Dos Guerras Antiguas

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Batalla de Lepanto Para la etnia lepanto, véase Lepanto (etnia) . Para la pintura de Juan Luna, véase La Batalla de Lepanto (pintura) . Batalla de Lepanto Guerras habsburgo-otomanas Cuarta Guerra venecia-otomana La batalla de Lepanto por Paolo Veronese Fecha 7 de octubre de 1571 Lugar Golfo de Corinto , Mar Jónico Coordenada s 38°12′N 21°18′ECoordenadas : 38°12′N 21°18′E (mapa ) Resultado Victoria decisiva de la Liga Santa

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Dos grandes eventos belicos que cambiaron el curso de la historia antigua.

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Batalla de LepantoPara la etnia lepanto, véase Lepanto (etnia).

Para la pintura de Juan Luna, véase La Batalla de Lepanto (pintura).

Batalla de Lepanto

Guerras habsburgo-otomanas

Cuarta Guerra venecia-otomana

La batalla de Lepanto por Paolo Veronese

Fecha 7 de octubre de 1571

Lugar Golfo de Corinto, Mar Jónico

Coordenadas 38°12′N 21°18′ECoordenadas: 

38°12′N 21°18′E (mapa)

Resultado Victoria decisiva de la Liga Santa

Consecuencias Reforzó la hegemonía cristiana en el

Mediterráneo sobre el Imperio otomano y sus

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corsarios aliados

Beligerantes

 Liga Santa:

 Reino de España República veneciana

 Estados Pontificios

 Rep. de Génova

 Orden de Malta

 Gr. Duc. de Toscana Ducado de Saboya

 Imperio otomano

Comandantes

 Juan de Austria

 Álvaro de Bazán

 Alejandro Farnesio

 Luis de Requesens Sebastiano Venier Agostino Barbarigo †

Marcantonio Colonna Juan Andrea Doria

 Alí Bajá †

 Mehmed Siroco †

 Uluj Alí

Fuerzas en combateArmada de la Santa Liga• 227 galeras• 6 galeazas• 76 fragatas o bergantines• 98 000 hombres

Armada otomana• 210 galeras• 87 galeotas y fustas• 120 000 hombres

Bajas7600 bajas, 12 galeras 30 000 bajas, 190 naves,

12 000 cautivos cristianos liberados

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La batalla de Lepanto (en italiano: Battaglia di Lepanto; en turco: İnebahtı deniz muharebesi 'batalla naval de İnebahtı') fue un combate naval de gran trascendencia histórica1 que tuvo lugar el 7 de octubre de 1571 cerca de la ciudad griega de Návpaktos (Lepanto en italiano y de ahí al español).

Se enfrentaron en ella la armada del Imperio otomano contra la de una coalición católica, llamada Liga Santa, formada por elReino de España, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya. Los católicos, liderados por Juan de Austria, resultaron vencedores, y se salvaron solo treinta galeras otomanas. Se frenó así el expansionismo otomano en el Mediterráneo oriental durante algunas décadas y provocó que los corsarios aliados de los otomanos abandonaran sus ataques y expansiones hacia el Mediterráneo occidental.

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En esta batalla participó Miguel de Cervantes, que resultó herido, y perdió la movilidad de su mano izquierda, lo que le valió el sobrenombre de «manco de Lepanto». Este escritor, que estaba muy orgulloso de haber combatido allí, la calificó como «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros».2

Índice  [ocultar] 

1 Contexto histórico 2 Antecedentes

o 2.1 La conquista otomana de Chipreo 2.2 La Liga Santao 2.3 Reunión de las escuadraso 2.4 Salida a la mar de la flota cristiana

3 La batallao 3.1 Preparativos de los cristianoso 3.2 Preparativos de los turcoso 3.3 El combate

4 Resultados de la batalla 5 Cabrera de Córdoba describe la batalla 6 Referencias

o 6.1 Notaso 6.2 Bibliografía

7 Enlaces externos

Contexto histórico[editar]

Durante el siglo XVI los otomanos habían conquistado los territorios que formaban parte del Imperio romano de Oriente. La Europa protestante, en cierta forma, los consideraba un útil aliado contra la contrarreforma católica.3 Francia, por su parte, estaba atrapada entre la dinastía Habsburgo que gobernaba en Austria y la que lo hacía en España y los Países Bajos. El Imperio otomano estaba aún en expansión gracias a la base de Tolón, ofrecida por el rey de Francia, e incluso estaba en condiciones de amenazar a España y a Malta.4

En el combate naval los otomanos aprendieron mucho de los bizantinos, sobre todo en lo que respecta a la navegación fluvial. El Imperio otomano no encontraba una barrera en las montañas sino en la navegabilidad de los ríos, siendo las bases principales Estambul (Constantinopla) y Edirne (Adrianápolis).5

Los diferentes estados de Italia hicieron coalición más a menudo con poderes extranjeros (incluidos los otomanos) que entre ellos mismos. Las deficientes comunicaciones terrestres que poseía la península Itálica contribuyeron a una fragmentación crónica.6 Los venecianos definían como antemurale a Chipre y a sus otras posesiones isleñas frente a una amenaza otomana, en referencia a que se podían usar para mantener al enemigo a cierta distancia.7

El tratado de Cateau-Cambrésis de 1559 dio a Felipe II una libertad de acción en el Mediterráneo de la que no gozó su padre, Carlos I.8 Además, los antemurale de Felipe II eran sus fortalezas norteafricanas en el sur y Apulia, Calabria y Siciliaen el Mediterráneo central.

En 1510, 16 000 soldados dirigidos por García de Toledo invaden la isla de Yerba, en Túnez, pero los musulmanes terminan derrotándolos. Diez años después Hugo de Moncada desembacará unos 15 000 soldados en Yerba provocando la sumisión del jeque local y marchándose posteriormente. Sin embargo, el corsario musulmán Dragut se instaló en

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la isla y atacó Italia, llegando incluso a apoderarse de los pueblos napolitanos de Pozzuoli y Castellammare. Luego Dragut tomó el pueblo africano de Mahdia, que fue recuperado por una expedición de Andrea Doria que logró también aislar al corsario en Yerba.Solimán tomó la expedición de Andrea Doria como una declaración de guerra y en 1551 mandó una flota que, junto con la de Dragut, recuperó Mahdia, atacó Malta y la isla de Gozo y arrebató Trípoli a los Caballeros de San Juan. Carlos I había mandado a estos caballeros defender Trípoli a cambio de establecerse en Malta en 1530, sin embargo, tras esto, Trípoli se convirtió en un principado corsario que fue subsumido por el Imperio otomano y la isla de Yerba continuó en manos de corsarios aliados del Imperio otomano pero con cierta autonomía.9

Los otomanos debían zarpar desde Grecia pero esto exponía sus vías de comunicación marítimas a los Caballeros de Malta. En las aguas situadas entre Zante y Cefalonia el caballero Mathurin d'Aux de Lescout Romegas capturará un barco mercante musulmán. Los turcos aprovecharán este incidente para intentar acabar con este enclave católico en un intento de asedio fallido a Malta en 1565.10

Los papas habían tenido cierto éxito en la organización de ligas santas en las cuales los intereses de las naciones coincidían. El término Liga Santa ya se había utilizado para dotar de dignidad a las coaliciones contra Francia de Alejandro VI y Julio II en 1495 y 1511 y contra Venecia en 1508.11 Desde la última liga santa de finales de la década de 1530 la contribución anual (subssidio) proporcionado por el papa, de una décima parte de las rentas eclesiásticas, había servido para reforzar las defensas de la República de Venecia en el mar Adriático. El 27 de febrero de 1570 se aumentó la contribución en una décima parte más, a 100 000 ducados, aunque el papa condicionó las ayudas posteriores a la participación de Venecia en la próxima liga santa. La política veneciana fue encaminada a aprovechar al máximo los beneficios de una alianza, como obtener grano a un precio ventajoso para compensar las malas cosechas en Venecia y la pérdida de abastecimiento del grano egipcio.12 La declaración de guerra de Venecia al Imperio otomano sirvió para obtener grano a buen precio de los Estados pontificios, Nápoles y Sicilia.13

El papa también ejercía gran influencia sobre España, ya que sus defensas marítimas también dependían del subssidio. Por ello Felipe II aceptó participar en la Liga Santa contra los otomanos, recibiendo gracias papales como la de la recaudación de las indulgencias de Cruzada y la del mayor contribuyente al diezmo eclesiástico general excusado. Esta situación económicamente ventajosa para España le permitió a la Corona obtener préstamos a interés muy bajo de los banqueros genoveses. Si bien Felipe II quedaba obligado a una expedición militar contra los otomanos cada año, debió de sentirse muy agradado cuando, en 1573, Venecia y el Imperio otomano firmaron la paz, puesto que siguió obteniendo gracias papales sin la obligación de participar en más batallas. En general se puede afirmar que Felipe II salió beneficiado económicamente de la Liga Santa.14

El papa San Pío V tenía entre sus objetivos combatir el protestantismo y el islam. Había participado en la victoria de los católicos franceses sobre los hugonotes en Moncontour en 1569.15

En lo que respecta a España, la Reconquista había desplazado a muchos moriscos y había repoblado las tierras, antes musulmanas, con cristianos. Sin embargo, España albergaba aún población musulmana. En el siglo XVII serían expulsados de España por Felipe III pero durante el siglo XVI protagonizaron tres revueltas: la primera en las Alpujarras en 1501, la segunda en Valencia en 1525 y la tercera fue en 1568. Farax ben-Farax inició una revuelta de moriscos en la ciudad de Granada el 26 de diciembre de 1568 pero la revuelta solamente se consolidaría en las Alpujarras, desde donde podían recibir suministros desde Argelia. Felipe II confió la represión de la revuelta a su hermano, Juan de Austria.16 Sin embargo, los hechos pusieron de manifiesto que el islam era una amenaza para la corona española, tanto dentro como fuera de las fronteras.

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Antecedentes[editar]

La conquista otomana de Chipre[editar]Chipre, en manos venecianas, era el último de los estados cruzados que permanecía bajo manos latinas y el sultán Selim II, como rey de Jerusalén, reclamó su jurisdicción sobre la isla.17

Astorre Baglione, el nuevo gobernador de Chipre, había llegado el 1 de mayo de 1570 con 2000 hombres que habría reclutado en Perugia y se trasladó a defender la ciudad portuaria de Famagusta, que había hecho un esfuerzo en modernizar sus defensas, por considerar que Nicosia estaría condenada si todos los puertos caían en manos otomanas y dejó a Niccolò Dandolo para defender Nicosia.18

Entre 1567 y 1570 la capital de Chipre, Nicosia, había sido completamente fortificada siguiendo el modelo trace italienne, con once bastiones muy bien proyectados distribuidos de forma uniforme en un perímetro circular de 5 kilómetros. En el momento de su asedio por los otomanos la ciudad contaba con 56 550 personas, de las cuales solamente 12 000 resultaban aptas para combatir. Para resistir el ataque se requería un contingente de 20 000 hombres por lo que se esperaba el apoyo de los campesinos chipriotas, que finalmente no tuvo lugar, en parte por el mal liderazgo de Niccolò Dandolo.19

El 26 de julio los otomanos ponen cerco a Nicosia y durante 46 días la fuerza de asedio fue aumentando con refuerzos de Asia Menor y Siria hasta llegar a los 100 000 hombres. El 9 de septiembre cae Nicosia. Posteriormente la mayoría de los jenízaros y siphalis otomanos se fueron y comenzaron a llegar voluntarios a Chipre con lo cual, aunque aumentó la cantidad de otomanos, disminuyó la calidad y dio posibilidades a Baglione en Famagusta. Para defender un perímetro tres veces menor que Nicosia Baglione contaba con 1000 italianos, 3000 chipriotas, 100 estradiotes y los estradiotes que lograron escapar de Nicosia.20 El 19 de mayo de 1571 los otomanos iniciaron el cerco de Famagusa21 y la ciudad tuvo que levantar la bandera blanca tras 64 días de bombardeos en los que se usaron unos 100 cañones.22

Los países católicos formarán una armada contra los otomanos que se reúne en el puerto de Suda, en la isla de Candia (Creta).

Por parte veneciana hay 136 galeras, 11 galeazas y 14 naves, al mando de Girolamo (Jerónimo) Zanne, Antonio de Canale y Jacobo Celsi.

Las fuerzas pontificias constan de 12 galeras al mando de Marco Antonio Colonna. Felipe II  aporta 50 galeras mandadas por Gian (Juan) Andrea Doria (sobrino del

fallecido Andrea Doria), que debía ponerse a las órdenes de Colonna.

En total suman 198 galeras, 11 galeazas, un galeón, 7 naves más, con un total de 1300 cañones y 48 000 hombres, de los que sólo 16 000 son gente de guerra.

La gran flota veneciana lanzada al mar al mando de Girolamo Zanne para impresionar a Selim II quedó mermada por el tifus en Zara y, para colmo, la propia Zara se encontraba en peligro por los corsarios otomanos y dejaron soldados allí. La flota terminó la campaña de 1570 desmoralizada y muy mermada y no hubiera estado en posición de ayudar a Chipre aunque lo hubiese intentado. Por ello Juan Andrea Doria, al ver que no hay acuerdo posible entre las fuerzas cristianas, decide volverse a Sicilia el 5 de octubre. En su regreso a sus bases, las fuerzas venecianas y pontificias sufren un temporal en el que se pierden 14 de las galeras venecianas. El papa y Venecia culparon al almirante español del fracaso de la operación. Los motivos de Juan Andrea Doria para no emprender un ataque contra fuerzas turcas superiores se basaban en el mal estado de las dotaciones y del armamento de las galeras de Venecia.

Lo que más trascendió de los trayectos y combates de las campañas de 1570 y 1571 en el Mediterráneo antes de la batalla de Lepanto fue la conquista de Chipre por los otomanos.

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La Liga Santa[editar]La armada aliada estuvo al mando de don Juan de Austria, secundado en la armada real por Álvaro de Bazán, Alejandro Farnesio, Luis de Requesens y Juan Andrea Doria; mientras que la veneciana iba capitaneada por Sebastián Veniero y la pontificia por Marco Antonio Colonna. Entre todos reunían más de 200 galeras, 6 galeazas y otras naves auxiliares. La escuadra turca —al mando de Alí Bajá (señor de Argel y gran marino a las órdenes del sultán turco Selim II)— contaba con 260 galeras.

Ante el fracaso de esta expedición, Pío V reúne a plenipotenciarios reales y venecianos para tratar de tomar medidas efectivas contra la expansión turca por el Mediterráneo. Las discusiones se centran sobre las misiones de la Liga y la duración de la concentración de fuerzas, con posturas encontradas entre venecianos y españoles. Los primeros quieren restringir su ámbito al Mediterráneo Oriental, mientras que los españoles quieren incluir las costas del norte de África.

El acuerdo para la creación de la Liga Santa se anunció el 25 de mayo de 1571. El 20 de mayo había sido rubricado, en presencia de Pío V, por representantes del papa, de Felipe II, las repúblicas de Venecia y Génova, el gran duque Cosimo de Toscana, el duque Emanuele Filiberto de Saboya, el duque Francesco María (Della Rovere) de Urbino, el duque Ottavio (Farnese) de Parma y los caballeros de Malta.

Servirá tanto para atacar a Turquía como para atacar las plazas otomanas del norte de África y el objetivo primordial sería la toma de Chipre y Tierra Santa. Felipe II deseaba ser rey de Jerusalén y la conquista cristiana de Chipre, de haberse producido, hubiera generado un conflicto entre Saboya y Venecia. Las conquistas del norte de África quedarían en manos de España, aunque el botín de guerra sería dividido proporcionalmente entre los miembros de la Liga en función de su contribución.23

La armada estará formada por 200 galeras, 100 naves, 50 000 soldados de infantería españoles, alemanes e italianos y 4500 jinetes así como un número "adecuado" de cañones y otros suministros. La Santa Sede se comprometió a aportar 12 galeras, 3000 infantes, 270 soldados de caballería ligera y a pagar, con sus rentas, una sexta parte del total del coste de la Santa Liga.23

España sufragará tres sextos de los gastos (la mitad del total), Venecia dos sextos (un tercio) y la Santa Sede el sexto restante. Si, ya con la parte del papado, resultase insuficiente, el déficit sería cubierto por Venecia y España a partes iguales.23

Cada año, en abril a más tardar, debían reunirse en el Mediterráneo Oriental para llevar a cabo las operaciones que las partes hubieran acordado al final de la campaña anterior.23

El generalísimo de la Liga será Juan de Austria, y cada nación aportará un Capitán General. Estos tres capitanes generales, reunidos en consejo, acordarán el plan anual de operaciones.

Ninguna de las partes podrá ajustar tregua ni paz con el enemigo sin participación y acuerdo de las otras dos.

El generalísimo no llevará estandarte propio ni de su nación, sino el especial de la Liga.

Una vez aprobado el tratado, el papa intenta que se unan a él Portugal, Francia y Austria, sin conseguirlo. Francia incluso pactó con los turcos.

Mientras tanto, los turcos continúan con su campaña de conquista de Chipre, y forman una escuadra de 250 velas y 80 000 hombres para devastar y saquear algunos de los puertos venecianos del Adriático. El 4 de agosto, por falta de vituallas, cae Famagusta, con lo que se completa la conquista turca de Chipre.

Reunión de las escuadras[editar]

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Una vez escogido el puerto de Mesina como punto de reunión, comienzan a llegar a él las diferentes escuadras. Los primeros son los venecianos, que llegan el 23 de julio y aportan, por el momento, 48 galeras y cinco galeazas. Poco después arriban las 12 galeras del papa bajo el mando de Colonna. Juan de Austria y Sancho de Leiva parten de Barcelona el 20 de julio con las galeras del rey. Recalan en La Spezia para recoger tropas alemanas e italianas, y llegan a Nápoles el 9 de agosto, donde el 14 recibirá Juan de Austria el estandarte y las insignias de la Liga Santa, diseñados por el papa y en el que aparecen los símbolos de las tres comandos. Arriban a Mesina el 23 de agosto. Faltan por llegar las escuadras de Álvaro de Bazán, Juan Andrea Doria, Juan de Cardona y 60 galeras venecianas. A primeros de septiembre ya estará toda la flota reunida, y su composición es:

Representación de la batalla.

España:

90 galeras 24 naves 50 fragatas o bergantines.

Venecia:

6 galeazas 106 galeras 14 naves 20 fragatas.

Estados Pontificios:

12 galeras 6 fragatas.

Las galeazas eran los navíos más potentes gracias a su gran aportación artillera. Las galeras eran impulsadas por remeros profesionales o por «chusma», gente que había sido condenada por cualquier delito a este duro trabajo. Las piezas artilleras de toda la escuadra eran 1.250. Pese a la gran cantidad de navíos reunidos, a Juan de Austria le preocupaba el mal estado de muchos de ellos, debido a que muchas de las galeras italianas se habían construido rápidamente y otras tenían los espolones desgastados o podridos a causa de sus largas esperas en los puertos de amarre. Pese a ello se decidió que podrían aguantar.

La Liga Santa logró reunir un total de 91 000 soldados, marineros y chusma. 34 000 soldados, 13 000 tripulantes y 45 000 galeotes. Por la parte real eran 20 231 los soldados, de los cuales sólo 8160 eran nativos de la península ibérica, italianos 5000 y alemanes 4987. Además se unieron 1876 caballeros y aventureros. A causa de la escasez de gente en las galeras venecianas, Juan de Austria decide embarcar en ellas a 4000 infantes españoles,24 para reforzar su guarnición. También embarca a 500 arcabuceros españoles en cada galeaza.

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Salida a la mar de la flota cristiana[editar]El 15 de septiembre salen las naves de César Ávalos para esperar al resto de la flota en el golfo de Tarento. El 16, sale el resto de la flota cristiana. En vanguardia van 8 galeras exploradoras, al mando de Juan de Cardona, general de la escuadra de Sicilia. Sus órdenes son ir 8 millas por delante del grueso de la fuerza. El resto de la fuerza va dividida en cuatro cuerpos. Su formación era la del águila, pero sin pico:

El primero, que será el cuerpo derecho en combate, lo manda Juan Andrea Doria, con 54 galeras. Llevan grímpolas verdes.

El segundo, que será el centro en combate, lo manda Juan de Austria, y lleva 64 galeras con grímpolas azules.

El tercero, cuerpo izquierdo en combate, lo manda Agustino Barbarigo y son 53 galeras con grímpolas amarillas.

Y el cuarto, que es la escuadra de socorro o de reserva en combate, lo manda Álvaro de Bazán. Está formado por 30 galeras con grímpolas blancas.

Cada uno de estos cuerpos lleva dos galeazas, que en caso de combate se pondrán por delante de la formación principal. Los cuerpos están formados sin tener en cuenta la procedencia de los buques, intercalando buques venecianos, reales y pontificios. Encuentran tiempo borrascoso y vientos contrarios, lo que les impide pasar Otranto hasta el 24 de septiembre, y las galeras dejaron atrás a las naves de vela. Gil de Andrade, que lleva con sus galeras la exploración lejana, informa de que la flota turca se encuentra en el golfo de Lepanto, al resguardo de sus castillos. Juan de Austria decide dirigirse a Corfú, y convoca un consejo de guerra, ya que, al haber dejado atrás a las naves de vela, no disponen de medios de sitio para atacar los fuertes de Lepanto. Deciden embarcar seis piezas gruesas de artillería de la defensa de Corfú, y salen a la mar el 30 de septiembre.

Se plantea un problema de competencias entre don Juan y los venecianos. El problema se origina en una galera veneciana, donde por defender cada uno a su gente, se enfrentaron con las armas el capitán de la galera y el capitán de los soldados embarcados, con resultado del veneciano herido. El almirante veneciano, Veniero, hace que ahorquen al capitán de los soldados puestos por don Juan, por lo que éste convoca consejo de guerra del cual excluye a Veniero, y llama a Barbarigo en su lugar. Juan Andrea Doria se manifiesta partidario de volverse a España y dejar solos a los venecianos, a los que considera de poco fiar, dada su experiencia anterior. Los generales al servicio del rey que hablan después de él, defienden esta postura, pero Álvaro de Bazán opina lo contrario. Dice que el hecho de que Veniero haya hecho un disparate no es motivo para tirar por la borda todo el esfuerzo hecho hasta el momento. Los que hablan después de don Álvaro apoyan su postura. Cierra el consejo don Juan, diciendo «Adelante, sigamos el parecer del marqués», y deciden salir a la mar muy de mañana, formar línea de combate a 15 millas de las bocas de Lepanto y esperar 2 horas, y, si no saliese el enemigo, disparar sus cañones y volverse.

La batalla[editar]

Preparativos de los cristianos[editar]

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Los vencedores de Lepanto: desde la izquierda, don Juan de Austria,Marco Antonio

Colonna y Sebastiano Venier.

Estos fueron —según consta en la orden general de navegación y combate dada por D. Juan de Austria, capitán general de la armada combinada de la Liga Santa o Santa Liga Cristiana, en el puerto de las Leguméniças el 9 de septiembre de 1571—:

Deben tener mucho cuidado los que gobiernan la Armada de mantener vivo en sus gentes el espíritu religioso «á tal que Dios nuestro Señor nos ayude en la santa y justa empresa que llevamos».

También se ordena que la flota viajará con una avanzadilla 20 ó 30 millas delante de la Armada, a cargo de «Fray Pedro Justiniano, Prior de Mesina y Capitán General de las galeras de San Juan de Jerusalén, con seis galeras y dos galeotas». En la misma orden de navegación se ordena que la 4.ª escuadra llamada "El Socorro", y que estará compuesta por 29 galeras, y «por Capitán de ella ha de ir Don Juan de Cardona, Capitán general de las galeras de Sicilia», ha de ir en retaguardia de toda la Armada recogiendo las galeras que se queden retrasadas y evitando que ninguna se quede atrás. Las galeras de la escuadra El Socorro llevaban un «gallardete de tafetán blanco con un asta de pica, cuatro brazas encima del fanal».

Se ordena asimismo que toda la Armada debe proveerse de abundante agua «donde se hubiere de hacer aguada», que se almacene en las galeras y que no se gaste más que para lo necesario, ya que al ser tan grande la Armada, se teme tener dificultades para conseguirla en un único punto y ordena por tanto que intenten aprovisionarse con una distancia de cinco o seis millas una escuadra de la otra y, en caso de tener por necesidad que hacerlo toda la Armada en el mismo punto, lo hará toda la Armada al mismo tiempo. La orden dice que la escuadra de vanguardia debe retrasarse a los lugares ordenados y las galeotas de Fray Scipion Ursino y Francisco de Mecina han de acudir al marqués de Santa Cruz a recibir órdenes.

Las galeazas, según la previsión de la orden de navegación y combate de 9 de septiembre de 1571, cuando llegue el momento de la batalla, se distribuirían de la siguiente manera: La galeaza Capitana y la de Andrea de Pessaro, con la escuadra de batalla para ser remolcadas por ésta, y en el momento preciso se colocarían delante de la escuadra «en derecho de la Real á tiro de cañón», esperando la orden para que se sacaran fuera de la batalla. Las dos del duque de Florencia, Capitana y Patrona irían al ritmo de la batalla y lucharían en la parte derecha (Capitana) e izquierda (Patrona) de la Real. Las galeazas de Ambrosio Bragadini y Jacobo Gozo irían con el cuerpo derecho de la Armada a cargo del marqués de Santa Cruz, posicionándose para la batalla delante a la misma distancia; el Marqués se tenía que hacer cargo de remolcarlas y pasarlas delante. Las dos galeazas de Antonio Ragadini y Vicencio Quirini irían en el cuerpo izquierdo a cargo del Proveedor Soranzo, quien se encargaría de remolcarlas y posicionarlas para la batalla.

El 30 de septiembre partió la Armada de los molinos (cerca de Corfú) y llegó a Leguminici (Albania) llamado antiguamente Epiro, un puerto con abundantes suministros.

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Llegó una de las fragatas que había llevado Gil de Andrade, avisando que el turco se encontraba en el puerto de Lepanto, antiguo Naupacto y que había enviado 60 navíos de remo y dos naves a Corn con enfermos para dejarlos allí. Ordenó Don Juan de Austria a los que estaban retrasados en Corfú que se dieran prisa y que pusieran orden, pues el tiempo era de suma importancia. La Armada siguió en Leguminici, incluso después de llegar Antonio Colona (los retrasados en Corfú), por el mal tiempo reinante, salieron del puerto el miércoles 3 al amanecer, si bien llevaban preparándose para la batalla desde el día 1. Al llegar ese mismo día 3 a las 9 de la mañana al Cabo Blanco, cerca de Chafalonia, ordenó Don Juan de Austria prepararse para la batalla a toda la Armada. Don Juan personalmente fue por un lado de la Armada poniendo en orden de batalla y por la otra, elComendador mayor de Castilla. Navegaron toda la noche hasta las 4 de la mañana y llegaron al puerto de Fiscardo en el canal de Chafalonia. Llegó ese mismo día un barco desde Candia y les contó que Famagusta había caído en manos del turco y que todos habían sido degollados.

Durante los siguientes días hasta el de la batalla, fueron aproximándose al puerto de Lepanto, mientras Don Juan enviaba vigías por mar y tierra para descubrir la armada turca. El domingo, la guardia que estaba en los calces de la Real, avisó de que había descubierto una vela latina, y al poco toda la Armada turca. Don Juan ordenó subir vigías a los calces y que trataran de contar. Al poco llegaron los vigías de tierra confirmando que se trataba de la armada enemiga. Mandó Don Juan disparar una pieza de artillería y otras señales previstas para avisar de la batalla. Se embarcó en una fragata con Don Luis Cardona, caballerizo mayor y con su secretario Juan Soto, y fue animando a sus soldados hablándoles de la victoria segura, pues iban a pelear por Dios, afirmando que lucharían hasta perder la vida, pues si la perdían, la ganarían.

Poco antes de la batalla, se puso Don Juan de rodillas y oró a Dios pidiéndole la victoria para los suyos. Lo mismo hicieron todos los de la galera Real y del resto de la Armada. Tras esto les fue dada la absolución por los padres jesuitas y capuchinos enviados por su Santidad con el jubileo. Cuenta Don Juan que en ese momento «fue el mar aquietado de tanta bonanza, cuanta se pudo desear y forzó a la armada enemiga a plegar su velas y venir a remo», lo que permitió a la Armada cristiana ponerse en orden de batalla, especialmente el cuerpo izquierdo. Según lo acostumbrado, el «Balsâ» disparó una pieza para pedir batalla, que fue contestada por Don Juan con otra aceptando. Tras navegar una o dos millas en dirección al «Balsâ», «mandó Don Juan segundar otra vez significando que aseguraba la batalla». A la vista de la cantidad de velas, algunos propusieron reunión del consejo de guerra, a lo que don Juan responde: «Señores, ya no es hora de deliberaciones, sino de combatir».

Preparativos de los turcos[editar]Alí había llamado a todos sus almirantes para concentrar sus fuerzas en Lepanto. El último en llegar fue Mahomet, bey de Negroponte, con 60 galeras y 3000 soldados.

En total reunieron 210 galeras, 87 galeotas y 120 000 combatientes, de los cuales 50 000 eran soldados, 15 000 tripulaciones y 55 000 galeotes. La «chusma» estaba compuesta de prisioneros cristianos capturados en distintas batallas o asedios. Además, las piezas artilleras ascendían a 750, menos que las cristianas, aunque los arqueros llevaban flechas envenenadas y fueron muy útiles en los abordajes. Al igual que la flota cristiana, están divididos en cuatro cuerpos. Su formación era de media luna.

El primero, cuerpo derecho, al mando de Mahomet Siroco, gobernador de Alejandría, formado por 54 galeras y 2 galeotas.

El segundo, centro, mandado por Alí Bajá, general en jefe, con 87 galeras y 32 galeotas. El tercero, cuerpo izquierdo, lo manda el corsario Cara Hodja (Kodja) con 61 galeras y 32

galeotas.

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El cuarto, o escuadra de reserva o socorro, lo manda Murat Dragut, y tiene 8 galeras y 21 galeotas y fustas.

Las órdenes eran terminantes. El gran señor Selim II ordenó a Alí salir a la mar en busca de los cristianos y combatirlos donde los encontrara. Cuando avistan a la flota cristiana,Pentev y Uluch Alí recomiendan retroceder y ponerse bajo la protección de los castillos, pero Alí, cumpliendo órdenes, manda atacar.

El combate[editar]

Fresco de la batalla en el museo del Vaticano

Formación de ambos contingentes en la batalla

La flota de la Liga Santa, en formación de combate, emergió por la brecha que dejaban las islas de Kouhtsilaris y Oxia, seguida del ala derecha, que daba al mar abierto, al mando de Gian Andrea Doria y el ala izquierda, más próxima a la costa, estaba al mando de Barbarigo. La división de reserva, dirigida por el marqués de Santa Cruz, aún no había alcanzado las islas y probablemente rebasó Oxia por el oeste. Al llegar el marqués felicitó a Juan de Austria por haber encontrado al enemigo pero Gian Andrea Doria no compartía su entusiasmo ya que creía que eran los otomanos los que los habían localizado a ellos primero.25

Cuando las fuerzas avanzaban se toparon con un cambio en la dirección del viento, que comenzó a venir desde el oeste, lo que que beneficiaba a la flota católica. Los sacerdotes de

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las galeras cristianas, que eran jesuitas en el caso de los Habsburgo y franciscanos en las venecianas, creyeron que aquello se debió a una intervención divina.26

Pese a contar con un número similar de soldados, los galeotes de las galeras de los Habsburgo y del papa, desprotegidos y mal armados debieron ser de escasa utilidad. Sin embargo, en el caso de las venecianas, aunque insuficientemente preparadas, contaban con casi todos los remeros reclutados y bien equipados por lo que casi triplicaban el número de combatientes. Los hombres de las galeras de Creta, Dalmacia y las islas Jónicas estaban entre los mejor equipados.27

Según Rufo en La Austriada, los otomanos contaban con:

Bombas de fuego, máquinas terriblesde alquitrán, que en el agua más se enciende;astas y flechas, llenas de empecibles;yerbas, cuyo veneno presto ofende;Arcabuzes, mosquetes insufribles,cañones, de quien nadie se defiende;Y mucha confianza en la batalla,que es la mejor ventaja que se haya

Según el historiador de Cambridge Hugh Bicheno, el "arma secreta" de la Liga Santa fue la habilidad de los Tercios para usar picas a la hora de abordar las galeras.28

En un primer momento el contingente dirigido por Mehmed Srirocco y Caur Alí rodea por el flanco izquierdo a la flota cristiana. Barbarigo los interceptará y combatirá con las cuatro primeras galeras que fueron llegando y, posteriormente, se encargará de ellos el grupo napolitano-veneciano de Canal. Posteriormente se aproxima el grupo de diez galeras de Padilla.29

El grupo de galeras de Creta, Dalmacia y Cefalonia logrará derrotar a las galeras de Estambul que les tocaron en frente. El grupo de galeras del papa y de la República de Génova logrará introducirse en la brecha que había abierto en las líneas enemigas por la galeaza de Ambrosio Bragadino. De esta forma lograron rodear a los otomanos para rodar a las galeras de Rodas por la espalda. En ese mismo grupo de galeras estaba la Marquesa, donde iba Cervantes.29

La galeaza de Antonio Bragadino desordena las galeras de Siria y Anatolia propiciando que las galeras venecianas y de las islas, al mando de Giovanni Contarini, pudieran derrotarlas. Posteriormente, las galeras venecianas se dirigirán hacia el norte.29

El grupo de galeras de Nápoles y Venecia comandado por Marco Quirini logrará, junto con las naves del Papado y Génova, al mando de Orsino, derrotar al frente de Rodas. Posteriormente Marco Quirini pone rumbo hacia el norte con sus galeras y Orsino se dirige hacia el sur.29

Posteriormente las galeazas de Andrea di Pesaro y Francesco Duodo rompen la línea otomana. Tras esto las unidades más potentes se concentran en torno a las naves capitanas de ambas flotas. En el caso cristiano la capitana

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era la galera La Real, comandada por Juan de Austria, y en el caso otomano la galera La Sultana.29

En cuanto las atestadas galeras de fanal se agolparon en el centro no hubo espacio para elaboradas maniobras tácticas. La Sultana se estrelló contra el lado babor de La Real. Los jenízaros asaltaron la proa del barco pero fueron barridos por la artillería. Los cristianos aprovecharon aquello para ganar el primer envite y luego, durante una hora más o menos, se sucedieron los ataques y contraataques en la cubierta de la galera otomana. Durante todo ese tiempo las galeras de apoyo no dejaron de suministrar refuerzos a las dos grandes galeras a través de las escaleras situadas en ambas popas.30

El flanco izquierdo de la línea de batalla otomana se situará frente al flanco derecho de la flota cristiana, defendido por galeras maltesas. Los otomanos derrotarán ahí a las aisladas galeras de fanal de Saboya (Moreto) y Niccòlo Doria (Polidoro). El grupo de Cardona, aunque llega tarde, consigue cargar en la brecha entre la línea de batalla de la Liga Santa y el ala derecha. El escuadrón izquierdo de Venecia es atacado duramente por galeras de Anatolia y galeotas argelinas.29

El escuadrón exterior veneciano del lado derecho es casi aniquilado por las galeras que tuvieron en su frente: las de Estambul y Negroponte y las galeotas argelinas dirigidas por Uluch Alí y su hijo Kara Bey. Junto a esas galeras casi exterminadas, el grupo de galeras genovesas, sicilianas y napolitanas que se encontraba en el extremo derecho decide unirse al escuadrón de Juan Andrea Doria, que se encontraba tras ellos, y mientras lo hicieron controlaron a las galeras sirias que avanzaban.29

Resultados de la batalla[editar]

En Petala los cristianos efectúan el recuento de bajas. Se contabiliza la pérdida de 12 galeras cristianas (aunque luego ascendieron a 40 por los graves daños sufridos) y de 7600 hombres, de los que 2000 eran españoles, 880 de la escuadra del papa y 4800 venecianos. Hubo 14 000 heridos. Se cuentan «170 galeras y 20 galeotas de 12 bancos arriba» apresadas a los turcos, de las que sólo 130 estaban útiles; las otras 60 fueron quemadas. Se hicieron 5000 prisioneros y se liberó a 12 000 cautivos cristianos. Se estimaron entre 25 000 y 30 000 los muertos del bando turco. Cabe hacer algunas observaciones:

Aunque los turcos tenían más hombres y más naves que los cristianos, las galeotas no podían oponerse a las galeras.

En las galeras turcas, salvo en las 40 ó 50 galeras reales, había menos hombres de guerra que en las

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cristianas, gracias a la previsión de don Juan de embarcar tropas españolas en las galeras venecianas.

Los cristianos usaban arcabuces, mientras que los turcos preferían las flechas. Consideraban que en el tiempo de cargar un arcabuz un arquero podía disparar seis flechas. Pero ni los daños, ni el alcance, ni la puntería eran comparables.

En Mesina, don Juan había ordenado rebajar los espolones de las galeras y cerrar las esculturas de adorno de proa, con lo que los cañones tenían más campo de tiro.

Pese a la esperanza puesta en ellas, la potencia artillera de la galeazas no tuvo casi influencia en el combate, pero sirvieron para desbaratar la formación de combate turca, al adelantarse su cuerno derecho.

La victoria de la batalla fue atribuida a la Virgen del Rosario, por haberse celebrado el primer domingo de octubre, fecha en la que las cofradías del Rosario, fundadas por laOrden de Predicadores a la que pertenecía el papa San Pío V. Dicho papa, que organizó un rosario público el día de la batalla naval en la basílica de Santa María la Mayor, estableció la fiesta de la Virgen de las Victorias el primer domingo de octubre, que poco después, en 1573, Gregorio XIII la denominó fiesta de la Virgen del Rosario, y la trasladó al 7 de octubre.

Cabrera de Córdoba describe la batalla[editar]

Jamás se vio batalla más confusa; trabadas de galeras una por una y dos o tres, como les tocaba... El aspecto era terrible por los gritos de los turcos, por los tiros, fuego, humo; por los lamentos de los que morían. Espantosa era la confusión, el temor, la esperanza, el furor, la porfía, tesón, coraje, rabia, furia; el lastimoso morir de los amigos, animar, herir, prender, quemar, echar al agua las cabezas, brazos, piernas, cuerpos, hombres miserables, parte sin ánima, parte que exhalaban el espíritu, parte gravemente heridos, rematándolos con tiros los cristianos. A otros que nadando se arrimaban a las galeras para salvar la vida a costa de su libertad, y aferrando los remos, timones, cabos, con lastimosas voces pedían misericordia, de la furia de la victoria arrebatados les cortaban las manos sin piedad, sino pocos en quien tuvo fuerza la codicia, que salvó algunos turcos.

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Guerra de los Cien AñosSe ha sugerido que Guerra de los Cien Años, Guerra de los Cien Años y Guerra de los Cien Años sean fusionados en este artículo o sección(discusión).Una vez que hayas realizado la fusión de artículos, pide la fusión de historiales aquí.

Guerra de los Cien Años

Batalla de Crécy (1346)

Fecha Miércoles 1 de enero de 1337 - 17 de

octubre de 1453 (116 años)

Lugar Francia, Países Bajos y España

Resultado Victoria de Francia y sus aliados

Beligerantes

 Reino de Inglaterra

 Borgoña 1

 Reino de Portugal Ducado de Bretaña 2  Normandía

 Reino de Francia Corona de Castilla Ducado de Bretaña 3

 Reino de Escocia Génova

 Corona de Aragón

 Reino de Bohemia Reino de Navarra 4

Fuerzas en combate

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145.000 hombres[cita requerida] 200.000 hombres[cita requerida]

Bajas

59.000 muertos y heridos[cita requerida]

53.000 muertos y heridos[cita requerida]

[editar datos en Wikidata]

[Contraer]

Guerra de los Cien Años

Fase eduardiana

Guerra de Sucesión Bretona

Guerra Civil Castellana

Guerra de los Dos Pedros

Fase carolina

Cruzada de Despenser

Crisis portuguesa de 1383-1385

Invasión de Castilla por Juan de Gante

Fase lancasteriana

Conflicto armagnac-borgoñón

La guerra de los Cien Años (en francés: Guerre de Cent Ans; en inglés: Hundred Years' War) fue un conflicto armado que duró 116 años (1 de enero de 1337 - 17 de octubre de 1453)5 6 7 8 entre los reinos de Francia e Inglaterra. Esta guerra fue de raíz feudal, pues su propósito era resolver quién controlaría las enormes posesiones acumuladas por los monarcas ingleses desde 1154 en territorios franceses, debido al ascenso al trono inglés de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou. Tuvo implicaciones internacionales y finalmente, después de numerosos avatares, se saldó con la retirada inglesa de tierras francesas.

Índice  [ocultar] 

1 Orígenes del conflictoo 1.1 Primeras escaramuzaso 1.2 El Tratado de Paríso 1.3 Eduardo Io 1.4 La Guerra de San Sardos y Eduardo IIIo 1.5 La maldición de los Capetos

2 La guerrao 2.1 Homenajes y refugiadoso 2.2 La guerra interminableo 2.3 El contraataqueo 2.4 La suerte cambia de bando

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o 2.5 Enrique Vo 2.6 Enrique contra Escocia y Galeso 2.7 Enrique V, coronadoo 2.8 Un éxito inútil

3 Últimas acciones de Enrique Vo 3.1 Otra vez, la guerrao 3.2 Juana de Arco, la Doncella de Orleanso 3.3 Francia se hace más fuerteo 3.4 Luchas internas en Franciao 3.5 Los problemas de Inglaterrao 3.6 El fin de la guerra y la victoria de Francia

4 Las consecuencias 5 Principales batallas de la guerra de los Cien Años 6 Personajes relevantes

o 6.1 Anteriores a la guerrao 6.2 Contemporáneos de la guerrao 6.3 Posteriores a la guerra

7 Otras guerras y campañas satélites de la guerra de los Cien Años 8 Cronología 9 Véase también

o 9.1 Conflictos relacionados 10 Fuentes

o 10.1 Referenciaso 10.2 Bibliografía

11 Enlaces externos

Orígenes del conflicto[editar]

La rivalidad entre Francia e Inglaterra provenía de los tiempos de la Batalla de Hastings (1066), cuando la victoria del duque Guillermo de Normandía le permitió adueñarse de Inglaterra. Ahora los normandos eran reyes de una gran nación y exigirían al rey francés ser tratados como tales, pero el punto de vista de Francia no era el mismo: el Ducado de Normandía siempre había sido vasallo, y el hecho de que los normandos hubiesen ascendido al trono de Inglaterra no tenía por qué cambiar la sumisión tradicional del ducado a la corona de París.

Primeras escaramuzas[editar]

Enrique II Plantagenet

A mediados del siglo XII, los duques normandos fueron reemplazados por la dinastía Anjou, condes poderosos que poseían grandes territorios en el oeste y sudoeste de Francia. El rey angevino inglés Enrique II era de hecho más poderoso que su supuesto señor, el rey de Francia, porque gobernaba un imperio mucho más rico y productivo. En su lucha por limitar el poder de los soberanos ingleses, el rey de Francia Felipe Augusto apoyó la rebelión de uno de los hijos de Enrique II, Ricardo Corazón de León, que lo sucedió en el trono en 1189.

El Tratado de París[editar]Artículo principal: Tratado de París (1259)

Enrique III (1207-1272), heredó el trono siendo muy pequeño, trajo consigo un período de zozobras y temores, que desembocó en el desfavorable Tratado de París en 1259. Enrique

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renunciaba formalmente a todas las posesiones de sus antepasados normandos y a todos los derechos que pudieran corresponderle. Esto incluía la pérdida de Normandía, Anjou y todas sus demás posesiones salvoGascuña y Aquitania, que había heredado por vía materna. Estas dos regiones quedaban sometidas al homenaje, una especie de pago, renta o tributo que Enrique otorgaría al rey francés para conservarlas.

Eduardo I[editar]Artículo principal: Eduardo I de Inglaterra

Eduardo, hijo de Enrique III, no se conformó con esta situación de sometimiento: construyó una base de poder militar y económico muy superior a la de su padre y quiso colocar de nuevo a su corona en una posición de fuerza en el continente. Inició hostilidades contra Francia (que duraron cuatro años: de 1294 a 1298) pero, más dedicado a consolidar su poder en el interior de la propia Inglaterra, no hizo nada más respecto de Francia. Cuando falleció, otro lapso de convulsiones azotó a Inglaterra. Una Escocia fuerte, motivada y organizada, líderada por Robert the Bruce, venció a los ingleses en varias ocasiones, derrotando al sucesor de Eduardo, Eduardo II, y logrando la ansiada independencia.

La Guerra de San Sardos y Eduardo III[editar]Entre 1324 y 1325 se produjo una nueva guerra entre Inglaterra y Francia, conocida por los historiadores como Guerra de San Sardos por el poblado donde tuvieron lugar las principales acciones. La corona inglesa pasó pronto a manos de Eduardo III, que era sólo un niño, pero a pesar de todo no estaba dispuesto a dejarse vencer con tanta facilidad. El rey de Francia, Carlos IV murió, como sus antecesores, sin dejar heredero varón.

La maldición de los Capetos[editar]

Luis IX de Francia (San Luis)

La muerte de Carlos IV era el fin de la poderosa y prolongada dinastía de los Capetos. Había sido fundada por Hugo Capeto en 987, y había dado una larga serie de poderosos monarcas que incluía a Luis VI, Luis VII y Luis VIII, todos ellos comandantes en las Cruzadas. Tras la muerte del rey siguiente, San Luis, orientador y capitán de la cruzada contra los cátaros, la dinastía Capeto tuvo aún otro poderoso rey: Felipe el Hermoso. Con él comenzó la decadencia: Felipe destruyó a la antigua y noble Orden del Temple, llevando al juicio y a la

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hoguera a muchos de sus dirigentes, en especial a su último Gran Maestre Jacques de Molay. La tradición cuenta que De Molay, de pie sobre las llamas que lo consumirían, maldijo a Felipe el Hermoso, al Papa y a la familia Capeto, profetizando su pronta extinción y olvido.

En efecto, Felipe IV murió en 1314, en el curso del mismo año de la ejecución de los templarios. Tenía tres hijos. El mayor, Luis X el Obstinado, fue coronado en agosto de 1315 y murió a los pocos meses, mientras su esposa estaba embarazada. El niño recién nacido iba a ser coronado con el nombre de Juan I mas, en razón de su corta edad, recibió como regente al hermano mediano de su padre, Felipe. El pequeño murió siendo un bebé, por lo que se lo conoce como Juan el Póstumo. Así, su tío Felipe debió ser coronado de inmediato bajo el nombre de Felipe V el Largo. Este rey, aunque enérgico e inteligente, era débil de salud y falleció sólo cinco años después, dejando cuatro hijas que no podían heredar en virtud de la Ley Sálica que él mismo invocó para poder suceder a su sobrino. Le sucedió entonces el tercer hijo de Felipe el Hermoso (y por tanto hermano pequeño de Luis X y Felipe V): Carlos Capeto, que reinó bajo el nombre de Carlos IV.

La supuesta maldición de los templarios terminó de cumplirse el 1º de febrero de 1328 al fallecer este rey dejando sólo dos hijas (una póstuma) y ningún varón para heredar. En apenas 14 años, y luego de cuatro breves reinados, la dinastía de los Capetos se había extinguido.

La guerra[editar]

Entre los hijos de Felipe IV el Hermoso estaba Isabel (llamada la "Loba de Francia"), que era la madre de Eduardo III de Inglaterra. El joven rey, de tan solo dieciséis años, pretendió reclamar su derecho al trono de Francia, consideró que la corona francesa debía pasar a su madre. Aun así, si la tesis inglesa tuviese acogida, las hijas de Luis X,Felipe V y Carlos IV tendrían mayor derecho de transmitir la corona, por sobre su tía Isabel de Francia.

Francia no estaba de acuerdo, por lo tanto invocaron la Ley Sálica, que impedía la transmisión de la corona a través de la línea femenina, y por ello decidieron que la corona recién abandonada por los Capetos pasara al hermano menor de Felipe el Hermoso (y tío de Luis X, Felipe V y Carlos IV): Carlos de Valois. Pero corría 1328, y Carlos había muerto tres años antes. De ese modo, correspondió según la teoría francesa coronar al hijo de éste, Felipe de Valois, bajo el nombre real de Felipe VI. Este fue el primer monarca de la dinastía Valois, que reinó en Francia sin que Eduardo III pudiese hacer nada para evitarlo. Ahora, correspondía que Eduardo rindiera (y pagase) homenaje al orgulloso Felipe por sus exiguas posesiones, las pocas que aún conservaba en Francia.

Homenajes y refugiados[editar]A Eduardo III no le parecía lógico pagar a Felipe un homenaje por tierras que habían pertenecido a sus antepasados desde hacía siglos y que él mismo tenía el derecho de su parte para ser soberano de Francia. Se veía como un Rey derrocado en Francia al que se obligaba además a pagar tributo al usurpador por el uso de sus propios territorios. La situación no podía durar.

Encontró por fin el modo de dañar a Felipe: uno de los parientes del rey francés, Roberto de Artois, se había rebelado, y Eduardo lo acogió como a un hermano en su corte inglesa. La reacción de Felipe VI fue inmediata: en un golpe de mano rápido y perfecto, invadió y se anexionó la región de Gascuña, propiedad de Eduardo. Eduardo respondió reclamando, por enésima vez, su derecho a ocupar el trono de París.

La guerra interminable[editar]

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Miniatura de la batalla de Sluys, en las Crónicas de Jean Froissart.

Una vez iniciadas las hostilidades (ya en toda regla, no como simples escaramuzas), la suerte de ambos bandos fue fluctuante y pendular. Al principio, los ingleses de Eduardo efectuaron unas muy importantes operaciones terrestres en 1339 y 1340, y obtuvieron además una gran victoria naval en Sluys. Eduardo utilizaba una táctica copiada de sus enemigos (la chevauchée). Atacaba la campiña desprotegida en sitios donde las tropas francesas eran débiles o estaban ausentes, y se adueñaba de ella. Mataban salvaje y cruelmente de manera indiscriminada a hombres y mujeres, adultos y niños, laicos y seglares, violaban a mujeres y niñas, incendiaban, saqueaban y robaban las posesiones de los campesinos. Al ser estos parte de una sociedad de tipo feudal, se sobreentendía que era responsabilidad y obligación de Felipe de Francia protegerlos contra estos salvajes ejércitos extranjeros. De este modo, además de hacerse con tierras, suministros y prisioneros, Eduardo socavaba la autoridad de Felipe ante los ojos de su pueblo campesino.

En 1346 los franceses entablaron batalla con Eduardo en Crecy y en 1356 con su hijo el Príncipe Negro en Poitiers. Ambos combates concluyeron con resonantes victorias inglesas, en la segunda de las cuales los ingleses se garantizaron una mejor posición de fuerza en las negociaciones posteriores al sorprender y capturar al rey Juan II de Francia (que había sucedido a su padre Felipe en 1350), y a un gran número de nobles y caballeros. Prisionero el monarca, los franceses se vieron obligados a ceder y firmar el Tratado de Brétigny (1360), que devolvía a Eduardo III todas sus posesiones originales salvo Normandía.

El contraataque[editar]Tras la victoria inglesa en la batalla de Sluys Francia decidió aplicar las mismas tácticas navales. Comenzaron entonces, a partir de 1360, a hacer rápidas y devastadoras incursiones contra la costa meridional de Inglaterra, que culminaron en el saqueo e incendio de Winchelsea. Pronto se aficionaron a este tipo de operaciones, y los ataques anfibios se convertirían en la pesadilla de las guarniciones y población civil inglesas costeras por lo menos hasta 1401. Descubrieron además que Eduardo comenzaba a hacer regresar sus tropas para defender sus islas, por lo que los campesinos franceses empezaban a ver disminuir las espantosas chevauchées británicas. Así, los pocos ingleses que aún recorrían la campiña francesa se vieron obligados a retroceder progresivamente en medio de las tierras secas y arrasadas que los franceses dejaban a sus espaldas. Muchos murieron de hambre y enfermedades (principalmente disentería y escorbuto), y nunca se volvieron lo suficientemente fuertes como para plantar cara a los defensores de Francia.

A pesar de la victoria en su propio país, Francia pagó muy cara la expulsión del invasor en esta etapa de la guerra. Mandaba las acciones el delfín Carlos (más tarde coronado como Carlos V). Su condestable, el ambicioso e inteligente Bertrand du Guesclin, le aconsejó no enfrentarse, sino recurrir a una política de hostigamiento de las columnas inglesas en retroceso, dejando ante ellas solamente tierra arrasada. Esta prefiguración de la táctica de von Clausewitz implicó, entonces, que los campesinos y civiles franceses vieran sus tierras, antes

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quemadas por los invasores, nuevamente arrasadas y destruidas, esta vez por sus propios protectores, con el afán de "salvarlas".

La guerra alcanza su mayor extensión en esta época, al rebasar por primera vez los límites de Francia. Así, en 1367, los ingleses del Príncipe Negro auxilian a Pedro I de Castilla en la Batalla de Nájera, mientras que su hermanastro Enrique recibe la ayuda de caballeros franceses dirigidos por el propio Bertrand Du Guesclin. La victoria final de Enrique en la guerra civil castellana brindará a Francia un poderoso aliado en el plano naval (cuya hegemonía había correspondido hasta entonces a Inglaterra de forma indiscutida) que destruye la escuadra inglesa en La Rochelle y saquea o incendia numerosos puertos ingleses (Rye, Rotingdean, Lewes, Folkestone, Plymouth, Portsmouth,Wight, Hastings) entre 1377 y 1380, año en que las flotas combinadas del almirante castellano Fernando Sánchez de Tovar y su homólogo francés Jean de Vienne llegan incluso a amenazar Londres. De forma paralela, Du Guesclin protagoniza varias incursiones en Bretaña, cuyo duque se había aliado con Inglaterra.

La suerte cambia de bando[editar]Inglaterra quiso, entre 1360 y 1375, retomar la iniciativa de una guerra que la estaba devorando, pero la suerte había cambiado de bando y favorecía ahora a los franceses. Los estrategas ingleses Sir Robert Knolles, en 1360, y Juan de Gante en 1363 formaron cuerpos expedicionarios que atacaron el continente, pero fueron masacrados por los defensores franceses.

El rey Eduardo había muerto, y su sucesor, Ricardo II de Inglaterra, volvió a sufrir la maldición que había perseguido a todos los reyes niños: tensiones políticas, convulsión social, una fiera lucha por la sucesión o al menos la regencia, todo ello envuelto en el espantoso caos de una guerra internacional que amenazaba con extenderse a Europa entera. Depuesto Ricardo por iniciativa de su primo Enrique de Lancaster en 1399, los vientos de guerra rotaron 180º una vez más. Hacía una generación entera que Inglaterra sólo sufría derrotas frente a Francia, pero de pronto los desembarcos en las islas comenzaron a ser rechazados y los ingleses invadieron Francia con moderado éxito en tres oportunidades: en 1405, 1410 y 1412. Enrique de Lancaster fue coronado como Enrique IV de Inglaterra luego del derrocamiento de Ricardo II, y su hijo, Enrique V, sería el encargado de llevar la guerra nuevamente al corazón de Francia.

Enrique V[editar]

Enrique V de Inglaterra

Artículo principal: Enrique V de Inglaterra

Nombrado caballero dos veces, Enrique se mostró desde muy joven como un jefe confiable, decidido, experto en táctica y organización logística y muy frío y racional. Si se considera que los estrategas franceses estaban mandados por un rey inestable, Carlos VI, de escasa personalidad, enfermo, desorganizado y propenso a frecuentes ataques de demencia, es fácil comprender las ventajas de que gozaron las tropas de Enrique.

Los nobles franceses se habían dividido en dos facciones que disputaban entre sí y acorralaban a Carlos: los partidarios de la casa de Armagnac contra los de la casa de Borgoña. Las virtudes de Enrique como general y gobernante así como esta división interna de los franceses llevarían a estos últimos al desastre de 1415. A la edad de 12 años (en 1399), el futuro Enrique V fue nombrado caballero por primera vez en un campo de batalla irlandés por Ricardo II, que lo había tomado como rehén para garantizar el buen comportamiento del padre de Enrique. El solo hecho de que un rey rival de su familia, que sería asesinado por su padre, lo armase caballero en un campo de batalla y con sólo doce

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años, demuestra a las claras el coraje y la bravura que el joven Enrique demostró desde muy niño.

Más tarde, muerto Ricardo y un día antes de la coronación de Enrique IV, el nuevo monarca llamó a su hijo, que al día siguiente se convertiría en Príncipe de Gales, y lo nombró caballero por segunda vez. Este brillante joven conduciría la guerra en Francia.

Enrique contra Escocia y Gales[editar]Ya en vida de su padre, Enrique debió hacerse cargo de difíciles operaciones militares. En 1400 prestó servicio contra los escoceses y algunos meses después se le ordenó reducir la rebelión de Owain Glyndwr, un noble galés que se atribuía el derecho a ser Príncipe de Gales.

Fue estudiando a los enemigos galeses (en 1402) y Enrique aprendió a utilizar las tácticas guerrilleras que tan rendidos servicios le prestarían más tarde. Estaba, además, bajo la supervisión de sus dos maestros de estrategia, genios militares ambos: Harry Hotspur y Thomas Percy, conde de Worcester, parientes entre sí. Durante ese mismo año y el siguiente Enrique se vería forzado a enfrentarse a los dos en combate, y se demostraría capaz de vencerlos. En 1403 los dos maestros traicionaron al Joven Enrique y a su real padre y se aliaron con Glyndwr. En una épica marcha forzada, Enrique consiguió evitar que Hotspur y Percy unieran sus tropas con las del galés y los derrotó en Shrewsbury. El príncipe en persona mandó el ala izquierda de su ataque en aquella oportunidad. Shrewsbury fue su verdadero bautismo de fuego (donde murió su mentor Hotspur) y también su bautismo de sangre, ya que Enrique recibió una flecha en pleno rostro. Sin embargo, siguió luchando hasta el fin del combate con el astil sobresaliéndole de la cara.

La guerra contra Gales duró todavía cinco años más, pero el joven no participaría en ninguna otra batalla. Los combates campales no eran comunes en esos tiempos, y las guerras se desarrollaban principalmente en base a sitios de ciudades, asedios de castillos y saqueos de zonas productivas habitadas solo por la población civil.

Enrique V, coronado[editar]Enrique IV falleció en 1414, dejando el trono a su muy capaz primogénito. Así llegó al trono un Enrique V con 26 años, veterano de dos campañas internas, herido en acción, experto en táctica, alumno de los mejores maestros e inteligente en grado extremo. El nuevo rey comprendió de inmediato que, derrotados los enemigos Escocia y Gales, tenía que volver su atención hacia Francia de inmediato, o Inglaterra sería aplastada. Rodeándose de hombres adictos y capaces, se dispuso entonces a hacer la guerra en territorio del rey francés.

Apenas coronado, Enrique intentó, pese a todo, evitar la guerra con Carlos VI. Le ofreció casarse con la hija de aquél y tratar de resolver el problema de las posesiones inglesas en Francia sin derramamiento de sangre. Mientras negociaban, ambos monarcas armaban grandes ejércitos en previsión de una traición o rotura de las conversaciones que condujera a un conflicto bélico. Las tentativas de paz se rompieron por fin en la primavera de 1415 y Enrique decidió ejecutar su plan: una invasión en toda regla del reino francés.

Su ejército estaba compuesto de 8.000 caballeros, 2.500 soldados de otras categorías, 200 artilleros especialistas, 1.000 hombres de servicios y apoyo y 10.000 caballos. Para cruzar el Canal de la Mancha se necesitó una gran flota de 1.500 buques (aunque algunos autores mencionan sólo 300), que Enrique había mandado construir, confiscar o comprar. Los ingleses salieron de Southampton el 11 de julio y desembarcaron en el estuario del Sena dos días más tarde. Luego de poner sitio y conquistar Harfleur, Enrique marchó hacia Calais, partiendo de la primera ciudad el 8 de octubre, con su ejército debilitado por una grave epidemia de disentería.

Pero los franceses no estaban ociosos: el anciano mariscal francés Duque de Berry, recibió la orden de interceptar a Enrique, mientras las tropas de Carlos VI se establecían enSaint-

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Denis y las del mariscal Boucicault se preparaban en Caudebec, 48 km al este de Harfleur. Por el otro lado, el condestable Carlos d´Albret vigilaba el estuario del Sena. Los ingleses, que deseaban cruzar el Somme, descubrieron con horror que estaban quedándose sin vituallas, por lo que Enrique decidió dirigirse hacia Pont St. Remy y hacer noche frente a Amiens.

El día 21 de octubre los ingleses se pusieron en marcha hacia la pequeña aldea de Agincourt, donde se enfrentaron con el grueso del ejército francés en la madrugada del 25 de octubre de 1415.

La batalla de Agincourt en una miniatura del siglo XV.

La batalla, trascendental para la Guerra de los Cien Años, se desarrolló en tres fases:

Fase I Los ingleses avanzan, atravesando la tierra de nadie de 1 km que los separa de los

franceses. Los arqueros ingleses lanzan una lluvia de flechas sobre las posiciones francesas.

Los ballesteros franceses responden al ataque. La caballería ataca por ambos flancos, pero muchos caballeros no llegan a tiempo de ocupar sus posiciones. Las monturas chocan contra las estacas que los arqueros ingleses han colocado para protegerse, arrojando al suelo a sus jinetes, que son masacrados.

Fase II Derrotada su caballería, la infantería de Carlos intenta asaltar el centro inglés. Los arqueros ingleses reaccionan «canalizando» al enemigo hacia donde se

encuentran las unidades más fuertes de la infantería propia; los franceses caen en la trampa.

En la melée de infantería, los arqueros ingleses matan a muchísimos franceses, disparándoles a corta distancia.

En medio del intenso combate, Enrique V recibe un golpe de maza en el casco, que abolla el acero y le arranca los adornos. De no haberlo llevado colocado, hubiese perdido la vida.

Los infantes y caballeros ingleses (ahora a pie) se mueven con mayor rapidez que los franceses, impedidos por sus pesadas armaduras. Los franceses se convierten en víctimas fáciles y son obligados a retroceder.

Fase III Luego de escasa media hora de combate, la victoria inglesa es total. Los de Enrique

poseen ahora incontables prisioneros, y calculan anhelantes los suculentos rescates que recibirán.

A primera hora de la tarde, sin embargo, Enrique toma una decisión que ha sido cuestionada por todos los historiadores posteriores. Al recibir noticias de que su campamento había sido atacado, ordena la matanza de todos los prisioneros, que son atacados con hachas por sus guardianes y asesinados en escasos minutos.

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Un éxito inútil[editar]La increíble victoria de Enrique contra un enemigo que lo duplicaba en número no pudo, sin embargo, ser aprovechada por el rey inglés. Enrique no poseía alimentos ni pertrechos para continuar la campaña inmediatamente, por lo que retrocedió hasta Calais para embarcarse hacia Inglaterra. Las tropas desembarcaron en Dover el 16 de noviembre. De haber podido continuar hasta París y autocoronarse rey, es probable que la Guerra de los Cien Años hubiese terminado antes del fin del invierno. Sin embargo, continuaría por otros 38 años.

En 1420, el vencido Carlos VI se vio obligado a aceptar el Tratado de Troyes, que deshacía los términos del Tratado de París, casaba a Enrique V con la hija de Carlos y reconocía al monarca inglés como heredero al trono francés tras la muerte del rey.

Últimas acciones de Enrique V[editar]

Desplazado de este modo de la línea sucesoria el delfín Carlos, hijo de Carlos VI, todos creyeron que Enrique V legaría ambos tronos a su hijo Enrique, que tenía a la sazón unos pocos meses. Pero por una ironía de la historia, Enrique V murió inesperadamente en 1422, antes que Carlos VI. Dos meses más tarde lo siguió a la tumba el rey de Francia. Los hechos se precipitaron entonces. Incumpliendo el Tratado de Troyes, Francia decidió coronar al delfín Carlos en lugar de al niño Enrique VI como estaba pactado.

Otra vez, la guerra[editar]La respuesta inglesa fue coronar al bebé como rey de Inglaterra y de Francia. Decidiendo eliminar al rey Carlos VII, al que la teoría inglesa consideraba un usurpador, invadieron nuevamente Francia y pusieron sitio a Orleans, última ciudad del reino que permanecía fiel al atrapado rey francés. Todo parecía indicar que Carlos VII tendría que ceder a las pretensiones del rey-niño de Inglaterra. Sin embargo, la historia de la Guerra de los Cien años daría aquí (1428) un inesperado giro, de la mano de una ignota muchacha campesina.

Juana de Arco, la Doncella de Orleans[editar]

Juana de Arco liberando Orleans, óleo de Jules Lenepveu, Panteón de París.

Artículo principal: Juana de Arco

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Una joven iletrada nacida en Domrémy, llamada Juana de Arco, creía haber sido elegida por Dios para librar a su país de los ingleses. Con 17 años de edad, consiguió reunir un grupo de soldados y librar en 1429 a Orleans del asedio inglés.

La victoria de Juana motivó y concienzó a soldados y campesinos franceses y les mostró un camino a seguir y un líder a quien imitar. A este triunfo de la Doncella de Orleans (como se la conoció desde entonces) siguieron otros, como los de Troyes, Châlons y Reims, donde, en presencia de la joven, Carlos VII fue formalmente coronado.

A partir de este punto, la campaña militar de Juana comenzó a caer en una espiral descendente: fue derrotada en París y Compiègne y finalmente, cayendo en desgracia, fue capturada en 1430 por las tropas de Juan II de Luxemburgo-Ligny que servían al duque de Borgoña, Felipe.

Los jefes militares franceses, envidiosos del éxito de la joven, habían estado conspirando a sus espaldas. Temían el ascendiente que Juana estaba tomando sobre el rey Carlos y, sobre todo, les aterrorizaba el hecho de que la intervención divina (a través de Juana) estaba convirtiendo la guerra feudal que era la Guerra de los Cien Años en una lucha nacional y popular.

Fue entregada a los ingleses, juzgada por la Inquisición bajo la acusación de hechicería, condenada a muerte y quemada en la hoguera en Rouen (1431).

Francia se hace más fuerte[editar]La situación se volvía complicada. Francia tenía ahora dos reyes. Coronado Carlos VII en Reims, los ingleses entronizaron en París a su propio rey, Enrique VI, apoyado solamente por Felipe de Borgoña. Con inteligencia, los franceses partidarios de Carlos llegaron a un acuerdo con Felipe, remarcando aún más el aislamiento en que se encontraba Enrique. Este episodio sucedió en 1435 y se conoce como Tratado de Arras.

Inglaterra necesitaba imperiosamente a Borgoña como aliado militar. A falta de él, los carolinos atacaron y ocuparon París al año siguiente.

Como precaución en caso de que el conflicto se prolongara (medida clarividente, porque el fin de la guerra tardó aún veinte años en llegar), Carlos VII aprendió de los errores de su antecesor y, reestructurando profundamente al ejército francés, logró dotar a su corona de un ejército permanente por primera vez en la historia. Francia lograba así una fuerza militar profesional, entrenada, preparada siempre para entrar en acción y aguerrida, en vez del grupo desorganizado de entusiastas caballeros y campesinos feudales que se reunía de cualquier modo en los momentos más inesperados, y que había favorecido al éxito enemigo en tantas oportunidades.

Como es lógico, la reforma militar no tendría éxito si no se acompañaba de profundos cambios en la economía, la infraestructura, las finanzas y la propia sociedad. Habiendo reconstruido las finanzas del reino, Carlos mandó construir un impresionante conjunto de fortificaciones militares, canalizaciones hidráulicas, puertos seguros y una mejor y más consistente base de poder para sí mismo.

Luchas internas en Francia[editar]

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Juana de Arco en la hoguera antes de su ejecución.

Los ingleses no eran el único problema de Carlos VII: el hambre y las pestes venían persiguiendo a su dinastía desde el principio mismo. El comienzo del siglo XV había encontrado a toda Europa sumida en una profunda crisis económica cuyas causas permanecen ocultas incluso para los historiadores del siglo XXI. Esta crisis se había ensañado particularmente con Francia (campo de batalla de largas y furiosas guerras y reyertas) y afectaba en especial la producción agrícola y el comercio, que en el siglo XIII habían significado tanto para Europa.

Ahora, tras los centenarios saqueos e incendios provocados por los invasores, Francia pasaba hambre una vez más y, como parece lógico, la peste volvió a hacer su aparición. Así, los nobles de la Casa de Anjou, viendo que el monarca pretendía proseguir la guerra hasta las últimas consecuencias, comenzaron a conspirar contra él y convencieron a su hijo Luis (el futuro Luis XI de Francia) de que se plegara a la conjura.

Carlos consiguió sortear el peligro que amenazaba aislarlo y dejarlo sin poder. Para acrecentarlo, estableció una ventajosa alianza con Suiza y con varios reinos de Alemania. A pesar del respiro que este apoyo le procuró, Carlos sin embargo era consciente de que continuaba gobernando un país inestable, muerto de hambre, que ya casi no producía cereales, cercado por la peste y con la siempre presente espada de Damocles representada por su poderoso vecino inglés que en cualquier momento podía decidir invadirlo y atacar de nuevo.

Los problemas de Inglaterra[editar]Su enemigo, sin embargo, no se encontraba en mejor forma: de la soberbia victoria en Agincourt habían pasado a la humillante derrota de París.

Enrique VI era aún menor de edad, y afrontaba problemas parecidos a los de Carlos: luchas, recelos y rivalidades entre los nobles y príncipes reales de su casa.

Buscando serenar la situación internacional, el joven rey solicitó y obtuvo la mano de Margarita de Anjou, sobrina de su rival Carlos VII, con la que se casó en 1444. Una vez casados, la posibilidad de una paz de compromiso basada en los lazos familiares se vislumbraba cercana.

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Sin embargo, de las dos facciones en que se habían dividido los ingleses, una estaba en favor de la paz (encabezada por Juan de Beaufort, duque de Somerset). Pero la otra preconizaba la guerra y su prosecución hasta el exterminio. Sus jefes eran Humberto, duque de Gloucester y Ricardo, duque de York.

Para colmo de desgracias de los ingleses, Enrique VI comenzó a seguir los pasos de Carlos VI, el padre de su enemigo. Poco a poco comenzó a mostrar síntomas de locura, que pronto se convirtieron en una clara, permanente e incapacitante demencia.

El fin de la guerra y la victoria de Francia[editar]

La batalla de Formigny por Martial d'Auvergne.

Las reformas y mejoras realizadas por Carlos VII rindieron sus frutos: lentamente la presión francesa comenzó a hacer retroceder al enemigo y fue poniendo sitio y reconquistando, paso a paso, todas las posesiones inglesas en tierra francesa. Sin el apoyo borgoñón, los ingleses debieron entregar Normandía en 1450 y la preciada Aquitania en 1453. Ese año, que hoy se considera el del final de la guerra, la única posesión que se permitió conservar a los ingleses fue la ciudad costera de Calais.

Una vez desaparecidos los motivos del conflicto, la guerra terminó silenciosamente. Ni siquiera se firmó un tratado que certificara la paz añorada pero nunca alcanzada durante más de un siglo.

Las consecuencias[editar]

Enfermo Enrique VI, Inglaterra quedó, tras el fin de la guerra de los Cien Años, en manos de Somerset y York, enemigos declarados y absolutamente enfrentados ideológicamente (Gloucester estaba en prisión). Guiados por intereses personales, no se preocuparon por consolidar la flamante paz, sino que embarcaron a su país en una sangrienta guerra civil dinástica que se conocería como la guerra de las Dos Rosas.

En Francia, por su parte, la monarquía y el absolutismo fueron consolidados por Luis XI, hijo de Carlos VII. Luego de grandes conquistas (Borgoña y Picardía, por ejemplo), la Casa de Valois se extinguió como lo había hecho antes la de los Capetos.

Estas caídas prefiguraban el fin de los estados feudales y el comienzo de la Europa Moderna que se harían realidad en el siglo siguiente.

Principales batallas de la guerra de los Cien Años[editar]

Batalla de Sluys  (victoria inglesa) Batalla de Crecy  (victoria inglesa decisiva) Sitio de Calais  (victoria inglesa decisiva)

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Batalla de Saintes  (victoria inglesa) Batalla de Ardres  (victoria francesa) Combate de los Treinta  (combate correspondiente a la Guerra de Sucesión Bretona,

victoria francesa) Batalla de Poitiers  (victoria inglesa decisiva) Batalla de Cocherel  (1364) (victoria francesa) Batalla de Auray  (combate correspondiente a la Guerra de Sucesión Bretona, victoria

inglesa) Batalla de Nájera  (combate correspondiente a la Primera Guerra Civil Castellana, victoria

anglocastellana) Batalla de Montiel  (combate correspondiente a la Primera Guerra Civil Castellana, victoria

francocastellana) Batalla de Agincourt  (victoria inglesa crucial) Batalla de los Arenques  (victoria inglesa durante el Sitio de Orleans) Sitio de Orleans  (victoria francesa decisiva) Batalla de Jargeau  (parte de la campaña del Loira, victoria francesa) Batalla de Beaugency  (parte de la campaña del Loira, victoria francesa) Batalla de Patay  (victoria francesa crucial) Batalla de Formigny  (victoria francesa decisiva) Batalla de Castillon  (última batalla de la guerra, victoria francesa final)

Personajes relevantes[editar]

Anteriores a la guerra[editar]

Carlos IV de Francia Eduardo I de Inglaterra Eduardo II de Inglaterra Enrique II de Inglaterra Enrique III de Inglaterra Felipe II de Francia Felipe IV de Francia (el Hermoso) Felipe V de Francia (el Largo) Felipe VI de Francia (Felipe de Valois) Guillermo el Conquistador Hugo Capeto Jacques de Molay Leonor de Aquitania Luis VI de Francia Luis VII de Francia Luis VIII de Francia Luis IX de Francia (San Luis) Luis X de Francia (el Obstinado)

Contemporáneos de la guerra[editar]

Arturo, conde de Richemont Bertrand du Guesclin Carlos V de Francia Carlos VI de Francia

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Carlos VII de Francia Carlos d´Albret Conde de Arundel Enrique II de Castilla Enrique IV de Inglaterra Enrique V de Inglaterra Enrique VI de Inglaterra Enrique VII de Inglaterra Enrique de Beaufort Felipe de Borgoña Gilles de Rais Humberto de Gloucester Juan II de Francia Juan de Gante Juana de Arco Mariscal Boucicault Juan Sin Miedo Pedro el Cruel El Príncipe Negro Ricardo II de Inglaterra Ricardo de York Sir Juan de Cornwall Carlos el Malo

Posteriores a la guerra[editar]

Luis XI de Francia Margarita de Anjou Ricardo III de Inglaterra

Otras guerras y campañas satélites de la guerra de los Cien Años[editar]

Guerra de San Sardos Guerra de Sucesión Bretona Primera Guerra Civil de Castilla Campaña del Loira

Cronología[editar]

Cronología de la Guerra de los Cien Años

1337: Felipe VI confisca el ducado de Aquitania como represalia a la protección que Eduardo III dispensaba a Roberto de Artois, enemigo del rey francés. Eduardo reclama sus derechos al trono francés y se niega a rendir vasallaje ante Felipe.

1339: Eduardo III inicia las operaciones terrestres contra Francia.

1340: los ingleses vencen en la batalla naval de Sluys, lo que descarta la invasión francesa de Inglaterra, y lleva a que la guerra se desarrolle en territorio de Francia. Pero las deudas obligan a Eduardo III a pactar una tregua.

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1346: Eduardo desembarca en Francia con un ejército, que el 26 de agosto consigue la victoria de Crécy, donde mueren o son hechos prisioneros muchos nobles franceses. El botín es inmenso.

1346: los ingleses vencen a los escoceses, aliados de los franceses. La paz entre Inglaterra y Escocia se establece en el Tratado de Berwick.

1347: los ingleses toman Calais, que permanecería en su poder hasta 1558.

1348: se suspenden los enfrentamientos debido a la peste negra.

1350: Juan II es coronado nuevo rey de Francia. El conde de Armañac, vasallo de Aquitania, proclama su lealtad a Juan.

1355: el hijo de Eduardo, del mismo nombre que su padre, pero que la Historia conoce como el Príncipe Negro, desvasta Armañac. Avanza hasta el Mediterráneo y regresa arrasando todo a su paso.

1356: Juan II avanza hasta el Loira. En Poitiers obtiene una gran victoria ante los franceses, a pesar de que su ejército está agotado y en clara desventaja numérica. Juan II es hecho prisionero, junto con muchos nobles.

1358: Francia padece un levantamiento campesino y una revuelta en París.

1360: Eduardo III llega a París y se firma la Paz de Brétigny, por la cual se reduce el rescate por Juan, los ingleses pasan a dominar un territorio que comprende desde losPirineos hasta el Loira y Eduardo renuncia a sus derechos sobre la corona francesa. Sir Ricardo Knolles conduce una expedición que ataca la costa francesa pero es derrotado.

1363: Juan de Gante intenta triunfar donde fracasó Knolles. Al mando de una gran fuerza expedicionaria inglesa ataca nuevamente la Francia continental y sufre un resonante revés.

1369: el condestable de Francia, Bertrand du Guesclin, ataca Aquitania evitando una confrontación abierta.

1375: se firma en Brujas una tregua por dos años. Los ingleses conservaban únicamente Calais y una estrecha franja entre Bayona y Burdeos. Sin embargo, los combates continúan en forma esporádica.

1396: se firma otra tregua.

1399: el futuro Enrique V, de doce años, es armado caballero por el rey Ricardo II. Al poco tiempo, el soberano es asesinado por Enrique IV, padre del muchacho.

1400: el joven príncipe es enviado a luchar contra los irlandeses rebeldes.

1402: vence a los galeses.

1403: Hotspur y Percy, generales de Enrique IV, se rebelan contra él y el príncipe Enrique los derrota a ambos.

1405: Inglaterra invade Francia.

1407: nueva tregua.

1410: segunda invasión de Francia.

1412: tercer intento por invadir Francia. Las tres expediciones terminan con un muy moderado éxito.

1413: muere Enrique IV y su hijo es coronado con el nombre de Enrique V.

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1415: Enrique V de Inglaterra reafirma sus derechos al trono francés, frente a la política pacifista de su padre, Enrique IV. Desembarca en Normandía con un gran ejército. Aliado con el duque de Borgoña, obtiene la victoria de Agincourt, frente a un ejército muy superior.

1417: los ingleses toman Caen, donde Enrique V ordena la muerte de todos los varones civiles.

1420: se firma el Tratado de Troyes, por el que Enrique V de Inglaterra se casa con Catalina de Valois, hija del rey de Francia. Enrique es reconocido además heredero al trono francés, siempre que Francia mantuviera su independencia.

1422: muere Enrique V antes que el rey francés Carlos VI, con lo que se desencadena la lucha por la sucesión al trono francés.

1428: una ignota campesina francesa, Juana de Arco, comienza a hacerse cargo de las operaciones militares.

1429: los ingleses ocupan París y el norte de Francia llegando hasta Orleáns. El 4 de mayo, Juana de Arco, a la cabeza de los caballeros franceses, levanta el asedio. Juana obtiene las victorias de Troyes, Chálons y Reims. Los franceses obtienen también la victoria de Patay y Carlos VII fue coronado rey de Francia en Reims.

1430: Juana es capturada por los borgoñones, aliados de Inglaterra, y entregada a los ingleses.

1431: Juana muere en la hoguera, en Rouen. Enrique VI de Inglaterra es coronado rey de Francia en París.

1435: Paz de Arrás.

1436: Borgoña se reconcilia con Francia. Los franceses toman París.

1444: se firma una tregua por cinco años. Enrique VI se casa con la sobrina de su rival.

1450: Carlos VII ataca Normandía y Gascuña y aniquila al ejército inglés en Fromigny. Los ingleses comienzan a perder sus territorios.

1453: Carlos VII toma Burdeos y Aquitania, recuperando toda Francia salvo Calais. Fin de la Guerra de los Cien Años.

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