Diánoia, vol. III, núm. 3, 1957

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 LA SABIDURíA EN ARISTóTELES Sedi Sapientiae 1. La sophia como saberprincipal  La sabiduría es la visión clara y exacta,reposada y comprensiv a de todoelplan y la obra de Dios. Nadie la poseeen su plenitud, fuera de Aquel que penetra todas las cosas. Estas palabras del Cardenal Newman,' bajo su impronta cristiana, están permeadasde espíritu aristotélico. Son una trasposiciónfiel, según esperamosdemostrarlo,de lo que es en Aristóteles tambiénla sabiduría,supremavirtud entrelas intelectuales y supremavirtud engeneral. En los textospertinentesde la Ética y la Metafísica nos i ntroduce Aris- tóteles en el maravillosomundoespiritualde la sabiduría, afinando progre- sivamente,comosuelehacerlo,el conceptofilosófico, despuésde eliminar o subsumir,en una síntesisreflexiva superior, las represe ntaci onesmás obvi as y populares. De este modo empieza por decirnosen e l capítulo de la Ética Nicoma- quea consagradoespecialment e a la sabiduría, que estetérmino  O o< pia) lo empleamosen las artespara designara los maestrosmás excelentesen cada una,comocuandodecimosde Fídías que es un sabio escultoro de Polícleto que es un sabio estatuario. Pero esta llamada sabiduría, añade luego Arís- tóteles, esapenasotronombreparadescribirl excelenciaartística, y en todo caso una sabiduría parcial ( % ( 1 1 '< 1 f-léºo~). Ahora bien, desdelos tiemposde Homero se habla de otra sabidu ía en general (OAÚ)~) y se la tiene por todos como el sabermás alto. Esta sabiduríaengeneral,queresultaráserla sabiduríaporantonomasi a, es descrita minuciosamente,con todos sus caracteresconstitutivos,en los capítulos iniciales de la Metafísica:¿ Por ser generalimplica el conocimiento de todas las cosas,aunque no se trata de un saberenciclopédiconi de pura erudición,puesAristótelesseapresuraa agregarque esesabernosuponela ciencia de cada cosa en particular. Una segundanotadelsabersapiencial,implícita en la anterior,peroque es menesterponer de relieve, es que el sabio sea capaz de conocerlas cosas  Idea of a University. 2 E. N. VI, 7. 3 Met., 1, 2. Pasamos luego a la Metafísica porque el capítulo la ttica Nicomaquea relativo a la sabiduría es tan conciso que se limita apenas a definirla como hábito intelec- tual por la unión de los otros dos que quedan antes descritos (ciencia e intuición) y su a~1icaci6na los objetos más venerables por naturaleza . Nuestros textos principales, en suma, para describir la sabiduría como saber objetivo y como forma de vida, han sido, como podrá ver el lector, E. N., VI, 7, YX, B Y 9, Y Met., 1, 1 Y 2. [3} Diánoia, vol. 3, no. 3, 1957 

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Revista filosófica.

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Dinoia, vol. 3, no. 3, 1957

LA SABIDURA1. La "sophia" como saber principal

EN ARISTTELESSedi Sapientiae

"La sabidura es la visin clara y exacta, reposada y comprensiva de todo el plan y la obra de Dios. Nadie la poseeen su plenitud, fuera de Aquel que penetra todas las cosas." Estas palabras del Cardenal Newman,' bajo su impronta cristiana, estn permeadas de espritu aristotlico. Son una trasposicin fiel, segn esperamosdemostrarlo,de lo que es en Aristteles tambin la sabidura, supremavirtud entre las intelectualesy supremavirtud en general. En los textospertinentesde la tica y la Metafsica nos introduce Aristteles en el maravilloso mundo espiritual de la sabidura, afinando progresivamente,como suele hacerlo, el concepto filosfico, despusde eliminar o subsumir, en una sntesis reflexiva superior, las representaciones ms obvias y populares. De este modo empieza por decirnos en el captulo de la tica Nicomaquea consagradoespecialmentea la sabidura," que este trmino (O'oKZ lgica funcional general. (x)K(f__"Z)-,>(x)(f~KZ) (3), (4); Regla 1 o modus ponens. K(x)(f~Z)-,>(x)(f-?KZ) (1), (5); Transitividad de -? "Si es obligatorio que todos hagan o reciban B en hacindose A, entonces si

K(x)(Y-?Z)-,>(K(x)Y~K(x)Z)

UN SISTEMA

GENERAL

DE

LGICA

NORMATIVA

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es obligatorio que todos hagan o reciban A, es tambin obligatorio que todoshagano reciban B." Demostracin: (1)(2) (x)(IY ~1Z)~x)1Y -,) (x )1Z) (x)( 1Y-,)1Z)-,) ( 1(x) Y -,)1 (x)Z) 1(x) (Y~Z)-,)1( (x)Y-,)(x)Z) K(x) (Y~Z)-,)K( (x)Y-,)(x)Z) K( (x)Y-,)(x)Z)-,)(K(x)Y-,)K(x)Z) K(x)(Y~Z)~(K(x)Y-,)K(x)Z)

(S)(4)

lgica funcional general. (1); A13. (2); T.1.l7, A1S. (3); Regla Ill.T.KP.9.

(5)(6)

(4), (5); Transitividad de -,).

T.KF.12. K(x)(Y~Z)-,)(F(x)~F(x)Y) Demostracin: Como la anterior, pero con una transposicin en el consecuente como segundopaso; as tenemos:(7) (8) K(x) (Y~Z)-,)(K-(x)Z-,)K-(x)Y) K(x)(Y-,)Z)-,)(F(x)~F(x)Y)

(7); Def. 8. "Si es obligatorio que todos hagan o reciban B en hacindoseA, entoncessi est permitido que todos hagan o reciban A, est permitido que todos hagan o reciban B."

T.KF.lS. K(x)(Y~Z)-,)(P(x)Y~P(x)Z)

Demostracin: Como las anteriores. (1)-(7) como en la demostracinde T.KF.12.(8) (9) K(x) (Y~Z)~(-K-(x)Y-,)-K-(x)Z) K(x)(Y~Z)~(P(x)Y-,)P(x)Z)

(7); Transposicin en el consecuente. (8); Def. 7.

Por razones de espacio basten estos ejemplos como indicacin de la rqueza de nuestromodelo N 1 Dejamos para otra oportunidad: (a) su plena justificacin filosfica y (b) los problemas tcnicos, v.gr., como el de la decisin en N 1e .(>.

HECrOR

NERI

CASTAEDA

Universidad de San Carlos, Guatemala.

Dinoia, vol. 3, no. 3, 1957

EL HISTORICISMO y EL PROBLEMA DE LA VERDADLas teoras filosficas originalesson armas de doble filo. Cuando surgen imponen una nueva situacinal aclarar problemas que parecan insolubles,pero crean muy pronto dificultades antes desconocidas.Tal es el caso del historicsmo, 'Puso de manifiestola naturaleza histrica del hombre y de sus creacionesproporcionandoas una perspectivanueva y fecunda a la interpretacin de lo humano. Su contribucin es hoy tan efectiva que parece imposible filosofar sin tomarla en cuenta. Pero no son sus hallazgos,sino sus dificultades, las que deseamosexaminar. y en particular sus dificultades frente al problema de la verdad. El historicismo es una doctrina que ha incidido sobre tantos campos que si no se restringeel examena un problema concreto se corre el riesgo de no pasar del plano de las generalidades. Cules son las dificultades que ha originado el historicismo? Qu es lo que sostiene que pueda haber provocado reaccionesviolentas y creado situacionesque algunosconsideraninsalvables? En el problema de la verdad, a dos pueden reducirse las tesis del hstorcsmo. Ambas implican un gran hallazgo pero son, justamente,as que provocan las mayoresdificultades. La l primera es que las conclusionesde la ciencia, la filosofa y cualquier otra forma de saber, estn condicionadaspor la historia interna de la propia disciplina y por las condicioneshistricas del momento en que surgieron. La segunda,que no hay verdad definitiva, que toda verdad admite una rectificacin, que la verdad tiene un desarrollo indefinido en el tiempo. Como es fcil advertirlo,ambas tesis estn ntimamenteconectadas.Las examinaremos, in embargo,por separadohaciendo recaer la atencinprincis palmente en la segunda,pues nos parece que es la que resume la situacin total del problema. Si el doble condicionamientohistrico del saber humano es real -se dir- no habr verdad efectiva,pues todo saber ser hijo de su tiempo y se marchitar con el tiempo. Del mismo modo como las verdadesanterioreshan perdido vigencia en la actualidad,as tambin la verdad de hoy no ser,en el futuro, ms que un recuerdo. Y as, por los siglos de los siglos. En sntesis: el condicionamientohistrico termina con la verdad, pues sta, cuando es efectiva,parece no admitir ninguna rectificacin. Antes de sacar semejanteconclusin pesimista, que los enemigos del historicismo extraensin ulterior examen con nimo de probar que esta doctrina conduce necesariamenteal relativismo escptico, correspondeestudiar[334]

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la veracidad de las afirmacionesdel historicismo y luego la validez de la conclusinde quieneslo combaten. Es cierto que toda doctrina cientfica o filosfica est condicionadapor la historia de la propia disciplina? La realidad parece confirmar esta pretensin del historicismo. Si dejamosde lado aquellos momentosde la historia de la filosofa en que la dependenciaes evidente-al punto que se llega a constituir una verdadera escuela o corriente filosfica- y reparamos ms bien en los momentosen que el pensadorparece querer romper consciente y deliberadamente con el pasado,la afirmacin historicistaparece confirmada por los hechos. Descarteses el ejemplo clsico de una supuestaruptura con el pasado. Se dice comnmente que l hace tabla rasa con la filosofa anterior, que inicia una nueva era, que se atiene a su propia razn y no a la tradicin. Hoy sabemos que Descartesno logr desprenderse filosofar del del pasado. Blanchet, Gilson, Koyr, han mostradola conexindel pensamiento cartesiano COnla filosofa medieval. Pero no se necesitabantales eruditos trabajos para advertir la relacin de Descartes con el pensamientoanterior. Bastaba reparar en las grandestesis y en particular en los supuestosimplcitos en su concepcinde la substancia,la causalidad,etc., para advertir la conexinde su pensamiento slo con el medioevo,sino tambincon la Anno tigedad. El ejemplo de Descartes,y de tantos otros filsofos que han querido romper con el pasado,nos muestrala imposibilidad de que un pensadorrealice la aspiracin terica de hacer tabla rasa con el pensamientoanterior y comenzarel edificio de la filosofa poniendo la primera piedra. Todo saber, sea filosfico o de cualquiera otra naturaleza,no puede desentenderse lo de pensado anteriormente.Tal hecho, sin embargo,no nos permite extraer la conclusin pesimistade que la verdad se aniquila o disuelve en la historia. En primer lugar, el hecho efectivo es que el saberde hoy estconectado al de ayer. Pero tal relacin no supone-como creen algunos- un condicionamiento y, menos an, una determinacin. El filsofo o el cientfico que recoge el saber anteriores libre de proseguir la investigacinen la direccin que quiera. El saberanteriorle proporcionaapoyo para continuarla marcha, pero no lo constriea caminaren una determinadadireccin. Se advierte que es as, pues en una misma poca coexistenfilsofos que marchan en direcciones opuestas. La poca actual es un ejemplo elocuente,pues parecera que hoy los filsofosse empearanen sostenerla tesis contrariaa la del colega c:ue tienen enfrente,originndose as un sinnmero de doctrinas que desorientan a quienes ingenuamenteidentifican la. verdad con el acuerdo entre los filsofos. No hay, pues, determinacin ni condicionamiento,sino conexin del saber actual con el anterior. Si no existieratal conexin,como veremosms adelante,no habra historia y el hombre estara inventando constantemente

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el paraguas.La relacindel saberactual con el anterior no rebajala jerarqua del conacimientopresente,sino que revela que el saber humanono puede ser el hallazgo de un predestinado, de un genio aislado,sino que es el producto o del esfuerzocomnde muchoshombresa travsdel tiempo. A una conclusinsemejantellegaremossi observamosla relacin de una doctrina con el mamentahistrico en que"surge. No hay duda que una concepcin filosfica,par ejemplo,es hija de su tiempo. Recogelas conclusiones de la ciencia y no puede liberarse por completo de las creenciasreligiosas, conviccionespolticas, etc.,que imperan en su poca, Pero la ciencia, la religin y la poltica en que se apoyano condicionan-y menosan determinanla filosofa que se elabora,puestoque la mismasituacinda origen a filosofas adversas. Cuntas filsofos se apoyan -o han querido apoyarse- en los resultadosde la ciencia actual para sacar luego conclusionesbien dispares? La fsica de este siglo, por ejemplo,ha servido de canterapara extraerargumentosen favor del determinismoy del libre arbitrio, del materialismoy del idealismo,etc. El hecho de que la filosofa recoja las conclusionesde la ciencia no es una limitacin, sino una ventaja. En verdad, el vicio de la filosofa actual es que no se ha acercadosuficientementea la ciencia y a la realidad social, perdindose,en muchoscasos,en una especulacinsin sentido. Por otra parte, acaso la ciencia, al igual que la teora poltica, social y econmica,no recibe la influencia de la filosofa? Esto muestrala interdependencia las dide versasformasdel sabery no la dependenciao condicionamiento una u otra. de Las diversasformas del saber no se dan, pues, separadamente, sino que mantienenentres una relacin muy estrecha.Si se toma el saber en su totalidad se advertir,a su vez, que ste no dependede una determinadasituacin social, poltica o econmica,sino que el saber, en tanto forma de vida, mantiene una relacin de interdependenciacan las dems formaos vida. de La preeminencia,en esta inter-relacin,de una forma sobre otra no es permanente,sino que vara a lo largo del tiempo segn un juego constantede tensiones. Hasta ahorahemosatendido tan slo a la conexin del conocimientocon la historia de la propia disciplina y con las otras formas de vida. Veamos ahora si la acusacinde que el historicismoconduceal relativismoes legtima una vez reconocidatal conexin. La verdad, se dice, es incompatible con la historia. Un juicio es verdadero o no lo es. Si es verdaderono hay ms que hablar. La historia cabe en la bsquedade la verdad;se pueden historiar los intentos para conquistarla, pero una vez alcanzada termin la historia. En otras palabras,la historia equivale a la historia de los errores,de los intentos fallidos y termina con la conquistafinal. Si aceptamosla historia destruimosla verdad,la disolvemos en la corrientedel tiempo.

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Este tipo de argumento,que alimenta las acusacionesde escepticismo que se han dirigido en contra del historicismo, revela una concepcin de la verdad que es incompatible no con el historicismo, sino con el carcter hstribo del saber humano. La acusacin se sostieneen la identificacin de la propia doctrina de la verdad con la verdad misma; al ver tambalear la primera se da la alarma en nombre de la segunda. Si hay una incompatibilidad entre la doctrina de la verdad que se profesa y la naturaleza histrica del saber humano, habr que indagar si este ltimo es un hecho efectivo y no desdearloporque contradiga la idea que tengamosde la verdad. Parece hoy innegable que el saber humano tiene un desarrollo indefinido en el tiempo. La historia de la ciencia, de la filosofa y de todas las dems formas de conocimiento nos revelan -como dice Einstein- que "no existen problemastotal y definitivamente resueltos".. y que . "la ciencia no es, ni ser jams,un libro terminado". El descubrimiento de la historicidad del saber humano debiera haber sugerido, a los sostenedores de una doctrina de la verdad como algo plena y definitivamentelogrado, la necesidad de reexaminartal doctrina a la luz de los nuevos hechos. La naturaleza histrica del saber humano no es, pues, incompatible con la verdad, sino con una doctrina concreta de la verdad. Tal doctrina tiene su origen en la metafsica de Parmnides, se refuerza con la teora de las ideas de Platn y llega hasta el mundo de las esenciasde la fenomenologa de Husserl. Supone esa doctrina una lgica de la identidad, de raz parmendiea hoy muy discutible, una negacinde la historia y un constantedeseo de refugiarse en un mundo celestede perfecciones donde el cambio es inconcebible y donde los problemasse solucionanvolvindolesla espalda. Cuando se opina que la verdad tiene un desarrollo indefinido en el tiempo, surge el conocido argumentoque se ha esgrimido siempre en contra del escepticismoy de toda forma de relativismo. Si todo estsometidoa cambio y evolucin, el principio que lo enuncia tambin debe estar sometido a semejantecambio. Esto es, si no hay verdad definitiva, sta que la enuncia no puede ser definitiva. Segn esta crtica, el historicismo se hiere COn su propia arma. Este argumento-cuya validez examinaremosluego- convence a muchos de la incoherenciadel historicismoy no ha dejado de provocar una sacudida aun en las filas del propio historcismo. Para eludir tal objecin,algunos historicistas abandonan el mundo de la teora -donde pareceran dar la batalla por perdida- y se atrincheran en el mundo prctico, de la accin. Tal es la actitud, por ejemplo,del profesor Guido Calogero en su interesante obra Logo e Dialogo) Calogero siente la necesidad de evitar la objecin sealada y se esfuerza por hacer pie en alguna otra forma de absoluto. He aqu su tesis expuestapor l mismo:1

Guido Calogero, Logo e Dialogo, Edizioni di Comunit, Milano, 1950.

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. " Cascuna di tali dottrine della storia avr essa stessa il suo luogo storeo, che potra esser costretta a cedere ad altre. Ma allora che cosa rimane, al di la di questa sfera della discutibilita storea, della stessa idea dello storicismo? Qual' il suo "ncleo", che pu considerarsi costante pur nel continuo cangare storico delle sue interpretazioni? Se ben si guarda,. a una precisa condizione dev'esser sottoposto questo "nucleo". Esso non deve implicare nessun determinato contenuto di dottrina, che possa essere incluso in una teora dello storcsmo, Se infatti esso lo implicasse, questo contenuto dottrinale sarebbe per ci stesso sottratto ad ogni divenire storico, e pe!: esso si porrebbe l'assurda pretesa che nessuna futura filosofa dello storcsmo avrebbe modo di contestarlo o di correggerlo mai. Ora, non potendo avere nessun contenuto dottrnale, non potendo essere n una teoria n un pezzo di teoria, esso dovr essere qualcos'altro. Ma r"altro" dalla teora l'azone, l"'altro" dall'accertamento conoscitivo il programma della volont. Di fatto, ci che qui stiamo cercando non che un atteggiamento del volere: il proposito di non esaurire mai la propria attenzione, di non considerare mai una nozone gia acquisita come tale che non possa esser corretta da una. nozone ulteriore. E non chiuders nell'acquisito significa, esenzialmente, tenersi apert alI'intendimento delle voci altrui, alimentare un continuo intento d'nterpretazione. Ecco dunque ancora una volta quella Volont d'lntendere, che abbamo a p riprese ncontrata in questo libro. Lo storicsmo primario, lo storicsmo p costante e fondementale in quesra volont, la quele non teme contestazioni una volta che si sia affermata. Essa non pu essere messa in dubbio dalla sroria, proprio perche reterna base di ogni intender storco, E perc pu configurarsi come un assoluto soprastorica, e apparire contraddttoria a coloro che la rtengono una teoria.2

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Lo primero que se nos ocurre es que no' se eliminan las contradicciones pasandodel mundo de la teora al de la accin: tambinhay accioneseontra-. dictoras. La vida prctica no carece de lgica y dos comportamientos contradictorios son tan incompatibles como dos juicios contradictorios. No se pueden evitar las dificultades de la teora saltandofuera de la' teora; semejante salto ser tambin una teora. Lo prueba el propio Calogero: cunta lgica y cuntateorausa para quitarsede encimalas dificultadestericasque le molestan,No lo logra, por cierto: es como querer saltarfuera de la propia sombra, Por otra parte, es cierto que la oolonta d'intendere es un sano y noble principio de convivencia,puesto que permite la continuidad ininterrumpida del dilogo,que es la base de la vida en el orden de la cultura tanto como en el de la poltica, pero no es como quiere nuestroquerido amigo Calogero un assoluto soprastotico. Con nimo de probar que el principio de la voluntad de .entendertiene validez absoluta,trata de mostrarnosque todo intento de violacin 10 supone,estoes, que no puede negrselosin afirmarlo. Es imposible, contradictorio,dice Calogero, obedecer a quien nos pide que no le escuchemos.Come infatti potrebbe obbedire aU'altrui richiesta di non essere inteso, senza perc intenderlo, e qund senza disobbedirlo? Questo principio quindi il vera absolutum, nel

e

2

C. Calogero, op. cit., pgs. 72-73.

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senso di essere "assolto" da ogni necesst di conferma altrui, nello spazo e nel tempo; ed quindi la sola piattafonna stabile nell'immenso mare storico dell'ndefnitvt.s

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Es cierto que resultaimposible cumplir con los deseosde quien nos pide que no le escuchemos. Pero tal casosera realmenteextrao. No conozcoun solo hombre -salvo el Filalete creado por Calogero o algn solitario habitante de manicomio- que haga semejantepedido. Lo comn es justamente lo opuesto. Gente que nos grita al odo su pretendidaverdad, que nos tapa la boca, que pretende imponernossu criterio, que nos impide escuchar la opinin de un tercero. Desde la Inquisicin hasta Hitler, la historia ha conocido todos los maticesdel dogmatismo.La gente que acta as merecetodo mi repudio intelectual y moral, pero no puedo dejar de reconocerque tal actitud no implica ninguna contradiccin. No veo ninguna contradiccinen una actitud dogmtica-negadora de todo dilogo- que dijera: He aqu la verdad; la solay nica verdad. Todo lo que la contradigaes error. Mi deber moral es imponerla verdady evitar el error. Callaos, pues,y aceptadlo que yo digo. O dejadme,al menos,que yo escuchela verdad y obre de acuerdo a sus principios. Desgraciadamente, ste no es un personajetan raro como el Filalete de Calogero. El error de su argumentono es de orden lgico; no hay en su actitud la menor contradiccin. No hay, tampoco,un vicio de orden moral. Qu otra cosapodra hacer un hombre,absolutamente convencido de una verdad, sino escucharel dictado de su propia conciencia?La debilidad de semejante actitud -cuando es honestay sincera- es de orden cognoscitivoy se deriva de las dificultadesinsalvablesque tendra que enfrentar quien intentaraprobarnosque efectivamente poseeuna verdad definitiva. La otra dificultad de la tesis de Calogero -que tiene, por otra parte, muchas virtudes- se deriva de que mi voluntad de entenderno suponemi voluntad de cambiar de opinin. Puedo estar dispuestoa escuchartodas las razonesy, sin embargo,no estar dispuestoa cambiar de opinin. Cuntos hombres hay hoy en el mundo que afirman que cuanto ms escuchanlas razonesde quienesdifieren con ellos ms se convencende estaren la verdad? Yo he conocidocatlicosy comunistas que no perdan conferenciao libro que anunciara la crtica a sus ideas, pues estaban convencidos de antemano que sus autoresles proporcionaran,con su fracaso,un nuevo argumentoa favor de la tesisadoptada.Eran hombresabiertosa la opinindel prjimopor una entusiasta voluntad de entender-y, por lo tanto,obedientesal principio de Calogero-, pero cerrados a cualquier posibilidad de alteracin de la doctrina que tenan por verdadera. Pero si abandonamosel mundo de los dogmticosy nos referimos a quienes escuchan sin encastillarseen sus propias ideas, advertiremos que hay nuevasrazonesen contra de la pretendidavalidez absolutadel principio3

G. Calogero, op. cit., pgs. 41-42.

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de Calogero. Puede uno haber iniciado el dilogo y verse luego obligado a suspenderlojustamentepor las razones que ha escuchado del interlocutor. Aun en congresosy reunionesfilosficas, donde el dilogo es tan frecuentey tan necesario,no sienteuno a veces deseo de cortar el dilogo, e ir a tomar un poco de aire, al escucharargumentosque considerafalsos o irrelevantes al problema que se discute? Hasta cundo hemos de prolongar el dilogo? Como nuevas razones pueden presentarseen cualquier momento,debemos continuar escuchandoindefinidamente?Escucharemosal loco o al borracho que amenazanuestravida con un revlver o ser preferible violar el principio y salvar la vida? No hay necesidadde que atenteen contra de nuestravida; basta que atente en contra de la suya. Cul es nuestro deber: escuchar y esforzarnospor comprenderlas razones que tiene nuestro amigo para suicidarse o evitar el suicidio? La voluntad de comprenderno es un absoluto,pues en todos estoscasos debemos apartarnosde tal principio por razones que parecen superiores al principio mismo. Las dificultades son an mayorescuando Calogero extiende su principio, de la voluntad de entender, del mundo de los hombres al de los animalesy las cosas. La aplicacin estricta de este principio, que aspira a ser el fundamento ltimo de la vida prctica,llega, en muchos casos,a paralizar la vida e impedir la accin. Quiz sea innecesarioaclarar que estas crticas van dirigidas exclusivamenteen contra del pretendidocarcter absolutodel principio enunciadopor Calogero; no en contra del principio mismo, que consideramoscomo una normafundamentalde la convivenciahumana. Si damos por fracasadoeste intento del historicismo-el ms serio que conocemosentre los esfuerzosrecientes- de hacer pie en un absoluto para no resbalar indefinidamentepor la pendiente de verdadesque se convierten prontamenteen meras opiniones de su tiempo, tendremosque examinar de nuevo la antinomiaque plantea el historcismo para ver si, en efecto,se trata de una contradiccin. La supuesta contradiccin del historicismo radicaba -como se recordar- en afirmar que no hay verdad definitiva. Si no la hay -se objetaba-, esta verdad tampocoes definitiva. Frente a esta objecin,tan ~raday llevada, caben dos posibilidades: a) que el historicismoaplique a s mismo su propia doctrina; b) que la tesis que afirma la historicidad de la verdad se substraigaa la historia. A fin de evitar la contradiccin interna, hay quieneshan intentado aplicar al historicismo la propia doctrina, y eliminar as cualquier acusacin de contradiccino dogmatismo.Han observadoque la doctrina historicista tambin tiene su historia; que ella no surgi como una doctrina definitiva, sino

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que fue elaborndosea lo largo del tiempo y continuar, sin duda, modificndose en el futuro. En su favor sealan el hecho efectivo del desenvolvimiento del historicismo recogido ya en verdaderashistorias del historicismo. Es admisible estaposibilidad? Si el historicismo est abierto a cualquier posibilidad de alteracinpodr, con el tiempo, cambiar de tal modo que en el futuro surjala tesisjustamente opuestaa la historicista,estoes,la afirmacin de que hay verdades definitivas. Con nimo de ser consecuente con la doctrina y no cerrar el paso a ulteriores cambios, se llegara al absurdo de encallar en el punto opuesto. Esto es, por ser fiel a la teora se la mata, pues se admite la posibilidad de que adquiera validez la teora opuesta,que ancla la verdad definitivamente. Esta situacin absurda es semejantea la actitud del liberalismo extremoque, en nombre de la libertad, asisti impasible, en muchos pases, al triste espectculode su destruccin. Algun'os historicistas,que no han querido cerrar los ojos ante esta dificultad, han sostenido que el historicismo admite que la evolucin histrica modificar -o podr modificar- la propia teora historicista, pero no podr disolver un ncleo esencial de verdad que constituye la mdula del historcismo. Esta modificacin nos transporta a la segundaposibilidad que habamos sealado, esto es, que la tesis que afirma la historicidad de la verdad se substraigaa la historia. En efecto, si el historicismo ha de mantenerintacto un ncleo a travs del tiempo, ese ncleo ser la propia tesis de que no hay verdad definitiva. Corresponde, pues, que examinemosesta segunda posibilidad. La segunda posibilidad consiste en afirmar -como se recordar- que la proposicin que enuncia que la verdad tiene un desarrollo indefinido en el tiempo es ella definitiva. A su vez, la objecin es que si no hay verdad definitiva, sta que lo enuncia no podr ser definitiva; si 10 fuera, sera el primer desmentidode la propia tesis. Se llega as a una situacin semejantea la paradojadel cretense,o mejor dicho, a la paradoja de Russell, que tanto ha dado que hacer en este siglo. En efecto, si la tesis del hstoricismo es verdadera hay, al menos,una verdad definitiva; por lo tanto, es falsa. Pero si es falsa, lo que afirma la tesis no tiene excepcionesy, por lo tanto, es verdadera. Y as al infinito. Para aclarar la situacin, permtasenosenunciar brevementela paradoja de Russello A fin de evitar el simbolismo de la lgica matemtica, daremos una versin popular, digamosas. Un salvaje dice a un ingls cautivo: si adivinas lo que har en seguida,te perdono la vida; si yerras, te mato. El ingls contest:me matars. Qu deba hacer el salvaje? Si lo mataba,el ingls haba adivinado y, por lo tanto, corresponda que lo perdonara. Si no lo mataba, el ingls haba errado y, por consiguiente,deba matarlo. Como es sabido, se intent solucionar la paradoja mostrandoque existen

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grados diversos de verdad, es decir, verdades que funcionan en planos distintos. Se evitara as el choque entre una verdad de orden general -en nuestro caso, la que enuncia la imposibilidad de verdades definitivas- y todaslas demsverdadesa las que se refiere esa verdad general. Veamos un ejemploconcreto:Si el parlamentoapruebauna ley que derogatodaslas leyes, esa disposicin no puede aplicarse a s misma. Tal leyes la nica que se mantieneen vigor; si se aplicara a s misma,morira al nacer. Hay varios modos,en la lgica contempornea, e evitar esta contradicd cin. Lo importantees separarel plano de la verdad enunciadade un plano inferior, en el que estaranlas verdadesa las cuales se refiere la enunciacin. Desde luego, la cuestinno es meramentede lgica. Lo importante no es evitar la contradiccininterna, sino alcanzar una frmula que se ajuste a la naturaleza efectiva del saber humano, incluyendo la propia doctrina que aspira a incorporarsea tal saber. 0, dicho en otras palabras,formular una doctrina que recoja el descubrimientode la naturaleza histrica del saber humanoy no caiga,por la otra vertiente,en el relativismoescptico. Esta nuevadoctrina,a mi juicio, debe comenzarpor aclarar un equvoco sobre el carcterhistrico, cambiante,del saber humano. Cuando se afirma que el saber humanono permaneceestacionario-que no hay verdad definitiva- ello no implica que el cambio ulterior pueda encauzarse cualquier en direccin, que en todo momento la totalidad de las posibilidades estn abiertas. Las rectificacionesy cambios provendrn de nuevas posibilidades que han surgido con motivo de hechosnuevos o de argumentos situaciones y no previstas. Jamsla rectificacin de la verdad de hoy podr implicar una recada en los erroresde ayer. La historia, que permanecesiempre abierta hacia adelante,est cerrada hacia atrs. No se queda en una posicin o doctrina determinada -camina-, pero nunca deshacelos pasos andados. En el orden del saber, la historia jams repite sus errores. Cuando vuelve sobre una doctrina abandonadaes porque creever en ella una verdad escondidaentrelos erroresdesechados.La historia no puede repetirse ni dar pasos hacia atrs. No se repite porque un momentohistricolleva en su senoel anterior y, por lo tanto,la situaci6n de que parten uno y otro son distintas. La historia de la humanidad, lo mismo que la historia personal, jams vuelve a una posici6n anterior despus de haber sufrido la sacudida de una nueva experiencia. Toda verdad de hoy puede ser rectificada. Lo que no puede suceder es que seadesalojada por el error del pasado,por 10 que la evoluci6ndel saber desech. Hay momentosde la historia que han quedado definitivamente cancelados; cambiosse refieren a las nuevasposibilidades. El rey muerto, los muerto est. No se sabe quin reinar, pero el muerto est excludo. La evolucindel saber nos depara siempreuna sorpresa,pero sern sor-

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presasnuevas,por as decirlo. Aun la matemtica-que pasa por ser la ciencia ms segura y estable en sus conclusiones- nos ha dado grandes sorpresas y muchas otras habr que esperar en el futuro. Entre las sorpresas futuras, sin embargo,no podr incluirse la vuelta a la situacin anterior a Euclides, ni siquiera, desde luego, el retomo a la geometraeuclidiana. Lo mismo sucede en todas las demsciencias. Doctrinas como la de Ptolomeo, de la generacinespontnea, etc., estn definitivamenteexcludas. Han desaparecido como personajesactivos de la evolucin de la ciencia. No quiere esto decir que el momentoactual sea siempre el mejor. Debe contemplarse la historia con mirada amplia para evitar cualquier identificacin de la verdad con la novedad. Fcil es descubrir en la historia las doctrinas fecundas que han impulsado a la humanidada ascenderun escaln. La contribucin de muchasdoctrinas ha consistidoen cancelar una posibilidad; al cerrar una puerta se indica un derrotero. Nuevos caminospodrn surgir ms adelante,pero la puerta cerrada, cerrada quedar. A nuestro juicio, el historicismoha crrado definitivamentela puerta a cualquiera pretendida verdad definitiva o eterna. (Nos referimos,desde luego, a verdadesgenerales y no a juicios particulares que presentan dificultades de un orden diverso.) No se trata de una contribucin del historicismoen tanto doctrina particular de tal o cual autor, sino de la historicidad humana como hallazgo implcito en toda forma de historicismo. El rechazo de las supuestasverdades eternasno se debe a razones de orden doctrinal, sino a que la experiencia histrica ha desmentido,una y otra vez, la pretensin de ciertas verdades que aspirabana ser definitivas,y a que una verdad de este tipo pondra fin a la historia y a la vida humana. La misma experienciahistrica nos prueba, a su vez, que la historia nunca vuelve sobre sus pasos,que no se repite o, mejor an, que nunca repite los erroresuna vez que los ha descubierto. El historicismono es,por cierto,una teora definitiva, pero la doctrina que la desplacetendr que haber pasadopor la experienciaque implica el reconocimientode la historicidad del saber humano. No se supera una situacin sino despusde haberla vivido y haber podido descubrir, desde dentro, sus vicios y sus ventajas La historia se constituye en este constanteproceso de .. superaciny conservacinde situacionesconcretas,y no consisteen un simple pasar el tiempo,en un mero cambio. Lo que aconteceno sucedeen vano, pero tampoco adquiere carcter definitivo. La historia supone conservacin y creacin,y la historia del saber humano ms que ninguna otra. Si no hubiera conservacin-memoria- se estara siempredando el primer paso,y el hombre se empearaen un vano y eternorecomenzar. Si faltara el momento creador,la historia se detendra,la vida quedara paralizada y el mundo parecera un gran museode momiasy de fsiles. En. la misma idea de cambio est implcita la idea de conservacin. Si hubiera cambio completo,no se tratara, en realidad, de cambio sino de subs-

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titucin. El cambio suponeelementosque se conservany la permanenciade tales elementoses lo que asegurala continuidad histrica. El poder creador del espritu impide, a su vez, que la historia se inmovilice. Este devenir constantedel saber humano no obedece a ninguna fuerza sobrenatural,o super-histrica,sino al impulso que le da el espritu y las manos de los hombres de carne y hueso que son los que mueven la historia. El saber humano no tiene necesidad de salir fuera de s para superar las limitacionesde uno de sus momentos:es capaz de auto-corregirse. La ciencia, por ejemplo, rechaza toda verdad que quiera imponrsele desde afuera -dogma religioso o poltico- y no renuncia nunca a la posibilidad de mejorar utilizando los procedimientospropios. Estos procedimientos-que son hijos del maridaje de la experiencia y la razn- permiten al cientfico, tanto como al filsofo, mirar por encima del propio muro que ha construdo, esto es, enmendarlas conclusionessin renunciar a lo ya conseguidoni a los criterios fundamentalesutilizados en la elaboracin- del pensamientoanterior. La posibilidad de auto-corregirse, ue tiene el saberhumano,es lo que le impide q inmovilizarsey, al mismo tiempo,romper totalmentecon el pasado,al que se mantieneunido a pesar de haberlo superado. Esta concepcinde la verdad como acrecentamiento saber en la hisdel toria, rechazapor igual la existenciade una verdad definitiva y de una falsedad absoluta. El saber se da en una situacinhistrica determinaday, si bien la verdad de tal saber est limitada por la situacin que pretende resolver, sus logros no podrn ser totalmente desechadospor la verdad ulterior. El saber tiene as un pie puesto en la realidad concretade una situacin determinada y el otro indicando la direccin del futuro paso. Cualquier doctrina que seale que la verdad se da en situacioneshistricas concretastendr que cuidarse de no caer en el error que quiere evitar, esto es, en el dogmatismo. La negacin de la verdad eterna puede hacerse en nombre de un dogmatismo,no menos cerrado y peligroso, que confiere validez absoluta a una verdad concreta en relacin a su momento histrico. Caen en tal dogmatismoquienes pretenden imponer a la historia una dialctica fija y. constituda por momentoscerrados,como si el movimiento pudiera equivaler a la suma de inmovilidades. El saber debe estar abierto, en todo momento,a la rectificacin,crtica y confrontacincon la realidad. Cualquier cierre temporal es tan peligroso y falaz como la clausura definitiva. Una y otra actitud estn inspiradas,en el fondo, por la falta de espritu crtico y por el temor a la novedad y a la libre creacin. El amor a la verdad debe impedirnos matarla, a fin de transformarlaen pieza permanentede museo. Lo nico permanenteen el hombre es su deseo de mejorar la verdad o la situacin humana en que le ha tocado vivir. El cumplimiento de este eterno y humano afn no puede significar, para una generacin,cerrar la puerta a las generacionesque le sigan.

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Mas si no hay verdad definitiva ni falsedad absoluta-se dir- en qu consistela verdad y la falsedad? Una doctrina, antesaceptada,es declarada falsa cuandosurgen,o se descubren,hechosnuevosque la desmienteno contradiccionesinternas que no puede evitar. Ser substituda, a su vez, por aquella doctrina que d cuenta de todos los hechos que la anterior tomaba eh consideracin,ms todos aquellos que no lograba explicar, evitando, al mismotiempo,las contradicciones internas. La nueva teora no ser definitiva porque situacionesy hechos no previstos podrn surgir en el futuro. La doctrina que se ha desechadono era, pues, totalmentefalsa ni la nueva totalmenteverdadera. Se haba aceptado la primera porque,en su momento,era la que mejor explicabalos hechosque le concernan;a su vez, la segundase apoy en la primera a fin de mejorarla. La historia no es un pasajedel error a la verdad, o del error al error, hasta dar por fin con la verdad, sino un paulatino abandonodel error, un lento acrecentamiento la verdad, un pasaje ininterrumpido de una situacin a de otra que parecemejor. La doctrina canceladase conservaen la que sigue en un doble sentido. En primer lugar, porque la que le sucederecoge las conquistasde la anterior: se mantienenen ella todoslos elementospositivosde la primera. En segundo lugar, porque la primera hizo posible el surgimientode la segunda. El carcterinstrumentalde la verdad puede confundir a quien lo tome al pie de la letra y crea que la verdad de una doctrina consistatan slo en servir de instrumentopara llegar a una ulterior doctrina que, a su vez, servir para que surja una tercera,y as sucesivamente.Es cierto que una doctrina sirve de instrumento,o apoyo,a una doctrina ulterior, pero seno es su nico fin ni la primera razn de su existencia. Las teoras surgen siempre frente a nec~sidadesinmediatas y tienden a solucionar exigencias presentes. Se necesita una interpretacin del mundo para poder vivir; la necesidad vital es la razn,primera de toda doctrina. Si nos faltara un esquemade ideas, el mundo se nos presentarasin sentido y nos moveramosen l de acuerdo a los empellonesque nos dieran. Aceptamosuna doctrina determinadaporque creemosque ella satisface,mejor que las otras que conocemos,as exigencias l del momentoque vivimos. La necesidadde atenernosal momentopresenteno significa olvidar el pasadoni desentendernos el futuro. Vimos ya que lo actual supone lo que d le antecedi. A su vez, la doctrina presenteno podr aspirar a solucionarla actual situacin sin proyectarsehacia el futuro, pues la interpretacin del momentopresente se hace en funcin de lo que creemos -o deseamosque acontezca,ms adelante. A pesar de surgir en un momentodeterminado, 'ninguna doctrina renuncia por completoa permaneceren el tiempo, pues intenta iluminar, con su haz de luz, tambin el mundo del futuro.

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La situacin que se ha agudizado con motivo del planteamientohistoricista no es expresinde un hecho particular, sino el resultadode un cambio metafsicoradical. Si bien esta actitud tiene una primera expresinen Grecia, con Herclito, su antecedente inmediato habr que buscarlo en el Sturm und Drang y en el romanticismoalemn.Al estticoser parmendco -que se congela de nuevo, despusde muchas vicisitudes, con la razn cartesianase le opondr una concepcin dinmica, que llega a concebir al ser como equivalenteal devenir. En este vuelco de una concepcina su opuestahan participado, por igual, filsofos y hombres de ciencia, aunque partiendo de metas muy diversas. El evolucionismobiolgico y la fsica reciente no son menosimportantes,en la formacinde esta imagen del mundo,que filosofas como la de Bergsony de los historicistas. Las concepcionescientficas y filosficasparecenconfluir en la doctrina de Whitehead,expuestaen Procese and Reality. Es cierto que el esquemade Whtehead no se ha forjado segn la imagen del espritu humano,pero no es menos cierto que los intentos por hacer desembocarSU doctrina de la realidad como proceso,en una concepcin de sabor historicista -como quera Collingwood- no pasaron de un mero balbuceo. Esta nueva forma de filosofa exige una actitud radicalmentedistinta." Hay que abandonartoda concepcinbasada en un ser nico, esttico,substancial y todo tipo de verdad forjada a imagen de tal ser. Implica, a su vez, el uso de conceptosinterpretativosmuy diversos en su apariencia,pero ntimamenteconectadosentre s, como son los conceptosde proceso,relacin, desarrollo,funcin, estructura,situacin. La imagende la realidad se presenta hoy mucho ms complejade lo que era antes,y su complejidadaumentaextraordinariamente cuandose advierte que se trata de una estructuraen constante devenir. Si no hay una verdad esttica,no podr haber tampocouna verdad fotogrfica; habr que abandonarla clsica concepcinde la ceritas como adaequatio nt.ellectus et re. Y si tampocohay un ser nico o aislado -que permaneceidntico a s mismo a travs del cambio-, no habr una verdad aislada y, menos an, una verdad nica. La verdad _:'_si e quiere continuar s hablando en singular- estar sostenida,por una pluralidad de verdades, ntimamenterelacionadasentre s, constituyendouna estructuradinmica y en conexincon una situacinhumana dentro de la historia. En el fondo se repite hoy, aunque con signos muy diversos, el viejo problema de la permanenciaen el cambio. Los primeros filsofos lo plantearon atendiendo,principalmente, al mundo fsico. Ahora el problema se refiere a la totalidad, aunqueel ojo est puestoen la realidad humana. Hoy, comoayer,no puede anclarsedefinitivamenteal ser-y menosan al saber-,4. Cf. nuestro artculo "La verdad y la historia", Cuadernos Americanos, nm. 5, Mxico, 1953; pgs. Il5-12I.

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pero tampocopuede lanzrselo en un devenir catico y sin sentido. Cuando se aprietanlos esquemas para dar sentidoal devenir,como sucedecon la dialctica hegeliana,se lo aprisiona demasiadoy se lo contrie a moverse por vas prefijadas. Por el contrario, si se desea ofrecerle un movimiento totalmente libre parecera que se lo dejara librado a un futuro azaroso, como sucedera con un historicismo extremo que admitiera que la historia est abierta a cualquieraposibilidad. Al indicarse la direccin habr que'respetar,a su vez, la posibilidad de la obra creadora. El enriquecimientodel saber humano se da de modos muy diversos e imprevisibles. No camina rectamentehacia adelante,como pensaba la ingenua concepcindel progreso,ni en zig-zag, como quiere la dialctica de los opuestos. Muchas veces el enriquecimientose produce por el desarrollode una idea contenidaen la etapa anterior o por el surgimiento de nuevas ideas, otras por negacin o abandonode lo que imperaba anteriormente,en fin, otraspor retorno a una faceta de una doctrina que se daba por muerta y que es fuente de nueva inspiracin. No basta, pues, que se admita la libertad de movimientos -como lo hacenla doctrinahegelianay las que en ella se apoyan- si a rengln seguido ha de imponersea la historia unos carriles fijos. La historia construye las propias vas por las que ha de transitar, su movimientono est prefijado y, menos an su meta final. Pero ni el saber humano ni el quehacer humano estn abiertosa cualquier posibilidad. Como vimos, el saber,al enriquecerse, cancela posibilidades ya superadas;al ascenderdeja definitivamenteel valle de que parti. Puede admitirseque vuelva a ciertasetapaspasadas,pero otras han quedadodefinitivamenteatrs. Por otra parte,cuandovuelve a una etapa anterior es para tomarimpulso en una ulterior ascensin. Este cierre de posibilidadesa travsde un enriquecimiento positivo-cada posibilidad realizada anula en conjuntode otras posibilidades- confiere a la historia,y particularmentea la historia del saberhumano,direccin y sentido, sin coartar su libertad futura obligndola a navegar por el ro que ms nos convenga. La tesis de la verdad como acrecentamiento del saber debe tomarse tan slo comouna sugestinque indica una posible ruta de superacinde la falsa antinomia que plantean un dogmatismoingenuo y un historicismorelativista o escptico. Queda por estudiar en qu forma se realiza el enriquecimiento, cmo se puedenfijar los criterios para valorar una doctrina presenteo pasada, y cmo descubrir la direccin general del acrecentamientodel saber. Los criteriosde evaluacinno podrn ser fijos ni meta-histricos; ambiantambin c ellos con el tiempo, si bien con un ritmo mucho ms lento que el de los acontecimientos los que han de aplicarse. Por lo general,se mantienenfijos a dentro de un sistema cerrado. As, por ejemplo, los valores que rigen la

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ciencia de la naturaleza, la tcnicaque de ella se desprende, ienenuna gran y t estabilidad,pero permanecen encerradosdentro de su propia actividad al no poder aplicarse a otrasformas de vida. Sin embargo,el ideal de una escalanica de valores para la totalidad de la vida humana se mantiene,aunque en el puro plano de las posibilidadeso de las aspiraciones. Los distintos criterios de verdad o evaluacin que se presentana travsdel tiempo, podran muy bien representarlas diversasformas de un criterio superiorque los englobara. Como las dificultadesmayoresde la tesis historicistase derivan de la imposibilidad de aplicarla a la propia doctrina,es convenienteexaminar,aunque brevemente,la posibilidad de que la tesis que hemos propuesto se pueda aplicar a s misma. Como se recordar,nuestra tesis descarta la existencia de una verdad definitiva y sostieneque la verdad se constituyey enriquecea lo largo de la historia. Dejemosde lado la posibilidad -defendible, por cierto- de que no se aplique a s mismapor estaren un plano superior a las verdadesa que se refiere y tratemosde aplicarla a la propia doctrina. Si la verdad estsiempre abierta a ulterioresrectificaciones,debe admitirse que la propia tesis pueda ser enmendada. Pero COmoella rechaza,al mismo tiempo, la posibilidad de una recada en los erroresya superadosy considera que el mayor de ellos consisteen pretenderalcanzaruna verdad definitiva, queda excluda la posibilidad de que la historia se cierre con un punto final. Aplicado el propio criterio a la tesis propuesta,para que ella fuera verdadera, debera reunir tres condiciones:a) cancelar las doctrinas irremediablementefalsas;b) solucionarlos problemasque estabanpendientes, como es, en nuestro caso,el que se deriva de la supuestaantinomiadel dogmatismoy el historicismo escptico;e) servir de escaln o instrumentode trabajo para ulteriores verdades. sta es la pretensin.La realidad puede ser muy distinta, pero sin tal aspiracin no puede buscarsela verdad. Si faltara el impulso creador,que aspira a enriquecerel saber,se renunciara por anticipado a toda bsqueda de la verdad, bien sea porque se consideraimposible alcanzarla,o porque se cree,ingenuamente, ue ya,se la posee. qRIsIERI FRONDIZI

Universidad de Puerto Rico.

Dinoia, vol. 3, no. 3, 1957

NOTICIASSF.MINARIO DE PROBLEMAS CIENT1FICOSy FILOSFICOS

El 27 de febrero de 1956 comenz el segundo ao de trabajo del Seminario de Problemas Cientficos y Filosficos, con el entusiasmo y la animacin que produce el continuar una obra que ha resultado tan fecunda. En esta dcimoprimera reunin, el doctor Efrn del Pozo present una exposicin sobre "Las bases fisiolgicas de la percepcin", que fue discutida animadamente por los miembros presentes, entre ellos el doctor Nabar Carrillo, Rector de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Desde su reunin inicial y con una acentuacin constante, el Seminario ha venido a mostrar lo fructuoso que resulta el contacto vivo entre filsofos y cientficos, cuando existe un inters sincero, profundo y recproco por comprender las dificultades y los problemas con que se tropieza en cada uno de los campos en que se divide el estudio de la sociedad y de la naturaleza. La crtica, ejercida con sensatezy sin trabas en los coloquios suscitados por las exposiciones presentadas, seala otro rasgo saliente de la actividad del Seminario en sus reuniones. La variedad de los temas escogidos por los expositores y, a la vez, la persistencia en el inters por algunos de ellos, indican la amplitud de criterio con que los miembros del Seminario trabajan en sus respectivas especialidades y la hondura con que examinan las cuestiones que tienen importancia general para sus tareas. En la animacin de las discusiones se acusa el afn de los investigadores mexicanos por conseguir la mayor claridad en el planteamiento de los problemas filosficos de la ciencia y por buscar con acierto su solucin convincente y practicable. En fin, las reuniones del Seminario han venido a aportar un impulso nuevo para el desarrollo activo de la ciencia y de la filosofa en Mxico que, aunado a los otros factores que aumentan y se fortalecen continuamente, propicia el enriquecimiento y la eficacia social de la cultura mexicana. En las reuniones ordinarias de 1956 se presentaron los siguientes trabajos: Dr. Efrn C. del Pozo, "Las bases fisiolgicas de la percepcin". Dr. Alberto Cuevas Novelo, "Consideraciones sobre las funciones del sistema . " nerVIOSO. Ing. Qum. Toms A. Brody, "Formacin y extensin de los conceptos cientficos" . Dr. Jos lvarez Laso, "Esquema de una filosofa de las matemticas". Dr. Juan Comas, "El proceso filogentico humano a la luz de los ltimos hallazgos paleontolgicos". Dr. Paul Kirchhoff, "Problemas metodolgicos de la historia antigua de Mxico".

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Dr. Robert S. Hartman, "Axiologa formal: la ciencia de la valoracin". Prof. Miguel Covarrubias, "Hiptesis de la historia del arte prehispnico basada en sus aspectossocial, econmico y poltico". Astrnomo Guillermo Haro, "Problemas de la evolucin estelar". Dr. Ignacio Gonzlez Guzmn, "Universalidad de estructura y funcin en bio10ga"_ Con motivo de la visita a Mxico del Dr. Philipp Frank -eminente filsofo de la fsica, fundador del Wien,erkreis en Praga- y del Dr. Wilhelm Koppers =-destacado antroplogo y miembro del Kulturkreis de Viena- el Seminario celebr dos reuniones extraordinarias en que se discutieron trabajos de los VISItantes: Dr. Philipp Frank, "Las razones para aceptar las teoras cientficas". Dr. Wilhelm Koppers, "Etnografa, prehistoria e historia universal". Estas exposiciones han sido publicadas ya en sendos nmeros de la Serie de CUadernos del Seminario de Problemas Cientficos y Filosficos, publicada por la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, enriqueciendo as la coleccin anterior.* Esta edicin universitaria ha sido acogida con tanto inters por los estudiosos, que ha habido nece~idadde aumentar progresivamente la tirada hasta llegar ahora a 1,500 ejemplares. Desde un principio, los Cuadernos son enviados a los miembros del Seminario y a un nmero --que crece con gran rapidez- de personas que los solicitan de todos los Estados de la Repblica Mexicana, de los pases hispanoamericanos, de las otras naciones americanas y de muy diversas poblaciones de Europa y de Asia. Igualmente, los Cuadernos se han puesto a la venta pblica, con una demanda en ascenso,en las libreras. Asimismo, con el propsito de ofrecer materiales de informacin complementaria acerca de los temas tratados en sus reuniones, el Seminario inici la edicin de su Serie de Suplementos, en la cual se incluyen artculos, polmicas y exposiciones sobre problemas de inters general y de importancia bsica que difcilmente se encuentran al alcance de quienes no son especialistas en las materias tratadas. Dentro de esta Serie, tambin publicada por la Universidad Nacional de Mxico, han aparecido ya los trece nmeros siguientes: Herbert Dingle, "Ciencia y cosmologa moderna"; Richard Taylor, Arturo Rosenblueth y Norbert Wiener, "Controversia sobre la intencionalidad del comportamiento"; Joseph Wood Krutch, " Son dignas de conservarse las humanidades?"; Louis de Broglie, "El problema de la interpretacin causal y objetiva de la fsica cuntica"; Norberto Bobbio, "La lgica jurdica de Eduardo Garca Mynez"; Jacques Hadamard y A. D.

* Los Cuadernos anteriores son: 1. Sarnuel Ramos, Relaciones entre la filosofa r la ciencia; 2. Carlos Graef Fernndez, Espacio matemtico r espacio fsico; 3. Gonzalo Aguirre Beltrn, Teora de los centros coordinadores; 4. Arturo Rosenblueth, La psicologa r la ciberntica; 5. Eduardo Carcia Mynez, Principios supremos de la ontologa formal del derecho r de la lgica jurdica; 6. Enrique Cabrera, Consideraciones en torno al principio de contradiccin; 7, Horacio Labastida, Experiencia y deduccin; 8. Samuel Ramos, El problema del a priori y la experiencia; 9. EH de Gortari, Propiedades dialcticas de la negacin lgica; 10. Pablo Gonzlez Casanova, Filosofa r Poltica de las inversiones extranjeras.

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Alexandrov, "Las definiciones axiomticas en las matemticas"; Gonzalo Aguirre Beltrn, "Teora de la investigacin intercultural"; Yuen Ren Chao, "La significacin del lenguaje" ; Guillermo Haro, "En el cielo y en la tierra"; Philipp Frank, "El origen de la separacin entre la ciencia y la filosofa"; N. 1. Lobachevski, "Pangeometra"; M. E. Omelianovski y G. F. Drukarev, "Controversia sobre las relaciones de incertidumbre en la mecnica cuntica"; Herbert Dingle y W. M. Mc Crea, "Controversia sobre la relatividad y los viajes espaciales"; Frolov y Kolman, "Fisiologa y ciberntica". ~.. Tanto los Cuadernos como los Suplementos han producido muchos efectos que vienen a ampliar notablementela esfera de accin del Seminario. Desde luego, la multiplicacin de las solicitudes para su envo que se reciben principalmente de bibliotecas, universidades, centros de cultura y pensadores mexicanos y latinoamericanos, demuestra la gran necesidad de contar con este tipo de publicaciones y, al propio tiempo, la avidez con que son ledos estos trabajos -segn los comentarios escritos que hemos recibido- pone de relieve cmo la Universidad Nacional de Mxico y el Seminario de Problemas Cientficos y Filosficos contribuyen a satisfacer esa necesidad entre los estudiosos de lengua espaola, tal como era esperado que hiciera, por muchas razones, nuestro pas. Otra consecuencia satisfactoria la constituyen las discusiones colectivas que han provocado algunos Cuadernos y Suplementos del Seminario en otras sociedades de Mxico y de Amrica Latina, incluyendo organismos bastante alejados de las tareas de investigacin cientfica o filosfica. Igualmente, los trabajos del Seminario han despertado el entusiasmo por organizar grupos semejantes entre filsofos y cientficos en los pases sudamericanos. Por otra parte, son numerosas las cartas llegadas al Seminario desde China, Francia, Inglaterra, Blgica, la Unin Sovitica, Holanda, Checoslovaquia, Estados Unidos, Italia, Polonia, Alemania, Suiza, Espaa, Canad, Argentina, Chile, Per y otros pases, que no solamente contienen felicitaciones calurosas, sino tambin sugestiones muy interesantes y, en muchos casos, vienen acompaadas por trabajos relacionados con el programa del Seminario, de los cuales son autores los remitentes. Con estos estmulos y atendiendo a la sugestin de la Direccin General de Publicaciones de la Universidad Nacional de Mxico, el Seminario ha tomado a su cargo la preparacin y edicin de una nueva coleccin universitaria, que se denomina de Problemas Cientficos y Filosficos. Las obras que integran esta Coleccin son propuestas, traducidas y revisadas por los miembros del Seminario y, adems, ya empiezan a tener tambin como autores a sus miembros. Todos los gastos necesarios para la publicacin de estos libros son hechos por la Universidad Nacional de Mxico y,. a la vez, todos los ingresos que se obtengan de su venta pertenecern a ella. Al finalizar el ao de 1956 han aparecido ya las obras que

** Las personas que se interesen por estas publicaciones se pueden dirigir a: EIi de Gortari / Seminario de Problemas Cientficos y Filosficos / Torre de Humanidades, 4 piso / Ciudad Universitaria / :Mxico 20, D. F.

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siguen: Philipp Frank, Fundamentos de la fsica; J. G. Crowther, Las ciencias de la energa; M. A. Ellison, El sol y su influencia; Felix Mainx, Fundamentos de la Biologa; Paulette Fvrier, Determinismo e indeterminismo; John D. Bernal, La ciencia de la historia+" '" Adems, se encuentran en situacin de aparecer en breve, estas otras: V. Gordon Childe, Evolucin social; Gonzalo Aguirre Beltrn, Contacto de culturas; Fred Hoyle, Fronteras de la astronoma; J ohn D. Bernal, La libertad de la necesidad; Felix Klein, Las matemticas elementales en perspectiva avanzada; Fritz Wagner, La ciencia de la historia; V. Gordon Childe, Reuniendo las piezas del pasado. A este respecto, es significativo destacar que algunos de los autores citados no se han conformado con ceder sus derechos en condiciones muy convenientes para la Universidad, sino que han hecho recomendaciones para incluir otros libros en la Coleccin. Algo ms, dentro del importante plan de reorganizacin y mejoramiento de la estacin radiodifusora de la Universidad Nacional de Mxico, se han creado programas de transmisin diferida de conferencias y actos acadmicos de importancia universitaria. Entre ellos, se transmiten ntegramentelas reuniones mensuales del Seminario, que son grabadas durante su celebracin. Con esto se ha extendido an ms el alcance de las actividades del Seminario. Por su parte, los peridicos de Mxico han prestado atencin espontnea a las publicaciones del Seminario. Por otro lado, la Federacin Internacional d~ Sociedades de Filosofa invit al Seminario para que se afiliara a ella. Y as se ha hecho, de tal modo que actualmentees ya miembro de esta asociacin internacional que es, seguramente,la ms amplia e importante del mundo en su gnero. A la vez, cumpliendo con los propsitos de esta Federacin, el Seminario ha tomado parte activa en las gestiones que se vienen haciendo para que nuestra Ciudad Universitaria sea la sede del 13Q Congreso Internacional de Filosofa en 1963 y, ltimamente, ha conseguido la formacin de una comisin conjunta de las organizaciones filosficas mexicanas para que tome a su cargo la direccin de tales gestiones. Por otra parte, el Seminario recibi el encargo de formar el Comit Nacional de Historia y Filosofa de las Ciencias, como rama mexicana de la Unin Internacional de Historia y Filosofa de las Ciencias, constituda en septiembre de 1956 en Pars. La U. 1. H. F. C. es el resultado de la fusin de la Unin Internacional de Historia de las Ciencias y la Unin Internacional de Lgica, Metodologa y Filosofa de las Ciencias. Este honroso encargo ha sido cumplido por el Seminario, con la participacin de la Academia Nacional de Ciencias y de los ms eminentesfilsofos e historiadores de la ciencia mexicanos. Con todo lo anterior, es obvio que el Seminario de Problemas Cientficos y Filosficos realiza fructuosamente una labor eminentementeuniversitaria, en su ms claro sentido. Porque representa la conjugacin de los especialistas en los ms variados ramos del saber, dentro de una tarea colectiva. Porque une,

*** Las personasinteresadasen estas obras pueden pedirlas a: Librera Universitaria Justo Sierra 16 I Mxico 1, D. F.

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por medio del enlace poderoso de la accin comn, a los investigadores mexicanos ms destacados en todos .los campos. Porque' encauza el desenvolvimiento cultural de Mxico hacia el curso armonioso y abierto a todos los intereses genuinos, que es el nico compatible con la enorme amplitud que tiene el conocimiento en la actualidad y con la mejor tradicin de nuestra cultura social y poltica. Porque coadyuva con eficacia al entendimiento recproco entre los investigadores de la ciencia y de la filosofa y al aprendizaje mutuo que tan necesario es a unos y a otros. En fin, porque el Seminario constituye una obra surgida como consecuencia de las nuevas condiciones de vida acadmica de nuestra Universidad Nacional de Mxico, en la cual se acusa la iniciativa y el empeo de sus profesores e investigadores, como respuesta positiva y activa a dichas condiciones nuevas. GESTIONES PARA LA INTERNACIONAL CELEBRACIN DEL XIII CONGRESO DE FILOSOFA EN MXICO

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Desde la reunin en Bruselas del XI Congreso Internacional de Filosofa en 1953, se habl de la posibilidad de que se realizase en un pas de la Amrica Latina uno de los Congresos Internacionales de Filosofa, y concretamente se pens en Mxico. Esta posibilidad se concretiz ms an en estos ltimos aos por sugestin de la propia Federacin Internacional de Sociedades de Filosofa en carta enviada al Dr. Leopoldo Zea por el Secretario de dicha Federacin, Sr. Prof. Chaim Peralman, preguntndole sobre la posibilidad de que Mxico se hiciese cargo de la organizacin del XIII Congreso Internacional de Filosofa en 1963, una vez realizado el XII que habr de juntarse en 1958 en Venecia. Como consecuencia de esta carta y la correspondencia que a continuacin se cruz, ya con la aprobacin del Sr. Rector de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Dr. Nabor Carrillo, se form en Mxico la "Comisin Gestora de la Sede en Mxico del XIII Congreso Internacional de Filosofa". Comisin que result de varias plticas entre diversos grupos de estudiosos de la filosofa en Mxico, como el Centro de Estudios Filosficos, la Sociedad Mexicana de Filosofa y el Seminario de Problemas Cientficos y Filosficos. La Comisin Gestora Mexicana, encargada de gestionar ante las autoridades mexicanas la invitacin oficial que permita considerar a Mxico como candidato para la Sede del XIII Congreso Internacional de Filosofa, qued formada por las siguientes personas: Samuel Ramos, Coordinador de Humanidades de la Universidad Nacional de Mxico; Eduardo Garca Mynez, Director del Centro de Estudios Filosficos; Jos Vasconcelos, Presidente de la Sociedad Mexicana de Filosofa; Salvador Azuela, Director de la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM; Jos Romano Muoz, Director general de Educacin Superior e Investigacin Cientfica de la Secretara de Educacin; los profesores Antonio Gmez Robledo, Eduardo Nicol, EH de Gortari, Francisco Larroyo, Guillermo Hctor

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Rodrguez, Jos Gaos, Oswaldo Robles, Leopoldo Zea y, como Secretario General de la Comisin, Eusebio Castro. La Comisin Gestora se puso inmediatamente en contacto con las altas autoridades universitarias, con las Secretaras de Educacin y de Relaciones Exteriores, encontrando en todas ellas la mayor simpata para esta reunin cultural a la cual han prometido dar todo el apoyo necesario. El Sr. Rector de la Universidad envi, por su parte, una comunicacin, a travs de la Secretaria de Educacin Pblica, a la UNESCO, mostrando su inters por esa reunin y ofreciendo a la Universidad como sede de la misma. La noticia de estas gestiones ha trascendido a diversas sociedades filosficas de Amrica que han ofrecido toda su ayuda para que este evento se convierta en una realidad. El ms importante apoyo fue el que le dio el IV Congreso Interamericano de Filosofa celebrado en la Ciudad de Santiago de Chile en julio de 1955. En la reunin final celebrada en Valparaso, a sugestin del Dr. Cornelius Krus, de Estados Unidos; Miguel Reale del Brasil y Risieri Frondizi de la Argentina, se aprob por aclamacin designar a Mxico candidato de Amrica para el XIII Congreso Internacional de Filosofa. Congreso que, de efectuarse en Mxico, ser el segundo que se realice en Amrica y el primero en la Amrica Latina, pues slo uno de los doce congresos celebrados, incluyndose el que va a celebrarse en Venecia, se ha realizado en Amrica: el celebrado en 1927 en la Universidad de Columbia, en New York. De esta manera el compromiso de Mxico es ahora un compromiso de carcter interamericano que con seguridad allanar cualquier obstculo nacional o internacional que para su realizacin pudiera presentarse.

PRIMER

CONGRESO

DE LA SOCIEDAD DE FILOSOFtA (IV Interamericano)

INTERAMERICANA

-'-'''''-::--IJ.-.~'

En la ciudad de Santiago de Chile, Chile, del 8 al 15 de julio de 1956 se celebr el "Primer Congreso de la Sociedad Interamericana de Filosofa (IV Interamericano) ". De acuerdo con los estatutosde la Sociedad Interamericana de Filosofa, que disponen que sea la sociedad nacional del pas donde se va a celebrar el congreso la encargada de la organizacin de ste, todos los trabajos preparatorios para dicha finalidad correspondieron a la Sociedad Chilena de Filosofa, la cual nev a cabo este cometido de una manera ejemplar y con plena eficacia. La comisin organizadora previ atinadamente todos los puntos, incluso los ms pequeos detalles; y el Congreso funcion como un fino aparato de relojera suiza. Fue elegido Presidente del Congreso el Dr. Jorge Millas, Profesor de Teora del Conocimiento y Director del Departamento de Filosofa de la Facultad de Filosofa y Educacin, y Profesor de Filosofa del Derecho en la Facultad de

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Ciencias Jurdicas de la Universidad de Chile. Como Vicepresidentes fueron elegidos el Dr. Cornelius Krus, Profesor y Jefe del Departamento de Filosofa de Wesleyan University (Middletown, Connecticut, Estados Unidos) y el Dr. Rsieri Frondizi, Director del Departamento de Filosofa de la Uni~ersidad de La Plata y Profesor en la Facultad de Filosofa de la Universidad de Buenos Aires. De Mxico haban sido invitadas siete personas: el Dr. Jos Gaos, el Dr. Eduardo Garca Mynez, el Dr. Eduardo Nicol, el Dr. Lus Recasns Siches; el Dr. Oswaldo Robles; el Dr. Jos Vasconcelos y el Dr. Leopoldo Zea. Por haber contrado compromisos con anterioridad para la misma poca no pudieron aceptar los Dres. Jos Vasconcelos y Oswaldo Robles, aunque ste envi un estudio. Los dems invitados aceptaron y contribuyeron con ponencias. La Universidad Nacional Autnoma de Mxico confiri su delegacin oficial para el Congreso a los Dres. Gaos, Garca Mynez, Recasns Siches y Zea, La Sociedad Mexicana de Filosofa encarg su representacin al Dr. Nicol. Personalmente asistieron solamente los Dres. Nicol, Recasns Siches, y Zea, porque a ltima hora y por causas ajenas a su voluntad los Dres. Garca Mynez y Gaos no pudieron emprender el viaje. La delegacin argentina estuvo integrada por los profesores Risieri Frondizi, Juan Adolfo Vsquez, Monseor Octavio N. Derisi, Carlos Cossio y Mario Bunge, y en ausencia por el profesor Francisco Romero, quien envi un notable trabajo. Bolivia estuvo representada por el profesor Manfredo Kempff Mercado. Del Brasil concurrieron: el Dr. Miguel Reale, Catedrtico de Filosofa del Derecho en la Universidad de Sao Paulo y Presidente del Instituto Brasileiro de Filosofa; el Dr. Joo Cruz Costa, Catedrtico de Filosofa en la Facultad de Filosofa, Ciencias y Letras de la misma Universidad; y el Dr. Euryalo Cannabrava, Profesor de Psicologa Educacional en el Instituto de Educaqo y de Filosofa en el Colegio Pedro n, de Ro de Janeiro. El pas husped estuvo representado por veintids profesores universitarios, entre ellos: el Dr. Jorge Millas, ya mencionado; el Dr. Mario Ciudad, Profesor de la Facultad de Filosofa y actual Ministro en el Gobierno; el Dr. Flix Schwartzmann, Profesor de Filosofa de las Ciencias; el Dr. Mximo Pacheco, Profesor de Introduccin a las Ciencias Jurdicas, el Dr. Jorge Ivan Hbner, Profesor de Introduccin a las Ciencias Jurdicas; el Dr. Santiago Vidal, Jefe de Seminarios en la Facultad de Filosofa y Educacin y Secretario General de la Sociedad Chilena de Filosofa; el Dr. Luis Oyarzn, Profesor de Esttica y de tica en la Facultad de Filosofa; el Dr. Agustn lvarez Villablanca, Profesor de Sociologa en la Facultad de Filosofa y Educacin; el Dr. Tulio Lagos, Profesor de Sociologa; el Dr. Pedro Zuleta, Profesor de Filosofa de las Ciencias Biolgicas y de Psicologa del Nio; el Dr. Juan de Dios Vial, Profesor en la Facultad de Filosofa y Educacin; el Dr. Luis Fuentealba, Profesor de Filosofa en la Escuela Militar; el Dr. Augusto Pescador, Profesor de Filosofa en la Universidad Austral de Chile (Valdivia) ; el Dr. Juan Rivano, Profesor de Teora del Conocimiento y

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Teora de las Ciencias; el Dr. Pedro L. Loyola, Presidente de la Sociedad Chilena de Filosofa; el Dr. Bogumil J ossinowski, Profesor de Filosofa Medieval; el Dr. Gerold Stahl, Profesor de Lgica Simblica y Filosofa de la Fsica; el P. Julio Jimnez,' Profesor de Teologa en la Universidad Catlica de Chile, y el P. Eduardo Rosales, Profesor de tica, tambin en la Universidad Catlica. Particip tambin en el Congreso el Profesor espaol Dr. Jos Medina Echeverra, funcionario de la Comisin Econmica para la Amrica Latina de las Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile. De la Repblica Dominicana concuri el sacerdote espaol P. Mateo Andrs, Profesor en el Seminario Pontificio de Santo Toms. La representacin de los Estados Unidos de Norteamrica estuvo integrada por el ya mencionado Profesor Cornelius Krus, y por los Profesores Roderick M. Chilsholm, Jefe del Departamento de Filosofa de Brown University, Providence, R. L, y Delegado de la American Philosophical Association; Henry Margenau, Profesor de Fsica en Yale University; y Willar V. Quine, Profesor de Filosofa en el Departamento de Filosofa de Harvard University y Delegado de la American Philosophical Association. Per estuvo representado por los siguientes profesores de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima: Dr. Honorio Delgado, Profesor de Psiquiatra y de Psicologa; Dr. Francisco Mir Quesada, Profesor de Lgica; Dr. Augusto Salazar Bondy, Profesor de Filosofa Moderna y de Metodologa de la Enseanza de la Filosofa; Dr. Alberto Wagner de Reyna, actualmente Consejero de la Embajada Peruana en Chile; y el Director del Consejo Universitario de Arequipa, Csar A. Guardia Mayorga. De Puerto Rico concurri el Lic. Domingo Marrero, Profesor de Humanidades en la Universidad y de Filosofa de la Religin en el Seminario Teolgico; y envi una interesante ponencia el Dr. Francisco Ayala, Profesor de la Universidad y Director de la Editorial de sta. De Venezuela mandaron ponencias que fueron ledas y discutidas in absentia los Profesores de la Universidad Central de Caracas, Juan David Carca Bacca y Manuel Granell; y concurri personalmente el Dr. Ladislao Tarnoi. Los dos invitados cubanos, el Dr. Pedro Aja y Jorge, Secretario de la Sociedad Cubana de Filosofa y el Dr. Humberto Piera Llera, Presidente de sta y Profesor Agregado de Lgica y Teora del Conocimiento en la Universidad de La Habana, no pudieron asistir personalmente, pero enviaron sendas ponencias. De Italia concurrieron el P. Cornelio Fabro, Profesor de la Universidad Gregoriana de Roma, y el Dr. Hugo Spirito, Profesor de Filosofa en la Universidad de Roma. De Blgica envi una ponencia el Profesor H. C. van Breda; de Alemania enviaron ponencias los Profesores K. H. Volkmann Schluck y G. Funke. En las sesiones plenarias que se celebraron por las maanas todos los das del Congreso se agrup la exposicin y discusin de las ponencias en torno a

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dos temas: "El Progreso en la Filosofa", y "Caracteres de la Filosofa en las Amricas". Por \as tardes se distribuy el trabajo entre cinco comisiones: 1. Problemas actuales de la Lgica, Filosofa de las Ciencias y Teora del Conocimiento. 11. Problemas actuales de la Teora de los Valores, la tica y la Esttica. 111.Problemas actuales de la Filosofa Jurdica, la Filosofa Poltica y la Filosofa de la Educacin. IV. Problemas actuales de la Antropologa Filosfica, la Filosofa de la Historia y la Filosofa de la Cultura. V_ La Metafsica y el estado actual del Saber. No es posible dar cuenta, ni siquiera por va de mera mencin, de todas las ponencias y discusiones. Esta resea tendr que limitarse a unas pocas alusiones a algunos de los debates. El hecho de que queden sin mencionar muchas de las ponencias carece"de toda discriminacin valoradora, pues se debe exclusivamente al hecho de que el cronista, que, como cualquier otro de los humanos, carece del don de la ubicuidad, no pudo hallarse presente en todas las sesiones vespertinas que se celehraban simultneamente. En las conversaciones sobre el problema de si puede hablarse de un progreso en la filosofa, llam especialmente la atencin y mereci clidos elogios la conferencia sobre este tema, y en especial relacin con los existencialismos, dada por el Padre Cornelio Fahro, quien al contestar una pregunta de Monseor Derisi hizo notar que Santo Toms no haba sido propiamente tomista, sino gran innovador, y que probablemente de haber vivido en el siglo xx habra sentido superlativo inters y hasta simpata por algunas de las filosofas sobre la existencia humana. Suscitaron tambin gran inters y sugestivas discusiones las ponen" cias ledas en ausencia de los Profesores: Jos Gaos sobre " Filosofa o Filosofas?"; Juan David Carca Bacca sobre "Estructura de una Lgica Posible y Probablemente Realizable"; Manuel Granell, sobre "Ser, Verdad, Progreso"; Francisco Romero, sobre" Ha habido progreso de la Filosofa en su Historia?"; y H. C. van Breda, sobre" Constituye la Fenomenologa de Husserl un progreso de la Investigacin Filosfica?" En torno al problema de la filosofa en las Amricas merecieron clidos elogios y dieron lugar a muy aleccionadoras conversaciones las ponencias de los siguientes congresistas: Leopoldo Zea, sobre el "Significado de la Filosofa en la Cultura Americana"; Francisco Mir Quesada, sobre "Filosofa y Cultura Norte. americana"; Joo Cruz Costa, sobre "Un aspecto de la Filosofa en Amrica"; Manfredo Kempff Mercado, sobre "Cultura y Filosofa en Latinoamrica", y Csar Guardia Mayorga, acerca de si " Es posible una Filosofa Latinoamericana?". En general, a lo largo de los debates sobre este tema predomin la opinin de que la filosofa americana ha sido, es y debe ser una importante rama del pensamiento de Occidente, con deseo de universalidad, aunque tenga que estar condi-

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cionada e influda por la especial circunstancia americana. Ahora bien, este condicionamiento y esta influencia deben operarse espontneamente,con naturalidad, y no como un propsito preconcebido, pues tal tentativa frustrara el pensamiento americano y lo convertira en inautntico, en un estril narcisismo. Superlativa actividad desarrollaron los filsofos del Derecho, cuyos trabajos despertaron vivo inters y suscitaron una muy activa colaboracin de gran nmero de congresistas. Jorge Millas ofreci un fino, agudo y profundo estudio sobre "Los Fundamentos de la Obligatoriedad del Orden Lgico Formal del Derecho"; Luis Rccasns Siches hizo un balance de la "Situacin Presente y Proyeccin de Futuro de la Filosofa Jurdica del Siglo XX", en el que festej las conquistas logradas por sta, pero seal tambin fallas y omisiones, y formul directrices para la enmienda de tales defectos. Miguel Reale present una brillante exposicin de su concepcin tridimensional del Derecho, la cual mereci general asentimiento; Carlos Cossio hizo el elogio de su "Doctrina Egolgica" y desahuci todas las dems doctrinas discrepantes de su propia posicin. Mximo Pacheco dio una pulcra y vigorosa exposicin sobre "El Estado Actual de la Teora del Derecho Natural". Jorge Ivan Hbner present una ponencia de crtica filosfica contra los principios democrticos del sufragio universal, la cual, aunque reveladora de una gil mentalidad, suscit una tempestad de numerosas y agudas rplicas. Ladislao Tarno habl de los "Lmites Negativos del Derecho". Honda y muy favorable impresin produjo el trabajo de Eduardo Garca Mynez, ledo y discutido en su ausencia sobre "Los Principios Generales del Derecho y la Distincin entre Principios Normativos y no Normativos", el cual mereci muo chos elogios. Mucho trabajaron con sus contribuciones y debates los especialistas en Filosofa de las Ciencias: Willard B. Quine, Henry Margenau, Euryalo Cannabrava, Mario Bunge, Gerald Stahl, y otros. Discutieron sobre las perspectivas filosficas de la nueva fsica, sobre la lgica matemtica, sobre los niveles de gnoseologa, y sobre razn y naturaleza. En la comisin dedicada a Teora de los valores, tica y Esttica, destacaron las ponencias de Cornelius Krus (sobre las ltimas corrientes axiolgicas en los Estados Unidos), Risieri Frondizi (sobre la Objetividad de los Valores frente al Subjetivismo Existencialista). Luis Oyarzn y Augusto Pescador se ocuparon de temas de Esttica y Filosofa del Arte. Especficamente sobre temas de tica versaron las ponencias del P. Julio Jimnez y del P. Eduardo Rosales. En la comisin dedicada a Antropologa Filosfica, Filosofa de la Historia y Filosofa de la Cultura brillaron a gran altura Alberto Wagner de Reyna, quien adems intervino muy eficazmente en los debatesde otras comisiones, Juan Adolfo Vsquez y Domingo Marrero. En la comisin dedicada a la Metafsic.:t y al estado actual del saber contribuyeron con muy importantes ponencias los Profesores: Eduardo Nicol (sobre "Crisis de la Metafsica y Posibilidad de su Restauracin"); Hugo Spirito (so-

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bre "Criticismo y Metafsica") ; Juan de Dios Vial (sobre "Ontologa y Situacin Fundamental") y Monseor Octavio N. Derisi (sobre "Los dos tipos de participacin Lgica y Real"). En la tercera comisin mereci sinceros plcemes el trabajo colectivo sobre "La Enseanza de la Filosofa en la Educacin Secundaria" de los Profesores Luis Fuentealba Weber, Tulio Lagos Valenzuela y Pedro Zuleta Guerrero. Antes de la sesin de clausura, que se celebr en la ciudad de Val paraso, tuvo lugar una reunin de la Sociedad Interamericana de Filosofa, en la que se tomaron importantes acuerdos, entre otros, los siguientes: I. Que el prximo congreso ordinario de la Sociedad Interamericana de Filosofa (V Interamericano) se celebre en Buenos Aires en 1959, de cuya organizacin qued encargada la Sociedad Argentina de Filosofa.-II. Que de acuerdo con la propuesta de los miembros norteamericanos, se celebre en el ao 1957 un Congreso Interamericano de Filosofa, con carcter extraordinario, en los Estados Unidos. Con ocasin del Congreso, la Sociedad Chilena de Filosofa organiz con gran eficacia y xito manifiesto una Exposicin del Libro Filosfico. En el acto inaugural de esta exposicin hablaron en nombre de los chilenos el Profesor Luis Fuentealba, y en nombre de los congresistas extranjeros el Dr. Luis Recasns Siches. Durante los das del Congreso abundaron los actos oficiales y sociales con que la comisin organizadora chilena obsequi a los congresistas: visita a Su Excelencia el Presidente de la Repblica; funcin del Teatro Experimental de la Universidad de Chile; funcin del ballet del Instituto de Extensin Musical de la Universidad de Chile; coctel ofrecido por la Municipalidad de Santiago en el Palacio Cousio; coctel y banquete ofrecidos respectivamente por las Municipalidades de Valparaso y Via del Mar; y banquete dado por la Universidad Catlica de Santiago. En el Congreso se trabaj con eficacia y con espritu ejemplar. El tono en general fue de conversaciones, de autntico dilogo, mostrando casi todos los participantes un deseo de mutua comprensin, y huyendo de las actitudes polmicas, que tan contrarias son al espritu del quehacer filosfico. As se consigui que el Congreso ofreciese a todos un conjunto de estmulos para que cada uno de los participantes ampliara y enriqueciera sus propios horizontes.

LA MESA REDONDA

DE FILOSOFtA

La Mesa Redonda de Filosofa inaugur sus actividades de 1956 con la presentacin de una ponencia del Dr. Miguel Bueno intitulada Natorp y la Idea Esttica, en la cual pretendi el autor una refutacin de la tesis que expone el filsofo neokantiano Pablo Natorp en su obra Einleitung in die Philosophie, traducida al castellano por Francisco Larroyo con el ttulo El ABe de la Filosofa Crtica. La ponencia se desarroll en un texto de 24 cuartillas y fue previamente distribuida

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entre los miembros de la Mesa Redonda. La idea fundamentalmentesostenida en ella es la negacin del procedimiento que sigue Natorp para fundamentar el problema esttico a partir de una "ideal unificacin de ser y deber ser, de mundo natural y mundo moral", concluyendo en que lo bsico en el arte es el concepto del "deber ser como siendo" y del "ser como debiendo ser". La poriencia despert un gran inters entre los miembros del simposium filosfico, y dio lugar a dos sesiones que se prolongaron por cerca de cuatro horas cada una, con la participacin de la casi totalidad de los integrantes de este grupo. Se tom una versin taquigrfica de ambas sesiones, y junto con la ponencia y el texto de Natorp refutado en ella, se publicar prximamente en uno de los tomos de la coleccin que est editando la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

Dinoia, vol. 3, no. 3, 1957

COMENTARIOSLA LOCICA DIALJ;;CTICA DE ELI DE CORTARI

La Introduccin a la lgica dialctica* del Dr. De Gortari representa una valiosa y original contribucin a los estudios filosficos, particularmente a las investigaciones lgicas, en los pases de lengua espaola. La tarea llevada a cabo en esta obra se mueve en el horizonte de las concepciones filosficas de Marx y Engels, enriquecidas ampliamente, en el dominio de la dialctica materialista, por las aportaciones de Lenin. Fiel a Marx, Lenin defini la lgica como "la teora no de las formas exteriores del pensamiento", sino de las leyes del desarrollo de "todas las cosas materiales, naturales y espirituales", es decir, del desarrollo de "todo el contenido concreto del universo y del conocimiento de ste". El profesor De Gortari concibe tambin la lgica, con esta universalidad, como el estudio de las leyes que rigen en la sociedad, en la naturaleza y en el pensamientomismo. Una lgica as concebida -dialcticamenteha de moverse en un campo mucho ms-amplio y diverso que la lgica tradicional. Por otra parte, toda una serie de categoras tambin tradicionales y de viejos problemas renacen exigiendo ser reexaminados desde un nuevo ngulo, obligando a adentrarse hasta su raz misma. El esfuerzo del Dr. De Gortari por estructurar una lgica dialctica tiene sus antecedentesen anteriores investigacionessuyas, particularmente en su Ciencia de la lgica. ** Era, pues, natural que el autor partiera, en este nuevo y ms hondo esfuerzo, de las experiencias acumuladasen el primero. En su primera lgica, el Dr. De Gortari abordaba la tarea de liberar a la lgica del punto de vista unilateral de la lgica formal tradicional. El bagaje con que se lanzaba a la empresa era triple: las tesis de los clsicos del marxismoleninismo, en particular las de Engels, sobre los problemas de la lgica; en segundo lugar, el estudio materialista de Hegel, como peda Lenin, y, por ltimo, una slida formacin en el campo de las ciencias fsico-matemticas, de la que derivaba la justa preocupacin de hacer, ante todo, lgica de la ciencia. El esfuerzo del Dr. De Gortari por impulsar la lgica desde el firme terreno de la dialctica materialista, fue en verdad fecundo; sin embargo, quedaba todava largo trecho por recorrer. All, en el trasfondo, haba resonancias de un pasado neokantiano, a la par que Hegel, con su vigoroso idealismo, pareca estar ms derecho de lo que exiga la radical inversin realizada por Marx. Sin embargo, las cosas son muy distintas en esta nueva obra. Lo que ayer

** Ediciones

*

Publicaciones de Dinoia, Vol. 11, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1956. de la Universidad l\1ichoacana de San Nicols de Hidalgo. Morelia, 1950. [363]

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era todava un eco, aunque lejano, de neokantismo deja de orse en este libro. y Hegel est presente, como ha de estar en todo esfuerzo filosfico serio, pero como l mismo hubiera deseado, es decir, cancelado, asumido o superado. Lo que en la primera lgica del Dr. De Cortar era un acercamiento a zonas vitales de la dialctica, hoyes, en su segunda obra, una penetracin directa, rigurosa, en el corazn mismo de ella. En su anterior Ciencia de la lgica haba una seccin consagrada a la teora de la dialctica. En el nuevo trabajo, esta seccin ha desaparecido, pues el libro entero se ha convertido en una teora de la dialctica misma. Sin embargo, no se puede dejar de ver la continuidad entre ambos trabajos, por ms que el ltimo sea mucho ms fecundo. Del primero se conserva el aliento renovador, creador, su impulso dialctico frente a la lgica tradicional, pero en un nivel ms alto, con un tratamiento ms seguro de los problemas. Y, a la par con ello, se ha mantenido su anterior y legtima preocupacin por poner a la lgica en estrecha relacin con la investigacin cientfica, rehuyendo la ejemplificacin trivial, que durante siglos se ha padecido en los manuales de lgica. Esto fuerza al lector, naturalmente, a una mayor tensin intelectiva; lo que slo puede redundar en favor de un rigor ms acusado y de una ms honda fundamentacin. Con todo, no habra sido superfluo extender ms esta ejemplificacin, extrada sobre todo de las ciencias matemticas y naturales, al campo de las ciencias sociales. Y ello no slo para ampliar el horizonte de comprensin, sino para reafirmar la universalidad de las leyes y categoras de la dialctica. La obra del Dr. De Gortari se nos presenta como una introduccin a la lgica I dialctica, y lo es en el sentido que antes apuntbamos: en el de sumergirnos en la estructura dialctica del mundo y del pensamiento, ms all de su estructura fenomnica y del pensamiento lgico-formal. Pero no lo es en el sentido ms externo de obra de divulgacin, que recorra slo un camino aparentemente real, dejando todo vericueto por el que pudiramos extraviarnos. Aqu la concisin nO excluye la profundidad; la limitacin propia de una introduccin no elimina una viva y rica problemtica, seguida de la acuciosa bsqueda de soluciones. Se trata de una obra rigurosamente cientfica, cuya asimilacin exige un trato previo con la filosofa en general, con el marxismo en particular, y junto a ello el necesario bagaje cientifico para seguir sus constantes incursiones por la ciencia. Es, por otra parte, introduccin en sentido radical, por ser, al menos en lengua espaola, la primera obra que nos permite caminar, con paso firme, por la lgica dialctica. En la literatura filosfica en nuestra lengua, es frecuente encontrarse con la lgica formal en su sentido tradicional, es decir, con la lgica que Aristteles nos dej hace 25 siglos, si bien un tanto bastardeada por las interpretaciones del formalismo lgico. Ha habido esfuerzos, desde las posiciones del idealismo, por renovarla y enriquecerla; pero estos esfuerzos dejan intactas las bases que vino a conmover el viejo Hegel. Es decir, pasan por alto el viraje radical que el gran filsofo alemn imprimi a la filosofa, y a la lgica en par-

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ticular. El mrito ms alto de Hegel fue liberar a las categoras de su inmutabilidad metafsica y el haberlas concebido en un sistema dinmico universal. No han faltado intentos de volver a Hegel, al margen del esfuerzo de Marx y Engels para ponerle sobre sus pies. Pero esos intentos se han propuesto no superar a Hegel, sino descalificarlo, reduciendo su dialctica objetiva, universal -en su forma idealista-, a una dialctica subjetiva, que el hombre ira poniendo en las cosas mismas. No hay dialctica de la naturaleza, sino slo de la historia. Tal es la direccin en que se orienta Merleau-Ponty, al discutir la legitimidad del marxismo como heredero consecuentedel pensamiento de Hegel. La inversin de Hegel, reclamada por Marx, carecera de sentido, por tanto, ya que en el propio Hegel estara el origen de esta limitacin de la universalidad de la dialctica (interpretacin tambin de Kojeve). As, pues, segn estas concepciones, la dialctica objetiva, universal de Hegel y Marx slo sera una creacin subjetiva, carente de fundamento en la realidad. Esta concepcin idealista subjetiva nada tiene que ver con la concepcin hegeliana de la dialctica, expresada claramente en su Wissenschaft der Logile ni con la concepcin de la dialctica de Marx (El Capital) y Engels (Anti-Dring y Dialctica de la Naturaleza). Precisamente ese carcter objetivo, universal de la dialctica hegeliana es lo que Marx trataba de conservar como el "ncleo racional" de ella. La inversin que reclamaba Marx no era para subjetivizar la dialctica de Hegel, sino justamente para salvar su objetividad y universalidad, y ello slo es posible en cuanto dialctica materialista. La lgica del Dr. De Cortari se afirma en esta concepcin de la dialctica objetiva, universal y de base materialista, que es la que vino a rehabilitar Lenin en sus Cuadernos filosficos. Reconocida la universalidad de las leyes y categoras de la dialctica, el pensamiento no poda quedar excludo de ella. Hay as una dialctica objetiva y subjetiva, que se implican mutuamente en su comprensin. La dialctica no puede reducirse slo a la naturaleza o a la sociedad, ni tampoco a su aspecto puramente cognoscitivo, subjetivo. De Cortari ha tenido, por tanto, que enfrentarse al problema de aplicar la dialctica al pensamiento mismo, sin quedarse en vagas generalidades. Se ha encontrado con las viejas formas y leyes del pensamiento, y le ha surgido as, a cada paso, el problema de las relaciones entre esta lgica dialctica y la vieja lgica formal. Este problema viene preocupando desde hace aos a los lgicos soviticos, que han propuesto, en las discusiones habidas y no cerradas, tesis bastante dispares. As, por ejemplo, en tanto que algunos lgicos soviticos (Bakradze, Kondakov) consideran que el estudio de las leyes y formas del pensamiento compete exclusivamente a la lgica formal, otros le niegan toda validez a dicha lgica. El Dr. De Cortari aborda este problema de acuerdo con la tesis, a nuestro juicio acertada, que aceptan la mayora de los lgicos soviticos. Las relaciones entre la lgica formal y la dialctica no son de exclusin, sino de subordinacin

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de una a otra, como relaciones entre lo relativo y lo absoluto, lo inferior y lo superior. Esta solucin encuentra fundamento en conocidas tesis de Engels expuestas en el Anti-Diiring y en su Dialctica de la Naturaleza. Aunque este problema y su solucin est latente a lo largo de toda la obra del Dr. De Gortari, su planteamiento se concreta al hablar de los principios lgicos supremos. Por lo que toca al principio de identidad, ya Engels -como antes Hegel-, al mismo tiempo que sealaba su insuficiencia, admita una validez limitada, tratndose de una identidad relativa, no absoluta. Y ello no slo en el pensamiento, sino en el objeto mismo. Admitir el principio de identidad, con una validez relativa, como reflejo de relaciones objetivamente existentes,no tiene nada de metafsico. Lo que Engels rechazaba, como propio del mtodo metafsico de pensar, era la absolutizacin de un principio que slo es relativo. El problema de las relaciones entre la lgica formal y la lgica dialctica tiene una importancia capital, pues slo as comprenderemos las razones para rechazar, aceptar en forma limitada o reelaborar dialcticamente los principios y categoras de la lgica formal. No habra sido superfluo, por ello, que el autor hubiera anudado todas las referencias a este problema en un captulo especial, que