El elemento indígena en el arte colonial
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Teresa Gisbert
EL ELEMENTO INDÍGENA EN EL ARTE
COLONIAL
La llegada del catolicismo al continente emprendió una campaña evangelizadora, para esto, las órdenes
religiosas tenían diferente posturas. Tanto los dominicanos como los franciscanos pretendían abolir
y erradicar completamente los antiguos cultos, sin embargo los jesuitas y agustinos creían en la conciliación entre el cristianismo y las viejas
creencias.
Podemos considerar que la dicotomía en la catequización de los indígenas, y especialmente la
postura de carácter conciliatoria, pudo propiciar la introducción de elementos paganos en las representaciones, generando iconografías
ambivalentes que responden tanto a las imágenes cristianas, como a los ídolos locales.
Un primer ejemplo de esto es la identificación de Illapa con Santiago, esto genero la reedición de la
figura europea de Santiago mata moros en Santiago mata indios.
La autora afirma que según se explica en el relato de conquistadores y conquistados, mientras las tropas
españolas (refugiadas en el Sunturhuasi) eran perseguidas por los indígenas armados de flechas
encendidas, invocaron a Santiago quien acudió en su caballo blanco a la vez que se desataba una tormenta que apago las llamas, sin embargo los indígenas no vieron en esa aparición más que a su dios del rayo
Illapa; de esta manera la antigua representación del ídolo como serpiente de fuego desapareció y fue
reemplazada con la imagen del Apóstol.
Otra versión del relato indica que fue la virgen quien acudió en ayuda
de los españoles garantizándoles la
victoria. Esto se grafica en un cuadro de la
escuela cuzqueña (así como también en una composición anónima expuesta en el Museo
del Prado).
Similar al caso de Illapa es el de Tunupa que, según la leyenda, era considerado un apóstol
enviado por Dios que llevaba consigo una especie de cruz, este fue identificado con San
Bartolomé, como grafica Guaman Poma. Si bien la metodología en ambos casos fue similar, mientras que la figura de Santiago seguía
remitiendo a la Illapa, la idea de Tunupa fue pereciendo hasta quedar subyugado bajo la
figura de San Bartolomé.
Según la tradición, Tunupa pereció en el lago Titicaca después de haber pecado con dos peces del lago, estas figuras de peces con rasgos antropomorfos se confundieron
con las sirenas europeas y se utilizaban para ilustrar el pecado carnal, pasando a
formar parte de la decoración de las iglesias como elemento repudiable por su
connotación pecaminosa. El elemento indígena se hace presente en el reemplazo de la lira clásica por el charango. Según
afirma Gisbert, mientras los criollos veían la representación del pecado de la lascivia, los indígenas reconocían en estas sirenas,
sus antiguas deidades.
Así como estos ídolos sobrevivieron tomando formas cristianas, lo mismo sucedió con la Pachamama, ya que se
consideraba que así como el sol bañaba la tierra con sus rayos para que diera fruto y fuera benéfica a los hombres, lo mismo hacia dios con la virgen, este punto de vista teológico explicado por el agustino Ramos Gavilán es complementado
por el mismo con la afirmación “María es la montaña de la cual sale la piedra sin pies ni manos, que es Cristo”. Esta
postura incidió en muchos eruditos que insistieron en afirmar que la obra ubicada en La Casa de la Moneda (Potosí) María se encuentra inserta en la montaña como una re significación
de la Pachamama.
Existen otras versiones menos explicitas como la Virgen de la Sabaya, de Luis Riaño, donde
solo la forma piramidal de las vestiduras
podrían considerarse como una alusión a la
montaña.
Otra forma de introducir a la virgen en el mundo andino es representándola
como Coya o Ñusta, este tipo de representaciones muestran a la virgen acompañada de un parasol o con un tocado plumario, como la Virgen de
Pomata.
Retomando la idea de María como montaña, se atribuiría el rol del sol a Dios, que es quien fecunda a la
virgen. Esto sumado a la adoración del astro que existía en América
derivo en la asimilación del mismo como elemento representante de
Dios. Esta idea se materializa en el mural que realizo Luis de Riaño en
la Iglesia de Andahuaylillas, por encargo del sacerdote Juan Perez
Bocanegra; en este mural, la representación de dios se realiza
mediante la aplicación de un óculo por el cual se deja pasar la luz
solar.
También se ejemplifica en la
utilización de Custodias con forma
solar que era utilizada en las
peregrinaciones de Corpus Christi.
En cuanto a los fenómenos naturales, estos les fueron atribuidos a los ángeles en un
intento de abolir la idolatría, al ser los ángeles considerados en la biblia como
soldados celestiales y basados en los ruidos estruendosos que se presumía que
generaban los ángeles (por la asociación con la lluvia), se genera una yuxtaposición elementos iconográficos: la figura de los
ángeles, sumado a la indumentaria militar europea del S.XVII, enriquecido con las posturas militares aprehendidas de las
estampas del libro de ejercicios militares publicado por Jacob Gheyn, surgen los
afamados Ángeles Arcabuceros, considerados por la autora como la más
representativa creación del arte colonial.
En cuanto a la figura del indio en sí, La Corona española trato de asimilar la aristocracia indígena y por iniciativa del Virrey Obispo
Morcillo, se realizaron retratos de Incas a modo de genealogías que se continuaban con los monarcas españoles a partir de Carlos V,
presentándose como herederos DEL PODER – LOS ESPAÑOLES NO QUERIAN PARECER
DE SANGRE INDIGENA, POR ESO SE DEJABAN LA BARBA A DIFERENCIA DEL
INDIGENA QUE ES LAMPIÑO-de los nobles peruanos.
Por último, el cuadro de De La Puente “Adoración de los Magos” muestra como los incas y demás pueblos indígenas se sentían
iguales ante Dios. En esta obra, los tres magos representan a las tres etnias que convivían y se entrecruzaban, cual radiografía de la realidad en
la América colonial. UNA ADAPTACIÓN QUE BUSCA QUE EL FIEL INDIGENA SE SIENTA INCLUIDO DENTRO DE LA ICONOGRAFIA Y
FE CRISTIANA, AL VERSE REFLEJADO COMO PARTICIPE DE LA EPIFANIA