DOMINGO-ARNAO José Mª - El Concilio Anti Masónico de Trento

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EL CONGRESO ANTIMASÓNICO DE TRENTO - 1896 - por José María de Domingo-Arnau y Rovira Vicepresidente de la Hermandad Monárquica del Maestrazgo. Académico de la Pontificia Academia Tiberina de Roma. Madrid, Reino de España. COMENTARIO DE LA REDACCIÓN Es una frase sumamente conocida —aunque mi frágil memoria me impide recordar su origen— la que afirma que la suprema astucia del diablo es la de convencernos de que no existe. Esto indudablemente es así en la actualidad, y aun si llegamos a creer en su existencia, al menos nos convence de su inocuidad o de que su actividad se limita a las truculencias fílmicas tan gratas a los gustos norteamericanos; y todo esto con las innumerables variables de su inagotable talento y viperina perfidia, que multiplica al infinito las trampas para hacernos caer en ellas a los desventurados humanos, tan proclives a autoconvencernos de nuestra propia suficiencia para sortear las estratagemas que, sutil y furtivamente, nos tiende para mal de nuestros pecados.

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EL CONGRESO ANTIMASNICO DE TRENTO

- 1896 -

por Jos Mara de Domingo-Arnau y Rovira

Vicepresidente de la Hermandad Monrquica del Maestrazgo.

Acadmico de la Pontificia Academia Tiberina de Roma.

Madrid, Reino de Espaa.

COMENTARIO DE LA REDACCIN

Es una frase sumamente conocida aunque mi frgil memoria me impide recordar su origen la que afirma que la suprema astucia del diablo es la de convencernos de que no existe.

Esto indudablemente es as en la actualidad, y aun si llegamos a creer en su existencia, al menos nos convence de su inocuidad o de que su actividad se limita a las truculencias flmicas tan gratas a los gustos norteamericanos; y todo esto con las innumerables variables de su inagotable talento y viperina perfidia, que multiplica al infinito las trampas para hacernos caer en ellas a los desventurados humanos, tan proclives a autoconvencernos de nuestra propia suficiencia para sortear las estratagemas que, sutil y furtivamente, nos tiende para mal de nuestros pecados.

Todo esto se aplica tambin y con sobrados motivos a los instrumentos que utiliza el maligno para tratar de destruir a la Iglesia de Cristo su verdadero enemigo en la tierra y en el Cielo y el admirable orden social y poltico fundado sobre sus divinas enseanzas.

Como bien lo han enseado los Papas en innumerables y esclarecedores documentos, difundidos por la Santa Sede hasta el Concilio Vaticano II, uno de esos instrumentos es la Masonera, verdadero Caballo de Troya introducido por Satans en las ciudades, e incluso en la Ciudad Santa, la sede de Pedro, cabeza de la Iglesia.

La nota que publicamos es una pequea pero valiosa contribucin al conocimiento de las actitudes que se han generado como rplica a la prfida actividad masnica, cuya lectura esperamos despierte en nuestros lectores el inters de profundizar sus conocimientos en esta materia tan grave y a la vez tan apasionante.

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La revolucin francesa de 1789 pretendi influir en los dems Estados europeos que conservaban un rgimen basado en races cristianas. Por ello pronto surgieron en aquellos pases organizaciones y sectas secretas empecinadas en corromper el Poder y las costumbres, e iniciar un duro ataque a la Religin, especialmente en la forma de anticlericalismo.

Todo el siglo XIX supuso agitacin, revoluciones, luchas armadas, ataques a la Iglesia, en naciones como Portugal, Espaa, Italia, Alemania (Baviera), Austria-Hungra, que comenzaron a sufrir los embates de la masonera, la principal de dichas sectas revolucionarias y antirreligiosas. Contemplando la historia de dichos pases en ese siglo, comprobamos como las consecuencias de la terrible lucha supusieron la cada de monarquas, crmenes, movimientos separatistas que desgarraron la geografa de las naciones.

Concretndonos a Espaa, est probada la influencia de la Masonera en la revocacin de la Ley Sucesoria a la Corona, para usurparla a Carlos V, hermano de Fernando VII, al que legalmente le corresponda, y poner en el Trono a una nia (Isabel II), con un largo perodo de Regencia desempeada por un masn notorio como Espartero.

Ante aquel caos revolucionario e ideolgico, hubo un numeroso grupo de espaoles: pequeos hidalgos, propietarios rurales, campesinos, menestrales, que hubieron de acudir a las armas en defensa de Dios y de la Patria, vilmente vilipendiados por los gobiernos de tendencia masnica. As surgi el movimiento llamado carlista, por vincular la legitimidad de la Corona a Carlos V de Borbn.

El Carlismo se distingui siempre por su fidelidad a la Religin Catlica y a la Iglesia, aunque es preciso reconocer que, en numerosos momentos de la historia, las Jerarquas de la Iglesia les volvieron la espalda, no les ayudaron y se plegaron al bando contrario, llamado liberal y abierto radicalmente al atesmo.

Como se haban vivido acontecimientos tan graves propiciados por la secta masnica que no es posible en este artculo relatar detalladamente decidieron plantear la lucha ideolgicoreligiosa mediante la organizacin de un Congreso Internacional Antimasnico, cuyos preparativos se iniciaron en 1895.

El 5 de julio de 1896 La Lectura Dominical anunciaba que el Congreso Antimasnico Internacional tendra lugar los das 26 al 30 de septiembre en Trento, capital del Tirol italiano que entonces formaba parte del Imperio Austro-hngaro por lo que era evidente que se contaba con el beneplcito del gobierno de Viena y del episcopado tirols.

Al Congreso pronto empezaron a llegar adhesiones del Partido Catlico Hngaro, la Comunin Carlista, el Partido Integrista espaol, etc. El Congreso estara presidido por el obispo de Trento, monseor Valussi. Curiosamente, entre las adhesiones recibidas figuraban las del ministro de la Guerra, capitn general de Madrid, as como la del alcalde de la Capital, almirante Chacn; la de los ex-ministros Maura y Gamazo; la del Presidente del Congreso, seor Pidal; de D. Cndido Nocedal, del marqus de Cerralbo y de todos los prelados de Espaa. Del discurso de la Seccin espaola en el Congreso fue encargado el elocuente orador sagrado D. Jaime Collel.

El 2 de septiembre de 1896, el Papa Len XIII dedic un Breve al Congreso Antimasnico de Trento.

El da de la apertura se reunieron 36 obispos, 50 delegados episcopales y 700 delegados de diversas organizaciones catlicas. Entre estas delegaciones hay que destacar las de Francia y Austria con ms de 50 personas cada una; las de Hungra, Alemania, Amrica, Espaa, Portugal e Irlanda. La inauguracin del Congreso tuvo lugar en la Iglesia de Santa Mara la Mayor, de Trento.

En la sesin matinal del ltimo da del Congreso, el Comendador Pedro Pacelli escritor y periodista italiano present una mocin de aplauso para el diputado carlista Vzquez de Mella que deca:

El Congreso aplaude la iniciativa de los catlicos de Granada y al diputado Vzquez de Mella, que present a las Cortes de Madrid la vigorosa peticin solicitando, como refieren los peridicos catlicos, que sea declarada ilegal, facciosa y traidora a la Patria la Masonera, quitando de los empleos pblicos a los masones.

En Trento se trat tambin un tema que aun hoy en da preocupa bastante a numerosos publicistas y escritores: el de la prdida del Imperio espaol en Amrica. A este propsito se oy la voz de Don Carlos VII, socio asistente al referido Congreso:

O los gobiernos europeos dan batalla a la Masonera negndole el agua y el fuego, o da llegar en que sta, duea de las masas sin Dios, las lanzar famlicas a la conquista del poder con ms insano furor que los brbaros de Atila, pues si stos se detuvieron ante la mayesttica figura de San Len, las masas descredas y enloquecidas por la Masonera harn tabla rasa de lo ms santo y sagrado, y da tambin llegar que mis leales tendrn de nuevo que batir el cobre para restaurar la civilizacin cristiana y salvar a Espaa.

Estas palabras de Carlos VII, pronunciadas aquella maana de septiembre de 1896, adquieren valor proftico, pues en 1936 los Tercios de Requets, movilizados por la Comunin Tradicionalista ms de 70.000 hombres se opusieron a los crmenes, robos y atentados de la II Repblica de origen marxista, que condujo a la guerra, en la result victoriosa la bandera de aquellos Tercios, permitiendo el retorno de la civilizacin cristiana, que durante el perodo republicano sufri el incendio de cientos de iglesias y conventos, as como el fusilamiento de miles de sacerdotes y catlicos, muchos de los cuales han sido elevados recientemente a los altares por el Papa Juan Pablo II.

Carlos VII acudi a Trento para asistir al solemne Te Deum de clausura, acompaado de Doa Mara Berta y la infanta Alicia, as como de la baronesa de Alemany, dama de la reina, del general Sacanell, ayudante del Rey, y del conde de Melgar.

El prncipe de Loewenstein, presidente del Congreso, comunic al prncipe obispo de Trento, monseor Valussi, la llegada de Don Carlos, y dispuso que fuese recibido en compaa de su familia en la Catedral con honores reales.

Los numerosos espaoles que acudieron al Congreso al ver a Carlos VII prorrumpieron en vivas al nico rey antimasnico que haba tenido el valor de acudir a aquella importante reunin.

Apenas traspuesto el umbral del siglo XXI los catlicos, con el recuerdo de la historia y los acontecimientos vividos en la centuria anterior, deben procurar instituir agrupaciones para influir polticamente en las naciones, con objeto de inspirar su orden en la tica y los principios del derecho pblico cristiano y evitar que el Poder llegue a manos de personas influenciadas por el Maligno a travs de sectas tenebrosas, porque es preciso recordar aquella frase evanglica: las puertas del Infierno no prevalecern contra la Iglesia.

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Nota del Autor: Cuando estas lneas se escriben ha transcurrido ms de un siglo de aquel histrico acontecimiento. Hemos tenido oportunidad de presenciar la cada del Imperio Austro-Hngaro, regido por una Corona catlica; la implantacin, con fuerte presencia masnica, de la II Repblica espaola; se ha visto la influencia de la Logia P2 en los tristes acontecimientos sucedidos en Italia, en 1971, con el Banco Ambrosiano y el misterioso asesinato de Roberto Calvi...