El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

10
El excesivo austero Dos notas sobre Jaime Rest I 1 Toda crítica es autobiográfica, o una forma eminente de la autobiografía: lo habían declarado Oscar Wilde y Enrique Pezzoni. Cito este nombre deliberadamente porque guarda para mí relación estrecha con este acto. En su brillante prólogo a El laberinto del universo, de Jaime Rest, Maximiliano Crespi retoma aquella agudísima definición de los excéntricos de la crítica argentina escrito por otro excéntrico: Nicolás Rosa. El lugar de Rest en la crítica argentina se halla cercano o es homólogo al de Enrique Pezzoni, no sólo por esa vinculación de origen que mezcla el homme de lettres vinculado al ensayo y reunidos en Sur a través de un vértice que no estaría en Victoria Ocampo sino en Pepe Bianco, o bien por la fuerte impronta borgeana en ambos, sino también por la superación de ambos modelos, su formación universitaria, su franca asunción de la pedagogía y sus rasgos ideológicos que se hallan en cierto liberalismo de izquierda, aunque no en la izquierda de Contorno- y, en fin, lo que podríamos denominar la actitud, que une un extraordinario saber móvil y abierto, jamás cristalizado, a una enunciación que siempre es sigilosa en el caso de Pezzoni, y lateralizada, como el que se sitúa, la imagen es de Rest, en el lugar que se reserva en la gran mansión de la literatura a un espacio lateral: el cuarto en el recoveco, ya que, escribe Rest, “en algún recoveco hay un cuarto muy activo en el que sin cesar se amontonan nuevos materiales de la especie más dispar”. La labor del crítico, que sería el que mantiene la pulcritud y organización de la casa, también se sitúa allí. Crespi habla del descentramiento y la dispersión del proyecto de Rest, retomando aquella descripción de Rosa, que habla de excentricidad y exceso: “no sólo es un excéntrico con respecto a su formación original, sino que constituye un verdadero exceso en relación a la literatura argentina. (…). Es un exceso con respecto a la crítica erudita de la que proviene (…), es un exceso instalado entre el ensayo y la crítica. Un exceso entre literatura argentina y literaturas europeas, un exceso entre crítica y ficción. La crítica es un relato donde el 1 Texto leído en la presentación de Jaime Rest, El laberinto del universo. Borges y el pensamiento nominalista, 10 de mayo de 2009, Buenos Aires, librería Eterna Cadencia.

description

Ensayo sobre Jaime Rest

Transcript of El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

Page 1: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

El excesivo austero

Dos notas sobre Jaime Rest

I1

Toda crítica es autobiográfica, o una forma eminente de la autobiografía: lo

habían declarado Oscar Wilde y Enrique Pezzoni. Cito este nombre

deliberadamente porque guarda para mí relación estrecha con este acto. En su

brillante prólogo a El laberinto del universo, de Jaime Rest, Maximiliano Crespi

retoma aquella agudísima definición de los excéntricos de la crítica argentina

escrito por otro excéntrico: Nicolás Rosa. El lugar de Rest en la crítica

argentina se halla cercano o es homólogo al de Enrique Pezzoni, no sólo por

esa vinculación de origen que mezcla el homme de lettres vinculado al ensayo

y reunidos en Sur a través de un vértice que no estaría en Victoria Ocampo

sino en Pepe Bianco, o bien por la fuerte impronta borgeana en ambos, sino

también por la superación de ambos modelos, su formación universitaria, su

franca asunción de la pedagogía y sus rasgos ideológicos –que se hallan en

cierto liberalismo de izquierda, aunque no en la izquierda de Contorno- y, en

fin, lo que podríamos denominar la actitud, que une un extraordinario saber

móvil y abierto, jamás cristalizado, a una enunciación que siempre es sigilosa

en el caso de Pezzoni, y lateralizada, como el que se sitúa, la imagen es de

Rest, en el lugar que se reserva en la gran mansión de la literatura a un

espacio lateral: el cuarto en el recoveco, ya que, escribe Rest, “en algún

recoveco hay un cuarto muy activo en el que sin cesar se amontonan nuevos

materiales de la especie más dispar”. La labor del crítico, que sería el que

mantiene la pulcritud y organización de la casa, también se sitúa allí. Crespi

habla del descentramiento y la dispersión del proyecto de Rest, retomando

aquella descripción de Rosa, que habla de excentricidad y exceso: “no sólo es

un excéntrico con respecto a su formación original, sino que constituye un

verdadero exceso en relación a la literatura argentina. (…). Es un exceso con

respecto a la crítica erudita de la que proviene (…), es un exceso instalado

entre el ensayo y la crítica. Un exceso entre literatura argentina y literaturas

europeas, un exceso entre crítica y ficción. La crítica es un relato donde el

1 Texto leído en la presentación de Jaime Rest, El laberinto del universo. Borges y el

pensamiento nominalista, 10 de mayo de 2009, Buenos Aires, librería Eterna Cadencia.

Page 2: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

rastreo de fuentes (recurso filológico) es una tarea de pasión detectivesca (y la

metafórica constante de perpetrar, tramar un texto) para llegar a reconstruir la

obra en su experiencia humana transpuesta estéticamente.”

¿Quién era Rest para mí? Era esa foto de un hombre inexplicablemente

feo que acaricia un gato delante de una biblioteca. Ese es un recuerdo lateral.

Tal vez sea un recuerdo sentimental pero aquí Rest funciona como límite ya

que se autoimponía no sentimentalizar las lecturas. Digamos que en mi propia

recepción de Rest hay una historia íntima y otra pública, vinculada

especialmente a los años de la dictadura, que no voy a relatar aquí, pero que

fue para mí en extremo significativa respecto de un episodio de censura y

obligada autocensura vinculado al libro Tres autores prohibidos, que se halló

paradójicamente en la lista de libros prohibidos por la Municipalidad de la

Ciudad de Buenos Aires, cuyo intendente entre 1976 y 1982 fue el brigadier

Osvaldo Cacciatore.

La personalidad de Rest es compleja por elusiva, por no situarse en

primer plano y es dable recuperarla en ese sitio de la excentricidad lateral y en

los entresijos del exceso. ¿Dónde habla el yo del crítico? Voy a tomar algunos

ejemplos laterales para hablar de Rest en torno de tres nociones: la noción del

lector común, la noción de texto único, y la noción de la concepción liberal de la

tolerancia.

El interés de Rest por Virginia Woolf es muy temprano. Tengamos

en cuenta que su el tema de su tesis de licenciatura y en el año de su

graduación, 1953, publicó el ensayo “Notas sobre Virginia Woolf” en el Boletín

10 de Estudios Germánicos. “Virginia Woolf y la crítica”, recogido en Mundos

de la imaginación, data de 1956. Allí Rest recupera la noción del common

reader. "El lector común" alude, como lo indica Virginia Woolf en la primera

página de su libro, a una frase de Samuel Johnson hallada en uno de los textos

de Lives of the Poets (1779-81). El Dr. Johnson, que abjuró reiteradamente del

criterio de autoridad y la arbitrariedad consiguiente de los críticos y eruditos

(defectos que él mismo ejerció con maestría en una prosa deslumbrante) había

escrito en su demoledor artículo "Minim, the critic": La crítica es una disciplina

por la cual los hombres se tornan importantes y formidables con muy poca

pérdida. El poder de invención ha sido conferido por la naturaleza a unos

pocos, y el trabajo que da aprender aquellas ramas del conocimiento que sólo

Page 3: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

pueden obtenerse por el mero trabajo es demasiado grande para ser soportado

de buen grado; pero cualquier hombre puede ejercer la opinión que tiene sobre

las obras de otros; y aquel al que la naturaleza hizo débil y el ocio conserva

ignorante, puede sin embargo sobrellevar su vanidad con el nombre de crítico

(The Selected Writings of Samuel Johnson, New York, New American Library,

1981, p. 126)

En el fondo de esta diatriba se halla el ideal de la crítica de Johnson

que Woolf rescata y que Rest vindica: la articulada, fundamentada

representación del sentido común en la lectura, enriquecido por la experiencia

vital. Ello no significa que el lector común sea un lector ingenuo o antojadizo, ni

que lo que prevalece en su lectura es la mera opinión o el gusto enteramente

preformado por las tradiciones, los modelos o los preceptos: su naturaleza es

más compleja. Esta concepción supone a la vez ironía y modestia; una

modalidad eminente de la lectura cuyo ejercicio comparten la crítica literaria y

la literatura misma: el uso libre de la imaginación formadora que se halla en el

origen de la actividad artística.

Jaime Rest apuntó algunos rasgos determinantes de ese nada

común Common Reader: El carácter inusual de la genuina lectura común no

apela cínicamente a una aristocracia del espíritu, sino acaso al reconocimiento

de que toda lectura común, ejercida en la honestidad de una imaginación no

cautiva, accede a un orden epifánico donde el texto re-aparece. “Woolf –

escribe Rest– viene a recordarnos un hecho sencillo y extraordinario: que la

belleza es accesible en el común transcurso de nuestra vida, en la común

experiencia, en la hora común del tránsito ordinario. Algo de esto comunicaban

sus novelas: la contingencia de los hechos exteriores, por mínimos que sean,

convocan una sucesión de impresiones que fluyen en la conciencia con una

libertad y una soltura que trascienden el tiempo vivido del presente y, a la vez,

lo enriquecen.”

Sin embargo, el espacio de la lectura común no es el reino solipsista

de un individuo: Virginia Woolf era conciente de que toda lectura tiene su

correlato social. En su ensayo "The patron and the crocus" planteaba, de un

modo a la vez humorístico y poético, una de las preguntas que un escritor debe

hacerse: ¿para quién se escribe? Cuando Rest se hace cargo de esa cuestión

piensa la respuesta al texto literario como una relación dinámica entre un autor

Page 4: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

significativo y un receptor lúcido y al mismo tiempo como una relación

dialéctica entre texto, autor y contexto histórico. Para ello no reflexiona desde

generalidades sino mediante una actitud simpática para captar la singularidad

del texto –su autonomía relativa- y asimismo la inserción del artista con el

mundo sociohistórico que elige y lo elige. Esta singularidad es primigenia para

Rest: “creo que son los hombres individuales y las obras individuales los que

tienen una capacidad orientadora decisiva”. Pero de inmediato, aunque las

obras no pueden examinarse desde una moral, el crítico tiene una

responsabilidad moral y social: la de utilizar sus ideas para examinar y

comunicar su entendimiento a los lectores, ya que la literatura funciona como

una fe compartida. Esta fe trasciende la historia o se encarna en ella para

declarar su malestar y su ansiedad. “Aun contra toda ilusión, contra toda

certeza –escribe Rest– hasta la literatura más nihilista manifiesta una

desesperada voluntad de creer en sus propios enunciados. Cada texto poético

declara una manera de aferrarse a la vida.; su ausencia, en cambio, no es más

que un circunloquio de que se vale la muerte –el anonadamiento– para

anunciarse en nosotros.” Para Rest esto revela una urgencia anterior a la

crítica y la interpretación que consiste en la necesidad elemental del hombre

de sobreponerse a su propio desamparo con el auxilio de una enunciación

provisoria sobre lo real. Aquí irrumpe su convicción nominalista, que le era afín:

la persecución del significado exacto para dar cuenta de lo real precede a la

certeza de hallarlo y, de hecho, el lenguaje siempre es insuficiente, todos los

enunciados son ficciones momentáneas que organizan nuestra experiencia –

de tal modo que basta contentarse con estas traducciones inapropiadas u

optar por el silencio–. Pero este recelo sobre el instrumento verbal tiene un

correlato político. Al examinar la emotividad verbal en el totalitarismo y sus

enunciados de verdad, Rest observa que precisamente ese recelo crítico sobre

el lenguaje implica una abierta recepción de verdades parciales y alternativas,

de relativizar toda lógica autocrática del sentido único y de situarse en una

discursividad de la diferencia. El recelo sobre el lenguaje, el pensamiento

nominalista, se conecta directamente con una concepción liberal de la

tolerancia, donde la única doctrina que cabe rechazar es la que rehúsa la

tolerancia.

Page 5: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

La idea del texto único se relaciona con la proyección en el presente

del pasado cultural. ¿Por qué Rest podía combinar de inmediato planos

históricos diversos, como una proyección del pasado en el presente? Mediante

la hipótesis del texto único. Debo a la poeta Mercedes Roffé la transcripción

de algunas clases donde Rest manifestaba esta idea que sostiene los

epígrafes de Mundos de la imaginación. “La posteridad me es indiferente.

Escribo para hoy” reza el epígrafe en alemán atribuido a Kart Weill. Y el de

Desmond MacCarthy, en inglés, dice: “La dirección de nuestros intereses, ya

sea intelectuales o estéticos, es decidida por el tiempo en el cual vivimos”.

La noción del texto único es repetida con insistencia. Por ejemplo:

“Yo les diría, inclusive, que hay un texto no muy estudiado en Clásicas, como

es la Biblioteca de Apolodoro, que es una de mis lecturas predilectas, porque

resulta que allá por el año ’20, cuando se publicó una nueva edición de esta

obra, una cantidad de escritores que estaban buscando formulaciones sobre

problemas de la cultura europea de la postguerra del ’14, tomaron a Apolodoro

en busca de interpretaciones antropológicas de la realidad que vivían.

Resultado: Eliot utiliza en The waste land la interpretación que Apolodoro da

en la Biblioteca del mito de Tiresias y, por lo tanto, la clave de cómo está

construido el poema está en Apolodoro. Es decir, Eliot construye dos

secuencias aparentemente desconectadas que son la figura de Tiresias, por un

lado, y el canto de las aves, por otro. Y Apolodoro nos cuenta que Tiresias

profetizaba a partir del canto de las aves. Es muy curioso, pero sabiendo bien

The Waste Land se conoce prácticamente toda la cultura europea. (…). Y con

respecto a esto voy a recordar una tesis de Borges: la tesis del texto único. Es

decir, la literatura es un texto único que hay que leer hacia todos lados. Y

cuando digo “literatura” no digo sólo literatura. (…). En otras palabras, si vamos

a asumir la hipótesis del texto único, que no es solamente la literatura sino que

es el arte, tenemos que valernos de todos los elementos para ir encontrando

los vínculos entre el pasado y el presente.”

Rest estaba fascinado con la idea de totalidad borgeana, según la

cual toda la literatura puede ser leída como un texto único. De hecho, es una

concepción semiótica por la cual ese texto –la literatura- sería una sola frase

que leemos parcialmente, pero que podemos seleccionar y combinar de

diversos modos. Ello significa, además, que todo texto puede remitir

Page 6: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

metonímicamente al conjunto. Para Rest el texto único permitiría una doble

acción interpretativa: el pasado está en el presente pero sólo cuando el

presente lo ilumina (¿acaso aquí hay un resabio del tiempo concebido según la

dureé bergsoniana o la noción de imagen dialéctica de Benjamin?) En esta

iluminación, en esta atención dada a un momento por el cual una zona del

pasado se ilumina en el presente, coincide o se yuxtapone –construida a partir

de una trama de datos, de informaciones, de valores, de versiones, en suma,

de textos– el presente transparenta una serie donde el pasado toma lugar en

el momento en que se lo comunica: “Lo importante que ustedes deben adquirir

en una Facultad de Humanidades es, además de una serie de datos, de

conocimientos, la conciencia de cómo todo eso que vivimos casi

intemporalmente nos muestra el pasado, el presente e incluso la concepción

del futuro. Además de saber todo eso lo tenemos que saber comunicar. Y

además, saber percibir. Yo no tengo la tesis romántica de que la obra de arte

existe desde el momento en que veo la puesta de sol. No, la obra de arte

existe desde el momento en que yo la comunico.”

Un claro ejemplo de esto es su prólogo y traducción del único texto

literario de John Lennon en el momento en que The Beatles estaban en plena

producción musical. Rest conecta en el prólogo el texto de Lennon con Joyce,

con Beckett, con la tradición de las portmaneau words de Lewis Carroll, los

limericks de Edward Lear y las nursery rhymes y en la lengua española con las

jitanjáforas, la culta latiniparla de Quevedo y el humor de César Bruto (vía

Cortázar en Rayuela, que había sido publicada un año antes de Lennon in his

own words). Las ideas de traducción y de bricolage comparecen con esta

noción del texto único: el crítico traduce fragmentos de una totalidad a otra

parte de ella misma; el crítico es un bricoleur que toma elementos de diversas

partes de la totalidad y las reúne para formar nuevos significados.

Page 7: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

2 2

Estamos aquí para celebrar una memoria y a la vez para constatar una vida. En

los innumerables documentos que aquí se han ordenado hay horas numerosas,

días, experiencias, breves iluminaciones, incertezas afirmativas, hay días y

días vividos y olvidados de los que sólo quedan estas huellas. Nadie es indigno

del interés de las huellas que deja para otros, pero en este caso son las que

dejó un hombre extraordinario y a la vez injustamente ignorado, olvidado a

menudo, viviendo todavía en la literatura argentina con una modestia que

convenía a su propia presencia. La alta generosidad de Jaime Rest siempre

era lateral, siempre parecía borrarse en favor de otro, del arte o el pensamiento

de otro, que con sabiduría un poco impersonal presentaba ante quienes

quisieran conocerlo. Y como a menudo ocurre con los críticos, un modo de

recurrir a su yo elusivo es atender a algunos de los pliegues íntimos en los que

se ocultaba, como si pudiésemos proyectar invertidamente su fantasma. La

lectura es la actividad eminente del crítico, la escritura de sus lecturas, como un

modo sofisticado de la autobiografía. Como afirmaba Bachelard, en ciertas

lecturas que nos simpatizan a fondo, somos parte interesada en la expresión

misma: esa lectura nos concierne. Por ello, ya que inauguramos aquí la

memoria de una vida en archivos de biblioteca se me ocurrió buscar a Rest en

algún personaje que podía regresarlo, que podía ofrecerse aquí como la

mediación de su generoso fantasma. ¿Dónde buscarlo, dónde buscar en otro

su propio perfil, su propio reflejo, aquello que también podía predicarse de su

propia persona?

Una posibilidad era hacerlo en esos nombres tan recónditos y exquisitos

como Rest mismo, en esos autores que casi sólo él conocía y que ahora mismo

parecen alejarse en el horizonte de ceniza del tiempo pasado. Buscarlo, por

ejemplo, en alguien que frecuentaba archivos, bibliotecas, memorias para

constatar vidas. Rest eligió para la colección de Ediciones Librerías Fausto los

cuentos de un apacible victoriano cuya frenética y peligrosa actividad durante

2 Texto leído en la Presentación de la Colección Jaime Rest, Biblioteca Max von Buch de la

Universidad de San Andrés, el 21 de octubre de 2009

Page 8: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

cincuenta años había sido ésta: Bibliotecario del Museo Británico. Rest prologó

y tradujo una obra memorable y erudita, a la manera de los cuentos de Marcel

Schwob y de Historia universal de la infamia: El ocaso de los dioses, escrita por

ese hombre con el cual simpatizaba por completo, nacido en 1835 y muerto en

1906: se llamaba Richard Garnett. En las quince páginas que Jaime Rest le

dedica a Garnett podríamos jugar a entrever una imagen especular del mismo

hombre que hoy homenajeamos, cuya memoria tratamos de conservar y

reconstruir en estos archivos. El juego es estimulante y satisfactorio, porque es

muy posible reconocer en lo que Rest afirma de Garnett muchos de los rasgos

que lo complacían y que sin duda podían definirlo, porque así lo eligió. Así todo

se vuelve vertiginoso: el bibliotecario y erudito Garnett se duplica en el erudito

Rest que se repite en las huellas que dejó y atesora hoy esta biblioteca.

Juguemos por un momento este juego de espejos.

“Un retrato de este hombre –escribió Rest– debe subrayar en primer

término el carácter apacible de este personaje (…) el escritor halló incontables

oportunidades para ir entretejiendo (…) un amplio círculo de relaciones

vinculadas estrechamente a sus propios intereses y gustos, que al decir de sus

conocidos, eran las preferencias típicas e inconfundibles del ratón de biblioteca,

si bien en su caso se trató de uno que no se limitaba a permanecer en sombría

reclusión, amurallado de anaqueles, sino que además disfrutaba del aire libre y

del contacto humano.” Vemos una fotografía de Rest en un banco de plaza, en

1976, de espaldas: gasta un sobretodo oscuro, está un poco cargado de

hombros, con una pila de libros, leyendo: allí también reconocemos un erudito

al aire libre.

En el prólogo a Garnett, Rest registra un testimonio que de nuevo lo

devuelve en espejo: “Me resulta imposible suponer que en el curso de los

últimos cincuenta años haya habido en Londres alguien dotado de una

información tan profunda y cabal de la historia literaria en su aspecto personal.

Era tan versado en esto como el doctor Johnson lo había sido con respecto a

su época. (…). No compartía en absoluto la aspereza de Johnson, pero poseía,

en cambio, su ternura y muchas de sus inclinaciones. En especial, como todos

los hombres generosos, era un devoto enamorado de los gatos.” Recordamos

esa fotografía –la única que personalmente había visto en mi vida salvo éstas

que ahora conocemos en este archivo– en la que Rest sonríe acariciando un

Page 9: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

gato y constatamos que en esta colección se conservan sus libros y tarjetas

sobre gatos, “animal que adoraba.”

Rest anota que para el bibliotecario y erudito Garnett los libros no eran

objetos meramente inventariados, sino fuentes de placer y de información en

las que él mismo se deleitaba. Su amplio manejo de lenguas extranjeras le

permitía sumergirse en los textos con regocijo “y estimaba que su misión era

comunicar a los demás cuanto había adquirido en sus lecturas personales. Por

consiguiente su inagotable paciencia y su firme generosidad lo inducían a no

desechar cualquier esfuerzo que pudiera resultar útil a quien necesitaba ayuda

para resolver un problema. Se dice que estaba dispuesto a aconsejar sobre la

manera más adecuada de encarar un artículo o a corregir el estilo de una

exposición sometida a un examen.” Muchos de quienes lo conocieron

testimoniaron “acerca de su excepcional cordialidad y sabiduría.” Basta

recordar los testimonios de sus estudiantes para verificar este reflejo. Beatriz

Sarlo ha relatado una experiencia como ésta cuando habló de sus maestros,

Hugo Cowes y Jaime Rest.

“Ciertamente es la persona mejor documentada que jamás haya

conocido. (…). Posee una incomparable capacidad para acrecentar su saber y

es tan concienzudo como ilustrado; su memoria exhibe una singular retentiva”,

decía Butler de Garnett, mientras oblicuamente reconocemos a Rest. Ese

aspecto totalizador coincide con la noción que sólo mentes extraordinarias

como la suya podían sostener, afín por ejemplo a la de un Aby Warburg: la

idea de la cultura como un texto único, que toma de Borges. El arte puede ser

leído como un texto único de modo tal que cualquier elemento comunica con

cualquier otro a través del presente y el pasado y aun en su proyección futura,

a través de una constante continuidad y contigüidad. Pero además esta obra

existe en el momento en que se la comunica. Dicho carácter sólo podía ser

cabalmente llevado a cabo por hombres como Garnett, como Auerbach, como

Rest. Pero esa erudición no debía ser ejercida como soberbia áulica, sino

como una facultad ejercida con una tolerancia democrática, aunque no exenta

de ironía. Una óptica, como la de Garnett, esencialmente humanista. A

menudo Rest sienta las bases de su propia ética hablando de otros, y

reiterando de ese modo su propia concepción liberal de la tolerancia, donde la

única doctrina que cabe rechazar es la que rehúsa la tolerancia. “A esto se

Page 10: El Excesivo Austero. Dos Notas Sobre Jaime Rest

agrega –escribe– una reflexión sobre el hombre, cuyas aspiraciones están

condenadas a la frustración o al desencanto, a los tropiezos, a las desventuras

y la muerte, así como es muy difícil escapar al deterioro moral y a la

desmedida ambición; pero, simultáneamente, se nos advierte que cada uno de

nosotros puede tener la razonable certidumbre de que, por su propio esfuerzo,

se encuentra capacitado para hallar en sí mismo el empuje necesario que le

permita colmar la existencia de sentido y de esperanza (…), como si se abriera

el camino hacia el incontrovertido aserto de que las imperfecciones de nuestra

naturaleza ocultan un caudal de virtudes que exigen ser estimuladas, pero que

con excesiva frecuencia desatendemos por pereza o insensibilidad.”

Jaime Rest escribió esto en plena dictadura, cuando cumplía

cincuenta años. Murió dos años después, en 1979. Esas palabras dedicadas a

Garnett el bibliotecario resuenan ahora en esta biblioteca de la Universidad de

San Andrés que guarda sus huellas, regresan desde aquel vacío al que la

Argentina oscura lo destinaba, una Argentina terrible y miserable en la que fue

enterrado. Esas palabras de creencia, de tolerancia democrática no sólo no

eran ingenuas en ese año de 1977: eran profundamente verdaderas, eran su

porvenir, eran hoy mismo su memoria que habla en el presente a través de

cada una de las huellas que celebramos preservar, divulgar y sostener, como

un obligación ética. La misma ética que nos enseñó con el pudor de una

inteligencia que se ocultaba en el espejo de otros, esos hombres generosos y

eruditos, los “sabios austeros” que amaban los gatos, los libros abiertos y el

aire libre de la libertad.

Jorge Monteleone