Eco de Medjugorje

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30º ANIVERSARIO DE LAS APARICIONES Una vez y para siempre, hace dos mil años, Maria ofreció su “SÍ” al Señor de la Vida y de la historia. Fiel en el tiempo a la voluntad divina, en los últimos treinta años aceptó permanecer físicamente entre nosotros… Así es como, en Medjugorje, la Madre nos muestra el camino de la sencillez y de la obediencia al Padre, para que el “SÍ” que Le ofrezcamos, sea una vía de salvación para la humanidad y de redención para todo el universo. Mensaje del 25 de marzo de 2011 “¡Queridos hijos! De forma especial el día de hoy, deseo llamarlos a la conver- sión. A partir de hoy, que nueva vida comience en su corazón. Hijos, deseo ver su ‘sí’, y que su vida sea una vivencia gozosa de la voluntad de Dios a cada momento de su vida. En forma especial, los bendigo con mi bendición maternal de paz, amor y unidad en mi corazón y en el corazón de mi Hijo Jesús. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”. ¡Vida nueva en vuestro corazón! Caen las torres del orgullo humano y pro- vocan muerte y guerras. Terremotos y tsuna- mis arrasan llevándose por delante casas y gentes… La energía nuclear gestionada por el hombre queda fuera de control, y en lugar de bienestar, produce contaminación mortal. Las dificultades en las relaciones entre gentes y naciones generan vejaciones y atropellos. Los problemas de convivencia buscan soluciones en la ley del mas fuerte en lugar de hacerlo en el derecho del mas débil. El escenario del mundo es siempre el de la expulsión del Edén: pero, Jesucristo ¿Vino realmente al mundo para nada? Así lo parece si nos fijamos en las imágenes que los televisores traen a nuestras casas, impo- niendo nuestra atención; pero la verdadera realidad no se halla en esa documentación que poseen los medios; debe ser buscada en una dimensión distinta, en una dimensión a la que éstos no alcanzan, y que necesaria- mente sobrepasa cualquier análisis científi- co y cualquier documento fotográfico. La realidad no se puede limitar a los escenarios apocalípticos de nuestros días, y mucho menos al bienestar aparente aunque resplan- deciente, de ese mundo vividor que a diario nos proponen y capta nuestra atención. Entre estos extremos hay una humanidad que no es noticia, que no es digna de pagina de sucesos, pero que rige y sustenta al mun- do: es la muchedumbre que honra, aun sin ser plenamente consciente, la Imagen que lleva dentro (Gen 1, 26-27).La realidad, pre- sente en todo rincón de la Tierra, es la del que ama la imagen de Dios que lleva dentro de si, aun sin verla con nitidez porque ahora vemos por espejo oscuramente (1Cor 13, 12ª). Esta realidad habita en quien cumple la Voluntad de Dios, es decir, en quien vive según Su Proyecto, y esto está al alcance de todo hombre; basta con que ofrezcamos con alegría nuestro al Padre, pidiéndole que lo vivamos durante nuestra existencia: ¡nunca nos faltará su ayuda! Hijos míos, deseo ver (no solo oír, sino VER) vuestro sí y que vuestra vida sea vivir con alegría la voluntad de Dios en cada momento de vuestra vida. Maria así lo hizo y nosotros podremos hacerlo también, si nos abandona- mos a Ella. Esta es la vida nueva a la que Maria nos llama; no es una vida renovada en su exte- rior, en su apariencia, sino una vida nueva en nuestro corazón, es decir, nueva no solo en las obras sino también, y ante todo, en nuestros deseos, en nuestra espera y en nuestros sueños. Una vida en la que habite Jesus, una vida animada por su Espíritu San- to, una vida de sabor simple pero capaz de dar sabor (como la sal) a todo lo que vive. Una vida iluminada por la Fe, fundada en la Esperanza, consumada por el Amor. Esta es la vida que no teme derrumbamientos, ni terremotos, ni radiaciones mortales, porque está anclada en esa Roca, que es Jesus; es parte de esta Roca (cfr. Mt 7, 24-25). Abrámonos a la bendición que Maria nos ofrece al final de este precioso Mensaje. Es precisamente en el Corazón de Maria, en el Corazón de Jesus donde debemos colocar- nos, no para escondernos, sino para ofrecer- nos totalmente a Ellos, para vivir la nueva vida a la que Maria nos llama, vida que sea testimonio de Su Amor y profecía de salva- ción para el mundo. Tu, hermano, y tu, hermana, que te sien- tes inútil y cansado, tu que te sientes aplas- tado por tu pecado o por tus limitaciones, tu que sientes el sabor agrio y amargo de tu vida de éxito y de poder, tu puedes salvarte a ti mismo y al mundo: ¡Solo debes abrir las puertas de tu corazón a Cristo! Queridos hermanos, la Muerte de Jesus no fue en vano: de Su Corazón traspasado emana aun Agua viva que lo purifica todo y Sangre que da vida a la Nueva Vida. Nuccio Quattrocchi Mensaje del 25 de abril de 2011 “¡Queridos hijos! Así como la natura- leza muestra los colores más hermosos del año, también yo os invito a que con vues- tra vida testimoniéis y ayudéis a los demás a acercarse a Mi Corazón Inmaculado, para que la llama del amor hacia el Omni- potente brote en los corazones de ellos. Yo estoy con vosotros y sin cesar oro por vosotros, para que vuestra vida sea refle- jo del Paraíso aquí en la tierra. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”. Vuestra vida sea reflejo del Paraíso El hombre, la creatura humana, no puede prescindir de Dios, no puede vivir sin El. Esta limitación no mortifica nuestra existen- cia, como quisiera hacernos creer el malig- no, sino que por el contrario, es una prueba empírica de la grandeza de cada uno de nosotros. El hombre, de hecho, no es grande por lo que hace, sino por lo que es. Hecho a imagen de Dios, está siempre llamado a rea- lizar en su vida la imagen que lleva en si mismo; llamado a ser hijo de Dios en su Hijo Jesus, el hombre es invitado a dejar cre- cer en sí esta filiación que, por sí misma, lo aleja de toda caducidad, de toda limititación, para elevarlo a esa dignidad que ninguna creatura puede soñar con alcanzar. Al revés, olvidarse de que es Su imagen, de ser llama- do Hijo, desnaturaliza al hombre en su ver- dadera Esencia, y contrariamente a lo que pueda parecer, mortifica la calidad de su vida, incluso la biológica. Desde esta pers- pectiva, el Mensaje de Maria muestra su verdadero alcance: es una llamada existen- cial, es la advertencia dulce y terrible de la Madre que ve a su propio hijo en peligro, y es un peligro que amenaza la vida en su inseparable integridad biológica y espiritual. Aturdidos por el caos de nuestras ciuda- des, ocupados en mil cosas formalmente necesarias, absortos en nuestra actividad, nosotros, habitantes de los países llamados ricos, tenemos cada vez menos tiempo para reflexionar, para pensar y en definitiva, para... vivir. Víctimas de una publicidad que impone modelos de vida contra-natura, esta- mos perdiendo el sentido de la dignidad de la persona, uniformándola cada vez más a un producto de mercado. Cada vez mas aparcados cómodamente en nuestro aparen- te bienestar, creemos hallar en él felicidad y salvación, y en este iluso sueño, arrastramos a los demás. Y cuando alguien cae víctima de sus propias ilusiones, con mayor o menor falsedad nos compadecemos de el, pero no detenemos ésta loca carrera hacia la auto- destrucción. Y también cuando la misma Tierra se rebela y de repente nos muestra la fragilidad de las obras de nuestra opulencia, nos apresuramos a reconstruir esas ruinas lo más rápido posible con una ceguera extrema y oscura como la muerte. Mayo / Junio de 2011 - Editado: por Eco di Maria, por Eco di Maria, Via Cremona, 28 - 46100 Mantova (Italia) A. 27, n. 5 - 6 "Poste Italiane s.p.a. - Spedizione in Abbonamento Postale - D.L. 353/2003 (conv. in L. 27/02/2004 n° 46) art. 1, comma 2, DCB Mantova 215

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30º ANIVERSARIO DE LAS APARICIONES

Una vez y para siempre, hace dos mil años,Maria ofreció su “SÍ”al Señor de la Vida y de la historia.Fiel en el tiempo a la voluntad divina,en los últimos treinta años aceptópermanecer físicamente entre nosotros…Así es como, en Medjugorje, la Madre nos muestra el camino de la sencillez y de la obediencia al Padre,para que el “SÍ” que Le ofrezcamos, sea una vía de salvación para la humanidad y de redención para todo el universo.

Mensaje del 25 de marzo de 2011

“¡Queridos hijos! De forma especial eldía de hoy, deseo llamarlos a la conver-sión. A partir de hoy, que nueva vidacomience en su corazón. Hijos, deseo versu ‘sí’, y que su vida sea una vivenciagozosa de la voluntad de Dios a cadamomento de su vida. En forma especial,los bendigo con mi bendición maternal depaz, amor y unidad en mi corazón y en elcorazón de mi Hijo Jesús. ¡Gracias porhaber respondido a mi llamada!”.

¡Vida nueva en vuestro corazón!

Caen las torres del orgullo humano y pro-vocan muerte y guerras. Terremotos y tsuna-mis arrasan llevándose por delante casas ygentes… La energía nuclear gestionada por elhombre queda fuera de control, y en lugar debienestar, produce contaminación mortal. Lasdificultades en las relaciones entre gentes ynaciones generan vejaciones y atropellos. Losproblemas de convivencia buscan solucionesen la ley del mas fuerte en lugar de hacerlo enel derecho del mas débil.

El escenario del mundo es siempre el dela expulsión del Edén: pero, Jesucristo¿Vino realmente al mundo para nada? Así loparece si nos fijamos en las imágenes quelos televisores traen a nuestras casas, impo-niendo nuestra atención; pero la verdaderarealidad no se halla en esa documentaciónque poseen los medios; debe ser buscada enuna dimensión distinta, en una dimensión ala que éstos no alcanzan, y que necesaria-mente sobrepasa cualquier análisis científi-co y cualquier documento fotográfico. Larealidad no se puede limitar a los escenariosapocalípticos de nuestros días, y muchomenos al bienestar aparente aunque resplan-deciente, de ese mundo vividor que a diarionos proponen y capta nuestra atención.Entre estos extremos hay una humanidadque no es noticia, que no es digna de paginade sucesos, pero que rige y sustenta al mun-do: es la muchedumbre que honra, aun sinser plenamente consciente, la Imagen quelleva dentro (Gen 1, 26-27).La realidad, pre-sente en todo rincón de la Tierra, es la delque ama la imagen de Dios que lleva dentrode si, aun sin verla con nitidez porque ahoravemos por espejo oscuramente (1Cor 13,12ª). Esta realidad habita en quien cumple laVoluntad de Dios, es decir, en quien vivesegún Su Proyecto, y esto está al alcance detodo hombre; basta con que ofrezcamos conalegría nuestro sí al Padre, pidiéndole que lovivamos durante nuestra existencia: ¡nuncanos faltará su ayuda! Hijos míos, deseo ver(no solo oír, sino VER) vuestro sí y quevuestra vida sea vivir con alegría lavoluntad de Dios en cada momento devuestra vida. Maria así lo hizo y nosotrospodremos hacerlo también, si nos abandona-mos a Ella.

Esta es la vida nueva a la que Maria nosllama; no es una vida renovada en su exte-rior, en su apariencia, sino una vida nuevaen nuestro corazón, es decir, nueva no soloen las obras sino también, y ante todo, ennuestros deseos, en nuestra espera y ennuestros sueños. Una vida en la que habiteJesus, una vida animada por su Espíritu San-to, una vida de sabor simple pero capaz dedar sabor (como la sal) a todo lo que vive.Una vida iluminada por la Fe, fundada en laEsperanza, consumada por el Amor. Esta esla vida que no teme derrumbamientos, niterremotos, ni radiaciones mortales, porqueestá anclada en esa Roca, que es Jesus; esparte de esta Roca (cfr. Mt 7, 24-25).

Abrámonos a la bendición que Maria nosofrece al final de este precioso Mensaje. Esprecisamente en el Corazón de Maria, en elCorazón de Jesus donde debemos colocar-nos, no para escondernos, sino para ofrecer-nos totalmente a Ellos, para vivir la nuevavida a la que Maria nos llama, vida que seatestimonio de Su Amor y profecía de salva-ción para el mundo.

Tu, hermano, y tu, hermana, que te sien-tes inútil y cansado, tu que te sientes aplas-tado por tu pecado o por tus limitaciones, tuque sientes el sabor agrio y amargo de tuvida de éxito y de poder, tu puedes salvartea ti mismo y al mundo: ¡Solo debes abrir laspuertas de tu corazón a Cristo! Queridoshermanos, la Muerte de Jesus no fue envano: de Su Corazón traspasado emana aunAgua viva que lo purifica todo y Sangre queda vida a la Nueva Vida.

Nuccio Quattrocchi

Mensaje del 25 de abril de 2011

“¡Queridos hijos! Así como la natura-leza muestra los colores más hermosos delaño, también yo os invito a que con vues-tra vida testimoniéis y ayudéis a los demása acercarse a Mi Corazón Inmaculado,para que la llama del amor hacia el Omni-potente brote en los corazones de ellos. Yoestoy con vosotros y sin cesar oro porvosotros, para que vuestra vida sea refle-jo del Paraíso aquí en la tierra. ¡Graciaspor haber respondido a mi llamada!”.

Vuestra vida sea reflejo del Paraíso

El hombre, la creatura humana, no puedeprescindir de Dios, no puede vivir sin El.Esta limitación no mortifica nuestra existen-cia, como quisiera hacernos creer el malig-no, sino que por el contrario, es una pruebaempírica de la grandeza de cada uno denosotros. El hombre, de hecho, no es grandepor lo que hace, sino por lo que es. Hecho aimagen de Dios, está siempre llamado a rea-lizar en su vida la imagen que lleva en simismo; llamado a ser hijo de Dios en suHijo Jesus, el hombre es invitado a dejar cre-cer en sí esta filiación que, por sí misma, loaleja de toda caducidad, de toda limititación,para elevarlo a esa dignidad que ningunacreatura puede soñar con alcanzar. Al revés,olvidarse de que es Su imagen, de ser llama-do Hijo, desnaturaliza al hombre en su ver-dadera Esencia, y contrariamente a lo quepueda parecer, mortifica la calidad de suvida, incluso la biológica. Desde esta pers-pectiva, el Mensaje de Maria muestra suverdadero alcance: es una llamada existen-cial, es la advertencia dulce y terrible de laMadre que ve a su propio hijo en peligro, yes un peligro que amenaza la vida en suinseparable integridad biológica y espiritual.

Aturdidos por el caos de nuestras ciuda-des, ocupados en mil cosas formalmentenecesarias, absortos en nuestra actividad,nosotros, habitantes de los países llamadosricos, tenemos cada vez menos tiempo parareflexionar, para pensar y en definitiva,para... vivir. Víctimas de una publicidad queimpone modelos de vida contra-natura, esta-mos perdiendo el sentido de la dignidad dela persona, uniformándola cada vez más aun producto de mercado. Cada vez masaparcados cómodamente en nuestro aparen-te bienestar, creemos hallar en él felicidad ysalvación, y en este iluso sueño, arrastramosa los demás. Y cuando alguien cae víctimade sus propias ilusiones, con mayor o menorfalsedad nos compadecemos de el, pero nodetenemos ésta loca carrera hacia la auto-destrucción. Y también cuando la mismaTierra se rebela y de repente nos muestra lafragilidad de las obras de nuestra opulencia,nos apresuramos a reconstruir esas ruinas lomás rápido posible con una ceguera extremay oscura como la muerte.

Mayo / Junio de 2011 - Editado: por Eco di Maria, por Eco di Maria, Via Cremona, 28 - 46100 Mantova (Italia)A. 27, n. 5 - 6 "Poste Italiane s.p.a. - Spedizione in Abbonamento Postale - D.L. 353/2003 (conv. in L. 27/02/2004 n° 46) art. 1, comma 2, DCB Mantova 215

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No, ese no es el camino, nos dice Maria;y nos lo ha dicho con la Vida antes que conlas palabras; nos lo dijo aceptando la Volun-tad de Dios, presentada por el arcángelGabriel, nos lo ha dicho conservando en SuCorazón lo que Le parecía misterioso oincomprensible en Su experiencia comoMadre, nos lo ha dicho en los días santos ymuy amargos de la Pasión y Muerte de SuHijo. Nos lo ha dicho y nos lo dice todavíadesde Medjugorje. Y aun nos dice hoy: Osinvito a que con vuestra vida testimoniéisy ayudéis a los demás a acercarse a MiCorazón Inmaculado, para que la llamadel amor hacia el Omnipotente brote enlos corazones de ellos.

El testimonio que Maria nos pide pasapor nuestra vida, no por nuestras palabras;no se basa en discursos ni en actos ocasiona-les o solo formales. La observancia de cómonosotros vivimos es lo que ayuda al prójimoa acercarse a Su Corazón Inmaculado, y estoes necesario para que la llama del amorhacia el Omnipotente brote en los corazo-nes de ellos. Nuestra responsabilidad esgrande, bella y tremenda al mismo tiempo,porque puede favorecer pero también obsta-culizar el acercamiento al Corazón Inmacu-lado de Maria. Tal vez también por esto,Maria ora sin cesar por nosotros, para quenuestra vida sea reflejo del Paraíso aquíen la tierra.

Reforzados por la oración, abandonémo-nos a Ella para que nos consagre a Su Cora-zón Inmaculado, desde el cual alcanzaremosla llama del amor hacia el Omnipotente.Paz y alegría en Jesus y Maria. N.Q.

La vida como culto espiritual

Con el bautismo todos recibimos la lla-mada a ser creaturas nuevas y a participar enel sacerdocio de Cristo. Obviamente, cadauno de nosotros realizará esta misión de unamanera distinta, según nuestra originalidady de los dones que hayamos recibido.Muchas veces, pero, los cristianos vivenpasivamente, no sabiendo reconocer sumisión, o piensan que sólo unos pocos sonlos que reciben de Dios una llamada perso-nal ¡Pero Dios no llama a unos a la santidady a otros a una vida mediocre! Dios dirige lamisma llamada a todos sus hijos, y por estose nos llama a comprender el valor infinito,universal, de cada acción nuestra y de cadapaso interior que damos.

Ofrecerse para ser transformados“Os exhorto pues hermanos, por la mise-

ricordia de Dios, que ofrezcáis vuestroscuerpos como una víctima viva, santa, agra-dable a Dios: tal será vuestro culto espiri-tual. Y no os acomodéis al mundo presente,antes bien, transformaos mediante la reno-vación de vuestra mente, de forma quepodáis distinguir cual es la voluntad deDios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto(Rm 12, 1-2).

Estas palabras de San Pablo nos ayudana comprender o a profundizar el significadodel ofrecer nuestra vida a Dios, que es labase de nuestra llamada cristiana. Ofrecer-nos nosotros mismos como sacrificio vivo,santo y agradable a Dios no significa morir,enfermarse o hacer algo especial, sinoaprender a vivir como Dios quiere que viva-mos, aprender a consagrar a Dios nuestroscuerpos, pero también nuestros sentimien-tos, las cosas que hacemos, las personas ycosas relacionadas con nosotros. Quieredecir aprender a dejar que Dios entre ennuestra vida y darle así un valor más profun-do a todo lo que hacemos. San Pablo añade:“este es vuestro culto espiritual”. El culto esuna celebración, y el sacerdote es el que pre-side la celebración. Por esto, vivir el ofreci-miento a Dios quiere decir vivir en plenitudnuestro sacerdocio real, entrar en el sacerdo-cio de Cristo.

Una celebración viva, en la vida cotidianaCuando entendamos que el ofrecimiento

significa celebrar un culto espiritual, enton-ces nunca viviremos la Eucaristía como algo

apartado de nuestra vida,apartado de lo que haga-mos en nuestra jornada.Al contrario, nuestra jor-nada debe ser una pro-longación de la Eucaris-tía, dar vida a los sacra-mentos que recibimos.¿Cómo podemos vivir elsacerdocio real en nuestravida? ¿Cómo podemosdarle culto o celebración

a las cosas sencillas que se nos pide quehagamos en nuestra vida de diario? Tenemossimplemente que aprender a dar los mismospasos en nuestra jornada que los que damosen la Eucaristía: abrirnos para vivir unencuentro profundo con Jesus en la Misadebería prepararnos para abrirnos a losdemás, a encontrar a los demás en Dios.Recibir el perdón de Dios debiera enseñar-nos a perdonar, a ayudar al prójimo a liberar-

se de muchos pesos y sentimientos de culpaque le oprime. Escuchar la palabra de Diosnos lleva a escuchar a todos, a no cerrarnosen nuestras ideas, a abrirnos a la comunión.Vivir el momento de la consagración Euca-rística debe enseñarnos a consagrar a Diostoda labor nuestra, todo encuentro nuestro,todo pensamiento o proyecto. Recibir la ben-dición de Dios debe despertar en nosotros lallamada a ser bendición. Todo bautizadodebiera saber transmitir la bendición a todolo creado, a las personas, a las situacionesque te encuentras cada día, alejando así elmal.

Si conseguimos dar estos pasos en nues-tra vida cotidiana, entonces experimentare-mos la belleza de ofrecernos junto a Jesus enla Santa Misa, y sentiremos que realmenteJesus eleva al Padre todo lo que hemos vivi-do e intentado ofrecer en nuestra jornada.

La Eucaristía es un evento cósmico“En cuanto dependa de vosotros, estad

en paz con todos los hombres. No seas ven-cido de lo malo, sino vence con el bien elmal.” nos dice San Pablo en su carta a losRomanos (Rm 12, 18.21). La Eucaristía esun evento cósmico. El sacerdote que cele-bra, abraza en el sacrificio eucarístico a todala humanidad, vivos y muertos. Tambiénnosotros, si queremos vivir plenamentenuestro sacerdocio real, debemos desear elbien para todos, abandonar nuestros juiciosy hacer de todo por ayudar a los demás, paravivir en paz con todos. San Pablo dice: “Noseas vencido de lo malo, sino vence con elbien el mal”. Solo Jesucristo tiene podersobre el mal; si nosotros, mediante nuestroofrecimiento vivimos unidos a El, entoncesexperimentamos su fuerza en nosotros. Ycuanto más crezca nuestro amor a Dios, másfácilmente venceremos y alejaremos el malde nosotros y del prójimo.

No podemos vencer al mal con nuestrasfuerzas, y muchas veces no podemos nisiquiera resolver o cambiar situacionesnegativas. Pero si vivimos en unión conDios, experimentaremos que ni siquiera enel sufrimiento tiene poder el mal sobre noso-tros, es decir, no nos alejará de Dios, no apa-gará en nosotros la fe.

Una acogida respetuosa“Recibid al débil en la fe, pero no para

contender sobre opiniones. Cada uno denosotros dará a Dios cuenta de sí. Así queya no nos juzguemos mas los unos a losotros, sino mas bien decidid no poner tro-piezo u ocasión de caer al hermano (Rm14,1.12-13).

La madurez espiritual se demuestrasabiendo acoger y respetar a los demás, encualquier nivel que se encuentren. Parasaber cómo comportarnos basta con quereflexionemos sobre cómo se comportó y secomporta el Señor con nosotros. Jesus senos ha acercado y nos ha acogido inclusocuando vivíamos alejados de El; nunca nosha humillado, ni siquiera cuando no entendí-amos sus palabras, sino que se ha reclinadosobre nuestra pequeñez, ayudándonos a cre-cer y a madurar gradualmente.

Jesus establece con nosotros una rela-ción personal, sin compararnos con losdemás, sin que compitamos con el prójimo.También nosotros debiéramos aprender acomportarnos como El, debiéramos saberacercarnos a los demás con su misma delica-deza, acogiéndonos unos a otros con respe-to y amor.

Chiara Bernardi

La gracia es mayor que el pecado

“Alégrate, llena de gracia…”, exclama elAngel en su visita a la Virgen de Nazaret,revelándole así su identidad mas profunda,el “nombre”, por así decir, con el que Diosmismo la conoce: “llena de gracia”.

La llena de gracia, la Inmaculada, esfuente de luz interior, de esperanza y de con-suelo. En medio de las pruebas de la vida ysobre todo ante las contradicciones que elhombre hoy día afronta en su entorno y den-tro de sí, Maria, Madre de Cristo, nos diceque la gracia es mayor que el pecado, que lamisericordia de Dios es más poderosa que elmal y sabe transformar a éste en bien.

Por desgracia a diario experimentamosel mal, que se muestra de muchas manerasen las relaciones y en los eventos, pero queen realidad tiene su raíz en el corazón delhombre, un corazón herido, enfermo e inca-paz de curarse por sí mismo.

La Sagrada Escritura nos revela que enel origen de todo mal está la desobediencia ala voluntad de Dios, y que la muerte estádominando porque la libertad humana hacedido ante la tentación del Maligno. PeroDios no deshace su plan de amor y de vida:a través de un largo y paciente camino dereconciliación ha preparado la alianza nuevay eterna, sellada por la sangre de su Hijo,que para ofrecerse El mismo como expia-ción, “nació de mujer” (Gal 4,4). Esta mujer,la Virgen Maria, se benefició anticipada-mente de la muerte redentora de su Hijo ydesde su concepción fue preservada de todaculpa. Por tanto, con su corazón inmacula-do, Ella nos dice: Confiaros a Jesús. El nossalva.

(Benedicto XVI – de una homilía)

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En Medjugorje, la Virgen está viva

Desde el principio siempre he creído quelas apariciones de la Madre de Dios en Med-jugorje son obra del Espíritu Santo. Hoy,especialmente, distingo clara-mente entre aparición de laVirgen, entendida como gra-cia extraordinaria ligada a unlugar concreto y a un momen-to histórico, y aparición comopresencia de la Virgen en todoel espacio, en el tiempo y en laeternidad.

Las apariciones son unagracia, son una confirmaciónde la maternidad y de las aten-ciones de la Virgen hacia todala humanidad, de su misióncomo Madre de Dios. Y estaes una gracia para todos noso-tros. Por esto entiendo quenuestro fin último no es dete-nernos en las aparicionescomo fenómeno sobrenatural,sino aprender a vivir en presencia de Maria,que nos atrae continuamente a la vida de laSantísima Trinidad. En Medjugorje la Vir-gen se aparece desde hace tanto tiempo por-que quiere enseñarnos a vivir en su presen-cia y en la de Dios.

Nos guía a lo esencial

En Medjugorje se acentúa profundamen-te la teología del misterio Pascual: el paso através de la pasión y la muerte que nos llevaa la Resurrección. Este es el mensaje funda-mental que nos dejan las apariciones y nopuede ser otro porque la Madre guía siem-pre hacia lo que su Hijo ha vivido, hacia laúnica y verdadera sanación. Por tanto la Vir-gen nos guía hacia la esencia, hacia el mis-terio del cristianismo: la Eucaristía, el mis-terio pascual. Y al final nos manifiesta ladimensión trinitaria, porque en realidad nopodemos hallar a Maria en su plenitud si nola hallamos en la Santísima Trinidad.

Una relación viva

En mi opinión estamos llamados a entraren relación viva y continua con Dios y conMaria. La Virgen, de hecho, no se apareceen Medjugorje para permanecer junto anosotros por unos minutos al día, sino paraque comprendamos que hemos sido creadospara estar con Dios, para relacionarnos conEl continuamente, para reconocer su voz.

Hace tiempo un amigo sacerdote medijo: “Mi querido Padre Tomislav, ¿Quiéncontrolará todo esto? Yo le respondí: “Estees precisamente nuestro problema, que loqueremos controlar todo, mientras que Diosnos llama a caminar y a crecer, a orientar alprójimo hacia el Espíritu Santo a través deMaria, para que Ella pueda guiarle haciaJesus, y junto a El, a Dios Padre. Esta es unaverdad muy valiosa: después de todo lo quehe vivido desde el inicio con los videntes, ymás tarde con muchos fieles y consagrados,he comprendido que no puedo y tampocodeseo controlar a nadie. Debo solo preocu-parme de caminar, de experimentar la cerca-nía de Dios y de mostrar al prójimo la rela-

ción con Dios, de manera que sea el Señorquien nos guie, el que dirija todo y a todos.

La novedad de Medjugorje

La novedad que Medjugorje trae a laIglesia y a la humanidad es el encuentro conel Dios vivo. Tal vez a alguien esto no ledice mucho, pero si estamos frente al Diosvivo y le permitimos que El nos dirija total-

mente, cambiandotodo en nosotros deacuerdo a su pro-yecto, entonces estoes una novedadabsoluta.

Creo que lasintenciones de Diosa través de Medju-gorje sean estas:Atraer a sí al hom-bre a través delCorazón Inmacula-do de Maria, atraera la Iglesia, y a tra-vés de ella, al mun-do entero. Cada unodebe encontrar alDios vivo y, en lafe, contemplarLecara a cara.

Llamados a ser sencillos

Este encuentro con Dios lleva consigotambién otras novedades: la vida cristianadebe hacerse sencilla, debe liberarse de for-mulas y de todo lo que represente cerra-miento o peso para el Espíritu. La sencilleznos guía a una relación directa con Dios, aquien Jesus quiso guiar a todas las personasa las que predicó.

Estamos pues llamados a esa sencillezde la que habló el Papa Benedicto XVI,cuando entonces era cardenal: “La renova-ción de la vida de la Iglesia no consiste enacumular actos de piedad y en la creación deinstituciones, sino en pertenecer integra yúnicamente a la comunidad de Cristo… Lanovedad, la renovación significa hacernossencillos, convertirnos a esa sencillez auten-tica y verdadera que es el misterio de todo loque existe….pero esto no es otra cosa sinoel eco de la sencillez del Dios Único” (J.Ratzinger, El nuevo pueblo de Dios).

En el Espíritu Santo todo se renueva

El éxito de esta novedad es el mismoque se ha obtenido en la Primera Iglesia,constituida por la asamblea de los Apósto-les, por Maria, por las mujeres y por los dis-cípulos allí presentes cuando el EspírituSanto bajó sobre ellos y los llenó de sí. Todose hace nuevo y todo se renueva continua-mente. No se trata de una novedad que sealeja del Evangelio, sino de una dinámicanueva, de una vitalidad nueva, así como laprimavera es una novedad para el invierno,el verano es una novedad para la primavera,y así sucesivamente… Es un proceso vitalcontinuo que trae muchos frutos. Es el signodel dinamismo de la vida de fe, que se dife-rencia del estancamiento que, en ciertas cos-tumbres religiosas, halla a veces maticesdiversos y peligrosísimos.

Una calidad de vida espiritual

Ya en el quinto aniversario de las apari-ciones, advertí que muchos se equivocan al

pensar que la parroquia de Medjugorje lle-gará a ser una segunda Lourdes, o unasegunda Fatima. Personalmente pienso queno debe hablarse demasiado sobre Medju-gorje, para no transformarla en una ideolo-gía. La Virgen no nos convoca en el montede las apariciones, en el Krizevac o en laiglesia parroquial por ser Medjugorje unsantuario mas, sino porque desea introducira la humanidad en los nuevos tiempos.

Con las apariciones de Medjugorje hacomenzado un tiempo nuevo. Se trata deuna nueva calidad de vida espiritual, de unanueva calidad de vida general que envuelvetodo nuestro ser, porque la llamada cristianano busca solo nuestro resurgir espiritual,sino también el corporal. Nosotros casi nun-ca pensamos en la resurrección del cuerpo,y por consiguiente no puede darse su trans-formación. La transformación del hombreentero es la verdadera novedad.

La gracia hoy es más poderosa

Veo que en este momento las gracias enMedjugorje son más poderosas que en losinicios. Las gracias en este tiempo son tanpoderosas que atraen a todo el que caminahacia la eternidad, hacia el Dios vivo. Yestos fieles entran en el misterio de la vida,entran en esa comunión de la que habla SanJuan al final del Apocalipsis: ”El morarácon ellos; y ellos serán su pueblo, Dios mis-mo estará con ellos como su Dios”. “Heaquí, yo hago nuevas todas las cosas” (cfr.Ap 21, 3-5).

A l mismo tiempo la fuerza de estas gra-cias deja de un lado a todo el que no estáinteresado, los deja fríos, no porque Dios lesrechace, sino porque ellos se cierran a estagracia de crecimiento, de transformación enhombre nuevo.

Se cumplen las promesas

En ciertos feligreses se manifiesta aveces escepticismo e inmadurez. En su com-portamiento hallamos algo extraño: ellos seocupan de las cosas que suceden en torno ala Virgen, pero no se interesan de la vida dela Madre dentro de sí mismos; se ocupan delo que acontece en torno a si mismos, se ocu-pan de actividades externas, en lugar deabrirse a Dios para trabajar con El y permi-tirLe que cumpla todas sus promesas.

Nuestra llamada consiste en entrar en eltemplo vivo de nuestra alma, en permanecerabiertos con Maria para que el Espíritu San-to baje, trabaje en nosotros y nos transformeen creaturas nuevas, a través de la vida y elsacrificio de Jesucristo. Solo así podremosalcanzar la verdadera resurrección.

de P.Tomislav VlasicTomado de: A Medjugorje la Madonna é viva

“No os sintáis extraños al destinodel mundo, sino sentiros piedraspreciosas de un bellísimo mosaicoque Dios, como gran artista, vaformando día a día…ofreciendonuestro dolor a Dios a través deCristo, podemos colaborar en lavictoria del bien sobre el mal, por-que Dios hace fecundo nuestroofrecimiento, nuestro acto deamor”.

Benedicto XVI

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Page 4: Eco de Medjugorje

Reflejos de luz desde la t ierra de Maria de Stefania Consoli

Treinta años de vida pública…

Llegamos al 30º aniversario de las apari-ciones de la Virgen Maria en Med-jugorje. Casi no debiéramos añadirpalabra alguna. La gracia que lomueve todo es realmente increíbley nos deja boquiabiertos… ¡Unevento único en la historia de lahumanidad! Precisamente nuestrageneración ha tenido el privilegio de acogera la Madre de Dios por tan largo tiempo ytan lleno de mensajes que traen siempre laverdad del Cielo.

Ríos de gente llegan a esta pequeñapoblación que con el paso de los años hacambiado totalmente su aspecto para adap-tarse a la demanda de alojamiento y de res-tauración de los peregrinos que llegan detodas las partes del mundo. No siemprecompartiremos opinión sobre el estilo y elambiente tal vez mundano que se ha ido cre-ando entorno a la Iglesia – en su día rodea-da únicamente por viñas y bosques. Pero noes el caso de detenerse demasiado sobre estetema, porque el valor de Medjugorje se debeposicionar sobre plano bien distinto: el delEspíritu, el de la vida de Dios.

Habrá pues fiesta en Medjugorje.Quien va desde hace años no querrá faltar ala cita. Muchos aun llegan por primera vez,y también para ellos se abre un camino nue-vo en su vida: inesperados casos de conver-sión, de revisión, de renacimiento.

Hay gracias para todos en Medjugorje.Cada uno puede hallar lo que más necesita,como demuestran las cartas que amigosnuestros nos han enviado al regresar a casay que aquí publicamos en parte. Es la voz delos hijos de Maria, hijos queridos por Ellaporque responden a su llamada. Algunos

antes, otros más tarde. Algunos de unamanera, otros de otra. Lo importante es lle-gar allí con el deseo de encontrar el rostro deMaria, que reflejándose sobre el nuestro,puede incluso cambiarnos nuestras propias

facciones, endulzando nues-tras líneas, eliminando ten-siones y adquiriendo paz,dejándonos alcanzar ytransfigurar por el Amor.Naturalmente no basta conir a Medjugorje o escuchar

las invitaciones de la Virgen para que cam-biemos nuestras actitudes que a menudoexpresan mucho apego a nuestro propio yo:el egoísmo trata siempre de dictar su ley anuestras elecciones cotidianas… Pero laVirgen Maria, además de sus palabras llenasde sabiduría maternal, nos dona siempre unaprovisión de gracia que nos ayuda a vencer-nos a nosotros mismos y a tratar de caminarpor el camino que Ella, con paciencia y fide-lidad, nos sigue trazando a todos nosotros.Nosotros solo debemos custodiar esa reser-va y saberla administrar con sensatez, díatras día.

A menudo hemos exhortado, también através de nuestro Eco, a aprovechar bien lapermanencia en Medjugorje, evitando esasdistracciones superficiales que no favorecennuestra inmersión en la oración y en la gra-cia. Todo sucede en nuestro interior, den-tro de nosotros. Si no toca las cuerdas masintimas de nuestro ser, nuestro viaje puedeque sea inútil, desaprovechado. El deseomás bello, pues, que podemos pedir a la Rei-na de la Paz en este 30 Aniversario de suvenida, será nuestra capacidad para podervivirlo todo como lo viviría Ella: con senci-llez, recogimiento y con fe humilde. El res-to lo pondrá Dios y nos colmará de dones.El más grande entre ellos, la presencia vivade Maria, nuestra Madre y Reina. �

Un punto de partida

En nuestra vida viajamos. Pero no siem-pre se prevén las etapas. Es más, a vecesdebemos incluso cambiar las vías de nuestrotren: surgen imprevistos, algo inesperado,objetivos fallidos, se cortan relaciones… Sinpreverlo, nos hallamos modificando nuestrorumbo, debiendo escoger una meta que nun-ca hubiéramos imaginado.

Nuestra vida está hecha también de esto.Y no es nada cómodo verse ante la incerti-dumbre del recorrido o con la desilusión dever fracasar lo que nos parecía infalible, aca-bando en un callejón sin salida.

Quien lo ha experimentado, y en undeterminado momento de su camino se hahallado peregrinando a Medjugorje, en lamayoría de los casos ve abrirse un nuevocamino ante sí: un camino que parecía cerra-

do pero que aho-ra insospechada-mente pareceabrirse para irmas allá: masallá de las ilusio-nes, mas allá delas desilusiones;mas allá delmiedo a un futu-ro que se presen-ta árduo y ame-nazante…Los testimoniosque publicamosnos hablan de

vidas transformadas, nos hablan de cam-bios “de 180 grados”; se testimonia la graciaque nace del encuentro con Maria y con unDios vivo y personal. En estos casos pero, esfácil caer en un error: creernos haber llega-do ya a nuestro destino final – “en Medju-gorje todo es distinto, todo es más fácil…” –podemos pensar.

Eso es más que comprensible. Una pau-sa como descanso es necesaria para recobrarfuerzas y seguir la carrera que el mundo amenudo nos impone: “Venid a mi todos losque estáis cansados y agobiados, que yo osaliviaré” leemos en San Mateo (11,28).Pero, luego debemos retomar el camino!No podemos detenernos. El camino es largoy necesita de nuestra disponibilidad a estarsiempre listos para partir, para abandonartodo lo viejo y seguir a Jesus por caminossiempre nuevos y originales.

Por esto Medjugorje no puede sernunca estación final de nuestro camino. Sien verdad encontramos a Dios a través deMaria en ese lugar, por necesidad nos vere-mos empujados a retomar la marcha haciametas desconocidas, motivados por la graciaque nos hace testigos vivos, pero tambiénprotagonistas de la historia de una maneranueva: más conscientes de nosotros mismosy de la realidad que nos rodea, y sobre todomenos condicionados por la relatividad dela vida cotidiana porque en nosotros habrátomado ya su lugar lo absoluto de Dios.

No, Medjugorje no puede ser nuncaestación final de nuestro camino, mas soloun punto de partida. Las diversas etapas denuestra vida son solo estaciones interme-dias. La destinación final, gracias a Dios,¡Será el Cielo! �

Vendo mi oro a cambio de un tesoroSuelo ir a menudo a Medjugorje.

Habiendo saboreado ese nuevo gusto de lavida, ¡No puedo dejar de ir de nuevo! Ycada vez hallo una perla ante mis pasos,cuando camino por esos montes y lugaresbendecidos por la presencia de Maria, ysobre todo cuando acepto aventurarme enla profundidad de mi ser para poder hallarel verdadero rostro de Dios, que me ama,me instruye y me colma de bienes.

“No os hagáis tesoros en la tierra, don-de la polilla y el orín corrompen, y dondeladrones minan y hurtan; sino haceos teso-ros en el cielo…” (Mt 6, 19), dice el Maes-tro. Una invitación a todos los hombrespara que liberen su corazón de todo apegoa bienes materiales, y así hacer sitio a losbienes celestiales. Pero para mí fue unapropuesta aun más concreta, que se hizorealidad cuando por diversos motivos mimarido se halló en dificultades económi-cas. No queriendo usar, por tanto, nuestrodinero en común para mis viajes a Medju-gorje, de vez en cuando prefiero venderalgunas de mis pequeñas joyas de oro, queen el tiempo me fueron regaladas, y asípagarme el viaje: “Por eso oré, y me fuedada la prudencia, supliqué, y descendió

sobre mí el Espíritu de la Sabiduría. Lapreferí a los cetros y a los tronos, y tuvepor nada las riquezas en comparación conella. No la igualé a la piedra mas preciosa,porque todo el oro, comparado con ella, esun poco de arena; y la plata, a su lado, seráconsiderada como barro” (Sab.7, 8-10).

Una vez más la Sagrada Escritura confir-ma lo que en mí se hizo alegría y elementoconstante en mis peregrinaciones a Medju-gorje: siento, de hecho, esta urgencia porprivarme de todo lo que enriquece mi vani-dad para así ganar esos tesoros que ningunamano de hombre puede crear. Vendo mioro, por tanto, y cada vez parto hacia allímás ligera y más dispuesta a acoger lo nue-vo que Maria tiene preparado para mí.

Debo admitir en cambio, que cuandoobservo el entorno de la Iglesia – lugar quedebiera expresar lo más sagrado de Med-jugorje – y veo la cantidad de tiendas convitrinas cargadas de oro para atraer a losperegrinos e invitarles a hacer adquisicio-nes “importantes”, me digo: “Señor mío,que miserables somos… ¡Cómo nos apro-vechamos de tu gracia en beneficio denuestro interés egoísta! Ayúdame Señormío a no juzgar, sino a dar ejemplo a quienno conoce el valor de la riqueza autenticay no acoge verdaderamente el don de tuMadre!

Tosca Fabriani

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Page 5: Eco de Medjugorje

TESTIMONIANDO

Más ligera“Más ligera, proyectada hacia un amor

más libre…”. Así es como resumo mi esta-do interior tras 20 años desde que le ofrecími “si” a la Reina de la Paz. Hace treintaaños se anunció que la Virgen se aparecía aunos jóvenes de un pueblecito de Herzego-vina. Enseguida me informé de las aparicio-nes a través de los medios de información:prensa, radio, cassettes y escuchando losmensajes y los testimonios. Y así empecé aseguirlas. Y en 1990 mi primera visita aMedjugorje, con gran parte de mi familia.

Recuerdo desde el inicio el “¡Hemeaquí!” que le ofrecí al Señor, a través deMaria, acogiendo las invitaciones de la Rei-na de la Paz; el despertar interior de algunospuntos de mi corazón que necesitaban sertocados y sanados; la profundidad de la ora-ción; la Palabra viva del Señor que habla enla vida; Sus promesas; mi abertura a unanueva floración en mi y entorno a mi…

Y en seguida también, una prueba: laacción del maligno. Cada cosa bella, cadacosa entendida como vocación siempre sebloqueaba, algo siempre se interponía enmedio. Pero ¡Llegó la Gracia del Señor!Aun en las perdidas, ¡Su gracia se hizo pre-sente! Al igual que en el Evangelio, en mivida he sido guiada hacia una pérdida nosolo de las cosas malas y pecaminosas sino

también de muchas buenas, seguramenteporque debían ser purificadas.

Maria Santísima me ha acompañado enel camino hacia Jesus, que siendo rico, sehizo pobre; El, para enriquecernos, y yopara deshacerme de todo lo que me estorba-ba y así poder seguirle. Seguir a Jesus, antetodo, para luego seguir Sus proyectos.Seguir a Jesus, y el resto me será dado porañadidura, gratuitamente y cuando menosme lo espere, de manera nueva, distinta…

Haber perdido mucho en el campo delas relaciones, de los deseos y proyectos,de las capacidades incluso fisiológicas por iravanzando en la edad – a pesar de los donesque Dios me da – me ha llevado a experi-mentar dentro de mí este estado de ligereza,de fluidez, de adaptabilidad y avidez interiorque me hace mucho mas inmune frente alenemigo… Y de modo concreto soy muchomás versátil para Dios. Percibo que cuantomás pierdo y renuncio, más libre y eficaz sehace en mi el Espíritu de Dios. Se destruyeuna parte corruptible y nace una juventudinterior.

Siguiendo a Jesus, en el Corazón Inma-culado de Maria, se me permite superarcualquier mal y entrar en una nueva dimen-sión. Fluye así con mayor libertad la fuentede Resurrección que el Señor ha puesto enmi espíritu.

Elena Ricci

El ultimo pedruscoHa pasado ya casi un año desde el último

viaje a Medjugorje y finalmente fijamos unanueva fecha para el próximo: ¡El 24 de mar-zo salimos! Diez días antes iniciamos lacuenta atrás. Cuanto más se acerca ese día,más intensas se hacen las jornadas, másestresante el trabajo y hasta la vigilia tocasudar…

Pero gracias a Dios, el momento llega.Tras los clásicos contratiempos que suelehaber en los viajes, llegamos a la meta y tesientes enseguida como en casa. Abrazos ysonrisas que te acogen: “¡Bienvenido denuevo!” y un sentimiento de paz profunda tellena el corazón.

La primera cita es junto a la Madre, en laColina de las Apariciones. Lo vivo casicomo una preparación a la subida del Krize-vac de la mañana siguiente, donde cada unodeberá afrontar su propio Gólgota… ¿Cómopodríamos comenzar sin el consuelo denuestra Mamá, tan dulce e intenso como loes siempre?

A los pies del Monte de la Cruz, el díasiguiente siento algo de ansiedad. Sé queeste Vía Crucis no es comolos demás… La mochila invi-sible que llevo sobre misespaldas está llena de “pie-dras”, de diversas formas ytamaños. Pero hay una quellama la atención: es la piedra del egoís-mo… Estoy listo para subir, Señor mío,todo lo dejaré bajo tu Cruz…

Pero, tras el primer paso, me viene a lamente la tristeza que vi en los ojos de unaseñora que había encontrado poco antes. Susobrina, de 16 años, está gravemente enfer-ma. ¿Qué hago yo entonces? Decido aban-donar dos de mis “piedras” y subir otras dospara ellas.

Se sube a la cima sin “poner marchas”,solo desgranando el rosario, único bastónpara esta subida. Dejo piedras por el camino,y cargo con otras: con otras de personas queno han podido estar aquí, que no puedensubir conmigo, pero que tendrían necesidadde hacerlo... Solo me queda mi “pedrusco”.Señor mío, ¡Estoy aquí para esto!Las estaciones del Vía Crucis van pasando

una tras otra. Ya estamos. Ya la veo: alta,imponente… Estoy feliz y cansado, estoybajo la Cruz del Redentor.

Me arrodillo y vacio poco a poco lamochila, ofreciéndole todas las piedras quetraje conmigo. Bueno,¡ Ahora me toca a mí,Señor mío!: tengo en mi mano mi últimapiedra, el “pedrusco”. Pero una vez más meinvade una imagen: dos ojos sufrientes…Un sufrimiento que conozco bien, que com-prendo. Sé también que solo tu, Señor mío,la puedes consolar. Entonces, aquí bajo lacruz, dejo también esta última piedra. Nopara mí, sino para esta persona.

Puede que no haya ofrecido mi pecado,Señor mío, pero tu me consolaste pocashoras después, regalándome esa sonrisa deesa tía; mostrándome a esa persona en lacola del confesionario con esos ojos yamenos tristes. Todo esto valió mi tercer via-je a Medjugorje. Te agradezco, Padre mío,te agradezco, Madre mía…

Giovanni Saiani

Del desprecio al estuporAsí que, amiga mía, después de ir varias

veces a Lourdes y a Fatima, has querido“probar” Medjugorje…, a pesar de la des-confianza en los sacerdotes que frecuentas.Muchas fueron las amigas que te hablaroncon entusiasmo de este lugar, e incluso sim-ples conocidos que te paraban por la calle yte explicaban sus experiencias preguntándo-te: “Pero Ud. que es tan religiosa, ¿Cómo esque nunca ha ido a Medjugorje? Aquel es unlugar distinto a los demás: piense que mimarido se ha confesado allí después de estarveinte años sin hacerlo. Ha cambiado radi-calmente, ahora no se pierde una Misa; el,que nunca asistía…” y cosas por el estilo.

Y entonces al final, partiste para allí. Teencontré a tu regreso pero cuando iba a pre-guntarte que tal fue tu experiencia tu te habí-as anticipado a hablar con resentimiento ydisgusto: quedaste escandalizada por todosesos puestos de vendedores que vendían detodo, hasta “grappa” y otros tipos de licores;escandalizada por esas imágenes de la Vir-gen grabadas sobre cualquier tipo de mer-cancía; por la confusión reinante “¡Inclusoen la Iglesia! Me habían hablado de eseambiente especial que esa oración recitadaen tantos idiomas resultaba ser muy tocan-te… pero yo me sentí trastornada, sentícomo que me ahogaba y decidí salirme”.

Al vivir esa situación, sentí una granpena: las críticas hacia Medjugorje me dolí-an en el alma, como si se dirigieran a mimadre, y trataba de decir algo pero tú seguí-as hablando.

En la plaza de la Iglesia has visto amuchos sacerdotes tomando confesión, peroincluso eso te pareció un espectáculo. Y per-maneciste allí con tu rabia interior hasta queun franciscano de larga barba te hizo señaspara que te acercaras; en ese momento pen-saste que se lo indicaba a otra persona, peroallí estabas solo tu y nadie más, y te dirigis-te a el diciéndote que no pensabas en ningúnmomento confesarte... Y mira por dónde,que el franciscano, mirándote a los ojos, tepide con bondad: “¿Qué te ocurre, hijamía?”. Te bastó con oír esto para que tu,como río desbordante, le hablaras de tu desi-lusión, de tu rabia y de no sé que mas…

“Yo desde luego no entiendo como hayapodido suceder, terminaste diciendo, perocuando por invitación del Padre entré denuevo en la Iglesia, todo lo que antes mepareció desagradable, vulgar e inaceptablese me hizo de repente maravilloso y fasci-nante. ¡No lo olvidaré nunca!”.

Y yo no olvidaré esa luz que se encendióen tus ojos, mientras pronunciabas esaspalabras. De verdad, ¡La Virgen está viva enMedjugorje!

Nilde Totti

Mensaje a Mirjana del 2 de mayo de 2011“Queridos hijos, Dios Padre me envía para mostraros el camino de la salvación, porque El,

hijos míos, desea salvaros y no condenaros. Por eso yo, como Madre, os reúno a mi alrededor, por-que con mi amor materno deseo ayudaros para que estéis libres de la suciedad del pasado y comen-céis a vivir de nuevo y de manera diferente. Os llamo a que resucitéis en mi Hijo.Mediante la con-fesión de vuestros pecados, renunciéis a todo lo que os ha distanciado de mi Hijo y que ha hechoque vuestras vidas sean vacías e infructuosas. Decid “SÍ” al Padre con vuestro corazón y poneosen camino de la salvación, a la que El os llama a través del Espíritu Santo. ¡Gracias! Rezo espe-cialmente por los pastores, para que Dios les ayude a estar a vuestro lado, de todo corazón”.

Page 6: Eco de Medjugorje

NOSOTROS, rostro del pueblo de Dios

¡Que bello es mirar los rostros de estoshermanos míos en Medjugorje mientrasoran, hablan, escuchan, se confiesan, pase-an, comen…

Procedemos de tan variados lugares delmundo. Estamos todos: obispos, enfermos,esposos, feligreses, sacerdotes, turistas, cris-tianos recién convertidos, ruidosos, jóve-nes… Es la Iglesia de Dios. En su universa-lidad. Hemos venido todos para decirle gra-cias a nuestra Madre. ¡Que bello!

Mi esposa y yo hemos transcurrido algu-nas semanas en oración, en silencio, confe-sándonos con frecuencia, escuchando laPalabra, participando en varias celebracio-nes, en la reflexión personal, en adoración aNuestro Señor Jesucristo. Personalmentedediqué gran parte de mi tiempo a tomarfotografías (pero sin cámara fotográfica)a estos hermanos míos, a este pueblo deDios. Son fotografías tomadas con los“ojos”, con las “orejas” (effatá), y con el“corazón”. Al tomarlas, no creo habermedistraído de mi verdadera presencia en Med-jugorje y espero también no haber molesta-do o distraído a los demás.

Las imprimo ahora, desordenadamen-te, sin una lógica. No quiero que su recuer-do se esfume de mi mente:

� Marido y mujer, tal vez alemanes, muyancianos, mano en la mano, bajo un soldemoledor, arrodillados, orando ante la esta-tua de Cristo Resucitado…� El rostro radiante, la voz, a menudo rotapor la emoción de celebrar la Santa Misa, deun sacerdote indio que vive en Italia desde

Mas allá del pecado, mas allá del pasado…

Desde hace ya 20 años hubiera podido ira Medjugorje, como pecador, como lo hagoahora. Amigos míos muy cercanos me pre-cedieron, creyeron y hoy día viven en Cris-to y por Cristo. Yo he esperado “pecando”;entre comillas porque cada pecado es liber-tad en Dios, así como cada virtud. Solo Diosestá capacitado para forjar, golpe tras golpe,la fuerza de las espadas que están a su servi-cio. Se trata solo de facilitarle la labor. Yono le facilité la labor, pero El ha creído enmi.

A través de su Madre y por boca de miesposa, me llegó la llamada…

Una acogida que invita al encuentroLlego a Medjugorje desde Italia con mi

familia hacia el atardecer, con el sol ya tanbajo que cubría el frente de la Parroquia deSantiago Apóstol, y también los tenderetesde souvenir, los bares, los restaurantes y lascasas casi todas en su estado rústico, sin unadeterminada finalidad arquitectónica…Descargadas ya las maletas en la casa de laComunidad que nos acoge con calor y afec-to, nos dirigimos espontáneamente hacia laParroquia. La Iglesia está muy llena. LaMisa en croata que oímos por los micrófo-nos exteriores - ya sentados algo estrechos ycon nuestros abrigos - nos da a entender queel día siguiente se festejará la Anunciación.Sin darnos cuenta, hemos llegado al pueblode la Reina de la Paz ¡El día 24 del mes, enel año del 30º aniversario!

Pero la gracia de Medjugorje no estápresente solo en lugares “sagrados”. En laesencialidad de nuestro vivir es donde expe-rimentamos el amor tangible del Señor. Lamesa del comedor de la Comunidad dondenos alojamos es, de hecho, punto de encuen-tro con los dones de Dios que nos sustentan,ofrecidos en la sencillez y en la armonía.Siento un profundo placer al servir los pla-tos de los demás comensales, al compartirvivencias, historias, anécdotas con unafamilia extensa, como antaño, al menos enmi recuerdo de los días de fiesta. La siestaque hacemos en la Casa, además, nos restau-ra más que cualquier comida: el silencio telleva derecho hacia Nuestro Señor, quemece tu corazón… me siento en dialogocontinuo con no sé Quien, pero seguro deque soy escuchado, aun sin mediar palabra.

De tu a tuEs de noche y, en la Iglesia, casi llena,

hay Adoración Eucarística. La custodia estasobre el altar y los feligreses todos recogi-dos, parece que hagan turno de oración,saliendo y entrando, en el mayor silencio yrespeto; hay quien permanece frente al altarprincipal para luego ponerse a los pies de laestatua de la Reina de la Paz, en la nave dere-cha. Mi esposa y yo permanecemos duranteuna hora en recogimiento; parte en oración yparte en adoración a la Sagrada Forma, manoen la mano. Ofrezco mi agradecimiento pormis primeros 50 años de vida y enseguidaobservo juicioso, mi vida entera. Nos pone-mos también nosotros ante la Reina. Le agra-dezco por todo ofreciéndole el Ave Mariamás profundo que mi corazón haya recitadonunca, y que agita mis huesos como cuerdasde un arpa. Una profunda sensación de per-dón a mi mismo me invade y regenera micorazón, surcando mi rostro con lágrimas dealegría y de profunda paz interior.

El viento de la Llena de graciaAl día siguiente, el Monte de las apari-

ciones atrae nuestra atención y a el nosencaminamos. Un agradable brisa, frescapero suave, empuja nuestros cuerpos ayu-dándonos a caminar, desgastando aun másesas piedras del camino ya lustradas por losque nos precedieron. Como gotas de agua,en gravedad inversa, desde la base del Mon-te los peregrinos se dispersan cada uno porsu trazado, dejando una trama de ora-ción…Un manto de Hosannas parece envol-vernos a todos, hermanos y hermanas desco-nocidos entre ellos pero reconocidos por suÚnica Madre, que a todos llama y desea.

Ante la estatua de Maria, algunas oracio-nes que repitomentalmente flu-yen junto a mi san-gre, por todo micuerpo; un gozoextremo y una vivasensación de perte-nencia colorean micorazón. Ese rostrode Madre Celes-tial, entre lasramas en flor, esmaravilloso comolo es el paisajedesde allá arriba.

Bajamos con calma, gozosos por laexperiencia vivida. La brisa ahora nos acari-cia el rostro, refrescándolo, y frena nuestrospasos. A la altura de la Cruz Azul, un hom-bre bien vestido, como si fuera a su oficina,se arrima a nosotros en la bajada y nos dice:“…cuando el viento acaricia el Monte, Yoestoy con vosotros”, y nos saluda con unasonrisa. Son palabras de la Madre…

En el abrazo misericordioso de la IglesiaLa Parroquia nos espera para la Misa

más solemne a la que jamás he asistido. Eltecho de la Iglesia parece no poder contenerla presión de la oración. No comprendo niuna palabra porque es en lengua croata, perome abandono entre los fieles arrodillados ycabizbajos. Permanezco con la frente sobremis rodillas y me siento casi transportadohasta el altar mayor, como si mi cuerpo,levantado y horizontal, pasara de mano enmano, purificándose en cada roce. Derepente percibo claramente la fuerza de laIglesia en oración que ofrece acogida, pro-tección y purificación al alma que participaen ella; el pecado que se deshace como lanieve al sol, el perdón te alcanza para indi-carte el camino impidiéndote mirar haciaatrás, al pasado. Aquí es donde renaces conmirada nueva… El aire afuera ha cambiado,se ha hecho más frio y un cielo muy nubla-do promete en breve lluvia.

El monte que lava los pecadosEl día siguiente, antes del amanecer, me

asomo fuera de casa y la lluvia me moja lasgafas. Es lluvia densa. Renuncio con disgus-to, hasta que en la tarde subo al Krizevac,sólo y lleno de deseos. La oración ritma mipaso, en voz alta; Padre Nuestro, y un paso,que estas en los cielos, y otro paso… hastallegar a esa Cruz que mira imponente haciael Cielo. La lluvia se hace ahora más densa,la cumbre es toda mía, pero poco despuéspienso que lo mejor es iniciar ya la bajada.Siento que el agua que está cayendo puedalavarme por entero, por dentro, en mi inte-rior, donde los pecados de mi pasado se hanhecho hueco. Llego al coche, empapado porla lluvia, lavado por el Espíritu Santo, con-

tento como un niño, lleno de respuestas apreguntas que no había realizado, satisfechode corazón…

Alimento de pazConcluimos el viaje saludando a Medju-

gorje y asistiendo a la Santa Misa. Sientoque un camino nuevo se abre ante mí. En lahomilía, el sacerdote no s invita a perdonar-nos a nosotros mismos, a que absolvamos anuestro corazón, porque solo así cortaremoscon nuestro pasado y nos abriremos al pre-sente y por tanto a un futuro nuevo, reconci-liados con Dios, seguros sobre el senderotrazado por Jesus, que transformó por noso-tros el sufrimiento en Amor total, a través dela Resurrección.

Me hallo ahora en completa paz conmi-go mismo y dispuesto a recibir la Eucaristía.La espero con alegría. Por fin el don tanesperado y nunca comprendido… Un tem-blor me recorre todo el cuerpo, parece comosi me ardiera la piel. Me siento como si reci-biera un abrazo corporal tan intenso quepido todavía perdón por el tiempo que perdíen Su ausencia…

Me hallo ahora recorriendo un nuevocamino, que ahora incluye renuncias signifi-cativas, todavía portadoras de sufrimiento,pero no ya de tormento, no ya de desorienta-ción. Estoy seguro que esto me permitiráobservar lo que ocurre dentro de mi alma ya encontrarme con el prójimo con mayorlibertad, para leer juntos la historia de loshombres tal como Dios la ha escrito paranosotros, según Su voluntad y para nuestrobien. Stefano Salvatore

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Page 7: Eco de Medjugorje

hace 7 años y visita Medjugorje por primeravez…� La charla escuchada de dos parejas enun restaurante que discutían sobre las dife-rencias entre Lourdes y Medjugorje, cuyaconclusión era que Lourdes era preferible yaque en su hotel preparaban los “spaghetti aldente”… � La confesión tomada por un jovensacerdote coreano a una mujer de su país:durante la confesión el sacerdote estabaarrodillado a los pies de la penitente, al finalde la confesión el sacerdote estaba de pie yla mujer arrodillada…� El corro nocturno y alegre de un cente-nar de polacos entorno a la estatua de la Vir-gen en la plaza de la Iglesia…Los ojos lucidos y alegres de muchos feli-greses…� La armonía que irradiaba un joven dellugar, que arrodillado y bajo una lluviaestremecedora, permaneció inmóvil durantela entera adoración nocturna…� El rostro radiante y la bella voz de unjoven italiano que sentado en una silla deruedas, cantaba: Jesus me ama…� La traza luminosa, en forma de cruz,vista por todos los presentes, en el cieloestrellado de Medjugorje…� El lamento de dos distinguidos y adine-rados señores, fumando en pipa, por carecerde ascensor el hotel donde se alojaban…� El rostro siempre luminoso de mi espo-sa, excepto cuando se entristecía al escucharmis impaciencias y mis puntualizaciones…� El correr apresurado y alegre de loscoreanos al dirigirse a la Iglesia…� La alegría de haber vivido con éxito elayuno de miércoles y viernes de una enterafamilia de Avellino, Italia…� La paz de mi corazón tras haberme con-fesado, bajo un árbol…� Los papelotes recogidos del suelo porun señor italiano, ante la estatua de CristoResucitado…� Los cantos a la Virgen de un simpati-quísimo gitano, improvisados por la calle,con la guitarra, de noche, con mucha genteque participaba…� El rostro disgustado de nuestra guía pornuestros retrasos y por perder el tiempo encosas inútiles…� Los muchos y ruidosos teléfonos móvi-les siempre encendidos…� Los rosarios recitados en la tranquilatarde bajo la cruz azul…� Las sonrisas y las ligeras reverencias delos coreanos cuando nos cruzábamos por lascalles del centro…� La tranquilidad de los niños del lugar…El estupor al ver como un montón de deshe-chos fueron transformados por el PadreSlavko en una pequeña área infantil, inmer-sa totalmente en la hermosa naturaleza dellugar…� Los rostros serenos de muchos jóvenesque salieron de la esclavitud de la droga…

Todo esto representó también Medju-gorje para mi. La Virgen Maria conoce bienestas fotos, y no sólo estas. Nos conoce atodos. Conoce nuestras ansias, nuestrasindecisiones, nuestras alegrías, nuestrocaminar columpiado hacia la Salvación eter-na. Nunca deja de incitarnos. Nunca deja deobrar por nuestro bien…Te presento a ti, oh Madre, a estos herma-

nos míos, a mi, a mi esposa, a mi familia ysobre todo a los mas “alejados”. Quédatesiempre junto a nosotros. Ayúdanos siem-pre… Gracias. Salvatore Sigillo

ISLAS DE UN ARCHIPIELAGO

Noticias de una peregrinación a Medjugorje

Ellas, las guías espirituales, te han pedi-do precisamente a ti, que expliques y acojasel profundo significado de esta peregrina-ción. Dicen que tu lo sabrás hacer muy bien.Pero solo si utilizas palabras distintas a lasde ellos. Porque tu, por desgracia, aun estasentre los que, (muy numerosos todavía), nohan superado ese muro que separa a los queaspiran al encuentro con Dios, de los que yalo han encontrado, abrazado y lo conservanen su corazón.

Tu, ante la hoja en blanco, sabes detodos modos que lo que si podrás es expre-sar el resumen de “tu” peregrinación. Elsentido incierto de tuvacilante búsqueda deverdadera espiritualidaden esta tierra bendita deMaria, por Ella protegi-da y animada.

No faltaron las ado-raciones intensas, losapasionados Vía Crucis(y no solo sobre losescabrosos Krizevac oPodbrdo), las vigorosashomilías de la SantaMisa, las numerosas yconcentradas oraciones,los testimonios apasio-nados, las profundas confesiones, las pala-bras siempre vivas, calientes y gozosas deVicka… Todo aquello que normalmentecrea ese ambiente del todo especial quecaracteriza a Medjugorje, tu lo has encontra-do y como de costumbre, te ha impresiona-do.

Y es también innegable que esta veztodo se ha desarrollado desde una perspecti-va del todo distinta a la habitual. No semiraba solo en vertical, hacia lo alto, haciael Cielo y su contenido; quien nos guiabapor este camino, nos empujaba verticalmen-te, lenta y decididamente, por los senderosescondidos y profundidades de nuestraalma. Allí abajo, donde Dios siempre nostoca a la puerta, pidiendo que se la abramospara que entre en nosotros. Una perspectivaque requiere esfuerzo por parte de todos, díaa día.

De todas las vivencias, cada uno habrágustado, visto y guardado una impresiónmuy personal sobre Medjugorje. Porquetodos nosotros que vivimos sobre la superfi-cie del mar de la vida, somos y permanece-mos como “islas”.

Nosotros, o por lo menos casi todos,somos pobres islas errantes y desprovistas,que llegamos de lejos. Guiamos nuestracotidiana existencia (a la que en breve vol-veremos) sobre la turbulenta superficie deeste mar en tempestad, entre olas violentas yhuracanes que nos golpean por todos loslados. Todos tenemos, quien más quienmenos, heridas, traumas y fracturas quesanar.

Islas de un archipiélago que sólo en lasprofundidades de este mar (profundidadesdistintas para cada uno), están unidas entresí por una base común que las unifica atodas. Una conexión que no se hace visiblepero a la que desde siempre aspira con avi-

dez. Una profundidad hacia la cual estamosllamados a acercarnos con amor y confian-za, a través de palabras sabias.

Tu , como los demás, escuchas con aten-ción ansiosa la voz de estas guías que ya sedejaron plasmar interiormente por el Espíri-tu Santo; personas que con los ojos de la feconsiguen ver cada cosa mas allá de cómo lapresenta su fugaz apariencia, que están ensintonía con Dios, que le hablan de tu a tu,que lo sienten en el corazón y viven gozosa-mente con El y para El.

Tu que estas (y a pesar de todo permane-ces) cerrado en ti mismo, tu que no conocestodavía la combinación del cerrojo de tucorazón, observas con envidia y estupor aquien te habla con tanta sencillez, como siello fuera lo más fácil del mundo. Y para ties como si alguien tratara de convencerte delo fácil que es cruzar una placa de vidrio,cuando llevas ya veinticinco años chocán-dote contra ella. Te parece haber ya aprendi-do, por tu cuenta, cuánto lógico y útil es

abandonarse porentero en lasmanos del Padre,con la confianzasin límite de unbebé en manosde su madre.Pero, evidente-mente, no es así.No percibes que

en el centro de tualma vive unDivino Huésped:el Espíritu Santo,con quien debie-ras restablecer

esa relación inicial que tuviste al nacer.Sabes que Dios juzgará tu espíritu, pero nisiquiera percibes donde pueda hallarse eseespíritu dentro de ti.

Tu no sabes cómo dejar a Dios que rea-lice en ti Su proyecto de amor. No sabesponerte en sintonía con El mediante la fe yla oración. Por tanto, no sabes cuál es lamisión a desarrollar que te había encomen-dado.

Probablemente hagas muchas obras ennombre de Dios, pero no realizas la obra deDios.

Tu no permites que Cristo viva en ti. Yno sabes vivir en Cristo y por Cristo. Sabesque a la unión mística con Dios se llega solomediante la sincera y libre donación de simismo a Dios en Cristo a través del Cora-zón Inmaculado de Maria…y a tu oído, estosuena como fórmula de difícil interpreta-ción.

Obviamente, sabiendo que naciste libre,te aterroriza el peso de la responsabilidad,de las consecuencias de tus acciones porquenunca sabes hasta que punto sean las apro-piadas… ¡Y así con todo! ¡Cuántas las cosasque no sabes!

Pero sigues intentándolo; dices - consinceridad - a Dios: “Mírame, heme aquí,aquí estoy. Me desnudo de todo pensamien-to mío, de toda aspiración mía, de tododeseo mío… Te lo ofrezco todo: mi corazónlimitado, mi alma seca, mi espíritu esquivo,mi pensamiento insano, mi viejo cuerpodeteriorado (cosas que en realidad ya sontuyas). Te ofrezco todo lo que resta de mivida, para los demás. Espero que todo estotenga aún cierto valor… Tu haz de ellosegún tu voluntad. Pero, te ruego, Oh Señormío, que me hables. Y que yo pueda escu-charte.”

Alberto Ripamonti

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Page 8: Eco de Medjugorje

La danzaque no tiene limite

Querida mamá,

Se que puede parecer absurdo, pero teescribo porque, hablando, me ha parecidoimposible describir la enorme alegría que hesentido cuando, gracias a tu ayuda, subí alescenario para asistir por primera vez a unaclase de danza.

La felicidad que sentía era enorme, no yapor el hecho de bailar luego en público, sinopor haberme hecho entrar en un mundo queno tiene fronteras ni limites. En esta tierramágica, la silla de ruedas, que representamis limitaciones físicas, es punto de partidapara crear una danza. No puedes imaginartela tristeza y el dolor que sentía al ver a miscompañeras ir a clase de danza. Cada vezque las oía hablar de este tema, me entriste-cía más que un árbol desnudo en invierno ypensaba: “Pero ¿Porque ellas pueden permi-tírselo y yo no? ¿Será solo una simple sillade ruedas lo que me impide acceder almágico mundo de la danza?”.

Hasta que un día, en mi vida, se abrióotra puerta. Mi silla “había desaparecido”, yyo era libre de expresarme y de compartirmis sentimientos con las demás chicas quebailaban junto a mi.

A mi entender, lo que te hace ser unamamá de verdad única es también esto: tuhas satisfecho mi deseo mas grande, pormuy insólito que sea.Deseo concluir recordándote algunas cosas.

Ante todo, quiero recordarte que para midanzar significa expresarme, compartir missentimientos con los demás y , para llegar aello, no sirve ciertamente la capacidad decorrer de puntillas, sino que basta con dese-arlo. Y por último, deseo recordartealgo…Cien madres aman a sus hijos, pero¿Qué significa realmente amar a sus hijos?Significa satisfacer su deseo más grande y tuhas transformado en realidad lo que parecía,para mí, un sueño inalcanzable: danzar.

¡Con gran afecto!Tu Miry

(Miryam es una niña que sufre desde su naci-miento un grave problema físico, la espina bífi-da, por lo que está obligada a vivir en silla deruedas).

Con mi hija

Estoy ante este folio blanco desde haceya bastantes minutos. Blanco, sigue en blan-co. El cursor del ordenador parpadea, comosi tuviera prisa por escribir algo. Nada. Omejor: todo. Todo lo que llevo en mi cora-zón presiona para salir a flote, para salir fue-ra. Invoco al Espíritu Santo, que . comosiempre, me guía para salir del atasco. ¡Ayde mi si no te tuviera, Señor! Cada instantede la jornada, en el coche, en el trabajo, encasa, siempre estas conmigo, nunca medejas sola… No me siento abandonada nisiquiera ahora que Maria esta ya en los bra-zos de la Madre.

Maria, una hija tan deseada, pero quenunca vino al mundo. ¡Que alegría taninmensa cuando supe que estaba embaraza-da! No esperé ni siquiera que mi maridoregresara de un viaje de trabajo para decírse-lo. “¡Eres papá!” le susurro entre palabra ypalabra. El entusiasmo me lleva a compartiresta noticia con familiares y amigos. El vin-culo con Maria es inmediato: la siento, notanto en lo físico como en lo espiritual…

Maria vivió en mi seno durante algo masde un mes. La alegría le hace espacio alsufrimiento, retrocede pero no desaparece,¡Porque yo soy mamá! Mamá de una niñaque no podré tener entre mis brazos aquí enla tierra, pero oro para que pueda tenerla enla eternidad.

El vinculo, la comunión que nos une nose rompe con la muerte. El amor superacualquier barrera, incluso las físicas. Estoyagradecida al Señor por haberme encomen-dado a una creatura suya. Me cuidaré de ellacon mi oración, con la certeza de que Mariahará lo mismo.

¿El sufrimiento? Lo hay, ¡Vaya si lohay! Todos los días se la ofrezco al Señor.La cruz no me aplasta, me salva. Cuandointenta derrotarme bajo su peso y caigo,pienso en Jesucristo: ¡Cuánto sufre pornuestra culpa! ¡Seguimos hiriéndole y a lavez pretendemos que atienda nuestras peti-ciones! A pesar de ello, Jesus nos ama, y sile buscamos, El está ahí. Entonces es cuan-do cojo Su mano y me levanto de nuevo,pensando que es una gracia estar por untiempo en la cruz haciéndoLe compañía.

Elena Casucci

¡Con Dios se vence a la muerte!El pasado 11 de enero, salía de un supermercado con mi esposa, mi hija Giulia, de 5

años y el pequeño Lorenzo. Mientras mi esposa devolvía el carrito, Giulia trata de cru-zar la calle dando dos pasitos fuera ya de la acera; pero en ese instante ¡Pasa a toda velo-cidad un automóvil arrollando a la niña!

Desde ese instante todo se hizo oscuridad. Tres días de doloroso calvario, mas tardesu cuerpecito martirizado, se rinde. Es viernes, 14 de enero.

El conocimiento de la vida eterna en la que Giulia ha entrado no calma nuestrodolor, no llena el vacío que sentimos en nuestro corazón, ¡La oscuridad no se aclara!

Pero poco a poco se va abriendo un camino, y al final del mismo se vislumbra una luz:¡Medjugorje! Nunca habíamos estado allí pero cada vez sentimos mas la necesidad deencontrarnos con Maria allí donde Ella ama ser visitada. Así que, tras nuestro 30º ani-versario, decidimos peregrinar a Medjugorje esperando recibir de la “Reina de la Paz”esa paz que habíamos perdido. Pues bien, ya el primer día, fotografiando el Krizevac conla cámara digital y descargando luego las fotos en el ordenador, ¡Vemos a Giulia comoen la foto-recuerdo que distribuimos de nuestro 30º aniversario y tomada unosmeses antes!

Añado una nota alegre: al regreso de Medjugorje, tras varios intentos de darle una her-manita a Giulia, algo que nos venía pidiendo desde hacia un año… ¡Mi esposa descu-brió que estaba encinta! Bueno,… no dejaré de orar y de agradecer a Jesus, a Maria y aGiulia por esta gracia… ¡Ahora se que existen de verdad! Francesco Venuti

Los lectores escribenE.F. O’Sullivan, desde Tea Tree Gully,

Australia: “¡Gracias por el Eco! Leer todolo que la Virgen continua diciéndonos esbueno para el corazón... En este mundo tanlleno de gratificaciones materiales e indivi-dualistas, todos los valores comunes se hanperdido… Dios os bendiga. Continuad convuestra bella labor, ¡Os necesitamos!”.

Paula Kuemper, desde Terrace, Cana-dá: “Soy feliz de seguir recibiendo el Eco deMaria que regularmente recibo por correo.Lo leo rápido en cuanto lo recibo, me gustaver lo nuevo que ocurre en Medjugorje.Muchas gracias y os envío un pequeñodonativo para que continuéis vuestra labor”.

Myriam Dupont, desde La Verziere,Francia: “Vuestro periódico, que me envíauna amiga ¡Es tan bonito! Trae consuelo enla soledad y en las dificultades que encontra-mos a diario. Con la oración, la confianzaplena y escuchando la inspiración del Espí-ritu Santo, Maria está con vosotros y contodos nosotros también. En la esperanza yen la acción de gracias, os expreso toda miamistad”.

El Eco de María vive sólo de donativos que pueden hacerse

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Villanova M., 15 de mayo 2011Resp. Ing. Lanzani - Tip. DIPRO (Roncade TV)

Un secreto de santidadSi cada día, durante cinco minutos,

sabéis hacer callar a vuestra imaginación,cerrar los ojos a las cosas sensibles y losoídos a las cosas de la tierra para entrar den-tro de vosotros mismos, y allí, en el santua-rio de vuestra alma bautizada, que es elTemplo del Espíritu Santo, hablad a esedivino Espíritu diciéndole:

¡Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma!Yo te adoro, ilumíname, guíame, consuéla-me, fortifycame, dime qué debo hacer, dametus órdenes. Te prometo someterme a todolo que quieras de mi y aceptar todo lo quepermitas que me suceda; solamente te pidoconocer tu voluntad.

Si hacéis esto, vuestra vida se deslizaráserena y llena de consuelo, aún en medio delas penas, porque la gracia sera proporciona-da a la prueba dándoos fuerza para soportar-la, y llegaréis a las puertas del paraíso carga-dos de méritos. Esta sumisión al EspírituSanto es el secreto de la Santidad.

Cardenal Mercier

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