El género lírico. Primera Parte
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Primera Parte
*
*
1. Introducción
2. La poesía
2.1. Épica y lírica
2.1.1. La poesía épica
2.1.2. La poesía lírica
2.1.3. Textos y ejercicios
2.2. Elementos de creación poética
2.2.1. Características del lenguaje poético
2.2.2. Los artificios literarios: naturaleza y procesos
2.2.3. Clasificación tradicional de figuras retóricas
2.2.4. Ejercicios
2.3. Métrica
2.3.1. Lírica y verso
2.3.2. El verso
2.3.3. La rima
2.3.4. La pausa
2.3.5. La estrofa
2.3.6. El poema
2.3.7. Ejercicios
2.4. Poesía épica
2.5. El romance
2.6. El soneto
2.7. La elegía
*
La literatura no se estudia, se lee. Lo mismo
podríamos decir de la música o del arte en
general. Sin embargo para mejor acercarnos a
ella o para mejor desenvolvernos entre sus
recovecos es deseable tener una visión de
conjunto, saber los recursos que utiliza, estudiar
las relaciones existentes entre la producción
literaria y su contexto histórico y social. Todos
estos temas concernientes a la literatura han
dado origen a lo que se denomina teoría e
historia de la literatura o crítica literaria.
El estudio de la literatura ordenando
el trabajo por géneros literarios, tiene
la ventaja de poder hacerse mejor a
través del estudio directo de los
textos originales. El agrupar los textos
literarios en géneros, nos permite
también concentrar nuestro análisis
en los recursos retóricos propios de
cada género.
Nosotros vamos a proponer una clasificación
comúnmente aceptada y quizás la más tradicional
de todas:
• Poesía
• Narrativa
• Teatro
• Ensayo Es comprobable que no existen obras de
las que se pueda decir que pertenecen
exclusivamente a un género determinado.
En todas las obras literarias se encuentran
rasgos o partes narrativas, líricas,
dramáticas o expositivas, aunque
predomine a lo largo de ella una en
especial.
Los criterios de clasificación atienden por una
parte a la forma en que se nos presenta el texto.
Todos diferenciamos por la forma un texto
poético, de uno dramático o narrativo. La lírica se
presenta en líneas o versos regulares, la narrativa
en frases seguidas y el teatro en estilo directo.
Pero todos sabemos que si tomamos un poema y
ponemos todos sus versos seguidos no por ello
construimos un texto narrativo. O que si dividimos
un párrafo narrativo en intervalos regulares no por
ello resulta de allí un poema.
También se suelen clasificar los textos
atendiendo a la finalidad comunicativa de quien
lo produce:
• el texto narrativo, ser contado o imaginado
• el lírico, ser cantado
• el dramático, ser representado
• el ensayo, ser meditado.
Y también por el lugar o el papel que asume el
escritor. Este esquema coincide con lo que se
denominan los géneros naturales:
El autor habla.
Predomina la subjetividad y la función expresiva
del lenguaje:
así nacería la lírica y la poesía.
Históricamente parece que fue el género primero
en aparecer:
Las composiciones en que los humanos empezaron
a expresar por escrito y de forma subjetiva sus
sentimientos de amor, alegría, miedo, celebración,
crítica, sátira…
El autor inventa otros personajes.
Se desdobla y se proyecta hablando a
través de sus criaturas a las que maneja
como muñecos de un guiñol.
Estamos ante la narrativa.
El autor utiliza la representación
directa.
Usa personajes reales en un escenario
para expresar sus ideas:
el teatro.
El autor intenta comunicarnos sus
ideas.
Usa el modo persuasivo para invitarnos
a la reflexión sobre sus palabras:
sería el ensayo.
*
*
*
La poesía épica es fundamentalmente una poesía
narrativa, es decir, consiste en la narración, más
o menos objetiva, de una historia, de unos
hechos llevados a cabo por una serie de
personajes. Estos hechos suelen ser de carácter
heroico: se trata de hazañas bélicas
protagonizadas por personajes de alto rango,
reyes o nobles o incluso héroes de naturaleza
semidivina.
Suele tratarse de poemas de gran extensión
Entre las clases de poesía épica
distinguimos:
• la epopeya
• los cantares de gesta
• los poemas épico-cultos
• los romances.
La epopeya
Consiste en el conjunto de poemas épicos
de un país o cultura. Se trata de poemas
producidos en épocas remotas y que
configuran el pasado mítico de todo un
pueblo. Cabe destacar la epopeya griega,
constituida por la Ilíada y la Odisea, y la
epopeya hindú, formada por el Ramayana
y el Mahabarata.
Los cantares de gesta
Son los poemas épicos compuestos durante
la Edad Media, como el Cantar de las
huestes de Ígor, Beowulf, Cantar de Mio
Cid, El Cantar de Roldán, El cantar de los
Nibelungos.
Los poemas épico-cultos
Son poemas escritos a imitación de la poesía épica
antigua en épocas más recientes. Son poemas de
autores conocidos –a diferencia de la mayoría de
las obras épicas antiguas, que suelen ser anónimas–
y la métrica utilizada es más regular.
La Eneida, de Virgilio; La Divina Comedia, de
Dante son poemas épico-cultos. En la literatura
castellana quizás el más famoso sea La Araucana,
de Alonso de Ercilla, poeta del siglo XVI que relata
la conquista de la Araucania por los españoles.
Romances castellanos
Son también narrativos, y algunos proceden
precisamente de la fragmentación de los antiguos
cantares de gesta. Es cierto, también, por otra
parte, que la forma del romance dio cabida
también a elementos líricos.
Agora que sé de amor...
¿Agora que sé de amor
me metéis monja?
¡ay, dios, qué grave cosa!
Agora que sé de amor
de caballero,
agora me metéis monja
en el monasterio:
¡ay, dios, qué grave cosa!
*
A diferencia de la épica, la poesía lírica no
pretende relatar una historia sino que trata
más bien de ser un vehículo para la expresión
de los sentimientos subjetivos del autor. En su
origen, la poesía lírica iba asociada al canto,
es decir, tenía un acompañamiento musical.
En la actualidad, cuando hablamos de poesía
nos referimos a la poesía lírica, ya que la
épica apenas tiene desarrollo.
Cada poeta parece tener
una idea distinta de lo que
es su arte:
Rubén Darío reflexionaba así (en el prólogo a El canto
errante):
“Pienso que el don del arte es aquél que de modo
superior hace que nos reconozcamos íntima y
exteriormente ante la vida. El poeta tiene la visión
directa e introspectiva de la vida y una supervisión que
va más allá de lo que está sujeto a las leyes del
general conocimiento. (…) La poesía existirá mientras
exista el problema de la vida y de la muerte. El don del
arte es un don superior que permite entrar en lo
desconocido de antes y en lo ignorado de después, en
el ambiente del ensueño o de la meditación.”
En una entrevista de 1936, a la eterna pregunta
respondía así Federico García Lorca:
“La poesía es algo que anda por las calles. Que
se mueve, que pasa a nuestro lado. Todas las
cosas tienen su misterio, y la poesía es el
misterio que tienen todas las cosas”.
Antonio Gamoneda llega a afirmar que la
poesía no es literatura. Y lo explica así:
“La literatura es una creación humana
grandiosa, pero la literatura es ficción y la
poesía es realidad. La literatura narra,
describe, explica o representa, y todo
ello lo hace dentro de la ficción. La poesía no
es ficción sino parte de la vida, de nuestra
propia vida. (…) La poesía es una realidad y
una conducta, y no es, necesariamente, una
representación, un ornamento o una
actividad informativa.”
De acuerdo con determinadas
características temáticas y
formales tenemos los siguientes
subgéneros:
Oda:
Composición escrita en elogio o alabanza
de una idea, un suceso o una persona, en
un tono exaltado.
Fray Luis de Léon escribe una “Oda a la
vida retirada”; Federico García Lorca,
una “Oda a Salvador Dalí”, y Pablo
Neruda dedica todo un libro, sus Odas
elementales, a cantar las realidades más
humildes: el fuego, la cebolla, la gaviota o
la farmacia, por ejemplo.
Oda a los calcetines, de Pablo Neruda
Me trajo Mara Mori
un par de calcetines,
que tejió con sus manos de pastora,
dos calcetines suaves como liebres.
En ellos metí los pies
como en dos estuches
tejidos con hebras del
crepúsculo y pellejos de ovejas.Violentos calcetines,
mis pies fueron dos pescados de lana,
dos largos tiburones
de azul ultramarino
atravesados por una trenza de oro,
dos gigantescos mirlos,
dos cañones;
mis pies fueron honrados de este modo
por estos celestiales calcetines.
Eran tan hermosos que por primera vez
mis pies me parecieron inaceptables,
como dos decrépitos bomberos,
bomberos indignos de aquel fuego
bordado,
de aquellos luminosos calcetines.
Sin embargo, resistí la tentación
aguda de guardarlos como los colegiales
preservan las luciérnagas,
como los eruditos coleccionan
documentos sagrados,
resistí el impulso furioso de ponerlas
en una jaula de oro y darles cada
día alpiste y pulpa de melón rosado.
Como descubridores que en la selva
entregan el rarísimo venado verde
al asador y se lo comen con
remordimiento,
estiré los pies y me enfundé
los bellos calcetines, y luego los zapatos.
Y es esta la moral de mi Oda:
Dos veces es belleza la belleza,
y lo que es bueno es doblemente bueno,
cuando se trata de dos calcetines
de lana en el invierno.
Elegía:
El poeta expresa su dolor por la muerte de un ser querido.
Son famosas elegías las Coplas a la muerte, de Jorge
Manrique; el Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez
Mejías, de Federico García Lorca y la “Elegía a Ramón
Sijé”, de Miguel Hernández.
En algunas ocasiones, el poema no se ocupa de la
desaparición de una persona, sino de alguna otra cosa –una
época o un sentimiento, por ejemplo–, con un tono elegíaco,
es decir, de nostalgia. Así, Leandro Fernández de Moratín
escribe una “Elegía a las Musas”, despidiéndose de la
poesía.
https://www.youtube.com/watch?v=MFFCoxJU0Gc
Égloga:
Poema bucólico en el que unos pastores se
cuentan sus penas amorosas en el marco de
una naturaleza idealizada. Tuvo un especial
desarrollo durante el Renacimiento y sigue
modelos clásicos, el griego Teócrito
y el latino Virgilio, sobre todo. Son célebres
las Églogas de Garcilaso de la Vega.
Égloga I
Garcilaso de la Vega
[Fragmento]
El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de contar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,
(de pacer olvidadas) escuchando.
Tú, que ganaste obrando
un nombre en todo el mundo
y un grado sin segundo,
agora estés atento sólo y dado
el ínclito gobierno del estado
Albano; agora vuelto a la otra parte,
resplandeciente, armado,
representando en tierra el fiero Marte;
agora de cuidados enojosos
y de negocios libre, por ventura
andes a caza, el monte fatigando
en ardiente jinete, que apresura
el curso tras los ciervos temerosos,
que en vano su morir van dilatando;
espera, que en tornando
a ser restituido
al ocio ya perdido,
luego verás ejercitar mi pluma
por la infinita innumerable suma
de tus virtudes y famosas obras,
antes que me consuma,
faltando a ti, que a todo el mondo sobras.
En tanto que este tiempo que adivino
viene a sacarme de la deuda un día,
que se debe a tu fama y a tu gloria
(que es deuda general, no sólo mía,
mas de cualquier ingenio peregrino
que celebra lo digno de memoria),
el árbol de victoria,
que ciñe estrechamente
tu gloriosa frente,
dé lugar a la hiedra que se planta
debajo de tu sombra, y se levanta
poco a poco, arrimada a tus loores;
y en cuanto esto se canta,
escucha tú el cantar de mis pastores.
Sátira:
Composición de carácter burlesco destinada a censurar o
ridiculizar caracteres o comportamientos.
Tiene también precedentes en la literatura clásica; entre
otros autores, Horacio y Juvenal. Durante el Barroco la
literatura satírica y burlesca alcanza un gran desarrollo.
El soneto “Érase un hombre a una nariz
pegado” de Francisco de Quevedo o su letrilla contra el
poder del dinero “Poderoso caballero/ es don Dinero”.
En ocasiones, la sátira es personal y dirige sus acerados
dardos contra una persona concreta. Es bien conocido el
intercambio de poemas injuriosos entre Góngora y
Quevedo.
A UNA NARIZ
Francisco de Quevedo
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.
Érase un reloj de sol mal encarado,
érase un alquitara pensativa,
érase un elefante boca aariba,
era Ovidio Nasón mas narizado.
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.
Epigrama:
Poema breve de tono sentencioso
empleado para inscripciones o epitafios,
aunque también puede tener intención
humorística o satírica. El escritor
conceptista barroco Baltasar Gracián, en
su obra Agudeza y arte de ingenio
(1648), realiza un estudio y antología de
epigramas escritos en castellano y latín.
Al perderte yo a ti,
tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras
lo que yo más amaba,
y tú, porque yo era
el que te amaba más.
Pero de nosotros dos,
tú pierdes más que yo:
porque yo podré
amar a otras
como te amaba a ti,
pero a ti nadie te amará
como te amaba yo.
Muchachas que algún día
leaís emocionadas estos versos
Y soñéis con un poeta
Sabed que yo los hice
para una como vosotras
y que fue en vano.
Ernesto Cardenal
Fábula:
Poema narrativo de intención didáctica. La
historia está protagonizada en muchas
ocasiones por animales.
La enseñanza que se quiere transmitir, o
moraleja, es muchas veces explícita. Sigue los
modelos clásicos de Esopo y Fedro. En español
las más famosas son las de Félix María de
Samaniego y Tomás de
Iriarte.
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO
Félix María Samaniego
Érase una gallina que ponía
un huevo de oro al dueño cada día.
Aún con tanta ganancia, mal contento,
quiso el rico avariento
descubrir de una vez la mina de oro,
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matóla; abrióla el vientre de contado;
pero después de haberla registrado
¿qué sucedió?. Que, muerta la gallina,
perdió su huevo de oro, y no halló mina.
¡Cuántos hay que teniendo lo bastante,
enriquecerse quieren al instante,
abrazando proyectos
a veces de tan rápidos efectos,
que sólo en pocos meses,
cuando se contemplaban ya marqueses,
contando sus millones,
se vieron en la calle sin calzones!
Epitalamio:
Poema en que se celebran unas bodas y se desea
suerte y felicidad a los recién casados. Diversos
poetas españoles y latinoamericanos han escrito
epitalamios, como Luis de Góngora (un
"Epitalamio" suyo figura en la Soledad Primera),
Rubén Darío ("Epitalamio bárbaro", en Prosas
profanas y otros poemas), Julio Herrera y
Reissig ("Epitalamio ancestral"), Pablo de Rokha
(en Los gemidos), Pablo Neruda (en Los versos
del capitán).
Rubén Darío
Epitalamio bárbaro
El alba aún no aparece en su gloria de oro.
Canta el mar con la música de sus ninfas en coro
y el aliento del campo se va cuajando en bruma.
Teje la náyade el encaje de su espuma
y el bosque inicia el himno de sus flautas de pluma.
Es el momento en que el salvaje caballero
se ve pasar. La tribu aúlla y el ligero
caballo es un relámpago, veloz como una idea.
A su paso, asustada, se para la marea.
La náyade interrumpe la labor que ejecuta
y el director del bosque detiene la batuta.
¿Qué pasa? desde el lecho pregunta Venus bella.
Y Apolo: ¿Es Sagitario que ha robado una estrella?
Himno:
De tono solemne y grandioso, este
tipo de poema se dedica a ensalzar
personajes o acontecimientos de
gran relieve. El romántico José de
Espronceda escribió un “Himno al
Sol”.
https://www.youtube.com/watch?v=8R3Ki6aqlv4
Anacreóntica:
Composición poética en que se cantan
los placeres de la vida, del amor y del
vino, siguiendo el modelo de
Anacreonte. Los poetas neoclásicos
del siglo XVIII mostrarán una especial
predilección por esta
composición.
Anacreóntica
José Cadalso
Unos pasan, amigo,
estas noches de enero
junto al balcón de Cloris,
con lluvia, nieve y hielo;
otros la pica al hombro,
sobre murallas puestos,
hambrientos y desnudos,
pero de gloria llenos;
otros al campo raso,
las distancias midiendo
que hay de Venus a Marte,
que hay de Mercurio a Venus;
otros en el recinto
del lúgubre aposento,
de Newton o Descartes
los libros revolviendo;
otros contando ansiosos
sus mal habidos pesos,
atando y desatando
los antiguos talegos.
Pero acá lo pasamos
junto al rincón del fuego,
asando unas castañas,
ardiendo un tronco entero,
hablando de las viñas,
contando alegres cuentos,
bebiendo grandes copas,
comiendo buenos quesos;
y a fe que de este modo
no nos importa un bledo
cuanto enloquece a muchos,
que serían muy cuerdos
si hicieran en la corte
lo que en la aldea hacemos.
Epístola:
Carta en verso que el poeta dirige a un
amigo confiándole sus preocupaciones y
estado de ánimo.
Generalmente está escrita en tercetos
encadenados. Una de las más famosas de
la literatura española
es la “Epístola moral a Fabio” de
Fernández de Andrada.
Fragmentos de Epístola Moral a Fabio -
Andrés Fernández de Andrada - España
Fabio, las esperanzas cortesanas
prisiones son do el ambicioso muere
y donde al más activo nacen canas;
el que no las limare o las rompiere,
ni el nombre de varón ha merecido,
ni subir al honor que pretendiere.
El ánimo plebeyo y abatido
elija, en sus intentos temeroso,
primero estar suspenso que caído;
que el corazón entero y generoso
al caso adverso inclinará la frente
antes que la rodilla al poderoso.
Más triunfos, más coronas dio al prudente
que supo retirarse, la fortuna,
que al que esperó obstinada y locamente.
Esta invasión terrible e importuna
de contrarios sucesos nos espera
desde el primer sollozo de la cuna.
Dejémosla pasar como a la fiera
corriente del gran Betis, cuando airado
dilata hasta los montes su ribera.
Aquel entre los héroes es contado
que el premio mereció, no quien le alcanza
por vanas consecuencias del estado.
Busca, pues, el sosiego dulce y caro,
como en la oscura noche del Egeo
busca el piloto el eminente faro;
que si acortas y ciñes tu deseo
dirás: "Lo que desprecio he conseguido,
que la opinión vulgar es devaneo".
Más quiere el ruiseñor su pobre nido
de pluma y leves pajas, más sus quejas
en el bosque repuesto y escondido,
que agradar lisonjero las orejas
de algún príncipe insigne, aprisionado
en el metal de las doradas rejas.
Triste de aquel que vive destinado
a esa antigua colonia de los vicios,
augur de los semblantes del privado.
Cese el ansia y la sed de los oficios,
que acepta el don, y burla del intento,
el ídolo a quien haces sacrificios.
Iguala con la vida el pensamiento,
y no le pasarás de hoy a mañana,
ni quizá de un momento a otro momento.
¿Qué es nuestra vida más que un breve
día,
do apenas sale el sol, cuando se pierde
en las tinieblas de la noche fría?
¿Qué más que el heno, a la mañana verde,
seco a la tarde? ¡Oh ciego desvarío!
¿Será que de este sueño se recuerde?
¿Será que pueda ver que me desvío
de la vida, viviendo, y que está unida
la cauta muerte al simple vivir mío?
Como los ríos, que en veloz corrida
se llevan a la mar, tal soy llevado
al último suspiro de mi vida.
¡Mísero aquel que corre y se dilata
por cuantos son los climas y los mares,
perseguidor del oro y de la plata!
Un ángulo me basta entre mis lares,
un libro y un amigo, un sueño breve,
que no perturben deudas ni pesares.
__________
Ya, dulce amigo, huyo y me retiro
de cuanto simple amé: rompí los lazos.
Ven y sabrás al grande fin que aspiro
antes que el tiempo muera en nuestros
brazos.
Madrigal:
Poema breve de carácter amoroso.
Se compone de una sola estrofa. Es
célebre el de Gutierre de Cetina
que comienza: “Ojos claros,
serenos”.
Gutierre de Cetina
Ojos claros, serenos
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al
menos.
Canción:
Composición introducida en la
literatura española por Boscán y
Garcilaso de la Vega en el siglo XVI
a partir del modelo de Petrarca. Es
una composición amorosa
compuesta de varias estrofas que
siguen un mismo patrón métrico.
Garcilaso de la Vega
Canciones
[Fragmento]
I
Si a la región desierta, inhabitable
por el hervor del sol demasïado
y sequedad d’aquella arena ardiente,
o a la que por el hielo congelado
y rigurosa nieve es intratable,
del todo inhabitada de la gente,
por algún accidente
o caso de fortuna desastrada
me fuésedes llevada,
y supiese que allá vuestra dureza
estaba en su crüeza,
allá os iria a buscar como perdido,
hasta morir a vuestros pies tendido.
Vuestra soberbia y condición esquiva
acabe ya, pues es tan acabada
la fuerza de en quien ha d’esecutarse;
mirá bien qu’el amor se desagrada
deso, pues quiere qu’el amante viva
y se convierta adó piense salvarse.
El tiempo ha de pasarse,
y de mis males arrepentimiento,
confusión y tormento
sé que os ha de quedar, y esto recelo,
que aunque de mí me duelo,
como en mí vuestros males son d’otra
arte,
duélenme en más sensible y tierna parte.
Assí paso la vida acrecentando
materia de dolor a mis sentidos,
como si la que tengo no bastase,
los cuales para todo están perdidos
sino para mostrarme a mí cuál ando.
Pluguiese a Dios que aquesto aprovechase
para que yo pensase
un rato en mi remedio, pues os veo
siempre con un deseo
de perseguir al triste y al caído:
yo estoy aquí tendido,
mostrándoos de mi muerte las señales,
y vos viviendo sólo de mis males.
Si aquella amarillez y los sospiros
salidos sin licencia de su dueño,
si aquel hondo silencio no han podido
un sentimiento grande ni pequeño
mover en vos que baste a convertiros
a siquiera saber que soy nacido,
baste ya haber sufrido
tanto tiempo, a pesar de lo que basto,
que a mí mismo contrasto,
dándome a entender que mi flaqueza
me tiene en la estrecheza
en que estoy puesto, y no lo que yo
entiendo:
así que con flaqueza me defiendo.
Canción, no has de tener
comigo ya que ver en malo o en bueno;
trátame como ajeno,
que no te faltará de quien lo aprendas.
Si has miedo que m’ofendas,
no quieras hacer más por mi derecho
de lo que hice yo, qu’el mal me he hecho.
Estos subgéneros poéticos proceden
generalmente de la tradición clásica y
alcanzan un gran desarrollo durante el
Renacimiento, el Barroco y el Neoclasicismo
(siglos XVI, XVII y XVIII). A partir del
Romanticismo, la importancia que los poetas
conceden a la libertad expresiva y a la
originalidad hace que los moldes tradicionales
se muestren insuficientes.
Las creaciones de los poetas tienen
características temáticas y formales difíciles
de encuadrar dentro de los viejos esquemas
clásicos. En la actualidad los subgéneros
reseñados han caído generalmente en desuso,
si bien los poetas contemporáneos los
emplean en ocasiones con un enfoque
distinto, cuando quieren conjugar
modernidad y tradición.
*
LA POESÍA-LUIS CERNUDA
En ocasiones, raramente, solía encenderse el salón
al atardecer, y el sonido del piano llenaba la casa,
acogiéndome cuando yo llegaba al pie de la
escalera de mármol hueca y resonante, mientras el
resplandor vago de la luz que se deslizaba allá
arriba en la galería, me aparecía como un cuerpo
impalpable, cálido y dorado, cuya alma fuese la
música.
¿Era la música? ¿Era lo inusitado? Ambas
sensaciones, la de la música y la de lo inusitado, se
unían dejando en mí una huella que el tiempo no
ha podido borrar.
Entreví entonces la existencia de una realidad
diferente de la percibida a diario, y ya
oscuramente sentía cómo no bastaba a esa otra
realidad el ser diferente,
sino que algo alado y divino debía acompañarla y
aureolarla, tal el nimbo trémulo que rodea un
punto luminoso.
Así, en el sueño inconsciente del alma infantil,
apareció ya el poder mágico que consuela de la
vida, y
desde entonces así lo veo flotar ante mis ojos: tal
aquel resplandor vago que yo veía dibujarse en la
oscuridad,
sacudiendo con su ala palpitante las notas
cristalinas y puras de la melodía.
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER: Rimas
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idïoma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh, hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera, al oído, cantártelo a solas.
ANTONIO MACHADO: Galerías.
Leyendo un claro día
mis bien amados versos,
he visto en el profundo
espejo de mis sueños
que una verdad divina
temblando está de miedo,
y es una flor que quiere
echar su aroma al viento.
El alma del poeta
se orienta hacia el misterio.
Sólo el poeta puede
mirar lo que está lejos
dentro del alma, en turbio
y mago sol envuelto.
En esas galerías,
sin fondo, del recuerdo,
donde las pobres gentes
colgaron cual trofeo
el traje de una fiesta
apolillado y viejo,
allí el poeta sabe
el laborar eterno
mirar de las doradas
abejas de los sueños.
Poetas, con el alma
atenta al hondo cielo,
en la cruel batalla
o en el tranquilo huerto,
la nueva miel labramos
con los dolores viejos,
la veste blanca y pura
pacientemente hacemos,
y bajo el sol bruñimos
el fuerte arnés de hierro.
El alma que no sueña,
el enemigo espejo,
proyecta nuestra imagen
con un perfil grotesco.
Sentimos una ola
de sangre, en nuestro pecho,
que pasa… y sonreímos,
y a laborar volvemos.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: Eternidades
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
1. Los cuatro textos seleccionados tratan sobre la
poesía. ¿Existen puntos en común entre ellos
en cuanto a la concepción del hecho poético?
2. El primer texto está escrito en prosa. ¿Podemos
considerarlo un poema? Razona tu respuesta.
3. El poema de Bécquer ¿contiene alguna idea que
no encontremos en los otros textos seleccionados?
Para el poeta, ¿cuál es la relación entre las
palabras y la poesía? ¿Quién aparece como
destinatario ideal del poema?
4. ¿Cuál es la materia prima del poema, de
acuerdo con Antonio Machado?
5. ¿Cuál es la finalidad de la poesía para
Juan Ramón Jiménez? ¿Crees que se trata
de un objetivo alcanzable o de un ideal
imposible?