Ecologia y sostenibilidad

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GRADO DÉCIMO GRUPO UNO. 1. Los ecosistemas naturales. Componentes y funcionamiento. El ecosistema natural incluye como elementos el medio físico-químico abiótico (el biotopo o escenario físico de la vida) y el conjunto biótico (la comunidad de organismos: plantas, animales y microorganismos). Podríamos definir el ecosistema natural como un sistema funcional de relaciones entre los seres vivos y su medio abiótico, que implica una corriente de energía y unos ciclos de la materia que atraviesan una cadena trófica (o de alimentación). Se pueden delimitar y clasificar distintos ecosistemas en función de las combinaciones peculiares de sus componentes bióticos y abióticos. E. J. Kormondy, por ejemplo, distingue diez principales ecosistemas terrestres siguiendo la latitud del planeta: tundra, taiga y bosques septentrionales de coníferas, bosque templado caducifolio y húmedo, bosque tropical caducifolio, bosque tropical de matorral, praderas tropicales o sabanas. Pero, cualquiera que sea la clasificación que se haga, es importante resaltar que todos están interrelacionados e integrados en el ecosistema global de la biosfera (zona terrestre donde existe vida, compuesta por atmósfera, hidrosfera y litosfera) y que todos están siendo alterados por la acción del hombre La interacción medio abiótico-biótico es la esencia de la dinámica de los ecosistemas. Esta dinámica consiste en que los ecosistemas degradan energía y materiales para mantenerse en vida y sólo funcionan sustentados en fuentes externas de energía. La clave de la sostenibilidad del ecosistema de la biosfera está en que tal degradación se articula sobre la energía que diariamente recibe del sol, una energía renovable y no contaminante. La energía solar es un factor determinante en la cadena trófica o alimentaria de los seres vivos del ecosistema natural, puesto que es la fuente de energía que permite la vida de los productores primarios de la cadena trófica: las plantas y algunas bacterias. Mediante la fotosíntesis, la energía procedente del sol permite a las plantas con clorofila y algunas bacterias asimilar el dióxido de carbono a partir de compuestos inorgánicos. Esta energía se sintetiza en moléculas que cubren las necesidades nutritivas de estas bacterias y plantas. Por lo tanto, las plantas son capaces de fabricar sustancias orgánicas, con sustancias inorgánicas sencillas como el agua, el dióxido de carbono, el oxígeno, las sales minerales y la energía solar. A estos seres vivos capaces de sintetizar en forma orgánica un elemento mineral se les denomina autótrofos y son la base de la cadena trófica de los ecosistemas. Existen otros organismos que en lugar de fabricar su propio alimento orgánico, utilizan como tal a otros seres vivos. Son los productores secundarios o consumidores. Éstos se denominan heterótrofos, distinguiéndose varios tipos: los consumidores primarios o herbívoros (que se alimentan de vegetales y/o plantas), los consumidores secundarios o carnívoros (que se alimentan de otros animales, normalmente herbívoros), los terciarios u omnívoros (que se alimentan tanto de vegetales como de otros animales). En el último lugar de la cadena trófica se encuentran los organismos descomponedores o reductores: bacterias y hongos, que en su proceso de alimentación convierten la materia orgánica en inorgánica, poniéndola de nuevo a disposición de los productores primario, y cerrando así el ciclo. Se trata, pues, de una cadena de alimentación, que ha de atenerse a la regla básica de que cada nivel trófico debe invertir menos energía en la actividad de alimentare que el beneficio energético que obtiene de la alimentación. Cada especie tiene características ecológicas únicas y la suma de estas características se denomina nicho ecológico del organismo. Cada especie desempeña un oficio dentro de la organización del ecosistema y ocupa un lugar en la cadena trófica, si bien es común que varias especies puedan alimentarse de modo similar y ser víctimas de unos mismos depredadores, en cuyo caso se dice que pertenecen al mismo nicho ecológico. No obstante, cuando entre dos especies o más ocupan un mismo nicho ecológico puede establecerse competencia, resultando que la más eficaz en la obtención del alimento tenga ventaja sobre las otras. La especie más eficaz y con mayores ventajas acaba imponiendo su presencia, por lo cual el número de especies que ocupan un mismo nicho ecológico tiende a disminuir. La masa de organismos que conforman los distintos niveles tróficos del ecosistema (productores primarios; consumidores primarios, secundarios y terciarios; y descomponedores) es lo que se denomina biomasa. Los ecosistemas se hallan en equilibrio a través de mecanismos de regulación, donde la producción de biomasa de un determinado nivel ha de ser la energía máxima realmente disponible para el consumo del nivel superior. Si representamos la producción de biomasa de los distintos niveles tróficos resultaría una pirámide de producción con la base mucho más ancha que el escalón superior. Los ecosistemas se hallan en equilibrio a través de diversos mecanismos de regulación. Para que la cadena trófica no sufra alteraciones importantes, la población correspondiente a cada especie suele mantenerse relativamente constante y lo hace a través de unos mecanismos de control, siendo el más importante el sistema presa-depredador. Esta relación presa-depredador es un buen ejemplo de estabilización y suele denominarse relación de feed-back negativo. El grado de organización de un ecosistema puede medirse por la diversidad de especies. Cuanto más organizado está un sistema, más estable y predecible resulta su comportamiento. La contribución de cada especie a la estabilidad total es directamente proporcional a la biomasa de dicha especie, e inversamente proporcional a su tasa de mortalidad. Los ecosistemas más maduros pueden considerarse como más eficientes, en tanto que minimizan la dispersión de energía. Los ecosistemas más maduros (más eficientes, diversos y estabilizados) generalmente explotan a los menos maduros

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GRADO DÉCIMO GRUPO UNO.

1. Los ecosistemas naturales.

Componentes y funcionamiento.

El ecosistema natural incluye como elementos el medio físico-químico abiótico (el biotopo o escenario físico de la vida) y el conjunto biótico (la comunidad de organismos: plantas, animales y microorganismos). Podríamos definir el ecosistema natural como un sistema funcional de relaciones entre los seres vivos y su medio abiótico, que implica una corriente de energía y unos ciclos de la materia que atraviesan una cadena trófica (o de

alimentación). Se pueden delimitar y clasificar distintos ecosistemas en función de las combinaciones peculiares de sus componentes bióticos y abióticos. E. J. Kormondy, por ejemplo, distingue diez principales ecosistemas terrestres siguiendo la latitud del planeta: tundra, taiga y bosques septentrionales de coníferas, bosque templado caducifolio y húmedo, bosque tropical caducifolio, bosque tropical de matorral, praderas tropicales o sabanas. Pero, cualquiera que sea la clasificación que se haga, es importante resaltar que todos están interrelacionados e integrados en el ecosistema global de la biosfera (zona terrestre donde existe vida, compuesta por atmósfera, hidrosfera y litosfera) y que todos están siendo alterados por la acción del hombre La interacción medio abiótico-biótico es la esencia de la dinámica de los ecosistemas. Esta dinámica consiste

en que los ecosistemas degradan energía y materiales para mantenerse en vida y sólo funcionan sustentados en fuentes externas de energía. La clave de la sostenibilidad del ecosistema de la biosfera está en que tal degradación se articula sobre la energía que diariamente recibe del sol, una energía renovable y no contaminante. La energía solar es un factor determinante en la cadena trófica o alimentaria de los seres vivos del ecosistema natural, puesto que es la fuente de energía que permite la vida de los productores primarios de la cadena trófica:

las plantas y algunas bacterias. Mediante la fotosíntesis, la energía procedente del sol permite a las plantas con clorofila y algunas bacterias asimilar el dióxido de carbono a partir de compuestos inorgánicos. Esta energía se sintetiza en moléculas que cubren las necesidades nutritivas de estas bacterias y plantas. Por lo tanto, las plantas son capaces de fabricar sustancias orgánicas, con sustancias inorgánicas sencillas como el agua, el dióxido de carbono, el oxígeno, las sales minerales y la energía solar. A estos seres vivos capaces de sintetizar en forma orgánica un elemento mineral se les denomina autótrofos y son la base de la cadena trófica de los ecosistemas.

Existen otros organismos que en lugar de fabricar su propio alimento orgánico, utilizan como tal a otros seres vivos. Son los productores secundarios o consumidores. Éstos se denominan heterótrofos, distinguiéndose varios

tipos: los consumidores primarios o herbívoros (que se alimentan de vegetales y/o plantas), los consumidores secundarios o carnívoros (que se alimentan de otros animales, normalmente herbívoros), los terciarios u omnívoros (que se alimentan tanto de vegetales como de otros animales). En el último lugar de la cadena trófica se encuentran los organismos descomponedores o reductores: bacterias y hongos, que en su proceso de alimentación

convierten la materia orgánica en inorgánica, poniéndola de nuevo a disposición de los productores primario, y cerrando así el ciclo. Se trata, pues, de una cadena de alimentación, que ha de atenerse a la regla básica de que cada nivel trófico debe invertir menos energía en la actividad de alimentare que el beneficio energético que obtiene de la alimentación. Cada especie tiene características ecológicas únicas y la suma de estas características se denomina nicho ecológico del organismo. Cada especie desempeña un oficio dentro de la organización del ecosistema y ocupa un

lugar en la cadena trófica, si bien es común que varias especies puedan alimentarse de modo similar y ser víctimas de unos mismos depredadores, en cuyo caso se dice que pertenecen al mismo nicho ecológico. No obstante, cuando entre dos especies o más ocupan un mismo nicho ecológico puede establecerse competencia, resultando que la más eficaz en la obtención del alimento tenga ventaja sobre las otras. La especie más eficaz y con mayores ventajas acaba imponiendo su presencia, por lo cual el número de especies que ocupan un mismo nicho ecológico tiende a disminuir. La masa de organismos que conforman los distintos niveles tróficos del ecosistema (productores primarios; consumidores primarios, secundarios y terciarios; y descomponedores) es lo que se denomina biomasa. Los ecosistemas se hallan en equilibrio a través de mecanismos de regulación, donde la producción de biomasa

de un determinado nivel ha de ser la energía máxima realmente disponible para el consumo del nivel superior. Si representamos la producción de biomasa de los distintos niveles tróficos resultaría una pirámide de producción con la base mucho más ancha que el escalón superior. Los ecosistemas se hallan en equilibrio a través de diversos mecanismos de regulación. Para que la cadena trófica no sufra alteraciones importantes, la población correspondiente a cada especie suele mantenerse relativamente constante y lo hace a través de unos mecanismos de control, siendo el más importante el sistema presa-depredador. Esta relación presa-depredador es un buen ejemplo de estabilización y suele denominarse relación de feed-back negativo. El grado de organización de un ecosistema puede medirse por la diversidad de especies. Cuanto más organizado está un sistema, más estable y predecible resulta su comportamiento. La contribución de cada especie a la estabilidad total es directamente proporcional a la biomasa de dicha especie, e inversamente proporcional a su tasa de mortalidad. Los ecosistemas más maduros pueden considerarse como más eficientes, en tanto que minimizan la dispersión de energía. Los ecosistemas más maduros (más eficientes, diversos y estabilizados) generalmente explotan a los menos maduros

Los flujos de la materia y la energía. En la interacción del medio abiótico y el biótico de los ecosistemas se dan dos procesos que constituyen la esencia de la dinámica de los ecosistemas: la circulación de energía y de materia. El primero es lineal, no cíclico, ya que en cada nivel de la cadena trófica se produce una pérdida de energía que no puede volver a ser utilizada; el segundo es cíclico, los nutrientes se mantienen y son reutilizados. En efecto, respecto al flujo de materia, los nutrientes no se pierden en la cadena trófica, ya que cuando el protoplasma, que es el que los contiene, sufre la acción de los descomponedores, son liberados al medio permitiéndose así su reutilización por los autótrofos. A pesar de todo, en el ciclo de circulación de la materia pueden producirse pérdidas porque un elemento químico quede fuera del alcance de los organismos. Además, los ciclos del flujo de los componentes de la materia no se desarrollan con velocidad uniforme, de manera que algunos de ellos requieren periodos más prolongados que otros. En cuanto al flujo de energía, los ecosistemas se ajustan a la segunda ley de la termodinámica: los seres vivos y los ecosistemas necesitan degradar energía para mantenerse en vida y, por consiguiente, solo pueden funcionar en términos de sistemas abiertos, es decir, sustentados en fuentes externas de energía. Por ello, como ya se ha comentado, la clave de la sostenibilidad del ecosistema de la biosfera está en que tal degradación se articule sobre la energía que diariamente recibe del sol y que en cualquier caso se iba a degradar.

Flujo de energía y materia a través del ecosistema.

La primera ley de la termodinámica indica que la energía no puede ser creada ni destruida. La segunda ley

señala que la energía se degrada continuamente desde una forma disponible o aprovechable a una que no lo es. Esto último es lo que se denomina Ley de la Entropía: índice relativo de la energía no disponible en un sistema aislado, que aumenta constantemente. En los seres vivos esta energía se degrada en forma de calor.

La termodinámica tiene tres principios fundamentales. El primero o ley de la conservación de la energía, dice que en un sistema cerrado la energía total es constante. El segundo principio es la ley de la entropía: en un sistema cerrado la entropía (suma de energía que no se puede aprovechar) es creciente. La cantidad de energía existente en un sistema cerrado permanece constante, pero su calidad se degrada de una etapa a otra, es decir, se degrada en los procesos de transformación de la energía. Por ejemplo, la entropía es cada vez mayor en el sistema cerrado de nuestra economía, que se sirve de soportes de energía fósil. Al comienzo, los depósitos de materiales y energías concentrados eran fácilmente accesibles, por lo que podríamos hablar de “entropía negativa“, es decir, la energía libre obtenida era mayor que la energía no recuperable que se perdía en el proceso de extracción. Actualmente estos depósitos de energías y materiales ya no son tan accesibles y se requiere un gran consumo de energía, recursos financieros y técnicos para explotar tales recursos naturales. Nos acercamos al momento en el cuál extraer una tonelada de petróleo requiera el mismo gasto de energía que proporciona esa tonelada. Puesto que los organismos necesitan degradar energía para vivir, el modo de impedir que ello repercuta en un deterioro entrópico de la tierra consiste en apoyar esa degradación en el único flujo de energía renovable que se recibe del exterior: la del sol, manteniendo un reciclaje completo de los materiales utilizados. El hecho de que la tierra sea un sistema abierto de energía pero cerrado de materiales hace del manejo de éstos últimos el principal problema de una gestión sustentable.

GRADO DÉCIMO GRUPO DOS 2. SOCIEDAD Y ECOSISTEMA NATURAL.

Desde un punto de vista ecológico, el aspecto más importante de la evolución histórica del hombre es la expansión de su nicho ecológico, debido al aumento de la población, al incremento de la capacidad para obtener

energía y recursos del medio ambiente y a la elaboración de normas de organización de las actividades requeridas por la comunidad. Pero la expansión del nicho de nuestra especie está acarreando efectos muy negativos en el ecosistema. Antiguamente los asentamientos humanos cumplían la característica fundamental para ser considerados sostenibles: dependían del territorio en el que se encontraban. Ya fuera su hábitat de tipo disperso o concentrado, obtenían tanto los materiales como los alimentos del entorno local donde se encuadraban. La revolución industrial modifica el modo de abastecerse de los asentamientos, aumentando los movimientos de recursos y residuos. Los procesos industriales, extractivos y agrícolas implican un transporte horizontal de recursos y residuos, que se alejan cada vez más del lugar de origen. Comienza así el desequilibrio de los ecosistemas.

Las sociedades humanas empiezan a depender de recursos procedentes de ecosistemas alejados del territorio que ocupan y a generar residuos por encima de la capacidad de absorción del ecosistema local y que son transportados a otros ecosistemas, rompiendo así su equilibrio. Para comprender los problemas ambientales actuales que tienen su origen en el funcionamiento de las sociedades humanas debemos conocer las exigencias en recursos, el modo de abastecimiento, el tamaño de los asentamientos humanos y poner todo ello en relación con las posibilidades que brinda el territorio local y global de referencia. Los sistemas extractivos, industriales y agrarios son la referencia para conocer la relación de las sociedades humanas con el ecosistema.

Así pues, una de las complejidades de la sociedad actual está basada en el control del flujo de materiales y energía, controlando y sometiendo a otros espacios más alejados, denominados periferia del sistema. Este sometimiento es habitual en los ecosistemas naturales, donde se establecen territorios por especies y dentro de éstas por individuos o manadas dominantes. Pero esto se acentúa en el hombre, quien además es consciente de esta dominación de unos sistemas sobre otros. La acción del hombre ha modificado gravemente muchos ecosistemas generando en definitiva, ecosistemas

explotados (una mina), ecosistemas receptores (la ciudad) o ecosistemas sometidos a tensión (lagos y ríos contaminados). La existencia de estos diversos tipos de ecosistemas está relacionada con la modalidad del transporte horizontal de materiales y, por tanto, con la intensidad de los flujos de energía externa que hacen posible este transporte (agua, vientos, combustibles fósiles…) Los ecosistemas sociales. El ecosistema social está compuesto por cuatro variables que interaccionan entre sí: la organización social, la tecnología, la población y el medio ambiente. Algunos autores dan más importancia al eje organización-

población a la hora de explicar la evolución de los ecosistemas, otros dan más importancia al eje tecnología-medio ambiente. Sin embargo, en el análisis de la interacción de los cuatro elementos, cada uno de ellos puede ser considerado como variable dependiente, de manera que cualquier cambio en uno de ellos tendrá sus efectos en los otros. A finales de los años 50, Otis D. Duncan plantea un modelo de ecosistema social, aplicando la Teoría General de Sistemas al campo de la Ecología Humana. Lo más importante es el énfasis puesto en las interrelaciones entre los cuatro componentes: La población tiene que sobrevivir adaptándose dentro de un

medio ambiente determinado y en esta interacción la población adopta una determinada organización social y construye una tecnología, actuando éstas últimas como mecanismo de adaptación. En la interacción población-medio, la causalidad es bidireccional y los efectos son mutuos. No solo actúa el

medio sobre la población obligándola a producir mecanismos de adaptación, también el hombre incide sobre el medio, modificándolo en distintos sentidos y, en consecuencia, el ajuste de la población al medio es un proceso continuo y dinámico, no un equilibrio estático. Por otro lado, de esta interacción surge la cultura, en su doble manifestación, no material u organización y material o tecnológica. Para Duncan, las relaciones entre población y medio se encuentran en el primer orden, estando en segundo plano las derivadas de organización y tecnología. Sin embargo, estas últimas diferencian las sociedades humanas del resto de los ecosistemas naturales.

Dentro de cada una de las variables se pueden producir una serie de cambios que pueden modificar el

ecosistema social. En ese sentido se puede producir una expansión del ecosistema social a través del aumento

de la población, del incremento de la capacidad para obtener energía y recursos del medio ambiente o de la elaboración de normas de organización de las actividades requeridas por la comunidad. Si pensamos en el ecosistema social global, respecto a la tecnología, se han producido una serie de cambios

muy recientes que han supuesto una revolución en los tres sectores de la economía: la revolución verde en el sector primario o la era informacional en el sector terciario que permite, a su vez una división mundial del trabajo a

través de la fabrica difusa o del descentramiento productivo. Estos cambios en la tecnología influyen en las demás variables del ecosistema, aunque también hay que decir que dichos cambios han sido favorecidos por una organización social determinada, por unos recursos disponibles y por una población que ha requerido estos cambios. Respecto a la población, a nivel global se observan una serie de desigualdades demográficas Norte-Sur. Estas

desigualdades se traducen en flujos migratorios internacionales del Sur al Norte, o dentro del Sur de zonas rurales a zonas urbanas. También en este caso la evolución de la población se puede considerar como una consecuencia de la evolución de las otras tres variables o como una variable que influye en todas las demás. La organización social a nivel global se puede dividir en control financiero (con organizaciones como el FMI o el

Banco Mundial), en control político-militar (ONU, OTAN) y el control informacional en poder de los centros tecnológicos de los países más desarrollados (Silicon Valley).

ESQUEMA DEL ECOSISTEMA SOCIAL

GRADO DECIMO GRUPO TRES

3. El ecosistema urbano.

Componentes.

Las ciudades constituyen ecosistemas peculiares donde predomina la especie humana, y en los cuales se

produce una gran concentración de población y de actividades y productos. Tienen gran dependencia del exterior

porque en ellas no suele haber producción primaria, el consumo de energía es muy superior a la disponibilidad local

de energías y la producción de desechos y de contaminación es muy elevada y debe ser expulsada fuera del entorno

urbano. Como señala E.P Odum, la ciudad es un sistema heterótrofo incompleto, que tiene una gran incidencia

sobre los ecosistemas de los que se nutre y a los que destina sus residuos. Este impacto se denomina huella

ecológica de la ciudad.

Como señala E.P Odum, la ciudad es un sistema heterótrofo (se alimenta de otros) incompleto, que tiene una

gran incidencia sobre los ecosistemas de los que se nutre y a los que destina sus residuos. Este impacto se denomina

huella ecológica de la ciudad.

Como en todo ecosistema, en las ciudades se puede distinguir su parte abiótica y su parte biótica, y unos flujos de

energía y materiales. Los flujos de entrada pueden ser de tipo natural o artificial. Entre los primeros se encuentra la

radiación solar, el oxígeno y el agua. Los alimentos también son extraídos de fuera de la ciudad, pero no porque la

producción local de alimentos sea incompatible con las ciudades, sino porque el proceso de urbanización de las

sociedades industriales ha hecho desaparecer los cultivos urbanos, salvo en algunas ciudades de países en vías de

desarrollo. Otras materias primas y algunos productos transformados también son importadas de fuera de la ciudad,

para hacer productos manufacturados.

En cuanto a los flujos de salida, algunos se producen de manera natural, sin intervención expresa humana. Por

ejemplo, la ciudad emite dióxido y monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y de azufre y otros gases contaminantes

y partículas en suspensión. También emite ozono y vapor de agua, y refleja parte de la radiación solar recibida. Los

demás flujos de salida requieren trabajo humano. Son de dos grandes tipos, los productos manufacturados y los

residuos. Estos últimos, a diferencia de los ecosistema naturales, no tienen un flujo circular, sino lineal. Pasan a ser

elementos no digeridos, no son recursos utilizables por el ecosistema, sino materiales perturbadores de los

ecosistemas vivos. Dado que las ciudades constituyen la forma dominante se asentamiento humano y que nos

encaminamos hacia un proceso de urbanización espectacular a nivel mundial, es preciso conocer cuál es la

configuración y el metabolismos de los ecosistemas urbanos, pues de la sostenibilidad o insostenibilidad de los

mismos dependerá la sostenibilidad global del planeta

Anatomía o configuración de los sistemas urbanos. Las ciudades crecen demográficamente debido al crecimiento

interno o vegetativo y a los movimientos migratorios hacia la ciudad. Estos últimos están asociados a aspectos económicos, de producción industrial y prestación de servicios que atraen población a las ciudades. Podría hablarse de un doble fenómeno migratorio urbano: migración centrípeta del campo a la ciudad y migración centrífuga de los residentes de la ciudad hacia un área urbana metropolitana extensa. Sin embargo en la evolución reciente de las ciudades se crece más en extensión que en población, produciéndose una expansión urbana hacia la corona metropolitana. El incremento de población y la expansión urbana hacia las coronas metropolitanas, conlleva un aumento considerable de las infraestructuras urbanas y vías de comunicación. La creciente demanda de suelo para

infraestructura viaria, para espacio dedicado a servicios y para redes de abastecimiento y vertido, acentúan la ocupación de suelo por habitante. En este proceso se van ocupando los suelos de mayor interés ecológico y agronómico. Tanto los asentamientos humanos como la proliferación de industrias causan la destrucción de suelo

agrícola o forestal, produciendo así un desorden de los ecosistemas.

Por tanto, se puede decir que los ecosistemas urbanos crecen a un ritmo rápido y que cualitativamente se trata de ecosistemas que se empobrecen paulatinamente. Aumenta el área natural de sustentación de las conurbaciones,

necesitando mayores cantidades de energía y materiales y, en consecuencia, incrementándose la huella ecológica con el paso del tiempo.

El proceso de urbanización no es uniforme, no hay un modelo de crecimiento único. Lo que se produce son

crecientes concentraciones económicas, sociales y espaciales de los medios de producción y del terciario avanzado, dando lugar a diversas y complejas áreas metropolitanas en un sistema de interdependencia asimétrica de los centros de poder que se plasma en diferentes formas urbanas.

En definitiva, el dominio actual de las ciudades convierte los planteamientos de sostenibilidad en difusos, sobre todo teniendo en cuenta la tendencia a aumentar la complejidad del conjunto de la ciudad a partir del consumo ingente de recursos naturales y energía. “Las ciudades actuales tienen como prioridad posicionarse mejor que el resto de las ciudades en la explotación de los sistemas, ya sean locales o globales”. Los nuevos espacios urbanos deberían caracterizarse por una mayor lentitud en su crecimiento para permitir

renovar y consolidar las estructuras existentes, aumentando la complejidad y la diversidad de la urbe. Un uso más adecuado del suelo, de la energía y del consumo de recursos genera estabilidad y aumenta las oportunidades. El modelo de planificación del territorio debería priorizar una estructura y un nivel de explotación sostenible de los sistemas no urbanos (rural y natural), así como una ciudad compacta y diversa.

En los ecosistemas urbanos existe una creciente exigencia de recursos y una creciente emisión de residuos.

Los recursos naturales se obtienen de lugares de consumo cada vez más alejados a través de un manejo eficaz de redes de transporte horizontal de energía, materiales, personas e información. Por otro lado, los residuos urbanos son depositados fuera del ecosistema urbano, contaminándose así los ecosistemas naturales a los que se destinan.

Las ciudades son ecosistemas abiertos a escala local que utilizan recursos provenientes de fuera del sistema local

y expulsan fuera los residuos. Contaminan el exterior tratando de preservar las condiciones de habitabilidad y calidad

de vida del ecosistema urbano. Sin embargo, a escala global forman parte de un sistema cerrado. En definitiva, se

rigen por una estructura económica y social que sólo se preocupa de la biomasa de la ciudad, que comprende los

seres humanos, los animales domésticos, jardines, parques, huertos, etc. y se olvida del resto de seres vivos y

espacios naturales.

El sistema económico vigente, además, se basa en la construcción de ciudades difusas, con espacios separados

funcionalmente (centros de ocio, universidad, industria, espacios residenciales...) y segregados socialmente. Este

modelo requiere la construcción de una densa red de carreteras y vías de transporte privado para unir tales espacios,

con lo cual se multiplica el consumo de suelo, energía y materiales.

Todos estos problemas no son ajenos a la mayoría de la población, sin embargo, en la ciudadanía se produce un

efecto de adaptación y acomodación al nuevo ambiente, sin producirse un enfrentamiento a los problemas. Esto último

sólo ocurre cuando existe la sensación de un auténtico peligro. Como en el caso del medio ambiente la amenaza

aparece de manera silenciosa y distante, el ser humano no asimila la gravedad del problema.

GRADO DECIMO GRUPO CUATRO

PRINCIPALES PROBLEMAS AMBIENTALES. GENERALES El hombre siempre ha provocado un impacto sobre la naturaleza circundante. Sin embargo, las actividades de

los primeros humanos incidían muy poco en el ecosistema natural puesto que el consumo de energía era bajo, los residuos generados eran degradados sin problemas, el número de hombres era reducido y la tecnología que utilizaban era bastante rudimentaria. Es a partir del proceso de urbanización que acompaña a la industrialización, cuando el impacto de la actividad del hombre sobre el medio se torna grave para el bienestar de los ciudadanos y para el funcionamiento del

ecosistema. En la base de este impacto se encuentra el aumento de la población, la utilización de tecnologías duras con un consumo elevado de energía y el modelo de consumo predominante. Todo ello hace que hoy se reconozca la presencia de graves problemas ambientales que inciden en el funcionamiento del ecosistema global. Algunos de los problemas a nivel global generados por la acción del hombre son los siguientes: o Fuentes de recursos naturales al borde del agotamiento: bancos de pesca, extensión y fertilidad del suelo,

disponibilidad del agua, bosques, combustibles fósiles y minerales metálicos. o Injusta y desequilibrada distribución de los recursos que produce pobreza, desnutrición y subdesarrollo. o La capacidad natural de la biosfera para absorber y descomponer nuestros residuos puede verse

sobrepasada irreversiblemente. o Problemas con los accidentes producidos en el manejo de la energía nuclear y los residuos radiactivos. o Introducción en la biosfera de sustancias contaminantes susceptibles de causar riesgos a la salud humana,

daños a los recursos y funcionamiento del sistema ecológico (atmosférico, acuático, terrestre). o Cambio climático o recalentamiento del planeta causado por la acumulación en la atmósfera de gases como

CO2, metano, óxidos de nitrógeno, clorofluorcarbonados. o Deterioro de la capa de ozono estratosférico protectora de los seres vivos respecto a la radiación ultravioleta. o Lluvia ácida a causa del uso de combustibles fósiles, que producen dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno que

retornan a la tierra. Pérdida de biodiversidad: La expansión de los asentamientos urbanos y la demanda cada vez mayor de energía,

recursos e infraestructuras provoca la pérdida de espacios naturales y la desaparición de especies silvestres de animales y plantas. El Instituto para el Medio Ambiente y la Seguridad Humana de la ONU estima que unos 50 millones de personas podrían tener que abandonar sus hogares hacia el año 2010 por el deterioro del medio ambiente y

que cientos de millones de personas pueden tener que desplazarse por culpa del aumento del nivel del mar, de la desertificación, las inundaciones y las tormentas provocadas por el cambio climático. Nos enfrentamos a unos problemas ambientales de carácter global, algunos irreparables, cuya cobertura y cálculo de riesgos son difíciles de prever y de los cuales no se puede responsabilizar a nadie en particular. Problemas locales.

Los problemas ambientales más importantes a nivel local y en zonas urbanas se pueden resumir en los siguientes: • Déficit en oxigeno y exceso de dióxido de carbono, mitigado débilmente por la fotosíntesis de la vegetación urbana. • Alto consumo de energía en transporte. • Contaminación principal por dióxido de carbono, fundamentalmente producida por la combustión de combustibles

fósiles y emitida por automóviles y calefacciones. • Emisión de calor que evita la dispersión de contaminantes químicos. • La campana de partículas en suspensión y la altura de los edificios dificultan la dispersión de los contaminantes. • La conductividad de los materiales de construcción es varias veces superior a la del territorio en su estado natural, por lo que absorben con más facilidad el calor. • Proliferan las superficies lisas, favoreciendo la reflexión de la energía emitida por el sol. • El alcantarillado reduce la evapotranspiración y con ello se mantiene una temperatura ambiente más elevada que en el campo. • Las ciudades son más cálidas, más nubladas, más lluviosas, menos soleadas y menos húmedas que su entorno natural. • Contaminación por ruidos. Aumento del consumo y vertido de agua debido a la mejora en la higiene y en la limpieza de las ciudades. El agua es el principal abastecimiento de las ciudades, siguiéndoles los materiales de construcción, papel y madera. Los problemas locales más importantes en muchas zonas no urbanas del planeta son la escasez de agua potable y

la pérdida de suelo fértil. Ambos problemas se relacionan con el fenómeno de la desertización a nivel mundial, cuyo proceso es el siguiente: primero se produce una deforestación despiadada que generalmente va seguida de la roturación de las tierras de poco espesor y del consiguiente sobre pastoreo. Esto último elimina el manto herbáceo, con lo cual la erosión actúa de forma implacable y como resultado provoca la desertización. Además, la utilización de aguas subterráneas origina fenómenos de salinización de tierras. En definitiva, la desertización tiene origen en el abuso del medio, de forma que acaban por deteriorarse las formas productivas.

El Instituto para el Medio Ambiente y la Seguridad Humana de la ONU considera que hoy en día ya hay unos 20 millones de personas, principalmente en África subsahariana, India y Asia, desplazadas por problemas relacionados con el deterioro del medio ambiente, como tierras de cultivo erosionadas o contaminación del agua. Vinculación de los problemas medioambientales, económicos y sociales.

Conocer la relación que existe entre las circunstancias que rodean las actividades humanas implica acercarnos a la concepción y valoración de la cuestión medioambiental, social y económica. En la economía clásica se pensaba que el capital obra del hombre era un sustitutivo casi perfecto de los recursos naturales o capital natural. En ese sentido se pensaba, por ejemplo, que una casa era un sustituto superior a una

cueva. En realidad el capital obra del hombre es un sustitutivo de los recursos naturales, pero no tiene porque ser un sustitutivo mejor. La relación entre lo que se transforma (recurso o capital natural) y el agente transformador (capital obra del hombre: capital y trabajo) es, más bien, de complementariedad. Con el desarrollo económico presente y la sociedad de consumo actual, aumenta la emisión de gases

contaminantes a la atmósfera, se incrementa la superficie expuesta a niveles de ruido inadmisible, se incrementa el número de accidentes y de horas laborales perdidas y además se produce un desorden de los sistemas rurales y naturales de la periferia de las ciudades. Todos estos problemas inciden en el deterioro medioambiental y repercuten a su vez en el propio sistema económico y, claro está, en el sistema social.

A pesar de las advertencias, en el sistema de explotación económico, aumenta la competencia por los recursos cada vez más escasos y las técnicas empleadas incorporan un mayor impacto sobre la naturaleza. Esta situación se convierte en un proceso cíclico que a A través de un importante sector de economistas, se ha extendido la idea de

que el problema ambiental encontrará solución cuando la producción y la renta se sitúen por encima de ciertos niveles que permitan aumentar sensiblemente las inversiones en mejoras ambientales. Sin embargo, la viabilidad de esta propuesta, no es factible ya que produciría un incremento de la importación de materias primas y energía de diversos territorios, así como un aumento de la exportación de residuos y procesos contaminantes. Por tanto, en la sociedad de consumo actual, producción económica y medioambiente están íntimamente relacionados. Por otro lado, la calidad de vida de una sociedad determinada, depende en gran parte de la calidad medioambiental y del bienestar económico. En definitiva, se requiere un equilibrio entre estos tres elementos: medio ambiente, economía y sociedad, es decir, alcanzar un desarrollo en cada uno de los tres elementos de

manera que no ninguno ellos repercuta de forma negativa en los otros. Algunos economistas están planteando la necesidad de incluir indicadores físicos en las actuaciones económicas, valorando el uso que se da a los recursos ambientales y a los residuos generados. Esta nueva visión implica establecer los objetivos a cumplir en un desarrollo económico que además sea sostenible: que permita el bienestar

de las generaciones futuras. El significado que se le otorgue a esta idea vendrá definido tanto por los instrumentos que se van a emplear como por las metas que se plantean alcanzar. afecta a la sociedad de consumo y que parece no tener fin.

GRADO DECIMO GRUPO CINCO DESARROLLO SOSTENIBLE. Definición y clarificación conceptual.

La idea de conciliar desarrollo económico y conservación de los ecosistemas naturales se ha enunciado en numerosos informes y de diferentes formas desde los años 70. Sin embargo, ninguna expresión ha tenido el éxito de aceptación que ha alcanzado el término desarrollo sostenible, según la definición dada en 1987 por la Comisión de Medio Ambiente de Naciones Unidas en el Informe “Nuestro Futuro Común” (también conocido como “Informe

Brundtland”, en referencia a la presidenta de la Comisión, Gro Harlem Brundtland). “El desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades actuales sin poner en peligro la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades”. Esta es la definición más aceptada y más extendida del concepto. Sin embargo, tras el Informe Brundtland el concepto desarrollo sostenible seguirá redefiniéndose y distintos organismos expresarán su propia definición:. - La Unión Mundial de la Conservación (Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas y Fondo Mundial de la Naturaleza, 1991) lo define en estos términos: “El desarrollo sostenible implica la mejora de la calidad de vida dentro de los límites de los ecosistemas”. - El Consejo Internacional de Iniciativas Ambientales Locales (ICLEI) (1994) lo define de esta otra manera: “Aquél que ofrece servicios ambientales, sociales y económicos básicos a todos los miembros de una comunidad sin poner en peligro la viabilidad de los sistemas naturales, construidos y sociales de los que depende la oferta de servicios”.

En cualquiera caso, sea cual sea la definición que se proponga, lo cierto es que se trata de un concepto ligado principalmente a la reflexión económica y ecológica. Lo que motivo su aparición fue la necesidad de un mejor

conocimiento del grado de incidencia del desarrollo económico sobre el medio natural y social, con el fin de reencauzarlo para hacerlo social y ecológicamente sostenible. Sin embargo, en general este término está siendo empleado de manera retórica y banal por parte de políticos, técnicos, empresarios y ciudadanos, que con frecuencia lo utilizan para justificar proyectos y comportamientos absolutamente insostenibles. Por ello, se hace precisa una clarificación conceptual como condición necesaria para su adecuada puesta en práctica.

El término desarrollo sostenible integra de un modo ambiguo dos ámbitos de razonamiento diferentes, el del pensamiento económico tradicional y el de la ecología. En el primero, la noción de desarrollo presupone la idea de crecimiento ilimitado de la producción, y se refiere a los agregados monetarios homogéneos de esa producción. En el segundo, la noción de sostenibilidad hace referencia a procesos físicos de producción singulares y heterogéneos, que son sostenibles en la medida en que se realizan siguiendo los principios de funcionamiento de los ecosistemas naturales.

Desarrollo y crecimiento económico son ideas que están establecidas en el sistema de razonamiento actual y que

dificultan la prevalencia del término sostenibilidad, tal y como observan los defensores de la economía ecológica (J. M. Naredo, Martínez Alier, Aguilera Klint). La idea de crecimiento o desarrollo económico, que se refiere a los agregados de renta o producto nacional, es decir, a los agregados monetarios, por definición excluye en su planteamiento la naturaleza física heterogénea de los procesos que los generan, careciendo por tanto de criterios para enjuiciar la sostenibilidad de la realidad física subyacente. Por consiguiente, el marco de razonamiento para comprender y evaluar la sostenibilidad de nuestros sistemas de producción, distribución, consumo y urbanización, no puede ofrecerlo la economía clásica, sino la física y la ecología (la economía de la naturaleza).

Desde la perspectiva económica, se identifican los términos crecimiento sostenido y desarrollo sostenible, de

manera que se tergiversa la noción de sostenibilidad con el fin de reforzar las tradicionales ideas de crecimiento, desarrollo y progreso, que habían sido fuertemente cuestionadas en los años 70. Esta manipulación sirve, en definitiva, para mantener la idea de la posibilidad del crecimiento o desarrollo económico tradicional sin destrucción ambiental. Desde la perspectiva ecológica, el concepto de sostenibilidad es muy diferente, significa que los sistemas económico-sociales han de ser reproducibles a corto, medio y largo plazo sin deteriorar los ecosistemas naturales en los que se apoyan. Es decir, la sostenibilidad o sustentabilidad es viabilidad ecológica: los sistemas socioeconómicos que funcionan destruyendo sus bases biofísicas son insostenibles.

En definitiva, los diversos planteamientos del término pueden ir desde lo que José Manuel Naredo y Salvador Rueda consideran sostenibilidad débil, reflexionando desde la perspectiva monetaria propia de la economía, o desde la sostenbilidad fuerte, donde el asunto se trata desde la perspectiva ecológica y las ciencias de la naturaleza. Sólo en

este segundo sentido puede hablarse, con propiedad, de sostenibilidad.

No obstante, la sostenibilidad, entendida como viabilidad ecológica, es un principio genérico que puede materializarse en diversos modelos económicos y sociales. A pesar de que se presta a un uso ambiguo y retórico, el concepto de desarrollo sostenible elaborado por la Comisión Brundtland y las posteriores concreciones que han aportado la Agenda 21 o la Estrategia de Desarrollo Sostenible de la UE de 2001, ofrecen una especificación de la idea de sostenibilidad ecológica. Y, para ello, introducen principios que no están comprendidos en la idea ecológica de

sostenibilidad. < de calidad y humanos deseos distributiva, (justicia sociales eficiencia) necesidades, (satisfacción económico sostenibilidad), o (sustentabilidad ecológico componentes: pilares tres tener ha sostenible, ser para desarrollo,>.

La sostenibilidad local está destinada a converger con la sostenibilidad global, lo mismo que la sostenibildad a corto plazo está destinada a converger con la sostenibilidad a largo plazo. Hasta épocas muy recientes, no cabía separar sostenibilidad global y local. La clave estaba en evitar que la presión sobre el territorio de los usos y actividades de la población originara procesos de deterioro que hicieran dicha presión localmente insostenible.

Sin embargo, con la llegada de la industrialización y de las grandes conurbaciones, sostenibilidad global y local se separan. Las ciudades se convierten en los principales motores beneficiarios de los masivos flujos horizontales de materia, al tiempo que destinan los residuos a otros ecosistemas. Son los patrones de vida y de comportamientos locales quienes conllevan procesos industriales, extractivos, agrarios y de transporte insostenible. La habitabilidad de las ciudades ha exigido mejoras locales en salubridad y abastecimiento de recursos, que se han tornado globalmente insostenibles y por tanto ponen en peligro los logros de calidad de vida obtenidos en el ámbito local. Es por ello que ambos aspectos han de tratarse conjuntamente: la versión local y a corto plazo de la sostenibilidad, ha de converger con la versión global y a largo plazo. La sostenibilidad de las conurbaciones exige reavivar la conciencia colectiva en lo local y lo global, estableciendo un nuevo geocentrismo que evite que las mejoras locales se traduzcan en deterioros globales.

GRADO DECIMO GRUPO SEIS LOS INDICADORES DE SOSTENIBILIDAD. El logro de la sostenibilidad pasa por replantear el funcionamiento de los ecosistemas sociales, estableciendo un sistema de indicadores que faciliten la evaluación y seguimiento del modelo de desarrollo local y global. Los

indicadores deben valorar los sistemas humanos para encontrar la manera de que estos últimos puedan ir encajándose mejor en los sistemas naturales de la biosfera. Existen diferentes organizaciones que han establecido clasificaciones de los Indicadores de Sostenibilidad, con el fin de facilitar su comprensión y su uso:. Tipos de indicadores según el modelo PER (OCDE): a) Presión: Los indicadores de presión son aquellos que describen los impactos ejercidos por las actividades

humanas sobre el medio ambiental, de forma directa o indirecta. Afectan a la calidad y a la cantidad de los recursos naturales.

b) Estado: Los indicadores de estado muestran la calidad del medio ambiental y de los recursos naturales. Estos indicadores tienen que dar una visión global de la situación del medio ambiente y su evolución, pero no de la presión que se ejerce sobre él.

c) Respuesta: Los indicadores de respuesta expresan en qué medida la sociedad (instituciones, administraciones, colectivos, sectores económicos, etc.) responden a los cambios ambientales y su preocupación por ellos. Se entienden por respuesta de la sociedad las acciones individuales o colectivas que tienen como propósitos evitar, atenuar o corregir las repercusiones negativas para el medio ambiental como consecuencia de la actividad humana.

Fueron posteriormente ampliados por la propuesta de la Agencia Europea de Medio Ambiente. En esta clasificación se consideran y analizan, en definitiva, las actividades y procesos humanos que repercuten en el medio directa o indirectamente; las consecuencias que esto provoca; las respuestas que da la sociedad a los cambios ambientales ocurridos y a sus resultados

Clasificación de la Agencia Europea de Medio Ambiente:

Modelo: Los indicadores de modelo municipal describen procesos o fenómenos en los que influyen muchos factores y se relacionan directamente con el modelo municipal básico. Flujo: Los indicadores de flujos municipales abordan los

ciclos de materia y de energía desde el punto de vista de su producción, distribución, tratamiento y reutilización. Calidad: Los indicadores de calidad ambiental municipal son aquellos que se refieren a las condiciones finales del

medio municipal. Esta clasificación posee una perspectiva más cercana a la realidad urbana. Contempla los municipios como sistemas ecológicos dotados de un metabolismo, que incluye flujos de materia, de energía y de información, dependiente del modelo municipal. Los Indicadores de Sostenibilidad Comunes Europeos (Dirección General de Medio Ambiente, Comisión Europea, 2000. Diversas ciudades españolas como Pamplona, Vitoria o Zaragoza han participado, junto a otras ciudades europeas, en la iniciativa "Hacia un perfil de la sostenibilidad - Primera generación de indicadores comunes europeos", promovida conjuntamente por la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea y la Agencia Europea de Medio Ambiente. Esta innovadora iniciativa propicia la recogida de información comparable sobre los progresos realizados en materia de sostenibilidad por las ciudades participantes en el proyecto, aplicando una metodología común. El sistema de indicadores comunes europeos consta de cinco indicadores obligatorios y cinco voluntarios: Indicadores Principales (obligatorios):

- Satisfacción de los ciudadanos con la comunidad local.

- Contribución local al cambio climático global. - Movilidad local y transporte de pasajeros. - Existencia de zonas verdes públicas y de servicios

locales. - Calidad del aire en la localidad

Indicadores adicionales (voluntarios):

- Desplazamientos de los niños entre la casa y la escuela. - Gestión sostenible de la autoridad local y las empresas locales. - Contaminación sonora. - Utilización sostenible del suelo. - Productos que fomentan la sostenibilidad.

LOS PRINCIPIOS BÁSICOS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE.

Siete principios para el logro del desarrollo sostenible.

Un cambio de sociedad hacia la sostenibilidad implica, al menos, los siguientes principios:

a. Respetar los límites de regeneración y absorción de los ecosistemas naturales. En un planeta finito, el ritmo de

crecimiento ilimitado de la población y del consumo de los recursos es inviable, más aún si el modelo de producción y consumo que se expande es el de los denominados países desarrollados. b. Vivir de las fuentes de energía renovables: la solar y energías renovables endógenas que no contaminan. La

reducción de las energías no renovables y sus consecuencias medioambientales y sociales son ya evidentes. Se necesita un sistema energético basado en energías renovables. Los depósitos de energías fósiles deberían considerarse como una red de seguridad mientras se realiza la transición. c. Producir y consumir cerrando los ciclos de materiales: residuo cero de la materia prima. Todos los productos

de la economía deberían ser nutrientes biológicos (biodegradabilidad y atoxicidad) del metabolismo biológico o nutrientes industriales de la producción industrial. d. Reducir el transporte horizontal de materias primas a larga distancia. El desarrollo sostenible es

fundamentalmente producción endógena y de proximidad. Esta proximidad ha de referirse también a la construcción de ciudades compactas, frente a las actuales conurbaciones dispersas en sus funciones. e. Evitar los productos xenobióticos: impedir la introducción de productos artificiales y extraños a los sistemas

naturales, por ejemplo los organismos modificados genéticamente. f. Respetar y estimular la biodiversidad natural, también respetando las singularidades regionales, culturales,

materiales y ecológicas. La enorme variedad de genes, organismos, y ecosistemas es una característica básica de la vida en el planeta y una garantía de seguridad para la humanidad. g. Reducción de la desigualdad en el uso de los recursos a escala global y eliminación de las relaciones de dependencia entre el Norte y el Sur, que producen pobreza, desnutrición e imposibilidad de desarrollo humano,

afectando a la mayoría de la población mundial actual. h. Aumentar la eco-eficiencia: Se ha de promover la mejora de la eficiencia en la producción y el consumo final de

los recursos. Es necesario priorizar la tecnología que aumente la productividad de los recursos, es decir, el volumen de valor extraído por unidad de recurso, en detrimento de la tecnología que incrementa la cantidad extraída de recursos como tal.

GRADO DECIMO GRUPO SIETE PROCESO DE URBANIZACIÓN EN LOS PAISES EN DESARROLLO, 1960-2030. Población, recursos y desarrollo. En el mundo desarrollado, la urbanización contemporánea fue aparejada a la industrialización, desarrollándose enormemente a partir del siglo XIX. Sin embargo, el fenómeno de la urbanización en los países en desarrollo se ha venido produciendo antes de la industrialización, y se desarrolla sobre todo tras la 2ª Guerra Mundial. La urbanización en estos países ha sido extremadamente rápida respecto al proceso que se produjo en los países desarrollados, pero en ambos casos se acentúa en los últimos decenios. En la actualidad, en el mundo desarrollado aproximadamente las tres cuartas partes de la población vive en ciudades mientras que en el sur la población urbana es algo más de un tercio. Si bien el origen de las ciudades se remonta al menos 4.000 años antes de Cristo, la enorme expansión que se produce en el siglo XX y los cambios observados en su comportamiento y en su organización espacial, han originado problemas ambientales sin precedentes en dimensiones y características. Con el proceso explosivo de urbanización que se está produciendo y con la previsión de que un 75% de la población vivirá en las ciudades antes de mediados del siglo XXI, se hace evidente que la calidad de vida y la supervivencia de la humanidad dependerá, en gran parte, de cómo cambien las ciudades su relación con el medio ambiente. Por todo ello, se hace necesario conocer la situación actual de las ciudades y plantear cómo se podría mejorar para adaptarla a la sostenibilidad, puesto que el comportamiento de las ciudades tiene un gran impacto ambiental tanto por el gasto de recursos como por la generación de residuos y contaminación. Si durante el siglo XIX se consiguió aumentar la habitabilidad urbana con mejoras sanitarias e higiénicas, el reto ahora es mejorar también la habitabilidad fuera de las ciudades, es decir, no solo mejorar el medio ambiente urbano, sino también reducir el deterioro que produce en su entorno y en el conjunto del planeta. La escala de las ciudades debe situarse dentro de los límites de la capacidad de carga de la región. Esto implica límites tanto en la utilización de recursos como en el tamaño de la población y del territorio ocupado

Norte y Sur: consumo de recursos, pobreza y desarrollo sostenible. Algunos historiadores y economistas sostienen que todos los países han de seguir un proceso similar de desarrollo. W. W. Rostow, por ejemplo, considera que existen cinco etapas del desarrollo económico: sociedad tradicional, condiciones previas para el despegue, despegue (take off), camino hacia la madurez, y era del alto consumo en masa. Cada país del mundo se encontraría en una de estas fases y tendería hacia la etapa final de alto consumo masivo. Frente a esta teoría de la modernización, las teorías de la dependencia destacaron la imposibilidad de expandir un modelo de desarrollo que se produjo en un momento histórico determinado en los países del Norte, y resaltaron la dependencia del desarrollo de los países del sur respecto al dominio mundial de las economías de los países del norte. Además, desde un punto de vista ecológico, las teorías de la modernización no tiene en cuenta la limitación de recursos, ni la imposibilidad material de que todos los países lleguen a alcanzar el grado de consumo de los países más avanzados, puesto que no existen recursos en el planeta que permitan tal grado consumo para todos sus habitantes. En este sentido, lo que encontramos son sociedades opulentas en el mundo “desarrollado” y sociedades “subdesarrolladas” que carecen de los recursos más básicos y sufren el problema del hambre y la pobreza.

Por otro lado, históricamente está demostrado que durante las fases de expansión internacional de la economía, son los menos privilegiados los que más sufren, ya que la redistribución de la renta se concentra, lo que aumenta

las diferencias entre los países más “desarrollados” y los menos “desarrollados”.

Además, la evolución histórica de las actividades dominantes: agricultura, comercio, industria y servicios, conlleva un cambio correspondiente del sistema de ciudades a nivel global. En ese cambio, el poder político y económico de los países del norte sobre los del sur ha configurado un sistema de dependencias de las urbes del sur respecto a las

metrópolis del norte, que se acentúa en el proceso de globalización actual. Actualmente el desarrollo económico

determina quién es el eje por el que circulan los recursos (el “centro” del sistema) y donde van a parar los residuos (la “periferia” del sistema). En este sentido, los países “desarrollados” se convierten en los centros de acumulación y manejo de capitales y recursos, mientras que los países “subdesarrollados” se subordinan al modelo o estilo de vida “desarrollado” y se convierten en zonas de vertido y apropiación al servicio de los ricos.

Es por ello que las zonas más pobres del mundo son y serán las más afectadas por las amenazas medioambientales, puesto que, además, son las que poseen menor capacidad de adaptación ante cualquier

modificación de su entorno. Por ejemplo, la I+D no puede ser la misma para todos los países, ya que la evolución de estos presenta distintos niveles. No se puede perseguir el desarrollo de las zonas subdesarrolladas solamente con dinero ni mediante el traspaso de las nuevas tecnología a zonas cuya situación económica, social y cultural es diferente a la de los países desarrollados. Existen, por tanto, países, sectores y empresas que se beneficiarán de lo

que U. Beck denomina sociedad del riesgo (sociedad enfrentada a cada vez mayor número de complejos problemas de índole global), mientras que otros sufren mayores amenazas físicas y económicas. La posición social y el

futuro ya no vendrán dados por lo que se produce o lo que se posee, sino más bien por el lugar donde se vive y por aquello de lo que se vive, y también por la capacidad de los demás de contaminar su entorno

Conciencia social, políticas públicas y participación ciudadana. Conciencia social y comportamiento ecológico.

La posibilidad del desarrollo sostenible depende, en gran medida, de la conciencia social sobre los problemas medioambientales y sobre las vías de solución de los mismos. La conciencia social engloba mentalidades y actitudes hacia el medio ambiente como la preocupación o el interés, el comportamiento ecológico (ya sea individual o colectivo) o el punto de vista desde donde se sitúa o contempla la cuestión ambiental. Algunos autores, para facilitar el análisis de la conciencia social, la descomponen en varias dimensiones interconectadas. Gómez Benito, Noya Miranda y Paniagua Mazorra, por ejemplo, contemplan seis dimensiones de la conciencia social respecto al medio ambiente

- La sensibilidad ambiental: expresa el interés y la preocupación personal hacia determinados problemas

ambientales, percibiendo la gravedad de los mismos y los hábitos de relación con los espacios naturales. Elisa Chulià Rodrigo la definía como “afectiva”, incluyendo sentimientos de preocupación por el estado del medio ambiente, el grado de adhesión a valores culturales favorables a la protección de la naturaleza y la fuerza de los hábitos de acercamiento a los espacios naturales. En esta dimensión de la conciencia social ha habido sin duda un gran avance: la mayoría de la población se adhiere hoy a valores ecologistas y muestra una gran preocupación por los temas medioambientales, aunque generalmente subordinados al desarrollo económico.

- Conocimiento de los problemas ambientales: que admitiría varios grados: a) el mero conocimiento de su

existencia, b) el interés informativo y los medios empleados para adquirir el conocimiento, y c) el conocimiento detallado del problema (causas y efectos del mismo, las áreas afectadas, los agentes responsables de los problemas, las soluciones y los agentes responsables). En esta dimensión, que coincide con la que Chulià llama “cognitiva”, se aprecia un escaso conocimiento de los problemas, especialmente de los de carácter global, y la responsabilidad en los mismos tiende a trasladarse a los políticos y las empresas. Además, en torno a un 75% de la población no se fía de la información que se difunde sobre estos temas, que generalmente obtiene a través de la televisión.

- Disposición a aceptar prohibiciones, limitaciones o penalizaciones en relación a ciertas prácticas perjudiciales para el medio ambiente o a actuar con criterios ecológicos a costa de otros beneficios o esfuerzos adicionales.

Engloba la disposición a actuar personalmente con criterios ecológicos y a aceptar intervenciones gubernamentales en materia de medio ambiente. En general, la ciudadanía acepta tales penalizaciones, aunque supeditadas al bienestar material que produce el desarrollo económico. Y, según avanza la intervención institucional estos temas, crece en los ciudadanos la sensación de que tal intervención es excesiva y perjudica su “la calidad de vida”.

- La acción individual comprende comportamientos ambientales en la esfera de lo privado y cotidiano (el consumo,

reciclado, uso de diferentes medios de transporte, etc.). El interés o preocupación y el conocimiento de los problemas ambientales no siempre están asociados de manera consecuente con la acción, puesto que constituyen condiciones necesarias pero no suficientes para el comportamiento. Las variables que inciden en el comportamiento ambiental individual son: a) el coste personal de la acción, b) los sentimientos de eficacia personal y afectividad de la acción, y c) las normas sociales. En la actualidad, están aumentando los comportamiento ecológicos en la mayoría de la población y especialmente en los jóvenes, pero son todavía minoritarios y circunscritos sólo a algunas actividades de la vida cotidiana, especialmente en aquellas que no suponen sacrificios o renuncias al confort material. Comprende la participación en actividades colectivas y/o la participación en organizaciones. Al igual que la acción individual, depende en parte del coste personal de la acción, pero está asociada también a procesos de identificación social y de creación de identidades colectivas. No más de un 2% de la población se halla involucrada en organizaciones sociales

en general, pero la mayoría de los ciudadanos concede gran credibilidad a las posturas defendidas por las organizaciones ecologistas.

- Valores Básicos: esta dimensión tiene un carácter totalizador, identifica el paradigma o punto de vista fundamental

en que se sitúa un individuo respecto al medio ambiente. Esta variable es la más difícil de determinar, pues implica una visión del mundo y de la interacción del hombre con la naturaleza. En general, predomina en la población el paradigma denominado por Catton y Dunlap como paradigma del excepcionalismo humano, que ve a la especie humana como algo sobrenatural, destinada a explotar sin límites la naturaleza en búsqueda de un progreso ilimitado.

Un ejemplo de comportamiento ecológico en la vida cotidiana: Organización de una fiesta familiar con criterios ecológicos.

Las fiestas familiares, por lo general, agrupan pequeños grupos, entre 10 y 15 asistentes. Su duración suele ser de una tarde o una mañana y los espacios utilizados pueden ser interiores: una casa, un piso, una sala de fiestas; o también exteriores: un patio, un jardín, una terraza, etc. Este tipo de fiestas suele caracterizarse por una elevada integración social, lo que facilita la introducción de criterios ecológicos en su organización y desarrollo. Los “ingredientes” básicos de este tipo de fiestas son: bebida, comida, elementos decorativos, regalos, etc. A continuación se señalan algunas recomendaciones para que estas actividades sean lo más sostenibles y ecológicas posible:

Hay que evitar la generación de residuos originados por la utilización de envases de un solo uso.

o Se pueden preparar grandes recipientes con bebida a granel que la gente puede servirse en recipientes reutilizables.

o Se puede fomentar el uso de recipientes tradicionales como el porrón o la bota de vino. o Si no se puede evitar la compra de refrescos en envases de un solo uso, se ha de procurar que éstos sean de gran

volumen y una vez vacios, separarlos del resto de desechos para depositarlos en los contenedores de envases. o Al hacer la compra, es preciso llevar de casa un carro de compra, o bolsas de trapo, así se evita volver a casa con

un montón de bolsas de plástico.

Utilización de vajilla, cubiertos y vasos, servilletas y manteles.

o Se recomienda utilizar la vajilla, los cubiertos y los vasos que se utilizan a diario para servir la comida de la fiesta. o Se ha de evitar servir la comida y la bebida en platos y vasos de usar y tirar. o También es aconsejable utilizar servilletas y manteles reutilizables.

Utilización de la imaginación y de los recursos de que disponemos en casa para adornar la fiesta.

o Se pueden elaborar ornamentos para decorar con materiales que tenemos por casa. o Si los adornos son comprados, se ha de procurar que éstos sean hechos con materiales reciclados y que sean

durables. De este modo se pueden aprovechar los adornos cada año, ahorrando dinero y reduciendo la generación de residuos.

Creatividad a la hora de hacer regalos.

o Se pueden regalar entradas para espectáculos: conciertos, cine, teatro. o Si se compran regalos, se ha de procurar que sean artículos respetuosos con el medio ambiente y con las

personas, hechos con tecnología limpia o elementos reciclados o reciclables y también artículos de comercio justo.

Utilización de cubos de basura diferentes para los residuos de materia orgánica, envases, vidrio, papel y cartón.

Elaboración de comidas caseras para evitar o reducir la compra de alimentos que estén excesivamente envasados.

Antes de la fiesta.

- Se ha de utilizar el teléfono o bien el correo electrónico para invitar a los amigos. Si se envían

invitaciones de papel, estas han de ser de papel o cartón reciclado, o confeccionados con materiales que haya por casa. - Se ha de informar sobre cómo llegar al lugar de la fiesta a través de la red de transporte público. - Se podría poner en contacto a los invitados que vivan en las mismas zonas para que éstos puedan compartir el carro, si no tienen otra posibilidad de transporte hasta la fiesta.

· Durante la fiesta.

- Se pueden organizar juegos con los niños utilizando algunos de los residuos que se hayan generado durante la preparación de la fiesta. También se pueden hacer juguetes con estos materiales.

· Después de la fiesta.

- Todos los invitados han de participar en la limpieza, depositando cada tipo de residuo en su

respectivo contenedor. Se puede aprovechar esta actividad para sensibilizar a niños y adultos sobre la importancia del reciclaje.