El capricho envenenado de un niño

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El capricho envenenado de un niño . Una tarde insólita y fría, la pasaba el conde Lucanor, refugiado en su mansión. Estaban en la casa, él con su amada, y cuando ella menos lo esperaba Lucanor salió de la sala. Este salió de allí para hablar con Patronio de un del cual su amada no sabía nada. El conde se encontró con Patronio para pedirle consejo. Lo que le dijo fue lo siguiente, que ya lo sentía la misma atracción por su cónyuge. Patronio le contestó directamente y sin rodeos con una historia que así comienza... Un día de verano caluroso, Eduardo, un niño de apenas 12 años, no tenía mucho que hacer y decidió salir a jugar con sus amigos. Este vivía en una casa, que para ser sinceros era bastante vulgar, pero sin embargo sus necesidades básicas estaban cubiertas. Bueno, siguiendo con la historia, al terminar de jugar con sus amigos, estos dijeron de ir a comer algo en algún bar porque estaban cansados, pero entonces Eduardo al meter la mano en su bolsillo comprobó que no tenía nada de dinero,y les dijo a sus amigos que no tenía hambre y que se iba ya para casa. Al llegar a esta, su madre, estaba preparando la cena y su padre estaba a punto de llegar del trabajo. Eduardo enfadado le dijo a su madre: -Madre, estoy arto de no tener dinero para salir con mis amigos y de tener este “tuburio” de casa quiero buscar un empleo para poder hacer lo que quiera con el dinero. Su madre exaltada le contestó: -¡No!, hijo mio yo buscaré un empleo para que puedas tener tus caprichos. El niño tras mucho regruñir aceptó. Su madre encontró trabajo después de una semana de búsqueda , el trabajo era de camarera. Todo iba bien hasta que un día, Leonor , madre de el niño, se resbaló en el trabajo y cayó de espaldas. Su padre al enterarse salió corriendo del trabajo y fue para allá para llevarla a un hospital. En el hospital, tras observala, descubrieron que se había fracturado la columna y que no volvería a andar. Su padre decidió trabajar mucho menos para cuidar de su mujer, y por lo tanto cobraba menos, obviamente. Eduardo descubrió que si no hubiera sido tan caprichoso hubiera seguido su vida como antes, que aunque no eran muy adinerados, él y su familia eran felices... Lo que quiero decirte con todo esto es que valores lo que tienes, porque a veces por mucho desear, te quedas sólo y sin nada, es decir “ Más vale pájaro en mano que ciento volando”. Fragmento del “Conde Lucanor”. Autor: Manuel Fernández López. 1º Bachillerato C.

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El capricho envenenado de un niño .

Una tarde insólita y fría, la pasaba el conde Lucanor, refugiado en su mansión. Estaban en la casa, él con su amada, y cuando ella menos lo esperaba Lucanor salió de la sala. Este salió de allí para hablar con Patronio de un del cual su amada no sabía nada. El conde se encontró con Patronio para pedirle consejo. Lo que le dijo fue lo siguiente, que ya lo sentía la misma atracción por su cónyuge. Patronio le contestó directamente y sin rodeos con una historia que así comienza...

Un día de verano caluroso, Eduardo, un niño de apenas 12 años, no tenía mucho que hacer y decidió salir a jugar con sus amigos. Este vivía en una casa, que para ser sinceros era bastante vulgar, pero sin embargo sus necesidades básicas estaban cubiertas. Bueno, siguiendo con la historia, al terminar de jugar con sus amigos, estos dijeron de ir a comer algo en algún bar porque estaban cansados, pero entonces Eduardo al meter la mano en su bolsillo comprobó que no tenía nada de dinero,y les dijo a sus amigos que no tenía hambre y que se iba ya para casa. Al llegar a esta, su madre, estaba preparando la cena y su padre estaba a punto de llegar del trabajo. Eduardo enfadado le dijo a su madre:

-Madre, estoy arto de no tener dinero para salir con mis amigos y de tener este “tuburio” de casa quiero buscar un empleo para poder hacer lo que quiera con el dinero.

Su madre exaltada le contestó:

-¡No!, hijo mio yo buscaré un empleo para que puedas tener tus caprichos.

El niño tras mucho regruñir aceptó. Su madre encontró trabajo después de una semana de búsqueda , el trabajo era de camarera. Todo iba bien hasta que un día, Leonor, madre de el niño, se resbaló en el trabajo y cayó de espaldas. Su padre al enterarse salió corriendo del trabajo y fue para allá para llevarla a un hospital. En el hospital, tras observala, descubrieron que se había fracturado la columna y que no volvería a andar.Su padre decidió trabajar mucho menos para cuidar de su mujer, y por lo tanto cobraba menos, obviamente. Eduardo descubrió que si no hubiera sido tan caprichoso hubiera seguido su vida como antes, que aunque no eran muy adinerados, él y su familia eran felices...

Lo que quiero decirte con todo esto es que valores lo que tienes, porque a veces por mucho desear, te quedas sólo y sin nada, es decir “ Más vale pájaro en mano que ciento volando”.

Fragmento del “Conde Lucanor”. Autor: Manuel Fernández López.

1º Bachillerato C.