EL FALSO CIRINEO: DRAMA EN UN ACTO

48

Transcript of EL FALSO CIRINEO: DRAMA EN UN ACTO

EL FALSO CIRINEO

EL FALSO CIRINEODRAMA EN UN ACTO

Original de

Wilson Roa

© 2012. Wilson RoaTítulo original: El faso cirineo

Dirección editorial: Bismar Galán

ISBN: xxxxxxxxxxxxxxxxxxProhibida la reproducción total o parcial de esta obra, en todas las formas posibles, sin permiso escrito del autor.

2012. De esta edición: Urania Montás

Impreso en República Dominicana por Editora Búho C. x A.

7

Wilson Roa

SE ESCUCHA LA MELODÍA DEL TEMA MUSICAL “EL NIÁGARA EN BICICLE-TA” DE JUAN LUIS GUERRA. SE ABRE EL TELÓN. ES LA SALA DE EMER-GENCIAS DE UN HOSPITAL PÚBLICO. EN EL FONDO IZQUIERDO HAY UN PEQUEÑO BIOMBO CON ALGUNAS RADIOGRAFÍAS PEGADAS. DELANTE DE ÉSTE HAY UN VIEJO ESCRITORIO CON UNA LÁMPARA DE LECTURA Y UN SILLÓN DESTARTALADO. A LA DERECHA HAY UNA CAMILLA VIEJA CON UNA PATA REMENDADA Y DE-TRÁS DE ÉSTA, EN EL FONDO, UN CORDEL CON UNA SÁBANA BLANCA Y UN PAR DE MEDIAS SUJETADAS CON

8

El falso cirineo

GANCHOS. UNA DOCTORA DUERME EN EL SILLÓN. UN HOMBRE LLEGA CON MUJER PARTURIENTA PIDIEN-DO AUXILIO.

1. HOMBRE: ¡Doctora! ¡Doctora! ¡Des-pierte!

2. DOCTORA: (ASUSTADA, PEGA UN BRINCO Y SE PONE EN GUARDIA) ¡Qué! ¡Qué! ¡Qué pasa! (VOLVIENDO EN SÍ, SE DIRIGE AL HOMBRE DE MALA GANA) ¿Qué usted quiere?

3. HOMBRE: Doctora, es una emergencia: esta mujer va a parir.

4. DOCTORA: ¿Usted está ciego o qué? ¿Acaso no vio un letrero en la entrada que dice “Hospital cerrado”?

5. HOMBRE: ¡Cerrado! ¿Y por qué está ce-rrado el hospital?

9

Wilson Roa

6. DOCTORA: (SE SIENTA EN EL SI-LLÓN) Porque los médicos estamos en huelga.

7. HOMBRE: ¿Y las enfermeras?

8. DOCTORA: También.

9. HOMBRE: ¿Y los camilleros?

10. DOCTORA: También.

11. HOMBRE: ¿Y los porteros?

12. DOCTORA: Esos también. Aquí todos estamos en pie de lucha. (LA MUJER SE QUEJA FUERTEMENTE. EL HOM-BRE LA RECUESTA SOBRE LA CA-MILLA Y DEJA UN BULTO EN EL SUELO, JUNTO A ESTA) Amigo, ¿us-ted está sordo o qué? Le dije que el hos-pital está ce-rra-do. Váyanse a otra parte.

10

El falso cirineo

13. HOMBRE: Pero, doctora, esta mujer va a dar a luz. Entienda que es una emergen-cia médica. Esto es un hospital, usted está aquí y ella también. ¿Qué le cuesta aten-derla?

14. DOCTORA: (ARROGANTE) Ese no es mi problema. Váyase a su casa y busque una partera o llévela a una clínica privada, pero váyase de una vez. Si mis colegas vie-nen y los encuentran aquí, van a decir que soy una rompehuelgas.

15. HOMBRE: (APELATIVO EN VOZ BAJA) Pero, doctora, ni siquiera conozco a esta mujer. Hace un rato iba manejan-do mi auto hacia mi trabajo. De pronto la vi tirada sobre una acera, empapada de agua y gritando bajo la lluvia, que alguien la ayude. Por eso la traje. (LA DOCTORA INHALA Y EXHALA PROFUNDA-MENTE). Yo ya hice mi parte, ahora le toca a usted.

11

Wilson Roa

16. DOCTORA: Mire, señor, yo solo soy mé-dico general, además estoy sola. Para rea-lizar un parto con todas las de la ley se re-quiere un ginecólogo, un pediatra, enfer-meras, anestesiólogo… Es un problema.

17. HOMBRE: Doctora, por ahora estamos usted y yo. No sé nada de este asunto, pero si usted me dice cómo, yo podría ayudarle en cualquier cosa. ¿Qué me dice?

18. DOCTORA: (DEPONIENDO ACTI-TUD) Está bien. Pero estamos juntos en esto, ¡eh!

19. HOMBRE: De acuerdo.

20. DOCTORA: (SE PONE DE PIE) ¡Manos a la obra! SE ESCUCHA LA CONTINUA-CIÓN DEL TEMA MUSICAL “EL NIÁ-GARA EN BICICLETA” DE JUAN LUIS GUERRA. AMBOS HACEN ALGUNOS EJERCICIOS DE CALENTAMIENTO

12

El falso cirineo

CORPORAL. LUEGO DE UN MO-MENTO, LA MÚSICA SE DETIENE.

21. HOMBRE: ¿Qué vamos a hacer, doctora?

22. DOCTORA: Primero debemos ves-tir ropa adecuada para la intervención (METE LA MANO EN UNA GAVE-TA DEL ESCRITORIO Y SACA DOS BOLSAS GRANDES DE RECOGER BASURA. CON UNAS TIJERAS, LE ABRE TRES HOYOS A UNA DE ES-TAS Y LUEGO SE LA PASA AL HOM-BRE. CONTINÚA HACIENDO LO MISMO CON LA SEGUNDA BOLSA.

23. HOMBRE: (SIN ENTENDER) Oiga, doctora, ¿para qué son estas… bolsas de basura?

24. DOCTORA: (SARCÁSTICA) ¿Bolsas de basura? No, mi amigo. Lo que usted tiene en sus manos es la bata del médico

13

Wilson Roa

ayudante, y yo, la del médico titular. Véa-lo en perspectiva. (SE LA PONE Y LA MODELA) ¿A caso no está de lujo?

25. HOMBRE: (SE ENCOGE DE HOM-BROS) Si usted lo dice. (SE PONE LA SUYA). Ya está.

26. DOCTORA: Y para completar, aquí es-tán sus guantes (LE AMARRA UN PAR DE FUNDAS EN LAS MANOS). Le de-bemos los gorros y mascarillas, se agota-ron la semana pasada.

27. HOMBRE: ¡Válgame, Dios! ¡Cuánta pre-cariedad! Supongo que, al menos, tienen equipos adecuados para realizar el parto.

28. DOCTORA: Por supuesto, señor. Aquí tenemos equipos modernísimos. Este-toscopios de un sólo oído, camas de tres patas, jeringas reciclables…, en fin: tecno-logía de punta.

14

El falso cirineo

29. HOMBRE: Pero, doctora, este hospital está enfermo. ¿Cómo pueden trabajar así?

30. DOCTORA: ¿Por qué cree que estamos en huelga? Cada vez parece más cierto que vivimos en un país rico, pobremente administrado.

31. HOMBRE: ¡Santa madre de Dios!

32. DOCTORA: ¿Qué más da?

33. HOMBRE: (ENTUSIASTA) Bueno, lo importante es que hoy podemos hacer algo bueno aquí, ¿no?

34. DOCTORA: ¡Ajá! Si todo sale bien, en un par de minutos estaremos libres de este problema.

35. HOMBRE: ¡Qué bien! La madre con su bebé, yo en mi trabajo y usted con su huel-ga: (SUSPIRA) todos respirando el suave

15

Wilson Roa

aroma de nuestra democracia (SE ESCU-CHA EL SONIDO DE UN PEDO).

36. DOCTORA: Vayamos al grano.

LA MUJER PEGA UN ENORME GRITO. SE ESCUCHA UNA MÚSICA DE SUS-PENSO. EL HOMBRE SALE CORRIEN-DO A VER ENTRE LAS PIERNAS DE LA MUJER.

37. HOMBRE: ¡Ya viene! ¡Puedo verlo! ¡Es un bebé!

38. DOCTORA: (CON UN ZAFACÓN Y UNA BANDEJA DE UTENCILIOS EN LAS MANOS) Hay que apresurarse. Ya rompió fuente.

39. HOMBRE: (DESESPERADO) ¿Y ahora qué, doctora?

16

El falso cirineo

40. DOCTORA: Ella debe respirar y empu-jar, encárguese de ayudarla. Yo me encar-garé del bebé.

41. HOMBRE: Entendido. (SOSTENIEN-DO UNA MANO DE LA MUJER, HACE QUE MEDIO SE SIENTE Y LA ABRAZA POR EL CUELLO) Vamos, este es el momento de la verdad. Respi-re, respire. Ahora…, puje. (LA MUJER PUJA GRITANDO CON TODAS SUS FUERZAS).

42. DOCTORA: (SOSTENIENDO LA CA-BEZA DEL BEBÉ) Muy bien. Otra vez.

43. HOMBRE: Okay, aquí vamos. (LA MU-JER SE PREPARA RESPIRANDO VARIAS VECES) Eso es, respire…, res-pire... ¡Ahora! (MUJER PUJA GRITAN-DO NUEVAMENTE).

17

Wilson Roa

EN MEDIO DEL LLANTO DE LA MU-JER, SE ESCUCHA UNA CANCIÓN QUE VA GANANDO VOLUMEN Y HACIEN-DO MUDA LA ESCENA. FINALMENTE, SE ESCUCHA EL LLANTO DEL BEBÉ Y LA MÚSICA VA DESAPARECIENDO.

44. DOCTORA: (CON EL BEBÉ EN LAS MANOS) ¡Lo tengo! ¡Lo tengo! (SE LO PASA AL HOMBRE, QUIEN LO RE-CIBE CON UNA TOALLA. LA MU-JER QUEDA SIN FUERZAS SOBRE LA CAMILLA).

45. HOMBRE: (MARAVILLADO) ¡Qué bien! ¡Es un niño! Y parece que nació su-perdotado. (TOMA EL CORDÓN UM-BILICAL Y LO LEVANTA MORBO-SAMENTE) ¡Chiquito, con esta verga no tendrás que trabajar! Después de todo… el tamaño si importa (RÍE GROSERA-MENTE).

18

El falso cirineo

46. DOCTORA: (MOLESTA) Ese…, es el cordón umbilical. ¡Idiota!

47. HOMBRE: ¡Aaah! ¡El cordón!

48. DOCTORA: (REMEDÁNDOLO CON MUECA) ¡Aaah! ¡El cordón! Tarado.

49. HOMBRE: (OBSERVA A LA NIÑA NUEVAMENTE) Entonces, es una niña. ¿Qué hago con ella, doctora?

50. DOCTORA: (SOSTIENE EL ZAFA-CÓN DEBAJO DE LAS PIERNAS DE LA MADRE) Déjela sobre la madre y pá-seme los ganchos que sostienen aquellas medias.

51. HOMBRE: (SUELTA LA NIÑA, BUS-CA LOS GANCHOS Y SE LOS EN-TREGA A LA DOCTORA) Aquí tiene, doctora.

19

Wilson Roa

LA DOCTORA DEJA EL ZAFACÓN. SU-JETA EL CORDÓN UMBILICAL CON UNA MANO Y LO LEVANTA. PONE LOS DOS GANCHOS EN EL CORDÓN, LIGERAMENTE SEPARADOS. TOMA LA TIJERA DE LA BANDEJA Y CORTA EL CORDÓN EN MEDIO DE LOS DOS GANCHOS. HACE UN NUDO AL PEDA-ZO DE CORDÓN QUE QUEDA PEGA-DO DE LA NIÑA.

52. DOCTORA: Ya está. Y por si las mos-cas… (CON UNA MANO, TOMA A LA BEBÉ POR EL ABDOMEN, PO-NIENDOLA BOCABAJO Y LE DA UNA NALGADITA. LA NIÑA EM-PIEZA A LLORAR). Eso es. (SE LA PASA AL HOMBRE). Sosténgala un momento.

53. HOMBRE: ¡Claro! (TOMA LA TOA-LLA Y CARGA A LA NIÑA. LA MECE EN SUS BRAZOS TRATANDO DE

20

El falso cirineo

CALMARLA. SE VA AL CENTRO DEL ESCENARIO).

54. DOCTORA: (NOTANDO QUE LA MUJER NO SE MUEVE, LE TOCA LAS PIERNAS) ¡Señora! ¡Señora! ¿Se en-cuentra bien? (SE ESCUCHA UN SONI-DO DE SUSPENSO. EL LLANTO DE LA NIÑA ES MAYOR. EL HOMBRE TRATA DE CALMARLA. LA DOC-TORA VA POR LA CABECERA Y RE-VISA EL PULSO DE LA MUJER) ¡Se-ñora! ¡Señora! ¿Me escucha? (EL LLAN-TO DE LA NIÑA ES MÁS ALTO. EL HOMBRE SE PONE MUY TENSO. LA DOCTORA TRATA DE RESUCI-TAR A LA MUJER PRESIONANDO SU PECHO) ¡Reaccione! ¡Señora! ¡Seño-ra! ¡Señoraaaa!

55. HOMBRE: (GRITANDO A TODO PULMÓN) ¡Yaaaaa… bas…taaaa!

21

Wilson Roa

EN LA SALA SE HACE UN PROFUNDO SILENCIO. LA NIÑA DEJÓ DE LLORAR Y LA DOCTORA SE HA QUEDADO PA-RALIZADA, MIRANDO FIJAMENTE AL HOMBRE QUE RESPIRA DE FORMA AGITADA.

56. DOCTORA: (DEJA A LA MUJER Y SE DIRIGE HACIA EL HOMBRE) ¡Ey, amigo! ¿Qué le pasa?

57. HOMBRE: (TEMBLOROSO) Perdóne-me, doctora. Es que los niños me ponen muy nervioso.

58. DOCTORA: (QUITÁNDOLE LA NIÑA DE LAS MANOS, DELICADAMENTE) ¡Cálmese, cálmese! (SE VA DETRÁS DEL ESCRITORIO) ¿Usted tiene hijos?

59. HOMBRE: (SE SIENTA EN LA SILLA Y SE QUITA LAS FUNDAS QUE LO CUBREN) No.

22

El falso cirineo

60. DOCTORA: Eso lo explica todo. (PONE LA NIÑA SOBRE EL ESCRITORIO Y EMPIEZA A LIMPIARLA CON LA MISMA TOALLA) Muchas personas se ponen nerviosas con los niños porque no los comprenden. Hay que ponerse en su lugar. Imagine que usted se acuesta y de pronto despierta en un mundo distinto. En vez de respirar aire, ahora respiraría lí-quidos. Y en vez de caminar, lo obligaran a nadar. Imagínese pidiendo ayuda y que nadie entendiera sus palabras.

61. HOMBRE: (PENSATIVO) Sería difícil. Me sentiría como un solitario en un mun-do extraño.

62. DOCTORA: (SOSTENIENDO A LA NIÑA EN SUS BRAZOS Y MIRÁN-DOLA FIJAMENTE) A los niños les pasa lo mismo, pero al revés. Es bueno que lloren al nacer, porque les permi-te despejar las vías respiratorias. Si no

23

Wilson Roa

lo hacen, podrían morir asfixiados. Es como el pueblo y una buena huelga: si no protestas, te mata la indiferencia.

63. HOMBRE: (ASINTIENDO CON LA CABEZA) Sí, claro.

64. DOCTORA: (EMPIEZA A MECER-LA EN SUS BRAZOS) Al llegar a nues-tro mundo, un niño debería ser amado y protegido, tratado como un huésped distinguido en un hotel cinco estrellas: brindarle nuestras mejores atenciones. (MIRANDO IRÓNICAMENTE LA FACHADA DEL HOSPITAL) Lástima que este hotel se encuentre en ruinas. (SUSPIRA PROFUNDAMENTE) En fin. (PONE A LA NIÑA EN UNA CUNA PARA RECIÉN NACIDOS Y ENCIENDE SOBRE LA PEQUEÑA LA LÁMPARA DE LECTURA).

24

El falso cirineo

65. HOMBRE: Apuesto a que usted es una buena madre (SE ESCUCHA UNA CORTINA DE MÚSICA SENSUAL).

66. DOCTORA: (SORPRENDIDA) ¿Quién? ¿Yo? No, no, no, mi amigo. Yo no tengo hijos. Ni siquiera soy… casada (SE ARREGLA EL PELO UN POCO AVERGONZADA).

67. HOMBRE: ¿Y por qué no?

68. DOCTORA: (DESAFIANTE) Porque en esta ciudad no hay hombres. Mire a ese que está allí (APUNTA A UN HOMBRE DEL PÚBLICO), estoy cansada de picar-le un ojo y no me dice nada. Aquel otro, yo misma lo invité a salir con todos los gastos pagos y a la hora de la verdad, diz-que le dio diarrea. Será que sufre de im-potencia. (EN VOZ ALTA) ¡Señores, la pastillita funciona!

25

Wilson Roa

69. HOMBRE: (ADULADOR) No entien-do cómo es que una mujer tan atractiva y competente como usted no tiene un com-pañero a su lado.

70. DOCTORA: (SE ESCUCHA EL SO-NIDO DE UN SAXOFÓN ROMÁN-TICO. MIRA HACIA EL PÚBLICO RUBORIZADA. COMO UNA STRIP-PER, ROMPE LA FUNDA QUE LA CUBRE, SE SUELTA EL PELO, SE ROCÍA UN POCO DE AMBIENTA-DOR EN TODO EL CUERPO. MIRA AL HOMBRE FIJAMENTE Y SE LE ACERCA EN FORMA MUY SEN-SUAL) ¿En verdad cree que soy… a tractiva?

71. HOMBRE: (SINTIÉNDOSE ACOSA-DO) Este mmm… no. (SE RAYA LA MÚSICA. ÉL SE ALEJA DE ELLA, SA-CUDIÉNDOSE LOS BRAZOS).

26

El falso cirineo

72. DOCTORA: (SE HUELE LAS AXI-LAS) Pero usted dijo que yo…

73. HOMBRE: (EXPLÍCITO) Solo fue un decir.

74. DOCTORA: ¡Jah! El hombre y su forma de ver a las mujeres: el mismo cuento de siempre. En un momento somos bellas y atractivas, y de buenas a primeras… ¡puf! ni una guayaba podrida. ¿Pero qué le pasa?

75. HOMBRE: Mire, doctora, no es nada personal. Digamos que tengo una bue-na razón para no establecer relaciones… afectivas con ninguna mujer.

76. DOCTORA: (DEDUCTIVA) ¡Ah! Com-prendo. Usted es gay.

77. HOMBRE: (SORPRENDIDO) ¡Qué!

27

Wilson Roa

78. DOCTORA: (EXPLÍCITA) Ya sabe…, homosexual.

79. HOMBRE: No, no, no, doctora. Nada de eso. Lo que pasa es que… (SE DECIDE, EMPIEZA A SOLTARSE LA BUFAN-DA. SE ALCANZA A VER UN CUE-LLO DE SACERDOTE Y UN CRUCI-FIJO PLATEADO)…he decidido consa-grarme a la obra del señor.

80. DOCTORA: (AL PÚBLICO, SUSPIRA DE BRAZOS CAÍDOS) ¡Ah! el celibato. Pero eso no es problema. Hoy día vivimos la Era de la liberación de las sotanas.

81. HOMBRE: (SORPRENDIDO) ¡Qué dice!

82. DOCTORA: Sí, acuérdese del padrecito aquel que, con el cuento de la castidad, tenía más de diez años dando “estillas” con una de sus feligreses. ¡Jah! El colmo

28

El falso cirineo

de su descaro fue cuando lo descubrieron. Lejos de arrepentirse, se cambió a otra or-den religiosa dentro de la misma iglesia. Ese colega suyo, igual que otros tantos, demostró que esa vaina del celibato no es compatible con la naturaleza humana. (HACIA ÉL) Debajo de esa sotana, hay un hombre, un animal de reproducción sexual, un verdadero caballo en celo.

83. HOMBRE: (MOLESTO) Creo que ya es suficiente.

84. DOCTORA: (SARCÁSTICA) ¡Vamos, hombre! Si él lo hizo, ¿por qué usted no? Después de todo, la carne es débil y se pone dura. ¿No?

85. HOMBRE: (MUY MOLESTO) ¡Basta!

86. DOCTORA: (CON CARA DE YO NO FUI) Okay, okay.

29

Wilson Roa

87. HOMBRE: (MIRA EL RELOJ) Casi son las siete, la misa está por empezar. Debo irme. (SE DIRIGE HACIA LA PUER-TA, VE A LA MUJER TENDIDA SO-BRE LA CAMILLA, SE DETIENE Y REGRESA HACIA LA DOCTORA) Por cierto, ¿y la mujer?

88. DOCTORA: (FRIAMENTE) Murió.

89. HOMBRE: (SORPRENDIDO) ¡Qué!

SE ESCUCHA UNA MÚSICA FÚNE-BRE. EL HOMBRE SE ACERCA POR LA CABECERA, LA MIRA FIJAMENTE Y SE PERSIGNA. LAS LUCES BAJAN DE TONO. EN UN LADO DEL ESCENA-RIO, SE VE UN HOMBRE TRAJEADO DICTANDO UNA CONFERENCIA.

90. CONFERENCISTA: Un pueblo puede so-brevivir sabiendo que ha perdido su pasado. Y hasta puede soportar sabiendo que el presente no

30

El falso cirineo

le corresponde. Lo que no puede soportar, lo que no debe soportar jamás, es la infame condena de vivir sin futuro.

La muerte de una madre es un acto doloroso, una tragedia humana, una infame condena que aprisiona el futuro de la felicidad. Es la ruptura del primer y más genuino vínculo de una perso-na con el mundo. Con ella se abre una herida que siempre habrá de doler, que siempre ha de sangrar.

Cada vez que mire su reloj y vea los segundos avanzar, piense en el amor de su madre. Piense en ella sin reparos, pues cada vez que culmina el ciclo de un minuto, muere una madre en este mundo. Y se abren grietas en el alma, se hacen tristes los caminos: brotan ríos de dolor.

Más del 99% de las muertes maternas ocu-rren en países no desarrollados como el nuestro. Aquí muere una mujer cada día por complica-ciones de embarazo y parto. La mayoría de esas muertes ocurren en los centros de salud.

Las adolescentes son el presente más activo: el futuro inmediato de nuestro pueblo. El 24% de

31

Wilson Roa

ellas entre 15 y 19 años… es madre o está em-barazada. Muchas de ellas morirán al dar a luz.

Estos son los hechos, con pasado y con presen-te. ¿Es acaso el futuro a que apostamos? Esa es la cuestión.

EL CONFERENCISTA SALE LENTA-MENTE DEL ESCENARIO, AL TIEMPO QUE LA MÚSICA VA DESAPARECIEN-DO. EL ESCENARIO SE ILUMINA NUE-VAMENTE.

91. HOMBRE: (JUNTO AL CADÁVER DE LA MUJER) ¡Pobre mujer!

92. DOCTORA: ¡Mujer! Pero usted no ve que “eso” es una niña. Como mucho, esa debe tener unos doce o trece años. Por eso no aguantó el parto.

93. HOMBRE: ¡Válgame, Dios!

32

El falso cirineo

94. DOCTORA: Y a juzgar por el descuido y la infección vaginal que tiene, esa nun-ca vio a un ginecólogo. Parece que nada más… (LA DOCTORA SE QUEDA MI-RÁNDOLA FIJAMENTE A LA CARA) ¡Espérate! Esa carita yo la he visto.

95. HOMBRE: ¿Sí?

96. DOCTORA: ¡Ay coooncho! (SE AGA-RRA LA CABEZA) Pero esta es la mu-chacha.

97. HOMBRE: (INTRIGADO) ¿Cuál mu-chacha?

98. DOCTORA: La tiguerita de la calle. La que andaba para arriba y para abajo pi-diendo en los semáforos, la que tocaba el vidrio en los picapollos para que le dieran algo de comer,… (TRISTEMENTE, EL HOMBRE TOMA LA SÁBANA BLAN-CA Y CUBRE EL CADÁVER DE LA

33

Wilson Roa

MUJER)…la que dormía en un banco del parque, arropada con cajas de cartón. (INDIGNADA) La jodieron siempre. (HACIA EL PÚBLICO) ¡Malnacidos! ¡Hombres del diablo!

99. HOMBRE: (INTENTANDO TRAN-QUILIZARLA, LA SOSTIENE DEL BRAZO) Doctora, cálmese.

DOCTORA: (SE SUELTA BRUSCAMEN-TE) Suélteme. (CONSTERNADA, SE SIENTA EN EL SILLÓN. SE ESCUCHA UNA MELODÍA MELANCÓLICA).

100. HOMBRE: (SE LE ACERCA A LA DOCTORA. LA MÚSICA DESAPARE-CE SUAVEMENTE) Doctora, entien-do cómo se siente. La pobreza obliga a la gente a mandar a sus hijos a la calle..., ellos finalmente se quedan allí y… ya sabe. ¿Qué podemos hacer? Dios así lo quiso: es una tragedia que no podemos evitar.

34

El falso cirineo

101. DOCTORA: (REACCIONA Y LO MIRA) Sí, sí podemos. (SE PONE DE PIE HACIA EL PÚBLICO) Podemos evitar esa tragedia. La pobreza es una consecuencia de nuestra indiferencia, de nuestra ignorancia y nuestro egoísmo. Po-demos ser más responsables con los ni-ños. Dejemos de condenarlos al hambre y al abandono. (DESAFIANTE) ¿Quién dijo que Dios quiere ver sufrir a un niño? (AL HOMBRE, EN TONO MÁS BAJO) Hay que entender a Dios de otra forma, mi amigo. El problema no es suyo, sino nuestro.

102. HOMBRE: (RETRACTÁNDOSE) Doctora, perdone…, yo sólo quería…

103. DOCTORA: (SENTÁNDOSE OTRA VEZ) Mejor no diga nada (HACE UN BREVE SILENCIO MIENTRAS SU VISTA PERMANECE FIJA EN EL VA-CÍO).

35

Wilson Roa

104. HOMBRE: Y ahora, ¿qué será de la niña? Si la madre es una… mujer de la ca-lle, creo que será un verdadero problema saber quién es el padre.

105. DOCTORA: (MIRA HACIA LA CUNA Y SUSPIRA PROFUNDAMEN-TE. SE ESCUCHA UNA SUAVE ME-LODÍA ¡La pobre! De seguro correrá la misma suerte que su madre. Unos días aquí y luego al orfanato. Allí esperará has-ta que alguien la adopte como sirvienta de la casa. Después, se escapará hacia la calle a tocar los cristales de los picapollos, a pe-dir limosna en los semáforos y a dormir en la banqueta del parque; invisible ante nuestros ojos, como un fantasma que na-die quiere ver. Ya veo repetirse la historia de un maldito que la embaraza y la aban-dona, y su vientre creciendo bajo la llu-via, hasta que un cirineo le ayude a llevar su carga hacia un hospital en ruinas, con camas de tres patas, estetoscopios de un

36

El falso cirineo

solo oído y jeringas reciclables: un lugar perfecto para morir. Siempre será una ex-traña en este mundo: una niña de nadie.

106. HOMBRE: (MIRANDO EL RELOJ) Bueno, doctora, ya casi son las siete. Debo irme. (EL HOMBRE EMPRENDE LA MARCHA AL TIEMPO QUE LA MÚ-SICA VA DESAPARECIENDO).

107. DOCTORA: Oiga, ha olvidado su bulto.

108. HOMBRE: ¿Cuál bulto? (DOCTO-RA SEÑALA UN BULTO MEDIANO QUE ESTÁ AL PIE DE LA CAMILLA) ¡Ah!, ese. No es mío.

109. DOCTORA: (ANIMADA) Entonces es de ella. (TOMA EL BULTO) Veamos qué hay aquí. Tal vez nos dé una pista sobre sus familiares. (LA DOCTORA EMPIE-ZA A SACAR ALGUNOS OBJETOS

37

Wilson Roa

MIENTRAS EL HOMBRE SE QUEDA A VER QUÉ PASA. ENCUENTRA UN PEINE, UN BRACIER, UN PINTA-LABIOS, UNA ENSARTA DE PRE-SERVATIVOS Y FINALMENTE, UN PAPEL BLANCO ENVUELTO). ¿Qué tenemos aquí? (EMPIEZA ABRIRLO).

110. HOMBRE: (IMPACIENTE) ¿Qué es?

111. DOCTORA: (LEE CON LA VISTA) Parece una carta.

112. HOMBRE: ¡Una carta! ¿Por qué no lee en voz alta?

113. DOCTORA: (LEYENDO EN VOZ ALTA) Amor mío, esta carta es para ti. (SE ESCUCHA LA MELODIA DE LA CANCIÓN “VOLVERÉ” DE DIEGO VERDAGUER). Le he pedido a una ami-ga que me la escriba pues, como sabes, nunca pude ir a la escuela… (LA MÚSICA

38

El falso cirineo

SUBE HASTA HACER MUDA LA ES-CENA. LUEGO DE UN MOMENTO, LA MÚSICA BAJA Y LA DOCTORA CONCLUYE LA LECTURA)…por eso siempre llevo conmigo la bella imagen de tu sonrisa. (LA DOCTORA SE PONE DE PIE) ¡Es la cosa! (VA HACIA LA CAMILLA Y EMPIEZA A REBUSCAR EN EL CADÁVER DE LA MUJER).

114. HOMBRE: (YENDO TRAS ELLA) Oiga, doctora, ¿qué hace?

115. DOCTORA: Ya lo oyó. Ella tiene la foto de este tipo en algún lugar.

116. HOMBRE: Pero, doctora, esa mujer está muerta. Los muertos deben descan-sar en paz. ¿Por qué no se olvida de este asunto?

117. DOCTORA: Ninguna mujer puede descansar en paz sabiendo que el fruto

39

Wilson Roa

de su vientre ha sido abandonado en este mundo. No, no, no. Hay que encontrarlo a como dé lugar (CONTINÚA BUSCAN-DO. ENCUENTRA UNA FOTOGRA-FÍA EN EL BRACIER DE LA MU-JER) ¡Bingo! (LA MIRA FIJAMENTE. MIENTRAS, EL HOMBRE SE QUEDA FRIZADO. LA DOCTORA DIRIGE SU MIRADA HACIA EL HOMBRE, TRA-TANDO DE VERLE EL ROSTRO DE CERCA, Y ÉSTE LA EVADE). Disculpe usted. ¿Cómo dijo que se llama?

118. HOMBRE: (ESQUIVÁNDOLA)

¿Nunca le dije cómo me llamo?

119. DOCTORA: (BUSCANDO OTRO ÁNGULO) Y… ¿cómo dice que conoció a esta mujer?

120. HOMBRE: (IDÉNTICO) Le dije que

no la conozco.

40

El falso cirineo

121. DOCTORA: Apuesto a que tiene una bella sonrisa (TRATA DE QUITARLE LA BOINA).

122. HOMBRE: (LE AGARRA LA MANO) Óigame, no le permito que… (LA DOCTORA TRATA DE QUITARLE LA BOINA. SE ENFRASCAN EN UN FORCEJEO. EL HOMBRE LA TIRA AL SUELO SUJETÁNDOLA POR UN BRAZO, LEVANTA LA MANO PARA DARLE UNA BOFETADA) ¿Esto es lo que quiere? ELLA GRITA PROTE-GIÉNDOSE EL ROSTRO CON UNA MANO. EL HOMBRE SE CONTIE-NE Y LA SUELTA) Es usted una tonta. ¿Cómo se atreve? Yo soy un hombre y us-ted una… mujer. (SE LLEVA LA MANO A LA CORREA Y SE AJUSTA LOS PANTALONES) ¿Conoce la diferencia?

123. DOCTORA: Por supuesto que la co-nozco. (LA DOCTORA LE DA UNA

41

Wilson Roa

PATADA EN LOS TESTÍCULOS. EL HOMBRE TERMINA RENDIDO DE RODILLAS. ELLA SE PONE DE PIE ARREGLÁNDOSE LA ROPA) ¡Gra-cias por recordármelo! (LE QUITA LA BOINA) ¿Qué tenemos aquí? ¡Nuestro hombre invisible, en per-so-na! O tal vez prefiere que le llame el falso cirineo.

124. HOMBRE: Doctora, no es como se imagina.

125. DOCTORA: (ASOMBRADA) No, no, no. Si no es como me imagino. Es como lo estoy viendo. (AL PÚBLICO) ¡Señoras! ¡Señores! He aquí, frente al mundo, un lobo vestido de oveja, un mal hombre, un mal padre, un delincuente: un maldito pederasta.

126. HOMBRE: (EN VOZ BAJA HA-CIENDO SEÑAL DE SILENCIO) No, doctora, no.

42

El falso cirineo

127. DOCTORA: Sí, mi amigo, sí. (AL PÚBLICO) ¡Que lo sepa el mundo: la maldad tiene responsables!

128. HOMBRE: (APELATIVO) Doctora, comprenda, solo soy un hombre imper-fecto que sale a la calle de vez en cuando a buscar sosiego a mis miserias carnales. Eso es lo que soy: un simple pecador. Me confesaré esta misma noche. Haré mis penitencias, lavaré mis pecados y mi alma será perdonada.

129. DOCTORA: ¿Ah, sí? ¡Qué bonito! (VA HACIA LA CAMILLA Y DESCU-BRE EL CADAVER DE LA MUJER) Y a ella, ¿le devolverá la vida? (VA HACIA LA CUNA, CARGA A LA NIÑA EN SUS BRAZOS) Y a ésta, ¿le devolverá a su madre? (HACIA ÉL) ¿Con cuántas niñas calmó sus miserias? ¿Con qué detergente lava su alma de la muerte y el abandono? (EN TONO BAJO) No señor. Usted no

43

Wilson Roa

es un pecador. Usted es un delincuente, un pederasta, un criminal: un culpable. (SE PARA JUNTO AL CADÁVER DE LA MUJER) ¡Culpable! ¡Culpable!

130. HOMBRE: (SE TAPA LOS OÍDOS CON AMBAS MANOS) No, no, no. (EN EL SALÓN EMPIEZA A ESCUCHAR-SE UN ECO DE VOCES INFERNALES LLAMÁNDOLO “CULPABLE”. TRA-TA DE SALIR HUYENDO, PERO LAS VOCES LO DETIENEN. EL HOM-BRE PEGA UN GRITO DE TERROR AL TIEMPO QUE SE ARRODILLA EN EL CENTRO DEL ESCENARIO PERSIGNÁNDOSE DESESPERADA-MENTE. SE HACE UN PROFUNDO SILENCIO Y SE EMPIEZA A ESCU-CHAR EL FONDO MUSICAL DE UNA MISA SOLEMNE. ÉL EMPIEZA A ORAR). Yo confieso, ante Dios todo poderoso y ante ustedes, hermanos… (LA DOCTORA METE LA MANO EN

44

El falso cirineo

UN BOLSILLO Y SACA UN TELÉFO-NO CELULAR. SE VE CONVERSAR UN MOMENTO MUY BREVE)…que he pecado mucho, de pensamiento, pala-bra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego que intercedan por mí ante Dios, nuestro señor. (UN PERSONAJE VESTIDO DE POLICÍA SE ACERCA A LA DOC-TORA. ESTA SEÑALA AL HOMBRE QUE YACE ARRODILLADO EN EL CENTRO DEL ESCENARIO, CON SUS BRAZOS ABIERTOS AL CIELO COMPLETANDO SU ORACIÓN). Se-ñor, perdóname porque he pecado. (EL POLICÍA LO TOMA POR UN BRAZO Y LE PONE LAS ESPOSAS. EL HOM-BRE SE PONE DE PIE Y FORCEJEA RECISTIÉNDOSE AL ARRESTO). ¡Oiga! ¿qué hace?

131. POLICÍA: (JUNTÁNDOLE LOS BRAZOS POR LAS ESPALDAS Y

45

Wilson Roa

TERMINÁNDOLE DE PONER LAS ESPOSAS) Usted está bajo arresto. Tie-ne derecho a permanecer callado, todo lo que diga puede ser usado en su con-tra… (EL HOMBRE SALE FORCE-JEANDO DELANTE DEL POLICÍA MIENTRAS ÉSTE LO EMPUJA Y LE LEE SUS DERECHOS. SE ESCUCHA LA MÚSICA DE “EL NIÁGARA EN BICICLETA”. LA ESCENA SE OSCU-RECE POR COMPLETO. LA MÚSICA SUBE AL MÁXIMO Y SE CIERRA EL TELÓN).

Impreso en los Talleres Gráficosde Editora Búho, CxA,

en febrero de 2012.

Esta edición consta de500 ejemplares