Decir No a La Publicidad Sexista

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Decir no a la publicidad sexista Saúl Arellano 2011-07-27/La crónica de Hoy México es un país que, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación, atinadamente promovida por el Conapred, ejerce inmeso niveles de violencia, abuso y maltrato en contra de niñas, niños y adolescentes. En este sentido, somos un país hipócrita, pues aun cuando en la mayoría de los espacios se asume el discurso “políticamente correcto” de la igualdad, en la vida cotidiana las historias de agresiones no cesan y, es triste decirlo de hecho se incrementan ante la incapacidad de las autoridades de promover políticas y marcos jurídicos para la adecuada protección de los derechos de las mujeres. De acuerdo con diversos estudios, la publicidad sexista es en nuestros días uno de los factores que en mayor medida contribuye a reproducir estereotipos que, cuando no denigran a las mujeres buscan a reducirlas a seres que “en el mejor de los casos”, tienen la oportunidad de destacar por sus atributos físicos, con el consecuente deber de agradar y complacer a sus contrapartes masculinas. Que éste es un tema olvidado por el Estado mexicano es un hecho. No hay, como en otros países, una ley que regule y norme a la industria de la publicidad. [. . .] En México, a la hora en que se encienda la radio o la televisión, o bien se abran las páginas de prácticamente cualquier medio impreso, se encontrarán en la mayoría de los espacios publicitarios, elementos sexista o que promueven la reproducción de estereotipos y asignación de roles discriminatorios contra las mujeres. por ejemplo, los anuncios sobre detergentes, electrodomésticos, cuidado de los niños o la alimentación familiar están dirigido

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Decir no a la publicidad sexista

Saúl Arellano 2011-07-27/La crónica de Hoy

México es un país que, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación, atinadamente promovida por el Conapred, ejerce inmeso niveles de violencia, abuso y maltrato en contra de niñas, niños y adolescentes. En este sentido, somos un país hipócrita, pues aun cuando en la mayoría de los espacios se asume el discurso “políticamente correcto” de la igualdad, en la vida cotidiana las historias de agresiones no cesan y, es triste decirlo de hecho se incrementan ante la incapacidad de las autoridades de promover políticas y marcos jurídicos para la adecuada protección de los derechos de las mujeres. De acuerdo con diversos estudios, la publicidad sexista es en nuestros días uno de los factores que en mayor medida contribuye a reproducir estereotipos que, cuando no denigran a las mujeres buscan a reducirlas a seres que “en el mejor de los casos”, tienen la oportunidad de destacar por sus atributos físicos, con el consecuente deber de agradar y complacer a sus contrapartes masculinas. Que éste es un tema olvidado por el Estado mexicano es un hecho. No hay, como en otros países, una ley que regule y norme a la industria de la publicidad. [. . .] En México, a la hora en que se encienda la radio o la televisión, o bien se abran las páginas de prácticamente cualquier medio impreso, se encontrarán en la mayoría de los espacios publicitarios, elementos sexista o que

promueven la reproducción de estereotipos y asignación de roles discriminatorios contra las mujeres. por ejemplo, los anuncios sobre detergentes, electrodomésticos, cuidado de los niños o la alimentación familiar están dirigido fundamentalmente a las mujeres, utilizando además prototipos de mujeres que literalmente están al servicio de sus maridos y de sus hijos. por el contrario, la mayoría de los anuncios de automóviles (sobre todo los más caros), de deportes, actividades financieras, empresariales o de otros ámbitos catalogados como de “éxito” y reconocimiento público son protagonizados por varones. [. . .] Desde mi punto de vista, por la gravedad del tema, “el observatorio de medios” que hoy medianamente opera en el Inmujeres debería ser trasladado al Conapred; y, a su vez, sería muy importante modificar la Ley Federal para Prevenir y Erradicar la Discriminación a fin de asignarle funciones específicas a este organismo para que pueda regular y sancionar la publicidad sexista en el sentido de que, en una sociedad civilizada, debe asumirse sin regañadientes que la violencia y discriminación contra mujeres y niñas es simplemente incompatible con la democracia.