El estudiante y Don Quijote, amantes de la vida

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Reflexiones personales sobre la película "El estudiante", el bien, la verdad y el amor.

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El estudiante y Don Quijote, amantes de la vida

Ayer tuve el placer de ver la película mexicana “El estudiante” y créanme que al decir que es filosofía llevada a la pantalla, me quedo corta. No en vano se hace alusión al Quijote de la Mancha que también es una impresionante lección de humanismo. Me encantaría hacer un análisis minucioso de las múltiples enseñanzas de la película pero la intención de estas líneas no es didáctica, sino reflexiva.

El Estudiante es un adulto mayor, Chano, quien decide estudiar en la universidad de Guanajuato. Pensaríamos que se le llama “estudiante” porque va a aprender pero en realidad lo que hace es dar lecciones de vida a los chavos, a sus compañeros de clase que viven en un mundo tan diferente al suyo y que por la brecha generacional parecerían imposibles de reconciliar.

Pero una de las enseñanzas de la película es que lo bueno y lo verdadero no pasan de moda nunca. A veces lo llamamos con otros nombres, a veces se nos olvida lo que realmente importa pero tarde o temprano se nos presenta en la vida como una verdad irrefutable: el ser humano siempre buscará la felicidad y la bondad, aunque al decir esto esté desafiando casi toda la filosofía que me enseñaron en la universidad. Creo en la norma jurídica de que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. No al revés. Creo que todos tenemos el beneficio de la duda, creo que todos actuamos muchas veces movidos por los arranques, lo visceral, lo estúpido y lo irreflexivo. Pero también creo en la consciencia, la empatía, la humanidad y la capacidad de amar. Lo que me lleva a la segunda reflexión. Llamar al protagonista “el estudiante”.

Como dije antes, Chano les enseña muchas cosas a sus “compañeros”, cosas que la vida le ha enseñado pero que él ha sabido interpretar y adaptar a su modo de vida y de pensamiento. Es un estudiante porque siempre está abierto a saber más, a crecer, a conocer, a lo nuevo, incluso escucha música en un Ipod y aprende a “chocarlas”. Este personaje nos enseña que nunca es tarde para aprender a vivir, que de todo y de todos se puede aprender algo, aunque sea lo que no deba hacerse, pero se aprende. Chano se adapta a los cambios y nos muestra que siempre estamos aprendiendo algo nuevo y aquél que no lo hace, ha perdido mucho: la ilusión de vivir y de sorprenderse. Conozco muchos muertos vivientes que creen que lo conocen todo, que no tienen nada que aprender.

Mi último punto de reflexión casi grosera por la brevedad es retomar los valores. Y no hablo en un sentido moralista, me refiero a volver la mirada hacia lo verdaderamente importante, lo que enriquece al hombre, lo que nos hace hace felices. Los motivos por los que estamos donde estamos, por los que trabamos en ese lugar y con esas personas, por los que salimos o estaamos casados con esa persona y no con otra, por los que conservamos esos amigos, los motivos por los que nuestra vida vale la pena. Si no tenemos respuestas a esas preguntas fundamentales en nuestra existencia, es un excelente momento para que lo pensemos detenidamente. Considerando todo lo que tenemos, en lo que nos hemos convertido, lo que queríamos cuando eramos pequeños y lo que tienes ahora. O lo que esperabamos hace tres años de nosotros mismos.

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¿No esperabas nada de ti hace tres años? Entonces es momento de empezar a querer. Soñar. Desear. Conseguir. Probarnos a nosotros mismos, y todo con miras a lo que nos llena y nos hace verdaderamente felices, a hacer lo que realmente… amamos.

Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.

El amor nunca hizo ningún cobarde