El Carisma Del Cantor Al Servicio de La Comunidad

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MALAKH a Jesús por maria EL CARISMA DEL CANTOR AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD EL SERVICIO DE CANTOR EN EL CAMINO NEOCATECUMENAL. CATEQUESIS DE KIKO ARGÜELLO EN LA II CONVIVENCIA DE CANTORES EN MADRID, MARZO 1978 "Que el Señor nos conceda humildad para este servicio y poder expresar en el ambón los sentimientos del salmista para ayudar a la asamblea y esto es solo gracia. La Paz". El cantor Este servicio es importante en la comunidad. ¿Qué misión tiene el cantor en la comunidad?: ayudar a los de fe más débil, la música acompaña y sirve a éste, acompañar a la palabra. El canto es un sacramento (signo visible), es una forma por la que la comunidad dice a Dios, mediante signos, que la Palabra proclamada ha sido fecunda, que ha cumplido su misión en medio de nosotros. Dice la Escritura que la Palabra de Dios es como la lluvia que cae sobre tierra y siempre la fecunda, nunca vuelve a Dios vacía. La respuesta a la Palabra en la asamblea es el canto. Siempre que cantamos Palabra de Dios, se la devolvemos hecha carne, hecha canto, cantada a una voz. ¿Cuál es la misión de la Palabra en la comunidad? La Palabra crea la comunión, la koinonía, el amor entre nosotros. Los amigos cuando se lo pasan bien cantan juntos, no así los enemigos. De alguna forma la Palabra logra ponernos en comunión. El canto crea la comunión. Tiene la misión de hacer de la pluralidad, suma de personalidades individuales sin comunión interior, la comunidad. El canto expresa lo que hace la Palabra en medio de la pluralidad. La primera expresión en la comunidad, los primeros berridos, son los cantos, que preanuncian que se empieza a crear la comunión. Cuando se está en crisis no se canta. Por eso, dime cómo canta una comunidad y te diré que espíritu tiene. El cantor ayuda a que la comunidad cante, enseña los cantos. El cantor expresa que la comunidad nunca subsiste sin Cristo que la fecunda, la perdona, la conduce por el camino que va al Padre, Él está con nosotros, suscita catequistas, nos lleva paso por paso. La comunidad no puede cantar sin su cabeza, Cristo. El solista representa a Cristo; la comunidad responde al solista. Ningún salmo se canta sin estar unido a Cristo. Todos tenemos un acusador, satán, te quiere convencer que tú eres un cerdo, un imbécil, que estás neurótico, que nuca cambiarás de vida y te invita a largarte de aquí. Que te vayas y te dejes de cristianismos, nos dice que Dios no puede querernos. El abogado, el que nos defiende, es el Espíritu Santo paráclito. Nos dice lo contrario: Cristo ha muerto por todos los pecados. Para salvar al pecador. La fuerza del pecado es la ley, dice San Pablo; paga, no tienes salidas, el pecado te aplasta como una losa, te mete hasta el fondo. La imagen de Cristo es que ha muerto por los pecados. La imagen de Jesús en la cruz significa que cuando te sientas oprimido por el pecado, me sienta cercado, la ley me condena, Jesús ha dado la vida por la Ley, Dios me acepta, no me rechaza, me vuelve a perdonar, tengo en Jesús una luz para mis pecados, Jesús ha abierto un camino, es el 1

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EL CARISMA DEL CANTOR AL SERVICIO DE LA COMUNIDADEL SERVICIO DE CANTOR EN EL CAMINO NEOCATECUMENAL. CATEQUESIS DE KIKOARGÜELLO EN LA II CONVIVENCIA DE CANTORES EN MADRID, MARZO 1978"Que el Señor nos conceda humildad para este servicio y poder expresar en el ambón los sentimientos del salmista para ayudar a la asamblea y esto es solo gracia. La Paz".El cantorEste servicio es importante en la comunidad. ¿Qué misión tiene el cantor en la comunidad?: ayudar a los de fe más débil, la música acompaña y sirve a éste, acompañar a la palabra.El canto es un sacramento (signo visible), es una forma por la que la comunidad dice a Dios, mediante signos, que la Palabra proclamada ha sido fecunda, que ha cumplido su misión en medio de nosotros. Dice la Escritura que la Palabra de Dios es como la lluvia que cae sobre tierra y siempre la fecunda, nunca vuelve a Dios vacía. La respuesta a la Palabra en la asamblea es el canto.Siempre que cantamos Palabra de Dios, se la devolvemos hecha carne, hecha canto, cantada a una voz. ¿Cuál es la misión de la Palabra en la comunidad? La Palabra crea la comunión, la koinonía, el amor entre nosotros. Los amigos cuando se lo pasan bien cantan juntos, no así los enemigos. De alguna forma la Palabra logra ponernos en comunión. El canto crea la comunión. Tiene la misión de hacer de la pluralidad, suma de personalidades individuales sin comunión interior, la comunidad. El canto expresa lo que hace la Palabra en medio de la pluralidad.La primera expresión en la comunidad, los primeros berridos, son los cantos, que preanuncian que se empieza a crear la comunión. Cuando se está en crisis no se canta. Por eso, dime cómo canta una comunidad y te diré que espíritu tiene.El cantor ayuda a que la comunidad cante, enseña los cantos. El cantor expresa que la comunidad nunca subsiste sin Cristo que la fecunda, la perdona, la conduce por el camino que va al Padre, Él está con nosotros, suscita catequistas, nos lleva paso por paso. La comunidad no puede cantar sin su cabeza, Cristo. El solista representa a Cristo; la comunidad responde al solista. Ningún salmo se canta sin estar unido aCristo.Todos tenemos un acusador, satán, te quiere convencer que tú eres un cerdo, un imbécil, que estás neurótico, que nuca cambiarás de vida y te invita a largarte de aquí. Que te vayas y te dejes de cristianismos, nos dice que Dios no puede querernos. El abogado, el que nos defiende, es el Espíritu Santo paráclito. Nos dice lo contrario: Cristo ha muerto por todos los pecados. Para salvar al pecador.La fuerza del pecado es la ley, dice San Pablo; paga, no tienes salidas, el pecado te aplasta como una losa, te mete hasta el fondo. La imagen de Cristo es que ha muerto por los pecados. La imagen de Jesús en la cruz significa que cuando te sientas oprimido por el pecado, me sienta cercado, la ley me condena, Jesús ha dado la vida por la Ley, Dios me acepta, no me rechaza, me vuelve a perdonar, tengo en Jesús una luz para mis pecados, Jesús ha abierto un camino, es el único que me quiere pecador, no quiere que peque porque el pecado me destruye.Viendo a Cristo conozco a Dios, Cristo intercede, hace de puente, comunica a Dios, el Espíritu de Dios, que me ama. Por eso Cristo canta con nosotros, dice en el salmo16: "los enemigos me acusan: venga de Tí mi sentencia, los demás me condenan, Tú ves la rectitud, soy inocente, tengo...."; Jesús reza con nosotros. Nos permite decir:"Tú me escrutas por la noche y ves que no tengo malicia en mi corazón". Jesús se ha hecho uno contigo, se presenta ante el padre unido a tí. Jesús muere, se hace carne conmigo, se ha hecho Kiko, pecador.Nunca cantamos la Palabra de Dios sin Jesús. Tú sabes que no hay malicia en mí, puedo decirlo porque Cristo está cantándolo conmigo, me acompaña. Hay una parte que la canta el solista. La comunidad unida a Cristo remacha. Es importante que el cantor haga el servicio con un mínimo de humildad: "la humildad es la verdad" dice Santa Teresa.La música es a la Palabra lo que el Espíritu al cuerpo. Cada palabra tiene una música, la música es el tonillo. Al hablar lo hacemos con una música. Lo que nos molesta a veces es el tonillo ¡Nos dice la cosa con retintín! Cada palabra tiene una música. Esa música, es el espíritu de la palabra, como el cuerpo, y que procede del espíritu del hombre, de cómo lo sienta, por eso el que habla, por su música se puede conocer si suena a falso, pues es difícil engañar, pues no depende de la razón sino del subconsciente, no la puedes controlar. Uno se enrolla porque quisiera decir la verdad pero no la dice, no da de lo de dentro y se le nota. Otro, el neurótico, todos los días contando batallitas. Otro, habla y todos le escuchan, cuenta sus vivencias, nos damos cuenta de que al hablar da algo, todo el que se da aporta, da algo.

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Cuando uno se enrolla ¿Qué quiere decir que se enrolla?: que envuelve, intenta camuflar sus palabras, y se nota. La música de las palabras no se puede cambiar. Por eso lo lectores de la Iglesia no eran gente de la radio, en primer lugar porque no había; se elegían entre los que tenían fe, que podían testificar elEvangelio. Cuando lo proclamaban metían su música, su vida.Cuando la comunidad llegue a su madurez surgirán ministerios según su fe. Todo esto es para decir que con la Palabra cantada es peor. Todo cambia cuando se habla con el Espíritu. De lo contrario al hablar uno dice su verdad: que es un pecador, y no hay quien lo aguante.Cantar es difícil, no porque haya que vocalizar, etc., sino porque es difícil expresar lo de dentro, mostrar el contenido del Evangelio. Os invito a cantar en la Verdad, que sale siempre del corazón, para no ser signos de vuestro pecado. La música no se puede camuflar. Se va a descubrir en el camino el servicio de salmista, importante y difícil.¿Cómo se forma un cantor? El cantor se va formando conforme vive su fe. Hacer buenos cantores es hacer gente que viva el cristianismo. Conforme vive su fe, crece su posibilidad de decir. Ahora que hace falta un mínimo de voz, aunque lo importante es que se sienta, y no se siente porque uno quiera, se nota si uno está afectado, canta con afectación. En la asamblea cristiana no había este ministerio.Es importante la postura, pues quita si no el respeto a la Liturgia, porque hay una presencia; con el cuerpo se dice aquí está Cristo. Estamos en el nombre del Señor, haciendo un servicio, está el Espíritu del siervo sufriente. El cantor es el que tiene más Espíritu de este siervo, y posibilidades de exultar. El canto es la expresión religiosa más alta, más que el templo, la música. Todas las religiones tienen sus cantos. Cantar con todas las fuerzas, alzando la voz a Dios. El canto es a la Palabra lo que el Espíritu es al cuerpo, como la danza expresa el amor comunicado, es una forma de sentirnos unidos al hombre, una asamblea que expresa lo que hace el Espíritu Santo.Vamos a un tipo de asamblea comunitaria. El Señor nos llama a convertirnos a cantor, a trabajar nuestro servicio, conocer un mínimo la guitarra. Lo más importante del canto es lo que lo conforma, la forma de decir, el músico viene detrás al servicio del Espíritu. El cantor es un instrumento al servicio del Espíritu.Tenemos la responsabilidad de que no se cante de cualquier forma, por eso hay que aprender bien los cantos, cantarlos cercanos a nosotros los catequistas, ya que el Señor nos los ha inspirado para abrir este carisma.

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EL CARISMA DEL CANTOR AL SERVICIO DE LA COMUNIDADEL CARISMA DEL SALMISTA-CANTOR. APUNTES DE UNA CATEQUESIS DE KIKOARGÜELLO EN LA CONVIVENCIA DE CANTORES EN ROMA, EL 16 MARZO DE 1980Está surgiendo un nuevo carisma, un nuevo servicio a la Iglesia: el Salmista-Cantor. Es el carisma de David, quien desde dentro de su pueblo y con su pueblo ha elevado al Eterno el grito de la súplica y de la alabanza. Es el carisma de Nuestro Señor Jesucristo, verdadero y único Cantor, que desde dentro de nuestra condición humana, para nosotros y en nombre de todos nosotros, ha elevado el "sacrificium laudis" al Padre de la Misericordia, con corazón y labios puros que han confesado su amor.El canto es muy importante en la comunidad cristiana. En muchos de los Ritos cristianos antiguos - lo mismo ocurre en los hebreos - toda la liturgia es cantada.El canto expresa la verdadera naturaleza de la Iglesia: pueblo orante y exultante, reunido por la palabra de Dios en el Amor. El fruto de la Palabra, bajando como rocío y tomando posesión de la asamblea, ha producido - amor, comunión fraterna- vuelve a Dios subiendo hasta lo alto como suave perfume en forma de canto a una sola voz, "con un solo corazón y una sola alma".Vosotros estáis llamados a reconstruir la asamblea que canta, que "expresa con el canto la exultación del espíritu" dice el Pregón solemne de la Pascua. ¿Dónde encontramos hoy una asamblea así?Pablo VI, en una serie de catequesis tenidas los miércoles desde el 8 de julio al 15 de septiembre de 1976, dedicadas al tema de la reconstrucción de la Iglesia en la presente generación, ha afirmado: "Hay que construir la Iglesia, lo repetimos, laIglesia debe ser construida en el siglo presente". Nuestro tiempo necesita reemprender la construcción de la Iglesia, psicológica y pastoralmente, como si comenzara de nuevo, por decirlo así, a regenerarse.Hay que volver a levantar el templo del Señor. ¿En dónde? ¡En nosotros, en nosotros habita el eterno! "La Palabra se ha hecho carne y ha puesto su Tienda entre nosotros". Nosotros somos la "Tienda de la Reunión", el Santuario de su "Shekináh", de su Presencia. Hay que restaurar en el Templo del Señor un culto espiritual, un sacerdocio real y profético. Por eso estamos abriendo un camino de retorno para los alejados, para los ateos. Hay que reconstruir la casa para acoger a los alejados.El carisma del Salmista-Cantor es fundamental en esta obra de reconstrucción. ElSeñor os confía una misión en la reconstrucción de la Iglesia en la presente generación. Salomón construyó el templo y se preocupó de los cantores, y antes que él David, sobre todo. Es una cosa nueva a la que Dios nos está llamando. No tenemos una tradición, porque este carisma se había perdido prácticamente desde hacía siglos en la Asamblea cristiana. Existía tal vez el maestro de coro que enseñaba los cantos de iglesia a los demás, pero aquí no se trata de esto.Ya no sabíamos lo qué es "expresar con el canto la exultación del espíritu".Entonces tenemos que buscarlo, inventarlo, tras las huellas de la experiencia más antigua de la Iglesia, y según lo que el Espíritu Santo está suscitando en nuestras comunidades.El canto es la expresión más alta de la experiencia del espíritu religioso. La música es a la palabra lo que el alma es al cuerpo. Toda palabra tiene una música, es decir, un alma. Se pueden decir las mismas palabras con música diversa y el significado cambia. La música lo dice todo, más que la palabra. Es precisamente su aliento, su alma. De esa música tú no eres consciente cuando pronuncias la palabra. Por eso es difícil que puedas engañar: la música que pones sin darte cuenta en la palabra expresa lo profundo de ti, si eres verdadero, auténtico o no. La música se te escapa, no puedes dominarla, te traiciona.He ahí la importancia de la música que acompaña y anima la palabra. Esto vale para el hablar normal ya sea en conversaciones, ruedas de experiencias, catequesis, ecos de la Palabra, etc. En este nivel hablas y hablas y no dices nada, aburres, cansas, o bien hablas y agarras los corazones, no cansas, porque transmites un espíritu, una vida, de lo profundo. Cuando uno habla como un disco se desconecta, pero cuando habla con "música espiritual" te está dando el alma, el amor, la vida.Si esto vale tratándose de la palabra simple, mucho más tratándose del servicio de cantor y también de lector de la comunidad.El problema de fondo es que para cantar y leer como se debe se necesita fe. Por eso no todos pueden cantar o leer. Hay cantores y lectores estupendos a los que les falta algo: el "pathos" el sentimiento, no comunican nada. No han recibido el carisma los que leen o cantan con una técnica perfecta, sino quien tiene el espíritu, y da ese espíritu a la palabra y al canto. ¡Se trata

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de ser testimonios! Uno puede tener una técnica estupenda o una voz excepcional, y sin embargo cantar o proclamar como un bronce que resuena.Ciertamente hace falta también un mínimo de técnica para cantar y tocar. Si no lo tienes recibes lecciones de un maestro. Indicará que amas el carisma. Pero para cantar con espíritu se requiere la conversión. Y para esto está el Camino Neocatecumenal.Entonces el servicio de Cantor es la síntesis de tres elementos: la Palabra, la música y el espíritu (la fe) del que canta.Cantad además con humildad: sed conscientes de que no podéis engañar a la asamblea. Cantas con la medida de fe que tienes. Sabes que si el Señor te está eligiendo como cantor te dará este carisma.Un Padre de la Iglesia decía "Nunca debemos dejar de hacer el bien por miedo a la vanidad". Satanás te acusa: ¿No ves que eres un vanidoso, que cantas para construirte a ti mismo? Y con falsa humildad te hace una mala jugada. Más tú humíllate y confía en el Señor.Antes de cantar ponte en la presencia de Dios. Piensa en Él. Piensa que no cantas para agradar a los presentes. Tú proclamas. El canto es una proclamación. ¿A quién? A Dios. Vete al atril y disponte a cantarle al Señor. Al atril: un atril sólido como un trono, ¡como el Sinaí!, desde el que Dios ha proclamado la Palabra de vida para nosotros.Amad a la Palabra: amor a la Palabra, y a lo que la contiene: el Libro, y lo que la sostiene: el atril, el ambón. Por el cuidado y el respeto a estos signos se ve vuestro amor a la liturgia. Y en la liturgia un momento fundamental es el canto, el "sacrificium laudis" (sacrificio de alabanza). En el atril tienes una actitud que expresa con el cuerpo lo que estás haciendo. Allí no ejecutas un canto de Kiko, sino que cantas una alabanza a nuestro Dios. Por eso no puedes cantar sin convertirte.Es importante conocer bien los cantos y cantarlos sin deformarlos, cantarlos según la "tradición". Hay muchos que no soportan cantar como canta otro, por conflictos, por antipatías, etc., y retuercen, añaden una nota por aquí, un acorde por allá. El canto lo ha compuesto otro. ¿Qué es lo que tienes que poner tú? La expresión, el alma, el espíritu, ¡que viene de tu conversión!Hay distintas clases de cantos: salmos, himnos, aclamaciones, etc. Cada uno tiene una estructura propia, una expresión diferente. Dice San Agustín: "cuando el salmo llora, llora tú con el salmo. Cuando ríe, ríe tú con el salmo. Cuando el salmo reza, reza también tú con él".Las notas sirven para expresar un contenido. Y así: "Desde lo hondo a ti grito,Señor, ¡Señor, escucha mi voz!". El salmo exorciza: David cantaba y Saúl se calmaba, el demonio lo dejaba. Por eso también decía San Pablo: "cantad".Preparad bien los cantos de la Vigilia Pascual: preparaos y preparad también a la comunidad. Se ve la importancia de una fiesta también por esto: por el cuidado de la preparación. Los cantos particularmente importantes son tres: el Pregón Pascual, Caballo y caballero, la Bendición del Agua y también el Gloria.¿Cómo hay que distribuirse los cantos? Que haga cada canto el que mejor lo hace, por el bien de la celebración. Enseñad a los presbíteros la Anáfora y la Bendición del Agua. Hay presbíteros que no se atreven a cantar, porque dicen que tienen mal oído, que no han cantado nunca. No hay nadie desentonado por principio: todos tenemos las cuerdas vocales perfectas. Está desentonando el que tiene conflictos internos. En efecto, la música tiene relación con el espíritu y frecuentemente no es más que cuestión de complejos internos. El oído se puede educar. Yo he hecho cantar a curas que decían: ¿yo cantar? ¡Imposible! Si tu presbítero dice: ¡no!, le debes obedecer, amarlo, dar la vida por él. De otro modo ¿cómo le mostrarás queDios ha dado la vida por ti amándote? Cristo te ha amado a ti cuando le decías con tu vida: ¡no¡, cuando eras su enemigo, te ha comprado a un precio derramando toda su sangre. Y ya Resucitado, vivo y rey para siempre a la derecha del Padre te envía su Espíritu Santo.Hay una gradualidad en los cantos del Camino Neocatecumenal: cantado antes de tiempo un determinado canto puede ser un moralismo. Y los cantos que nacen en las diversas comunidades tendrán que ser cribados. ¡Que el Señor os dé el espíritu de David!

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EL CARISMA DEL CANTOR AL SERVICIO DE LA COMUNIDADLA VOCACIÓN DEL CANTOR EN LA TRADICIÓN HEBREADe A.J. Heschel. Traducido al Español del original en Italiano: Por James Arosemena¿Qué cosa le espera a una persona que entra en una Sinagoga? Para estudiar se frecuenta la Biblioteca, para adquirir riquezas de valor estético se va al museo de arte, para escuchar música, se va al concierto. Y, ¿cuál es la razón para ir a laSinagoga? Hay muchas oportunidades para adquirir los valores mundanos, oficios, técnicas, pero ¿dónde se puede ir para aprender las profundidades del Espíritu?Existen muchas oportunidades para hablar en público, pero ¿dónde encontramos oportunidades para el silencio? Muchos nos enseñaron como ser elocuentes, pero ¿quién nos enseña a callar? Ciertamente es importante desarrollar un sentido de"humorismo" pero ¿no es más importante poseer un sentido de Reverencia? ¿dónde se puede adquirir la Sabiduría Eterna de la compasión? ¿dónde el miedo de la propia crueldad, volverse sensible al peligro de la propia torpeza? ¿dónde se puede aprender y aprehender que la verdad más profunda se encuentra a través de la contrición?Constantemente nos encontramos necesitados del don de la purificación. Tenemos necesidad de experimentar momentos en los cuales el Espíritu entra en nuestra historia. Cada uno posee un sentido de la belleza y es capaz de distinguir entre lo que es hermoso y lo que es feo, pero tenemos que ser sensibles no solo a la estética, más al Espíritu. Y es en la Sinagoga donde podemos buscar esta interioridad y sensibilidad. Para intentar lograr una certeza espiritual, uno no puede apoyarse en sus propias fuerzas. Necesitamos una atmósfera en la cual nuestra sed espiritual está permanentemente condividida por una comunidad. Ciertamente necesitamos de estudiantes, de estudiosos, de maestros y de especialistas, pero sobre todo necesitamos de testigos, de hombres sumergidos en la vida de adoración, que al menos por un momento, se den cuenta que la vida pierde sentido sin la estrecha unión a Dios.Es deber del cantor crear la comunidad litúrgica y transformar una pluralidad de individuos que rezan en una unidad de personas que adoran. Pensando en su experiencia religiosa, un hebreo se da cuenta que los momentos religiosos más sobresalientes de su existencia tuvieron lugar durante la oración. El culto es la fuente de la experiencia religiosa, de lo que llamamos introspección. En el pasado las horas vividas en la liturgia eran la fuente de nuestra fe y nos tendríamos que interrogar si estas fuentes están todavía vivas en nuestros tiempos.Un día, después de una liturgia, escuché decir a una señora anciana: "Fue una liturgia encantadora, casi lloro". ¿Es esto lo que la oración significa para nosotros?Dios es serio, aunque también es "cariñoso" con sus criaturas lo que no ha de confundirse con el sentimiento. Y nosotros nos imaginamos que el sentimentalismo sea oración. "Servid al Señor con temor y exultad con temblor". La oración es gozo y temor, confianza y terror juntos.He crecido en una familia donde el espíritu era una cosa concreta. No había elegancia, pero si contrición, no había muchas riquezas, pero si un gran deseo de Dios. Mi familia era un lugar donde, encontrando a un hebreo, encontraba el hebraísmo y cuando entrábamos en una Sinagoga, cualquier cosa podía suceder.Todavía hoy, cuando voy a la Sinagoga espero siempre volver a experimentar nuevamente esta atmósfera. Pero ¿qué cosa encuentro en las Sinagogas de hoy día? ¿qué cosa "sucede" en realidad en nuestras liturgias? Uno se tendría que dar cuenta de las dificultades del cantor. Con frecuencia la invitación a orar se rompe como contra un muro de acero. No siempre la Asamblea está abierta a la adoración y el cantor está llamado a abrir una brecha a la indiferencia general, la tiene que conquistar, para poder rezar en nombre propio, con frecuencia tiene antes que despertar a aquellos que duermen, antes de poder afirmar que es "Shaliach Tzibur" o sea "el enviado de la Comunidad". La tragedia de la Sinagoga de hoy es la despersonalización de la oración.Ser cantor se ha convertido en una destreza, una técnica, un oficio, una cosa en el fondo impersonal. Como consecuencia de esto los sonidos que emite el cantor no invitan o no suscitan a la Asamblea a participar, entra por los oídos, pero no toca el corazón.La palabra en lengua hebrea más apropiada para referirse al cantor es "BaalTefillah" o sea "Maestro de Oración". La misión del cantor es la de conducir a la oración; no está de pie delante del arca como un artista, aislado, buscando mostrar su habilidad o su voz y ni siquiera está delante del arca como un singular individuo, sino que está junto a su comunidad, con la cual tendría que identificarse. El representa, al mismo tiempo que inspira, a la comunidad.En la Sinagoga la música no tiene una finalidad en sí misma, sino que es un medio que debe ayudar a la experiencia religiosa. Su función es la de ayudarnos a vivir por un momento en la

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Presencia de Dios: a abrirnos hacia Él en la alabanza, en el conocimiento de nosotros mismos y en la esperanza.Nos hemos acostumbrado a creer que el mundo es un vacío espiritual y que son solo los ángeles que proclaman: "llena está la tierra de Su Gloria". Como si solo los serafines estuviesen dotados de la capacidad de glorificar. Los cielos proclaman la gloria de Dios. ¿cómo lo hacen? ¿cómo lo manifiestan?No emiten discursos, no dicen palabras, ni siquiera se siente su voz. Los cielos no tienen voz, no se puede escuchar la Gloria. Es deber del hombre revelar lo que está escondido, de ser voz de la Gloria, de cantar su silencio, de exprimir, de decir lo que está en el corazón de todas las criaturas. La Gloria está aquí, invisible y silenciosa pero el hombre es su voz. Su deber es ser el canto, así todo el cosmos es una asamblea en busca de un cantor. De tal manera que cada séptimo día proclamamos: todos te bendecimos, todos te alaban, todos dicen: ninguno es Santo como el Señor. ¿Qué oído ha escuchado como los árboles cantan a Dios? ¿Alguna vez ha pensado nuestra razón de invitar al sol a alabar al Señor? Con todo lo que el oído no escucha, y que la razón no percibe, nuestra oración lo explica a nuestra alma. Se trata de una verdad que solo el espíritu puede acoger: "todas tus obras te bendicen, Señor". No estamos solos en nuestra alabanza y culto. Donde quiera que exista la vida, existe una liturgia silenciosa. El universo busca continuamente la unidad a través de la adoración y el hombre es el cantor del universo y a él le fue conferida la facultad de subir a Dios a través de esta cósmica oración. Cantar es intuir y afirmar que el espíritu es real y que la gloria está presente.Cantando percibimos lo que está "más allá" de cualquier percepción. El canto, y particularmente el canto litúrgico, no es únicamente un modo de expresión, sino una forma de descender el cielo sobre la tierra. El valor numérico de la palabra shirah (canto), equivale al valor numérico de la palabra tefillah (oración).La música sinagogal es ante todo música al servicio de la palabra litúrgica. Su alma es la "nussach" (unción) y su integridad depende del cultivo de la "nussach". Una de las razones principales del decaimiento de la oración sinagogal es la pérdida de la "nussach", la pérdida del sentido del verdadero canto.Rezar sin la "nussach" significa perder la participación activa en la comunidad. Si la gente no es capaz de rezar, sin duda será capaz de cantar, y el canto le conducirá a la oración. Lo que entiendo como desapego entre la música sinagogal y la palabra litúrgica, no es un cantar sin palabras, sino un cantar que contradice la palabra litúrgica. Un problema que es a su vez espiritual y técnico. La voz del cantor no debe reemplazar, y ni siquiera interpretar erróneamente el espíritu de las palabras.El cantor que prefiera hacer sentir su voz más que ser aquel que transmite la palabra, alejándose así del espíritu de las palabras, no logrará nunca acercar la comunidad al espíritu de las palabras, no podrá acercar la comunidad a la oración."Se humilde frente a las palabras", esta frase tendría que ser un imperativo para el cantor. Delante de la Santidad del Arca, un auténtico cantor se daría cuenta de que su auditorio no son los hombres, sino Dios mismo; se dará cuenta que no está allí para entretener a la gente, sino para representar al pueblo de Israel y le sucederá que llegará a momentos en los cuales olvidará el mundo entero, ignorará la comunidad, y será invadido por la conciencia de saber que está en la presencia de Dios.Entonces la comunidad se dará cuenta que el cantor no da un concierto, sino que adora a Dios; que rezar no significa escuchar a un cantor, sino identificarse con aquello que viene proclamado. Oración es canto. "Cantad a Él, salmodiad para Él, meditad sobre todas sus maravillas, sobre el misterio que nos encierra".La maravilla supera cualquier descripción, el misterio sobrepasa las facultades de cualquier forma lingüística. La única forma lingüística que parece compatible con el milagro y el misterio de la existencia es el lenguaje de la música, por ello la música es más que la sola expresividad. Es más bien, una forma de penetrar en un reino que está más allá de todo aquello que se puede expresar verbalmente.La expresión verbal tiene el peligro de hacer o transmitir una cosa "de forma literal o literalmente" y de servir como sustituto para la intuición. Las palabras humanas se convierten en "eslogans" y estos se transforman en ídolos. Pero la música es el rechazo de la poquedad y limitación humanas.La música es un antídoto contra la idolatría de las palabras humanas. Mientras otras fuerzas en la sociedad se alían para ocultar nuestra mente, la música nos regala momentos en la cual el Inefable se convierte en vida. Se decía que cuando el templo estaba todavía en pie, quien transgrediera la ley, llevaría su sacrificio de expiación a Jerusalén, el sacerdote lo escrutaba y

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discernía todos sus pensamientos, y si percibía que el hombre aquel no se había arrepentido completamente, lo mandaba donde los levitas que comenzaban a cantar salmos para llevar al pecador a la Teshuvá, o sea, al arrepentimiento, al dolor de los pecados, a la contrición. La música tiene el poder de conducirnos a las sombras del arrepentimiento, a una insoportable toma de conciencia de nuestra vanidad y fragilidad, y a la tremenda reverencia debida a Dios.Sin embargo, la música es un vehículo que puede transmitir cualquier cosa: Puede expresar ya sea vulgaridad como posibilidad de participación de lo que es sublime; puede transmitir vanidad o inspirar humildad, puede generar furor o puede estimular a la práctica de la compasión; puede incitar al vacío o llenar de sentido y de maravilla una determinada situación; con frecuencia es la voz de la más alta reverencia; pero frecuentemente es la expresión más alta de la arrogancia.Antes de entrar en la sinagoga, olvido todo aquello que sé y busco iniciar desde el inicio. Algunas veces las palabras se abren, otras veces permanecen cerradas, pero aún así es el canto que introduce aquel que se encuentra y reconoce con una fe pobre, y la voz del cantor puede ser una puerta.Una de las cosas que contaminan el canto de los cantores de hoy día es la falta de sentido del misterio que está en la raíz de toda conciencia religiosa. La música alcanza su dimensión religiosa cuando cesa de satisfacerse del sentimiento y de la imaginación. La música religiosa es una tentativa de transmitir aquello que está cerca de nosotros, pero que no podemos percibir con nuestros sentidos.La progresiva pérdida de esta tensión somete todo el canto sinagogal a un peligro que es el de convertirse en una distorsión del espíritu. La música es el alma del lenguaje. Una buena frase es mucho más que simples palabras unidas entre sí. Una frase sin tono, sin una cualidad musical es como un cuerpo sin alma. El secreto de una frase bien concebida se encuentra en la creación de una cualidad tonal que corresponda al sentido profundo de las palabras que se dicen. Desgraciadamente esta armonía falta muchas veces en la expresión de los cantores.Algunas veces quedamos y probamos el sin sabor cuando escuchamos frases y conjuntos de maravillosos pensamientos expresados con tonos falsos: palabras sublimes pero melodías vulgares. Cuántas cosas que se escuchan en nuestras sinagogas no tienen nada que ver con nuestra liturgia. Cuánta música que escuchamos distorsiona y además contradice las palabras, en vez de ofrecer una debida connotación. Una música de este género tiene un efecto desastroso en nuestro deseo de oración; escuchando algunas melodías sinagogales modernas con frecuencia uno se siente incómodo y no a gusto. Para que nuestra música religiosa adquiera nuevamente su dignidad, no nos bastará estudiar la tradición musical. Lo que en realidad nos urge es una renovación litúrgica. Esto no sólo requiere un nuevo significado de lo sagrado y una fe renovada, sino también un escrutinio integral, mejorando la comprensión del sentido más profundo de las palabras litúrgicas y del modo de apropiarse y proclamar estas palabras.El declive de los cantores continuará hasta que no nos demos cuenta que el significado de lo "sagrado" y la fe son más importantes que el talento y que la técnica; y la música no debe en ningún momento perder la relación con el espíritu de las palabras.En el judaísmo el estudio es una forma de culto (adoración), pero se puede también decir que el culto es una forma de estudio e incluye la meditación. No basta, por eso, que uno se apoye en la propia voz. Urge de parte del cantor un constante esfuerzo para encontrar acceso a la sublimidad de las palabras litúrgicas. ¿A qué cosa nos exponemos en la misteriosa atmósfera que cubre la Sinagoga? No solo a palabras sagradas y no sólo a tonos sagrados. Esto ciertamente es la esencia de nuestra liturgia: Una combinación de palabras y de música. Pero aunque grande sea la música, ella nunca será el fin último. El último y supremo fin es Dios y el medio a través del cual Él nos guía en la palabra.Nosotros no poseemos música sagrada. La música es sólo el lenguaje del misterio.Pero hay algo que es más grande que el misterio (en el sentido de la inaccesibilidad). Dios es el significado más allá de todo misterio y este significado se esconde en las palabras de la Biblia, mientras que nuestra oración es un intento de llevar a la luz lo que está oculto en estas palabras. Difícilmente hay pruebas de la existencia de Dios, pero sí hay testigos. Como primicias de estos testigos encontramos la escritura y luego, aquellos que la meditan y la cantan.Nuestra liturgia es un momento en el cual estos dos testigos se unen y se manifiestan. Por el testimonio de dos testigos todo será decidido. Quizá este es el modo de definir la figura del cantor. Es una persona en la cual se encuentran estos dos testigos. En el cual el yo y la oración son uno solo.

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Quisiera definir la esencia de la figura del cantor como el arte de la exégesis litúrgica, el arte de interpretar la palabra de la liturgia. Las palabras mueren en la rutina: es deber del cantor concederles la vida. El cantor es una persona que conoce el secreto de la resurrección de las palabras. Este arte no sólo exige que el cantor ofrezca la propia vida sino también la vida contenida en la piedad de todas las generaciones pasadas. Nuestra liturgia contiene infinitamente mucho más de lo que nuestros corazones puedan "sentir". La liturgia hebrea tanto en palabras como en canto es un sumario de nuestra historia. Existe una Torá escrita (la escritura) y una Torá oral (la tradición).Los hebreos afirmamos que la una sin la otra son incomprensibles. Del mismo modo podemos decir que hay una liturgia escrita y una liturgia vivida. Existe la liturgia, pero existe también una contribución interior y una respuesta a ella, una vía para dar vida a las palabras, un estilo por el cual las palabras generan una proclamación personal y única. El Señor ordenó a Noé: "Entra en la Tevah, tú y toda tu familia". Tevah significa arca, pero también significa palabra. Rezando, una persona debe entrar en la palabra con todo aquello que posee, con el corazón y el alma, con el pensamiento y la voz. "Haz una luz para la palabra". La palabra es oscura y el deber de aquel que reza es de encender la luz de la palabra.Humildemente tenemos que acercarnos ya sea a la palabra como al canto. No tenemos que olvidar nunca que la palabra es más profunda que nuestro pensamiento y que el canto es más sublime que nuestra voz. Es la palabra la que nos lleva.Los rabinos dicen que "aquellos que llevaban el Arca de la Alianza eran llevados por el Arca". Y en efecto, quien sabe llevar la palabra en todo su esplendor, es llevado por esta misma palabra y, quien ha encendido una luz en lo interno de la palabra, descubrirá que ha encendido una luz dentro de su alma. ¿Dónde está la Shekináh? ¿Dónde encontramos la presencia de Dios? Según el Zohar, la Shekináh se encuentra en la palabra. Dios está presente en la palabra sagrada. Rezando descubrimos la santidad de las palabras.El canto es la expresión más íntima del hombre. De ningún modo el hombre se descubre tan completamente como cuando canta; porque la voz de una persona, en particular cuando canta, es el alma en toda su desnudez. Cuando cantamos exprimimos y confesamos todos nuestros pensamientos. En todo sentido la esencia del cantor es una efusión que emana del corazón.Se cuenta que el Baal Shem Tov estaba escuchando intensamente a un músico que cantaba. Sus discípulos le preguntaron por que estaba tan sumergido en la escucha del canto. Respondió: "Cuando uno canta, expulsa de dentro de sí todo aquello que ha hecho".Se cuenta que muchos cantores frecuentaban la escuela de un rabí jasídico. Todos se reunían donde él para las fiestas. Antes del Yom Kipur, un cantor vino hacia el rabí pidiendo la bendición porque tenía que ir a su casa a preparar los cantos para el día del perdón. El rabí le dijo: "Porque tienes que revisar los cantos y las notas, son los mismos del año pasado. Es más importante que tú revises tu vida y observes tus obras, porque no eres el mismo del año pasado".Un hombre piadoso de la comunidad había perdido el trabajo y buscaba como sobrevivir. Los miembros de su comunidad, que lo admiraban por sus conocimientos de la Torá y su piedad, le sugirieron de fingir como el cantor en aquellos "diez tremendos días". Pero este se consideraba indigno de servir como mensajero de la comunidad, como aquel que eleva la oración de sus compañeros delante del Santo. Fue a consultar a su maestro, el rabí Di Husiatin, le expuso su triste situación e hizo alusión a la invitación de servirlo como cantor, pero que tenía miedo de aceptar aquella invitación porque se sentía indigno. "Ten miedo y canta", le respondió el rabí.

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EL CARISMA DEL CANTOR AL SERVICIO DE LA COMUNIDADEL ESPÍRITU DE DAVID, REY DE ISRAEL, VIVE POR SIEMPREEl rey David era ya anciano y sentía que el final de su vida se estaba acercando.Entonó un salmo de acción de gracias al Señor por todas las empresas que le había hecho llevar a buen término y por todo el bien que había hecho a su pueblo, invocó su perdón por los pecados que había cometido y concluyó con la súplica de que le revelase cuándo había decidido sacarlo de esta vida.Había apenas acabado su canto y estaba esperando ansiosamente la respuesta divina, cuando de improviso, se levantó un huracán impetuoso: pero David sintió dentro de sí que no era la tempestad la que le traía la respuesta divina.Instantes después escuchó un ruido formidable, como el romper de las olas en el mar, pero ni siquiera en esto David escuchó la respuesta divina.Después vino un gran fuego que bajó de lo alto, pero tampoco este era el portador de la respuesta divina. El fuego desapareció y no dejó ningún rastro de su paso veloz.De pronto se hizo un profundo silencio y toda la naturaleza quedó callada como sucede en algunas noches estrelladas o en pleno día de un verano sofocante.En este silencio se empezó a oír una suave melodía como no se había oído jamás otra igual. Este fue para David el signo de que el Espíritu de Dios estaba presente en su casa. Se inclinó hasta el suelo y repitió su pregunta: "Házme saber, oh Señor, cuándo será el último día de mi vida, cuándo me harás morir".El rey oyó la voz del Eterno que susurraba: "En el cielo se ha decidido inderogablemente no decir a ninguno cuando será el final de sus días".Pero David continuó: "Todos saben esta decisión divina y yo me doy cuenta que indispensable es para nosotros los hombres, ya que si supiésemos cuando moriremos nuestra vida no sería más vida. Pero a través de los profetas me ha sido revelado que no obstante, habiéndole destinado a Adán mil años, lo has dejado vivir solamente novecientos treinta años, por lo cual, me has reservado los otros setenta años a mí, sin los cuales yo no habría nacido. Ahora estoy para cumplir los setenta, por eso sé que el tiempo de vida que se me ha asignado está para acabar.Lo que te pido es decirme solamente que día de la semana me harás morir".El Señor se dio cuenta de que David tenía que ser excluido de la disposición celeste. En medio de aquel profundo silencio se oyó un murmullo: "Morirás en sábado".Pero David que solía pasar los sábados salmodiando rogó a Dios para que cambiara el día: "Te suplico, Dios grande, que no me quites el alma en sábado, atrasa un día tu decreto".Pero el Señor objetó: "Ya está determinado que tu hijo Salomón sea coronado en domingo, y su reino no puede ser abreviado ni siquiera un día, ni incluso para dejarte reinar un día más en su lugar"."Si es así", añadió David, "anticipa mi muerte un día y hazme morir en la vigilia del sábado"."De ningún modo", replicó el Señor, "no quitaré nada de tu reino, porque solo un día de tus estudios sagrados y de tu salmodia vale más para mí que miles de holocaustos que Salomón inmolará sobre el altar en mi honor". Con esto acabó aquel absoluto silencio que había reinado desde el momento en que el Espíritu deDios se había manifestado al viejo Rey y todos los sonidos habituales volvieron a escucharse en el aire.Esto fue para David el signo que la majestad divina había vuelto a su sede y que se había decidido irrevocablemente que él moriría en sábado.A partir de entonces y mucho más que en el pasado dedicó los sábados que le quedaban al estudio intenso de la Palabra de Dios y a cantar las alabanzas alEterno como insuperable salmista que era.Cuando en el día predestinado el ángel de la muerte se presentó al rey lo encontró celebrando las laudes del Señor cantando los siguientes versículos del Salmo: "Los cielos son el trono de Dios, pero la tierra se la ha dado al hombre. El que duerme el sueño de la muerte no puede cantar al Eterno, pero he aquí que nosotros hoy le cantamos hasta el fin de los días. Aleluya".Cautivado por este canto, el ángel de la muerte no se atrevió a coger el alma deDavid y decidió darle tiempo para acabar su canto.Mientras tanto el rey continuaba salmodiando un versículo después del otro animado de un fervor cada vez más intenso: quién sabe cuando cesaría su inspiración ...El ángel no podía esperar más porque su misión tenía que cumplirse dentro de aquel día. Tocó a David con su mano (con este gesto el ángel hacía cesar la vida de sus víctimas), pero con

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gran sorpresa el rey continuó viviendo: la melodía del canto parecía defenderlo como si fuese una muralla inexpugnable.Desorientado el ángel atravesó corriendo las salas del palacio real, bajó al jardín y continuó corriendo de aquí para allá como un loco sin tener cuidado de las plantas que estropeaba. Hacía un ruido que crecía cada vez más y cuando David llegó a oírlo no sabía qué lo producía; parecía el rumor de una tempestad a pesar de que era un día tranquilo y caluroso de verano.Sin dejar de cantar apasionadamente se dirigió hacia el jardín para ver lo que estaba sucediendo y he aquí que por la prisa tropezó y por un instante interrumpió su canto. Bastó aquel instante para que el ángel, que seguía cautelosamente sus pasos, lo alcanzase con un movimiento rápido. Con sus alas negras raptó su alma y subió rápidamente al cielo, dejando el cuerpo inerte de David tirado en el suelo.Pero el espíritu de los cantos de David no pudo ser raprtado por el ángel de la muerte. Este espíritu continua todavía hoy vivificando el mundo entero y así será hasta el final de los días. Es el mismo espíritu de David que no ha muerto, de este Rey de Israel que continúa vivo y perenne en medio de su pueblo.

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EL CARISMA DEL CANTOR AL SERVICIO DE LA COMUNIDADSOBRE LA FORMA DE CANTAR EN LA COMUNIDAD Y DE COMO HACER ESTE SERVICIO ENLA VIDA DE LA COMUNIDADExtraído del libro "Vida en Comunidad", de Dietrich BonhoefferCantar en común272A la lectura de los salmos y a la lectura bíblica se añade al canto en común; con él la voz de la Iglesia alaba, agradece e implora a su Señor."Cantad al Señor un cántico nuevo" nos repite el salmista. Es el cántico nuevo entonado cada mañana, en honor de Cristo, por la comunidad familiar, y que estamos llamados a cantar con toda la Iglesia en la tierra y en el cielo. Dios quiere ser celebrado con un cántico eterno, y entrar en su Iglesia es unir la voz a este coro inmenso. Es "el canto de alegría de las estrellas del alba y de las aclamaciones de los hijos de Dios que suben hasta Él de toda la creación"273. Es el canto victorioso de los hijos deIsrael después del paso del mar Rojo, el Magníficat de María después de la anunciación, el himno de alabanza de Pablo y Silas en la noche de su prisión, "el cántico de Moisés y del Cordero" cantados por los creyentes liberados "sobre un mar de cristal", el himno nuevo de la Iglesia celestial274.Cada mañana, la Iglesia aquí en la tierra une su voz a este canto universal y, al atardecer, vuelve sobre él para señalar el final de la jornada. Su finalidad es alabar a Dios trino y su obra. Pero es distinto el cántico en la tierra que en el cielo. En la tierra es el cántico de los que creen; en el cielo, el de los que contemplan; en la tierra es un canto hecho de pobres palabras humanas; en el cielo son "palabras inefables que ningún hombre puede expresar"275, el cántico nuevo que nadie puede aprender si no son "los 144.000"276 acompañado por las "arpas de Dios"277. ¿Qué podemos saber nosotros de este cántico nuevo y de las arpas de Dios? Nuestro cántico nuevo es un canto terrestre, un himno de peregrinos y viajeros a quienes ha llegado la palabra de Dios que ilumina nuestro camino. Está vinculado a la palabra reveladora de Dios en Jesucristo. Es el canto sencillo de los hijos de esta tierra, llamados a ser hijos de Dios; no es un cántico exaltado ni estático, sino centrado en la palabra revelada, con sobriedad, gratitud y recogimiento."Cantando y alabando al Señor en vuestros corazones"278. El cántico nuevo ha de ser entonado en primer lugar en nuestro corazón. De otro modo no es posible cantarlo.El corazón canta porque está lleno de la presencia de Cristo. De ahí que, en laIglesia, el canto es un acto espiritual. Presupone la sumisión a la Palabra y a la272 Dietrich Bonhoeffer, "Vida en comunidad", pág. 57-62. "2. El Día en Común" — Ediciones Sígueme, 1992.273 Job 38, 7.274 Ap 15, 2.275 2 Cor 12, 4.276 Ap 14, 3.277 Ap 15, 2.278 Ef 5, 19. comunidad, mucha humildad y una gran disciplina. Un cántico que no fuese cantado con el corazón no sería más que un himno horrible y confuso de autoalabanza humana. Cuando no se canta por Dios, se canta por uno mismo o por la música. Pero así el cántico nuevo se transforma en un canto a los ídolos."Hablando entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales"279. Nuestro cantar sobre esta tierra es lenguaje, palabra cantada. ¿Por qué cantan los cristianos cuando están juntos? Ante todo porque el canto en común les brinda la posibilidad de pronunciar y pedir, juntos y al mismo tiempo, la misma cosa, es decir, manifestar su unidad mediante una palabra común. La palabra cantada tiene su espacio en todas las reuniones cristianas. El hecho de que no hablemos sino cantemos en común no hace más que subrayar que las palabras son incapaces de expresar todas nuestras experiencias, mientras que el canto tiene un poder de expresión mucho más rico. Sin embargo el canto está unido a palabras que nosotros pronunciamos para alabar a Dios, darle gracias, invocar y confesar su nombre. De este modo la música está íntegramente al servicio de la palabra y traduce lo que ésta tiene de incomunicable.Debido a su total vinculación a la palabra, el canto de la Iglesia, sobre todo cantado en familia, es esencialmente un canto al unísono. Su naturaleza exige que el vínculo entre la palabra y la música sea simple. Su melodía, totalmente libre, está sostenida única y esencialmente por la fuerza interior de la palabra cantada y por tanto no necesita de ningún apoyo polifónico.

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"Cantemos hoy con una sola voz, al unísono y desde el fondo del corazón", dice un canto bohemio. "Para que unánimes, a una sola voz, glorifiquéis al Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo"280. La pureza del canto al unísono, exento de la ornamentación de una musicalidad dudosa; la claridad no enturbia por las veleidades de asignar a la música un privilegio junto a la palabra; la sencillez y sobriedad, la humildad y el calor de esa manera de cantar, son las características esenciales que conviene al canto de la Iglesia. Sin embargo, solo después de un ejercicio paciente nuestro oído llega a abrirse poco a poco a su belleza. La cuestión del canto al unísono en una comunidad depende de su poder de discernimiento espiritual. Por cantar al Señor y su palabra en un mismo espíritu, el canto al unísono se canta desde el corazón.Existen algunos enemigos del canto al unísono que deben ser eliminados sin contemplación de la comunidad. A través del elemento musical es por donde llegan a introducirse más fácilmente en el culto el mal gusto y la frivolidad. Entre esos enemigos, señalamos en primer lugar la segunda voz improvisada, tan frecuente en los cantos en común y que, intentando dar base y plenitud a la melodía que flota libremente, mata la melodía y la palabra cantada. Otro de los enemigos es la voz baja o alta que se cree en la obligación de llamar la atención de todo el mundo sobre la potencia de su registro cantando una octava diferente. Algo parecido sucede con el solista que quiere hacer valer su magnífica voz cubriendo la de los otros cantores con fortísimos exagerados. Enemigos también, aunque menos peligrosos, son los que "no tienen oído", y por esta razón no quieren cantar, aunque son menos numerosos de lo que pretenden. Más numerosos, en cambio, son los que, a causa de su estado anímico o mal humor, no quieren unirse al canto, rompiendo así la unidad de la comunidad.El canto al unísono, por difícil que sea, más que musical, es una cuestión espiritual.Sólo en la comunidad donde cada uno adopta interiormente una actitud de recogimiento y disciplina, el canto puede brindarnos el gozo que le es propio incluso con imperfecciones musicales.Es la voz de la Iglesia la que se hace audible en el canto en común. No soy yo el que canta sino la Iglesia, pero como miembro de la Iglesia puedo participar de su canto. Así, el canto en común debe servir para ampliar nuestro horizonte espiritual, para llevarnos a reconocer nuestra comunidad como un eslabón de la gran comunidad cristiana extendida por toda la tierra, y a unir libre y gozosamente nuestro canto - débil o potente - al canto de la Iglesia.Servir a los otrosNo es la autojustificación y, en consecuencia, el espíritu de violencia lo que debe prevalecer en la comunidad, sino la justificación por la gracia y el consiguiente espíritu de servicio mutuo. Aquel que ha experimentado, aunque sea una sola vez, la misericordia de Dios en su vida, en adelante no desea más que una cosa: servir a los otros. Ya no le atrae el papel pretencioso de juez, sino que desea encontrarse entre los pobres y humildes allí donde Dios lo ha encontrado. "Unánimes entre vosotros, no seáis altivos, sino acomodaos a los humildes"282.El que quiere aprender a servir, debe aprender ante todo a tenerse en poco. "Por la gracia que me ha sido dada, os digo a cada uno de vosotros: no os sobreestiméis más de lo que conviene estimaros"283. "Conocerse a sí mismo a fondo y aprender a tenerse en poco, es la tarea más alta y útil. No buscar nada para sí mismo y tener, en cambio, 279 Ef 5, 19.280 Rom 15, 6. siempre una buena opinión de los demás, es la gran sabiduría, la gran perfección"284. "No seáis sabios en vuestra propia estimación"285. Sólo aquel que vive del perdón de sus pecados en Jesucristo adquiere la verdadera humildad, pues sabe que ese perdón marcó el fin de su propia sabiduría; recuerda que la propia sabiduría perdió a los primeros hombres que quisieron conocer el bien y el mal, y que Caín, el primer hombre nacido sobre la tierra después de la caída, fue un homicida. Ese es el fruto de la sabiduría humana. Debido a que el cristiano ya no puede creerse sabio, tendrá en poca estima sus planes y proyectos personales, y 281 Dietrich Bonhoeffer, "Vida en comunidad", pág. 100-101. "4. El Servicio" - Ediciones Sígueme, 1992.282 Rom 12, 16.283 Rom 12, 3.284 Tomás de Kempis.285 Rom 12, 16. comprenderá que es bueno que su voluntad sea domeñada en confrontación con el prójimo. Estará dispuesto a considerar más importante y más urgente la voluntad del prójimo que la suya propia. ¿Qué importa si se desbaratan los propios planes?¿Acaso no es mejor servir al prójimo que imponer la propia voluntad?No ser altivos286

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También la honra del prójimo es más importante que mi propia gloria. "¿Cómo vais a creer vosotros, que recibís la gloria de unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?"287. El que busca su propia gloria se olvida de Dios y del prójimo. ¿Qué importa que se me hagan agravios? ¿Acaso no habría merecido un castigo más severo si Dios no hubiera procedido misericordiosamente? ¿Acaso la injusticia que padezco no está mil veces justificada? ¿No será útil y bueno para mi humildad que aprenda a soportar en silencio y pacientemente alguna cosa? "Es mejor un espíritu paciente que un espíritu altivo"288. El que vive de la justificación por la gracia, está dispuesto a aceptar también ofensas y vejaciones, sin protesta, como provenientes de la mano severa y misericordiosa de Dios. No es ciertamente buena señal que no podamos soportar tales cosas sin apelar en seguida al ejemplo de Pablo que, maltratado, hizo valer su derecho de ciudadano romano, o al de Jesús, que dijo al que le golpeaba: "¿Por qué me pegas?". En cualquier caso, ninguno de nosotros podrá obrar como Cristo o Pablo si no ha aprendido primero, como ellos, a callar ante el oprobio y el ultraje. El pecado de la susceptibilidad que con tanta presteza florece en la comunidad nos demuestra continuamente cuánta ambición o, lo que es lo mismo, cuanta incredulidad hay latente todavía.En fin, el no creerse sabio, el humillarse ante el humilde, significan simple y llanamente tenerse por el más grande pecador. Esto suscita la protesta más ardiente del hombre natural, y también la del cristiano consciente de sí mismo.Suena a exageración, a hipocresía. Sin embargo, el apóstol Pablo dijo de sí mismo que era el primero, es decir, el más grande de los pecadores289, precisamente allí donde habla de su ministerio de apóstol. Yo no puedo conocer verdaderamente mi pecado si no desciendo a esta profundidad. Si mi pecado, al compararlo con el de los otros, me sigue pareciendo de algún modo menos grave y menos condenable, es que mi desconocimiento de él es absoluto. Mi pecado es necesariamente el mayor, el más grave y el más condenable, porque para el pecado de los demás el amor fraterno me hace encontrar excusas, pero para el mío no hay excusa. Por esta razón es el más grave.Hasta estas profundidades habrá que descender para poder servir a los hermanos en la comunidad. ¿Cómo podría servir a mi hermano con humildad si su pecado me parece mucho más grave que el mío? Convencido de mi superioridad ¿podría286 Dietrich Bonhoeffer, "Vida en comunidad", pág. 101-103. "4. El Servicio" - Ediciones Sígueme, 1992.287 Jn 5, 44.288 Ecl 7, 8.289 1 Tim 1, 15. seguir teniendo esperanza en él? Esto sería una hipocresía. "No pienses que has hecho algún progreso en tanto no te creas inferior a todos los demás"290.¿En qué consiste, entonces, el verdadero servicio a nuestros hermanos en la comunidad? Hoy tendemos fácilmente a responder que el único servicio auténtico es el ministerio de la palabra. Es verdad que este servicio es único y que todos los demás le están subordinados, pero una comunidad cristiana no se compone solamente de predicadores de la palabra, "o de cantores". Abusar de esto, y dejar de lado las otras cosas, importantes también, sería una insensatez.Servir a Dios291"El que de vosotros quiera ser el primero, sea siervo de todos"292. Jesús ha unido así la autoridad en la comunidad al servicio fraterno. No existe verdadera autoridad espiritual sino el servicio de escuchar, ayudar, soportar a los otros y anunciarles laPalabra de Dios. En la comunidad no existe lugar alguno para el culto a la personalidad, por muy importantes que sean las cualidades y dones naturales que la adornen; es totalmente profano y envenena la comunidad.La comunidad no necesita de personalidades brillantes sino de fieles servidores deJesucristo y de sus hermanos. Por lo tanto, ella no entregará su confianza más que a aquel que quiere ser un simple servidor de la palabra de Jesús, pues sabe así que no será guiada por sabiduría y vanidad humanas, sino por la palabra del buen pastor. El problema de la confianza espiritual que tan estrechamente relación guarda con el problema de la autoridad - y con el servicio del cantor en particular -, encuentra su solución en la fidelidad con que el hombre se pone al servicio de Jesucristo, pero jamás en los dones extraordinarios de que dispone.290 Tomás de Kempis.291 Dietrich Bonhoeffer, "Vida en comunidad", pág. 116-118. "4. El Servicio" - Ediciones Sígueme, 1992292 Mt 10, 43.

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