Diagnóstico anatomopatológico
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Conocer las lesiones patológicas, el muestreo y diagnóstico de las afecciones respiratorias porcinas más comunes e
importantes, basado en la literatura disponible y en la experiencia práctica es fundamental para abordar el Complejo Respiratorio Porcino (CRP).
Desentrañando los misterios de los procesos respiratorios porcinos
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Dr. Gustavo A. Ramírez1 & Dra. Jéssica Molín Molina2
Diplomados ECVP (EBVS® - European Specialist in Veterinary Anatomic Pathology)1Profesor Agregado y Director Científico del Servicio de Investigación y Diagnóstico Anatomopatológico de la Universidad de Lleida. 2Servicio de Investigación y Diagnóstico Anatomopatológico de la Universidad de Lleida. Profesora Lectora de la Universidad de Lleida.
Diagnóstico
en procesos respiratorios porcinosanatomopatológico
Las enfermedades respiratorias en porcino pueden clasificarse en dos grandes categorías en función del alcance y la duración de la enfermedad manifiesta:
Enfermedades respiratorias que afectan a un gran número de cerdos, pudiendo ser graves y costosas, pero de duración limitada:
Influenza Porcina
Forma neumónica de Enfermedad de Aujeszky
Enfermedad asociada a Circovirus Porcino (PCV2)
Síndrome Respiratorio y Reproductivo Porcino (PRRS)
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Influenza Porcina
Pleuroneumonía
Forma neumónica de Enfermedad de Aujeszky
Neumonía Micoplásmica
PCV2
PRRS
Cuad
rosgrav
es
Duraciónlimitada
Infección
persistente
Duración
indefinida
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Debe enfatizarse que los problemas respiratorios en los cerdos son frecuentemente el resultado de múltiples agentes (coinfección) y rara vez se deben a los efectos de un solo patógeno, por ello, solemos hablar de Complejo Respiratorio Porcino (CRP).
Enfermedades respiratorias que persisten en una gran cantidad de cerdos por períodos indefinidos (Neumonía Micoplásmica y Pleuroneumonía).
En estos casos, es difícil mantener a las piaras libres de enfermedades respiratorias, siendo endémicas en muchas granjas.
La Neumonía Enzoótica, por ejemplo, cuando es causada solo por Mycoplasma tiene poca relevancia. Sin embargo, cuando se combina con un patógeno secundario como Pasteurella multocida, la condición resultante puede ser grave.
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Imagen 1. Estabilización del cadáver en posición de decúbito lateral.
Imagen 2. Apertura de la cavidad abdominal en decúbito lateral, con dirección de corte desde última
costilla – línea alba – vértebras lumbosacras.
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La realización de una necropsia es un proceso relativamente sencillo para el que existen diferentes procedimientos disponibles en la literatura. En todo caso, e independientemente del método utilizado, la necropsia siempre debería ser ordenada, sistemática y completa, evitando dejar órganos o tejidos importantes sin examinar, indistintamente de la sintomatología presente y el diagnóstico clínico presuntivo.
Para obtener el mayor rendimiento, la necropsia debe realizarse lo más tempranamente posible tras la muerte o sacrificio del animal. En este artículo, los autores se centran en la apertura y examen de la cavidad torácica y aparato respiratorio.
En decúbito supino, se realizan dos cortes sobre la piel y tejidos blandos desde la sínfisis mandibular, formando un triángulo hasta la entrada del tórax.
Posteriormente, se realiza un corte a nivel costocondral en cada lado para exponer la cavidad torácica.
Primera parada Dominando la técnica de necropsia
Colocación del cadáver
Apertura de cavidad torácica
Generalmente, lo más común es utilizar la posición en decúbito supino para animales jóvenes o lactantes.
Para estabilizar el cadáver se realizan cortes en la región axilar y en la articulación coxofemoral, dejando caer las extremidades por su propio peso sobre la mesa.
En cerdos mayores o adultos, es más manejable la posición en decúbito lateral, sobre el lado derecho, cortando en la región axilar y coxofemoral y dejando caer las extremidades o bien extrayéndolas para exponer en su totalidad la pared torácica y abdominal (Imagen 1).
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Imagen 3. Apertura de la cavidad torácica en decúbito lateral usando como apoyo la unión costovertebral.
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La retirada previa de la piel facilita este procedimiento.
De este modo, obtendremos una visión completa de la cavidad torácica y detectaremos si existen anomalías
como la presencia de líquidos o exudados.
Extracción de aparato respiratorio
En decúbito lateral, el procedimiento es más sencillo si se realiza primero la apertura de la cavidad abdominal:
Se realiza un corte de dorsal a ventral siguiendo el trayecto marcado por la última costilla hasta la parte caudal del esternón o cartílago xifoides, para después proseguir a lo largo de la línea alba, desde la parte caudal del esternón hasta la sínfisis isquiopubiana y, por último, dorsalmente desde pubis hacia las vértebras lumbares (Imagen 2).
Una vez abierta la cavidad abdominal, se debe pinchar el diafragma cerca del esternón y observar/escuchar la entrada de aire, o su ausencia, a medida que los pulmones colapsan.
Seguidamente, se debe cortar y liberar la inserción del diafragma a lo largo del arco costal, teniendo en cuenta la cantidad y el tipo de fluidos.
Para abrir la cavidad torácica, se cortan las costillas por la unión costocondral.
Finalmente, se procede a doblar el costillar dorsalmente utilizando como apoyo la unión costovertebral, algo que puede resultar difícil en animales de gran tamaño, requiriéndose el uso de un costotomo (Imagen 3).
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Para un correcto y completo examen del aparato respiratorio, se debe retirar completamente desde el punto más craneal.
Para ello, se separa la lengua de las mandíbulas, se secciona el paladar blando cranealmente a las tonsilas palatinas y se cortan los huesos hioideos, para retirar la musculatura de la base lingual, laringe, faringe, esófago y tráquea en bloque, separando de la musculatura cervical hasta la entrada del tórax.
En este punto, traccionando o haciendo uso del cuchillo se extraen conjuntamente pulmones y corazón.
La porción torácica de la aorta y vena cava caudal se seccionan antes del diafragma, al igual que el esófago, el cual es conveniente ligar caudalmente a la sección para conservar el contenido gástrico.
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Imagen 4. Apertura de la cavidad nasal para valoración de los cornetes nasales.
Para un correcto examen del aparato respiratorio, se realiza una sección longitudinal en dirección craneocaudal desde la laringe hasta los bronquios principales de cada pulmón. Esto es importante para identificar posibles lesiones en la mucosa o contenidos anómalos en las vías aéreas.
Es importante examinar la cavidad nasal, especialmente en casos de rinitis crónicas o atróficas.
Para ello, se realiza un corte transversal de la región nasal a la altura del primer premolar. Esto nos permite fácilmente detectar alteraciones en forma o simetría de los cornetes nasales (Imagen 4).
Examen del aparato respiratorio
El examen del pulmón se debe hacer siempre por palpación e incluye la evaluación de las siguientes características:
Color: el color puede dar información válida, pero frecuentemente variaciones en el color son poco diagnósticas, especialmente en animales en los que han pasado varias horas desde la muerte.
Consistencia: los cambios en la consistencia pulmonar normalmente tienen un mayor valor diagnóstico, ya que aportan información sobre la presencia de edemas, zonas consolidadas por neumonía, neoplasias, granulomas parasitarios, etc.
Pulm
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sal
Se deben realizar secciones en el espesor de los diferentes lóbulos en busca de lesiones intraparenquimatosas focales o multifocales de pequeño tamaño, que pueden pasar desapercibidas externamente o a la palpación grosera.
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Imagen 5. Detalle de exudado supurativo en cavidad nasal abierta longitudinalmente.
En la especie porcina, las lesiones en estas áreas anatómicas son infrecuentes, aunque pueden observarse lesiones inflamatorias o vasculares (hemorragias petequiales, edema) en enfermedades sistémicas (peste porcina clásica, salmonelosis, enfermedad de los edemas).
Características macroscópicas e histológicas de las lesiones más relevantes en los procesos respiratorios porcinos
Son tres las formas de rinitis más comunes:
Rinitis catarral, con exudado mucoso, líquido, que puede evolucionar a mucopurulento o fibrinoso con participación bacteriana.
Generalmente se encuentra asociada a Citomegalovirus Porcino. En ocasiones, solo se aprecia congestión, por lo que el diagnóstico es histológico y se basa en la observación de cuerpos de inclusión víricos de gran tamaño en las células epiteliales (“rinitis por cuerpos de inclusión”).
Rinitis supurativa o purulenta: se asocia a una infección bacteriana y se caracteriza por una capa gruesa de exudado purulento o mucopurulento en la mucosa nasal (Imagen 5).
Inflamaciones de la cavidad nasal
Laringe & tráquea
Rinitis atrófica: se observa una destrucción y pérdida de cornetes nasales con desplazamiento o no de tabique nasal y deformación ósea, asociada a coinfección por Bordetella bronchiseptica y Pasteurella multocida.
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Figura 1. Patrones morfológicos de neumonía. a) Bronconeumonía catarral o supurativa; b)
Bronconeumonía fibrinosa; c) Pleuroneumonía porcina; d) Neumonía intersticial; e) Neumonía
embólica; f ) Neumonía granulomatosa
La melanosis, caracterizada por puntos o manchas negras de unos pocos centímetros de diámetro en la superficie pulmonar, no tiene importancia clínica, pero es un hallazgo frecuente en matadero. En este caso, la textura de los pulmones pigmentados permanece sin cambios.
Las hemorragias, trombosis e infartos se asocian a traumatismos, coagulopatías, coagulación intravascular diseminada (CID), vasculitis, sepsis y tromboembolismo pulmonar.
El edema pulmonar se caracteriza por la acumulación de líquido en los alvéolos (edema alveolar) o en el intersticio pulmonar (edema intersticial).
Macroscópicamente, los pulmones aparentan estar húmedos y pesados, independientemente de la causa, con incremento de volumen/tamaño pulmonar. El color varía, dependiendo del grado de congestión o hemorragia, siendo habitual la presencia de líquido espumoso en tráquea y bronquios.
Pulmón
Anomalías congénitas
Alteraciones circulatorias
Anomalías de contenido
La atelectasia o distensión incompleta de los alvéolos y falta de expansión del pulmón, puede ser de distribución:
Difusa (atelectasia congénita o neonatal): se debe a la falta de expansión de los pulmones con aire en el momento del nacimiento.
Focal o localmente extensiva: normalmente se trata de una condición adquirida, en la que los pulmones colapsaron tras el inflado por causas obstructivas o compresivas.
Generalmente, las áreas afectadas adquieren un color rojo oscuro, estando firmes, de apariencia “carnosa” (por falta de aire) y húmeda (líquido fetal).
La atelectasia y la neumonía tienen una apariencia macroscópica similar. En muchos casos, el tejido con atelectasia está deprimido con respecto al tejido sano adyacente, mientras que con neumonía el tejido afectado de forma similar o elevada respecto al tejido no afectado.
El enfisema pulmonar consiste en el ensanchamiento o dilatación permanente del pulmón por aumento del contenido aéreo.
En el cerdo es más común en los tabiques interlobulillares (intersticial) por esfuerzos respiratorios violentos (enfisema terminal o agónico).
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Tipo Puerta de entrada y
agente
Distribución de lesiones
Textura y coloración del
pulmónExudado visible Secuelas
comunesHallazgos
microscópicos
Bronconeumonía supurativa
Aerógena (bacterias,
micoplasma)
Consolidación craneoventral
(lóbulos apicales y medios)
Firme. Coloración rojo oscuro (agudo) o más
violáceo a grisáceo (crónico)
Purulento en bronquios
Abscesos*, adhesiones,
bronquiectasia
Neutrófilos degenerados, detritus
en alveolos, bronquiolos y bronquios. Hiperplasia del BALT (micoplasma)
Bronconeumonía fibrinosa
Aerógena (bacterias virulentas
productoras de toxinas que dañan
el endotelio vascular)
Consolidación craneoventral
(lóbulos apicales y medios) **
Duro. Coloración rojiza (agudas) o
rojo-grisácea o grisácea (crónicas), con fibrina.
Zonas necróticas y hemorrágicas
Fibrina en parénquima y pleura
Secuestro, adhesiones
pleurales, fibrosis pleural
Fibrina en alveolos y pleura, leucocitos
degenerados, necrosis, hemorragia, edema
Neumonía intersticial
Aerógena o hematógena
(virus, toxinas, alérgenos, sepsis)
Difusa
Normal (infecciones leves). Elástica,
apariencia carnosa al corte, impresiones
costales (procesos intensos, crónicos). Pulmón no colapsa.
No visible macroscópicamente
Edema, enfisema, fibrosis (crónica)
Infiltrado mononuclear septal, engrosamiento
paredes alveolares. Hiperplasia neumocitos tipo II, fibrosis alveolar
(crónico)
Neumonía broncointersticial
AerógenaMultifocal
(lóbulos apicales y medios)
Zonas más oscuras combinadas con zonas normales (tablero de
ajedrez)
No visible macroscópicamente
Afección alveolar septal, bronquiolitis, bronquitis
Neumonía granulomatosa
Aerógena o hematógena
(micobacterias, micosis)
Multifocal aleatoria
Nodular, firme-duroPiogranulomatoso,
caseoso, calcificación posible
Diseminación (linfonodos
regionales, otros órganos)
Granulomas (macrófagos
epitelioides, células multinucleadas)
Neumonía embólica
Hematógena (émbolos sépticos)
Multifocal
Nodular, milímetros a 1-2 centímetros,
delimitadas por un halo rojizo (agudo). Abscesos
(crónico)
Foco purulento rodeado de halo
hiperémicoAbscesos*
Bacterias delimitadas por leucocitos degenerados
(microabscesos), cambios vasculares
circundantes. Exudado purulento, fibrosis
circundante (crónico)
Cuadro 1. Tipos de neumonía. Características morfológicas y diferenciales.
* En la bronconeumonía la distribución de los abscesos es cranioventral y no aleatoria afectando diversos lóbulos como en la neumonía embólica.** La pleuroneumonía porcina es una excepción dado que suele afectar lóbulos caudales.BALT: tejido linfoide asociado a bronquios (bronchial-associated lymphoid tissue)
Las inflamaciones o neumonías son los procesos más comunes en pulmones porcinos. Sobre la base de la textura, distribución, apariencia y tipo de exudado, las neumonías pueden clasificarse groseramente en cuatro tipos morfológicamente distintos:
Bronconeumonía
Neumonía intersticial
Neumonía embólica
Neumonía granulomatosa
Inflamaciones - Neumonías
Las características morfológicas más relevantes y diferenciales de cada una de ellas se exponen en la Figura 1 y en el Cuadro 1.
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Bronconeumonía catarral/supurativa
Bronconeumonía fibrinosa
Neumonía intersticial
Neumonía broncointersticial
Neumonía granulomatosa
Neumonía embólica
Bordetella bronchiseptica
Actinobacillus pleuroneumoniae
Virus PRRSMycoplasma
hyopneumoniaeMycobacterium bovis Streptococcus suis
Pasteurella multocida Actinobacillus suis Circovirus porcino tipo 2 Virus de la influenzaComplejo Myobacterium
aviumTrueperella pyogenes
Mycoplasma hyopneumoniae
Haemophilus parasuis Coronavirus respiratorio
Streptococcus suis Salmonella cholerasuis
Cuadro 2. Principales agentes etiológicos y tipos morfológicos de neumonía que producen.
Imagen 6. Bronconeumonía supurativa severa, extensiva, crónica, con formación de abscesos y adherencias fibrosas. Histológicamente, se observan leucocitos degenerados y detritus ocupan alveolos y espacios bronquiales.
Imagen 7. Bronconeumonía fibrinosa subaguda, extensiva.
Los patógenos más comúnmente implicados en cada tipo neumónico se muestran en el Cuadro 2. Con esta simple clasificación es posible, en el momento de la necropsia, predecir con cierto grado de certeza:
La causa probable: virus, bacterias, hongos o parásitos
La vía de entrada: aerógena o hematógena
Las posibles secuelas
Estos cuatro tipos morfológicos permiten al clínico o patólogo predecir la etiología más probable, facilitando la toma de decisiones en relación al muestreo y pruebas a solicitar al laboratorio de diagnóstico (histopatología, bacteriología, virología o toxicología). Sin embargo, es posible la superposición de estos cuatro tipos de neumonías y, a veces, dos tipos morfológicos pueden estar presentes en el mismo pulmón. El estudio histológico puede ayudar en muchos de estos casos.
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Bronconeumonías
En el caso de la bronconeumonía, la lesión inflamatoria se centra en el alvéolo, pudiendo encontrarse dos tipos distintos:
Bronconeumonía supurativa o purulenta, también denominada catarral o catarro-purulenta en fases más tempranas (Imagen 6).
Bronconeumonía fibrinosa, también denominada pleuroneumonía (Imagen 7).
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Imagen 8. Imagen histológica de neumonía intersticial con engrosamiento de septos alveolares por infiltrado de leucocitos mononucleares.
Imagen 9. Neumonía broncointersticial (tablero de ajedrez) por Mycoplasma hyopneumoniae. El patrón neumónico en casos de Influenza Porcina es muy similar e indistinguible macroscópicamente.
Imagen 10. Neumonía embolica. Observación en detalle de una de las lesiones típicas, foco purulento
rodeado de halo hiperémico, rojizo.
De todos los tipos morfológicos, es la neumonía más difícil de diagnosticar macroscópicamente. Se trata de una inflamación de paredes alveolares e intersticio pulmonar, con o sin cambios macroscópicos en función de intensidad o cronicidad del proceso.
El estudio histológico es especialmente importante en estos casos (Imagen 8).
Neumonía intersticial
Neumonía embólica
También se puede presentar con distribución multifocal, generalmente por afección alveolar y bronquial: neumonía broncointersticial (Imagen 9).
En muchos casos, las lesiones inducidas por un virus pueden verse enmascaradas por cambios resultantes de infecciones bacterianas concurrentes o secundarias.
En el caso de la neumonía embolica, se observa un patrón inflamatorio propio de procesos septicémicos bacterianos que alcanzan el parénquima pulmonar vía hematógena produciendo lesiones multifocales de distribución aleatoria (Imagen 10).
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Imagen 11. Pleuritis fibrinosa en enfermedad de Glässer.
Imagen 12. Inmunohistoquímica. Antígeno de PCV2 en linfonodo mediastínico (en marrón).
La neumonía granulomatosa se caracteriza por la consolidación pulmonar asociada a la formación de granulomas, estando relacionada con elementos de difícil eliminación como micobacterias, hongos, parásitos y cuerpos extraños.
El examen microscópico permite al patólogo evaluar si los agentes aislados en los tejidos son contribuyentes significativos a la lesión y también si hay participación de otros agentes no detectados en el examen macroscópico.
La inmunohistoquímica (IHC) es una herramienta adicional al estudio microscópico muy útil para detectar algunos patógenos no visibles o difícilmente reconocibles microscópicamente, o cuando se encuentran en escaso número, especialmente agentes virales.
La técnica permite, además, la visualización directa de la ubicación del antígeno en el tejido (Imagen 12).
Las secciones de tejido se preparan de manera similar a la utilizada para la histopatología, pero luego se tiñen con antisuero contra un agente específico.
Debido al gasto y la mano de obra involucrados en la técnica, siempre debe ir precedida de estudio histopatológico que evidencie lesiones relacionadas con el agente a identificar.
Neumonía granulomatosa
La afección inflamatoria de la pleura, sin o con mínima afección pulmonar superficial, es común en la especie porcina y suele formar parte de procesos diseminados como la poliserositis, la poliartritis y la meningitis, siendo común en infecciones por Haemophilus parasuis, Streptococcus suis y Mycoplasma hyorrhinis.
Macroscópicamente se caracteriza por placas y agregados extensos de fibrina en las formas más agudas o subagudas (Imagen 11), que evolucionan con el tiempo a adherencias fibrosas con la pared costal o pericardio.
Pleuritis
Las claves de la toma de muestras para histopatología
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Imagen 13. Histopatología que muestra tejido dañado tras la formación de cristales por congelación rutinaria.
La principal característica que debe tener una muestra para análisis histopatológico es su representatividad del proceso que se quiera valorar (tomar de zona adecuada o que aporte más información) y la integridad del tejido a valorar (correcta fijación).
La ausencia de una u otra cualidad no permitirá un examen microscópico correcto. Para ello, se deben tener en cuenta algunas consideraciones importantes generales:
Las referencias bibliográficas y lecturas complementarias recomendadas se encuentran a disposición de quien las solicite.
3. Envío de muestras
Se deberán utilizar recipientes de cierre hermético para evitar la salida del formol o sus vapores.
Aconsejable no usar recipientes de cristal o materiales frágiles.
Es indispensable una correcta identificación del recipiente y remitir conjuntamente una hoja de solicitud de análisis con datos básicos del animal y breve reseña o historia con los datos más relevantes, tanto clínicos como hallazgos de necropsia.
2. Características de la muestra
Se suele tomar entre 3-5 muestras de diferentes lóbulos del pulmón, incluyendo zonas lesionadas y normales.
La forma más recomendable es tomar de las áreas de transición entre lesión-tejido sano, ya que en estas zonas suele concentrarse una mayor cantidad de patógenos viables y permiten observar y estudiar el tipo de reacción del organismo frente al patógeno o daño (tipos de exudados, células inflamatorias, fibrosis, fenómenos reparativos, etc.).
También es recomendable tomar muestras de los lóbulos apicales y medios, generalmente donde las lesiones microscópicas son mayores y evidentes.
El tamaño de las muestras no debería sobrepasar 1-2 cm de espesor, que es la capacidad de penetración del formol.
Se recomienda tomar láminas o rodajas de ese espesor. Si las muestras son mayores, el formol no penetrará en las áreas centrales y sufrirán autolisis.
Tenga en cuenta que las lesiones crónicas y las más agudas pueden estar presentes en el mismo pulmón y que pueden representar la actividad de diferentes agentes patógenos.
¡Cada una debe ser muestreada!
1. Conservación de la muestra mediante fijación adecuada
El tejido autolítico no es adecuado para ninguna prueba histopatológica, lo que implica:
Fijar las muestras en formol: se debe diluir el formol comercial (normalmente al 35-40%) en agua a 1:10. Actualmente es habitual la comercialización de formol listo para usar (concentración 4%).
Las muestras en formol no requieren refrigeración, se mantienen perfectamente a temperatura ambiente.
¡NUNCA CONGELAR! la congelación rutinaria provoca la formación de cristales en el tejido que lo dañan, creando graves artefactos que pueden hacer no valorable la muestra (Imagen 13).
Respetar un mínimo de fijador respecto al volumen de muestra en el recipiente.
Hay que procurar que la proporción tejido:formol sea siempre de 1:5 a 1:10. De no respetarse esta proporción, el fijador será insuficiente y el tejido sufrirá autolisis, quedando inservible para valoración histopatológica.
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