Edición 10 - Abril 03 a 09 de 2012

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¡ESPECIAL! VISITA DEL PAPA BENEDICTO XVI A CUBA Abril 03 a 09 de 2012 El análisis y la información semanal de la Iglesia Católica en el Mundo Edición 10

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Edición 10 - Abril 03 a 09 de 2012 Especial visita Papal a Cuba

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¡ESPECIAL! VISITA DEL PAPA BENEDICTO XVI A CUBA

Abril 03 a 09 de 2012 El análisis y la información semanal de la Iglesia Católica en el Mundo Edición 10

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Semana Católica Revista de Información y

opinión Católica independiente

Roma, Italia

Abril 03 a 09 de 2012

DIRECTOR GENERAL Daniel Alejandro de Roux

JEFE DE REDACCIÓN Albert Van der Vaart

EDITOR WEB Paolo Mattei

TWITTER: @SemanaCatolica

FACEBOOK: facebook.com/SemanaCatolica

EMAIL: [email protected]

SUMARIO 3

Los ataques de Anonymous a la Igle-

sia Católica

Benedicto XVI reza junto al Arzobis-

po Anglicano.

Entrevista EXCLUSIVA de SEMANA

CATÓLICA con representante de

Anonymous.

Dos veces en cinco días fue hackea-

da la web vaticana.

Presentado el anuario pontificio

2012.

En el Vaticano blanquean dinero,

dice el Departamento de Estado en

EEUU.

Católico asesinado acusado de bru-

jería.

Masacre en Iglesia de Nigeria.

Iglesia firma acuerdo contra violen-

cia a mujeres.

El gobierno británico no protegerá

el crucifijo en el trabajo.

Seminarios San José de fiesta.

El sacrificio espiritual.

Cine: John Carter

No te pierdas lo mejor de EWTN y

su transmisión de la visita papal a

México y Cuba.

El día internacional de la mujer, feliz

día todas!

Por: Fabián Andrés Hernández Ospina.

Vivir y morir por Cristo en Pakistán.

Por: José Luis Restán.

TERMINÓ LA VISITA QUE EL PAPA BENEDICTO XVI REALIZÓ A

CUBA. ESPECIAL FOTOGRÁFICO Y DE DISCURSOS PAPALES.

8

La vida de las personas en

Cuba no ha sido muy fácil

desde hace muchas décadas

en que sus gobernantes no

han sido los mejores y los

han sumido en la pobreza y

el aislamiento.

La visita que el Papa Benedic-

to XVI ha hecho a la Isla es

como una brisa suave que

pasó por Cuba para refrescar

los cuerpos, las almas y las

mentes de los pobladores.

No se puede dudar que la co-

munidad internacional quería

ver una visita con un tinte

absolutamente político. Sin

embargo, Benedicto XVI es-

tuvo en el país caribeño para

brindar a los católicos y no

católicos una muestra de su

afecto y del apoyo que la

Iglesia Universal tiene por ca-

da uno de ellos. Cientos de

agencias de noticias moviliza-

ron periodistas y cámaras o

micrófonos hasta la Isla para

hallar siquiera

una pizca de lla-

mamiento político

en las palabras

del Santo Padre.

Tampoco se puede du-

dar o negar que el Papa coló

una que otra palabra con aire

político, especialmente el

miércoles de la visita durante

la Eucaristía en la Plaza de la

Revolución en la capital cuba-

na: La Habana. Curiosamen-

te, el texto del Evangelio que

correspondió a aquél día de

Cuaresma fue el que reza: “la

Verdad os hará libres”. Aun-

que el Papa no fue explícito

con Cuba y el mundo, sí hizo

algunos llamados a optar por

la Verdad que es Cristo.

El fruto más tangible de la vi-

sita papal a Cuba fue que el

Viernes Santo se convirtió en

día festivo, por petición del

Papa Benedicto XVI al Presi-

dente de Cuba Raúl Castro.

También, el Papa pudo re-

unirse unos minutos con el

Expresidente y líder de la Re-

volución Fidel Castro.

Otro personaje que estuvo

por aquellos días en la Isla

fue el Presidente venezolano

Hugo Chávez y, aunque mu-

chos rumores hablaban de un

posible saludo con el Papa,

éste hecho no se dio.

Finalmente, las cosas en la

Isla Cubana pareciera que si-

guen igual, además, múltiples

voces se levantaron para de-

nunciar maltratos a personas

que no pudieron asistir a nin-

guna celebración pontificia

porque estaban arrestados.

Consejo de Redacción

¿PARA QUÉ SIRVIÓ?

EDITORIAL 4 EDITORIAL 4

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

EDITORIAL 4 EMAILS Y CARTAS 5

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acerca de las noticias

y artículos publicados

en SEMANA CATÓLICA.

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Pregunta

¿Por qué ha bajado la cantidad de jóvenes que quieren ser Sacerdotes?

Respuestas

1. Hay otras opciones 18,75%

2. Mal ejemplo de Sacerdotes 25%

3. Mediocridad juvenil 6,25%

4. Otros factores 50%

Comentarios

Porque no saben lo que se están perdiendo es la me-jor opción que podamos tomar en nuestras vidas. Y algo muy importante para ser sacerdote es la fe en Dios y hoy en día son muchos los jóvenes que no creen y debemos orar mucho por ellos para que se arrepientan y se conviertan, por nuestra salvación, la extirpación de los caprichos y apegos.

Jhon Edisson Ramírez García Vía Facebook

¿Crees que sir-

ve de algo la vi-

sita del Papa a

México y Cuba?

A.Sí

B.NO

Responda y comente en

Facebook o escríbanos a [email protected]

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IMAGEN DE LA SEMANA 7

EN ROMA DESPIDIERON

AL COCODRILO CUBANO

QUE VISITÓ AL PAPA BE-

NEDICTO XVI DURANTE

LA AUDIENCIA GENERAL

DEL 11 DE ENERO, EL

EJEMPLAR EMPRENDE UN

VIAJE QUE LO TRASPOR-

TARÁ DE NUEVO A CUBA,

SU PAÍS DE ORIGEN, A

UNA SEMANA DEL VIAJE

APOSTÓLICO QUE EL SAN-

TO PADRE REALIZARÁ A

LA ISLA CARIBEÑA.

Un sacerdote católico de Nueva

York fue condenado "a una vida de

oración y penitencia" por el Vati-

cano, por la violación de 10 niños

en la barrio de Harlem durante la

década de los 80.

Se trata del monseñor Wallace Ha-

rris, quien recibió el menor de los

posibles castigos de Roma y logró

evadir el sistema penal estadou-

nidense, debido a la prescripción

de los delitos.

Harris era un maestro en la escuela

West Side de alta en la década de

1980. Se convirtió en pastor de la

Iglesia de St. W. 141a en 1989, y

más tarde dio la invocación en la

inauguración el gobernador David

Paterson.

El sacerdote Robert Hoat-

son expuso que "monseñor Wallace

Harris debería ser apartado del sa-

cerdocio por el Vaticano y el arzo-

bispo (Timothy) Dolan debería pedir

al santo padre que lo hiciera".

IMAGEN DE LA SEMANA 7

En medio de grandes contro-

versias, el Papa Benedicto XVI

visitó Cuba, país del Caribe

centroamericano regido por un

gobierno comunista a la cabeza

de los “Castro”, Fidel y Raúl.

Antes, durante y después de la

visita Papal, se escucharon

múltiples voces que denuncia-

ron fuertes represamientos a

personas exiliadas y a las Da-

mas de Blanco, para que no

pudieran asistir a ninguna de

las celebraciones que el Papa

mantuvo en la Isla. Tal vez, él

fruto más tangible fue que el

Viernes Santo es Festivo en

Cuba.

Nuestro editor en América, con

sede en Miami, viajó hasta Cu-

ba para seguir muy de cerca la

vista del Papa Benedicto XVI

¡INFORME ESPECIAL!

EL PAPA BENEDICTO XVI VISITÓ CUBA,

PAÍS CENTROAMERI-CANO, ENTRE EL LU-

NES 26 Y EL MIÉRCOLES 28 DE MARZO DE 2012.

“Padre bendito,

mi transferencia

en este momento

provocaría

confusión

VISITA PAPAL A CUBA 8 VISITA PAPAL A CUBA 9

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VISITA PAPAL A CUBA 8 VISITA PAPAL A CUBA 9

VISITA PAPAL A CUBA 11 VISITA PAPAL A CUBA 10

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VISITA PAPAL A CUBA 11 VISITA PAPAL A CUBA 10

A las 2

de la

tarde del

lunes 26

de Marzo

de 2012,

el Papa

Benedic-

to XVI

pisó tie-

rra cu-

bana.

El Presi-

dente de

la Isla,

R a ú l

C a s t r o

dio la

b ienve-

nida al

S a n t o

Padre y,

el Papa

también

– dirigió

un dis-

curso en

el terri-

torio cu-

bano.

VISITA PAPAL A CUBA 12 VISITA PAPAL A CUBA 13

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

Señor Presidente,

Señores Cardenales y Hermanos en el Episcopa-

do,

Excelentísimas Autorida-des,

Miembros del Cuerpo Di-plomático,

Señores y señoras,

Queridos amigos cuba-nos:

Le agradezco, Señor Pre-

sidente, su acogida y sus corteses palabras de

bienvenida, con las que ha querido transmitir

también los sentimientos

de respeto de parte del gobierno y el pueblo cu-

bano hacia el Sucesor de

Pedro. Saludo a las Auto-ridades que nos acompa-

ñan, así como a los

miembros del Cuerpo Di-plomático aquí presentes.

Dirijo un caluroso saludo al Señor Arzobispo de

Santiago de Cuba y Presi-

dente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Dio-

nisio Guillermo García

Ibáñez, al Señor Arzobis-po de La Habana, Carde-

nal Jaime Ortega y Ala-mino, y a los demás her-

manos Obispos de Cuba,

a los que manifiesto toda mi cercanía espiritual. Sa-

ludo en fin con todo el

afecto de mi corazón a los fieles de la Iglesia católica

en Cuba, a los queridos

habitantes de esta her-mosa isla y a todos los

cubanos, allá donde se encuentren. Los tengo

siempre muy presentes

en mi corazón y en mi oración, y más aún en los

días en que se acercaba

el momento tan deseado de visitarles, y que gra-

cias a la bondad divina he podido realizar.

Al hallarme entre uste-

des, no puedo dejar de recordar la histórica visita

a Cuba de mi Predecesor,

el Beato Juan Pablo II, que ha dejado una huella

imborrable en el alma de

los cubanos. Para mu-chos, creyentes o no, su

ejemplo y sus enseñanzas constituyen una guía lu-

minosa que les orienta

tanto en la vida personal como en la actuación pú-

blica al servicio del bien

común de la Nación. En efecto, su paso por la isla

fue como una suave brisa de aire fresco que dio

nuevo vigor a la Iglesia

en Cuba, despertando en muchos una renovada

conciencia de la impor-

tancia de la fe, alentando a abrir los corazones a

Cristo, al mismo tiempo

que alumbró la esperanza e impulsó el deseo de tra-

bajar audazmente por un futuro mejor. Uno de los

frutos importantes de

aquella visita fue la inau-guración de una nueva

etapa en las relaciones

entre la Iglesia y el Esta-do cubano, con un espíri-

tu de mayor colaboración y confianza, si bien toda-

vía quedan muchos as-

pectos en los que se pue-de y debe avanzar, espe-

cialmente por cuanto se

refiere a la aportación im-prescindible que la reli-

gión está llamada a

desempeñar en el ámbito público de la sociedad.

Me complace vivamen-te unirme a vuestra ale-

gría con motivo de la ce-

lebración del cuatrocien-tos aniversario del hallaz-

go de la bendita imagen

de la Virgen de la Caridad del Cobre. Su entrañable

figura ha estado desde el principio muy presente

tanto en la vida personal

de los cubanos como en los grandes acontecimien-

tos del País, de modo

muy particular durante su independencia, siendo ve-

nerada por to-

dos como verda-dera madre del

pueblo cubano. La devoción a

«la Virgen Mam-

bisa» ha soste-nido la fe y ha

alentado la de-

fensa y promo-ción de cuanto

dignifica la con-dición humana y

sus derechos

fundamentales; y continúa ha-

ciéndolo aún

hoy con más fuerza, dando

así testimonio

visible de la fe-cundidad de la

predicación del evangelio en es-

tas tierras, y de

las profundas raíces cristianas

que conforman

la identidad más honda del alma cubana.

Siguiendo la estela de tantos peregrinos a lo lar-

go de estos siglos, tam-

bién yo deseo ir a El Co-bre a postrarme a los pies

de la Madre de Dios, para

agradecerle sus desvelos

por todos sus hijos cuba-nos y pedirle su interce-

sión para que guíe los

destinos de esta amada Nación por los caminos de

la justicia, la paz, la liber-tad y la reconciliación.

Vengo a Cuba como pere-

grino de la caridad, para confirmar a mis hermanos

en la fe y alentarles en la

esperanza, que nace de la presencia del amor de

Dios en nuestras vidas. Llevo en mi corazón las

justas aspiraciones y legí-

timos deseos de todos los

cuba-nos, dondequiera que se

encuentren, sus sufri-mientos y alegrías, sus

preocupaciones y anhelos

más nobles, y de modo especial de los jóvenes y

los ancianos, de los ado-

lescentes y los niños, de los enfermos y los traba-

jadores, de los presos y

sus familiares, así como de los pobres y necesita-

dos.

Muchas partes del mundo

viven hoy un momento de

especial dificultad econó-mica, que no pocos con-

cuerdan en situar en una

profunda crisis de tipo espiritual y moral, que ha

dejado al hombre vacío de valores y desprotegido

frente a la ambición y el

egoísmo de ciertos pode-

r e s

que no tienen

en cuenta el bien au-téntico de las personas y

las familias. No se puede seguir por más tiempo en

la misma dirección cultu-

ral y moral que ha causa-do la dolorosa situación

que tantos experimentan.

En cambio, el progreso verdadero tiene necesi-

dad de una ética que co-

loque en el centro a la persona humana y tenga

en cuenta sus exigencias más auténticas, de modo

especial su dimensión es-

piritual y religiosa. Por eso, en el corazón y el

pensamiento de muchos,

se abre paso cada vez más la certeza de que la

regeneración de las socie-dades y del mundo re-

quiere hombres rectos,

de firmes convicciones morales y altos valores

de fondo que no sean manipulables por

estrechos intereses, y

que respondan a la natu-raleza inmutable y tras-

cendente del ser humano.

Queridos amigos, estoy

convencido de que Cuba,

en este momento espe-cialmente importante de

su historia, está mirando

ya al mañana, y para ello se esfuerza por renovar y

ensanchar sus horizontes,

a lo que cooperará ese inmenso patrimonio de

valores espirituales y mo-rales que han ido confor-

mando su identidad más

genuina, y que se en-cuentran esculpidos en la

obra y la vida de muchos

insignes padres de la pa-tria, como el Beato José

Olallo y Valdés, el Siervo de Dios Félix Varela o el

prócer José Martí. La Igle-

sia, por su parte, ha sabi-do contribuir diligente-

mente al cultivo

de esos valores mediante su ge-

nerosa y abne-gada misión

pastoral, y re-

nueva sus pro-pósitos de seguir

trabajando sin

descanso por servir mejor a

todos los cuba-nos.

Ruego al Señor

que bendiga co-

piosamente a

esta tierra y a

sus hijos, en

particular a los

que se sienten

desfavorecidos,

a los margina-

dos y a cuantos sufren

en el cuerpo o en el espí-

ritu, al mismo tiempo

que, por intercesión de

Nuestra Señora de la Ca-

ridad del Cobre, conceda

a todos un futuro lleno de

esperanza, solidaridad y

concordia. Muchas gra-

cias.

VISITA PAPAL A CUBA 12 VISITA PAPAL A CUBA 13

Señor Presidente,

Señores Cardenales y Hermanos en el Episcopa-

do,

Excelentísimas Autorida-des,

Miembros del Cuerpo Di-plomático,

Señores y señoras,

Queridos amigos cuba-nos:

Le agradezco, Señor Pre-

sidente, su acogida y sus corteses palabras de

bienvenida, con las que ha querido transmitir

también los sentimientos

de respeto de parte del gobierno y el pueblo cu-

bano hacia el Sucesor de

Pedro. Saludo a las Auto-ridades que nos acompa-

ñan, así como a los

miembros del Cuerpo Di-plomático aquí presentes.

Dirijo un caluroso saludo al Señor Arzobispo de

Santiago de Cuba y Presi-

dente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Dio-

nisio Guillermo García

Ibáñez, al Señor Arzobis-po de La Habana, Carde-

nal Jaime Ortega y Ala-mino, y a los demás her-

manos Obispos de Cuba,

a los que manifiesto toda mi cercanía espiritual. Sa-

ludo en fin con todo el

afecto de mi corazón a los fieles de la Iglesia católica

en Cuba, a los queridos

habitantes de esta her-mosa isla y a todos los

cubanos, allá donde se encuentren. Los tengo

siempre muy presentes

en mi corazón y en mi oración, y más aún en los

días en que se acercaba

el momento tan deseado de visitarles, y que gra-

cias a la bondad divina he podido realizar.

Al hallarme entre uste-

des, no puedo dejar de recordar la histórica visita

a Cuba de mi Predecesor,

el Beato Juan Pablo II, que ha dejado una huella

imborrable en el alma de

los cubanos. Para mu-chos, creyentes o no, su

ejemplo y sus enseñanzas constituyen una guía lu-

minosa que les orienta

tanto en la vida personal como en la actuación pú-

blica al servicio del bien

común de la Nación. En efecto, su paso por la isla

fue como una suave brisa de aire fresco que dio

nuevo vigor a la Iglesia

en Cuba, despertando en muchos una renovada

conciencia de la impor-

tancia de la fe, alentando a abrir los corazones a

Cristo, al mismo tiempo

que alumbró la esperanza e impulsó el deseo de tra-

bajar audazmente por un futuro mejor. Uno de los

frutos importantes de

aquella visita fue la inau-guración de una nueva

etapa en las relaciones

entre la Iglesia y el Esta-do cubano, con un espíri-

tu de mayor colaboración y confianza, si bien toda-

vía quedan muchos as-

pectos en los que se pue-de y debe avanzar, espe-

cialmente por cuanto se

refiere a la aportación im-prescindible que la reli-

gión está llamada a

desempeñar en el ámbito público de la sociedad.

Me complace vivamen-te unirme a vuestra ale-

gría con motivo de la ce-

lebración del cuatrocien-tos aniversario del hallaz-

go de la bendita imagen

de la Virgen de la Caridad del Cobre. Su entrañable

figura ha estado desde el principio muy presente

tanto en la vida personal

de los cubanos como en los grandes acontecimien-

tos del País, de modo

muy particular durante su independencia, siendo ve-

nerada por to-

dos como verda-dera madre del

pueblo cubano. La devoción a

«la Virgen Mam-

bisa» ha soste-nido la fe y ha

alentado la de-

fensa y promo-ción de cuanto

dignifica la con-dición humana y

sus derechos

fundamentales; y continúa ha-

ciéndolo aún

hoy con más fuerza, dando

así testimonio

visible de la fe-cundidad de la

predicación del evangelio en es-

tas tierras, y de

las profundas raíces cristianas

que conforman

la identidad más honda del alma cubana.

Siguiendo la estela de tantos peregrinos a lo lar-

go de estos siglos, tam-

bién yo deseo ir a El Co-bre a postrarme a los pies

de la Madre de Dios, para

agradecerle sus desvelos

por todos sus hijos cuba-nos y pedirle su interce-

sión para que guíe los

destinos de esta amada Nación por los caminos de

la justicia, la paz, la liber-tad y la reconciliación.

Vengo a Cuba como pere-

grino de la caridad, para confirmar a mis hermanos

en la fe y alentarles en la

esperanza, que nace de la presencia del amor de

Dios en nuestras vidas. Llevo en mi corazón las

justas aspiraciones y legí-

timos deseos de todos los

cuba-nos, dondequiera que se

encuentren, sus sufri-mientos y alegrías, sus

preocupaciones y anhelos

más nobles, y de modo especial de los jóvenes y

los ancianos, de los ado-

lescentes y los niños, de los enfermos y los traba-

jadores, de los presos y

sus familiares, así como de los pobres y necesita-

dos.

Muchas partes del mundo

viven hoy un momento de

especial dificultad econó-mica, que no pocos con-

cuerdan en situar en una

profunda crisis de tipo espiritual y moral, que ha

dejado al hombre vacío de valores y desprotegido

frente a la ambición y el

egoísmo de ciertos pode-

r e s

que no tienen

en cuenta el bien au-téntico de las personas y

las familias. No se puede seguir por más tiempo en

la misma dirección cultu-

ral y moral que ha causa-do la dolorosa situación

que tantos experimentan.

En cambio, el progreso verdadero tiene necesi-

dad de una ética que co-

loque en el centro a la persona humana y tenga

en cuenta sus exigencias más auténticas, de modo

especial su dimensión es-

piritual y religiosa. Por eso, en el corazón y el

pensamiento de muchos,

se abre paso cada vez más la certeza de que la

regeneración de las socie-dades y del mundo re-

quiere hombres rectos,

de firmes convicciones morales y altos valores

de fondo que no sean manipulables por

estrechos intereses, y

que respondan a la natu-raleza inmutable y tras-

cendente del ser humano.

Queridos amigos, estoy

convencido de que Cuba,

en este momento espe-cialmente importante de

su historia, está mirando

ya al mañana, y para ello se esfuerza por renovar y

ensanchar sus horizontes,

a lo que cooperará ese inmenso patrimonio de

valores espirituales y mo-rales que han ido confor-

mando su identidad más

genuina, y que se en-cuentran esculpidos en la

obra y la vida de muchos

insignes padres de la pa-tria, como el Beato José

Olallo y Valdés, el Siervo de Dios Félix Varela o el

prócer José Martí. La Igle-

sia, por su parte, ha sabi-do contribuir diligente-

mente al cultivo

de esos valores mediante su ge-

nerosa y abne-gada misión

pastoral, y re-

nueva sus pro-pósitos de seguir

trabajando sin

descanso por servir mejor a

todos los cuba-nos.

Ruego al Señor

que bendiga co-

piosamente a

esta tierra y a

sus hijos, en

particular a los

que se sienten

desfavorecidos,

a los margina-

dos y a cuantos sufren

en el cuerpo o en el espí-

ritu, al mismo tiempo

que, por intercesión de

Nuestra Señora de la Ca-

ridad del Cobre, conceda

a todos un futuro lleno de

esperanza, solidaridad y

concordia. Muchas gra-

cias.

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VISITA PAPAL A CUBA 14 VISITA PAPAL A CUBA 15

VISITA PAPAL A CUBA 16 VISITA PAPAL A CUBA 17

Queridos hermanos y herma-

nas:

Doy gracias a Dios que me

ha permitido venir hasta us-

tedes y realizar este tan

deseado viaje. Saludo a Mon-

señor Dionisio García Ibáñez,

Arzobispo de Santiago de

Cuba, agradeciéndole sus

amables palabras de acogida

en nombre de todos; saludo

asimismo a los obispos cuba-

nos y a los venidos de otros

lugares, así como a los sacer-

dotes, religiosos, seminaris-

tas y fieles laicos presentes

en esta celebración. No pue-

do olvidar a los que por en-

fermedad, avanzada edad u

otros motivos, no han podido

estar aquí con nosotros. Sa-

ludo también a las autorida-

des que han querido gentil-

mente acompañarnos.

Esta santa Misa, que tengo la

alegría de presidir por prime-

ra vez en mi visita pastoral a

este país, se inserta en el

contexto del Año Jubilar ma-

riano, convocado para honrar

y venerar a la Virgen de la

Caridad del Cobre, patrona

de Cuba, en el cuatrocientos

aniversario del hallazgo y

presencia de su venerada

imagen en estas tierras ben-

ditas. No ignoro el sacrificio y

dedicación con que se ha

preparado este jubileo, espe-

cialmente en lo espiritual. Me

ha llenado de emoción cono-

cer el fervor con el que María

ha sido saludada e invocada

por tantos cubanos, en su

peregrinación por todos los

rincones y lugares de la Isla.

Estos acontecimientos impor-

tantes de la Iglesia en Cuba

se ven iluminados con inusi-

tado resplandor por la fiesta

que hoy celebra la Iglesia

universal: la anunciación del

Señor a la Virgen María. En

efecto, la encarnación del

Hijo de Dios es el misterio

central de la fe cristiana, y en

él, María ocupa un puesto de

primer orden. Pero, ¿cuál es

el significado de este miste-

rio? Y, ¿cuál es la importan-

cia que tiene para nuestra

vida concreta?

Veamos ante todo qué signi-

fica la encarnación. En el

evangelio de san Lucas he-

mos escuchado las palabras

del ángel a María: «El Espíri-

tu Santo vendrá sobre ti, y la

fuerza del Altísimo te cubrirá

con su sombra; por eso el

Santo que va a nacer se lla-

mará Hijo de Dios» (Lc 1,35).

En María, el Hijo de Dios se

hace hombre, cumpliéndose

así la profecía de Isaías:

«Mirad, la virgen está encinta

y da a luz un hijo, y le pon-

drá por nombre Emmanuel,

que significa “Dios-con-

nosotros”» (Is 7,14). Sí, Je-

sús, el Verbo hecho carne, es

el Dios-con-nosotros, que ha

venido a habitar entre noso-

tros y a compartir nuestra

misma condición humana. El

apóstol san Juan lo expresa

de la siguiente manera: «Y el

Verbo se hizo carne, y habitó

entre nosotros» (Jn 1,14). La

expresión «se hizo carne»

apunta a la realidad humana

más concreta y tangible. En

Cristo, Dios ha venido real-

mente al mundo, ha entrado

en nuestra historia, ha pues-

to su morada entre nosotros,

cumpliéndose así la íntima

aspiración del ser humano de

que el mundo sea realmente

un hogar para el hombre. En

cambio, cuando Dios es arro-

jado fuera, el mundo se con-

vierte en un lugar inhóspito

para el hombre, frustrando al

mismo tiempo la verdadera

vocación de la creación de

ser espacio para la alianza,

para el «sí» del amor entre

Dios y la humanidad que le

responde. Y así hizo María

como primicia de los creyen-

tes con su «sí» al Señor sin

reservas.

Por eso, al contemplar el

misterio de la encarnación no

podemos dejar de dirigir a

ella nuestros ojos, para lle-

narnos de asombro, de grati-

tud y amor al ver cómo nues-

tro Dios, al entrar en el mun-

do, ha querido contar con

el consentimiento libre de

una criatura suya. Sólo

cuando la Virgen respon-

dió al ángel, «aquí está la

esclava del Señor; hágase

en mí según tu pala-

bra» (Lc 1,38), a partir de

ese momento el Verbo

eterno del Padre comenzó

su existencia humana en

el tiempo. Resulta conmo-

vedor ver cómo Dios no

sólo respeta la libertad

humana, sino que parece

necesitarla. Y vemos tam-

bién cómo el comienzo de

la existencia terrena del

Hijo de Dios está marcado

por un doble «sí» a la vo-

luntad salvífica del Padre,

el de Cristo y el de María.

Esta obediencia a Dios es

la que abre las puertas del

mundo a la verdad, a la

salvación. En efecto, Dios

nos ha creado como fruto

de su amor infinito, por

eso vivir conforme a su

voluntad es el camino para

encontrar nuestra genuina

identidad, la verdad de nues-

tro ser, mientras que apar-

tarse de Dios nos aleja de

nosotros mismos y nos preci-

pita en el vacío. La obedien-

cia en la fe es la verdadera

libertad, la auténtica reden-

ción, que nos permite unirnos

al amor de Jesús en su es-

fuerzo por conformarse a la

voluntad del Padre. La reden-

ción es siempre este proceso

de llevar la voluntad humana

a la plena comunión con la

voluntad divina (cf. Lectio

divina con el clero de Roma,

18 febrero 2010).

Queridos hermanos, hoy ala-

bamos a la Virgen Santísima

por su fe y con santa Isabel

le decimos también nosotros:

«Bienaventurada la que ha

creído» (Lc 1,45). Como dice

san Agustín, María concibió

antes a Cristo por la fe en su

corazón que físicamente en

su vientre;

María creyó y se cumplió en

e l l a l o q u e c r e í a

( c f . S e r m ó n 2 1 5 ,

4: PL 38,1074). Pidamos no-

sotros al Señor que nos au-

mente la fe, que la haga acti-

va y fecunda en el amor. Pi-

dámosle que sepamos como

ella acoger en nuestro cora-

zón la palabra de Dios y lle-

varla a la práctica con docili-

dad y constancia.

La Virgen María, por su papel

insustituible en el misterio de

Cristo, representa la imagen

y el modelo de la Iglesia.

También la Iglesia, al igual

que hizo la Madre de Cristo,

está llamada a acoger en sí el

misterio de Dios que viene a

habitar en ella. Queridos her-

manos, sé con cuánto esfuer-

zo, audacia y abnegación tra-

bajan cada día para que, en

las circunstancias concretas

de su

País, y en este

tiempo de la historia, la Igle-

sia refleje cada vez más su

verdadero rostro como lugar

en el que Dios se acerca y

encuentra con los hombres.

La Iglesia, cuerpo vivo de

Cristo, tiene la misión de pro-

longar en la tierra la presen-

cia salvífica de Dios, de abrir

el mundo a algo más grande

que sí mismo, al amor y la

luz de Dios. Vale la pena,

queridos hermanos, dedicar

toda la vida a Cristo, crecer

cada día en su amistad y

sentirse llamado a anunciar

la belleza y bondad de su

vida a todos los hombres,

nuestros hermanos. Les

aliento en su tarea de sem-

brar el mundo con la Palabra

de Dios y de ofrecer a todos

el alimento verdadero del

cuerpo de Cristo. Cercana ya

la Pascua, decidámonos sin

miedos ni

complejos a seguir a

Jesús en su camino hacia la

cruz. Aceptemos con pacien-

cia y fe cualquier contrarie-

dad o aflicción, con la convic-

ción de que, en su resurrec-

ción, él ha derrotado el poder

del mal que todo lo oscurece,

y ha hecho amanecer un

mundo nuevo, el mundo de

Dios, de la luz, de la verdad y

la alegría. El Señor no dejará

de bendecir con frutos abun-

dantes la generosidad de su

entrega.

El misterio de la encarnación,

en el que Dios se hace cer-

cano a nosotros, nos muestra

también la dignidad incompa-

rable de toda vida humana.

Por eso, en su proyecto de

amor, desde la creación, Dios

ha encomendado a la familia

fundada en el matrimonio la

altísima misión de ser célula

fundamental de la sociedad y

verdadera Iglesia doméstica.

Con esta certeza, ustedes,

queridos esposos, han de

ser, de modo especial para

sus h i j os ,

signo real y

visible del

amor de Cristo

por la Iglesia.

Cuba tiene ne-

cesidad del

testimonio de

su fidelidad,

de su unidad,

de su capaci-

dad de acoger

la vida huma-

na, especial-

mente la más

indefensa y

necesitada.

Queridos her-

manos, ante la

mirada de la

Virgen de la

Caridad del

Cobre, deseo

hacer un lla-

mado para que

den nuevo vigor a su fe, para

que vivan de Cristo y para

Cristo, y con las armas de la

paz, el perdón y la compren-

sión, luchen para construir

una sociedad abierta y reno-

vada, una sociedad mejor,

más digna del hombre, que

refleje más la bondad de

Dios. Amén.

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

VISITA PAPAL A CUBA 16 VISITA PAPAL A CUBA 17

Queridos hermanos y herma-

nas:

Doy gracias a Dios que me

ha permitido venir hasta us-

tedes y realizar este tan

deseado viaje. Saludo a Mon-

señor Dionisio García Ibáñez,

Arzobispo de Santiago de

Cuba, agradeciéndole sus

amables palabras de acogida

en nombre de todos; saludo

asimismo a los obispos cuba-

nos y a los venidos de otros

lugares, así como a los sacer-

dotes, religiosos, seminaris-

tas y fieles laicos presentes

en esta celebración. No pue-

do olvidar a los que por en-

fermedad, avanzada edad u

otros motivos, no han podido

estar aquí con nosotros. Sa-

ludo también a las autorida-

des que han querido gentil-

mente acompañarnos.

Esta santa Misa, que tengo la

alegría de presidir por prime-

ra vez en mi visita pastoral a

este país, se inserta en el

contexto del Año Jubilar ma-

riano, convocado para honrar

y venerar a la Virgen de la

Caridad del Cobre, patrona

de Cuba, en el cuatrocientos

aniversario del hallazgo y

presencia de su venerada

imagen en estas tierras ben-

ditas. No ignoro el sacrificio y

dedicación con que se ha

preparado este jubileo, espe-

cialmente en lo espiritual. Me

ha llenado de emoción cono-

cer el fervor con el que María

ha sido saludada e invocada

por tantos cubanos, en su

peregrinación por todos los

rincones y lugares de la Isla.

Estos acontecimientos impor-

tantes de la Iglesia en Cuba

se ven iluminados con inusi-

tado resplandor por la fiesta

que hoy celebra la Iglesia

universal: la anunciación del

Señor a la Virgen María. En

efecto, la encarnación del

Hijo de Dios es el misterio

central de la fe cristiana, y en

él, María ocupa un puesto de

primer orden. Pero, ¿cuál es

el significado de este miste-

rio? Y, ¿cuál es la importan-

cia que tiene para nuestra

vida concreta?

Veamos ante todo qué signi-

fica la encarnación. En el

evangelio de san Lucas he-

mos escuchado las palabras

del ángel a María: «El Espíri-

tu Santo vendrá sobre ti, y la

fuerza del Altísimo te cubrirá

con su sombra; por eso el

Santo que va a nacer se lla-

mará Hijo de Dios» (Lc 1,35).

En María, el Hijo de Dios se

hace hombre, cumpliéndose

así la profecía de Isaías:

«Mirad, la virgen está encinta

y da a luz un hijo, y le pon-

drá por nombre Emmanuel,

que significa “Dios-con-

nosotros”» (Is 7,14). Sí, Je-

sús, el Verbo hecho carne, es

el Dios-con-nosotros, que ha

venido a habitar entre noso-

tros y a compartir nuestra

misma condición humana. El

apóstol san Juan lo expresa

de la siguiente manera: «Y el

Verbo se hizo carne, y habitó

entre nosotros» (Jn 1,14). La

expresión «se hizo carne»

apunta a la realidad humana

más concreta y tangible. En

Cristo, Dios ha venido real-

mente al mundo, ha entrado

en nuestra historia, ha pues-

to su morada entre nosotros,

cumpliéndose así la íntima

aspiración del ser humano de

que el mundo sea realmente

un hogar para el hombre. En

cambio, cuando Dios es arro-

jado fuera, el mundo se con-

vierte en un lugar inhóspito

para el hombre, frustrando al

mismo tiempo la verdadera

vocación de la creación de

ser espacio para la alianza,

para el «sí» del amor entre

Dios y la humanidad que le

responde. Y así hizo María

como primicia de los creyen-

tes con su «sí» al Señor sin

reservas.

Por eso, al contemplar el

misterio de la encarnación no

podemos dejar de dirigir a

ella nuestros ojos, para lle-

narnos de asombro, de grati-

tud y amor al ver cómo nues-

tro Dios, al entrar en el mun-

do, ha querido contar con

el consentimiento libre de

una criatura suya. Sólo

cuando la Virgen respon-

dió al ángel, «aquí está la

esclava del Señor; hágase

en mí según tu pala-

bra» (Lc 1,38), a partir de

ese momento el Verbo

eterno del Padre comenzó

su existencia humana en

el tiempo. Resulta conmo-

vedor ver cómo Dios no

sólo respeta la libertad

humana, sino que parece

necesitarla. Y vemos tam-

bién cómo el comienzo de

la existencia terrena del

Hijo de Dios está marcado

por un doble «sí» a la vo-

luntad salvífica del Padre,

el de Cristo y el de María.

Esta obediencia a Dios es

la que abre las puertas del

mundo a la verdad, a la

salvación. En efecto, Dios

nos ha creado como fruto

de su amor infinito, por

eso vivir conforme a su

voluntad es el camino para

encontrar nuestra genuina

identidad, la verdad de nues-

tro ser, mientras que apar-

tarse de Dios nos aleja de

nosotros mismos y nos preci-

pita en el vacío. La obedien-

cia en la fe es la verdadera

libertad, la auténtica reden-

ción, que nos permite unirnos

al amor de Jesús en su es-

fuerzo por conformarse a la

voluntad del Padre. La reden-

ción es siempre este proceso

de llevar la voluntad humana

a la plena comunión con la

voluntad divina (cf. Lectio

divina con el clero de Roma,

18 febrero 2010).

Queridos hermanos, hoy ala-

bamos a la Virgen Santísima

por su fe y con santa Isabel

le decimos también nosotros:

«Bienaventurada la que ha

creído» (Lc 1,45). Como dice

san Agustín, María concibió

antes a Cristo por la fe en su

corazón que físicamente en

su vientre;

María creyó y se cumplió en

e l l a l o q u e c r e í a

( c f . S e r m ó n 2 1 5 ,

4: PL 38,1074). Pidamos no-

sotros al Señor que nos au-

mente la fe, que la haga acti-

va y fecunda en el amor. Pi-

dámosle que sepamos como

ella acoger en nuestro cora-

zón la palabra de Dios y lle-

varla a la práctica con docili-

dad y constancia.

La Virgen María, por su papel

insustituible en el misterio de

Cristo, representa la imagen

y el modelo de la Iglesia.

También la Iglesia, al igual

que hizo la Madre de Cristo,

está llamada a acoger en sí el

misterio de Dios que viene a

habitar en ella. Queridos her-

manos, sé con cuánto esfuer-

zo, audacia y abnegación tra-

bajan cada día para que, en

las circunstancias concretas

de su

País, y en este

tiempo de la historia, la Igle-

sia refleje cada vez más su

verdadero rostro como lugar

en el que Dios se acerca y

encuentra con los hombres.

La Iglesia, cuerpo vivo de

Cristo, tiene la misión de pro-

longar en la tierra la presen-

cia salvífica de Dios, de abrir

el mundo a algo más grande

que sí mismo, al amor y la

luz de Dios. Vale la pena,

queridos hermanos, dedicar

toda la vida a Cristo, crecer

cada día en su amistad y

sentirse llamado a anunciar

la belleza y bondad de su

vida a todos los hombres,

nuestros hermanos. Les

aliento en su tarea de sem-

brar el mundo con la Palabra

de Dios y de ofrecer a todos

el alimento verdadero del

cuerpo de Cristo. Cercana ya

la Pascua, decidámonos sin

miedos ni

complejos a seguir a

Jesús en su camino hacia la

cruz. Aceptemos con pacien-

cia y fe cualquier contrarie-

dad o aflicción, con la convic-

ción de que, en su resurrec-

ción, él ha derrotado el poder

del mal que todo lo oscurece,

y ha hecho amanecer un

mundo nuevo, el mundo de

Dios, de la luz, de la verdad y

la alegría. El Señor no dejará

de bendecir con frutos abun-

dantes la generosidad de su

entrega.

El misterio de la encarnación,

en el que Dios se hace cer-

cano a nosotros, nos muestra

también la dignidad incompa-

rable de toda vida humana.

Por eso, en su proyecto de

amor, desde la creación, Dios

ha encomendado a la familia

fundada en el matrimonio la

altísima misión de ser célula

fundamental de la sociedad y

verdadera Iglesia doméstica.

Con esta certeza, ustedes,

queridos esposos, han de

ser, de modo especial para

sus h i j os ,

signo real y

visible del

amor de Cristo

por la Iglesia.

Cuba tiene ne-

cesidad del

testimonio de

su fidelidad,

de su unidad,

de su capaci-

dad de acoger

la vida huma-

na, especial-

mente la más

indefensa y

necesitada.

Queridos her-

manos, ante la

mirada de la

Virgen de la

Caridad del

Cobre, deseo

hacer un lla-

mado para que

den nuevo vigor a su fe, para

que vivan de Cristo y para

Cristo, y con las armas de la

paz, el perdón y la compren-

sión, luchen para construir

una sociedad abierta y reno-

vada, una sociedad mejor,

más digna del hombre, que

refleje más la bondad de

Dios. Amén.

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Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

EN LA MAÑANA DEL MARTES 27 DE MARZO, EL

PAPA BENEDICTO XVI VISITÓ EL SANTUARIO

DE LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE. LE

REGALÓ UNA ROSA DE ORO.

VISITA PAPAL A CUBA 18 VISITA PAPAL A CUBA 19

VISITA PAPAL A CUBA 20 VISITA PAPAL A CUBA 21

EL PAPA BENEDICTO XVI PRESIDIÓ UNA EUCARISTÍA

PRIVADA EN LA CAPILLA DEL COLEGIO MIRAFLORES

EL SÁBADO 24 DE MARZO EN LA MAÑANA

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

Queridos hermanos y hermanas:

He venido como pe-regrino hasta la casa de la bendi-ta imagen de Nuestra Señora

de la Caridad, «la

Mambisa», como ustedes la invo-can afectuosa-mente. Su pre-sencia en este poblado de El Co-bre es un regalo del cielo para los cubanos.

Deseo saludar cordialmente a los aquí presen-tes. Reciban el cariño del Papa y

llévenlo por do-quier, para que todos experimen-

ten el consuelo y la fortaleza en la fe.

Hagan saber a cuantos se encuen-tran cerca o lejos que he confiado a la

Madre de Dios el futuro de su Pa-

tria, avanzando por caminos de renova-ción y esperanza, para el mayor bien

de to-

dos los cubanos. También he suplica-

do a la Virgen San-tísima por las nece-sidades de los que sufren, de los que

es-tán privados

de libertad, separa-dos de sus seres

queridos o pasan por graves momen-

tos de dificultad. He puesto asimismo en

su inmaculado Co-razón a los jóvenes, para que sean au-

ténticos amigos de Cristo y no sucum-

ban a propuestas que dejan la triste-za tras de sí. Ante María de la Caridad, también me he

acordado de modo particular de los cu-banos descendien-tes de aquellos que llegaron aquí desde

África, así como de la c e r c a n a población

de Haití, que aún sufre las c o n s e -c u e n c i a s del conoci-do terre-moto de hace dos

años. Y no he olvida-do a tan-tos cam-pesinos y

a sus fa-milias, que desean vivir intensamente en sus hogares el evangelio, y ofrecen

también sus casas como centros de

misión para la cele-bración de la Euca-

ristía.

A ejemplo de la

Santísima Virgen, animo a todos los hijos de esta queri-

da tierra a seguir

edificando la vida sobre la roca firme

que es Jesucristo, a trabajar por la jus-ticia, a ser servido-

res de la caridad y perseverantes en

medio de las prue-bas. Que nada ni

nadie les quite la alegría interior, tan

característica del al-ma cubana.

Que Dios les bendi-ga.

Muchas gracias.

VISITA PAPAL A CUBA 20 VISITA PAPAL A CUBA 21

EL PAPA BENEDICTO XVI PRESIDIÓ UNA EUCARISTÍA

PRIVADA EN LA CAPILLA DEL COLEGIO MIRAFLORES

EL SÁBADO 24 DE MARZO EN LA MAÑANA

Queridos hermanos y hermanas:

He venido como pe-regrino hasta la casa de la bendi-ta imagen de Nuestra Señora

de la Caridad, «la

Mambisa», como ustedes la invo-can afectuosa-mente. Su pre-sencia en este poblado de El Co-bre es un regalo del cielo para los cubanos.

Deseo saludar cordialmente a los aquí presen-tes. Reciban el cariño del Papa y

llévenlo por do-quier, para que todos experimen-

ten el consuelo y la fortaleza en la fe.

Hagan saber a cuantos se encuen-tran cerca o lejos que he confiado a la

Madre de Dios el futuro de su Pa-

tria, avanzando por caminos de renova-ción y esperanza, para el mayor bien

de to-

dos los cubanos. También he suplica-

do a la Virgen San-tísima por las nece-sidades de los que sufren, de los que

es-tán privados

de libertad, separa-dos de sus seres

queridos o pasan por graves momen-

tos de dificultad. He puesto asimismo en

su inmaculado Co-razón a los jóvenes, para que sean au-

ténticos amigos de Cristo y no sucum-

ban a propuestas que dejan la triste-za tras de sí. Ante María de la Caridad, también me he

acordado de modo particular de los cu-banos descendien-tes de aquellos que llegaron aquí desde

África, así como de la c e r c a n a población

de Haití, que aún sufre las c o n s e -c u e n c i a s del conoci-do terre-moto de hace dos

años. Y no he olvida-do a tan-tos cam-pesinos y

a sus fa-milias, que desean vivir intensamente en sus hogares el evangelio, y ofrecen

también sus casas como centros de

misión para la cele-bración de la Euca-

ristía.

A ejemplo de la

Santísima Virgen, animo a todos los hijos de esta queri-

da tierra a seguir

edificando la vida sobre la roca firme

que es Jesucristo, a trabajar por la jus-ticia, a ser servido-

res de la caridad y perseverantes en

medio de las prue-bas. Que nada ni

nadie les quite la alegría interior, tan

característica del al-ma cubana.

Que Dios les bendi-ga.

Muchas gracias.

VISITA PAPAL A CUBA 23 VISITA PAPAL A CUBA 22

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

VISITA PAPAL A CUBA 23 VISITA PAPAL A CUBA 22

LLEGADA DEL PAPA BENEDICTO XVI

A LA HABANA, CUBA

VISITA PAPAL A CUBA 24 VISITA PAPAL A CUBA 25

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

BENEDICTO XVI REALIZÓ UNA VISITA DE CORTESÍA AL

PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, AL PRESIDENTE DE ES-

TADO Y DEL CONSEJO DE MINISTROS DE LA REPÚBLICA

EN EL PALACIO DE LA REVOLUCIÓN DE LA HABANA

VISITA PAPAL A CUBA 24 VISITA PAPAL A CUBA 25

BENEDICTO XVI REALIZÓ UNA VISITA DE CORTESÍA AL

PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, AL PRESIDENTE DE ES-

TADO Y DEL CONSEJO DE MINISTROS DE LA REPÚBLICA

EN EL PALACIO DE LA REVOLUCIÓN DE LA HABANA

ÁFRICA 27 VISITA PAPAL A CUBA 27 VISITA PAPAL A CUBA 26

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

EL PAPA BENEDICTO

XVI EN LA EUCARISTÍA

QUE PRESIDIÓ EN LA

PLAZA DE LA REVOLU-

CIÓN, EN LA HABANA

CUBA

ÁFRICA 27 VISITA PAPAL A CUBA 27 VISITA PAPAL A CUBA 26

VISITA PAPAL A CUBA 28 VISITA PAPAL A CUBA 29

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

PLAZA DE LA REVOLUCIÓN DURANTE LA MISA

VISITA PAPAL A CUBA 28 VISITA PAPAL A CUBA 29

VISITA PAPAL A CUBA 30 VISITA PAPAL A CUBA 31

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

Queridos hermanos y herma-

nas:

«Bendito eres, Señor Dios…,

bendito tu nombre santo y

glorioso» (Dn 3,52). Este

himno de bendición del libro

de Daniel resuena hoy en

nuestra liturgia invitándonos

reiteradamente a bendecir y

alabar a Dios. Somos parte

de la multitud de ese coro

que celebra al Señor sin ce-

sar. Nos unimos a este con-

cierto de acción de gracias, y

ofrecemos nuestra voz alegre

y confiada, que busca cimen-

tar en el amor y la verdad el

camino de la fe.

«Bendito sea Dios» que nos

reúne en esta emblemática

plaza, para que ahondemos

más profundamente en su

vida. Siento una gran alegría

de encontrarme hoy entre

ustedes y presidir esta Santa

Misa en el corazón de este

Año jubilar dedicado a la Vir-

gen de la Caridad del Cobre.

Saludo cordialmente al Car-

denal Jaime Ortega y Ala-

mino, Arzobispo de La Haba-

na, y le agradezco las corte-

ses palabras que me ha diri-

gido en nombre de todos.

Extiendo mi saludo a los Se-

ñores Cardenales, a mis her-

manos Obispos de Cuba y de

otros países, que han querido

participar en esta solemne

celebración. Saludo también

a los sacerdotes, seminaris-

tas, religiosos y a todos los

fieles aquí congregados, así

como a las Autoridades que

nos acompañan.

En la primera lectura procla-

mada, los tres jóvenes, per-

seguidos por el soberano ba-

bilonio, prefieren afrontar la

muerte abrasados por el fue-

go antes que traicionar su

conciencia y su fe. Ellos en-

contraron la fuerza de

«alabar, glorificar y bendecir

a Dios» en la convicción de

que el Señor del cosmos y la

historia no los abandonaría a

la muerte y a la nada. En

efecto, Dios nunca abandona

a sus hijos, nunca los olvida.

Él está por encima de noso-

tros y es capaz de salvarnos

con su poder. Al mismo tiem-

po, es cercano a su pueblo y,

por su Hijo Jesucristo, ha

deseado poner su morada

entre nosotros.

«Si os mantenéis en mi pala-

bra, seréis de verdad discípu-

los míos; conoceréis la ver-

dad, y la verdad os hará li-

bres» (Jn 8,31). En este texto

del Evangelio que se ha pro-

clamado, Jesús se revela co-

mo el Hijo de Dios Padre, el

Salvador, el único que puede

mostrar la verdad y dar la

genuina libertad. Su ense-

ñanza provoca resistencia e

inquietud entre sus interlocu-

tores, y Él los acusa de bus-

car su muerte, aludiendo al

supremo sacrificio en la cruz,

ya cercano. Aun así, los con-

mina a creer, a mantener la

Palabra, para conocer la ver-

dad que redime y dignifica.

En efecto, la verdad es un

anhelo del ser humano, y

buscarla siempre supone un

ejercicio de auténtica liber-

tad. Muchos, sin embargo,

prefieren los atajos e intentan

eludir esta tarea. Algunos,

como Poncio Pilato, ironizan

con la posibilidad de poder

conocer la verdad (cf. Jn 18,

38), proclamando la incapaci-

dad del hombre para alcan-

zarla o negando que exista

una verdad para todos. Esta

actitud, como en el caso del

escepticismo y el relativismo,

produce un cambio en el co-

razón, haciéndolos fríos, vaci-

lantes, distantes de los de-

más y encerrados en sí mis-

mos. Personas que se lavan

las manos como el goberna-

dor romano y dejan correr el

agua de la historia sin com-

prometerse.

Por otra parte, hay otros que

interpretan mal esta búsque-

da de la verdad, llevándolos a

la irracionalidad y al fanatis-

mo, encerrándose en «su

verdad» e intentando impo-

nerla a los demás. Son como

aquellos legalistas obcecados

que, al ver a Jesús golpeado

y sangrante, gritan enfureci-

d o s :

«¡Crucifícalo!» (cf. Jn 19, 6).

Sin embargo, quien actúa

irracionalmente no puede lle-

gar a ser discípulo de Jesús.

Fe y razón son necesarias y

complementarias en la bús-

queda de la verdad. Dios creó

al hombre con una innata

vocación a la verdad y para

esto lo dotó de razón. No es

ciertamente la irracionalidad,

sino el afán de verdad, lo que

promueve la fe cristiana. To-

do ser humano ha de indagar

la verdad y optar por ella

cuando la encuentra, aun a

riesgo de afrontar sacrificios.

Además, la verdad sobre el

hombre es un presupuesto

ineludible para alcanzar la

libertad, pues en ella descu-

brimos los fundamentos de

una ética con la que todos

pueden confrontarse, y que

contiene formulaciones claras

y precisas sobre la vida y la

muerte, los deberes y los de-

rechos, el matrimonio, la fa-

milia y la sociedad, en defini-

tiva, sobre la dignidad invio-

lable del ser humano. Este

patrimonio ético es lo que

puede acercar a todas las

culturas, pueblos y religiones,

las autoridades y los ciudada-

nos, y a los ciudadanos entre

sí, a los creyentes en Cristo

con quienes no creen en él.

El cristianismo, al resaltar los

valores que sustentan la éti-

ca, no impone, sino que pro-

pone la invitación de Cristo a

conocer la verdad que hace

libres. El creyente está llama-

do a ofrecerla a sus contem-

poráneos, como lo hizo el

Señor, incluso ante el som-

brío presagio del rechazo y

de la cruz. El encuentro per-

sonal con quien es la verdad

en persona nos impulsa a

compartir este tesoro con los

demás, especialmente con el

testimonio.

Queridos amigos, no vacilen

en seguir a Jesucristo. En él

hallamos la verdad sobre

Dios y sobre el hombre. Él

nos ayuda a derrotar nues-

tros egoísmos, a salir de

nuestras ambiciones y a ven-

cer lo que nos oprime. El que

obra el mal, el que comete

pecado, es esclavo del peca-

do y nunca alcanzará la liber-

tad (cf. Jn 8,34). Sólo renun-

ciando al odio y a nuestro

corazón duro y ciego seremos

libres, y una vida nueva bro-

tará en nosotros.

Convencido de que Cristo es

la verdadera medida del

hombre, y sabiendo que en él

se encuentra la fuerza nece-

saria para afrontar toda prue-

ba, deseo anunciarles abier-

tamente al Señor Jesús como

Camino, Verdad y Vida.

En él todos hallarán

la plena libertad,

la luz para

e n t e n d e r

con hon-

dura la

realidad

y

trans-

formarla

con el po-

der renova-

dor del amor.

La Iglesia vive

para hacer partícipes

a los demás de lo único que

ella tiene, y que no es sino

Cristo, esperanza de la gloria

(cf. Col 1,27). Para poder

ejercer esta tarea, ha de con-

tar con la esencial libertad

religiosa, que consiste en po-

der proclamar y celebrar la fe

también públicamente, lle-

vando el mensaje de amor,

reconciliación y paz que Jesús

trajo al mundo. Es de recono-

cer con alegría que en Cuba

se han ido dando pasos para

que la Iglesia lleve a cabo su

misión insoslayable de expre-

sar pública y abiertamente su

fe. Sin embargo, es preciso

seguir adelante, y deseo ani-

mar a las instancias guberna-

mentales de la Nación a re-

forzar lo ya alcanzado y a

avanzar por este camino de

genuino servicio al bien co-

mún de toda la sociedad cu-

bana.

El derecho a la libertad reli-

giosa, tanto en su dimensión

individual como comunitaria,

manifiesta la unidad de la

persona humana, que es ciu-

dadano y creyente a la vez.

Legitima también que los cre-

yentes ofrezcan una contribu-

ción a la edificación de la so-

ciedad. Su refuerzo consolida

la convivencia, alimenta la

esperanza en un mundo me-

jor, crea condiciones propi-

cias para la paz y el desarro-

llo armónico, al mismo tiem-

po que establece bases fir-

mes para afianzar los dere-

chos de las generaciones fu-

turas.

Cuando la Iglesia pone de

relieve este derecho, no está

reclamando privilegio alguno.

Pretende sólo ser fiel al man-

dato de su divino fundador,

consciente de que donde

Cristo se hace presente, el

hombre crece en humanidad

y encuentra su consistencia.

Por eso, ella busca dar este

testimonio en su predicación

y enseñanza, tanto en la ca-

tequesis como en ámbitos

escolares y universitarios. Es

de esperar que pronto llegue

aquí también el momento de

que la Iglesia pueda llevar a

los campos del saber los be-

neficios de la misión que su

Señor le encomendó y que

nunca puede descuidar.

Ejemplo preclaro de esta la-

bor fue el insigne sacerdote

Félix Varela, educador y

maestro, hijo ilustre de esta

ciudad de La Habana, que ha

pasado a la historia de Cuba

como el primero que enseñó

a pensar a su pueblo. El Pa-

dre Varela nos presenta el

camino para una verdadera

transformación social: formar

hombres virtuosos para forjar

una nación digna y libre, ya

que esta trasformación de-

penderá de la vida espiritual

del hombre, pues «no hay

patria sin virtud» (Cartas a

Elpidio, carta sexta, Madrid

1836, 220). Cuba y el mundo

necesitan cambios, pero és-

tos se darán sólo si cada uno

está en condiciones de pre-

guntarse por la verdad y se

decide a tomar el camino del

amor, sembrando reconcilia-

ción y fraternidad.

Invocando la materna protec-

ción de María Santísima, pi-

damos que cada vez que par-

ticipemos en la Eucaristía nos

hagamos también testigos de

la caridad, que responde al

m a l c o n e l b i e n

(cf. Rm12,21), ofreciéndonos

como hostia viva a quien

amorosamente se entregó

por nosotros. Caminemos a la

luz de Cristo, que es el que

puede destruir la tiniebla del

error. Supliquémosle que,

con el valor y la reciedumbre

de los santos, lleguemos a

dar una respuesta libre, ge-

nerosa y coherente a Dios,

sin miedos ni rencores.

Amén.

VISITA PAPAL A CUBA 30 VISITA PAPAL A CUBA 31

Queridos hermanos y herma-

nas:

«Bendito eres, Señor Dios…,

bendito tu nombre santo y

glorioso» (Dn 3,52). Este

himno de bendición del libro

de Daniel resuena hoy en

nuestra liturgia invitándonos

reiteradamente a bendecir y

alabar a Dios. Somos parte

de la multitud de ese coro

que celebra al Señor sin ce-

sar. Nos unimos a este con-

cierto de acción de gracias, y

ofrecemos nuestra voz alegre

y confiada, que busca cimen-

tar en el amor y la verdad el

camino de la fe.

«Bendito sea Dios» que nos

reúne en esta emblemática

plaza, para que ahondemos

más profundamente en su

vida. Siento una gran alegría

de encontrarme hoy entre

ustedes y presidir esta Santa

Misa en el corazón de este

Año jubilar dedicado a la Vir-

gen de la Caridad del Cobre.

Saludo cordialmente al Car-

denal Jaime Ortega y Ala-

mino, Arzobispo de La Haba-

na, y le agradezco las corte-

ses palabras que me ha diri-

gido en nombre de todos.

Extiendo mi saludo a los Se-

ñores Cardenales, a mis her-

manos Obispos de Cuba y de

otros países, que han querido

participar en esta solemne

celebración. Saludo también

a los sacerdotes, seminaris-

tas, religiosos y a todos los

fieles aquí congregados, así

como a las Autoridades que

nos acompañan.

En la primera lectura procla-

mada, los tres jóvenes, per-

seguidos por el soberano ba-

bilonio, prefieren afrontar la

muerte abrasados por el fue-

go antes que traicionar su

conciencia y su fe. Ellos en-

contraron la fuerza de

«alabar, glorificar y bendecir

a Dios» en la convicción de

que el Señor del cosmos y la

historia no los abandonaría a

la muerte y a la nada. En

efecto, Dios nunca abandona

a sus hijos, nunca los olvida.

Él está por encima de noso-

tros y es capaz de salvarnos

con su poder. Al mismo tiem-

po, es cercano a su pueblo y,

por su Hijo Jesucristo, ha

deseado poner su morada

entre nosotros.

«Si os mantenéis en mi pala-

bra, seréis de verdad discípu-

los míos; conoceréis la ver-

dad, y la verdad os hará li-

bres» (Jn 8,31). En este texto

del Evangelio que se ha pro-

clamado, Jesús se revela co-

mo el Hijo de Dios Padre, el

Salvador, el único que puede

mostrar la verdad y dar la

genuina libertad. Su ense-

ñanza provoca resistencia e

inquietud entre sus interlocu-

tores, y Él los acusa de bus-

car su muerte, aludiendo al

supremo sacrificio en la cruz,

ya cercano. Aun así, los con-

mina a creer, a mantener la

Palabra, para conocer la ver-

dad que redime y dignifica.

En efecto, la verdad es un

anhelo del ser humano, y

buscarla siempre supone un

ejercicio de auténtica liber-

tad. Muchos, sin embargo,

prefieren los atajos e intentan

eludir esta tarea. Algunos,

como Poncio Pilato, ironizan

con la posibilidad de poder

conocer la verdad (cf. Jn 18,

38), proclamando la incapaci-

dad del hombre para alcan-

zarla o negando que exista

una verdad para todos. Esta

actitud, como en el caso del

escepticismo y el relativismo,

produce un cambio en el co-

razón, haciéndolos fríos, vaci-

lantes, distantes de los de-

más y encerrados en sí mis-

mos. Personas que se lavan

las manos como el goberna-

dor romano y dejan correr el

agua de la historia sin com-

prometerse.

Por otra parte, hay otros que

interpretan mal esta búsque-

da de la verdad, llevándolos a

la irracionalidad y al fanatis-

mo, encerrándose en «su

verdad» e intentando impo-

nerla a los demás. Son como

aquellos legalistas obcecados

que, al ver a Jesús golpeado

y sangrante, gritan enfureci-

d o s :

«¡Crucifícalo!» (cf. Jn 19, 6).

Sin embargo, quien actúa

irracionalmente no puede lle-

gar a ser discípulo de Jesús.

Fe y razón son necesarias y

complementarias en la bús-

queda de la verdad. Dios creó

al hombre con una innata

vocación a la verdad y para

esto lo dotó de razón. No es

ciertamente la irracionalidad,

sino el afán de verdad, lo que

promueve la fe cristiana. To-

do ser humano ha de indagar

la verdad y optar por ella

cuando la encuentra, aun a

riesgo de afrontar sacrificios.

Además, la verdad sobre el

hombre es un presupuesto

ineludible para alcanzar la

libertad, pues en ella descu-

brimos los fundamentos de

una ética con la que todos

pueden confrontarse, y que

contiene formulaciones claras

y precisas sobre la vida y la

muerte, los deberes y los de-

rechos, el matrimonio, la fa-

milia y la sociedad, en defini-

tiva, sobre la dignidad invio-

lable del ser humano. Este

patrimonio ético es lo que

puede acercar a todas las

culturas, pueblos y religiones,

las autoridades y los ciudada-

nos, y a los ciudadanos entre

sí, a los creyentes en Cristo

con quienes no creen en él.

El cristianismo, al resaltar los

valores que sustentan la éti-

ca, no impone, sino que pro-

pone la invitación de Cristo a

conocer la verdad que hace

libres. El creyente está llama-

do a ofrecerla a sus contem-

poráneos, como lo hizo el

Señor, incluso ante el som-

brío presagio del rechazo y

de la cruz. El encuentro per-

sonal con quien es la verdad

en persona nos impulsa a

compartir este tesoro con los

demás, especialmente con el

testimonio.

Queridos amigos, no vacilen

en seguir a Jesucristo. En él

hallamos la verdad sobre

Dios y sobre el hombre. Él

nos ayuda a derrotar nues-

tros egoísmos, a salir de

nuestras ambiciones y a ven-

cer lo que nos oprime. El que

obra el mal, el que comete

pecado, es esclavo del peca-

do y nunca alcanzará la liber-

tad (cf. Jn 8,34). Sólo renun-

ciando al odio y a nuestro

corazón duro y ciego seremos

libres, y una vida nueva bro-

tará en nosotros.

Convencido de que Cristo es

la verdadera medida del

hombre, y sabiendo que en él

se encuentra la fuerza nece-

saria para afrontar toda prue-

ba, deseo anunciarles abier-

tamente al Señor Jesús como

Camino, Verdad y Vida.

En él todos hallarán

la plena libertad,

la luz para

e n t e n d e r

con hon-

dura la

realidad

y

trans-

formarla

con el po-

der renova-

dor del amor.

La Iglesia vive

para hacer partícipes

a los demás de lo único que

ella tiene, y que no es sino

Cristo, esperanza de la gloria

(cf. Col 1,27). Para poder

ejercer esta tarea, ha de con-

tar con la esencial libertad

religiosa, que consiste en po-

der proclamar y celebrar la fe

también públicamente, lle-

vando el mensaje de amor,

reconciliación y paz que Jesús

trajo al mundo. Es de recono-

cer con alegría que en Cuba

se han ido dando pasos para

que la Iglesia lleve a cabo su

misión insoslayable de expre-

sar pública y abiertamente su

fe. Sin embargo, es preciso

seguir adelante, y deseo ani-

mar a las instancias guberna-

mentales de la Nación a re-

forzar lo ya alcanzado y a

avanzar por este camino de

genuino servicio al bien co-

mún de toda la sociedad cu-

bana.

El derecho a la libertad reli-

giosa, tanto en su dimensión

individual como comunitaria,

manifiesta la unidad de la

persona humana, que es ciu-

dadano y creyente a la vez.

Legitima también que los cre-

yentes ofrezcan una contribu-

ción a la edificación de la so-

ciedad. Su refuerzo consolida

la convivencia, alimenta la

esperanza en un mundo me-

jor, crea condiciones propi-

cias para la paz y el desarro-

llo armónico, al mismo tiem-

po que establece bases fir-

mes para afianzar los dere-

chos de las generaciones fu-

turas.

Cuando la Iglesia pone de

relieve este derecho, no está

reclamando privilegio alguno.

Pretende sólo ser fiel al man-

dato de su divino fundador,

consciente de que donde

Cristo se hace presente, el

hombre crece en humanidad

y encuentra su consistencia.

Por eso, ella busca dar este

testimonio en su predicación

y enseñanza, tanto en la ca-

tequesis como en ámbitos

escolares y universitarios. Es

de esperar que pronto llegue

aquí también el momento de

que la Iglesia pueda llevar a

los campos del saber los be-

neficios de la misión que su

Señor le encomendó y que

nunca puede descuidar.

Ejemplo preclaro de esta la-

bor fue el insigne sacerdote

Félix Varela, educador y

maestro, hijo ilustre de esta

ciudad de La Habana, que ha

pasado a la historia de Cuba

como el primero que enseñó

a pensar a su pueblo. El Pa-

dre Varela nos presenta el

camino para una verdadera

transformación social: formar

hombres virtuosos para forjar

una nación digna y libre, ya

que esta trasformación de-

penderá de la vida espiritual

del hombre, pues «no hay

patria sin virtud» (Cartas a

Elpidio, carta sexta, Madrid

1836, 220). Cuba y el mundo

necesitan cambios, pero és-

tos se darán sólo si cada uno

está en condiciones de pre-

guntarse por la verdad y se

decide a tomar el camino del

amor, sembrando reconcilia-

ción y fraternidad.

Invocando la materna protec-

ción de María Santísima, pi-

damos que cada vez que par-

ticipemos en la Eucaristía nos

hagamos también testigos de

la caridad, que responde al

m a l c o n e l b i e n

(cf. Rm12,21), ofreciéndonos

como hostia viva a quien

amorosamente se entregó

por nosotros. Caminemos a la

luz de Cristo, que es el que

puede destruir la tiniebla del

error. Supliquémosle que,

con el valor y la reciedumbre

de los santos, lleguemos a

dar una respuesta libre, ge-

nerosa y coherente a Dios,

sin miedos ni rencores.

Amén.

VISITA PAPAL A CUBA 32 VISITA PAPAL A CUBA 33

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

VISITA PAPAL A CUBA 32 VISITA PAPAL A CUBA 33

VISITA PAPAL A CUBA 34 VISITA PAPAL A CUBA 35

Se ñ o r P re s i de n t e ,

Señores Cardenales y

queridos Hermanos en el

E p i s c o p a d o ,

Excelentísimas Autorida-

d e s ,

Señoras y Señores, Amigos todos,

Doy gracias a Dios, que

me ha permitido visitar

esta hermosa Isla, que

tan profunda huella dejó

en el corazón de mi ama-do Predecesor, el Beato

Juan Pablo II, cuando es-

tuvo en estas tie-

rras como mensajero de

la verdad y la esperanza.

También yo he deseado

ardientemente venir en-tre ustedes como pere-

grino de la caridad, para

agradecer a la Virgen

María la presencia de su

venerada imagen en el

Santuario del Cobre, des-de donde acompaña el

camino de la Iglesia en

esta Nación e infunde

ánimo a todos los cuba-

nos para que, de la mano

de Cristo, descubran el genuino sentido de los

afanes y anhelos que

anidan en el corazón hu-

mano y alcancen la fuer-

za necesaria para cons-

truir una sociedad solida-

ria, en la que nadie se

sienta excluido. «Cristo,

resucitado de entre los

muertos, brilla en el

mundo, y lo hace de la

forma más clara, precisa-mente allí donde según

el juicio humano todo pa-

rece sombrío y sin espe-

ranza. Él ha vencido a la

muerte –Él vive– y la fe

en Él penetra como una pequeña luz todo lo que

es oscuridad y amena-

za» (Vigilia de oración

con los jóvenes. Feria de

Friburgo de Brisgovia, 24

septiembre 2011).

Agradezco al Señor Pre-sidente y a las demás

Autoridades del País el

interés y la generosa co-

laboración dispensada

para el buen desarrollo

de este viaje. Vaya tam-bién mi viva gratitud a

los miembros de la Con-

ferencia de Obispos Ca-

tólicos de Cuba, que no

han escatimado esfuer-

zos ni sacrificios para es-te mismo fin, y a cuantos

han contribuido a él de

diversas maneras, en

particular con la plegaria.

Me llevo en lo más pro-

fundo de mi ser a todos y

cada uno de los cubanos,

que me han rodeado con

su oración y afecto, brin-

dándome una cordial

hospitalidad y haciéndo-me partícipe de sus más

hondas y justas aspira-

ciones.

Vine aquí como testigo

de Jesucristo, convenci-

do de que, donde él lle-ga, el desaliento deja

paso a la esperanza, la

bondad despeja incerti-

dumbres y una fuerza

vigorosa abre el horizon-

te a inusitadas y benefi-

ciosas perspectivas. En su nombre, y como Su-

cesor del apóstol Pedro,

he querido recordar su

mensaje de salvación,

que fortalezca el entu-

siasmo y solicitud de los Obispos cubanos, así co-

mo de sus presbíteros,

de los religiosos y de

quienes se preparan con

ilusión al ministerio sa-

cerdotal y la vida consa-grada. Que sirva también

de nuevo impulso a

cuantos cooperan con

constancia y abnegación

en la tarea de la evange-

lización, especialmente a

los fieles laicos, para

que, intensificando su

entrega a Dios en medio

de sus hogares y traba-

jos, no se cansen de

ofrecer responsablemen-

te su aportación al bien y

al progreso integral de la

patria.

El camino que Cristo pro-

pone a la humanidad, y a

cada persona y pueblo en

particular, en nada la

coarta, antes bien es el

factor primero y principal para su auténtico desa-

rrollo. Que la luz del Se-

ñor, que ha brillado con

fulgor en estos días, no

se apague en quienes la

han acogido y ayude a todos a estrechar la con-

cordia y a hacer fructifi-

car lo mejor del alma cu-

bana, sus valores más

nobles, sobre los que es

posible cimentar una so-

ciedad de amplios hori-

zontes, renovada y re-

conciliada. Que nadie se vea impedido de sumarse

a esta apasionante tarea

por la limitación de sus

libertades fundamenta-

les, ni eximido de ella

por desidia o carencia de recursos materiales. Si-

tuación que se ve agra-

vada cuando medidas

económicas restrictivas

impuestas desde fuera

del País pesan negativa-mente sobre la pobla-

ción.

Concluyo aquí mi pere-

grinación, pero continua-

ré rezando fervientemen-

te para que ustedes si-

gan adelante y Cuba sea

la casa de todos y para

todos los cubanos, donde convivan la justicia y la

libertad, en un clima de

serena fraternidad. El

respeto y cultivo de la

libertad que late en el

corazón de todo hombre es imprescindible para

responder adecuadamen-

te a las exigencias funda-

mentales de su dignidad,

y construir así una socie-

dad en la que cada uno se sienta protagonista

indispensable del futuro

de su vida, su familia y

su patria.

La hora presente reclama

de forma apremiante que

en la convivencia huma-

na, nacional e internacio-

nal, se destierren posi-ciones inamovibles y los

puntos de vista unilate-

rales que tienden a hacer

más arduo el entendi-

miento e ineficaz el es-

fuerzo de colaboración. Las eventuales discre-

pancias y dificultades se

han de solucionar bus-

cando incansablemente

lo que une a todos, con

diálogo paciente y since-ro, comprensión recípro-

ca y una leal voluntad de

escucha que acepte me-

tas portadoras de nue-

vas esperanzas.

Cuba, reaviva en ti la fe

de tus mayores, saca de ella la fuerza para edifi-

car un porvenir mejor,

confía en las promesas

del Señor, abre tu cora-

zón a su evangelio para

renovar auténticamente la vida personal y so-

cial.

A la vez que les digo mi

emocionado adiós, pido

a Nuestra Señora de la

Caridad del Cobre que

proteja con su manto a todos los cubanos, los

sostenga en medio de

las pruebas y les obten-

ga del Omnipotente la

gracia que más anhe-

lan.

¡Hasta siempre, Cuba,

tierra embellecida por la

presencia materna de

María! Que Dios bendi-

ga tus destinos. Muchas

gracias.

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

VISITA PAPAL A CUBA 34 VISITA PAPAL A CUBA 35

Se ñ o r P re s i de n t e ,

Señores Cardenales y

queridos Hermanos en el

E p i s c o p a d o ,

Excelentísimas Autorida-

d e s ,

Señoras y Señores, Amigos todos,

Doy gracias a Dios, que

me ha permitido visitar

esta hermosa Isla, que

tan profunda huella dejó

en el corazón de mi ama-do Predecesor, el Beato

Juan Pablo II, cuando es-

tuvo en estas tie-

rras como mensajero de

la verdad y la esperanza.

También yo he deseado

ardientemente venir en-tre ustedes como pere-

grino de la caridad, para

agradecer a la Virgen

María la presencia de su

venerada imagen en el

Santuario del Cobre, des-de donde acompaña el

camino de la Iglesia en

esta Nación e infunde

ánimo a todos los cuba-

nos para que, de la mano

de Cristo, descubran el genuino sentido de los

afanes y anhelos que

anidan en el corazón hu-

mano y alcancen la fuer-

za necesaria para cons-

truir una sociedad solida-

ria, en la que nadie se

sienta excluido. «Cristo,

resucitado de entre los

muertos, brilla en el

mundo, y lo hace de la

forma más clara, precisa-mente allí donde según

el juicio humano todo pa-

rece sombrío y sin espe-

ranza. Él ha vencido a la

muerte –Él vive– y la fe

en Él penetra como una pequeña luz todo lo que

es oscuridad y amena-

za» (Vigilia de oración

con los jóvenes. Feria de

Friburgo de Brisgovia, 24

septiembre 2011).

Agradezco al Señor Pre-sidente y a las demás

Autoridades del País el

interés y la generosa co-

laboración dispensada

para el buen desarrollo

de este viaje. Vaya tam-bién mi viva gratitud a

los miembros de la Con-

ferencia de Obispos Ca-

tólicos de Cuba, que no

han escatimado esfuer-

zos ni sacrificios para es-te mismo fin, y a cuantos

han contribuido a él de

diversas maneras, en

particular con la plegaria.

Me llevo en lo más pro-

fundo de mi ser a todos y

cada uno de los cubanos,

que me han rodeado con

su oración y afecto, brin-

dándome una cordial

hospitalidad y haciéndo-me partícipe de sus más

hondas y justas aspira-

ciones.

Vine aquí como testigo

de Jesucristo, convenci-

do de que, donde él lle-ga, el desaliento deja

paso a la esperanza, la

bondad despeja incerti-

dumbres y una fuerza

vigorosa abre el horizon-

te a inusitadas y benefi-

ciosas perspectivas. En su nombre, y como Su-

cesor del apóstol Pedro,

he querido recordar su

mensaje de salvación,

que fortalezca el entu-

siasmo y solicitud de los Obispos cubanos, así co-

mo de sus presbíteros,

de los religiosos y de

quienes se preparan con

ilusión al ministerio sa-

cerdotal y la vida consa-grada. Que sirva también

de nuevo impulso a

cuantos cooperan con

constancia y abnegación

en la tarea de la evange-

lización, especialmente a

los fieles laicos, para

que, intensificando su

entrega a Dios en medio

de sus hogares y traba-

jos, no se cansen de

ofrecer responsablemen-

te su aportación al bien y

al progreso integral de la

patria.

El camino que Cristo pro-

pone a la humanidad, y a

cada persona y pueblo en

particular, en nada la

coarta, antes bien es el

factor primero y principal para su auténtico desa-

rrollo. Que la luz del Se-

ñor, que ha brillado con

fulgor en estos días, no

se apague en quienes la

han acogido y ayude a todos a estrechar la con-

cordia y a hacer fructifi-

car lo mejor del alma cu-

bana, sus valores más

nobles, sobre los que es

posible cimentar una so-

ciedad de amplios hori-

zontes, renovada y re-

conciliada. Que nadie se vea impedido de sumarse

a esta apasionante tarea

por la limitación de sus

libertades fundamenta-

les, ni eximido de ella

por desidia o carencia de recursos materiales. Si-

tuación que se ve agra-

vada cuando medidas

económicas restrictivas

impuestas desde fuera

del País pesan negativa-mente sobre la pobla-

ción.

Concluyo aquí mi pere-

grinación, pero continua-

ré rezando fervientemen-

te para que ustedes si-

gan adelante y Cuba sea

la casa de todos y para

todos los cubanos, donde convivan la justicia y la

libertad, en un clima de

serena fraternidad. El

respeto y cultivo de la

libertad que late en el

corazón de todo hombre es imprescindible para

responder adecuadamen-

te a las exigencias funda-

mentales de su dignidad,

y construir así una socie-

dad en la que cada uno se sienta protagonista

indispensable del futuro

de su vida, su familia y

su patria.

La hora presente reclama

de forma apremiante que

en la convivencia huma-

na, nacional e internacio-

nal, se destierren posi-ciones inamovibles y los

puntos de vista unilate-

rales que tienden a hacer

más arduo el entendi-

miento e ineficaz el es-

fuerzo de colaboración. Las eventuales discre-

pancias y dificultades se

han de solucionar bus-

cando incansablemente

lo que une a todos, con

diálogo paciente y since-ro, comprensión recípro-

ca y una leal voluntad de

escucha que acepte me-

tas portadoras de nue-

vas esperanzas.

Cuba, reaviva en ti la fe

de tus mayores, saca de ella la fuerza para edifi-

car un porvenir mejor,

confía en las promesas

del Señor, abre tu cora-

zón a su evangelio para

renovar auténticamente la vida personal y so-

cial.

A la vez que les digo mi

emocionado adiós, pido

a Nuestra Señora de la

Caridad del Cobre que

proteja con su manto a todos los cubanos, los

sostenga en medio de

las pruebas y les obten-

ga del Omnipotente la

gracia que más anhe-

lan.

¡Hasta siempre, Cuba,

tierra embellecida por la

presencia materna de

María! Que Dios bendi-

ga tus destinos. Muchas

gracias.

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica MARZO 26 A ABRIL 02 DE 2012

VISITA PAPAL A CUBA 52 VISITA PAPAL A MÉXICO 25

VISITA PAPAL A CUBA 52 VISITA PAPAL A MÉXICO 25

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

OPINIÓN 66

Por Fabián Andrés Hernández

Ospina

El mensaje al que hago referencia

se enuncia mediante los hashtag,

que es una cadena de caracteres

formada por una o varias palabras

concatenadas y precedidas por una

almohadilla (#). A este hashtag se

puede agregar la opinión personal

usando la almohadilla con las pala-

bras, así es que los católicos han

gritado en esta red social particu-

larmente, junto con cubanos y me-

xicanos, cosas tales como

#BenedictoHermanoYaEresMexican

o, #BienvenidoBenedicto,

#EstaEsLaJuventudDelPapa,

#VivaCristoRey, #PapaCuba,

#BenedictoBienvenidoACuba entre

otros tantos.

Pero me ha llamado la atención

particularmente uno,

#MiCorazónConElPapa, me he fija-

do en él porque expresa nuestro

afecto y cercanía para con el Papa;

muchos de nosotros no pudimos

estar físicamente presentes con el

Papa, pero lo cierto sí, es que

nuestros corazones vibraban al

verlo bendecir y abrazar a los ni-

ños, al ver su afán porque todos

pudieran verlo y saludarlo. Tam-

bién ha sentido nuestro corazón

ese gozo al saber que no somos

pocos los que sentimos que el Papa

Benedicto XVI y no él en sí mismo,

sino su mensaje, la Persona a la

que representa, es bien recibido.

Nos sentimos UNO con nuestros

hermanos de estas dos importan-

tes naciones.

Escuchamos y vimos atentamente

lo que el Papa dijo e hizo en cada

uno de los lugares que visitó, siem-

pre anunciando a Cristo que está

presente en nuestra Iglesia a la

que Él ha elegido para llevar su

mensaje y buscar la unidad de to-

dos los cristianos.

Nos hemos llenado de orgullo, he-

mos sentido también que han que-

dado en silencio quienes asevera-

ban que el Papa iba a estar solo, al

parecer nuestra Iglesia no

está muerta como muchos

piensan, los inconvenientes

no han sido pocos, pero aun

así se sigue diciendo

#MéxicoSiempreFiel y

#CubaSiempreFiel, Dios nos ha

bendecido, a pesar de lo contradic-

torio del conflicto, pero nuestro

Dios nunca nos abandona, esto lo

comprobamos en el apoyo que he-

mos sentido por medio de las pala-

bras del Papa, y de las oraciones y

también palabras de nuestros her-

manos.

Estos mensajes tan cortos, tienen

menos de 140 caracteres, lo permi-

tido en Twitter, expresan una pro-

fundidad y un nivel de compromiso

tal, que debe manifestarse en la

realidad real, atravesando y per-

meando la realidad virtual, para

que esta, afecte a aquella.

Nuestro corazón, como el de los

discípulos de Emaús ardía al escu-

char sus palabras, al escuchar có-

mo el Papa consolaba a los pueblos

de América Latina que han sufrido

el conflicto, pero más que nada ar-

dían al verlo en medio de nuestro

pueblo. Hoy podemos decir que

desde Colombia estamos con los

mexicanos, con los cubanos y por

supuesto cada uno debe decir hoy

y siempre #MiCorazónConElPapa.

“CADA UNO DEBE DECIR HOY Y SIEM-

PRE #MICORAZONCONELPAPA”

Email: [email protected] / Twitter: @SemanaCatolica / Facebook: SemanaCatolica ABRIL 03 A 09 DE 2012

SEMANA CATÓLICA LE

SIGUE LA PISTA A LAS

DIFERENCIAS ENTRE

LA SANTA SEDE

Y LA UNIVERSIDAD

PONTIFICIA DEL PERÚ.

ESPERA NUESTRO

INFORME.

MUY PRONTO.

Colabora con las

vocaciones sacerdo-

tales y religiosas.

Escríbenos:

semanacatolica

@gmail.com