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  • l artculo que aqu presentamos se une al debatede los itinerarios profesionales de la psicologaclnica y deseamos hacerlo desde el anlisis crti-

    co de la ortodoxia psicopatolgica, desde la autonomay emancipacin de la psicologa respecto al modeloanatomoclnico y psicopatolgico y analizando los dife-rentes dilemas que plantean los itinerarios formativos ac-tuales.

    AUTONOMA Y EMANCIPACIN DE LA PSICOLOGACLNICAUn anlisis crtico de la ortodoxia psicopatolgicaEn un artculo anterior de Papeles del Psiclogo (Lpez y

    Costa, 2012), reclambamos una vez ms la rebelinepistemolgica y tica que comporta un anlisis crtico dela ortodoxia psicopatolgica, por su radical insuficienciaepistemolgica para la explicacin de los problemas psi-colgicos, y un cambio radical de paradigma que pone

    de relieve la suficiencia epistemolgica, metodolgica ytecnolgica de los paradigmas de la psicologa para lacomprensin profunda del sentido de los problemas psico-lgicos y para desvelar el secreto de los enigmas y elsentido del dolor y el sufrimiento que a menudo esos pro-blemas ocasionan. En el presente artculo, queremos com-partir algunas reflexiones sobre la manera en que esteanlisis crtico y este cambio de paradigma, en los quequeremos seguir profundizando (Costa y Lpez, en prepa-racin) se funden estrechamente para fundamentar el pro-ceso de autonoma y emancipacin de la psicologarespecto del modelo anatomoclnico y psicopatolgico.

    Un debate vivo y abiertoLo hacemos en un momento que creemos delicado para

    el futuro de nuestra profesin. Es un momento de enor-mes fortalezas por el prestigio social alcanzado por laPsicologa como una disciplina con paradigmas consoli-dados y que da respuesta efectiva a los problemas psico-lgicos, sabiendo, como seala justamente RodrguezSutil (2013) que no es un asunto simple la definicin delo que es un problema psicolgico ni la decisin dequin ha de definir de qu manera una experiencia vitalpuede llegar a convertirse en un problema. Pero es un

    DESPATOLOGIZAR Y EMANCIPAR A LA PSICOLOGA CLNICA EN LACONTROVERSIA SOBRE LOS ITINERARIOS FORMATIVOS

    Ernesto Lpez Mndez y Miguel Costa Cabanillas Ayuntamiento de Madrid

    En el presente artculo, se propone un anlisis crtico del modelo anatomoclnico y psicopatolgico, se reivindica la autonoma epis-temolgica, metodolgica y tecnolgica de la Psicologa y de su capacitacin profesional para el anlisis y solucin de los proble-mas psicolgicos. Esta perspectiva debera ser tenida en cuenta en el debate actual sobre los itinerarios formativos de la PsicologaClnica dentro y fuera del mbito sanitario. Se plantea un itinerario formativo de Master en Psicologa Clnica para el ejercicio profe-sional fuera del sistema sanitario, se plantean las oportunidades y riesgos de los itinerarios formativos del Psiclogo Interno Residen-te (PIR) y del Psiclogo General Sanitario (PSG).Palabras clave: Modelo psicopatolgico, Epistemologa, Psicologa clnica, Formacin del psiclogo, Psiclogo interno residente,Psiclogo general sanitario.

    In this paper, we propose a critical analysis of the anatomoclinical and psychopathological model, we claim the epistemological,methodological and technological autonomy of Psychology and of the professional training for the analysis and solution of psycholo-gical problems. This perspective should be taken into account in the current debate on the training programs of Clinical Psychologywithin and outside the health field. We propose a training program as Clinical Psychology Master for professional practice outsidethe health system, we raise the opportunities and risks of the curricula of Internal Resident Psychologist (PIR) and the General HealthPsychologist (PSG).Key words: Psychopathological model, epistemology, clinical psychology, training of psychologist, internal resident psychologist, ge-neral health psychologist

    Correspondencia: Ernesto Lpez Mndez. C/ Cobos de Segovia, 17,bajo 2. 28005 Madrid. Espaa. Email: [email protected]............

    1 mdico, psiclogo clnico y consultor.2 psiclogo clnico y director del Centro de Promocin de HbitosSaludables de Madrid Salud.

    A r t c u l o sPapeles del Psiclogo, 2013. Vol. 34(3), pp. 169-181http://www.papelesdelpsicologo.es

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    DESPATOLOGIZAR Y EMANCIPAR A LA PSICOLOGA CLNICA

    momento tambin de riesgos en el que se est produ-ciendo un debate vivo y abierto, con desencuentros im-portantes y posturas encontradas en torno a laconfiguracin acadmica y al ejercicio profesional de lapsicologa clnica, teniendo en cuenta la existencia actualdel ttulo de Psiclogo especialista en psicologa clnica(PEPC) creado por el RD 2490/1998 y la reciente crea-cin del Master en psicologa general sanitaria (MPGS)por la Ley 33/2011 General de Salud Pblica. En estedebate, se estn mostrando perspectivas diferentes, epis-temolgicas, acadmicas, legales, profesionales, y estolo enriquece. Creemos que este debate, hecho con respe-to por las diferentes perspectivas, puede ser muy fructfe-ro y tiene trascendencia y proyeccin estratgica.Nosotros queremos tomar parte en esta deliberacindesde una perspectiva basada justamente en la autono-ma y emancipacin del discurso epistemolgico, meto-dolgico y tecnolgico de la psicologa. Es unaperspectiva abierta y discutible en un contexto en el queel dilogo y la deliberacin son muy necesarios y delque no deseamos ausentarnos.

    Los atributos de una disciplina autnoma y emancipadaLa autonoma y emancipacin a las que nos referi-

    mos tienen atributos propios. La psicologa, en su evo-lucin histrica como disciplina cientfico-tcnica, haalcanzado una autonoma y suficiencia epistemolgicaque le otorga un discurso, unos niveles de anlisis y unperfil propios que la diferencian de otras disciplinasfronterizas. Tiene autonoma metodolgica y tecnol-gica para la hermenutica y comprensin del compor-tamiento humano, y para el anlisis, explicacin ysolucin de los problemas psicolgicos, dondequieraque ocurran, sea en los contextos laborales, educati-vos, familiares, del sistema de servicios de salud, delsistema de servicios sociales, en la comunidad abiertao en la intimidad de las alcobas. Sus herramientas me-todolgicas y tecnolgicas no le han de venir presta-das ni de l modelo anatomocl n ico, n i de lasinstituciones del sistema de salud en los que este mo-delo es hegemnico, porque los problemas psicolgi-cos no son un asunto anatomoclnico, ni patologasmentales, ni sntomas de patologas mentales. Comoprctica profesional, y en particular, como profesincompetente en el anlisis y solucin de los problemaspsicolgicos, llmese psicologa clnica, consejo psico-lgico o de otra manera, tiene autonoma profesional,como cualquier otra profesin de la sociedad, y no ne-cesita recibir el permiso, o en su caso el veto, de otras

    profesiones para su ejercicio. Las instituciones acad-micas han de seguir garantizando, pues, como lo hanvenido haciendo hasta ahora, esta autonoma, tam-bin en la capacitacin rigurosa para la prctica pro-fesional especializada en el anlisis y solucin de losproblemas psicolgicos.

    Otras voces que reclaman anlisis crtico, autonomay emancipacinAl anlisis crtico y al cambio de paradigma, se unen

    recientemente otras voces. El nmero 61, abril-junio2013, de Infocop se hace eco de 3 decisiones que afec-tan al sistema de clasificacin DSM y que coinciden conla reciente publicacin del DSM-5: El Nacional Instituteof Mental Health (NIMH) de EEUU abandona la clasifi-cacin DSM, la Asociacin Britnica de Psicologa (BPS)llama al cambio de paradigma en salud mental, y ungrupo de psiquiatras britnicos solicita la abolicin delDSM y la CIE. Las tres decisiones obedecen, eso s, amotivos diferentes. El pasado 13 de mayo de 2013, la Divisin de Psico-

    loga Clnica (DCP) de la BPS, aparte de sealar algu-nas ventajas de la DSM y CIE, denunciaba tambin laslimitaciones conceptuales y empricas de estos sistemasde clasificacin y propone un cambio de paradigma, loque supone un sistema conceptual basado en la formu-lacin psicolgica de los problemas y no en el modelode enfermedad: es oportuno y apropiado afirmar p-blicamente que el actual sistema de clasificacin diag-nstica, en el que se basan el DSM y el CIE, conrespecto a los diagnsticos psiquitricos funcionales,tiene limitaciones conceptuales y empricas significati-vas. Por consiguiente, hay necesidad de un cambio deparadigma en relacin con las experiencias a las quese refieren dichos diagnsticos, hacia un sistema con-ceptual que no est basado en un modelo de enferme-dad. Hacemos nuestro este llamamiento y celebramosla claridad con la que lo plantea. El grupo de psiquia-tras britnicos proponen la abolicin del DSM y del CIEy un paradigma alternativo basado en la evidencia ytil para la prctica clnica. Por su parte, Lilienfeld (2012) seala la necesidad de

    que las organizaciones profesionales de la psicologapongan de manifiesto ante la opinin pblica la distin-cin entre la psicologa y otras profesiones relacionadas,en particular la psiquiatra, y la suficiencia de los postu-lados epistemolgicos y metodolgicos de la psicologapara la evaluacin y la solucin de los problemas psico-lgicos.

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    La decisin del NIMH considera tambin insuficiente elDSM, pero va todava ms all en la reafirmacin delmodelo anatomoclnico y psicopatolgico (los trastornosmentales son trastornos biolgicos que implican circuitoscerebrales) porque, segn el NIMH, los pacientes contrastornos mentales merecen algo mejor una medicinade precisin. Tambin nosotros creemos que hay que irms all, pero no en la direccin marcada por el NIMH,sino en la direccin de la crtica despatologizadora de lalogomaquia de la enfermedad mental y de la retrica delsntoma. Es en esta crtica y en los modelos que proponela psicologa donde podremos hallar el cambio de para-digma que propone la DCP y el paradigma alternativoque reclama el grupo de psiquiatras britnicos. No es enlos supuestos desequilibrios de los neurotransmisores enlos circuitos cerebrales, paradigma moderno de los dese-quilibrios de los humores hipocrtico-galnicos, dondehemos de encontrar la precisin y el cuidado que requie-ren las personas que experimentan problemas psicolgi-cos, que el NIMH denomina pacientes con trastornosmentales.

    EL CAMINO DE LAS 7 METAMORFOSISEntre bromas y veras, en un reciente encuentro de la So-

    ciedad Espaola para el Avance de la Psicologa Clnica yde la Salud (SEPCyS) celebrado en la sede del Colegio dePsiclogos de Madrid, plantebamos el anlisis crtico delmodelo psicopatolgico a travs de la metfora del Cami-no de la 7 metamorfosis. La metfora nos serva precisa-mente para hacer la crtica del modelo psicopatolgico,para mostrar la suficiencia epistemolgica, metodolgica ytecnolgica de la psicologa y sustentar su autonoma yemancipacin, y para participar, desde nuestra perspecti-va, en el referido debate vivo y abierto.Al aplicar a los problemas psicolgicos los modelos

    anatomoclnicos, fisiopatolgicos y etiopatognicos, secometi un error categorial: meter un fenmeno, la ex-periencia vital y transaccional de un problema psicolgi-co, en una categora que no le corresponde, la categorade las enfermedades, de las patologas, de las psicopa-tologas, tal como las formaliz Kurt Schneider. Se come-ti, en palabras de Thomas Szasz, el ms grave errorlgico de la psiquiatra moderna. Enfrentado el modeloanatomoclnico a cualquier experiencia humana, ponga-mos la conocida experiencia del nio Alberto, cuya fo-bia a una ratita blanca y a otros objetos blancos fueestudiada por Watson y Rayner, recorrer un camino de7 metamorfosis que desnaturalizan la constitucin desentido de los problemas psicolgicos.

    La primera metamorfosis consiste en dar nombre a unaexperiencia de la vida. Fueron consultados los expertos ydijeron que esta experiencia vital de miedo, evitacin yansiedad reciba el nombre de fobia. La segunda consis-te en reificar el nombre: el nombre es una cosa, una en-tidad realmente existente, distinta de la experienciavivida. Dijeron: este nio tiene una fobia. La tercera esuna metamorfosis de localizacin cerebral: lo que erauna experiencia de la vida ocurrida entre el nio y elanimal, con el que antes jugaba y del que ahora huye,se convierte en un fenmeno que ocurre en el nio, den-tro de l. De ser un acontecimiento transaccional se re-convierte en un fenmeno endgeno que tiene su sede ycausa en los desarreglos de los neurotransmisores quevan de un lado a otro por los circuitos neuronales de sucerebro, de acuerdo con las fantasas neuromitolgicas(el cerebro construye una mente, que dice Antonio Da-masio). Algunos, para darle ms nfasis a su descubri-miento, incluso sealaban con el dedo ndice la cabezadiciendo: eso es todo de aqu, es algo mental, que-riendo hacer ver que la mente era algo que estaba den-tro de la cabeza, y ms especficamente, dentro delcerebro. La cuarta es una metamorfosis de declaracin patolgi-

    ca. Dijeron: la cosa que el nio tiene dentro es una pa-tologa mental que el nio padece. Pero, como de lasupuesta patologa no aportaron ms evidencia que lamisma experiencia vital de la que haban partido, y elmero hecho de que alguien declarara que otro la pade-ca (es una patologa porque yo lo digo, aunque no lopuedo demostrar), se trataba, pues, de una patologameramente declarativa, una afirmacin vaca de conte-nido referente, una patologa verbalmente inventada,una profesin de fe (K. Schneider), mera retrica, endefinitiva una logomaquia. La quinta es una tautologa.Al preguntarle a los expertos y cmo saben ustedesque padece una patologa mental?, estos respondieron:pues muy sencillo, porque huye, evita y siente miedo yansiedad, creyendo que as dotaban a la invencin deevidencia y de fuerza probatoria, aunque no era msque una tautologa.La sexta metamorfosis es taxonmica: la patologa

    mental que el nio padece pertenece a un grupo de pa-tologas especiales que se denomina trastornos de ansie-dad, haciendo caso omiso de todos los demscomponentes de la experiencia que haban provocadoincluso la misma ansiedad, y como si ese grupo de pato-logas fuera tambin un fenmeno realmente existente enla mente, y no una invencin. La sptima es etiolgica.

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    Al preguntarle a los expertos por qu este nio experi-mentaba evitacin, miedo y ansiedad, ellos, haciendocaso omiso de las experiencias transaccionales condicio-nales y operantes que haban determinado el problema,cometieron un grave error lgico y epistemolgico y di-jeron que la causa del problema del nio era la fobiaque padeca y que su miedo y su evitacin eran los sn-tomas de esa psicopatologa. La cosa que est dentro dela cabeza del nio y que es una patologa mental apare-ce ahora, como por arte de magia, como la causa de loque le pasa a este nio.El camino recorrido por el modelo anatomoclnico y

    psicopatolgico en sus 7 metamorfosis y la enorme facili-dad para realizar este tipo de metamorfosis retricas ydeclarativas condujo a una colonizacin patolgica dela vida, de las experiencias vitales y de los problemas dela vida. Cualquier comportamiento raro, problemtico,incomprensible, no slo una fobia, sino tambin una de-presin, un problema sexual, voces que alguien dice or,automutilaciones o delirios, puede quedar bajo sospechay es candidato a entrar en el reino de lo psicopatolgico.Esto produjo adems, en palabras de Szasz, un caosen la nosologa psiquitrica (Szasz) que, en nuestraopinin, el DSM- 5 ha venido a afianzar.

    DOS UNIVERSOS DIFERENTES Y AUTNOMOSLas 7 metamorfosis que definen el modelo anatomocl-

    nico y psicopatolgico nos confrontan con dos universosdiferentes: el universo de la epistemologa, la metodolo-ga y la tecnologa propias de ese modelo que es hege-mnico en el sistema sanitario y en el mbito profesionalde la medicina y de la psiquiatra, y la epistemologa, lametodologa y la tecnologa propios de los modelos dela psicologa que extienden su mbito competencial msall de los lmites del sistema de salud, an cuando tam-bin en l, como veremos, tienen un amplio campo deintervencin. An cuando entre ambos universos haymultitud de intersecciones, creemos que es importante,desde la autonoma y la emancipacin, sealar ntida-mente tambin las fronteras.

    Ni patologas mentales, ni psicopatologas, ni sntomasde patologasLos modelos por los que la psicologa analiza, explica

    y comprende los problemas psicolgicos son, desde unpunto de vista epistemolgico, modelos radicalmentedistintos del modelo anatomoclnico que tiene, por su-puesto, su legitimidad en el estudio y tratamiento delenfermar humano, pero que constituye, como deca-

    mos, un error categorial cuando se aplica a los proble-mas psicolgicos, que no son enfermedades. La experiencia de miedo, huida y evitacin es para el

    modelo psicopatolgico un sntoma mental de una pa-tologa mental de sede y causa cerebral. Para los pa-radigmas de la psicologa, esa experiencia es elresultado de las transacciones biografa-contexto de ti-po condicional y operante que son la causa constituti-va de la experiencia. La hiperalerta, el miedo, lahuida y la evitacin no son sntomas de una causa pa-tolgica, son componentes concomitantes de la expe-riencia. Aqu no hay una patologa ni psicopatologa,aqu hay la adquisicin y desarrollo de una experien-cia que puede o no llegar a suponer un problema pa-ra quien la vive. All se busca la relacin del sntomamental con la supuesta sede y causa patolgica y seidentifican supuestos indicadores neurolgicos comosupuesto asiento de la patologa. Aqu se buscan lasrelaciones funcionales que determinan y explican laexperiencia y se identifican las variables biogrficas ycontextuales que intervienen en esas relaciones. All elsignificado de la experiencia est definido por su na-turaleza de sntoma de la supuesta patologa subya-cente. Aqu el significado de la experiencia vienedefinido por las complejas funciones biogrficas quecumplen la hiperalerta, la huida, la evitacin y el mie-do, y por los dems componentes biogrficos y con-tex tuales de la exper iencia. Para e l modeloanatomoclnico y psicopatolgico, esta y otras muchasexperiencias son a menudo psicolgicamente incom-prensibles (Vallejo-Ngera), un misterio antropol-gico (K. Schneider) porque su hermenutica no lograidentificar con acierto la supuesta causa patolgica dela que derivaran los sntomas. Para los modelos de lapsicologa, los problemas psicolgicos son por defini-cin comprensibles, lo que no les resta nada de suprofundidad humana, de su significado y de su, a me-nudo, carcter sufriente. All se fracciona artificialmen-te la experiencia psicolgica y se escinde de ella unode sus componentes, la ansiedad, para constituirlo co-mo principal sntoma mental y definir de esa manera,obviando la huida y la evitacin, la naturaleza de to-da la experiencia como trastorno de ansiedad. Aqula experiencia es una experiencia biogrfica integralcon varios componentes biogrficos y contextuales, enla que la ansiedad es tan solo uno de ellos, y en laque la huida y la evitacin son determinantes funcio-nales de la adquisicin y mantenimiento de la expe-riencia en la historia biogrfica.

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    El universo de la psicologa y el universo del sistemasanitarioLa emancipacin respecto al modelo anatomoclnico y

    a su derivado, el modelo psicopatolgico, implica tam-bin, en nuestra opinin, que el universo epistemolgico,metodolgico y tecnolgico de la psicologa, y de la psi-cologa que se ocupa del anlisis y comprensin de losproblemas psicolgicos, no se definen per se desde lalgica, los lenguajes, las instituciones y los profesionalesdel universo del sistema sanitario en el que aquel modelotiene hegemona. El contorno que delimita el universo dela psicologa no es idntico al contorno que delimita losescenarios del sistema sanitario, ni sus mtodos y tcni-cas de intervencin en los problemas psicolgicos tienencomo exclusivo campo de despliegue aquellos escena-rios, ni tienen por definicin como taller de entrenamien-to y aprendizaje las salas de un hospital o las consultasde un centro de salud, aunque tambin en ellos puedendesplegarse y entrenarse. El RD 2490/1998 enmarca el ttulo de PEPC en el m-

    bito de la formacin de especialistas sanitarios capacita-dos para la realizacin de actividades en el mbito de laatencin sanitaria y dentro del sistema sanitario. En co-herencia con ello, Snchez, Prado y Aldaz (2013) se re-fieren a la psicologa que se ejerce en el sistemasanitario como psicologa sanitaria, y consideran que enese caso la psicologa y los profesionales de la psicolo-ga habrn de atenerse a la lgica y a las reglas propiasde ese sistema. Tambin por coherencia, creemos noso-tros, no tendrn por qu hacerlo cuando ejerzan sus fun-ciones de intervencin sobre los problemas psicolgicosfuera del contorno del sistema sanitario y no como pro-fesionales sanitarios. Por analoga, estaran practicandoentonces una psicologa clnica no sanitaria que, comovamos a ver, tiene ya una larga vida.Reconocer abiertamente el estatus de la psicologa den-

    tro del sistema sanitario y profundizar cada vez ms enl, bien a travs del desarrollo de la PEPS en el mbitosanitario, bien a travs de lo que resulte del Mster enPGS, es una esplndida muestra de la expansin de suspotencialidades y de que su autonoma es completamen-te compatible con el conocimiento compartido y la prc-tica profesional interdisciplinar que tiene lugar en elsistema sanitario. Pero esta expansin no habr de ha-cerse con menoscabo del estatus y de las potencialida-des que ya tena y vena ofreciendo fuera del sistemasanitario. Lo que la psicologa y la profesin psicolgicaestn haciendo y van a seguir haciendo en el sistema sa-nitario es una fortaleza que no ha de construirse a costa

    del debilitamiento de otras fortalezas ya consolidadas.Se trata de una afirmacin y de una autoafirmacin queno ha de construirse sobre una negacin, sobre unaanulacin de autonoma. Se trata del poder epistemol-gico, metodolgico y tecnolgico que la psicologa com-parte con el sistema sanitario, y que al ser compartido seagranda, no se merma. Creemos, pues, que es equvocosobreentender que decir psicologa o psicologa clnicaes decir, por definicin y per se, psicologa sanitaria yprctica profesional sanitaria.

    UNA PSICOLOGA CLNICA AUTNOMA YEMANCIPADAPsiclogos clnicos competentes y autnomosEn nuestra historia reciente, que podemos referir incluso

    a los aos 70 del pasado siglo, son muchos los profesio-nales que, durante muchos aos y de manera autnoma,han venido analizando, comprendiendo y tratando deayudar a resolver problemas psicolgicos en diferentesmbitos sociales e institucionales, incluyendo por supuestoel sistema sanitario, pero tambin fuera de sus fronteras,nos atrevemos a decir incluso mayoritariamente fuera deeste sistema. Consideraban y siguen considerando, tal co-mo nos ha recordado la Asociacin Nacional de Psiclo-gos Clnicos y Sanitarios (ANPCS) en un recientecomunicado, que eran y siguen siendo profesionales de lapsicologa clnica, si consideramos que esta prctica, msall de las controvertidas equivalencias verbales de la pa-labra clnica, es una prctica que se ejerce sobre esosproblemas dondequiera que se produzcan. De hecho, a los largo de muchos aos, muchos de estos

    profesionales, una vez concluidos los estudios de psicolo-ga, fueron contratados por Ayuntamientos y CCAA co-mo psiclogos que, con total autonoma profesional y enigualdad profesional, legal y salarial con otros profesio-nales, ejercieron funciones clnicas. Incluso en el sistemaeducativo, adems de las prcticas propiamente psico-pedaggicas, muchos de estos psiclogos desempearony desempean funciones clnicas con total autonomaprofesional y sin cortapisas de tipo legal, y sin referen-cias ni explcitas ni implcitas al sistema sanitario, ate-nindose, eso s, a las exigencias del rigor profesional ytico.

    Las consultas de psicologa y el prestigio social de laprofesinA lo largo de este tiempo, numerosas consultas de psi-

    cologa han venido realizando intervenciones clnicas

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    DESPATOLOGIZAR Y EMANCIPAR A LA PSICOLOGA CLNICA

    competentes, avaladas por las instituciones docentes, porlas organizaciones profesionales y por la sociedad, sinque en ningn momento entendieran que estaban ejer-ciendo una prctica profesional sanitaria, y sin que fue-ran considerados como establecimientos sanitarios ytuvieran, en consecuencia, que rendir cuentas a las auto-ridades sanitarias o recibir de ellas la oportuna acredita-cin. Creemos que este ejercicio profesional ha sido unode los determinantes del prestigio social de la profesin,y ello mucho antes de la creacin del ttulo de PEPC. Los ciudadanos particulares, las familias, las parejas

    han acudido a estas consultas a sabiendas de que noacudan a un establecimiento sanitario, sino a un esta-blecimiento profesional perfectamente cualificado en elque sus problemas y sufrimientos podran ser delibera-dos, comprendidos y resueltos de manera cooperativasin ser, por ello, tenidos por patologas mentales opor desequilibrios bioqumicos de su cerebro. Mu-chos ciudadanos, todava hoy, dejaran de acudir auna de estas consultas si ello implicara que padecen al-guna patologa mental, o si ello implicara que suproblema se trata como podra tratarse una faringitis.Nos tememos, sin embargo, que la creciente coloniza-cin patologizante de los problemas de la vida, promo-vida desde las instancias que hegemonizan el modelopsicopatolgico pudieran estar inoculando, como tam-bin sostienen Echebura et al. (2012), en los ciudada-nos y en la sociedad la creencia de que casi cualquierinconveniente de la vida vendra a ser una patologa,de carcter cerebral y bioqumico, que debera seratendida en los establecimientos sanitarios y por profe-sionales sanitarios. Es una patologizacin que, poraadidura, va de la mano tambin de una salutiza-cin y sanitarizacin de la vida.

    Ms y mejor psicologa clnicaLa responsabilidad profesional y el deseo de ofrecer a

    la sociedad un servicio cada vez ms cualificado hizosurgir desde los mismos aos 70 del pasado siglo nume-rosas iniciativas docentes privadas y oficiales tendentes agarantizar a los psiclogos clnicos una competencia ca-da vez mayor. Centros de Psicologa prestigiosos establecieron progra-

    mas de formacin que continan en vigor. Varias universi-dades han creado en los ltimos aos programas Msterde Psicologa Clnica, en algunos de los cuales nosotroshemos tenido el honor de participar como docentes, y queestn dotados de la debida solvencia y evidencia cientfi-co-tcnica que Carrobles (2012) tambin seala. No tene-

    mos ninguna duda de que estos programas han tenido yhan de seguir teniendo un papel cardinal en el fortaleci-miento de la competencia profesional especializada de lospsiclogos clnicos para intervenir en el anlisis y solucinde los problemas psicolgicos, y en el apuntalamiento dela autonoma y emancipacin de la psicologa como disci-plina y como prctica profesional.

    PROPOSICIONES PARA SEGUIR DELIBERANDONo es nuestra intencin simplificar el complejo asunto

    que tenemos entre manos en el debate vivo y abierto alque nos hemos referido, ni abordar ahora todos loscomponentes del mismo, ni seramos capaces de hacer-lo. Nos limitamos a ofrecer, a modo de proposiciones,una perspectiva para seguir deliberando.

    Proposicin 1. Garantizar la autonoma y la emanci-pacin epistemolgica, metodolgica y tecnolgicaLa primera proposicin invita a deliberar tomando en

    consideracin la crtica al modelo anatomoclnico ypsicopatolgico, el anlisis crtico de las taxonomas yterminologas que mimetizan este modelo, y la autono-ma epistemolgica, metodolgica y tecnolgica de lapsicologa como disciplina cientfico-tcnica y comoprctica profesional competente en el anlisis y solu-cin de los problemas psicolgicos. Nos parece unareferencia insoslayable para caminar con un discursopropio y seguir avanzando. Esta proposicin ha de te-ner, en nuestra opinin, importantes implicaciones pa-ra la definicin de los contenidos curriculares de losplanes de estudios del Grado de Psicologa y de las ti-tulaciones de PEPC y de MPGS, en los que se ha deestablecer claramente que el modelo anatomoclnico ypsicopatolgico, con su retrica de la sede y causamorbosa, su retrica del sntoma y sus taxonomas,an cuando haya que dialogar con l en el trabajo in-terdisciplinar (Ver Lpez y Costa, 2012 a y b), no obe-dece a las exigencias epistemolgicos y metodolgicasde la psicologa. Estamos de acuerdo con RodrguezSutil (2013) en que es imprescindible contar con unahermenutica de los problemas, sobre la que hemosde seguir deliberando, se le llame psicodiagnstico,evaluacin psicolgica o anlisis funcional de la con-ducta, pero no ha de ser una hermenutica anatomo-clnica y psicopatolgica.

    Proposicin 2. Capacitacin acadmica especializadaLa segunda proposicin se refiere a la capacitacin

    acadmica especializada que hasta la fecha la universi-

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    ERNESTO LPEZ MNDEZ Y MIGUEL COSTA CABANILLAS

    dad y otras instituciones acreditadas han venido ofre-ciendo a los profesionales de la psicologa. Somos cons-cientes de que esta proposicin contrasta claramente conlas dos titulaciones sanitarias que son objeto del debateal que estamos aludiendo. En todo caso, la planteamosporque consideramos que ha de estar presente en el de-bate y que ha de concretarse en el correspondiente itine-rario formativo.

    Los fundamentos de la capacitacin especializadaEsta capacitacin especializada para intervenir en el

    anlisis y solucin de los problemas psicolgicos ema-na, de manera consustancial y lgica, de los presu-puestos que le otorgan a la psicologa su emancipaciny su autonoma, y tambin de la prctica histrica. Estacapacitacin le pertenece a la psicologa por derechopropio, y no le viene otorgada, parece obvio decirlo,desde los presupuestos del modelo anatomoclnico, nies investida de esa prerrogativa por su insercin en elsistema sanitario, ni le tiene que solicitar acreditacin ypermiso a este sistema par ejercerla, ni tiene que seradquirida, como praxis profesional, necesariamente enlas salas de un hospital, o en cualquiera de los estable-cimientos del sistema sanitario. La psicologa no necesi-ta ingresar en el sistema de salud para recibir all suconsagracin como corpus doctrinal y como corpus tec-nolgico. Su consagracin la tiene de suyo y con ca-rcter previo al ingreso, dentro y fuera del sistemasanitario. Lo que sera a todas luces un despropsito,que podramos inadvertidamente estar cometiendo, esque, una vez ingresada en el sistema sanitario, queda-ra su consagracin autnoma secuestrada en l y no lefuera permitido, desde este sistema, exhibirla en losmuchos otros amplios territorios donde la viene ejer-ciendo de antiguo, lo cual podra ser definido con pro-piedad como apropiacin indebida. Es algo que noha ocurrido ni siquiera con la biologa, la fisiologa ola bioqumica, que, una vez ingresadas en el sistemasanitario para estar en l plenamente integradas, nohan perdido, sin embargo, su autonoma cientfico-tc-nica fuera del sistema sanitario.Pero no basta reconocer tericamente esta autonoma,

    es preciso llevarla hasta sus ltimas consecuencias comouna cuestin de principio. Esto supone que las institucio-nes docentes y las organizaciones profesionales han deseguir reconociendo la capacitacin especializada depostgrado para el anlisis y la solucin de esos proble-mas, mediante los correspondientes ttulos universitariosde postgrado, y la sigan garantizando a otros profesio-

    nales que, despus de los correspondientes estudios delicenciatura o de grado, quieran acceder a la mismapara ejercerla con plenas garantas en cualquier mbitode la sociedad, y, por supuesto, tambin fuera del siste-ma sanitario. Si no lo hacemos, si aceptamos como he-cho consumado que sea el sistema sanitario el que searrogue en exclusiva la definicin de lo que le est o nopermitido hacer a la psicologa como corpus cientfico-tcnico, si la profesin acata esta apropiacin y aceptahacer dejacin de su autonoma profesional fuera de loslmites del sistema sanitario, puede ocurrir, como ya es-t ocurriendo, que empiecen a proliferar prcticas pro-fesionales, algunas pseudopsicolgicas, que evitenhbilmente las connotaciones sanitarias para podereludir as las restricciones legales y profesionales que elsistema sanitario ha hecho ya recaer sobre el ejercicioprofesional de la psicologa en amplios campos de in-tervencin. Con ello, la profesin estara perdiendo laoportunidad, y la responsabilidad, de definir los crite-rios ticos y profesionales que han de regir la presta-cin de servicios de calidad a los ciudadanos y a lasociedad.

    No tratamos patologas mentales ni pacientes de patolog-as mentalesAludiendo a un estudio de Santolaya, Berdullas y Fer-

    nndez Hermida (2002), en el que el 70% de los psic-logos encuestados se consideran psiclogos clnicos,lamentan Zych, Buela-Casal, Bermdez y Sierra (2012)que, a pesar de ello, slo unos pocos psiclogos en Es-paa tengan la posibilidad de ser reconocidos comoprofesionales sanitarios, si bien afirman que por su-puesto, se comprende que los profesionales no sanita-rios no puedan tratar pacientes y no estn integradosen el sistema de salud. No quisiramos malinterpretaresta afirmacin, pero podra querer decir, a modo desilogismo, que si eres un profesional no sanitario y noests integrado en el sistema sanitario, no puedes tra-tar pacientes; es as que eres un profesional no sanita-rio y no ests integrado en el sistema sanitario, ergo,no puedes tratar pacientes. Podramos, haciendo pini-tos escolsticos, decir concedo la mayor, la menor y laconclusin, tratndose de pacientes y de patologas.Pero la despatologizacin y la autonoma epistemolgi-ca, metodolgica y tecnolgica que propugnamos nosahorran la escolstica. En efecto, la psicologa clnicano trata patologas ni pacientes, porque los problemaspsicolgicos no son enfermedades, no son patologas,ni psicopatologas.

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    DESPATOLOGIZAR Y EMANCIPAR A LA PSICOLOGA CLNICA

    Desde esta perspectiva, podramos formular otro silogis-mo. Si eres un profesional de la psicologa con competen-cia en el anlisis y solucin de problemas psicolgicos, yno necesariamente un profesional sanitario, puedes inter-venir en la solucin de esos problemas, y no necesaria-mente dentro del sistema sanitario. Es as que eres unprofesional de la psicologa con competencia para ello,adquirida legtimamente en las instituciones acadmicascon un ttulo oficial de postgrado, ergo, puedes legtima-mente intervenir en la solucin de esos problemas.

    Garantizar el itinerario formativo de Psiclogo especia-lista en anlisis y solucin de problemas psicolgicosEsta capacitacin de postgrado se otorgara mediante

    titulaciones, tales como Psiclogo especialista en anlisisy solucin de problemas psicolgicos (PEASP), Psiclogoespecialista en consejo psicolgico, u otras que pudieranarbitrarse, pero en el bien entendido de que el ttulootorgara, insistimos, como lo ha venido haciendo, laacreditacin necesaria y suficiente para la prctica pro-fesional fuera del sistema sanitario, y cuyos contenidoshabran de ser equivalentes a los de las titulaciones yaexistentes de psicologa clnica que no siguen el itinera-rio formativo del PIR. Cabra tambin proponer la deno-minacin de Psiclogo especialista en psicologa clnicano sanitaria, asumiendo que la titulacin creada por elRD 2490/1998 se refiere al Psiclogo especialista enpsicologa clnica sanitaria. Siempre y cuando el procesoformativo garantizara la capacitacin que venimos rei-vindicando, podra obviarse incluso la denominacin deespecialista y referirse a la titulacin de Mster enanlisis y solucin de problemas psicolgicos, o Psiclo-go Experto en anlisis y solucin de problemas, o Ms-ter en consejo psicolgico. En su prctica profesional, lospsiclogos podran definirse como Consejeros/as psico-lgicos/as, Psiclogo/a consultor/a, denominacionesque la sociedad ira incorporando como definiciones queresponden a profesionales expertos en anlisis y solu-cin de problemas psicolgicos.Estas u otras denominaciones evitaran entrar en con-

    flicto con la titulacin de PEPC. En todo caso, y en estric-to rigor epistemolgico y terminolgico, el conflictotampoco debiera existir si consideramos que la capacita-cin que propugnamos tiene como objeto los problemaspsicolgicos, y no las patologas mentales que, segnel RD 2490/1998, seran el objeto del PEPC. Para noso-tros (Lpez y Costa, 2012a), el Consejo psicolgico pue-de ser considerado precisamente como una autnticapsicologa clnica despatologizada.

    Por lo que se refiere al itinerario formativo, durante loscursos 3 y 4 del Grado, los alumnos que tuvieran pre-visto orientarse profesionalmente hacia la psicologa cl-nica fuera del sistema sanitario podran elegir lasasignaturas optativas relacionadas con este mbito deintervencin. Al terminar los 4 aos del Grado, acceder-an al correspondiente Mster de postgrado de 2 aosque les acreditara para el ejercicio profesional, en cohe-rencia con el espacio formativo europeo (ver Carrobles,2012).El desarrollo normativo y curricular de esta Proposicin

    2 requerira, como es obvio, que la Universidad y la Or-ganizacin Colegial de la Psicologa preparasen la co-rrespondiente propuesta de enseanza oficial de Msteral Consejo General de Universidades. El ttulo deberacreditar en el conjunto de Grado y Mster la supera-cin de los correspondientes crditos ECTS y garantizarla obtencin de los conocimientos y las competencias es-pecficos necesarios para el anlisis y solucin de pro-blemas psicolgicos conforme a los fundamentosepistemolgicos, metodolgicos y tecnolgicos basadosen la evidencia, propios de la psicologa.

    Proposicin 3. No slo, pero tambin, en el sistemade atencin de saludLas proposiciones 1 y 2 establecen un campo autno-

    mo de conocimiento y de accin, no subsidiario de otros,pero no un campo cerrado en s mismo, al contrario,plenamente abierto y dispuesto a diseminar sus compe-tencias por todos aquellos mbitos y sectores de la socie-dad donde los seres humanos viven y se comportan ydonde experimentan problemas vitales y tal vez se due-len y sufren por ellos. Cmo no reconocer que numerosos comportamientos y

    estilos de vida, avatares de la vida y problemaspsicolgicos tienen un fuerte impacto en los fenmenosde salud-enfermedad, que muchos fenmenos de saludenfermedad, como experiencias biogrficas integralesque son, tienen numerosos componentes y psicolgicosque la psicologa es competente para comprender yexplicar, y que muchos de esos fenmenos, si bien notodos ni siempre, son atendidos en el sistema de atencinde salud primario y hospitalario. En muchos de estos fenmenos, tambin es competente

    la psicologa para intervenir, y precisamente tambin enel sistema de servicios de salud, tanto en intervencionespreventivas y de promocin de la salud, como en su tra-tamiento. Nuestra propia experiencia personal y profe-sional y la de tantos colegas es un fiel testimonio. En

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    ERNESTO LPEZ MNDEZ Y MIGUEL COSTA CABANILLAS

    estos casos, la psicologa es tambin una profesin sani-taria de pleno derecho. Echebura, Salaberra, de Co-rral y Cruz-Sez (2012) y Carrobles (2012) hacen unaautorizada referencia al amplio campo especializado dela Psicologa de la Salud.

    Proposicin 4. Oportunidades y riesgos de la Espe-cialidad de Psicologa Clnica, va PIRUna de las muestras ms sealadas del ingreso de la

    psicologa, y en particular de la psicologa clnica, en elsistema sanitario ha sido sin duda la creacin del ttulode PEPC por el RD 2490/1998. No podemos dejar de expresar de manera abierta el

    mayor reconocimiento a los arduos y complicados es-fuerzos realizados por muchos colectivos de psiclo-gos y por las organizaciones colegiales y acadmicaspara lograr esta deseada meta. Con la especialidadse abra un camino para la profesin en el sistemasanitario, no demasiado ancho por lo que sabemosen la actualidad, pero un camino al fin y al cabo. Su-pona el ingreso de la psicologa en el sistema sanita-rio en condiciones de igualdad con otras profesionesdel sector salud y a los psiclogos se les reconoca lacapacidad para realizar evaluaciones y tratamientosde carcter psicolgico. En el debate que est abierto, se estn haciendo expl-

    citas perspectivas diversas que ponen de manifiesto lospuntos fuertes y tambin las debilidades de la especiali-dad. Snchez, Prado y Aldaz (2013) hacen referenciacon detalle a lo que ha supuesto y supone esta especiali-dad y a la consolidacin de la misma que legtimamentereivindican, dado que cuenta con el adecuado apoyonormativo y la experiencia acumulada. Bien es verdadque el programa formativo de la especialidad de Psico-loga Clnica establecido en la Orden SAS/1620/2009de 2 de junio nos parece que abarca tantos contenidos,que resulta difcil considerarlo como un programa de es-pecializacin, cuando pareciera ms bien de carctergeneralista o, ms bien, como un conjunto general de to-das las especialidades posibles de la Psicologa. En estamedida, este perfil tan amplio podra, a medio plazo,impedir la configuracin de otros itinerarios ms espe-cializados, en funcin de las demandas y necesidadessociales.En todo caso, sera ingenuo ignorar los riesgos que

    tambin estaban entremezclados con las oportunidadesy el precio que se tuvo que pagar. A partir de ese mo-mento, la capacitacin especializada para el anlisis yla solucin de los problemas psicolgicos se habra de

    adquirir, no adems o tambin, sino si y solo si se ad-quiran en el mbito del sistema de salud, muy probable-mente en el mbito del modelo anatomoclnico ypsicopatolgico, y a menudo bajo la tutela de las unida-des dirigidas por los profesionales de la psiquiatra queconsideran este modelo como algo que les pertenece porderecho propio. Se asuma, con la aceptacin casi gene-ral, que toda intervencin psicolgica sobre problemaspsicolgicos era una intervencin del sistema sanitario, yque no era posible, cuando s lo haba sido, ningunaque no entrara en esa categora. El cuerpo doctrinal ytcnico de la psicologa, que se ofreca generoso paracompartir poder con el sistema sanitario, se vea depronto incluido y definido en exclusiva por los estrechoslmites de este sistema. Pero adems, el artculo 1 del RD 2490/1998 dice

    que el ttulo ser necesario para poder utilizar de mo-do expreso la denominacin de Psiclogo Especialistaen Psicologa Clnica y para ocupar puestos de trabajoen establecimientos o instituciones pblicas o privadas.De este modo, los profesionales de la psicologa quehasta entonces eran, con todas las de la ley, competen-tes para intervenir sobre los problemas psicolgicos,an cuando no se adornaran con el calificativo de es-pecialista, perdan de pronto sus atributos, y la com-petencia especializada de la que confiaban que laacademia les haba investido de manera suficiente,despus de sus 5 aos de formacin bsica y de sus 2aos o ms de especializacin en psicologa clnica.Esto, en nuestra opinin, constitua un retroceso y unmenoscabo para la historia de la profesin que desea-ramos que el debate en el que estamos inmersos con-tribuyera a reparar.Al ser definida la psicologa clnica, en exclusiva y per

    se, como actividad sanitaria, los establecimientos dondeejerzan los psiclogos clnicos tendrn el carcter decentros sanitarios que habrn de regularse conforme alRD 1277/2003 que establece las bases para la autori-zacin de estos centros. Los centros de psicologa quehaban tenido un papel clave en el prestigio social de lapsicologa y en la prestacin de servicios de calidad alos ciudadanos, y que en ningn momento se habanconsiderado como lugares de prestaciones sanitarias,dejaban de tener la autonoma de la que haban gozadoy quedaban definidos como establecimientos sanitarios.Una de las importantes reglas de juego del sistema en

    el que se ingresaba, y que desde luego choca ms abier-tamente con nuestro anlisis crtico de la ortodoxia psi-copatolgica, es que el objeto de la atencin de esos

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    DESPATOLOGIZAR Y EMANCIPAR A LA PSICOLOGA CLNICA

    psiclogos especialistas sern las patologas mentales(Disposicin adicional tercera del RD 2490/1998). Estadefinicin, que es coherente con el modelo anatomoclni-co que entiende de patologas, y que es hegemnico enel sistema de salud y entre la mayora de los profesiona-les del mismo, puede llegar a fagocitar los modelos ex-plicativos y hermenuticos derivados de los paradigmasde la psicologa.

    Proposicin 5. Oportunidades y riesgos del Msteren Psicloga general sanitariaBuena parte del debate al que nos estamos refiriendo

    reside en las controversias suscitadas por las respecti-vas competencias del PEPC y del PGS en el mbito sa-nitario.Creemos tiene sentido que la Ley de Salud Pblica in-

    serte a la Psicologa en el mbito de la Salud Pblica yde la salud comunitaria y de sus actuaciones, entre lasque se encuentran la vigilancia y la promocin de lasalud, la prevencin de problemas de salud y sus deter-minantes para reducir su incidencia y prevalencia, laproteccin de la salud de la poblacin en lo que se re-fiera al medio natural como al entorno socialmenteconstruido (vivienda, trabajo, escuela, lugares de ocio,espacios urbanos, estilos de vida), la evaluacin delimpacto de otras polticas en la salud, las adecuadacoordinacin entre el sector salud y otros sectores, puesson mbitos en los que la psicologa es competente pa-ra hacer aportaciones cientfico-tcnicas significativas.

    El PSG como profesin sanitariaEsta Ley establece que tendr consideracin de profe-

    sin sanitaria con la denominacin de PGS los licencia-dos/graduados en Psicologa cuando desarrollen suactividad profesional por cuenta propia o ajena en elsector sanitario, siempre que ostenten el ttulo oficial deMster en PGS. Los planes de estudio correspondientes aeste ttulo garantizarn la adquisicin de los conocimien-tos y las competencias necesarios para desempear lasactividades de la profesin sanitaria de PGS. Las univer-sidades que impartan el Mster regularn el procedi-miento para reconocer los crditos europeos de dichoMster que correspondan a los licenciados/graduadosen Psicologa anteriores a la entrada en vigor de estaLey, evaluando el grado de equivalencia acreditado atravs de la experiencia profesional y formacin adquiri-dos por el interesado en Psicologa de la Salud. Asimis-mo, disearn el t tulo de Grado en Psicologapreviendo, al menos, un recorrido especfico vinculado a

    la Psicologa de la Salud. Creemos que son significativasestas referencias de la Ley a la Psicologa de la Salud, enla medida en que establecen equivalencias entre sta yla PGS.

    Profesin sanitaria, pero fuera del Sistema Nacional deSaludNo obstante lo anterior, la Ley establece que los psic-

    logos que desarrollen su actividad en centros, estableci-mientos y servicios del Sistema Nacional de Salud (SNS)o concertados con l para hacer efectivas las prestacio-nes derivadas de la cartera de servicios comunes que lescorrespondan debern estar en posesin del titulo dePEPC. De ello parece derivarse que la Ley, que define elPGS como profesin sanitaria, le veta sin embargo elejercicio profesional en el SNS, lo cual tiene importantesy serias consecuencias para el diseo de los itinerariosformativos de la psicologa en el mbito sanitario y parael ejercicio profesional de la psicologa.En el panorama de oportunidades laborales escasas

    para la profesin, el MSGS se haba querido ver comouna oportunidad que vena a responder a la precarie-dad profesional y laboral derivada de la escasez de pla-zas de PIR convocadas y a la demanda de una mayorpresencia de la profesin en el sistema sanitario. Cree-mos que es preciso, aprendiendo de la experiencia vivi-da con el PESC, tomar conciencia de la naturaleza deesta oportunidad, y de sus riesgos, no vaya a ser que nocolme nuestros sueos y sea, por el contrario, la fuentede nuevos desencantos. Si se lee con atencin la propuesta de la ley y se anali-

    zan las funciones que se le asignan al PGS y las impro-bables opciones profesionales en un plazo corto, entrminos de puestos de trabajo real, podra se un seue-lo ms. No se vislumbra un horizonte temporal para ladefinicin de las caractersticas de los puestos de trabajoni para la convocatoria de plazas para esos puestos enel sistema de salud para profesionales con esta titula-cin. A qu se van a dedicar los PGS y quin y dndeles va a contratar? Y todo ello en el horizonte de la re-duccin de plazas convocadas para el PIR, ya actual ycon perspectivas de que esa reduccin vaya a ms. Anulada desde la creacin del ttulo de PEPC la capaci-

    tacin para el anlisis y solucin de los problemas psico-lgicos fuera del sistema sanitario, capacitacin quenosotros reivindicamos en la Proposicin 2, la oferta delMSGS constituye un claro retroceso que merma visible-mente las competencias que tena lo que supuestamentevena a suplir.

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    ERNESTO LPEZ MNDEZ Y MIGUEL COSTA CABANILLAS

    Por otra parte, el hecho de que la actividad del PGS sereduzca al mbito privado plantea serios problemas, en-tre otros, los de coordinacin con los especialistas y la ac-cesibilidad del servicio. Echebura et al (2012) realizanun esfuerzo lcido por configurar las funciones y tareasdel PSG y caen en la cuenta tambin de la incongruenciadel mbito privado de la actividad del PGS. Incongruen-cia que se nos antoja decisiva. Las actividades de preven-cin y de promocin de salud requieren desarrollarse enun mbito pblico pues de lo contrario se intensifican losproblemas de equidad: quines pueden pagar los servi-cios preventivos orientados a reducir por ejemplo los h-bitos de riesgo de consumo de tabaco, alcohol, drogas, olos hbitos que conducen a la obesidad? Sin duda, laspersonas con mayor poder econmico. Por otra parte,cmo se va a coordinar con los profesionales de laAtencin Primaria de Salud? Y con los PESC? Cul es elsistema de derivacin?

    Intervencin psicolgica sobre el comportamientoEn todo caso, y a pesar de los inconvenientes y los ries-

    gos que plantea el MPGS, creemos que conviene sealaralgunos aspectos que apuntan a la intervencin psicol-gica sobre el comportamiento y los problemas psicolgi-cos, que podran contribuir al desarrollo del itinerarioformativo del PGS como profesin psicolgica, y queadems abren la puerta al campo integrado de la Psico-loga Clnica y Psicologa de la Salud, al que se refiereCarrobles (2012), y a su inclusin, en la figura del PGS,en el Sistema Nacional de Salud (SNS) como la SEPCySha propuesto (SEPCyS, 2011), siempre y cuando se lo-grara esa inclusin dentro del SNS y se clarificara elconflicto de competencias con el PEPC. La Orden ECD/1070/2013, de 12 de junio establece

    los requisitos para la verificacin de los ttulos universita-rios oficiales de Mster en PGS que habilite para el ejer-cicio de la profesin titulada y regulada de PGS. Comodesarrollo de determinados apartados del Anexo I del Re-al Decreto 1393/2007 de 29 de octubre, por el que seestablece la ordenacin de las enseanzas universitarias,la Orden establece los conocimientos y las competenciasque los estudiantes deben adquirir para realizar investi-gacin, evaluacin, e intervencin psicolgica sobreaquellos aspectos del comportamiento y la actividad delas personas que influyen en la promocin y mejora desu estado general de salud. Dos de las competenciasque define la Orden ECD/1070/2013 establecen unaconcrecin todava mayor. La Competencia 16: conoceren profundidad los distintos modelos de evaluacin e in-

    tervencin en el campo de la PGS, as como las tcnicasy procedimientos que de ellos se derivan para el aborda-je de los trastornos del comportamiento y los factores psi-colgicos asociados con los problemas de salud. LaCompetencia 18: disear, desarrollar y en su caso su-pervisar y evaluar planes y programas de intervencinpsicolgica, en funcin de la evaluacin psicolgica y delas variables individuales y sociales concurrentes en cadacaso. Por aadidura, las Competencias 17 (planificar,realizar y, en su caso supervisar, el proceso de evalua-cin psicolgica del comportamiento humano y de losfactores psicolgicos asociados con los problemas de sa-lud para establecer la evaluacin de los mismos) y 21(realizar actividades de promocin y de educacin parala salud psicolgica individual y comunitaria) cubriranun amplio campo de la actividad de la Psicologa de laSalud. Cabe suponer que si se adquieren debidamentetodas estas competencias podrn desplegarse legtima-mente en el ejercicio profesional del PGS. En este caso,cul sera la frontera entre los trastornos del comporta-miento que el PGS podra gestionar y los que supuesta-mente habra de afrontar el PEPC? O no existe enrealidad tal frontera?A la vista de las enseanzas que configuran, segn Or-

    den ECD/1070/2013, los planes de estudios del Ms-ter, no nos parece, sin embargo, percibir unacorrespondencia entre stas y las competencias descri-tas. No obstante, y como una muestra ms de la dbilconsistencia que creemos encontrar en la redaccin dela Orden y en el propio diseo del MPGS, cuando la Or-den se refiere a las prcticas externas obligatorias aludea que stas se han de realizar en centros o servicios sa-nitarios cuyas actividades estn aludidas como consul-tas, historias clnicas, registro de casos y actividadasistencial, protocolos de actuacin diagnstica y tera-putica, sesiones clnicas. Como programas especficosde estos centros se citan, entre otros, terapia de parejas,atencin a los trastornos del comportamiento del ancia-no y del nio y del adolescente, apoyo psicolgico a pa-cientes con patologas crnicas. Se entiende que losalumnos del MPGS que realicen prcticas en estos esce-narios las podrn realizar como ejercicio profesionalcuando obtengan el ttulo de PGS? Cabe suponer quesea as.

    El Mster en PGS como paso intermedio en el itinerarioformativoEl Argumentario Itinerario formativo de la psicologa

    en el mbito sanitario publicado el 12 de noviembre de

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    DESPATOLOGIZAR Y EMANCIPAR A LA PSICOLOGA CLNICA

    2012 por la Asociacin Nacional de Psiclogos Clnicosy Residentes (ANPIR), la Asociacin Espaola de Psicolo-ga Conductual (AEPC), la Sociedad Espaola para elAvance de la Psicologa Clnica y de la Salud (SEPCYS) yel Consejo General de Colegios Oficiales de Psiclogoses un loable intento por resolver el que los autores delArgumentario consideran un serio conflicto de compe-tencias entre la reciente creacin del MPGS y la corres-pondiente profesin sanitaria de PGS, y la profesinsanitaria de PEPC. Consideran que el conflicto no sepuede resolver o evitar si no se establece una secuenciaformativa jerarquizada Licenciado/Graduado-MPGS-PEPC, en la que el MPGS sera un escaln intermedio en-tre el Grado y la Especialidad en Psicologa Clnica, y lacorrespondiente secuencia profesional jerarquizada Li-cenciado/Graduado-PGS-PEPC.Es verdad que, como sealan los autores del Argu-

    mentario, los procesos formativos y la adquisicin decompetencias en cualquier disciplina son acumulativosy secuenciados, es obvio reconocerlo. Pero no creemosque la aparicin del MPGS justifique, ni siquiera comomedida de evitacin del conflicto, su insercin acumu-lativa en un itinerario ya establecido, con su corres-pondiente acumulacin y secuenciacin formativaLicenciado/Graduado-PIR, para la capacitacin delPEPC, que adems, por la Orden SAS/1620/2009,ampliaba sus contenidos y la duracin de su itinerariohasta 4 aos. Esta misma Orden establece que los es-tudios previos requeridos sern los de Licenciatura enPsicologa, que en el momento actual seran los deGrado, sin que plantee la insercin de un nivel inter-medio. La insercin que se propone acumulara 2 aosms, sin que, en nuestra opinin, se aporten ms ar-gumentos de peso que la misma afirmacin de que laformacin del PEPC ha de ser acumulativa y secuen-ciada. Desde luego, no nos parece que esta insercin,en su desmesura, tenga equivalencias en el espacioformativo europeo (ver Carrobles, 2012). El nivel depreparacin previo de competencias y habilidades seadquiere en la licenciatura o el grado, y el nivel depreparacin posterior, incluyendo aspectos psicolgi-cos de la salud, se adquiere durante 4 aos en el co-rrespondiente i t inerario formativo en el mbitosanitario que se acumula al de licenciatura o grado.Es que hasta ahora los PIR no adquiran el nivel depreparacin previo y posterior adecuado, como paraque se requiera acumularles 2 aos ms de MPGS? Enotras profesiones sanitarias a las que aluden los auto-res, pongamos el caso de la medicina, despus de los

    correspondientes estudios de licenciatura, se accede alas especialidades va MIR, por ejemplo a la especiali-dad en Medicina Familiar y Comunitaria de uno de losautores de este artculo. Entre Licenciatura y especiali-dad no existe en este caso un nivel intermedio. Cree-mos que la reduccin de crditos en los planes deestudios de psicologa, a la que aluden los autores, noes algo que deba ser compensado a base del MPGS,toda vez que la formacin supuestamente perdidano inclua contenidos curriculares que hubiera quecompensar ahora con ese Mster, y sobre todo porquela reduccin de crditos obedece a la lgica estableci-da para el espacio formativo europeo que nosotros nonecesitamos ir ahora retocando aqu y all para sub-sanarle supuestas deficiencias, y mucho menos con unretoque de 2 aos. En todo caso, al igual que la LeyGeneral de Salud Pblica establece que las universida-des que formen a psiclogos que pretendan acceder alMPGS disearn el ttulo de Grado en Psicologa pre-viendo, al menos, un recorrido especfico vinculado ala Psicologa de la Salud, de manera anloga las uni-versidades podran disear en el Grado un recorridoespecfico para los psiclogos que pretendan accederal ttulo de PEPC.Por lo dems, a la vista de lo que hemos comentado so-

    bre la Orden ECD/1070/2013, no parece tan clara ladiferenciacin entre al menos algunas de las competen-cias asignadas al PGS y las propias del PEPC, como pa-ra considerar que el MPGS debiera configurarse comoun nivel previo e inferior al ttulo de PEPC. Sera desea-ble que el debate abierto contribuyera a clarificar la ca-pacitacin diferencial entre PGS y PEPC, entre psiclogogeneral y psiclogo especialista, en qu consiste lacomplejidad de los casos que determina los que pue-den abordar ambos, qu se ha de entender, desde elanlisis crtico del modelo anatomoclnico, por trastor-nos del comportamiento que podra abordar el PGS ylas patologas mentales que se definen como objetodel PEPC.Por otra parte, el MPGS no es tan slo un itinerario

    formativo, independiente o adjunto a otros, sino quetambin habilita para el ejercicio de la profesin sani-taria titulada y regulada de PGS. Creemos que hacerdel MPGS un nivel de itinerario formativo intermediode otros itinerarios formativos contribuye a pasar poralto el importante debate sobre las oportunidades y losriesgos reales de la PGS como ejercicio profesional ycomo opcin laboral, si es que, como antes hemos vis-to, lo pudiera llegar a ser realmente en algn momen-

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    ERNESTO LPEZ MNDEZ Y MIGUEL COSTA CABANILLAS

    to. Habramos recargado innecesariamente un itinera-rio formativo sin que a la vez hubiramos clarificadoel itinerario profesional y laboral de una titulacin. Siel PIR supuso, como hemos dicho, una va abierta parala profesin, pero tambin el cierre de otras vasabiertas para el ejercicio profesional no PIR, no po-dra llegar a ser el MPGS un callejn sin salida en smismo? Si este ejercicio profesional no puede desple-garse en el SNS, puesto que para este despliegue serequiere el ttulo de PEPC, resulta difcil entender queel MPGS y el despliegue profesional correspondiente,puedan ser presentados como la preparacin idneaprevia para el PIR. Si, como probablemente ocurrira,un gran nmero de PGS no pudieran continuar el iti-nerario formativo hacia el PIR, dada la limitacin cre-ciente en la oferta de plazas, y por aadidura vieranlimitado su ejercicio profesional en el SNS y se enfren-taran al sombro panorama del ejercicio profesionalcomo PGS, podramos encontrarnos, ya no con los mi-les de licenciados que no pudieron acceder en su daal PIR y los miles de psiclogos clnicos debidamenteformados que no pueden ejercer como tales, sino ade-ms con un nmero mayor o menor de flamantesMPGS que habran tenido la gloria de formar partedel itinerario formativo del PIR pero cuyo itinerario for-mativo les dejara profesionalmente en la estacada.Creemos que, desde los propios intereses de la profe-sin, es preciso reflexionar ahora para no lamentarms tarde.

    Proposicin 6. Por una alianza profesional fuerteA lo largo del artculo, y desde el respeto a otras pers-

    pectivas diferentes, hemos propuesto nuestra perspectivay hemos analizado otras. El debate en el que estamos seenfrenta a una situacin no fcil de resolver para losplanes de estudios de la Psicologa y para el ejercicio dela profesin psicolgica en el mbito que denominamosde la psicologa clnica. Estamos enfrentados a un pro-blema, y los resolveremos mejor en la medida en que elproblema sea un desafo que enfrentemos de manera co-operativa y no un campo de enfrentamiento entre noso-tros o de invalidacin de las diferentes perspectivas enjuego. Es preciso seguir deliberando, si bien el tiempo apre-

    mia y las decisiones legislativas y acadmicas se precipi-tan. Estando as las cosas, quisiramos proponer lacelebracin de un encuentro de todos los agentes impli-cados, coordinado por la Organizacin Colegial, paraponer sobre la mesa, cara a cara y ms all de los art-

    culos en revistas y de los manifiestos escritos, los trmi-nos del debate, las certezas, las dudas y las discrepan-cias, para hacer propuestas creativas que hagan deldebate un autntico proceso de ganar-ganar.

    REFERENCIASAsociacin Nacional de Psiclogos Clnicos y Sanitarios

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    A r t c u l o s