Documento PDF(8MB)

156
MONOGRAFÍAS CEPAR 1 El conjunto prehistórico y de arte rupestre de El Milano. Mula, Murcia Miguel San Nicolás del Toro (ed.)

Transcript of Documento PDF(8MB)

Page 1: Documento PDF(8MB)

MONOGRAFÍAS CEPAR 1

El conjunto prehistórico y de arte rupestre de

El Milano.Mula, Murcia

Miguel San Nicolás del Toro (ed.)

Page 2: Documento PDF(8MB)

El conjunto prehistórico y de arte rupestre de El Milano (Mula, Murcia) está formado por una sepultura de inhumación múltiple del Neolítico final y de carácter megalítico, adosada a un abrigo rocoso de escasas dimensiones. En un momento campaniforme se adosa una nueva sepultura de incineración.

A pocos metros, un abrigo de grandes dimensiones aloja en su interior numerosas motivos esquemáticos pintados en rojo. En una hornacina exterior del mismo abrigo, encontramos una cuidada composición de estilo levantino con figuras humanas y de animales.

Se presenta la memoria de las excavaciones realizadas en 1986 y el estudio de las pinturas, todo ello gracias a un equipo interdisciplinar que trabajó tanto en el campo como en el laboratorio.

Los trabajos fueron financiados por la Dirección General de Cultura con el apoyo del Ayuntamiento de Mula y la Universidad de Murcia.

Page 3: Documento PDF(8MB)

El conjunto prehistórico y de arte rupestre de

El Milano.Mula, Murcia

Noviembre de 1989

Page 4: Documento PDF(8MB)

Monografías CEPAR 1CENTRO DE ESTUDIOSDE PREHISTORIA Y ARTE RUPESTRE

El conjunto prehistórico y de arte rupestre deEl Milano. Mula, Murcia

Edición y coordinaciónMiguel San Nicolás del Toro

AutoresMarina Aboal SanjurjoAnna Alonso TejadaAntonia Asencio MartínezEnrique Fernández AlcázarJuan González CastañoMaría Dolores Jara AndújarPilar López GarcíaBelén Martín IbáñezConsuelo Martínez SánchezConcepción Obón de CastroJosé María Pastor GonzálvezJosé Luis Pérez-CuadradoDiego Rivera NúñezMiguel San Nicolás del ToroMichael J. Walker

© Copyright de los textos y las imágenes, sus autores.© Copyright de esta edición:Comunidad Autónoma de la Región de MurciaConsejería de Educación y CulturaDirección General de Bellas Artes y Bienes CulturalesCentro de Estudios de Prehistoria y Arte Rupestre

EditaDirección General de Bellas Artes y Bienes CulturalesServicio de Museos y ExposicionesPlaza Fontes, 2. Palacio de los Pacheco30001 MurciaTel. 968 279 727Fax 968 279 739

Diseño gráficoPablo Portillo

Primera edición: diciembre 2009ISBN: 978-84-7564-526-1Depósito Legal: MU-2146-2009

Reservados todos los derechos. Queda prohibido reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información y transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación…) sin el permiso previo de los titulares de la propiedad intelectual.

Impreso en España /Printed in SpainMurcia, 2009

Page 5: Documento PDF(8MB)
Page 6: Documento PDF(8MB)
Page 7: Documento PDF(8MB)

Presentación

Cuando se nos propuso la publicación de la monograf ía del resultado de las excavaciones y estu-dios de arte rupestre de El Milano, parecía adecuado priorizar la difusión de este trabajo.

De una parte, la larga permanencia en los archivos de este manuscrito parecía incompresible ante el aval de las firmas plasmadas en el mismo. El recientemente creado Centro de Estudios de Prehistoria y Arte Rupestre que depende de esta Dirección General parecía el marco adecuado para la publicación. Por último, la prioridad que supone para esta Dirección promover los estu-dios y la puesta en valor de los sitios de arte rupestre, más de diez años ya inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, suponía un reto al que debíamos hacer frente con rapidez.

El Milano se encuentra hoy debidamente protegido y abierto a visitas a través de los trabajos de información del lugar llevados a cabo por el Ayuntamiento de Mula, quién además se encuentra elaborando un ambicioso plan de puesta en valor de sitio en el contexto del paisaje.

Enrique Ujaldón BenítezDirector General de Bellas Artes y Bienes Culturales

Page 8: Documento PDF(8MB)

6 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

IntroducciónIntroducción 11Miguel San Nicolás del Toro

Descubrimiento 15Miguel San Nicolás del Toro

Descripción y acceso al yacimiento 16Miguel San Nicolás del Toro

Metodología de la excavación 20Miguel San Nicolás del Toro

Geología del conjunto 28José Luis Pérez-Cuadrado

El sepulcro 29Miguel San Nicolás del Toro

Morfoscopia de los sedimentos 30José Luis Pérez-Cuadrado

Inventario del material arqueológicoCerámica 35Miguel San Nicolás del Toro

Material lítico 36Consuelo Martínez Sánchez y Miguel San Nicolás del Toro

Industria ósea 41Mª Dolores Jara Andújar Objetos de adorno 43

Inventario de restos óseos humanos 46Michael J. Walker

Informe preliminar sobre los restos humanos 60Michael J. Walker Presentación de los datos 60 Número mínimo y sexo de los individuos 60 La disposición y el tratamiento post-mortem de los restos humanos 62

Análisis de las piezas dentarias 64Enrique Fernández Alcázar y José María Pastor Gonzálvez Resultados 64

Estudio de los materialesIndustria lítica 69Miguel San Nicolás del Toro

Cuentas de collar 72Belén Martín Ibáñez y Miguel San Nicolás del Toro

Índice

Page 9: Documento PDF(8MB)

Ecología en la zona de MulaEcología en la zona de Mula durante el siglo XVI 77Juan González Castaño

PaleoetnobotánicaPaleoetnobotánica 83Diego Rivera Núñez y Concepción Obón de Castro La vegetación actual del yacimiento y su entorno 83 Estudio de los materiales vegetales arqueológicos 84 Relación de muestras recogidas por flotación 84 Los restos vegetales 85 Estudio tafonómico 85 Relación de restos vegetales - Nivel I 86 Relación de restos vegetales - Nivel II 87 Distribución relatlva de restos vegetales 88 Morfología de los restos 89 Dimensiones de las semillas (mm) 90 Discusión de los resultados 90

PalinologíaPalinología 99Pilar López García

Arte rupestreArte rupestre 103Anna Alonso Tejada Descripción de las figuras 104 Apreciaciones técnicas y cromáticas 120 Color 123 Análisis tipológico y temático 124 Representaciones zoomorfas 127 Comentario 128

Flora algal del Abrigo I 133Marina Aboal Sanjurjo y Antonia Asencio Martínez

Discusión 137

Bibliograf ía general 145

Índice | 7

Page 10: Documento PDF(8MB)
Page 11: Documento PDF(8MB)

Introducción

Page 12: Documento PDF(8MB)
Page 13: Documento PDF(8MB)

Introducción | 11

Introducción

Miguel San Nicolás del Toro

La presente publicación tiene por objeto presentar los resultados científi-cos obtenidos en la excavación y estudio de las pinturas llevados a cabo en 1986 tal y como entonces fueron redactados para el conocimiento público1.

Cuando el Director General de Bellas Artes y Bienes Culturales, D. Enrique Ujaldón respaldó la presente publicación, como editor de la misma me platee la revisión de los trabajos para su actualización por los distintos especialistas que formaban el equipo de trabajo. Finalmente, decidí secundar la publica-ción de la memoria tal y como se presentó, ya que proceder a la revisión general de la misma suponía otro lapso más de larga espera. Entiendo que la publicación de los trabajos mantiene vigente su actualidad, aunque las conclusiones hay que situarlas en el momento en el cual fueron redactadas, y conf ío en la generosa comprensión del lector al leer esta obra.

En estas dos décadas el conocimiento de la prehistoria murciana se ha enriquecido notablemente tanto por el aumento de descubrimientos como por los estudios realizados. Todo ello no ha hecho sino afirmar la necesidad de dar a conocer los estudios llevados a cabo en este excepcional conjunto, que tuvimos la oportunidad de excavar en colaboración de investigadores de alto nivel profesional y no menor personal. A ellos se sumaron otros profesionales, que se incorporaron en fases posteriores a la excavación, con el resultado final de constituir un ejemplar equipo interdisciplinar. Por ello, me satisface ver por fin publicados los resultados de las investigaciones arqueológicas en el yacimiento de El Milano que tuve el honor de dirigir, y que esperamos contribuya al conocimiento de la prehistoria regional.

Desde la excavación hasta el presente se han sucedido diversas publicacio-nes que de forma más o menos específica han dado a conocer el yacimiento, tanto a nivel de la investigación como de la sociedad en general. Basta hacer una búsqueda en Internet para darse cuenta de la entidad de este conjunto.

El arte rupestre de El Milano se dio a conocer en 19862, con posterioridad se ha recogido en varias publicaciones que abordan a modo de avances partes

1 Los trabajos que aquí se publican han permanecido inéditos durante veinte años debido a causas ajenas a los investigadores. La excavación del abrigo del El Milano y el estudio de las pinturas se llevó a cabo en 1986.

2 Alonso, A., San Nicolás del Toro, M.; López, J. D. (1986-1987): “Avance al estudio del Conjunto con Pinturas Rupestres del Milano (Mula, Murcia)”. Bajo Aragón, Prehistoria. Págs. 341-346.Alonso, A. (1986): Abrigo de El Milano (Mula). Colección BIC. Consejería de Cultura. Murcia.

Page 14: Documento PDF(8MB)

12 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

del estudio general, siendo la última publicación de 19993. Desde 1986 se han ido presentando varias publicaciones parciales del contenido de esta obra.

Gracias a la colaboración entre el Gobierno Regional de Murcia y la empresa Carl Zeiss, de la antigua República Democrática Alemana, cris-talizó, un trabajo pionero para su época, la documentación fotogramétrica de objeto cercano, para algunas de las paredes pintadas del abrigo; siendo la primera vez que se realizaba esta labor para abrigos de arte rupestre postpa-leolítico en la Península Ibérica. De esta forma, se siguieron los métodos de intervención utilizados para el arte paleolítico de Altamira. Los resultados de este ensayo, fueron publicados por nosotros en 19874. Los pares estereoscó-picos en el campo fueron obtenidos con la cámara analógica UMK 10/1318 F manejada por los propios operarios de la Carl Zeiss de Jena, obteniéndose levantamientos a escala 1:1 con equidistancia entre curvas de tan solo 2 mm.

Así mismo, el paso del tiempo y la presencia de visitantes han ocasionado alteraciones diversas tanto en el cerramiento del abrigo como en las propias pinturas. Estas agresiones han sido aminoradas en buena parte gracias a proyectos de intervención financiados por la Dirección General de Cultura. Así, se han realizado reparaciones en el cierre, se han limpiado las pinturas levantinas y se ha restaurado el sepulcro tras su destrucción casi total, acae-cida al poco tiempo de los descubrimientos.

En 2006 la hornacina de arte levantino en que se muestran las pinturas, fue impregnada con un material líquido que impedía la visión de las mismas. El encargo de los trabajos de limpieza le fue encomendado al equipo de Eudald Guillamet y el objetivo de la intervención fue eliminar la película que recubría aquellas. La sustancia pertenecería probablemente al grupo de las ceras o barnices y podría haber sido aplicada en spray. En un primer momento, el panel debió tomar un aspecto brillante y vívido pero, con la acción de los rayos UV, se produjo lo que se llama en restauración el efecto

3 López García, P. (1991): “Estudios palinológicos”, en Pilar López El cambio cultural del IV al II milenios a.C. en la Comarca Noroeste de Murcia. C.S.I.C. Págs. 226-228.Rivera, D. y Obón de Castro, (1991): “Macrorrestos vegetales en los yacimientos de la Comarca Noroeste en los inicios de la Edad de los Metales. Abrigo del Milano (Mula)”, en Pilar López El cambio cultural del IV al II milenios a.C. en la Comarca Noroeste de Murcia. C.S.I.C. Págs. 243-244.Mateo Saura, M.A. (1999): Arte rupestre en Murcia. Noroeste y Tierras Altas de Lorca. Ed. KR. Murcia: 171-173.

4 San Nicolás del Toro, M. (1989): “Trabajos fotogramétricos de arte rupestre en Murcia”. Boletín de la Asociación Española de Arte Rupestre, 2. Barcelona. San Nicolás del Toro, Miguel (1995): “Aspectos para la documentación gráfica del arte rupestre”. Verdolay: Revista del Museo Arqueológico de Murcia, Nº. 7, 1995 (Ejemplar dedicado a: Homenaje a la Dra. Dª Ana María Muñoz Amilibia). Págs. 133-143.Walker, M. J., (1990): “El Abrigo 2 de El Milano (Mula, Murcia): Nuevas aportaciones antropológicas sobre el proceso funerario en el Neolítico”. En: E. Rebato, R. Calderón (eds), Actas/Proceedings VI Congreso Español de Antropología Biológica, Septiembre 1989. Bilbao, Universidad del País Vasco, pág. 461-473.Walker, M. J., San Nicolás, M., (1995): “Disposal of the dead and dispersal of the living in pre-Argaric S.E. Spain. Abrigo 2 de El Milano and a revision of the dynamics of cultural change: 'Little Big Men' and No Growth in population?" En: W. H. Waldren, J. Enseñat, R. C. Kennard (eds), Ritual, Rites and Religion in Prehistory. IIIrd Deya International Conference of Prehistory. Volume II. Deià Archaeological Museum and Research Centre, Deià, Mallorca, September 25th-30th 1993. Oxford, Tempvs Reparatvm, "British Archaeological Reports BAR International Series No. 611(ii)", pág. 110-169.

Page 15: Documento PDF(8MB)

Introducción | 13

de “pasmado”, creando una película completamente opaca que ocultaba por completo las representaciones rupestres. Posiblemente esta sustancia absorbió el polvo ambiental mientras permaneció fresca. Para su necesaria eliminación se utilizaron disolventes orgánicos por la solubilidad de las ceras y cera-resinas. Se eliminaron los restos con lavados a pincel y agua de bajo contenido en sales. El resultado ha sido la recuperación para el futuro de este excepcional panel.

La última intervención de campo tuvo lugar en 2008, bajo la dirección de Virginia Page. Consistió en la reconstrucción del sepulcro que, poco tiempo después de las excavaciones, había sufrido una brutal destrucción de los elementos pétreos por clandestinos que buscaban debajo de las mismas. Los trabajos se han apoyado en la topograf ía y las fotograf ías de la excavación, para volver a reubicar las distintas piedras que habían rodado ladera abajo. La consolidación del anillo perimetral se hizo con varillas de acero ancladas con resinas.

La singularidad del sepulcro megalítico se ha mantenido en estos años, ya que no se han documentado elementos semejantes en el panorama regional. Los materiales junto a la fecha obtenida por radiocarbono de 5220±280 BP (I-14.655) (ca. 5950 cal BP) han sido recientemente tratados en el contexto regional5.

La inmensa mayoría de las estaciones de pintura rupestre aparecen, de acuerdo con la norma general, desvinculadas de restos arqueológicos, fune-rarios o constructivos que permitan proponer una aproximación más pre-cisa de su cronología. Por ello tanto El Milano como los Abrigos del Pozo en Calasparra, al contener elementos de arte rupestre junto a depósitos arqueo-lógicos son excepcionales en el panorama peninsular. Y más excepcional si cabe, es que tengan además la dualidad en sus paredes de arte rupestre levantino y esquemático, como el caso de El Milano, lo que supone sin duda un enorme reto a la investigación6.

Deseamos hacer constar nuestro agradecimiento a la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales el interés mostrado por facilitar la publi-cación de esta memoria de excavación, con lo que se cierra así el proceso natural de intervención sobre un bien patrimonial: conocer, investigar y transmitir.

5 Martínez Sánchez, C. y San Nicolás del Toro, M. (2003): “El Neolítico en Murcia. Continuidad y cambio durante el Calcolítico”. Estudios de Arqueología dedicados a la profesora Ana María Muñoz Amilibia. Murcia, 155-173.

6 San Nicolás del Toro, M. (2009): “El arte rupestre prehistórico en Murcia: 1998-2008”, en J.A. López, R. Martínez y C. Matamoros (Eds.) El arte rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica. 10 Años en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Actas del IV Congreso. Valencia, 205-212.

Page 16: Documento PDF(8MB)
Page 17: Documento PDF(8MB)

Introducción | 15

Descubrimiento

Miguel San Nicolás del Toro

El descubrimiento de las pinturas de El Milano y con ellas también el sepulcro, se produjo como resultado de la prospección de los miembros del denominado Colectivo de Arqueología (integrado en la Casa de la Cultura de Bullas), quienes realizan una interesante labor de custodia de su patri-monio arqueológico, comunicando puntualmente a la Dirección General de Cultura cualquier información sobre descubrimientos o remociones incontroladas que afectan negativamente a la conservación arqueológica7.

A primeros de junio de 1985 el mencionado grupo distinguía tonalidades rojizas en un abrigo rocoso profundo, en el paraje de El Milano a sólo 4 km de Bullas, ya en el término municipal de Mula. Iniciados los estudios de campo sobre las pictograf ías, fuimos nuevamente avisados de que en las proximidades del abrigo, personas desconocidas habían iniciado la excava-ción del sepulcro, con el abandono en el lugar mismo de la excavación de algunos huesos humanos y un hacha pulida.

Así pues, emprendimos la excavación de urgencia del área sepulcral durante los meses de julio-agosto del mencionado año dentro del programa de actuaciones de la Dirección General de Cultura. Para ello se formó un equipo de excavación integrado por los arqueólogos Pedro Álvarez Azorín, Mª Dolores Jara Andújar, José Domingo López Martínez, Consuelo Martí-nez Sánchez e Inmaculada Ruiz Parra.

Los estudios posteriores a los trabajos de campo, elaborados de manera interdisciplinar, se agrupan en dos bloques: sepulcro y Arte rupestre.

7 Igualmente colaboraron en las tareas de campo. Por todo ello nuestra gratitud a Santiago Fernández Jiménez, Damián Guirado Escámez, Juan J. López Valera y Alfonso Mesa.

Page 18: Documento PDF(8MB)

16 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Descripción y acceso al yacimiento

Miguel San Nicolás del Toro

Hemos definido como “Conjunto Prehistórico de El Milano” a los dos abrigos que contienen vestigios arqueológicos. El Abrigo I es el de mayores dimensiones y llega a ser casi una oquedad, con un suelo rocoso sin sedi-mento y que acoge en sus paredes y techo numerosas pictograf ías. A unos pocos metros, barranco arriba y contiguo al anterior, tenemos el Abrigo II de menores dimensiones, con restos de pigmentos y el sepulcro que se estudia a continuación.

Se llega al mismo, bien desde Bullas, o por el Niño de Mula. Están comuni-cadas ambas poblaciones también por una carretera interior que conduce al paraje Belamonte-Canticharia, donde una nueva desviación por camino de tierra nos lleva al pie del abrigo, aguas arriba y margen derecha del arroyo de El Milano que confluye con el río Mula.

La elevación caliza de El Milano constituye una pequeña alineación de cerros que se erigen sobre las margas de la gran cuenca miocénica del río Mula, con avanzados procesos de abarrancamiento y ablación.

La zona responde al agroclima mediterráneo templado seco.

Figura 1. Vista aérea oblicua del conjunto prehistórico, que queda enmarcado por el cerramiento metálico.

Page 19: Documento PDF(8MB)

Introducción | 17

Figuras 2, 3 y 4. Plano de situación de los abrigos de El Milano.

Page 20: Documento PDF(8MB)

18 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 5. Plano de situación de El Milano, expresado en coordenadas UTM.

Figura 6. Levantamiento fotogramétrico de El Milano a escala 1/250 y equidistancia de curvas de nivel de 25 cm. Proyección UTM.

Page 21: Documento PDF(8MB)

Introducción | 19

Page 22: Documento PDF(8MB)

20 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Metodología de la excavación

Miguel San Nicolás del Toro

La especial configuración rocosa del abrigo y la presencia de bloques de la cámara nos hizo plantearnos, en un principio, la posibilidad de que se tra-tase de una covacha sepulcral eneolítica con el acceso obstruido, de similar morfología a las halladas en la Comarca Noroeste. En efecto, el estudio de varias decenas de covachas sepulcrales revela la colmatación intencionada de la boca mediante piedras de grueso tamaño y tierra, que consigue así una ocultación visual en el paisaje. Por fortuna los daños al depósito parecían escasos, por lo que se puso el máximo de atención en asegurar los medios necesarios para una correcta excavación.

Se buscaba definir con precisión la naturaleza del hallazgo, por lo que los trabajos consistieron tanto en la precisa localización estratigráfica y espacial de los hallazgos, como en la toma de muestras para los análisis paleontoló-gicos, paleobotánicos (palinológicos y de macrorestos), sedimentológicos y cronológicos. Al propio tiempo se efectuaron estudios geológicos, geo-gráficos y geomorfológicos para contextualizar el yacimiento. El desarrollo paralelo de esas líneas de investigación ha permitido el contraste de las conclusiones que han ganado así solidez.

Como primer paso en la excavación, procedimos a la división del espacio abierto en unidades de excavación de 1 m de lado, subdivididas en 9 sectores numerados de Este a Oeste y de Norte a Sur.

Para cubrir la superficie de trabajo se han definido 31 cuadros que queda-ron f ísicamente bajo una estructura metálica, que soportaban el peso de los miembros del equipo y del material, desmontables en unidades igualmente de 1 m.

En plan general imetría hemos partido de un levantamiento fotogramétrico aéreo a escala 1:250 enlazado a la Red Geodésica Nacional, con un punto “0” indicado f ísicamente en el suelo con yeso y definido por las siguientes coordenadas: X= 622.376,28; Y= 4.210.678,51; Z= 537,65 m. La malla de la retícula se colocó a una altura mayor de 37 cm respecto de “0”, lo que da un nivel absoluto de 538,02 m.

De esta forma, tanto las cuadrículas como los elementos materiales y cualquier otra medida que hemos necesitado, van referidas a X, Y y Z con dos cifras decimales (precisión de centímetros) en coordenadas U.T.M.8

8 Con posterioridad a los primeros trabajos topográficos, se ha digitalizado la información en planta y alzados, lo que nos ha permitido almacenar todos los datos planimétricos así como los materiales arqueológicos. Nuestro agradecimiento al Servicio Regional de Cartograf ía de la Dirección General de Política Territorial.

Page 23: Documento PDF(8MB)

Introducción | 21

Figura 7. Planta del Abrigo II antes de iniciarse las excavaciones con indicación del punto “A”. En línea a trazos la zona expoliada.

Figura 7 bis. Localización de los perfiles 1 y 2 del Abrigo II.

Page 24: Documento PDF(8MB)

22 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 11 bis. Perfil 2, con indicación de la línea de silueta del Abrigo.

Figura 11. Perfil 1. En trama de puntos el interior de la cámara sepulcral y en línea discontinua el nivel superior del depósito arqueológico.

Page 25: Documento PDF(8MB)

Introducción | 23

Figura 8. Planta de distribución de materiales del interior de la cámara sepulcral del Abrigo II.

7M

7L

8M

8L

1 2 3

4 5 6

7 8 9

● Cuentas de collar■ Sílex▲ Hueso trabajado✳ Cerámica♦ Molusco

La práctica que habíamos adquirido en anteriores excavaciones prehis-tóricas en cuanto a la bondad de la recuperación del sedimento extraído aconsejo que éste se sometiera a flotación mediante un equipo mixto de aire y agua que diseñado por nosotros para esta excavación, ha permitido recuperar, entre otros, los macrorrestos vegetales para los estudios de paleo-carpología.

Page 26: Documento PDF(8MB)

24 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 9. Detalle de un sector de la excavación del sepulcro (cuadro 8L). A la izquierda se aprecia el empedrado que cubría el nivel de enterramientos neolíticos.

Figura 10. Detalle de la incineración recogida en una zona junto a la pared rocosa del Abrigo.

Page 27: Documento PDF(8MB)

Introducción | 25

Figuras 13 y 14. Fases de excavación del enterramiento de calcinación total (cuadros 8L y 8M).

Page 28: Documento PDF(8MB)

26 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 12. Planta del Abrigo II, tras finalizar la excavación del mismo.

Page 29: Documento PDF(8MB)

Introducción | 27

Page 30: Documento PDF(8MB)

28 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Geología del conjunto

José Luis Pérez-Cuadrado

El escarpe donde se sitúan los abrigos se halla localizado en un afloramiento subbético de calizas masivas (biomicritas) del Eoceno medio. Estas, que se encuentran en discordancia con los terrenos circundantes, pertenecen a la llamada Unidad de Mula. Si bien la estratificación es muy poco manifiesta, en una zona próxima al escalpe se ha medido una dirección aproximada N20°W y buzamiento 20ºE.

El Abrigo I, que se encuentra en la base del talud y es de una profundidad considerable, tiene las paredes recubiertas, en su mayor parte, por costras carbonatadas de precipitación química relacionadas con diversos conduc-tos kársticos de pequeño tamaño que se aprecian en el techo y paredes del mismo. El suelo se inclina levemente hacia el exterior y sobre él no se halla ningún tipo de depósito sedimentario. Todo el material erosionado ha sido evacuado y transportado. Incluso en algunas zonas está tapizado por una delgada costra carbonatada.

Observando el abrigo desde un punto de vista más lejano, se distinguen varias superficies que claramente han condicionado su morfología y for-mación. La cavidad se encuentra limitada lateralmente por dos fracturas paralelas entre sí, desarrollándose a favor de un determinado estrato de manera preferencial.

A partir de estas observaciones, cabe pensar que los principales mecanis-mos genéticos que han actuado en la formación del abrigo son la disolución química de la roca caliza a través de pequeños conductos kársticos y la gelivación diferencial, favorecidas por algunas estructuras previas que han determinado su evolución y morfología.

El otro abrigo, donde se ubica el sepulcro, consiste en una ligera concavi-dad de la roca de planta semicircular cuya pared aumenta en altura hacia el centro y se halla ligeramente extra-plomada. A diferencia del anterior, no se observan recubrimientos calcáreos sobre sus paredes, así como son prácticamente inexistentes los conductos kársticos y las fracturas en la roca. Una parte del suelo se halla cubierto por finos depósitos sedimentarios y otra por grandes bloques desprendidos de la pared que se fracturaron al caer, mientras que en otras zonas se encuentra la roca desnuda. Su génesis se debe probablemente a la actuación de procesos de macro y microgelivación de manera puntual.

Dados los procesos genéticos que se invocan para la formación de estos abri-gos, ha de pensarse que su desarrollo tuvo lugar en épocas más frías y algo más húmedas a las actuales, durante los últimos períodos glaciares cuaternarios.

Page 31: Documento PDF(8MB)

Introducción | 29

El sepulcro

Miguel San Nicolás del Toro

El sepulcro se encuentra en el Abrigo II, poco profundo y casi en pared ver-tical, que sólo a un metro del suelo forma oquedad, con un extraplomo que no supera los 80 cm. El espacio funerario, de planta ligeramente semicircular, completa el resto del circulo mediante una alineación de piedras de mediano tamaño que descansan sobre el suelo del abrigo. El exterior contiene piedras de pequeño tamaño que arropa la cámara. Las dimensiones interiores de la cámara son de 90 cm. de profundidad por 1,40 m de longitud.

El interior fue preparado con un lecho de pequeñas lajas de caliza a modo de enlosado, roto únicamente en la zona central por el expolio, que descan-san sobre un sedimento estéril arqueológicamente (estrato III).

En este espacio así definido se depositaron los inhumados (estrato II), que en número no menor de seis fueron colocados, al menos los últimos, en posición anatómica, con los cráneos hacia el interior ligeramente elevados. Destacamos que algunos de los huesos y en especial aquéllos que presenta-ban una mayor masa muscular en el inicio de la calcinación, sufrieron una especial incidencia del fuego en las apófisis.

La continuación del rito funerario proseguiría al cubrir la cámara con un encarchado pétreo, en el que se mezclan pequeñas y grandes piedras que provocan la fractura de los huesos, para terminar finalmente con un ligero estrato de tierra que no llega a sobrepasar la altura de las piedras que forman el círculo funerario (estrato I). En total, la potencia del depósito es de unos cuarenta centímetros por término medio.

En un momento posterior y con un evidente respeto a los enterramientos ya existentes, se amplia la cámara funeraria junto a la pared rocosa del lado Sur, para depositar un nuevo enterramiento individual totalmente calcinado y cubierto únicamente por un delgado estrato de tierra.

También formando parte del depósito contenido en la cámara sepulcral, se ha advertido la presencia de huesos de animales junto a los humanos. Se trata de un fémur de conejo (7M, 9) y fragmentos de un metapodio de ovicáprido (8L, esqueleto)9.

9 Identificación realizada amablemente por el Dr. A. Morales del Dpto. de Zoología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Page 32: Documento PDF(8MB)

30 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Morfoscopia de los sedimentos

José Luis Pérez-Cuadrado

Uno de los aspectos a tratar, al caracterizar el depósito arqueológico del Abrigo II donde se instala el sepulcro, es la identificación del sedimento. Esto es, definir las características morfológicas de los elementos constituyentes, así como la propia naturaleza de todo el depósito cuaternario, tanto del exterior como del interior de la cámara sepulcral.

Básicamente se distinguen dos niveles: el primero que sirve de base al sepulcro, de formación esencialmente autóctona del abrigo, y el segundo localizado en el interior de la cámara y de formación antrópica.

Se ha analizado, a la lupa binocular, la porción del sedimento con un tamaño de grano comprendido entre 1,5 y 0,2 mm, en dos fracciones dife-rentes: 1,5-0,75 mm y 0,75-0,2 mm.

Muestra I (Estrato II, Cuadro 8L, sector 3, cota 537,45 m)La muestra está recogida en el interior de la zona más antigua del sepulcro,

en contacto con los enterramientos, fechados por C-14.Color: seco 10YR 3/4, húmedo 5YR 3/44.Aparecen los mismos tipos de elementos que en la muestra I, sin embargo,

su abundancia relativa varía notablemente.En este caso, casi todos los granos corresponden a concreciones de arcilla

cementada por carbonato cálcico, de morfología irregular en general, y de color oscuro. Con frecuencia contienen un núcleo blanco carbonatado muy corroído.

Los fragmentos calizos son muy escasos y de color blanco. En la fracción comprendida entre 0,75 y 0,20 mm su abundancia es algo mayor, y casi siem-pre están totalmente alterados. El cuarzo se encuentra en menor proporción.

Conviene señalar que, tanto en esta muestra como en la del estrato III, no aparecen elementos tales como sílex, carbón o restos óseos.

Este sedimento es de origen antrópico y resulta del relleno de la cámara sepulcral, comprendida entre las losas que sirven de base a los inhumados con sus ajuares y el siguiente estrato I, que es el sellado de la cámara mediante un encachado pétreo al que le sigue un proceso natural de sedimentación que llega desde la última práctica funeraria hasta nuestros días.

Muestra II (Estrato III, cuadro 7L, tomada bajo el espacio funerario).Color: seco 7,5YR 4/4; húmedo 5YR 3/4.La mayor parte de los granos que se observan son de naturaleza caliza, y

en algunos casos aparecen bastante alterados.

Page 33: Documento PDF(8MB)

Introducción | 31

Figura 15. Mapa geológico (abrigos de “El Milano”), coordenadas geográficas. Cuaternario indiferenciado

Terciario

margas y areniscas

margas y margocalizas

calizas arenosas

caliza nummulítica

Cretácico margocalizas y margas

Jurásico calizas con sílex y calizas nodulosas

Triásicomargas yesíferas

dolomías

Page 34: Documento PDF(8MB)

32 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Se encuentran algunos granos de cuarzo, de dos de las formas ya descritas por Cailleux y Tricart (1963):

- Non usés (sin desgaste): de brillo vítreo, con las aristas vivas, hábito fre-cuentemente prismático, etc. Son productos de la desagregación directa de la roca original.

- Ronds mats (redondeados mates): sin brillo, de forma redondeada, con numerosos impactos en su superficie, etc. Se interpretan como elementos transportados por el viento.

En ocasiones, los granos presentan características intermedias entre ambos tipos.

Hay también, en pequeña proporción, concreciones de arcilla.El sedimento, en conjunto, procede de la erosión f ísica y química de las

paredes del abrigo, a excepción del cuarzo que ha de considerarse como elemento alóctono.

Page 35: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico

Page 36: Documento PDF(8MB)
Page 37: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 35

Cerámica

Miguel San Nicolás del Toro

N° 7. Fragmento de cerámica a torno.Dimensiones longitud 29 mm, anchura 18 mm, grosor 4 mm.Cuadro 6K, sector 6. Superficial.

N° 25. Fragmento de cerámica a mano, pasta grisácea-negruzca y superficie marrón, desgrasante calizo fino; superficie interior alisada y exterior deco-rada con incisiones paralelas, con dos registros decorados con impresiones de matriz denticulada transversales.

Dimensiones: longitud 25 mm, anchura 20 mm, grosor 7 mm.Cuadro 8M, sector 7. X=15, Y= 2, Z = 537,63 m.10

N° 47. Fragmento de cerámica a torno.Dimensiones: longitud 32 mm, anchura 21 mm, grosor 4 mm.Cuadro 8M, sector 7. X = 20 Y = 20, Z = 537,65 m.

N° 48. Fragmento de cerámica a torno.Dimensiones: longitud 30 mm, anchura 19 mm, grosor 3 mm.Cuadro 7M, sector 7. X = 99, Y = 15 Z = 537,65 m.

10 Las coordenadas van referidas a cada uno de los cuadros correspondientes y van expresados los valores en centímetros. La magnitud Z va referida a m.s.m.m.

Page 38: Documento PDF(8MB)

36 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Material lítico

Consuelo Martínez SánchezMiguel San Nicolás del Toro

N° 1. Lasca de sílex de color gris veteado, talón facetado, sección transversal triangular, cara inferior plana, extremo distal convexo, bordes convexo-sinuoso, bulbo rebajado. Señales de uso en el borde izquierdo y extremo distal.

Dimensiones: longitud 34 mm, anchura 30 mm, grosor 11 mm.Superficie.

N° 2. Fragmento medial de lámina de sílex gris veteado y quemado, sección transversal trapezoidal, cara inferior cóncava, bordes convexos sinuosos. Señales de uso en el borde izquierdo.

Dimensiones: longitud 20 mm, anchura 17 mm, grosor 3 mm.Cuadro 8L, sector 2. X = 52, Y = 70

N° 3. Lasca de sílex gris opaco veteado, talón cortical, sección transversal poligonal, cara inferior sinuosa, extremo distal apuntado bordes convexo-sinuoso. Señales de uso en el bode derecho.

Dimensiones: longitud 26,5 mm, anchura 18 mm, grosor 3 mm.Superficial.

N° 4. Lámina de sílex de tercera extracción de marrón traslúcido, talón cortical, sección transversal trapezoidal, cara inferior cóncava, extremo distal apuntado, bordes convexos-sinuosos con restos de córtex, talón liso

Dimensiones: longitud 25 mm, anchura 11 mm, grosor 2 mm.Cuadro 7L, sector 5. Z = 537,76 m.

N° 6. Lámina de sílex marrón veteado y opaco, talón diedro, de sección transversal poligonal, de cara inferior cóncava, extremo distal recto, ejes paralelos y bordes cóncavo- sinuoso.

Dimensiones: longitud 36 mm, anchura 10 mm, grosor 4 mm.Cuadro 7L, sector. 8. X = 64, Y = 27, Z = 537,77 m.

N° 11. Resto de talla de sílex de color marrón claro opaco con restos de córtex.

Dimensiones: longitud: 11 mm, anchura 10 mm, grosor 7 mm.Cuadro 8L, sector 1. X = 1, Y = 11, Z = 537,74 m.

Page 39: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 37

N° 13. Segmento de circulo de sílex veteado de color gris, sección trape-zoidal y sección longitudinal arqueada; retoque abrupto marginal directo y continuo que afecta a todo el arco.

Descripción según Laplace:Trav prox Apd + Lat des Smd + trav dis ApdDimensiones: longitud 22 mm, anchura 6,8 mm, grosor 2 mm; Ia 3,2,

Ic 3,4.Cuadro 7M, sector, 8. X = 65, y = 28, Z = 537,61 m.

N° 15. Trapecio geométrico irregular, en sílex blanquecino, sección triangu-lar y sección longitudinal arqueada; retoque en los lados, directo continuo y abrupto (le alterna con oblicuo; en la cara inferior presenta escamaciones.

Descripción según Laplace:Trav prox Apd +–Spd + Trav dist Smd + lat dex PpiDimensiones: longitud 17,2 mm, anchura 11,6 mm, grosor 3,5; Ia 1,5,

Ic 3,3.Cuadro 7M, sector, 8 X = 56, Y = 30, Z = 537,60 m.

N° 17. Trapecio simétrico con la base pequeña retocada.Descripción según Laplace:Trav prox Apd + lat sen Apd + trav dis ApdDimensiones: longitud 18,4 mm, anchura 7,7 mm, grosor 4,1 mm; Ia 2,4,

Ic 1,9.Cuadro 7M, sector 9. X = 94, Y = 23, Z = 537,82 m.

N° 27. Segmento de circulo en sílex veteado de color marrón-rojizo con poros, sección poligonal y longitudinal ligeramente arqueada; retoque mar-ginal directo y continuo que afecta a casi todo el arco.

Descripción según Laplace: Trav Amd - Apd - Lat sen Spd - Trav dis Apd - Tx

Dimensiones: longitud 23,1 mm, anchura 19 mm, grosor 2,7 mm; Ia 2,6, Ic 3,3.

Cuadro 7M, sector 7. X = 13, Y = 10, Z = 537,62 m.

Nº 29. Trapecio en sílex veteado de color blanco lechoso, sección triangular y perfil longitudinal rectilíneo; retoque directo abrupto que afecta a los lados.

Dimensiones: longitud 18 mm, anchura 9 mm, grosor 2,5 mm.Cuadro 8L, sector 4.

N° 29/2. Resto de talla de sílex gris opaco quemado.Dimensiones: longitud 10 mm, anchura 8 mm, grosor 1 mm.Cuadro 8L, sector 2. Z = 537,28 m.

N° 33. Trapecio de sílex veteado de color, sección triangular y longitudinal arqueada; retoque directo marginal continuo y abrupto que afecta a todo el arco.

Page 40: Documento PDF(8MB)

38 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Descripción según Laplace:Trav prox Spd + Amd + Trav dis Amd + ApdDimensiones: longitud 22,7 mm, anchura 12,4 mm, grosor 2,2 mm; Ia 1,8,

Ic 5,6.Cuadro 7L, sector 2. X = 39, Y = 92, Z = 537,56 m.

N° 34. Laminilla de sílex veteado de color, sección triangular y longitudinal arqueada, extremo distal apuntado, bordes rectos-convergentes.

Dimensiones: longitud 18 mm, anchura 6 mm, grosor 2 mm. Superficial.

N° 43. Fragmento de sílex de color marrón, de sección poliédrica, con cuatro caras planas. Posible núcleo con al menos dos planos de percusión.

Dimensiones: longitud 18 mm, anchura 16 mm, grosor 4 mm.Cuadro 6J, sector 7. X = 15, Y = 76. Superficial.

N° 44. Lasca de sílex gris opaco, talón escamoso, bordes convexos sinuosos, extremo distal irregular, sección transversal irregular, cara inferior cóncava.

Dimensiones: longitud 16 mm, anchura 14 mm.Cuadro 7L, superficie.

N° 45. Resto de talla de sílex blanco opaco.Dimensiones: longitud 7 mm, anchura 6 mm, grosor 2 mm.Cuadro 7L, superficie.

N° 49. Fragmento proximal de lámina de sílex veteado de color blanco, sección transversal trapezoidal, cara inferior sinuosa, bordes convergentes y talón diedro.

Dimensiones: longitud 11 mm, anchura mayor 12 mm, grosor 2,5 mm.Cuadro 7M, sector 9. X = 99, y = 15, Z = 537,66 m.

N° 55. Hacha pulida. Hecha de roca of íta pulida, con el extremo distal frac-turado, de silueta frontal de lados rectos convergentes irregulares, de sección transversal oral irregular. Talón cónico redondeado de acabado piqueteado excepto en el extremo distal que es pulido fino.

Dimensiones: longitud 139 mm, anchura 57 mm, grosor 38 mm.Cuadro 7L, superficie de excavación clandestina.Dimensiones: longitud 36 mm, anchura 10 mm, grosor 4 mm.Cuadro 7L, sector 4. X = 28, Y = 38, Z = 537,77 m.

Page 41: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 39

Figuras 16 y 17. Piezas nos. 6 y 13.

Figuras 18 y 19. Piezas nos. 15 y 25.

Page 42: Documento PDF(8MB)

40 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 20. Pieza nº 33.

Figura 21. Pieza nº 28.

Figuras 22. Piezas nos. 17, 2x, x, 2, 34 y x.

Page 43: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 41

Industria ósea

Mª Dolores Jara Andújar

N° 23. Fragmento medial de lámina plana realizada sobre diáfisis de hueso largo.

La extracción del soporte, ha sido realizada mediante la técnica de seccio-namiento longitudinal, bilateral, con amplitud total. En la fase posterior de regularización, se ha practicado el procedimiento de abrasión, apreciándose en la superficie total del fragmento haces de estrías superpuestas con den-sidad comprimida y orientación transversal u oblicua.

La parte medial y extremos de la pieza presentan fracturas transversales y longitudinales, producidas con posterioridad a la fabricación.

Los bordes del fragmento son paralelos al eje de simetría y la sección transversal es rectangular.

Dimensiones: Long. total conservada 18 mm; anchura medial 10 mm; espesor medial 2 mm.

Cuadro 7M, sector 7. X = 23, Y = 4, Z = 537,82 m.

N° 28. Objeto apuntado realizado sobre la diáfisis de un hueso largo. En el proceso de fabricación, la superficie de la pieza ha sido regularizada inicialmente mediante la técnica de rascado, apreciándose aristas y surcos longitudinales en las partes medial y proximal de las caras posterior y lateral izquierda, así como planos tangenciales localizados en los bordes laterales de la parte distal. Posteriormente ha sido aplicado el procedimiento de abrasión, observándose en la superficie total de la parte distal estrías con densidad comprimida y orientación transversal. Estas huellas se extienden de forma dispersa por el resto de la superficie. A lo largo del fuste y en el extremo distal podemos apreciar cinco fracturas recientes. El soporte de la pieza es recto. La punta, localizada en la parte distal, presenta posición simétrica, amplitud profunda, agudeza fracturada y perfil recto. Los bordes de la parte medial son paralelos al eje de simetría, acabando en un extremo proximal redondeado. La sección transversal es redondeada en la parte distal y triangular en las partes medial y proximal, con una leve insinuación del canal medular en la cara posterior. La coloración oscura de hueso ha sido posiblemente adquirida durante un proceso de calcinación leve.

Dimensiones: long. total conservada 112 mm; long. total reconstruida 114 mm; log. de la punta conservada 15 mm; long. de la punta reconstruida 17 mm; anchura proximal 10 mm; anchura medial 11 mm; anchura distal 9 mm; espesor proximal 4 mm; espesor medial 5 mm; espesor distal 3 mm.

Cuadro 7L, sector 3 X = 17, Y = 2, Z = 537,57 m.

Page 44: Documento PDF(8MB)

42 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

N° 36. Fragmento distal de objeto apuntado, realizado sobre diáfisis de hueso largo. En el proceso de fabricación, la superficie total de la pieza conserva estrías. de abrasión con densidad media y orientación transversal u oblicua. Posteriormente se ha producido una fracturación transversal proximal y longitudinal izquierda.

La punta conservada presenta amplitud profunda y pequeñas melladuras en el extremo distal. En el lateral derecho el perfil es recto y el borde con-vergente, siendo la sección transversal de los extremos proximal y distal semiovalada.

La pieza se encuentra afectada por un proceso de leve calcinación, mos-trando la superficie una coloración grisácea.

Dimensiones: long. total conservada 20 mm; long. punta conservada 20 mm; anchura distal conservada 4 mm; espesor distal 5 mm.

Cuadro 7L. Superficial.

N° 53. Fragmento medial-distal de objeto apuntado, realizado sobre la diáfi-sis de un hueso largo. En el proceso de fabricación, la superficie de las caras anterior y laterales muestra estrías y planos de rascado, a los que se super-ponen estrías de abrasión con densidad media y orientación transversal u oblicua, dando lugar a la aparición del canal medular.

Los extremos proximal y distal de la pieza muestran sendas fracturas obli-cuas producidas con posterioridad a la fabricación.

El fragmento conservado presenta perfil recto y bordes convergentes. La sección transversal es arqueada-cóncava lnferior y semicircular en los extre-mos proximal y distal, respectivamente. La superficie de la pieza muestra un avanzado estado de erosión en la cara posterior con presencia de grietas y descamaciones.

Dimensiones: long. total conservada 35 mm; long. total reconstruida 39 mm; long. de la punta conservada 2 mm; long. de la punta reconstruida 6 mm; anchura medial 10 mm; anchura distal 5 mm; espesor medial 3 mm; espesor distal 2 mm.

Cuadro 8L. Superficial.

N° 54. Esquirla ósea perforada.El fragmento conservado presenta estrías de abrasión, con densidad media

y orientación transversal, localizadas en el extremo superior y cara anterior. Las fracturas transversales y longitudinales, que ocupan el extremo inferior y el lateral derecho de la pieza, secciona la perforación realizada sobre ésta. Sin embargo, la cara interna del orificio conservado, muestra surcos adquiri-dos mediante el procedimiento de perforación por presión rotativa ejercida consecutivamente desde las caras anterior y posterior.

Dimensiones: longitud 10 mm, anchura 6,5 mm, grosor 2,5 mm.Cuadro 7M, sector 7. Superficial.

Page 45: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 43

Objetos de adorno

N° 5. Cuenta de collar de forma de barril en roca ígnea (identificación petralógica realizada por Belén Martín Ibáñez), con perforación bicónica de color verde con vetas blancas y suave pulido.

Dimensiones: Longitud 17 mm, anchura mayor 11 mm.Cuadro 7L, sector 1. X = 16, Y = 86, Z = 537,74 m.

N° 8. Cuenta de collar esteatita, forma oivácea irregular, color negro, pulido mixto.

Dimensiones: longitud 10,5 mm, diámetro mayor 7,5 mm.Cuadro 7L. Superficial.

N° 9. Cuenta de collar de esteatita, forma circular, perforación bicónica, color negro; pulido mixto muy fino con líneas de abrasión superficial.

Dimensiones: longitud 9 mm, diámetro mayor 8,5 mm.Cuadro 7L. Superficial.

N° 10. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea, perforación bicónica, color verde oscuro con pulido longitudinal que se intensifica en algunas zonas que le confiere un aspecto ligeramente irregular.

Dimensiones: longitud 15 mm, diámetro mayor 9,5 mm.Cuadro: 7L, sector 6. X = 95, Y = 66, Z = 537,77 cm.

N° 12. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea aplastada, con perfora-ción bicónica irregular, de color verdoso con pulido irregular.

Dimensiones: longitud 13 mm, diámetro mayor 10,5 mm.Cuadro 7L, sector 9. X = 72, Y = 21, Z = 537,75 m.

N° 14. Cuenta de collar de estéatita, forma olivácea de color rojizo muy oscuro, perforación bicónica, pulido irregular facetado con impurezas de la roca.

Dimensiones: longitud 18,5 mm, diámetro mayor 14 mm.Cuadro 7M, sector 9. X = 86, Y = 26, Z = 537,66 m.

Nº 16. Cuenta de collar de roca caliza blanca, perforación bicónica.Dimensiones: longitud 5,5 mm, diámetro mayor 8,5 mm.Cuadro 7M, sector 8. X = 44, Y = 28, Z = 537,62 m.

N° 18. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea, perforación bicónica, de color negro intenso; pulido facetado.

Dimensiones: longitud 11,4 mm, diámetro mayor 8 mm.Cuadro 7L, sector 1. X = 26, X = 83, Z = 537,62 m.

N° 19. Cuenta de collar e esteatita, forma olivácea con perforación bicónica, color verde claro traslúcido; pulido longitudinal.

Dimensiones: longitud 17,3 mm, diámetro mayor 9,3 mm.Cuadro 6L, sector 3. X = 96, Y = 85, Z = 537,73 mm.

Page 46: Documento PDF(8MB)

44 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

N° 20. Cuenta de collar de esteatita con perforación cónica, color verde claro con impurezas; pulido irregular y facetado en la base.

Dimensiones: longitud 6,2 mm, diámetro mayor 8,6 mm.Cuadro 8L, sector 5. X = 44, Y = 52, Z = 537,73 m.

N° 21. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea con perforación bicó-nica, color verde claro con impurezas; pulido regular.

Dimensiones: longitud 16,2 mm, diámetro mayor 11,7 mm.Cuadro 8L, sector 5. X = 44, Y = 52, Z = 537,73 m.

N° 22. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea con perforación bicó-nica, color verde lechoso; pulido longitudinal.

Dimensiones: longitud 10,2 mm, diámetro mayor 8,2 mm.Cuadro 7L, sector 7. X = 14, Y = 15, Z = 537,77 m.

N° 24. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea con perforación bicónica ligeramente aplastada, de color verde claro con impurezas; pulido regular.

Dimensiones: longitud 13,4 mm, diámetro mayor 8,6 mm.Cuadro 8L, sector 1. X = 4, Y = 97, Z = 537,73 m.

N° 26. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea irregular con perforación cónica en un extremo y bicónica en el opuesto, color verde con impurezas de mármol blanco.

Dimensiones: longitud 14,3 mm, diámetro mayor 12,4 mm.Cuadro 8L, sector 2. X = 58, Y = 89, Z = 537,74 m.

N° 30. Cuenta de collar de esteatita, tendencia circular irregular con perfo-ración bicónica casi tubular, de color verde con impurezas.

Dimensiones: longitud 10,7 mm, diámetro mayor 10 mm.Cuadro 8M, sector 9. Z = 537,66 m. Superficial.

N° 31. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea, aplastada en el centro con suave depresión, perforación bicónica alargada, color verde oscuro.

Dimensiones: longitud 11,6 mm, diámetro mayor 11 m.Cuadro 8M, sector 9. Z = 537,66 m.

N° 32. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea con perforación bicónica casi tubular, color negro; pulido mixto muy fino.

Dimensiones: longitud 13,4 mm, diámetro mayor 7,5 mm.Cuadro 7M, sector 9. X = 32, Y = 32, Z = 537,62mm.

N° 35. Cuenta de collar de caliza blanca, perforación bicónica.Dimensiones: longitud 5 mm, diámetro mayor 8 mm.Cuadro 7M, sector 9. Z = 537,67 m.

N° 37. Cuenta de collar de esteatita, forma oilvácea con perforación bicó-nica, color verde con impurezas.

Dimensiones: longitud 16, diámetro mayor 9,7 mm. Superficial.

Page 47: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 45

N° 38. Cuenta de collar de caliza blanca, perforación bicónica.Dimensiones: longitud 5,3 mm, diámetro mayor 8 mm.Cuadro 7L. Superficial.

N° 39. Valva de Glicymeris glicymeris sp. fragmentada con perforación.Dimensiones: longitud 48 mm, anchura 44 mm.Cuadro 7M, sector 7. X = 3, Y = 3, Z = 537,56 m.

N° 40. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea con perforación bicó-nica, color verde con impurezas.

Dimensiones: longitud 9,5 mm, diámetro mayor 7,3 mm.Cuadro 8M, sector 7. X = 2, Y = 24, Z = 537,35 m.

N° 41. Cuenta de collar de caliza blanca, perforación bicónica.Dimensiones: longitud 5 mm, diámetro mayor 8 mm.Cuadro 7M, sector 9. X = 82, Y = 32, Z = 537,67 m.

N° 42. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea con perforación bicó-nica, color negro irregular.

Dimensiones: longitud 16,5 mm, diámetro mayor 11 mm.Cuadro 6J, sector 9. Z = 537,62 m. Superficial.

N° 46. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea con perforación bicó-nica, color verde con impurezas.

Dimensiones: longitud 13 mm, diámetro mayor 10 mm.Cuadro 7L. Superficial.

N° 50. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea, perforación bicónica casi tubular, color verde con impurezas.

Dimensiones: longitud 10,5 mm, diámetro máximo 8,4 mm.Superficie.

N° 51. Cuenta de collar.Dimensiones:Cuadro 7M, sector 9. X = 86, Y = 15, Z = 537,75 m.

N° 52. Cuenta de collar de esteatita, forma olivácea, perforación bicónica, color negro con impurezas.

Dimensiones: longitud 8,8 mm, diámetro mayor 7,3 mm.Cuadro 7J. Superficial.

Page 48: Documento PDF(8MB)

46 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proximal Central Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-nado

Clavícula 11 i 7L

7L/8L99,60

99,68-99,70M1/44

5403000301

Omaplato 11

(margen vertebral)(¿cavidad glenoidea y cuello?) quemado

7L7L

99,5599,60

M1/41M1

04000401

Húmero

21111112

¿i?iiiidd

¿i?

+

++ + +

+

+

+++

+

robustográcilgrácilgrácil

¿roído?

grácil

7M(9)

7M8L7M7L

99,73

99,73Est 199,7399,55

M1/05ClandClandM2/46

M3M2/46M1/46M1/05

0500*0502’0502’0503’0504050505060507

Cúbito

1111111111124

iiiiddd

++++++

+ +++++++

inmaduroquemado

7L7L7L7M7L7L7L7L7L7L8L7L7L

99,5599,5999,5599,5799,5699,5599,5999,5599,5599,55

99,4599,56

M1/42M1/37M1/39M1/53M1/18M1/39M1/29M1/46M1/39M1/39

M3M1/39M1/18

06000601060206030604*06050606*0607*0608*0609*061006130615

¿Cúbito?131

+++

7L7M(7)

99,6699,59Est 1

M1/1-3M1/37

061106120614

Radio 14111121

ii

¿d?¿d?

i

+++++

+

+

+

+quemado

grácil

robusto

inmaduro

7L7L

7M(9)7L

7M(9)7L(3)8M(7)

7L7L

99,5699,5699,7399,5599,7399,7299,6599,5599,55

M1/36M1/18M2/55M1/46M1/55

M1/39M1/39

0700*0701*0702*07030704*0705070607070709*

¿Radio? 1 i 7L 99,75 0708

Escafoides 1111

id

¿d?d

quemado7L7L7L

99,75 Est. 199,6099,59

M1/40M1/28Cland

0800080108020803

¿Escafoi-des?

1 Cland 0804

Semilunar 1111

ii

¿i?¿I? quemado

8L(2)7L(5)

7L(4,5,7)7L

99,76 99,7599,59 M1/33

0900090109020903

1 ¿i? 7L(4,5,7) 99,75 0902

1 ¿I? quemado 7L 99,59 M1/33 0903

Semilunar o piramidal

1 7L 99,58 M1/47 0904

Trapecio 111111

iii

¿i?d

7L7L7L

7M(9)7L7L

99,5599,55

99,7599,5999,60

M1/46M1/41

M1/33(CH 23/22)

M1/33(CH 23/22)M1

100010011002100310041005

(+) Para el cálculo de la altitud sobre el nivel del mar, hay que sumar la cifra señalada en la columna a la eonstante 437,65 m.(*) Datos ostométricos tomados para posterior publicación.

Inventario de restos óseos humanosMichael J. Walker

Page 49: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 47

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proximal Central Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-nado

Hueso grande

1 i quemado 7L 99,59 M1/33(CH23/lS) 1100

Ganchoso 1111

iddd

7L7L7L7L

99,5999,5999,5999,58

M1/33(CH 23/10)M1/37

M1/33(CH 23/1)M1/45

1200120112021203

Piramidal 11

i¿i? 7L 99,59

ClandM1/33(CH 23/12)

13001301

Pisiforme 11

7L7L

99,5999,59

M1/33(CH 23/30)M1/37

14001401

Metacar-piano l

1 i + + + 51 1500*

Metacar-piano II

111

idd

+++

+++

+ 7M7L7L

99,5999,5999,59

M1/37M1/14

M1

1600*1601*1602*

Metacar-piano III

111

idd

++

+

+ +

7L7L7L

99,5599,6099,59

M1/39M1

M1/14

1700*1702*1703*

Metacar-piano IV

1 ¿d? + 7L 99,59 M1/14 1801*

Metacar-piano V

111

iid

++

++

+7L7L

99,5999,55

ClandM1/37M1/41

1900*1901*1903*

(Metacar-piano V)

112 +

++

+ 8L7L7L

99,5999,59

M1/33(CH23/14)M1/33(CH 23/2)

1906*1907*1909*

¿Metacar-piano III?

1 ¿i? + + 7M 99,57 M1/50 1701

¿Metacar-piano IV?

111

i +

+

+

+++ 7L 99,59

ClandClandM1/33

1800*1802*1803

¿Metacar-piano V?

1111

¿i?¿d?¿d?

+ ++

+

++

7M(8)7L

136499,7299,59 M1/14

Cland

1902*1904*1905*1908

Metacar-piano

inclasifica-ble

1111111

¿d? +

+

++++++

++

7L

7L7L

8L(1)7M

99,59

99,5599,5999,7699,57

M1/37ClandClandM1/39M1/37

31M1/50

20002001*2002*2003*2005*2006*2007

¿Metacar-piano,meta-

tarsiano, similar?

11

++

8L(1)7L 99,61 M1/03

2100*2101*

Falange primera I(mano)

111

ddd

+++

+++

+++

7L(6)7L7L

99,7599,5599,59

M1/41M1/37

2200*2201*2202*

Falange primera II

(maro)

1 d + 7L 99,55 M1/41 2300*

Falange primera III

(mano)

11

d ++

++ +

7L7L

99,5599,61

M1/41M1/03

2400*2401*

Page 50: Documento PDF(8MB)

48 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proximal Central Distral Comen-tario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-

nadoFalange

primera IV(mano)

11

di

++

+ + 7L8L

99,55Est, 1

M1/46M3

2500*2501*

Falange primera V

(mano

111

idd

+++

++

++

7M7L7L

99,5599,5599,59

M1/46M1/46

M1

2600’2601*2602*

Falange primera ¿ll?

(mano)

1 ¿d? + + + 7M(9)/8M(7) 99,74 M1/56 2700*

Falange primera

¿III?(mano)

111

i + ++

+++

7M7M(9)/8M(7)

7L

99,5799,6899,55

M1/50M1/48M1/46

2701*2702*2703*

Falange primera

¿V?(mano)

11

i¿i?

++ + +

7L7L

99,5999,74

M1M1/12

2800*2801*

Falange primera(mano),

inclasifica-ble

entre ll, III, lV y V

1111111111111111

diii

diiiiii

+++++

++++++

+

+++

+++

+++

+

+

+

++

7L9L(1)

7M(7, 8, 91)7L

16R

99,6699,55

99,68Est. 199,7099,59

99,66

M1/1-3M1/41

M1/371085

ClandClandCland.Cland.Cland.Cland.Cland.ClandCland.

M1/1-3

2900*2901*2902*2903*2904*2905*2907*2908*2909*2910*2911*2912*2913*2914*2915*2916*

Falange segunda II

(mano)

11

d¿d?

++

++ + 7L

99,5999,59

M1M1/14

3000*3001*

Falange segunda III

(mano)

111

did

+++

+++

+++

7L7L7L

99,5999,6099,59

M1(CH 23/9)M1

M1/14

3100*3101*3102*

Falange segunda IV

(mano)

11

¿i?d

++

++

++

7L7L

99,5999,59

M1/37M1

3200*3201*

Falange segunda(mano)inclasifi-

cable

1111111111111111111111

d

d¿d?

id

¿d?

d

¿i?id

++++++++++

++

+

++

+

++++++++

+

++

++

++

+++++++

+

+

¿roído? 7L(6)

7L7M(9)

7L8L(3)

7L7L

7L

7L

8M(7)8L(3)

8L(1)7M(9)/8M(7)7M(9)/8M(7)

7L

99,75

99,5599,6299,59

99,79a99,5599,59

99,55

99,55

99,7099,70

99,6999,6899,6899,74

51M1/41M1/57M1/14

M1/14M1/14Cland.Cland.M1/46Cland.M1/41Cland.Cland.M2/47

1364

4848

M1/12

3202*3203*3204*3205*3206*3207*3208*3209*3210*3211*3212*3213*3214*32153216*3300*3301*3302*33033304*3305*3306*

Page 51: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 49

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proximal Central Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-nado

Falange tercera II (mano)

1 + + 7M(8) 99,72 3400*

Falange tercera III

(mano)

111

ddi

++

++

+

+ quemado

7L7L7L

99,5999,5999,59

M1M1M1

3500*3501*3502*

Falange tercera IV

(mano)

1 d + + + 7L 99,59 M1(CH 23/24) 3600*

Falange tercera V(mano)

11

di

++

++

++

7L 99,59 M1Cland

3700*3701*

Falange tercera(mano)

inclasificable

111111111111

i¿i?

i

ddd

++

++++

+

++++++++++++

+++++++++

+ infantil

7L7L(8)

7L7M

8L7M(8)

99,5999,75

99,5999,57

Est. 199,62

Cland.M1(CH 23/20)

Cland.M1/14M1/50Cland.Cland.Cland.Cland.

M3

3800*3801*3802*3803*3804*3805*3806*3807*3808*3809*3810*3811*

Falange tercera

¿(mano)? inclasificable

11

++ +

7M(7,9)7L

99,7599,59 M1/14

3900*3901*

Hueso sesamoidea

1 7L(1) 99,70 4000

Hueso sesamoidea

1 7L(1) 99,70 4000

Esternón 1 quemado 7M 99,60 M1/45 4100

¿Esternón? 2 7L 99,55 M1/59 4200

Costilla primera

111

7L8M(7)

99,6099,70

M1/44M2/47Cland.

430043014302

Costillas 1161122112681117

++

++++++

++++++++

quemadocortaduras

grácil

7M(9)

8M(7)7M(7)

7M(9)/8M(7)7M(9)

7M16R7L7L7M

7L(6)7M

99,73

99,70Est. 199,7499,7499,55

99,7499,6099,67

99,6699,7599,60

Cland.M2/46

M1M2/47

5656

M1/421086

M1/12M1/44M1/50

M1/03

M1/55

44004401

4402-844094410

4411-24413-444154416

4417-84419-244425-32

443344344435

4436-42

¿Costillas? (fragmentosde dif ícil cla-sificación y

que igualpudieran ser

humanosjuveniles que de animales)

1111111

++++++++

¿inmaduro?

¿inmaduro?¿inmaduro?

quemado¿cortaduras?

8L(3)Limpieza

7L(1)7M(9)

M(9)/8M(7) 8L(3)7L(6)

99,70superficial99,75 Est. 1

99,7699,7499,7099,75

56

4443444444454446447444484449

¿inmaduro? ¿quemado?

Page 52: Documento PDF(8MB)

50 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proximal Central Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete

Nº asig-nado

Pelvis:- isquión

- tuberosidad esquía- acetábulo

- filón y acetábulo- acetábulo

- filón (mujer adulta)- cresta filíaca- cresta filíaca

11

14

¿d?¿d?

7L8M(7)

7L7L7L

7L(3)7L

99,5699,7099,5699,5699,6099,7299,59

M1/36M2/47M1/36M1/40M1/35

M1/27Cland.

45004501450245034504450545064507

¿Pelvis?- ¿cresta filíaca?

- ¿pubis?- ¿pubis?- ¿pubis?

1111

7L7L

8L(3)7M(9)/8M(7)

99,5999,55

99,74-99,7999,74

M1/27M1/39

56

4508

450945104511

Fémur- (arranque de cuello)

- (arranque de cuello)

111111111115

iiiiiiiidd

¿d?¿d?

++++++

+

+

++

++

+

+

+

robusto, quemado

grácilrobusto

grácilrobusto

7L7L

7L7L(1)7M7L7M

7L(1)7L(1)

7L

99,6399,6099,74

99,64

99,7399,5799,73

99,6099,59

M2/04M1/40M1/12

Sin etiquetaM1/36

M2/46M1/l9M2/46

M1/20M1/32

4600*4601*4602*4603*46044605*4606*4607*4608*4609*46104611

Fémur 11311

¿d?d +

+

+++

7L7M(9)/8M(7)

8M(7)

99,6499,7499,70

Sin etiquetaM1/17M1/56M1/47

46124613*46144615

¿Fémur? 111

+++

8L(2) 99,64-99,68M1

Sin etiqueta

470047014702

¿Fémur o Húmero? 3 + 8J 99,54 4800

Rótula 11112111111

i1ddd

7L7L

7L(6)7L8L

7L(1)

7M7L

99,5999,56

99,7599,5999,69

99,7399,56

M1/24M1/36M1/10

M1/24

M1

Sin etiquetaM2/46M1/36

49004501490249034904490545064907490849094910

Tibia 11113

231

iddd

+++++++

++

+

robusto

quemadoquemadoquemado

7L7L7L7L7L

7M(9)

99,5799,6099,5599,5599,55

99,73

M1/19M1/20M1/30M1/30M1/30

M1M2/55

5000*5001*5002*5003*500450055006

¿Tibia? 1 + 7L 99,55 M1/39 5100

Peroné 11

¿i?¿d? +

++

7M 99,7399,63

M2/46M1/10

52005201

(Peroné) 22

¿d? ++

7L7L

99,5799,61

M1/33M1/03

52025203

Page 53: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 51

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proximal Central Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-nado

Calcáneo 1111111

ii

¿i?dd

quemado

¿inmaduro?

7L7L7L7L7L

7M(8)/8M(7)7L

99,6099,5999,6499,5499,5999,7499,59

21M1/33(CH 33/8)

M1/llM1/42M1/30

56M1/37

5300*53015302*530353045305*5306

Astrágalo 1111111121211111

iiiiiiiddddd

¿d?d

quemado

quemado

quemadoquemado

7L7L7L7M7L7L7L

7L7M(9)/8M(7)

7L7M(3)/8M(7)

7L7L

8M(7)

99,7499,6499,5999,7699,6099,5999,60

99,6099,7499,5999,6399,5999,59

99,70

M1/12M1/11

M1/33(CH 33/4)

M1/44M1/33(CH 23/2)

M1/21M1/10M1/21

56M1/33(CH 33/S)

49M1/33(CH 33/10)M1/33(CH 33/1)

M1M2/47

54005401*5402*540354045405*5406*540754085409541054115412541354145415

¿Astrágalo? 11

7L(1,4)7L(5)

99,6899,76

55005501

Navicular 111111111

iidd

quemado

quemado

quemado

inmaduro

7L7L

7r,l(9)/8M(7)7L7L

8M(7)8L

7M(9)/8M(7)

99,6099,5999,7499,5999,64

99,70

99,74

21M1/33

56M1/33(CH 33/6)

M1/11Cland,M2/47

M356

560056015602560356045605560656075608

Cuboide 1 7L 99,64 M1/11 5700

Cuneiforme primero 11

dd

7L7M(9)/8M(7)

99,6099,74

2156

58005801

Cuneiforme segundo

1 d 7M(9) 99,74 56 5700

Cuneiforme tercero 1 d 7L 99,59 M1/33(CH33/16) 6000

¿Cuneiforme? 11111

quemado7L

8M(7)7L7L7L

99,7499,7099,6499,6499,64

M1/12M2/30M1/11M1/11M1/11

61006101610261036104

Metatarsiano 111111

id +

+

++

+

+

+

++

7M(9)/8M(7)71L7L7L

99,6699,7499,7499,6499,5999,59

M1/1-3M1/12M1/56M1/11M1/37

6200*62016202*620362046205*

Metatarsiano ll 1 ¿d? + + 7L 99,61 M1/1-3 6300*

¿Metatarsiano ll? 1 i + + 99,66 M1/1-3 6400

Metatarsiano llI 1 + 7L 99,59 M1/33(CH 23J19) 6500*

Metatarsiano IV 1 + 7L 99,59 M1/33 CH(23J7) 6600*

Metatarsiano V 1 i + + + 7L 99,59 M1/37 6700*

¿Metatarsiano V? 1 + 8L(3) 99,64 M3 6800*

inmaduro, quemado

Page 54: Documento PDF(8MB)

52 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proximal Central Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-nado

¿Metatarsiano? 111

d

d +

++

7M(9)/8M(7)7L

7M(9)/8M(7)

99,7499,6199,74

56M1/03

56

6900*6901*6902

¿Metatarsiano ometacarpiano?

1111111111111

+

++

++

++

++

++

+

+

+

¿inmaduro?

7M(9)/8M(7)7L

7M(9)/8M(7)7M(9)/8M(7)

7L8L(1)8L(5)8M(7)

8L(3)

99,7499,6099,6699,7899,78

99,5699,6999,6499,70

5621

M1/1-34848

M/1M1/19

M2/47Cland.Cland.

7200*720172027203*7204*72057206*720772087209*721072117212*

¿Metatarsiano, metacarpiano o

falange?

1 + 8L(4) 99,75 7300*

Falange primera I(pie)

11111111

iddi

+++

+++++++

+++++

7L

7L7L7L

7L(5)7L7L

99,5599,6699,5699,6499,5999,7699,5699,55

M1/39M1/1-3M1/18M1/11

M1(CH23/3)

M1/41M1/41

7400*74017402*7403*7404*7405*74067407

¿Falange primera I (pie)? 3

1 + ¿inmaduro? 8L(1) 99,69 7500

¿Falange primera II (pie)?

1 + + 7L(1,4) 99,68 7600

Falange primera III (pie)

1 + + 7L 99,60 21 7700*

Falange primera V (pie)

1 + + + 7L 99,60 M1/44 7800*

¿Falange primera III, IV, o V (pie)?

1 + + 7L(3) 99,70 8000*

¿Falange primera IV o V (pie)?

1 ¿d? + + 8L(4) 99,75 8100*

Falange primera (pie)

1111

d+

++

+++

Cland.Cland.Cland.Cland.

8200*8201*8202*8203*

¿Falange primera (pie)?

1 + Cland. 8300*

Falange segunda I(pie)

11 i

++ 7L

99,66 M1/1-3M1

84008401*

¿Falange segunda I (pie)?

1 + 7L 99,55 M1/46 8500

Falange segunda II(pie)

111

ídi

+++

+ ++

+++

7L 99,60 21Cland.Cland.

8600*8601*8602*

¿Falange segunda II (pie)?

1 d + 99,66 M1/1-3 8700

Falange tercera II (pie)

1 i + + Cland. 8800*

¿Falange tercera III (pie)?

1 + + + 7L(1,4) 99,68 8900*

Falange tercera IV (pie)

1 d + + Cland. 9000*

Page 55: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 53

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proximal Central Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-nado

Falange tercera V(pie)

11 i

++

++

++ 7L

99,59 Cland.M1

9100*9101*

¿Falange tercera (pie)?

11111

+++++

+++++

+++++

8L(1)9L(1)7M(9)7L(6)7L(1)

99,7199,6899,67

99,70

9200*9201920292039204

¿Falange primera (pie)

o segunda (mano)?

1111111111111111

+

+

+++

++++++

+

+

++

++

+

+

inmaduro

inmaduro

8L(2)7L7L7L

7L(6)7L(6)7M(9)7L(6)7L(1)9L(1)

8L

8L(1)

7L

99,5899,5699,6099,7299,7299,7499,72

99,68 Est. 1Est 1

99,76 99,69

99,59

M1/47M1/18M1/45

56

M3Cland.Cland.

M1/08M1/39

9300*93019302*9303*9304*930593069307’9308*9309*9310*931193129313*93149315

CráneoHueso lambdoideo

“inca”1 8L M3 10000

Hueso wormiano 11

pequeñodelgado

8L7M(7)

Est. 199,71

M3Est. 1

1000110002

Escama occipital 1 71(1) 99,75Est.1 10100

Mistoides 1 7L(1) 99,60 M1/44 10200

¿Mastoides? 1 7M(7) Est. 1 10300

Petrosal 111111

7L(1,4)7L7L

7M(9)/8M(7)

99,6899,7499,74

99,74

M1/12M1/12Cland.Cland.

56

104001040110402104031040410405

¿Petrosal? 1 7L 99,59 M1/33(CH3314) 10500

Fragmentos basicra-neales inclasificables

11

7M7M

99,6099,60

M1/45M1/45

1060010601

Frontal 1 mág. orbit 7M(7) 52 10700

Frontal con nasales 1 sut. metop. incomp. muesca

orb., grácil

7M(7) 52 10701

¿Parietal? 1111

¿i? sut abiert.-80 mm-80 mm-80 mm

7M(9)/8M(?)8L(2-3)

99,6499,70

Cland.

Cland.

10800108011080210803

grueso, quemadodelgado, quemadodelgado, quemado

Page 56: Documento PDF(8MB)

54 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proxi-mal

Cen-tral

Dis-tral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-

nadoFragmentos inclasifi-cables (>50mm.) de

bóveda

65

11261113

402

10312

141121118

3014123114641429121231321111

gruesodelgadodelgadogruesogruesogruesogruesogruesogrueso

quemadoquemadoquemadoquemadoquemadoquemadoquemadocalcinadoquemado

7M(7)7M(9)/8M(7)

8L(4)8L(1)

8L7M(7)

8L7M(9)/8M(7)

8L(1)7M(9)/8M(7)

8L8L(2)7M(9)8L(3)

7L

7M(9)/8M(7)7M(9)/8M(7)

8L(2-3)8L(3)

8L(2)8L(2)8M(7)

8L(3)/8M(9)8L(4)8L(1)7L(4)

7M(9)/8M(7)7M(8)7M(9)7M(9)7M(9)7M(7)7L(1)8M(7)7L(5)7L(5)

7J7K7L

7M(7,9)

99,71 Est. 199,7499,7599,69

99,7499,6999,74Est. I

99,64-99,6899,75

99,74-99,79

99,59

99,6399,6399,70

99,74-99,79

99,64-99,68

99,7099,7199,6399,7599,1099,7499,7299,7699,7599,62Est. 1

99,70

99,7699,65 Est. 1

Est. 199,7499,75

Cland.Cland.Cland.Cland.

56

M352

M256

56M3

Cland.M1/37Cland.

4949

Cland.

M2/47

56

M2/57

M1/12

10900-510906-1010911-2110922 41

109481094910950

10951-310954-910994 511000-911010-211013

11014-511016 29

1103011031

11032-3110341103511036

11037-44111O0-211130411143-511155-71115811159

11160-311164-311170-311174

11175-B11179-811181-911190

11191-211193

11194 511196 811199

11200-211203411205112061120711208

Maxilar 111

1

1

i

d

i, d

i, d

+

+

+

+

raíz2I/Cinclasificableraíces P1,P2;

alv. CI2

¿juvenil?alv C,2I, 1l, l1,I2, raíz diente

impactado detrás de 1l I1

1M cúspides1I,l1,alv 2p 1P

7M(7)8M(7)7M(7)

7M(7)

7M

99,7052

M2/4752

52

M1/45bis

113001130111302

11303

11304

Page 57: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 55

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proximal Cen-tral Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-

nadoMandíbula 1

1

1

1

1

11111

1

di, d

i

i,d

i, d

iii

d¿d?

+

+

+ +

+

+

+

+++ + +

++

infantil; alv. m2

alv. 2P, 1P, C, 2I1I, I1, I2, C, P1, P2, M1

C,1 P,2 P,1 M,2 M,3 M;cúspides molarespoco aplanadas;alv. 2I; 1M caries3M; raíces 2P, 1Palv C, 2I, 1I, I1, I2;alv. ¿m2? delante

1P; resorpción en2M, 1M; quemada

3M, 2M, 1M, 2P, 1P, C,2I, 1I, M1, M2, M3:cúspides molarespoco aplanadasalv P2, P1, C, I2, I1

rama y cóndilocóndilo

cóndilo calcinadocóndilo calcinado

¿inmaduro?cóndilo¿inmaduro?

¿cóndilo?

7M7M

7M(7)

7L

7M(9) 8M(7)7L7L8L8L

8M7M(8)

99,74

99,7499,6599,55

Est 1

99,7099,72

M1M1

52

Cland.

M1/12

56M1/15M1/42

M3M3

M2/47

1140011401*

11402

11403*

11404

1140511406114071140811409

1141011411

Incisivo maxilar

111

did

++

+

7M7M7M

M1M1M1

115001150111502

Incisivo ¿maxilar?

111

+

7M7L

8L(1)

99,5599,55

99,69 99,76

M1/42M1/42

115031150411505

Incisivo mandibular

11111111111

iiiiiiddd

¿d?¿i?

++

+

+++++++

¿+?

desgastado

desgastado

desgastado

7M7M7M7M7M7M7M7M7M7M7M

M1M1M1M1M1M1M1M1M1M1M1

1150611507115081150911510115111151211513115141151511516

Incisivo ¿mandibular?

1 + 8L(1) 99,66-99,70 11517

Incisivo 11111 desgastado

7L/8L71/8L

7L8L

99,63-99,7099,63-99,70

99,59Est. 1

5454

M1/09M1/33(CH 23/27)

M3

1151811519115201152111522

(Incisivo) 111111111111

+

+

quemado

raízesquirla

7L7M(9)/8M(7)

8L7M8L

7M(8)7L

7L(4)6J

7M(9)/8M(7)7M(9)/8M(7)

7M(9)

99,5599,70

99,72 Est, 199,7299,5999,10

99,44 Est, 199,6499,6899,62

M1/41M2/47

M3M1

M1/33(CH 23/28)

M2/57

115231152411525

11526≠1152711528115291153011531115321153311534

Incisivos inmaduros

con 2 mues-cas congé-nitas en la

corona

111

8M(7)8M(7)8M(8)

99,7099,70

99,74-99,76

M1/47M2/47

115351153611537

Page 58: Documento PDF(8MB)

56 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proxi-mal

Cen-tral Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-

nado¿Incisivo?

(esquirlas, raíces)11111

raízquemado

coronaraíz

7L(6)8L(2)8L(1)

7L(1,4)7M(8)

99,7199,6899,72

116011160011601116021160311604

Canino ocular 11

id

7M7M

M1M1

1170011701

Canino ¿maxilar? 1 i 7L 99,55 M1/46 11702

Canino ¿mandi-bular?

1 i 7M(8) 99,72 11703

Canino 111

inmaduro esquirla 8L(2)8M(7)7M(9)

99,7299,62 M2/57

117041170511706

Premolar primero maxilar

1 i dentina expuesta 7M M1 11800

¿Premolar pri-mero maxilar?

1 i M1/09 11801

Premolar se-gundo maxilar

1 dcúspides aplanadas

7L7M

99,65 M1/15M1

1190011901

Premolar primeromandibular

111

11

111

ddd

di

iii

cúspides agudascúspides agudascúspides agudasdentina expuestacúspides agudas

cúspides aplanadasdentina expuestadentina expuesta

cúspides agudas

7M7M7M

7M7M

7M7M7M

M1M1M1

M1M1

M1M1M1

120001200112002

1200312004

120051200612007

¿Premolar prime-ro mandibular?

11

ii 7M(9) 99,73

M1/09M2/55

1210012101

Premolar primero 1 8L(2) 99,64-99,68 12200

Premolar segun-do mandibular

11

dd cúspides agudas

7M7M(8) 99,72

M1 1230012301

¿Premolar segundo

mandibular?

1

1

d

d

esmalte aplanadocaries oclusal y

mesial del cuellocúspides agudas

7M

7M(9)/8M(7)

99,68 M1

/48

12400

12401

Premolar segundo 1 8L(2) 99,64-99,68 12500

Premolar maxilar 1 cúspides agudas 7L 99,55 M1/41 12600

Premolar mandi-bular

11

cúspides agudascúspides aplanadas

7L7L

99,6099,55

M1/41

1270012701

Premolar 11111111111111111

cúspides agudascúspides agudascúspides agudacúspides agudascúspides agudascúspides agudas

cúspides aplanadascúspides aplanadascúspides aplanadas

raíz quemada

8L8L(1)

8M(7,8)7M(9)/8M(7)

7M

8L(1)7M(9 8M(7)

7L/8L71vi(7,8,9)

7M(9)8L(2)

7L7M(7)7L(1)

Est. 1

99,75-99,7799,64

99,74

99,68-99,7099,7099,62Est 199,59Est, 199,70

M3

M1Cland.Cland.

/56Cland.

/54

/57

M1/37

1280012801128021280312804128061280712808128091281012811128121281312814128151281612817

¿Premolar? 1 raíz 71(1) 99,75 Est, 1 12900

Page 59: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 57

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proxi-mal

Cen-tral Distral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-

nadoMolar primero

maxilar11

ii

cúspides aplanadas 7M7M

M1M1

1300013001

¿Molar primero maxilar?

1 d cúspides ligera-mente aplanadas

7L 99,55 M1/42 13100

Molar segundomaxilar

11

1

id

d

cúspides aplanadascúspides ligera-

mente aplanadascúspides aplanadas

7M7M(8)

7M

99,72M1

M1

1320013201

13202

Molar terceromaxilar

11

111

id

d

cúspides aplanadascúspides aplanadas

destina expuestacúspides aplanadas

cúspides agudas

7M(8)7M

7M(8)8L(1)

7M(9)/8M(7)

99,7299,57

99,7299,69-99,76

99,74

M1/50

/56

1330013301

133021330313304

Molar primero mandibular

1 i cúspides aplanadasdestina expuesta

7M(9)/8M(7) 99,68 /48 13400

¿Molar primero 1 i cúspides aplanadas dentina expuesta ¿caries oclusal?

7L 99,55 /42 13500

¿Molar segundomandibular?

1111

idii

cúspides agudascúspides agudas

cúspides aplanadas

7L(5)7M7M

7M(9)/8M(7) 99,68

M1M1/48

13600136011360213603

Molar terceromandibular

1111

i

ii

cúspides agudascúspides agudascúspides agudascúspides agudas

7M8M(7)8M(7)

7M

99,7099,70

M1M2/47M2/47

M1

13700137011370213703

¿Molar primero o segundo mandi-

bular?

1 i cúspides agudas 7L(4,5,7) 99,75 13800

¿Molar tercero mandibular?

1 cúspides agudas 8M(7,8) 99,75-99,77 13900

Molar ¿mandi-bular?

1 cúspides agudas 7M(8) 99,72 14000

Molar segundo 1 cúspides agudas 8M(7) 99,70 /47 14100

Corona de molar primero no

erguido

1 7M(9)/8M(7) 99,68 /48 14200

Corona de molarprimero o segundo

no erguido

1111

7M(9)/8M(7)8L(3)8M(7)8L(2)

99,6499,74-99,79

99,7099,65

M2/47

14300143011430214303

Corona de molartercero no

erguido

11111111

7M(9)/8M(7)8M(7)

7L7M(7)

7M(9)/8M(7)7M(8)

99,6499,65

99,65Est. 199,7499,72

Cland.Cland.M1/15

/56

1440014401144021440314404144051440614407

Corona de molarno erguido

1111

7L(9)8L(2)7M(9)7M(9)

99,7599,6699,6299,62

/57/57

14500145011450214503

Corona demolar o premolar no

erguido

1 7M(7) 99,71 Est. 1 14600

Molar(fragmentopequeño, adulto)

1111

7L(1)8L(4)7L(3)

7L

99,75 Est. 199,7599,7099,55 M1/41

14700147011470114702

Page 60: Documento PDF(8MB)

58 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proxi-mal

Cen-tral

Dis-tral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del paquete Nº asig-

nadoMolar o premo-lar (fragmento

pequeño, adulto)

11

8L(3)7M(9) 99,62

Cland./57

1480014801

Raíz molar con raíz accesoria

1 raíz con raíz acce-soria

8L(1) 99,69 14900

Fragmentos de raíces

dentarias

11111111111111

7M(7)7M(7)7L(1)

7M(9)/8M(7)7M(9)/8M(7)

8L(2)7M1(9)/81(7)

8M(7)8L(1)7M(8)8L(2)7M(8)7M(8)

99,71 Est. 199,71 Est. 199,75 Est. 1

99,7499,7499,6599,6899,7299,7599,7299,6699,7299,72

Cland.

/56/56

/48

1500015001150021500315004150051500615007150031500915010150111501215013

Fragmentos inclasificables

de dientes

512114122114112

8M(7)7L(5)7L(1)8L(2)8M(7)

7L(6)9L(7)8L(2)7L(8)

7M(9)-8M(7)8L

7M(9)7K

7M(8)

99,7099,70

99,75 Est. 199,6699,65

99,7299,69-99,72

99,65Est. 199,64Est. 199,62Est. 199,72

M2/47

Cland.

M3/57

16000-416005

16006 71600816009

16010-316014

16015-616017-81601916020

16021-51602616027

16028-9

Page 61: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 59

Inventario de restos óseos humanosHueso Nº de

fragmentos Lado Proxi-mal

Cen-tral

Dis-tral Comentario Sector Elevación(+) Sigla del

paqueteNº asig-

nadoVértebras

- atlas

- atlas- ¿atlas?- ¿atlas?

- axis- axis

- axis- axis

- cervical- cervical- cervical- cervical

- ¿cervical?- ¿cervical?- ¿cervical?- ¿cervical?- ¿cervical?- ¿cervical?

- cervical/tor. sup.?- ¿cervical/tor. sup.?

- ¿torácica?- toracolumbar

- ¿sacro?- inclasificable- inclasificable

- inclasificable- inclasificable- inclasificable

- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable- inclasificable

3

111

1

3

11

1

111111111111

121

1112113311613

1012

141

3026

3 frags. quemados ¿todos del mismo?

frag. arco neuralapófisis dorsalapóf. trans. izq.

densdensdens

dens, CaC03 adhe-rente dens, proceso espinoso apófixis

ar. tic. izq. sup. inmaduro

proceso espinoso

quemadaquemada

frag. apóf. neuralfrag. apóf. neural

cuerpo inmadurosuperficie artic.

quemadaquemada

superficie artic.¿inmadura?

apófisis neuralapófisis neural

proceso espinosoapóf. antic. infers.

apófisis

apófisisapófisis

apófisis

apófisis articularapófisisapófisis

apófisis quemadaapófisisapófisis

apófisis etc.apófisis etc.

8L

7M(9)/8M(7)7L7L

8L(4) 8M(7)

7L

7M71-8L

7L

7L7L

7M(9)/8M(7)7M(9)/8M(7)

7L7L8L

7M(9)

7L(1)7L(5)8L(3)

8L(8)7L(9)8M(7)

7M(9)7M(9)/8M(7)

7L7L

7L(8)7L(4,5,7)

8M(7)7M(9)/8M(7)

7L(1)7L(8)7M

7M(8)7L7L

7M(7)8M(7)

7L7M(9)

7L

Est. 1

99,7499,5999,59

99,6399,7093,59

99,6090,68-90,70

99,45

99,5999,4599,7499,74

99,5699,6099,7199,62

99,73

99,74-99,79

99,7699,7599,70

99,7699,7499,5599,5999,7099,7599,7099,74

99,7599,5799,7299,5899,60

99,71 Est. 199,7099,5999,62

99,60

M3

M1/28M1/28Cland.Cland.

M1/28

M1/45/54

M1/41Cland.M1/37M1/46

/56/56

Cland.M1/18

M1

/57Cland.

M2/47

/56M1/42M1/28

M2/47/56

M1/50

M1/47M1/45

M2/47M1/41

/57Cland.M1/45

17000-2

17003170041700517100171011710217103

17104-6*

1720017201172021720317300173011730217303173041730517400174011750017600177001780017801

1780217803-417805

178061780717808178091781017811

17812-417815-71781817819

17820-517826

17827-917830-917840

17841-217843-96

1789717898-92717927-52

Vértebra o cráneo- inclasificable- inclasificable

19 quemados

7M(8)8L

99,72Est. 1 M3

1800018001-9

Page 62: Documento PDF(8MB)

60 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Informe preliminar sobre los restos humanos

Michael J. Walker

Presentación de los datosLos restos humanos procedentes de la excavación arqueológica del Abrigo

II de El Milano, fueron recogidos por sectores y estratos (elevación). Los paquetes de material óseo, sin limpiar llevaban etiquetas con información diversa y a veces ausente en ciertos huesos, según se puede ver por la presen-cia o ausencia de datos en las columnas de identificación osteodontológica del inventario.

Hemos considerado necesario identificar cada pieza por un número indi-vidual, que incorpora tanto el número de pieza de cada clasificación como ésta misma, ya que nos parecía dudosa la suposición de los excavadores de que habían podido identificar esqueletos individuales (“M1” ó “muerto núm. 1”, etc.) durante el transcurso de la labor arqueológica (se puede compro-bar en la tabla que al supuesto M1 le corresponden tres cabezas de cúbito izquierdo). A nuestra enumeración asignada se ha añadido un asterisco para aquellos fragmentos que hemos medido. No se ofrecen aquí las tablas de la estadística osteométrica por falta de espacio, pero esperamos publicar estos datos en un futuro próximo.

La mayoría de los huesos y dientes estaban en estado fIagmentado. Algu-nos de éstos apenas permitían una identificación inequívoca. Cuando en la primera columna (“número de fragmentos”) aparece una cifra mayor a 1 quiere decir que se trata de varios fragmentos de un solo hueso. En la siguiente columna (“lado”) se señala el lado izquierdo (i) o derecho (d) cuando esta precisión ha sido posible. Para los huesos largos fragmentados, se señala la presencia de las áreas proximal, central y distal. Cuando se da la presencia de las tres se trata de un hueso completo. En los casos del maxilar y de la mandíbula, se ofrece tanto la presencia de las piezas dentarias adultas (letra mayúscula), infantiles (letra minúscula) o sus raíces como los espacios que corresponden a dientes perdidos post-mortem (calificados por “alv.”). La situación se da por números a la izquierda para el lado izquierdo y a la derecha para el lado derecho (p.e. 2I significa un incisivo lateral izquierdo, m2 el molar infantil posterior derecho).

Número mínimo y sexo de los individuosDe la lectura de la tabla se puede deducir por los números globales de rótu-

las, fémures, astrágalos, y tal vez de los incisivos y molares, que el conjunto óseo corresponde a un número de individuos que no puede ser inferior a seis, siendo éste el número mínimo de individuos. Al menos uno era una mujer adulta a la que corresponde un fragmento de ilión característico del

Page 63: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 61

sexo femenino. El sexo de los demás individuos es más dif ícil de precisar, aunque la robustez de ciertos huesos largos sugiere la presencia de al menos un varón de edad adulta. Un fragmento mandibular con la presencia del m2 nos señala un niño entre los 2 y 9 años de edad. La presencia entre las piezas dentarias sueltas de al menos tres incisivos y un canino adultos de desarrollo incompleto, también apunta hacia uno (¿o dos?) niños entre los 8 y 12 años y otros ocho molares terceros de desarrollo inacabado sugiere al menos dos juveniles o adultos jóvenes entre los 15 y 25 años de edad.

La falta de exposición de dentina en los molares terceros, por lo general, sugiere que pocos individuos, y tal vez ninguno, tenían una edad avanzada. Por ejemplo el fragmento mandibular núm 11404 ofrece una muestra bas-tanle completa de la dentición adulta en la que se aprecia el aplanamiento de las cúspides de los molares primeros, pero no de los segundos ni terce-ros que son más bien agudas, panorama éste que se repite en el fragmento mandibular núm. 11402. Sin embargo la resorpción alveolar del fragmento mandibular núm. 11403, en el área anterior al presente tercer molar, la que corresponde a los molares izquierdos anteriores, puede señalar una edad algo mayor. No obstante conviene recordar que la presencia de patología peridontal, la que causó la pérdida de las piezas dentarias en vida, se da con frecuencia en los esqueletos arqueológicos y no necesariamente en una edad adulta muy avanzada. Este fragmento ofrece también la presencia de una pieza supernumeraria infantil (¿canino?) delante del primer premolar. Tam-bién se da el caso de una raíz impactada detrás de los incisivos centrales de un fragmento de maxilar (núm. 11304). Este fragmento ofrece aplanamiento de las cúspides del primer molar, pero en este caso falta la parte posterior del hueso. Las caries, tanto cervical como oclusal, se presenta de forma solamente testimonial, lo que también concuerda con la conclusión de una edad media no muy elevada para el conjunto: con las caries cervical en la dentición prehistórica se relaciona la frecuencia de procesos patológicos periodontales. De la lectura de los tres fragmentos mandibulares con molar tercero erguido se desprende la conclusión de que deben ser al menos tres individuos de edad adulta en el conjunto. Otro fragmento (núm. 11401) no puede corresponder a una edad inferior a los 12 años.

Tanto los fragmentos craneales como postcraneales (entre ellos vértebras y falanges) confirman la presencia de niños en el conjunto. Sin embargo la lectura de algunos huesos (p.e. fémur, rótula) nos obliga a considerar la posi-bilidad de que hay seis esqueletos que dif ícilmente podrían corresponder a un edad inferior a los 14 años. Por consiguiente nos parece probable que el grupo consta de un niño entre los 2 y 9 años, otro (o quizás dos) entre los 8 y 12 años, dos entre los 14 y 20 años, tres entre los 18 y 25 años, y uno mayor próximo a los 25 años.

Sumando estos datos llegamos a la cifra de ocho (incluso quizás 9) para el número mínimo de individuos representados por el conjunto de los cuáles uno era mujer adulta y otro varón adulto. Tal vez no sería demasiado atre-vido preguntarnos si se trata de un núcleo familiar. Posiblemente apoya esta hipótesis la observación de que cada uno de tres incisivos adultos de desarrollo incompleto muestran dos ranuras que atraviesan el filo en sentido antero-lateral. Semejantes indentaciones se conocen tanto como anomalías

Page 64: Documento PDF(8MB)

62 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

congénitas como por intervención artificial, pero al no haber sido aplicada ésta en nuestras piezas las consideramos como anomalías congénitas.

La disposición y el tratamiento post-mortem de los restos humanos.Algunos elementos óseos e incluso dientes, ofrecen señales de quemadura

parcial, pero en muy pocos casos se puede observar un proceso de calcina-ción avanzada (entre ellos destacan dos cóndilos mandibulares). Un frag-mento de húmero y una falange parecen haber sido roídos y dos fragmentos de costillas muestran corte artificiales. Las señales carbonizadas se presentan de manera bastante irregular, tanto en la clasificación osteológica como en las áreas de un solo hueso. Tenemos la impresión de que los elementos craneales, dentarios y los segmentos distales de las extremidades han sido sometidos al fuego con mayor frecuencia que los huesos proximales (fémur, húmero) de éstas. Nos preguntamos sobre la posibilidad de la realización del desmembramiento parcial de los cadáveres y de su exposición, con el consiguiente deterioro de los componentes, antes de ser trasladados ciertos paquetes de huesos al abrigo, algunos tal vez articulados gracias a ligamentos, otros despojados de tejidos blandos y hasta fragmentados, lo que podría explicar la disparidad de las abundancias relativas de los distintos compo-nentes óseos y dentarios. Si estos procesos se efectuasen en un lugar común fuera del abrigo pero en ocasiones sucesivas, se podría interpretar de modo sencillo la observación de los efectos del fuego a ciertas piezas pequeñas, ya separadas de su entorno anatómico tal y como se ponen de manifiesto en la anteriormente citada raíz canina con señales de haber sido sometido al fuego. O sea, no se debe de descartar la hipótesis de que, al no haberse recogido en su momento, algunas piezas se requemaron en el lugar donde se preparaban los cadáveres antes de ser finalmente recogidas y llevadas al abrigo, juntamente tal vez con paquetes anatómicos y menos separados.

La escasez de señales de roído en los huesos hace improbable la hipótesis de que mamíferos carnívoros despojasen los cadáveres pero no podemos descartar la de que aves carnívoras lo hubiese hecho. Sin embargo la ausen-cia de neurocráneos más o menos completos y la calcinación de algunos fragmentos pequeños de éstos tal vez implica la intervención humana en el proceso de reducción ósea. Si realmente fuera así es muy de notar la falta de empleo de implementos cortantes o serrantes, con la excepción de las dos costillas (posiblemente no humanas) mencionadas antes.

Estas características de los huesos fragmentos se parecen mucho a las que hemos comentado en huesos humanos procedentes del yacimiento del eneolítico pleno del Prado de Jumilla (Lillo y Walker, 1987: 105-109): en este poblado se han descubierto unos muy escasos componentes de la osteología humana entre varios miles de restos óseos de animales que sin duda repre-sentan los despojos de la comida cotidiana, por lo que consideramos que corresponden a los elementos por descuido no recuperados de prácticas intencionadas de la reducción de los restos mortales cuya gran mayoría se trasladaron para enterrarse en otro lugar. Tanto allí como en el Abrigo del Milano nos encontramos ante los testimonios de una práctica funeraria de cierta difusión en la Región desde las prostrimerías del Neolítico hasta los finales del Eneolítico.

Page 65: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 63

Figura 22 tris. Detalle de un sector (Cuadro 7-L) del sepulcro con el nivel de enterramiento que apoya en el enlosado pétreo.

Page 66: Documento PDF(8MB)

64 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Análisis de las piezas dentarias

Enrique Fernández AlcázarJosé María Pastor Gonzálvez

La serie de piezas dentales obtenidas en la excavación las agrupamos en dos apartados: Grupo de dientes sueltos, en número de noventa y tres; y, dos fragmentos de mandíbula con molares alojados en ellos, en número de cinco.

El análisis de estas piezas se ha realizado mediante la inspección de las mismas. No se han realizado radiograf ías ni han sido sometidos a ninguna manipulación de laboratorio, ni se ha procedido a su medición, quedando esto relegado a un posterior análisis más exhaustivo11.

De este análisis realizado en primera instancia, se pretenden obtener los siguientes objetivos:

1. Determinar anatómicamente a qué grupo pertenece cada pieza (inci-sivos, caninos, molares y premolares), la presencia de dientes temporales y localización en la arcada de cada pieza.

2. Hallar el número mínimo de individuos, a partir del máximo número de piezas iguales repetidas. Asimismo, mediante la observación de la presencia de dientes temporales, constatar la presencia de niños.

3. Descripción del estado de las piezas para objetivar en éstas los vestigios de lesiones patológicas. Lo mismo hemos hecho con los fragmentos mandi-bulares que permitirán evaluar si las enfermedades de los tejidos de sostén del diente (parodontopatías) han dejado señales suficientemente explícitas.

Resultados:1. Tras realizar el estudio morfológico de las piezas, las agrupamos del

siguiente modo:

Permanentes Temporales Incisivos 20 5Caninos 12 5Premolares 17 –Molares 35 4

2. El número mínimo de individuos adultos es de cinco, ya que hay 5 prime-ros molares permanentes superiores derechos. De igual manera la presencia de 3 caninos temporales superiores izquierdos confirma la presencia de tres niños como mínimo.

11 Un avance al estudio que presentado en una comunicación la Reunión Anual del Centro de Estudios Estomatológicos celebrado en Murcia en Junio de 1987.

Page 67: Documento PDF(8MB)

Inventario del material arqueológico | 65

Debido a la falta de reabsorción radicular de las piezas temporales y a la presencia de un primer molar permanente con las raíces en proceso de formación y que por lo tanto no había hecho erupción, podemos inducir que la edad de los niños está comprendida entre los dos y seis años.

3. Tras la observación de las piezas podemos evidenciar tres tipos de alteraciones:

a. Las producidas por la acción del calor.b. Las producidas por la abrasión.c. Las producidas por patologías previas.

a). Los cambios de color observados en esmalte y dentina y la presencia de líneas de fractura nos confirman que este grupo de piezas ha estado sometido a los efectos de una temperatura elevada, que oscilaría entre los 175º C y los 400º C, en base a los datos obtenidos de Figún y Garino (1980) sobre los efectos de la temperatura sobre el diente:

175°C. Grietas en el esmalte.400°C. Estalla el caparazón adamantino.800°C. Se carboniza el esmalte.1100°C. Se desestructuran los tejidos dentarios.b). Para determinar el grado de abrasión de las piezas usamos el índice

de Brahant, descrito por Campillo (1983), en el que 0 representa ausencia de abrasión, + presencia de facetas de desgaste, ++ aparición de zonas de dentina y +++ exposición de toda la superficie dentinaria.

Agrupados los dientes obtenemos los siguientes índices:

o + ++ +++Incisivos 13 1 5 1Caninos 9 3 0 0Premolares 13 0 2 2Molares 27 2 5 0

Dado que el grado de abrasión aumenta con la edad, el hecho de que encontremos un gran número de piezas sin abrasión sugiere la presencia de un mayor número de individuos jóvenes, mientras que la existencia de otras piezas muy abrasionadas indican la presencia de individuos adultos mayores. Aunque no debemos olvidar que una dieta más o menos abrasiva condiciona el grado de desgaste de las piezas.

c). La presencia de caries es mínima, existiendo tan solo tres piezas carea-das, todas ellas molares. Uno de los molares presenta una caries mínima en su surco vestibular. Otras dos caries se encuentran en una misma pieza, un cordal superior izquierdo, en la que encontramos fuerte pérdida de sustan-cia, tanto de esmalte como de dentina. Una de estas caries se encuentra en la cara oclusal de la pieza y la otra en el cuello. La tercera pieza con caries es un primer molar superior derecho y está localizada también en el cuello. Es de notar que estas dos piezas presentan un grado de abrasión acusado y similar pudiendo corresponder a un mismo individuo.

Page 68: Documento PDF(8MB)

66 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Otra alteración observada en una pieza aislada es una hipercementosis (aumento de la formación de cemento alrededor de la raíz), en un segundo molar superior derecho. Esta alteración suele producirse en piezas con una marcada actividad funcional, lo que concuerda con el fuerte grado de abrasión observado en la misma.

En uno de los fragmentos mandibulares se evidencia una reabsorción de la tabla ósea alveolar, lo que indica la presencia de enfermedad periodontal. Esta se traduce en pérdida de soporte, movilidad dentaria e inflamación de la encía.

Page 69: Documento PDF(8MB)

Estudio de los materiales

Page 70: Documento PDF(8MB)
Page 71: Documento PDF(8MB)

Estudio de los materiales | 69

Industria lítica

Miguel San Nicolás del Toro

El material lítico recuperado de roca metamórfica del sepulcro está inte-grado por 19 piezas en silex y una azuela pulida también en este tipo de roca. Esta última presenta señales de uso en el filo, definidas por estrías paralelas de escaso desarrollo y perpendiculares al filo.

De entre el material tallado hay que destacar un primer conjunto de lami-nitas fracturadas de secciones triangular, trapezoidal y pentagonal, algunas de ellas por efecto de la exposición al fuego.

Un segundo conjunto está constituido por ocho geométricos. Un par de ellos se ha observado al microscopio electrónico de barrido con obtención de fotograf ías sin preparación previa, a bajo voltaje de aceleración (2 Kv), que evita la coloración de la pieza mediante baño de oro o carbono (nº 29)12.

La proporción de estos útiles, nos hace pensar que acaso los geométricos formarán parte de instrumentos compuestos y una vez desaparecidos los soportes perecederos, quedarían disgregados entre los restos humanos. La tipología, lejos de ofrecer carácteres que pudieran considerarse como muy evolucionados, presenta en algunos casos rasgos un tanto arcaicos como el retoque abrupto y de pequeño tamaño. Son muy distintos de aquéllos que habitualmente estamos acostumbrados a encontrar en cuevas y poblados Eneolíticos de la Región, de mayor tamaño y generalmente bastantes más toscos, que suelen denotar el abandono de la técnica de obtención por microburil, con formas predominantes de trapecios rectángulos. Por el contrario, en El Milano los rasgos de una relativa antigüedad unidos a la proximidad de la vecina Cueva del Búho (con una dilatada evolución de hábitat hasta el Neolítico que tiene su inicio en fases finales del Paleolítico superior), nos hacen reflexionar acerca de la posible relación filética entre ambos yacimientos.

Los elementos que la sugieren son el neto predominio de trapecios en ambos conjuntos, como parece ocurrir en otros grupos (Juan Cabanilles, 1984: 102); en segundo, el procedimiento de obtención a través de la técnica del microburil y la preponderancia del retoque abrupto frente al de doble bisel, que se nos revelan como rasgos relativamente antiguos. Pero, además, dentro del conjunto de El Milano, existen otras características igualmente apreciables como son algunas formas indefinidas entre los trapecios con la base pequeña retocada y los toscos triángulos isósceles, o la presencia de un segmento y dos medias lunas de factura no muy buena que abogan por un relativo rejuvenecimiento cronológico. La industria lítica, con las reservas

12 Estudio realizado por Belén Ibáñez en la Universidad de Granada con un modelo B5M 950 un sport size de 10 mm.

Page 72: Documento PDF(8MB)

70 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figuras 23 y 24. Detalle del lado mayor del Trapecio nº 29, en donde se aprecian las huellas de uso.

propias de esta exigua representación tipológica, se podría situar en una fase terminal de la evolución geométrica epipaleolítica que ha podido pro-longarse hasta el Neolítico.

En cuanto al uso de los microlitos, propuesto su empleo en útiles com-puestos y la presencia de lustre de cereal en filos de algunas de las piezas estudiadas por J. J. Cabanilles para el neolítico valenciano, se podría indicar su utilización como dientes de hoz (1984: 74) como hemos visto en las señales de uso de algunos filos de los segmentos observadas al microscopio.

De todas formas, no podemos descartar su inserción como armaduras en el asta. En este último sentido se ha pronunciado J. Eiroa (1987: 59) con respecto a los geométricos procedentes del poblado eneolítico de La Salud,

Page 73: Documento PDF(8MB)

Estudio de los materiales | 71

quien los considera pervivencias de tradiciones tecnológicas muy antiguas, rasgos del arcaísmo del trabajo del silex.

Al estudiar la industria microlítica de la Cueva de las Palomas de Peña Rubia (Cehegín) que consiste en dos medias lunas y un trapecio, se podría considerar, en una primera observación, un material antiguo en los sepul-cros del Eneolítico. Ahora bien, su presencia cada vez mayor tanto en los poblados como en las necrópolis eneolíticas de Murcia, junto a la diferen-cia de tamaño y retoque respecto a los escasos microlitos neolíticos de la Región, nos lleva a pensar que son útiles que funcionalmente continuarán en vigencia durante todo el Eneolítico hasta diluirse dentro de la cultura argá-rica13. En el resto de Murcia están presentes principalmente en la Comarca del Noroeste sobre todo en las cuevas de Peña Rubia (Cuevas del Calor, Amador, Saltador); Sierra de la Puerta de Cehegín (Cueva del Punzón); Cueva de la Represa y Los Alcores en Caravaca; el covacho de La Nariz, poblado y megalito nº 1 de Bagil en Moratalla. Asimismo se conocen en el poblado y megalito del Cabezo del Plomo en Mazarrón y necrópolis de los Blanquizares de Lébor en Totana (San Nicolás del Toro, 1988: 101), como en el conjunto megalítico de El Capitán (Lorca).

Los útiles de silueta geométrica procedentes de dólmenes vascos han sido estudiados por A. Cava, con un porcentaje del 61,84 % para los trapecios, 36,84 % triángulos y el 1,32 % para los segmentos (1984: 99-106). Esta pre-sencia mayoritaria de los trapecios también es señalada por G. Delibes para el grupo San Martín-Miradero, con el 57 % de trapecios, 28 % de triángulos y el 15 % de segmentos (1987: 190). En Cataluña, por el contrario, están prácticamente ausentes en los dólmenes, mientras que si se encuentran en los sepulcros de fosa (Muñoz Amilibia, 1965: 243, 263-264). En todos los casos los retoques son mayoritariamente abruptos.

Hay que hacer notar la presencia de láminas con truncaduras oblicuas abruptas, que presentan una silueta geométrica pero que al faltarles un lado retocado, no se incluyen en las tipologías de los geométricos, si bien aparecen junto a los geométricos propiamente dichos con los que parece compartir la misma funcionalidad. Así también A. Muñoz (1986a: 24), al tratar del material geométrico de la sepultura del Cabezo del Plomo, hace notar que se trata más bien de truncaduras que afectan a uno de los filos.

13 Recientemente se ha efectuado una breve excavación de urgencia sobre el poblado de Cabecica del Trigo (Cehegín) datado en un Argar B, de donde se ha extraído trapecio de base reca de considerable tamaño con señales de lustre cereal.

Page 74: Documento PDF(8MB)

72 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Cuentas de collar

Belén Martín IbáñezMiguel San Nicolás del Toro

Para abordar el estudio petrológico de las cuentas de collar hemos partido de un método no destructivo, por ello se han descartado las metodologías más usuales utilizadas en Geología, como son la difracción de rayos X por el método de polvo o la observación de una lámina delgada del material en un microscopio petrográfico de luz transmitida.

Se ha tenido que recurrir a técnicas de identificación mineralógica como dureza de rayado, observaciones a la lupa de texturas, color, etc. y ataques con ácido.

El total de piezas, 26 cuentas, se puede dividir en tres grupos bien dife-renciados:

El primero y más numeroso, con 21 piezas, se puede subdividir, a su vez, en dos apartados atendiendo a su coloración: 7 de ellas son de color negro (n° 8, 9, 10, 14, 18, 32 y 42) y las 14 restantes son verdes o pardas (n° 12, 19, 20, 21, 22, 24, 26, 30, 31, 37, 40, 46, 50 y 52). Todas éstas son insolubles en ClH (ácido clorhídrico) y presentan una dureza muy baja (primer término en la escala de Mohs), puesto que son susceptibles de ser rayadas con cristales de yeso (segundo término en la escala de Mohs). Si a estas características unimos las de color, brillo y tacto jabonoso, se puede deducir que se trata de esteatita (filosilicato de magnesio), una variedad de talco de grano muy fino que presenta unas inmejorables condiciones para ser pulimentada y perforada dada su baja dureza. Conviene señalar, respecto a las cuentas de tonalidades verdosas, que a la vista de los resultados han de descartarse otros minerales de colores análogos tales como la calaíta (nombre en desuso que corresponde a turquesa), variscita, jade, actinolíta, serpentina, etc.

El segundo grupo lo componen 4 piezas de color blanco (n° 16, 35, 38 y 41) que corresponden a una caliza blanca. Atacadas con ácido clorhídrico efervecen, tal y como lo hace el carbonato cálcico.

La cuenta restante (n° 5), que se puede considerar como grupo indepen-diente, presenta una coloración verde. En una primera observación podría confundirse con una pieza del grupo primero, pero observada a la lupa se pueden distinguir granos de minerales de diferente naturaleza; corresponde-ría, pues, a una roca ígnea básica, posiblemente de carácter volcánico (ofita).

En cuanto a las áreas fuente de los materiales utilizados para la elaboración de las cuentas, la esteatita posiblemente proceda de rocas metamórficas (exquisitos y mármoles dolomíticos) del complejo Nevado Filábride, siendo el yacimiento de Somontín (Almería), actualmente en explotación, el más próximo a la zona.

Page 75: Documento PDF(8MB)

Estudio de los materiales | 73

En lo que se refiere a las piezas de caliza blanca, basta recordar que el sepulcro se halla ubicado en un relieve de calizas de este tipo.

Por último, existen numerosos afloramientos de rocas volcánicas, si bien de reducida extensión, en los alrededores de El Milano, a muy pocos kiló-metros de distancia. Esta proximidad de las áreas fuentes también la señala G. Delibes para la zona del Duero: rocas como la variscita y los cuarzos son propias de los suelos de penillanura (Delibes et. al., 1987: 192).

En cuanto a su valoración cultural, recientemente, Muñoz Amilibia (1986a: 24-28) ha señalado la presencia de 15 cuentas de calaíta procedentes del tho-los del Cabezo del Plomo (Mazarrón), con perforación cilíndrica bastante regular que difieren de las típicas del Neolítico final, concretamente de los sepulcros de fosa. La perforación cilíndrica sería el resultado de trabajar materiales de menor dureza y una técnica más perfeccionada. Los tama-ños oscilan entre los 8-17 mm. de longitud y 6-11 mm. de diámetro. Para la autora, las cuentas pétreas no debieron tener una gran comercialización, serían más bien una consecuencia del fruto del contacto con el medio f ísico local.

De la cueva sepulcral de La Represa (Caravaca) recogemos 15 cuentas de collar de forma olivácea, localizadas en su mayoría en la zona más externa de la cueva y las enmarcamos cronológicamente en un momento próximo al campaniforme (San Nicolás, 1981).

Muñoz Amilibia (1986a: 28) establece una interesante relación entre las rocas para obtener cuentas de collar y la prospección de minerales metálicos, que se traduce en un mejor conocimiento del mundo f ísico mineralógico del hombre prehistórico. Así, el conocimiento de los minerales metálicos sería consecuencia de la búsqueda de minerales para elaborar objetos de adorno, ya que los objetos de cobre escasean en los ajuares eneolíticos antiguos y las cuentas de piedra se usan abundantemente desde el Neolítico final, mientras que escasean en época campaniforme, cuando el metal empieza a tener más significación. De esta forma, las cuentas reflejarían algo más que aspectos de prestigio o moda en el adorno.

Las cuentas de collar de perforación bicónica y silueta olivácea están pre-sentes desde el Neolítico final a la Edad del Bronce en el País Valenciano (Bernabéu, 1979: 114).

Page 76: Documento PDF(8MB)
Page 77: Documento PDF(8MB)

Ecología en la zona de Mula

Page 78: Documento PDF(8MB)
Page 79: Documento PDF(8MB)

Ecología en la zona de Mula | 77

Ecología en la zona de Mula durante el siglo XVI

Juan González Castaño

Tras la caída de Granada y la desaparición del peligro musulmán, en un importante sector fronterizo con aquel Reino, la zona de Mula y la comarca del Noroeste van a comenzar un fuerte crecimiento económico-demográ-fico basado en las roturaciones de las mejores tierras y en la deforestación de las dehesas cercanas a núcleos habitados, en un proceso no repetido, aunque de modo menor, desde época romana, lo que permite que ciudades como Caravaca o Mula aumenten prodigiosamente su vecindario. En el caso de la segunda, casi triplica su población en menos de cuarenta años, pasa de 357 vecinos en 1495 a 830, solo pecheros, en 1533 (González Castaño, 1980: 27).

Esa demanda creciente de tierra hace que la pérdida de superficie arbolada comience a ser grave a mediados de la centuria del quinientos. En el primer libro de acuerdos concejiles (1523-1528), mientras abundan las ordenanzas relativas al agua o a la huerta, no hay ni una sola que regule el aprovecha-miento de los montes. Por el contrario, son numerosísimas las licencias para desforestar, quemando pinos y zonas de espeso bosque.

Y decimos quemando pinos porque estos árboles eran los que formaban la vegetación de los montes muleños mayoritariamente, lo que parece mos-trarse de acuerdo con los resultados del análisis de polen, efectuado por Pilar López García en este mismo trabajo.

Sólo parece haber encinas y robles en abundancia en un lugar de los tér-minos concejiles: la dehesa del río Mula, precisamente donde se hallan las pinturas rupestres de El Milano son continuos los pregones en los que se ordena que ningún ganado paste sus bellotas ni persona alguna las coja, bajo fuertes multas, pues su venta contaba en el presupuesto municipal14.

Pero a partir de la mitad del siglo XVI, los estragos en la masa forestal son tremendos. Los regidores son conscientes de que la madera va escaseando y es cada vez más dif ícil conseguirla. El precio de la carga de leña se dispara en apenas siete años. De 17 maravedís en 1568 pasa a costar 85 en 1575, un 500% más15. Qué lejos quedan los comentarios realizados por el rey Alfonso XI en su Libro de la Montería, cuando dice que tanto la Sierra Espuña como la de Pedro Ponce “es buen monte de oso et puerco en invierno16. ¿Dónde

14 Como ejemplo valga el Acta capitular de 23-VII-1569, Archivo Municipal de Mula (desde ahora A. M. Mula). La pena era de 600 maravedís.

15 “Libro de cuentas que se toman a los mayordomos del concejo desta villa enpeçado en nueve dias del mes de julio de quinientos e çincuenta y seis años”. Cuenta de 1567-1568 y act. cap. de 26 IX-1575.A. M. Mula.

16 Discurso y notas de José Gutiérrez de la Vega, págs. 359-360. Imp. de M. Tello. Madrid 1877.

Page 80: Documento PDF(8MB)

78 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

estarán esos osos si Prado Mayor, en la zona más alta de Espuña, ha sido roturado a pricipios del siglo XVI…?

Los pinos de Herrero (al Norte de Mula), en los que se refugió parte de la población durante la peste de 1489, son sólo un recuerdo y está a punto de ocurrir otro tanto con los de la dehesa de Manzanete17. Un acuerdo de marzo de 1601 prohíbe hacer cargas de monte en los caminos que llevan a ese lugar18. Lo que no es ninguna novedad, ya que años antes se había vedado coger leña en la misma dehesa, bajo multa de 600 maravedís19.

La del río Mula también está amenazada. En 1600 se dice: “…que porque esta villa tiene dos dehesas de mucho aprovechamiento para este ayunta-miento y sus veçinos que son la una la dehesa que diçen del rio Mula en la cual ay robles y pinos y otros montes questos fortaleçen y reparan la açequia mayor, do se trae el agua para el servicio desta villa y sus veçinos (agua que brotaba en un manantial en las cercanías de Bullas) porque por estar como estan este año los quixeros de la dicha açequia son para la dha fuerça y reparo de la dicha açequia de mucha consideraçion, raçon de que con las llubias pasadas se a ronpido y llebado la presa del açud questa en el dicho rio (desde donde partía la acequia mayor) muchas veçes y cada una dellas para la bolber a reparar se an gastado muchos pinos para estacas y otra madera y desta causa estan los montes de la dha dehesa y río maltratados y muy esquilmados...”20 Prohíbe el concejo la tala de árboles, bajo pena de 1.000 maravedís. Precisamente esta zona es la que describe Fernando Colón en su viaje de Mula a Cehegín, a principios del s. XVI, cuando dice: “Party de Mula para Cehegin que ay seis leguas, las dos primeras (las de la zona Milano-Bullas) de un valle e arroyo arriba muy hondo e de montes e pinares e enzinares e atochares…”21.

Las sucesivas corporaciones deben atender al cuidado de la vegetación, aunque concediendo licencias para talar pinos y hacer carbón. Algo dif ícil de conjugar.

Entre agosto y octubre de 1560 se da permiso a dos vecinos para cortar 230 pinos. Con la salvedad de que a Pedro de Gea, uno de ellos, se le concede quemar bosque para sacar tierra22.

En 1576, se permite a las personas que tengan terrenos panificables talar los árboles de alrededor sin pena alguna23.

Sin embargo, en 1567 se había prohibido hacer carbón para los pueblos comarcanos, amenazando con multas de diez ducados al que lo sacase de Mula24.

17 “Informaçion que hiçieron los veçinos de la billa de Mula contra el Marques de los Velez sobre la heleçion de los ofiçios de conçejo” s/f. Documento de 28-III-1525. A. M. Mula.

18 Act. cap. de 28-III-1601 A. M. Mula.

19 Act. cap. de 15-I-1564. A. M. Mula.

20 Act. cap. de 23-lV-1600. A. M. Mula.

21 Descripción y cosmograf ía de España, pág. 326 del tomo II. Imp. del Patronato de Huérfanos del Ejército. Madrid, 1910.

22 Acts. caps. de 28-VIII y de 4-X de 1560. A.M. Mula.

23 Act. cap. de 4-XI-1567. A. M. Mula.

24 Act. cap. de 11-I-1567. A. M. Mula.

Page 81: Documento PDF(8MB)

Ecología en la zona de Mula | 79

Dos años más tarde se pregona lo siguiente: “…que por quanto el desorden de cortar pinos donçeles en los terminos desta villa a sido mucho y a causado una gran disminuçion dellos, que nadie los corte ni descorteçe so pena de 600 maravedis por cada pino cortado…”25. Es que la misma estructura de los pinos piñoneros: tronco recto y una longitud de unos cuatro o cinco metros, la hacía ideal para fabricar vigas y colañas.

Y en 1573 solicita Mula que se aplique la carta acordada, dada por Juana la Loca en Zaragoza, el 21 de mayo de 1528, en la que se contemplaban fuertes castigos para los destructores de los montes26. Veinte años después es condenado Alonso Fernández Melgarejo Flores a 1.500 maravedís de multa y a las costas del pleito por haber quemado, ayudado por su yerno, siete u ocho pinos carrascos cerca de sus bancales27.

Los ejemplos se podrían multiplicar y la ineficacia de la normativa muni-cipal también. En el resto de la Edad Moderna se van a repetir las mismas ordenanzas, pero sin mucho éxito. Mula no es la única que necesitaba car-bón y leña, sino también los pueblos vecinos y la capital, que había devorado sus reservas de Fortuna y La Garapacha, amenazando con hacer lo mismo con las de las serranías muleñas.

El resultado de tanta imprevisión es bien conocido, la desforestación tre-menda que soporta aún la Región y que se intentó paliar a fines del siglo XIX y los primeros años del XX dotando de arbolado, sobre todo resinosas, las vertientes de Espuña y las inmediaciones de la Cuenca del Guadalentín; y el posible cambio del microclima en comarcas enteras.

Además, debe tenerse en cuenta que en montes bien dotados de cobertura vegetal abunda la caza. Pero no únicamente la menor, sino la de ciervos y cabras.

25 Act. cap. de 23-VIII-1569. A. M. Mula.

26 Libro 5 de Provisiones Reales. A. M. Mula. Provisión dada en Madrid el 4-III-1573, fol. 113.

27 A. M. Mula. Documentos del Marqués de los Vélez. Denuncia contra Alfonso Fernández Melgarejo Flores y su yerno, de 21-XI-1593.

Figura 26.

Page 82: Documento PDF(8MB)

80 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Esto es lo que ocurre en Mula durante el primer tercio del siglo XVI, cuando el arbolado es todavía espeso. En 1523, se manda que, de todo venado que se venda en la carnicería, se dé al alcaide de la fortaleza un arrelde (algo más de 1.800 gramos)28. Al año siguiente se regula el arrelde de la misma carne, se venderá a 28 maravedís29.

En 1526 se pone nuevamente precio a la carne de los grandes herbívoros: el arrelde de cabra montés costará 13 maravedís, el de venado 12 y el de tasajos (cecina)30.

Pero el nivel de la caza sigue paralelo a la degeneración del monte. A partir de 1560 no habrá ni una sola mención a grandes animales. Han desapare-cido de las proximidades de Mula, refugiándose en las abruptas sierras del Noroeste. Únicamente se regulará la caza menor: conejos, liebres y perdices, que constituirá la posibilidad de comer carne de una parte importante de la población, demasiado pobre para alimentarse de la que se sacrificaba en el matadero. También se permitirá y premiará, en todo tiempo, la de lobos y zorras, abundantísimos en el término municipal y tachados de animales nocivos.

28 Act. cap. de 26-VII-1523. A. M. Mula.

29 Act. cap. de 28-VIII-1524. A. M. Mula.

30 Act. cap. de 5-V-1526. A. M. Mula.

Page 83: Documento PDF(8MB)

Paleoetnobotánica

Page 84: Documento PDF(8MB)
Page 85: Documento PDF(8MB)

Paleoetnobotánica | 83

Paleoetnobotánica

Diego Rivera NúñezConcepción Obón de Castro

La vegetación actual del yacimiento y su entornoEl yacimiento se halla enclavado al pie de una pared caliza vertical en la

que crecen algunos ejemplares de Teucrium thymifolium y Dianthus bro-teri, otras especies presentes son: Juniperus phoenicea, Juniperus oxycedrus, Rhamnus Iycioides y Carex halleriana. No lejos de la excavación se encuentra una higuera (Ficus carica var. caprificus), enraizada en la roca.

Los estratos del yacimiento se han visto afectados por las raíces de pinos (Pinus halepensis) y olivos (Olea europaea var. sylvestris?). La raíz de estos árboles se ha introducido entre los estratos, e incluso ha llegado a levantar las losas que constituyen las cubiertas y el suelo del enterramiento.

En el interior del Abrigo I aparecen restos de Adiantum capillus veneris y Mentha suaveolens, estas plantas son características de lugares con aguas rezumantes y, aunque en el momento en que se estudió el abrigo aparecían muy depauperadas, indican que ha existido agua relativamente abundante en algunos periodos del año hasta hace muy poco. Esto puede explicar la existencia de algunas algas cianof íceas en la superficie de la roca. En el mismo sentido, aunque no tan estrictamente hidrófilo, se ha de interpretar la presencia de Carex halleriana, que también aparece entre el matorrral más xérico.

En las rocas y paredes próximas se encuentran ocupando las fisuras Dian-thus broteri, Sedum album, y posiblemente Rhamnus saxatilis.

El matorral corresponde a las fases de degradación de un carrascal termó-filo en el límite de su área por la escasez de precipitaciones, y muy agredido por la acción antrópica. Los pinos carrascos constituyen la única vegetación arbórea (Pinus halepensis), junto a ellos crecen arbustos de Pistacia lentiscus y Olea europaea var. sylvestris. El matorral es rico en especies de plantas aro-máticas de la familia de las labiadas como el romero (Rosmarinus officinalis) y el tomillo (Thymus vulgaris). Existen también arbustos espinosos como Rhamnus Iycioides y los enebros y sabinas antes citados. Entre las matas más bajas encontramos Fumana ericoides, Paronychia suffruticosa, Phagnalon rupestre, Sedum nicaense, Sedum album, Sedum dasyphyllum, Argyrolobium zanoni, Sanguisorba minor, y Ononis minutissima.

Las gramíneas son abundantes y reflejan una vegetación propia de ambien-tes aridificados por un pastoreo excesivo, entre ellas destaca el esparto (Stipa tenacissima), algunas otras son Stipa offneri, Oryzopsis paradoxa, Hyparrhe-nia pubescens, Brachypodium retusum y Dactylis hispanica.

Page 86: Documento PDF(8MB)

84 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Aceptando como hipótesis de trabajo la inexistencia de cambios climáti-cos profundos entre la época actual y el período al que pudiera adscribirse el enterramiento, la vegetación estaría constituida por matorrales, más o menos densos, de lentisco (Pistacia lentiscus), y cambrón (Rhamnus lycioi-des). La vegetación forestal podría ser relativamente aclarada y constituida, en los lugares más favorables, por carrascas (Quercus rotundifolia) y en los enclaves secos posiblemente por pinares de pino carrasco (Pinus halepensis) y espartales (Stipa tenacissima) aunque no se encontró ningún resto de esta última especie.

Estudio de los materiales vegetales arqueológicosEntre el material vegetal recuperado mediante técnicas de flotación, pre-

dominan los fragmentos de raíces de edad relativamente reciente. En un primer estudio se han encontrado algunos excrementos de micromamiferos que pudieran confundirse con semillas. Las raíces parecen haber producido una activa remoción y mezcla de materiales, dado que la mayor parte de las muestras obtenidas presentan una composición florística similar, existiendo un gradiente desde los estratos más superficiales ricos en materiales hasta los profundos en donde estos últimos escasean.

Los excrementos hallados sugieren también la actividad de diversas espe-cies de animales que pudieron introducir accidentalmente algunos restos y semillas.

No es posible determinar la edad de los restos hallados, aunque no pode-mos descartar su introducción reciente en pequeñas galerías producidas por micromamíferos.

No se ha recuperado ningún resto vegetal carbonizado que pudiera suge-rir la cremación de plantas en los ritos funerarios. En las condiciones del yacimiento, los restos carbonizados se hubieran podido conservar perfec-tamente de haber existido, por lo que su ausencia nos indica la inexistencia de éstos en el momento del enterramiento, e incluso hace pensar que la incineración se llevó a cabo fuera del lugar de enterramiento.

Los restos que han sido encontrados están momificados, o simplemente desecados, por lo que varía su estado de conservación, aunque la identifi-cación resulta generalmente posible.

Relación de muestras recogidas por flotaciónCada muestra corresponde a una bolsa identificada con un código señalado

en negrita, en cursiva se indica el código de laboratorio, con localización estratigráfica:

7M (16-8-85) [38/86], est. I7M (21-8-85) [32/86], est. II.7M [33/86], est. II?8M (16-8-85) [39/86], est. I.8M (21-8-85) [24/86], est. II.8M [31/86], est. II?6L (-99,75)(8-8-85) [29/86], est. I.7L (-99,75)(8-8-85) [34/86], est. I.7L (16-8-85) [26 y 36/86], est. I?

Page 87: Documento PDF(8MB)

Paleoetnobotánica | 85

7L (21-8-85) [28/86], est. II.7L [40/86], est. II?8L (-99,80)(8-8-85) [30/86], est. I.8L (21-8-85) [27/86], est. II.8L [35/86], est. II?9L [25/86], est. I.Existe una muestra general de superficie con el número de laboratorio 37/86.

Los restos vegetalesSe han encontrado abundantes restos vegetales en las muestras que corres-

ponden a (s) semillas, (h) hojas, (e) espiguillas, (b) bulbos, (c) conos mascu-linos de coníferas, (r) rizomas, (l) cálices, (a) ramillas de cupresáceas, y (t) tallos, también se han identificado diversos (f ) fragmentos de los anteriores. Los materiales vienen indicados en las dos relaciones siguientes, agrupados en dos niveles, uno que comprende las muestras más superficiales (nivel I) y otro (nivel II) que incluye exclusivamente las muestras obtenidas del espacio funerario. (Cuadros I y II).

Estudio tafonómicoLa procedencia de los materiales encontrados puede conjeturarse aten-

diendo a la capacidad natural de dispersión de cada uno de ellos, su situación en la estratigraf ía y los posibles vectores de transporte. (Como se muestra en el cuadro).

Una buena parte se ha depositado in situ bajo la simple acción de la gra-vedad, ya que proceden de plantas que crecen en las paredes por encima del enterramiento o incluso entre las piedras que lo cubrían. El momento en que estos materiales se depositaron es dif ícil de fijar aunque el gradiente que observamos, siendo más abundantes en el Nivel I, hace suponer una incorporación reciente. Resulta particularmente interesante observar que estos materiales son significativamente más escasos en las cuadrículas 7M y 8M que corresponden al interior más cobijado del abrigo. A este grupo pertenecen: Euphorbia sp., Teucrium thymifolium Schreber, Pinus halepen-sis Miller, Carex hallenana Asso, Rosmarinus officinalis L., Rhamnus sp., Helianthemum sp., Santolilla chamaecyparissus L., Bupleurum fruticescens L., Thymus vulgaris L., Poa bulbosa L., Quercus rotundifolia Lam., Aspho-delus fistulosus L. y Dianthus broteri Boiss et Reut.

Page 88: Documento PDF(8MB)

86 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Relación de restos vegetales - Nivel I

Especies Muestras29 34 30 25 38 39 26 36 37

Cynodon dactylon 1rVitis vinífera 2s 1s 2s 1sAsphodelus fistulosus 1s 1sMedicago sp. 1f 2f 1hChenopodium sp. 1sPistacia lentiscus 1s 1s 2s

1f1s 1s

Pinus halepensis 7h 2hFicus carica 5s 2s 7s 6s 2sJuniperus oxycedrus 2s

7h10s1h

11s4h

12s1h

1s1h

1s3h

19s6h

Juniperus phoenicea 14s1a

1f1a

1s 7s

Poaceae 1eTeucrium thymifolium 10s

6h2s3h

26s2h

16s4h4l

1h1s 8s

1h1l

Carex halleriana 20s2e9h

2s 4s 2s1b

1s 5s

Paronychia sp. 5h 12h 1hFilago pyramidata 1f 1fRosmarinus officinalis 56s

6h31

52s7h1l

19s1h

21s5h1

1s1t

7s2h

Bromus cfr secalinus 4e 2e 2eRhamnus sp. 2s 2s 1f lsHelianthemum sp. 1fThymus vulgaris 1fTrachynia distachya 1eSorbus sp. 3s lsCalendula arvensis 1sHippocrepis sp. 1s 1sMalus sp. 1sLactuca sp. 1sVulpia sp. 1eBrachypodium sp. 3e 1eOryzopsis sp. 18s 3s 5s 1s 1s 4sEuphorbia sp. 31s 2s 8s 14s 2s 2s 7sEuphorbiaceae 4s 4s 2s 1s 5sCaryophyllaceae 4sRosaceaeSantolina sp.Bupleurum fruticescensPhragmites australisQuercus rotundifolia 3f 1hDianthus broteri 1fNo identificados 1s 1s

Page 89: Documento PDF(8MB)

Paleoetnobotánica | 87

Relación de restos vegetales - Nivel II

Especies Muestras32 24 28 27 33 31 40 35

Cynodon daciylonVitis vinífera 1s 2s 3sAsphodelus fistulosus 1s 1sMedicago sp.Chenopodium sp.Pistacia lentiscus 1s 2sPinus halepensis 2h

1cFicus carica 1s 1s 1s js 4sJuniperus oxycedrus 1s 6s 1s 3s 2s

1hJuniperus phoenicea 6s 1s 1s 1sPoaceaeTeucrium Thymifolium 1s 11s 2s 8s

1l9s

Carex halleriana 1s1f

1s

Paronychia sp.Filago pyramidataRosmarinus officinalis 9s

8h4s 44s

7h7s1h

Bromus cfr. secalinus 1lRhamnus sp. 2s 2sHelianthemum sp.Thymus vulgaris 1sTrachynia distachyaSorbus sp. 1sCalendula arvensisHippocrepis sp.Malus sp. 1sLacuca sp.Vulpia sp.Brachypodium sp. 1eOryzopsis sp. 3s 1s 1sEuphorbia sp. 1s 1s 8s 1s 6s 4sEuphorbiaceae 4s 3s 13s 10sCaryophyllaceaeRosaceae 1fSantolina sp. 1fBupleurum fruticescens 1sPhragmites australis 1eQuercus rotundifolia 1hDianthus broteriNo idenificados

Page 90: Documento PDF(8MB)

88 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Distribución relatlva de restos vegetales

Especies ÍndicesA B C M P R D

Cynodon dactylon 1 0 1 1 100 0 SVitis vinifera 6 6 12 14 50 50 ZAsphodelus fistulosus 2 2 4 4 50 50 SMedicago sp. 4 0 4 4 100 0 ZChenopodium sp. 1 0 1 1 100 0 SvPistacia lentiscus 7 3 10 11 70 30 SPinus halepensis 10 3 13 14 77 23 SvFicus carica 22 12 34 38 64 36 SzJuniperus oxycedrus 79 14 93 105 85 15 SzJuniperus phoenicea 25 9 34 38 73 27 SzPoaceae 1 0 1 1 100 0 VTeucrium thymifolium 85 32 117 132 72 28 SCarex halleriana 46 3 49 55 93 7 SParonychia sp. 18 0 18 20 100 0 SFilago pyramidata 2 0 2 2 100 0 VRosmarinus officinalis 183 81 264 299 69 31 SBromus cfr. secalinus 8 0 8 9 100 0 VRhamnus sp. 6 4 10 11 60 40 SHelianthemum sp. 1 0 1 1 100 0 SThymus vulgaris 1 0 1 1 100 0 STrachynia distachya 1 0 1 1 100 0 VSorbus sp. 4 1 5 5 80 20 ZCalendula arvensis 1 0 1 1 100 0 ZHippocrepis sp. 2 0 2 2 100 0 ZsMalus sp. 1 1 2 2 50 50 ZLactuca sp. 1 0 1 1 100 0 VVulpia sp. 1 0 1 1 100 0 VBrachypodium sp. 4 1 5 5 80 20 SvOryzopsis sp. 32 5 37 41 86 14 SvEuphorbia sp. 66 21 87 98 76 24 SEuphorbiaceae 16 30 46 52 34 66 SzCaryophyllaceae 4 0 4 4 100 0 ZsRosaceae 0 1 1 1 0 100 ZSantolina sp. 0 1 1 1 0 100 SzBupleurum fruticescens 0 1 1 1 0 100 SvPhragmites australis 0 1 1 1 0 100 VQuercus rotundifolia 4 1 5 5 80 20 SvDianthus broteri 1 0 1 1 100 0 SvTOTALES 648 233 881 – – – –

A = número de restos de la especie en el nivel IB = número de restos de la especie en el nivel IIC = total de restos de la especie en los dos nivelesΣCi = total de restos de todas las especiesM = C/ΣCi P = A/C R = B/CS = depositado primariamente in situ, s = de forma secundariaV = transportado por el viento, v = de forma secundariaZ = depositado por animales o el hombre, z = de forma secundaria

Page 91: Documento PDF(8MB)

Paleoetnobotánica | 89

Otros materiales han podido ser transportados por el viento desde zonas próximas en un radio no superior al centenar de metros. Son generalmente fragmentos de gramíneas muy ligeros o restos de distintos tipos de hojas. En su totalidad corresponden a plantas actualmente existentes en la zona. Su estado de conservación es muy bueno y su localización en estratigraf ía sugiere una incorporación relativamente reciente.A este grupo pertenecen: Oryzopsis paradoxa (L.) Nutt., Chenopodium sp., Paronychia suffruticosa (L.) Lam., Filago sp., Bromus cfr. secalinus L. Trachynia distachya (L.) Link, Lactuca sp., Vulpia sp., Brachypodium sp. y Phragmites australis (Cav.) Trin.

Los restos de frutos de higuera (Ficus carica L.), pueden tener dos pro-cedencias diferentes. O bien se trata de flutos comestibles (var. carica) transportados intencionalmente al abrigo o depositados en heces o restos que proceden de aparatos digestivos. Una segunda explicación los atribuiría a las higueras silvestres (var. caprificus) que todavía crecen en las paredes rocosas que existen por encima del abrigo.

Las semillas de uva (Vitis vinífera L.) presentan una morfología intermedia entre las silvestres y las cultivadas. No existen trazas de vid silvestre en la zona estudiada por lo que su presencia cabría interpretarse en función de un transporte realizado por animales u hombres que las consumieran.

Pese a que los olivos (Olea europaea L.) han alterado profundamente el depósito con sus raíces, no se han encontrado restos de ellos.

Las manzanas (Malus sp.) aparecen representadas por algunas semillas. Su presencia se debe al transporte por los animales o las personas ya que es improbable el depósito in situ a partir de manzanos silvestres. Otro tanto puede decirse de las semillas de serbal (Sorbus sp.).

Los lentiscos (Pistacia lentiscus L.) son posiblemente el depósito más con-flictivo, ya que sus semillas pueden ser confundidas con las de alguna especie de leguminosa, de todos modos su presencia puede ser explicada por simple depósito in situ.

Los enebros (Juniperus oxycedrus L.) y sabinas (Juniperus phoenicea L.) han podido depositarse in situ pero también pueden haber sido transportados por los animales o el hombre. Existe una semilla de sabina asociada a restos fecales.

Algunas pequeñas semillas y frutos pueden haber sido transportadas por los animales, éste es el caso de: Medicago sp., Calendula arvensis L., Hippo-crepis sp. y Caryophyllaceae.

Morfología de los restosCada uno de los tipos de restos aparecen ilustrados en las cinco láminas

adjuntas. Sin embargo a continuación (Cuadro IV) se indican las dimen-siones usualmente utilizadas en la bibliograf ía para las especies más inte-resantes.

Page 92: Documento PDF(8MB)

90 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Dimensiones de las semillas (mm)

Especies Índiceslong. anch. espe.

N n x σ x σ x σVitis vinífera 12 11 5,2 0,8 3,4 0,5 2,6 0,3Asphodelus fistulosus 4 4 3,3 0,0 1,8 0,5 1,3 0,2Pistacia lentiscus 9 9 4,1 0,8 2,1 0,4 3,6 0,8Ficus carica 34 13 1,5 0,1 0,9 0,2 1,2 0,2Juniperus oxycedrus 67 17 5,0 0,7 3,5 0,6 2,6 0,5Juniperus phoenicea 31 11 4,9 0,8 2,9 0,5 2,4 0,6Teucrium thyrnifolium 94 17 2,2 0,1 1,2 0,1 1,2 0,1Carex halleriana 36 10 3,2 0,4 1,7 0,1 1,5 0,2Rosmarinus afficinalis 220 27 2,2 0,2 1,3 0,1 1,0 0,1Rhamnus sp. 10 8 4,2 0,6 1,9 0,5 - -Sorbus sp. 5 5 3,7 0,6 2,1 0,2 2,0 0,4Malus sp. 3 3 6,0 0,3 3,6 0,1 2,0 0,4Lactuca sp. 1 1 1,5 - 1,1 - 1,3 -Oyzopsis sp. 37 11 3,9 0,2 1,3 0,1 1,0 0,1Euphorbia sp. 86 15 3,7 0,3 1,5 0,1 1,1 0,1Euphorbiaceae 46 13 1,7 0,2 1,2 0,1 1,1 0,1Bupleurum fruticescens 1 1 2,3 - 1,1 - 0,6 -

N = total de semillas recuperadas de cada especien = semillas medidas de cada especiex = media de la muestraσ = desviación típica de la muestra

Discusión de los resultadosLa interpretación de los materiales vegetales arqueológicos exige tener

en cuenta las condiciones de depósito y conservación de los mismos (Has-torf, 1985). La calcinación es un proceso generalizado en estos contextos (Marinval, 1987).

La ausencia en este yacimiento de restos vegetales calcinados resulta muy perturbadora, teniendo en cuenta que existen huellas de calcinación en los materiales óseos recuperados. Si unimos a lo anterior la riqueza en material vegetal (más de ochocientos restos pertenecientes a unos cuarenta tipos diferentes), se incrementan las dudas respecto a la antigüedad de los restos vegetales recuperados.

Es una práctica generalizada entre los arqueobotánicos el descartar como modernos todos los restos no carbonizados (Marinval, 1987; Minnis, 1981), dado que se supone una descomposición relativamente rápida de las semi-llas y otros restos vegetales en el contexto arqueológico. Sólo en raras oca-siones se han dado las condiciones adecuadas para la conservación de materiales no carbonizados en medios no sumergidos, como puede ser la mineralización parcial de las semillas de vid (Rivera y Waler e.p.)

La presencia de materiales recientes en las muestras puede deberse (Kee-pax, 1977) a cuatro factores: una flotación descuidada, contaminación cru-zada entre diferentes muestras en el aparato de flotación, contaminación aérea de las muestras mientras se encuentran expuestas y presencia en el

Page 93: Documento PDF(8MB)

Paleoetnobotánica | 91

suelo de semillas recientes antes de iniciarse la excavación. Los tres primeros factores determinan la contaminación en sentido estricto, el último es el ruido (Minnis, 1981; Rivera y Obon, e.p.)

La contaminación se ha evitado en este caso mediante una cuidadosa recogida y tratamiento de muestras, que ha sido llevada a cabo por el equipo de arqueólogos, pero el ruido puede haber sido importante Keepax (1977) considera que la introducción de semillas recientes anterior a la excavación

Figura 27. a- Cynodon dactylon (29), rizoma.b- Teucrium thymifolium (29), semilla.c- Ídem, hoja.d- Pinus halepensis (29), cono masculinoe- Ídem, hojas.f- Bromus cfr. secalinus (29), espiguilla.g- Rosmarinus officinalis (29), semilla.h- Ídem, hoja.i- Euphorbia sp (29), semilla

Page 94: Documento PDF(8MB)

92 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

es el más serio problema para la interpretación de los restos vegetales. Del mismo autor establece la siguiente lista de agentes de dispersión vertical de las semillas:

- La remoción por el arado (no es éste el caso).- Las cavidades producidas por las raíces.- Las grietas producidas por la desecación.- El lavado por agua de lluvia.- Las lombrices de tierra y otros animales zapadores

En el medio relativamente seco cabe añadir la acción de las hormigas y pequeños roedores comedores de semillas (Minnis, 1981). La remoción de tierras producida por los excavadores clandestinos incrementó la mezcla de niveles.

La profundidad a la que se encuentran las semillas puede utilizarse para distinguir las modernas de las prehistóricas. Existe una tendencia a dismi-nuir la densidad de senillas recientes con la profundidad, aunque no de forma lineal, algunos puntos significativos se sitúan a los 25, 50 y 100 cm de profundidad (Minnis, 1981). En los veinticinco centímetros superiores las semillas actuales son muy abundantes, en medios al aire libre, mientras que resulta muy raro encontrar semillas arqueológicas.

En el Abrigo del Milano, el nivel I tiene una profundidad media de 10 cm y el nivel II de 25 cm, por lo que ambos se encuentran en la región de alto riesgo de incorporación de semillas recientes. La variación de la densidad de semillas en función de la profundidad muestra una significativa dismi-nución; lo cual no sucedería de haberse producido el depósito de forma contemporánea o anterior al momento del último enterramiento, y sin embargo puede ser explicada fácilmente por un transporte vertical de restos vegetales recientes. La abundancia de restos frágiles como hojas y cálices y su buen en estado apunta en la misma dirección.

Vol. sedimento Núm. restos Restos/lNivel I 333 l 648 1,94Nivel II 265 l 233 0,89

Teniendo en cuenta lo anterior, tenemos que concluir que la mayor parte de la muestra está formada por materiales recientes, aunque es posible que algunos de ellos, dotados con cubiertas muy resistentes (Vitis Juniperus), sean antiguos e incluso contemporáneos de los enterramientos.

Page 95: Documento PDF(8MB)

Paleoetnobotánica | 93

Figura 28. a- Ficus carica (29), semillas.b- Pistacia lentiscus (29), semillas.c- Oryzopsis sp. (29), semilla.d- Helianthemum sp. (29), cáliz y calículo.e- Thymus vulgaris (29), cáliz inmaduro.f- Carex halleriana (29), espiga masculina.g- Ídem., ovario.h- Ídem., fruto.i- Chenopodium sp. (29), semilla.j- Desconocida (29), cotiledón sin cubiertak- Euphorbiaceae? (29), semilla.l- Asphodelus fistulosus (29), semilla.

Page 96: Documento PDF(8MB)

94 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 29. a- Pistacia lentiscus (30), semillas.b- Poaceae (29), espiguilla.c- Medicago sp. (29), fruto.d- Calendula arvensis (30), cipsela (fruto).e- Sorbus sp. (30), semillaf- Juniperus oxycedrus (30), hoja.g- Ídem., semilla.h- Juniperus phoenicea (30), semilla.i- Ídem, tallo con hojas.

Page 97: Documento PDF(8MB)

Paleoetnobotánica | 95

Figura 30. a- Caryophyllaceae (30), semilla.b- Vitis vinifera (30) semillas.c- Paronychia sp. (25), hoja.d- Medicago sp. (25), hoja.e- Malus sp. (25), semilla.f- Teucrium thymifolium (25), cáliz.g- Rosmarinus officinalis (25), fragmento de cáliz.h- Hippocrepis sp. (25), fragmento de fruto.i- Trachynia distachya (30), espiguilla.

Page 98: Documento PDF(8MB)

96 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 31. a- Desconocido (25), semilla.b- Vulpia sp. (39), espiga.c- Lactuca sp. (33), semilla.d- Carex cfr. halleriana (25), base de tallo con

inserción de hojas.e- Bupleurum fruticescens (31), semilla.f- Brachypodium sp. (26), espiguilla.g- Santolina sp. (31), capítulo.h- Dianthus cfr. broteri (37), fragmento apical de

cápsula.i- Desconocido (40), pedúnculo de fruto.j- Phragmites australis (40), espiguilla y

fragmento de raquis.k- Quercus rotundifolia (36), hoja.I- Ídem., (35), hoja.

Page 99: Documento PDF(8MB)

Palinología

Page 100: Documento PDF(8MB)
Page 101: Documento PDF(8MB)

Palinología | 99

Palinología

Pilar López García

La muestra está recogida en el interior de de la zona más antigua del sepul-cro en contacto con los enterramientos.

El tratamiento químico no ha sufrido ninguna variación respecto al rea-lizado habitualmente: ClH en frío, FH al 45% durante 48 horas en caliente y posterior concentración en licor de Thoulet (Yoduro de Cadmio y de Potasio) a fin de dejar en suspensión los palinomorfos. La muestra no pre-sentaba significativas cantidades de carbón por lo que se ha podido efectuar la lectura sin tener que realizar ningún otro tratamiento adicional. Tenemos que señalar que la obtención del número final de pólenes: 764 se ha obtenido con la lectura de 4 láminas completas. Señalamos a continuación la lista de género encontrados:

Pinus t. halepensis 19,60 %Fraxinus 0,65 %Quercus t. ilex 1,96 %Cichoriaceae 19,60 %Dipsacaceae 0,65 %Fabaceae (Medicago) 0,65 %Poaceae 1,96 %¿Cerealoide? 0,65 %Ranunculaceae 1,30 %Alismataceae 0,65 %Cyperaceae 2,61 %Juncaceae 43,79 %Luzula campestris 0,65 %Lycopodium 17,64 %Equisetum 2,61 %Polypodium 0,65 %Monoletes 4,57 %Scheuchezeria palustris 1,96 %Hystrichospheros concentricistes 2,61 %

Entre el polen arbóreo domina el pino carrasco (Pinus halepensis), habiendo escasos ejemplares de fresnos (Fraxinus) encinas (Quercus t. ilex). Entre las herbáceas destacan las plantas que crecen próximas a los cursos de agua, como es el caso de las Alismatáceas, Juncáceas, o los distintos tipos de esporas que se han localizado. La presencia de Histrichospheros concentri-cistes vienen a confirmar este hecho. Los datos referentes al medio vegetal,

Page 102: Documento PDF(8MB)

100 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

muestran que en el momento en que se produjo el enterramiento, éste se encontraba bastante desforestado ya que, extrapolando los datos ofrecidos por los porcentajes de pinos, la vegetación arbórea es totalmente escasa. La no existencia de pólenes de cereales ni de plantas ruderales parece indicar que en un radio próximo al abrigo no se localizaban campos de cultivo.

El porcentaje de plantas propias de medios húmedos puede interpretarse como consecuencia de la proximidad al río o por el hecho de que el sedi-mento que estaba entre los restos óseos sea de carácter antrópico pueda llevar implícito el que se produjeran diferentes aportes vegetales. Se sabe que el porcentaje de helechos aumenta después de una fase de desforestación (Girad, 1967: 267-275). Afirmar esto, para el caso que nos ocupa parece un poco aventurado dado que se trata de una sola muestra y sus características no son las más idóneas para hablar de deposición polínica natural.

Anteriormente hemos indicado que no podemos hablar de cultivos, ya que entre el escaso número de gramíneas hay algún polen que podría corres-ponder a un tipo de cereal, pero sus medidas, muy ajustadas a los límites establecidos para separar las plantas silvestres de las cultivadas, nos impiden hacer más precisiones.

Page 103: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre

Page 104: Documento PDF(8MB)
Page 105: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 103

Arte rupestre

Anna Alonso Tejada

La aparición de pinturas rupestres en el Abrigo 1 del Milano, supone un significativo descubrimiento por cuanto representa los primeros hallazgos de manifestaciones pictóricas en ese municipio. Se une así a los 19 conjun-tos pictóricos, hasta ahora descubiertos, repartidos en nueve municipios de Murcia (Alonso y López, 1985). En el momento de revisar estas líneas hay que señalar que este número de estaciones con arte rupestre se ha visto incrementado en la zona de Moratalla (Alonso y Grimal, e.p.) e incluso en el mismo término de Mula con los covachos del Cejo Cortado (Montes Bernárdez y Sánchez Pravia, 1988), lo que viene a constatar, una vez más, el importante lugar que ocupa nuestra Comunidad en lo que respecta a estos Bienes de Interés Cultural.

Los trabajos en la cavidad con pinturas del El Milano se iniciaron con la observación sistemática de toda la superficie, lo que permitió descubrir varias figuras y restos que no habían sido advertidos en los momentos de su descubrimiento; omisión que estaba justificada por la alteración grave que esta cavidad presenta en varios de sus tramos y que hacía muy dif ícil la apreciación de algunos motivos a simple vista. En esa primera operación a que nos referimos, se pudo constatar que las pictograf ías se extendían prác-ticamente por toda la superficie del abrigo y que, presumiblemente, albergó muchos más elementos de los que hoy, lamentablemente, nos ha llegado.

Las características del soporte permitieron el calco directo de todos los motivos y posteriormente se procedió a las tomas fotográficas con distintos tipos de película para la elaboración final de los calcos. De igual manera se procedió a tomar, por observación dlirecta y utilizando una tabla de colores, los datos referentes al cromatismo de las figuras y otros de distinta índole que complementaron el estudio final.

Las pinturas que integran el conjunto del Milano, representan dos for-mas pictóricas bien diferenciadas: la naturalista levantina y la esquemática. Aunque encontramos, como veremos posteriormente, ambos tipos com-partiendo el mismo espacio rocoso, hay una concentración notoria de las primeras en una pequeña concavidad localizada en el extremo izquierdo del abrigo que presenta una configuración muy particular y cuya elección no creemos que haya sido aleatoria. En la superficie restante se pintó algún elemento naturalista y los motivos esquemáticos que se han conservado preferentemente la mitad derecha de la cavidad.

Page 106: Documento PDF(8MB)

104 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Descripción de las figuras1. Arquero. Es la representación situada en el extremo izquierdo de la

cavidad y la primera de un grupo que se ubica en una pequeña hornacina.Se dirige hacia el centro de la misma en actitud de marcha, tal como lo

demuestra la postura de uno de los pies conservados. Su estilo, aunque naturalista, está dotado de una cierta estilización, especialmente en lo que concierne al tórax, que triangular en su parte alta se estrecha a medida que se acerca a la cintura. En este punto, al igual que el correspondiente a las caderas, está lamentablemente oculto por una colada estalagmítica, producida por el agua que se vierte desde la parte alta de esta concavidad.

La cabeza presenta una estructura triangular con los vértices inferiores redondeados y notablemente abultados.

El brazo más adelantado se dispone extendido y está relacionado con unos trazos que contactan con otra figura y que, por su morfología, corresponde-rían a fragmentos del arco. El otro brazo se dobla hacia el cuerpo a la altura media del tórax. En ambos se dibujaron cuidadosamente las manos y tres de sus dedos.

Las piernas parecen de tamaño reducido en comparación con el cuerpo y se conservan en un estado muy desigual. La más adelantada se recom-pone mediante pequeñas partes de pigmento que van configurando una

Figura 32. Plano de planta del abrigo con indicación de la ubicación de motivos pictóricos (según M. San Nicolás).

Figuras naturalistas

Figuras esquemáticas

Page 107: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 105

Figura 33. 1. Cantos de la Visera y Abrigo del Mediodía (Yecla). 2. Cueva del Peliciego (Jumilla). 3. Abrigos del Buen Aire (Jumilla). 4. Abrigo de La Calesica (Jumilla). 5. Abrigos I y II del Barranco de los Grajos (Cieza). 6. Cueva-sima La Serreta (Cieza). 7. Abrigo de las Enredaderas (Cieza). 8. Cueva de Los Pucheros (Cieza). 9. Abrigos del Pozo (Calasparra). 10. Cañaíca del Calar (Moratalla). 11. Fuente del Sabuco (Moratalla). 12. Abrigos de la Risca (Moratalla). 13. Barranco de Andragulla (Moratalla).

14. Abrigos de Benizar (Moratalla). 15. El Sabinar (Moratalla). 16. Abrigo de la Fuente (Moratalla). 17. Abrigo del Serrano (Moratalla). 18. Cuevas de las Conchas, Palomas y Humo de Peña

Rubia (Cehegín). 19. Abrigo del Milano (Mula). 20. Cejo Cortado (Mula). 21. Cueva de la Plata (Totana). 22. Abrigo del Mojao (Lorca). 23. Abrigo de los Gavilanes (Lorca). 24. Cueva de los Paradores (Lorca). 25. Cueva de la Higuera (Cartagena).

Distribución del arte rupestre en Murcia (según M. San Nicolás).

Levantino

Esquemático

Page 108: Documento PDF(8MB)

106 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

extremidad realista en la que parece verse con claridad el pie en el que se insinúan los dedos.

Color: rojo castaño oscuro (Pantone 201U).2. Figura humana. Colindante al arquero anterior con la que contacta en

un punto, se localiza una problemática figura que a primera vista parece corresponder a una representación humana, aunque de cuerpo incompleto.

La cabeza es ovalada con dos pequeñas depresiones a ambos lados del óvalo. El cuello es ancho y da paso a dos trazos, el de la derecha de mayor grosor, que parecen converger finalizando en varios trazos de longitud similar que podrían interpretarse como los dedos.

En la parte inferior a la anterior zona se distinguen distintos restos de pig-mento del mismo color que la figura, que bien pueden pertenecer a ella sin que pueda decirse con claridad si se trata de las dos extremidades inferiores.

Color: rojo (Pantone 186U).3. Figura humana (?). Bajo las representaciones precedentes, aparecen

los restos de una posible figura humana incompleta de líneas muy simples.Se dirige hacia la izquierda con el cuerpo ligeramente inclinado. Las piernas

son dos trazos que se apuntan en el extremo No se conservan ni la cabeza ni las extremidades superiores.

Color: castaño oscuro (Pantone 469U).4. Cuadrúpedo. En la parte baja de esta pequeña concavidad se distinguen

los restos que podrían pertenecer a un cuadrúpedo. Se distingue parte de la cabeza y la mitad anterior del cuerpo con una sola extremidad.

Por la disposición de esta parte conservada, el cuadrúpedo parece dirigirse hacia la derecha, ligeramente ascendente.

Color: castaño rojizo (Pantone 174U).5. Restos. Frente al animal precedente aparecen restos de pigmento y

trazos del mismo color y otros de color rojo-castaño.Color: Pantone 180U.6. Cuadrúpedo. Sobre el cuadrúpedo 4 y también en sentido ascendente

aparece otro animal. El color está muy desvaído, especialmente en la zona de la cabeza, lo que no permite determinar su especie. En cualquier caso la longitud de las tres extremidades podría corresponder a un ejemplar joven, tal vez a un cérvido.

Color: rojo-castaño (Pantone 180U).7. Arquero. Se trata de la mejor conservada de todo el panel. Se dirige

hacia la izquierda de la cavidad y por la flexión de sus piernas se halla en movimiento.

Su cabeza presenta una gran protuberancia que cae, a modo de melena, sobre uno de sus hombros. Parece tratarse de un gran tocado o de una especie de moño.

El cuerpo se estrecha ligeramente hacia la cadera que está bien marcada. El falo ha sido representado aunque en esta zona se aprecian dos apéndices, uno de mayor tamaño y situado sobre el otro. Tal vez podría tratarse de algún tipo de adorno o de protector.

Los brazos son dos trazos rectos, algo más gruesos en su parte inicial, que finalizan en varios dedos. El más adelantado porta un arco y una flecha.

Page 109: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 107

Figura 34. Representaciones 1 a 10 de la cavidad de El Milano.

Figura 35. Restos. Figura 11.

Page 110: Documento PDF(8MB)

108 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 36. Cuadrúpedo, 13 y otros restos de figuras 12, 14 y 15.

Page 111: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 109

Figura 37. Trazo vertical, tarra 16, y otros restos.

Page 112: Documento PDF(8MB)

110 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Las piernas son realistas y se han marcado los muslos y las pantorrillas así como uno de los pies en el que se aprecian tres dedos.

Color: castaño rojizo oscuro (Pantone 483U).8. Figura femenina (?). Tras el arquero 7, con el que contacta, aparece

una figura humana.Se dispone ligeramente inclinada hacia su compañero, con los brazos

extendidos, y el cuerpo dotado de una notoria rigidez. La cabeza es ovalada e inmediatamente surge el cuerpo recto, sin distinción del cuello, realizado a trazos verticales que finaliza a media altura de las piernas.

Las piernas son rectas, muy irregulares y la parte final queda enmascarada al contactar con otra figura.

Los brazos se hallan dispuestos en cruz, son de grosor regular y finalizan con la palma de la mano abierta en la que se contabilizan cuatro dedos en cada una de ellas, más o menos completos.

Color: rojo (Pantone 173U).9. Ciervo. Se sitúa bajo las piernas de la representación precedente y se

halla orientado hacia la derecha y ligeramente ascendente.El animal, aunque realista, presenta una cierta tosquedad en sus formas.

Hay que señalar, no obstante, que esta zona presenta un soporte especial-mente quebrado e irregular lo que probablemente influyó en la ejecución del animal.

En la cabeza destaca la cornamenta de grandes proporciones en la que se aprecian prácticamente todas las puntas correspondientes a un individuo adulto. Llama la atención el tamaño de tres de aquéllas que se hallan en la base y que se dirigen hacia delante correspondiendo a las basales y a las luchaderas.

La parte correspondiente al morro es prácticamente inexistente, aunque sospechamos que no hubo un interés excesivo en realizarla.

La línea del dorso es recta, al igual que la del abdomen, y tiende a converger a medida que se acerca al cuello.

Las extremidades posteriores se conservan parcialmente y contactan con el cuadrúpedo 10. Las anteriores son rectas y se inclinan hacia delante, dotando a la figura de un cierto movimiento.

Color: rojo (Pantone 193U).11. Restos. Fuera ya de la hornacina, estos restos inician la serie de mani-

festaciones que se distribuyen prácticamente por toda la cavidad.Situados en una zona alta, muy deteriorada por abundantes coladas, no

configuran una forma reconocible.Color: rojo-castaño oscuro (Pantone 194U).12. Restos. Siguiendo hacia la derecha, y a unos pocos metros de la anterior

representación, aparece un número abundante de restos informes. Inclui-mos en este número los situados en la zona más alta.

Color: anaranjado rojizo (Pantone 157U).13. Cuadrúpedo. Unos centímetros más abajo, y dentro de una pequeña

concavidad que forma la roca, se identifica la figura incompleta de un pequeño cuadrúpedo.

Figura 38 bis.

Page 113: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 111

Figura 38. Antropomorfos tipo Y15 y 21 y otras figuras, 20 y 22.

Figura 39. Varios restos de pinturas.

Page 114: Documento PDF(8MB)

112 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 40. Grupo de motivos en pigmentación roja y negra.

Figura 41. Elementos pluricirculares.

Page 115: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 113

Page 116: Documento PDF(8MB)

114 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Carece de la cabeza y la zona final de los cuartos traseros. Las extremidades anteriores se hallan semidobladas, al igual que las posteriores, y, a pesar de los abundantes desconchados, la figura presenta unas formas realistas.

Color: anaranjado-rojizo (Pantone 157U).14 y 15. Restos. En sentido descendente se distinguen abundantes restos

de pigmento, pequeños trazos, que no parecen configurar formas recono-cibles.

Color: rojo-castaño (Pantone 187U).16. Barra (?). Hacia la derecha, y en una zona de la pared próxima al suelo,

se aprecian un trazo vertical que podría corresponder a una barra y algunas manchas poco definidas.

Color: rojo-castaño oscuro (Pantone 201U).17. Trazo. Bajo el anterior elemento y en la misma pigmentación se

observa un trazo que se incurva en el extremo inferior.18. Restos. Hacia la izquierda de los restos comentados se aprecian otros

formados por una pequeña mancha y un trazo inclinado que surge bajo ella.Color: rojo (Pantone 193U).19. Antropomorfo. Siguiendo el recorrido hacia la derecha y en una zona

alta del abrigo, se sitúan un grupo de antropomorfos y restos pintados.El primero corresponde a un motivo formado por un trazo vertical al inicio

y final del cual se pintaron sendos apéndices laterales hacia la izquierda. El superior podría significar algún tipo de tocado, mientras que el inferior podría corresponder a una de las extremidades inferiores.

Los brazos arqueados se cierran en la cintura lo que permite incluir esta representación en el tipo de figuras en ¢.

Color: rojo (Pantone 193U).20. Motivo indeterminado. Bajo el anterior antropomorfo, aparece un

motivo pintado de dif ícil clasificación. Está formado por un trazo ancho ver-tical que se inicia con una mancha de pigmento redondeada y una pequeña protuberancia en el lado izquierdo. Finaliza bifurcándose el trazo central en dos, el de la derecha especialmente ancho.

El color es similar a la anterior figura.21. Antropomorfo. A unos 30 cm. a la derecha de la figura 19, se pintó otra

de características muy similares. El trazo central que forma el cuerpo está mejor conservado y es más uniforme. La zona superior, que corresponde a la cabeza está redondeada y se observan restos de pigmento próximos a ella.

Los brazos se arquean hacia el cuerpo. Bajo el situado a la izquierda del observador se advierte un trazo vertical que bien podría tratarse de algún objeto o arma, que, dado su esquematismo, resulta dif ícil identificar.

Del extremo final del trazo que forma el cuerpo, surge hacia la derecha un trazo lateral, ligeramente redondeado en su extremo, y que corresponde a una de sus extremidades.

Color: rojo (Pantone 193U).22. Motivo indeterminado. Inmediatamente debajo del antropomorfo 21

se conserva un trazo vertical, de grosor uniforme, que se incurva ligeramente hacia la derecha del extremo superior. Se observa, igualmente, restos de pigmento a la izquierda de esta última zona y en otras cercanas a la figura.

Color: rojo (Pantone 193U).

Page 117: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 115

Figura 42. Restos no identificables de pintura.

Page 118: Documento PDF(8MB)

116 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

23. Restos. Bajo los antropomorfos, en φ aparecen unos restos en la misma coloración, que por su forma podrían corresponder a una figura similar a las anteriores.

24. Restos. Algo más de medio metro a la derecha del anterior ele-mento, aparecen otros restos del mismo color, que básicamente confi-guran una forma de “tridente” invertido con el apéndice izquierdo algo más prolongado.

25. Trazos, digitación y cuadrúpedo (?). Siempre hacia la derecha pero en un nivel inferior, aparecen cuatro trazos paralelos entre sí y ligeramente inclinados hacia la izquierda de color negro (Pantone 432U). En el espacio próximo se aprecian restos de color rojo y negro. Es precisamente sobre una aparente digitación de color negro sobre la que se pintó una figura muy incompleta de un posible cuadrúpedo.

Presenta dos orejas grandes y redondeadas y el morro ligeramente apun-tado. Tan sólo se conservan restos del cuerpo y de una extremidad. Hay que señalar que el trazo es muy irregular originado probablemente por la mala conservación del soporte y consecuentemente de las pinturas en toda esta zona.

Color: rojo (Pantone 193U).26. Pluricircular. A algo más de un metro del antropomorfo 21 y en una

zona próxima a la base de la pared, se pintó una figura de proporciones considerables si las comparamos con las compañeras.

Está compuesta por una serie de elementos semiovalados que se disponen a ambos lados de un eje central, que en este caso es inexistente. En su lugar, se observa una colada estalagmítica que, o bien es la causante de la desapa-rición del pigmento, o bien se aprovechó su presencia para realizar la figura.

Los trazos que forman este elemento son de grosor bastante uniforme a pesar de que algunos se presentan muy incompletos. Se observan próxi-mos a estos motivos numerosos restos o trazos que no parecen formar parte de él.

Color: rojo-carmín (Pantone 215U).27. Restos. A unos 35 cm. a la derecha aparecen restos de pintura en color

negruzco (Pantone 402-403U).28. Restos. Siguiendo esa misma dirección aparecen numerosos restos de

pigmento informes.Color: rojo-castaño oscuro (Pantone 201U).29. Trazos. Grupo de trazos de distinta longitud y orientación ubicados

en una zona especialmente conflictiva por las concreciones y el ennegre-cimiento del soporte.

Color: rojo (Pantone 193U).30. Cáprido. Bajo los anteriores trazos, ligeramente hacia la derecha, se

conservan los restos correspondientes, probablemente, a un cáprido rea-lista. En la cabeza se conservan parcialmente las dos cornamentas, anchas, y parte del morro.

Del cuerpo apenas se aprecian los cuartos delanteros y las extremidades son tan solo incipientes.

Color: rojo-castaño oscuro (Pantone 194U).

Page 119: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 117

31. Restos y figura humana (?). Sobre el cáprido anterior, aparecen restos de pigmento; uno de ellos son dos trazos finos que convergen en la parte alta y que recuerdan a las extremidades de una figura humana lineal. Presentan el mismo color que los motivos precedentes.

32. Restos y motivo indeterminado. Unos centímetros sobre la figura 31 se aprecian unos restos de pigmento de color gris intenso (Pantone 432U), Están formados por un trazo horizontal que se curva en el extremo derecho para escindirse en dos, Hay de mencionar también otros restos de pintura en la zona sin forma reconocible.

33. Restos y figura humana (?). Cercanas al motivo anterior aparecen abundantes manchas negruzcas y sobre ellas se conservan parcialmente una posible representación humana, Es de trazo lineal, irregular, y se aprecia el cuerpo, los brazos, en uno de los cuáles se pintaron los tres dedos y sobre

Figura 43. Varios restos, una posible figura humana y cáprido.

Page 120: Documento PDF(8MB)

118 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 45. Restos, trazos y posible figura humana.

Figura 44. Restos y antropomorfo ancoriforme.

Page 121: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 119

Figura 46. Restos indeterminados.

Page 122: Documento PDF(8MB)

120 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

la muñeca que podría corresponder a los restos de una posible arma. De las extremidades inferiores sólo se conserva una y breves restos de la otra.

34. Restos y trazos. Una serie indiscriminada de trazos y restos en color castaño-rojizo (Pantone 174U) y gris intenso (Pantone 432U), vuelven a aparecer a pocos centímetros a la derecha del grupo 33, Entre aquéllos des-taca unos trazos finos verticales, ligeramente inclinados y paralelos entre sí.

35. Restos. Ya hacia el final de la pared del Milano continúan apreciándose restos, negros y rojos, de formas poco definidas.

36. Restos. Se sitúan casi en el techo del abrigo y son de color rojo (Pan-tone 200U).

37. Antropomorfos y restos. En la zona final del abrigo aparecen unas interesantes representaciones. Se trata de un motivo formado por un trazo vertical y otro incurvado hacia abajo en la zona superior que podría corres-ponder a un “ancoriforme”. Inmediato a este motivo, perfectamente conser-vado, aparecen restos de otros de morfología similar.

Color: gris intenso (Pantone 432-433U).38. Restos. Fuera de la cavidad pintada y en la pared que alberga los ente-

rramientos, a unos 2 m. de altura del suelo, se aprecian restos de pigmento. La zona está totalmente alterada y sólo donde se ubican estos restos se aprecia un soporte más antiguo.

El color rojo es algo más claro que en los anteriores motivos (Pantone 164U), pero puede ser debido al estado del soporte y a la ubicación más desprotegida.

Apreciaciones técnicas y cromáticasLas apreciaciones técnicas utilizadas en la ejecución de los distintos moti-

vos del Milano, se ve muy condicionada por el soporte rocoso en sí y por el estado de conservación de las figuras. De un buen número de ellas, como se desprende de la descripción, tan sólo quedan restos que no configuran formas concretas, por lo que es muy dif ícil hablar en estos casos de trazos o de técnicas. A pesar de ello, aquéllos que se han conservado aceptablemente nos ofrecen una variedad digna de ser comentada.

El grupo de elementos realistas presenta dos ejecuciones bien diferencia-das. Las figuras 1 y 7 han sido realizadas con unos trazos o líneas extremada-mente precisas con los perfiles bien delimitados, observaciones que quedan patentes en los brazos y manos de ambas representaciones humanas cuya extremada figura debieron ser realizadas con un objeto muy fino o, cuanto menos, utilizado con una precisión maestra.

Es de destacar las soluciones adoptadas para la ejecución del arquero 7 pues su cuerpo ha sido realizado en distintos planos, obligado por la extrema irre-gularidad del soporte. Esta circunstancia queda reflejada en nuestro calco y provoca que la mitad inferior de la figura quede, por razones obvias, algo distorsionado. Si embargo, este hecho queda disimulado en la apreciación visual, lográndose un efecto óptico perfectamente corregido. La técnica utilizada para la representación que comentamos es el silueteado y el relleno interior a tinta plana que queda ampliamente demostrado en distintas zonas del cuerpo. Esta misma técnica se observa en la realización del cuadrúpedo

Page 123: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 121

Figura 47. Arquero, figura 1 y representación humana, figura 2.

Figura 48. Arquero, figura 7.

Figura 49. Ciervo, figura 9 y ciervo, figura 10.

Page 124: Documento PDF(8MB)

122 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

10 cuyo perfil observamos bien delimitado a excepción de aquellas zonas en las que el soporte está especialmente alterado.

Un cierto cuidado en el diseño se constata en algunos elementos esquemá-ticos como son el “pluricircular” 26 y los trazos 25, pero de manera especial en el ancoriforme del grupo 37 en el de, a pesar de su reducido tamaño, se aprecia una línea de perfilado de poco más de un milímetro que ha sido trazada con una gran seguridad.

Retornando a los elementos naturalistas, se observa un tratamiento muy distinto de las formas, que no de la técnica, para aquéllos que presentan, a pesar de su realismo, una cierta tosquedad. Los perfiles que configuran el motivo 2, pero especialmente el 8, son algo irregulares e imprecisos, e igual-mente sucede con el rayado longitudinal paralelo que configura el interior del cuerpo en esta última figura humana. Obsérvese la solución tan distinta utilizada para señalar las piernas y las manos de esta figura comparándola con su compañera.

De los cuadrúpedos que consideramos naturalistas, realizados a tinta plana (fig. 4, 6, 9, 10, 13 y 30), tan solo podemos comentar unos pocos dada su morfología muy incompleta. El ciervo (fig. 9) muestra, a pesar de su cuerpo algo tosco, una cierta precisión en las líneas que configuran las extremi-dades anteriores y en las puntas que integran su cornamenta. Esta ha sido pintada en una zona sobresaliente de la roca, disposición que bien pudo ser intencionada para conseguir resaltarla aún más, a pesar de que por sí misma presenta un tamaño notorio.

El animal 10 presenta la misma técnica que se utilizó para los arqueros: una línea de silueteado, muy bien definida en almas zonas, y un relleno interior algo desigual, que quizás sea debido a una menor acumulación intencionada del pigmento por parte del pintor.

El estado parcial del cuadrúpedo con las patas replegadas (fig.. 13), deja entrever una cierta calidad en las líneas, pero existe otro hecho que quere-mos recoger en estas observaciones y es la utilización del soporte para la creación de un cierto paisaje. Efectivamente, el cuadrúpedo que puede estar descansando como lo demuestra sus patas replegadas, se halla en el interior

Figura 50. Antropomorfo de tipo Y, figura 19 y 21.

Page 125: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 123

de una pequeña oquedad que forma las concreciones rocosas. La utilización del soporte rocoso para la realización de las pictograf ías, sean naturalistas o esquemáticas, es algo que hemos podido comprobar nosotros mismos en varios yacimientos y que había sido recogido por otros autores (Beltrán, 16: 32) En este sentido creemos que sería necesario hacer una observación más minuciosa del propio soporte, ya que probablemente la utilización del mismo como elemento integrante de una composición sea una práctica más frecuente de lo que hasta ahora nos hemos percatado.

Para el resto de representaciones esquemáticas como, por ejemplo, los antropomorfos en, φ parece haberse utilizado un proceso de realización menos cuidadoso, en el que no se aprecian ningún tipo de perfil, lo que puede responder, según nuestro criterio, a la utilización de otros útiles pictóricos, tal vez aquéllos que proponíamos en uno de nuestros trabajos (Alonso i Mir, 1986: 13).

ColorBásicamente las imágenes del Milano se integran en los colores más habi-

tuales de la pintura rupestre: el negro y el rojo. Del primero existe un número muy limitado de elementos que no llegan a presentar una pigmentación negra intensa sino grisácea. La mayoría de motivos fueron pintados en alguna de las gamas del rojo. Para evitar la confusión en la determinación de los cromatismos, hemos utilizado la tabla de colores Pantone Color Formula Guide, que unifica los criterios. La toma del color fue realizada en Agosto de 1985, con una temperatura entre los 30-32°C y la roca ligeramente humedecida.

Figura 51. Antropomorfo de tipo ancoriforme, figura 37 y restos de otras figuras.

Page 126: Documento PDF(8MB)

124 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Color Pantone Núm. inventario Rojo castaño oscuro 201U 1, 11, 16, 17, 28, 30, 31 194U Rojo 186U 2, 8, 10, 18, 19, 21 173U 193U 22, 23, 24, 25, 29, 35 200U 36Rojo castaño 180U 5, 6, 9, 14, 15 187U Rojo carmín 215U 26Castaño oscuro 469U 3Castaño rojizo 174U 4, 34Castaño rojizo oscuro 483U 7 Anaranjado rojizo 157U 12, 13, 38 164U Negruzco o negro 432U 25, 27, 32, 33, 34 402U 35, 37

Existen figuras en las que se aprecian distintos matices de color. Tal es el caso del arquero 7, en el cual se observan hasta tres tonalidades de rojo según sea la línea de silueteado, el interior del cuerpo o cierta partes extremas de mismo, como los dedos. En este hecho pueden confluir varios factores como el propio soporte de la roca, que raramente es uniforme, o un factor mucho más simple, pero no por ello menos probable, como es la densidad del pigmento al depositarlo sobre la roca o la insistencia con la que el pintor realizó los trazos de la figura.

Otros ejemplos del abrigo del Milano presentan una uniformidad total de color y de tonalidad, como es el grupo de figuras en φ o el ancoriforme y los restos inmediatos, lo que nos inclina a pensar que fueron realizados en un mismo momento.

A pesar de que existen en nuestro abrigo restos y figuras distribuidos prác-ticamente por toda su extensión, son escasas las superposiciones entre ellas y cuando los motivos contactan se hace muy dif ícil, con los medios de que disponemos, determinar si efectivamente existen.

La más clara que tenemos en estos paneles es la formada por la figura 25, un posible cuadrúpedo de color rojo, que se superpone a un elemento esquemático, una posible digitación de color gris intenso.

En el caso de las representaciones 1 y 2 que contactan en varios puntos y 8, 9 y 10, con las que sucede algo similar, no es posible determinar su orden de realización en base a esta circunstancia. Sin embargo, como veremos posteriormente, no creemos que correspondan todas a un mismo momento.

Análisis tipológico y temáticoRepresentaciones humanas. En este tipo de elementos es el más claramente

identificable de todos los que componen el conjunto del Milano. A pesar de su número ciertamente limitado, apreciamos una variedad tipológica que permite hacer algunos comentarios. Hay que distinguir dos grupos

Page 127: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 125

bien diferenciados: los integrados por las figuras realistas y el grupo de las representaciones esquemáticas.

Las primeras, prácticamente se concentran en la pequeña hornacina que inicia el abrigo por la izquierda, aunque nos atrevemos a ver restos de alguna otra en distintas partes de la cavidad. A pesar de que todas presentan con-vencionalismos comunes, como son la indicación de los dedos de los pies y de las manos, lo cierto es que muestran una concepción estilística clara-mente diferenciada.

Figura 52 bis. Figura de tipo Y de algunos yacimientos murcianos.A: La Serreta, según A. Alonso.B: Cañaica del Salar lll-1 según A. Be!trán.C: La Cueva de Los Grajos, según A. Beitrán.D: Abrigo del Pozo, según A. Alonso.E: Abrugi de El Milano, según A. Alonso.

Page 128: Documento PDF(8MB)

126 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Calificamos el arquero, figura 1, como una representación naturalista estili-zada. Ya apuntábamos en anteriores trabajos (San Nicolás, López, y Alonso, 1988) la extraordinaria similitud que esta figura presentaba con ciertas representaciones de la zona Nerpio-Moratalla, especialmente con las figuras de La Risca I (Lillo y Lillo, 1979), algunos paneles de La Risca II (Alonso, e.p. C) y de Solana de las Covachas (Alonso, 1980). Esta circunstancia nos hizo pensar en nuestros primeros comentarios sobre el conjunto del Milano que podría tratarse de una representación femenina. Sin embargo, tras una observación más detenida, hemos de considerar varios factores que hacen que modifiquemos esa apreciación inicial. El primero es el hecho de que no se hallan representado los senos, aunque ciertamente no siempre es un elemento figurado. El segundo es la poca definición que podemos percibir en la zona en que se debió diseñar la falda, básicamente por el mal estado de conservación en este punto. El último de los elementos, el más sólido, es que los trazos finos que parecían salir de la Figura 2 son, en realidad, parte de un posible arco que sujetaría la figura y que queda un tanto enmascarado por su compañera.

Arqueros semejantes al comentado se encuentran en varios yacimientos baste citar el abrigo de los Toros (Viñas y Alonso, 1978).

El arquero 7 es el único ejemplo de figura naturalista proporcionada, aunque no exenta de una cierta estilización. Una vez más tenemos que mirar hacia la zona de Nerpio y Moratalla para encontrar figuras similares, concretamente el conjunto de Solana de las Covachas (Alonso, 1980: 64). En él existe un arquero cuya configuración del cuerpo, tocado, y de otros convencionalismos, es muy similar al del Milano. Como mera curiosidad, comentaremos que hasta sus tamaños se aproximan: 19 cm para el primero y 19,3 cm para el segundo.

Tanto las figuras 2 como la 8 podrían incluirse en el grupo de representacio-nes naturalistas toscas, pues si bien representan un realismo, especialmente la mejor conservada, la tosquedad de las formas las separa de las imágenes con las que comparte el panel.

La posibilidad de que la representación 8 correspondiese a una mujer, se ve fundamentada por el hecho de que parece ir vestida con una prenda completa que llegaría a la altura de las rodillas, sin que podamos precisar más dada la morfología tan tosca de las piernas. Las líneas longitudinales que configura la prenda de vestir pudiera corresponder a un convencionalismo técnico, aunque no podemos descartar la posibilidad de que se tratase de la representación gráfica del tipo de decoración del vestido. Este extremo de identificar decoraciones de vestimentas y, especialmente, corporales ya ha sido determinada por Piñón (1982: 160) y nosotros mismos creemos identificar estos últimos en un arquero del abrigo VII de Las Bojadillas.

Más dif ícil es la determinación precisa de la tipología de las posibles figuras humanas 3, 31 y 3 por la conservación muy parcial. Sin embargo, creemos que podrían corresponder a un tipo de individuos lineales de simplicidad de formas, que consideramos esquemáticos, como simple concepto estilístico sin otra implicación, y cuyos paralelos son muy abundantes en los abrigos con pinturas naturalistas de Murcia y Albacete.

Page 129: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 127

En el grupo de las representaciones antropomorfas esquemáticas se apre-cian de forma clara tres tipos: en phi (φ), ancoriformes y pluricirculares.

El primer tipo está integrado por los motivos 19, 21 y posiblemente por el 23. Estas morfologías son muy abundantes en las estaciones con arte rupestre esquemático con lo que se podrían enumerar numerosos paralelos. Centrándolos en las comarcas más inmediatas de la propia Región, hay que citar el conjunto de las Enredaderas en Cieza (Salmerón, 1988: 225-226) en el que se identifican algunos de estos elementos compartiendo el panel fundamentalmente con ídolos oculados.

Muy próximo al anterior hay que hacer mención de la importante cavidad pintada de La Serreta I. En ella identificamos más de medio centenar de motivos esquemáticos, aunque con distintos grados de esquematismo; desde figuras de animales en las que se han señalado con verismo distintas zonas corporales, pasando por arqueros, hasta la figuras en (φ). De estos últimos existe una nutrida representación asociados, por lo menos espacialmente, a otros motivos antropomorfos, a cuadrúpedos y, en otras ocasiones, por el contrario, se encuentran distribuidos por distintas zonas del panel sin relación aparente con otros elementos 25.

También en la Cueva de los Grajos (Cieza) existen paralelos de lo antro-pomorfos en φ, que en uno de sus paneles aparecieron dispuestos unos inmediatos a los otros (Beltrán, 1969: 35, 50 y 52).

En uno de los frisos de los Abrigos del Pozo (Calasparra), se pintaron varios individuos de esta morfología que según M. San Nicolás (1985: 103) están asociados a cánidos y a unos útiles agrícolas.

Ya en el extremo Oeste de Murcia, en alguno de los paneles esquemáticos del conjunto de la Cañaica del Calar (Moratalla), también aparecen estos elementos, aunque precisamente en esta zona y en la inmediata de Nerpio no son excesivamente frecuentes (Beltrán, 1972: 53) (Lám. 14).

Para el tipo ancoriforme, del que como hemos señalado tenemos un claro ejemplo en El Milano, los paralelos se concretan en toda la mitad sur de la Península (Acosta, 1968: 200) pero de manera más concreta en el mencio-nado Abrigos del Pozo (San Nicolás, 1985: 100) y en la Cueva del Mediodía de Yecla (Breuil y Burkitt, 1915: 325).

La representación 26, que hemos considerado como un pluricircular, siguiendo la nomenclatura de P. Acosta (1967: 62), presenta relaciones mor-fológicas con varios elementos de la Cueva-sima de la Serreta, de tamaño notorio, y que en esta última cavidad se localizan a ambos lados de los paneles principales.

Representaciones zoomorfasEl número reducido de animales y su precaria conservación hace que sólo

podamos distinguir claramente las tipologías en las representaciones natu-ralistas. En éstas, al igual que sucedía con las figuras humanas, se distinguen dos tendencias: la naturalista-estilizada, representada por el ciervo 10, y la naturalista-tosca, representada por el ciervo 9.

Las tipologías de las figuras 4, 6, 13 y 30 son más dif íciles de precisar por las razones anteriormente comentadas, pero todo indica que corresponden a figuras naturalistas “levantinas”, que al igual que las anteriores encuentran

Page 130: Documento PDF(8MB)

128 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

sus paralelos en las estaciones con pinturas naturalistas del Norte y Noroeste de Murcia.

A pesar de que existe algún ejemplo de elementos esquemáticosabstractos en el abrigo del Milano (digitación, barra…), son tan poco sig-

nificativos en este conjunto que no creemos que requieran un comentario más amplio.

Tipo de figuras Núm. de inventorio TotalHumana 2 1Humana (?) 3, 31, 33 3Arquero 1, 7 2Humana femenina (?) 8 1Tipo φ 19, 21 2Pluricircular 26 1Ancoriforme 37 1Ciervo 9 1Cierva 10 1Cáprido 30 1Cuadrúpedo 4, 6, 13 3Cuadrúpedo (?) 25 1Trazos 17, 25, 29, 34 4Digitación 25 1Barra (?) 16 1Restos 5, 11, 12, 14, 15, 18, 23, 24, 27, 28, 31, 32, 34, 35, 36, 37, 38 17Indeterminados 20, 22, 32 3Manchas 35 1

ComentarioAl intentar determinar las posibles escenas del conjunto pintado en el

Milano hay que diferenciar una vez más las integradas por los motivos naturalistas y por los esquemáticos, ya que no presentan relación alguna entre ambas. En los primeros, nos atrevemos a ver la intencionalidad de poner en relación los dos arqueros; ambos se disponen uno frente a otro, en movimiento, y sostienen un mismo tipo de elemento. Aunque las figuras que tienen imnediatas son de morfología diferente a los arqueros, parece que su colocación es claramente intencionada (existe espacio suficiente en esa misma zona para situarlas en otro lugar) e incluso la idea de repetir dos imágenes afrontadas de lo que deducimos que quizás haya que ver una cierta “imitación” en estas figuras aunque el proceso técnico esté peor resuelto.

El problema se presenta a la hora de poner en relación los dos arqueros y el grupo de animales por la situación un tanto desplazada que éstos ocupan. A ello hay que añadir la ausencia de elemento alguno que indique que los cua-drúpedos se hallen heridos y, efectivamente, por la disposición de los arcos, no parece que éstos se estén utilizando. Por todo ello, resulta muy forzado interpretar como una escena de caza este grupo de figuras. Añadiremos, como comentario al margen, que escenas de caza claramente representa-das son mucho menos numerosas de lo que a priori puede pensarse en los

Page 131: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 129

núcleos inmediatos de Nerpio o Moratalla e incluso, si mucho se me apura, en la totalidad de las estaciones pintadas murcianas. Animales y arqueros comparten, frecuentemente, los paneles pero sin mostrar claros indicios de que aquéllos sean acosados como objeto de caza.

Siguiendo la tónica general, en las representaciones esquemáticas es más dif ícil de deteminar posibles composiciones (Acosta, 1983: 16-17) pero si hay, indudablemente, asociaciones o concentraciones de elementos simila-res que no forman grandes grupos. En El Milano, efectivamente, tenemos asociaciones espaciales de un mismo tipo de figuras como es el caso de los antropomorfos 19 y 21, de tipo φ. Uno de ellos, el 21, parece tener asociados dos elementos que podrían tratarse de algún objeto o instrumento. En este aspecto, nos recuerdan a algunas figuras del panel 2 del ya citado abrigo del Pozo, en el que aparecian varios motivos de brazos en asa asociados a cuadrúpedos y a unos elementos que, San Nicolás, identifica como azadas lo que le lleva a interpretar estas composiciones como representaciones de una actividad social o agropecuaria (San Nicolás, 1985: 103).

No quedan tan definidos los elementos que aparecen en nuestro abrigo, pero no cabe duda que hay una intención de diferenciar las dos figuras próxi-mas asociando a una unos elementos, tal vez un útil o tal vez un elemento distintivo, mientras que la distinción o diferenciación del otro individuo parece residir en el apéndice que surge de la cabeza y que podría identificarse como un adorno. Esta diferenciación, aparente, de atributos en los indivi-duos sugiere la posibilidad de que nos encontremos ante antropomorfos que desarrollaron diferentes actividades o bien que representan diferentes categorías sociales.

Con probabilidad existió un número mayor de figuras similares al anco-riforme 37, con lo que tendríamos esas agrupaciones a las que nos hemos referido, pero el estado incompleto de los motivos que se conservan no nos permite definir de manera precisa una posible composición.

Si el conjunto pictórico del Milano como tal es importante, no cabe duda que la circunstancia de tener inmediato a él un conjunto sepulcral le da una relevancia particular sobre todo si tenes en cuenta el hecho de que en la

Figura 52. Vista de la cavidad I y ll del conjunto de “El Milano”.

Page 132: Documento PDF(8MB)

130 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

pared sobre los enterramientos existe un resto de pintura. Esto nos conduce a plantearnos la posible reláción entre las estaciones rupestres y los depósitos arqueológicos próximos a aquéllas.

En este último aspecto existen en la propia Comunidad Murciana una serie de yacimientos pictóricos en los que se ha considerado su entorno arqueológico.

En los conjuntos de Buen Aire, en Jumilla, con pinturas naturalistas y esquemáticas, apareció un raspador con extremo redondeado de filiación Epipaleolítica y materiales argáricos en la ladela del Cerro (Molina y Molina, 1973: 65-66).

Próxima a la estación anterior, en la Cueva clel Peliciego, se hallaron mate-riales que abarcan diferentes etapas culturales siendo la más antigua la del Bronce a la que siguió un momento ibérico y otros más que por su crono-logía muy posterior no nos son de interés (Fortea Pérez, 1974-75:33).

En la base de los abrigos pintados de la Cañaica del Calar y de la Fuente del Sahuco, con motivos naturalistas y esquemáticos, se localizó, en superficie, el extremo distal de un hacha pulida (Barrera et alii, 1987: 92), y sobre las pinturas, en una zona amesetada se localizó el poblado eneolítico de Arroyo Tercero amurallado y con chozas con adobe.

Próximo al conjunto de La Risca, también en Moratalla, con paneles bási-camente naturalistas, se hallaron varios fragmentos de cuchillos de silex de sección trapezoidal y triangular pertenecientes al período eneolítico. Existiendo, además, restos de un háhitat argárico y en una zona próxima testimonios de haberse utilizado como enterramientos eneolíticos (Lillo y Lillo, 1979).

Procedente de los abrigos con motivos esquemáticos del Pozo, en Calas-parra, es un fragmento de cerámica a mano de fondo plano (San Nicolás, 1985 117-118; aunque este autor ve una mayor y más directa relación entre las pinturas y el cercano poblado de El Castillico que debió comenzar en el Eneolítico perdurando durante la cultura argárica.

En la estación pintada de la Cueva-sima de la Serreta, con motivos esque-máticos aunque no exentos de cierto realismo, se localizó un depósito arqueológico que se inicia en un Eneolítico hasta llegar a una romanización (Sánchez Sánchez et alii, 1972: 85-87; San Nicolás, 1980).

Las cavidades de la Peña Rubia representan un caso interesante de asocia-ción, cuanto menos espacial, entre pinturas y restos arqueológicos. La cueva de las Palomas, del Humo y de las Conchas contienen varios paneles con pictograf ías que han sido clasificadas por Beltrán como de “estilo levantillo” (Beltrán y San Nicolás, 1985: 18) y cuya relación con los enterramientos eneolíticos localizados en su interior es clara para San Nicolás (187: 87) cuando dice “las pinturas de Peña Rubia no se pueden separar del contexto funerario en el que se instalan y para el que se realizan”.

Los trabajos sobre el sincronismo entre yacimientos arqueológicos y pane-les pintados en otras zonas de la Peninsula no son muy abundantes sin que, efectivamente, se planteen resultados concluyentes. En este sentido son claros algunos comentarios de Beltrán (1985: 44) sobre el arte levantino y lás industrias líticas cuando dice “volvemos a insistir en que la clasificación cultural o cronológica de un conjunto lítico a la entrada de un covacho o al

Page 133: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 131

pie de un abrigo no tiene porqué arrastrar la cronología o la clasificación de las pinturas próximas, sea la totalidad del friso o parte de él”.

De igual manera nos parece realistas y acertadas las palabras de P. Utrilla (1988: 338) en uno de sus estudios sobre esta problemática al señalar “de cualquier modo insistimos una vez más que no pasará de ser una mera hipótesis, casi un divertimento, mientras no encontremos más casos, como el de Atapuerca o Altamira en los que exista una correlación evidente entre arte parietal y mueble”.

Con todo lo anteriormente expuesto queremos poner de manifiesto lo problemático que sigue siendo una atribución cronológica definitiva de los conjuntos rupestres, por cuanto sigue sin aparecer los estratos arqueológicos que cubran las pinturas, circunstancia determinante.

Sin embargo, parece ser una hipótesis comúnmente aceptada atribuir a la pintura esquemática un inicio en el Neolítico final-Eneolítico para perdurar a lo largo de la Edad del Bronce (Acosta, 1968), aunque para ciertas zonas peninsulares las cronologías se amplían considerablemente (Carrasco Rus et alii, 1985: 146-147). Considerando tal idea podríamos integrar en estas cronologías las figuras esquemáticas que aparecen en El Milano y, conse-cuentemente, establecer la hipótesis de que sus autores están directamente relacionados con aquéllos que realizaron los enterramientos con lo que, por lo menos, algunos de los motivos adquieren aquí un cierto sentido necrolás-tico, idea que por otra parte es mantenida por varios autores (Sanchidrian, 1984-85: 238).

¿Pero qué sucede con las representaciones naturalistas levantinas que también existen en nuestra cavidad?

Compartiríamos la opinión de Beltrán (1975: 16) al considerar la pintura “levantina” y la esquemática como explesiones totamente diferenciadas sin que la primera evolucione para concluir o transformarse en la segunda, como hemos podido comprobar en varias zonas, como por ejemplo, en la de Nerpio-Moratalla.

Por otra parte, no existe, por lo que nosotros conocemos, materiales mue-bles con motivos semejantes a los que aparecen en los paneles levantinos, a pesar de que en Alicante las últimas investigaciones de M. S. Hernández y B. Marti (1988; Hernández et alii 1988) ofrecen interesantes aportaciones en este aspecto que deben ser constatadas en otras zonas. Y, por último, las teorías que en tomo a la cronología de estas manifestaciones se han emitido no dejan de ser, por ahora, lícitas hipótesis de trabajo. Por todo ello hemos de reconocer que siguen siendo insuficientes los datos que disponemos para emitir una datación acertada de las representaciones naturalistas del El Milano

Faltan campañas de prospección para la localización de nuevas estaciones con pinturas naturalistas que nos permitan establecer la relación entre nues-tros paneles y los de los municipios, inmediatos (especialmente con el de Moratalla, con el que coincide en muchos aspectos) y, desde luego, se habrán de tener en consideración los estudios de los yacimientos arqueológicos en los ambientes de arte rupreste “levantino” cuando éstos sean auténticamente exhaustivos y rigurosos.

Page 134: Documento PDF(8MB)

132 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Nota al margenTuvimos ocasión de visitar esta interesante cavidad hace ya algunos años

y aunque hemos contabilizado un número de representaciones superior al centenar, no dudamos de que un estudio pormenorizado de la misma superará con creces esta primera observación y aportará interesantes datos para el arte rupestre murciano.

La bibliograf ía existente sobre las pinturas de este yacimiento que nosotros conocemos es la siguiente:

ALONSO TEJADA, A. y LÓPEZ, J. D.: Informe sobre los yacimientos con arte rupestre... (citado en la bibliograf ía general) (La Serreta págs. 33 a 37, fotos 13 y 14).

SAN NICOLÁS DEL TORO, M.: Aportación al estudio del Arte..(citado en la bibliograf ía general).

GARCÍA DEL TORO, J. (1988): Las Pinturas Prehistóricas de la Región de Murcia, Universidad de Murcia (La Serreta pág. sin numerar).

Page 135: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 133

Flora algal del Abrigo I

Marina Aboal SanjurjoAntonia Asencio Martínez

Las algas representan un grupo criptogámico de distribución muy amplia y, desde luego, no están relegadas a los ambientes acuáticos, especialmente algunos de sus grupos. Entre ellas se encuentran los primeros organismos fotosintetizadores que contribuyeron con la liberación de oxígeno a la crea-ción de la atmósfera actual. También se encuentran entre sus representantes los vegetales fósiles con una datación más antigua (Precámbrico).

La naturaleza rocosa de este abrigo favorece la existencia de un buen número de grietas de percolación, que permiten el asentamiento de comu-nidades, a veces complejas y bien desarrolladas, de microalgas tanto epilí-ticas como endolíticas. El grupo dominante es el de las Cianof íceas, algas procariotas, cuya capacidad para fijar nitrógeno atmosférico transforma en hábitats idóneos los que son, verdaderamente, inhóspitos para la mayoría de los vegetales. Estos microorganismos se comportan siempre como pioneros; son los primeros en colonizar los nuevos ambientes creados, favoreciendo y facilitando el posterior asentamiento de otros seres. El final de este proceso provoca, en muchos casos, la desaparición de las Cianof íceas que perma-necen relagadas a las zonas de condiciones más adversas.

El muestreo se realizó teniendo en cuenta por una parte, las distintas condiciones de iluminación y humedad que ofrece el abrigo y por otra parte, la posible influencia que su desarrollo pueda tener sobre las pinturas rupestres (Véase la localización de los 17 puntos de muestreo en la figura de la página 132).

El aspecto que ofrecen los distintos táxones varía considerablemente en función de las condiciones externas (coloración y grosor de la vaina) y fase del ciclo vital. Es relativamente frecuente hallar células de resistencia muy ornamentadas y coloreadas en los ejemplares recolectados.

En la siguiente tabla se sintetiza la distribución de los 31 táxones algales identificados en las distintas muestras, con indicación únicamente de la presencia-ausencia. El 93% de las especies pertenecen a las Cianof íceas. Sólo se ha identificado una clorof ícea y una diatomea.

Hantzschia amphyoxis está perfectamente adaptada a la vida aerof ítica. Se han encontrado tanto frústulos vacios como células vivas aunque solamente en una de las muestras (9). Esta misma especie puede hallarse viviendo sobre musgos o en el suelo en los que las nieblas suponen el único aporte de humedad.

Page 136: Documento PDF(8MB)

134 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Hormotilopsis gelatinosa es una clorif ícea muy característica por su for-mación de vainas gelatinosas; vive en condiciones aerof íticas y haa sido muy pocas veces citada en el mundo. Su hallazgo posse, por tanto, un notable interés.

ESPECIES MUESTRAS5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

CLOROFÍCEASHormotilopsis gelatinosa Train & Bold +DIATOMEASHantzschia amphyoxIs (Ehr.) Grun. +CIANOFÍCEASAphanocapsa fusco-lutea Hansg. +A. grevillei (Hassal) Rabenh. +A. roeseana de Bary +A. testacea Näg. +Calothrix porietina Thuret +Chlorogloea microcystoides Geitler + + + +Chroococcidiopsis sp. +Chroococcus lithophilus Erceg. + +Ch. minor (Kütz.) Näg. +Ch. minutus (Kütz.) Näg. +Gloeocapsa alpina (Näg.) emend Brand + + +G. atrata (Turp.) Kütz. +G. dermochroa Näg. +G. gigas W. et G.S. West +G. helvetica (Nag.) Starmach +G. kützingiana Näg. + + +G. punctata Näg. +G. rupestris Kütz. + + +Gloeothece sp.Lyngbya putealis Mon. +Nostoc paludosum Kutz. +Pseudanabaena catenata Lauterb. +Schizothrix calcicala (Ag.) Gom. +Schizothrix tinctoria (Ag./ Gom. + +Scytonema crustaceum Ag. + + +S. mirabile (Dillw.) Born. + +S. myochrous (Dillw.) Ag. + +Tolypothrix byssoidea (Hass.) Kirchn. +T. discoidea (Gardner) Geitler +

Page 137: Documento PDF(8MB)

Arte rupestre | 135

Figura 54. 1. Gloeoccapsa rupestris, cenobio con

células de resistencia 2. Seytonena myochrous, ramificación. 3. Lyngbya putealis, filamento. 4. Seytonema mirebile, ramificación. 5. Gloeocapsa atrata junto con

Chroococcus Iitophyilus,

6. Tolypothrix discoidea, ramificación. 7. Gloeocapsa rupestris. 8. Holotilopsis gelatinosa. 9. Hantzschia amphyoxis. 10. Chroococcus litophyilus. 11. Nostoc paludosum. 12. Aphanocapsa testacea.

Page 138: Documento PDF(8MB)

136 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Figura 55. 1. Holotilopsis gelatinosa.2. Schizothrix calcicola.3. Tolypothrix byssoidea.4. Chroococcidiopsis sp.5. Calothrix parietina.

Page 139: Documento PDF(8MB)

Discusión

Page 140: Documento PDF(8MB)

138 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

Una de las primeras dificultades para aproximarnos al sepulcro es tratar de definir si responde a un monumento funerario de carácter megalítico. Un rasgo y su sistema constructivo lo indican.

El lugar funerario se ha modificado mediante la adecuación de un espacio predefinido, caracterizado por unas superficie recogidas que confluyen en un lugar central más deprimido topográficamente. Así, la acción antrópica ha consistido en completar este espacio hasta darle forma seudo circular mediante la colocación de bloques calizos sin preparar y de diferente mor-fología, que proceden del mismo lugar. Queda configurada así una morada para contener a los difuntos.

El espacio cerrado circular no presenta apertura lateral de acceso al interior. La introducción del cadáver (es) en la cámara se efectúa necesariamente por la parte superior sin que, dadas sus pequeñas dimensiones, quepa pensar que los deudos penetraran en ella. La manipulación de los mismos se haría desde el exterior. esta incomunicación topográfica entre el espacio interior del círculo y el exterior, tal vez, ¿cabría llevarla a a otros niveles simbólicos?

Un elemento de contraste con las formas funerarias características del Neolítico y Eneolítico murcianos se refiere a la visualización del lugar esco-gido para el enterramiento de El Milano. En los períodos citados, salvo escasas excepciones, se sitúa en cuevas naturales de pequeñas dimensiones, lo que les confiere una condición de interior, de ocultación y de integración en el paisaje que implica una escasísima definición visual exterior.

La localización de la sepultura de El Milano tendría en cuenta dos facto-res. El primero es la existencia de las pinturas que dotarían al abrigo de una significación especial. El segundo depende de la características del paisaje cárstico de la zona. Las únicas oquedades naturales de la misma son las que ahora nos ocupan y otras situadas a unos dos kilómetros al sur de El Milano.

En la sepultura de El Milano, distinguimos dos momentos de ocupación funeraria: uno primero en un incierto momento del neolítico-eneolítico datado por radiocarbono en el 5220±280 BP y un segundo campaniforme.

Se ha recuperado la totalidad de los esqueletos (si exceptuamos los restos que se destruirían con la excavación clandestina mencionada), de entre los que se diferencian cinco adultos y tres niños. Hay una orientación de algu-nos de los cadáveres definida por una posición flexionada, protegiendo la cabeza adentro de la visera y recostados sobre el lado izquierdo. La falta de algunos huesos del esqueleto sugiere la seleción previa al enterramiento y/o arrinconamiento o extracción del interior de osamentas anteriores.

Otro rasgo común con los sepulcros megalíticos en esta primera fase es que, aunque parece evidente el escaso gasto de energía en el monumento, es un hecho manifiesto que se ha invertido más en el sepulcro que en el ajuar.

Por otro lado, la dedicación de un lugar específico para el enterramiento aleja a El Milano de las sencillas deposiciones neolíticas practicadas, prin-cipalmente, bajo el lecho de habitación de las cuevas, vinculándolo con las tradiciones generalizadas en el Eneolítico sea en cueva, sea en megalito. Hay pues un traslado del sitio de habitación en la segunda forma de existencia material. Se podría pensar en un mantenimiento de la propiedad/uso del lugar que fuera de transmisión hereditaria a modo de panteones familiares.

Page 141: Documento PDF(8MB)

Discusión | 139

Los materiales de ajuar parecen ser objetos de uso personal (armas, instru-mentos de trabajo,…) no muy diferentes a los empleados en vida y escasas ofrendas personales perecederas, si consideramos estas últimas los fragmen-tos de hueso de animales. Parece advertirse un valor individual en elementos de ajuar como las cuentas de collar, atributo externo usado asiduamente.

Barfield advierte que en los enterramientos colectivos los adornos parecen haber representado, normalmente, ofrendas colocadas en el momento de la inhumación de los huesos descarnados de inhumación secundaria, o incluso posterior, mientras en el área de enterramiento individual el ajuar se coloca en la tumba en el momento del entierro y corresponde esencial-mente al equipo que perteneció al individuo. Las primeras son ofrendas a los ancestros, mientras que en el último caso se sitúan en la tumba a la vez que el muerto y representan principalmente bienes individuales (Barfield, 1985: 241-248).

Los huesos de animales de El Milano pertenecen a conejo/liebre y ovi-cáprido. Su hallazgo está documentado ampliamente en otros sepulcros múltiples. De una parte, como se apuntó, podría tratarse de un elemento más de ofrenda, un aporte alimentario para la ultratumba. También podrían formar parte de los restos introducidos en el “paquete” mortuorio como producto de los despojos de las comidas de carácter funerario que se reali-zarían en la primera actuación sobre el cadáver, donde no habría que excluir la antropofagia.

Entre todos los materiales del ajuar, el único alóctono es la valva de molusco que presenta una perforación en el natis, que puede ser de origen natural. Hay que recordar que el yacimiento se encuentra a casi 60 km de las costa. La presencia de elementos de adorno, está ampliamente constatado en las cuevas de enterramientos múltiples del eneolítico de las comarcas interiores de Murcia (Reverte, 1978).

Esta inversión del trabajo funerario que da como consecuencia una enfa-tización en la tumba, que no en el contenido, respondería a un cambio fundamental en ideología (Shennan, 1982 cit. por Mathers, 1984: 24)

La dedicación económica del grupo más antiguo puede intentar definirse a partir de diversas evidencias cruzadas. Los análisis paleobotánicos no indican la presencia de plantas cultivadas. Esto podría explicarse porque el lugar funerario estuviera alejado de los lugares de hábitat como podría corresponder a sociedades ganaderas. Sin embargo, los resultados del estu-dio antropológico van en el mismo sentido que los paleobotánicos.

La presencia de microlitos geométricos en los ajuares no resuelve la cues-tión. Existen dos hipótesis sobre su funcionalidad. Una los vincula con prácticas cazadoras (puntas de proyectil): La otra con la siega como parte de elementos de hoz. Como han indicado Bello et alii (1987: 1489) estas inter-pretaciones pecan de gran esquematismo. Los “únicos análisis de micro-desgaste que se han hecho hasta la fecha sobre microlitos aparecidos en el interior de megalitos (gallegos) sugieren su utilización como elementos de hoces utilizadas en la siega de cereales” (Bello et alii, 1987: 148). Otro tanto apunta, como sabemos, Juan Cabanilles (1984: 74) en relación con los fechados en el neolítico valenciano. Nuestros análisis insisten en esta idea. Sin embargo, serían necesarios estudios específicos en cada caso, así como

Page 142: Documento PDF(8MB)

140 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

tener en cuenta que la presencia del denominado “lustre de cereal” garantiza el empleo de estas piezas para el corte de herbáceas pero no necesariamente de cereales.

El carácter marcadamente agrícola que pone en evidencia los útiles del ajuar parecería, en principio, contraponerse al resultado de los análisis botá-nicos que no indican la presencia de plantas cultivadas. La explicación de este hecho se encuentra en que no coincide el lugar funerario y el hábitat que, sin duda, no debió estar próximo en atención a estas consideraciones y a las prospecciones infructuosas efectuadas por nosotros en las proximidades.

La segunda fase de los enterramientos de El Milano, definida por los restos de la cremación de un cuerpo acompañados únicamente de un fragmento erosionado de cerámica campaniforme, expresa cambio significativos en algunos aspectos del ritual. Las novedades se concretan en la individualiza-ción de un espacio funerario que pierde su carácter megalítico y la práctica desaparición del ajuar. Sin embargo el adosamiento de la nueva sepultura a las anteriores y la propia práctica de la cremación indican la vinculación con lo anterior.

Esta última facies en estructuras funerarias tradicionales indica para Mathers una modificación final de las prácticas de enterramiento colec-tivo, antes de que esta tradición sea rechazada y reemplazada durante la Edad de Bronce por tumbas y artículos funerarios más individualizados (Mathers 1984: 25).

En suma, la primera fase de enterramiento de El Milano va a suponer una ruptura con las formas mortuorias tradicionales en cueva natural de raíz neolítica. Sugiere el paso a las que estarán vigentes durante todo el Eneolítico hasta llegar a la Edad del Bronce.

El origen de los enterramientos múltiples y primarios en Murcia no parece coincidir con los orígenes del Eneolítico, sino que sería una forma empleada en la facies anterior tal y como se advierte en Sierra de la Puerta (Cehegín) y Cueva C-6 (Águilas), si bien no parecen tratarse de cuevas exclusivamente funerarias como es el caso de la Cueva de los Tollos (Mazarrón). Los oríge-nes de la práctica múltiple funeraria podrían situarse, por paralelos con el área valenciana, en un momento próximo al Neolítico II a mediados del IV milenio (Bernabéu, 1988: 158).

Algunos yacimientos encuadrados en las fases iniciales de la denominada “Cultura de Almería” (E. y L. Siret, 1890; G. y V. Leisner, 1943; Acosta y Cruz-Auñón, 1981) presentan rasgos definitorios en cuanto a arquitectura, ritual y ajuar funerario que podrían estar relacionados con el sepulcro de El Milano, a reservas de la falta de contextos de las secuencias que se proponen.

La imposibilidad de un conocimiento directo de los sepulcros al no haber podido visitar todos, por desconocimiento de su localización precisa31, nos hace remitirnos al trabajo reciente de P. Acosta y R. Cruz-Auñón (1981).

En lo que definen como Neolítico muy final en transición, predominan las plantas sencillas, siendo especialmente significativos los sepulcros de planta simple oval de Loma de Cucador 11 y 12 en Cantoria, con unas dimensiones de 1,55 x 1,25 m y 1,40 x 1,20 m respectivamente, parámetros que se acercan

31 Agradecemos a Ángela Suárez, arqueóloga territorial de Almería, el interés por ayudarnos a intentar localizar los citados sepulcros.

Page 143: Documento PDF(8MB)

Discusión | 141

al 1,40 m de diámetro de la sepultura que nos ocupa. Presentan además un “pavimento enlosado” y unas dimensiones de 1,40 x 1,30 m, pero esta vez la técnica constructiva empleada es la de losas y mampostería. No hay refe-rencias a restos humanos como sucedía en Loma de Cucador 12, mientras que en Loma de Cucador 11 únicamente se menciona que es colectiva sin especificar número de individuos (Acosta y Cruz-Auñón, 1981: 286).

Los restos de fuego en plantas simples circulares u ovales, únicamente son señalados en Loma de la Atalaya 8 y 12, en Purchena, y Loma de la Alman-zora 10/16, en Cantoria, ambos de planta circular de mampostería y losas y mampostería, respectivamente. También en Cantoria se sitúa la Cabeza de la Copa 3/1 con una cámara simple oval de losas. Todas ellas tienen rituales de inhumación colectiva (Acosta y Cruz-Auñón, 1981: 283, 289-290, 292 y 295). Pero estos sepulcros son clasificados en la fase II que correspondería ya al Calcolítico32. En todo caso, no se especifica si son los restos humanos y/o lgunas zonas concretas de los sepulcros los que se ven afectados.

La calcinación de los esqueletos de El Milano nos introduce en lo que pudo representar para la sociedad que nos ocupa. Se ha advertido que una misma cultura puede tener cremación e inhumación indistintamente, por lo que no reflejaría necesariamente una diversidad étnica o religiosa dentro de una comunidad, ni tampoco la llegada de unas gentes y/o nuevas ideas religiosas (Ruiz Zapatero y Chapa, e. p.).

La modalidad de calcinación parcial de los esqueletos en unas fechas tan antiguas nos lleva a la búsqueda de antecedentes peninsulares que habría que remontar a inicios del IV milenio. Así, Martínez Navarrete recogía los yacimientos de Lapa do Fumo, estrato B, que está datado por C14 en el 3090±160 BC, asignado a un Neolítico II o medio con afinidades con la cultura megalítica portuguesa. Igualmente señalaba que los hallazgos más antiguos en España, fechados por radiocarbono, correspondían al túmulo-dolmen de Kurtzebide en Letona, del 2495±95 BC (Martínez Navarrete, 1984: 34-36).

A estas evidencias de calcinación, en este caso de maderas, se suma ahora el sepulcro de El Miradero (Valladolid) con unas fechas de C14 del 3165 y 3205 BC. El túmulo con ajuares de tipo doménico, carece de estructura propiamente megalítica y presenta un espacio central circular que sirve de cámara, arropado por un área de piedras. Entorno a los cadáveres contraídos y en especial sobre los cráneos de hallaron los materiales a modo de ofren-das (Delibes, 1987: 183-184). La estructura, en opinión de G. Delibes(1987: 187), respondería a un acondicionamiento de tipo geolítico de una tumba de ocasión y no a diferencias culturales de fondo respecto a los grupos propiamente megalíticos.

En la cultura de Chassey meridional francesa, que cubre la totalidad del IV milenio y principios del III, hay cistas con restos humanos con crema-ción parcial (Abri du Fraischamp, la Roque-sur-Pernes, Vaucluse) y otras de cremación no especificada en pequeñas cistas con lajas de piedra en la necrópolis de la Bastidonne en Trets (Bouches-du-Rhône) (Courtin, 1976:

32 Únicamente la Loma de la Atalaya 4, en Purchena, correspondería a la fase I, siendo también una planta simple circular de losas y mampostería.

Page 144: Documento PDF(8MB)

142 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

261). En concreto, en la cueva del Noyer (Quercy), estos contextos se fechan en el 3100±139 BC (Clottes y Costantini, 1976: 281 y 283).

La cremación-calcinación requiere un lugar determinado, posiblemente fuera del sepulcro. Se ha señalado la presencia de un crematorio neolítico en La Hoguette, en Calvados (Caillaud y Lagnel, cit. por Delibes, 1987). En El Milano se encuentran algunos huesos calcinados en posición anatómica, por lo que dif ícilmente el traslado de los cuerpos pudo hacerse cuando estaban totalmente descarnados.

Dos o tres huesos de El Milano presentan señales de cortes probablemente intencionados. Una falange humana de la Cueva del Calor, que corresponde a un nivel del Eneolítico antiguo, tiene también fuertes incisiones en la zona medial. Estas señales, junto a la cremación parcial, nos indican la práctica de una intervención post-mortem sobre el difunto.

La intervención sobre el cadáver previa al enterramiento no debió reali-zarse en el lugar funerario sino en el poblado, incluso la cremación parcial.

No compartimos la hipótesis, según la cual las prácticas que implican una acción del fuego tuvieron lugar en el propio sepulcro, sea éste cueva o mega-lito. A nuestro juicio, la elevada temperatura necesaria durante un tiempo prolongado para la reducción parcial de la biomasa del cuerpo provocaría la destrucción parcial del lugar y dejaría numerosas huellas en las paredes y el depósito que dependerían de la litología del sepulcro, pero siempre algo más que señales de humo y algunos carboncillos. Recordemos que la estimación de la temperatura que afectó a los huesos de El Milano se encuentra entre los 175 ºC y los 400 ºC se debería a un fuego abierto.

Parece pues evidente un deseo de “quemar” el cadáver tanto por combus-tión, como es la práctica mayoritaria, como por acción química que resulta de la reacción de la biomasa con la cal viva para el caso de El Miradero. De esta forma, la calcinación del individuo sería una práctica extendida y de función profiláctica.

Esta hipótesis nos parece más adecuada que la propuesta por Mellaart para los comienzos de la práctica de los enterramientos secundario, que sigue a Perrot. Según ella, son resultado de las prácticas funerarias de las gentes que murieron lejos del hogar, siendo enterrados en otro sitio y llevados al mismo más tarde. Así pues, la tumba es la casa del hombre, el lugar al que siente que pertenece, que quiere y donde anhela ser enterrado (Mellaart, 1975: 277).

Recientemente se ha señalado el hallazgo de fragmentos de huesos humanos, mezclados con otros de animales y cerámicas, en algunas zonas del poblado del Eneolítico de El Prado (Jumilla) con unas fechas BP del 4350±50 (BETA-7072), 4230±50 (BETA-7073), 4180±50 (BETA-7071), 4170±50 (BETA-7070), 4080±130 (HAR-146) y 3950±160 (BETA-7069) (Walker.1986). Son interpretados por sus excavadores como los restos de la exposición de cadáveres. Una vez reducidos a huesos serían trasladados a la Cueva de los Tiestos con fechas de 3790±115 (HAR-160) y 3600±80 (HAR-358) BP (Lillo y Walker, 1988; Molina y Molina, 19733: 196-201). Para nosotros, los mencionados hallazgos podrían responder a la pérdida de algunos huesos humanos durante la ceremonia funeraria en el lugar de habitación antes de su traslado al lugar funerario. Éste no sería necesaria-mente la Cueva de los Tiestos, en atención a su lejanía de unos 6 km sino

Page 145: Documento PDF(8MB)

Discusión | 143

quizás, más bien, la Cueva del Cabezo de las Salinas (Vilanova y Piera, 1891). Sin embargo, tampoco se puede excluir la posibilidad de que El Prado fuera tanto un sitio funerario como de habitación en sus últimos momentos a raíz de los últimos descubrimientos funerarios en habitat de Campos (Almería) (Camalich, 1988 e.p.) y del Amarguillo II (Sevilla) (Cabrero, 1988 e.p.), así como en La Viña (Cádiz) (Ruiz Fernández y Ruiz Gil, 1989: 7-13).

Así nos inclinamos por una intervención sobre el cadáver en el poblado y excepcionalmente en el lugar del fallecimiento, que comprendiera la mani-pulación del cuerpo (¿antropofagia, desmembración,…?) y la posterior cre-mación parcial junto con elementos de cultura material.

Dada la temperatura no demasiado elevada (400 ºC) de dicho proceso, es posible que se quedaran algunos “paquetes” anatómicos de huesos conti-guos todavía unidos por tendones y ligamentos, tal y como pudiera tratarse de los huesos largos distales de la pierna o del brazo con extremidades correspondientes aún dependientes de estos. También se han observado incisiones sobre ciertos huesos ocasionadas por animales carnívoros, que debieron producirse bien durante una posible exposición del cadáver en el lugar de habitación o como consecuencia de la excavación del sepulcro una vez depositado allí el cadáveres

Esta práctica de cremación parcial, con un origen en el Neolítico final y extendida en el Eneolítico antiguo, está ampliamente documentada en Murcia, tanto en cuevas naturales como en megalitos, según ha puesto de manifiesto Idáñez Sánchez (1986: 165-167) a los que se han sumado otros en fechas más recientes (San Nicolás, 1987: 87-118).

Estaríamos ante una manifestación del horizonte de sepultura circular de un poblado campesino al aire libre neolítico, señalado por Arribas y y Molina (1979: 106). En este grupo así definido podríamos incluir la primera fase del Cabezo del Plomo (5170±90 y 4930±120 BP), Las Amoladeras (4700±70 BP) (García del Toro, 1987: 275), El Prado (4350-3950 BP) (Walker, 1985: 800), Calblanque y Librilla, con una fecha, para este último, que se extiende desde el 5610±330 hasta el 4500±100 BP (Walker, 1986).

Page 146: Documento PDF(8MB)
Page 147: Documento PDF(8MB)

Bibliograf ía general

Page 148: Documento PDF(8MB)

146 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

ABOAL, M. (1987) Flora algal epicon-tinental de la Cuenca del Segura, SE de España. Tesis doctoral. Universidad de Murcia.

(1988) “Aportación al conocimiento de las algas epicontinentales del SE de España. III Cianofitas (Cyanophyceae)” Anales Jard. Bot. Madrid, 45 (1). Ma-drid. Págs. 3-46.

ACOSTA, P. y CRUZ AUÑON, R (1981). “Los enterramientos de las fases iniciales en la Cultura de Almería” Habis 12. Sevilla.

ACOSTA, P. (1967). “Representaciones de ídolos en la pintura rupestre esque-mática española” Trabajos de Prehisto-ria, XXIV. Madrid.

(1968). La pintura rupestre esquemática en España. Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueología, I. Salamanca.

(1983). “Técnica, estilo, temática y tipo-logía en la pintura rupestre esquemática hispana”. Ponencia al Coloquio Interna-cional sobre Arte Esquemático de la Península Ibérica. Zéphyrus, XXXVI. Salamanca.

ALONSO TEJADA, A. (1980). El con-junto rupestre de Solana de las Cova-chas. Nerpio (Albacete). Instituto de Estudios Albacetenses, Serie I. Ensayos Históricos y Científicos, 6. Albacete.

(e.p.). “Algunos comentarios sobre las pinturas rupestres de Moratalla, Mur-cia”. Homenaje al Profesor Eduardo Ri-poll Perelló. U.N.E.D. Madrid.

ALONSO, A. y LÓPEZ, J. D. (1985). Informe sobre los yacimientos con arte rupestre prehistórico de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. In-édito.

ALONSO, A. y GRIMAL, A. (e.p.A.). “Últimos descubrimientos de pinturas rupestres del Sur de Albacete y Noroeste de Murcia”. XIX C. N. A. Castellón 1987.

(e.p.B.) “Las pinturas rupestres de la Fuente del Sabuco II (Moratalla - Mur-cia). Empuries, 47-48. Barcelona.

ALONSO, A. y MIR i LLAURADOR, A. (1986). “El conjunt rupestre de la Vall de la Coma (L’Abi, les Garrigues)”. De-partament de Cultura de la Generalitat de Catalunya. Barcelona.

AYALA JUAN, Mª M. e IDAÑEZ, J. F. (1987). “Avance al estudio del vaso campaniforme en la región de Murcia”. XVIII C. N. A. Canarias 1985. Zaragoza 1987. Págs. 285-300.

ARRIBAS, A; MOLINA, F.; SÁEZ, L.; TORRE, F. de la; AGUAYO, P. y NÁ-JERA, T. (1979). “Excavaciones en Los Millares (Santa Fe, Almería). Campañas de 1978 y 1979”. Cuadernos de Prehis-toria de la Univesidad de Grandada, 4. Granada. Págs. 61-109.

BARFIELD, (1985). “Burial and bound-aries in chalcolitic Italy” en C. Malone and S. Stoddart (eds.): Papers in Italian Archaeology IV, B. A. R., Item: S. 244 Oxford. Págs. 152-176

BARRERA, J. L.; MARTÍNEZ NAVA-RRETE, Mª. I.; SAN NICOLÁS, M. y VICENT, J. M. (1987). “El instrumen-tal lítico pulimentado calcolítico de la Comarca Noroeste de Murcia: algunas implicaciones socio-económicas del estudio estadístico de su petrología y morfología”. Trabajos de Prehistoria 44. Madrid.

BECARES PËREZ, (1987). “Arte ru-pestre prehistórico en la Meseta”. Arte rupestre en España. Revista de Arqueo-logia. Madrid. Págs. 86-95.

BELTRÁN, A. y SAN NICOLÁS, M. (1985). “Las pinturas rupestres de las cuevas de Peña Rubia de Cehegín (Murcia)”. Revista de Arqueología, 53. Madrid. Págs. 9-18.

(1988). Las pinturas de las cuevas de Peña Rubia (Cehegín, Murcia). Conse-

Page 149: Documento PDF(8MB)

Bibliograf ía general | 147

jería de Cultura de Murcia. Institución Fernando el Católico. Zaragoza.

BELTRÁN MARTÏNEZ, A. (1968). Arte Rupestre Levantino. Monograf ías Arqueológicas IV. Zaragoza.

(1969). La Cueva de los Grajos y sus pinturas rupestres, en Cieza (Murcia). Monograf ías Arqueológicas, VI. Zara-goza.

(1972). Los abrigos pintados de la Ca-ñaíca del Calar y de la Fuente del Sabu-co en El Sabinar (Murcia). Monograf ías Arqueológicas, IX. Zaragoza.

(1975-76). “El problema de la cronología del arte rupestre esquemático español”. Caesaraugusta, 39-40. Zaragoza. Págs. 5-18.

(1985). “Las industrias y el arte rupes-tre levantino”. Bajo Aragón Prehistoria, V. Zaragoza. Págs. 37-48.

(1986). “Megalitismo y arte rupestre es-quemático: problemas y planteamien-tos”. Actas de la Mesa Redonda sobre Megalitismo Peninsular. Asociación Española de Amigos de la Arqueología. Madrid. Págs. 21-33.

BERDICHEWSKY, B. (1964). Los sepul-cros en cuevas artificiales del Bronce I Hispano en la Península Ibérica. B. P. H. VI. Madrid.

BERNABEU AUBAN, J. (1979) “Los elementos de adorno en el Eneolítico Valenciano” P. L. A. V., Saguntum 14. Valencia. Págs. 109-126.

(1988). “El Neolítico en las comarcas meridionales del País Valenciano”, en El Neolítico en España. Cátedra. Madrid. Págs. 131-166.

BOYAIN COVARRUBIAS, A. (1987). “Los yacimientos funerarios del Calco-lítico en Murcia: una revisión bibliográ-fica”. Trabajos de Prehistoria 43. Madrid. Págs. 85-98.

BREUIL, H. y Burkitt, M. (1915). “Les peintures Rupestres d’Espagne. VI. Les Abris peints du Monte Arabi prés Yecla (Murcia)”. L’Anthropologie, XXVI. Págs. 313-328.

CAILLEUX, A. y TRICARD, J. (1963). Initiation a l’etude des sables et des ga-lets. C. D. U. Paris.

CABRERO, R. (e.p.). “Amarguillo II (Los Morales, Sevilla). Comunicación a I Congreso de Arqueología Andalu-za. Sevilla 1987.

CAMALICH MASDIEU, Mª D. (e.p.). “La Edad del Cobre en el Bajo Alman-zora. Cuevas de Almanzora, Almería”. Comunicación al I Congreso de Ar-queología Andaluza. Sevilla 1987.

CAMPBELL, S. E. (1979). “Soil stabi-lization by a prokaryotic desert crust. implication for Precambrian land biota”. Origins of life, 9. Págs. 335-348.

CAMPILLO, D. (1983). La enfermedad en la Prehistoria. Salvat. Barcelona.

CAMPS-FARRER, H. (1974). “L’indus-trie de l’os du gisement Collet-Redon a la Couronne couches du Rhone”. Tra-vaux du Laboratoire d’Anthropologie de Prehistoria et d’Ethnologie de Pays de la Mediterranée Occidentales. Aix-en-Provence.

CARRASCO RUS, J.; CARRASCO RUS, E.; MEDINA CASADO, J. y TO-RRECILLAS GONZÁLEZ, F. J. (1985). El fenómeno rupestre esquemático en la Cuenca Alta del Guadalquivir. I: Las Sie-rras Subbéticas. Prehistoria Giennense, 1. Granada.

(1984). “La industria lítica en los dólme-nes del País Vasco meridional”. Valeia N. S. 1. Vitoria. Págs. 51-145.

CLOTTES, J. y COSTANTINI, G. (1974). “Les civilisations néolithiques dans les Causses” en La Préhistoire Française II, C. N. R. S. Págs. 279-291.

Page 150: Documento PDF(8MB)

148 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

COURTAIN, J. (1974). “Les civilisations néolithiques en Provence” en La Préhis-toire Française II, C. N. S. Págs. 255-266.

DELIBES, G. ALONSO, M. y ROJO, M. A. (1987). “Los sepulcros colectivos del Duero medio y las Laras, y su conexión con el foco dolménico riojano”. El mega-litismo en la Península Ibérica. Ministe-rio de Cultura. Págs. 181-197.

EIRORA, Jorge J. (1987) “Nota prelimi-nar de la primera campaña de excava-ciones arqueológicas en el poblado de La Salud y en Cueva Sagrada I (Lorca), Murcia”. Anales de Prehistoria y Ar-queología, 3. Págs. 53-76.

ESPÍN RAEL, J. (1946) “Sobre el doble menhir de Lorca”. II C. A. S. E., Albacete. Págs. 78-80.

FERRER PALMA, J. E. (1986). El Me-galitismo en Andalucía Oriental: pro-blemática. Actas de la Mesa Redonda sobre Megalitismo Peninsular 1984. Asociación Española de Amigos de la Arqueología. Madrid. Págs. 97-110.

(1987). “El Megalitismo en Andalucía Central”. El Megalitismo en la Península Ibérica. Ministerio de Cultura. Madrid. Págs. 9-29.

FIGUN, M. E. y GARINO, R. R. (1980). Anatomía odontológica funcional y aplicada. Ateneo.

FORTEA PÉREZ, F. J. (1974). “Las pin-turas rupestres de la cueva de El Pelicie-go o los Morceguillos (Jumilla, Murcia)”. Ampurias 36. Barcelona. Págs. 21-39.

FRIEDMANN, I. (1972). “Ecology of lithophytic algal habitats in Middle Eastern and North American desert”. International Symposium on Ecophysi-ological foundation of ecosystems pro-ductivity in arid zone. Págs. 182-185.

GACÏA DEL TORO, J. (1984). “Las llamadas varillas de hueso de los en-terramientos humanos colectivos del

Eneolítico del Levante español: tipolo-gía morfotécnica e hipótesis funcional”. Actas del Coloquio de el Eneolítico en el País Valenciano. Institutos de Estudios Juan Gil-Albert. Alcoy. Págs. 157-164.

(1986). “Los cazadores-pescadores pos-tpaleolíticos: sus asentamientos hasta el Eneolítico final”. Historia de Cartagena II. Págs. 165-174.

(1987). “El hábitat costero mediterráneo eneolítico de Las Amoladeras (Cabo de Palos, Cartagena)”. XVIII C. N. A. Zara-goza. Págs. 271-283.

GEITLER, L. (1932). Cyanophyceae. Rabenhorst’s Kryptogamen-Flora. Aka-demische Verlagsgesellschaft. Leipzig.

GIRARD, (1987). GOLUBIC, S., FRIEDMANN, I. & SCHNEIDER, J. (1981) “The lithobiontic ecological niches with special reference to mi-croorgnisms”. Journal of Sedimentary Petrology, 51(2). Págs. 475-478.

GONZÁLEZ CASTAÑO, J. (1980). Mula. Estudio demográfico de una comunidad agrícola en los siglos XV y XVI. Tesis de Licenciatura. Universidad de Murcia.

HASTORF, C.A. (1985). “Archaeobo-tanical remains: interpretive problems concerning production and consump-tion” 50th Annual Meetings of the So-ciety for American Archaeology in the Symposium: prospects and problems of statistical methods and interpreta-tion in palaeoethnobotany, at Denver, Colorado.

HERNÁNDEZ PÉREZ, M. S.; FERRER I MARSET, P. y CATALA FERRER, E. (1988). Arte rupestre en Alicante. Fun-dación del Banco Exteriror de España y Banco de Alicante. Alicante.

IDAÑEZ SÁNCHEZ, J. F. (1985). “Avan-ce al estudio de la necrópolis eneolítica de Murviedro”. XVII C. N. A. Zaragoza. Págs. 197-209.

Page 151: Documento PDF(8MB)

(1986). “Incineración parcial en los enterramientos colectivos eneolíticos del Sudeste español”. Actas de la Mesa Redonda sobre Megalitismo Penínsular. Madrid. Págs. 165-167.

JIMÉNEZ DE CISNEROS, D. (1925). “In-dicación de algunos yacimientos prehistó-ricos y noticia acerca de otros” B.R.S.E.H., febrero 1925. Madrid. Págs. 71-81.

JOHANSEN, J. R.; RUSHFOTH, S. R. & BROTHERSON, J. D. (1983). “The algal flora of Navajo National Monuments, Arizona, USA”. Nova Hedwigia, 38. Págs. 501-553.

JUAN CABANILLES, J. (1984). “El utillaje neolítico en sílex del litoral me-diterráneo peninsular”. Saguntum 18. Valencia. Págs. 49-102.

KEEPAX, C. (1977). “Contamination of archaeological deposits by seeds of modern origin with particular reference to the use of flotation”. Journal of Ar-chaeological Sciences 4. Págs. 221-229.

KOMAREk, J. & FOTT, B. (1983) Das Phytoplankton del SüBwassers. Sys-tematik und Biologie. Chlorophyceae (Grünalgen). Ordung: Chlorococcales. E. Scheiweizerbartsche Verlagsbuch-dandlung. Stuttgart.

LEISNER, G. y LEISNER, V. (1943) Die Megalithräber die Iberischen Halbinsel. Der Suden. Berlín.

LILLO CARPIO, P. y WALKER, M. J. (1987). “Restos humanos dispersos en el asentamiento eneolítico de El Prado de Jumilla, Murcia”. Anales de Prehistoria y Arqueología 3. Universidad de Murcia. Murcia. Págs. 105-109.

LILLO CARPIO, P. y M. (1979). “La pin-tura rupestre de La Risca” Rev. Murcia 15. Murcia.

MARTI OLIVER, B. y HERNÁNDEZ PÉREZ, M. S. (1988). El Neolític valen-cià. Art rupestre i cultura material. Sevei

d’Investigació Prehistórica. Diputado de València.

MARTÍNEZ ANDRÉU, M. (1987). “Cueva del Caballo. Isla Plana (Carta-gena)”. Excavaciones y Prospecciones Arqueológicas. Consejería de Cultura. Murcia. Págs. 4-9.

MARTÍNEZ SÁNCHEZ, C. (1988). “El Neolítico en Murcia” en El Neolítico en España. Ed. Cátedra. Madrid. Págs. 167-194.

MATHERS, C. (1984).”Beyond the grav-er: the context and wider implications of mortuary practicesin South-Eastern Spain”. Papers in Iberian Archaeology. B.A.R. International Series 193(1). Págs. 13-44.

MARTÍNEZ NAVARRETE, Mª. I. (1984). “El comienzo de la metalurgia en la provincia de Madrid: la cueva y cerro de Juan Barbero (Tielmes, Madrid)”. Tra-bajos de Prehistoria, 41. Madrid. Págs. 17-128.

MEELLART, J. (1975). “The Neolithic of the Near East”. Thames & Hudson, London.

MENAKER, L. (1980). The biologic basis of dental caries. 1, Hagerstown, Harper & Row.

MINNIS, P. (1981). “Seeds in Archao-logical sites: sources and some inter-pretive problems”. American Antiquity, 46/1. Págs. 143-152.

MOLINA GRANDE, Mª C. y MOLI-NA GARCÍA, J. (1973). Carta Arqueo-lógica de Jumilla. Excma. Diputación de Murcia. Murcia.

MONTES BERNÁRDEZ, R. y SÁN-CHEZ PRAVIA, J. (1988). “Arte rupes-tre en Murcia. Nuevos hallazgos”. Rev. Arqueología, 91. Madrid. Págs. 5-11.

MUÑOZ AMILIBIA, A. Mª (1986a). “Sepultura del Cabezo del Plomo

Bibliograf ía general | 149

Page 152: Documento PDF(8MB)

150 | Conjunto prehistórico El Milano, Mula.

(Mazarrón, Murcia)”. Anales de Pre-historia y Arqueología, 2. Murcia. Págs. 17-28.

(1986). “El Eneolítico en el Sureste”. His-toria de Cartagena II. Ed. Mediterráneo. Murcia. Págs. 141-162.

(1988). “Resumen de los informes de excavaciones arqueológicas realizadas en el yacimiento del poblado y necró-polis del Cabezo del Plomo (Mazarrón)”. Excavaciones y Prospecciones Arqueo-lógicas. Consejería de Cultura. Murcia. Págs. 103-104.

PIÑÓN VARELA, F. (1982). Las pin-turas rupestres de Albarracín (Teruel). Centro de Investigación y Museo de Al-tamira. Monograf ía, 6. Santander.

RAMFJORD, S. P. y ASH, M. M. (1979). Periodontology and periodontics. 1, Philadelphia, Saunder Co.

REVERTE GARCÍA-ALCARAZ, J. (1978). “Aportación al estudio mala-cológico de las cuenta de collar en los enterramientos enerolíticos murcianos”. Rev. Murcia 14. Murcia.

RENFREW, C. (1984). “Arqueología social de los monumentos megalíticos”. Investigación y Ciencia, 88. Págs. 80-79.

RENFREW, J. (1974). Palaeoethnobo-tany. Methuen & Co. Ltd. london.

RIVERA, D. y WALKER, M. (e.p.) “Spontaneous vitis in the Mediterra-nean and the origins of the cultivated grapes-vine, with special reference to prehistoric exploitation in the western mediterranean”. Review of Paleobotany and Palinology. Amsterdam.

RUBIO DE MIGUEL, I. L. (1982). “En-terramientos neolíticos de la Península Ibérica” Cuadenos de Prehistoria y Ar-queología. Madrid. Págs.

RUIZ FERNÁNDEZ, J. A. y RUIZ GIL, J. A. (1989). “Calcolítico en el Puerto de

Santa María”. Rev. Arqueología, 94. Págs. 7-13.

RUIZ ZAPATERO, G. y CHAPA BRU-NET, T. (e.p.). “La Arqueología de la Muerte: perspectiva teórico-metodo-lógicas”. Reunión sobre las necrópolis celtibéricas. Daroca 1988.

SALMERÓN JUAN, J. (1982). “Las pinturas rupestres esquemáticas de Las Enredaderas (Los Almadenes) en Cie-za, Murcia” I Congreso Internacional de Arte Rupestre. Bajo Aragón Prehistoria, VII-VIII. Caspe. Págs. 223-233.

SAN NICOLÁS, M. y MARTÍNEZ SÁNCHEZ, C. (1988). “Prospecciones arqueológicas en la Cueva C-6. Cabo Cope, Águilas” Excavaciones y Pros-pecciones Arqueológicas. Servicio Re-gional de Patrimonio Histórico. Murcia. Págs. 10-17.

SAN NICOLÁS, M y MARTÍNEZ AN-DRÉU, M. (1980). “El dolmen de Bagil (Moratalla, Murcia). Pyrenae 15-16, 1979-80. Barcelona. Págs. 115-124.

SAN NICOLÁS, M. y ALONSO TEJA-DA, A. (1986). “Ritos de enterramiento. El conjunto sepulcral y pictórico de El Milano (Mula)”. Historia de Cartagena II. Murcia. Págs. 201-208.

SAN NICOLÁS, M.; LÓPEZ, J. D. y ALONSO, A. (1988). “Avance al es-tudio del conjunto con pinturas ru-pestres de El Milano, Mula-Murcia”. I Congreso Internacional de Arte Rupestre, Caspe-Zaragoza 1985. Bajo Aragón Prehistoria VII-VII. Zaragoza. Págs. 341-346.

SAN NICOLÁS DEL TORO, M. (1980). Aportación al estudio del Arte Rupestre en Murcia. Memoria de Licen-ciatura. Universidad de Murcia.

(1981). “Un nuevo ídolo del Bronce I procedentes de la cueva sepulcral de La Represa, Caravaca (Murcia)”. Rev. Argos 2. Caravaca. Págs. 21-49.

Page 153: Documento PDF(8MB)

(1985). “Las pinturas rupestres esque-máticas del Abrigo del Pozo (Calas-parra, Murcia)” Caesaraugusta, 61-62. Zaragoza. Págs. 95-110.

(1987). “Materiales arqueológicos pro-cedentes de las cuevas naturales de las Palomas, Conchas y Humo (Peña Rubia, Cehegín, Murcia)” en Beltrán, A.: Las Pinturas de las Cuevas de Peña Rubia (Cehegín, Murcia). Inst. Fernando el Católico. Comunidad Autónoma de Murcia. Págs. 87-118.

SANCHIDRIÁN TORTI, J. L. (1984-85). “Algunas bases para el estudio de los actos funerarios eneolíticos: Sima de la Curra (Carratraca, Málaga)”. Zephyrus, XXX-VII-XXXVIII. Salamanca. Págs. 227-248.

STARMACH, K. (1966). Cyanophyta-Glaukofity. Flora slodkowdna Ploski. Ploska Akademia Nauk. Institut Bota-nica. Warsawa.

SIRET, E y L. (1980). Las Primeras Eda-des del Metal en el Sudeste de la Penín-sula Ibérica. Barcelona.

UTRILLA, P. (1988). “Nuevos datos so-bre la relación entre el arte rupestre y

yacimientos arqueológicos del valle del Ebro”. I Congreso Internacional de Arte Rupestre. Bajo Aragón Prehistoria, VII-VIII. Caspe. Págs. 323-339.

VILANOVA I PIERA, J. (1891). “Mo-numentos prehistóricos en Jumilla”. B.R.A.H., XIX. Madrid. Págs. 18-21 y 512.

VIÑAS, R. y ALONSO TEJADA, A. (1978). “L’abri de Los Toros”, Las Boja-dillas, Nerpio (Albacete). Bulletin de la Société Préhistorique de L’ Ariège, XXXIII. Págs. 95-114.

WALKER, M. J. (1985). “El Prado and the Southeasertn Spanish Chalcolithic” Research Reports of the National Geo-graphic Society (1979 Proyects), 20. Págs. 799-834.

(1986). “Society and habitat in Neo-lithic and early Bronze Age South-east Spain”. The Neolitic of Europe. Southampton: World Archaeology Congress. Págs.

WELLS, C. (1964). Bones, Bodies and Disease. Thames and Hudson. London.

Bibliograf ía general | 151

Page 154: Documento PDF(8MB)
Page 155: Documento PDF(8MB)
Page 156: Documento PDF(8MB)