Domingo XIV del Tiempo Ordinario Domingo 03 de Julio de 2016

JESÚS ENVÍA A OTROS 72 A ANUNCIAR EL EVANGELIO

Con los criterios de la Cruz

Anunciar el Reino de Dios, el Evangelio de Cristo, la Buena Noticia de la Salvación; no lo hacemos con criterios puramente humanos de complacencia, fama efímera, interés particular o autorealización. No, anunciamos la mayoría de las veces en medio de persecuciones, incomodidad e incomprensiones. Porque un cristiano no se amolda a este mundo, vive como una señal de contradicción. Para eso Jesús está formando a sus discípulos. Y el ejercicio de misión que aparece en el evangelio dominical va en esta línea. Recordemos que Jesús ha decidido subir a Jerusalén y no precisamente a hacer turismo, sino a entregar su vida. De allí la urgencia de la misión. No basta con que ésta la realicen los doce. El evangelio de Lucas nos habla de un envío masivo que denota al menos tres puntos a considerar: primeramente, la urgencia por hacer presente el Reinado de Dios, prefigurando de paso, proféticamente, lo que será la misión de la Iglesia en medio de las naciones paganas. De hecho, en este segundo punto, el texto nos va a mostrar cómo ya en tiempos de Jesús el evangelio va a ser mejor acogido por los pueblos extranjeros. Y finalmente Jesús también, en este ejercicio de misión, enseñará a los discípulos criterios a considerar para hacer siempre eficaz la misión y que la Iglesia deberá atesorar como una enseñanza perpetua hasta el final de los tiempos.

CICLO C �1

Domingo XIV del Tiempo Ordinario Domingo 03 de Julio de 2016

Por medio de la misión se irán desvelando los criterios del reino. Qué mejor que una buena práctica de misión para enseñar las verdades de lo que significa seguir al Señor. Con este ejercicio quedará claro lo que significa la misión que Jesús realizará y a la cual también la Iglesia deberá sumarse, si de verdad ella se considera discípula del Señor. Misionar es mucho más que la promoción de buenas prácticas, es mucho más que fomentar un mundo mejor. Es sembrar, por medio del anuncio, la vida eterna en los corazones de aquellos que acojan esta buena noticia con un corazón humilde y sencillo. Los criterios del Reino ponen a las personas que anuncian esta novedad en sintonía con la eternidad y el destino igualmente eterno de cada persona. Desgastar la vida según los criterios del Señor es pasar por esta vida con mirada puesta en la eternidad, sabiendo con certeza que de este mundo no nos llevaremos nada. Por eso que va quedando en la retina y en el corazón la sensación de una entrega total, donde la misión del anuncio va implicando radicalmente que hay que hay que darlo todo. Y ese todo no es siendo esclavo del dinero, es entrega generosa incluso de la propia vida. Jesús, en la parte final del relato de este domingo, recogerá la experiencia de los discípulos y les enseñará que la alegría del misionero no radica en vencer y derrotar al enemigo, no se funda en realizar acciones con el poder de Dios, la verdadera alegría radica en que nuestros nombres están escritos en el cielo, es decir, está fundada en el hecho de que Dios nos ha creado y nos ha dado un nombre que entraña vida eterna, y esa vida no se desgasta ni termina, porque es la vida que proviene del amor misericordioso y siempre fiel de Dios. En definitiva, cada misionero será una señal de contradicción, en especial para aquellos que piensan que la vida está en poseer y acumular bienes materiales, en instalarse y esperar la muerte en medio de tesoros que los puede en cualquier momento robar un ladrón. En cambio, quedará claro que, lo que entrega como gracia el Señor no lo roba un ladrón ni lo roe ninguna polilla. Por último, tres perlas nos regalan las lecturas de este Domingo: El Evangelio es misión de envío: no se entiende la buena noticia de Jesús sin el ejercicio de poderla anunciar y transmitir de manera radical y significativa. La misión se realiza con testimonio: De dos en dos los discípulos dan a conocer con signos y señales la llegada del reino de Dios. Ellos mismos son una señal. La forma en que Jesús los envía denota, por cierto, confianza absoluta en la providencia. La misión se realiza en clave de cruz: como lo señala San Pablo, los que anuncian verdaderamente al Señor llevan en sus cuerpos las señales de la cruz. Perseguidos, incomprendidos, despreciados: dirá también en 2Cor 4,10, llevando en nuestros cuerpos por todas partes la muerte de Jesús. Esto último es clave, pues un cristiano no simplemente lleva una cruz colgada al pecho, está en este mundo con Cristo crucificado. Sin experiencia de cruz no hay misión, no hay cristianismo.

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Anunciamos en la misión a un Cristo crucificado