El Banquero de Los Pobres

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Muhammad Yunus,el banquero de los pobres

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Colección «SERVIDORES Y TESTIGOS»

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Peter Spiegel

Muhammad Yunus,el banquero de los pobres

Editorial SAL TERRAESantander – 2007

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Título del original alemán:Muhammad Yunus - Banker der Armen.

Der Friedensnobelpreisträger.Sein Leben. Seine Vision. Seine Wirkung

© 2006 by Verlag Herder,Freiburg im Breisgau

Traducción:José Pedro Tosaus Abadía

© 2007 by Editorial Sal TerraePolígono de Raos, Parcela 14-I

39600 Maliaño (Cantabria)Fax: 942 369 201

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Diseño de cubierta:Fernando Peón / <[email protected]>

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Con las debidas licenciasImpreso en España. Printed in Spain

ISBN: 978-84-293-1715-2Depósito Legal: BI-1559-07

Impresión y encuadernación:Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya)

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Índice

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Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

«Hacer justamente lo contrario»Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

1. «Mis nuevas profesoras son las pobres»La universidad de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

2. El banquero de los pobresUna idea exitosa en marcha triunfal . . . . . . . . . . . . 61

3. «La limosna es la peor ofensa a los pobres»Cómo un microcrédito puede cambiar la vida . . . . . 83

4. El final de la pobrezaUn trabajo de «lobby» en todo el mundo . . . . . . . . . 103

5. Una imitación deseableIndia, Nepal, Tanzania:cómo funciona Grameen y por qué . . . . . . . . . . . . . 119

6. Nuevas ideasLa familia de empresas Grameen . . . . . . . . . . . . . . . 137

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7. Un «Plan Marshall» planetarioPerspectiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147

8. «Si reorientamos nuestro espíritu,podremos crear un mundo diferente»Palabras de agradecimiento de Muhammad Yunus . 151

Compendio biográfico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155

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Agradecimientos

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Deseo dar las gracias de todo corazón a las siguientes per-sonas por su aportación directa o indirecta a la publicaciónde este libro:

A Nancy Wimmer, que a mediados de los años no-venta me dio a conocer el trabajo del Banco Grameen yla persona de Muhammad Yunus; a Winfried Pinger,Karl Osner, Peter Hesse y también a Ruth y HeinrichRuhemann, cuyo compromiso en favor de la idea de losmicrocréditos siempre ha sido para mí un ejemplo; aThomas Druyen, que aceptó mi propuesta de conceder el«Planetary Consciousness Award» a Muhammad Yunusen 1997; a Huschmand Sabet, que formuló conmigo enaquel mismo año la «Iniciativa Oportunidades», en la quela idea de los microcréditos desempeñó un papel funda-mental, y que contribuyó decisivamente a que «Terra» pu-diera patrocinar el proyecto del Banco Grameen de UttarPradesh; a Franz Josef Radermacher, que impulsó, juntoconmigo, la incorporación de la idea de los microcréditoscomo elemento central de un «Plan Marshall planetario»;a Peter Fernau, Hartmut Nowotny y mis demás compañe-

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ros de la junta directiva de «Terra One World Network»,que en todo momento me han apoyado activamente en lapromoción de la idea de los microcréditos en el ámbito dehabla alemana; y también, muy especialmente, a NoaraKebir y Daniel Philipp, los cuales, como representantes de«Results Germany», me han apoyado activamente con susaber para que todas las informaciones importantes sobrela idea de los microcréditos quedaran recogidas en este li-bro y han puesto a mi disposición las informaciones sobreel Proyecto Tanzania; finalmente, a Guido Axmann, elcual, junto con Noara Kebir y Daniel Philipp, preparó laprimera Cumbre del Microcrédito alemana.

Advertencia del autor:

Algunas citas e historias se basan en la fascinante auto-biografía de Muhammad Yunus publicada por la editorialLübbe con el título Grameen – eine Bank für die Armender Welt [Grameen, un banco para los pobres del mundo].

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«Hacer justamente lo contrario»

Introducción

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Frankfurt am Main, 26 de junio de 1997. Un hombre me-nudo, vestido con el nada llamativo traje nacional de supatria, pero precisamente por eso verdaderamente llamati-vo entre personas vestidas al modo occidental, se acercahasta el atril de oradores situado en el vestíbulo delKreditanstalt für Wiederbau (KfW). Ante él están sentados100 banqueros escogidos de la metrópoli bancaria y, ade-más, especialistas del resto de Alemania que desde hace yabastante tiempo se vienen ocupando del fenómeno de suatípico colega banquero. Muhammad Yunus, el catedráti-co de Economía, natural de Bangladesh, que ha roto concasi todos los principios tradicionales de la banca y, sinembargo, es ya en este momento un banquero de notableéxito, va a pronunciar un discurso ante ellos y va a res-ponder a sus preguntas. ¿Qué importancia tiene realmenteel Banco Grameen, ese banco suyo tan curioso que conce-de microcréditos a los más pobres? ¿Cómo se comportaráYunus en este ambiente, cargado de increíble curiosidad,ante unos experimentados banqueros tradicionales de ex-

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celente formación?; ¿hasta qué punto conseguirá vencer elindisimulado escepticismo?

Tras una brevísima introducción a su mundo bancariode microcréditos, que debería incitar a una discusión muyinteresante incluso a los asistentes no experimentados,Yunus hace una pregunta: «Como seguramente ya saben,en el Banco Grameen tenemos gran cantidad de proble-mas. Permítannos comentarlos de con absoluta franqueza.¿De qué problemas han oído ustedes hablar?». Que Yunusera una persona poco común, era algo de lo que por en-tonces ya se había hablado en este círculo. Sin embargo,¿a qué venía ese deseo de vender su filosofía y su mensa-je centrando de inmediato la atención precisamente en losproblemas? ¿Acaso es experto en el modo de conceder mi-crocréditos a personas pobres, pero no en la manera detransmitir su causa ante un auditorio competente? Se alzanalgunas voces vacilantes que formulan las dudas críticasentonces habituales. ¿Llega efectivamente Grameen, co-mo siempre se afirma, a los más pobres y no sólo a aque-llos de las capas más pobres de la población que disponenya de una capacidad empresarial relativamente buena?¿Acaso con los microcréditos no se envía a los pobres a unmercado que apenas conocen? ¿No habría, por tanto, queinstruirles primero acerca de cuáles son los mercados só-lidos para ellos?

Yunus lo escucha todo, permanece absolutamente tran-quilo y añade aún con impaciencia intelectual: «No es po-sible que éstos sean todos los problemas de los que uste-des han oído hablar con respecto a nuestro trabajo. Por fa-vor, déjense de miramientos. Estoy realmente muy intere-sado en aprender de ustedes lo que hacemos mal». El re-traimiento desaparece. Cada vez son más los que se levan-

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tan y formulan sus reparos, y cada vez más con una mez-cla de cortesía y, a la vez, de deseo de expresarse. Se tratade objeciones, de problemas reales o supuestos que cono-cen de oídas o por reportajes, o de los que incluso han lle-gado a saber en sus visitas al Banco Grameen. El pequeñobanquero escucha atentamente a todos desde el atril deoradores. Pero no está todavía satisfecho e insiste: «¿Porqué tan pocas cosas? Yo puedo hablarles de un número in-finitamente mayor de problemas». ¿Qué mueve a estehombre? ¿Acaso no sabe que un exceso de problemas ve-rificados es un criterio de K.O. absoluto incluso para unaidea tan buena? Precisamente los banqueros, como es biensabido, tienen una obligación especial de hacer que, en lamedida de lo posible, no se produzcan problemas en nin-gún punto de su negocio. Y si, a pesar de todo, se produ-jeran algunos, han de quedar solventados lo más rápida ydiscretamente posible.

Yunus se dispone en este momento a dar su primera res-puesta: «¿Saben? En el Banco Grameen hemos aprendidoque los problemas son el combustible más valioso para lasinnovaciones. No tenemos miedo a los problemas; los pro-blemas no son para nosotros problemas, sino amigos. Sonla puerta de acceso a un proceso creativo que nos conducea soluciones cada vez mejores. Cada problema, simple-mente, nos ayuda a mejorar paso a paso. Sé que ustedes tie-nen otra relación con los problemas. Pero la nuestra ha si-do y es para nosotros cuestión de vida o muerte». Y cuen-ta cómo todos los banqueros de Bangladesh, a quienes enlos años setenta había él intentado transmitir la necesidad ylas posibilidades de la concesión de microcréditos a losmás pobres por importe de unos pocos dólares, levantaronante él un muro de dificultades que les parecía absoluta-

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mente imposible de saltar. «Con este modo de pensar nun-ca habría habido un crédito para una persona pobre, y me-nos aún todo un sistema bancario para los pobres».

La conversación tomó un derrotero muy interesante.En ese momento Yunus retomó las objeciones anterior-mente hechas a su Banco Grameen y señaló los proble-mas mencionados: todos ellos eran ciertos; y todos eransolubles.

El mensaje estaba claro: con una actitud distinta se po-día crear un mundo de innovaciones precisamente a partirde combinaciones aparentemente insolubles de factores.Pero no se quedó en este mensaje, sino que exigió a susoyentes otro reconocimiento que chocaba frontalmentecon algo que éstos solían considerar entre sus axiomas:«En un momento dado, entendimos el simple principio decómo podemos llegar mucho más rápidamente a nuestrasinnovaciones: tan sólo teníamos que fijarnos en cómo lohacían los bancos tradicionales, para luego hacer justa-mente lo contrario. Precisamente así surge entonces unsistema bancario para los pobres que funciona».

¿Quería Yunus provocar? Ni la expresión de su rostro,ni su gesto, ni la elección de sus palabras, ni nada en su as-pecto mostraba signo alguno de provocación. Era másbien la invitación cordial a una nueva manera de pensar, ala que él quería invitar a base de argumentos lógicos y conun lenguaje claro.

Yunus quiere cambiar, cambiar muchas cosas: de eso nocabe duda. Y quiere convencer. Quiere explicar cómo de-terminadas soluciones que hasta el momento parecían im-pensables son realizables en la práctica. Para ello emplea elmedio de la aguda lógica intelectual, acompañada del ges-to de un aprendizaje compartido. No rebaja a nadie, sino

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que escucha siempre con la máxima atención, como si noquisiera perderse en ningún caso la oportunidad de apren-der que encierra cada encuentro humano. No es un sabelo-todo, pero sabe escuchar mejor que los demás. E insiste enque toda persona merece la misma atención, la misma cali-dad de escucha. Yunus está convencido de que muchos delos problemas actuales del mundo se deben a que hemoscreado una jerarquía de la escucha en la que sólo los «ex-pertos» cuentan realmente y se hacen escuchar. Pero ¿quié-nes son los expertos en la superación de la pobreza de losaproximadamente tres mil millones de seres humanos quetienen que vivir con menos de dos dólares al día?

Hay que indicar, además, cuál fue el tercer tema fun-damental de aquel discurso pronunciado por MuhammadYunus en Frankfurt. Yunus se dirigió a sus colegas ban-queros: «Ustedes son gestores con buena formación, inte-ligentes, experimentados y con éxito. Por eso me gustaríaplantearles una tarea de gestión. ¿Quién de ustedes sesiente capaz de alimentar a una familia con menos de undólar al día?».

Y para que no quedara ninguna duda con respecto alobjetivo de su pregunta, prosiguió: «Las mujeres de lasregiones rurales de Bangladesh realizan esta tarea de ges-tión de manera nueva cada día y en las circunstancias másadversas que puedan imaginarse. Habremos de recono-cer que estas mujeres deben de poseer unas facultadesmaravillosas, pues de otro modo ni ellas ni sus familiassobrevivirían».

Yunus no pretendía menospreciar a los banqueros reu-nidos en Frankfurt, sino enfrentarlos a los problemas vita-les concretos de los más pobres de los pobres. Para él, losmás pobres son personas sorprendentemente capacitadas,

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aun cuando sean analfabetas. Pueden ser personalidadesempresariales al menos de tanto talento como las que hantenido el privilegio de nacer y crecer en mejores circuns-tancias. En comparación con la mayoría de las personasmás acomodadas, estos más pobres de los pobres son in-cluso los mejores prestatarios.

El encuentro en la KfW tuvo lugar un día después deque a Muhammad Yunus se le concediera en Europa suprimer gran premio, nueve años antes de que se le hicieraentrega en Oslo del Premio Nobel de la Paz. Este encuen-tro con banqueros, así como otras dos reuniones, una deellas con la junta directiva del Dresdner Bank y la otra unamesa redonda en el «International Bankers Forum», fue-ron organizadas por Nancy Wimmer, adalid incansable delas ideas de Yunus en Alemania. Junto con ella, pude con-vencer a Yunus de que viniera a Alemania para la entregadel «Planetary Consciousness Award» del Club de Buda-pest. El 25 de junio de 1997, este premio fue otorgado demanera simultánea, en la Paulskirche de Frankfurt, aMihail Gorbachov, Muhammad Yunus y el empresario deStuttgart Huschmand Sabet. Se consiguió que intervinie-ran como panegiristas Richard von Weizsäcker, Sir PeterUstinov y Lothar Späth. Todavía hoy, los invitados queparticiparon en tal acontecimiento recuerdan aquella tardede domingo con un sentimiento unánime de honda emo-ción. Incluso Richard von Weizsäcker, que seguramentehabía vivido muchos grandes momentos, dijo al salir de laPaulskirche, mientras conversaba con Lothar Späth, quecaminaba a su lado, que no podía recordar ningún acto tanhondamente conmovedor como aquél.

Alguien que percibía ya entonces muy claramente laimportancia de Yunus era Lothar Späth. Lo que dijo como

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panegirista se ha de citar algo más detalladamente en es-tas páginas, porque muestra lo innovador de la concepciónde Yunus y deja claro no sólo su logro, sino también su pa-pel histórico para el devenir del mundo. En este sentido,sus palabras son, además, algo así como una especie de hi-lo conductor de este libro y de los temas que seguidamen-te se van a tratar.

Lothar Späth aludió en primer lugar al notable fortale-cimiento de la economía y al simultáneo debilitamiento dela política a raíz de la globalización: «En una economíamundial globalizada, la política nacional tropieza con lí-mites estrechos; los mecanismos políticos para reaccionarfrente a problemas de ámbito planetario son inexistentes ono están dotados de las necesarias competencias». En estasituación, hay dos grupos de agentes sociales a los que co-rresponde un grado sustancialmente mayor de importanciay, por tanto, también de responsabilidad: las organizacio-nes no gubernamentales de la sociedad civil y los círculoseconómicos.

Las organizaciones no gubernamentales, que se preo-cupan de compensar en cierta medida el inmenso déficitglobal, sobre todo en el ámbito de lo social, carecen irre-mediablemente, sin embargo, de los medios financierosprecisos y otros instrumentos necesarios para llevar a ca-bo tal compensación. En este punto, los círculos económi-cos deben asumir claramente una responsabilidad mayor.Por el contrario, las empresas que actúan a escala planeta-ria, que desde una perspectiva financiera son pequeñaseconomías nacionales, están establecidas simultáneamen-te en los países industrializados y en aquellos otros en ví-as de desarrollo, y por eso están mucho más cerca de losproblemas de estos últimos que las instancias políticas de

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los países industrializados. Este conocimiento del terreno,unido a su fuerza financiera, pone de manifiesto el poten-cial, incomparablemente mayor y más eficaz, que las em-presas poseen para solucionar problemas».

Pero, según el análisis de Lothar Späth, hasta el mo-mento los círculos económicos sólo han empleado este po-tencial en una medida muy limitada: «La economía demercado globalizada no ha tenido como respuesta unacompañamiento sociopolítico. La consecuencia de ello esla depauperación de capas más amplias de población enlos países en vías de desarrollo, con un círculo vicioso depobreza, problemas de nutrición y de salud, y desempleo».El amplio campo de tareas de una economía de mercadoglobalizada y social se debe desarrollar con «la mayor efi-cacia posible» «en el propio interés de la economía de lospaíses industrializados», pues «la cadena de efectos de tra-bajo infantil, reducción de los salarios, caída de los pre-cios y crisis del comercio pone ejemplarmente de mani-fiesto de qué manera la “cuestión social” en los países envías de desarrollo está conectada con los objetivos de laeconomía de los países industrializados. El comercio sólose puede practicar con socios fuertes». Por otro lado, «laslimosnas y donativos sólo pueden ser una ayuda puntualen situaciones de emergencia. La construcción de una es-tructura social sólida en el país requiere, por el contrario,que primero puedan darse unos ingresos que ofrezcan a lapoblación una base de subsistencia».

En este punto, Späth pasó a hablar de las posibilidadesespeciales de la economía y del papel clave del plantea-miento de los microcréditos como medio para la estructu-ración de un marco social mejor dentro de un mundo eco-nómico globalizado: «La idea del Banco Grameen, funda-

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do en Bangladesh por el profesor Muhammad Yunus...,que se ha difundido por todo el mundo gracias al GrameenTrust, se puede considerar como el “eslabón perdido” en-tre el mercado de capitales y las necesidades básicas de laseconomías subdesarrolladas».

Späth concluyó su valoración con estas palabras: «Loque al principio fue objeto de mofa ha resultado ser un éxi-to grandioso: índices de reembolso del 98 por ciento, conlos intereses habituales en el país de entre el 12 y el 22 porciento, han hecho del Banco Grameen un auténtico mode-lo en más de 50 países en vías de desarrollo y un sociomuy solicitado del Banco Mundial y de los bancos comer-ciales... El profesor Muhammad Yunus fue calificado de“marginado” y de “lumbrera”. Su idea del Banco Grameenha resultado ser clarividente. Dentro del proceso de globa-lización, es un hito que señala hacia una economía de mer-cado de ámbito universal y de carácter social».

A la mañana siguiente de la entrega de premios, en unminúsculo estudio improvisado de Frankfurt, Franz Alt hi-zo dos entrevistas, una después de otra, a Mihail Gorba-chov y a Muhammad Yunus, y las grabó para su programa«Pensadores alternativos». Yunus contestó a las preguntasde Franz Alt de la misma manera que en el acto con losbanqueros. Después de que Yunus hubo señalado el efectorevolucionario que sus microcréditos producían en la so-ciedad, Alt quiso que le contestara a esto: «¿Su idea de losmicrocréditos no tuvo, pues, enemigos?». «Al contrario,los tuvo todos», respondió Yunus con una tranquilidad ab-soluta, casi alegre, como si fuera lo más normal del mun-do que uno tenga a todos en su contra cuando intenta po-ner en práctica algo nuevo e innovador. Luego refirió có-mo los usureros cayeron en angustias existenciales; habló

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de los agresivos ataques de ira de éstos cuando de repenteempezó a haber créditos mucho más baratos; contó cómolos hombres temieron por su posición de supremacía cuan-do sus mujeres se independizaron de pronto con pequeñosnegocios, y cómo a los mullahs les entró de repente unaespecial preocupación por la moral pública cuando lasmujeres empezaron a hacer ver cada vez con mayor clari-dad su autoconciencia; explicó cómo las autoridades ma-nifestaron súbitamente toda clase de reparos a causa de lasmuchas novedades que la realidad de los microcréditosimpulsaba; y cómo, finalmente, hasta las instituciones be-néficas se sintieron atacadas por una idea que pretendía re-solver problemas sociales precisamente mediante activi-dades bancarias. En pocas palabras: todos estaban en con-tra. Si, de todos modos, nadie creía de hecho en la idea su-puestamente absurda de que precisamente a personas quenunca habían aprendido a manejar dinero se les pudieraponer ese dinero en la mano en forma de créditos e indi-carles la forma de salir de la trampa de la pobreza, al me-nos el frente sin fisuras que presentaba la resistencia de to-dos los poderosos contra esta idea en favor de los más des-provistos de poder de la sociedad mundial debía acabar,pues, con tal locura.

Pero todas estas resistencias no hicieron a Yunus cejaren su propósito. Él está profundamente convencido de quepodemos erradicar la pobreza del mundo. Está profunda-mente convencido de que encontraremos las solucionesnecesarias para ello cuando, en el camino que ha de lle-varnos hasta allí, percibamos los problemas que nos sal-gan al paso, no como impedimentos, sino como potencialcombustible para las innovaciones necesarias. Y además, ysobre todo, Yunus está profundamente convencido de que

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no debemos ya seguir considerando a los afectados, a losmás pobres, como parte del problema, sino como parte dela solución; o, dicho de otra forma: debemos tomarlos enserio como personas de igual valor. Por último, Yunus creefirmemente que ni siquiera el poder del mayor enemigopuede conseguir nada cuando a la vez entra en juego unaesperanza suficientemente fuerte de una vida mejor. Allídonde, a lo largo de la historia de la Humanidad, dicha es-peranza ha sido suficientemente clara y fuerte, dice él, na-da pudo detenerla. Para los más pobres de los pobres, unmicrocrédito es uno de esos puntos de cristalización de laesperanza. Es una llave que permite acceder a una autoes-tima nueva, a una mayor autodeterminación, a una mayorcogestión. En una vida de continua humillación y despre-cio, un microcrédito es, desde el punto de vista de quienesestán en el extremo inferior de la escala social, la primeraoportunidad, y tal vez la única. Una oportunidad así libe-ra la creatividad. Y es esta fuerza creadora la que se re-quiere para no venirse abajo ante adversarios tan fuertes,para neutralizarlos con agudeza o incluso para convertir alos enemigos en amigos.

Tras el conciso «Al contrario, los tuvo todos», Yunustranquilizó a los espectadores del programa televisivo deFranz Alt: sí, se ha conseguido llevar paso a paso a la ma-yoría de los enemigos de antaño –quizá con la excepciónde los usureros– a reconocer que también ellos pueden sa-car provecho de las nuevas perspectivas que el crédito abrea sus receptores. Naturalmente, este proceso de aprendiza-je no fue precisamente sencillo ni estuvo en modo algunoexento de conflictos y, por supuesto, todavía no ha con-cluido. Pero ha empezado...

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1«Mis nuevas profesoras

son las pobres»

La universidad de la vida

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Muhammad Yunus nació el 28 de junio de 1940, hijo de unorfebre, en la ciudad portuaria de Chittagong, la segundamayor de Bangladesh, situada en el sureste de este país,uno de los más pobres del mundo. Nunca se vio obligadoa experimentar la pobreza en carne propia, pues su familiaestaba bien situada. También en Bangladesh funcionan losmecanismos habituales de delimitación respecto de quie-nes no pertenecen a la clase social propia. Lo cual no tie-ne por qué darse de manera agresiva; basta la motivaciónde proteger a los hijos y la preocupación por su prósperodesarrollo.

La amorosa solicitud del padre –la madre estaba ca-si siempre muy enferma– y la asunción de una corres-ponsabilidad familiar por los ocho hermanos que eranen total dieron ya pronto en el pequeño Muhammad susprimeros frutos. Su trayectoria profesional parecía asegu-rada. Asistió a la Escuela Superior más prestigiosa de

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Chittagong y, debido a las excelentes calificaciones conque terminó, obtuvo un acceso privilegiado a la carrerade Económicas, que concluyó con éxito con tan sólo 21años. Entre 1961 y 1965 enseñó en la Universidad deChittagong como profesor de Economía a estudiantes caside su misma edad. Después, gracias a una beca Fulbrightpara hacer el doctorado en los Estados Unidos, se trasladóa la Universidad Vanderbilt, sita en Nashville (Tennessee),que pasa por ser el «Harvard del Sur» y una de las univer-sidades de elite más caras del mundo. Ya en el año 1972,con 32 años, fue nombrado catedrático de la Universidadde Chittagong, su ciudad natal, y pronto se empezó a ba-rruntar que aquel joven «superdotado» podría ser en breveuno de los dirigentes políticos del país. Incluso los más al-tos cargos públicos le confiaba infinidad de asuntos. Hacíatan sólo un año que la Bengala Oriental de otro tiempo ha-bía proclamado, el 26 de marzo de 1971, su independen-cia de Paquistán. El 17 de diciembre de ese mismo año fuereconocida como Estado según el derecho internacional.La guerra de independencia había costado la vida a tresmillones de personas. Yunus regresó, por tanto, a un paíscuya precaria situación política se podía percibir por do-quier, pero donde reinaba al mismo tiempo un ambiente deexcitación y donde la esperanza de paz y libertad se deja-ba sentir en todas partes.

El joven catedrático quiso contribuir activamente a or-ganizar la construcción de su país. Pero su pensamiento ysus ideas acerca de cómo podía lograrlo con éxito estabanmarcadas por su socialización en casa de sus padres y porsus estudios en los Estados Unidos. Él transmitía a los es-tudiantes de su Escuela Superior aquellas teorías de eco-nomía política que en Occidente, y también en la clase al-

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ta de su país, pasaban por ser la receta del éxito para elprogreso económico y el bienestar. Estas doctrinas, sinembargo, se habían ganado esa fama en circunstancias quetenían poco en común con la situación existente enBangladesh. Una historia colonial de humillación secular,todavía vigente en sus consecuencias, y el hecho de quelos países industrializados altamente tecnificados hacen loque sea para aprovecharse de su preeminencia de poderbasada en la tecnología y para no perder en ningún casolas ventajas de ahí derivadas en lo tocante a la competen-cia, hacían que no se dieran las condiciones apropiadasde competencia para la economía de los países en vías dedesarrollo.

El instructivo shockde la economía realmente existente

En el año 1974, Yunus tomó conciencia de lo catastróficasque eran las condiciones reales de su país y de la escasaayuda que podían proporcionar las ciencias económicastradicionales en tales circunstancias. Se propagó de nuevouna hambruna que afectó de manera devastadora a unBangladesh debilitado además por la guerra civil que ha-bía tenido lugar muy poco tiempo atrás. Un millón y me-dio de personas se morían de inanición por aquel entonces,mientras que él en la universidad «trabajaba con sumas as-tronómicas», como más tarde escribiría avergonzado, refi-riéndose a su elitista vida de catedrático en aquellos años,ascendido ya a la categoría de Decano de la Facultad deCiencias Económicas. El hambre avanzaba a ojos vista,procedente del norte del país, hasta que tampoco se pudo

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ya pasar por alto en las calles del barrio universitario deChittagong. Es cierto que el gobierno creó comedores debeneficencia, pero éstos hacían que el número de los quepasaban hambre pareciera aún mayor, de manera que setenía la impresión de que estaban por todas partes. Yunusescribió sobre esta experiencia, que se convirtió en elshock de su vida:

«En un determinado momento, la vida y la muerte estántan cerca una de otra que apenas se pueden distinguir, ycuesta reconocer si la madre y el hijo que están tendidosen el suelo delante de nosotros viven todavía o se en-cuentran ya en el más allá. El acto de morir discurre co-mo a cámara lenta. Segundo a segundo, la distancia en-tre vida y muerte se hace menor».

Yunus se dio cuenta de que la muerte por hambre esdel todo inaceptable. Lo único que hacía falta, pues, era unpoco de alimento. De pronto le sobrevino un desprecio desí mismo por vivir en su mundo académico, totalmente deespaldas a la realidad que le rodeaba. En la torre de marfilde la ciencia había transmitido con entusiasmo a sus estu-diantes qué teorías económicas resolvían qué problemaseconómicos. Pero en este momento se veía enfrentado degolpe a la realidad. «Yo me entusiasmaba con la belleza yelegancia de esas teorías», dirá más tarde. Pero de repentela cuestión era otra: «¿Para qué servían las teorías cuandola gente se muere de hambre en las aceras y delante denuestros portales? ¿Dónde estaba, pues, la teoría econó-mica que tomaba en consideración la vida real?».

«Yo únicamente tenía ya un deseo: poner pies en pol-vorosa, deshacerme de todos los libros de texto y abando-

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nar la vida de la Escuela Superior. Quería entender la rea-lidad que apaga la vida de un pobre y descubrir la verda-dera economía, es decir, la de la vida real». Así resumeYunus su impulso en medio de este conmocionante proce-so de comprensión. Dejó el campus universitario y se fuea Jobra, un pueblo insignificante de las proximidades:«Decidí hacerme de nuevo estudiante. Jobra había de ser-virme de universidad, y los habitantes de Jobra serían misprofesores».

El traslado a la «Universidad de la vida»

Yunus llevó a la práctica su audaz decisión junto con sucolega Latifee, también profesor, y algunos estudiantes.Posteriormente ha referido esta historia una y otra vez portodo el mundo en cientos, miles de conferencias, charlas yentrevistas: cómo el profesor estrella se convirtió de nue-vo en alumno y cómo escogió como profesores suyos aanalfabetos sin recursos que nunca habían dejado el pe-queño mundo de su pueblo:

– ¿Es suyo este bambú? –le preguntó a una musulma-na de 21 años con la que sólo podía hablar con un velo depor medio, como lo exigían las normas socio-religiosas to-davía estrictamente mantenidas por aquel entonces enJobra.

– Sí –le respondió la mujer.– ¿Y cómo lo consigue?– Lo compro.– ¿Cuánto paga por él?– Cinco taka (que por aquel entonces equivalían a 22

centavos de dólar).

«MIS NUEVAS PROFESORAS SON LAS POBRES» 25

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– ¿Y tiene usted esos cinco taka?– No, los tomo prestados de los paikari.– ¿De los intermediarios? ¿Qué negocia usted con

ellos?– Al final del día debo venderles mis taburetes de bam-

bú para devolver el préstamo. Lo que queda es mi ganancia.– ¿Cuánto le rinde eso?– Cinco taka y 50 paisa.– Obtiene, pues, una ganancia de 50 paisa.Ella asintió con un movimiento de la cabeza casi im-

perceptible a través del velo. Su ganancia, pues, era de doscentavos de dólar.

Yunus siguió preguntando:– ¿No puede usted, pues, tomar prestado el dinero en

otro lugar y comprar el material por su cuenta?– Sí, pero el prestamista me exigiría mucho más. La

gente que tiene trato con ellos se empobrece aún más.– ¿Cuánto cobra el prestamista?– Depende... A veces exige el diez por ciento semanal.

Uno de mis vecinos tiene que pagar incluso un diez porciento diario.

El profesor de economía quedó horrorizado: ¿qué eco-nomía del mundo puede funcionar en tales condiciones?;¿dónde quedaba el grito de los doctos economistas delmundo entero?; ¿dónde estaba el análisis de esta sencillaconexión que, sin embargo, es de la causante manifiesta dela pobreza en todo el planeta?

Para él estaba claro: quien no toma nota de la econo-mía realmente existente no puede tampoco hablar seria-mente de «economía de mercado», ni siquiera de «econo-mía», ni tampoco de «ayuda al desarrollo». ¿O acaso al-guien conoce algún lugar del mundo donde una economía

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pueda funcionar con un tipo de interés anual del 14.200por ciento? A este tipo de interés se llega cuando se com-puta aproximadamente un tipo de interés semanal del diezpor ciento en concepto de interés simple y compuesto. Enotras palabras: se llega a cifras astronómicas de pago deintereses en una dimensión que desborda toda imagina-ción. ¿Cómo se puede seguir hablando al día de hoy, en lasaulas de honorables universidades y en los informes deafamadas instituciones financieras, de «efectos trickle-down» que supuestamente redundan en beneficio de losmás pobres cuando se «incentiva» aún más a los ricos–además de sus espectaculares ganancias– con la mejorade sus condiciones generales, al tiempo que se pasa por al-to, sencillamente, el sistema de explotación de la prácticadescrita en relación con los intereses?

El shock que afectó al profesor fue doble. En primer lu-gar, se vio obligado a comprender la inutilidad de las cien-cias económicas para la situación vital de los pobres. Y ensegundo lugar, quedó conmocionado por la ignorancia desu gremio de eruditos en relación con aquella situación de-sesperada de explotación en que estaban atrapados los máspobres. Esta conmoción se vio aún más intensificada cuan-do constató, mediante una serie de preguntas sencillas he-chas a las mujeres afectadas, lo poco que en realidad se re-quería para romper este mecanismo de la pobreza.

Le encomendó a una estudiante que averiguara cuál se-ría la cuantía del crédito que los habitantes de la aldea ne-cesitarían para liberarse de las garras de intermediarios yprestamistas y para comprarse ellos mismos las materiasprimas para su trabajo. La estudiante –llamada Maimuna–volvió con una lista que contenía los nombres de 42 per-sonas que en total necesitaban la cantidad de 856 taka (al

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cambio, ¡27 dólares americanos!): tan ridículamente mi-núsculo era el precio de la salida del círculo vicioso de lapobreza. Yunus dice que en ese instante sintió verdaderoasco. «Como un perro que anda jugueteando con su hue-so, yo le daba sin cesar vueltas en la cabeza a este proble-ma», contó más tarde. Decidió prestar esos 27 dólares conla condición de que los receptores del crédito debían de-volver el préstamo tan pronto como estuvieran en situa-ción de hacerlo.

Con ello estaban sentadas las bases para la construc-ción de un banco para los pobres –y, como había de que-dar patente a continuación, para la refutación de una lar-guísima cadena de prejuicios, tan indignos como insoste-nibles, acerca de los pobres–. Por eso, en el diálogo conpersonas con tales prejuicios, a él le gustaba describir a lospobres como los «intocables desde el punto de vista delnegocio bancario» dentro de un «sistema financiero deapartheid». En su libro Grameen, publicado en 1997,mencionaba no menos de 18 prejuicios fundamentales. Alo largo del presente libro irán saliendo a colación.

Aun cuando nunca han hablado en serio con pobres ni,en particular, han intentado nunca concederles un crédito,algunos «expertos» del mundo de la ciencia, la política yla economía creen que a los pobres no se les puede conce-der crédito alguno, pues son incapaces de ahorrar, de in-vertir y también de pensar con previsión e independencia,o de colaborar. Yunus estaba escandalizado por tal gradode ciega arrogancia, y ello le motivó extraordinariamentepara aportar personalmente la prueba de que tal opiniónera insostenible.

Ante todo, los importes absoluta y ridículamente mi-núsculos de los créditos que posibilitan los primeros pasos

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que sacan de la trampa de la pobreza no pueden dejar decausar asombro una y otra vez a los habitantes de las na-ciones industrializadas occidentales: en los años ochenta ynoventa, el crédito inicial en Grameen se estabilizó entrelos 20 y los 30 dólares aproximadamente. Los créditosposteriores para inversiones mayores se basan en éstos. Lodecisivo es, sin embargo, el comienzo, que permite a losmás pobres hacer en lo sucesivo por cuenta propia lo queantes ya hacían en dependencia de intermediarios y usure-ros, y enriquecerse. La silla de bambú fabricada por una yano es entonces fruto de la explotación, sino que se con-vierte en el símbolo de la condición empresarial propia.

¿Cómo funciona un banco de «microcréditos»para los más pobres?

Muhammad Yunus y su equipo desarrollaron paso a paso,en numerosas conversaciones y deliberaciones con losafectados, un sistema de concesión de «microcréditos»que funciona cada vez mejor.

A lo largo de nueve años, todo ello fue un campo abier-to de experimentación con categoría de proyecto. Tras losprimeros experimentos exitosos con concesiones de mi-crocréditos a personas que no podían ofrecer garantías deningún tipo, primero intentó convencer a los bancos deque éste podía ser para ellos un nuevo campo comercial.Pero los bancos declararon que estaba loco. En el mejor delos casos, le concedían el mérito de que sus experimentos,que en modo alguno se podían generalizar, habían funcio-nado gracias a su carisma personal. A raíz de esto, organi-zó fondos de particulares y fundaciones con los que pudo

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ampliar sus experimentos. Su trabajo fue encontrando re-conocimiento poco a poco. Pero nadie creía aún en queaquello que él impulsaba fuera un modo normal de hacerbanca cortado únicamente a la medida de un colectivo des-tinatario «olvidado» hasta ese momento: entre el 50 y el75 por ciento de los seres humanos, que en ningún bancodel mundo son considerados solventes porque no puedenpresentar garantías suficientes. Fue en 1983 cuando, final-mente, Yunus se decidió a convertir personalmente su pro-yecto en un auténtico banco. Le dio el nombre de BancoGrameen, que viene a significar «Banco Aldea». Habíanacido una institución.

Pero ¿cuáles fueron los pasos decisivos de aprendizajeque llevaron a este cambio de categoría? Tienen relacióncon lo que Yunus llamaría más tarde «factores de garantía».

* El factor de garantía de la voluntad de supervivencia

«If you think you can, you can. If you think you can’t,you’re right» [«Si crees que puedes, puedes. Si crees queno puedes, tienes razón»]. Esta máxima figura en un pós-ter sobre la pared de la modesta choza de una prestatariadel Banco Grameen. El póster se lo había regalado su hi-ja, para cuyos estudios universitarios puede incluso finan-ciar ya un crédito. Es verdad que la mujer, por su condi-ción de analfabeta, no podía leer la máxima, pero la en-tendía perfectamente –después de que su hija se la huboleído y explicado– y se convirtió para ella en la confirma-ción del nuevo lema de su vida. Además, expresaba supropia experiencia vital y la de muchas otras mujeres.

El primer gran dato, tal vez el decisivo, para el desa-rrollo de la idea de Grameen en su conjunto fue que las

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personas pobres ciertamente no disponen de «garantíasmateriales» ni, por tanto, de garantías en forma de casas obienes reales de otro tipo que se puedan ofrecer al bancopara su cesión en propiedad en el caso de que no puedandevolver su crédito; pero disponen de una garantía muchomejor: su voluntad de supervivencia a toda prueba. Paraestas personas, un crédito probablemente sea la únicaoportunidad que lleguen a tener en toda su vida para salirpor sus propias fuerzas de una situación por lo demás sinesperanza. ¿Puede haber una garantía mejor?

Las indagaciones de un equipo de investigadores enca-bezados por el economista peruano Hernando de Soto, quetambién trabajó como consejero de numerosos gobiernos,han demostrado que el obstáculo mayor y casi insuperablepara que los pobres creen empresas no es tanto la falta degarantías materiales cuanto, más bien, la desmedida buro-cracia con ellas vinculada. El equipo de De Soto determi-nó en cinco metrópolis de tres continentes –Lima, Ciudadde México, Puerto Príncipe, El Cairo y Manila– cuántotiempo tarda alguien de los guetos pobres en dar de altauna sastrería unipersonal y cuánto le cuesta: el alta tardauna media de 289 días y cuesta los ingresos íntegros dedos años y medio de trabajo. En tales circunstancias, másde la mitad de la Humanidad se ve sistemáticamente em-pujada a la economía sumergida o a unas relaciones de de-pendencia propias de esclavos. De Soto, además, ponía demanifiesto en sus amplios estudios que la mayor parte delas personas especialmente pobres, que en todo el mundoson 3.800 millones, en modo alguno están totalmente fal-tas de recursos. Sólo el valor de sus inmuebles, que natu-ralmente no son viviendas de lujo, sino barracas, favelas,casas improvisadas que se han construido ellas mismas,

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asciende, según los cálculos de de Soto, a no menos de 9,3billones de dólares estadounidenses. Dice de Soto: «Estasuma es veinte veces mayor que el volumen total de las in-versiones extranjeras directas en todos los países delTercer Mundo y del antiguo Bloque del Este durante losdiez años siguientes a 1989; 46 veces mayor que todos loscréditos del Banco Mundial en los últimos treinta años; y93 veces mayor que la totalidad de las ayudas para el de-sarrollo concedidas por todos los países desarrollados alTercer Mundo en ese mismo período de tiempo». Si estaspersonas pudieran emplear, de hecho, sus pequeñas garan-tías reales para recibir los microcréditos que necesitaríanpara alcanzar el siguiente escalón de creación de valoreconómico, el mundo tendría hoy un aspecto completa-mente diferente. En ese caso, probablemente no habría3.800 millones de pobres, sino tal vez ya sólo la mitad, oincluso un tercio únicamente. Pero precisamente con lospobres las autoridades de todo el mundo fracasan de ma-nera casi total. Los obstáculos burocráticos al registro depequeños bienes inmuebles son tan grandes que casi nadiede esta parte de la sociedad mundial ha visto una oficinadel catastro por dentro. De ese modo, sus posesiones seven privadas por completo de valor desde el punto de vis-ta de las inversiones. Y aun cuando, pese a todo, intentenindependizarse de manera legal y formal con un pequeñonegocio, también esto, de hecho, sigue estando prohibidopara ellos.

Con su proyecto del Banco Grameen, MuhammadYunus no se centró en los pobres, sino en los más pobresde todos. Y lo hizo de manera plenamente consciente, des-de el convencimiento de que éstos tienen más necesidadde apoyo de un sistema bancario hecho a su medida. Sin

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embargo, independientemente de ello, en la fase experi-mental hizo una constatación sumamente sorprendente,que a lo largo de los años vio confirmada empíricamenteuna y otra vez: cuantas menos garantías tenía alguien pa-ra ofrecer, tanto más segura y puntualmente reembolsabasu crédito. Justamente al revés de la filosofía que los ban-cos «normales» tienen en materia de garantías, el BancoGrameen concede créditos cuando se demuestra que real-mente no se dispone de ningún tipo de garantías. En unaocasión, Yunus dijo totalmente en serio: «Sabemos por ex-periencia que, cuando se mezcla indiscriminadamente apobres y no pobres, se corre el riesgo de fracasar. Pone-mos tantos obstáculos en el camino a quienes aspiran a uncrédito que sólo los realmente pobres están dispuestos aseguir dicho camino». Naturalmente, por «obstáculos» nose entienden medidas arbitrarias, sino la comprobaciónabsolutamente seria de si quienes desean el crédito secuentan o no entre los más pobres, de si están o no real-mente dispuestos a comprometerse con las exigentes nor-mas del Banco Grameen y de si realmente han entendidoéstas bien o no.

Yunus y su banco de microcréditos han aducido estaprueba millones de veces: de hecho, la mayor de todas lasgarantías es la voluntad de supervivencia, la voluntad deencontrar una salida del estado de esclavitud moderna. Enella se apoya la decisión básica del Banco Grameen, a sa-ber, la decisión de no dar dinero a los ricos para que éstoslo empleen para el bien de los pobres, ni a los pobres,puesto que éstos probablemente sepan manejarse con eldinero algo más que los más pobres de los pobres, preci-samente. Esta segunda postura es corriente sobre todo enlas instituciones benéficas. Yunus, por el contrario, debido

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a sus experiencias empíricas se ha decidido por centrarserealmente en los más pobres de todos, convencido de queesto puede asegurar la operatividad de los microcréditos.

El Banco Grameen alcanza un índice de reembolso demás del 99 por ciento, con lo que supera con mucho a todoslos bancos comerciales. Ciertamente, esto no se debe sóloal factor de garantía que acabamos de mencionar en primerlugar, la voluntad de supervivencia, pero ésta constituye unfundamento que nunca se valorará suficientemente.

* El factor de garantía de la mujer

«Yo tengo la responsabilidad del dinero», dice SajedaBegum, orgullosa y resuelta. Su marido asiente. Tampocotiene motivos de queja, pues su esposa ha administrado coninteligencia: «En julio vendemos yute, el cultivo de la ca-ña de azúcar nos aporta ingresos en noviembre, y el arrozen mayo. Incluso podemos permitirnos guardar una partedel grano hasta que los precios suban de nuevo al final detemporada. Antes no podíamos ni imaginar tanta seguri-dad», cuenta Sajeda Begum. Tales historias son habituales.

El segundo factor de garantía, o segunda causa de losíndices de reembolso únicos del Banco Grameen, resultóalgo sorprendente: el sexo. Las experiencias demostrabanque, en igualdad de condiciones generales, los hombresdevolvían sus créditos en un 85 por ciento. Las mujeresllegaban casi al cien por cien.

Yunus no es feminista, sino un economista empírico.Como tal, llegó a adoptar la costumbre, sumamente revo-lucionaria en sus consecuencias, de que en su banco reci-ban créditos casi exclusivamente las mujeres. El contrastecon la manera de proceder del mundo bancario tradicional

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difícilmente podría ser más marcado: en todo el planeta, lariqueza mundial que está en manos de mujeres sigue sien-do bastante menos del diez por ciento; en Bangladesh,bastante menos del uno por ciento. Asimismo, bastantemenos de un uno por ciento de las mujeres de Bangladeshdisponía siquiera de una cuenta bancaria hasta que se pu-so en marcha el Banco Grameen. En el Banco Grameen,las proporciones se han invertido completamente: el 94por ciento de los prestatarios son de sexo femenino. Y porello mujeres son, en su mayoría, quienes tienen en propie-dad el Banco Grameen, pues éste pertenece en un 94 porciento a los más pobres como tales (por razones legales, enBangladesh el seis por ciento debe quedar en manos delEstado). Incluso en la junta directiva del Banco Grameenpredominan las mujeres. Nueve de los trece miembros delDirectorio son escogidos cada vez de entre las filas de lasprestatarias, que al mismo tiempo son socias del Banco;los restantes son, además del propio Yunus, tres represen-tantes del gobierno y del mundo académico.

Es verdad que en Bangladesh también hay ya casosaislados de mujeres que desempeñan una responsabilidadde gobierno, pero un movimiento amplio en pro de los de-rechos de la mujer no ha existido nunca en este país.Especialmente en las regiones rurales, muy marcadas porlo religioso, en las que está extendido el Banco Grameen,las mujeres se ven profundamente discriminadas hasta eldía de hoy. Puesto que la discriminación se fundamenta yatavía religiosamente, las actitudes y comportamientostransmitidos en conexión con ella son especialmente per-tinaces y resistentes. El Banco Grameen ha conseguidoconstruir, en medio de una sociedad musulmana masculi-na, un sistema operativo de autodeterminación femenina.

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Yunus compendió sus observaciones en esta sencillaconstatación: «Tan pronto como las mujeres ven la másmínima posibilidad de liberarse de la pobreza, demuestranser tan luchadoras como los hombres». Y dice en otro mo-mento: «Hemos constatado que las mujeres que viven enla miseria se adaptan mejor y más rápidamente que loshombres al proceso de la autoayuda. Además, están másatentas, se preocupan con más intensidad por asegurar elfuturo de sus hijos y muestran una mayor constancia en eltrabajo».

También la voluntad de mejorar las condiciones gene-rales de la familia entera está en la mujer claramente másdesarrollada que en el hombre, que más bien tiende a de-dicar el dinero, una vez ganado, a un consumo rápido yefímero: «Cuando una madre pobre empieza a ganar algode dinero, primero emplea sus ingresos en sus hijos. Des-pués le toca a la casa: adquiere algunos utensilios, mandaarreglar el tejado y mejora las condiciones de vida de lafamilia».

Las mujeres piensan, sin duda, de manera más empre-sarial y más global que los hombres. Así es, en todo caso,en Bangladesh, como demuestran numerosos estudioscientíficos que han investigado la repercusión de Grameen.Pero, por supuesto, lo mismo se puede decir de todas las re-giones pobres del mundo donde hasta el momento se hanllevado a cabo proyectos de microcréditos según el mode-lo de Grameen. También en este ámbito, por tanto, ha ac-tuado Yunus justamente en contra del supuesto saber, cie-gamente transmitido, de los bancos tradicionales, y conello ha descubierto un nuevo factor de garantía y de éxitoen la actividad bancaria. Sobre el telón de fondo de estesegundo factor nuevo de garantía queda claro, pues, por

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qué Yunus hablaba de «sus nuevas profesoras» cuandomencionaba a sus nuevos docentes que le enseñaron cómose puede vencer la pobreza.

* El factor de garantía del equipo

Oloka Gosh, de la aldea de Kholshi, estaba profunda-mente conmovida por la historia de su amiga Amena, quese había hartado de los golpes de su marido y finalmentehabía encontrado el coraje para hablar de ello con al-guien. Aquélla le recomendó que entrara en contacto conun grupo de mujeres que precisamente estaban estable-ciendo en el pueblo un primer grupo de crédito Grameen.«Yo intercederé por ti, pues sé que tendrás éxito comomujer de negocios». Y le explicó que esto le depararíamás independencia respecto de su marido, pero tambiénmás respeto por parte de éste. El equipo de crédito acep-tó a Amena, y ésta se convirtió en una pequeña empresa-ria especialmente exitosa. El primer crédito de 60 dólares,lo mismo que los consejos de sus compañeras de equipo,tuvieron como consecuencia, de hecho, que los arrebatosde violencia de su marido se hicieran más esporádicos.Fue la experiencia de una nueva comunidad la que hizo deella otra persona y la que, al mismo tiempo, influyó posi-tivamente en su entorno.

Un tercer factor del éxito de Grameen estriba, por tan-to, en la importancia del equipo de crédito en cuanto equi-po. También en este descubrimiento el éxito se basaba enuna constatación tan simple como evidente: «Solos, lospobres se sienten expuestos a peligros de toda clase. Lapertenencia a un grupo, por el contrario, les proporcionaun sentimiento de seguridad».

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Después de algunas tentativas y embrollos en la expe-rimentación con el factor equipo, Grameen llegó final-mente a la regla siguiente: un(a) prestatario(a) sólo recibi-rá un crédito cuando encuentre a otras cuatro personas quedeseen igualmente obtener un crédito de Grameen. Lascinco receptoras del crédito responden mutuamente unasde otras. Puesto que nadie del equipo dispone de garantí-as reales, lo fundamental en este tipo de aval es, en últimainstancia, asumir la responsabilidad por los demás miem-bros del equipo. La sanción que amenaza en caso de im-pago afecta también de manera inmediata a los demásmiembros del equipo. Entonces no reciben su crédito. Pri-mero, dos de las cinco solicitantes reciben su primer cré-dito, muy pequeño, de entre 12 y 15 dólares de media.Cuando han reembolsado éste, transcurrido el tiempoacordado de entre cuatro y seis semanas, reciben su crédi-to los dos miembros siguientes del equipo. A la responsa-ble del equipo le toca al final. Pero los efectos desencade-nados por la combinación del equipo hacen que casi nun-ca se llegue a utilizar el mecanismo de sanción. En lugarde eso, la mayoría de las veces sucede lo siguiente... Elequipo de crédito es al principio un equipo de asesoras. Elasesoramiento es mutuo en los respectivos planes comer-ciales que quieren poner en práctica con su crédito. Juntasse asesoran acerca de cómo se pueden apoyar mutuamen-te, cómo pueden crear juntas mejores condiciones genera-les, cómo se pueden superar dificultades, cómo los distin-tos negocios tal vez se pueden incluso vincular entre sí demanera sinérgica. El moderno consulting de los países in-dustrializados encuentra de este modo su correspondenciaen las regiones rurales pobres de Bangladesh. En ciertosentido, esto último quizá sea incluso más moderno, por-

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que aprovecha más intensamente las ventajas de los pro-cesos de dinámica de grupo: diez ojos observadores venmás que dos; el provecho mutuo une y motiva más; el tra-to de igual a igual de todas las participantes crea mayortenacidad y compromiso. Y un equipo, que a la vez hacecrecer una comunidad juramentada en un entorno difícil,libera unas energías distintas que una situación de con-sulting, que se disuelve tras realizar una tarea concreta ydelimitada.

Sin embargo, el equipo de crédito también tiene comoconsecuencia un eficiente control mutuo. Puesto que cadamiembro del equipo depende del éxito de los demás, estecontrol funciona de manera muy eficaz. Los síntomas delos problemas se detectan pronto en la mayoría de los ca-sos y, debido a la situación de los intereses de todas, sesolventan rápidamente con auténtico espíritu de equipo.Esto tiene otro efecto secundario positivo: el banco se aho-rra de este modo un costoso sistema propio de protecciónde los créditos concedidos.

Además, el equipo de crédito es también un equipo quemotiva. Para cada miembro supone, por un lado, más segu-ridad y, por otro, mayor estímulo para demostrar en el gru-po su capacidad. Así surge un sentimiento de solidaridaddentro del grupo, y cuando hay varios equipos de crédito enun pueblo, se motivan mutuamente. Cada equipo se ve deese modo espoleado a esforzarse especialmente por fun-cionar lo mejor posible en comparación con los demás.

Para que no se produzcan tensiones dentro de la fami-lia, los miembros del equipo no pueden tener parentescoalguno entre sí.

El Banco Grameen anima a la persona deseosa de uncrédito a ponerse a buscar por su cuenta a otras cuatro.

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Pero, por otro lado, ofrece también mucha ayuda en la for-mación del equipo y en la preparación para la primera re-cepción de crédito. Sus empleados comprueban in situ quetodas las personas que forman un equipo han entendidoperfectamente los principios del Banco Grameen y losprocedimientos que éste exige. Lo mismo se hace, de ma-nera mucho más intensa aún, con el primer equipo de unpueblo. A Grameen esto le ha valido a menudo críticasmordaces realizadas desde fuera, pero Yunus justifica es-tas difíciles condiciones de arranque diciendo que un pri-mer ejemplo con éxito es especialmente importante parafacilitar el éxito de todos los posteriores grupos de créditoque haya en el pueblo.

En un segundo nivel, los equipos de crédito se agrupan,sin exceder el número de ocho, en un «centro». Éstos se re-únen en fecha fija con un empleado o empleada del Banco.En estas reuniones, los miembros efectúan sus reembolsosy también sus ingresos en su cuenta de ahorro y discutensobre nuevas solicitudes de crédito y otros temas impor-tantes de interés común. En un segundo plano, estos «cen-tros» deben prestar ayuda ante problemas y casos difícilesconcretos. Para estas emergencias, las prestatarias creanuna especie de fondo de seguridad en el que todas ellas in-gresan un cinco por ciento de la cuantía del crédito.

Yunus resume los efectos del equipo de crédito de lasiguiente manera: «Un crédito de Grameen no abarca sóloel dinero sin más, sino que es al mismo tiempo una espe-cie de pase para el reconocimiento y la exploración de símisma. La prestataria empieza a descubrir sus posibilida-des y a experimentar su creatividad oculta».

De nuevo Yunus vuelve del revés la filosofía bancariahabitual: los negocios bancarios no son en Grameen un

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asunto «sumamente privado», sino parte de un procesogrupal y comunitario sin el cual en este banco no se con-cede ni un solo crédito.

* El factor de garantía de la transparencia,más confianza

«¿Cómo es posible que, en uno de los países más corrup-tos del mundo, precisamente un banco para los pobres selibre de la epidemia de la corrupción, que desmoraliza a lasociedad?», le preguntó a Yunus un periodista. Su res-puesta fue: «Tenemos que integrar a las clientas de mane-ra que les resulte fácil mantenerse honradas». Con elloformulaba al mismo tiempo el cuarto factor de garantía desu banco: una transparencia absoluta.

Todos los negocios bancarios del Banco Grameen serealizan en lugares públicos. Reintegros, ingresos, acuer-dos, resoluciones de problemas...: nada de ello es secreto,y nadie tiene problemas con la transparencia que todo elloconlleva. Todo lo contrario: la amortización de la deuda seconvierte en una vivencia comunitaria. Es verdad que lamayoría de las que solicitan su primer crédito siguen sien-do analfabetas, pero antes de recibirlo aprenden a escribirsu nombre y a contar dinero. Cuando, en los encuentrosbancarios semanales, las mujeres hacen público su nom-bre en la lista de participantes y toman parte en todas lastransacciones que allí se realizan, esto fortalece la con-fianza en sí mismas y les proporciona la seguridad de queen nada de ello hay «gato encerrado».

La transparencia crea confianza, probablemente la pro-tección más eficaz contra la corrupción. En todas partesdonde sobre los asuntos de dinero se extiende el manto

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protector del sigilo, surge también el peligro de la corrup-ción. De este fenómeno existen numerosos ejemplos. Y, pe-se a todo, la protección de la esfera privada y el sigilo enasuntos de negocios y de dinero pasan por ser un santuarioal que sólo cabe imponer un número mínimo de reduccio-nes en favor del interés colectivo de la transparencia.

Precisamente en el país que en el ranking de la co-rrupción publicado anualmente por «Transparency Inter-national» figura en uno de los últimos lugares, un bancoda en este momento ejemplo de la transparencia más con-secuente de todo el mundo bancario.

La transparencia en Grameen no sólo le libra del azo-te de la corrupción, sino que además contribuye eficaz-mente a su alto índice de reembolso. Cuando la salida delocultamiento o del chanchullo está cerrada a cal y canto,no queda otro camino que someter los eventuales proble-mas a la deliberación del equipo y allí buscar juntas unasolución constructiva. Para la comunidad, lo mismo quepara cada uno de sus miembros y, por supuesto, también yespecialmente para el banco, ésta es la mejor protección.

La transparencia así practicada tiene otro efecto se-cundario positivo: la confianza mutua entre todas las par-ticipantes. En el sistema Grameen, la policía, los aboga-dos y los juicios no desempeñan ningún papel. Para Yu-nus está claro por qué: «Presuponemos que somos capa-ces de resolver nuestros problemas por nosotros mismos.Si no lo consiguiéramos, más valdría que dejáramos elnegocio bancario». En Grameen, dice, no existen los con-tratos escritos: «Establecemos relaciones entre personas,no con papeles». Esta transparencia lleva a una extraor-dinaria base de confianza y asegura además que el siste-ma está concebido para el provecho mutuo y que, llega-

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do el caso, se seguirá desarrollando siempre en común eneste sentido.

Al principio por lo demás predominante de la descon-fianza, que se refleja en montañas de formularios y mode-los de contrato, Yunus contrapone en su banco el principioopuesto de la confianza.

* El factor de garantía de la sencillez

La vía más segura para excluir por completo del mundobancario a los pobres consistía en que los bancos pensaranúnicamente en su propia protección, pero se negaran apensar en mecanismos inteligentes que crearan simultáne-amente garantías para ambas partes. El absurdo de la lógi-ca bancaria en este punto queda patente en un diálogo queMuhammad Yunus mantuvo en cierta ocasión con un di-rector de sucursal del Banco Janata, de propiedad guber-namental. Como uno de los muchos motivos por los queera imposible que un banco concediera un crédito a un po-bre, el director de sucursal aducía el siguiente: «Son gen-te que no sabe ni leer ni escribir; por tanto, ni siquiera pue-den rellenar nuestros formularios». Yunus replicó: «En unpaís con un 75 por ciento de analfabetos, la exigencia derellenar formularios es ridícula. Me parece que el sistemabancario de usted pretende discriminar a los analfabetos».Yunus argumentaba que este problema tenía que ser solu-ble, ya fuera mediante un asesor o de cualquier otra ma-nera; pero el funcionario defendía la burocracia excluyen-te y se cerraba a la búsqueda de otras soluciones sencillas.

La teoría de la burocracia reza así: cuanto más senci-llamente está organizado un proceso, tanto más transpa-rente y eficaz es, tanto menos propenso a perturbaciones y

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tanto más fácil de controlar y gestionar. En especial, sepuede decir, por tanto, que también la sencillez es un fac-tor de ulterior protección, sea en créditos para los pobreso para receptores tradicionales de créditos, pues gracias aesa sencillez los implicados pueden controlar más fácil-mente los procesos: quienes han de reembolsar el créditopueden manejar con mayor facilidad sus propias planifica-ciones, y los empleados del banco pueden controlar másfácilmente el reembolso ordinario.

Grameen aspiró desde el principio a un elevado gradode sencillez. En esto, el sistema siguiente demostró ser elde mayor éxito en relación con los microcréditos:

– Por lo regular, el plazo de un préstamo se fija en unaño.

– La amortización se realiza semanalmente con unaaportación fija.

– El comienzo de la amortización se produce una sema-na después de la concesión del préstamo.

– El tipo de interés se sitúa en el 20 por ciento.– La amortización aporta un dos por ciento semanal a lo

largo de 50 semanas; esto (50 x 2) significa que en 50semanas se produce la amortización total.

– En un préstamo por un importe de 1.000 taka, los inte-reses ascienden semanalmente a cuatro taka, es decir,el cuatro por mil, lo cual se suma a lo largo de las 50semanas para dar el veinte por ciento.

El tipo de interés del 20 por ciento, en apariencia altosegún los criterios occidentales, atrajo constantemente so-bre el Banco Grameen críticas muy mordaces, según lascuales tal tipo de interés era explotador y desbordaba lasposibilidades económicas precisamente de los más pobres.

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Lo único que, de hecho, reflejan ambos argumentos esel desconocimiento de las circunstancias reales en Bangla-desh, donde se sitúa esta actividad. Debido al conjunto delas condiciones generales de la economía, en Bangladeshlos tipos de interés son bastante más altos que lo que sue-len ser en Alemania y Europa central. Todas las empresasde Bangladesh pagan intereses por esa cuantía. Y aunquetodos los bancos de allí afirmaron durante mucho tiempoque, por simples razones de coste, resultaba imposible con-ceder créditos a los pobres por sumas mínimas, Grameenno necesita exigir intereses más altos que los bancos tradi-cionales a sus clientes para hacer un negocio bancario ren-table con los pobres. Dicho tipo de interés no es explota-dor, ni tampoco exige demasiado a los pobres, pues la crea-ción de valor que se posibilita con el crédito permite unaganancia que, incluso deducidos los intereses de Grameen,es mucho más alta que antes, cuando intermediarios y pres-tamistas se quedaban con casi todo.

Como en el caso de todos los insólitos factores antesmencionados, también del factor de garantía de la senci-llez se puede decir que contrasta marcadamente con lacomplejidad enormemente extendida de los procesos.Parece que Yunus y su gente de Grameen vuelven real-mente del revés los principios tradicionales de la banca...y que de pronto es posible que una actividad bancaria pa-ra los pobres funcione.

* El factor de garantía de la diversidad

El factor de garantía complementario del de la sencillez esel de la diversidad.

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Un máximo de sencillez –en la jerga occidental, hoyprobablemente se hablaría de «desmantelamiento de la bu-rocracia»– crea a la vez mucho espacio libre para la crea-tividad individual. En este punto ve Yunus otro factor queda lugar a una buena capacidad de reembolso y que conello incrementa la garantía.

Ya en los años setenta del pasado siglo, los científicosdedicados al estudio de los sistemas acentuaron el valor delos «sistemas que aceptaban los errores» en contraste conlos «sistemas hostiles a los errores». Entonces la econo-mía occidental de mercado se consideraba como la mejorprueba del éxito del primer tipo de sistemas, y las econo-mías planificadas estatalmente como un ejemplo disuaso-rio del segundo. Los «sistemas que aceptan los errores»protegen la mayor libertad posible de movimiento para elmayor número posible de intentos, realizados por perso-nas y organizaciones, de encontrar la mejor solución posi-ble a cualquier tipo de problema. De ese modo surge unambiente de aprendizaje permanentemente abierto a losresultados, en el cual todos pueden aprovecharse rápida yeficazmente de las experiencias de aprendizaje de los de-más. Por el contrario, en un «sistema hostil a los errores»,el dictador o la burocracia «sabe» lo que es correcto y bue-no, por más insensato y dañino que en realidad sea. Nadiepuede cometer un «error», faltar a la definición dada deantemano de lo «correcto» y lo «equivocado». Es verdadque de este modo se impone de manera rápida y eficaz lainteligencia del dictador..., pero también todas sus neceda-des. Un sistema así es muy lento en lo que respecta a la ca-pacidad de aprender. Uno puede tener la impresión de quetambién en las democracias occidentales hemos recorridoun buen trecho en la dirección de un «sistema hostil a los

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errores», en la medida en que hemos generado cada vezmás burocracia.

¿Qué significa esto en concreto para Grameen? Yunuses decididamente partidario del planteamiento de «siste-mas que acepten los errores»: «No sólo admitimos opinio-nes y maneras de proceder diferentes, sino que las fomen-tamos. La innovación sólo puede surgir en un ambiente detolerancia, de variedad y de curiosidad. En un entorno an-quilosado no hay lugar para la creatividad».

En Grameen, este principio lo siguen también todos losprocesos de asesoramiento y los planes de formación paralos trabajadores y el personal en prácticas. Lo decisivo esesto: más importante que aprender del saber experiencialde quienes ya poseen experiencia es la confrontación conlos problemas concretos, que a su vez desencadena proce-sos de aprendizaje. Los trabajadores en prácticas deben ob-servar, ante todo, cómo funciona en todas sus facetas unasucursal de Grameen. Luego han de expresar sus críticas alo que observan, presentar propuestas de cambio y de me-jora y defenderlas en las deliberaciones comunes de los tra-bajadores. «Tienen que convencer a los demás de que laeficiencia de Grameen se puede incrementar si se aceptansus propuestas», explica Yunus. Y añade: «Los trabajadoresen prácticas deben regresar después a sus sucursales paraencontrar soluciones a esos problemas que se han plantea-do a sí mismos». «Nadie les ha ofrecido nunca antes unaformación así», dice Yunus con total convicción. Esto po-dría aplicarse especialmente a los empleados de los bancosnormales, cuya suprema máxima en lo que a formación serefiere es cumplir las normas fijadas desde arriba.

Grameen vive de llevar coherentemente a la práctica laidea de los «sistemas que aceptan los errores» y de una

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«organización que aprende». De otro modo, en un entornotan complicado, difícilmente se podría desarrollar la me-dida que se requiere de soluciones creativas y siemprenuevas. Por eso a los colaboradores de Grameen se les en-seña, «no a fijarse especialmente, por ejemplo, en el pro-ducto ofrecido, el crédito, sino a interesarse ante todo porlas personas con las que tienen que vérselas», dice Yunus.«Tienen que comprender a sus clientes en toda su comple-jidad humana si quieren ayudarles a cambiar su vida».

* El factor de garantía de la ética

En el mundo occidental industrializado estuvo muchotiempo en vigor la regla de que ética y dinero no hacenbuenas migas. Cuanto más evidente se hacía esto, tantomás se lamentaba. Desde entonces, en la economía en ge-neral y también en la banca, se está produciendo una vuel-ta al valor de los valores.

Las prestatarias del Banco Grameen elaboraron porpropia iniciativa, apoyándose en sus experiencias, muydolorosas en la mayoría de los casos, una lista de valoresmarcadamente orientada a la vida práctica. Con ella que-rían garantizar que el microcrédito pudiera desplegarse enun entorno social fecundo y no se viera perturbado porevoluciones gravemente erróneas como, por ejemplo, elalto endeudamiento que con frecuencia se produce debidoa la costumbre tradicional de la dote. Formularon lo queellas llamaron las «Dieciséis reglas», que habían de dar unsentido concreto y una meta clara a la vida de la gran fa-milia Grameen. Fueron aceptadas como reglas generales,y a ellas tienen que comprometerse hoy todas las prestata-rias del Banco Grameen si desean recibir un crédito de es-

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te banco. En este caso se trata de compromisos personalesvoluntarios que se traen continuamente a la memoria, pe-ro cuyo cumplimiento no se controla:

1. Respetaremos y aplicaremos los cuatro principios delBanco Grameen: disciplina, unidad, coraje y trabajoduro en todos los ámbitos de nuestra vida.

2. Ayudaremos a nuestras familias a alcanzar el bienestar.

3. No queremos habitar en lugares ruinosos. Mantendre-mos en condiciones nuestras casas y nos esforzaremospor construir otras nuevas tan rápido como sea posible.

4. Cultivaremos verduras durante todo el año. Comere-mos mucha y venderemos los excedentes.

5. Durante la época de plantación, nos proponemos ponertantos plantones como sea posible.

6. Procuraremos tener menos hijos. Queremos limitarnuestros gastos y cuidar de nuestra salud.

7. Queremos proporcionar educación escolar a nuestroshijos y preparar los medios para posibilitarla.

8. Queremos cuidar de la limpieza de nuestros hijos ytambién del medio ambiente.

9. Cavaremos letrinas y las utilizaremos.

10. Beberemos agua de fuentes limpias. Y si esto no es po-sible, herviremos el agua o la desinfectaremos conalumbre.

11. No exigiremos dote para nuestros hijos, ni daremostampoco ninguna a nuestras hijas. La dote está prohi-

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bida en nuestros centros. Nos oponemos al casamientode niños pequeños.

12. No cometeremos ninguna injusticia y nos opondremosa quienes pretendan cometerlas.

13. Juntas efectuaremos inversiones más elevadas para ob-tener ingresos mayores.

14. Siempre estaremos dispuestas a ayudarnos mutuamen-te. Cuando alguien se vea en dificultades, le ayudare-mos todas juntas.

15. Si nos enteramos de que la disciplina en un centro sedesatiende, acudiremos a restablecerla.

16. Introduciremos en nuestros centros el adiestramiento yel fortalecimiento físico. Juntas participaremos en lasactividades sociales.

Muchas de las reglas aquí expuestas eran conocidas,desde hacía mucho antes, como objetivos importantes pa-ra un desarrollo capaz de liberar del círculo vicioso de lapobreza, y por eso formaban parte de los correspondientesprogramas de desarrollo. La gran diferencia en el caso deGrameen consiste en que estos objetivos, vinculados conun microcrédito, hacen surgir una esperanza vital nueva ymuy real en mujeres que antes vivían en una desesperanzacasi total, y con ello empujan a una motivación incompa-rablemente más alta. De repente, principios éticos cuyaobservancia mejoraría notablemente, sin duda alguna, lavida de los pobres, se convierten en una perspectiva claraa los ojos de estas personas. A partir de ese momento, noson ya consejos bienintencionados procedentes del exte-

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rior. Son conocimientos que las personas han adquirido ensu propio mundo vital y que en este momento liberan nue-vas energías. Motivan y fortalecen la voluntad y la espe-ranza de una vida mejor para ellas y para su familia. Losestudios científicos de Sydney R. Schuler y Shahidur R.Khandker han comprobado mejoras notables en casi todoslos ámbitos abordados en las 16 reglas, desde la higienerelacionada con la alimentación hasta el uso de anticon-ceptivos. Dichos estudios constataron una mejora signifi-cativa incluso entre personas que no eran miembros deGrameen, pero que vivían en pueblos donde Grameen es-taba activo. La ética práctica de Grameen ha contribuidoostensiblemente, por tanto, a una concienciación.

* El factor de garantía de la coherencia

Queda todavía un último factor de garantía con el que tam-bién estamos familiarizados en nuestros bancos: el BancoGrameen es muy coherente en el cumplimiento de la obli-gación de reembolsar los créditos. Las siguientes palabrasde Muhammad Yunus ilustran hasta qué punto lo es. Él de-fiende esta postura sin avergonzarse, sino con orgullo y conla misma convicción que todos los demás principios antesmencionados: «Todavía no ha condonado jamás el BancoGrameen su deuda a una clienta caída en la miseria».

¿No se trasluce en estas palabras, sin embargo, la des-piadada actitud, tristemente célebre, de los banqueros detodo el mundo? ¿Es acaso Yunus en este punto mucho pe-or incluso que otros banqueros cuando considera esta co-herencia como absolutamente obligatoria, en particularcon los más débiles de la sociedad? A sus colegas ban-queros, que sólo conceden créditos a partir de un determi-

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nado nivel de garantías reales existentes, o de solidez se-mejante, Yunus llega incluso a reprocharles que tratan asus clientes con demasiada indulgencia. Al presidente delBanco para el Desarrollo Industrial, amigo personal deYunus, le criticó éste en una ocasión diciéndole: «No te-néis absolutamente nada de banqueros». Sorprendido, elotro le preguntó por qué decía tal cosa: «El índice de re-embolso de vuestros prestatarios no alcanza siquiera eldiez por ciento desde hace doce años» (algo que en estecaso tiene también mucho que ver con la especial deter-minación de funciones de este banco, fijada por el Estado).Pero, de hecho, en Bangladesh, el comportamiento de laspersonas acomodadas a la hora de devolver dinero essiempre marcadamente mediocre. Yunus prosiguió:«¿Cómo puede un banquero que se precie seguir conce-diendo millones de dólares en créditos a clientes ricos queno piensan en absoluto cumplir con sus obligaciones dereembolso? En realidad, deberíais suprimir el nombre de“Banco para el Desarrollo Industrial” y sustituirlo por elde “Organización Benéfica para Ricos”».

Si Yunus critica estos defectos en el trato con los ricos,¿por qué es luego tan coherente especialmente con los máspobres? A la vista del hecho de que el reembolso de la su-ma del crédito es para él absolutamente obligatorio, ¿siguesiendo tan sorprendente, a fin de cuentas, que con su ban-co llegue a un índice de reembolso cercano al cien porcien?

La declaración de Yunus antes citada es incompleta.Sólo queda entera cuando se complementa con la segundafrase, que es igualmente importante: «Pero tampoco se hadado nunca el caso de que el Banco Grameen haya dejadoen la estacada a una clienta caída en la miseria. En todos

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los casos se encontró una solución acordada de maneraconjunta que llevó a que la prestataria pudiera reembolsarel crédito sin angustia existencial y pudiera seguir plane-ando y llevando su vida con independencia». En Grameen,la flexibilidad con que se modelan las soluciones es casiinfinita. Únicamente se deben garantizar dos cosas: el re-embolso se debe proseguir –sea aplazado, alargado oadaptado de otra manera–, y la actividad empresarial no seha de interrumpir. En Grameen quedan excluidas la decla-ración de insolvencia y otras soluciones parecidas. La es-peranza, entendida como la posibilidad de una configura-ción positiva de la vida, es un principio del que no puededisponer nadie en ningún caso, sino que se considera co-mo un irrevocable derecho fundamental de los clientes.

Yunus fundamenta su postura de la manera siguiente.En primer lugar, a todos los prestatarios se les debe tratarde igual manera, de modo que no se dé la sensación deque hay condiciones diferentes, porque entonces el com-portamiento a la hora del reembolso se vendría enseguidaabajo como un castillo de naipes. En segundo lugar, poreste camino pretende asegurar la capacidad operativa delsistema de crédito. Sin un índice alto de reembolso, elbanco tendría que subir considerablemente los interesespara compensar las pérdidas, o no seguir trabajando comobanco, sino como institución benéfica, lo cual haría retro-ceder de nuevo a los más pobres a la dependencia respec-to de asignaciones permanentes de ayuda. En este punto,Yunus y todas sus prestatarias son de la misma opinión. Aél le gusta citar a Monsura Beginn, una de las clientas deGrameen que, en nombre de todas las demás clientas ysocias del Banco Grameen, expresó su rechazo hacia lasayudas tradicionales para el desarrollo con las siguientes

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palabras: «¡No soy una mendiga!». Y ésta es también larazón por la que las prestatarias están tan claramente a fa-vor del coherente plan de Grameen: «Ya no tienen que es-perar la caridad de otros. Sienten que por fin pueden diri-gir su vida de manera independiente. Éste es un senti-miento embriagador».

El efecto conjunto de los ocho factores de garantíaque acabamos de mencionar del Banco de MicrocréditosGrameen demuestra su éxito, mayor que todas las medi-das de protección de los créditos que los establecimientosbancarios tradicionales hayan podido idear a lo largo yancho del planeta. Cada uno de dichos factores, con la ex-cepción del octavo, es de hecho la inversión exacta de losprincipios que han ido cristalizando a lo largo de la secu-lar tradición de la banca. ¿Cómo pudo, pues, ocurrírselesiquiera a alguien una idea tan «loca» como la de quetambién podría funcionar igual, e incluso mejor, exacta-mente al revés?

Resulta muy fácil de comprender la incredulidad conque los banqueros tradicionales tuvieron que afrontar to-do este fenómeno. E igual de fácil es comprender que aconocimientos tan extraordinarios, que condujeron nadamenos que a un sistema bancario para los pobres plena-mente operativo, no se puede llegar si se consulta a otrossabios distintos de aquellos por los que precisamente sehabía decidido Yunus: sus profesoras fueron, de hecho,las más pobres, y nadie fuera de ellas habría podido adop-tar este papel.

El planteamiento de Grameen es tan nuevo que Yunuscontrata, de hecho, a personas con muy distinta educación.Pero hay un tipo de personas que queda excluido de ante-mano: en su banco, quienes poseen experiencia bancaria no

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tienen ninguna posibilidad de empleo. Yunus está conven-cido de que, para estas personas, cambiar de método seríamucho más difícil que para cualquier otra que aprende elmodo de funcionar de Grameen partiendo de cero. «No po-demos hacerles eso ni a esas personas ni a nosotros mis-mos». Por el contrario, las personas que vienen a Grameenaprenden tanto que Grameen no tiene problemas para con-seguir los mejores graduados de su país. Y tras el tiempotranscurrido en Grameen encuentran más fácilmente quetodas las demás un buen empleo en el ámbito de la econo-mía, en el de la administración o en cualquier otro.

El banco que llega hasta los pobres

Los bancos tradicionales desean dar sensación de impor-tancia y poder con sus establecimientos bancarios. Por esolevantan sus edificios en las metrópolis o al menos en loscentros regionales, y defienden esta opinión: «Quien quie-ra algo de nosotros, que venga a nosotros».

Ésta es también la razón por la cual nuestros bancosnormales no pueden estar a disposición de los realmentepobres del mundo. En Bangladesh, es imposible que unamujer del campo vaya a la ciudad, sobre todo si su familiase somete a las rigurosas normas del islam. Lo mismo sepuede decir de las pobres de las regiones rurales de Áfri-ca, Latinoamérica, la India o los demás países asiáticos.

La lógica de la solución vuelve a ser absolutamentesencilla: si las pobres no pueden venir al banco, el bancodebe ir a las pobres. Los empleados del Banco Grameenvan a los pueblos y presentan el funcionamiento de su ban-co. Si se encuentran con personas suficientes para uno o

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varios equipos de crédito, se las prepara en el propio pue-blo para la recepción del crédito. Los empleados del ban-co, sin embargo, sólo empiezan un proyecto en un pueblodespués de haber presentado su plan a todas las «persona-lidades» importantes del pueblo, como el alcalde, el ma-estro y el sacerdote. Se quedan en el pueblo cuando no en-cuentran un rechazo patente o cuando consiguen superarel rechazo inicial; de lo contrario, prosiguen su camino.

En el pueblo reciben luego sus préstamos los miem-bros del equipo de crédito, y allí tienen lugar los reembol-sos, las deliberaciones y todas las consultas comunes en-tre y con los grupos de crédito. Los negocios del BancoGrameen se desenvuelven al aire libre en todas partes.Incluso la mayor parte de la formación de los nuevos co-laboradores de Grameen tiene lugar no en oficinas, sino enla convivencia directa con las prestatarias. «La estancia insitu aporta a los jóvenes mucho más sobre la vida que to-dos los libros del mundo», dice Yunus con convicción.Más aún: ningún galón, ningún escritorio, ninguna venta-nilla separa a quienes participan en el negocio del banco.El principio del trato de igual a igual encuentra aplicaciónen todos los planos.

Los «maestros de la economía»perjudican sólo a los pobres

«Sí, pero ¿existen acaso tantas cosas con las que personassin ningún tipo de formación puedan hacerse indepen-dientes? ¿Cómo van a saber qué negocio funciona, cómose mueven los mercados? Para muchas cosas les falta, pe-se a todo, algún tipo de cualificación...». Preguntas de es-

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te tipo se le plantean al Banco Grameen desde hace ya másde 30 años. Legiones enteras de maestros de la economíatoman pie de tales clichés y mitos para desarrollar estrate-gias de desarrollo para los pobres, aun cuando nunca sehan tomado la molestia de hablar con ningún pobre ni decolaborar en absoluto con ellos.

Yunus ha dicho muchas veces lo que opina acerca dela mayor parte del gremio de asesores en el campo de lacolaboración planetaria para el desarrollo. Cuando en elaño 1986, en una teleconferencia con motivo del Díamundial de la Alimentación, se le invitó a debatir con elentonces presidente del Banco Mundial, Barber Conable,formuló su crítica abiertamente: «En todo proyecto quefinancia el Banco Mundial, sus expertos y asesores asu-men en definitiva el control. No descansan hasta transfor-marlo todo con arreglo a sus ideas». Es verdad que luego,en tiempos del siguiente presidente del Banco Mundial,James Wolfensohn, se llegó a conversaciones muy fructí-feras, y que el Banco Mundial creó incluso una oficinapara el fomento de los proyectos de microcréditos; perola lógica del negocio global de los asesores se mantie-ne tenaz, y Yunus enumera sus problemas con claridadmeridiana:

«Todos sabemos en qué medida los países del Tercermundo se han vuelto dependientes de los fondos de dona-tivos. Pero muy rara vez se indica en qué medida depen-den también de los asesores las administraciones de las or-ganizaciones donantes. Si se le encomienda un proyecto aun asesor, por debajo subyace siempre la suposición deque el país receptor debe ser guiado paso a paso a lo largode todas las fases de la definición, preparación y ejecuciónde dicho proyecto. Los asesores tienen un efecto parali-

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zante sobre el pensamiento y la capacidad de acción de lospaíses receptores».

Este modo de proceder genera sistemáticamente de-pendencia y falta de madurez, y nadie puede sorprenderseseriamente si el desarrollo no puede funcionar bajo estosauspicios. Conforme a este principio, los receptores, en suansia de ayudar, no se rigen ya por las necesidades realesde los pobres, sino por lo que sus asesores quieren, puessólo así tienen perspectivas de recibir fondos. Los aseso-res se rigen por los deseos e ideas de sus patrocinadores,pues sólo así tienen perspectivas de seguir siendo contra-tados como asesores. Con lo cual, sobre aquello que ayu-daría a los más pobres acaban decidiendo a menudo quie-nes más alejados están de los problemas reales. Y para queeste mecanismo no se vaya a pique, los asesores se hanpreparado un amplio abanico de argumentos con cuyaayuda pretenden explicar por qué, cuando algo no funcio-na como se esperaba, la culpa es siempre de los receptoresde la ayuda. En todo el mundo, la mayor parte de las «ayu-das para el desarrollo» se va en pagar a asesores, provee-dores, consejeros, expertos y burócratas. Todos ellos pro-ducen dependencia y lejanía con respecto al mundo. Lospaíses afectados, por el contrario, tienen que pagar duran-te generaciones los intereses (y los intereses de los intere-ses) generados por los créditos solicitados para costear to-do ello.

Un periodista estadounidense le hizo a Yunus en ciertaocasión esta pregunta: «En lugar de limitarse siempre acriticar, ¿qué propondría usted, entonces, si fuera presi-dente del Banco Mundial?». Él respondió: «Como prime-ra medida, trasladaría la sede del Banco Mundial aDhaka». ¿Por qué la capital de Bangladesh? «Ello tendría

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una doble ventaja. En primer lugar, quienes no se han con-sagrado de todo corazón a la causa de los pobres busca-rían por sí solos la salida de emergencia, y yo podría co-locar en su lugar a colaboradores realmente comprometi-dos que entendieran algo de los problemas. En segundo lu-gar, ello reduciría notablemente los costes de personal,pues yo podría colocar a colaboradores cuyo estilo de vi-da no requiriera salarios altos. Pues en Dhaka el coste dela vida es mucho más bajo que en Washington».

¿Realmente no saben los pobres lo que necesitan ni loque tienen que hacer para independizarse con éxito y paraque tal éxito sea duradero? La experiencia del BancoGrameen adujo la prueba inequívoca: nadie lo sabe mejorque los propios pobres. El Banco Grameen se abstiene demanera muy consciente y coherente de dar consejo algunosobre qué tipo de negocio han de regentar sus prestatarias.Precisamente de esta manera fomenta una verdadera eco-nomía de mercado en la que los pobres mismos desarro-llan la facultad de desplegar sus reflexiones de acuerdocon el mercado y de adaptarse de manera flexible a la va-riable necesidad y también a las circunstancias siemprecambiantes. De ese modo fomenta al mismo tiempo unaeconomía de mercado pronunciadamente múltiple y, conello, mucho más sana y robusta que la surgida de las ide-as de Ricardo, el teórico de la economía, acerca de las«ventajas comparativas». Éstas han empujado a muchospaíses en vías de desarrollo a la trampa que suponen laseconomías de un solo producto, sumamente vulnerables.Las mujeres de Grameen dirigen, en cambio, más de 1.700tipos distintos de empresas, desde el taller de encuaderna-ción hasta la reparación de neumáticos, pasando por laproducción y venta de verduras, cosméticos, juguetes, per-

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fumes, mosquiteras, velas, zapatos, cruasanes, pan, col-chas, barcas, relojes, paraguas, refrescos, especias o acei-te de mostaza.

Yunus resume de este modo la diferencia: «Hemoscreado de manera totalmente consciente una economía dela multiplicidad empresarial, en oposición a la famosa“economía de un solo producto”. Ésta necesita mucho di-nero para construir fábricas, por ejemplo. Los trabajado-res se van a vivir cerca de ellas, y regiones enteras pasana depender de una máquina de empleos que saca de lospueblos a las personas capaces. En este sistema, a las per-sonas in situ les llegan tan sólo unas pocas cosas positi-vas. Nosotros, por el contrario, creamos personas inde-pendientes que trabajan allí donde viven y que, gracias asu elevado número, pueden impulsar el progreso de todauna región».

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