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    DE LA GUERRA A LA PAZ:UNA DOBLE PERIODIZACIN

    Ricardo Ribera

    HISTORIA DE LA GUERRA

    Si la historia es en esencia proceso, si se comparte dicha concepcin, tendr que

    aceptarse asimismo que es propio de la naturaleza de la historia el desarrollarse

    conforme a etapas o perodos, que no son sino fases del proceso histrico. Ser

    por ello importante, para su correcta interpretacin, establecer la periodizacin

    que corresponde al segmento del desarrollo histrico que es objeto de estudio. En

    la metodologa dialctica de anlisis la capacidad de periodizar el proceso est en

    estrecha correspondencia con la comprensin global del mismo. Instrumento y a

    la vez resultado de la investigacin, la periodizacin establece su propia dialctica

    con los contenidos, a los que agrupa sugiriendo una determinada relacin entre s

    y es por tanto inseparable de la propuesta de interpretacin.

    El rbol procede de la semilla. Pero desde la semilla no se explica el rbol. steno se "deduce" de aqulla. Al revs. Es desde el rbol que podremos entender la

    semilla. Es nicamente desde el final del proceso que vamos a poder comprender

    su inicio y las etapas que lo componen. Planta, flor, fruto y semilla, aparecen

    desde el conjunto del proceso en una secuencia lgica y determinada

    internamente. Son fases de un nico movimiento dialctico. Se explican una a la

    otra, una vez se ha comprendido a lo que apuntaban.

    Bellas imgenes que proceden de un filsofo de la historia, generalmente oscuro

    y difcil de entender, como es Hegel. Capaz tambin de expresarse con claridad y

    expresividad, a travs de ejemplos e imgenes, como las aqu citadas. Al llegar a

    un punto de culminacin podremos establecer una periodizacin adecuada, que

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    se corresponda con lo que el proceso "ha sido", con lo que aparece como su

    esencia y su lgica fundamental.

    El investigador, al establecer los perodos debe partir de la objetividad de los

    hechos. Pero no podr eludir lo subjetivo. Porque la periodizacin depende de la

    interpretacin global que aqul haga y de la perspectiva con que examine los

    diversos acontecimientos. De modo que una periodizacin, aun siendo muy

    objetiva, nunca ser nica. En el caso del conflicto salvadoreo, por ejemplo,

    diferir si el enfoque se hace desde la ptica de los aos ochenta, de lo que

    estaba ocurriendo durante la guerra civil, o si desde la perspectiva de la dcada

    siguiente, desde la perspectiva de lo que fue su resultado. Se desprenden

    entonces dos periodizaciones diferentes y complementarias. La primera se refierea una historia de la guerramientras la segunda ofrece la historia de la paz.

    El proceso fue ambas cosas a la vez. Por eso no hay contradiccin o mejor

    dicho, s la hay, pero en lgica dialctica entre las dos periodizaciones del mismo

    proceso histrico salvadoreo.

    Ya sabemos hoy lo sabemos, no a mitad del proceso que la guerra civil

    salvadorea culmin con la solucin poltica negociada. El conflicto termin,

    aparentemente, en enero de 1992 con la firma de los acuerdos de paz. Habr que

    examinar crticamente esa afirmacin. Pero lo que s queda establecido es que el

    resultado de la guerra fue la paz. Por lo cual no forzamos la objetividad de los

    hechos al proponer el mtodo dialctico de anlisis, dado que nuestro proceso

    cumple cabalmente el modelo terico: cada cosa genera su contrario, el cual brota

    de dicha oposicin.

    En este caso, lo que la guerra engendr fue su contrario dialctico, la no-guerra,

    la paz. Tambin la guerra haba surgido de su opuesto, de la paz de los aos

    setenta. Pero sta presenta su carcter falso, pues incuba el conflicto por venir,

    siendo la guerra de los ochenta la negacin de la paz de la dcada anterior. La

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    paz actual cobra as la dimensin de negacin de la negacin: niega la guerra que

    haba a su vez negado la paz de la dictadura. El tiempo actual no es el retorno al

    pasado, a una situacin de paz preexistente, sino que se trata de una paz

    diferente, superadora, sobre fundamentos distintos, a la que la nacin no habra

    llegado si se hubiera "ahorrado" su difcil gestacin y doloroso parto.

    La guerra arranca del perodo anterior, en el cual todava no hay contienda

    blica. Pero s acumulacin de hechos de violencia poltica. Hasta que la cantidad

    se vuelve calidad, el cambio cuantitativo transformado en cualitativo. Difcil es

    precisar una fecha. La espiral violenta se acelera desde el fraude electoral de

    1977. Tiene un claro repunte en 1979 y resulta ya innegable su dimensin de

    confrontacin militar a partir del golpe de estado de octubre de este mismo ao.

    La ONU prefiri adoptar el ao calendario - desde el 1 de enero de 1980- al fijar

    qu perodo deba cubrir la Comisin de la Verdad para esclarecer los graves

    hechos violatorios de los derechos humanos acontecidos durante la guerra. No

    adopt el 10 de enero de 1981, inicio de la ofensiva final del FMLN, por dos

    razones bsicas. La primera, para poder incluir en la investigacin el asesinato de

    Monseor Romero, uno de los crmenes ms connotados del conflicto. Y para no

    achacar slo a la insurgencia la responsabilidad de haber empezado el conflicto.

    Pues a inicios de 1980 el FMLN ni siquiera haba sido fundado. Tampoco resulta

    absuelto. Los grupos guerrilleros haban acrecentado su accionar en ese tiempo.

    Por otra parte, tampoco la Fuerza Armada haba asumido en esas fechas todo el

    protagonismo que tomar despus.

    En eso consiste justamente la esencia del primer perodo de la guerra civil

    salvadorea: en su carcter irregular. Uno y otro bando estn ya configurados,

    pero no formalmente, y lo que predomina es la informalidad. En el gubernamental

    son los cuerpos de seguridad y las redes de escuadrones de la muerte quienes

    llevan el peso principal de la reaccin represiva. Predomina la descentralizacin y

    la coordinacin es escasa. La Guardia no comparte su informacin con la Polica

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    de Hacienda, ni la Polica Nacional con aqullas. En cada uno de estos cuerpos

    se organizan escuadrones de la muerte al margen de la jerarqua formal. Despus

    se sabr que la Unin Guerrera Blanca, UGB, operaba desde la GN, el Ejrcito

    Secreto Anticomunista, ESA, en el cuartel de la PH y la Brigada Maximiliano

    Hernndez Martnez proceda de las instalaciones de la PN. La Fuerza Armada

    estaba al margen y no controlaba la accin represiva, al estilo guerra sucia, la

    que era protagonizada por estas otras instancias. En contadas ocasiones fue

    requerida para intervenir en las acciones de represin directa.

    Tambin del lado insurgente el accionar era descoordinado y descentralizado.

    Cada una de las cinco estructuras tena sus propios planes operativos y dejaba en

    gran libertad de accin y de iniciativa a sus clulas guerrilleras y comandosurbanos. Parte del xito se centraba en esas caractersticas de secretividad y

    clandestinidad con que ambos bandos se combatan. Mucha actividad tena fines

    propagandsticos. Y el blanco poda ser cualquiera identificado como del bando

    enemigo. La violencia se iba imponiendo como la forma privilegiada de hacer

    poltica. Triunfaba la tendencia hacia la militarizacin de la poltica.

    Este primer perodo de guerra irregularqueda superado al conformarse el FMLN

    como reunin de las organizaciones guerrilleras, que aspiran ahora en constituirse

    como ejrcito revolucionario. Adoptarn la estructura de un ejrcito, con su Estado

    Mayor, planes centralizados, logstica, columnas, batallones y brigadas. Del

    bando gubernamental la Fuerza Armada pasa a hacerse cargo del conflicto,

    subordinando a su mando los cuerpos de seguridad, disolviendo aquellas

    estructuras de escuadrones o absorbindolas en una nica. A partir del 10 de

    enero de 1981 ya son claramente dos ejrcitos los que se estn enfrentando. Se

    ha entrado en un nuevo perodo. Es el vuelco a la guerra regular, planificada

    centralmente, jerarquizada. Se supera la anarqua de antes y se racionaliza el

    esfuerzo militar.

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    Se ha entrado al segundo perodo, que denominamos de guerra total. En sta lo

    esencial es buscar la derrota militar del enemigo. Se espera alcanzarla al corto

    plazo. El ejrcito monta grandes operativos del tipo yunque y martillo para

    acorralar y aniquilar las fuerzas del FMLN. ste aplica una estrategia para

    resistir, desarrollarse y avanzar. Aspira a desencadenar una ofensiva que

    arrastrase a la poblacin a una insurreccin triunfante. Tambin predomina del

    lado insurgente la bsqueda del aniquilamiento de su enemigo. De hecho algunos

    puestos de la Guardia, varias patrullas cantonales y ciertos destacamentos

    militares son arrasados al atacar lo poco con lo mucho. A los grandes operativos

    del ejrcito le opone la tctica de responder lo mucho con lo poco. Las

    experiencias vietnamitas parecieran dar frutos en la batalla salvadorea y el

    ejrcito, desmoralizado ante un enemigo que suele rehuir el combate parasorprender despus con golpes fulminantes en la retaguardia, parece cada vez

    ms cerca de un colapso. Corre el ao 1983.

    Pero tambin Estados Unidos conoci la guerra de Vietnam y ha extrado sus

    propias lecciones. A fines del ao impone una reestructuracin del ejrcito

    salvadoreo: la modalidad de guerra debe adaptarse al tipo de enemigo. Se

    retorna al esquema de guerra irregular, impulsado ahora por el bando

    gubernamental, que dota a su ejrcito de los batallones de cazadores. Son

    mucho ms livianos que los de reaccin inmediata - fuerza de choque creada en

    la etapa anterior- y su misin es slo patrullar incesantemente las zonas de

    expansin de la guerrilla. Ya no es el objetivo inmediato la destruccin del FMLN,

    sino su aislamiento: geogrfico, pero ante todo, social. Es la tctica de quitarle

    agua al pez.

    Obedece a una nueva concepcin estratgica: la de guerra de baja intensidad.

    Segn ella el componente militar ha de ser nicamente un 10% mientras el

    poltico supone el 90%. El objetivo a corto plazo es ganar la mente y los

    corazones de la poblacin civil. Especialmente en las regiones donde est en

    disputa el control del terreno. Donde el dominio de la guerrilla es absoluto toda la

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    poblacin se considera base social del Frente y se aplican tcticas de tierra

    arrasada, bombardeos masivos, destruccin de cosechas, etc. Es la idea de

    desgastar al enemigo antes de pensar en la victoria sobre l. El FMLN se ver

    forzado a responder de manera similar, impulsando su propia guerra de

    desgaste. sta se alarga necesariamente. La victoria se mira al largo plazo.

    Descifrada la esencia del plan norteamericano el Frente se apresta a no dejarse

    acorralar en sus zonas controladas y abandona el esquema de poder popular y

    de doble poder. Se lanza ahora a extender la guerra a todo el pas: volver

    imposible la afirmacin duartista de que podemos convivir con la guerra y ganar

    la normalidad en las ciudades. Ahora la guerrilla retorna a las estructuras de

    comandos urbanos. Se fija como prioridad derrotar los esfuerzos por reactivar laeconoma del pas y hace del sabotaje un arma estratgica. Es la concepcin de

    la guerra de las pulgas: no matan al elefante, pero pueden volverlo loco y

    ponerlo en retirada.

    Se ha entrado al perodo ms decisivo: es la guerra integral que durar desde

    1984 hasta fines de 1989. En l se abre el dilogo, como otro esfuerzo ms para

    ganar la guerra, y muchos otras iniciativas en diversos escenarios: social,

    econmico, poltico y diplomtico. Con menor cantidad de vctimas civiles, la

    guerra en realidad no se ha moderado, al revs, ha ganado en intensidad y es

    ms integral. Se ha entendido la concepcin de que la misma es un fenmeno

    poltico. Se pasa consecuentemente a una guerra poltica. La anterior

    militarizacin de la poltica se ha transformado dialcticamente en la politizacin

    de lo militar, es la guerra misma la que se politiza.

    La guerra de desgaste provoca, con su alargamiento fatal, el desgaste de la

    guerra. Ello explica que la culminacin de esta etapa, la ofensiva hasta el tope,

    noviembre de 1989, encuentre a la poblacin con gran cansancio de la guerra.

    Predomina la oposicin a ambos bandos y el deseo de paz. Determina el fracaso

    de la insurreccin. Tambin el xito de un proceso de negociacin. En un inicio

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    intentado como otra forma de fortalecerse para la ansiada victoria, pronto el

    proceso ir mostrando en ese cuarto perodo de guerra con negociacinque slo

    es concebible como la alternativa a la guerra. sta sigue en el terreno militar, a lo

    largo de 1990 y 1991, pero va imponindose como determinante la mesa de

    negociacin sobre el campo de batalla. La lgica de la politizacin de la guerra

    conduce a sus protagonistas a una solucin poltica a la misma, que no contradice

    sus ideales y propsitos sino que, para su propia sorpresa, los viene a confirmar.

    Se llega as a la formulacin del Acuerdo de Paz, concebido como desenlace sin

    vencedores ni vencidos.

    Pero el 16 de enero de 1992 no seala el final histrico de la guerra. Faltaba ver

    que los acuerdos se cumplieran. Y la resolucin del problema de dos ejrcitos enun mismo pas.

    La posguerra debe por ello considerarse como parte de la guerra, es su ltimo

    perodo. El incumplimiento podra an derivar en un retorno a la confrontacin

    militar. Termina el primer ao de posguerra, 1992, con el desarme del FMLN y la

    disolucin de los batallones elite gubernamentales y dos de los tres cuerpos de

    polica. Tambin la inscripcin formal y legalizacin del Frente como partido

    poltico. No ser sino hasta las elecciones de 1994, con su participacin electoral

    en las mismas, que culmina el proceso de paz, segn el concepto definido por

    Naciones Unidas. Y con ello la guerra en su ltimo perodo, la posguerra. sta se

    constituye a su vez en la primera etapa de la transicin democrtica.

    La poltica ha triunfado finalmente sobre lo blico. Merced a la propia guerra.

    Antes la poltica era mero ejercicio del poder. Y ste, pura administracin de la

    violencia. Gener su superacin mediante una violencia ms exacerbada, el

    conflicto civil, que pretenda redefinir la cuestin del poder. Ahora la poltica es

    concebida como administracin de las diferencias, como ejercicio del disenso y el

    consenso, como competencia en torno a un poder que en alguna medida es

    siempre poder compartido y responsabilidad conjunta. Si en la dictadura lo central

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    era la confrontacin de intereses y de proyectos, en la actual democracia en

    construccin pasa a ser la concertacin de proyectos e intereses la esencia del

    nuevo tiempo. Todo eso requiere fuerza, pero mucho ms precisa de sutileza y

    conocimiento. En la nueva concepcin la poltica es percibida como un arte y

    como una tcnica.

    El viejo ejercicio griego de la poltica: construir apoyos y lograr convencer, incluso

    al adversario ya no vencer al enemigo -, un oficio que en gran medida resulta

    novedoso, en un pas con un pasado pleno de violencia, autoritarismo e

    imposicin. Y por ello mismo, con un futuro ms lleno de incertidumbres que de

    certezas. Al pas le pesa su historia. Tal vez por eso procura desconocerla. El

    olvido puede ser, sin embargo, la forma ms segura de perder el rumbo de lahistoria, sa que entre todos venimos haciendo da a da.

    HISTORIA DE LA PAZ

    Paralela a la historia de la guerra iba gestndose en el pas la historia de la paz.No como algo posterior sino prcticamente simultneo. La guerra civil lo abarcaba

    todo a lo largo de los aos ochenta. As apareca el perodo. Pero tras esa

    apariencia se desarrollaba lo que el proceso traa en su entraa y se revelar al

    final como su verdadera esencia. El conflicto culmin en acuerdos polticos; lo que

    se estaba gestando durante la guerra era la paz. Por tanto, hay que des-cubrir la

    secuencia del proceso que permite tal desenlace.

    Es la historia de la paz, con su propia periodizacin, con su lgica racional que se

    impone finalmente sobre la racionalidad blica. Como contraposicin, pero

    tambin como fundamento; menos visible pero ms decisiva. Oculta al ojo, como

    las races del rbol, que se expanden simtricamente a las ramas superiores sin

    exponerse a la luz, sino buscando en lo hondo el sustento para el conjunto. El

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    rbol que vemos presupone esas races, que alimentan y sostienen, y que crecen

    en direccin contraria al de la planta. Habra que decir ms bien que sta se

    desarrolla en ambas direcciones a la vez, hacia arriba y hacia abajo

    simultneamente. De manera similar, nuestro proceso histrico avanza en

    sentidos contrarios: en direccin a ms guerra, - o sea, ms intensa, prolongada y

    sofisticada -, pero tambin hacia la paz. Es el impulso de la primera el que empuja

    la segunda.

    Los momentos principales que entraan el salto cualitativo son el dilogo y la

    negociacin. El primero, de naturaleza meramente tctica, lo que de veras

    pretende es ser un instrumento que ayude a ganar la guerra: legitimar las propias

    posiciones, deslegitimando las razones del contrario. Minar el apoyo de susaliados y neutralizar a sus amigos polticos, al tiempo que procura atraerse a los

    neutrales y conseguir que los amigos se conviertan en aliados. El dilogo es parte

    esencial de la lucha poltica y est al servicio del objetivo supremo que sigue

    siendo la victoria militar. No hay coincidencia entre medio y fin: el medio es

    poltico pero el fin est situado en una esfera distinta.

    En cambio, en la negociacin el medio y el fin coinciden: lo que se busca es una

    solucin poltica por medios asimismo polticos. Ya no se trata de ganar la guerra

    sino de ganar la paz. Ambas partes estn ahora conscientes de que para poder

    tener ganancia tendrn asimismo que ceder. Ya no es vista la guerra como un fin

    en s mismo, sino que ha pasado a percibirse como un medio para lograr fines

    que son de naturaleza poltica. Si pueden obtenerse por otra va diferente a la

    militar, procede abandonar el esfuerzo blico y ver de avanzar por el camino de la

    negociacin. Concebida sta al inicio como mal menor, pronto ser percibida

    como una mejor solucin que la que poda ofrecer el mero triunfo militar.

    Transformar el escenario poltico ha requerido de la transformacin de los actores:

    surge una nueva voluntad poltica.

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    Si la voluntad de los protagonistas ha cambiado es porque cambi asimismo su

    percepcin y comprensin del proceso histrico. ste ha realizado una

    propedutica, una pedagoga, educando a sujetos y actores en lo que era y lo que

    no era posible, en lo que es y no deseable, en cul es el ideal realista y realizable,

    y en cules pretensiones deban abandonarse por irrealistas y no verificables. En

    su culminacin, los actores polticos conocen mucho ms del proceso y tambin

    se conocen mejor a s mismos. Depuran entonces sus apreciaciones

    reafirmndose en su razn de ser fundamental, al tiempo que aceptan la

    reconsideracin y modificacin de sus tcticas y estrategias, de sus fundamentos

    doctrinarios, tericos e ideolgicos. En su empeo por transformar el pas (lo han

    logrado aunque segn un diseo insospechado y diferente) se han transformado

    tambin a s mismos. La historia de la paz ha incubado a su interior otro nivel deldesarrollo histrico: es la historia de la democracia, determinada a iniciarse desde

    este nivel elemental como lo es la democratizacin del pensamiento y de la

    determinacin de los actores.

    Es as porque el proceso de dilogo y negociacin presupona la concepcin

    programtica, donde se exponan objetivos y visin general del problema del

    poder. En una primera fase de la historia de la paz, previa a la apertura real del

    dilogo, la que llamaremos fase de pre-dilogo, FDR-FMLN resuman en la

    Plataforma programtica del Gobierno Democrtico Revolucionario, GDR, sus

    concepciones y estrategia fundamental. Corresponden a una concepcin de toma

    del poder y de victoria total. Aunque, paradjicamente, aparece ese maximalismo

    en una etapa en la que esa posibilidad est ms lejos de ser alcanzable. Los

    Frentes se reservan el derecho de decidir qu oficiales de la Fuerza Armada

    podrn permanecer en la institucin, recuperada como brazo armado del pueblo

    desde su propio ejrcito insurgente, as como las fuerzas polticas autorizadas a

    seguir funcionando. El respeto a la propiedad privada condicionado tambin a la

    conducta que los propietarios y los empresarios concretos hayan tenido durante el

    conflicto. Se entiende pues que las ofertas de dilogo, adems de ser una forma

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    de propaganda, se han diseado como la negociacin de la derrota y rendicin

    del bando gubernamental.

    Madurado el proceso histrico se abre la fase del dilogo, antes incluso de que el

    Presidente Duarte lo convoque. Efectivamente, en enero de 1984 los Frentes

    presentan un nuevo Programa: la propuesta para conformar un Gobierno

    provisional de Amplia Participacin, GAP. Presupone que parte del espectro

    poltico legal acepte esa base de negociacin excluyendo a otra parte los

    fascistas, la extrema derecha, los escuadroneros lo que explica la mayor

    flexibilidad del planteamiento. El nuevo ejrcito nacional ya no sera estructurado

    tomando como eje al FMLN sino como el resultado de la fusin de ambos

    ejrcitos, previamente depurados; el espectro legal de partidos va a abarcar todaslas fuerzas democrticas lo que las define es la aceptacin del GAP

    excluyendo slo a las antidemocrticas y militaristas. En realidad, se ofrece

    acortar la guerra por este procedimiento, antes de su derrota total, y ante las

    bases propias se presenta como una victoria parcial, antesala de la victoria total a

    completar posteriormente por medios polticos.

    Agotada tempranamente la fase del dilogo, porque la contraparte tambin ofrece

    una variante de su propia victoria parcial, queda claro que esta va del dilogo no

    avanza si no hay progresos en la correlacin militar de fuerzas. Es la guerra la

    que puede acercar la paz, a condicin de que sea superada la situacin de

    equilibrio estratgico o empate militar. La intensificacin del esfuerzo blico se

    mira como nica va para acercar la posibilidad de la paz. La relacin dialctica

    entre guerra y paz se hace ms transparente. De ah que a partir de 1986-1987 se

    entre a una fase de pre-negociacin en la que hay claridad de la impotencia del

    dilogo, al tiempo que se entiende que falta correlacin para forzar la apertura de

    la negociacin. Romper el empate ser la meta inmediata, para generar uno de

    los dos escenarios: o el de un triunfo militar que vuelva innecesaria la

    negociacin, o el de la imposibilidad de tal triunfo para ambos bandos que

    vuelva innecesaria la guerra y por ende posibilite la mesa negociadora. Preparar

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    la contraofensiva estratgica resulta la conclusin lgica y el resto de iniciativas

    se proyectan como auxiliares de tal estrategia central.

    La valoracin de la ofensiva de noviembre de 1989 resulta diferente: lejos de

    haberse roto el equilibrio estratgico, lo que se ha consolidado es el empate

    militar. La verdadera negociacin se va a fundamentar en esta constatacin. No

    hay vencedor y no va a haberlo. La prolongacin de la guerra no conduce a su

    desenlace. Es imperativa una frmula que se constituya en alternativa a la misma.

    La solucin negociada no puede ser equivalente al triunfo militar, pero puede ser

    equiparable: puede ser una variante de la victoria. Siempre que se precisen y

    redefinan los objetivos esenciales. Los acuerdos deben ser satisfactorios para

    ambas partes o se corre el riesgo de que la paz sea una simple pausa, preludio aun relanzamiento de la guerra. La negociacin pondr punto final a la misma slo

    si se negocia sin trampa y los acuerdos resultan beneficiosos para todos.

    Por ello, tan decisivo como la fecha del 16 de enero de 1992 ser la fase posterior

    de cumplimiento de los acuerdos. Es la ltima de la historia de la paz: la pos-

    negociacin, que se corresponde temporalmente con la pos-guerra. Como ella

    culmina con las elecciones de 1994, fecha clave para la democratizacin

    verdadera del pas y a partir de la cual el tema de los acuerdos pierde su

    centralidad en la vida poltica nacional, independientemente del incumplimiento o

    retraso en ciertos temas. En ese evento electoral, definido acertadamente por la

    ONU como culminacin del proceso de paz, se entrelazan y combinan las dos

    polticas de la guerra: la de dilogo-negociacin y la de elecciones-

    democratizacin. En su reconciliacin se expresa la de las partes beligerantes.

    Es la dialctica sntesis de tres dcadas consecutivas: la confrontacin se ha

    trocado en su opuesto, la concertacin. Pero aqulla sostena la unificacin a

    derecha e izquierda. Asistimos ahora a la dialctica inversa: concertan los

    adversarios y surge la confrontacin al interior de cada uno de ellos. Son las

    claves del tiempo actual, que de nuevo escapan al control de los actores.

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    Del lado de la izquierda la base de los disensos est en la nueva redefinicin

    programtica, la tercera en su historia, que se da a conocer durante la fase de

    negociacin, en octubre de 1990. En la Proclama a la Nacin difundida ese mes

    se expone el concepto revolucin democrtica que sustituye los programas

    anteriores. Justifica la salida negociada al tiempo que expone el recorte de las

    aspiraciones insurgentes: han desaparecido las dimensiones anti-oligrquica y

    anti-imperialista de las definiciones programticas del GDR y del GAP.

    Es congruente con el reagrupamiento de fuerzas que la negociacin provoca a

    favor y en contra del proceso. Pero ese realismo poltico condena al FMLN a

    integrarse al sistema como un partido ms del mismo y promueve que sus lmitessean aceptados como el horizonte de lo posible. Automoderacin que impulsa su

    transformacin en una izquierda reformista. La revolucin como va y objetivo

    histrico desaparece del pensamiento aunque se conserve en el lenguaje,

    sustituida por la reforma. sta muestra su eficacia y viabilidad, tanto en la

    remodelacin de la Constitucin como en el alumbramiento de las nuevas

    instituciones democrticas surgidas de los acuerdos. Abandono de la radicalidad

    que se refleja en el abandono de que son objeto militantes y bases sociales, ante

    la nueva prioridad concedida a la competencia electoral y la lucha municipal y

    parlamentaria.

    Divorciada en gran medida de su base social popular, el FMLN ha tendido en la

    transicin a convertirse en el partido de las clases medias urbanas. Nueva

    izquierda con respecto a la historia poltica del pas, es vieja con respecto a las

    tradiciones socialdemcratas internacionales. La ideologa no puede as ser

    cemento de unidad, solamente los intereses polticos. Pero stos, en su

    diversidad y particularidad, desunen y confrontan. Lo mismo le ocurre a sus

    adversarios de la derecha. ARENA pierde cohesin en la medida que aquel

    cemento ideolgico del anticomunismo y la salvacin de la patria ya no estn

  • 7/24/2019 DelaguerraalaPAZenelSALVADOR3nov

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    sobre el tapete. El neoliberalismo vino a reemplazar y a modernizar su ideario y

    agenda poltica, abriendo espacio a las confrontaciones internas.

    Como pas y en el marco del proceso histrico ms general, los tiempos de

    revolucin (y contrarrevolucin) han sido superados y sustituidos por estos

    tiempos de reforma, la cual amenaza siempre ser desbordada por la revuelta ante

    la falta de alternativas radicales a los radicales problemas no resueltos. El

    espectro de la oleada de saqueos y protestas espontneas en Argentina flotar en

    nuestro ambiente mientras persista en la clase poltica la actual tendencia light,

    que no corresponde con la dureza de la realidad nacional.

    A once aos de la firma del Acuerdo de Paz la valoracin ser muy distinta sinuestra mirada se dirige hacia atrs, al camino recorrido y al lugar de donde

    venamos, o si se enfoca hacia delante, a lo que nos espera en el inmediato

    futuro. Hoy por hoy, se advierten ms motivos para la preocupacin que para

    congratularnos con la misin cumplida. Como en tiempos de No, la paloma de la

    paz necesita tierra firme, donde posarse y poder buscar ramas de olivo.