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Editorial

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Fotografías e InfografíaAna Lucía Valenzuela

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Impreso enDinámica Gráfica S.A.

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FotografíasLas fotografías interiores usadas en esta edición cuen-

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EQUIPO DE TRABAJOLos devoradores

Hemos sido advertidos por el Señor que una de las formas de cómo se presenta el adversario de nuestras vidas es por medio del personaje llamado devorador; también la misma Palabra nos enseña que dicho contrincante usa diferentes medios para devorar y de esta cuenta nos percatamos que

existen en la Biblia por lo menos cuatro grandes grupos de devoradores.El primero escondido en el reino animal sin raciocinio, el segundo escondido entre animal con raciocinio (humanos), el tercero escondido en cosas que devoran y el cuarto en actitudes que devoran. Cada uno de estos grupos tiene una forma especial para ser enfrentado y vencido, desde luego que una de las bases más claras para vencerlos está descrita en Malaquías 3:11 en donde el Señor nos promete reprender al devorador por medio de los diezmos y ofrendas. Sin embargo, en alguno de estos grupos de devoradores, además del dar, hay que añadir alguna cosa más y esto lo tenemos que aprender a discernir para hacer más efectiva nuestra lucha. Es más o menos como cuando el Señor refiriéndose a los que diezmaban, los fariseos, dice que era necesario hacer misericordia sin dejar de hacer lo primero, es decir además de dar, había que hacer misericordia. En este contexto podemos entender que cuando alguno de los cuatro grupos de devoradores antes mencionados aparecen, algunas veces tendremos que añadir algo más al dar; y es en esta revista es en donde abordamos por lo menos cómo tratar con algunos de estos grupos que devoran para además derrotarlos “cortarles la cabeza”.

Sirva pues este trabajo hecho en equipo para poder edificar a los que el Señor quiera alcanzar por este medio.

Bendiciones

Sergio Enriquez

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APOSTÓLICOConsejo “El Señor Jesucristo viene pronto, lo seguiremos

esperando aunque parezca tardanza.”

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3EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

En la Biblia leemos que nuestra lucha no es solamente contra carne, sino contra seres que están en las regiones del cosmos, entre los cuales se encuen-tran los devoradores; uno de ellos es el “fuego”. No podemos dejar de mencionar que hay fuego en lo natural y fuego en lo espiritual.

El fuego natural lo descubrió el hombre hace más de 400,000 años. El fuego controlado por el hombre vino a cambiar su entorno en cosas positivas como en la alimentación, la industria, etc. Pero también en lo negativo el fuego ha contri-buido a inventos como los cigarrillos y el desarrollo de enfermedades como la tuberculosis y cáncer pulmonar, general-mente la tuberculosis se da entre las personas que cocinan con leña, “se cree que la tuberculosis ha matado a más de mil millones de personas por lo que podría ser responsable de más muertes que todas las guerras y hambrunas juntas. Sigue siendo una de las enfermedades infecciosas más mortales, pues se calcula que cobra un millón y medio de vidas al año. Sin contar las muertes por cáncer pulmonar” (Steph Yin, The New York Times versión digital en español). Podemos mencionar también los incendios forestales a nivel mundial, en su mayoría causados por la mano del hombre.

En lo espiritual vemos que la Biblia nos enseña que hay siete personajes que hicieron descender fuego del cielo. Era un fuego proveniente de Dios, el fuego sirve para purificar y Dios compara la palabra escrita en la Biblia como fuego. A los jóvenes hebreos dentro del horno solo les quemaron las ataduras; también el fuego se compara con las pruebas. El fuego espiritual proveniente de Dios es necesario para nuestras vidas.

La Biblia menciona que hay un fuego extraño, es decir, que no proviene de Dios, por ejemplo hubo sacerdotes que ofrecieron sacrificios con fuego extraño y les trajo muerte, hay un fuego extraño que se convierte en un devorador: “Porque fuego se ha encendido en mi ira, Y arderá hasta las profundidades del Seol; Devorará la tierra y sus frutos, Y abrasará los fundamentos de los montes” (Deuteronomio 32:22 RV60). Vemos que en este texto la base o lo que sirvió de combustible para que el devorador fuego se manifestara fue la ira. El concepto secular de ira: “La ira, cólera, rabia, enojo o furia es una emoción que se expresa a través del resentimiento o de la irritabilidad, se expresa en lo facial, lenguaje corporal, respuestas fisiológicas y en ocasiones, en actos públicos de agresión” (Wikipedia). Depende de nosotros que la ira no nos conduzca al pecado; “Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26 SRV). Una vez tengamos el caldo de cultivo que es la ira, se enciende el fuego extraño y empieza a devorar los frutos de la tierra en abundancia que Dios nos está dando. “Y al cabo de diez años de habitar Abram en la tierra de Canaán, Saraí, mujer de Abram, tomó a su sierva Agar la egipcia, y se la dio a su marido Abram por mujer” (Génesis 16:3 LBA). Aquí el fuego devora la promesa de Dios.

Amado hermano si tienes promesas que aún no se han cumplido, no te desesperes de seguir esperando, no tomes otro camino. Si Dios te dio una promesa Él la va a cumplir, no permitas que el fuego devore tu promesa.

Otro ejemplo en el fuego que devora lo vemos en: “Y se dijeron unos a otros: Vamos, fabriquemos ladrillos y cozámoslos bien. Y usaron ladrillo en lugar de piedra, y asfalto en lugar de mezcla” (Génesis 11:3 LBA). Aquí usaron el fuego para cocer la tierra a la que le habían dado forma de ladrillo para sustituirla por la piedra. Quiere decir que este fuego devorador, hace que los cristianos quiten el fundamento de la piedra, de la roca

que es Cristo y lo sustituyen con obras humanas; entonces podemos asegurar que usar técnicas o métodos humanos, representan el fuego que devorará el fruto espiritual que Dios nos está ministrando por medio de los cinco ministerios. “¿Son tan duros para entender, que habiendo comenzado con el Espíritu quieren ahora terminar con algo puramente humano?” (Gálatas 3:3 DHH 1994). Por eso también creemos que los conciertos cobrados o no, se han convertido en estrategias humanas para llegar a determinado segmento de la población mercadeando la Iglesia. De la misma manera los llamados “encuentros”, “penieles”, etc., son estra-tegias humanas que violan el alma de los hermanos y abren una puerta para que sean consumidos por el fuego devorador del humanismo. Así como un incendio en lo natural, los bomberos atacan el fuego con otro fuego controlado por ellos, de esa manera debemos dejar que Dios por medio del Espíritu Santo nos imparta de su fuego y que también por medio de sus ministros que son como llamas de fuego, nos equipen y ayuden a reprender todo fuego devorador que va dirigido a destruir el fruto y los cimientos que como hijos de Dios tenemos. Pidamos constan-temente estar llenos del Espíritu Santo y que vengan esas llamas de fuego sobre nuestras cabezas y seamos bautizados en su Espíritu Santo.

Por Ramiro Sagastume

El fuego que devora

Citas bíblicas para estudio

Génesis 15:17

2 Crónicas 7:3

Números 31:23

Levítico 10:1

Números 3:4

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4 EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

Cuando en la Biblia se habla de devoradores no pensamos que la fiebre puede ser un devorador, la Biblia dice: “Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente y de peste amarga” (Deuteronomio 32:24). La palabra que se usa para fiebre según el Diccionario Strong es la H7565 cuyo significado es: brasa, ardiendo, rayo, relámpago, ardiente, carbón, chispa, encender y fiebre. Viene de la palabra H8313 que quiere decir prender, quemar, fuego, hacer incendiar, arder, asolar, cocer, consumir, destruir. Tomando como base que la fiebre es como un fuego encendido leemos en la Palabra: “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen? así es el que se llega a la mujer de su prójimo” (Proverbios 6:27, 29). Como podemos ver en estos textos, los pecados de origen sexual se convierten en un devorador en su faceta de fiebre para la persona, lo persigue para destruirlo, por eso es que, en la Biblia, el fuego lo compara con el aspecto sexual ilícito; la Biblia es puntual en advertirlo: “Dulces son las aguas hurtadas, y el pan

comido en secreto es sabroso. Pero él no sabe que allí están los muertos, que sus invitados están en las profundidades del Seol” (Proverbios 9:17-18).

El pecado de fornicación y adulterio es un devorador que persigue a las personas hasta destruirlas, es por ello que debemos identificar cuando en nuestra mente está esa llama ardiente por correr tras el pecado, pues nos hace quemarnos y es por ello importante que, si una persona identifica que un devorador de esta clase lo está persi-guiendo pida ayuda a ministración lo antes posible y entre a un proceso de liberación antes que sea destruido y caiga en otros pecados. “Todos ellos son adúlteros, son como horno encendido por el hornero, que cesa de avivar el fuego después que está hecha la masa” (Oseas 7:4). El Apóstol Pablo reprende a los de Corinto por esta situación: “¿O no sabéis que el que se junta con una ramera, es hecho con ella un cuerpo? porque serán, dice, los dos en una carne.” (1 Corintios 6:16 SRV), también advierte que es uno de los pecados que quien lo comete, está pecando contra su propio cuerpo: “Huid de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo” (1 Corintios 6:18 LBA).

El pecado sexual puede conducir a una persona a cometer otros pecados, como mentir, tal como vemos el caso del rey David con Betsabé, que un pecado cubría otro y así llegó a ser incontenible y grande, pero lo bueno es que él se arrepintió y Dios lo perdonó, sin embargo, quedó escrito para que nosotros sepamos las consecuencias que se viven por el pecado. Dios es bueno y nos habla de muchas maneras, pero a veces el corazón va siendo endurecido, como nos muestra la Palabra: “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza (lesbianismo) y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos contra otros, cometiendo hechos

vergonzosos hombre con hombre” (Romanos 1:26-27).

La Biblia nos da ejemplos de personas que eran perseguidas por el devorador de la fiebre: “Y estaba Amnón angustiado (Versión Internacional dice: sentía tal pasión) hasta enfermarse por Tamar su hermana, por ella ser virgen, le parecía a Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna” (2 Samuel 13:2). Sin lugar a dudas, Amnón lamentablemente se dejó guiar por el consejo de uno de sus amigos, al cual la Biblia lo describe como hijo de Belial. Es importante que no te dejes llevar por consejos de amistades que no le tienen temor a Dios, porque pueden hacerte pecar y el pecado se hizo mayor ya que desató venganza y muerte dentro de su misma familia. Otro ejemplo le vemos en la vida del rey Salomón, que siendo sabio dejó que el devorador fiebre lo llevara a desagradar y desobedecer a Dios haciendo lo que no tenía lícito hacer, leemos en la Biblia: “Y tuvo 700 mujeres reinas, y 300 concubinas y sus mujeres desviaron su corazón” (1 Reyes 11:3). Vemos cómo el devorador en su etapa de fiebre lleva al rey Salomón no solo a hacer cosas que no agradaron a Jehová, sino que también lo llevó a la idolatría.

Es imprescindible que veamos hacia nuestro interior y escudriñemos si no tenemos algún receptor de estos pecados que puedan ocasionar el aparecimiento de un devorador de fiebre que nos ataque y que como consecuencia nos conduzca a caer en fornicación; sin embargo, si ya fuiste alcanzado recuerda que Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo nuestro Señor. Este devorador de fiebre también podría ser el desánimo para servir. “Entonces Jesús se levantó y salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre y le rogaron por ella. E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre y la fiebre la dejó y levantándose ella al instante le servía” (Lucas 4:38 - 39). Debemos estar constantemente reprendiendo al devorador fiebre para que el área sexual sea sojuzgada y que se quite todo desánimo en el servicio al Señor.

La fiebre que devoraPor Ana Julia de Sagastume

Citas bíblicas para estudio

1 Corintios 10:8

1 Corintios 10:11

1 Corintios 10:12

1 Reyes 11:1

1 Reyes 11:2

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5EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

“Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente de peste amarga; Diente de fieras enviaré también sobre ellos, con veneno de serpientes de la tierra” (Deuteronomio 32:24 RVR60).

Otro devorador con el que nos enfren-tamos es la amargura, un mal que afecta a toda la humanidad. En el libro de Apocalipsis vemos que caerá una estrella llamada Ajenjo que afectará al mundo entero. Literalmente aún no ha caído, sin embargo, ese espíritu amargo ya está operando, al punto que ha llamado la atención de los estudiosos de la conducta, al proponer ante la Asociación Psiquiátrica Americana un padecimiento de la conducta llamado: “Trastorno Post Traumático por amargura”, el cual aún no es considerado una enfermedad como tal pero se dice que muchas personas lo padecen y se caracteriza por la ira y la frustración, que puede llevar a la tristeza y depresión, deseo de venganza, entre otras cosas. Todo ello ya está descrito en la palabra de Dios. En el presente artículo analizaremos cómo ataca este devorador, cómo algunos personajes de la Biblia lo vencieron y otros no lo lograron, sus efectos y antídotos para derrotarlo.

Ana (1 Samuel 1:10)

Ana se enfrentó a la amargura, pero no de la noche a la mañana. Si estudiamos su historia, vemos que tenía una rival que la angustiaba constantemente y provocaba en ella irritabilidad, enojo y terminaba en tristeza, al hacerla sentir estéril, sin fruto, sin futuro, sin bendición. No lograba disfrutar de la doble porción que le daba su esposo. Todos estos son efectos de la amargura, pero, ¿cómo se le abrió la puerta a este devorador? La Biblia describe a Penina como la compe-tidora de Ana (1 Samuel 1:6 RV2000), entonces, llegó a ella un espíritu de competencia y al no tener lo que su rival tenía, fue víctima de este devorador.

Estar en competencia con los demás, ya sea en lo individual o grupal (una iglesia compitiendo por ser la más grande, por ejemplo), abre la puerta a la amargura. Ana venció a esta potestad en medio del tiempo de las ofrendas, ella entregó lo que más amaba; ya no quería un hijo para competir, sino para consagrarlo al Señor. De esta forma Ana retomó su esencia, ya que su nombre significa gracia y así ya no estuvo triste nunca más.

La amargura de Esaú (Génesis 27:24)

Esaú lloró amargamente al no obtener la bendición de la primogenitura; esto lo llenó de un deseo incontenible de venganza contra su hermano, al grado de querer incluso quitarle la vida. También vemos que escogió esposas que fueron de amargura a sus padres; como que al no poder vengarse de Jacob lo hizo con sus padres. Esaú miraba la pérdida de su bendición como una injusticia, sin embargo, él la había menospreciado al cambiarla por un plato de lentejas. Al quitarle el valor a lo eterno y darle más valía a lo terrenal, a lo inmediato, a lo pasajero, o a lo humano; abrimos una puerta a este devorador al cual Esaú no pudo derrotar.

La amargura de Israel (Éxodo 1:14)

Cuando Faraón vio que Israel crecía, tuvo miedo. A través de la dura servidumbre amargó la vida del pueblo durante mucho tiempo, dicha amargura impedía que escucharan a Moisés cuando anunció la liberación de dichas cargas. Esto quedó como un receptor de la amargura, ya que después de derrotar al Faraón en el Mar Rojo, llegaron a las aguas de Mara o amargas, donde nuevamente los atacó este devorador, haciéndolos estar incon-formes y murmurando contra Moisés. Sin embargo, el Señor sanó esas aguas y pudieron seguir su camino.

Venciendo al devorador con el perdón

“Mira, en vez de amargura, ahora tengo paz. Tú has preservado mi vida de la fosa destructora, porque has perdonado todos mis pecados” (Isaías 38:17 DHH). Esto quiere decir, que al saber que Jesús llevó sobre sus espaldas todos nuestros pecados obtuvimos perdón, al conocer esa realidad la amargura se convierte en

paz para con Dios, para con los demás y para con nosotros mismos.

David vence al devorador

Cuando David era perseguido se ocultó en una cueva, allí también llegaron muchas personas que estaban amargadas. David era un pastor; lo que nos lleva a entender que ministró a aquellas ovejas para que dejaran atrás esa amargura, no dejó que se quedaran en aquella cueva alimen-tando sus dolores; sino que salieron de allí como los valientes de David, fueron transformados y así le quitaron el poder al devorador.

El vino vence al devorador

En Proverbios 31:6 dice que hay que dar vino a los amargados, esto nos recuerda que la Santa Cena tiene poder para transformar nuestro ser. También llama la atención que este es un vino llamado Yayin, figura del ministerio apostólico (Génesis 49:11). Es decir , que dicha cobertura nos protege contra la amargura, la ministración paternal hace que tengamos pertenencia, que tengamos casa; al ya no ser errantes tenemos protección contra la amargura.

Batallemos contra esta potestad que quiere impedir que recibamos la gracia venidera y muchas otras bendiciones más, sea quitada pues toda amargura de nuestros corazones.

La amargura que devora

Citas bíblicas para estudio

Génesis 49:23 RV1909

Rut 1:20 LBLA

Lamentaciones 3:15 LBLA

Job 10:1 RV

Isaías 38:15 NBLH

Efesios 4:31LBLA

Por Willy González

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6 EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

“Devorado por la sed, clamó al Señor: Tú me has dado esta gran victoria, ¿y ahora me voy a morir de sed y a caer en manos de esos incircuncisos?” (Jueces 15:18 BMN).

De acuerdo a este pasaje la “sed” es un devorador y es impresionante como en lo literal alguien puede morir de sed o deshidratación. Algunos de los efectos de no tomar agua son: fatiga, alteraciones del estado de ánimo, disminución de la función cognitiva, problemas en la piel, migraña, estreñimiento y problemas renales entre otros. A cada uno de ellos podríamos darles una aplicación espiritual para saber cómo afecta este devorador. En este artículo veremos quién puede ser susceptible a este ataque y cómo prevenirlo.

Sansón (Jueces 15:18)

En este texto la Biblia Martín Nieto menciona que Sansón era devorado por la sed, pero para entender por qué fue su víctima al leer todo el capítulo vemos una conducta desenfrenada, incontenible y agresiva que lo llevó al cansancio, muy

interesante que este hombre antes de ser atacado por la sed se había ocultado en la peña de Etam que significa “su cubierta o su abrigo”, estaba escondido en su propia cobertura, aplicándolo, no quería sujetarse a nadie para dar rienda suelta a sus deseos; por eso esta actitud le hizo susceptible al devorador. Sin embargo clamó al Señor y fue saciada su sed. El clamor y la humillación puede alejar a esta potestad.

Israel atacado por la sed (Éxodo 17:1-3)

En el transcurso del viaje a Canaán, Israel tuvo que atravesar varios desiertos y esto le provocó sed, lo cual le llevó a murmurar contra Moisés y a tentar a Dios, antes de sentir esa gran sed pasaron por el desierto de Sin que significa “desierto de lodo” (Glosario Enlow) y sabemos que transitar en el lodo es difícil, porque no se puede avanzar. Cuando nos quedamos atascados en diferentes situaciones de la vida somos susceptibles a la sed y esta nos lleva a la inconformidad y a la murmuración incluso en contra de las autoridades. Más interesante aún es ver que el lugar donde fueron atacados por este devorador fue Refidim y este por el significado de su nombre era un lugar de reposo, la sed nos impide reposar al estar inconformes con todo. Pero Moisés intercedió por ellos, y Dios les dio de beber, esto nos muestra la necesidad de una cobertura ministerial, ya que al dejar atrás la sed pudieron vencer en ese mismo lugar a Amalec.

La sed y el servicio (Deuteronomio 28:47 - 48)

El Señor nos llama a servirle, y el servicio es muy valioso para Él, por lo que debemos ser cuidadosos al hacerlo porque si lo hacemos sin alegría estaremos expuestos a este devorador, recordemos siempre a quién servimos y hagámoslo con alegría de corazón y con todas nuestras fuerzas.

La rebelión y la sed (Salmo 68:6)

Este salmo nos dice que hay un lugar en donde habitan los rebeldes y es en tierra seca, obviamente allí es fácil ser víctima del devorador.

La falta de discernimiento y la sed (Isaías 5:13)

Algunas versiones de la Biblia dejan ver en este pasaje que el pueblo no entendió que estaba siendo cautivo y que la muche-dumbre o la plebe padecía el embate de la sed, lo que nos muestra que al no enseñar la Palabra de Dios, la doctrina sana, la gente se queda sin entender y no llegan a ser como aquellos varones de Berea que eran más nobles porque escudriñaban las escrituras, por eso al desaparecer la enseñanza de la Palabra en los púlpitos el pueblo es cautivo y víctima de este devorador.

Otros efectos de la sed

En el Salmo 107:5 vemos que uno de los efectos de la sed es que el alma desfa-llece, desmaya, se angustia o se esconde, y puede llegar a una condición muy crítica como en el Salmo 77, el salmista dice que su espíritu desfallecía y su alma rehusaba ser consolada, algo que clínicamente se podría llamar depresión, hasta esas instancias puede atacar este devorador.

Venciendo al devorador

La deshidratación causada por la sed, afecta la piel que es una cobertura y afecta la cabeza con migraña, es decir afecta la autoridad y no deja que salgan las impurezas.

Veamos como vencer la sed aparte de clamar como lo hizo Sansón. En 2 Samuel 17:29 se menciona la miel y esto es revelación de la Palabra la cual nos lleva a la revelación de nuestra condición interna. Isaías 48:21 dice que el agua sacia la sed, esto es la Palabra de Dios, la exposición a la predicación y la búsqueda de la limpieza de nuestra alma. También en Isaías 44:3 dice que Dios derramará torrentes en tierra seca, lo cual compara con el derramamiento del Espíritu Santo, por lo que debemos buscar estar llenos constantemente de Él; recordemos que son ríos de agua que al permanecer impedirán que tengamos sed. El Señor nos ha dado una promesa para vencer a este devorador: “pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se conver-tirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna” (Juan 4:14 LBLA).

¡Si tienes sed, clama al Señor!

La sed que devoraPor Piedad de González

Citas bíblicas para estudio

Éxodo 15:22 al 25

Oseas 2:3

Isaías 29:8

Isaías 32:6

Amós 8:11

Isaías 41:17,18

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7EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

En la Biblia hay diferentes devoradores los cuales pueden consumir, destruir, arruinar, aniquilar, despedazar, quemar, y tragar, entre otros; sin embargo, Dios nos da las herramientas para poder batallar y vencer en contra de cada uno de ellos. Entre estos devoradores está el hambre, que es una condición que permite que se manifieste lo que está en el corazón del hombre y que muchas veces lo lleva a culpar a Dios, porque no comprende que hay causas por las cuales se levanta un devorador. Por eso la importancia de estudiar porqué se manifiesta este devorador hambre.

La palabra que se utiliza en la Biblia para indicar al hambre como un devorador en Job 5:5 es la H7456 Raeb, que significa: tener hambre, sufrir hambre y padecer hambruna. Al investigar en el contexto bíblico donde se encuentra esta palabra nos da un panorama de las causas y consecuencias de este devorador. Primero hay que considerar lo que está escrito en este pasaje: “Su cosecha la devoran los hambrientos sacándola aún de entre los espinos…” (Job 5:5 LBLA); una condición de hambre de esta manera, no es porque no se tenga, sino que al tener mucho no se comparte con nadie y se cae en una insensatez que lo convierte en un devorador, como en el caso de Nabal, que no quiso compartir con David de la abundancia que Dios le había dado y esta actitud por poco lo hace perder todo lo que tenía. Cuando se devora toda una cosecha, sacando lo que está entre espinos, nos muestra una actitud devoradora, porque los espinos nos señalan los afanes del mundo y el engaño de la riquezas que ahogan la palabra de Dios (Mateo 13:22); esto demuestran el acaparamiento de las cosas solo para sí mismo, olvidándose de los necesitados y

de los principios de Dios y cuando alguien se devora toda una cosecha, quiere decir que no apartó las primicias que son para el Señor (diezmo), ni guardó semilla para poder sembrar (ofrenda), ni mucho menos dejó algo para el necesitado (rebusco). Esto provocará que al final se quede sin nada porque le abrió la puerta al devorador y la actitud devoradora se puede convertir en un hambre literal.

En la Escritura, vemos que Dios permitió que su pueblo en los cuarenta años que caminó en el desierto se encontrara con el hambre, pero esto era con el fin que ellos comprendieran lo que había en sus corazones y si guardarían sus manda-mientos; por eso el propósito de Dios para su pueblo, era que aún en medio de una necesidad tan grande como el hambre, aprendieran a depender de Él, porque el Señor es el proveedor de todas las cosas (Deuteronomio 8:2-3). Ahora bien, cuando se ve el momento en que este pueblo padeció de hambre, nos muestra la lucha que tuvieron en sus corazones. Así también la Biblia nos muestra que ellos pensaron que morirían de hambre en el desierto y consideraron que hubiera sido mejor morir en la tierra de esclavitud, porque según ellos en Egipto comían carne y pan hasta la saciedad (Éxodo 16:3); esto nos permite entender que este pueblo al anhelar las cosas terrenales y no las espirituales, al ver que a su alrededor que no había nada y no considerar las promesas de Dios, le abrieron la puerta al devorador de toda esperanza de vida y el poder llegar a la tierra de abundancia que Dios les había prometido, pues para ellos era prácti-camente imposible y no le creyeron. El hambre literal puede provocar una inestabilidad en el alma y si se permite que el alma gobierne en esa condición, fácilmente es devorada toda esperanza en Dios.

Todo hijo de Dios debe considerar que en la vida hay momentos de escasez y se puede encontrar con tiempos de hambre como le aconteció a Abraham, Isaac, José, Noemí y David; cada uno de ellos reaccionó de forma diferente

para poder enfrentar esas crisis, por eso cuando vemos en la Palabra que Judá se encontraba en una condición espiritual muy decadente porque el rey Acaz había levantado altares para ofrecer sacrificios a otros dioses, había conducido a su pueblo a una idolatría, a tal grado que cuando el Profeta Isaías le habló a Acaz, rey de Judá, diciéndole que Dios los libraría de los ataques de Israel, el reino del norte, Acaz no atendió a la palabra del profeta, sino que buscó ayuda con los asirios, quienes al final le causaron más problemas que beneficios. En ese entonces, no se consultaba a Dios, sino que usaban médium y adivinos (Isaías 8:19-21) y esto llevó a que la ira de Dios fuera en contra de Judá, al grado que los sometería a un hambre y a un destierro, lo cual provocaría que el pueblo se enojara y maldijera a su rey y a Dios. Al final cuando la hambruna les vino, esta devoró la confianza en Dios y hallaron despropósitos en Él, a tal grado que culparon al Señor por su desgracia sin considerar que ellos lo habían desechado primero.

Este devorador llamado hambre, puede manifestarse cuando alguien se aleja de Dios y pone su confianza en lo que no es Dios y puede ser arrastrado para encontrar despropósitos en Él. Cuando este devorador mina toda esperanza en el Señor, puede provocar que alguien vea hacia atrás y considerar que su vida vieja era mejor que la vida en Cristo Jesús y puede hacerle retroceder para que deseche las promesas de Dios. La mejor fórmula para no dar lugar a este devorador es llenarnos del Espíritu Santo porque si vivimos por el Espíritu, no seremos arrastrados por los deseos de la carne.

Por Abraham de la Cruz

El hambre que devora

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8 EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

“El pueblo salió al campo al encuentro de Israel, y se entabló la batalla en el bosque de Efraín. Allí fue derrotado el pueblo de Israel delante de los siervos de David, y la matanza aquel día allí fue grande: veinte mil hombres. La batalla se extendió por toda aquella región, y el bosque devoró más gente aquel día que la que devoró la espada” (1 Samuel 18:6-8 LBLA).

Una de las batallas más lamentables que enfrentó David como rey fue la que libró en el bosque de Efraín, ya que, aunque ganó aquella guerra; el bosque devoró a su hijo.

A pesar de haber enfrentado muchas batallas esta fue diferente, ya que su hijo lo perseguía para matarlo y quitarle el reino.

La batalla que se libró en este bosque fue en contra de hermanos, ya que Israel siguió a Absalón hijo de David y Judá siguió a David. Debido a que David amaba a su hijo, escogió huir antes que enfrentarlo, pero Absalón en cambio lo persiguió, de manera que esta batalla representa al hijo contra el padre.

Desde este ángulo, el bosque de Efraín que devora representa la discordia y la enemistad dentro de la casa, porque cuando se abre una brecha entre padres e hijos, esta enemistad se convierte en un devorador que destruye más que la espada.

Regresando a esa batalla que fue provocada por la traición y la rebelión, vemos que David no la celebró, porque esa contienda terminó con la vida de Absalón. De esta manera podemos aprender que este bosque representa al devorador y destructor que devora a los hijos y destruye a las familias.

Nosotros sabemos por las Escrituras que el diablo es el devorador, ya que anda al acecho como un león viendo a quien devorar (1 Pedro 5:8), y que el león devora en medio del bosque:

“Por tanto el león del bosque los mata, El lobo del desierto los destruye; El leopardo acecha en torno a sus ciudades...” (Jeremías 5:6 BTX).

Este león del bosque es el adversario cuyo fin es devorar a los hijos. Otro ejemplo de esta conspiración la vemos en el Libro de Job cuando el diablo se manifestó como devorador en contra de él; y aunque primero devoró sus bienes materiales y luego su salud, lo más lamentable fue que también devoró a sus hijos.

Consideremos cómo fue la muerte de Absalón: “...Absalón iba montado en su mulo, y pasó el mulo debajo del espeso ramaje de una gran encina, y se le trabó la cabeza a Absalón en la encina, y quedó colgado entre el cielo y la tierra...” (2 Samuel 18:9 LBLA).

Como vemos, el bosque fue quien devoró al hijo de David.

Volviendo al texto base, hay otro aspecto importante que debemos considerar; es el hecho que el pueblo de Israel como figura de la Iglesia se enfrentó a los siervos de David figura de los ministros; y David figura de Cristo. Entonces, esta fue una batalla entre el pueblo de Dios y los ministros, dando como resultado; una gran matanza.

Derivado de esto el bosque de Efraín es el bosque que devora con enemistad entre la Iglesia y sus ministros, es decir entre padres e hijos espirituales. Desde luego podemos ver aquí a hermanos peleando, pero ya no solo dentro de un hogar, sino dentro de la Iglesia. Por lo tanto, este devorador destruye dividiendo.

Lo primero que se menciona en el texto base es que el pueblo salió al campo a enfrentar a sus hermanos, y el campo representa el mundo, y allí se hallaba el bosque de Efraín; es decir el devorador. Así, el devorador es una actitud mundana y una costumbre pagana; por esto el pueblo que sale al campo representa a la Iglesia que tiene mucha relación con el mundo contaminado. Y hablando de este pueblo, me recuerdo del primer homicidio registrado en las Escrituras:

“Y Caín dijo a su hermano Abel: vayamos al campo. Y aconteció que cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató” (Génesis 4:8 LBLA).

A lo largo de la Biblia podemos observar este fenómeno: hermanos persiguién-dose y odiándose; hijos levantándose contra sus padres y estos aborrecién-dolos, y no nos damos cuenta que es el devorador destruyendo familias y atentando contra la unidad y la armonía en el hogar, pero, también existe esta división en la Iglesia por medio de rebeliones contra los ministros y los hijos espirituales que traicionan a sus padres deseando quitarles la autoridad, etc. La causa es la misma: el devorador.

Considerándolo una potestad espiritual debemos discernir y reprender cualquier actividad de esta naturaleza y reconocer que quien siembra cizaña entre hermanos es él, por lo que debemos enfrentar y destruir en el nombre de Jesús toda artimaña de las tinieblas.

Busquemos la armonía dentro del hogar y dentro de la Iglesia y no caigamos en el juego de la murmuración y el chisme, las cuales son armas muy sutiles que este devorador emplea. Llamemos al espíritu de unidad y esforcémonos en mantener este vínculo tan hermoso.

El bosque que devoraPor Hilmar Ochoa

1 Samuel 18:6-8 LBLA

1 Pedro 5:8

Jeremías 5:6 BTX

2 Samuel 18:9 LBLA

Génesis 4:8 LBLA

Citas bíblicas para estudio

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9EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

“Agítalos, oh Dios mío, como a una rueda o como la hojarasca al soplo del viento; como fuego que abrasa una selva, cual llama que devora los montes” (Salmos 83:14 FTA).

Desde un punto de vista científico, una llama consiste en la emisión de luz y calor como resultado de la combus-tión de un elemento inflamable. Los elementos inflamables son aquellos que están conformados principalmente por carbono, hidrógeno y en algunos casos azufre, los cuales ceden cierta cantidad de electrones que son absorbidos por el oxígeno contenido en el ambiente, liberando así una gran cantidad de energía en forma de luz y calor.

Por su parte, el término devorar se define como atacar, arruinar, asolar o destruir (WordReference.com), de manera que no se refiere exclusivamente al hecho de engullir o tragar una presa, sino también se puede aplicar en el sentido de dañar algo con el fin último de destruirlo, siendo esta la razón por la que se dice en un sentido figurativo que una llama puede devorar muchas cosas, tal como veremos a continuación.

En primer lugar, haremos referencia a Ur, la ciudad de los caldeos (Génesis 11:31), cuyo nombre significa luz o fuego, de manera que también puede tener el sentido de una llama. Aunque hay diferentes opiniones en cuanto a la ubicación exacta de esta ciudad, todos los escritores están de acuerdo en el hecho que los habitantes de Ur eran adoradores del fuego, pues lo consideraban un símbolo del Ser Supremo (Diccionario Jones).

Los habitantes de Ur también eran conocidos por practicar la idolatría, la hechicería y la astrología; de hecho, en algunas versiones de la Biblia, la palabra

caldeos también se traduce como astró-logos (Daniel 2:2 BLA). Esto nos deja ver que las personas que participan de tales prácticas como la adivinación, consultar las estrellas o los que creen en los signos del zodíaco, se exponen a ser devorados por la llama de Ur.

La palabra caldeos también se interpreta como demonios (Diccionario Hitchcock), dándonos una idea del nivel de destruc-ción al que se expone una persona que consulta y confía en dichas abomina-ciones, de manera que, así como el Señor le dijo a Abraham que saliera de aquella tierra, nosotros siendo hijos de Abraham somos llamados a hacer las obras que él hizo (Juan 8:39) y por consi-guiente, también debemos salir de ella (Hechos 7:3-34).

Por otra parte, en la Biblia dice que el Señor castigó a Judá con llamas de fuego (Lamentaciones 2:3) porque ellos pecaron en gran manera y se hicieron inmundos delante del Señor (Lamentaciones 1:8-9), esto significa que cuando una persona persiste en el pecado, se expone a que el Señor retire su brazo y se vuelva su enemigo, sobre todo, sabiendo que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios (Santiago 4:4).

Ahora bien, la amistad con el mundo no se refiere solamente a cierto tipo de pecado como la inmoralidad o el alcoholismo, sino se incluyen cosas como “…los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida” (1 Juan 2:16), que se constituyen en una forma de adulterio espiritual del que debemos apartarnos, sabiendo que el Señor nos anhela celosamente por causa de su Espíritu Santo.

Otro aspecto importante que debemos considerar es la lengua, la cual “…es una llama pequeña que puede incendiar todo un bosque.” (Santiago 3:5 BLS). En ese sentido, el Apóstol Santiago también dice que la lengua es un mundo de iniquidad que puede contaminar todo nuestro cuerpo y puede alterar el curso de nuestra vida, de manera que, si alguien logra dominar su lengua será capaz de dominar el resto de su cuerpo.

Entre las armas que usa la lengua como combustible para lograr el incendio podemos citar la murmuración (Filipenses 2:14), la cual se define como “manifestar una queja o disgusto por algo”, así como “conversar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones” (DLE); esto fue lo que hicieron Aarón y Miriam en cuanto a la esposa de Moisés (Números 12:1), dando lugar a que se encendiera la ira del Señor contra ellos.

La mentira es otro material combustible que puede iniciar un gran incendio (Salmos 52:1-5), la cual no consiste solamente en decir cosas que no son ciertas, sino también el hecho que alguien oculte una verdad (Génesis 31:27) y más aún, que alguien haga alarde de sabiduría mientras su corazón está lleno de celos amargos y ambiciones perso-nales (Santiago 3:13-14), de manera que debemos despojarnos del viejo hombre y de sus malos hábitos.

Aunque hay muchas cosas más que podríamos citar como ejemplo de llamas que pueden devorar un bosque, debemos recordar que el Señor nos dice: “No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres tú. Cuando pases por las aguas Yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego no te quemarás, ni la llama te abrasará.” (Isaías 43:1-2) ¡Maranatha!

Las llamas que devoranPor Marco Vinicio Castillo y Marlon Santos

Citas bíblicas para estudio

1 Samuel 18:6-8 LBLA

1 Pedro 5:8

Jeremías 5:6 BTX

2 Samuel 18:9 LBLA

Génesis 4:8 LBLA

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10 EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

El significado de la palabra devorar o devorador según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, describe la acción ansiosa y apresurada con la que un animal come a su presa; en la Biblia encontramos diferentes tipos de devoradores, dentro de ellos la enfermedad.

Nuestro principal ejemplo es: “Devora su piel la enfermedad, devora sus miembros el primogénito de la muerte” (Job 18:13), el cual primero nos permite comprobar a la luz de la Palabra que la enfermedad es un devorador y segundo, que su jerarquía dentro de la descendencia de la potestad identificada como “muerte” es la de primogénito.

Respecto a su jerarquía, hemos enten-dido que la muerte es la potestad de mayor nivel en el ámbito de las tinieblas (Cantares 8:6), y si un primogénito según la Biblia es el primero en poder, vigor y dignidad (Génesis 49:3), y goza de doble bendición (Deuteronomio 27:17), podemos decir que la enfermedad es el devorador con mayor poder, vigor y dignidad dentro tal descendencia y

tiene doble capacidad para dañar; por eso es que la Biblia describe que nuestra lucha es contra principados, potestades, poderes de las tinieblas y huestes espiri-tuales, no contra sangre ni carne (Efesios 6:12).

Esta batalla tiene lugar en las regiones celestiales y para enfrentarla debemos atender al tema de las jerarquías espiri-tuales, entonces, debemos recordar que la potestad más importante del lado de la luz es el amor y fue el amor del Padre manifestado en nuestro Señor Jesucristo, que nos salvó y nos sanó (Juan 3:14-16); posteriormente nos delegó, dándonos autoridad para expulsar espíritus inmundos y para sanar toda enfermedad y toda dolencia (Mateo 10:1). Nótese que la sanidad depende de la liberación y para obtenerla debemos contar con la delegación de autoridad, de tal manera que no puede haber sanidad sin que antes haya liberación.

Ahora bien, respecto a la enfermedad, retomando el texto de Job 18:13 podemos notar que es una enfermedad que devora la carne del enfermo (Biblia Dios Habla Hoy), lo cual evidencia un largo sufrimiento, una dura prueba que incluye llagas malignas desde la planta de los pies hasta la coronilla (Job 2:7); según Jamieson Fausset and Brown Comentary, se pudo haber tratado de una clase de lepra.

La lepra afecta principalmente la piel incluyendo las terminaciones nerviosas, pero algunas versiones como la versión Al Día (BAD), agregan que la enfermedad también le devora sus manos y pies, espiritualmente diríamos que ataca la sensibildad, las obras y el caminar del cristiano, sin embargo, en este caso nos referimos a la enfermedad literal, misma que carcome y devora un cuerpo fisico en medio de una circunstancia vergonzosa y dolorosa.

Esta estrategia del maligno se basa posiblemente en la premisa de que el hombre es malo desde su juventud (Génesis 8:21), cuando asegura que el afán del hombre por preservar su propia vida ante un peligro o dolor inminente lo puede conducir a cualquier acción,

incluso la de exponer la vida de otros con tal de salvar la suya según el texto bíblico que dice: “…piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida” (Job 2:4).

Pero Job mantuvo su integridad a pesar de la enfermedad y a pesar que los vallados de protección sobre su vida, bienes y familia habían sido removidos, lo cual demuestra que algunos casos como el de Job son permitidos por el Señor para glorificar su Santo Nombre (Job 2:3), así como el joven ciego de quien se decía “... ¿habrá pecado él o sus padres? Pues ni el pecó ni sus padres, respondió Jesús, él nació así para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9:2-3).

También existen enfermedades que son consecuencia de nuestras acciones y pecados, la desobediencia por ejemplo, en el libro de Deuteronomio capítulo 28 el Señor determina las bendiciones para la obediencia y a partir del versículo 15 se refiere a las consecuencia de la desobediencia: “Te herirá el SEÑOR en las rodillas y en las piernas con pústulas malignas de las que no podrás ser sanado, desde la planta de tu pie hasta la coronilla” (Deuteronomio 28:35).

En otros casos, la consecuencia de la rebelión, el abandono y el desprecio al Señor incluye enfermedades como cabeza enferma, corazón desfalle-cido, miembros y órganos enfermos desde la cabeza hasta los pies, golpes, verdugones y heridas (Isaías 1:4-6), además de los que tomando indig-namente la cena del Señor enferman (1 Corintios 11:30).

Pero Dios es misericordioso, Job oró por sus amigos y posteriormente su salud fue restaurada; pero para todos aquellos que sin importar la causa por la cual padecen enfermedades, el Señor nos recuerda que Él vino a llamar a los pecadores y en su misericordia se presenta como un médico que sana a los que padecen enfer-medad sentándolos a su mesa en medio de sus discípulos (Mateo 9:10-13), y se dio por nosotros llevando nuestras enfer-medades, cargando con nuestros dolores y por sus heridas hemos sido sanados (Isaías 53:4-5).

La enfermedad que devoraPor Fernando Álvarez

Deuteronomio 28:27

1 Samuel 5:2

Éxodo 15:26

Citas bíblicas para estudio

Lucas 8:2

Mateo 9:21

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11EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

Cuando hablamos del devorador, regular-mente nos enfocamos en el mencionado por Malaquías y procedemos a diezmar con la esperanza de que los problemas de toda índole en nuestra vida sean resueltos, sin embargo, muchas veces seguimos sin lograr una salida de los mismos, situación que incluso podría causar duda si el diezmar está siendo efectivo, por lo que es necesario enfatizar que sí lo es, pero para ese devorador. Al leer “En cuanto a tus lugares desiertos y desolados y tu tierra arruinada, ahora serás ciertamente demasiado estrecha para los moradores, y tus devoradores estarán muy lejos.” (Isaías 49:19 LBLA), podemos darnos cuenta que no se trata solamente del devorador mencionado en Malaquías, sino que hay devoradores que actúan contra el pueblo de Dios y que tratarán por todos los medios de no ser descubiertos para que el cristiano no obtenga la bendición plena que Dios ya definió. Hemos sido enseñados apostóli-camente que los devoradores del pueblo se dividen en animales, hombres, cosas y acciones, y en este artículo podremos conocer cómo actúan “las llagas” como devoradores contra los hijos del Señor.

“De noche siento los huesos taladrados, no descansan las llagas que me devoran” (Job 30:17 BSA).

Las llagas son heridas abiertas en la piel de una persona, pero también se concep-tualizan, según el diccionario secular, como penas o daño moral que se siente por una desgracia; si vamos a lo espiri-tual, podemos definirlas como heridas en el alma del individuo que le causan dolor, que devoran el alma de las personas y que no les permiten salir de la condición en la que están. Describamos con la ayuda del Señor, la manifestación de las llagas como devorador en las personas.

Devorador familiar “Satanás salió de la presencia del SEÑOR, e hirió a Job con llagas malignas desde la planta del pie hasta la coronilla.” (Job 2:7 LBLA).

El origen del mal que sobrevino a este hombre es la prueba que el Señor Dios permitió sobre su vida; este ataque iba más allá de afectarlo solamente a él, pues si caemos en cuenta que las llagas se manifiestan en la carne y hacemos referencia al versículo 30:17 del libro de Job, donde dice “siento los huesos taladrados”, podemos relacionarlo con la Palabra que dice “Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada” (Génesis 2:23 LBLA). Esta relación no tiene falta de fundamento, pues, al seguir leyendo en el capítulo 2 encon-tramos: “Entonces su mujer le dijo: ¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete.” (Job 2:9 LBLA), mostrando que la más afectada en la prueba fue la esposa de Job. La situación que había venido sobre la cabeza de casa y la familia entera, logró hacer que la mujer de Job hallara despropósito en Dios, pues, después de tenerlo todo en abundancia, habían llegado al punto de no tener ni a sus hijos, ni las cosas materiales e incluso la capacidad del cónyuge de proveer. En muchos hogares cristianos pasa esta misma situación por causa del devorador en forma de llaga. “Pero él le dijo: Como habla cualquier mujer necia, has hablado. ¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal? En todo esto Job no pecó con sus labios.” (Job 2:10 LBLA), en el idioma original la palabra necia se puede traducir como inicua, y eso deja ver la condición a la que llegó esta mujer.

La medicina: en ese mismo versículo el Señor nos permite ver la cura a ese devorador en forma de llaga, es decir, la gratitud a Dios sin importar nuestra condición. La gratitud a Dios provoca que podamos recibir el bien y el mal y soportar la prueba sin hallar despro-pósito hasta llegar a la estatura de la enseñanza del Apóstol Pablo cuando dice “Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad… Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:12-13 LBLA).

Devorador de conmiseración “Y un pobre llamado Lázaro yacía a su puerta cubierto de llagas, ansiando saciarse de las migajas que caían de

la mesa del rico; además, hasta los perros venían y le lamían las llagas.” (Lucas 16:20-21 LBLA). En este relato se muestra la condición precaria en la que vivía un hijo de Dios y podemos verlo desde el punto de vista de un cristiano que está herido, pero que pasa su vida lamentándose, deseando comer migajas de los demás. Los perros que lamían sus llagas pueden ser vistos como figura de los malos pastores que pasan el tiempo aliviando en parte el dolor de la oveja, pero sin llegar a dar una cura definitiva, pues no tienen discernimiento y buscan su propia ganancia (Isaías 56:10-11).

La medicina: reconocer nuestra condi-ción y dejar de lamentarnos para no tener la esperanza de recibir del hombre migajas de afecto, sabiendo que “Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el SEÑOR de los que le temen.” (Salmos 103:13 LBLA) y que las diversas pruebas son para darnos paciencia y perfeccionarnos para que no nos falte nada, según Santiago.

Hay mucho más que hablar acerca de este tema, pero concluimos que, ante todo, debemos recordar que por las llagas del Señor Jesucristo hemos sido sanados, por lo que te invitamos a que le entregues tu corazón a Jesús y lo reconozcas como tu Salvador y tú que ya lo has aceptado, busques de la unción del Espíritu Santo para sanar toda herida que este devorador haya provocado en tu vida.

Las llagas que devoranPor Hari Chacón

Citas bíblicas para estudio

Oseas 4:6

Santiago 2:1-4

Isaías 1:6

Isaías 53:3

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12 EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

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14 EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

Comúnmente en el pensamiento de la humanidad se tiene entendido que la muerte es el fin de una vida física, la cesación del trabajo de los signos vitales del humano llegando así el fin de su existencia corporal física en la tierra. A la luz de la Palabra la muerte se puede ver de cuatro formas diferentes:

La muerte es un estado físico (Hebreos 9:27)

Un estado espiritual (Efesios 2:1-5)

Un lugar (Eclesiastés 9:10)

Un Personaje (Apocalipsis 6:8; 20:13-14)

Partiendo de lo anteriormente citado, al hablar de la muerte como un personaje el Apóstol Pablo dice lo siguiente: “Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron; pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir” (Romanos 5:12-14). La muerte entró en el mundo por el pecado, Adán le abrió la puerta a la muerte para que estableciera su reino en el momento que transgredió la ley en el Huerto; “Y ordenó el Señor Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol

del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17). La muerte reinó mucho tiempo hasta que nuestro glorioso Señor Jesucristo le quitó las llaves de su reino, derrotándola en su resurrección de entre los muertos; “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y Él puso su mano derecha sobre mí, diciendo: No temas, yo soy el primero y el último, y el que vive, y estuve muerto; y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:17-18 LBLA). La Muerte está vencida en Jesucristo por ley mas no de hecho por decirlo de esta manera, la muerte es el último enemigo a vencer: “Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo que será abolido es la muerte. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: “devorada ha sido la muerte en victoria. ¿Donde esta, oh muerte, tu victoria? ¿Donde, oh sepulcro, tu aguijón?” (1Corintios 15:26; 53-55 LBLA). La derrota de la muerte comenzó desde el momento que Cristo resucitó de entre los muertos, siendo Él la misma resurrección y la vida; y culminará hasta que el último de los suyos vuelva a la vida teniendo así participación de su victoria sobre la muerte y el Diablo (1Corintios 15:57; Hebreos 2:14-15).

La muerte, el devorador de los impíos

Es triste notar como mucha parte de la cristiandad se ha alejado de la piedad, yéndose en pos de cosas desagrada-bles a los ojos de Dios; a este tipo de personas la Biblia les llama impíos; si no se arrepienten ellos y sus descen-dientes serán devorados por la muerte. “A los supervivientes los devorará la muerte, y sus viudas no podrán llorarlos” (Job 27:15 BSA).

El perfil del impío

Las Escrituras dan un perfil de cómo es un impío y de su comportamiento, con el fin de que el pueblo de Dios no caiga en este tipo de situaciones que pueden provocar que en lugar de ser envueltos por la vida que es Cristo, la muerte los devore, a continuación veremos algunos:

Enemigos del pueblo de Dios

“Sea como el impío mi enemigo, y como el injusto mi adversario” (Job 27:7 LBLA). Esto representa a personas que un día conocieron el evangelio y por alguna aparente injusticia se apartaron y ahora son enemigos del pueblo del Señor, al punto de odiar todo lo que se refiere al evangelio. Si el impío no se arrepiente de esto y se vuelve de su mal camino, la muerte lo devorará.

Arrogantes

“Con arrogancia el impío acosa al afligido; ¡que sea atrapado en las trampas que ha urdido!” (Salmos 10:2 LBLA). Esto repre-senta a las personas que conociendo la piedad caen en la arrogancia de creerse superiores a todos los demás, acosando a sus hermanos con injusticias, buscando su beneficio propio y no viendo la necesidad que un hermano pueda tener. Dios quiere que su pueblo sea manso y humilde como Él y ayude al necesitado (Mateo 11:29).

La Palabra deja ver que:

El impío no busca a Dios (Salmos 10:4).

El impío desprecia al Señor (Salmos 10:13).

El impío ama la violencia (Salmos 11:5).

El impío pide prestado y no paga (Salmos 37:21).

Asecha al justo para matarlo (Salmos 37:32).

Tiene la palabra de Dios en su boca más no en su corazón para ponerla por obra (Salmos 50:16).

Así se podrían mencionar muchas cosas más de lo que es un impío y de como él con sus actitudes y corazón no vuelto al Señor hace que la muerte lo devore día con día. El Señor le dio una promesa en boca de sus profetas a Jacob como pueblo de Dios en aquel entonces y dice: “y así, todo Israel será salvo; tal como está escrito: el libertador vendrá de Sión; apartará la impiedad de jacob” (Romanos 11:26 LBLA). Nosotros hoy como pueblo del Señor podemos aferrarnos a esa promesa y disponer en nuestro corazón que el Señor aparte toda impiedad de nuestro diario vivir y estar así listos para el encuentro con Él en los aires. ¡Maranatha!

La muerte que devoraPor Pablo Enríquez y Oscar Castro

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15EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

Del original griego G1044 Canker signi-fica: gangrena, cáncer, úlcera destruc-tora, que disemina corrupción y produce descomposición. 2 Timoteo 2:17 se refiere a los falsos maestros en la Iglesia que pretendiendo dar el verdadero alimento espiritual, producen gangrena espiritual. Partiendo de esta premisa, las células normales de nuestro cuerpo se dividen o multiplican de forma contro-lada de acuerdo con las órdenes que el cerebro les da, y cuando estas células se dañan, se envejecen y mueren y otras nuevas y normales las sustituyen. Cuando una célula normal desarrolla mutaciones u otras alteraciones que no pueden ser adecuadamente reparadas, ellas mismas activan su propio programa de muerte celular para evitar el desarrollo de cáncer (apoptosis).

Este cáncer comienza con una célula anómala que se niega a morir o auto-destruirse y comienza a multipli-carse sin control con la misma anomalía en evolución, pues ya no se sujeta a las órdenes del cerebro. Los conjuntos de esas células causan tumores que pueden afectar los tejidos sanos y extenderse por todo el cuerpo y causar la muerte.

Esto es comparable a los miembros del Cuerpo de Cristo que ya no reconocen autoridad en ningún ministro y se niegan a morir a sus concupiscencias y se desvían de la sana doctrina, de los cuales le escribió Pablo a Timoteo advirtiendo,

“Evita las palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas, conducirán más y más a la impiedad, y su palabra se extenderá como gangrena; entre los cuales están Himeneo y Fileto, que se han desviado de la verdad diciendo que la resurrección ya tuvo lugar, trastornando así la fe de algunos” (2 Timoteo 2:16-18).

En su proceso de transformación carcino-matosa, las células pierden la capacidad de diferenciación o especialización de sus funciones, esto quiere decir que los miembros del Cuerpo de Cristo con

cáncer espiritual comienzan a usurpar funciones que no les corresponden, tales como sentar doctrinas de error que se convierten en herejías y se degeneran en blasfemias.

Características:

Proliferación celular de manera anormal e incontrolada: “...y su palabra se exten-derá como gangrena…” (2 Timoteo 2:16-18).

Resistencia a la muerte celular: ya no están dispuestos a morir cada día a sus pasiones (1 Corintios 15:31).

Formación de vasos sanguíneos con el fin de sustentar su propio aporte de nutrientes: fabrican su propia doctrina y se alimentan de ella.

Evasión al sistema inmune del cuerpo: evaden la ministración y no se someten a la disciplina.

El primer paso del cáncer consiste en la acción de un agente iniciador que ocasiona un daño o mutación en el DNA (en el núcleo de la célula). El ejemplo es que el cáncer espiritual del cristiano inicia en su espíritu: “Antes del quebranto está la soberbia, y antes de la caída, la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18 BSO).

En nuestro cuerpo es fundamental el buen funcionamiento de los genes repara-dores del ADN, porque cuando estos fallan las células no pueden repararse a sí mismas provocando la acumulación creciente de mutaciones en otros genes. Los genes apoptóticos inducen al suicidio celular ante la falta de reparación del ADN, y a estos los podemos comparar con los 5 ministerios, ya que dejando de funcionar correctamente colaboran con el desarrollo del cáncer que permite la subsistencia de células dañadas genéti-camente, “...tengo esto contra ti, que toleras ahí a quienes siguen la doctrina de Balam, …tienes algunos que de la misma manera mantienen la doctrina de los nicolaítas, …toleras a esa mujer Jezabel” (Apocalipsis 2:14-15; Apocalipsis 2:20

BNC).

Estos genes algunas veces actúan por otros mecanismos como la interferencia en los sistemas de defensa o vigilancia inmunológica, que en este caso lo podríamos comparar con el descuido de mantener una buena conciencia que

actúa como un vigilante y juez interno que impide que nos desviemos; por eso Pablo le escribe a Timoteo: “guardando la fe y una buena conciencia, que algunos han rechazado y naufragaron en lo que toca a la fe. Entre los cuales están Himeneo y Alejandro, a quienes he entre-gado a Satanás, para que aprendan a no blasfemar” (1 Timoteo 1:19-20).

En la primera epístola a Timoteo el Apóstol Pablo menciona a Himeneo y Alejandro, y así el principio del cáncer se dio con Himeneo contaminando a Alejandro, porque ambos habían perdido la fe, formando su propia doctrina y diciendo que la resurrección ya se había efectuado y que no habría otra. El tratamiento en este caso fue entregarlos a Satanás para que les destruyeran la carne, pero vemos en la segunda epístola a Timoteo, que dicho cáncer se había degenerado en metástasis, pues Pablo menciona nuevamente a Himeneo (pero ahora con Fileto): “y su enseñanza se extiende como un cáncer. Esto es lo que sucede con Himeneo y Fileto” (2 Timoteo 2:17

DHH1994). Tomando estos ejemplos, en algunos casos un miembro es separado de la Iglesia y entregado a Satanás (1 Corintios 5:5-6) y sino se arrepiente y regresa, se perderá. También lo vemos en la rebelión de Coré, quien causando metástasis contaminó a Datán, Abiram y On (Números 16:1-2) y el tratamiento que aplicó Dios fue cortarlos de la congregación.

Otros casos de cáncer espiritual:

Cáncer terminal, metástasis: Absalón (2 Samuel 15:12-31)

Metástasis: propagación de un foco canceroso en un órgano distinto de aquel en que se inició.

Cáncer curado: El fornicario (1 Corintios 5:1-13, 2 Corintios 2:5-11)

Por Louisette Moscoso

El cáncer que devora

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16 EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

Las relaciones sexuales también son un devorador. Notemos lo qué dice Job acerca de las mismas, al inicio y al final de su disertación sobre este tema: “Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo, porque es fuego que devoraría hasta el Abadón, y consumiría toda mi hacienda” (Job 31:9 R60).

En los versículos anteriores, no incluimos los números 10 y 11, para recalcar un aprendizaje importante. Job nos explica en el versículo 9, cómo puede iniciar un problema de índole sexual. Luego, en los versículos 10 y 11, desarrolla consi-deraciones y consecuencias de lo que sucede en el corto plazo al caer en este pecado. Pero cierra el tema en el versí-culo 12, enseñándonos el estado final de la persona que comete fornicación o adulterio.

Estudiemos entonces, esas dos partes: 1) Cómo se puede iniciar el pecado sexual 2) Cuál puede ser el final de quien lo comete.

El inicio

Una de las formas de cómo puede

empezar una persona a caer en la escla-vitud del pecado sexual, es permitiendo que su corazón sea engañado acerca de una mujer. ¿Qué significa que se engaña al corazón acerca de una mujer? Primero, deseando a una mujer que no es lícito tomar; esa mujer la describe Job al final del versículo 9: está casada. Es esposa de un hombre que es un prójimo, alguien cercano que nos ha hecho un bien.

Ciertamente puede haber casos donde un cristiano, empieza a tener una relación de amistad con una pareja de esposos. Son amigos, se conocen, quizás hasta sirven juntos en la Iglesia. Pero de pronto, el corazón de ese hombre, empieza a sentir atracción por la esposa de su prójimo. Y en lugar de ministrarse y buscar ayuda, inicia a considerar tener una relación con esa mujer. Se deja engañar por un deseo sexual ilícito, por una tentación. No la reprende, no huye de ella, no pide auxilio, y de pronto, hasta se imagina teniendo relaciones sexuales con esa mujer. Eso lo impulsa a buscarla. Se vuelve una obsesión que lo lleva a espiar cuando su prójimo la deja sola. Inventa una excusa para encontrarla. Calcula su maldad y elabora un plan. No descansa sino hasta obtener una respuesta recíproca de esa mujer. Ha permitido que su corazón sea engañado, y está pronto a consumar algo que tendrá un final nefasto para su vida.

La consecuencia final

Si el hombre en cuestión prosigue su pecado, se dirige sin remedio al versículo 12 descrito anteriormente. Es decir, el fuego del sexo ilícito, lo consumiría hasta el Abadón. Quiero detenerme acá un momento. La palabra Abadón emite una alerta estrepitosa. No solamente porque su significado incluye “perecer” y “Hades”, también porque aparece en varios versículos terribles en la Biblia. Por razones de espacio no mencionaremos todos. Pero uno de ellos, es el siguiente: Proverbios 27:20. Este versículo vincula el Abadón, que significa “destrucción” y “perecer”, con los ojos insaciables del hombre. ¿Tiene usted los ojos insacia-bles?, ¿por una mujer o por un hombre? ¡Cuidado! Esa insaciabilidad puede devorarlo. Lo puede conducir a cometer un pecado mayor. Lo puede llevar a la destrucción.

El segundo versículo al que quiero hacer mención, está en Apocalipsis 9:11. Allí

se habla del ángel del abismo, que es rey de las criaturas abominables que harán sufrir a los hombres, en el período de pre tribulación; su nombre es Abadón. Es el mismo nombre de lo que sobreviene al hombre que ha cometido adulterio o fornicación.

Es decir, el sexo ilícito es un devorador que se presenta con mucha fuerza en el final de los tiempos. Pero también es un indicativo de aquellos que no partici-parán de las bodas del Cordero, sino que se quedarán a lavar sus vestiduras en la tribulación. Quien es esclavo del sexo ilícito y no obtiene libertad antes de la venida secreta del Señor, será atormen-tado por los ejércitos del Abadón.

También recordemos la segunda parte de Job 31:12: El sexo ilícito es un devorador de la hacienda. Esta palabra también se puede traducir como ganancia, fruto, renta, ingreso. Es decir, no solamente el dejar de diezmar atrae un devorador hacia nosotros (Malaquías 3:11). También tener sexo ilícito, puede consumir nuestras finanzas. ¿Hay problemas financieros en casa? ¿Hemos visto que retrocedimos abrupta-mente en nuestros ingresos? De ninguna manera esto es una acusación, es un llamado para que revisemos si le hemos dado lugar en nuestro corazón al sexo ilícito.

La solución

Bendito sea Dios, vivimos en un tiempo donde abunda su gracia. Estamos en un año de renuevo, donde tenemos la oportunidad de reiniciar, de ponernos a cuentas y avanzar en nuestro caminar cristiano. Aún podemos pedir minis-tración, confesar nuestro pecado y apartarnos del mismo.

Esta es una invitación para acercarnos con humildad al Señor, y reconocer si hemos fallado. Como dice el libro de Isaías, “razonemos con Él”. Recordemos que pronto viene nuestro amado, y que si nos guardamos en santidad, le veremos, y estaremos con Él; ese es nuestro anhelo. Busquémosle entonces con todo nuestro corazón.

Por Sergio Licardie

Citas bíblicas para estudio

Salmos 88:11

Proverbios 15:11

Isaías 1:18

Salmos 32:5

Salmos 41:4

Salmos 51:2

El sexo que devora

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17EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

¿Haz visto a un león devorando a su pre-sa? Lo que empezó con una persecución acelerada y planificada culmina con un acto crudo y hasta conmovedor al ver cómo la fiera desgarra, rasga y engulle cada parte de su cacería; pero ese es el ciclo de la vida en el reino animal. Sin em-bargo cuando hablamos del tema espiri-tual y nos enfocamos en la escena citada podríamos decir que el león es el diablo que es como león rugiente acechando a quién devorar. Su comida favorita somos los creyentes, cristianos que de una u otra forma estamos buscando agradar a Dios con la esperanza de pasar la vida eterna con Él y no en el infierno. En el caso de este tema nos enfocaremos en una de las herramientas que usa el enemigo de Dios y es la lengua.

La biblia nos deja ver claramente lo po-derosa que puede ser una lengua que de-vora: “Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el in-fierno e inflama el curso de nuestra vida” (Santiago 3:6). Te imaginas el poder de destrucción o de edificación que puede tener un miembro tan pequeño? Es un arma letal, capaz de hacer que reinos en-teros se desvanezcan, que naciones ente-ras se hundan en una guerra terrible, que podría destruir generaciones completas.

Veamos un caso concreto para intentar entender el poder tan tremendo que tie-ne la lengua. El caso que quiero presen-tarte es el de un jefe de pastores del rey Saúl llamado Doeg y era de la ciudad de Edom (1 Samuel 21:7 y 22:9). Doeg pre-senció cómo el sumo sacerdote Ahimélec le daba a David el pan de la proposición y la espada de Goliat. Más tarde, cuando Saúl se dirigió a sus siervos y los acusó de estar conspirando contra él, Doeg re-

veló lo que había visto en Nob. Después de convocar al sumo sacerdote Ahimélec, así como a los otros sacerdotes de Nob, e interrogarle, Saúl ordenó a los corredores que dieran muerte a los sacerdotes. Cuan-do estos rehusaron, Doeg, por mandato de Saúl, dio muerte sin vacilar a un total de ochenta y cinco sacerdotes. Después de esta acción inicua, Doeg dio a Nob por entero a la destrucción, matando a todos sus habitantes, tanto jóvenes como viejos, así como al ganado. Si esta fuera una noti-cia hoy, tendría la primera plana de todos los periódicos digitales y sin lugar a du-das veríamos terriblemente sorprendidos esto como un acto terrorista. Pero ¿te das cuenta que la lengua de Doeg fue la que inició todo? Doeg con su lengua devoró toda una ciudad con sus habitantes, a sus sacerdotes y a sus niños.

El rey David escribe de Doeg: “Adversida-des trama tu lengua, afilada como una navaja, y obra engañosamente. Has ama-do lo malo más que lo bueno; la falsedad, más que el hablar justicia. Has amado to-das las palabras devoradoras, oh lengua engañosa” (Salmos 52:2-4). El punto con este análisis es que debemos saber que nos podemos enfrentar con gente que manipulada por fuerzas oscuras buscan destruirnos y que nuestra respuesta po-dría ser como la del rey David: “Los jus-tos verán esto y temerán, y se reirán de él, diciendo: He aquí el hombre que no quiso hacer de Dios su refugio, sino que confió en la abundancia de sus riquezas y se hizo fuerte en sus malos deseos” (Salmos 52:6). Una solución para repren-der este tipo de devorador es hacer de Dios nuestro refugio; Números 35:6 nos dice que Dios dejó 6 ciudades para que el homicida que haya matado una persona sin intención pida refugio; la Biblia dice que: “todo el que odia a su hermano es un homicida...” (1 Juan 3:15). Esto podría sig-nificar que si según Malaquías 3:10 Dios reprende al devorador de las finanzas por medio de nuestro diezmo, entonces dejar de odiar a un hermano de la congregación, a un familiar, a tu jefe o compañero de tra-bajo, reprenderá “la lengua que devora”. La vida es tan corta que no vale la pena estar peleando con medio mundo. Acér-cate a una ciudad de refugio espiritual, cuando la encuentres acércate al sacerdo-

te de esa ciudad y cuéntale tu caso, haz todo lo posible por perdonar y ser perdo-nado y por todos los medios en cualquier situación esfuérzate porque sea el Señor tu escudo, tu refugio, tu protección. Es curioso que dos de la ciudades de refugio se llamaban: “Siquem, con sus tierras de pastos en la región montañosa de Efraín, también Gezer con sus tierras de pastos” (1 Crónicas 6:67). En Salmos 23:1 leemos: “Jehová es mi pastor, en lugares de verdes pastos me hace descansar, junto a aguas de reposo me conduce”; además debemos practicar Salmos 34:14 “Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela”. Este devorador lo reprende el Señor por medio de nuestras actitudes.

Otra manera de lidiar con este devorador es poniendo nuestra confianza en el Señor y no en el dinero ni las posesiones mate-riales; por eso Mateo 6:33 dice “Pero bus-cad primero su reino y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas”.

Para finalizar te dejo una recopilación de versículos que te pueden poner aler-ta cuando se acerque a tu vida la lengua que devora: “Porque no hay sinceridad en lo que dicen; destrucción son sus entra-ñas, sepulcro abierto es su garganta; con su lengua hablan lisonjas” (Salmos 5:9). “Llena está su boca de blasfemia, engaño y opresión; bajo su lengua hay malicia e iniquidad” (Salmos 10:7). “Péguese mi lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no enaltezco a Jerusalén sobre mi supre-mo gozo” (Salmos 137:6).

La lengua que devoraPor Rafael Molina

Citas bíblicas para estudio

Salmos 12:4

Salmos 15:3

Salmos 50:19

Proverbios 12:19

Proverbios 15:4

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18 EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

La biblia nos enseña que Israel ha tenido un trato con Dios por mucho tiempo;, luego vino el Mesías y no le recibieron, pero el Señor ha prometido restauración. Ahora bien, hay algo importante que el Señor le dice a Israel en Isaías 49:19 “En cuanto a tus lugares desiertos y desolados y tu tierra arruinada, ahora serás ciertamente demasiado estrecha para los moradores, y tus devoradores estarán muy lejos”. Es decir que el Señor da la promesa de alejar del pueblo de Israel a los devoradores. La Palabra dice en 1 Corintios 10:6 “Estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a fin de que no codiciemos lo malo, como ellos lo codiciaron”. Es decir que todo lo que ocurrió a Israel, es un ejemplo para nosotros como Iglesia; y por consiguiente también tenemos la promesa de ser restaurados por completo.

Podemos observar a lo largo de la biblia, que nos habla acerca de los devora-dores, los cuales están categorizados en animales, hombres, cosas y actitudes.

Ahora analizaremos cómo la tierra puede ser un devorador, ya que esto es lo que nos dice La biblia Serafín de Ausejo en Salmos 106:17 BSA: “y la tierra se abrió y devoró a Datan y sepultó la banda de Abiram”.

Ahora analicemos a quiénes devora la tierra; a qué personas y qué caracterís-ticas tienen, para que la tierra abra su boca y los trague. Debemos entender qué sucedió literalmente con algunos personajes que describimos a conti-nuación, pero también comprendemos que cuando la tierra devora, afecta a las familias y los bienes devorando todo lo que les pertenece (Números 16:30). La tierra devora a aquellos que tienen las siguientes características:

Los rebeldes como Coré: La palabra relata que Coré se rebeló: “Y se rebeló Coré, hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, con Datán y Abiram, hijos de Eliab, y On, hijo de Pelet, hijos de Rubén” (Números 16:1). El apóstol Judas también escribe de la rebelión: “¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y por lucro se lanzaron al error de Balaam, y perecieron en la rebelión de Coré” (Judas 1:11). Es importante ver que cuando una persona comete rebelión, no solamente afecta su propia vida, sino que también la de su familia y sus bienes; “y la tierra abrió su boca y se los tragó, a ellos y a sus casas y a todos los hombres de Coré con todos sus bienes” (Números 16:32). ¿Cómo se manifiesta esta rebelión?:

Los que pelean juntos en contra de Dios: Es interesante ver que la biblia dice que “se juntaron” contra el Señor. “Nuestro padre murió en el desierto, aunque no estuvo entre el grupo de los que se juntaron contra el SEÑOR, en el grupo de Coré, sino que murió por su pecado, y no tuvo hijos” (Números 27:3). La rebelión contra Dios está compuesta por personas que en su forma de vida viven oponiéndose a las cosas de Dios, a las cosas sagradas, a los aspectos espiri-tuales; ya sea directa o indirectamente, como impulsando leyes o con actitudes personales.

Los que menosprecian a Dios: La biblia nos enseña en Números 16:30 “Pero si el

SEÑOR hace algo enteramente nuevo y la tierra abre su boca y los traga con todo lo que les pertenece, y descienden vivos al Seol, entonces sabréis que estos hombres han menospreciado al SEÑOR”. Existen personas que están pasando destrucción familiar o pérdidas de bienes materiales, sin saber que es a causa de que han menospreciado al Señor en sus vidas.

Los que contienden contra la autoridad establecida por Dios, cómo lo hizo Datán y Abiram: Deuteronomio 11:6 “y lo que hizo a Datán y Abiram, los hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando la tierra abrió su boca y los tragó a ellos, a sus familias, a sus tiendas y a todo ser viviente que los seguía, en medio de todo Israel”. Datán y Abiram, contendieron contra la autoridad que el Señor había levantado, a Moisés y Aarón. “Y los hijos de Eliab: Nemuel, Datán y Abiram. Éstos son el Datán y el Abiram que fueron escogidos por la congregación, y que contendieron contra Moisés y contra Aarón con el grupo de Coré, cuando contendieron contra el SEÑOR” (Números 26:9). Datán y Abiram junto a doscientos cincuenta fueron devorados por la tierra, sirviendo de escarmiento delante del pueblo (Números 16:2, 26:10). Una actitud para que la tierra devore a los hombres, es cuando se oponen a las autoridades que el Señor a levantado para guiar a su pueblo.

Doctrinas contrarias al Señor: Los perso-najes que también son devorados por la tierra, son aquellos que tienen doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1), doctrinas del dragón, y que buscan atacar a la Iglesia. “Pero la tierra ayudó a la mujer, y la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había arrojado de su boca” (Apocalipsis 12:16).

Debemos comprender que, para ser apartados de todo devorador, es necesario orar al Señor, buscar de su presencia. Otra forma es cuando presen-tamos nuestros diezmos, ya que esto nos enseña la biblia en Malaquías 3:11 “Por vosotros reprenderé al devorador, para que no os destruya los frutos del suelo; ni vuestra vid en el campo será estéril --dice el SEÑOR de los ejércitos”.

Isaías 49:19

1 Corintios 10:6

Salmos 106:17

Números 16:30-32

Deuteronomio 11:6

Números 27:3

Apocalipsis 12:16

Por Sammy Pérez

Citas bíblicas para estudio

La tierra que devora

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19EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

En la Palabra del Señor vemos la descrip-ción del devorador que se manifiesta como una espada, uno de los versículos en donde se habla de él lo encontramos en donde dice: “pero si rehusáis y os rebeláis, por la espada seréis devorados. Ciertamente, la boca del SEÑOR ha hablado” (Isaías 1:20 LBLA). El profeta describe la condición en la que se encontraba el pueblo en ese momento, es decir, alejado del camino correcto y con una actitud rebelde (Isaías 1:5). Cuando le ponemos la lupa al significado de la palabra rebelde, encontramos que es una persona que pone resistencia a la autoridad, que es desobediente y no obedece lo que se le solicita; pero también una persona rebelde puede ser un individuo difícil de educar o de dirigir, y que generalmente no atiende lo que se le indica o simplemente que no cede su voluntad. Son interesantes estos conceptos porque hay mucho pueblo del Señor que se encuentra en este momento con esa actitud, es decir, sabiendo y conociendo lo bueno no lo hacen, debiendo dejar el pecado se mantienen en él. Lo tremendo de la rebelión es que ella es la llave que abre la puerta al devorador, pero al ver todo el contexto de Isaías 1, podemos apreciar a un Dios de bondad y misericordia que está llamando a su pueblo dispuesto a perdonarlo; para ello, es necesario que se empiece o se regrese a caminar con Él, pero si el pueblo se rehúsa y se mantiene en la actitud de no obedecerle y no ponerse a cuentas con Dios, el devorador tendrá el espacio abierto para poder actuar.

Estudiando el significado de las palabras “espada que devora”, vemos que, espada viene del hebrero H2719 Kjéreb cuyo significado es: sequía, arma, daga, guerra, entre otros, y su uso está vinculado a la destrucción y a ser asolado, lo cual signi-fica arruinar o arrasar según el Diccionario de la Real Academia Española. Su relación a un objeto cortante es por su efecto destructivo, por ello, normalmente se

traduce espada (Diccionario Strong y Vine). La palabra devora, viene del hebreo H398 Akál que significa: comer, banque-tear, carcoma, consumidor, destruir, roer entre otros, pero metafóricamente tiene el matiz de que es para llegar a destruir objetos o personas (Diccionario Vine). Por lo que, al unir y analizar ambos conceptos, vemos que la entidad espada tiene una función de separar para poder destruir e incluso llegar a matar aquello que dividió, ahora bien, si algo se separa es porque inicialmente (estado natural) estuvo unido.

El matrimonio y la familia es un regalo precioso del Señor que debe permanecer en unidad, en este sentido, Dios aborrece la división familiar (Malaquías 2:16). El panorama mundial en cuanto a la familia ha cambiado, la idea del matrimonio como Dios lo planificó bendiciendo al hombre, dándole una esposa como ayuda idónea ha cambiado, ya que el propósito del espíritu que gobierna este mundo es denigrar a la familia y sus valores, quebrando la unidad y armonía entre padres e hijos, entre esposo y esposa.

Un ejemplo de cómo esta entidad espiri-tual de división (espada que devora) actúa sobre una familia, la podemos apreciar en lo dicho al rey David a través del Profeta Natán en donde dice: “Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer” (2 Samuel 12:10 NVI). A través de todo el capítulo 11 de 2 de Samuel, se describe a David tomando a Betsabé y mandando a matar a Urías su esposo para ocultar su pecado sexual y evitar que esto fuera público al pueblo de Israel. David olvidó que el Señor observaba su comporta-miento, por ello, envió a su Profeta Natán para que lo reprendiera y le anunciara las consecuencias de su mal proceder. Natán se presenta ante el rey y le dice de parte de Jehová: “¿Por qué te has burlado del Señor haciendo lo que Él reprueba? Has asesinado a Urías, el hitita, para casarte con su mujer matándolo a él con la espada amonita” (2 Samuel 12:9 BNP).

David desobedeció, se rebeló contra Dios al hacer lo que Él reprueba y esta desobediencia le trajo la consecuencia de tener a la espada devorando a su familia, siendo esto visible en tres aspectos

que quedaron descritos en la Biblia: la rivalidad entre los hermanos, Salomón y Adonías (1 Reyes 1:5-53); la injusticia o abuso entre los hermanos, Amnón y Tamar (2 Samuel 13:1-19); y la división del hijo con su padre, Absalón y David (2 Samuel 15:1-14).

El devorador se levantó para destruir la casa de David, pero él comprendió lo escrito en la Palabra, Dios es misericordioso y está presto a ayudar a quien humillado y arrepentido se acerca buscando su piedad y amor (Isaías 1: 16-18), por ello lo dejó escrito: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión borra mis transgre-siones. Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado” (Salmos 51:1-2 LBLA). David y su casa sirvieron como ejemplo de cómo esta entidad se puede levantar y dañar (devorar) a una familia, pero también de cómo se le puede detener y es ahí donde tú, hermano amado, debes considerar que si la puerta a esta situación fue abierta, es momento de cerrarla y de la misma manera que David se humilló y se apartó del pecado, pidió misericordia ante Dios y este clamor fue oído, por lo que podrás decir nuevamente en tu casa: “hazme oír gozo y alegría…” (Salmos 51:8). Recuerda que Dios está atento a quien arrepentido se acerca a pedir misericordia. ¡Maranatha!

La espada que devoraPor Edwin Castañeda / Luis Méndez

Isaías 1:20 LBLA

Jeremías 2:30 LBLA

2 Samuel 18:8 LBLA

Isaías 1:5 LBLA

2 Samuel 12:10 NVI

Citas bíblicas para estudio

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20 EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

“Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros” (Santiago 5:3 RV60).

El enemigo busca acabar y destruir con nuestra vida utilizando devoradores (1 Pedro 5:8 / Isaías 49:19 LBLA), entre estos: animales, hombres, cosas y actitudes. Dentro de las cosas que devoran se encuentra el moho; devorador que se desarrollará en este artículo. El término devorador es un adjetivo derivado del verbo devorar, y si se vincula a una cosa, se refiere a trastornar, consumir, o destruir algo en su totalidad. La palabra devorar en el Nuevo Testamento se traduce del griego G2666 Katapíno, del cual entre sus significados están: tragar entero, ahogar y consumir completamente, etc.

Moho

El moho es producido por hongos al aire libre en lugares húmedos de poca luz

sobre materia orgánica que provocan descomposición. En el Nuevo Testamento el término moho se traduce del griego G2447 Iós y significa también herrumbre (óxido) y veneno de serpiente. Según el Diccionario Thayer se refiere a hombres dados a maldecir y calumniar para dañar. Conforme al Dr. Jack Thrasher, el moho puede ser más tóxico que los pesticidas o los metales pesados; por ejemplo, puede producir micotoxinas conocidas como tricotecenos, los cuales inhiben la síntesis de las proteínas, infectando todos los órganos del cuerpo desde los dedos hasta la punta de la cabeza. Por otro lado, las bacterias pueden crecer junto al moho creando entre sí sinergia e incrementando enfermedades infla-matorias y causando infecciones en los pulmones parecidas al asma.

De acuerdo con lo anterior, el moho es un devorador que afecta espiritualmente a un cristiano que no administra y descuida el agua de la Palabra de Dios, y que no se expone a su luz, es decir, que su caminar no está iluminado por la Lámpara de la Palabra del Señor porque da más lugar a su carne que a su espíritu (Efesios 5:26, Salmos 119:105, Proverbios 20:27). Estas personas son afectadas con engaños en sus sentidos espirituales, así como la serpiente (Satanás) engañó a Eva (2 Corintios 11:3).

El moho y el engaño de las riquezas

Según el versículo base de este artículo, el Apóstol Santiago advierte a los ricos acerca de las miserias que vendrán sobre ellos por haber acumulado riquezas para sí mismos, y por retener y estafar a sus trabajadores en su salario, viviendo ostentosamente en una vida de placer desenfrenado y por haber condenado y matado a personas inocentes. El Señor Jesucristo advirtió a sus discípulos sobre este engaño en el tiempo final (Mateo 24: 3-4), el cual ahoga su Palabra (Mateo 13:22). Por consiguiente, es

necesario entender que las riquezas no son malas, ya que el poseerlas y poder disfrutarlas es un don de Dios (Eclesiastés 5:19), lo malo es cuando el hombre entrega su corazón y su amor a ellas, permitiendo que crezca en él el amor al dinero, la raíz de todos los males, conduciéndole a tener un deseo intenso por adquirirlas y atesorarlas, extraviándose así, de la fe (1 Timoteo 6:10). El Señor Jesucristo sabía esto y les dijo a sus discípulos que tuvieran cuidado con cualquier clase de avaricia (Lucas 12:15). Para ejemplificar este engaño, Jesús se refirió a la parábola del hombre rico que con sus cosechas había producido mucho y consideraba que no tenía lugar suficiente para almacenarlas, y sin pensar en compartirlas decidió derribar sus graneros y construir otros más grandes para acumular aún más y así entregarse a los placeres de la carne. Con esta actitud, se olvidó de Dios quien le había dado todo, y sin saberlo ese mismo día perdería su vida. Jesucristo dijo que este tipo de personas son pobres ante Dios (Lucas 12:16-21 TLA); por lo que nosotros al tener riquezas debemos ser libres para darle a Él y a nuestra familia lo que le corresponde y a los pobres para ayudarlos en sus necesidades (2 Corintios 9:9).

El moho y el engaño de la serpiente

La palabra moho también se traduce como veneno de serpiente, el cual representa la forma en que Satanás con su astucia engañó a Eva en sus sentidos, (Génesis 3:13, 2 Corintios 11:3) de la misma forma que busca engañar a la postrera Eva, la Iglesia, haciéndola volver hacia atrás apostatando de la fe en Cristo Jesús (Génesis 49:17). En resumen, las personas que reciben este engaño se encuentran junto al camino, porque escuchan la Palabra del Señor pero no la entienden y el enemigo la arrebata para que no crean y se pierdan (Génesis 49:19, Lucas 8:12).

El moho que devoraPor Oswaldo Gutiérrez

1 Pedro 5:8-9

Santiago 5:1-5

Mateo 13:10, 19

Juan 15:8

Mateo 20:30

Mateo 10:46

Citas bíblicas para estudio

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21EDICIÓN 115 | OCTUBRE 2019

La Biblia nos muestra la exortación que se le hace al pueblo de Israel para que obedezca diligentemente a Dios, cuidando los mandamientos para que vengan como consecuencia bendiciones del Padre (Deuteronomio 28:1-2). Interesante que la Palabra del Señor; también establece que si no se hace lo correcto vendría sobre ellos y su descendencia maldición (Deuteronomio 28:15).

Vemos en el libro de Corintios que todo lo que le sucedió a Israel es sombra y figura para nosotros, para que estemos sabidos, ponernos en alerta y no codiciar lo que ellos codiciaron (1 Corintios 10: 6). La maldición es una de las formas como se presentan los devora-dores que vienen como consecuencia de la desobediencia. Según el Diccionario Strong, la palabra maldición es la H423 Alah, que de acuerdo al Diccionario Vine AT se refiere fundamentalmente a “la ejecución del juramento requerido para validar un pacto o acuerdo.” Como nombre, hace referencia propiamente al “juramento”; Por tanto, denota una maldición que sirve para dar validez a un compromiso o nombramiento y que puede servir de conclusión o término a cualquier acuerdo o pacto y la podemos apreciar en la Palabra, cuando dice: “Por eso, una maldición devora la tierra, y son tenidos por culpables los que habitan en ella. Por eso, son consumidos los habitantes de la tierra, y pocos hombres quedan en ella.” (Isaías 24:6 LBLA). Al leer el contexto de este versículo, vemos como la maldición que vino sobre la tierra fue a causa de sus moradores quienes la contaminaron, faltaron a la Ley de Dios y desecharon su pacto eterno. Según la Versión Kadosh, el mismo versículo de Isaías dice que: “La tierra yace profanada por razón de sus habitantes, porque transgredieron la Toráh, cambiaron las ordenanzas aun el pacto eterno.” La toráh es el mandamiento y precepto eterno de Dios, debemos comprender que no solamente es la Ley de Moisés, sino es la Ley que nos escribe en nuestros corazones (Romanos 2:15), al desobedecerlo, trae como consecuencia un devorador en forma de maldición. Al entender cómo este devorador vino a ellos y su descendencia, podemos analizarnos nosotros mismos para ver si en nosotros no existe tal devorador, para reprenderlo

y anularlo en el nombre de Jesucristo.

La consecuencia de la desobediencia a la Ley y al pacto eterno, es una maldición que puede afectar a líneas familiares hasta la tercera y cuarta generación (Números 14:18); a su vez esa maldición afecta la tierra donde se habita, los frutos de la misma, leemos en la Palabra que afecta la vid y el vino (Isaías 24:7), entendemos que la vid es la Esposa como lo dice Salmos 128:3 y el vino es el gozo de Dios, que es nuestra fortaleza (Eclesiastés 9:7; Nehemías 8:10), por lo tanto este devorador en forma de maldi-ción afecta el núcleo familiar, manifestán-dose en forma de disensiones, divisiones, falta de paz.

A su vez este devorador se manifiesta como maldición sobre los moradores de la tierra y para contrarrestar este devorador tenemos que orar y rogarle a Dios perdón para que sane la tierra. Esta maldición puede manifestarse cuando en nuestro trabajo no vemos resultados positivos, quizás si tenemos un negocio y este no prospera y según nosotros hacemos todo bien, diezmamos, somos diligentes y responsables, pero lo que ocurre es que quizás alguno de nuestros antepa-sados familiares desobedeció de forma contundente a Dios, prevaricó contra Él y por ello la maldición vino sobre nuestra familia, sobre nuestra tierra, en nuestros frutos y en nuestra descendencia, pero en Dios siempre hay esperanza, sus misericordias son nuevas cada mañana, (Lamentaciones 3:22-23) para ser libres de ese devorador que trae maldición. Debemos pararnos en los caminos y preguntar por las sendas antiguas, (Jeremías 6:16), debemos hacer como hizo Esdras, cuando se dio cuenta que la deportación a Babilonia había sido como consecuencia de la desobediencia, que la maldición había llegado a ellos por no aceptar las advertencias que Dios envió con sus profetas, en ese entonces Esdras y el pueblo lloraron y clamaron misericordia: “y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.” (Esdras 9:6). Esdras le dijo a Dios que los perdonara porque habían estado viviendo en gran pecado, sin embargo, Esdras no estaba en pecado, pero reconocía que sus padres y ancestros sí estuvieron y por ende a él le alcanzó la maldición de ser devorado por otra nación que los llevó en cautiverio. Por ello para reprender al devorador de la maldición, debemos en primer lugar, humillarnos delante de Dios y solicitarle perdón para que sane nuestra tierra

(2 Crónicas 7:14), además en Isaías 24:7 dice que la maldición viene sobre los moradores de la tierra, ellos aman lo terreno, amaron más las riquezas pasajeras que a Dios, estos mismos son los que vemos en Apocalipsis, que por meterse tanto en lo terrenal no logran escapar de la ira de Dios o sea la gran tribulación (Apocalipsis 12:12), debemos tener presente amado hermano que usted y yo somos peregrinos de la tierra y no moradores, (Hebreos 11:13); los peregrinos saben que están de paso en este mundo llamado tierra ya que su destino final no está en este lugar por lo cual debemos estar listos para viajar, para moverse de lugar ya que confiamos que seremos trasladados de esta dimensión a una dimensión de vida eterna en Cristo Jesús, por ello no debemos entregarnos a los placeres de la vida y de la carne, sino que debemos abstenernos de ellos (1 Pedro 2:11).

Tenemos que entender que, aunque estamos en esta tierra no pertenecemos aquí (Juan 15:19), por ello tome en consideración amado hermano que se reprende al devorador con palabras, acciones, oraciones, debemos pedir perdón, volviendo nuestros corazones al Señor, obedeciendo el pacto eterno de Dios, guardando su Ley, su Palabra que debe estar escrita en las tablas de nuestro corazón. No te rindas hermano, si en este año del Renuevo te sientes desgastado, abrumado y casi derrotado, recuerda la Biblia dice: “Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento” (2 Corintios 4:17 BAD). Va a valer la pena todo lo vivido, solo miremos al Señor y no a la tormenta, prosigamos a la meta, hagamos lo que nos corresponde como hijos de Dios, como cristianos y Él de cierto nos responderá (Jeremías 29:13). ¡Hossana!

La maldición que devoraPor Vilma Cruz y Claudia de Vielman

Esdras 9

Deuteronomio 28

2 Corintios 4

Génesis 17:7

Citas bíblicas para estudio

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