El docente emprendedor

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Yo como Docente Emprendedor Como hemos trabajado en el taller el compromiso es una permanente búsqueda del equilibrio, entre ideología, coherencia y humildad, nunca un estado permanente. Cuando proponemos docentes emprendedores, estamos sugiriendo más que un estatus, un desafío, que nenecita, más que recetas de comportamiento, del compromiso en la búsqueda y construcción permanente. CEFE como metodología, con sus principios pedagógicos y un conjunto de herramientas didácticas, apuesta a que este proceso de promover docentes emprendedores, solo se consolidará, si encontramos Quijotes dispuestos a asumir los riesgos y a cambiar cambiando. A continuación les proponemos un texto de Paulo Freire, de su libro “Pedagogía de la Esperanza”, para que oriente el proceso de reflexión. ¿Existe el riesgo de influenciar a los alumnos? No es posible vivir, mucho menos existir sin riesgos. Lo fundamental está en prepararnos para saber correrlos bien. Cualquiera que fuera la cualidad de la práctica educativa, autoritaria o democrática, ella siempre es directiva. Pues, en el momento en el que la directividad del educador/a interfiere en la capacidad creadora, formuladota, indagadora del educando, de forma restrictiva, la directividad automáticamente se convierte en manipulación, en autoritarismo. Manipulación y autoritarismo practicados por muchos educadores, que diciéndose progresistas, la pasan muy bien. El punto de vista no está en negar la politicidad y la directividad de la educación, tarea imposible de ser convertida en acto, pero, asumiéndolas, vivir plenamente la coherencia entre mi opción democrática y mi práctica educativa, igualmente democrática.

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Yo como Docente Emprendedor

Como hemos trabajado en el taller el compromiso es una permanente búsqueda del equilibrio, entre ideología, coherencia y humildad, nunca un estado permanente.

Cuando proponemos docentes emprendedores, estamos sugiriendo más que un estatus, un desafío, que nenecita, más que recetas de comportamiento, del compromiso en la búsqueda y construcción permanente.

CEFE como metodología, con sus principios pedagógicos y un conjunto de herramientas didácticas, apuesta a que este proceso de promover docentes emprendedores, solo se consolidará, si encontramos Quijotes dispuestos a asumir los riesgos y a cambiar cambiando.

A continuación les proponemos un texto de Paulo Freire, de su libro “Pedagogía de la Esperanza”, para que oriente el proceso de reflexión. ¿Existe el riesgo de influenciar a los alumnos?

No es posible vivir, mucho menos existir sin riesgos. Lo fundamental está en prepararnos para saber correrlos bien.

Cualquiera que fuera la cualidad de la práctica educativa, autoritaria o democrática, ella siempre es directiva.Pues, en el momento en el que la directividad del educador/a interfiere en la capacidad creadora, formuladota, indagadora del educando, de forma restrictiva, la directividad automáticamente se convierte en manipulación, en autoritarismo.

Manipulación y autoritarismo practicados por muchos educadores, que diciéndose progresistas, la pasan muy bien.

El punto de vista no está en negar la politicidad y la directividad de la educación, tarea imposible de ser convertida en acto, pero, asumiéndolas, vivir plenamente la coherencia entre mi opción democrática y mi práctica educativa, igualmente democrática.

Mi deber ético, como uno de los sujetos de una práctica imposiblemente neutra – la educativa – es exprimir al máximo mi respeto por las diferentes ideas, y posiciones. Mi respeto, hasta con la posiciones antagónicas a las mías, que combato con serenidad y pasión.

Decir, pues, cabalmente, que ellas no existen, no es científico ni ético.

Criticar la arrogancia, el autoritarismo de intelectuales de izquierda o de derecha, en el fondo, de todas formas reaccionarios, que se juzgan propietarios , los primeros del saber revolucionario, los segundos del saber conservador , criticar el comportamiento de universitarios que pretenden concientizar a trabajadores rurales y urbanos sin con ellos concientizarse también criticar un

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indisfrazable aire de mesianismo , en el fondo ingenuo, de intelectuales que, en nombre de la liberalización de las clases trabajadoras, imponen o intentan imponer; la superioridad de su saber académico a las “inculta masas”; esto siempre hice.

El camino para la superación de esas prácticas que critico, esta en la superación de la ideología autoritaria elitista, esta en el ejercicio difícil de la virtud de la humildad, de la coherencia, de la tolerancia, por parte de los intelectuales progresistas. De la coherencia que va disminuyendo la distancia entre lo que decimos y lo que hacemos. Para ellos y ellas, críticos y críticas, el camino pasa por la negación imposible de la politicidad de la educación, de la ciencia, de la tecnología.

“La teoría de aprendizaje de Paulo Freire”, se dijo allá por los años 70, “esta subordinada a propósitos sociales y políticos, y una teoría así se expone al riesgo de la manipulación”, como si existiera la posibilidad de una práctica educativa en que profesores/as y alumnos/as pudieran estar absolutamente exentos del riesgo de la manipulación y sus consecuencias. Como que existiera o fuera posible en el tiempo – espacio, una práctica educativa distante, fría, indiferente, en relación a los propósitos sociales y políticos.

Lo que se exige éticamente a los educadores progresistas1 es que, siendo coherentes con sus sueños democráticos, respeten a los educandos y que por ello mismo jamás los manipules.

Por ello la vigilancia con que deben actuar, con que deben vivir intensamente la práctica educativa; por ello sus ojos deben estar siempre abiertos, sus oídos también. Su cuerpo debe estar totalmente abierto para enfrentar las trampas que el llamado “currículo oculto”, le propone y está lleno. De ahí surge la exigencia de ir volviéndonos cada vez más tolerantes, de haciéndonos cada vez más transparentes, de tornarnos cada vez más críticos, de hacernos cada vez más curiosos.

Cuanto más tolerantes, cuanto más transparentes, cuanto más críticos, cuanto más curiosos y humildes, más comprometidos asumiendo auténticamente la práctica docente.

Enseñar no es la simple transmisión del conocimiento en torno a un objetivo o contenido. Transmisión que se realiza a través de la pura descripción de conceptos del objetivo que debe ser mecánicamente memorizado por los alumnos. Enseñar no puede reducirse a enseñar a los alumnos a aprender a través de una operación en que el objetivo del conocimiento fuera el mismo acto de aprender.

Enseñar a aprender solo es válido cuando los educandos aprenden a aprender, al aprender la razón de ser del objeto o del contenido.

1 Para nosotros el concepto de educador/a progresista, en este texto coincide con nuestra visión de Docente emprendedor

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En la línea progresista, enseñar implica, que los educandos, penetrando el discurso del profesor, se apropien de la significación profunda del contenido que esta siendo enseñado. El acto de enseñar, vivido por el profesor, se ve desbordado, de parte de los alumnos, en el acto en que estos conocen lo enseñado..

Por otro lado el profesor solo enseña en términos verdaderos, en la medida en que conoce el contenido que enseña, en la medida que se apropia de el , en que lo apreende. En este caso al enseñar el profesor re – conoce el objeto ya conocido. En otras palabras rehace su cognositividad en la cognositividad del educando. Enseñar es así la forma que toma el acto de conocimiento que el profesor/a necesariamente hace en la búsqueda de saber lo que enseña para provocar también en los alumnos su acto de conocimiento. Por eso enseñar es un acto creador, un acto crítico y no mecánico. La curiosidad del profesor/a e de los alumnos, en acción es la base del enseñar – aprender.

Enseñar el contenido, a través de la apropiación o la apreensión de este por parte de los alumnos demanda la creación y el ejercicio de una disciplina intelectual, que debe ser forjada desde el pre-escolar. Pretender la inserción crítica de los educandos en la construcción educativa, en cuanto situación de conocimiento, sin disciplina, es una espera en vano. Pero así como no es posible enseñar a aprender, sin enseñar un cierto contenido a través de cuyo conocimiento se aprende a aprender, no se enseña igualmente la disciplina de que estoy a no ser en y por la práctica cognoscente en que los educandos se transforman en sujetos cada vez más críticos.

Terminada la lectura grupal, proponemos que individualmente definan:o ¿qué de lo propuesto en esta reflexión ya lo estoy realizando y cómo?o ¿qué debería trabajar y cómo lo haré?

Luego de registrado esto en una hoja, lo compartimos en parejas, donde damos y recibimos retroalimentación.