Documento Viaci Para Convencion
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REFLEXIONES HACIA UNA DIDÁCTICA DE LA INTERACCIÓN EN EL e- MPU
Constanza Abadía García
Vicerrectora Académica y de Investigación
Equipo asesor de Currículo:
Rene Montero Vargas
Pedro Antonio Vela González
Milena Alcócer Tocora
En el marco de la convención académica 2013 y después de recapitular los alcances logrados
en la versión 2012, en donde se avanzó en la comprensión del sentido y significado de los
aspectos macro y mesocurriculares, para esta versión se hace pertinente profundizar sobre el
nivel microcurricular, lo cual implica una reflexión sobre didáctica a partir del abordaje de
categorías de análisis tales como: el concepto de didáctica, el enfoque didáctico y las
interacciones formativas que permiten fortalecer los procesos de construcción de conocimiento
en los sujetos. El propósito de este escrito está relacionado con uno de los objetivos planteados
de la convención académica orientado a comprender el sentido de la interacción didáctica entre
las dimensiones del Modelo Pedagógico Unadista apoyado en e-learning, para lo cual se
aportan algunas aproximaciones conceptuales, referidas a la didáctica, al enfoque didáctico y
las interacciones que se producen entre las dimensiones establecidas por el Modelo
Pedagógico Unadista apoyado en e-learning (e-MPU) y ponerlas a consideración de la
reflexión del cuerpo académico para sean semillas de discusión que enriquezcan la praxis
docente.
Para dar comienzo a esta aproximación conceptual, es pertinente retomar los resultados del
primer Congreso Virtual de Pedagogía Unadista (2011) en lo relacionado con la categoría
didáctica, los cuales permitieron reflexionar sobre la concepción de didáctica en el escenario
académico de la UNAD y en el cómo se pueden establecer acciones de mejoramiento para su
aplicación. En el análisis etnográfico se encontraron algunos puntos de vista y se presentan a
continuación desde las voces de los docentes:“la práctica académica y modelo didáctico debe
ser coherente con el enfoque curricular y diseño curricular de la Institución que responda a las
demandas propias de la disciplina y a diversos contextos de acción. Para lograr esto, se
requiere que los diferentes actores del proceso educativo conozcan y comprendan la “manera
de ser y hacer” de la UNAD”, “desde el aspecto pedagógico la didáctica se relaciona con los
métodos, técnicas, estrategias y demás recursos que, a través de la interacción tutor-
estudiante, son necesarios para la construcción del conocimiento y el desarrollo de las
actividades educativas”, “la didáctica es una ciencia práctica, de intervención y transformadora
de la realidad que se expresa en el currículo, por tanto implica la investigación”.
Ante la reflexión sobre en qué se debe mejorar en lo didáctico se presentan las voces de los
docentes: “Utilización de herramientas que fortalezcan el trabajo independiente de los
estudiantes”, “Diseño de protocolos y guías didácticas que se constituyan en verdaderas hojas
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de ruta para cada curso disciplinar”, “Las guías deben ser coherentes en lo disciplinar,
pedagógico y didáctico, asegurando que el componente “practico” se lleve a cabo en todos y
cada uno de los rincones en donde exista un estudiante matriculado en el curso”, “Escogencia
de estrategias pedagógicas y didácticas de cada actividad de aprendizaje de acuerdo a la
competencia que se quiere desarrollar, al momento de aprendizaje y a los estilos de
aprendizaje”, “Aplicación de nuevos enfoques didácticos, centrados en el estudiante y
soportados en las corrientes constructivistas que ponen su acento en el aprendizaje basado en
problemas ó por investigación”, “Diseño de currículos soportados en núcleos problémicos más
que en áreas de conocimiento, lo cual facilita el enfoque al desarrollo de competencias
específicas y asegura el desarrollo académico e investigativo en contexto”, “Eliminar el
sentimiento de soledad del estudiante ya que contaría con la presencia social del tutor a través
de redes” y como reflexión final: “Regularmente cada uno de estos actores trabaja en solitario,
propone en solitario, actúa dentro de su propio espacio y genera conocimiento y valor
agregado a su práctica que es desconocida por su par académico” (Vela & Martínez, 2011).
Aproximaciones conceptuales referidas a la didáctica
Con el paso de los años, el acercamiento a la definición de la didáctica ha pasado por
diferentes etapas, de manera que ampliamente pueden encontrarse propuestas que definen su
naturaleza disciplinar en el contexto de lo pedagógico, lo histórico, lo político e incluso lo
científico (Camilloni, 1994; Eder y Aduriz-Bravo, 2001).
En lo particular se comparte con Camilloni (2007), que la didáctica es una disciplina, lo cual
obedece a reconocer que su discurso se compone no sólo de teorías que responden a
concepciones diferentes, sino también a enunciados de diferente carácter. Una disciplina en la
cual, en palabras de Zabalsa (2011, p 400), “aunque no deje de ser una cuestión importante,
importa menos destacar los límites de su propio territorio que resaltar la necesidad de
establecer fuertes relaciones con los otros espacios disciplinares próximos (hemos pasado
tanto tiempo tratando de identificar lo que nos separaba de las otras disciplinas pedagógicas y
psicológicas que seguramente habrá de costarnos buen tiempo y esfuerzo volver a descubrir lo
que nos une y aquello en lo que podemos-tenemos que trabajar juntos)”.
Desde la perspectiva descrita anteriormente, la didáctica ha dejado de ser sólo una práctica, y
ha construido discursos reflexivos que se centran sobre las acciones que permiten la
construcción de procesos de aprendizaje, los cuales de acuerdo con perspectivas como la de
Contreras (1994), se sustentan sobre fuertes relaciones establecidas entre el currículo, la
práctica del docente y las acciones del estudiante en un contexto educativo específico.
Un modelo pedagógico centrado en el aprendizaje inspira reflexiones sobre la mirada de la
didáctica moderna, la cual está orientada hacia la creación de condiciones necesarias para
facilitar y orientar el aprendizaje. Al respecto, Mallart (2001) en sus reflexiones sobre la
didáctica moderna ha planteado que ésta se debe preocupar por buscar condiciones para que
los estudiantes aprendan, y menciona una serie de elementos que constituyen el ámbito de la
didáctica, así: ¿Quién aprende?, ¿con quién aprende el estudiante?, ¿para qué aprende?,
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¿cómo aprende?, con qué material didáctico, ¿desde qué condiciones? y en qué ambientes?,
lo cual configura el escenario de acción de un enfoque didáctico que pretende dar un valor
especial al acompañamiento dialógico que se lleve a cabo durante el proceso de aprendizaje
con el estudiante, entendiendo que el diálogo puede darse entre personas, contenidos y
objetos digitales. Esto es, avanzar en la comprensión que propone Zabalsa (2011) acerca de
un proceso de aprendizaje que, además, no se produce en abstracto o centrado en los
contenidos propios de cada disciplina, sino que ha de hacerse tomando en consideración el
proceso que sigue cada estudiante para apropiarse del conocimiento y el contexto en que dicho
proceso se produce.
Construir una propuesta de enfoque didáctico institucional, que reúna las particularidades de
los contextos disciplinares específicos y a su vez destaque la especificidad de la didáctica
general, en una apuesta por comprender que los procesos de aprendizaje significativo,
colaborativo y autónomo son el resultado de interacciones que obedecen a la intervención de
los participantes del proceso formativo y de todos los contextos sociales, históricos, políticos y
culturales que les son propios, debe resultar de un proceso colectivo y no de prácticas
individuales, dado que en palabras de Cardelli (2004) se requiere que quienes intervengan en
su estructuración, incluyan todo un escenario social, histórico y político.
Se hace referencia específicamente, en palabras de Zabalsa (2011), “a la posibilidad de
construir un discurso cada vez más integrado y sinérgico entre la Didáctica General y las
Didácticas Específicas. Curiosamente, lo que ha sucedido en estos años es que a medida que
los especialistas en disciplinas concretas han ido construyendo, su propio discurso didáctico
sobre parámetros necesariamente prácticos y concretos, los didactas generales (ahora
centrados en los análisis curriculares) nos hemos desplazado hacia discursos, con frecuencia,
demasiado abstractos y genéricos”.
En el enfoque deben confluir bases epistemológicas, políticas y metodológicas propias, de
forma que se pueda evidenciar el desarrollo reflexivo y crítico de los docentes, en un ejercicio
que no trata de ubicar el discurso didáctico sobre lo educativo, ni tampoco de “diseñar”
mecanismos secuenciales que persigan un éxito construido sobre la base de ideales uniformes
que desconocen la importancia de la diversidad en la construcción de conocimiento.
Atendiendo a estos planteamientos, la intención de la propuesta no es modelizar, ni establecer
patrones uniformes de acción sobre los cuales se construyan escenarios estandarizados que
unifiquen las prácticas, de esta manera, se sugiere hablar en términos de enfoque, dado que
permite sugerir referentes variados que permiten acercarse a la comprensión particular de
situaciones específicas, en palabras de Tezanos (2002) un enfoque permite focalizar y centrar
la mirada.
Esta propuesta de enfoque didáctico se articula con los enfoques pedagógicos descritos en el
PAPS (UNAD, 2011) y plantea una interacción entre las dimensiones que intervienen en el
proceso formativo de la UNAD. Parafraseando a Tedesco (1996), el enfoque didáctico, tendrá
la intención de disminuir el aislamiento institucional, reconociendo que la articulación,
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igualmente, posicionará un rol educativo orientado hacia el uso consciente, crítico y activo de
los escenarios que permiten la interacción entre la información y el conocimiento.
De este modo, el enfoque didáctico de la Universidad, deberá guardar coherencia con el
Modelo Pedagógico para coadyuvar en la formación de una persona autónoma, creativa,
reflexiva, crítica, responsable y solidaria. En este sentido deberá articular holísticamente lo
macrocurricular, lo mesocurricular y evidenciar en lo microcurricular la generación de procesos
de aprendizaje dinámicos que se integren en torno a las apuestas institucionales, las
intencionalidades formativas y la naturaleza propia de las múltiples disciplinas que integran los
programas académicos.
Un enfoque en relación con la teoría antropológica de lo didáctico (TAD)
De acuerdo con las posiciones descritas anteriormente, es necesario construir en lo particular,
los modos de acción que responden a las necesidades particulares de los contextos en los
cuales se lleva a cabo un ejercicio de interacción con fines de formación. Para ello, se
considera en consonancia con Chevalard (1999), que el análisis reflexivo en torno a lo
didáctico, puede centrarse en el estudio del conjunto de las actividades formativas en términos
de lo humano y de las instituciones sociales que le son propias, a lo cual se denomina Teoría
Antropológica de la Didáctica (TAD).
Esta aproximación, aunque generada como proceso investigativo dentro de las matemáticas,
ha generado un enfoque epistemológico que sugiere un “hacer en la disciplina” consistente en
establecer organizaciones de la misma disciplina, es decir en resolver determinados tipos de
problemas con determinados tipos de técnicas (el “saber hacer”), de manera inteligible,
justificada y razonada (mediante el correspondiente “saber”). Este trabajo puede conducir a la
construcción de nuevas organizaciones de la disciplina o simplemente, a la reproducción de
organizaciones previamente construidas (Bosch, 2000).
De acuerdo con Chevalard (1999), un enfoque didáctico, como el que se propone, que
considera sus acciones en el contexto de la TAD, reconoce que .
De este modo, la propuesta de enfoque didáctico, comparte que el conocimiento es una
construcción social y que para estudiarlo, en palabras de Bosh (2000), se requiere ser capaz de
describir y analizar determinados tipos de actividades humanas que se realizan en condiciones
particulares. Situación que más allá de ilustrar un panorama teórico con respecto al
conocimiento, se consolida como el escenario permanente de actuación del ejercicio educativo,
dado que se comprende que este no es un fenómeno aislado, sino que por el contrario, reúne a
todos los actores que participan de él y reconoce que cada uno de ellos es la suma de los
acontecimientos y experiencias que les han dado lugar. Por lo tanto la reflexión sobre el
ejercicio debe vincular todos los aspectos que permitan la participación de los actores y sus
contextos.
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Es de señalar que de acuerdo con Bosh (2000), la teoría antropológica asume, como uno de
sus postulados fundamentales, que toda actividad en sentido estricto, todo “saber-hacer”,
presupone la existencia de un “saber” o discurso justificativo-explicativo de la actividad, de
modo que resalta la necesidad de reflexionar en contexto de lo específico, dar el lugar
correspondiente al empoderamiento disciplinar desde la perspectiva de la experticia sobre el
contenido, posicionar un ejercicio de orientación en el proceso formativo desde las dinámicas
propias de los contextos disciplinares, para conseguir una interacción firme entre sus
participantes.
Así mismo, para Chevalard (1999) las situaciones de la vida cotidiana en el seno de una
institución están impregnadas de interacciones didácticas, pero resbaladizas, evanescentes,
que se deslizan casi sin ruido en el flujo de la actividad ordinaria -y a las que se hace
explícitamente referencia cuando se habla del aprendizaje del día a día. De este modo, el
ejercicio reflexivo de lo didáctico, no es tangencial, es inherente a la actividad docente. No
existe un momento específico para pensar desde lo didáctico, por el contrario, reconocer que la
práctica del docente está impregnada de significados desde lo didáctico, es el escenario que
permite potenciar y fortalecer, los procesos que permiten construir aprendizajes, en lo
particular, significativo, colaborativo y autónomo.
Reflexión sobre las interacciones en el enfoque didáctico del e- MPU
Proponer un enfoque didáctico desde la idea de la interacción como soporte, supone
comprender una posición de interacción claramente definida. Sin embargo en términos
generales se puede hacer un acercamiento a la propuesta de Wagner (1994), investigadora
centrada en aspectos propios de la interacción en educación a distancia y en e-learning, quien
considera que la interacción es un proceso que sucede entre, por lo menos, dos partes cuando
de manera recíproca, las partes ejercen influencia una sobre la otra, dando lugar a un
intercambio de significados y a construcciones colectivas.
En línea similar Irigoyen, Acuña y Jiménez (2011) se refieren a la noción de interacción
didáctica como aquel intercambio recíproco entre sujetos y objetos o situaciones referentes
(materiales de estudio) en condiciones particulares planteadas por el ámbito de desempeño
disciplinar o profesional. Este referente posibilita el análisis de aspectos psicológicos,
pedagógicos, relacionales entre los diferentes actores involucrados en el proceso, así como
análisis en el ámbito disciplinar para orientar los procesos formativos.
Esta variedad de interacciones didácticas posibilitan diferentes lenguajes de comunicación
donde confluyen los saberes disciplinares en conexión con los medios, mediaciones y
mediadores, creando interacciones constructivas que enriquezcan los aprendizaje de los
estudiantes. Lo anterior requiere del docente un fuerte proceso creativo y de diseño didáctico
en función de los propósitos de formación, privilegiando no sólo el que, si no el cómo y el para
que, igualmente, le exige una formación disciplinar, acompañada de un saber pedagógico y
didáctico que le permita la construcción de interacciones didácticas coherentes, variadas y más
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efectivas, asumiendo un rol de mediador movilizando múltiples recursos, actores y estrategias
en torno a un aprendizaje autónomo, significativo y colaborativo.
En este sentido, el ejercicio de lo didáctico en la UNAD no comprende procesos aislados. Las
dimensiones del modelo pedagógico, son en su conjunto una condición de posibilidad para el
aprendizaje, por lo cual están estrechamente relacionadas, de modo que su acción no se
restringe al contexto que propone Lawley (1994) como comunicación mediada por ordenadores
(CMO), pues se considera que el sujeto interactúa de maneras diversas y con diversos actores,
humanos y no humanos, en el proceso educativo. La interacción cotidiana de los estudiantes
con artefactos digitales ha creado un vínculo mutuamente constitutivo de nuevos nichos
culturales de producción de significado social. (Winocur, 2009.p 13).
De esta manera, la propuesta de procesos reflexivos sobre la interacción, se asume desde la
perspectiva comunicativa, que retoma elementos constructivistas y socioculturales, reforzados
por el desarrollo de la filosofía del lenguaje, lo cual hace posible integrar los aportes de la
etnometodología, etnografía, sociolingüística, semiótica y otras disciplinas, para confluir en una
perspectiva socio-etnográfico-lingüística de la comunicación, la cual sustenta los modelos
conversacionales o dialogales de análisis de la interacción (Villata y Valencia 2009).
De acuerdo con estas posiciones, y considerando que el modelo pedagógico de la UNAD
incluye cinco dimensiones (e-medios, mediaciones, e-mediadores, e-evaluación y e-
estudiante), reconoceremos en tres de ellas a los motores que permitirán generar mayores
procesos de reflexión educativa en el contexto de la interacción didáctica, por cuanto cada uno
de ellos resulta ser integrador de las dimensiones restantes
Inicialmente se reconocerá el papel de la mediación como un producto de la interacción
generado para la interacción, en seguida se abordará la e- evaluación como la interacción entre
el proceso educativo mismo y por último se verá al e- estudiante en su rol protagónico dentro
de un proceso de interacción que reúne en su hacer, saberes previos, experiencias, contextos
culturales y sociales.
Interacción en las mediaciones
Las mediaciones en la UNAD tienen como función imprimir un carácter formativo a los procesos
y actividades incluidos en la elaboración de contenidos, material didáctico y objetos de
aprendizaje, desarrollados por el cuerpo académico para acompañar el proceso de aprendizaje
del estudiante (UNAD, 2011). En consecuencia, hablar de mediaciones, en una acción reflexiva
sobre la interacción, nos lleva a comprender que estas trascienden una dimensión específica
del modelo, y se materializan en procesos de planeación y reflexión, que permiten trazar rutas y
establecer posibilidades para la construcción de procesos de aprendizaje significativo,
colaborativo y autónomo.
Atendiendo a la propuesta de Fainholc (2003), en las mediaciones confluyen elementos
didácticos para viabilizar la relación entre el e- estudiante y el contenido. Así mismo, las
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mediaciones se configuran como estrategias de interacción, dotadas de intención formativa y
contextualizadas en el marco de una propuesta didáctica específica, de este modo no se
centran solamente en la disposición de medios con fines formativos, trascienden al contexto de
la comprensión de las particularidades de la disciplina y sus modos de acción, por lo cual, su
diseño no se restringe a la disposición de contenidos, sino que obedece a la reflexión sobre las
posibilidades que se pueden ofrecer a los sujetos para que establezcan procesos de
interacción constructiva con el contenido y el contexto, lo cual no es necesariamente un
proceso elemental.
Seeger (como se citó en DeLongi, 2012) propone la siguiente pregunta como generadora de
espacios reflexivos en términos de interacciones: ¿cómo hace el docente para transformar el
contenido en interacción?, y ¿cómo hace el estudiante para, a partir de esa interacción
donde ha participado, construir su propio conocimiento?. En principio, pensar en un
proceso como el que sugiere la pregunta, puede incluir tres instancias definidas, sobre las
cuales generalmente gira el proceso educativo: el estudiante,el docente y el contenido; sin
embargo, estas aproximaciones se desbordan cuando se reconoce que el docente es la suma
de las voces que han constituido su experiencia y con las cuales ha podido interactuar para
construir el contenido que maneja, que el contenido es el resultado de un proceso reflexivo
construido en términos de interacción entre sujetos que lo comparten, y que el estudiante
puede verse como un actor, resultado de la interacción entre contextos diversos y experiencias
múltiples.
De lo anterior, el resultado es que la mediación se constituye en interacción, donde confluyen,
en palabras de Col y Sole (2001), tres componentes: la estructura de participación, la estructura
de la tarea en torno a la cual se articula la actividad conjunta, y la finalidad o intencionalidad
didáctica de la actividad. Con estos componentes, se pueden establecer procesos de
interacción que involucran la construcción de aprendizajes.
Sin embargo, el diseño de mediaciones debe obedecer a las particularidades de las disciplinas,
pues es precisamente en torno a ellas que se constituyen. Particularmente, como expresa
Sanmartí (2002) citado por Delongi, et.al (2012), las disciplinas científicas son diferentes tanto
en sus aspectos epistemológicos, y su lógica particular, como en las características de sus tres
mundos a los que se refieren: “...el de los hechos -la manipulación y la experimentación-, el de
los modelos imaginados -el mundo teórico que posibilita explicar los fenómenos- y el de las
formas de hablar y de la simbología que usan para comunicarse...”.(p. 180).
Interacción en la e- evaluación
A partir del referente axiológico dentro de la propuesta de un modelo de evaluación de los
aprendizajes, se establecen los criterios de acción que regulan la interacción docente–
estudiante en el proceso de evaluación continua del aprendizaje promovido en los cursos
académicos de la institución. La evaluación es un mecanismo que abre o cierra oportunidades,
luego su ejercicio debe ser responsable, justo, creíble y basado en criterios (Morales, 2011).
Con ello, la evaluación es un espacio de negociación basado en criterios que regulan la
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interacción entre los actores del proceso educativo. Acá se define por un medio de
interactividad apropiado para la educación a distancia apoyada en TIC y que en el PAPS se
identifica como la e–evaluación. García (2003) considera al ciberespacio como un encuentro
para programar, navegar, construir, escribir, experimentar o comunicar, y un espacio que
permite la creatividad y la innovación. Por ello, no puede excluirse de los procesos evaluativos.
Con el propósito de ayudarle al estudiante a que desarrollo de su capacidad de
autorregulación, la autodisciplina para el trabajo independiente y la creación de condiciones
para mejorar sus modos de existencia y de subjetivación como también de sus perspectivas
académicas, sociales, estéticas, políticas, éticas y culturales, la evaluación se alinea a esa
intención al permitir la participación de las comunidades locales y regionales ya que la
proposición de soluciones holísticas a proyectos educativos, culturales, tecnológicos y socio–
productivos es el referente del trabajo competente del estudiante y del profesional egresado de
la UNAD.
.
Por ello, la e- evaluación en el e- MPU no sólo se centra en valorar los aprendizajes, es
considerada también una estrategia didáctica para fortalecer el aprendizaje, por lo tanto, las
múltiples interacciones que el estudiante puede tener entre sus pares, docente, contenidos y
demás, deben preocuparse por cómo aprende y cómo éste mismo reconoce y valora la
utilidad de lo que aprende. En esta apuesta de evaluación, no sólo es de interés los productos
observables del aprendizaje, tambièn lo son los continuos procesos de interacción que dieron
origen a estos productos. De esta manera, se debe revisar, cómo el estudiante evolucionó en
estas interacciones, cuál fue su papel en cada una de ellas, cuáles fueron sus fortalezas y
debilidades durante el proceso, con el objetivo de evidenciar de manera continua y oportuna el
desarrollo de competencias y el manifiesto de habilidades y destrezas.
En términos concretos, la interacción que se construye, desde la perspectiva de la e-
evaluación, debe depender de la reflexión de los docentes, frente a las posibilidades que se
pueden ofrecer para evidenciar las relaciones variadas que el estudiante puede establecer,
desde su construcción de conocimiento, para responder a las necesidades y demandas del
contexto aplicado de su disciplina.
Con lo anterior, al hablar de evaluación de los aprendizajes, desde la propuesta de enfoque
didáctico, implica necesariamente tomar en cuenta la concepción de currículo ya que el
proceso evaluativo se encuentra estrechamente ligado al proceso educativo. De tal modo que
la evaluación de los aprendizajes tendrá coherencia con aquellos conceptos vinculados a las
diversas perspectivas del conocimiento surgidas en la dinámica histórica de la investigación
social (Mella, 2009).
El e- estudiante en el contexto de la interacción
En un escenario educativo que propone la interacción como un aspecto constitutivo, es valioso
partir de la comprensión que menciona que un estudiante puede, en palabras de Brousseau
(1986), aprender adaptándose a un medio que es factor en ocasiones de contradicciones, de
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una búsqueda de aprender a desaprender, un poco como lo hace la sociedad humana. Este
saber fruto de la adaptación del estudiante, se manifiesta por respuestas nuevas que son la
prueba del aprendizaje.
Este acercamiento que hiciera Brousseau a la incorporación del medio en su propuesta, se ve
hoy día ampliado desde la perspectiva de la comprensión de eso denominado medio, como un
escenario, o suma de ellos, que permite la construcción de procesos de interacción que
permiten el aprendizaje. En ese sentido, la presente perspectiva de interacción de un
estudiante en el enfoque didáctico propuesto, no se restringirá el proceso de aprender a una
manera particular, por el contrario, pensar en un estudiante que interactúa, conducirá a
comprender que dicha interacción puede suceder en múltiples contextos.
De esta manera, un ejercicio formativo desde la reflexión orientada a generar procesos que
permitan la interacción en el estudiante, puede considerar diversas situaciones de aprendizaje,
que se interconectan y en su conjunto le posibilitan recorrer escenarios o construir recorridos
en atención a consolidar procesos de aprendizaje permanente.
Estas situaciones de aprendizaje, de las cuales se ha hablado, son realmente interacciones. De
acuerdo con Brousseau (1999), el concepto de situación, se enmarca en cierto tipo de
interacción que se establece entre un sujeto y cualquier tipo de medio. De modo que desde la
perspectiva del estudiante, y atendiendo a lo que se ha planteado anteriormente al hablar de
mediaciones, la intención de un docente, podrá ser conseguir que un estudiante en el contexto
de la presente propuesta, desborde el concepto de Brousseau y aborde variadas interacciones
directamente con las mediaciones, donde desde luego encontrará los medios, en una
disposición intencional coherente con los propósitos de formación y el contexto de la disciplina.
De ahí la importancia de comprender que, como se reconoce en el contexto institucional, el
aprendizaje es un proceso que incluye un componente colaborativo, de modo que una de las
apuestas de trabajo, que potencian la comprensión de la interacción, sea la generación de
comunidades de aprendizaje, las cuales desde la perspectiva de Coll (2004), pueden
catalogarse de la siguiente manera, sin que ello implique una posición de obligatoriedad:
● Comunidades referidas al aula: una visión alternativa del aprendizaje y de la enseñanza.
● Comunidades referidas a la escuela o al centro educativo: una alternativa a la
organización y al funcionamiento de las instituciones y centros educativos.
● Comunidades referidas a una ciudad o comarca donde reside una comunidad de
personas: una estrategia de desarrollo comunitario y una alternativa a la organización
de los sistemas educativos actuales.
● Comunidades que operan en un entorno virtual: la emergencia de escenarios
educativos innovadores.
La intención entonces puede centrarse en conseguir que, en concurso con el contenido
apoyado en sus medios propios, organizaciones (Chevalard, 1999) y estrategias particulares de
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evaluación, el estudiante se encuentre con situaciones (Brousseau, 1999) que permitan
interactuar en comunidades de aprendizaje.
En lo particular, considerando el e-learning como una metodología que permite establecer
puentes de comunicación entre dichas comunidades, el estudiante encontrará en ellos, de
acuerdo con Cabero y Llorente (2007) un escenario de interacción bastante significativa, con
base en los nuevos desarrollos que están apareciendo: teóricos-conceptuales-experienciales
derivados de las posibilidades ofrecidos por la web 2.0 y la web semántica, los cuales harán
que el desarrollo real de las comunidades virtuales sea más extenso y que la red se convierta
en un elemento más social. Los blogs, los video blogs, las wikis, la mensajería multimedia, la
integración con servicios de mensajería móvil, y otros desarrollos tecnológicos que vayan
apareciendo, se convertirán en elementos significativos para favorecer tanto la conectividad
como la interacción social, aspectos que, desde lo educativo, no deben perderse de vista. Esta
interacción social, organizada desde la intención que el docente imprima en las construcciones
didácticas que elabore, desde su experticia disciplinar, podrá permitir que confluyan diferentes
contextos en un mismo escenario de mediación que permita construir procesos de aprendizaje
significativo, colaborativo y autónomo.
Finalmente, es importante proponer que la mirada que se tiene sobre el estudiante, desde una
perspectiva de interacción, no puede ser la del objeto del proceso, debe virarse hacia una
concepción de participante que permita que las experiencias y contextos tanto sociales como
culturales, entren a hacer parte de la construcción de significados y así se permita que, en
realidad, exista una perspectiva de aprendizaje desde lo significativo, para que de este modo,
se pueda avanzar hacia la consolidación de prácticas formativas que de manera autónoma,
puedan viabilizarse y transformarse constantemente de acuerdo con las necesidades e
intereses propios del estudiante.
Igualmente la didáctica de la interacción cobra gran fuerza cuando posibilita en el estudiante la
internalización del aprendizaje, hacia la búsqueda de la apropiación, interiorización y
comprensión del mismo. Frente al concepto de internalización Vigotsky (como se citó en
Ferreyra y Pedrazzi, 2007) planteó que consiste en reconstruir e interiorizar las experiencias
vividas externamente de un nivel interpsicológico a un nivel intrapsicológico.
Una propuesta de estrategia didáctica para la interacción
La modalidad de educación a distancia se correlaciona con un aprendizaje autónomo,
significativo y colaborativo y para evidenciarla se requieren de una serie de habilidades y
destrezas de tipo afectivo, cognitivo y comunicativo en aras de conseguir el éxito académico.
Las evidencias empíricas recolectadas por diversos investigadores en la UNAD, demuestran la
necesidad de fortalecer, tanto en los estudiantes como en los docentes, todas sus capacidades
para lograr un mejor desarrollo del trabajo académico en los foros y de esta manera, favorecer
la construcción social del conocimiento, mediante el diseño de una estrategia didáctica para la
interacción, que permita su desarrollo cognitivo, el fortalecimiento del modelo curricular de la
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organización y con ello aportar al desafío de la transformación académica que se está
desarrollando al interior de la organización educativa.
Hablar de didáctica implica además de lo mencionado anteriormente, pensar en estrategias y
métodos particulares de acción. Para Colom, Salinas y Sureda (1998) la estrategia didáctica es
referirse a una instancia que acoge tanto métodos, como medios y técnicas, considerando que
el concepto proporciona mayor flexibilidad y utilidad en relación al tratamiento de las TIC en el
proceso didáctico. En palabras de Salinas:
“ ...el diseño de esta estrategia lleva consigo señalar la actividad del docente, la actividad de los estudiantes, la organización del trabajo, el espacio, los materiales, el tiempo de desarrollo entre otros. Por tanto, la estrategia didáctica no es sino una ordenación de elementos personales, interpersonales, de contenido, etc., que al ponerlos en práctica desencadenan una actividad en el grupo de estudiantes y en cada estudiante” (Salinas (2004, p. 6)
A este concepto de estrategia didáctica se le debe agregar un elemento fundamental y es el
proceso reflexivo sobre formas de proceder que pretende fortalecer el proceso de aprendizaje.
Mallart (2000) comenta que estas formas deben partir de consideraciones teóricas que
encuentran justificación en su aplicación, tener un propósito claro, ser capaces de adaptarse a
realidades contextuales, formar parte de una “secuencia adaptativa de los elementos” y tener
en cuenta, aunque no de manera exclusiva, criterios de funcionalidad.
En dicha ordenación se hace necesario establecer unos principios para el desarrollo de la
estrategia didáctica para la interacción, lo que implica indicar que se está relacionando algo
importante que actúa como un punto de referencia fundamental o ejerce una labor orientadora
en una organización (Yarce, s.f.). Se presentan entonces los principios que lo fundamentan:
Principio de Crecimiento. Para Abadía & Gómez (2010), Este principio se debe dar desde el
interior, es un aprendizaje de sensibilidad y de percepción, puesto en cualquier ámbito de
actuación, para fortalecer el saber ser, saber conocer y el saber hacer. Este principio es un
proceso continuo de acción- reflexión - acción, convirtiéndose en el mejor escenario donde los
seres humanos utilizan toda su energía intrínseca para vivir e irradiarla a los demás.
Principio de Acción Responsable. Según Abadía & Gómez (2010), este principio debe
posibilitar la sinergia de esfuerzos en las dinámicas de actuación, a partir de un trabajo
debidamente planeado, democráticamente concertado, honesto, bien hecho, como
demostración del compromiso y responsabilidad individual y grupal, en la apuesta por una
construcción colaborativa, flexible, con un horizonte ético de acción.
Principio de Acompañamiento Docente. Para Barrow (1992), la habilidad del docente al usar
las destrezas facilitadoras durante el proceso de aprendizaje de pequeños grupos es el
determinante más importante de la calidad y el éxito de cualquier método educativo
convirtiéndose en mediador cognitivo, ya que ayuda a desarrollar el pensamiento de los
estudiantes o habilidades de razonamiento (resolución de problemas, metacognición,
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pensamiento crítico) cuando aprenden y a volverlos más independientes, convirtiéndolos en
aprendices autodirigidos (aprenden a aprender, administran el aprendizaje, etc.).
Estos principios deben evidenciarse tanto por los docentes como por los estudiantes en las
comunidades de aprendizaje. Garrison & Anderson (2005) han llegado a la conclusión que la
formación en la modalidad a distancia debe dar importancia al contexto y la creación de las
comunidades de aprendizaje para facilitar la reflexión y el discurso crítico. Estos autores
consideran que la comunidad es crucial para mantener la investigación crítica personal y la
construcción del significado. En una comunidad centrada en la indagación, estos autores desde
el punto de vista de la interacción, relevan la presencia de tres elementos que intervienen en un
proceso de aprendizaje virtual y que son fundamentales para lograr aprendizajes significativos:
social, cognitiva y docente (Silva y Astudillo, 2012).
Referencias
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