Domingo V de Pascua

2

Click here to load reader

description

Homilía correspondiente al Domingo V de Pascua - Ciclo C

Transcript of Domingo V de Pascua

Page 1: Domingo V de Pascua

DOMINGO V DE PASCUA

(Juan 13,31-33a.34-35)

Cuando salió Judas del cenácu-lo, dijo Jesús: «Ahora es glorifi-cado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros».

El tiempo de los cristianos, de la Iglesia y del universo entero es un tiempo que va de la partida de Cristo, glorificado a la derecha del Padre, y la aparición del nuevo cielo y de la nueva tierra que sucederá cuan-do el vuelva. Entonces desaparecerá el mal que existe en la tierra y todo lo negativo. El universo entero quedará disponible para la Jerusalén del cie-lo, morada de Dios con los hombres y estará al com-pleto su pueblo. Es la fe la que nos confirma estas realidades que un día se manifestarán pero que ya desde ahora poseemos las arras de lo que todavía es-peramos.

Centrándonos en el relato evangélico de hoy vemos cómo Judas abandona el grupo de los discípulos mientras se predicen las negaciones de Pedro y se precipitan los aconte-cimientos que terminarán en la captura y condena de Jesús a la muerte. Los que ya se venía venir desde hacía tiempo, ahora va a suceder. Jesús dice a sus

discípulos lo que le va a suceder realmente, lo que sucederá realmente y lo que deberán hacer cuando ya no se encuentre entre ellos.

En todo lo que ha hecho Jesús durante su vida pú-blica ha puesto el acento en su unión con el Padre: entre el que envía y el que es enviado: las palabras y las obras del Hijo vienen del Padre y demuestran la unión existente entre el Hijo y el Padre. Esto hay que aplicarlo también a su pasión y a su muerte. El Hijo glorifica al Padre y el Padre glorifica al Hijo. El Hijo, a su vez, es glorifica-do en el momento en que entrega su vida. No con palabras sino, sobre todo con este acontecimiento real y absolutamente serio, él se manifiesta como Hijo que está unido al Padre con una infinita confianza.

Cuando Judas se aleja, el evangelista tiene una fra-se muy significativa: «era de noche». Judas se halla envuelto en una oscuridad impenetrable y ahora sirve

Padre José María Fernández, SSP

El mandamiento del Amor

«Un mandamiento nuevo nos dio el Señor: que nos amára-

mos como él nos amó»

Page 2: Domingo V de Pascua

a las potencias de las tinieblas. Después del alejamiento de Judas, Jesús no hace más que hablar de glorificación, de la re-velación del esplendor de su luz. Por su muerte precisamente va a ser destruida la muerte y ser vencidas las tinieblas. Él es la luz del mundo. Revela la luz de Dios y coloca a los hombres en la luz de su amor. Esta luz se irradia en el momen-to de la despedida, a pesar de estar llena de tristeza.

Jesús piensa en sus discípulos y por pri-mera vez les llama «hijitos» (hijos peque-ños), expresión de cuidado y amor casi maternos. Hasta el momento presente ha estado en medio de ellos y los ha cui-dado y custodiado, pero ahora va a ser entregado a la muerte. Va a interrumpirse su comunión que ha reinado de un modo visible hasta el momento. No lo pueden seguir en la muerte y en la resurrección. Jesús quiere prepararles para este tran-ce de la separación exterior.

«Amaos los unos a los otros. Como yo os he amado, también vosotros amaos los unos a los otros». Les muestra el modo en que él seguirá estando en medio de ellos y les dice cuál debe ser su compor-tamiento.

Este amor no debe referirse únicamente al grupo de los discípulos sino que debe extenderse a todos, como plenitud. El amor sin respuesta no alcanza su pleni-tud. Cada vez que uno ama al otro, los discípulos están representando a Jesús a quien le caracteriza precisamente el amor. Ya en el Antiguo Testamento exis-tía un mandamiento semejante al que Jesús ha dado en la Última Cena: «Ama al prójimo como a ti mismo» (Lev 19,18). Pero por lo que se refiere a la experiencia de la que se deriva, del que es sostenido y dimana, el mandamiento de Jesús es

completamente nuevo. Solo en la muerte se revela el verdadero amor de Jesús.

El mandamiento del amor no es algo ex-clusivo de la comunidad cristiana: supo-ne un amor recíproco, no individual, sino abierto al mundo, ya que Jesús siempre pensó en una comunidad universal. No es posible un amor tal sin ser cristiano. Comporta la comunidad de vida. En este sentido es extensible a los no cristianos, en cuanto se desea para ellos la comu-nión de vida. La comunión existente y visible entre Je-sús y sus discípulos llega al final. Pre-cisamente en este momento es cuando mejor se demuestra la unión existente entre Jesús y sus discípulos y cómo les ama. Se despide de ellos pero no les abandona. Permanece con ellos y a tra-vés de ellos por el amor recíproco, y ellos permanecerán unidos a él.

Nos preguntamos: ¿por qué a través de la muerte de Jesús sigue la glorificación de Jesús y es glorificado Dios?¿En qué sentido Jesús nos da un nuevo mandamiento?¿Conozco el amor de Jesús y el amor de Dios? ¿Trato de adecuarme a ellos?

www.sanpablo.es

/editorialsanpablo.es

/SANPABLO_ES

/+EditorialSanPabloEspaña

/SanPabloMultimedia

Síguenos en: