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    Diplomacia abierta, nueva diplomacia

    Rafael Estrella(Embajador de Espaa en Argentina)

    Consejo Argentino de Relaciones Internacionales CARI)/Escuela Nacionalde Gobierno, 24 de julio de 2011

    Mi agradecimiento a Sebastin Lorenzo, Director de la Escuela de Gobierno y aAdalberto Rodrguez Giavarini por invitarme a compartir algunas reflexionessobre la diplomacia en el mundo actual y, en particular, sobre su carcterabierto o, por el contrario, cerrado.

    Para ello, abordar dos cuestiones que estn estrechamente interrelacionadas:

    La primera, el debate sobre Gobierno Abierto, una nocin y una prctica en lacultura de gobierno que es un estadio avanzado de la accountabilityo rendicinde cuentas, pero tambin, algo mucho ms profundo y complejo.

    La segunda, las propias transformaciones en las relaciones internacionales y elpapel de la diplomacia en ese nuevo entorno.

    Y finalmente, como corolario, la estrecha relacin entre ambas cuestiones.

    Quisiera comenzar por una afirmacin: la poltica exterior, la accin de ladiplomacia, pese a sus indudables rasgos especficos, no puede serconsiderada como un mbito ajeno al control de otros poderes y al escrutiniopblico. Por tanto, al hablar de Gobierno abierto, ser obligado hacerlo tambinde diplomacia abierta o de poltica exterior abierta, un concepto de apertura noslo hacia los representantes de los ciudadanos, sino tambin a los propiosciudadanos: las experiencias en el mundo anglosajn van precisamente en esadireccin.

    En Ciencia Poltica, La poltica exterior no es sino una dimensin de la poltica y

    del poder. Locke lo llam poder federativo de la comunidad. Si para Locke esepoder federativo era prerrogativa de quienes actan en nombre de la sociedad,las constituciones modernas desde el XIX reservan al legislativo la potestad dedeclarar la guerra, concluir la paz y ratificar los tratados.

    Pero aadir complejidad e indefinicin, en el mundo actual las guerras no sedeclaran, las paces rara vez se firman y, junto a los Tratados, aparecen cadavez ms acuerdos no normativos, acuerdos polticos entre gobernantes queimplican compromisos de diversa ndole y no siempre estn sujetos al ulteriorcontrol parlamentario.

    Son muchos y profundos los cambios en el desempeo de las relacionesinternacionales que generan, -o que exigen- como en otros mbitos, una

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    revolucin en los asuntos diplomticos. Me refiero a las nuevas misiones ynuevas visones de la diplomacia tradicional en un mundo ms complejo y msmultipolar, incluyendo la emergencia de nuevos actores con los que ladiplomacia comparte el escenario: empresas, ONGs y, hoy, los individuos en lared 2.0.

    Igualmente, y en parte ligado a lo anterior, la emergencia de nuevosparadigmas, de nuevas estrategias y herramientas de accin exterior como laDiplomacia Pblica.

    Vivimos, argentinos y espaoles en un mundo alejado de la nocin hobbesianaque considera el miedo y la guerra como estado natural de las relacionesinternacionales; en nuestro mundo, por el contrario, la idea de paz perpetuakantiana preside nuestra accin aparece como la meta a perseguir, aun asabiendas de que persisten amenazas de diversa naturaleza que hacen esapaz perpetua si no inalcanzable, s incierta.

    En el siglo XXI, asistimos a nuevos cambios: entre los ms importantes, elconstante, vertiginoso avance tecnolgico, que tiene consecuencias sobre el rolde los Estados y sus instrumentos de accin poltica y de relaciones exteriores.

    Ello acompaa y favorece cambios en la posicin y el peso de los EstadosNacin en las relaciones internacionales (y en su propia economa) as comoen las relaciones diplomticas.

    Baste recordar que cada da se producen transacciones financieras quesuperan el PIB de muchos pases; Apple, por su parte, tiene ahorros quesuperan el PIB de ms de 120 pases del mundo.

    Las nuevas tecnologas desde la era CNN a Internet y la web 2.0 plantean dosinterrogantes:

    De una parte, cmo los gobiernos pueden comunicar mejor usando lastecnologas actuales o futuras. Es algo muy importante, pero no es el aspectoque ms me interesa.

    De otra, lo que se plantea es cmo los ciudadanos, equipados con esos

    mismos medios, pueden acceder a la informacin (transparencia); influir yorientar las polticas (participacin) y acompaarlas como individuos o gruposorganizados (colaboracin).

    Todo eso, con los matices necesarios, es vlido para cualquier mbito de laaccin de gobierno, incluyendo la diplomacia.

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    David Milliband: La nueva diplomacia es a la vez pblica y privada, tanto demasas como de elites, en tiempo real y, al mismo tiempo, deliberativa. Todoello debe reflejarse en la forma en que hacemos nuestro trabajo.

    Desde esta visin, que comparto plenamente, quisiera hacer algunas

    consideraciones:

    Los Estados-Nacin de la edad Moderna entendieron, a lo largo de la primeramitad del siglo XX, que la interdependencia poda ser un factor de progreso yestabilidad, y que su profundizacin contribua a hacer estriles y alejar losconflictos entre Estados.

    La consecuencia ms importante fue la introduccin de la previsibilidad, querequiere tambin un cierto grado de transparencia, en la poltica exterior de lasnaciones.

    A partir de los aos setenta, se conforma un nuevo escenario, con cambios quemodifican mbitos de las relaciones exteriores y, con ello, el ejercicio de ladiplomacia en el Estado moderno: una variedad de actores no-estatales(multinacionales, ONGs y, tambin, organismos internacionales) pasan a jugarun papel en las relaciones exteriores; influyen, condicionan u orientan con susactuaciones en otros pases la accin exterior que desarrollan las diplomaciasnacionales. Es un cambio sustancial frente al monopolio exclusivo del Estado-Nacin y de su diplomacia en las relaciones exteriores, pero no es, en modoalguno, el fin de la diplomacia.

    Efectivamente, la diplomacia tradicional, como expresin de la personalidadjurdica internacional, preserva la importante parcela de las relaciones entre losEstados, que sirve de marco a las de los otros actores, lo que le ha facilitadoacomodarse, sin efectos traumticos ni cambios profundos, a la nuevasituacin.

    Los Gobiernos incorporaron a sus objetivos polticos nacionales y de polticaexterior buena parte de los fines de las ONGs, coordinando acciones yasignando recursos para contribuir a esos fines comunes; en cuanto a lasmultinacionales, su expansin ha llevado a los Estados a reordenar tanto susprioridades como la formacin de su diplomacia para acompaar la

    internacionalizacin de las empresas nacionales.

    Finalmente, los Estados tratan de reforzar su influencia en las decisiones de losorganismos internacionales que se relacionan con las prioridades(programticas o geogrficas) de su poltica internacional.

    Los Estados Nacionales (luego me referir a la UE) conservan, por tanto, elmonopolio de las relaciones exteriores (pero ese monopolio se caracteriza,paradjicamente, por presentar, en mbitos que inciden en la poltica o laeconoma, espacios compartidos, regidos por la cooperacin. En la medida enque empresas u ONGs operan en Estados territoriales, con normas jurdicas y

    prcticas polticas que les son propias, la interaccin con la diplomacia, con laEmbajada, se convierte en un inters mutuo. La diplomacia, lejos de perder su

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    raison detre, se enriquece con algo que, en la prctica, supone nuevos mbitosde actuacin.

    Ello acredita tambin un espejismo que lastra a buena parte de las diplomaciasdel mundo: nada ha cambiado, nada tenemos que cambiar.

    Cuando se habla de diplomacia abierta, es necesario hacer algunasaclaraciones:

    1.- Diplomacia abierta no quiere decir que los tratados se negocien delante dela TV, sino que los acuerdos sean plenamente conocidos. No se trata tampoco,por ejemplo, de que se difunda urbi et orbilo que mi colega argentino piensa dela poltica Espaa, sino de que haya transparencia en nuestras relaciones.

    2.- En contra de lo que critican algunos o de lo que creen muchos diplomticos,a diplomacia de hoy tiene ya un alto grado de apertura.

    3.- Hablar de diplomacia abierta no es una moda del siglo XXI.En 1917, en el primero de sus 14 puntos, el Presidente Wilson reclamaba"Open covenants of peace, openly arrived at, after which there shall be noprivate international understandings of any kind but diplomacy shall proceedalways frankly and in the public view". Wilson imaginaba que Amrica contabacon una superioridad moral y que su implicacin en los asuntos internacionalescontribuira a un mundo mejor.

    Un par de meses antes, dos semanas despus de la toma del Palacio deInvierno Troski, ya Ministro de Exteriores del Gobierno bolchevique, abra lascajas fuertes que contenan los tratados firmados por el gobierno zarista y loshaca pblicos, afirmando: la abolicin de la diplomacia secreta es el principioesencial de una poltica exterior honorable, popular y realmente democrtica.Los documentos revelados mostraban que la intervencin en la guerra noresponda a una amenaza, sino que tena como fin participar en el expolioterritorial.

    Evidentemente, lo anterior no permite afirmar que el Presidente Wilson fue elprimer troskista.

    Mucho antes, a finales del XVIII, Jeremy Bentham e Immanuel Kant,reclamaban algo ms que la mera publicacin de los Tratados. Benthamescribi: gracias a las reglas de secretismo de todos los departamentos, esteel de Exteriores- es el nico en que no hay ningn tipo de controles.

    Las cosas no fueron como caba esperar: el Tratado de Versalles, con queacababa la Primera Guerra Mundial no fue en absoluto modlico; por elcontrario, sent las bases para la Segunda Guerra. En la Rusia sovitica elsecretismo acab llegando a declarar materia clasificada el mapa del metro deMosc. Por el contrario, en EEUU y la mayor parte de los pases occidentales,la transparencia y rendicin de cuentas se convirti en rasgo distintivo de las

    democracias consolidadas, aunque los secretos de Estado sigan existiendo y la

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    diplomacia se siga cubriendo, en muchos casos, por el velo de los documentosclasificados.

    No hablar aqu de Wikileaks, que dejo, en todo caso, para el coloquio. Tanslo decir que, pese al impacto de la difusin masiva de informacin

    clasificada, los contenidos estn, con pocas excepciones, ms cerca delchisme o de noticias ya publicadas que de informacin de calidad.

    Ya he sealado antes que, en la actualidad, los tratados secretos han sidoprcticamente abolidos. En 2010, el nuevo Primer Ministro japons hacapblicos los acuerdos secretos con EEUU en materia de armamento nuclear,acuerdos que violaba la posicin oficial y tradicional- de Japn.

    Son numerosos los ejemplos de acuerdos en que la transparencia es un rasgoesencial cuya transparencia aade un plus de confianza: por ejemplo, el queChile y Argentina hayan creado la unidad militar conjunta Cruz del Sur o el

    Consejo de Defensa de Unasur.

    Uno de los ejemplos ms importante en esa direccin es el Tratado sobreFuerzas Convencionales en Europa, que vi la luz en los momentos previos yposteriores a la cada del muro de Berln. Este Acuerdo, adems de unareduccin sustancial de armamento convencional, contemplaba mecanismos,no slo informativos, sino intrusivos, de verificacin.En esa misma lnea de transparencia de la poltica exterior y de seguridadestaran los mecanismos de autorizacin parlamentaria para la participacin enoperaciones de mantenimiento de la paz.

    En las relaciones internacionales, si comparamos la accin diplomtica de haceunas dcadas con la actual, el cambio es espectacular, y no es exageradodecir que, de hecho, la diplomacia de hoy es esencialmente abierta: los Jefesde Gobierno, los Ministros, transmiten las posiciones de sus Gobiernos a lasopiniones pblicas propias y ajenas, del mismo modo que podemos seguir endirecto sus manifestaciones o las discusiones de las Cumbres y queconocemos los Comunicados o Declaraciones pocos minutos despus de seracordados.

    Las razones de este cambio son varias: en primer lugar, con el fin de la Guerra

    Fra, adems de reducirse considerablemente la dimensin militar (y secreta)de la poltica exterior, los antiguos enemigos dejaron de serlo, comenzando atejerse redes cooperativas cada vez ms amplias entre los Estados, conobjetivos y contenidos que, en su mayor parte, son declarados y conocidos yque tienen su desarrollo en la proliferacin de la Diplomacia de las Cumbres,que es tambin la Diplomacia de los Jefes de Gobierno.

    La prctica ausencia de acuerdos secretos en esa nueva diplomacia, unida aldesarrollo de las telecomunicaciones y a la extensin de Internet haran elresto, aunque ello est ms al servicio de estrategias de comunicacin que deuna autntica cultura de transparencia.

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    Para la diplomacia tradicional, el resultado es que la construccin prctica de lapoltica exterior desplaza su eje central desde las Cancilleras a otros mbitosde poder ms generalistas, menos especializados y, por su ubicacin en lacpula del poder poltico, ms cerrados. Si los procesos internos de ladiplomacia tradicional eran escasamente participativos y fuertemente

    jerarquizados, la concentracin suele ser si cabe an mayor con los nuevos yms elevados- actores, tanto en lo interno como en la relacin con la sociedad,pese a que la proyeccin pblica de la poltica exterior sugiera a veces locontrario.

    Otro elemento novedoso es que los Estados, en su accin exterior, atribuyenuna creciente importancia a la capacidad de proyectar, a travs de Estrategias,necesariamente abiertas, de Diplomacia Pblica, la imagen con que deseansea asociado su pas y, sobre todo misin novedosa y de gran importancia-,de generar una percepcin atractiva del mismo, de su poltica exterior, sucultura, sus productos, sus ciudadanos (tambin sus poderes pblicos), no ya

    en los Gobiernos, sino ante todo, en la sociedad y en la opinin pblica deotras naciones, a fin de que stos, a su vez, influyan y determinen la actitud desus gobernantes (y de los medios de comunicacin) en la relacin entre los dospases. La paradoja (positiva) es que la visin (compleja, rica, no estereotipada)de nuestro pas que construye el otrorebota y se proyecta en la percepcin (ycon frecuencia en la autoestima) de nuestra propia sociedad gracias a ladinmica globalizadora que mueve la comunicacin en los medios y en lasredes.

    La empata, la capacidad de adoptar el lugar del otro, es imprescindible paraentender la propia naturaleza de la Diplomacia Pblica y, por tanto, para poderconstruirla de manera coherente y creble. Y aqu, de nuevo, la diplomaciatradicional se enfrenta al reto de transformarse para actuar eficazmente en elfoco de proximidad de la Diplomacia Pblica de su pas.

    La expresin diplomacia pblicase us por primera vez en 1856, en un editorialdel London Times, con una nocin cercana a la empata. Pocos aos despus,en el Congreso de EEUU, el represente Samuel Cox invocaba y equiparaba-la diplomacia abiertay la diplomacia pblica: indignado por las intrigas secretaspara anexionar a la repblica Dominicana, se declar partidario de unadiplomacia abierta, pblica (I believe in open, public diplomacy), un uso que

    anticipaba, de manera simplificada, la articulacin entre esos trminos, si biendurante todo el siglo XX, diplomacia abiertase ha usado por contraposicin a ladiplomacia de los pactos ocultos y las clusulas secretas de los Tratados.

    La Diplomacia Pblica no slo es nominalmente abierta; tambin lo es, comohemos visto, en su prctica y en sus acciones. El desarrollo de esa cultura deDiplomacia Pblica, adems de ser una herramienta esencial para generaratraccin, para acercar pueblos y, por ende, naciones, confiere coherencia a lavocacin declarada de incorporar a nuestros ciudadanos a la poltica.

    Aqu nos enfrentamos, como ya he sealado, a otro cambio sustancial que

    viene afectando, desde hace varias dcadas, a las relaciones internacionales y,tambin, a su control: si tradicionalmente las relaciones entre Estados se

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    regan por instrumentos jurdicos, ahora asistimos a la proliferacin deacuerdos no normativos, bajo la forma de Declaraciones Conjuntas,Comunicados, etc., que no se someten al control legislativo de losrepresentantes de los ciudadanos, pero que son determinantes en lasrelaciones internacionales. Los ejemplos son innumerables, desde los acuerdos

    adoptados en las Cumbres Iberoamericanas a los planes de AsociacinEstratgica entre Espaa y diversos pases Argentina entre ellos- o, porejemplo, la Declaracin de Copenhague sobre el Cambio Climtico.

    El caso extremo sera la OTAN que, sin cambiar el Tratado Atlntico de 1949,ha modificado por esa misma va nada menos que la estrategia, las misiones y,en gran medida, la propia naturaleza de la Organizacin, al tiempo que haintegrado en su seno, con excepcin de Rusia, a sus antiguos enemigos.

    En Europa, el Tratado de Lisboa, adems de contener otras novedadesimportantes, ha consagrado con rango normativo pasos en la integracin y en

    la cooperacin europeas que los Jefes de Gobierno haban acordado ensucesivas Cumbres. El jueves pasado, los jefes de Gobierno del Euro,aprobaron un paquete de ayuda a Grecia que, en el caso de Espaa, suponeun aporte de casi 200 por espaol. El control parlamentario ser poltico y aposteriori.

    En la historia de los acuerdos no normativoscon recorrido y final feliz desde laptica del Gobierno Abierto, el lugar de honor corresponde a la Convencin deOttawa para erradicar las minas antipersonales. En 1992, seis organizacionesinternacionales lograron que la Convencin de Ottawa fuese firmada y entraraen vigor tras ser ratificada por 133 pases, todo ello en slo dos aos, untiempo rcord en este tipo de acuerdos. Hoy, 155 Estados son parte delTratado; entre los 37 pases que no se han adherido al Tratado, tres miembrosdel Consejo de Seguridad de la ONU: EEUU, Rusia y China.

    En el entramado de las relaciones exteriores, las empresas, son parte delsistema, mientras que las ONG, estn en zona fronteriza. Las ONGsencuadraban, encauzaban y representaban a los ciudadanos, actuando, en sunombre y con una sola voz por agrupacin ante los poderes pblicos, lo quefavoreca una interlocucin institucionalizada. Las propias ONGs eraninstituciones de la sociedad civil operando como tales en un marco de

    libertades reconocidas.

    Por qu hablo en pasado? Porque en la era de Internet, se difumina laintermediacin de las instituciones y organizaciones. Del nete a nosotros delas organizaciones tradicionales, se pasa a un plano abierto, sin barreras:unete. Los individuos, libres a veces de la pertenencia, se autoorganizan paramoldear la sociedad de la que se sienten parte, evidenciando, cada vez ms,grados de compromiso que casi dbamos por perdidos.

    El inicio del siglo XXI nos ha trado un gran avance en la revolucin tecnolgicaal que ya venamos asistiendo, un proceso que se ha acelerado en los ltimos

    cinco aos con el desarrollo de la web2.0: la telefona mvil -con los SMS- y losblogs permiten a ciudadanos individuales, no necesariamente integrados en

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    organizaciones sociales, difundir sus ideas y relacionarse con sus pares; lareciente emergencia de las redes sociales abiertas o selectivas (Facebook,Twitter o el espaol Tuenti nacieron en 2006), adems de ofreceroportunidades de interaccin a jvenes y adolescentes, han proyectadotambin a la primera lnea a millones de ciudadanos que quieren y pueden

    modelar sus propias vidas y que se agrupan libremente en estructuras noorgnicas ni jerarquizadas.

    El trfico en la red se duplica cada cien das, lo mismo que la capacidad de losordenadores cada diez y ocho meses, con un coste para el consumidor querepresenta el 1% del de 1970 Y no es ya slo un fenmeno del primermundo.

    En ese actuar de los individuos, como ciudadanos del ciberespacio, un mundoque est en todas parte y en ningn lugar, el activismo poltico est ocupandoen nuestros pases espacios cada vez ms amplios e influyentes. Ese es elrasgo ms destacado de la sociedad posmoderna: actores individuales en

    redes, que reconocen referentes, pero que carecen de jerarqua o deliderazgos reconocidos y que, a su vez, movilizan y crean opinin. Lo hemosvisto recientemente en dos acontecimientos bien distintos: las revueltas rabesy el 15M.

    El nuevo umbral tecnolgico tiene un doble efecto: de una parte, tanto losGobiernos como los internautas estn en condiciones de usar aplicaciones quepermiten a los primeros ofrecer servicios eficaces y accesibles deadministracin electrnica y, a los segundos, demandar no slo esos serviciossino mayor transparencia, mejor acceso a la informacin y la capacidad deopinar y de ser escuchados. As parece haberlo entendido Alfredo PrezRubalcaba, el candidato socialista, al sintetizar su plan de accin: escuchar,hacer, explicar.

    La extensin de polticas de Gobierno Abierto viene a ser el resultado de esaconfluencia e implica el reconocimiento, por parte de los poderes pblicos, deuna nueva frontera que no es slo tecnolgica la tecnologa es uninstrumento, no un fin en s mismo- sino tambin poltica. Si la sociedad en redacta de manera distribuida en un mundo plano, como plano es es tambin elciberespacio, ello implicar, inevitablemente, el fin de las burocraciasjerarquizadas. La metfora de ese futuro sera la afirmacin realizado desde el

    Gobierno de una regin espaola: se viene el apagn tecnolgico de laAdministracin.

    Pero los ciudadanos que viven en el ciberespacio la ciberpolis- no quierenslo ser mejor administrados; quieren tambin ser mejor servidos, msinformados y escuchados. La conciencia de su influencia y las respuestaspblicas a estas demandas hacen crecer la blogosfera poltica en nmero y encalidad, y acercan a esos ciberciudadanos a la poltica con unos nuevostrminos de relacin que no se traduce necesariamente en el encuadramiento.En todo caso, el lugar de la ciberpoltica no es un espacio propio ni diferente;bien al contrario, comparte la arena poltica con otros poderes polticos, sean

    pblicos o sociales, lo que abre escenarios de influencia y cooperacin.

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    El cambio es profundo, pero es difcil saber en qu grado ese cambio tieneefectos cualitativos de gran intensidad o simplemente acelera un proceso decomunicacin, obligando a otros actores a actuar en ciclos de 24 horas, sietedas a la semana.

    Tambin sera aventurado afirmar que el uso de las nuevas tecnologascontribuye, de manera determinante, a extender la democracia en el mundo; entodo caso, es indudable que tiene un creciente papel en comunicar la causa dela democracia.

    El crecimiento exponencial de la web2.0, con todas sus capacidades, estproduciendo, en pases con alta tasa de penetracin de Internet, eldesplazamiento del activismo poltico desde los SMS a los blogs y a las redessociales que, como Twitter, coexisten y se retroalimentan con la blogosfera, dela que, en la prctica, a travs de los hipervnculos comprimidos, forman parte.

    Twitter naci con una pregunta inocente: qu haces?; hoy, interroga a sussocios con una pregunta de mucho mayor calado: qu pasa? Tal vez esoexplique buena parte de su xito.

    Si la posmodernidad se caracteriza, como el vehculo que es Internet, por serglobal, cul es el lugar de los Estados-Nacin? en qu espacio quedan lasidentidades de esos Estados territoriales?.

    Podemos encontrar referencias para algunas respuestas a esas preguntas tambin nuevos interrogantes en cuanto al papel de los ciudadanos- en elproceso de construccin de la Unin Europea, un espacio integradosupranacional en que los Estados han puesto en comn mbitos de susoberana que hasta hace pocos aos se consideraban dominios reservadosindeclinables del Estado-Nacin. Los miembros de la UE no slo haneliminado las fronteras interiores, abrindolas a la libre circulacin de personas,mercancas y servicios, sino que han renunciado a las monedas nacionalespara sustituirlas por una moneda comn y han decidido, tambin, impulsar unaunin poltica, avanzando hacia una poltica exterior y de seguridad comn quecontar con un Servicio Diplomtico de la Unin, la cual, a su vez, cuenta conpersonalidad jurdica propia.

    Son pocos los elementos que identifican en el pensamiento clsico al Estadoterritorial que no se han visto afectados por el proceso de integracin europea.Los Estados han transferido competencias soberana- a la Unin, pero ello,lejos de debilitarles, les ha fortalecido, ya que han pasado tambin a compartirla soberana de otros Estados. En las relaciones exteriores, la Unin hapermitido, por ejemplo, a Espaa, proyectar sus intereses y prioridades(Amrica Latina, el Mediterrneo) a la Unin y multiplicar exponencialmente sucapacidad de actuacin.

    La integracin tampoco ha resultado ser un ejercicio de suma cero en lo que serefiere a las identidades de las naciones europeas. Bien al contrario las ha

    reforzado y enriquecido, aportndoles un sentido cosmopolita, de pertenencia aun espacio cultural amplio y sin fronteras, a una Unin que algn da, cuando

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    supere la crisis, volver a querer ser un actor global, con principios y objetivoscompartidos.

    En 1994, Carl Bildt, entonces Primer Ministro de Suecia y hoy Ministro deExteriores, envi un correo electrnico a Bill Clinton para felicitarle por el fin del

    embargo comercial a Vietnam. Fue el primer e-mail que se conozca- entre dosjefes de Gobierno. Hoy, Bildt, Ministro de Exteriores, mantiene uno de los blogspolticos ms visitados de Suecia, pas pionero en la regulacin del acceso a lainformacin.

    David Milliband exMinistro laborista de Asuntos Exteriores del Reino Unido,lider un impulso modernizador y de apertura en su Ministerio, usando lascapacidades de la web2.0. Hoy, Hoy, ms de cuarenta Embajadores y altosfuncionarios del Foreign Office mantienen blogs que, en su mayora, seexpresan con tanta apertura como libertad y ausencia de rigidez. A comienzosde 2010, Milliband organiz una Conferencia virtual con 200 representantes en

    el exterior, debatiendo cuestiones polticas y organizativas. Su sucesor, elconservador Willam Hague, ha mantenido y potenciado el departamento dediplomacia digital del Foreign Office que, recordaba est en contactopermanente con los diplomticos que trabajan en otros pases, a los que esedepartamento les incita y ayuda a incrementar el uso de las redes sociales paracomunicar, establecer relaciones de proximidad y seguir la realidad de otrospases.

    Lo que vemos en el Foreign Office no es una excepcin, sino parte de unconjunto de polticas activas verificables que convierten la nocin de GobiernoAbierto en un factor transversal al conjunto de las administraciones britnicas,que configuran as una autntica cultura de Gobierno Abierto, en la que elReino Unido est claramente a la vanguardia. Con una metodologa diferente,el impulso de Obama al Gobierno Abierto, va hacia el mismo objetivo integralde transparencia, participacin y colaboracin. En el caso del Departamento deEstado, algunas de las propuestas aportadas son sumamente interesantes. EnEspaa, es muy destacable el portal Irekia, puesto en marcha por el GobiernoVasco en su estrategia de Gobierno Abierto.

    Conclusin: la revolucin (en asuntos diplomticos) ya est entre

    nosotros

    Aunque la diplomacia es singular por su misin de proyectar hacia el mundo losobjetivos y las polticas de las naciones, ya no es, como tradicionalmente, algoque suceda entre gobiernos y detrs de puertas cerradas; hoy, en la medida enque la distincin entre lo domstico y lo exterior se difumina, la poltica exteriorse convierte cada vez ms en el dominio de toda la gente, lo que la incluyeplenamente en el debate sobre el Gobierno Abierto.

    Una de las caractersticas especficas de la accin exterior y de la diplomaciade un pas es que su mbito y su naturaleza la convierten en la ms global de

    las polticas domsticas; es as relevante para los propios ciudadanos, como loes tambin para los ciudadanos de otros pases con que se relaciona. Las

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    oportunidades de informacin y comunicacin globales acrecientan elconocimiento y el inters de esos ciudadanos: Internet es hoy un asiento deprimera fila para seguir la poltica exterior de los Estados con sus aciertos yfortalezas; tambin, con sus debilidades y errores.

    En ese sentido, la diplomacia de hoy, la que tiene como referentes a los Jefesde Gobierno y los Ministros es muy abierta; con la extensin de la web2.0comienza a ser ms dinmica y directa; su pblico ya no es una audiencia a lahora fija de un informativo de noche o medioda, sino el ciudadano individualque est en el metro, en el trabajo o en un caf, ciudadanos que, a travs delas redes, difunden en tiempo real, pero tambin opinan y crean opinin.

    Estn puestos, por tanto, todos los elementos para que se produzca el salto auna autntica diplomacia abierta. Si la tecnologa permite tanto el acceso a lainformacin como la posibilidad de difundirla y opinar sobre ella, es inevitable lademanda de que se profundice el acceso a la informacin y la calidad de sta;

    al mismo tiempo, si los Gobiernos desean mantener y reforzar su legitimidadpoltica no podrn ignorar que la web2.0 convierte a los ciudadanos en actoresque comparten, con los mismo medios, el terreno poltico. Ello, lejos de ser unnuevo flanco de combate -con medios ya no desiguales-, es todo un estmulopara crear nuevos espacios de participacin y colaboracin.

    Ese escenario que he descrito profundiza tambin el carcter dual de ladiplomacia en nuestro siglo, que Milliband sintetiza en las que he citadoanteriormente, una dualidad que, al tiempo que conserva elementos que le sonconsustanciales, contiene otros que la hacen completamente diferente.

    Pero, al mismo tiempo, la construccin de una diplomacia abierta requierecontemplar otros factores que determinan la implementacin del GobiernoAbierto.

    Efectivamente, el Gobierno Abierto exige, adems de una visin y una accinintegrada en el conjunto de las reas del Gobierno (de los Gobiernos), unimpulso transformador para una nueva cultura cuyo objetivo central es implicaral ciudadano en el trabajo de Gobierno y, en particular, en la construccin yevaluacin de las polticas, algo que no significa en absoluto gobernar porplebiscitos en Internet ni supone parecera innecesario decirlo- renunciar a las

    competencias o responsabilidades ni menoscabar la legitimidad de quienesgobiernan; antes al contrario, como se ha dicho, la fortalece.

    Ese cambio cultural, para que sea real y efectivo, no puede quedarse en laepidermis del Gobierno, sino que debe extenderse y transformar al conjunto delas Administraciones. Para hacer viable la transformacin cultural hacia elinterior del Gobierno, es preciso, adems del imprescindible impulso polticoque el cambio tecnolgico llegue tambin, al mismo ritmo, a lasAdministraciones. Si hace pocos aos stas contaban con equipos msavanzados que la minora de los ciudadanos que los posean, hoy se hainvertido la situacin. La mayora de los ciudadanos dispone de ordenadores

    ms potentes y modernos que los que usa la propia Administracin.

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    Por otra parte, para asociar a estos actores plena y eficazmente al impulsopoltico de transformacin, la construccin del Gobierno Abierto ha de tenertambin profundos efectos transformadores en los procesos internos de lasadministraciones. Si al ciudadano-funcionario se le privase, en su propiombito, de los privilegios que el Gobierno Abierto ofrece al ciudadano comn,

    ello sera difcilmente justificable tanto conceptualmente como por principios decoherencia, eficacia y credibilidad.

    Los profundos cambios que han afectado a la diplomacia y a las relacionesexteriores en las ltimas dcadas han tenido un reflejo muy limitado en lasestructuras y en los procesos de formacin interna de la poltica exterior. En elsegundo caso, los cambios producidos han trado nuevas instancias para laconstruccin y proyeccin de esas polticas, que a veces se superponen y seimponen- a la diplomacia.

    En pases como Espaa, la transformacin en profundidad de la diplomacia,

    del Servicio Exterior, para que sea un instrumento eficaz ante la revolucin enlos asuntos diplomticos, capaz tanto de ejercer la representacin como deinteractuar con otros actores y en los nuevos entornos, es, ms que unanecesidad, una urgencia inaplazable.

    En un recuento no exhaustivo, esa transformacin deber abarcar, por ejemplo,una reforma en profundidad de la formacin de los diplomticos, adecundola alos nuevos retos y prioridades; procesos de preparacin especfica paraquienes diplomticos o no- vayan a ocupar un puesto en el exterior, o laintroduccin de mecanismos objetivos de evaluacin. En la medida en quequienes actan en nombre de Espaa en otros pases son el instrumento deesa accin y su rostro ms visible en esos pases, las polticas de GobiernoAbierto o las estrategias de Diplomacia Pblica deben constituir elementosrelevantes y permanentes de las capacidades colectivas y personales de ladiplomacia y de los diplomticos. A todo ello habra que agregar otrascualidades como la formacin en tcnicas de comunicacin y, obviamente, lacomprensin de la sociedad en red.

    La diplomacia del Gobierno Abierto deber transformar, tambin los procesosinternos: en primer lugar, introduciendo objetivos (generales, por pas, por reatemtica) peridicamente revisables y evaluables; en segundo lugar, creando

    cauces participativos, con elementos de escucha activa tanto hacia afueracomo dentro de la propia organizacin diplomtica. Ante el reto de aplicar ladimensin interna del Gobierno Abierto, la diplomacia aparece como una de lasestructuras ms tradicionales y jerarquizadas; sin embargo, el principio deautoridad o jerarqua en la direccin de los procesos y en las decisiones no secontrapone, en modo alguno, con el desarrollo colaborativo de esos procesos,abrindolos, a travs de cauces formales o informales (como los que ofrece laweb2.0), a la participacin de los diplomticos de los acadmicos y, por qu no,de los ciudadanos interesados en aportar propuestas e ideas.

    El miedo al cambio no es sino la mayor expresin de la ignorancia.