El Crimen en La Época Victoriana

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Mientras el imperio británico prosperaba, en Londres, la ciudad de la niebla, se libraba una siniestra batalla entre la clase criminal emergente y el recién inaugurado cuerpo policial L a revolución industrial en la Inglaterra victoriana trajo el progreso a las ciudades, pero la vida no ofrecía demasiadas oportunidades a los trabajadores de las clases más bajas. Las familias acudían en masa a las ciudades en busca de empleo, por lo que la pobreza en las zonas urbanas no cesaba de aumentar. Enseguida apareció el compañero inseparable de la miseria, el crimen. En Londres, con sus laberinto de calles, callejones sin salida y oscuras esquinas, los ladrones, prostitutas y timadores actuaban a sus anchas. Las calles formaban un laberinto en el que era fácil dar esquinazo a la policía. Esta nueva y peligrosa clase se instaló en Whitechapel, y en los vecinos Bethnal Green, Wapping, Mile End y en la barriada de Spitalfields. Ahí se hallaban hacinadas miles de personas, que vivían al margen del resto de la ciudad. En esos barrios el crimen aumentaba a una velocidad alarmante. Los niños que allí nacían apenas tenían esperanza de llevar una vida honesta, su alternativa al crimen eran las crueles y peligrosas condiciones de las casas de trabajo. Era mejor llevar una vida corta e intensa en el mundo criminal que la inevitable pobreza que se adhería como el humo negro que cubría la ciudad. Las ejecuciones públicas atraían a multitudes y los titulares de prensa advertían de la ola del crimen que invadía el país. Los ladrones acechaban en las callejas sombrías, los más ricos e influyentes recibían palizas a manos de facinerosos y, por las calles de la capital, se paseaba un caballero muy bien vestido que asesinaba por diversión y del que solo se supo su apodo, Jack el Destripador. En teoría, parecía como si el Londres victoriano fuera el periodo más seguro de la historia de la ciudad, pero en realidad la falta de fe en el cuerpo de policía hacía que no se denunciasen muchos delitos, y todos los ciudadanos que querían vivir en paz sabían que nunca tenían que bajar la guardia y, sobre todo, que debían evitar ciertos barrios. 84 EL CRIME N EN LA ÉPOCA VICTORIANA

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cronica historica

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Mientras el imperio británico prosperaba, en Londres, la ciudad de la niebla, se libraba una

siniestra batalla entre la clase criminal emergente y el recién inaugurado cuerpo policial

La revolución industrial en la Inglaterra victoriana trajo el progreso a las ciudades, pero la vida no ofrecía demasiadas oportunidades a los trabajadores de las clases más bajas.

Las familias acudían en masa a las ciudades en busca de empleo, por lo que la pobreza en las zonas urbanas no cesaba de aumentar. Enseguida apareció el compañero inseparable de la miseria, el crimen.

En Londres, con sus laberinto de calles, callejones sin salida y oscuras esquinas, los ladrones, prostitutas y timadores actuaban a sus anchas. Las calles formaban un laberinto en el que era fácil dar esquinazo a la policía. Esta nueva y peligrosa clase se instaló en Whitechapel, y en los vecinos Bethnal Green, Wapping, Mile End y en la barriada de Spitalfields. Ahí se hallaban hacinadas miles de personas, que vivían al margen del resto de la ciudad. En esos barrios el crimen aumentaba a una velocidad alarmante.

Los niños que allí nacían apenas tenían esperanza de llevar una vida

honesta, su alternativa al crimen eran las crueles y peligrosas condiciones de las casas de trabajo. Era mejor llevar una vida corta e intensa en el mundo criminal que la inevitable pobreza que se adhería como el humo negro que cubría la ciudad.

Las ejecuciones públicas atraían a multitudes y los titulares de prensa advertían de la ola del crimen que invadía el país. Los ladrones acechaban en las callejas sombrías, los más ricos e influyentes recibían palizas a manos de facinerosos y, por las calles de la capital, se paseaba un caballero muy bien vestido que asesinaba por diversión y del que solo se supo su apodo, Jack el Destripador.

En teoría, parecía como si el Londres victoriano fuera el periodo más seguro de la historia de la ciudad, pero en realidad la falta de fe en el cuerpo de policía hacía que no se denunciasen muchos delitos, y todos los ciudadanos que querían vivir en paz sabían que nunca tenían que bajar la guardia y, sobre todo, que debían evitar ciertos barrios.

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Los más buscados y peligrososConoce a los delincuentes más

peligrosos del momento

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Apodo: El horror de Bermodsey. delitos: Era una criada de origen suizo fascinada con la riqueza, por lo que decidió que se casaría con un hombre rico y se convertiría en una señora acomodada. Aunque intentó hacerlo con Patrick O’Connor, acabó como esposa de Frederick Maning, un pobre guardagujas ferroviario que le había prometido que heredaría una gran fortuna. Como eso era mentira, Maria reinició su relación con O’Connor, relación que, por cierto, Manning alentaba. La pareja lo invitó a cenar una noche, tras cavar una tumba bajo el suelo de la cocina. Cuando llegó, ella le disparó, pero como no murió del tiro, Manning lo golpeó con un escoplo hasta que pereció. CAstigo: Colgada en la horca hasta morir. ÚltimAs pAlAbrAs: No existen registros.

Apodos: El envenenador de Rugeley, el Príncipe de los envenenadores. delitos: Empezó a delinquir muy joven y se enfrentó a varias acusaciones de robo. Más tarde se convirtió en médico. La muerte parecía perseguirle: a las pocas semanas de casarse con Anne Thorton, falleció su rica suegra y cuatro de sus hijos también murieron de manera misteriosa. Endeudado, Palmer sacó un seguro de vida a nombre de su mujer y su cuñado, y ambos murieron poco después. Todo se desveló con el caso de John Cook, a quien había asesinado –envenenado con estricnina– y cuyo examen forense había manipulado para ocultar las pruebas. Fue condenado por ese delito. Se cree que mató a 14 personas. CAstigo: Colgado en la horca hasta morir. ÚltimAs pAlAbrAs: “Cook no murió envenenado con estricnina.”

Apodos: La ogresa de Reding, la granjera de niños de Reading. delitos: Tras estudiar enfermería, Dyer abrió su hogar a las jóvenes que se habían quedado embarazadas fuera del matrimonio. Cuando nacían los bebés, prometía a las madres que encontraría un buen hogar para su hijo a cambio de unas libras. Sin embargo, en vez de hacer eso, Dyer mataba a los niños y se quedaba con el dinero. Aunque resultaba muy sospechosa, fue capaz de evitar el arresto gracias a que a menudo estaba confinada en instituciones mentales. Cuando por fin se descubrieron sus crímenes, Dyer había asesinado a entre 200 y 400 bebés. CAstigo: Colgada en la horca hasta morir.ÚltimAs pAlAbrAs: “No tengo nada que decir.”

Apodo: El asesino de Banner Cross. delitos: Peace empezó cometiendo pequeños robos, y estuvo entrando y saliendo de la cárcel durante toda su vida. En 1876 mató a un agente de policía mientras entraba a robar en una casa, pero acusaron del asesinato a otro hombre, William Habron. Después, Peace se obsesionó con una mujer, Katherine Dyson, y acabó matando a su marido. Lo detuvieron mientras trataba de escapar por la ventana de un tren. CAstigo: Colgado en la horca hasta morir. ÚltimAs pAlAbrAs: «Señor, si yo creyera lo que usted y la Iglesia dicen que creen, y si Inglaterra estuviera cubierta de cristales rotos, caminaría sobre ellos […] y seguiría pensando que la vida merece la pena, solo para salvar a un alma de este fuego eterno».

1837-96 AmeliA dyer

1832-79ChArles peACe

1821-49mAriA mAnning

1824-56WilliAm pAlmer

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Muchos prisioneros se quitaban la vida para escapar a las terribles

condiciones de las cárceles

La Policía Metropolitana

de Londres se estableció

durante la época victoriana tras

un repentino aumento de

criminalidad

La pobreza obligaba a los niños a adentrarse en el fango del río Támesis en busca de objetos de valor

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Se cree que el termino “bobby”, con el que se conoce coloquialmente a los policías, proviene de la decisión

de Sir Robert Peel (Bob) de crear un cuerpo policial que solo respondiera ante él .

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En el Londres del siglo XIX era muy habitual que muchos asesinatos quedaran sin resolver. La mayoría de las víctimas eran prostitutas y sus cadáveres aparecían tan a menudo que era imposible saber con certeza cuántas habían sido asesinadas. Pero hubo una serie de asesinatos tan horrible y siniestra que el misterio que rodea a la identidad del asesino sigue fascinándonos.

Cuando el 31 de agosto de 1888 apareció el cuerpo sin vida de Mary Ann Nichols, estaba tan horriblemente mutilado que se creyó que el crimen solo podía ser obra de un demente. Al principio se tomó como un asesinato aislado, hasta que una semana después apareció otro cadáver similar. La policía enseguida se dio cuenta de que no se trataba de un acto de violencia aislado, sino que había un asesino en serie. Los horrores de los asesinatos coparon

los titulares de la prensa.

Un día la policía recibió una misteriosa carta firmada por Jack el Destripador: así nació la leyenda. Continuaron los asesinatos de prostitutas y se fueron arrestando sospechosos, que poco después eran puestos en libertad. Los crímenes de Whitechapel seguían copando los titulares y la policía parecía estar siempre un paso por detrás de Jack. Primero se acusó a un carnicero, después se puso a los judíos en el centro de la investigación, más tarde se sospechaba de cualquiera que hubiera tenido el más leve vínculo con alguna de las víctimas.

Y, tan repentinamente como había entrado en escena, el Destripador se desvaneció. Durante los siguientes 100 años muchos expertos han tratado de descubrir su identidad, pero la respuesta al misterio parece haberse perdido en los oscuros e insalubres callejones en los que Jack se encontraba con sus víctimas.

¿Quién fue Jack el Destripador?

Muchas casas del Londres

victoriano albergaban a

varias familias

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Joseph Barnett 1858-1927 profesión: Vendedor de pesca ambulantemóVil: Estaba enamorado de la prostituta Mary Kelly hasta la obsesión, y mató a otras para que se asustase y dejara de ejercer la profesión

Aaron Kosminski 1865-1919 profesión: NingunamóVil: Enajenación mental, como demuestra su convalecencia en el hospital psiquiátrico de Colney Hatch

Dr Thomas Neill Cream 1850-92 profesión: Médico abortista móVil: Tendencias sádicas, sus últimas palabras fueron: «Yo soy Jack el…» Mary Ann Nichols

desCUbiertA: 31 de agosto de 1888, a as 03.40 h lUgAr: Buck’s Row, en Whitechapel heridAs: Degollamiento, abdomen eviscerado, otros muchos cortes

James Kelly 1860-1929 profesión: Tapicero móVil: Ya había asesinado a su mujer, sufría un profundo rechazo hacia las prostitutas rayano en la locura

El príncipe A lbert Victor 1864-92 profesión: Príncipe móVil: Enajenado por la sífilis, mató para esconder a su hijo ilegítimo

Annie ChapmandesCUbiertA: 8 de septiembre de 1888, a las 06.00 h lUgAr: 29 Hanbury StreetheridAs: Degollamiento, abdomen eviscerado, sin útero

Catherine Eddowes desCUbiertA: 30 de septiembre de 1888, a las 01.45 h lUgAr: Mitre SquareheridAs: Degollamiento, abdomen eviscerado, sin el riñón izquierdo y sin útero, rostro mutilado

Mary Jane Kelly desCUbiertA: 9 de noviembre de 1888, a las 10.45 h lUgAr: El número 13 de Miller’s Court, SpitalfieldsheridAs: Degollamiento, abdomen eviscerado, el corazón nunca apareció, rostro desfigurado

Miller’s Court, lugar donde apareció el cuerpo descuartizado de Mary Jane Kelly

COMMERCIAL ROAD

Elizabeth Stride desCUbiertA: el 30 de septiembre de 1888, a la 1 de la madrugada lUgAr: Dutfield’s Yard, en la calle BernerheridAs: Degollamiento

WHITECHAPEL ROAD

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La noriaMuchas cárceles victorianas contaban con un molino, al que se le conocía como “la noria”. Los prisioneros pasaban allí horas, haciendo girar la noria para que moliera el grano y así ganarse el sustento. En un turno de 8 horas, el condenado escalaba el equivalente a 2.200 m. A finales del siglo XIX, la tarea de moler el grano se hacía en las fábricas, pero las prisiones

seguían utilizando la noria como una forma de castigo.

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así nació la Policía Metropolitana de Londres

les acusó de corrupción. El primer agente, el que tenía el número 1, se le echó tras dos horas de servicio por estar borracho.

La presencia policial disuadía a los delincuentes, pero a menudo también los empujaba a los barrios de Londres donde la policía no operaba. Wandsworth atrajo a tantos delincuentes ansiosos por escapar de la ley que se ganó el sobrenombre de “la negra Wandsworth”. Aunque la implementación fue lenta, al final se crearon cuerpos de policía por todo el país. En 1856, se arrestó a 73.240 personas, solo en Londres.

Quienes eran declarados culpables acababan en las terribles cárceles victorianas. Se utilizaban como cárceles los

cascos de los antiguos barcos usados para el transporte

de convictos. Las condiciones de vida

crimen. Se diseñó de manera que fuera un cuerpo que resultara neutral, que se distinguiera fácilmente de los militares, y además solo iban armados con una porra y una carraca (aunque algunos enseguida empezaron a utilizar fusiles de chispa). A pesar de los esfuerzos de Peel, al principio los agentes no fueron muy populares. Muchos ciudadanos los veían como una amenaza a las libertades civiles y rápidamente se ganaron apodos desfavorables como “los diablos azules” o “la maldita banda de Peel”. A pesar de que su papel era prevenir cualquier desorden, muchos agentes sufrieron agresiones, y bastantes murieron asesinados. Aunque el proceso de selección de los agentes era muy severo, a muchos se les arrestó después por embriaguez durante el servicio, mientras que a otros se

Con el aumento del crimen organizado y el creciente desorden social, el sistema policial se había quedado obsoleto. Antes de que el ministro del interior Robert Peel creara la policía metropolitana en 1829, muchas poblaciones y ciudades mercados solo contaban con un agente para vigilar y mantener el orden. Mientras tanto, en Londres surgió un cuerpo, financiado en parte con dinero público, conocido como “los corredores de la calle Bow”, que sería el antecedente de un cuerpo policial profesional. Cuando el Cuerpo de Policía Metropolitana de Peel salió a las calles de Londres en 1829, la ciudad necesitaba que se mantuviera la ley y el orden. Se contrataron a otros 1.000 agentes para ayudar a los 400 originales. Se les daba paga semanal y uniformes de color azul brillante, la seguridad se convirtió en una profesión a jornada completa con un único

fin: la detención y prevención del A menudo ocurría que las carracas de

los agentes se usaran contra ellos

El 20 de julio de 1829, Peel aprobó la creación de un cuerpo policial formado por 895 agentes, 88 sargentos, 20 inspectores y 8 comisarios

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esposas Los policías iban equipados con dos pares de esposas. Unas de mayor tamaño, para aprehender adultos, y otras más pequeñas, para delincuentes infantiles.

Uniforme Se eligió el azul para diferenciar a los agentes de policía de los militares, cuyos uniformes eran de color rojo. Los agentes llevaban cascos de corcho forrados, pero cuando se hallaban dentro de un vehículo utilizaban gorras de plato. lámparas de mano

Dada la escasez de alumbrado en las calles victorianas, los agentes llevaban con ellos una lámpara de aceite para patrullar la ciudad por la noche.

allí eran terribles: además de los trabajos forzados, el cólera se disparó –se utilizaba el agua contaminada del Támesis para lavarse y para beber– y se empleaban técnicas de aislamiento y de segregación. El estado se aplicó en que las cárceles fueran mucho peores que las terribles casas de trabajo adonde iban a parar los huérfanos y los más desfavorecidos.

Pero las frías celdas de la cárcel eran preferibles a la imagen de la soga del verdugo. Las ejecuciones públicas atrajeron a la gente en masa hasta el día en que quedaron prohibidas. Gradualmente, a medida que el siglo llegaba a su fin, ideas más liberales entraron en el el sistema penal, y doctores y psiquiatras empezaron a interactuar con los convictos. Sin embargo, aún les llevaría algún tiempo a las autoridades considerar a los delincuentes como algo más que un mal incurable de la sociedad.

Anatomía de un policía victoriano

Crimen y castigo 15 años de

traslado a las colonias

Incendio premeditado

AhorcamientoAsesinato

21 días de trabajos

forzadosAbandono familiar

21 días de cárcelAgresión

7 años de servicio penalRobo de cebollas

1 mes de trabajos forzados y 27 chelinesAllanamiento

21 días de trabajos forzadosMendicidad

6 meses de trabajos

forzadosRobo de un chaleco

porra Las porras estaban decoradas pues también servían como prueba de identificación de los agentes. Llevaban la corona del monarca y el nombre del cuerpo de policía. Las porras no se sustituyeron por tarjetas identificadoras hasta la década de 1890.

Al nuevo cuerpo policial le llevó su tiempo ganarse

el respeto del público

Para muchos, los riesgos de una vida criminal eran preferibles a ser enviado a

una casa del trabajo

Carraca Los policías llevaban carracas de madera que luego fueron reemplazadas por silbatos. Se utilizaban para pedir ayuda a otros agentes. Pero, a menudo, los delincuentes utilizaban las carracas como arma contra los policías.

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