Dead drop

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Dead Drop, USB escondida. Hace cinco años inició un proyecto de participación ciudadana relacionándolo con las nuevas tecnologías y en concreto con la manera de poder compartir archivos y datos en soporte digital. La campaña consistía en incrustar en las paredes, muros, árboles, o cualquier lugar un pendrive o un USB escondido. La intención es que los usuarios puedan compartir archivos de manera anónima pudiendo enriquecer entre todos una cultura global y participativa. El proyecto comenzó en Nueva York y se fue extendiendo gracias a la facilidad con la que se pueden instaurar nuevos puntos de Dead drops, título original de la iniciativa. Para colocar un nuevo USB escondido tan sólo es necesario encontrar un agujero en cualquier espacio público accesible por la mayor cantidad de usuarios posible, un USB y un poco de cemento de secado rápido. Actualmente muchos de los USB escondidos han desaparecido o están inservibles por fenómenos naturales como la lluvia, o simplemente por la contaminación de éstos con virus. Todos los Deap Drops se instalan con un único archivo llamado léeme.txt en él se explican las instrucciones que deben tener en cuenta los participantes del proyecto. Sin embargo, quienes utilicen este sistema para intercambiar información se exponen a una serie programas maliciosos (malware), incluidos troyanos bancarios, keyloggers y otros programas espías, con consecuencias potencialmente peligrosas para las víctimas. Y bajo esa premisa, los usuarios pueden compartir cualquier tipo de información, desde fotografías hasta música o videos, lo cual puede implicar ciertos problemas. La falta de cualquier verificación centralizada del contenido o de la naturaleza de los archivos implica que este sistema pueda ser explotado por terceros malintencionados, y conlleva muchos de los riesgos asociados a las redes tradicionales P2P conectadas a internet.

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Dead Drop, USB escondida.

Hace cinco años inició un proyecto de participación ciudadana relacionándolo con las nuevas tecnologías y en concreto con la manera de poder compartir archivos y datos en soporte digital.

La campaña consistía en incrustar en las paredes, muros, árboles, o cualquier lugar un pendrive o un USB escondido. La intención es que los usuarios puedan compartir archivos de manera anónima pudiendo enriquecer entre todos una cultura global y participativa.

El proyecto comenzó en Nueva York y se fue extendiendo gracias a la facilidad con la que se pueden instaurar nuevos puntos de Dead drops, título original de la iniciativa. Para colocar un nuevo USB escondido tan sólo es necesario encontrar un agujero en cualquier espacio público accesible por la mayor cantidad de usuarios posible, un USB y un poco de cemento de secado rápido.

Actualmente muchos de los USB escondidos han desaparecido o están inservibles por fenómenos naturales como la lluvia, o  simplemente por la contaminación de éstos con virus.

Todos los Deap Drops se instalan con un único archivo llamado léeme.txt  en él se explican las instrucciones que deben tener en cuenta los participantes del proyecto.

Sin embargo, quienes utilicen este sistema para intercambiar información se exponen a una serie programas maliciosos (malware), incluidos troyanos bancarios, keyloggers y otros programas espías, con consecuencias potencialmente peligrosas para las víctimas. Y bajo esa premisa, los usuarios pueden compartir cualquier tipo de información, desde fotografías hasta música o videos, lo cual puede implicar ciertos problemas.

La falta de cualquier verificación centralizada del contenido o de la naturaleza de los archivos implica que este sistema pueda ser explotado por terceros malintencionados, y conlleva muchos de los riesgos asociados a las redes tradicionales P2P conectadas a internet.

Eso fue lo que sucedió en febrero de 2015, cuando una investigación del periódico alemán Express reveló las instrucciones sobre cómo fabricar una bomba en una memoria USB incrustada en una fachada del sur de Colonia, Alemania. El PDF de ese dead drop contenía, además, fórmulas químicas para fabricar drogas sintéticas, como metanfetaminas.