De La Muralla Al Difragma

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DE LA MURALLA AL DIFRAGMA ALBERTO BAULINA / CONSTRUCCIONES 2BI MANUEL DE LAS CASAS / CENTRO HISPANO LUSO / ZAMORA Corte muro clásico y detalle fachada de placas de acero cortén en el Centro Hispano Luso de Zamora / Manuel de las Casas De un tiempo a esta parte, el campo productivo de la arquitectura se ha venido modificando de forma sostenida a partir de un fenómeno que engloba a todas las áreas que nutren la disciplina, y que han transformado rotundamente sus modos de entender el diseño y el proyecto, tanto de aquellos elementos acotados por su función y su escala, como de las aglomeraciones mas o menos complejas de objetos que toman para si procesos propios de la dinámica urbana. En ambos casos asistimos a un fenómeno de canonización de unos modelos con precisas definiciones físicas, que podríamos sintetizar en el valor eminente que se le ha venido otorgando a la conformación y continuidad de los planos configurantes de los espacios abiertos o cerrados, tanto horizontales como verticales, sean estos pisos, solados, pavimentos, muros, vidrieras, fachadas, taludes, faldones, cubiertas, tejados, palios, doseles, etc. Estos entusiasmos planares, hallan su fundamento en la fruición táctil de superficies como pieles, las que establecen fuertes relaciones con unos paradigmas más cercanos al epicureismo de un Dolmancé que a las místicas casi lisérgicas de un Don Ramiro. A esta altura de los acontecimientos se hace difícil imaginar en que pensaban nuestros ya jubilados antecesores profesionales, cuando producían su arquitectura y su ciudad. La consistente encarnadura que materializaba tanto los espacios abiertos como los cerrados ha sido dinamitada por las novedosas lógicas etéreas y fantasmales del proyecto y las artes del diseño contemporáneo. Tal vez se deba indagar las causas del advenimiento de este fenómeno epitelial en la progresiva pérdida de sentido de los espacios públicos como teatro cotidiano de los intercambios sociales (que reclamaban inicialmente para si de unos articulados envoltorios de ricos y sinuosos juegos de volúmenes bajo la luz del sol) o en la paralela desaparición de sus espesas envolventes, cambios sintácticos estos como un paso necesario al moderno hipertexto comunitario que va disminuyendo su espesor en las brumas contemporáneas de una sociedad que no logra aún dar con sus nuevos Marx, Freud y Le Corbusier, deambulando sobre una continua y plana realidad de presente permanente.

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DE LA MURALLA AL DIFRAGMA ALBERTO BAULINA / CONSTRUCCIONES 2BI

MANUEL DE LAS CASAS / CENTRO HISPANO LUSO / ZAMORA

Corte muro clásico y detalle fachada de placas de acero cortén en el Centro Hispano Luso de Zamora / Manuel de las Casas De un tiempo a esta parte, el campo productivo de la arquitectura se ha venido modificando de forma sostenida a partir de un fenómeno que engloba a todas las áreas que nutren la disciplina, y que han transformado rotundamente sus modos de entender el diseño y el proyecto, tanto de aquellos elementos acotados por su función y su escala, como de las aglomeraciones mas o menos complejas de objetos que toman para si procesos propios de la dinámica urbana. En ambos casos asistimos a un fenómeno de canonización de unos modelos con precisas definiciones físicas, que podríamos sintetizar en el valor eminente que se le ha venido otorgando a la conformación y continuidad de los planos configurantes de los espacios abiertos o cerrados, tanto horizontales como verticales, sean estos pisos, solados, pavimentos, muros, vidrieras, fachadas, taludes, faldones, cubiertas, tejados, palios, doseles, etc. Estos entusiasmos planares, hallan su fundamento en la fruición táctil de superficies como pieles, las que establecen fuertes relaciones con unos paradigmas más cercanos al epicureismo de un Dolmancé que a las místicas casi lisérgicas de un Don Ramiro. A esta altura de los acontecimientos se hace difícil imaginar en que pensaban nuestros ya jubilados antecesores profesionales, cuando producían su arquitectura y su ciudad. La consistente encarnadura que materializaba tanto los espacios abiertos como los cerrados ha sido dinamitada por las novedosas lógicas etéreas y fantasmales del proyecto y las artes del diseño contemporáneo. Tal vez se deba indagar las causas del advenimiento de este fenómeno epitelial en la progresiva pérdida de sentido de los espacios públicos como teatro cotidiano de los intercambios sociales (que reclamaban inicialmente para si de unos articulados envoltorios de ricos y sinuosos juegos de volúmenes bajo la luz del sol) o en la paralela desaparición de sus espesas envolventes, cambios sintácticos estos como un paso necesario al moderno hipertexto comunitario que va disminuyendo su espesor en las brumas contemporáneas de una sociedad que no logra aún dar con sus nuevos Marx, Freud y Le Corbusier, deambulando sobre una continua y plana realidad de presente permanente.

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Pero estos apuntes no pretenden admoniciones ni condenas, solo exponer algunas reflexiones sobre la progresiva adición de capas de diversa función en la constitución de las modernas envolventes, en sentido inverso a sus crecientes pérdidas de espesor. Para entender sumariamente el paso del muro macizo y homogéneo a la membrana multicapa en el perímetro epitelial, deberíamos volver por un instante la mirada sobre los gruesos muros y cubiertas con que se solía envolver a los edificios en épocas previas a la cesura de la Modernidad. Como en todo inicio de período, no habrá acuerdos sobre sus fechas y sus sedes. Alguien propondrá en el incendio de Chicago de 1871 al gran disparador de lo que hoy percibimos como el canon por el cual se ha venido construyendo el mundo físico de la arquitectura y de la ciudad. Otros mas ingenuos o más eurocéntricos intentarán establecer este cisma cuarenta años después, Werkbund, Bauhaus o DoMiNo mediante. Lo cierto es que a partir de fines del XIX y comienzos del XX se sancionan unos determinados cambios en la forma de producción de la arquitectura y la ciudad como no se daba tal vez desde el medioevo, pero desde una contundencia y una velocidad desconocida hasta hoy. Apunto algunas variables que inevitablemente influyeron sobre el crac. 1) El fuerte aumento de la población urbana mundial a consecuencia de los avances técnicos científicos (mayor longevidad, mejor alimentación, organización política popular, cambio de paradigmas y modelos de vida, primeros sindicatos etc.), estableciendo demandas masivas de infraestructura urbana y edilicia. 2) Pérdida de la calificación de la mano de obra, la que se incorporó al mundo laboral industrial o simplemente migró a otros segmentos de la cadena productiva. Este aspecto no debería ser un dato menor para entender la rápida decadencia del canon clásico de producción y la incontenible irrupción de arquitecturas mas contenidas y su posterior paso a la abstracción, despojadas de costosos ornatos y más sencillas en la ejecución por operarios sin tradiciones formativas, generalmente provenientes del mundo rural. 3) Aparición de las nuevas instituciones, sin antecedentes programáticos ni tipológicos importantes. 4) El “peso” poblacional que ya no se podía atender con la oferta de una maquinaria productiva mas adecuada a las comitencias ricas y minoritarias. 5) Aparición de las variables presupuestarias como herramientas de ajuste métrico de los programas institucionales. El producto que fue surgiendo de estas radicales modificaciones de los artefactos arquitectónicos, analizado habitualmente desde lógicas de estilo finiseculares, tuvo su correlato en su simplificación geométrica, democratizando de alguna manera la dotación de espacio en todo el arco social: Las aristocracias redujeron un poco la extensión métrica de sus nuevos palacios y el proletariado contó con un cierto estándar mínimo espacial a partir de las nuevas legislaciones sanitaristas y sus nuevos programas de infraestructura social. Resultado de este ajuste se fue estandarizando la oferta per cápita de superficie (m2) paralelamente a la reducción del volumen contenido (m3), estableciendo un canon mínimo máximo de poca amplitud, el que ha sido incorporado al ADN formativo en las escuelas de arquitectura desde mediados del XX. Esta reducción en las métricas del proyecto fue acompañada de un ajuste en la forma de producción, por caso sus envolventes, a estas nuevas demandas con su:

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Le Corbusier / Dom-ino y Ville Savoye a) Separación entre estructura vertical y envolventes. b) Expansión de los vanos, fundamentalmente en sentido horizontal (fenetre en longeur) y disminución de los planos ciegos. c) Inclusión de diversos dispositivos integrados en la cada vez más delgada masa de las envolventes, ante la insuficiencia de estas en el control de las condicionantes físicas y climáticas. d) Incorporación al canon moderno de las cubiertas planas, asumidas como uno de los cinco estilemas corbuserianos, pero ensayadas en realidad desde antes en el progresivo aumento de la extensión de las plantas de los edificios de las nuevas instituciones, haciendo insuficiente y complicada la resolución de los grandes faldones de cubiertas inclinadas. Estas arquitecturas de planos cada vez más delgados, despojados y continuos se fueron enfrentando a diversas condiciones físicas antes inexistentes u ocultas en el importante espesor del cerramiento, apareciendo paralelamente una constelación de patologías relacionadas con los esfuerzos mecánicos, el paso de la energía calórica y del agua en sus tres estados. A medida que la envolvente exterior fue perdiendo espesor, en su lento pasaje de la muralla maciza a la contemporánea delgadez del muro cortina, los fenómenos físicos se fueron manifestando con mayor vigor, y lo que antes se ocultaba en la compacidad obesa de muros como cavernas, de dimensiones superiores a los 100 centímetros, abrigos suficientes para culturas del aguante físico y de breves expectativas de vida, ahora sus escasos 20 centímetros deberán hacer frente a las demandas de confort y longevidad humana contemporáneas. En efecto, el exceso de espesor, digamos alrededor de los 80 a 100 cm, aplanaba la sinusoide de las fluencias calóricas y energéticas entre el día y la noche, y en determinados casos donde se superaba los 150, entre el invierno y el verano, por caso sótanos, bodegas y subsuelos. Ante la progresiva pérdida de tectonicidad de las envolventes post clásicas, una parte no menor de la profesión ha reaccionado de diversas maneras y fundamentalmente por opuestos presupuestos técnicos e ideológicos. Se podría intentar una clasificación a partir de los siguientes criterios. a) La búsqueda de la delgadez muraria intentando rapidez y precisión en el montaje, lo que en algunos casos reduce costos al reducir tiempo de ejecución de obra. b) Permitir una reducción del área de muros en planta, fundamentalmente de las envolventes exteriores, la que puede representar más del 5% de la superficie total por planta. Por otra parte se disminuyen las cargas permanentes al adelgazarse los espesores y fundamentalmente ante la incorporación de materiales porosos y sintéticos. c) Las nuevas patentes de cerramientos ofrecen un catálogo amplio de ofertas expresivas, reduciendo tiempos de proyectación al depender del fabricante su resolución técnica y muchas veces su montaje, adaptándose por otra parte de manera especial a la expresión de renders y maquetas, dispositivos centrales de la maquinaria de muestreo y por que no, de seducción. d) Garantizar un estándar de terminación aceptable en un contexto de abandono total de la expresión del edificio mediante ornatos y elementos complicados.

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Al exacerbarse la expresión planar y abstracta de sus cerramientos, la arquitectura contemporánea profundiza la inercia proyectual en la que se encuentra: A la disminución de costos de ejecución, honorarios y menor capacitación de la mano de obra, entre muchos factores, se condiciona al proyecto a ofrecer la mayor cantidad posible de planos continuos, lo que genera una lógica de diseño en la que se sobre actúa estas condicionantes como modelos apetecidos, transfiriéndose parte de los recursos al área de los materiales y por tanto del valor agregado de las patentes, disminuyendo el flujo de capital y por tanto del peso específico relativo de las demás variables de la maquinaria productiva, esto es del proyecto y sus honorarios y la mano de obra en la ejecución. Finalmente, la arquitectura que viene construyendo el entorno urbano de las últimas décadas en todo el mundo, se dirime en estas fuertes condicionantes de simplificación (no sencillez) volumétrica y constructiva, y una constitución volumétrica euclidiana…. Las arquitecturas topográficas y de fractales han venido sobre poblando las páginas de la mayor parte de las publicaciones especializadas por razones que exceden el marco de este texto, no obstante la arquitectura que realmente construye el entorno del hombre, no el imaginario, se ordena bajo estos parámetros: La abstracción simplista, la carencia de ornatos complejos y la conformación desde paralelepípedos encastrados. LAS ENVOLVENTES VENTILADAS La disminución de los espesores y la densidad de las envolventes, tanto superiores como laterales, dio lugar progresivamente a los comportamientos físicos de que se hace referencia en las líneas anteriores. Uno de los paradigmas formales de la secesión modernista fue la planeidad y liviandad de sus envolventes, y en el caso particular de sus cubiertas, se les encomendó el poder funcionar como un espacio accesible, y en algunos casos como terraza jardín, ville savoye mediante. Las mal llamadas cubiertas planas, en realidad cubiertas de planos horizontales, ensayadas desde mucho antes por las antiguas arquitecturas de la Mesopotamia asirio caldeas, sin las fuertes condicionantes de las intensas lluvias de otras partes del mundo, o las novedosas cubiertas de los transatlánticos de fines del XIX, se constituyeron en el mas rutilante artificio de la nueva arquitectura, tomando posesión de uno de los privilegiados cinco principios compositivos corbuserianos. En realidad muy rara vez se puso en práctica el jardín de coronamiento, no así las terrazas accesibles, mas vinculadas al uso de los servicios, como así también una excelente opción de futuros crecimientos. Por otra parte el agigantamiento de las plantas de los nuevos contenedores arquitecturales ante la aparición de sistemas mecánicos de acondicionamiento y fundamentalmente de iluminación eléctrica, hizo cada vez más antieconómicas las soluciones de cubiertas con exceso de faldones inclinados. Al eliminarse casi por completo la posibilidad de superponer piezas impermeables que por gravedad hiciesen descender el agua de lluvia, propias de las clásicas cubiertas inclinadas, se tomó en préstamo las técnicas de otras disciplinas para dar respuesta al ahora plano impermeable continuo. El embreado de la superficie garantizaba el sellado de los capilares en la última capa de la cubierta, pero a condición de contar con una importante maleabilidad, es decir de una capacidad para amoldarse a los cambios dimensionales de la cubierta por dilatación y contracción, o deformación mecánica por succión y presión de los vientos, pesos y sobrecargas de diverso origen etc. Estas impermeabilizaciones se fueron sofisticando en la medida que se alejaban de su referencia original del embreado naval, incorporando folios que le dieran tenacidad a los esfuerzos mecánicos. De esta manera se ensayó con los primeros cartones asfálticos los que aún por estos días se los reconoce comercialmente con el nombre de Ruberoid. Ahora bien, la solución de saturar de asfalto al cartón se presentaba promisoria en situaciones de climas húmedos, umbrosos, frescos y de baja intensidad de vientos. Alemania fue así uno de los primeros países en adoptarlos y en el consagrado Arte de Proyectar en Arquitectura de Ernst Neufert, egresado de la Bauhaus (dato no menor), aparece como ya homologada esta solución.

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Neufert: Arte de proyectar en arquitectura / Detalles cubiertas planas en la primera Modernidad Es obvio que encomendar semejante responsabilidad a una capa tan delgada y frágil sobrepasaba su capacidad de respuesta y la búsqueda de una protección se imponía como obvia, por lo que se pusieron en práctica diversas formulaciones y componentes en los folios impermeables, por una parte, cubriéndolos por otra de diversas maneras. La protección al espectro ultravioleta del flujo solar se constituye desde entonces como una prioridad, al debilitar progresivamente aquel la vida útil de los asfaltos incorporados en los cartones, folios o textiles que dan cuerpo a las membranas, rigidizándolas y quitándoles su necesaria maleabilidad, volviéndolas quebradizas y perdiendo de este modo su continuidad pelicular, permitiendo finalmente el paso del agua. Una protección ensayada es desde hace ya muchos años, ocultar las membranas con gravas o granzas de diversas granulometrías, habitualmente cercanas a los 50 mm de diámetro. Este manto arroja sombra sobre la superficie del plano impermeable, evitando así la incidencia directa del sol. Si este manto es lo suficientemente espeso, distribuye adecuadamente las presiones y punciones que se ejercen sobre la cubierta, por caso el granizo y las eventuales pisadas. De todas maneras es recomendable proteger su delgadez con una malla lo suficientemente cerrada como para poder anular en la medida de lo posible el punzonado ejercido por las piedras, sin perder su capacidad de dejar paso al agua de lluvia o al rocío en su camino descendente hacia los desagües. Si bien la continuidad del plano impermeable prescinde de la inclinación del soporte de esta, generalmente se facilita su función específica con pendientes leves del orden del 1 al 2%. Después de todo en tantos metros cuadrados es siempre difícil garantizar la absoluta impermeabilidad del plano de cubierta. Las pendientes de estas cubiertas, cuando no se inclina la estructura de soporte (losas, deck, etc.) se realizan con cuencas de planos inclinados, generalmente por rellenado de un material de aporte, que en nuestro medio es elaborado por hormigón simple ó empobrecido con agregados de áridos baratos, como es el caso del cascote (ladrillo partido), ó la utilización de perlitas de poliestireno expandido. Los desarrollos proyectuales a partir de estas técnicas mas elaboradas, generalmente con un importante porcentaje de materiales industrializados, tratan de reducir el aporte de estos pesados rellenos agregados a la obra por vía húmeda, conformando sus cubiertas con soportes absolutamente horizontales. En estos casos se suelen superponer dos mantos impermeables, el inferior de membranas asfálticas sobre substratos de asfaltos aplicados en frío, y el superior de polímeros de PVC conformados como folios. Con el desarrollo industrial, y fundamentalmente con la aplicación del mismo en la obra de arquitectura aparecen a mediados del siglo pasado las espumas rígidas sintéticas, con una particularidad que revolucionará la ubicación del plano aislante en los cerramientos.

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Evidentemente siempre es conveniente aislar al artefacto rígido y continuo desde el exterior donde se producen los grandes intercambios de energía calórica, disminuyendo las importantes patologías que tienen su origen en las dilataciones y contracciones dentro del contemporáneo organismo edilicio, que ha ido perdiendo progresiva y substancialmente su espesor en los cerramientos exteriores. Por otra parte la incorporación de aislantes térmicos en los mismos, generalmente en el plano interno o en un pleno intermedio, acumula mucho calor en el plano expuesto, intensificando el fenómeno de dilataciones diferenciales a veces muy violentas, es decir, mucho calor en un breve lapso y una rápida perdida en otro, contribuyendo a su destrucción por craqueleo ó meteorización, es decir por un sin número de microfisuras. En la cubierta, nuestras folclóricas aislaciones se ejecutaban mediante un manto compactado con pizón de suelo mas o menos mineral, llamado “relleno de tierra”, técnica modesta en la que estas reflexiones no se detendrán, enunciada solo como referencia de la ubicación central en la masa del techo, soportada por la estructura y protegida por la cubierta de barridos de cal y/o cemento. A partir de esta lógica se incorporan los nuevos planos aislantes en el mismo lugar, conformando una sucesión de capas en este orden: El soporte estructural, el plano de corte del vapor (barrera cortavapor), el relleno de pendiente, a continuación un mortero de mica expandida (vermículita) si no se cuenta con el plano de espuma rígida bajo el relleno de pendiente. Finalmente las diversas capas de la cubierta impermeable y en algunos casos un plano de terminación, por caso un solado de azotea de piezas cerámicas asentadas en morteros cementicios. En la búsqueda de protecciones y la necesidad de contar con solados para el tránsito sobre la novedosa colonización del coronamiento del edificio, pero a su vez incorporando dispositivos que dieran respuesta a las inevitables fisuras de las piezas de la azotea, se ensayaron los solados flotantes mediante el empleo de losetas de hormigón vibrado soportadas en sus esquinas por rústicos pilares o poyos, elaborados de medios ladrillos apilados y revocados con morteros recargados de cemento.

Lluís Clotet + Ignacio Paricio / Banco de España en Gerona / Detalle cubierta protegida Habitualmente se aplicaba la impermeabilización mediante la sucesión de capas de bitúmenes y mantos de lana de vidrio, mientras las losetas se apoyaban sobre un mortero de asiento de cal y arena muy pobre, a fin de garantizar una casi nula adherencia entre estas y el coronamiento del poyo. Las losetas solían romperse con cierta facilidad, por lo que se les agregó en algunos casos una malla de hierro en el proceso de producción. Esta techumbre sobre el manto impermeable le daba una importante protección del mismo, pero la complicada ejecución del mismo y la sinuosa constitución del substrato impermeable hizo aconsejable la aplicación de la membrana primero y la puesta en obra de los pilares después, con el riesgo de perforar a esta. Por otra parte, la nula adherencia de estos a su base al no producirse el puente de adherencia entre el mortero del poyo y el manto impermeable hizo necesario el diseño cuidadoso de su plano de soporte. Es así que aparecen los plots regulables, pilares pre elaborados generalmente de material plástico con cabezales donde se pudieran insertar los ángulos de la pieza del solado, loseta de hormigón, placa de granito o tableta cerámica y en algunos casos correas metálicas o rastreles (España) donde se apoyara el sistema de pavimentos y solados. Esta evolución de la protección sobre el plano impermeable permite una puesta de obra menos lesiva del manto impermeable de la membrana ya que se la transita menos y el sistema se soporta sobre un simple replanteo y apoyo de piezas muy livianas.

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Una solución menos determinada por estos kits de piezas con mucho valor agregado, al evitar sus costosas patentes, es suplantar este sistema de soportes por un manto de grava o granza sobre el que se coronará (o no) con un solado de losetas ó piedras lajas. Este estrato tiene su origen en la necesidad de proteger a los mantos impermeables de la cubierta mediante unrecurso económico e ilimitado. LA CUBIERTA INVERTIDA Con la aparición de las espumas rígidas de aislamiento térmico, generalmente impermeables, es decir con prescindencia del ingreso de agua de lluvia en su masa, se podía por fin independizar la ubicación del plano de resistencia térmica en la multicapa superior del edificio. Por lo tanto si se pudieran aplicar, o en este caso apoyar dichas placas aislantes sobre las impermeabilizaciones, las condiciones de aislamiento térmico no se resentirían, al anteponer a la masa aglutinada (rígida) del edificio un aislamiento que disminuye significativamente sus dilataciones y contracciones, ubicando sus envolventes y estructuras del lado protegido. Este aspecto es muchas veces olvidado en la didáctica de nuestras universidades al fijar como única variable al confort climático y obviar los efectos físicos y dimensionales del calor sobre la masa arquitectónica. Es así que este plano aislante sobre la membrana se puede fijar con un lastre de piedra partida ó canto rodado, protegiéndolo del flujo solar ultravioleta, aplazando su final. Este tipo de solución donde se ubica en un mismo plano a la barrera de vapor e impermeabilización, al poder superponer el plano aislante térmico sobre esta última, evita en muchos casos la previsión de una primera capa corta vapor ya que su posible plano de condensación se ha desplazado por arriba de la membrana. Es por este motivo que se conoce en forma genérica a esta forma de disposición de los diversos estratos de la cubierta como cubierta invertida.

Carlos Quintans / Vestuarios en piscinas municipales / Madrid: Axonométrica de despiece de su cubierta invertida

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EL MURO VENTILADO Como es evidente, estos dispositivos dependen de la gravedad, apoyando simplemente sus diversas capas en estratos superpuestos sin mayores inconvenientes. Se ha logrado en esta conformación contar con una impermeabilización oculta a los diversos agentes destructivos, ubicando al aislamiento como mediador de las importantes fluencias térmicas sobre la rigidez del contenedor edilicio, minimizando las deformaciones mecánicas de las envolventes y la estructura, aminorando por otra parte la posibilidad de contener vapor de agua y su condensado al aminorar los picos de calor y frió que lo absorben con facilidad ante temperaturas elevadas y lo licuan posteriormente con la fuga del calor acumulado por las noches ó los cambios climáticos (rotación de los vientos, fuertes lluvias, etc). De esta forma se pudo colonizar la quinta fachada, aplicando solados horizontales que permitan la habitabilidad y el tránsito del espacio ganado. Si bien este espacio ganado obsesionaba (y aún entusiasma) a parte de la disciplina, y es uno de los dispositivos de mayor prestigio desde la secesión modernista, se logró a partir de la natural (y gratuita) acción gravitatoria. Una vez controladas las debilidades de sus impermeabilizaciones, se pudo verificar las ventajas obtenidas en el hojaldre de las ahora modernas envolventes superiores. El proceso de adaptación de estos mecanismos a los cerramientos exteriores verticales fue más dificultoso. Si bien los problemas y patologías derivados de la presencia de agua de lluvia quedaban controlados, la facilidad de apilar hojas delgadas fijadas por su propio peso se modificaba radicalmente. Ahora las diversas hojas fijadas por adhesión, clavado o atornillado no podrían participar de la lógica material que derivaba de la continuidad de la impermeabilización y la inversión del plano termo aislante. Las arquitecturas clásicas, por englobar groseramente toda la producción anterior a la modernidad, como se ha comentado, resistían a las condiciones climáticas y las encomiendas estructurales en su exceso de masa edilicia, crédito material del que ya no se contaba… Los delgados muros racionalistas y sus extensas aberturas descontrolaban peligrosamente los fenómenos del paso de la energía térmica y sus efectos anexos como las obsesivas condensaciones del vapor contenido en el aire. Evidentemente que poder contar con una máscara que disminuyera el impacto de la energía calórica, descomprometería en gran medida a la envolvente rígida vinculada a la estructura, evitando descontroles en las dilataciones y contracciones del edificio, aminorando por otra parte su capacidad de contener vapor de agua presente en el aire ingresado en los poros y alvéolos de los cerramientos. A menos calor, menos capacidad de contener vapor y menor posibilidad de llegar al incomodo y por momentos destructivo punto de rocío. El foco se fijó entonces en los sistemas de amarre de piezas suspendidas que interrumpieran en gran medida el paso del calor por conducción directa al separar con una cámara de aire las piezas de revestimiento con las del cerramiento fijo del edificio. Las primeras experimentaciones recurrieron al atornillado directo de las piezas a la mampostería en la búsqueda de fijaciones confiables que evitaran los habituales desprendimientos de las placas del revestimiento, generalmente de granito o mármol, raras veces de piezas metálicas o de madera. Hasta entonces aquellas eran afirmadas mediante morteros ricos en ligante y el amurado de grampas que sujetaban por los bordes del plano al revestimiento. Estas grampas eran realizadas de metales no ferrosos, por lo común el bronce. Cuando nuestros ya jubilados arquitectos de la primera modernidad intentaron colgar las piezas de las recientemente colonizadas terrazas, tuvieron que arrancar desde estas técnicas mas preocupadas en dar una solución duradera a los revestimientos que en articularse a una tecnología de nuevas y delgadas envolventes multicapas soportadas en el vacío. La aparición en el mercado de las espumas rígidas, aceleró la puesta en acto de un plano de fachada que cubriera de las condiciones adversas (sol, vandalismo, etc) a las mismas. Una vez que se contó con un aceptable desarrollo de los sistemas de fijación, se pudo controlar la “flotabilidad” de los componentes de fachada, ya sean premoldeados, paneles compuestos (composites), placas multilaminadas de madera etc, y así dar cierre al plano vertical en cuyo trasdós (espalda) se fija la protección térmica. Claro, el propio peso no será ya el medio que estabilice las diversas capas superpuestas, ahora se han incorporando elementos que burlan la gravedad mediante mallas y subestructuras con amarres y fijaciones diseñados y producidos industrialmente. Aquí, como en gran parte de la materialidad arquitectónica, se da el progresivo paso del manual al catálogo…. Llegan las patentes, pero el principio es el mismo al de las más

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elementales protecciones de las terrazas accesibles del racionalismo, esto es, poder contar con una sombra protectora sobre el perímetro del edificio en general y de los componentes de base polimérica (membranas y espumas rígidas) en particular. Las indagaciones en los sistemas de carpinterías y muros cortinas se concentrarán en contar con cámaras de aire entre dos hojas de vidrio (DVH) y generar dispositivos de doble o triple contacto en el cierre de las batientes. Los marcos y bastidores de aluminio o acero inoxidable se rellenan inicialmente con maderas livianas y posteriormente con espumas inyectadas. Aparecen posteriormente carpinterías de PVC con control de radiación ultravioleta y ruptura del puente térmico. Básicamente se decantan dos grandes grupos de sistemas de soporte: Las fijaciones puntuales y las estructuras auxiliares de soporte. En el primer caso se cuenta con piezas de fijación sin vínculos entre ellas, el que se realiza sobre el trasdós del soporte, esto es el plano vertical del edificio, por caso el muro o el tabique de la fachada.

Componente de fijación Fischer para fachadas ventiladas / Sistema de soporte de una fachada ventilada de placas de granito Estos sistemas en general prevén un desplazamiento en horizontal y vertical de la garra o espárrago, a fin de readecuar estas fijaciones a los desplazamientos sufridos por el taladrado en obra, casi sin excepción impreciso al depender de tantas variables: El pulso del operario, la comodidad del mismo en el andamio, la composición y granulometría del material perforado, etc. Al poder independizar los puntos de abrocado sobre la fachada, estos sistemas pueden adaptarse con cierta facilidad a las composiciones mas complejas de la misma, por caso la falta de concertación y modulación de las aberturas, no obstante su reducida capacidad de soporte, importante a la hora de ponderar la composición y dimensiones de los componentes de cierre (placas). Los sistemas de estructuras auxiliares, si bien mucho mas costosos, ofrecen una precisión y una resistencia superior a las fijaciones puntuales. En esencia son sistemas casi similares de fijación al plano de la fachada, pero a consecuencia de sus mayores cargas, deben tomarse de la estructura de soporte del edificio, esto es columnas y vigas o testas de losas, salvando las “luces” entre sus nudos con correas y montantes de los que se fijan las placas de terminación. FACHADAS VENTILADAS DE MAMPUESTOS Si la incorporación de las nuevas técnicas, ha significado una transferencia de responsabilidades profesionales sobre el control material del proyecto a los departamentos técnicos de la industria de la construcción, aspecto en el que se ha venido cediendo autonomía de manera sostenida, el escenario ampliamente asumido por la profesión es que ya no se diseña en escalas inferiores a 1:50, por lo tanto para un ajuste mas minucioso será necesaria la adquisición de tecnología patentada, condicionando las pautas del proyecto original, y claro, transfiriendo honorarios y valor agregado desde el despacho profesional a la industria, elevando los costos de la obra al mismo tiempo que se renuncia a una parte (no menor) de sus utilidades. El lugar común de vincular el campo de la arquitectura con el de las (bellas) artes, visión esta profundamente enraizada al paradigma decimonónico de un creador inspirado por momentáneos impromptus geniales, ha influido desde entonces como un lastre en el que el sujeto obnubilado delega a otros el control técnico del proyecto como tarea sucia, aligerando de esta forma su vuelo creativo del peso gravitatorio de la materia terrestre.

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El casi centenario Movimiento Moderno, al encontrarse desvalido en sus iniciales manifiestos de fuertes preexistencias referenciales – recordemos su desprecio constitutivo a toda valoración tipológica e histórica – ha estimulado una cierta proyectualidad del invento, sin mayores preocupaciones de la específica materialidad. En realidad a partir de este alejamiento entre el proyecto y las técnicas constructivas – frecuentes en el grado universitario - aparecen las normalizaciones y controles de calidad en una disciplina que incorporaba los nuevos materiales pero desde su fuerte compromiso con la creatividad (por momentos ocurrente). No es un dato menor el cargo de Ernst Neufert en la dirección de la última Bauhaus herida de muerte por el nazismo y ya preocupada por estas distancias entre arte y oficio

Herzog + De Meurón / Bodegas Dóminus en Napa Valley / California. Utilización de una técnica indeterminada como la piedra en la elaborada protección de su envolvente. Aquí se abren dos caminos frente al fenómeno de la proyectualidad material: A las condiciones físicas del proyecto se responde con tecnología pre elaborada, arropando al organismo edilicio con elementos concebidos como sistema de montaje. No obstante queda la vía alternativa de contar con performances parecidas pero desde la utilización de materiales de altísima indeterminación como los mampuestos, las piedras, el hormigón, etc. El caso más apropiado a esta revisión de un dispositivo de reacción a las condiciones del entorno, como el muro ventilado ò transventilado, es el del muro de ladrillos en sus diferentes técnicas de producción. Material incomparablemente adecuado a muchas encomiendas por sus condiciones de masa y porosidad, con lo que logramos buenos aislamientos del calor y del sonido como también retardos y acumulación del calor, además de su inherente economía y facilidad de acceso en nuestros mercados, se presenta bajo dos inconvenientes: Por un lado es fuertemente higroscópico, esto es, ávido de agua, y por otro su masa compacta, como condición lógica de su puesta en obra, facilita la captación del calor radiado en su cara externa. Digamos de paso que su resistencia a la formación de planos de rocío se funda en su espesor y porosidad, produciendo una lenta pérdida del calor en su pasaje del plano caliente al frío – habitualmente desde el interior al exterior. Esta ganancia térmica se verá disminuida en gran medida si se interpone un plano “flotante” en el exterior, que restrinja la captación de calor, y por lo tanto su paso a la cara interior, aminorando de esta forma su capacidad de absorción de vapor de agua al bajar su calor acumulado. Bajo este principio se han diseñado y patentado sistemas de piezas de soporte para una piel de ladrillos de fachada fijadas desde el muro de cierre interior de manera de contar con una cámara abierta y refrigerante entre estas capas del edificio, como por ejemplo es la propuesta para una fachada mediterranea de Ignacio Paricio y otros componentes que como sistemas integrados se van incorporando a la oferta técnica mediante el uso de sistemas mas o menos abiertos.

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Arriba izquierda: Fachada Mediterránea de muro ventilado de ladrillos (Ignacio Paricio). Arriba derecha: Cubierta protegida con soportes metálicos y placas cerámicas. Abajo Izquierda y derecha: Sistemas para muros ventilados con elementos cerámicos Por otra parte hemos experimentado recientemente sobre las envolventes externas de proyecto propio un aparejo de doble muro, confiando a la hoja externa (más delgada) la protección de sombra y la ruptura física de la capilaridad hacia el muro de mampostería interior (mas grueso) como una pequeña contribución desde la misma disciplina a las condiciones de transferencia físicas descriptas.

Baulina + Nanzer: Casa Tissera – Ferrari en Quintas de Italia / Córdoba / Detalles ejecución muro ventilado de mampostería de ladrillo

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CIERRE En estas líneas se han expuesto algunos apuntes sobre el fenómeno profundamente anclado en la tradición moderna de entender a sus envolventes como un particular campo de experimentación y elaboración. El lugar común de vincular el campo de la arquitectura con el de las (bellas) artes, visión esta profundamente enraizada al paradigma decimonónico del creador inspirado por momentáneos impromptus, ha operado desde entonces como un lastre en el que el sujeto obnubilado delega a otros el control técnico del proyecto como tarea sucia del mismo, aligerando de esta forma su vuelo creativo del peso gravitatorio de la materia. El casi centenario Movimiento Moderno, al encontrarse desvalido en sus iniciales manifiestos de fuertes preexistencias referenciales – recordemos su desprecio constitutivo a toda valoración tipológica e histórica – ha estimulado una cierta proyectualidad del invento, sin mayores preocupaciones en muchos casos por la específica materialidad. En realidad a partir de este alejamiento entre el proyecto y las técnicas constructivas fundamentalmente en el grado universitario, comenzaron a crecer las normalizaciones y controles de calidad en una disclipina que incorporaba los nuevos materiales pero desde su fuerte compromiso con la creatividad por momentos ocurrente. Al fin de cuentas la cesura iniciada por la modernidad hace ya un siglo, incluía un mandato digamos casi moral de establecer unas lógicas novedosas en la construcción del proyecto de arquitectura desde la interpelación racional de sus procedimientos y técnicas. Aquí se establecía probablemente el núcleo de su petición de principios. Tal vez por esto sea siempre bueno volver la mirada sobre la condición de encarnadura material del proyecto de arquitectura.

Rafael Moneo / fachada ventilada edificio en La Diagonal (Barcelona) + Frank Gehry / envolventes continuas de fachada en titanio del Guggenheim Bilbao MAYO 2008