Discruso Lehendakari Agirre 22.04.1993

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Los derechos de Euzkadi a la Independencia Conferencia del Diputado Aguirre en el Ateneo guipuzcoano de San Sebastián. 23 de Abril de 1933 Compatriotas: En esta semana cultural que hoy va a terminar me toca la última conferencia que titulo Los derechos de Euzkadi a la independencia. Quisiera hacer un pequeño recorrido señalando 3 épocas de nuestra patria y enfrentar en ellas a Euzkadi con el derecho. Empezaré con la Edad Media, seguiré con una época de la Edad Moderna, terminaré con la contemporánea; pero como después de los magnos actos de Donostia se han producido acontecimientos, explicados en una carta que el señor Castro Casa¡ publica en La Voz de Guipúzcoa, yo usaré unas manifestaciones sobre el nacionalismo vasco a propósito de algunos renglones de la citada carta. El derecho que tiene Euzkadi a su independencia; podríamos decir porque la quiere y eso basta. (Aplauso). ¿Qué era Euzkadi en aquellos tiempos en que una idea universalista fue patrimonio de los pueblos? Euzkadi en aquella época tenía una política organizada, vivía en un estado de perfecta independencia. Seguirá leyendo párrafos de las impresiones que en el viaje al País Vasco escribió el cronista Venturini, Juan Bautista Venturini de Fabrani, conservadas en el archivo Vaticano, codex Barberini y que con el sello del legado pontificio visitó en 1572 las Cortes de España y Portugal. En ellas habla de que se encontraron hermosas aldeas, calzadas magníficas, gentes correctísimas, iglesias, monumentos y que en Gazteiz tuvieron que entregar sus equipajes para que los registraran, pues allí acababa España. De aquí pasaron a Zegama, a Villafranca, Tolosita, que así se llamaba Tolosa, Hernani y Herrera, donde el alcalde les exigió el pase que les había dado en Gazteiz y les entregó uno nuevo para cruzar el río en Behovia. Se pregunta el orador: ¿Eran nuestros antepasados los que registraban los equipajes de estos viajeros? No: eran los españoles, porque en el Ebro estaba nuestra frontera. Al llegar a Irún, dice el cronista, termina la jurisdicción española. Y una vez pasado San Juan de Luz y llegado a Bayona, vuelve a decir: Aquí termina Bizkaia y empieza Gascuña. Este cronista nos dice cuál era Bizkaia, no lo que es hoy, sino toda Euzkadi, que se extendía por un lado hasta Gascuña y por otro hasta el Ebro. Esta ya tiene sus magistrados que no reconocen al rey antes de que jure nuevamente sus privilegios. A propósito de esto, lee el conferenciante el juramento que hacían los apoderados en Juntas vizcaínas y también un escrito de un diputado de las Cortes españolas de 1829, en el que dice que "decretos de Castilla y sus acuerdos sólo llegan hasta los límites de las Provincias Vascongadas". En esta época -continúa hablando el señor Aguirre- nuestro pueblo era celoso guardador de su libertad. Hubo una vez en que Felipe V quiso trasladar las fronteras desde el Ebro hasta el Pirineo, pero contra él se levantaron vizcaínos y guipuzcoanos y hubo que volver sobre aquel acuerdo. En esta época, repito, vemos a nuestra patria celosa guardadora de su independencia, de lo que era suyo, porque lo que es de uno es menester defenderlo como sea. En algunos momentos puede parecer que cedían pero como dice un gran historiador vasco, nuestros padres eran agudísimos diplomáticos, y en todo aquello que creían poder ceder, cedían para de este modo evitar toda norma. Hoy nuestro caso es distinto. Es el de un pueblo que tiene plena conciencia de sí mismo y nuestros enemigos se asustan al ver la potencia de una raza que antes veían a través de unos juegos de espatadantza y unos rodeos de hilanderas. (Aplausos). Pasa la Historia y llegamos a los tiempos de un absolutismo bárbaro e inmediatamente encontramos la lucha del hombre, en cuanto a hombre, contra ese poder absoluto. Aquellos hombres que habían asumido todas las facultades de la sociedad, vieron que estos otros hombres defendían sus derechos y les concedían una carta o un privilegio; pero pasó el tiempo y el pueblo se cansó de que hubiese un hombre de que por nacimiento o por lo que fuera detentara aquel poder absoluto. Y el pueblo, en quien radica la verdadera autoridad, dijo: No quiero que me rijan, sino que yo mismo me daré una Constitución. Y las teorías de los filósofos y los políticos se concreta en una lucha entre el constitucionalismo y el absolutismo; la guerra civil. Este al menos es para muchos el carácter de aquella lucha. Para nosotros no. Los vascos luchaban por su libertad y por Dios. Hablando hace días con el Sr. Azaña de esto, nos dijo, que cada vez que andaba más en aquellos estudios de la 1.a guerra civil, veía que los vascos no luchaban por el clericalismo, ni por un rey, ni por una Constitución, sino que luchaban por su libertad. El Sr. Aguirre lee un relato de una conversación sostenida por el escritor Chaho con el general Zumalacárregui, en que éste le dio la razón en cuanto a los fines que perseguían los vascos interviniendo en la lucha. Sigue haciendo unas consideraciones sobre la primera guerra civil, y dice: ¿Que entonces no hubo conciencia nacional? Esto es exacto; pero que nuestro pueblo se determinara por una bandera absolutista, eso no. Lo que sucedió es que el absolutismo había prometido la libertad, y los vascos empuñaron las armas en pro de la

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Conferencia pronunciada por D. José Antonio Aguirre en San Sebastián el 22 de Abril de 1933 y publicada al día siguiente en los periódicos El Día y Euzkadi. Orígenes: Documentos Históricos - Desde el Siglo XIX hasta 1939 Fecha: 22/04/1933 Autores: José Antonio Aguirre PNV

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Los derechos de Euzkadi a la Independencia Conferencia del Diputado Aguirre en el Ateneo guipuzcoano de San Sebastián. 23 de Abril de 1933

Compatriotas: En esta semana cultural que hoy va a terminar me toca la última conferencia que titulo Los derechos de Euzkadi a la independencia.

Quisiera hacer un pequeño recorrido señalando 3 épocas de nuestra patria y enfrentar en ellas a Euzkadi con el derecho. Empezaré con la Edad Media, seguiré con una época de la Edad Moderna, terminaré con la contemporánea; pero como después de los magnos actos de Donostia se han producido acontecimientos, explicados en una carta que el señor Castro Casa¡ publica en La Voz de Guipúzcoa, yo usaré unas manifestaciones sobre el nacionalismo vasco a propósito de algunos renglones de la citada carta.

El derecho que tiene Euzkadi a su independencia; podríamos decir porque la quiere y eso basta. (Aplauso). ¿Qué era Euzkadi en aquellos tiempos en que una idea universalista fue patrimonio de los pueblos? Euzkadi en aquella época tenía una política organizada, vivía en un estado de perfecta independencia.

Seguirá leyendo párrafos de las impresiones que en el viaje al País Vasco escribió el cronista Venturini, Juan Bautista Venturini de Fabrani, conservadas en el archivo Vaticano, codex Barberini y que con el sello del legado pontificio visitó en 1572 las Cortes de España y Portugal. En ellas habla de que se encontraron hermosas aldeas, calzadas magníficas, gentes correctísimas, iglesias, monumentos y que en Gazteiz tuvieron que entregar sus equipajes para que los registraran, pues allí acababa España. De aquí pasaron a Zegama, a Villafranca, Tolosita, que así se llamaba Tolosa, Hernani y Herrera, donde el alcalde les exigió el pase que les había dado en Gazteiz y les entregó uno nuevo para cruzar el río en Behovia.

Se pregunta el orador: ¿Eran nuestros antepasados los que registraban los equipajes de estos viajeros? No: eran los españoles, porque en el Ebro estaba nuestra frontera. Al llegar a Irún, dice el cronista, termina la jurisdicción española. Y una vez pasado San Juan de Luz y llegado a Bayona, vuelve a decir: Aquí termina Bizkaia y empieza Gascuña. Este cronista nos dice cuál era Bizkaia, no lo que es hoy, sino toda Euzkadi, que se extendía por un lado hasta Gascuña y por otro hasta el Ebro. Esta ya tiene sus magistrados que no reconocen al rey antes de que jure nuevamente sus privilegios.

A propósito de esto, lee el conferenciante el juramento que hacían los apoderados en Juntas vizcaínas y también un escrito de un diputado de las Cortes españolas de 1829, en el que dice que "decretos de Castilla y sus acuerdos sólo llegan hasta los límites de las Provincias Vascongadas". En esta época -continúa hablando el señor Aguirre- nuestro pueblo era celoso guardador de su libertad. Hubo una vez en que Felipe V quiso trasladar las fronteras desde el Ebro hasta el Pirineo, pero contra él se levantaron vizcaínos y guipuzcoanos y hubo que volver sobre aquel acuerdo. En esta época, repito, vemos a nuestra patria celosa guardadora de su independencia, de lo que era suyo, porque lo que es de uno es menester defenderlo como sea. En algunos momentos puede parecer que cedían pero como dice un gran historiador vasco, nuestros padres eran agudísimos diplomáticos, y en todo aquello que creían poder ceder, cedían para de este modo evitar toda norma. Hoy nuestro caso es distinto. Es el de un pueblo que tiene plena conciencia de sí mismo y nuestros enemigos se asustan al ver la potencia de una raza que antes veían a través de unos juegos de espatadantza y unos rodeos de hilanderas. (Aplausos).

Pasa la Historia y llegamos a los tiempos de un absolutismo bárbaro e inmediatamente encontramos la lucha del hombre, en cuanto a hombre, contra ese poder absoluto. Aquellos hombres que habían asumido todas las facultades de la sociedad, vieron que estos otros hombres defendían sus derechos y les concedían una carta o un privilegio; pero pasó el tiempo y el pueblo se cansó de que hubiese un hombre de que por nacimiento o por lo que fuera detentara aquel poder absoluto. Y el pueblo, en quien radica la verdadera autoridad, dijo: No quiero que me rijan, sino que yo mismo me daré una Constitución. Y las teorías de los filósofos y los políticos se concreta en una lucha entre el constitucionalismo y el absolutismo; la guerra civil. Este al menos es para muchos el carácter de aquella lucha. Para nosotros no. Los vascos luchaban por su libertad y por Dios. Hablando hace días con el Sr. Azaña de esto, nos dijo, que cada vez que andaba más en aquellos estudios de la 1.a guerra civil, veía que los vascos no luchaban por el clericalismo, ni por un rey, ni por una Constitución, sino que luchaban por su libertad.

El Sr. Aguirre lee un relato de una conversación sostenida por el escritor Chaho con el general Zumalacárregui, en que éste le dio la razón en cuanto a los fines que perseguían los vascos interviniendo en la lucha.

Sigue haciendo unas consideraciones sobre la primera guerra civil, y dice: ¿Que entonces no hubo conciencia nacional? Esto es exacto; pero que nuestro pueblo se determinara por una bandera absolutista, eso no.

Lo que sucedió es que el absolutismo había prometido la libertad, y los vascos empuñaron las armas en pro de la

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defensa de unos derechos que en su tiempo eran inmemoriales. Llegamos a los tiempos contemporáneos, y aquella figura del nacionalismo que se llamó Sabino de Arana Goiri, dice a todos los vascos: "Euzkadi tiene derecho a su independencia por su raza, por su lengua, por su historia, por su propia voluntad, por su plena conveniencia". Comienzan las pequeñas nacionalidades a exigir el reconocimiento de sus derechos, y algunas, como Polonia, son partidas en pedazos; otras, como Irlanda, ahogadas en sangre; dominadas otras, como Checoslovaquia; pero siguen el camino de la redención. Su alma nacional las empuja a la conquista de lo que es suyo. Llega la guerra europea, y Wilson redacta unos puntos y surgen Polonia y Checoslovaquia y las demás pequeñas naciones. Las reunió la Sociedad de Naciones y se celebra un tratado de minorías nacionales con Polonia, en el que se dice que a ciertos pueblos se le respeten sus características étnicas, religiosas, culturales, etc. Estos principios son aprobados por las grandes potencias, como también Polonia respeta a la minoría judía que vive en su suelo, y Albania a los turcos, y Turquía a los cristianos. Ante estos nuevos problemas, nosotros nos presentamos ante el pueblo y decimos: ¿Que es menester nacionalizar el derecho? Muy bien; en este caso Euzkadi está en disposición de sacar sobresaliente, porque es una nacionalidad. En el siglo pasado se decía que el hombre era libre. Hoy estos hombres se han unido y dicen al soberano: "Nosotros, que somos un conjunto de voluntades, exigimos este respeto, este derecho, esto que es nuestro. Tal es la teoría democrática". Antes, aquellos filósofos decían al soberano: "El Estado sois vos y daréis a estos hombres lo que queráis". Hoy sucede igual, y dicen los pueblos: "Ah, ¿no se nos quiere dar lo que queremos por parte del Estado que es algo artificial, sin potencia para cambiar el alma del pueblo, sin poder para hacer que el vasco deje de ser vasco?".

Y así como aquellos ciudadanos hicieron rodar las testas reales, así estos pueblos harán inclinarse a los Estados ante su derecho y su libertad.

Todo lo que no se funda en valores naturales es artificial. Por ello es falsa la sociedad actual y tiene que reformarse. Pues así como toda sociedad ha de desaparecer cuando desaparezca la familia, así todo Estado ha de fallar cuando no se asiente en facultades naturales. Arana Goiri estudió la Historia, miró al presente, y dijo: "¿Ves como todo va desapareciendo?". Es pues necesario un resurgimiento, no sólo material, sino espiritual. Respetar toda la espiritualidad del pueblo, todo lo que constituya el alma de la raza, porque Euzkadi lo precisa por su historia, por su voluntad, por su propia conveniencia. (Grandes aplausos). Hace una transición el orador y continúa:

En La Voz de Guipúzcoa ha publicado una carta el señor Castro, a quien salvando todos los respetos, he de hacer constar que no sólo he tenido con él amistad, sino que siempre, cuando estuvo al frente del Gobierno Civil de Vizcaya, me trató con gran corrección; y al leerla ha sido grande mi extrañeza al ver que sale ahora con estos puntos: 1.0, se han declarado ahora independentistas los nacionalistas. Noticia fresca. (Risas) 2.°, el nacionalismo es discutible desde el punto de vista filosófico y hasta del histórico. "Yo le digo que organicen, si pueden, otra Semana Cultural, como la que hemos organizado". 3.°, no se conforman los nacionalistas con el Estatuto sino que van a seguir más adelante. Respecto al primer punto, bástele al señor Castro con haber leído el programa de Sabino Arana. Nosotros somos nacionalistas, y si el pueblo lo quiere, seremos más. (Gran ovación).

Viendo que el pueblo estaba corrompiendo su alma con el contagio extraño, hemos dicho: "Si venís a honrar lo que es nuestro, bienvenidos seáis; pero si por el contrario (entusiastas gritos y aplausos impiden oír las palabras pronunciadas a continuación por el orador) a aquellos les decimos que en el nacionalismo encontrarán amor y no odio, exaltación de un pueblo, no hostilidad, espíritu y no grosero materialismo. Vosotros, republicanos y socialistas, diréis que sois vascos; pero, ¿dónde están las páginas euskéricas de La Voz de Guipúzcoa, dónde los certámenes patrióticos, ese artículo sobre historia vasca, dónde un adarme de cariño que salga de vuestra prensa? ¿No estáis viendo que hemos tenido que monopolizar lo que dejasteis en el arroyo y que si en vuestras manos tuvierais Euzkadi no nos iban a distinguir de Cáceres? (Aplausos). ¿No estáis viendo, y gracias a Dios, que cada día- se separan más los dos pueblos? Nosotros somos los que queremos seguir la trayectoria de la raza para decir al mundo: aquí está un pueblo que conserva su alma, a la que hemos vestido con las galas de un progreso y una modernidad, que cuando el mundo entero viene a nosotros, dice: "Vosotros sois Euzkadi". (Ovación).

Republicanos, no los que son vascos, sino los que vienen de otra parte, ¿qué sangre corre por vuestras venas? Porque nosotros, los vascos, cuando vamos a otros países, nunca hemos ido a conquistar y dominar, sino a libertar. Ahí tenéis la figura de Simón Bolívar. Por eso siempre en países extraños nuestro nombre es alabado. Hay también hermanos nuestros que discrepan de nuestra conducta. Me refiero a los señores Uría y Unzueta, que dignamente se han retirado del organismo regional, dando un ejemplo que debía haber sido seguido por aquellos vascos que ven que gentes extrañas están pisoteando el alma de nuestro pueblo.

El señor Castro se extraña de que el Estatuto sea un medio. Pues bien; cuando en el Congreso abrimos la boca dijimos: Nosotros queremos el Estatuto como algo que nos pertenece. Después viene la libertad en nuestro pleno dere-cho. Yo en las Cortes dije entonces a los socialistas: "Vosotros tenéis un ideario que no refleja la Constitución española; pero un ideario al que dentro de esa Constitución se advierte un cauce. ¿Vais vosotros a renunciar a él?". No, me contestaron. Por lo mismo, nosotros vemos que en la Constitución se nos abría un cauce y por él vamos.

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Situación del Partido Nacionalista Vasco ante el problema del Estatuto: clara, clarísima. Nosotros vamos a la Independencia. Más claro, agua. Vosotros, hombres de izquierdas, republicanos y socialistas, allá con vuestra responsabilidad. Nosotros damos todos nuestro esfuerzo. En nosotros no está, pues, que el Estatuto pueda o no venir. Tenemos una fe, y que no sólo el Estatuto sino también la libertad vendrá. Vosotros, si queréis el Estatuto, muchas gracias, pues con él labramos la libertad, sino, igual.

Conversando cierto día con el pobre Amilibia, para el que pido todos los respetos, le pregunté: ¿Cuál es su actitud ante el nacionalismo? Y él contestó: Los nacionalismos se aplastan. Vea lo que hizo Primo de Rivera. ¿Y ahora?, le inte-rrogué. Porque Primo de Rivera ha muerto, en cambio el nacionalismo está muy vivo y pujante. Bah, exclamó, los nacionalistas son fáciles de dominar. Cíteme un caso. No me contestó, y yo le dije, contra el nacionalismo nadie puede, usted mismo marchará del Gobierno Civil y continuará floreciendo el nacionalismo. No se apresure, por lo tanto el señor Castro Casa¡. El nacionalismo dará espectáculos mejores que el del domingo pasado. Es ahora cuando se dan cuenta de lo que es el nacionalismo, cuando se encuentran en la impotencia de tener un campo como el de Atocha y cuando han visto que el nacionalismo no es una biribilketa y unos juegos de espatadantza sino que es todo un pueblo.

Permitidme que termine: Señor Castro Casa¡. Si, en efecto, sentís, los que os tituláis vascos un poco de ese. cariño al país, demostradlo, porque el nacionalismo vasco, aunque muy tosco, es agradecido. Demostrad ese cariño en las calles, en la Historia, en los cantos, en las danzas, en todo. Vosotros, si queréis, demostrad el cariño. Libre tenéis el camino. Aunque penséis de distinta manera, si sois hombres de izquierdas, demostradlo, dadnos a conocer el momento en que las izquierdas vascas demuestran que tienen afecto al País. Y a los que no son vascos, decimos: Que si vienen con ánimo sincero, bienvenidos sean; pero si no es así, más vale que con Indalecio Prieto marchéis hacia abajo, coma tuvieron que marchar hace siglos ante el empuje de nuestros antepasados, más' valientes. España para los españoles y Euzkadi para los vascos.