Del Método Para Introducir Al Inconsciente
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DEL MÉTODO PARA INTRODUCIR AL INCONSCIENTE
“La introducción al inconsciente es, en realidad, una introducción a la falta en
ser”
1- PRINCIPIOS METÓDICOS DEL ANÁLISIS
La serie de conferencias realizada en Brasil por Miller, toma por objeto de
construcción conjunta, a modo de seminario de investigación, la cuestión del
método que se emplea en psicoanálisis; al modo de un discurso del método
psicoanalítico y no de un tratado, pues se trata de comunicar una experiencia y
no de estatuir en rigor sus leyes, pasos y estándares con pretensiones de
objetivación.
Aún así, el método como camino hacia una meta, en este caso la cura, implica
una serie, con una lógica en su sucesión, un recorrido con ciertas etapas, y
cada uno de esos pasos para llegar a buen puerto se pueden nombrar como
los principios que rigen la experiencia; no los patrones sino los principios, pues
frente a la pregunta por cómo hacer no hay estándares sino decisiones.
La técnica no es sin la ética del psicoanálisis pues precisamente se trata de
decidir en el registro del acto del analista; son tres los niveles destacados por
Miller como principios metódicos.
2- LOS TRES NIVELES DEL PROCEDIMIENTO
La avaluación clínica como primer tiempo, consiste en la elaboración de un
diagnóstico previo de la estructura y en una autorización por parte del analista
al pedido del sujeto que demanda ser paciente; aquí el analista opera como
una especie de jurado que va a aceptar o no el pedido del candidato.
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Una vez que se acepta la demanda, hay un vector de subjetivación que
conduce al segundo paso: La localización subjetiva que pone en juego dos
principios metódicos esenciales: el analista debe distinguir el enunciado de la
enunciación y debe usar la puntuación como método para fijar la posición
subjetiva; el estatuto del sujeto en el dispositivo se plantea en cuanto derecho y
no en cuanto hecho; se trata de un nivel lógico, discursivo y no fenoménico,
pues ante idéntico hecho, un sujeto puede asumir diversas posiciones; la ética
del psicoanálisis tiene como primera incidencia al sujeto como sujeto de
derecho.
3- LO ESENCIAL ES LO QUE EL PACIENTE DICE
“Sólo podemos aproximarnos a lo real a través del dicho”
Se trata de pasar de la dimensión del hecho a la dimensión del dicho; el énfasis
en los hechos puede orientar una práctica terapéutica, por ejemplo como la
psicología humanista, allí, acercarse al otro padeciente y abrazarlo puede
resumir toda la intervención del terapeuta; en el análisis no se trata de esto,
sino del énfasis puesto en los dichos del paciente; tampoco es en términos de
empatía o simpatía como se posiciona el analista ante los dichos; no sería la
comprensión el operador lógico que guie el acto analítico al modo de un
<ponerse en los zapatos del otro>, consigna de los psicólogos que comprenden
demasiado rápido los pesares de sus pacientes; la interpretación analítica no
introduce el entendimiento sino el malentendido, <¿qué quiere decir usted con
eso?>, una intervención de este tipo consiste en cuestionar la posición que
aquel que enuncia toma con relación al enunciado.
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Dicho y decir, enunciado y enunciación no son equivalentes; la enunciación
consiste en la posición que aquel que enuncia toma con relación al enunciado;
lo esencial en este registro es que quien habla siempre dice más o menos de lo
que quiere decir; el sujeto puede afirmar algo como su creencia fundamental o
como una mentira o con escepticismo, todas estas son modalizaciones del
dicho; modulaciones que desplazan la posición del sujeto con respecto a lo que
dice; la posición con respecto al dicho es el propio sujeto e implica su deseo.
4- LE ÉTICA DEL BIEN-DECIR
“El lugar de la enunciación es el propio lugar del inconsciente”
El analista debe discernir en los dichos la posición asumida por el sujeto y para
esto no hay un modelo estandarizado, no es un registro objetivable, será en el
acto mismo que el analista decida puntuar una frase que considera que revela
la posición en términos de deseo del sujeto, pues justamente “el neurótico no
puede aceptar el deseo sin la marca de la negación sobre éste”; es por esto
que la regla que lo constriñe a la libertad en la profusión de los dichos lo dirige
al auto-malentendido, pues en la serie de los dichos emerge la enunciación ya
sea por medio del lapsus o por medio de la intervención del analista que cita un
fragmento de su discurso, que le ofrece al paciente sus dichos, <usted lo dijo>.
Por medio de la regla fundamental y de las intervenciones del analista, el
paciente va siendo instruido en la ética del bien decir; una ética del dicho y el
decir; se trata de “introducir al sujeto en un acuerdo entre el dicho y el decir, de
tal manera que pueda aproximarlo a decir lo que desea”, practicar una manera
de decir que tenga en cuenta la diferencia entre el dicho y el decir así como la
posibilidad de la modulación subjetiva ante los propios dichos; este proceso se
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comienza desde las entrevistas preliminares, en las que se transforma a la
persona en un sujeto que toma distancia con relación a lo que dice.
5- RECTIFICACIÓN SUBJETIVA
“El acto analítico consiste en implicar al sujeto en aquello de lo que se
queja”
Miller toma un fragmento de la dirección de la cura en el que Lacan habla de
una “rectificación de las relaciones del sujeto con lo real” y lo transforma en otro
que le parece más conforme con el último Lacan, “introducir al paciente en una
primera localización de su posición con relación a su dicho” y luego sostiene
que “sólo podemos aproximarnos a lo real a través del dicho”.
Para retomar los niveles dos y tres del método, la localización y la introducción
al inconsciente, puede plantearse que esta introducción a partir de la
localización de la posición en relación con los dichos, consiste en rectificar los
enunciados en función del sujeto como lugar vacío en el que se inscriben las
diversas modulaciones de la atribución subjetiva, ubicando allí la cuestión del
deseo.
Así, se implica al sujeto en aquello de lo que se queja; la intervención del
analista que señala la distancia que hay entre el enunciado y la enunciación,
introduce al paciente en la dimensión del inconsciente como lugar que
evidencia la responsabilidad que lo implica como agente de su padecimiento;
es lo que opera Freud en el caso Dora con la inversión dialéctica, ubica su
deseo como lo que la compromete en una satisfacción que extrae de su
padecer pretendidamente objetivo; allí se pone en juego el acto que apunta a
una modificación que rectifiqué la posición del sujeto, proceso que
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responsabiliza, pues responsabilizar es hacer reconocer el deseo que
manifiestan los dichos como enunciación
6- EL DRAMA DE LA FALTA DE SER
“El neurótico es justamente el sujeto que tiene la más aguda experiencia de la
falta de la causa de ser”
En este reposicionamiento se hace énfasis en el sujeto, ya que la posición
frente a lo dicho es un índice subjetivo; ahora bien ¿de qué sujeto se trata?, el
sujeto es lo que se resiste a la objetivación, a la clasificación, a la
estandarización, pues no es cuantificable, no admite su ingreso en el registro
del número; el sujeto es el lugar vacío en el que se inscriben las modulaciones
del dicho; y en última instancia Miller sostiene que “el sujeto es una categoría
que infringe el principio de razón suficiente”; de modo que escapa también al
determinismo teleológico.
Si el sujeto es la primera incidencia de la ética del acto analítico, esto quiere
decir que es el efecto de una decisión del analista; existe por la posición que
toma el analista en relación con los dichos del paciente pero no existe como un
dato o como un ser; por este énfasis en el acto del analista como decisión se
plantea que el registro propio del psicoanálisis es el de la ética y no el de la
ontología en cuanto no se trata de hacer con lo que existe sino de decidir sobre
lo que no existe, o más precisamente, que existe como falta en ser.
Para Miller la ontología sólo se ocupa de los seres en tanto existentes mientras
que la ética se ocupa de la falta en ser; la sustancia del sujeto no existe, le
falta, existe la función del sujeto como error en las cuentas, pero su ser le falta;
Miller cita un fragmento de la Dirección de la cura que se refiere al neurótico
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“su pasión es la de justificar la existencia”; el sujeto está dividido por la falta de
ser, puede decirse como lo señala Soller que padece la falta del ser que le
incumbe y a la vez que se apasiona por llegar al ser; la demanda de ser implica
al otro al cual se le plantea este pedido intransitivo.
7- PONERSE EN CUESTIÓN
“El lugar de la responsabilidad del sujeto es el mismo del inconsciente”
Al neurótico le falta la causa de su ser y esto lo lleva a la pasión por justificar su
existencia, otorgarle un sentido; por su parte el psicótico tiene la certeza de la
justificación de su existencia y el perverso sabe que existe para gozar.
Puesto que la acción del analista toma su nivel operatorio en la relación con el
ser, las intervenciones del analista se dirigen a la falta de ser del sujeto, pues
ponen en cuestión los significantes que el paciente ha estatuido como las
razones de ser fundamentales; al llevarlo a tomar distancia de sus dichos, la
asociación libre lo disocia de las soluciones o tapones que ha puesto en el
lugar de la causa de ser; el paciente pone en cuestión sus significantes
regentes y se ve así ubicado frente al vacío que se le impone en lugar de la
justificación que tenía o que anhelaba; este proceso consiste en una destitución
que marca la experiencia analítica con el signo del peligro y de la angustia
antes que de lo terapéutico y reconfortante.
Aquí plantea Miller la posibilidad de establecer como criterio para no admitir el
pedido de análisis de un sujeto, el hecho de que no tenga un deseo decidido.
8- DE LA LINGÜÍSTICA A LA ETICA
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En cierto sentido los tres niveles del método: avaluar, localizar e introducir y
sus dos vectores: subjetivar y rectificar suponen el pasaje de un registro
lingüístico a un registro ético; es a través de la distinción entre enunciado y
enunciación que se introduce la cuestión del sujeto como vacío, en tanto que
afectado por la falta de ser y la cuestión del deseo que no se puede aprehender
sino bajo el signo de la negación.
Miller señala que Lacan pasa del concepto de rectificación al de histerización,
pues precisamente en la histeria el sujeto toma distancia con relación a los
significantes amo, los pone en cuestión; el significante se ubica como
enunciado mientras que el sujeto se posiciona como enunciación.
En la histeria se toma distancia tanto de las posiciones del otro que se presenta
como amo, como de los propios dichos; esta distancia respecto a sí mismo
implica un reconocimiento de la división subjetiva y una vivencia nítida de la
falta en ser; mientras que el sujeto obsesivo confunde su falta en ser con un
significante que instituye como regente y amo que tapona la falta y encubre la
división, lo que le permite alienarse y cerrar la distancia entre su deseo y sus
dichos.