedras se extin-guieron bajo el sol implacable.
Los campos se cuarteaban de sed y en el lecho de an-tiguos ros y estanques se abran grietas y extendan lla-nuras polvorientas. Las piedras se caldeaban sin rbo-les que les dieran sombra, y, sobre la tierra parda, de
guijarros menudos y cortantes, silbaba el viento.An la flor de qantu, la nica que resiste y florece enla aridez y el esto, sinti cmo se marchitaban sus pta-los, luego sus hojas y despus cmo iban consumindosesus races. De ella slo permaneca una rama con un ca-pullo intacto, que poco a poco brot entre unos tallosretorcidos.
Al abrirse la flor mir a lo lejos la montana sagrada
y resistindose a morir fue transformando sus ptalos enalas, su corola en pecho, las espinas de su tallo en plu-mas cordales y del estambre amarillo-azul-rojo sobresa-li la fina cabeza de un picaflor, que agitndose sedesprendi dificultosamente de la planta que atrsqued calcinada.
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Un breve instante revolote en el aire caliente y con-virtiendo su debilidad en fuerza enrumb hacia lo altoen direccin a la cordillera. Lleg hasta el borde de la
laguna de Wacracocha que se incrusta en la roca msdura y la borde sin atreverse a beber, ni siquiera asobrevolar sus aguas que se extienden quietas en uncuenco plateado.
Despus de contemplar sus aguas insondables volhacia la cumbre del Waitapallana, el cerro ms altoentre una cadena de moles encrespadas, de hondos pre-cipicios jams alcanzados por el halcn, el cndor o el
guila.Casi exhausto, el picaflor se pos en su cima heladapor el viento. Con el corazn sangrante y con el alientofinal que an le quedaba, suplic a la montaa:
_ Padre Waitapallana. A ti te adoramos y a ti te pe-dimos, porque en tu entraa hemos sido engendrados.Escchanos! Por la tierra siente ternura! Apidate yslvanos de la sequa.
Dicho esto se desplom y un haz de plumas qued es-
parcido en la roca intocada, manchndose de rojo.El Waitapallana sinti una profunda congoja que se
uni a la afliccin que senta de ver la tierra estril y de-vastada. Reconoci en el picaflor el perfume de la ama-da flor de qantu, que siempre florece adornando su
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atuendo sagrado y engalanando los das que dura sufiesta.
Tanto fue su dolor y tan hondos sus latidos que dos
lgrimas de dursima roca resbalaron por sus mejillas y,cayendo desde lo alto por sus hondos precipicios, llega-ron hasta las aguas de Wacracocha que se abrieron ha-ciendo retumbar el universo.
El estruendo, la congoja y las lgrimas del Waita-pallana llegaron hasta el fondo del lago y despertaronal poderoso Amaru, que duerme enroscado en las pro-fundidades, a lo largo de la cordillera, y cuya cabeza des-cansa en el lecho de la laguna encantada.
Lentamente se desperez. La tierra se movi conviolencia. Caan los cerros envueltos en polvo. Roda-ban con atronador ruido las peas.
El Amaru desliz suavemente su cabeza, mientras sedesenroscaba. Al principio slo un leve temblor se per-cibi en la superficie del lago, luego un bamboleo enlas orillas translcidas y pronto un oleaje crecido queestremeci el granito, alzndose despus una turbulen-
cia de espumas y aguas agitadas.Por el centro del lago apareci el divino Amaru, ser-piente alada con cabeza de llama y cola de pez sin tiem-po, de ojos cristalinos y de un fulgor transparente, dehocico rojizo y prpados perfectos, con dos breves alasque se mueven a lo largo de su cuerpo.
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Hundi y levant la cabeza de lana blanca y bermejaque cubre su cuello, su frente y sus orejas, y pase su mi-rada inocente en un extrao encuentro entre el da de
afuera y la noche de adentro.Con sinuosos movimientos se elev en el aire ondu-lando estruendosamente su cuerpo inviolable.
El sol al verlo se turba, reverberan confusos sus rayosen el espacio infinito. El amarillo de su faz inclementese vuelve violeta-granate-negro. Su cabeza de fuego ysus ojos flameantes estallan en ira.
Y diez mil rubicundos guerreros, de mentones conbarbas plateadas, ataviados de yelmos, corazas y es-puelas, cabalgando en corceles briosos, se lanzan acombatirlo.
El Amaru al verlos venir sale a su encuentro elevn-dose imponente. Moviendo la cola acomete con empujedemoledor desorganizando los haces de fuego. Un re-molino de espanto los envuelve cubriendo la bveda delcielo.
Una andanada de rayos, un estallido de escudos y
lanzas que se quiebran se oye en los contornos. Se ob-servan fulgores y escuchan estrpitos. El Amaru ondulasu cuerpo gil en el viento.
La lucha es feroz e incierta!
Del hocico agitado del Amaru se desprende la niebla
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que se enreda en las cumbres de los cerros y se deshilaentre las peas.
Del movimiento de sus alas se precipitan las lluvias
que van cayendo gota a gota y luego en torrentes.De su cola de pez se desgaja el granizo en bolas re-
dondas y transparentes que golpetean y resbalanpor las laderas.
Fuegos dorados y brillos de plata desprende su cuer-po ardoroso y del reflejo que deja nace el lento arco iris.
As vuelve a correr el agua cuando la vida parece ex-tinguida, cae la lluvia y alumbran los ojos de los ma-
nantiales. Reverdece la yerba y son llenadas las quebra-das, los arroyos y puquiales. Se suavizan las praderasy se llenan los cauces de los ros.
Nuestros antepasados piensan que en las escamas re-lumbrantes del Amaru estn inscritos todos los signos,los asuntos, los paisajes y presentidas todas las flores, eldiminuto roco y las cataratas impetuosas; todas lasletras, todos los nmeros y todas las claves, las canastasllenas o vacas, como los atades lentos. En ellas estntrazados todos los caminos, como erigidas y borradastodas las ciudades; habitan todos los plpitos y todos losdesalientos. De all nacen realidades y sueos.
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ELPAJARO INRIRI,
FABRICANTE
DE MUJERES
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PUERTO RICO
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PRESENTACION
GLOSARIO
Ilustrador: Jos A. Pelez
Recreacin libre de mitos tanos, segn la recopilacin que llev a
cabo Fray Ramn Pan, por mandato del Almirante Cristbal Coln.
El adaptador, Jess Tom, es poeta, estudioso de la historia de los
indios tanos y, particularmente, de su mitologa. Hace aos codirigi,
en la Universidad de Puerto Rico (Ro Piedras), un seminario sobre
transculturacin en la poca de la conquista.
Boho: casa o choza en que vivan los indios.
Conuco: campo de labranza de los indios.
Bejuco: planta larga y flexible que puede usarse para atar o colgarcosas.
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or qu se les ocurrira a los hermanos Caraca-racol averiguar lo que contena la calabaza col-gante del viejo Yaya?
No se imaginaban la catstrofe que iban a ocasionar.Pero ser mejor que comencemos por el principio.Los hermanos Caracaracol eran cuatro, y gemelos,
hijos de Itiba Tahubaba, que muri de parto cuandoles dio a luz.
El mote de Caracaracol se los haban puesto en la tribuporque, como indica esa palabra india, haban nacido conla piel muy spera y rugosa.
El ms listo de los cuatro se llamaba Deminn. De losotros, la historia no ha conservado los nombres.Y sucedi que, yendo los cuatro de camino, llegaron
al boho de un hombre tan viejo que pareca haber vivi-do siempre. Todos le decan Yaya, que significa "el queno tiene nombre", porque era tan viejo que hasta lmismo se haba olvidado de cmo se llamaba.
Cuando llegaron los cuatro hermanos, Yaya haba
salido a trabajar en su conuco._Qu guardar en su boho nuestro abuelo msviejo?
Esto lo pregunt uno de los hermanos Caracaracol._ Lo mejor es entrar y averiguarlo _ dijo Deminn,
que era el ms decidido.
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Y, al entrar, lo primero que les llam la atencin fueuna gran calabaza que Yaya haba colgado del techo deun bejuco.
_ Qu tendr dentro esa calabaza? _ esto lo pre-gunt otro de los hermanos Caracaracol._ Lo mejor es descolgarla y averiguarlo - dijo De-
minn, que era el ms atrevido.Descolgaron la calabaza y vieron que estaba llena de
peces._ Parecen sabrosos esos peces - esto lo dijo el ter-
cero de los hermanos Caracaracol._
Lo mejor es comerlos para averiguarlo
_
dijo De-minn, que era el ms osado.Y cuando estaban comiendo hasta hartarse, sintieron
que Yaya volva de su trabajo. Los cuatro hermanosCaracaracol se asustaron, quisieron colgar a toda prisala calabaza, y; con el apuro, no acertaron a colgarla ensu sitio. La calabaza cay en la tierra y se rompi.
Y ahora viene lo ms terrible de la historia.De la calabaza rota sali tanta y tanta agua que
cubri toda la tierra. Fue un verdadero diluvio.Muy poca gente se salv. Y lo peor de todo fue que
todos los que se salvaron eran hombres. No haba queda-do ni una sola mujer.
Los hombres vivan desconsolados.
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_ Como vamos a tener hijos que puedan heredarnossi no tenemos mujeres?
Y un da, cuando los hombres estaban lavndose en
el ro, bajo la lluvia, v ieron que entre las ramas de algu-nos rboles se deslizaban unas figuras que tenan formade mujer.
Los hombres se pusieron muy contentos al verlas, yquisieron atraparlas. Pero eran tan resbaladizas, que seles escapaban de entre las manos como si fueran an-guilas o algodn de niebla.
_Qu podemos hacer? _ se preguntaban llenos de
desesperacin.Y, de repente, se acordaron de los hermanos Caraca-racol, que tambin se haban salvado del diluvio y quecon sus manos speras y rugosas podran atraparlas.
Aunque los hermanos consiguieron sujetarlas, todosse llevaron una gran desilusin, porque aquellas figurasen forma de mujer no tenan sexo. No eran mujeresverdaderas.
_Y qu podemos hacer ahora? _ volvieron a pre-
guntar los hombres_. Cmo lograremos que sean mu-jeres de verdad?
Y de pronto, se acordaron del pjaro Inriri, hijo deCahubaba, es decir, del pjaro que canta al amanecer.
Inriri viva escondido y nunca se dejaba ver, porque
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haba nacido con un pico diferente al de todos los otrospjaros. Su pico era desproporcionado, demasiadogrande para su cuerpo, y apenas le dejaba volar.
Cuando los hombres lograron sacar a Inriri de su es-condite, fueron atando las figuras en forma de mujer,de pies y manos, al tronco de una palmera, y le dijeronal pjaro que las picara all donde las mujeres de ver-dad tienen el sexo.
Y fue de este modo como volvieron a existir las muje-res sobre la Tierra.
Desde entonces, Inriri, el pjaro fabricante de muje-
res, no volvi a ocultarse. Sus descendientes ya notienen el pico tan largo, pero se sienten orgullosos de loque hizo su antepasado. Y, para recordrselo siempre alos hombres, se pasan la vida picando los troncos de losrboles.
Por eso los llamamos pjaros carpinteros.
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LANOVIA
DEL PECECITO
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REPUBLICA DOMINICANA
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PRESENTACION
GLOSARIO
Ilustrador: Cndido Bid
Cuento de la tradicin oral dominicana, de la regin centro-sur del
pas (San Jos de Ocoa).
En 1927, Manuel Jos Andrade dirigi una investigacin en la Re-
pblica Dominicana con el patrocinio de la American Folklore Society.
El resultado de esta investigacin fue el volumen Folklore de la Re-
pblica Dominicana, publicado en ingls en 1930 y luego en espaol
por la Universidad de Santo Domingo en el ao de 1948, de donde
se ha tomado este cuento.
Versin final de William Daro Meja, profesor, cuentista y escritor.
Naci en San Jos de Ocoa, en 1950. Ha ganado premios y publicado
su primer volumen de cuentosEl taladro del tiempo, Taller, 1984.
Aingotarse: agacharse.
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lanca despert temprano esa maana. Tenaque hacer la faena de todos los das: barrer lacasa y los patios, ir al arroyo a lavar, cargar
agua, cocinar y fregar los trastos.Haca mucho tiempo que Blanca llevaba esta vida
tan fatigosa. Su madre muri cuando ella tena dosaos. Su padre se cas de nuevo y la trajo a v ivir con sunueva esposa. sta, desde el principio, maltrat a la ni-a sin piedad. Y ms tarde se sinti furiosa porque suprimera hija no era tan hermosa como la hermana.Ahora Blanca cumpla diecisis aos, y la tristeza se
reflejaba en sus ojos amortecidos, al escuchar el cantode los pjaros silvestres._Blanca!_ llam la madrastra._Mande, seora. . . respondi Blanca._Si acab de barrer, vaya al arroyo por agua._S, seora.La joven baj la cabeza humildemente y se fue al
arroyo. Al llegar se aingot en la orilla del charco y
llen su lata. Las pequeas ondas que se formaban enel agua la hicieron distraerse. Su mirada se enturbi yrodaron dos lgrimas. Pero, de repente,hubo un movi-miento brusco y algo plateado cruz el charco veloz-mente. Blanca bot el agua, y esper. . . De nuevo sehizo el movimiento y la muchacha meti el bidn de
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golpe. Al sacarlo descubri que adentro haba un pez.Este era un verdadero hallazgo, pues en ese arroyo nun-
ca vivieron peces. Lo atrap con ambas manos, pero
colete y estuvo a punto de resbalrsele. Ella lo apretcon fuerza y entonces, jadeante, el pez habl:
_Por qu no me dejas en libertad, muchacha?_Cmo! exclam Blanca _.Hablas? Quin eres?_ Antes, yo no era pez _ empez a decir_, pero por
una razn que no tiene caso contar ahora, qued con-vertido en lo que ves. Fui muy alegre y siempre procu-raba que los dems tambin lo fueran. Mira, porejemplo, ya he visto que eres muy triste, y me hubieragustado hacerte feliz. Te han dicho que eres muy linda?
Blanca, que an no haba escuchado hablar deamor, se ruboriz, y, medio temblorosa, dijo:
_No. No me lo han dicho._Pues yo te lo digo. Te pareces a la flor que existe en la
profundidad, all adonde slo yo puedo entrarMe sueltas?_ S_dijo Blanca. Pero. . . Te ver de nuevo?Cuando quieras _respondi el pez_. Slo tienes
que llegar, y cantar as: "Aqu estoy, Juino mo; Juinomo, estoy aqu".
Entonces la muchacha ech el pez en el charco y ste
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se empin e hizo maromas y galanteos. Luego, se escon-di tras la chorrera. Blanca sonri y suspir. Enseguidatom el agua y subi hacia la casa.
_Por qu tardaste tanto?- pregunt la madrastra._Es que es queY la madrastra, con los ojos como dos llamaradas, le
rega y la abofete.Pero al otro da, Blanca se levant ms temprano y
fue al arroyo._Pensaste en m?_ le pregunt el pez._S mucho. Y t?
_No hice otra cosa.Blanca enrojeci y mir los ojos del pececito. Y sin
saber cmo, en sus labios sinti el primer beso de amor._Qu has hecho?- dijo la muchacha, muy sorprendida._Lo que hacen todos los novios_Novios?_S, novios. Es muy hermoso.Slo atin a soltar al pececito y, an nerviosa, se
apresur a llevar el agua. Y, como la vez anterior, lamadrastra le pregunt:
Qu te pas, condenada?_Es que. . . seora, el arroyo se est secando y hay que
ir ms arriba a buscar el agua.
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_Adems de malcriada, te ests poniendo mentiro-sa? _ dijo frentica la madrastra.
Blanca empez a llorar y la madrastra le peg de
nuevo, hasta el cansancio.A pesar de todo, las tardanzas de la muchacha se re-
pitieron. La madrastra lo comunic al padre y ambosacordaron investigar la causa de tales demoras. Y unamaana enviaron al ms pequeo de los hermanos paraque la siguiera.
Y ella lleg a la orilla del charco y cant primorosa-mente:
_Aqu estoy, Juino mo; Juino mo, estoy aqu.El pececito sali a la superficie, y se inici el dilogo
de siempre, lleno de promesas y juramentos de amor.Despus, con el rostro radiante, Blanca vio a su noviosumergirse en el agua, y le cant:
_Ay, adis te doy, Juino mo; Juino mo, adis te doy.El nio, tan sorprendido como asustado, corri a
contar la nueva a sus padres. Entonces, la madrastra
ide un plan malvado.Habl con la madrina de la muchacha, para que la
invitara a pasarse el domingo en su casa. Blanca quisorehusar, pero la madrastra se mostr muy complacida,y dijo que s, que a la ahijada le encantara. Y Blanca
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acept. Era la primera vez que saldra de paseo. Peroantes fue al arroyo a comunicrselo al novio. Y ambosestuvieron muy contentos.
Al medioda, baj la familia al ar royo, y el primeroen cantar fue el padre:
_Aqu estoy, Juino mo; Juino mo, estoy aqu .Pero el pececito no sali. Y cantaron la madrastra y
tres de los hermanos de Blanca. Y nada. Entonces, elms pequeo se acerc a la orilla y su voz se oy tierna,muy tierna:
_Aqu estoy, Juino mo; Juino mo, estoy aqu .
Y el pez sal i a la super ficie ms alegre que nunca,momento que aprovech la madrastra para arrebatarel machete al marido, y lanzar un golpe sobre el inde-fenso pececito. Luego, otro y otro. Y, cuando el charcose tranquiliz, el pez haba desaparecido. Algunas esca-mas flotaron en el agua, y la mujer ri satisfecha. Losdems bajaron la cabeza entristecidos.
Cuando Blanca regres en la tarde, la madrastra le
orden ir por agua al arroyo. La muchacha corri cues-ta abajo; desde antes de llegar, cantaba su meloda:
_ Aqu estoy Juino moi; Juino mo, estoy aqu.Pero el pececito no apareci. Blanca cant de nuevo,
y tampoco sali. Entonces, se meti en el agua, y cuan-
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do ya se hunda, su voz son casi ahogada por el llanto:_ Ay!, adis te doy, Juino mo; Juino mo, adis tedoy.
Y desapareci en lo ms hondo del charco.Arriba en la casa, con la demora, se impacient la
familia y baj en busca de Blanca. Y lo que vieron to-dos, les dej boquiabiertos:
En la orilla, hallaron el bidn vaco, y en el charco,dos pececitos plateados hicieron maromas y se escon-dieron tras la chorrera.
Desde entonces, se ve a la madrastra acechando los
movimientos del charco. El marido la abandon y sellev los hijos. Y ella, enloquecida, machetea y mache-tea las entraas del arroyo.
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SALVAJE
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PRESENTACION
GLOSARIO
Ilustrador: Dieter Grossberg
Blanca y el Salvaje fue escrito por Vernica Uribe y Carmen Diana
Dearden, integrantes del equipo editor de Ediciones Ekar-Banco del
Libro. Este cuento est basado en varios relatos de casos o sucedidos re-
cogidos por Santos Erminy Arismendi en diversas regiones de Vene-
zuela, y publicados en su libro Huellas folklricas.
Coral: (Micrurus isozonus,), serpiente venenosa comn en toda Ve-
nezuela. Puede medir hasta 110 centmetros y tiene anillos
negros, rojos y blancos en el cuerpo.
Bucare: rbol de la familia Leguminosae. Mide hasta 20 metros de
alto y echa unas flores grandes de color anaranjado intenso.
Vajear: atontar, hipnotizar. La gente del campo dice que la serpien-
te tragavenado, antes de estrangular a sus vctimas, las vajea
con su aliento.
Tragavenado: (Boa constrictor), serpiente que alcanza poco ms de
tres metros de largo. No es venenosa y se alimenta de roedo-
res y otros animales, a los cuales estrangula antes de
engullirlos.
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lanca tena el pelo crespo y los ojos entre verdesy amarillos. Era linda, pero extraa. Andabasiempre como distrada y casi nunca hablaba.
Ni siquiera aquel da en que la abuela llev a Blanca ya todos los muchachos a baarse al Pozo de las Corales,all en el monte.
Los muchachos iban delante preparando con suscuchillos las horquetas para matar las corales quesiempre aparecan cerca del pozo. Las nias les seguanhacindoles fiesta. Atrs iba Blanca oyendo los ruidosdel monte: los chirridos, los quejidos, las hojas susu-rrando. De vez en cuando, se detena y volteaba porquepareca que alguien la segua. Unos ojos, una voz, unasombra entre las hojas reverberando con el sol de lamaana.
_Vamos, nia_ gritaba la abuela apurndola.Pero Blanca fue la ltima en llegar al pozo, la ltima
en sacarse la ropa y la ltima en saltar al agua oscura yrumorosa. Y todava all, en medio del pozo, le parecasentir que alguien la miraba, que alguien la llamaba
desde los rboles altos._Es que en el monte sale el Salvaje, que hechiza alas nias bonitas_ decan las muchachas del pueblo.
Y Blanca, acur rucada en una piedra donde caa elsol, con el pelo lleno de gotitas brillantes, vea ojos de
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tigre y patas de venado cruzando sin ruido por entre elmatorral.
En eso, un viento caliente sopl y algo se le enred en
el cabello. Se levant asustada y de su pelo crespo cayuna flor de bucare. Mir hacia arriba. La alta copa delrbol, lleno de flores rojas, se meca con el viento. Nadams
Blanca no regres nunca ms al pozo, ni volvi aentrar en el monte.
_Vamos, chica, vamos a baarnos- le decan lasmuchachas.
_Vamos, nia_ insista la abuela. Pero Blancamova suavemente la cabeza y se quedaba sola en la ca-sa silenciosa.
_Es que le tiene miedo al Salvaje- se burlaban las mucha-chas.
_No, no le tengo miedo- respondi Blanca un da,pero nadie la oy.
As pas el tiempo.
Por las tardes, Blanca sala al corredor. Se sentabaen la mecedora de la abuela y miraba a lo lejos, msall del ro, donde comienza el monte tupido. Y con elvaivn de la mecedora y el fresco pegndole en la cara,recordaba el claroscuro del monte y oa otra vez loschirridos y los quejidos y los susurros. Y si apretaba los
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ojos y respiraba cortito, le pareca tambin que alguienmuy fuerte la elevaba por los troncos, arriba, hasta lasramas ms finas desde donde vea el ro y el pueblo y su
casa, todo lejano y chiquito._Qu le pasa a esta muchacha que est comoida? pregunt la abuela una tarde mirando a Blancaque se meca sonriendo.
_Nada, qu le va a pasar?... Son cosas de la edadrespondi la madre.
_Y no ser que el Salvaje la est vajeando? Porquedicen que vajea a las muchachas igualito que una tra-gavenado. Y cuando estn bien bobas, las carga en suespalda greuda y se las lleva al monte.
_Son cosas de la gente. Nadie ha visto al Salvaje._ Pues alguien lo habr visto alguna vez, porque di-
cen que es peludo como un oso, mitad mono y mitadhombre, con ojos de tigre y patas de venado.
Y una tarde, un da despus de haber cumplidoquince aos, cuando ya se haba puesto el sol, Blancadesapareci. Nadie supo qu paso. No se sinti ruido,
ni voces, ni quejidos. Dice la gente que la abuela tenarazn. Que el Salvaje lleg silencioso, con pisadas de es-puma, que se la ech a la espalda, cruz el ro cami-nando sobre las aguas y se meti en el monte hasta lacasa en los rboles que haba construido para Blanca.Que all le da de comer frutas y semillas, que le adorna
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el pelo con flores y que le lame incesantemente las plan-tas de los pies.
Y nadie sabe si Blanca no regresa porque est dbil y
asustada o porque no quiere bajar del rbol embrujadodel Salvaje.
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El programa de Coedicin Latinoamericana de Libros para Ni-os, promovido por el Centro Regional para el Fomento del Li-bro de Amrica Latina y el Caribe, CERLALC, y con el con-curso financiero del Fondo International para la Promocin dela Cultura y la Divisin de Fomento del Libro y de los Inter-cambios Culturales Internacionales de la UNESCO, agrupa aeditoriales privadas y estatales de los pases latinoamericanos,
con el fin de difundir la literatura infantil propia de nuestro en-torno y de hacer ms asequibles los libros, por medio del siste-ma de coedicin que permite repartir entre todos los participantes los altoscostos de la produccin editorial y obtener un producto de altacalidad a bajo precio.
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