El acta: Don Bosco funda los Salesianos con jóvenes · en este Oratorio de S. Francisco de Sales...
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El acta: Don Bosco funda los Salesianos con jóvenes Felipe Santos, SDB En el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
El año del Señor mil ochocientos cincuenta y nueve al día 18 de Diciembre
en este Oratorio de S. Francisco de Sales en el cuarto del Sacerdote Bosco
Juan a las 9 horas postmeridianas se reunían,
él, el Sacerdote Alasonatti Victorio, los clérigos Savio Ángel Diácono,
Rua Mihuel Subdiácono, Cagliero
Juan, Francesia Juan Bautista, Provera Francisco, Ghivarello Carlos, Lazzero
José, Bonetti Juan, Anfossi joaquín,
Marcelino Luis, Cerruti Francisco, Durando Celestino, Pettiva Segundo,
Rovetto Antonio, Bongiovanni César
José, el joven Chiapale Luigi, todos con el fin y en un mismo deseo de
promover y conservar el espíritu de
verdadera caridad que se requiere en cargos anteriormente expresados. Elegido
secretario para este fin el que
redacta la presente acta, declara haber cumplido fielmente el encargo encomendado
por la confianza de todos,
concediendo el sufragio a cada uno de los socios, a medida que era nombrado
en votación. En la elección para
Director Espiritual resultó elegido por unanimidad el clérigo subdiácono
Miguel Rúa, que no rehusó la elección.
Repetido el procedimiento para la elección del Ecónomo, salió elegido
y fue reconocido como tal el diácono
Angel Savio, que prometió también
asumir el correspondiente cargo.
Quedaba por elegir todavía los tres
consejeros. El primero de ellos, hecha la acostumbrada votación, resultó
ser el clérigo Juan Cagliero. Segundo
consejero salió elegido el clérigo Juan Bonetti. Para el tercero y último hubo
empate a favor de los clérigos Carlos Ghivarello y Francisco Provera; hecha
una segunda votación, la mayoría se
inclinó por el clérigo Ghivarello; y así quedó definitivamente constituido el
cuerpo de administración de nuestra
Sociedad. Este hecho, tal como hasta aquí ha sido expuesto, fue leído en
plena reunión de todos los referidos
socios y de los miembros directivos nombrados, los cuales, reconocida su
veracidad, determinaron de común
acuerdo que se conservara el original del Acta, para cuya autenticidad la firman
el Superior Mayor y el redactor
como secretario. JUAN BOSCO , Pbro.
VICTOR ALASONATTl, Pbro. Prefecto.
la obra de los Oratorios para la juventud abandonada y en peligro, la cual
en estos calamitosos tiempos viene de
mil maneras seducida en daño de la sociedad y precipitada en la impiedad
y la irreligión.
Agradó a los mismos Reunidos erigirse en Sociedad o Congregación que
teniendo como mira la mutua ayuda
para la santificación propia se propusiera de promover la gloria de Dios y
la salud de las almas especialmente de
las más necesitadas de instrucción y
de educación y, aprobado de común
acuerdo el plan propuesto, habiendo
hecho una breve oración y habiendo invocado la luz del Espíritu Santo,
procedían a la elección de los Miembros
que deberían constituir la dirección de la sociedad para ésta y para
nuevas Congregaciones si Dios quiere favorecer el crecimiento.
Le rogaron por tanto unánimemente a
Él, iniciador y promotor que aceptara el cargo de Superior Mayor, como
totalmente conveniente a él, el cual
habiéndola aceptado con la condición de que le fuera reservada la facultad
de nombrarse al Prefecto, y puesto
que ninguno se opuso a ello, declaró que le parecía no se debía remover del
cargo de Prefecto al que esto escribe,
que hasta el presente tenía este cargo en la casa. Se pensó a continuación en
la manera de elegir a los otros socios
que intervienen en la dirección; y se convino en adoptar la votación por
sufragios secretos, por ser el camino
más corto, para constituir el Consejo que debía componerse de un Director
Espiritual, del Ecónomo y de tres
Consejeros, juntamente con los dos N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 3 El acta N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 4 El acta N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 5 El acta
N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 6 Entretanto se celebró solemnemente en el Oratorio la fiesta de la Inmaculada
Concepción, y aquella noche anunció
don Bosco en público que al día siguiente, viernes, tendría una conferencia
especial en su habitación después de que los muchachos se fueran a descansar.
Los que debían asistir a ella entendieron
la invitación. Los sacerdotes, clérigos y seglares, que cooperaban con
don Bosco en sus trabajos en el Oratorio
y estaban al tanto de los secretos del Padre, presentían que aquella reunión
iba a ser importante.
Así pues, el 9 de diciembre de 1859 se reunieron. Después de invocar con las
oraciones de costumbre las luces del
Espíritu Santo y la asistencia de María Santísima, recordó don Bosco brevemente
lo expuesto en las conferencias
anteriores y a continuación describió qué era una congregación religiosa, su
belleza, el honor inmortal de quien se
consagra enteramente a Dios, la facilidad de salvar la propia alma, el inestimable
cúmulo de méritos que se pueden
alcanzar con la obediencia, la gloria imperecedera y la doble corona, reservada
al religioso en el paraíso. Después,
visiblemente conmovido, anunció que había llegado la hora de dar forma a la
Congregación, que desde mucho tiempo
atrás meditaba instituir y había sido el objeto principal de todos sus afanes;
Pío IX le había animado y alabado; que
ya existía con la observancia de los reglamentos
tradicionales, aun cuando no
habían sido declarados todavía obligatorios
en conciencia; y que a ella pertenecían ya la mayoría de ellos, al menos en
espíritu, y algunos por promesa o voto
temporal. Añadió que en aquella Congregación sólo serían inscritos los que,
después de madura reflexión, tuviesen intención de emitir a su tiempo los votos
de castidad, pobreza y obediencia.
Concluyó diciendo que había llegado el momento para todos los que asistían a
sus conferencias de declarar si querían
o no inscribirse en la Pía Sociedad, que tomaría, o mejor conservaría, el nombre
de San Francisco de Sales. Rogaba
a los que no tuvieran intención de pertenecer a ella que ya no acudieran a las
conferencias que se tendrían en adelante.
El hecho de no presentarse sería, sin más, la señal de su no adhesión. Daba
a todos una semana de tiempo para reflexionar
y tratar con Dios tan importante asunto.
Cuando don Bosco terminó, se rezó la
oración de acción de gracias y se disolvió la asamblea en profundo silencio. Así
que salieron de la habitación, al llegar
al patio, más de uno dijo en voz baja: -¡Don Bosco nos quiere hacer frailes a
todos! El clérigo Juan Cagliero estaba
indeciso en si debía o no tomar parte en la nueva Congregación. Paseó una
larga hora bajo los pórticos, agitado por
varios pensamientos. Finalmente exclamó, dirigiéndose a un amigo: -Fraile o
no, es lo mismo. ¡Estoy decidido, como
siempre lo estuve, a no separarme nunca
de don Bosco! Escribió después un
papelito a don Bosco, en el que decía
que se sometía totalmente al consejo y a la decisión de su superior. Cuando
don Bosco se encontró con él, lo miró
sonriendo y le dijo: - ¡Ven, ven; éste es tu camino!
La conferencia de adhesión a la Pía Sociedad se celebró el 18 de diciembre de
1859. Sólo dos no se presentaron. Lo
que se hizo nos lo da a conocer la siguiente acta que se conserva en nuestros
archivos... [sigue el texto del acta].
Así quedó constituido el primer Capítulo, que después se denominó Capítulo
Superior, mientras todos los primeros
socios que intervinieron en su elección recibieron el nombre de miembros natos
de la Pía Sociedad. Los que no se
adhirieron a la inscripción quedaron en plena libertad para seguir sus inclinaciones,
continuaron disfrutando de
la beneficencia del Oratorio, acabaron felizmente sus estudios, alcanzaron la
dignidad sacerdotal y fueron siempre
amigos de don Bosco. A medida que avancemos en nuestras históricas memorias,
mencionaremos las sesiones
del Capítulo hasta el año 1865; no es posible traspasar este límite, pues se
multiplicaría hasta lo infinito el tema.
Pero nombraremos, no sólo a los que en estos seis años fueron aceptados en
la Sociedad Salesiana y se matuvieron
fieles a sus promesas, sino también a los que se inscribieron, pero que, al no estar
ligados por un verdadero compromiso,
juzgaron después que eran llamados a
otro campo por la divina Providencia.
Es un deber hacer honrosa mención
de éstos, puesto que, antes de retirarse, trabajaron incansables por un tiempo
considerable al lado de don Bosco, para
educar e instruir a sus muchachos; y aún separados con el título de cooperadores,
se glorían de haber militado bajo la gloriosa bandera de san Francisco de
Sales. Mas no dejaremos de seguir paso
a paso el crecer, el multiplicarse y extenderse de la Familia Salesiana, que
puede y debe llamarse Institución de
María Santísima, y veremos el valor y la constancia que tuvo don Bosco en el
cumplimiento de la misión que le había
confiado la Madre de los Cielos, en medio de persecuciones, sufrimientos y
desengaños.
Así lo cuenta Don Lemoyne Memorias Biográficas VI, 255-259
N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 7 Así nació la Congregación Salesiana. Así nacimos nosotros.
Aquellos dieciocho son nuestros „padres fundadores‟, casi todos jovencísimos; excepto Don Alasonatti, con 47 años, y
Don Bosco, con 44: Don Rua, director espiritual,
tenía 22 años; Don Savio, el ecónomo, 24; los consejeros, todavía clérigos, poco más de veinte años.
Conviene al menos recordar sus perfiles, para conservarlos en la
mente y en el corazón, como nuestro cofundadores, junto con Don Bosco. Ellos son parte de la vida de Don Bosco y
de la historia de la Congregación, y por tanto
de nuestra historia. Víctor Alasonatti, 47 años. Era el único con más edad que Don
Bosco. Sacerdote amable y rígido al
mismo tiempo, había sido durante
19 años maestro de niños de primaria
en Avigliana, donde había nacido el 15 de noviembre de 1812. Entre
bromas y provocaciones (habían sido
compañeros en el Convitto Eclesiástico), Don Bosco lo convenció a que
fuera al Oratorio para „ayudarle a decir el Breviario‟ entre los doscientos
muchachos de la Casa y los mil del
Oratorio („¡algo bien distinto de tu escuelita!‟, bromeaba Don Bosco).
Llegó la víspera de la Asunción de
1854, preguntando siempre de broma a Don Bosco: “¿Dónde me debo
poner a rezar el Breviario?” Don Bosco
le encomendó toda la administración de la obra, que hasta entonces
había estado a cargo de José Buzzetti
y Mamá Margarita (que estaba ya sin fuerzas: morirá dos años después).
En 1855, después de Miguel
Rua, fue el primero que hizo votos religiosos privados en las manos de
Don Bosco. Profesó como salesiano
el 14 de mayo de 1862. Trabajó sin descanso y silenciosamente para Don
Bosco y la Sociedad Salesiana, como
su primer Prefecto, hasta la muerte, acaecida en Lanzo el 7 de octubre de
1865, cuando tenía 53 años.
Miguel Rua, 22 años. Nació en Turín el 9 de junio de
1837 en una familia obrera y quedó
huérfano de padre a los ocho años. Quedó fascinado por Don Bosco
cuando frecuentaba la primeras escuelas
de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas. Declaró bajo juramento:
“Recuerdo que venía don
Bosco muchos domingos a celebrar la santa misa […], parecía que una
corriente eléctrica circulara por entre
todos los niños. Se ponían de pie, salían de su sitio, se amontonaban a
su alrededor […] Necesitaba [don Bosco] un buen rato para poder
llegar hasta la sacristía. En aquellos
momentos los buenos Hermanos no podían impedir el aparente desorden
y nos dejaban hacer. Cuando
llegaban otros sacerdotes, aún piadosos y de autoridad, no sucedía lo
mismo […] El misterio de la atrac-
Los jóvenes fueron nuestros fundadores N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 8 Los jóvenes fueron nuestros fundadores ción de don Bosco procedía del afecto
activo, espiritual, que notaban en don Bosco hacia sus almas” (MBe
II, 243). A veces Don Bosco repartía
a todos una medalla. Al llegar el turno de Miguel, Don Bosco hace
un gesto extraño: extiende su mano
derecha haciendo como que la corta con la izquierda, y entre tanto le
dice: “Coge, Miguelito, coge”. Miguel
no comprende, pero Don Bosco le explica: “Nosotros dos haremos
todo a medias”. Entra en el Oratorio
el 25 de septiembre de 1852 y viste la sotana en I Becchi, el 3 de octubre
de 1852; se convierte realmente
en la mano derecha de Don Bosco:
toma parte el 26 de enero de 1854
en la reunión en la que un grupo
reducido de colaboradores recibe el nombre de „Salesianos‟. El 25 de
marzo de 1855 (con 18 años) llega
a ser el primer Salesiano que hace los votos privados en las manos de
Don Bosco. Estudiante de teología, ayuda a Don Bosco en el Oratorio
de San Luis; en 1858 lo acompaña a
Roma para ver al Papa, al que Don Bosco presenta su Congregación.
Siendo aún subdiácono es elegido
Director Espiritual de la Sociedad apenas creada. Ordenado sacerdote
el 29 de julio de 1860, emite la profesión
perpetua el 15 de noviembre de 1865. A los 26 años (1863), habiendo
obtenido el diploma de profesor
de secundaria, es invitado por don Bosco a dirigir la primera casa
salesiana fuera de Turín, en Mirabello
Monferrato. De vuelta a Turín en 1865 es „el segundo Don Bosco‟
en la Obra Salesiana que se extiende
cada vez más. Don Bosco dirá un día: “Si Dios me hubiese dicho: imagínate
un joven, dotado de todas las
virtudes y mayores habilidades que tu podrías desear, pídemelo y yo te
lo daré, nunca habría imaginado un
don Miguel Rua” (MBe IV, 375). Nombrado por León XIII vicario de
Don Bosco en 1884, fue su primer
sucesor a la muerte del Fundador, y pasó la vida viajando para mantener
unida y fiel la gran familia de Don
Bosco, que estaba experimentando
una verdadera explosión por todo
el mundo. Recibió 64 casas salesianas,
al morir Don Bosco; 22 años después, a su muerte, las fundaciones
eran ya 341. En 1910, año de
su muerte, aparecía su primera biografía, escrita por Eliseo Battaglia; el
título, acertado, lo define bien: “Un soberano de la bondad”.
Ángel Savio, 24 años. Paisano de Don Bosco, entró en el Oratorio a los 15 años, el 4 de noviembre
de 1850. Había conocido
ya al santo joven Domingo Savio (algunos años más joven que él),
pues vivían en pueblos muy cercanos.
Recordaba: “En vacaciones yo estaba en casa poco bien de salud; él
venía a consolarme con sus buenos
modales y amables palabras. A veces traía de la mano a dos hermanitos.
Antes de marcharse por última vez
del Oratorio (1857) vino a darme el último abrazo”. Elegido por primera
vez en 1859 Ecónomo General,
todavía diácono, fue reelegido en 1869, el año de la profesión perpetua,
y de nuevo en 1873. A partir de
entonces Don Bosco le encomendó las casas en construcción en el litoral
de Liguria y en la Costa Azul:
Alassio, Vallecrosia, Marsella. Lo mandó después a Roma para dirigir
la construcción del Templo y Obra
del Sagrado Corazón. Con 50 años (1885) pidió a Don Bosco poder dejar
de ocuparse de muros y dineros,
y partió como misionero a la Patagonia,
que recorrió en largos viajes
apostólicos. Incansable y lleno de
celo, fundó obras salesianas en Chile, Perú, Paraguay y Brasil. Murió el
17 de mayo de 1893 mientras hacía
un viaje de exploración en Ecuador, donde se había confiado una nueva
misión a los salesianos. En el sueño de la rueda (4 de mayo de 1861)
Don Bosco lo había visto en regiones
lejanas. Sus colaboradores lo recordaban como religioso de oración
profunda.
Juan Cagliero, 21 años. Nacido el 11 de enero de 1838, era
paisano de Don Bosco, al que había
conocido siendo su monaguillo en la iglesia parroquial de Castenuovo
d‟Asti. Huérfano de padre, Don
Bosco vio en él un joven puro como el cristal, inteligente y genial. Encontrando
a su madre, Don Bosco
le dijo de broma si le „vendía‟ a su hijo. Y oyó que le respondía, también
de broma, que los hijos no se
venden, sino que se „regalan‟. Juan acompañó a Don Bosco a pie de
Castelnuovo a Turín corriendo, gritando
y saltando, y volcando sobre Don Bosco todos sus pensamientos,
recuerdos y aspiraciones. “Desde
entonces no tuvo ya ningún secreto para él”. Mamá Margarita, cuando
Don Bosco se lo llevó, se quejó por
N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 9 Los jóvenes fueron nuestros fundadores no tener más sitio. “Pero él es tan
pequeño – rió Don Bosco – que lo
meteremos en el cesto de los picos y
lo levantaremos hacia el techo”. Los tres se echaron a reir. Empezó así, en
1851, la formidable vida salesiana de
Cagliero. Siendo uno de los cuatro primeros que aceptó la idea de Don
Bosco de fundar una Sociedad, hizo la profesión en 1962, el mismo año
en que fue ordenado sacerdote. Profesor
licenciado en Teología, compositor insuperable de música, primer
misionero de Don Bosco, fue el primer
obispo y cardenal salesiano. Rua y Cagliero fueron las dos columnas
sobre las que Don Bosco apoyó su
gran obra. Don Bosco había „visto‟ su luminoso porvenir cuando estuvo
a punto de morir a causa del cólera
de 1854. Iba ya a darle el viático, cuando vio el cuarto llenarse de
luz, una paloma bajar sobre él y una
corona de indios alrededor de su lecho. Entonces se llevó con decisión
la eucaristía, diciéndole: “Tu no morirás,
e irás lejos, muy lejos..”. Murió en Roma el 28 de febrero de 1926:
enterrado en el Campo Verano, su
cuerpo fue trasladado, en 1964, a Argentina, y descansa en la catedral
de Viedma.
Juan Bonetti, 21 años. Llegó al Oratorio en 1855 desde Caramagna,
pequeña aldea de la provincia
de Cuneo. Tenía 17 años. Se hizo amigo enseguida de Domingo
Savio, cuatro años más joven que él.
Don Bosco lo mandó, junto a Rua,
Cagliero, Savio y otros, a la clase
del prof. Bonzanino. Tenían que recorrer
todos los días vía Garibaldi. Recordaba haberla recorrido con
Domingo durante un durísimo invierno,
en medio de ráfagas de nieve. Hizo su primera profesión el 14 de
mayo de 1862 y tres años después la profesión perpetua. Consiguió la licenciatura
en la Real Universidad de
Turín. Fue ordenado sacerdote a los 26 años. Viendo su virtud y sus dotes
brillantes de escritor, Don Bosco
lo nombró primer director del Boletín Salesiano, comenzado en 1877.
En las páginas del Boletín Don Bonetti
publicó por primera vez por entregas la “Historia del Oratorio
de Don Bosco”, recabando datos del
manuscrito (entonces secreto) de las Memorias de Don Bosco. Aquellos
escritos (junto con las cartas “‟desde
la frontera‟ de los misioneros) dieron una enorme popularidad al Boletín.
Pero Don Bosco en 1875/76 había
dejado sin terminar las Memorias. Don Bonetti lo solicitó con insistencia.
Y debemos a esa insistencia
el que Don Bosco (no obstante los enormes compromisos que lo absorbían)
volviera a coger la pluma y a
seguir escribiendo. Las „entregas‟ del Boletín quedaron después recogidas
por él y completadas. Al final salió el
libro titulado Cinco lustros de historia del Oratorio de San Francisco de
Sales: primera biografía documentada
de Don Bosco, muy solicitada.
Cuando Cagliero llegó a obispo,
en 1886, Don Bonetti fue elegido
su sucesor: „Director Espiritual‟ de los Salesianos y „Director General‟
de las FMA. Murió con apenas 53
años, el 5 de junio de 1891. Don Rua escribió sobre él: “Obrero apostólico
infatigable, campeón valeroso en promover la gloria de Dios y
la salvación de las almas, consejero
amable para confortar y aconsejar”. Carlos Ghivarello, 24 años. Tenía ya 20 años cuando en Pino
Torinese se encontró con Don Bosco y decidió entrar en su Oratorio
(1855). Conoció y fue amigo de
Domingo Savio durante todo un año. Hizo su primera profesión en
1862. El día de su ordenación sacerdotal,
en 1864, Don Bosco le dijo: “Tú tendrás que confesar mucho
durante tu vida”. Efectivamente,
aunque le admiraron mucho como trabajador, constructor, cultivador,
fue sobre todo en el sacramento de
la penitencia (al que dedicaba horas todos los días) donde pudo difundir,
junto con la gracia de Dios, toda su
fe y su bondad paterna. Secretario y Consejero General, en 1876 fue
nombrado Ecónomo General. Fue
N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 1 0 Los jóvenes fueron nuestros fundadores él el que construyó la pequeña galería y la capillita junto a la habitación
de Don Bosco. Cuatro años después,
en 1880, Don Bosco lo mandó
a dirigir el orfanato de Saint-Cyr,
en Francia. De aquí pasó a Mathi,
donde hizo construir los primeros edificios de la fábrica de papel. Pasó
los últimos 25 años en San Benigno
Canavese, donde dio vida al gran taller de mecánica. En San Benigno
(como en todas partes donde estuvo) trasmitió entusiasmo por la agricultura
y la fructicultura; murió el
28 de febrero de 1913. Don Albera, segundo sucesor de Don Bosco, dijo
de él: “Su extraordinaria actividad
recibió alimento y sostén de su espíritu de fe”.
Juan Bautista Francesia,21 años. Natural de San Giorgio Canavese (3
de octubre de 1838), emigró a Turín
con sus padres buscando trabajo. Cuando con 12 años trabajaba ya
en una fábrica en condiciones horribles,
encontró a Don Bosco en su Oratorio festivo. Dos años después,
en 1852, Don Bosco lo acogió en
su Casa, y Battistín, como todos lo llamaban, empezó a estudiar para
ser sacerdote. Unido para siempre y
sin vacilación a Don Bosco, fue el primer salesiano licenciado en letras
(“Cuando muchos, al terminar
la licenciatura, abandonaban a Don Bosco, yo me quedé”). Fue profesor
jovencísimo de Domingo Savio, en
una clase repleta con 70 alumnos (número normal entonces). Escribía
con facilidad en poesía y en prosa.
Hizo su primera profesión en 1862
y fue ordenado sacerdote al año siguiente.
Desde 1878 a 1902 fue Inspector.
Don Bosco le encomendó la revisión de las Lecturas Católicas
y de las colecciones de los Clásicos
latinos e italianos. Tras haber revisionado y publicado la obra de Don
Bonetti (que había muerto improvisamente) Cinco lustros de historia
del Oratorio de San Francisco de Sales
(1892), escribió él mismo la Vida popular de Don Bosco (1902), de
414 páginas, que tuvo muchísimas
ediciones y traducciones. De gran valor para la historia de la Congregación
son también muchas breves
biografías de los primeros salesianos difuntos. Vivió junto a Don Bosco
durante 38 años. Sus palabras y sus
muy numerosos escritos fueron una continua narración de recuerdos
pequeños y grandes de Don Bosco.
Vivió hasta los 92 años; murió en Turín el 17 de enero de 1930. Varias
veces en sus sueños Don Bosco
lo vio como anciano con cabellos blancos, último superviviente de la
primera generación.
Francisco Provera,23 años. Nacido en Mirabello Monferrao, el 4
de diciembre de 1836, conoció tarde
a Don Bosco. A los 22 años (después de trabajar como comerciante con su
padre) se presentó a Don Bosco porque
„desde siempre quería llegar a ser sacerdote‟. Don Bosco le respondió
a quemarropa: “Los que quieren venir
conmigo tienen que dejarse cocer”.
Francisco se espantó un poco.
Y Don Bosco: “Significa que tienes
que dejarme ser dueño absoluto de tu corazón”. “Pero si yo no busco
otra cosa. He venido precisamente
para esto”. Cuando estudiaba como clérigo, en el Oratorio festivo realizó
un apostolado tan inteligente que Don Bosco decía a sus clérigos:
“Aprended de él. Es un gran cazador
de almas”. Cuando estudiaba la segunda „filosofía‟, Don Bosco lo hizo
profesor de primero de bachillerato,
¡con 150 alumnos! Emitió los votos religiosos en 1862. Un año después,
todavía clérigo, fue con Don Rua a
fundar la primera casa salesiana fuera de Turín, a su pueblo natal, Mirabello
Monferrato. Fue prefecto (o
sea, administrador) tan competente, que al año siguiente Don Bosco lo
mandó al colegio de Lanzo, que necesitaba
un administrador muy capaz. Aquel año, el 25 de diciembre
de 1864, fue ordenado sacerdote.
Don Bosco, los años siguientes, lo consideró „prefecto perpetuo‟, mandándolo
a todas las casas de nueva
N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 1 1 Los jóvenes fueron nuestros fundadores fundación que necesitaban un ecónomo experto para orientarse bien.
Después Don Bosco lo llamó de
nuevo a Turín, que era ya el centro de iniciativas cada vez más exigentes.
Don Provera unió a su labor de administrador
un intenso apostolado
sacerdotal: fue profesor de filosofía
de los clérigos, cuya mente se esforzó
por formar. Era muy estimado por su claridad de ideas y su facilidad de
palabra. Pocos sabían que trabajaba
como ecónomo y profesor mientras ofrecía a Dios por sus clérigos un
silencioso y dolorosísimo calvario: desde 1866 lo aquejaba una úlcera
incurable en un pie. Murió en 1874
con solo 38 años. Don Bosco dijo: “Nuestra Sociedad pierde uno de sus
mejores socios”.
José Lazzero, 22 años. Con 20 años llegó al Oratorio desde
Pino Torinese, junto con su paisano
Carlos Ghivarello (1857). Quería ser sacerdote y Don Bosco, al comprobar
su buen paño, lo puso a estudiar
latín junto a un muchacho muy vivaz de Carmagnola, Miguel Magone.
Miguel tenía ocho años menos
que él, pero pronto se hicieron amigos. Decidió quedarse para siempre
con Don Bosco, y a los 28 años fue
ordenado sacerdote, el 10 de junio de 1865. Al morir Don Provera,
Don Bosco lo llamó para sustituirlo
como Consejero en el Capítulo Superior, cargo que mantuvo hasta
1898. Cuando Don Rua empezó
a ser en Valdocco „el segundo Don Bosco‟, Don Lazzero fue nombrado
Director de la Casa del Oratorio. Y
cuando después los jóvenes internos llegaron a ser 800, y no bastaba un
solo director, Don Bosco confió a
Don Francesia la dirección de los estudiantes
y a Don Lazzero la de los
artesanos. También en el Capitulo
Superior fue el „Consejero Profesional‟. En 1885 Don Bosco le asignó
la tarea delicadísima de las „relaciones
y correspondencia‟ con los misioneros, que multiplicaban las
obras en las Américas. En 1897 (con 60 años), abrumado por el enorme
trabajo, sufrió un bajón del que no
se repuso ya más. Vivió los últimos 13 años (apartado en la casa de Mathi)
en la paciencia, la oración y en
la conformidad con la voluntad de Dios. Murió el 7 de marzo de 1910.
Francisco Cerruti, 15 años. Huérfano de padre, muy apegado a su madre, fue acogido por Don Bosco
en 1856. Al llegar en noviembre
desde Saluggia (Vercelli), se sintió perdido y lleno de nostalgia. Pero
encontró a Domingo Savio, que tenía
dos años más que él, se encariñó con él y la vida volvió a sonreírle.
Domingo murió apenas cinco meses
después, dejándolo desconsolado. Francisco (cuya santidad Don Bosco
ponía al mismo nivel que la de
Domingo) fue uno de los cuatro primeros salesianos mandados por Don
Bosco a frecuentar la Universidad de
Turín, donde demostró inteligencia vivaz y profunda. Cuando parecía
que una pulmonía descuidada iba
a llevárselo en 1865 (como él testificó con juramento), Don Bosco le
aseguró que viviría y habría de trabajar
por mucho tiempo. Por orden
de Don Bosco compuso muy joven
un Diccionario Italiano que tuvo
mucho éxito en las escuelas, después una Historia de la literatura italiana
y una Historia de la pedagogía. A
los 26 años fue mandado por Don Bosco a abrir y dirigir la gran obra
de Alassio (Savona). Al cumplir 41 años, en 1885, Don Bosco lo quiso
consigo y lo nombró Director General
de las escuelas y de la prensa salesianas. Con mano firme y segura
ayudó a Don Bosco a organizar la
joven Congregación. Trabajó incansablemente para conservar la unidad
didáctica y moral de las escuelas salesianas,
dando todos los años normas educativo-didácticas. Mientras
actuaba, escribía. Dejó consignada
en obras que se difundieron rápidamente la pedagogía de Don Bosco,
desde Elementos de pedagogía
(1997) a El problema moral de la N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 1 2 Los jóvenes fueron nuestros fundadores educación (1916). De él escribió
Don Bosco: “De Don Cerruti, Dios
nos ha dado, desgraciadamente, uno solo”. Murió en Alassio el 25 de
marzo de 1917.
Celestino Durando, 19 años. Llegó al Oratorio desde Farigliano de
Mondoví (Cuneo) en 1856, con 16
años. La misma tarde en que llegó se encontró con Domingo Savio que,
como los otros socios de la Compañía
de la Inmaculada, se acercaba a
los nuevos llegados para ayudarles a
superar la inicial desorientación. Los
dos se entendieron enseguida. Fue una verdadera gracia de Dios, por la
que Celestino no dejó nunca de dar
gracias al Señor. Un año después recibió el hábito clerical de las manos
de Don Bosco, y se incorporó pronto a la vida activa de la Casa. Profesó
en 1862 y fue ordenado sacerdote
dos años después. Estudiaba para sí y enseñaba. Don Bosco, a quien se había
entregado enteramente, le confió
enseguida (1858) el primer curso de bachillerato con 96 alumnos, y lo
animó a escribir los textos necesarios
para sus escolares. Y Durando escribió manuales muy sencillos, pero
muy adaptados a la capacidad de sus
alumnos, que venían del campo o de las fábricas. Se difundieron muchísimo
su Gramática Latina y sus Preceptos
elementares de literatura. Su trabajo más exigente fue el Vocabulario
latino-italiano e italiano-latino
de 936 páginas, que terminó con 35 años, mientras seguía dando clase y
ejerciendo su labor sacerdotal. Don
Bosco quedó tan contento por esta obra, que en 1876 (Durando tenía
36 años) quiso acompañar al autor
a regalar un ejemplar al papa Pío IX. Consejero del Capítulo Superior
desde 1865, Don Durando tuvo el
encargo permanente de las prácticas para la apertura de nuevas casas salesianas.
Las frecuentes demandas de
fundación que llegaban a Don Bosco
y más tarde a Don Rua, se las pasaban
a él para la primera respuesta,
las negociaciones y los trámites oportunos. Entre libros de latín y áridos
papeles, Don Durando fue siempre
sacerdote. Ejercía como capellán en la Generala, la casa donde se recluía
a los jóvenes de correccional, que sentían mucho afecto hacia él. Pasaba
largas horas en el confesionario,
en la Basílica de María Auxiliadora y en otras instituciones de la ciudad
de Turín. Cuando murió, el 27 de
marzo de 1907, dijo de él Don Rua: “Sin hacer ruido consumó una vida
repleta de buenas obras. Dejó, dondequiera
por donde pasó, las huellas de su espíritu realmente sacerdotal y
salesiano”.
José Bongiovanni, 23 años Nació en Turín el15 de diciembre de
1836. Cuando Don Bosco publicó
la 5ª edición de la Vida de Domingo Savio (1878), añadió una página con
un breve perfil de José Bongiovanni,
con estas palabras: “Entre los que más eficazmente ayudaron a Domingo
Savio a fundar la Compañía de la
Inmaculada Concepción y a redactar su reglamente está José Bongiovanni.
Este, habiendo quedado huérfano
de padre y madre, fue recomendado por una tía al Director del Oratorio
(Don Bosco), que lo acogió caritativamente
en noviembre de 1854. Tenía entonces 17 años, y entró más
bien de mala gana, obligado por las
circunstancias, teniendo todavía la
mente ocupada por las vanidades
del mundo y por varios prejuicios
sobre la religión… Pero pronto se encariñó intensamente con la casa
y con los superiores; cambió poco a
poco sus ideas y se entregó con gran ardor a la adquisición de la virtud y
a las prácticas de piedad. Dotado de ingenio muy perspicaz y de gran facilidad
para aprender, fue orientado
hacia el estudio […] Con sus dotes de ardiente imaginación demostró
gran habilidad para la poesía, tanto
en italiano como en su dialecto; y mientas en las conversaciones familiares
sabía entretener a los amigos,
improvisando y bromeando, sabía también escribir bellísimas poesías,
muchas de la cuales fueron publicadas
[…] Orientado hacia la carrera eclesiástica, se distinguió como clérigo
por su piedad y fiel observancia
de las reglas y el celo por el bien de sus compañeros. Ordenado sacerdote
en 1863, ni que decir tiene que se
entregó con ardor al ejercicio del sagrado ministerio […] Tras haber ayudado
a Domingo Savio, con quien le
unía una santa amistad, a fundar la Compañía de la Inmaculada, siendo
todavía clérigo, fundó con el permiso
del Superior otra compañía en honor del Santísimo Sacramento,
con el objeto de promover su culto
entre los jóvenes y formar así a los alumnos más distinguidos por su
virtud en el servicio de las funciones
sagradas, creando un pequeño clero
N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 1 3 Los jóvenes fueron nuestros fundadores que aumentase la solemnidad y gracia
de las mismas. Se puede afirmar que
si la Congregación de San Francisco de Sales pudo dar a la Iglesia un buen
número de ministros del altar, en gran parte se debe a los santos afanes del sacerdote
Bongiovanni con su pequeño
clero. En 1868, al acercarse la fecha de la consagración de la Iglesia construida
en Valdocco en honor de María
Auxiliadora, Don Bongiovanni se preocupó con fervor de disponer todo
lo necesario para tal función, especialmente
preparando al pequeño clero… No ahorró solicitud, fatigas y sudores,
sobre todo la víspera, el 8 de junio de
aquel año […] Él, que tanto se había preocupado por la digna celebración
de las fiestas, el 9 de junio, día de la
consagración, se puso enfermo, sin poderse levantar. Y deseando poder,
una vez al menos, celebrar los divinos
misterios en la nueva iglesia, suplicó a la Santísima Virgen con insistencia
que le concediera la gracia. Y fue
escuchado. El domingo de la octava […] pudo celebrar la Santa Misa con
inmensa satisfacción de su corazón.
Después de la misa dijo a uno de sus amigos que estaba tan contento que
bien podía entonar el Nunc dimittis.
Y así sucedió” (J. BOSCO, Vida de Domingo Savio). Volvió a acostarse y
el miércoles siguiente, 17 de junio de
1868, acompañado por una corona
de amigos, murió en el nombre del
Señor. Tenía solamente 32 años.
Juan Anfossi, 19 años. Natural de Vigone (Turín), tenía
la edad de Domingo Savio y fue su
compañero y amigo íntimo durante el tiempo que Domingo pasó en el
Oratorio. Iba todas las mañanas con él y con Rua, Cagliero y Bonetti a la
clase del prof. Bonzanino. Cuando
fue „adscrito‟ a la Pía Sociedad Salesiana, hizo el noviciado y emitió los
regulares votos trienales. Pero después
prefirió seguir sus estudios en el Seminario; abandonó la Congregación en
1864, dos años después de la primera
profesión temporal. Fue un excelente sacerdote, canónigo, profesor y monseñor.
Iba con frecuencia por el Oratorio,
y era amigo fraternal de Don Rua, Don Cagliero y Don Cerruti.
Fue el 20º testigo jurado en el proceso
de beatificación de Don Bosco, y el 7º en el de Domingo Savio. Sus testimonios
(conservados manuscritos)
son amplios y muy hermosos. Murió en Turín el 15 de febrero de 1913.
Luis Marcellino, 22 años. Nacido en 1837, en el Oratorio fue compañero y amigo de Domingo Savio.
Fue uno de los primeros en entrar
en la Compañía de la Inmaculada. Su nombre no figura entre los primeros
profesos. Decidió continuar sus estudios
sacerdotales en el Seminario, y llegó a ser Párroco de los Santos Mártires
en Turín.
Segundo Pettiva , 23 años.
En la fiesta de la inauguración de
la iglesia de San Francisco de Sales
(1852), un chico llamado Segundo Pettiva – nacido en Turín en 1836 –
actuó como solista en el canto, recibiendo
muchos aplausos. Llegó a dominar el arte musical, y con 20 años
fue con Juan Cagliero el alma de la música en el Oratorio. Durante varios
años fue animador de las fiestas y
de la alegría colectiva en el Oratorio. Con 24 años pensó que quedarse con
Don Bosco no era su vocación. Un
año después (1864) pidió a su compañero y amigo Don Rua poderse
hospedar en la nueva casa de Mirabello.
De aquí volvió a Turín, pero contrajo una forma grave de tuberculosis.
Don Bosco fue a visitarlo varias veces
al Hospital de San Luis, y lo preparó para el encuentro con el Señor. Falleció
en 1868 con solo 30 años.
Antonio Rovetto, 17 años. Natural de Castelnuovo d‟Asti
(1842), entró en el Oratorio en 1855.
Compañero de Domingo Savio, formó parte del grupo fundador de la
Pía Sociedad, y un año después firmó
con Don Bosco y los demás socios la carta enviada al Arzobispo Luis Fransoni
para obtener la aprobación de
las primeras Reglas. En las Actas del Capítulo Superior se dice que Antonio
Rovetto hizo los votos trienales en
manos de Don Bosco el 18 de enero de 1863. Dejó el Oratorio en 1865.
Desgraciadamente no tenemos de él
otras noticias.
Luis Chiapale, 16 años. Nació en Costigliole Asti el 13 de
enero de 1853 y entró en el Oratorio en 1857. Fue uno de los chavales
que acompañaban a Don Bosco a I
Becchi para la fiesta de la Virgen del Rosario. Compañero y amigo de Domingo
Savio, Miguel Rua, Juan Cagliero, fue parte del grupo de socios
que dieron inicio a la Pía Sociedad,
pero una nota confidencial de Don Bosco le advertía: “Todavía no sabes
qué es la obediencia” (MBe VII, 18).
Hizo la primera profesión en 1862 y la renovó cinco años después. Habiendo
vuelto a la diócesis de Saluzzo
y llegado al sacerdocio, fue un notable predicador, y llegó a ser Capellán en
el hospital Mauriziano de Fornaca Saluzzo
(Cuneo). N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 1 4 ¡Me quedo con Don Bosco! El próximo 18 de diciembre se cumplirá
el 150 aniversario del nacimiento de la congregación Salesiana. Hoy su campo
de misión preferente es Europa. Se han
empeñado en llevar adelante el Proyecto Europa, lanzado por el último Capítulo
General, y pedido por Benedicto
XVI. Consideran urgente luchar contra la resignación y ayudar a los jóvenes a
encontrar razones para la esperanza.
Según el Rector Mayor de la Congregación salesiana, Pascual Chávez Villanueva,
«está emergiendo
una nueva Europa y los
hijos de Don Bosco no
podemos asistir como
meros espectadores». Postura refrendada por
Miguel Montes Infantes,
director de la casa del Noviciado Virgen de las
Nieves en Granada, en pleno Campus Universitario
de Cartuja, que nos
dice: «Ser salesiano hoy es tener la convicción y la
esperanza de que es posible
forjar otra juventud con valores más plenos
y constructivos; es creer
y comprometerse con la juventud más pobre, entregar el don que recibimos de
Don Bosco de una vida donada y gastada
en buscar el bien de los jóvenes». En la actualidad, la casa del Noviciado
salesiano tiene seis novicios cuyo gozo
y felicidad salesiana les desborda. Hemos querido que sean ellos mismos los
que nos trasladen sus afanes y desvelos,
sus motivaciones en momentos de tantas dificultades. Valientemente nos han
respondido.
A José Manuel Fernández (52 años)
le enganchó pertenecer a los salesianos
su carisma, el deseo de «mejorar la sociedad
a través de la oportunidad que brindemos a los jóvenes utilizando una
de las máximas de Don Bosco: honrados
ciudadanos y buenos cristianos». Sergi Moreno (26 años) nos explícita
su anhelo: «Tengo el sueño de llevar el
amor de Dios que he descubierto a lo
largo de mi vida a muchos jóvenes a través
de la educación».
A Javier Marco (23 años) lo que en verdad le cautivó fue «descubrir que
cada vez que me entregaba más a los jóvenes
pobres, más feliz me sentía. Dios me quiere feliz haciendo felices a los demás.
Ahora mi ilusión es ser un buen salesiano, capaz de amar tanto a Jesús y
a los jóvenes que mi vida sea totalmente
para ellos». El caso de Igor Mba (23 años) partió
de algo tan sencillo como ser animador
del Centro Juvenil Don Bosco. Una vez que se hizo, nos dice: «Saber que el trabajo
que desarrollábamos había sido,
nada mas ni nada menos que un sueño que tuvo D. Bosco; sueño que le hizo
dedicar toda su vida y su ser en beneficio
de los jóvenes, me resultó fascinante. Tal historia me agradó tanto que, viéndome
a mí y viendo la situación en la
que vivían los chicos de mi barrio, pensé y me dije: yo también quiero hacer
lo mismo con estos jóvenes, y eso fue lo
que me motivó». Juan Manuel Pérez (18 años) también
estudió con los salesianos,
fascinándole el cariño y empeño que ponían
tanto en las labores educativas
como pastorales. Su deseo es «entregar
todo aquello que los salesianos
me dieron gratuitamente para dárselo a
los jóvenes».
El primer contacto de
Ramón Ariza (22 años)
surgió a los 13 años, en
un campamento que organizaba el centro juvenil
`Naranjoven` y eso le
atrajo a las actividades y grupos de fe organizados
por los salesianos. Él también se siente «partícipe de una sociedad a la que no
puedo más que querer, pues mi vocación
ha surgido junto a las personas que la conforman, pero la deseo mejor de lo
que es. Sueño con contribuir a que los
jóvenes se den cuenta del amor incondicional que Dios siente por ellos».
Con estas mimbres estamos seguros de
que se conseguirá dar un rostro nuevo a la presencia salesiana en Europa. Hay
mucha falta de Dios, también en los jóvenes.
N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 1 5 Don Chávez: “Narremos nuestra historia” Lisboa, 16 a 21 de noviembre de 2009.
El Rector Mayor de los salesianos, don
Pascual Chávez Villanueva, ha predicado en Turcifal, cerca de Lisboa, unas
jornadas de Ejercicios Espirituales a los
miembros de los consejos provinciales de la región Europa-Oeste (REO), que
comprende ocho provincias salesianas
de Francia-Bégica sur, España y Portugal. Además también participa José Miguel
Núñez, consejero general salesiano
para la REO, y algunos miembros del Centro Nacional de Pastoral Juvenil de
Madrid.
La renovación de la vida consagrada y
la revitalización del carisma salesiano
serán los dos ejes sobre los que girarán
las meditaciones que dirigirá el Rector Mayor a los 75 participantes. El
domingo noche, en su primera charla
para presentar estas jornadas, don Pascual Chávez enmarcó estos ejercicios en
el contexto del 150.º aniversario de la fundación de la Congregación Salesiana
y en el contexto del Capítulo General
26 (CG26). Así, cada día, ha pronunciado dos conferencias.
Una referida a las propias
cartas escritas por el Rector Mayor, que presentan aspectos de renovación de la
vida consagrada y del carisma salesiano,
especialmente referidos a la identidad, y otra charla sobre los temas abordados
en el CG26.
En su primera intervención, el domingo por la noche, don Pascual Chávez recordó
que los temas que ha ido abordando
en las últimas cartas que ha escrito, y los documentos del CG26, suponen
“una carta de navegación para preparar
el bicentenario del nacimiento de Don Bosco”, y una fuente de renovación espiritual
para toda la Congregación.
Una renovación que, señaló, tiene que pasar por “superar la crisis de identidad”
que puede afectar a la vida religiosa, “a
nosotros como consagrados”. En este sentido, explicó que la vida consagrada
tiene que “ser memoria viva y transfigurada
del modo de ser de Jesús, obediente, pobre y casto”, pues “somos una
metáfora, en lenguaje salesiano, signos
del amor de Dios a los jóvenes”.
Don Rua, cofundador de la Congregación salesiana “Don Rua es el verdadero cofundador de la Congregación”, señaló ayer el Rector
Mayor de los salesianos, don Pascual
Chávez, pues es “modelo de vida salesiana, institucionalizó el carisma salesiano
y nos lo ha transmitido”. Además, añadió, “fue 4 años vicario de Don Bosco y
durante 22 fue Rector Mayor”.
Don Pascual Chávez explicó que “cuanto más leo a Don Rua y más lo estudio,
más lo admiro”. El actual Rector Mayor
hizo estas afirmaciones, ayer lunes, en la primera conferencia de los ejercicios
espirituales que está predicando.
Durante la charla, el Rector Mayor dibujó la figura del Beato Miguel Rua, “el
mejor salesiano que haya existido”, y lo
presentó como modelo de vida salesiana. Partiendo de la anécdota de Miguel
Rua, siendo niño, extendido la mano a
Don Bosco para pedirle una medalla, y Don Bosco haciendo el gesto de dividir
la mano en dos mientras le decía
que irían siempre a medias, don Pascual Chávez subrayó que Miguel Rua se
convierte en hijo, discípulo e imitador
de Don Bosco. Viviendo junto a Don N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 1 6 Bosco, desde 1852 a 1888, asimiló su espíritu y su empeño fue “entrar en las
ideas de Don Bosco”, hacer de Don
Bosco allí donde estaba trabajando en favor de los jóvenes.
Recorriendo los aspectos más sugerentes
de la espiritualidad de Miguel Rua,
el Rector Mayor invitó a todos los salesianos
a “ir a medias con Don Bosco”,
pues cada salesiano “es heredero universal de Don Bosco”, continuador de su
sueño por la salvación de los jóvenes.
Volver a Don Bosco Continuar haciendo realidad el sueño
de Don Bosco fue, también, el tema de la conferencia que el Rector Mayor
impartió el lunes por la tarde. En este
momento se centró en el lema de la Congregación, “Da mihi animas, cetera
tolle”, que lo ha sido también del último
Capítulo General. En este sentido, animó a redescubrir la
identidad del ser salesianos, y a revitalizar
la pasión apostólica por los jóvenes. Don Pascual Chávez invitó a conocer
más a Don Bosco, a encontrarlo en las
Constituciones, pues va aumentando la “distancia cronológica, geográfica y cultural”
con Don Bosco.
Según el Rector Mayor, es preciso profundizar en la pedagogía salesiana,
organizar toda la pastoral desde la
perspectiva de la cultura vocacional, y “encontrar en el Da mihi animas el motivo
y el método para enfrentar el actual
desafío cultural”. Identidad de consagrados y urgencia de evangelizar La identidad de la vida consagrada fue el tema central que ocupó la primera
charla del martes. Don Pascual Chávez
insistió en un peligro de los consagrados, y es el de confundir el trabajo, la
misión, con la identidad, con lo sustantivo
de la vida religiosa. El Rector
Mayor subrayó que “no debemos valorarnos
por lo que hacemos, sino por lo
que somos”. Apuntaba, así, a uno de los elementos de crisis en la vida religiosa,
la crisis ontológica, que no deja ver que
la consagración es el contenido fundamental de la misión. En esta línea, explicó
que “hay que descubrir la fuente de nuestra vocación, que no es un „para‟
sino un „por causa de quién‟ hacemos
la profesión religiosa. Según el Rector Mayor, la excelencia de la vida religiosa
radica en “reflejar el modo de vivir de
Cristo”. Precisamente la misión, la evangelización,
fue el tema que abordó en la segunda
charla del día. En este caso partió del núcleo del CG26 que trata sobre la
“Urgencia de evangelizar”. Don Pascual
señaló que la evangelización es “proponer a todos vivir la existencia como la
ha vivido Jesús” y, que “no es posible
evangelizar sin pasión apostólica y sin ardor pastoral”.
En clave salesiana, el Rector Mayor
insistió en la necesidad de encontrar caminos nuevos de evangelización, profundizando
en el binomio educaciónevangelización,
que “tienen que llevar a la apertura a Dios”, y destacó la centralidad
de Jesucristo en la misión, pues “Él
es el contenido del anuncio”. Entre las prioridades que ha señalado está la familia,
“primer lugar de evangelización”.
“Conoced a Cristo, amadlo, imitadlo”. La invitación, insistente, a conocer a Jesucristo,
amarlo e imitarlo, fue el tema
central de la predicación del Rector
Mayor en el tercer día de los ejercicios
espirituales. Para don Pascual Chávez, la vida religiosa
no tiene sentido sin Cristo, y es
urgente “conocerlo más profundamente, amarlo más fielmente y seguirlo más
radicalmente”. Desde una perspectiva salesiana, el Rector Mayor presentó algunos
rasgos de una “cristología salesiana”;
es decir, de una lectura salesiana del evangelio, pues de ella nace una forma
salesiana de vivirlo, una espiritualidad y
una praxis pastoral. En este sentido, y fijándose en la vida de
Don Bosco, el Rector Mayor señaló que
“Cristo era para Don Bosco una persona viva y presente en todo momento”; que
lo presentaba a sus muchachos como el
amigo, y a sus salesianos como modelo a seguir e imitar, y que imitó de Jesús
su predilección por los pequeños y los
pobres. De aquí nace la “solicitud por predicar, sanar y salvar”, que marcó la
vida de Don Bosco y, en palabras del
Rector Mayor, deben ocupar la vida y la misión de cada salesiano.
Don Pascual insistió en la “vocación a la
intimidad y a la comunidad de vida con Jesús”, para concluir señalando “que
nada hay más exigente que profesar a
Jesucristo como nuestra regla viviente. Nada más carismático que el saber que
nosotros lo descubrimos presente en
Don Bosco que entregó su vida por los jóvenes. Nada más auténtico que acoger
las Constituciones como testamento de
Don Bosco”.
La pobreza evangélica Ya por la tarde, el segundo momento
de meditación estuvo dedicado al tema de la pobreza evangélica, “que nos lleva
a darnos sin reservas hasta el último
suspiro de nuestra vida” a favor de los jóvenes, apuntó don Pascual. Una
pobreza que, en salesiano, tiene como características el trabajo incansable y la
templanza, la austeridad, la sencillez y
esencialidad de vida. En su intervención explicó que la pobreza
puede ser un valor y una virtud,
cuando entendemos la pobreza como apertura a los demás, dominar los instintos
posesivos, liberarse del deseo
desordenado de poseer y alcanzar el dominio de sí mismo. El Rector Mayor
indicó, como razón de la elección de la
pobreza, la imitación de la pobreza de Don Chávez: “Narremos nuestra historia” N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 1 7 Cristo, el ejemplo de su encarnación,
pues, explicó, “la motivación más profunda,
abrazando la pobreza en la vida consagrada, debe ser el amor, que se
traduce en la aceptación de Dios como
centro de nuestra vida”. Descendiendo a la vida de cada día, don
Pascual hizo hincapié en la necesidad
de llevar un estilo de vida y de trabajo auténtico y creíble. Señaló que estamos
llamados a dar testimonio, como
salesianos, de un modelo alternativo de vida, “hacer ver que es más importante
ser que tener”, para lo cual “necesitamos
tener un estilo de vida sencillo, sobrio y
esencial”, y recordó que todo lo que tenemos
está al servicio de la misión, de
los jóvenes. “En Europa es urgente luchar contra la resignación y ayudar a los jóvenes a encontrar razones para la esperanza”. Para don Pascual Chávez Villanueva,
Rector Mayor de la Congregación Salesiana,
“está emergiendo una nueva Europa y los hijos de Don Bosco no podemos
asistir como meros espectadores”.
Por eso ha apremiado a los salesianos del continente europeo a “dar un aporte
específico” en este nuevo contexto, una
contribución salesiana que, a su juicio, incluye “una confianza indefectible en
la juventud, el renovado compromiso
por la educación y la permanente promoción del Sistema Preventivo”, el estilo
educativo propuesto por San Juan
Bosco, fundador de los salesianos. Ante los provinciales salesianos y los
consejeros inspectoriales, don Pascual
Chávez analizó la situación actual de Europa poniendo de relieve que, frente
a los avances en la construcción europea
a nivel social y político –“espacio privilegiado de esperanzas humanas”, dijo–
se observa una progresiva marginación
del aspecto religioso, que se arrincona al ámbito de lo privado.
El Rector Mayor de los salesianos denunció
la pérdida de las raíces cristianas pues “rehusar a Dios manifestado en
la cruz de Cristo es renunciar al Dios
Amor”, y señaló que “la repugnancia
casi visceral de la cruz, tan actual y generalizada
hoy, es la expresión más evidente
del paganismo imperante”, para concluir afirmando que “quien intente
construir su ciudad sin Dios volverá a
Babel, a levantar la torre y sembrar la tierra de confusión”.
Respuesta de los salesianos: el
Proyecto Europa
La Congregación Salesiana se ha empeñado
en llevar adelante el Proyecto Europa, lanzado por el último Capítulo
General, y pedido también por Benedicto
XVI. Don Pascual Chávez ha promovido un grupo de trabajo, al más
alto nivel, para “individuar necesidades,
concordar estrategias y proyectar el futuro” dentro de la misión salesiana en el
Viejo Continente.
Los salesianos están insistiendo en la revitalización del carisma, la renovación
de la vida comunitaria, trabajar en la
evangelización “como respuesta a los grandes interrogantes de los jóvenes” y,
frente a las nuevas pobrezas, implicarse
“en la superación de las diversas formas de marginación juvenil”.
Para ello se están reforzando las estructuras
de colaboración a nivel europeo en formación, pastoral juvenil, misiones,
comunicación social y familia salesiana.
Además, se está realizando un proceso de reorganización de las presencias salesianas,
estableciendo prioridades y
creando una mentalidad europea en los salesianos y educadores, y se pretende
elaborar un plan estratégico para responder
a las necesidades concretas de
algunos lugares en relación a la inmigración,
proyectos específicos de evangelización,
etc. El Proyecto Europa implica a toda la
Congregación y prevé la participación
de salesianos de otros continentes, que recibieron el carisma salesiano precisamente
por el trabajo de misioneros europeos. La Congregación Salesiana, ha expresado
don Pascual Chávez, quiere seguir
apostando por la educación y la evangelización de los jóvenes, especialmente los
que se encuentran en mayor dificultad,
como algo específico que puede aportar dentro de la Iglesia y de la sociedad.
En la actualidad, algo más de 6000 salesianos
realizan su misión en los países europeos en centros juveniles, colegios,
escuelas de Formación Profesional, parroquias,
centros de asistencia a marginados, escuelas de formación del profesorado,
universidades, residencias,
centros de comunicación social y otras Don Chávez: “Narremos nuestra historia” N o t i c i a s d e C a s a • D i c i e m b r e 2 0 0 9 • N ú m e r o 6 7 • É p o c a I I • P á g i n a 1 8 presencias al servicio de la juventud. A
ellos hay que sumar el trabajo de miles
de educadores, colaboradores y animadores. “Nos comprometemos en los próximos
años a dar un rostro nuevo a la presencia
salesiana en Europa”, ha afirmado con rotundidad el Rector Mayor de los
salesianos, para quien “Europa es campo
de misión para los salesianos, porque en ella los jóvenes, sobre todo los que
están más en dificultad, tienen necesidad
de Dios”.
Una hermosa historia que contar… y construir Se le nota emocionado al Rector Mayor cuando recuerda los orígenes de la
Congregación Salesiana. Y no es para
menos si se piensa en aquel grupo de dieciocho “padres fundadores”, como
dice don Pascual Chávez, casi todos jovencísimos, que, la noche del 18 de
diciembre de 1859, dieron inicio a la
Congregación. La fundación de la Congregación ha
sido el tema abordado por el Rector
Mayor en su última charla de los ejercicios espirituales
Insiste el Rector Mayor en el dato biográfico
de que “eran todos muy jóvenes y ponían en juego toda la vida de un
solo golpe”. Esta afirmación sirve, al actual
sucesor de Don Bosco, para urgir a los salesianos a que propongan metas
elevadas a los jóvenes, pues hay que “involucrar
a los jóvenes de hoy”, ya que los jóvenes fueron “cofundadores de la
Congregación”, que nació “entre los jóvenes
y con ellos”. En este sentido, recordó que casi todos
los que fundaron la Congregación provenían
de la Compañía de la Inmaculada, puesta en marcha por los propios jóvenes
para ayudar a los compañeros del
Oratorio. Este grupo supuso “el ensayo general de la Congregación que Don
Bosco quería fundar”, y se convirtió en
“levadura del Oratorio”. Don Pascual Chávez extrae, de este dato, otra importante
lección que ha subrayado insistentemente,
y es la de dar protagonismo a
los propios jóvenes.
En su última conferencia, el Rector
Mayor invitó a vivir con intensidad la renovación de la consagración religiosa
el próximo 18 de diciembre, para recordar
lo acontecido hace 150 años, y dar gracias por el desarrollo espectacular de
la Congregación en estos 150 años, a pesar de sus orígenes tan humildes.
Explicó que, ese día, él estará en las habitaciones
de Don Bosco, en Valdocco (Turín), rodeado de salesianos, renovando
la profesión religiosa, en el lugar
mismo donde nació la Congregación. Ese mismo día, 16.000 salesianos repartidos
por 131 países repetirán el mismo
gesto que aquellos 18 jóvenes y se unirán al Rector Mayor para proclamar
su compromiso de continuar siendo,
fieles al carisma de Don Bosco, “signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes”,
expresión salesiana que resume
la esencia de la identidad y misión de los salesianos.
A modo de conclusión de estos días,
don Pascual Chávez ha señalado cinco aspectos: tomar conciencia de la identidad
de personas consagradas; descubrir
que el camino de la fidelidad pasa por la fidelidad a las Constituciones; creer en
los jóvenes y hacerles protagonistas; reforzar
la Familia Salesiana, de la que los salesianos están en el núcleo animador
y, finalmente, realizar con profundidad
la celebración del 18 de diciembre, fecha en la que se cerrarán los actos por el
150.º aniversario de la fundación de la
Congregación Salesiana.
Del empeño, la ilusión y dinamismo de
los salesianos actuales depende el futuro
de la Congregación, aprendiendo de los orígenes que, en palabras del noveno
sucesor de Don Bosco, “son la mejor
guía para seguir escribiendo la historia