CVX Magis. Lo que más nos conduzca al fin para el que fuimos creados

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  • 1. David Martnez Mendizbal Coordinador de la publicacin Ma. Esther Bonilla Correccin de estilo Clara Keys Diseo editorialPublicacin del Programa de Formacin para Laicos y Laicas en Amrica Latina y El Caribe. Noviembre del 2010.

2. AGRADECIMIENTOSEn los trabajos de ndole comunitario es complicado resaltar la participacin de algunas personas; sin embargo, extendemos un reconocimiento a las y los profesores del Magis que han puesto sus ideas y sus afectos al servicio de la formacin laical yal Centro Ignaciano de Formacin Humanista de la Universidad Iberoamericana Len, por su apoyo durante todo el proceso de la tercera generacin del Magis. En particular queremos agradecer a Jos Luis Caravias, S.J., Franklin Ibez y Mauricio Lpez su trabajo en la dictaminacin de los trabajos que les correspondieron. Tambin a Clara Keys por el diseo del libro y a Mara Esther Bonilla por la correccin de estilo de los ensayos. 3. NDICEIntroduccin7Cuando el t y el yo se hicieron nosotros rika Zrate Baca y Danilo Barragn Galarza13Con el libro en las manos, los pies en el barro y el corazn abierto January N. Gmez V.43Aprender a nacer desde el dolor Sofa Montaez55Profesin y fe: mi experiencia Gloria L. Servn Barrios75Por qu soy laico? Denis Coronado Pineda89El amor y el servicio como proyecto laical de vida Palmiro Pvel Gonzlez105La encclica Caritas in veritate y el desarrollo econmico en nuestro tiempo: hay convergencias? Vctor Roca Buiza117 4. El compromiso poltico-social como punto de encuentro entre creyentes y no creyentes Clara Keys Alonso de Florida139Los laicos y su necesidad de formacin Luzmila Galvn Huaman149Liberndome para amar y servir Margoth Paguay Guacho165El matrimonio: una opcin para crecer juntos en el amor de Dios Sol Beatriz Bedoya de Palacio183Sexualidad y espiritualidad Gloria Mara Soto Marn195El espritu de Dios en el amor de la pareja Boris Araujo221Noviazgo y vida en pareja, una alianza de amor Mauricio Jess Centeno Snchez241 5. INTRODUCCIN 6. Pocos meses despus del asesinato brutal de sus seis hermanos jesuitas y de dos trabajadoras, ocurrido en noviembre de 1989 en El Salvador, Jon Sobrino, S.J. concedi una entrevista a la televisin espaola. Sobre una pregunta expresa de la entrevistadora al respecto de la vigencia de la Teologa de la Liberacin en Amrica Latina, el jesuita salvadoreo-espaol seal que le repateaba la descalificacin que se haca desde Europa sobre la falta de sistematicidad de tal produccin teolgica porque poda ser que nos faltara tiempo de reflexin, quiz no tengamos tantas bibliotecas y a lo mejor ni seamos tan inteligentes como all, pero no se puede afirmar que la liberacin es una moda que puede quedarse atrs. Daba en el clavo Jon Sobrino y sirva esta remembranza para colocar en el horizonte adecuado los esplndidos trabajos que a continuacin compartiremos. Puede que nos falte tiempo de reflexin o formacin teolgica ms sistemtica, pero de lo que no se puede dudar es de la necesidad en los laicos y las laicas de reflexionar, a la luz de la fe, la vida cotidiana. El extraordinario mundo del laicado es el lugar propio para encontrarnos con el Dios de la vida y maravillarnos de su obra. El punto de partida y de llegada en la construccin del Reino, para el laico y la laica, es la compleja interaccin entre dimensiones tan variadas como la familia y el trabajo; la sexualidad y la poltica; el ocio y la economa. La realidad cotidiana como lugar de encuentro con Dios. Las reflexiones que integran este libro son los trabajos finales de algunos y algunas de los participantes de la tercera generacin del programa 7. 10LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSde formacin Magis, promovido fundamentalmente por las Comunidades de Vida Cristiana (CVX) de Latinoamrica, apoyado permanentemente por el Consejo Ejecutivo Mundial (ExCo) de las CVX y con auxilio de la Compaa de Jess. Por estos das, este programa cumple trece aos de haberse gestado en Santiago de Chile, con base en una iniciativa de los Consejos Nacionales de las CVX y con el acompaamiento clido y exigente de Jose Luis Caravias, S.J. Hasta el momento ha habido tres generaciones de laicos y laicas, poco ms de 180 personas, que han puesto como tema de discernimiento sus propias vidas. En unos meses, en Bogot, Colombia, inicia la cuarta generacin. El esfuerzo ha sido, en muchos sentidos, comunitario. El financiamiento ha recado en las comunidades nacionales, particularmente las que han fungido como sedes de los encuentros intensivos y en las propias personas que han participado. Hemos recibido ayuda de Porticus, de la Compaa de Jess, del ExCo y de varias personas generosas que de a poco, hicieron mucho. Magis no es un curso, ni tampoco una serie de momentos puntuales y aislados. Es un programa hecho de etapas intensivas y extensivas, que busca dar al participante la oportunidad de integrar en su vida las cuatro dimensiones de la formacin ignaciana: la espiritual, la intelectual, la comunitaria y la apostlica. El proceso dura tres aos y medio, y abarca todos los espacios de la vida humana y de fe. El programa Magis busca profundizar en los fundamentos de la identidad cristiana desde la perspectiva de las CVX, esto es, refuerza el carisma ignaciano, que consiste en conocer, amar y seguir ms de cerca a Jesucristo y su Iglesia a fin de amar y servir mejor a los dems. La dimensin social de la fe y el compromiso con la justicia forman parte central de los contenidos, pues el talante propio de la espiritualidad ignaciana, el sentido apostlico, se encuentra en la base de la formacin. Cunto ha pasado en Amrica Latina durante estos aos del Magis? Hemos visto golpes de Estado frustrados, el carrusel de la pobreza sin lgica alguna, triunfos electorales que avivan la esperanza, retornos al poder de los grupos desplazados, movimientos sociales que reclaman 8. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOScon toda justicia el abatimiento de la desigualdad tnica, racial, sexual, cultural y econmica, el aumento an insuficiente de la presencia de las mujeres en los espacios de decisin, los organismos de la sociedad civil que testimonian la emergencia del poder ciudadano tan necesario en nuestros pases , el deterioro ambiental producido por un capitalismo enceguecido por la obtencin de ganancias, las migraciones dolorosas que se enfrentan a riesgos cada da mayores, la disputa por la vinculacin a travs de diversos tratados comerciales, polticos y econmicos que tienen detrs modelos de pases y formas de interrelacin humanas diferentes, en fin, los escenarios diversos donde se han movido nuestras vidas como laicos y laicas. La tercera generacin del Magis se reuni en 2007 en Asuncin, Paraguay; en 2008 en Lima, Per, y en 2009 en Buenos Aires, Argentina. Durante estos tres aos de convivencia humana, se abrieron espacios para compartir de forma muy profunda las vidas de decenas de personas que buscan de forma honesta seguir mejor a Jess, desde su opcin por la espiritualidad ignaciana. En estas vidas, como todas aquellas que se viven con intensidad, se han escrito pginas importantes. Divorcios, matrimonios, nacimientos, muertes, abandonos, graduaciones, reencuentros y ms, han formado parte del vaivn de nuestro Magis. La frase ms recurrente en las evaluaciones que se han hecho durante este tiempo es que el Magis ha sido pieza clave en mi vida. Quienes han experimentado el Magis son laicos y laicas que atienden sus ocupaciones familiares, estn ligados a un grupo de inspiracin ignaciana, generalmente las CVX y ejercen su profesin para vivir. Las edades oscilan entre los veinte y los setenta aos, aunque la media de edad se sita hacia los cuarenta. Muchos jvenes, ahora ya de edad madura, han visto fortalecida su vocacin laical y se encuentran al frente de proyectos de intervencin comunitaria, en un campo de lucha educativa o a favor de los derechos humanos. Desde esta condicin el Magis ha invitado a que laicos y laicas magistas arriesguen sus ideas y las plasmen en blanco y negro. No es tarea fcil arrancar varias horas al estudio, al descanso, al trabajo que nos da el11 9. 12LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSsustento o al cuidado de un hijo, para hacer los trabajos del Magis. Y ms cuando las religiosas, los jesuitas y los laicos y laicas que han formado parte del profesorado, nos animan a utilizar marcos conceptuales adecuados a la hora de pensar sobre los problemas de laicos y laicas. Pierre Bourdieu propone el trmino habitus para aludir a un conjunto de relaciones histricas depositadas en los cuerpos individuales bajo forma de esquemas mentales y corporales de percepcin, apreciacin y accin. El habitus es un mecanismo estructurante, principio generador de las estrategias que permiten a los agentes enfrentar situaciones diversas y operar desde dentro de los agentes. A hacer teologa sin sotana, nos ha dicho permanentemente Jos Luis Caravias. Habr que deconstruir el habitus con el que nos acercamos a analizar nuestros nodos existenciales. La teologa que se hace profesionalmente es necesaria, pero esto no sustituye los esfuerzos de laicos y laicas que con presupuestos vitales distintos hacen reflexiones teolgicas a partir de los problemas de la vida cotidiana. Y esto es precisamente lo que el lector y la lectora encontrarn en las siguientes pginas. Frente a sus ojos desfilarn distintos planteamientos sobre sexualidad, identidad laical, relaciones de pareja, tica de las profesiones, formacin y compromiso socio poltico. Lo importante es constatar que son diferentes dimensiones de la vocacin laical. No son pedazos de historias aisladas de las otras dimensiones existenciales, son formulaciones que enfatizan un eje discursivo, pero ligadas al resto del todo que le proporciona sentido de unidad. Se notarn diferencias conceptuales y perspectivas incluso contradictorias, pero tenemos ante nosotros y nosotras bsicamente a un grupo laical que con arrojo presenta sus reflexiones en el nimo de colaborar a la construccin de una Iglesia ms congruente, ms al servicio de las realidades de dolor e injusticia y ante todo, ms cercana a la que Jess desea en esta primera dcada del siglo XXI. David Martnez Mendizbal Coordinador General del Magis III. Guanajuato, Mxico. Noviembre de 2010. 10. CUANDO EL T Y EL YO SE HICIERON NOSOTROS rika Zrate Baca Danilo Barragn Galarza 11. Erika Zrate Baca Ecuatoriana. Estudi ingeniera comercial, est cursando un diplomado en gestin cultural. Actualmente coordina un programa de comercio justo en Pastoral Social Critas de Ecuador y adems colabora en el programa de liderazgo ignaciano de la Pontificia Universidad Catlica de Ecuador. Tiene 8 aos en CVX. Danilo Barragn Galarza Ecuatoriano. Licenciado en Relaciones Internacionales, es director del Servicio Ignaciano de Voluntariado (SIGVOL). Tiene 10 aos en CVX. 12. 1. Introduccin De su boca omos, de su vida aprendimos que quien no vive para servir no sirve para vivir. Leonardo Boff, Los sacramentos de la vida, 27-29 El desafo que la elaboracin de este ensayo ha significado es considerable, sin embargo, no se compara con la gratitud y la alegra que tambin ha hecho brotar en nosotros. Hemos buscado construir un texto testimonial, que rena nuestras experiencias, ideas y mociones sobre nuestra vida como cevequiana y cevequiano, tratando de bajar la fundamentacin teolgica a nuestras individualidades, pero tambin a nuestra vocacin de pareja, que nosotros la distinguimos como parte importante de nuestra identidad laical. La motivacin de realizar este trabajo en pareja es parte de esa vivencia. Las circunstancias de nuestra vida y el seguimiento, con aciertos y errores, con que hemos respondido al llamado de Jesucristo, nos han llevado a compartir experiencias profundas que marcaron esa vocacin: el voluntariado ignaciano, la comunidad local e incluso la vivencia del programa Magis son espacios que hemos vivido conjuntamente y sobre 13. 16LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSlos que siempre hemos dialogado, nos hemos acompaado y hemos interpelado nuestros puntos de vista. A partir de estos antecedentes, sentimos que poda ser un aporte significativo el redactar un ensayo que rena esa vivencia que se hace en la persona individual y a la vez en la comunidad que formamos como pareja laical en la CVX, en la Iglesia y hacia la sociedad. Nuestro compartir sobre esta identidad, moldeada por el carisma de la CVX, es precisamente el punto de partida. Es la manera que encontramos de describirnos, de ubicarnos; no slo desde nuestra particularidad como personas, sino como miembros de la Comunidad de Vida Cristiana. Una identidad que da un nuevo color a nuestra condicin de pareja, pues le abre a la dimensin de una vocacin laical claramente dirigida hacia el servicio, por y con la gente, como la realizacin de la existencia humana. A partir de los Principios Generales (PP GG) de la CVX, realizamos una descripcin de los elementos que componen esta vocacin que es nuestra. Luego de haber descrito lo que significa esta vocacin CVX para nosotros, en la dimensin de pareja, pasamos a reflexionar acerca del sentido de su misin. El en todo amar y servir resume la finalidad de la persona ignaciana, la mediacin por la que sta, sea laica o religiosa, descubre su realizacin como creatura, su felicidad. En tal sentido, se entiende que la concrecin de ese llamado al ...cambio de estructuras..., ...al estilo de vida sencillo... y a tantos otros matices con que la CVX caracteriza esta vocacin, tenga sus propios problemas y limitaciones, as como sus riquezas y retos, que al final terminan enriqueciendo y complementando al cuerpo eclesial. Por ltimo, sentimos que es necesario aclarar que la intencin de las mociones y reflexiones que compartimos en este ensayo no es la teorizacin o la instruccin, sino ms bien el debate y la discusin, la oracin y la interpelacin, frente al llamado que recibimos y en compaa con nuestra comunidad. Sentimos que al ser parte de esta comunidad laical nuestras impresiones no constituyen el todo, pero s un componente que puede aportar en su camino de servicio apostlico y seguimiento a Jesucristo. 14. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOS2. Nuestra identidad: el carisma de la CVX Nosotros reconocemos en la Comunidad de Vida Cristiana nuestra vocacin laical. Compartimos adems la manera en que comenz a entrar en nuestras vidas: a travs de la experiencia de voluntariado en realidades de marginacin, donde vimos y reconocimos la divinidad que hay en la humanidad, especialmente, cuando sta se presenta tan vulnerable como libre. As mismo, la hemos ido conociendo y descubriendo en compaa de nuestra comunidad local, como un mismo cuerpo, con una historia comn que se ha ido escribiendo en la frecuente convivencia. No obstante, tal vez el hecho de mayor fuerza es que compartimos un llamado cuyos caminos se juntan en la lucha por la dignidad de la persona y en la comprensin de que la defensa de la vida, en su integralidad, es el sentido ms profundo de la misin cristiana. Estas experiencias, externas e internas, son la carne en que para nosotros se ha ido materializando la espiritualidad de San Ignacio y, ms concretamente, el carisma de la CVX. Por esta razn, partimos de los Principios Generales (PP GG) de nuestra comunidad para ir encontrando esos vnculos que atan todas estas mltiples Gracias en cada una de nuestras vidas. Consideramos que el PG 4 nos ayuda mucho a abordar esta vinculacin, para lo cual queremos compartir las mociones que nos surgen a partir de su lectura y reflexin: Nuestra Comunidad est formada por cristianos hombres y mujeres, adultos y jvenes, de todas las condiciones sociales... Ser cristiana, ser mujer... Ser cristiana es la primera de las caractersticas que definen mi identidad. En palabras muy simples, que procuraremos ampliar a lo largo de este trabajo, ese Cristo no es ms que la encarnacin del ms profundo Amor de nuestro Dios, que nos ha sido dado (de maneras muy diversas) y que nos llama a darlo y multiplicarlo.17 15. 18LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSEn un segundo momento, la afirmacin ser cristiana me define como mujer, rasgo a partir del cual se han generado en m varias reflexiones y mociones: desde el auto reconocimiento, la aceptacin y el aprecio por mi feminidad, que han implicado la profundizacin y el afianzamiento de caractersticas propias pero no exclusivas de una mujer, as como el desprendimiento de otras impuestas o auto impuestas y que limitan mi crecimiento. Procura adems el reconocimiento de la marginacin que las mujeres han vivido o siguen viviendo por el hecho de ser mujeres; hasta los procesos de revalorizacin, inclusin y equilibrio no slo en la sociedad sino dentro de la Iglesia. El objetivo de esta identificacin no es el de buscar elementos diferenciadores para evidenciar superioridad, es simplemente un ejercicio de auto definicin y ubicacin que permite profundizar en mi integralidad para de esta manera proyectarme y complementarme con los y las dems. Ser cristiano, ser hombre... Ser cristiano para m es una identidad descubierta a travs de distintas experiencias de vida y que tuvo un punto de quiebre en el voluntariado con poblaciones indgenas, donde identifiqu un rostro humilde, marginado y empobrecido de Jess, pero que a la vez es profundamente humano, libre y misericordioso. El mismo que est presente hasta hoy en mi vida, enriquecido por otras personas e historias que encarnan el Amor de ese Dios liberador. Ser cristiano, a la vez, tambin define mi identidad como hombre. Una caracterstica que se convierte en un desafo ante el hecho de que el cristianismo ha sido por lo general etiquetado como una religin con mentalidad machista y que, aunque es muy triste, la Iglesia catlica ha cado de hecho en muchas posiciones que sustentan esta definicin. Por eso, ser un hombre y cristiano es para m un reto ante la experiencia de un Jesucristo incluyente y misericordioso, cercano a las personas marginadas, incluso por sus propios fieles, entre quie- 16. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSnes se encuentran mujeres muy cercanas a mi vida. Ante esto, ser un hombre en la Iglesia me exige aportar a la erradicacin de esas lgicas de discriminacin.Mujer y hombre, jvenes... Al momento en que escribimos este ensayo, tenemos 24 y 29 aos, nos consideramos jvenes, personas sujetas de derechos y deberes especficos. Sin embargo, ms all de las definiciones etreas o polticas, ser joven es una especificidad que tambin define nuestra identidad cristiana. En este punto resulta interesante mencionar que la concepcin que se tiene de la juventud responde a construcciones sociales y culturales, marcadas por la historia, los modos de vida, los sistemas econmicos y los imaginarios que se generan alrededor. Aqu incluimos una nocin de Adriana Soto: La imagen que en la actualidad se tiene de los [y las] jvenes hace de stos, sujetos sin proyecto y sin futuro, nihilistas que atraviesan la vida adoptando la violencia y el rencor. Delincuencia, drogadiccin, destruccin, irresponsabilidad, desesperanza, etc., son algunas de las palabras que en nuestra sociedad, acompaan y definen a la juventud1. Adriana Soto presenta estos estereotipos en contraposicin a los imaginarios que en otras pocas se mantenan sobre la juventud como smbolo de valor (guerreros), arte, continuidad, contracultura y cambio. Por momentos, el tiempo de la juventud es el de persona no-adulta, que hasta cierto punto define a los y las jvenes como seres incompletos y que deben entrar a un determinado camino para poder completarse. Esta idea se fortalece cuando en un sistema como el nuestro individual, racional, productivista quienes no pueden aportar para este fin social se consideran como no personas. 1Soto Martnez, Adriana. Caractersticas psicolgicas y sociales del adulto, 2001. http://www.google.com/search?ie=UTF-8&oe=UTF 8&sourceid=navclient&gfns=1&q=adriana+soto +%2B+caracter%C3%ADsticas+psicol%C3%B3gicas+y+sociales+del+adulto.19 17. 20LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSSi bien es en medio de este imaginario, por cierto bastante generalizado, en donde se define nuestra identidad joven; tambin encontramos otros acercamientos que lo complementan. Por un lado, est el comprender que la vivencia de la juventud al contrario de la adolescencia, se centra en proceso sociales, de interrelaciones, de retos y de descubrimientos. De ah que se tomen como rasgos caractersticos de este tiempo la vivacidad y la fuerza, la creatividad y el entusiasmo, que desembocan en mltiples concreciones. Por otro lado, se encuentra tambin la nocin de que ste no es un no ser, es ms bien un momento histrico-social en el que somos y vivimos. Sentimos que este proceso histrico-social, en lo concreto, puede definirse en lo que Jess Corella entiende como La edad del deseo2 en referencia al Itinerario Espiritual de Ignacio: La edad del despertar del corazn, del dejarse enamorar por alguien. El terreno de los ideales, si se quiere. Esto es lo que comprendemos como nuestra juventud: este tiempo de salir, de encontrar, de probar, de aprender, de equivocarse, de enamorarse y, con base en ese amor, fundamentar el resto del camino, aunque el ideal inicial vaya transformndose por la fuerza de ese mismo amor. Un camino que no lo hacemos solos, sino que se alimenta de la interrelacin con los y las dems, de la reflexin y la asimilacin de esos encuentros y desencuentros. Un aprendizaje personal en el que el voluntariado ignaciano ha tenido un rol protagnico. ...que desean seguir ms de cerca a Jesucristo y trabajar con l en la construccin del Reino...En nuestra experiencia, el descubrimiento de ese deseo por el seguimiento a Jesucristo nace del descubrimiento de su causa primera: la persona de Jess. Luego una formacin religiosa tradicional, que no termin de enraizar en nosotros esa imagen del Dios que castiga o del Dios 2Corella, Jess. Itinerario Espiritual de San Ignacio de Loyola. Formato digital. 18. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSetreo y todopoderoso, tuvimos la suerte de encontrar en los rostros de la gente al Dios de la vida y de la liberacin: humanizado, misericordioso y creador. A travs de testimonios de gente que vive situaciones difciles que atentan contra su vida, pero que en esa misma realidad hacen visible toda la profundidad de su riqueza. As como por medio de los testimonios de gente que, por vocacin, acompaan a quienes sufren esta marginacin, pero que en conjunto son testigos de Jesucristo y anticipan lo que en nuestra experiencia personal se ha ido delineando como el Reino. Esta certeza en la vocacin cristiana es una invitacin a conocer, amar y seguir a Jesucristo. Tres pasos que exigen una entrega integral hacia ese amor. Lo que significa no slo un entendimiento intelectual ni un seguimiento fundamentalista ni una experiencia romntica. No es una interpretacin de estos verbos llevada al extremo y en total desarticulacin. La vocacin cristiana demanda un entrelazamiento profundo entre los tres; unin que, a su vez, requiere responder a esta pregunta como punto de partida: a quin vamos a conocer, amar y seguir?Al Jess histrico... Al hombre de Nazareth, al hijo, al amigo, al carpintero, al bautizado por Juan, al Amor Encarnado. Al hombre que busca y encuentra a Dios en un contexto especfico y en ese camino nos muestra actitudes, palabras y acciones concretas: amar, reconciliar, perdonar, servir, no juzgar. As tambin, al Jess que pone un especial acento en sus acciones para con las personas ms necesitadas: pecadoras, marginadas, enfermas, nios y nias, viudas. A quien nos ensea sobre la benevolencia, la misericordia, la comprensin y el acercamiento a cada uno de ellos y ellas. Adems, solamente por la condicin humana de Jess sabemos que padece de verdaderos sufrimientos, interpretando con esto su pasin y muerte y el profundo significado de stas para la Resurreccin. Por21 19. 22LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOStal motivo, entre Cristo y la persona cristiana existe un paralelismo de fondo: en Jess el sufrimiento da paso a la Gloria, con lo que se alimenta de esperanza a quienes lo siguen, para iluminar su soledad y tristeza a partir de la resurreccin en Jess. La finalidad de todo cristiano debe ser vivir, morir y resucitar como Jess, pero no se trata de reproducir sus acciones sino de revivirlas en nosotros. El conocimiento y seguimiento de este Jess humano nos lleva a concluir que ...tan humano, slo Dios....Al Cristo, el Mesas... Al Dios que por amor se hace hombre, que muere y Resucita. Verdades de fe como la afirmacin de que es Dios, de que dej los cielos para habitar entre nosotros y de que en su Resurreccin radica el misterio de la Salvacin de todos nosotros y todas nosotras, son las que complementan nuestro seguimiento a Cristo. Centrarse en este misterio de Salvacin fue lo que uni, fortaleci y profundiz la experiencia cristiana de las primeras comunidades, las que a travs de su Fe, Esperanza y Amor difundieron el mandamiento de Cristo, aun en las condiciones ms crueles de pasin y muerte. Ese Cristo no muri en la cruz, est presente y actuante en cada persona y en nuestra comunidad eclesial. Reconocer el Misterio de Dios y su encarnacin en Jesucristo como elementos clave de nuestra fe implica el reconocimiento de una relacin entre el Creador y la criatura que trasciende a la simple lgica sujetoobjeto. Es el Misterio del Amor, por el cual, quien crea, comparte con su obra su misma esencia y sentido ltimo. Un acto de liberacin que le descubre su existencia, compartiendo su condicin de humana y que le invita a multiplicar esa vocacin por el Amor hacia la integralidad de su creacin, al ser humano como parte de la Naturaleza. Una comprensin del ser humano que se ubica cercana a la ecosofa de la que habla Leonardo Boff. 20. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOS...y que han reconocido en la Comunidad de Vida Cristiana su particular vocacin en la Iglesia... ...para preparar ms eficazmente a nuestros miembros para el testimonio y el servicio apostlico, especialmente en los ambientes cotidianos, reunimos en comunidad a personas que sienten una necesidad ms apremiante de unir su vida humana en todas sus dimensiones con la plenitud de su fe cristiana segn nuestro carisma... En verdad, reconocer a la CVX como nuestra vocacin particular ha sido fundamental para encausar y asentar las experiencias vitales de el Reino y de Jess que nos ayudaron a identificar en nuestro interior ese llamado a ser fieles activos de la Iglesia Catlica. Retomamos lo expuesto sobre los testimonios personales que conocimos en nuestros primeros aos de voluntariado, hombres y mujeres que desde un compromiso discreto en palabras pero muy elocuente en acciones mostraban su coherencia con el servicio como centro de su vocacin. Cevequianos, cevequianas y jesuitas, con quienes empezamos a sentir una identificacin en lo ms esencial de ese estilo de vida, que nos predispona a ser sensibles ante la divinidad que existe en todo lo creado. A partir de ah, iniciamos un proceso de asimilacin sobre esta dimensin comunitaria que, como el PG 4 lo define claramente, no es fin en s misma sino un medio privilegiado para adentrarse en la espiritualidad ignaciana y en consecuencia ser ms eficaces en el servicio apostlico. Este llamado de amor que sentimos nos plantea la inquietud acerca de la manera en que vamos a concretar nuestra respuesta: en dnde?, cmo?, con quin?, son las preguntas que enseguida se nos cruzan por la mente. En ese sentido, la espiritualidad ignaciana, fuente en el carisma de la CVX, es el medio que hemos recibido para ir encontrando las respuestas: el descubrimiento del paso y llamado de Dios en nuestro diario caminar. La formacin seria, el compartir, el acompaar y el confrontar la vida en comunidad, a los que se aade la vida como misin apos-23 21. 24LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOStlica, son los componentes que a diario nos retan, nos confrontan con nosotros mismos y con nuestro entorno. Es sta la dinmica en la que vivimos nuestro encuentro diario con el Dios de la vida y con su amor. Este camino dentro de la CVX es tambin un desafo de creatividad que nos exige hacer carne todas las letras escritas en los Principios Generales, en Nuestro Carisma y en los dems documentos que definen nuestra identidad. sta es nuestra manera concreta, pero no reducida, de ser Iglesia, de vincularnos con el Cuerpo de Cristo. ...nuestro propsito es llegar a ser cristianos comprometidos, dando testimonio en la Iglesia y en la sociedad de los valores humanos y evanglicos esenciales para la dignidad de la persona, el bienestar de la familia y la integridad de la creacin... ...como respuesta a la llamada que Cristo nos hace, tratamos de realizar esta unidad de vida desde dentro del mundo en que vivimos... Gracias al llamado que sentimos por esta vocacin particular dentro de la Iglesia, fuimos asimilando un elemento clave en este camino eclesial: el compromiso y el testimonio de la gente de CVX que habamos conocido no estaban fundamentados en una rgida interpretacin de normas estrictas o en el seguimiento acrtico a una figura carismtica. El seguimiento cristiano de estas personas parta ms bien del discernimiento sobre la realidad, de la vivencia de los problemas e incoherencias del da a da, era una vocacin laical, vivida para el servicio y desde la libertad, que en esa condicin senta la ambigedad entre riqueza y desafo, por vivir en favor de la dignidad de la persona y la integridad de la creacin. Una vocacin totalmente abierta a la cotidianidad, entendida como la frontera de estar en el mundo, sin ser del mundo, ah donde los valores humanos y evanglicos son ms difciles de mantener y, por lo mismo, ms necesarios. Este aspecto, a nuestro entender, ilustra muy 22. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSbien las oportunidades apostlicas que nuestra condicin de laicos y laicas nos otorga, a las cuales hace mencin Pedro Arrupe, S.J. , en su alocucin a la Asamblea General de la CVX en 1979. Estar en el mundo, sin ser del mundo resume lo que estas lneas del PG 4 reflejan en nosotros. Nada ms claro y ms desafiante que este llamado a dejarse afectar por lo que pasa a nuestro alrededor, no por unas pequeas salpicaduras, sino por una profunda inmersin que nos permite sentir y conocer las races y los frutos, las causas y las consecuencias del mundo en que vivimos. Al mismo tiempo, sentimos el reto por ser germen de esperanza para la transformacin, desde nuestras pequeas realidades familiares y locales hasta las ms profundas estructuras sociales, culturales y econmicas. La fuente de la que esta esperanza y esta transformacin se nutren no es otra que el Evangelio de Jess. La Palabra, que contrastada y con la realidad cotidiana, amplia y social, permite ir discerniendo las respuestas y acciones necesarias, inspiradas en los valores humanos y cristianos, que se resumen en ese mandamiento que parece simple pero del que solemos desviarnos con frecuencia: mense los unos a los otros como yo los he amado3. Una frase tan corta que cuesta una vida hacerla realidad. ...con particular urgencia sentimos la necesidad de trabajar por la justicia, con una opcin preferencial por los pobres y un estilo de vida sencillo que exprese nuestra libertad y nuestra solidaridad con ellos. En nuestra experiencia, la apertura a dejarse tocar o interpelar por la realidad, como elemento fundamental en la espiritualidad ignaciana, se materializa en esta particular urgencia con la que sencilla pero directamente se identifica nuestra vocacin cevequiana con la justicia. No una justicia en el aire, sino vinculada explcitamente con la opcin por 3Juan 15, 1225 23. 26LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSlos pobres, faceta del testimonio de Jess que fue malinterpretada por largo tiempo, pero que toma un nuevo impulso desde el Vaticano II y, de manera especial, desde Medelln y Puebla. Esta posicin fue luego ampliada, superando aunque no negando a la pobreza econmica. Como lo seala Frankln Ibaez4, el concepto se extiende hacia toda clase de exclusin que atente contra la dignidad de la persona, o, en palabras de Jos Mara Castilo5, la propuesta de Jesucristo no se reduce a ricos contra pobres, pues va en contra de quienes se sitan o intentan situarse por encima de los y las dems. Es un mundo de tristezas y esperanzas como seala la Gaudium et Spes y en l estamos llamados a vivir y ser sal que defienda la vida en su integridad y su dignidad por ser creacin del amor de Dios. Como hemos mencionado, ser cristianos y cristianas es ser testimonio del Amor de Cristo en el mundo, en esa realidad de profundo desequilibrio: abundancia y escasez, libertad y esclavitud, unidad y divisin, progreso material y retroceso espiritual. Pero en nuestro mundo no slo habitan crisis temporales, sino tambin las aspiraciones profundas de la humanidad, de la criatura poltica que busca justicia social, cambios estructurales, dirigidos especialmente hacia los derechos de los grupos marginados o vulnerables y el reconocimiento que ante la desesperanza del hombre, nace la esperanza en Cristo. Estamos llamados a vivir nuestra vida desde la comprensin de que ...el ser humano no puede encontrarse plenamente a s mismo ms que en la entrega de s...6. Por ello, el principal reto es comprender qu significa esa opcin por los pobres: no es una prioridad en la lista de beneficencia, una actitud paternalista o benevolente o un gesto de caridad moment4Ibez, Franklin, charla sobre la Opcin por los Pobres en la CVX, durante la tercera fasede la etapa intensiva del programa Magis III en Buenos Aires, Argentina, 2009. Audio en DVD Fe y Vida del programa Magis. 5Castillo, Jos Mara, La dimensin social de nuestra misin: cmo responder. Artculodel DVD Fe y Vida del programa Magis. 6Encclica Gaudium et Spes: La Iglesia y la vocacin del hombre. 24. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSneo para luego regresar a la rutina. La vocacin cevequiana nos llama hacia la actitud que Jess mismo vivi: siendo con ellos, estando con ellos, dejarlos ser y aprender a ser desde su profunda humanidad. As es que, en nuestra experiencia, esta opcin por los pobres no se la interpreta como un dar a los pobres para que dejen de serlo, sino que, por el contrario, nos invita a vivir ...un estilo de vida sencillo..., muestra concreta de la libertad y de la solidaridad con la gente excluida. Es un compartir antes que un dar.3. El desafo: cmo hacer carne esta vocacin? En la seccin anterior, hemos presentado una sntesis de lo que para nosotros ha significado el llamado y la experiencia de este estilo de vida que es la CVX. Es una representacin de lo que ha fundamentado nuestra vocacin y vivencia espiritual, apostlica y comunitaria, pero no es el fin mismo de nuestra vida, tan slo es nuestra identidad. Una identidad transversal a todo lo que hacemos o dejemos de hacer; lo que define los medios para llegar a ese fin ltimo que es la Plenitud del Amor de nuestro Dios. Ahora, queremos repasar tres aspectos por donde sentimos que puede irse construyendo esa misin desde la identidad laical que asumimos: Ser Pareja... Cuando el yo y el t se hicieron nosotros7 7Dos vidas. La tuya y la ma. dos vidas como dos riachuelos. cada una con su propia agua y su propia corriente.Sobrado, Clemente. Palabras para el camino. Artculo del DVD Fe y Vida del programaMagis.27 25. 28LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOS el uno buscando sediento el agua del otro cual si la propia agua no pudiese calmar nuestra sed personal... ...era ese algo que la gente llama amor. y que mejor diramos era ese algo vital y existencial que se llama vocacin. Nuestra comn vocacin de ser pareja...8Partimos justamente con la afirmacin de este ltimo verso: ser pareja es nuestra vocacin comn, que se origina en el encuentro, en la necesidad humana de relacionarse, en la atraccin recproca y que a partir de ah se vuelve un solo camino que encierra en s un mundo nuevo, desafiante, profundo y multiplicador. Entender que mi vocacin pasa a ser tambin la tuya, as como tu vocacin pasa a ser la ma, no significa que se limitan, se cortan o se reparten; compartir la vocacin laical significa multiplicarla, fortalecerla y potenciarla. La vocacin de ser pareja, de ser matrimonio, no puede ser entendida de manera simplista desde la visin jurdica; es decir, no puede quedar reducida a un contrato con deberes y derechos para cada cual. El mutuo compromiso es el inicio de un proyecto comn, de una vida compartida conyugalmente en la que estamos llamados a alcanzar un pleno desarrollo personal, humano y cristiano. Como seala la Gaudium et Spes sobre la pareja cristiana, que ...cumpliendo su misin conyugal y familiar, animados por el espritu de Cristo... llegan cada vez ms a su pleno desarrollo personal y a su mutua santificacin, y por tanto, conjuntamente, a la glorificacin de Dios9. La vocacin laical implica este entender, aceptar y sentirme a gusto en ser responsable y colaborar en el desarrollo pleno de mi pareja, que termina tambin por ser el mo y que es la manifestacin de Dios en 8Id.9Gaudium et Spes, 48. 26. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSesta unin. En la misma lnea, vivir esta vocacin comn nos invita a reflexionar sus fines: al partir de la teologa tradicional, vemos que el sentido de esta vocacin era la procreacin de los hijos, quedando el amor totalmente subordinado a la procreacin y el matrimonio reducido a una institucin legal necesaria para garantizar la supervivencia de la humanidad y para regular socialmente la actividad sexual10. Sin embargo, a partir del Vaticano II, el matrimonio se considera antes que nada como una comunidad de amor conyugal que se expresa, se realiza y crece en el encuentro sexual. Este amor conyugal tiene valor en s mismo. Solamente despus se dice que esta comunidad de amor conyugal est llamada a ser fuente de vida11. Es decir el fin ltimo de esta vocacin comn es el Amor que vivificar y dar sentido a cada una de las dimensiones de la vida matrimonial. La definicin de esta vocacin como una comunidad de amor aclara totalmente el llamado que sentimos. No obstante, creemos que es muy importante sealar que esta comunin no diluye nuestras individualidades, que seguimos siendo una mujer y un hombre, con nuestra historia propia, con nuestras particularidades tanto pasadas como futuras, con nuestros propios buen y mal espritus y con una relacin personal con Dios. La vocacin laical y en pareja no es en funcin de la otra persona aunque s se realiza, en parte, con ella, pues la presencia de la otra persona en nuestra vida es una manifestacin concreta de ese Amor divino y un don para alcanzar la plenitud de la vida, que tampoco sustituye la fuente del Amor que viene de Dios y la vinculacin directa e ntima que nos une con la Trinidad. As mismo, creemos que esta vocacin comn, esta vida compartida, no es una comunidad cerrada en s misma. Encontramos el pleno sentido de nuestra unin cuando sta se encarna en la comunidad que multiplica su amor hacia afuera, cuando ya no somos t o yo sino somos nosotros 10Pagola, Jos Antonio. La originalidad del matrimonio cristiano. Texto del DVD Fe y Vida delprograma Magis. 11Id.29 27. 30LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSpara las dems personas. Jos Luis Martn Descalzo aborda este tema de una manera mucho ms potica: Felices los que se multiplican el uno por el otro, felices los que son estmulo y no freno. Y ms felices an quienes saben transmitir a sus hijos esta obligacin de tener despierta el alma. Esas familias son, en rigor, las nicas verdaderamente dignas de la raza humana12. Adems, al ser una vocacin laical compartida es necesario tambin abrirnos a una vivencia espiritual comn. El carisma cevequiano y la espiritualidad de Ignacio de Loyola, con sus principios y herramientas, que se fortalecen al ser vividos tambin en pareja: Oracin y discernimiento: la convivencia aqu se caracteriza por saber encontrar los espacios individuales y conjuntos, siendo apoyo el uno de la otra y viceversa, para sentir a Dios dentro de cada persona. Tambin es necesario reconocer que cambiamos, que lo que fue primero no tendr que volver a ser y, sobre todo, saber como proyectar nuestras vidas a la Vida de Jesucristo. Indiferencia ignaciana: crecer individual y conjuntamente en libertad para nuestros discernimientos, es saber que poco a poco podamos liberaros de esos apegos que no nos permiten estar ms cerca de Dios y ser conscientes de que stos tambin pueden ser apegos de pareja, que no nos dejan hacer el mayor servicio como comunidad. El ejercicio como pareja debe estar enfocado en cultivar esa libertad en la otra persona y en m, al tiempo que debo reconocer las crisis que se dan en ese camino, sabindolas enfrentar y sobre todo superar. Opcin cristolgica por la gente empobrecida: que parte de lo expuesto anteriormente sobre esta opcin, pero que adems adquiere el desafo de vivirla desde la vocacin comn de pareja, como fami12Martn, Jos Luis. Blanco y Negro, del DVD Fe y Vida del programa Magis.13Caravias, Jos Luis. Charla sobre la Espiritualidad laical, durante la tercera fase de laetapa intensiva del programa Magis III en Buenos Aires, Argentina, 2009. Audio en DVD Fe y Vida del programa Magis. 28. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSlia. Que esta opcin, como lo mencionaba Jos Luis Caravias, S.J., sea tambin profesional13. Una opcin que, como afirma Jos Mara Vigil, vaca su fuerza al pensarse en trminos de preferencial y no excluyente14, pues exige siempre de quien la realiza el tomar una posicin reflexionada pero firme frente a la marginacin.Ser pareja en la CVX... Hemos mencionado ya que esta vocacin de pareja est naturalmente vinculada con la vocacin laical. El llamado individual a ser un laico y una laica en la Iglesia se complementa, y tambin se realiza, con el llamado a vivirlo como pareja. Es una Gracia que enriquece esa identidad, pero que recibe un valor agregado al poder hacerlo desde el carisma de la CVX. El laicado es un primer lugar eclesial que nos permite plantearnos nuestro ser y hacer ante la comunidad cristiana y la espiritualidad ignaciana nos aporta unas caractersticas y unas mediaciones especficas para dar nuestro aporte, como una de las partes de ese cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Este aporte es de hecho un componente de nuestra misin como comunidad apostlica y comunidad de apstoles que se realiza en varios niveles: desde la denominada comunidad pequea, grupo o comunidad local hasta la dimensin eclesial ms amplia. Son pequeas contribuciones, concreciones especficas de nuestra vocacin, pero que se concatenan de un nivel a otro haciendo carne ese llamado por el seguimiento a Jesucristo, que se proyecta, ampla y fortalece a travs de ellas. En la lnea de esta reflexin, nos parece vlido abordar uno de los mbitos ms ntimos y concretos en los que sentimos el llamado como pareja dentro de nuestra vocacin. Una situacin del mundo eclesial que puede ser un estereotipo o un lugar comn pero que a la vez nos 14Vigil, Jos Mara et al. Sobre la opcin por los pobres, versin digital incluida en el DVD Fey Vida de 2009.31 29. 32LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOScuestiona bastante: esa percepcin de que el matrimonio y la vida en pareja opcin propia del laicado eclipsa la capacidad efectiva del testimonio apostlico. Jvenes, con gran motivacin y compromiso, que se pierden una vez que han ingresado en el grupo de la gente seria. Estos casos, que no son el absoluto en la vida de la CVX, pero tampoco unas pocas ancdotas, mueven mucho en nuestro interior, pues, aunque conocemos con claridad la evolucin de las circunstancias de la vida, nos deja la impresin de que aquel sentido ltimo de nuestra vocacin cristiana laical, enriquecida por la espiritualidad ignaciana, queda incompleto. Hemos querido tener mucho cuidado en la aproximacin a este tema, pues reconocemos, aunque no estemos an en ello, toda la dificultad que el construir una familia implica. Actualmente es un tema que nos sobrepasa, pero que en el discernimiento de esta vocacin nos sentimos en la obligacin de al menos planternoslo, para luego compartir nuestras mociones y reflexiones ante interrogantes como stas: cmo combinar la opcin por la gente empobrecida cuando tengo que alimentar y educar a mis hijos?, de dnde sacar tiempo para las responsabilidades del hogar y al mismo tiempo para participar frecuentemente en la comunidad?, en qu tiempo formarme, orar, trabajar, compartir y descansar? Aunque no sea difcil concluirlo, nosotros no tenemos ninguna de las respuestas a estas preguntas y a muchas otras que pueden seguir surgiendo. Pero como dijimos, s son cuestiones que se empiezan a cruzar en nuestro camino y que nacen del llamado comn que sentimos. En tal sentido, lo que s tenemos, son intuiciones, ideas y mociones, que se irn haciendo realidad o no a lo largo de nuestras vidas, pero que a la vez sentimos la necesidad de compartirlas en la lnea de lo expuesto en este ensayo. La vocacin a la CVX, en sus tres pilares, es la fuente a la que intuitivamente acudimos para ir abordando estas interrogantes. Partimos de la dimensin espiritual, cuyos elementos: la oracin, la pausa y el discernimiento se entrelazan en la persona ignaciana. Sacar tiempo para un retiro es cada vez ms difcil para la vida laical, incluso la modalidad 30. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSde vida diaria, por eso sentimos que la primera respuesta pasa por la actitud de ver a Dios en todas las cosas , por esa propuesta tan ignaciana de ser personas contemplativas en la accin, es decir, una actitud orante y discerniente en la cotidianidad, en el da a da, transformando cada momento en un espacio para el agradecimiento y la celebracin de la vida, incluso aquellos momentos ms rutinarios que consideramos intrascendentes. Esta propuesta de oracin activa y aterrizada en la cotidianidad la desarrolla muy acertadamente Javier Uriarte, S.J. en un artculo dirigido especficamente para la CVX. Una propuesta de este tipo exige obviamente una rol complementario e importante de la comunidad. La dimensin comunitaria se convierte entonces en un espacio clave, que aterriza y contrasta el devenir de las mociones, que apoya ante las dificultades y abre un espacio para desahogarse y refrescarse emocionalmente. Ha habido experiencias de comunidades exclusivas de matrimonios y otras mezcladas con personas solteras, ambas propuestas con sus riquezas y sus limitaciones, pero desde nuestro sentir resulta muy provechoso que la dinmica e interrelacin, que puede ir ms all del intimismo de la comunidad local, se fortalezca con la diversidad de las personas en CVX, caracterstica que para nosotros es una de las fortalezas de nuestra comunidad. Compartir con parejas o personas solteras, pertenecer a la misma comunidad local o no, incluso acompaarse por una pareja de mayor experiencia, son las mediaciones que enriquecen nuestra identidad cevequiana y a las que vale la pena acudir en el proceso de transicin que implica el iniciar una nueva familia. Esta dimensin exige, como es obvio, una participacin y responsabilidad doble: de la comunidad ampliada y de la pareja que lo vive. Sin embargo, en la CVX, al reconocer la familia humana como uno de los puntos de partida para nuestra misin en el mundo, s debemos sentir ms responsabilidad por formalizar mejor los medios concretos con que respondemos ante ella. Propuesta por la cual, slo por mencionar un ejemplo, se puede requerir mucha ms motivacin y formacin para parejas que estn dispuestas a acompaar a otras ms jvenes.33 31. 34LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSFortalecer la dimensin espiritual y la comunitaria slo cobra sentido en la respuesta que damos a travs de nuestro servicio apostlico. Aquella dimensin por la que se cuelan esos estereotipos sobre las dificultades en el servicio que conlleva este cambio de estado de vida. Para el efecto, creemos que al menos son necesarias las reflexiones sobre dos aspectos: la familia como el lugar de nuestra accin apostlica y el sentido que cobra en esas circunstancias la opcin por la gente empobrecida. El primer punto, centrarse en la familia como el lugar de nuestro apostolado, es una reaccin natural de quien ha tomado esa opcin, pero que puede generar una contradiccin palpable debido a la fuerte demanda de tiempo y energas que exige. Es normal, humana y responsable esta concentracin hacia la familia, pero puede tambin caer en una razn buena aparente, de las que Ignacio de Loyola ubica en la segunda semana de los EE y que termina siendo un seuelo que nos encamina hacia una prdida de conexiones con la realidad externa, con el mundo injusto al que se nos llama a transformar. Si a esto aadimos una conciencia superficial previa sobre la injusticia y la exclusin, ocasionada por la ausencia de oportunidades de servicio en entornos de marginacin, es comprensible por qu nuestra capacidad y testimonio apostlicos terminan por verse entorpecidos. En paralelo, los escrpulos propios llevan a una lamentable pero habitual confusin: la opcin por la gente empobrecida se mezcla con el llamado a un apostolado de contacto directo con esa misma gente, como si ambas fueran dos sinnimos en lugar de elementos distintos aunque concatenados. Este desconcierto interno termina enredando an ms las posibles soluciones y puede llevar a una actitud de culpa e impotencia o de acomodamiento y apata, pero que en el fondo terminan por deteriorar ms la capacidad y la motivacin para el servicio apostlico. Con la reflexin sobre estos dos aspectos, hemos querido ilustrar mejor la importancia de la vivencia de las dimensiones espiritual y comunitaria para la vocacin laical, que en este caso especfico es la de pareja. La actitud cotidiana orante y discerniente junto con el acompaamiento activo y diverso de la comunidad se reconocen como las ayudas con- 32. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOScretas con las que Dios, por medio de la espiritualidad ignaciana, nos facilita continuar con esta vocacin de ser pareja laical y cevequiana, en la Iglesia, con una proyeccin apostlica hacia el servicio con los y las dems. Todos estos elementos no sirven de punto de partida para abordar el tercer y definitivo componente del sentido que encontramos en la misin laical de pareja.Ser pareja en la Iglesia y hacia el mundo... La espiritualidad ignaciana, el carisma de la CVX, la realizacin de nuestra vocacin laical y de pareja, junto con todos los dems elementos abordados hasta ahora, pueden quedarse simplemente en una experiencia intimista, limitada a un enriquecimiento personal profundo, a una rica vivencia espiritual, pero que no van ms all. No obstante, cuando volvemos a recordar los testimonios que encontramos en el voluntariado, revivimos la esencial conexin que entonces descubrimos entre el seguimiento a Jesucristo y el servicio por la gente, en especial por la ms excluida, lo que lo ubica como la verdadera felicidad de la persona humana. Es por esta razn que nos causa una extraa desolacin interna escuchar que la realizacin de esta vocacin laical en la pareja, no termina de complementarse con la realizacin de la misma vocacin laical en el servicio. Es como si en ciertos momentos la una estorbara a la otra. Sin embargo, nosotros creemos que, en este llamado laical, las dos dimensiones pareja y servicio encajan perfectamente, puesto que las dificultades no estn en el llamado como tal, sino ms bien en las interpretaciones que hacemos de l en nuestras vidas y tambin en las mediaciones que escogemos para ir hacindolo realidad. Para profundizar en este punto, consideramos vlido partir de algunas preguntas que aparecen de manera natural: es que no me realizo en el servicio hacia mi familia?, acaso mi esposa o mi esposo, mi hijo o mi hija, no son ya ese prjimo ms cercano al que estoy llamado a ser-35 33. 36LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSvir?, por qu buscar a gente externa cuando ya tengo necesidades en mi entorno ntimo? En verdad, hay mucha razn en estas interrogantes. El ser humano tiene un llamado natural, podramos incluso llamarlo instintivo, a cuidar de su familia, su crculo ntimo de personas, como parte de su realizacin. Esta felicidad encontrada en la familia, en su cuidado y bienestar, es natural, buena, responsable y positiva. Es un espacio de servicio apostlico que reconocemos y valoramos totalmente. Sin embargo, cuando analizamos las mismas preguntas desde los Evangelios, desde la espiritualidad ignaciana y desde la vocacin cevequiana sentimos que Jesucristo nos pide ir mucho ms all. Como lo seala Jos Mara Castillo15, la familia es una de las instituciones sociales que Jess cuestion en su poca por ser fuente de exclusin, y hay varios pasajes neotestamentarios que recogen posturas que mucha gente definira al menos como controversiales. En todo caso, sera un error interpretar esta postura de Jess como una crtica a la familia como tal, el punto era que Jess se centraba de tal manera en la defensa de la vida humana que incluso puede objetar los elementos excluyentes de la familia pero, a la vez, ampliar esa dimensin familiar a una comunidad de seguidores y seguidoras, yendo ms all de los lazos de consanguinidad y tradicin que su sociedad impona, precisamente como un signo de inclusin y aceptacin total. En ese sentido, vemos que la misin de Jess no se queda en la familia, ni siquiera en la familia ampliada que era su comunidad. Por el contrario, sta era su punto de partida, su entorno de apoyo, desde donde l se diriga hacia la sociedad, en una proyeccin totalmente universal, hacia la persona humana en su sentido ms amplio. As es como al sentir el llamado a seguirlo, desde la identidad de una pareja laical, tampoco nos invita a la resignacin de limitar a nuestro crculo familiar el servicio apostlico. Podramos decir que Jesucristo no acta dentro de una lgica de mnimos posibles o de requisitos por cumplir. El amor siempre va mucho ms all y lo puede todo como lo afirma Pablo. En la misma 15Castillo, Jos Mara. Teologa para comunidades, Ediciones San Pablo, 2004. 34. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSlnea, Ignacio de Loyola desde una gran sensibilidad espiritual, nos da como referencia el Magis, como criterio de la bsqueda de la entrega total en el servicio apostlico. Por lo tanto, la pareja laical en la Iglesia, y muy claramente en la CVX, debe tener tambin esa proyeccin hacia el mundo, hacia la sociedad. Es se el sentido de la imagen de la molcula de levadura que hace crecer y trascender a la masa eclesial. La familia cristiana debe ser tica en sus trabajos y educar en valores humanos a sus hijos, pero no como su razn de ser en la Iglesia, sino como el punto de partida, los mnimos necesarios, desde los cuales partir para empezar a ejercer su misin, la cual debe construirse desde el discernimiento ignaciano y desde la lectura orante de los signos de los tiempos. Adems, el carisma de la CVX y la espiritualidad ignaciana nos da otro elemento, adicional al Magis, para esta accin apostlica: la opcin por la gente empobrecida. Como mencionamos previamente, esta opcin no nos lleva a acciones puntuales y paternalistas, sino a formas de vivir, transversales a todo lo que hacemos. Alguna vez, una amiga cevequiana se preguntaba sobre la mejor manera de educar a su hija en la opcin por la gente empobrecida. Para la respuesta, tomamos prestada una frase que usamos en el voluntariado. La opcin por la gente empobrecida no es una camiseta, que te la pones un momento y te la sacas segn convenga. Es un color de piel y por lo tanto, caracteriza transversalmente todas las actividades, opciones e ideas que se tienen en el da a da, en la convivencia con la familia y la comunidad. Es el lugar donde se construyen los hbitos diarios, que deben ser inclusivos, no consumistas, sencillos, participativos, solidarios. Esta opcin por la gente empobrecida es tambin el lugar en donde se fundamenta y proyecta el trabajo activo y preciso para el cambio de estructuras de marginacin e injusticia. Un elemento presente e importante en los PP GG de la CVX. La opcin por la gente empobrecida nos interpela y empuja a la erradicacin de todas las prcticas, sean micro o macro, que atenten contra la dignidad del ser humano. Esa opcin amplia nos lleva a acciones pequeas y a decisiones mnimas en nuestra37 35. 38LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSpropia vida, que apuntan a la solidaridad y al ser sobre el hacer y el tener. Y si bien hay testimonios de parejas que han vivido con sus familias experiencias de insercin profundamente inspiradoras, sabemos que esa vocacin a vivir con y como la gente empobrecida no es generalizada y menos an puede ser la norma. Sin embargo, para que esta opcin pueda tener bases firmes sobre la realidad, s es necesaria una convivencia con gente excluida, por lo cual nos parece muy pertinente la pregunta central del Da Mundial de la CVX en 2010: cuntos amigos y amigas pobres tenemos? El estilo de vida sencillo necesita alimentarse de gente sencilla, de valores humanos, que no lejos de contradicciones y dificultades, nos facilitan plenamente el seguimiento de la vocacin que descubrimos en nuestras vidas. Creemos que la vocacin cevequiana pasa por asimilar esta opcin como un modelo de vida y no slo como la actividad del tiempo que me sobra. Ser amigos y amigas en la exclusin, como una una forma de vida, principio tico personal y comunitario adems de ser un mtodo de educar en la contracultura del Amor.4. Para concluir ste ha sido un recorrido de reflexin e interiorizacin de nuestras vivencias y mociones individuales y comunes sobre el reconocimiento de Dios en nuestras vidas y su llamado permanente a seguirlo. Este camino se inici por nuestra identidad, no como un patrn nico o inamovible, ms bien como una base: cristiana, laical, ignaciana; a partir de la cual se seguir construyendo y enriqueciendo. Hemos necesitado adems tener conciencia sobre las caractersticas individuales de gnero, de edad, as como sobre nuestras historias personales y comunes. Es decir reconocernos como criaturas de Dios, hechas a su imagen y semejanza, cada cual con sus particularidades, a quienes l ha manifestado su constante y profundo amor de maneras distintas y a quienes ha llamado a ser parte en la Historia de Salvacin. 36. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSAs como este ensayo ha requerido de una revisin de las experiencias y procesos vividos, ha significado tambin una reflexin sobre los llamados hacia el futuro, como respuesta y reconocimiento de nuestra vocacin comn como pareja, dentro de la CVX y de la Iglesia y, con ello, proyectada hacia el mundo. En este trabajo se trata de poner sobre la mesa una reflexin constante sobre la dimensin apostlica de nuestra identidad con todos los criterios eclesiales e ignacianos dentro de la cotidianidad de la vida laical. La familia como lugar apostlico, la opcin por la gente empobrecida como criterio para ese mismo apostolado, la participacin activa en la vida comunitaria de la CVX y la correlacin de todos estos elementos son el centro de esta reflexin. Alcanzar esta nocin apostlica pasa por reconocer en la familia a la primera comunidad, en la cual formar y acompaar la vida, pero al mismo tiempo reconocerla inmersa en una comunidad eclesial ms grande y que en nuestro caso se la vive desde dentro del carisma ignaciano de la CVX, a travs del cual se confrontarn todas nuestras acciones que terminan por ser sal y luz para la sociedad. La participacin activa en la vida comunitaria debe entenderse como el espacio necesario para el enriquecimiento de la vocacin, y en ese sentido, el esfuerzo es tanto de las familias para que se inserten en la vida comunitaria, as como de la estructura de la CVX que facilite los procesos y mediaciones para esa insercin. Entendemos tambin que la accin apostlica no puede concebirse como una actividad extra a todo lo dems que tenemos en la lista de pendientes, sino ms bien como un color de piel: una caracterstica, interiorizada y asimilada, en nuestra identidad, marcada desde la ignacianidad por esa opcin por la gente empobrecida que nos est permanentemente invitando a la defensa de la vida humana, en especial de aquella ms vulnerada, una caracterstica cuyo ejercicio debe darse a lo largo de toda nuestra vida y no solamente en ese ficticio ahora, que tenemos tiempo. Esta opcin no nos lleva a acciones puntuales y paternalistas, sino a formas de vivir, transversales a todo lo que hacemos, a la consolidacin39 37. 40LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSde un estilo de vida personal y familiar sencillo y coherente. De ah que es dentro de la misma familia en la que debe formarse, fundamentarse y proyectarse esta opcin por la gente empobrecida, pues es el lugar desde donde se construyen los mnimos necesarios a partir de los cuales se gesta y se compromete al cambio de esas estructuras de marginacin e injusticia que vivimos en el mundo de hoy. Esta vocacin comn, laical y cevequiana, apunta segn nuestra experiencia a la gestacin de la contracultura del Amor. El descubrimiento y formacin de la vocacin es un camino maravilloso. De alguna manera, significa sentir en carne propia ese ...ser barro en las manos del alfarero...16 y reconocerse creacin para su ...mayor servicio y alabanza...17. La vasija por la que debe correr agua viva para ser y dar vida. Una Gracia similar, e incluso ms profunda y sentida, es reconocer que esa vocacin es comn, que no es slo un tipo de barro, sino dos, los que toma el Alfarero para realizar su obra. Es entonces reconocer que el t y el yo se hicieron nosotros y es ahora una nueva creacin para defender y acompaar la vida de las dems personas, desde el seguimiento de Jesucristo a la manera de Ignacio.16Jer. 18, 3 - 6.17EE, [98], [168], [183]. 38. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSBibliografa Arrupe, Pedro. Alocucin a la Asamblea Mundial de la CVX, Roma, 1979. Artculo del DVD Fe y Vida del programa Magis. Caravias, Jos Luis, charla sobre la Espiritualidad laical, durante la tercera fase de la etapa intensiva del programa Magis III en Buenos Aires, Argentina, 2009. Audio en DVD Fe y Vida del programa Magis. Castillo, Jos Mara. La dimensin social de nuestra misin: cmo responder. Artculo del DVD Fe y Vida del programa Magis. Castillo, Jos Mara. Teologa para comunidades, Ediciones San Pablo, 2004. Corella, Jess. Itinerario Espiritual de San Ignacio de Loyola. ENCICLICA Gaudium et Spes: La Iglesia y la vocacin del hombre. Ibez, Franklin, charla sobre la Opcin por los Pobres en la tercera fase de la etapa intensiva del programa MagisIIICVX,durante laen Buenos Aires,Argentina, 2009. Audio en DVD Fe y Vida del programa Magis. Martn, Jos Luis, Blanco y Negro, del DVD Fe y Vida del programa Magis. Pagola, Jos Antonio, La originalidad del matrimonio cristiano. Texto delDVDFe yVida del programa Magis. Sobrado, Clemente, Palabras para el camino. Artculo del DVD Fe y Vida del programa Magis. Soto Martnez, Adriana, Caractersticas psicolgicas y sociales del adulto, 2001. http://www.google.com/search?ie=UTF-8&oe=UTF 8&sourceid=navclien t&gfns=1&q=adriana+soto+%2B+caracter%C3%ADsticas+psicol%C3%B3gi cas+y+sociales+del+adulto. Vigil, Jos Mara et al. Sobre la opcin por los pobres, versin digital incluida en el DVDFe y Vida de 2009.41 39. CON EL LIBRO EN LAS MANOS, LOS PIES EN EL BARRO Y EL CORAZN ABIERTO Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por m. (Jn 14,6) January N. Gmez V. 40. January N. Gmez V. Venezolana. Ingeniera en Computacin. Coordinadora de proyectos en una empresa consultora de tecnologa. Participa en las CVX desde de 1998. Actualmente forma parte de una nueva comunidad en Caracas, proveniente de varias comunidades adultas de esta regin. Los primeros 10 aos en CVX fue parte de la Comunidad Kerygma. 41. Con el libro en las manos, los pies en el barro y el corazn abierto, fue la frase con la que conclu la resea de un libro titulado Laicos cristianos, Iglesia en el mundo1; ms que una conclusin es una invitacin que me hago a m misma y a los dems laicos que viven este ttulo (el de laicos), no como lo contrario a una definicin (los no-clrigos), sino como una vocacin que se define a s misma, con funciones claras y que pueden vivir un carisma con la misma plenitud que cualquier otra vocacin. Y, qu quiere decir esta frase?, en realidad no es muy complicada, ni muy llena de filosofa, pero creo que es una buena sntesis de las actitudes que debemos tener los laicos para ser coherentes e integrales. Este ensayo mostrar con ms detalle cada uno de los componentes de esta frase, desde mi experiencia y sin ningn nimo de dar ctedra a quienes tienen ms que ensearme a m y que leen pacientemente estas novatas lneas.Con el libro en las manos Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por m. El libro2 en las manos es la invitacin a la dimensin discipular que debemos tener los laicos. Una experiencia discipular que se entiende como 1Garca de Andon, Carlos. Laicos Cristianos, Iglesia en el Mundo. Ediciones HOAC. 20042Imagen del ensayo de fotogrfico Luz Trevas Luz de Andreia Bichara. Magis III 42. 46LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSun aprendizaje activo, no un aprendizaje pasivo como el que estamos mal acostumbrados en nuestras aulas escolares. La actitud activa del discpulo implica un mayor esfuerzo, pues no existen dogmas sino realidades vividas, ni planificacin de temarios, sino procesos personales, y exige adems, una relacin recproca entre discpulo y maestro, no se trata de una relacin jerrquica y como dije anteriormente no se trata de alguien que da (el maestro) y otro que recibe (el discpulo), tanto el discpulo como el maestro deben sentirse libres de aprender y ensear, de ceder su lugar al otro3. Pero, adems, el discipulado del cristiano, exige el componente emocional, no slo el componente intelectual, exige algo as como aprender con las entraas; no es slo comprender la pobreza, sus fuentes y consecuencia (que es harto escuchado y conocido), es adems, compadecer-nos con los pobres, dejar que toda esa comprensin del mundo nos afecte las entraas, adentro, en lo profundo. En definitiva, el discipulado cristiano implica un proceso de transformacin no slo intelectual sino tambin de entraas. se era uno de los grandes jaleos que haba entre Jess y sus discpulos. El discpulo no se queda solamente con un proceso de aprendizaje desde una nica fuente y en un solo momento; entiende con humildad su condicin de aprendiz en el mundo y se mantiene atento a la sabidura del pueblo, y sobre todo de los pequeos porque de ellos ser el Reino de los Cielos4. Pero la imagen de un libro en las manos no hace solamente referencia al consumo que hace el discpulo, es tambin la posibilidad de dar reflejo de lo aprendido de acuerdo con su experiencia y contexto histrico y cultural, es como si el lector se convirtiera en escritor, tal y como ocurri con este trabajo: es una necesidad del discpulo fortificar sus msculos de expresividad para convertirse en aprendiz de maestro. 3Cuando escribo esto, pienso en Mc. 7, 25-29, donde Jess es aleccionado por la mujercananea. 4Mt. 19, 14. 43. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSEl libro en s mismo referencia a nuestra fuente primordial: las Escrituras, es decir, la Biblia: como relato de Dios en la historia, hasta cumplirse en plenitud en el amor de Jess Hijo Amado y la revelacin de estar en los tiempos del Reinado de Dios. Vivir las Escrituras significa tomar la experiencia de los discpulos y hacerla nuestra, significa vivir en el mundo en los tiempos del reinado. sa era la verdad de Jess, sa debe ser nuestra verdad, y la verdad de Jess era tan suya, que l era la Verdad.Con los pies en el barro Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por m. Alguna vez has sentido los pies desnudos en barro?... en un principio no los quieres meter, hay sentimientos de picarda y temor, luego, apenas al primer contacto viene la ansiedad de llenarse todos los pies y mantenerlos siempre llenos porque apenas algo sale, se endurece y seca, y hay quienes no aguantan y llevan las manos a llenarlas de barro! Alguna vez te has insertado en una comunidad realmente pobre?... son las mismas sensaciones de extrao arrojo y temor y luego del primer contacto... cmo salir para secarme y endurecerme? Hay quienes, luego, meten las manos en el barro y comprenden la importancia de llenar los libros de barro, pues las frases parecen tomar nuevo y mayor sentido. Otros meten las manos para escribir y contagiar a otros de esa experiencia, a veces tambin para ser instrumento que transforme el barro en vasija, para transformar una comunidad con forma (formada) y presencia. Pero sigamos con los pies, no los pies que pisan, sino los pies que caminan. Al caminar, salimos, vamos (acudimos), cambiamos de posicin (fsica y espiritualmente) y como diran los psiclogos actuales esto genera un estado de estrs latente en el sujeto, para m, eso est bien. La expectativa del misionero, bien lo expresa J.R.R. Tolkien a travs de su personaje Frodo Bolsn, en El Seor de los Anillos: El camino sigue y sigue desde la puerta. El camino ha ido muy lejos, y si es posible he de seguirlo47 44. 48LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSrecorrindolo con pie fatigado hasta llegar a un camino ms ancho donde se encuentran senderos y cursos. Y de ah a dnde ir? No podra decirlo. Es Jess Camino, pues es l quien nos desacomoda, slo a travs de l podemos llegar ciertamente a los pobres y slo a travs de los pobres podemos llegar al Padre, pero por qu usamos a los pobres como medio para llegar al Padre? o por qu Dios puso a los pobres para que nosotros consiguiramos salvacin?, uy!, qu preguntas tan raras!, pues no!; llegamos al Padre por pura gracia y el primer signo de esa gracia es que lleguemos a los pobres, que son sus amados, jams sus instrumentos. De modo escatolgico, si un pobre ante el Padre me reconoce como alguien que se herman con l y quiso ayudarle a vivir su humanidad, inclusive desde mi pobreza, Dios me har caro a su corazn, pues soy hermano de su amado5... el pobre, que fue mi meta del andar apostlico, se ha convertido en mi camino para el corazn de Dios6. Con el corazn abierto Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por m. Aunque la estructura de este ensayo no lo demuestra, lo que aqu digo sobre el corazn abierto fue lo ltimo que escrib, pero cun difcil es tener el corazn abierto, que ni siquiera se puede escribir de ello! Aun as, ste es el elemento que le da completitud a los otros dos, le da sentido, le da sabor, porque si aprendo o enseo y camino o hago, pero no lo hago desde las entraas, no lo hago con corazn abierto, no lo hago con los mismos sentimientos de Dios, entonces de nada vale, apenas semillas tiradas a orillas del camino. Tener el corazn abierto nos permite estar atentos a los tiempos ac5Al escribir esto, pienso en Mt. 25, 31-46 y tambin en una charla de Pedro Trigo S.J., sobrela Iglesia Sacramento durante el Magis Norte de 2003. 6Ojo!, no es que Dios no me ama o est en trato de business conmigo, es que, como en laparbola, me ha dado talentos que espera que use y multiplique... porque aunque Dios nunca espera ms de lo que podemos dar, tampoco espera menos del todo. 45. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOStuales, nos permite reconocer que estamos en los tiempos del reinado. Tener el corazn abierto nos permite entregar todo lo que hacemos con la conciencia y felicidad de que no nos pertenece en absoluto, que lo que hacemos son acciones de Dios, para Dios. Tener el corazn abierto est relacionado para m, con la libertad: la libertad de cambiar, la libertad de equivocarnos, la libertad de perdonar y ser perdonados, la libertad de amar y ser amados. Para m tiene que ver con lo que conocemos como indiferencia ignaciana, no les suena?, no desear ms salud que enfermedad, ms riqueza que pobreza... y as en todas las cosas7. Estar con el corazn abierto permite la libertad de dejar todo y enlodarse los pies. Estar con el corazn abierto es quitarse las humildades de garabato y dar lo bueno que llevamos por dentro y es tambin admitir, que nunca podremos dejar de recibir, pues slo cuando estemos junto al Padre estaremos plenos. Estar con el corazn abierto, es lo ms abstracto de lo que se puede hablar, pero es lo que complementa y sella lo que podemos hacer, en el nombre de Dios. Qu bien representado est el amor en el corazn! Si el corazn se detiene, si nuestro amor de detiene... todo muere. Me permito un cuento: Siempre me ha impresionado la imagen del Sagrado Corazn de Jess y recuerdo que cuando estaba pequea, me pareca absurda la idea del corazn fuera del pecho, recuerdo que pregunt: - Por qu tiene el corazn afuera y por qu tiene puyas?, y me respondieron: - Es una representacin, as como dibujas corazoncitos en las tarjetas del da de la madre para decir que quieres a tu mami, entonces se dibuja el corazn de Jess porque nos quiere mucho. - Y por qu las puyas, tena puyas su corazn? - Porque le pusieron una corona de espinas en la cabeza cuando lo montaron en la cruz... 7Principio y Fundamento. San Ignacio de Loyola.49 46. 50LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSLa segunda respuesta fue para m un dato histrico, pero ambas respuestas no tenan relacin... el cuadro me pareca ms a una autopsia y un resumen de lo que hizo el pobre Jess. Tuve la suerte de que hicieron falta apenas, unos veinte aos, para entender que el corazn abierto, all, salido del pecho, entregado, nos permite ser heridos y curados, implica caridad, porque nos abre a la compasin. Nos asemeja a Dios, porque nos hace hermanos del Hijo... Lo entendieron conmigo?, ven, que las respuestas que me dieron eran de una teologa de la encarnacin profundsima, que tenan relacin?... que efectivamente su corazn, estaba tan abierto de amor por nosotros, que inclusive acept las puyas... algrense conmigo!, yo acabo de hacer el clic mientras escriba... Como dicen los jvenes romnticos modernos Jess era puro corazn, y yo les digo que Jess era tan representativo del Amor del Padre, que de l brotaba la Vida misma, y esa Vida la entreg con tan absoluta libertad, que la muerte no fue capaz de arrebatrsela, la muerte no tiene poder sobre el Amor del Padre, por ello no pudo triunfar en el Hijo8. Y sta es la tercera invitacin, que nuestro corazn est tan abierto que de l brote Vida, que sea reflejo del Amor del Padre. Las invitaciones cada vez son mas difciles, por gracia nos acompaa la Divina Ruah, por gracia todo lo envuelve lo prximo que les voy a contar. Aquel que es la cabeza, Cristo (Ef. 4, 15)9 Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por m. Existe un cuarto elemento. He hablado de pies, de manos y de corazn, pero existe un componente del cuerpo que Pablo nunca dej atrs: la cabeza. Y la cabeza es Cristo. 8Parafraseo de memoria de artculo de Pedro Trigo, S.J. Jess paradigma de la humanidad.9Vale la pena tener en cuenta el versculo completo: Estaremos en la verdad y el amor eiremos creciendo cada vez ms para alcanzar a aquel que es la cabeza, Cristo. 47. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSIgual que el cuerpo humano, hay personas con las dimensiones de los pies o de las manos o del corazn ms desarrolladas que otros, pero nada de esto tiene sentido sin la cabeza. Permtanme esta parbola recientemente descubierta: Hay una ley en fsica que dice: Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre l10. Simplifiquemos: si un objeto se mueve, seguir movindose, al menos que alguna fuerza externa lo detenga (o cambie su curso); si algn objeto est detenido, seguir as, al menos que alguna fuerza externa lo mueva (un empujoncito, pues). En resumen, ningn cuerpo puede cambiar por s mismo su estado inicial. Siendo nosotros carne (en el sentido paulino), no estamos exentos de esta ley, sobre todo en su segunda instancia, estamos constantemente a merced del Mal Espritu, que siempre tratar de mantenernos en reposo, con esto, parece que es nuestra tendencia natural el paralizarnos, los pies se detienen, las manos decaen, el corazn se cierra. Nosotros por nosotros mismos, no somos capaces de darnos movimiento, sentido o curso, ningn cuerpo se mueve por s mismo; dependemos de una fuerza y se, en nuestro caso, es Cristo, la cabeza11. Dios nos dio unos dones que nos hacen ms aerodinmicos, ms redondeados o ms lisos para mejorar nuestra capacidad de movimiento, pero la fuerza viene de la gracia, el sentido viene de la cabeza. Este cuarto elemento es fundamental para cualquier cristiano (pues no es slo para las vocaciones laicales), pues si bien, la invitacin es a 10Primera ley de Newton o ley de la inercia. Referencia textual tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Leyes_de_Newton. 11Para los detallistas (y porque yo lo soy), podemos decir que la primera instancia de la leyfunciona tambin con nosotros, pero de manera inversa: el Mal, si ve que nos movemos, trata de detenernos o al menos nos cambia de curso y, como he dicho en varias oportunidades, es Cristo la fuerza externa que nos mantendr en movimiento. No me extiendo en este caso, para no enredar.51 48. 52LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSestar con el libro en las manos, los pies en el barro y el corazn abierto, todo esto es nicamente la respuesta a la invitacin primigenia de Dios de que vayamos hacia l, de tener una relacin de Amor con l, en definitiva, de este cuarto elemento, pues no podemos salvarnos por nosotros mismos. La invitacin de Dios siempre est presente, siempre, la cabeza siempre est all pendiente de la vida de su cuerpo, siempre empuja, atrae, incomoda, como lo queramos ver, siempre pendiente de que no nos atrofiemos. Siempre ese cuidado, ese amor, ese mandato de felicidad es tan grande, que solamente el crecimiento de estas tres dimensiones (discipulado, apostolado y caridad), que nos puede ocupar toda la vida, es un justo s a la infinita invitacin de amor de Dios. Mara comprendi esto desde el llamado del ngel y su tierno y arriesgado s permiti la llegada de Dios a este mundo. Dios siempre est llamando, invitando, siempre espera de nosotros un s para hacerse presente en nuestra historia y ser nuestra cabeza, as nosotros podemos ver a travs a sus ojos. He dicho que estas lneas son apenas una invitacin para ustedes y un recordatorio de mi vocacin para m. Y qu ms?... no puedo hacer ms; a ustedes, ojal les haya movido alguna fibra que les refresque el Espritu; a m, slo me queda continuar ponindome en manos de Dios, confiar siempre, esperar siempre. Estas lneas se han convertido poco a poco en un proceso cada vez ms ntimo de mi persona, ms confesional con ustedes y de qu otra forma iba a ser?, soy laica, ya no hablo de la revelacin de la cristologa, ni del amor difcil con nuestra Iglesia, ahora hablo de lo que soy, de lo que trato ser, de lo que deseo ser. Slo hay un elemento que parece faltar y si no coloco este prrafo solamente estar registrado en mi corazn: es el elemento comunitario. Recuerdan la cita que hice de Frodo cuando inici su travesa?, nada de lo que logr hubiese sido posible, si no hubiese estado acompaado de una comunidad y finalmente de su querido Sam. Si estas palabras han llegado a este nmero de pginas, ha sido justamente por mis hermanos 49. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSen Cristo que me han hablado de su experiencia, de su amor, de su nimo y desnimo, que me han ledo y escuchado pacientemente, que sin querer (o queriendo) me han dado ideas y opiniones... gracias... con este ensayo han demostrado, una vez ms, que lo cristiano y en particular lo laico, slo es profundamente vivido en comunidad, que de ese modo se hacen acciones buenas, y as ha sido desde los primeros cristianos hasta el fin de los tiempos...53 50. APRENDER A NACER DESDE EL DOLOR Sofa Montaez 51. Sofa Montaez Colombiana. Psicloga de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogot, con especialidad en el trabajo con empleados de servicio. Tiene seis aos en CVX. Actualmente trabaja en el Secretariado Mundial de la CVX en Roma. 52. Una caracterstica innegable de que vamos por buen camino en el seguimiento de Jess es que aprendemos a nacer desde el dolor, experiencias felices traen alegra a la vida, experiencias penosas le dan profundidad y solidez. No se debe decir: cuando pase esta tribulacin, volver a ser feliz No! Si no eres feliz con la realidad tal como est ahora, no lo sers nunca1. Como vivimos en un mundo convulsionado, tenemos armado nuestro interior con desconfianza, desesperanza, sed de venganza, crueldad, etc. Todos hemos sido entrenados en violencia y tendemos a entregarnos a la oscuridad de la violencia2 a los poderes que amenazan la humanidad de lo humano. Al comenzar a hacer la exploracin para este ensayo me sorprendi encontrar que actitudes tan cotidianas en las personas, cuando se presentan como una constante, como el mal humor, la queja de todo y por todo, la impaciencia, la dureza, el egocentrismo slo son seales de que algo no est bien en nuestro interior, que hay afectos desordenados. Evidencias innegables de frustraciones, desilusiones, desesperanzas, apagamientos, etc., que no han sido adecuadamente tramitados y que por esta razn nos causan dao y por las que tambin causamos mal a los otros, por accin o por omisin. Mi ensayo es una invitacin a que las personas reconozcan la raz de esas aparentemente pequeas e inocuas frustraciones cotidianas para que 1Valls, Carlos. Sufrir para acabar de sufrir en Ligero de Equipaje.2Dear, John, The God of peace toward a theology of nonviolence, traduccin personal. 53. 58LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSsean material de oracin, de compartir con Jess y puedan quedar as disponibles para la gracia que purifica y permite seguir con renovadas energas al Dios de Jess, porque no hay nada ms devastador para la fe, la esperanza y el amor que la experiencia de dolor que toca los afectos. Una invitacin para que se cumplan las palabras del profeta les dar un corazn nuevo, infundir en ustedes un espritu nuevo, quitar de su carne el corazn de piedra y les dar un corazn nuevo (Ez. 31, 26). Ahora, estoy convencida de que estamos jugando a la felicidad en los pequeos desafos de la vida cotidiana, en el valor de lo pequeo y lo simple, porque tambin Dios (encarnado) est ah y se interesa por mi bienestar y felicidad. Cuando desatendemos los pequeos y cotidianos eventos, cuando deseamos ignorar, por ejemplo, nuestros problemas, errores, sinsabores o pequeas tentaciones y simplemente los asumimos sin ser conscientes de ellos ni de sus efectos, nos alejamos de la posibilidad de ser felices. En el peor de los casos, vamos acumulando frustracin, pena, desilusin -que en lenguaje espiritual llamaramos desolacin- y corremos el riesgo incluso de llegar al sin sentido absoluto, a la falta de sabor a la vida. No descuidar la importancia de vivir a fondo y gozar cada minuto de la existencia asumida como don, para ser ms generadores de vida en nuestro alrededor. Nos han enseado a pensar en el futuro como una tierra prometida que alcanzan los hroes privilegiados, no como algo que alcanza todo el mundo al ritmo de 60 minutos por hora, haga lo que haga, sea quien sea3. Estamos invitados a pensar ms en lo que hacemos que en preocuparnos por lo que pasar o lamentarnos con lo que pas. Tenemos la experiencia del perdn que libera y la gracia de la esperanza que nos da la certeza que lo que viene despus de maana ser mejor. Cul dolor? Que en nuestro mundo hay mucho dolor y sufrimiento que no debera existir nadie lo duda! Se identifica la miseria, la injusticia y la guerra 3Lewis, CS. Cartas del diablo a su sobrino. 54. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOScomo los ncleos grandes que mantienen esta situacin para muchos/ as. Sin embargo, ms que considerar las causas estructurales del dolor y el sufrimiento, a m me interesa profundizar en las huellas o consecuencias que se van quedando en el corazn de la persona que las padece, una desolacin prolongada siempre deja huella. La presencia de estas heridas se puede evidenciar en la soledad, depresin, aburrimiento, sequedad, desesperacin, inestabilidad, competitividad, etc. Nada parecido o precisamente lo opuesto a Glatas 5, 22: amor, alegra y paz; paciencia, amabilidad y bondad; fidelidad, humildad y domino propio; que corresponden a los signos de la vida segn el Espritu. Muchas veces he considerado que en la cultura light, tan presente en nuestro tiempo, el problema no es la superficialidad sino la dificultad que hay para asumir la desilusin, la incertidumbre o el desamor, a los que estamos permanentemente expuestos y que en las sociedades contemporneas estn cada vez ms presentes. Por eso muchas de las actitudes propias de esta cultura tienen que ver con la evasin, la indiferencia, la bsqueda de placeres inmediatos, la banalidad, la falta de compromiso y la frivolidad entre otros, que tienen que ver con el miedo al sufrimiento o la poca habilidad para asumirlo. Desde mi experiencia personal y como psicloga he reconocido la trascendencia que tienen las heridas afectivas en la vida de la persona, en su relacin con los dems y en su relacin con Dios. El dolor mental es menos dramtico que el dolor fsico pero es tambin ms comn y ms fcil de soportar. El intento frecuente de ocultar el dolor mental, aumenta el peso del mismo, es ms fcil decir me duele una muela que decir mi corazn est roto... si la causa no se enfrenta o no se reconoce, produce el estado deprimente del neurtico crnico4. Se hace necesario aportar en este sentido para que las personas que tienen heridas afectivas o dolores del corazn/del alma puedan reconocer, enfrentar y superar esas situaciones agobiantes y desoladoras que poco a pocos van devastando y minando a la persona en muchos sentidos. 4Lewis, CS. El problema del dolor.59 55. 60LO QUE MS NOS CONDUZCA AL FIN PARA EL QUE FUIMOS CREADOSPara el comn de la gente, la experiencia de sufrimiento afectivo la aleja de Dios, cuestiona sus creencias y la debilita en su fe y esperanza porque tal vez la imagen que tiene de Dios se hace incompatible con la experiencia de sufrimiento. Sin embargo, es precisamente en este aspecto en el que la fe cristiana significa un gran avance al presentar Dios y dolor conjuntamente en la persona de Jess, en la cruz y la resurreccin. Con frecuencia he encontrado que esta novedad y aspecto fundamental del cristianismo debera actualizarse permanentemente, profundizar en el misterio de la cruz-resurreccin, lo cual implica necesariamente poner esperanza en la desesperanza...que no es ms que identificar que mi dolor pasa por el dolor de Jess y que as como Jess venci la muerte yo tambin desde la fe puedo nacer desde el sufrimiento. Slo as la realidad de la Resurreccin se experimentara como una realidad actual en mi mundo y mi vida cotidiana, y no simplemente como un hecho histrico que se rememora. En definitiva, quiero referirme al sufrimiento que nos hace mal, que consume, asla, deprime y nos condena a la sensacin de soledad y de olvido (abandono) muy distinta y opuesta a la promesa de Dios de amor por nosotros y con nosotros, quien quiere nuestra felicidad.No se crea que El tiempo cura todo... Muchas veces me sorprendo al reconocer cmo una tentacin grande que hay frente a la experiencia del dolor es creer que se sale invicto/a de las crisis. Hay una expresin muy conocida que es yo ya super eso... pero qu es superar?, haber sepultado su dolor? En realidad eso sera haberse puesto una piedra (una lpida en el alma), pero no se ha superado nada, se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros (Ez. 36, 11). Hay una creencia muy arraigada entre la gente y es pensar que el tiempo cura todo y mientras tanto lo que pasa es que se entibia el corazn, se vuelve ms defensivo para evitar mayor sufrimiento, por eso 56. REFLEXIONES DE LAICAS Y LAICOS DESDE LOS DESAFOS COTIDIANOSparece que ya no nos duele pero en realidad lo que ha pasado es que hemos creado una costra, somos ms insensibles a nuestro propio dolor (y ni pensar en el dolor de los otros), nos volvemos ms encerrados (enredados) en nosotros mismos. La expresin el tiempo lo cura todo es una respuesta para la resignacin (que es bien diferente a la aceptacin), es conformarse con la baja temperatura del espritu y convencerse a s mismo de que no est tan baja; porque no supera adecuadamente sus dolores y desilusiones, disminuye cada vez ms su energa, inters, apasionamiento y motivacin por la vida5. El tiempo hace olvidar la razn por la que nos sentimos ahora as, nos hace olvidar quiz las causas de nuestro malestar, pero nunca aliviar el corazn, ni sanar las heridas, ni mucho menos ofrecer consolacin a nuestras penas. A lo sumo, lo que pasa con dejar nuestro dolor en manos del tiempo es que vamos perdiendo lo mejor de nosotros o peor an nos vamos haciendo ms vulnerables al pecado (a lo que nos hace mal). La nica manera de tratar con el sufrimiento es mirarle a la cara, hacerle frente, observarlo, entenderlo. Pero en vez de eso, hacemos todo lo contrario: empezamos a echarle la culpa a todo el mundo, nos quejamos de los otros, de la sociedad, del gobierno, de Dios mismo: nos acogemos al fcil recurso de la autocompasin, la amargura, la depresin, o tratamos de ahogar nuestra desesperacin en la diversin, el trabajo o el cinismo6.Falta convencimiento del amor de Dios Lo opuesto a la fe no es la incredulidad sino el fatalismo, actitud predominante de la m