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»

P E L A

PR IM ER A D O M IN IC A D E A D V IE N T O .

P R E D I C A D O

A l i R E Y N U E S T R O S E Ñ O R .

E N SU R E A L C A P I L L A

SL DIA 27 DE NOVIBMBRB DE ESTE AÑO l 8 l 4

P O R

E L M . R . P . M tro . F r , J O S B F B E L SA LV A D O R , Carmelita Descalzo ̂ Ex-Lecíor de Teología , Escritor de su Orden , Exdminador Sinodal del Arzobispado de Toledo y Obispado de Córdoba , Calificador de la Inquisición de Cortef Teólogo Consultor de la 'Purísima Concepción de María San*

lísima f Misionero Apostólico , y Predicador del Rey nuestro Señor..

C O í? ^ C E N C lA MADRID IMPRENTA DE DON FRANCISCO DE LA PARTE.

1 8 14 .

Se hallard en la librería de Ranz, calle de la Cruz,

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•in

000-0-a o s o aa-aaooa-Qo-Q-Qooooooa-

'Redde rationem vìllicationìs tua...L U C . C A P . X V I.

S E Ñ O R .

toda la tie rra está m ísticam ente desolada por falta de cons ide rac ión , es una verdad que pe­n e tró el corazon del P rofeta , y le hizo exclam ar: Desolatione desolata est omnìs te r ra , quia nullus est qui recogitet corde.., A som bras de este descuido v iv e el av aro insensible á su delito ; el soberbio m a­quinando to rres de Babel sin el m enor recelo de su e terna confusion ; el im puro connatu ra lizado con la misma fiera que lo devora y prec ip ita en las e te r ­nas llamas ; y los mas de los hom bres en una in­acción c r im in a l , p recu rso ra de la suerte mas in­feliz. La Iglesia , siempre am ante de sus h i jo s , no podía m ira r con ojos serenos un desorden que des­grac iadam ente se los a r re b a ta de las manos , in ­u tilizando los trabajos de su Esposo. Como M adre solícita p rocu ra su rem ed io , y de quando en quan­do les hace á la memoria las verdades e te r n a s , cu­y a meditación puede h a ce r su felicidad.

Con e fe c to , habia d icho el Esp íri tu Santo que el que se acuerda de sus postrim erías no peca rá

j a m a s ; y y a que el hom bre o lvidado de su línico negocio se haga insensible al re m e d io , sale hoy la M adre com ún al encuentro en nuestro desvío , y nos propone la memoria del Juicio final , an te el qual tienen que com parecer todos los hijos de Adán. ¡T errib le golpe p a ra quien no quiere despegarse del mundo ! [pero m uy útil á quien t r a ta de o b ra r su salvación 1 Para la inteligencia de este respeta­b le dogm a es de saber que según el Esp íri tu Santo nos in s t ru y e , son dos los juicios que tiene que su^ f r i r el hom bre delan te de todo un Dios. E l uno es en el m om ento en que e sp ira , en el m omento de separarse el alm a del cuerpo ; ¿n ictu ocu li, que dice San P a b lo ; y de este ju icio hab ló el mismo Após­to l quando dixo : S ta tiitu m est kominibus semel mori^ e t posf hoc judicium.^, d ecre tado está que el hom bre h a de m orir una vez , y que ha de d a r cuen ta de sí an te el divino tribunal. E l segundo ju icio es el un iversa l, que se ha de verificar en el fin del m undo con todo el te rr ib le ap a ra to que insinúa hoy el Evan* gelio. E n este ju icio hará Dios p a ten te su justicia á todo el m u n d o ; justificará la causa de los que observaron su ley ; y dexará á los impíos sin ex­cusa en el abismo de una e tern idad . E s to es p ro ­p iam ente ac red ita r Dios su infinita bondad á la faz de todos los p ecad o re s , y vencer en juicio á quan- tos sintieron mal de su Providencia... U t justifice^ r is in sermonihus tu is , e t vincas cum judicaris.,» D e todo se infiere que el m omento en que se decide la suerte de una e tern idad feliz ó infeliz p a ra el hom -

sb r e , es el del juicio p a r t i c u la r ; y que conforme sea la sentencia de éste , será la confusion ó glo­ria qiie resu ltará al juzgado en el universal.

Las c ircunstancias que hacen te rr ib le este paso no caben en una oracion. J e su c r is to , á quien tan ­tas veces crucificamos con nuestras c u l p a s , y cu­yas misericordias despreciamos en esta vida , ha de ser el Juez inflexible, en aquella hora. E l Angel m a lo , que por un pecadp cay ó p a ra siempre eñ los infiernos , y á quien po r altos juicios de Dios no se dio lugar de p en iten c ia , pedirá jus tic ia p ro ­duciendo los innum erables que nosotros hemos co­m etido , y el tiempo de-pen itenc ia que hemos m a­logrado. N uestra misma conciencia agoviada y con­fusa con el peso y a rgum ento de tan tos delitos, no ha lla rá recurso alguno en tan to a p u ro ; confe­sará , pub licará su m ala causa ; y quisiera subs­c r ib ir á su condenación ántes que e n tra r en cuen­tas con un Juez que va á exám inar con candelas h as ta las mismas justic ias ; con un Juez que en ­co n tró en los Angeles que reprehender. E n este, apu ro dice San Agustin : Quo fiig ie t p ecca to ri ¿A donde huirá el pecador ? ¿A donde hu irá el impío, el que hace empeño de no c reer para v iv ir sin re ­m o rd im ien to , olvidándose de que en el hecho de no c reer ya está condenado?... J a m jud ica tus est.,. Quo fu g ie t'i ¿ A d o n d e h u irá en aquel te rr ib le m o ­m ento de que pende la e tern idad ?

Señor : si tuv iéram os una fe v iv a no e ra me­nester mas que oir tan respetab le expresión para

reform ar las costumbres de un pueblo c a tó l ico , y hacer feliz vuestro ï t y ï ï 2ià.Qi.*.MQmentum à quo œter* nitas... Juicio que se hace en un momento , y mo-- inento en que se decide la suerte de una e tern idad . ¡Ah! ya no extraño que D avid t iem b le , que Pablo se estremezca , que Job quiera esconderse aunque fuera en el infierno por no ver el sem blante a ira - do del divino Juez , y que todos los justos despre­cien el mundo y sus delicias , y se dediquen con to ­das sus potencias y sentidos al negocio de su alma... Momentum à quo æ ternitas,.. E s t a s , S eñ o r , son las palabras de que dice San Bernardo que llenan los claustros de M onges , los desiertos de A nacoretas, y las clausuras de hermosas y delicadas Vírgenes... Hcec sunt verba : estas son las palabras c u y o re ­cuerdo quita el cetro de la mano , y sepulta vi­vo en lo obscuro de un M onasterio á vuestro in­m ortal A buelo , que vino , vió y venció á todo el poder del mundo com binado con tra su invencible brazo,.. Hæc. sunt verba : estas son las pa labras cuya memoria inspira rec titud á los m o n a rc a s , jus­ticia á los magistrados , continencia á los flacos, te rro r á los libertinos , y fervor á los pecadores pa ­ra en tra r por los caminos ásperos de la ley ... Vrop^ ter verba lahiorum tuorum ego custodivi vías duras,,,■ Para lograr tan apreciable fruto p red icar ía , Se­

ñor , este dia para to d o s , previniendo lös cargos de cada uno. Pero ya está en costum bre que d ir i­ja á V. M. mi palabra. Ya es preciso que aunque sea á costa de mi propia confusion , os insinúe a l -

guno de los cargos que Dios os puede hacer quati? dò os p resen té is e h su respetab le tr ibunal. .Yo os hallo,' Señor /f igu rado en aquélla vií?a escogida que el gran P ad re de familias p lan tó y cu ltivó con ine­fables beneficios es e l carga á que teneis que res* ponder como persona parüculdr,>Yo os considero ele­v ad o al t ro n o dé la^ E spañ’asv )y precisado á dac el mas copioso fru tó al P adre de familias que p ro ­digiosamente os puso en é \; y es el cargo á que teneis que responder como Rey»., Redde rationem, Ved^ S eñor, todo el asunto dq^mi oracion^ Para decirla con el respeto que debo á ’ V. M . , y u til idad que deseo á vuestra, g ra n d e 'k lm a y á -toda la N ación, necesito de la d ivina gracia... ^ v e M a ría ,

il>

Redde rationem ^ c ,• ■ ' ■ .

.a , . ' í ;

. íQ u e objeto tan in teresan te!.. . S eñor, el juicio de Dios te rrib le p a ra el impío , pero qiie anima y esfuerza al ju s to á e n t ra r po r el cam ino de la p e r­fección , se nos da á conocer con repetidas figuras y parábo las de la div ina historia : p rueba nada equí­voca de su im portancia . E sto significa en mi con­sideración el repartim ien to y cargo de los ta len ­tos que hizo el Señor á sus s ie rv o s ; la ad m in is tra ­ción de la hacienda que encargó a l M ayordom o, y cu en ta que le p id ió ; la vigilancia c ris tiana que

nos encarga á todos p a ra no hallarnos despreve­nidos : V ig ila te .,. Pero ni estas ni o tras figuras que en cuen tro dirigidas á este,.fin , -explìcan tan bien lo que sucederá en el ju ic io com o la p a rábo la de la v iña , de que hab la el P rofe ta Isías , y con ta n to cuidado.expone Jesucr.is'tOifeniS^ E vangelio . E n ella se h a lla con toda , distinción! la íobligacion del co­lo n o , el peso de los cargos., :y la .ju s tic ia de la sen­tencia . Por ella v e rá cada ; uno de los m ortales lo que tiene que responder a l g ran P adre de. familias e n -su re spec tiva^causa , quando lft;pida cuen ta de su adm in is tración :. Rédde:.rationem, ; - í

. P o r lo que toca á V.>.M. ‘m e p a re ce qué es toy oyendo a l suprem o Juez aquel: vinea mea.electa^ ego te p ian tavi.,. Yo te di el s e r , s iervo mío Fernando, en medio de la mejor Na'cíon : h icé”qüe nacieses de padres c a tó l ic o s , y que lo fueses desde luego : te cerqué desde níñó coii vallados de religión : te di M aestros que te la enseñasen , y previniesen con ­t r a el veneno de la heregía , que dom inaba en g ran p a r te de la E ü ro p a : te e m 'iq u e c í 'c o n 'u n x o ra z o n xecto , y na tu ra lm en te inc l in ad o á lo jus to y á 16 honesto ; pues iq u id dehui. fa cere v'ing¿^ mece ̂ e t non f e d ì Pude h a ce r mas p o r t i ? S í : yo te l ib ré de la m u e r te , que con mili dolencias te acom etió , quando apén^s podias an d a r sobre tu pie ; yo p u se á tu lado un Angel en la .persona d;ei . tu Esposa , que á m odo de re lám pago del cielo te i lu s tró , te p rev in o , y te enriqueció con avisos , que con a y r e d e profecías te anunciaron como á Pablo lo m ucho que habias

de padecer en Jerusalen , esto es , en m ed io de la E u r o p a ; yo me puse ai frente de tu h o n o r , y en la persecución mas sensible y delicada que puede suceder á p u ra c r i a t u r a , te saqué á s a lv o ; hice que en tela de justic ia viese todo el m undo tu ino­cencia ( i ) : iq u id u ltra dehui facere vinece mece^ et non f e d ì Pude hacer mas por ti?

Sí : yo perm ití para h ace r mas respetab le tu nom bre , que la F iera de la E u ro p a te t r a g a s e , y con mil intrigas diese contigo , no en las r iberas de N ín iv e , como Jonás , sino en el lago de los leo­nes , como Daniel ; te defendí en la prisión de innu­m erables enemigos y peligros de alm a y cuerpo; ¡ bien lo sabes ! te di p a ra tem pla r tu p e n a , por com­pañeros á tus amantes y amados Cárlos y A ntonio; ( ¡ q u e de consuelo no te sirvieron í ) te facilité la v ue lta á tu solar , venciendo tan tos imposibles c o ­m o pasos , haciendo una prodigiosa ostentación de m i omnipotencia en la humillación de los G olea- t e s , Holofernes y soberbios A tlantes que se de­cían dueños del m u n d o , y que l lo raban com o el de M acedonia , porque no habia mas que uno para sujetarlo á su tiran ía : pues iqu id u ltra debui fa c e - re vine¿e mece ̂ e t non f e d ì Pude hacer mas por ti?

S í: la España se ha llaba h ech a una selva de fieras ; dos partidos ex trem adam ente opuestos lidia­ban en el tea tro que debia ser de la paz ; la Reli­gión y tu M onarquía eran el juguete de los mas po -

(z) C ausa del E s c o r ia l, que in m ortalizó la e o tereza d e los Jueces

q u t la seateoclaron .

lO

derosos ; el ser justo e ra el m ayor delito ; el obe­decer á mi Iglesia la ú ltim a disposición para ser expatr iado , y decla rado indigno del nom bre espa­ñol ( i ) . ¡Que h o rro r ! Pues por cima de ta n ta con­fusion te conduxe milagrosam ente á tu s o la r ; y con sola tu presencia hice que se estrellase el fu ­ro r , que desapareciese el desorden , al modo que desaparece la tem pestad con la presencia del iris, las tinieblas con la del s o l , y todas las fieras al sentir la presencia del león quando sale á pasear la c am p iñ a : pues iqu id u ltra debui facere vinece mece% Pude hacer mas por ti?

Sí: yo h ic e , que habiendo pasado el r io F Iu v ia con el bastón en la m a n o , como o tro Jacob el Jo r­dán , al pun to te vieses rodeado de innum erables es­pañoles , que postrados á tus pies y con lágrimas de am or en los o jos, te ofreciesen su c o ra z o n , su v i d a , sus h ac ien d as , sus c a r r o s , sus b e s t ia s , sus caba llos , sus coches , hasta t i r a r del tu y o una m u l­t i tu d de heroycas y honestísimas d o n ce llas , que hicieron su en trad a en Z aragoza mas célebre que la de los T ra ja n o s , C o nstan tinos , Filipos y Alexan- d ros en sus respectivas C o r te s : pero aun es poco: y o hice que los M ilitares agrav iados se olvidasen del abatim iento en que y a c ia n , y electrizasen la N a ­ción á tu favor (2) ; que Z a ra g o z a , V alencia y su

(1) D íg a lo el V en era b le O bispo de O rense.

(a) Sabido es que el M ilita r fué tratado de mercenario en el G o ­

bierno antiguo y que fué el prim ero eo ponerse de p arte de F e r­

nando V i l en G erona , Z a ra g o z a , V a le n c ia , S evilla , X erez y otra*

P r o v ia c ia s , i q u iea siguió generosa la p arte saoa de la N ació n .

c a r r e r a , donde d isfru taste las mas dulces p ro ­testas de su am or y de tu soberanía:, que los R e y - nos de Andalucía y Provincias mas distantes que carecieron de tu deseada vista ; en fin , h ice que to­do español rec to reuniese sus v o to s , levantase las manos al c ie lo , y te proclam ase enmedio de m ü peligros, hasta a te r ra r á los enem igos, hasta a b r i r ­te las puertas de la C o r te , y conducirte al Trono, quedando aquellos á tus pies confusos y sin manos, como Dagon al frente del A rca del Testam ento: pues iq u id u ltra debut facere vinece mece ? Pude ha­cer mas por ti?

A hora b ie n , Fernando m ío , ¿con que respon­des á tantos beneficios? ¿Que has hecho ó haces por m í , por mi causa y por mi Pueblo ? Redde ra - tlonem..., S e ñ o r , esta insinuación basta para un co - razon fiel y agradecido como el de V. M. : bas­ta pa ra que V. M. entienda la obligación que tie­ne á unirse cada dia mas y mas con un D io s , que tan particu la rm ente lo distingue en su cariño : bas­ta , para decirle allá en el re tiro del corazon coa toda la te rnu ra de que es capaz V. M. iQ u id re - tribuam Domino pro omnibus qui re tribu ìt mihi ? ¿Q ue podré h a c e r . Dios de mi v i d a ,p a r a llenar la grande obligación en que me habéis puesto con tan tos y tan grandes beneficios ? Q uid retribuam ? j Ah Jesús de mi corazon ! Ya sé lo que h a ré : po­co es el sacrificio de mil vidas que tuv ie ra en aras de vuestra ley ; echaré mano al Cáliz de vuestra Pasión , p a ra que os paguéis de vuestra propia san-

gre lo infinito que yo os debo... Calìcem salu taris accipiam.... S eñ o r , si así lo h a c é is , habréis respon­dido á Dios como persona particu lar.. . . Resta ve r com o habéis de responder á los cargos que os h a ­ga como Rey.

S. I I .

Que la prim era D ignidad de un R eyno es im­posible desempeñarse á gusto de todos, es tan c ier­to como qué solo puede ocu ltarse á quien no tiene uso de razón. E l mismo J e s u c r is to , R ey de cielo y t i e r r a , y dueño de los corazones de los hom ­bres , tuvo que sufrir el peso de esta verdad . Q uan­do exerce la misión del E terno P ad re son innum e­rables los que desam paran su d o c t r in a , y m uy con­tados los que la ab razan . Q uando San Pablo lleno del Espíritu Santo p red ica los misterios de la Fe, á pesar del alm a que llevaban sus p a la b ra s , unos c re ían y o tros no... A l i i credebant, alii vero non credebant... E s to mismo sucedió á los Apóstoles y á todos los justos que Dios envió al m undo p a ra defender su causa. Y si fué esta la suerte de los que eran tan próximos á D io s , sostenidos por su omnipotencia , y que acred itab an su misión con re­petidas m aravillas , ¿ que m ucho será experim ente V. M. el mismo efecto , quando en tra á re y n a r en una Nación dividida en facciones , que se devoran m ù tu a m e n te , que su p rincipal empeño es re p ro ­b a r unos lo que hacen o t r o s , poner al R eyno en. confus ion , y v iv ir cada uno á su l ib e r tad ?

Pero no desmaye V. M . , porque este mismo desorden hace resa lta r mas la conducta pacífica de V. M . , y descubre el camino que se debe to ­m ar enmedio de tan penosos extremos. V. M. ya se ha manifestado repetidas veces hecho todo á to ­d o s , como Pablo ( i ) , pa ra t ra e r á todos sus vasa­llos al punto de la e q u id a d , al seno de su p a te r ­nal corazon. Estos oficios de bondad han de lle­v a r á su mano derecha la justicia que V. M. debe so s ten e r , como que hace la causa de un Dios que lo ha puesto en su lugar ; con tando con que á pe­sa r de tan recom endables diligencias , los malos rep robarán y los buenos ap robarán : pero no sacó mas partido Jesucristo. Si V. M. no lo hace así, pe rderá la tranquilidad del c o ra z o n ; y el mismo D io s , que p a ra V. M. ha sido tan bueno , se con ­ve r t irá en Juez r ig u ro so , como pondera T ertu lia ­no... Deus de suo optim us , de nostro ju s tu s .

Baxo este principio vamos á p reven ir los c a r ­gos que Dios puede h a ce r á V. M. en esta parte :

( i) E l mas díscolo que observe la v id a , m ovim ientos y providen­

cias que da Fernando el V II por la felicidad de sus v a sa llo s , se con­

ven cerá de que nada le resta que hacer com o R e y y com o padre:

pero la felicidad de los vasallos y paz de la N a cio a no se v e r á , has­

ta que depongam os el espíritu de partido que sostiene la d iv isión

que nos devora. L a experiencia va enseñando ser el negocio princi­

pal de E spaña acabar con esta discordia. E l R e y tiene m uy en el

corazon la sentencia del Salvador , [que anuncia la desolación de un

R e y n o dividido en sí... desolabitur... y es menester que los Sabios

Consejeros y P olíticos ayuden á S. M . á buscar los m ed io s, para to ­

c a r en este tan digno objeto. N o h ay felicidad sin unión i pues á

trabajar por la unión lo d o s , y cada uno en su resp ectivo estado.

vamos á e x ám in a r , no delitos que V. M. h a y a co­metido , sino escollos en que puede d a r como R ey , v iviendo en un horizonte tan cargado de las densas nieblas del egoísmo.

E l prim er cargo que Dios puede hacer á V. M , en su ju ic io , es sobre la v igilancia en reunir y pa ­cificar los corazones de sus vasallos. N o hab lo aquí de ese Pueblo inocente , que ninguna p a r te tiene en la discordia ; porque é s te , gracias á 'D io s , está u n id o , dispuesto á obedecer quanto V. M. le m an­de , á seguir el coche de V. M. con aclamaciones, y á llevarlo en sus hom bros hasta el fin del m un­do. E l Dios de a m o r , que revela á los párvulos sus m is te r io s , los ocu lta á los soberbios y p re tend i­dos sabios... abscondisti prudentibus. De esta segun­da clase son los que h a y que pacificar. A las pala­b ras y ofertas no se dan por en tend idos: á las obras no deberán negarse. Y a s í , la instalación de un Gobierno que solo sepa el idioma de la jus tic ia , la elección de Ministros y Consejeros, que án ­tes de la revolución , en e í l a , y despues h a y an acred itado su incorrupción y afecto á la causa jus­ta ; el despego y abom inación de validos , que exponen ia tranquilidad del Rey y del R e y n o ; la vigilancia y p rudencia para distinguir el ve rdade­ro m érito del dem érito de los vasallos , á fin de que ninguno ( s í es pos ib le ) padezca agravio en el repartim iento de los em pleos : todo esto c o n tr i ­buye á la reunión de los ánimos y felicidad de la N a c ió n , que V. M. desea á toda costa,

ÍSPues ahora bien. Aquí en tra el cargo. ¿V . M.

observa y ha observado este im portan te principio? ¿Ha trabajado V, M. quanto es de su parte para que los Ministros y Consejeros no estén tiznados con el espíritu de p a r t id o , y que sean ta le s , que pue­dan a y u d a r á V. M. á desempeñar con toda equi­dad los deberes de la ju s tic ia? Enhorabuena que como Rey y Señor sea V. M. l ib re e n tom ar y d e - xa r Coadjutores del Gobierno , según contem ple que son ó no á propósito pa ra hacer nuestra felicidad; pero escogidos que sean , y conocidos por dignos de la confianza de V. M . , ( s in c u y a qualidad ni podrían ser buenos Consejeros ni buenos C urado ­res del R e y n o ) ¿sigue V. M. su d ictám en quando deben d a r lo , ó su consejo quando V. M. lo nece­s ita? E nhorabuena que V. M. como desvelado por a ce r ta r en todo lo que hace al bien de sus vasallos; tenga á su lado varones sabios y prudentes qüe en ciertos apuros aseguren la conciencia de V. M. con su consejo: pero ¿perm ite V. M ., que dexando este cam ino real y leg ítim o , se arrim e algún Aqui- t o f e l , que con sus oficios tu rb e la paz del am able corazon de V. M. y la arm onía del G o b ie rn o , obligando á exclam ar á los buenos españoles: dis'- sipet Dominus consilium A qu ito feL .., disipe Dios el consejo de A qu ito fe l , que va á llenar de am ar­gura á la Nación ( i )? ¿Permite V. M. se le p re -

( i ) ?e aprueba y se alaba el que el R e y nuestro Señor ten^a á su

lado buenos Consejeros j pero se pone en cu id a d o , para que no se

equivoquen con estos ios malos. E l buea C oasejero tieae con ocim ien »

sente reservadam ente algún Aman , cuyo designio es tom ar venganza de los que no piensan como él, y poner una horca de c incuenta codos de elevación, aunque sea para un hom bre tan justo como M a r - doqueo? ¿Perm ite V. M. que tenga in tervención en la provislon de Dignidades y Prebendas E c le ­siásticas algún Gieci ambicioso y simoniaco que venda las gracias de su Señor ? ¿Se fia V. M. de la piel de oveja , p a ra c reer que no andan lobos por P a lac io ; ó de la voz de J a c o b , p a ra persuadirse que no h ay manos de Esau , tu rbadoras del ó rd ea y de la tranquilidad? .,. .

¡Ah Señor ! Yo sé que V. M. agoniza po r la ju s ­tic ia ; que solo descansa quando o b ra el bien á fa­v o r de sus am ados vasa llos ; y que a d v in ié n d o ­lo V. M . , no d a rá pase á p a la b r a , á consejo , á p ro y e c to que se oponga á tan digno o b je to , aun­que fuera un Angel el que le evangelizára. ¡P ero a y de mí Señor! que puede suceder tan to mal fue­r a de la intención y sobre ,1a vigilancia de V. M.; y si así fuera , cuen te V. M. con la confusion del G obierno , con la desconfianza de los M in istros, con la división de los Consejeros, con la corrupción de las S ec re ta r ía s , con las quejas de los buenos espa­ñ o le s , con las lágrim as de tantos h é ro e s , que han

to de causa : p ru d en cia para hablar con oportunidad j y desinteres

p ara no gobernarse por pasión. £1 malo ni tiene c ien cia ¡ ni pruden*

c ia , ni desinteres. E l bueno debe conservarse al lado del K e y á toda

costa. E l m alo debe separarse del R e y y del G o b iern o con un cordon

de por m e d io ; com o para p recaver á la N a c io a de ia peste ó fiebre

am arilla.

expuesto su vida en defensa de vuestra causa : cuen­te V. M. con la alegría y júb ilo de los enemi­gos de la Religión y del T r o n o , que libran sus adelantam ientos en la discordia de vuestro G ab i­nete : cuente V. M. que po r esta puerta e n tra rán á d isfru tar de vuestra confianza los hombres ene­migos que batieron de firme vuestros derechos, que levan taron la c a r ta in fe rn a l , hasta ponerla á la p a r de los libros de Moysés y del C atec is ­m o de la doc tr ina c ris tiana p a ra la instrucción delos niños españoles : cuen te V. M..... pero no..... noh a y que con tar con tan to mal... Dios está de por m e d io ; puso á V. M. en el T rono ; y perfeccio­n a rá la obra á pesar de los tres enemigos del al­ma... V o s , S eñ o r , sabréis co rre sp o n d e r le , p a ra que en el momento del juicio no se conv ier ta de pia­doso en riguroso... D eus de suo op tim us , de nostro ju stu s.

E l segundo cargo á que tiene que responder V. M. como R e y , es sobre el zelo santo que debe m an tener po r la execucion de lo que m anda á fa­v o r de la p iedad y de todo necesitado. V. M. co­mo puesto por D io s , abunda de luces p a ra conocer que un R eyno cató lico solo descansa con seguri­d ad en los brazos de la Religión ; que en ta n to es­ta rá n seguros el T rono y el C e t r o , en quan to sus amados vasallos teman á D ios, y observen su santa ley . E n v ir tud de estos conocimientos ha dado V. M* mil D ecretos á favor d é l a Ig les ia , de sus M inis­tros , Casas de piedad y Familias religiosas. ¿ Pero

se o b s e r v a n . S eñ o r? ¡ A h ! N o soy yo el que tengo de deponer en esta causa. H ab le esa m ulti­tu d de M inistros del A ltís im o , enriquecidos con los D ecre tos de V. M. á su favor , y sin em bargo oprim idos de la n e c e s id a d , careciendo de su p ro ­pio pan por fa lta de execucion. H able esa m ulti­tu d de M ilitares estropeados y golpeados de la inr. digencia ; esa m u lti tud de padres y m adres de los que m urieron en el cam po del h o n o r , prevenidos con otros mil D ecre tos de v u es tra p ie d a d ; y por- diosando por calles , p lazas y caminos por fa lta de execucion. H ab le esa m u lti tud de Religiosas, de almas ve rdaderam en te h e r o y c a s , sacrificadas á Dios en una c lau su ra ; visitadas y favorecidas de V. M. y. con o tras tan tas disposiciones c a r i ta t iv a s ; y pere­ciendo de necesidad por fa lta de execucion.

N o h ay que d e c i r . S eñ o r, no-hay dinero'^ po r­que rem itiendo esta respuesta á o tro exámen , los mas c lam an por lo que es s u y o , po r su hacien­d a , por su c a s a , po r sus a lh a ja s , por sus bienes que e x is ten ; pero existen en manos del lo b o ; en manos de los que aspiran á enriquecerse con la san­gre de los p o b re s ; en manos que saben h ace r elás­ticos vuestros D ecre to s , extendiéndolos y lim itán­dolos á favor de su c o d ic ia ; en manos que hacen mil m ártires de otros tan tos necesitados y afligi­dos , que tocan en las puertas de sus respectivas oficinas. Ya se dexa en tender , S eñor, que esta es­candalosa conducta a rg u y e poca p ie d a d , poca ad h e ­sión a l c a r i ta t iv o G obierno de V. M .: m ucho afee-

to al antiguo antimonárquico ; y un empeño tenaz, aunque d is im u lad o , por l levar adelan te sus p ro ­yectos con tra la Iglesia y sus Ministros. Todo es­to h a y , Señor ; pero ¿qué ? ¿ lo ignora V. M.? ¿No lo en trevé V. M. en tan tas representaciones y re ­cursos como han hecho y hacen á V. M. los ne­cesitados? ¿Y ha de quedar sin remedio tan to mal? No... no es posible esta omision... no es com pati­ble con la vigilancia y car idad de V. M . De lo con tra rio , Dios piadosísimo p a ra V. M. , sería el Juez mas riguroso en el dia del Juicio : D eus de suo optimus , de nostro jiistus.

Por último , m anda V. M. que se zele sobre la reform a de costum bres : que á toda costa se co r­ten los rápidos progresos que hacen el libertinage y la impiedad , consiguientes á la te rr ib le revo lu ­ción y guerra desoladora ; y que á este fin se p re­diquen Misiones ea todas las C iudades , Villas y Lugares del Reyno. ¡Que heroísmo de religión!— Perm itidm e , Señor , que yo exclan:ie en este m o­m ento : O virum inefahilem\„, ¡ Inm orta l F e r n a n d o ! . . .

¡H om bre de Dios!... T u mem oria será e terna... Tu nom bre pasará de generación en generación... Tu conducta ... Pero aguardad , S eñ o r , que tam bién ha de ju zg a r Dios las ju s t ic ia s , las que se p resentan obras buenas : Ego ju s titia s judicabo... Es menes­te r prevenir los cargos que pueden resu lta r aun de esta disposición tan conocidam ente santa. Es decir . Señor , ¿teneis presente en esta grande P rov iden­cia la reform a de vuestra casa ? N o liablo aquí^

Señor , de Vos ni de los Serenísimos Infantes que os acompañan ( i ) , ántes miro como uno de los mayores cargos que Dios ha de hacer á los espa­ñoles, los notorios exemplos de vuestra v ir tud . To­dos os miramos como la zarza de Moysés , sin que­maros en mitad del fuego ; y cobardes no os imi­tam os: nos contentamos con adm irar el prodigio de vuestra honestidad. ¡ Que cargo co n tra nosotros! Volviendo pues al a su n to , os pregunto á nom bre del Señor : ¿cuidáis de la reforma de los que os rodean , entran y salen en vuestro gab in e te , y os acompañan en vuestra C orte ? ¿ Habéis averiguado si se mezcla entre los muchos que se dicen con­fidentes de V. M. alguna Dalida , en cuyos brazos pierden las fuerzas los valerosos Sansones : á cu­yas instancias se descubren los secretos mas im­portantes ; y cuya codicia se satisface con el p re ­cio de la sangre inocente (2) ?

Pero hay mas : ¿estáis seguro de que las Au-* toridades y Jueces á quienes se encarga la execu­cion de tan exemplar decreto , están libres de los

( i) L a honestidad y pureza del R ey con respecto á su edad,

y á los malos exemples que no pueden esconderse á sus precisas

modestas miradas , es prodigiosa , y sobre todo lo que se pueda

ponderar. Los que se persuaden que todos pagan tributo á la impu­

reza , deben confesar que esta exención de S. M . es c ierta especie de milagro. ¡ D ios lo conserve !

(3) Son muchos los que pueden incurrir en esta debilidad. E l

O rador no particulariza á nadie. Pone en cuidado para el buen g o - bw roo. E ste es su oficio. ^

escándalos que van á con tener , del libertínage que van á extinguir , de la im pureza que van á cas­t ig a r , de las im piedades que van á re p r im ir , y de la discordias que van á com poner? ¡A h Señor! Pre­gu n tad á esa m ultitud de pueblo que todos los dias os proclam a : ellos os d irán el mal estado de esta causa : os d irán que co rren to rren te s d'e im pureza por las calles y plazas de vuestra C o r ­te ; que la im piedad tr iun fa ; que los templos es­tán en la m ay o r p a r te desiertos ; que sus Minis-* tros se ven d e sp rec ia d o s ; que los escándalos son tan tos como los pasos ; que la in iquidad domina con c ier to salvoconducto , porque no h ay quien saque la ca ra por la causa de D ios ; porque... ¿ps¿ peccamus , qui compescere peccata debuimus.,* p o r­que los que han de rem ediar el m al tienen la v iga en el ojo , y no les dexa sacar la pajilla del age- no : os dirán ...

¿ Pero q u e , Señor , he de re c u rr i r á que os hab len los inocentes del pueblo , quando teneis á vuestro lado tan tos sugetos de p rim er orden que pueden y deben avisaros de esto , y de quanto ha^ ce al acierto de vuestras providencias? ¿ Será po­sible que habiendo tan tos sabios y p ruden tes en su opinion que os acom pañan , que no se a p a r ­tan de vuestro l a d o , y ta l vez aspiran á ser M aes­tros en Israel , no ha de haber uno... uno siquie­ra que con desinteres os ay u d e á l levar la c ru z? ¿ E n tre tantos que os cubren de solicitudes, que os a r re b a tan los empleos y prebendas de las manos,

no ha de haber un Profeta , un Miqueas desenga­ñado que saque la cara por vuestra causa y la de D io s , que se olvide de sí por un m o m e n to , y cuide del bien de la Nación y de vuestra t ra n ­quilidad? ¿No ha de haber uno....? Pues en ta l caso no hablo ya con hombres... Me vuelvo á Dios, de donde espero todo auxilio. Sí...

E xurge Domine^ e t judica causam tuam... Levan­ta o s , gran D io s , juzgad vuestra c a u s a , que es la d e F e r n a n d o : Exurge., e t dissipentur inimici ejus**. L ev an tao s , y caigan á tie rra esos muros de egois- mo y ambición que lo ro d e a n ; esos lobos rapaces que muerden disimuladamente , é impiden los e f e c ­

tos de la ju s t ic ia ; esa plaga de E g ip to , polilla de la Nación , que tu rb a la tranquilidad del mejor R ey : Exurge.., Levantaos , S eñ o r , y aparezca la rec titud de F e r n a n d o ;-conozca el m undo que en su amable corazon no se maquina el mal de na­die , y se t ra ta del bien de to d o s : E xurge.,, Le­vantaos , Dios am ab le ; haced justicia á su inocen­cia ; haced saber á la Nación entera que quantos defectos censura en el G ob ie rno , ninguno es obra de F e r n a n d o ; todo es efecto de la desun ión , del furor y ambición de los partidos.

S i , Rey am ab le ,to m ad a lien to , que ya presen­ta un semblante apacible vuestro juicio. Ya oigo á vuestro santo abuelo San Fernando que os l la m a , que os espera con una corona m uy semejante á la suya. Ya oigo á M aría Santísima que os t ra ta de h i jo ; que con la bandolera que dexasteis en sus manos os ha

guardado puro el corazon p a ra que os presentéis sin te r ro r an te el divino tribunal. Ya oigo á lös Basilios, B en ito s , B e rn a rd o s , D om ingos, F ranc is ­c o s , con todo el coro de Santos F u n d a d o re s , que os t ra ta n de H erm anó y R edentor de sus exem pla- res In s t i tu to s , porque los habéis sacado á luz del abismo donde los habían sepultado los minisírós de la impiedad. Ya oigo' á la Iglesia toda que h a ­ce oracion por Vos comò P ro tec to r del d o g m a , y Defensor de su disciplina. Ya oigo , en fin , la du l­ce voz del supremo J u e z , que con sem blante hala* güéño os dice : F ’eni^ hehed icte 'P atris mei,».

Ven , F e r n a n d o , no tem as ; ven á poseer el Rey- no que tengo p reparado para t i , p a ra los Angeles y Justos que observaron mis preceptos. Ven , po r­que tuve h am b re , y me diste de com er ; tu v e sed, y me diste de beber ( i ) . Ven , porque estuve e n ­fermo , y me visitaste ; s í , á mí me visitaste quan­do te p resentaste en ese Hospital G e n e ra l , y en te r­necido al ve r tan ta ca lam idad exclam aste en tu corazon con el Apóstol : Q uis infirm atur^ e t ego non infirmor ? Sí, sabed ̂pobrecitos pacientes^ que siento en mi corazon vuestras dolencias. Ven , po rque es-

( i ) L a m oderación y econom ía b que h a 'red u cid o el R e y nues­

tro Señor su palacio , su mesa y su tren se a rrim a á la per-»

feccion E v a n g é lic a , porque si ésta p erm ite lo preciso para la

vid a y decencia , el R e y no gasta mas en su augusta Persona , y

no llega con m ucho á lo que exige su dignidad. A s í ahorra m uchísi­

mos m illones al E ra rio 5 uno y o tro con el fin de que se ayu de al

pobre soldado y demas necesidades del R eyn o ... ¡B en d ito sea.,.!

tuve encarcelado , y me consolaste ; s í , á mí me consolaste quando te metiste por esas cárceles y calabozos, animando á los pac ien tes , dando liber­ta d á quantos perm itía la justicia , y a liviando á todos en sus prisiones , y sustento. Ven , e n tra en el gozo de tu Señor. Ven... ¡G ran Dios! Confirma hoc , quod operatus est,,. Com pletad quanto habéis empezado, y yo espero á favor de vuestro joven Da-r- vid. Haced que obren en nuestro corazon los exem­plos de su v i r t u d , p a ra que reunidos en ca r id ad , observemos vuestra ley en esta vida ; y con el amable F e r n a n d o á la cab eza , os alabemos po r una eternidad de siglos en la gloria. Amen.

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