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El Imperio tras la crisis

del Medio Orientey el norte de África

El autor analiza la crisis política

que padecen en la actualidad algu-

nos países del Medio Oriente y el norte de

África, crisis surgida como respuesta de los pueblos a

la aplicación de modelos neoliberales a ultranza, con excesos

de autoritarismo y ausencia de prácticas democráticas en el

funcionamiento político de esos países, y con la participación

de prácticas imperiales pasadas y presentes que cobran sus

intereses en estas regiones.

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La situación actual en el norte de África y el Me-dio Oriente nos obliga a desentrañar los elemen-

tos fundamentales de lo que ha estado ocurriendo y que a muchos ha sorprendido.

En los análisis sobre la situación internacional, es imprescindible salirse de la visión estrictamente coyuntural, de la constatación única de los elemen-tos tácticos y del examen aislado de los factores de corto plazo. Para nosotros que vivimos en Venezuela un proceso de lucha por la independencia y la sobe-ranía, en un país y en un continente, que pasa por momentos de transformaciones en los que se intenta —acorde a las condiciones propias de cada cual— generar cambios estructurales, se tiene que analizar el impacto en estos procesos y en nuestras propias vidas de lo que ocurre en otras latitudes.

Por ese motivo es importante profundizar en el estudio de lo regional y no quedarse únicamente en el análisis de lo coyuntural y de lo local. En este caso, un territorio lejano en un continente lejano implica

El Imperio tras la crisis del Medio Oriente y el norte de ÁfricaSergio Rodríguez Gelfenstein

Colección Claves

CORREO DEL ORINOCOAlcabala a Urapal, Edificio Dimase, La Candelaria, Caracas-Venezuela www.correodelorinoco.gob.ve

D i r e c t o r i o

Hugo Rafael Chávez FríasPresidente de la República Bolivariana de VenezuelaAndrés IzarraMinistro del Poder Popular para la Comunicación y la InformaciónAlejandro Boscán Viceministro de Estrategia ComunicacionalLídice AltuveViceministra de Gestión Comunicacional

Corrección: Michel Bonnefoy, Ricardo RomeroDiseño y diagramación: Ingrid RodríguezPortada: Arturo Cazal

Depósito legal: lf26920113202024Impreso en la República Bolivariana de Venezuela.Octubre, 2011 - Segunda edición

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Más adelante se puede ampliar acerca de las re-percusiones que tienen estos acontecimientos en un ámbito más amplio que el regional, más allá del Me-dio Oriente y del norte de África, para los países ára-bes, para los países musulmanes. Es importante estu-diar cuánto influyen en la reestructuración del poder mundial y en lo que he llamado el “reordenamiento del sistema internacional”.

Estamos transitando por un reordenamiento del orden internacional desde perspectivas distintas a las que se vivieron en la década del 90 del siglo pasa-do, cuando cayó el Muro de Berlín y desapareció la Unión Soviética; distintas también de las que se vivie-ron después del ataque a las Torres Gemelas, cuan-do Estados Unidos impuso un sistema internacional unipolar. Hoy, diez años después, asistimos a una si-tuación similar, pero bajo una lógica distinta, frente a la cual avanzó una hipótesis muy particular que no concuerda con aquellas que circulan actualmente, en particular en Venezuela. Me referiré a ella al final.

Desde el punto de vista local, lo que ocurrió en Túnez y en Egipto y está sucediendo en otros países del Medio Oriente y el norte de África es la respuesta de los pueblos a la aplicación de modelos neolibera-les a ultranza, con excesos de autoritarismo y ausen-

considerar la influencia que tiene en el contexto de las estructuras de las relaciones internacionales y sus repercusiones en el proyecto político y de vida que cada quien asume.

El mundo de hoy está a tal punto interrelacionado, que los acontecimientos que se desarrollan en territo-rios lejanos tienen una influencia directa en nuestra realidad. Si bien es importante conocer la significa-ción que han tenido los hechos ocurridos en Túnez o en Egipto para sus propios pueblos y para sus proce-sos de liberación, nos corresponde hoy detectar tam-bién los elementos que proporcionan mecanismos de análisis que ayuden a entender las consecuencias y la influencia que estos hechos tienen en la realidad regional del Medio Oriente y el norte de África.

El espacio geográfico complejo donde se desarro-llan los acontecimientos merece recordar que cuando se habla de este tema, el término “Medio Oriente” no es suficiente, ya que al mencionar a Túnez, Egipto o Libia, en términos estrictamente geográficos, estamos hablando del norte de África. En este escenario están involucrados dos continentes: África y Asia. Al refe-rirse sólo al Medio Oriente, se excluyen los sucesos en el Magreb, que es el norte africano árabe.

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dos de Camp David de 1978, en el principal aliado de Israel entre los países árabes y musulmanes. Se llegó a la situación aberrante de que le vende a Israel gas a un precio subsidiado, más bajo que el que vende a su pro-pia población. El desprecio por estos gobiernos que pactaron con Israel, traicionando los ideales árabes, alcanzó su nivel tope en esa parte de la población.

Respecto a los factores de análisis que inciden so-bre las repercusiones que podrían tener los hechos ocurridos en la lógica regional, diría que hay cuatro elementos fundamentales:

La región como una de las mayores compra-1. doras de armas del mundo.

La región como principal productora y expor-2. tadora de energéticos.

La región como ruta marítima más importan-3. te para el transporte de energía. No necesaria-mente los países que producen los energéticos son aquellos donde se encuentran estas rutas de navegación para transportarlos. Lo que ocurre, por lo tanto, en esos países no pro-ductores también influye de manera poderosa a nivel global.

cia de prácticas democráticas en el funcionamiento político de esos países.

El descontento que se ha acumulado durante años llegó a un punto de inflexión, provocado por el aumento de los precios de los alimentos, cuyo efecto inmediato en la canasta básica afectó a miles de fa-milias. Paralelamente a ese fenómeno, en la mayoría de esos países la juventud tiene cada vez menos pers-pectivas para realizarse en términos personales y de tener una participación activa en la sociedad, pese a los conocimientos adquiridos en sus estudios.

Los niveles de desempleo juvenil son muy altos, todo lo cual ha llevado a un proceso de toma de con-ciencia de estos jóvenes, básicamente de procedencia urbana y de sectores medios de la población, que en tiempos de internet y de incremento al acceso a los medios de comunicación masivos han adquirido un alto nivel de conocimiento de los procesos que se vi-ven en otros países y han decidido asumir la vanguar-dia en estos procesos de transformación.

Los presupuestos sociales de educación, de salud y de seguridad social en general han disminuido. En el caso de Egipto, se suma otro elemento que no se pue-de obviar: ese país se transformó, después de los acuer-

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El Complejo Militar Industrial es el primer sostén de la economía de Estados Unidos. Un desequilibrio en la región pudiera significar una baja sensible en la venta de armas y esto –a su vez- incidiría directa-mente en la economía de Estados Unidos, que vive un momento de crisis.

El segundo elemento de análisis se refiere a la re-gión como productora de energía. Si bien es cierto que se divulgó que ya Venezuela posee las mayores reservas de petróleo del mundo, eso es, considerán-dolo como país, cuando se compara como región y se suman las reservas de Arabia Saudita, Irán, Irak, los Emiratos Árabes Unidos, Argelia y Libia, se llega a la conclusión de que esta región posee, en conjunto, las mayores reservas energéticas del planeta, entendien-do energía como petróleo y gas.

Irán, Irak, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Uni-dos, Catar, Libia, Kuwait y Argelia son miembros ac-tivos de la OPEP y tienen un papel imprescindible en la producción mundial. Ocho de los doce integrantes de la OPEP están en esta región del planeta. En ellos se produce el 60% de la energía del mundo. Un país como Japón depende en 100% de su consumo de energía de esta región. Ha estado tratando de incre-mentar sus compras en otros países, como Malasia

El conflicto árabe-israelí, que a pesar de haber 4. surgido –en su versión moderna– en la Guerra Fría, la superó y hoy es la confrontación más importante a escala planetaria que sobrevive a ese período de las relaciones internacionales.

El Medio Oriente es el mercado regional más grande para la venta de armas. Ahí están cinco de los principa-les compradores de armas del mundo: Arabia Saudita, Israel, Egipto, Argelia y los Emiratos Árabes Unidos. Israel además es un importante proveedor de armas. Un cambio en la situación política de la región podría alterar este mercado y romper el infernal “equilibrio” que Estados Unido ha logrado, vendiendo a ambos ad-versarios del conflicto regional. La ética capitalista no se contradice con la venta de armas en gran escala a Egipto, Arabia Saudita e Israel. Le venden armas por igual a quienes teóricamente son enemigos.

En el trasfondo del mantenimiento del conflicto árabe-israelí, subyace la necesidad de sobrevivencia de la industria de armamento, que es la principal in-dustria de Estados Unidos, y el verdadero poder “de-trás del trono”. Un presidente de ese país no puede alcanzar la más alta investidura sin la aprobación de los vendedores de armas, conocido como Complejo Militar Industrial.

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y que son –queriendo o no– el sustento del modelo capitalista depredador, conduce, según los estudios de los propios científicos de Estados Unidos, a la des-aparición de la vida humana en el planeta antes que finalice el siglo XXI.

No se está entonces hablando de un conflicto en un “oscuro rincón del mundo”, como dijera el ex presidente Bush en su demencial ignorancia, sino que se refiere a la región donde se produce el 60% de la energía mundial, lo cual significa un importante sustento para el modelo capitalista depredador, con-sumista, que supone que la realización plena del ser humano se da únicamente a partir de lo material, soslayando los valores espirituales, culturales y de convivencia entre los seres humanos.

Por ende, este conflicto en el Medio Oriente y el norte de África podría profundizar la crisis del mo-delo capitalista. Incluso se podría hablar de un con-flicto civilizatorio, que pone en cuestionamiento el modelo hegemónico de la civilización occidental que ha imperado en los últimos 2500 años. Oriente tiene un modelo de desarrollo distinto, como también los países árabes y musulmanes, que se sustenta en otras religiones y otros valores, donde el papel del indivi-duo, la comunidad y la sociedad son diferentes.

o Vietnam, donde se han descubiertos importantes yacimientos petrolíferos, pero ellos aún están en la etapa de exploración y prospección.

Por todo ello para Occidente (entendido como concepto político, no geográfico), para Europa y Es-tados Unidos, el funcionamiento de su modelo y su estabilidad, dependen de esta región.

El sistema capitalista del que se habla, se sustenta en un modelo de consumo que se caracteriza por-que en cada hogar, cada persona tiene un televisor, hay dos o tres vehículos, dos o tres refrigeradores, una gran cantidad de artefactos eléctricos, algunos no imprescindibles para la vida humana, y treinta o cuarenta bombillos. Ese modelo consumista que se pretende imponer en todo el mundo necesita del re-curso energético y se traduce en una expoliación del planeta y un proceso de pauperización de sus recur-sos energéticos, imposible de detener porque tiene que ver con la subsistencia del propio modelo, que no solamente se ha instalado en Estados Unidos, sino que intentan imponerlo a través de la televisión y el cine en el resto del mundo y que a veces –aunque cri-ticándolo- muchos de nuestros ciudadanos asumen.

La posibilidad de que se produzca un desbalance, un desajuste en estos países productores de energía,

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Rojo, el Canal de Suez, entra al Mediterráneo, de don-de sale por el estrecho de Gibraltar hacia el Atlántico.

Esta ruta tiene cuatro puntos estratégicos: los tres estrechos y el Canal de Suez, que separan el Océa-no Atlántico del Mar Mediterráneo, el Mar Rojo y el Océano Índico. Si se produjeran grandes transforma-ciones en Yemen influirían en el control del estrecho de Bab-el-Mandeb; el estrecho de Ormuz es una región de influencia iraní; una posible situación de conflicto en el este de Arabia Saudita, Bahréin o los Emiratos Árabes Unidos cambiaría la situación geopolítica del Golfo Pérsico; las transformaciones en Egipto pro-ducirían un cambio en el manejo del Canal de Suez, como lo atestigua el paso de naves de guerra iraníes por el Canal por primera vez en más de 30 años; el conflicto que pudiera producirse en Marruecos, bajo control de una monarquía corrupta y autoritaria que controla la parte sur del estrecho de Gibraltar podría producir una transformación estructural en esa vía marítima. Se generarían cambios que obligarían a Es-tados Unidos y a las potencias occidentales a pensar en una lógica militar completamente diferente para el dominio de la región y del mundo. No hay que olvidar que para el control de esta ruta y de sus intereses en la región Estados Unidos destina la Sexta Flota de su Armada en el Mar Mediterráneo y la Quinta Flota

Hay un principio básico de la doctrina marxista que dice que para construir el socialismo es necesa-rio construir su base económica, material y técnica. La República Popular China lo está haciendo a lar-go plazo, apoyada en su milenaria filosofía y en los ideales de Lao Tsé y Confucio. Un proceso similar se vive en Vietnam. Es un modelo distinto.

Por esa razón, se dice que lo que está ocurriendo podría conducir a un conflicto civilizatorio, pero no en los términos racistas que planteaba Huntington, sino en uno que cuestionaría el propio modelo capitalista, aquel que se ha erigido sobre un mundo cuyo centro está en Occidente, un modelo judeo-cristiano, capitalista y de democracia representativa que vacila sin el petróleo y la energía que estos países hoy en conflicto producen en abundancia. Esto conlleva necesariamente a que Occi-dente intervenga para dar curso a esos conflictos a fin de salvaguardar su naturaleza depredadora y la estabi-lidad de sus mercados y sociedades putrefactas.

El tercer elemento es la eventual transformación de las rutas marítimas para el transporte de los ener-géticos en esa región.

El petróleo sale del Golfo Pérsico, cruza el estrecho de Ormuz, el Golfo de Omán, el Océano Índico, el Golfo de Adén, el estrecho de Bab-el-Mandeb, el Mar

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El estudio de la región no puede partir de un aná-lisis simple y simplificado de las contradicciones que existen entre los actores. Hay elementos que se deben considerar: el primero es que Irán es un país musul-mán, pero no árabe. Irán tiene un origen y una com-posición étnica diferente, es un país persa. En los años 80 del siglo pasado, Irak, bajo el liderazgo de Saddam Hussein, desató una guerra contra Irán que duró ocho años. Saddam utilizó el argumento de que Irak era el escudo para detener la expansión persa a Occidente y así unificar a todas las fuerzas árabes en contra de Irán y recibir la ayuda de Estados Unidos y Europa, que lo apoyaron con tecnología y armamento.

Para estudiar la historia del mundo árabe y del musulmán un factor siempre presente es conocer y entender los avatares en la búsqueda del liderazgo regional. ¿Quién conduce a esta cantidad de países, que son propietarios del 60% de la energía mundial? ¿Qué utilización política se le da a esa energía? ¿Y en función de qué intereses? Esas interrogantes con-forman parte importante del entramado que permite comprender a esta región del mundo. La confronta-ción para lograr el liderazgo y con ella la hegemo-nía de esos países que tienen una identidad cultural y religiosa común, está presente en la historia y ha

para el Golfo Pérsico, el Mar Rojo, el Mar Arábigo y la costa de África del este hasta Kenia.

Una transformación profunda en la situación regio-nal ocasionaría un cambio en la correlación de fuerzas militares en la zona, en particular del poder naval que asegura el transporte marítimo de productos energé-ticos. En esa ruta, además de navíos de guerra de la OTAN, ya hay presencia de Irán, Rusia y China.

Por último, el cuarto elemento, tal vez el más im-portante a corto plazo, tiene que ver con las trans-formaciones que esta situación puede producir en el conflicto árabe-israelí.

Este conflicto tiene su epicentro en la confronta-ción entre Israel y el pueblo palestino, pero no es el único. La situación estratégica de la región ha cam-biado ostensiblemente en los últimos treinta años.

Un primer elemento a considerar es la revolución que derrocó al Sha de Irán el 12 de febrero de 1979 y estableció una república islámica que se ha ido transfor-mando con el tiempo en el principal factor de oposición a la presencia de Estados Unidos en la región. La revo-lución islámica ha desarrollado una política antiimpe-rialista permanente que ha ganado espacio y que hoy ha consolidado influencia más allá de sus fronteras.

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Saddam, anhelaba poseer los gigantescos recur-sos monetarios acumulados en los bancos kuwaitíes necesarios para financiar un proyecto de esa mag-nitud. Su argumento, históricamente válido, pero jurídicamente inaceptable, fue recuperar una pro-vincia que le había sido arrebatada por el colonialis-mo británico. Hussein no midió que la alianza que había construido con Occidente, contra Irán, no se iba a mantener ante esa invasión a Kuwait, que ame-nazaba con el control del extremo septentrional del Golfo Pérsico, el estuario del río Shatt al-Arab donde confluyen los ríos Tigris y Éufrates y el importante puerto petrolífero de Kuwait.

Esta nueva situación de liderazgo que se mantu-vo a partir de los años 80, y esta lucha permanente por la hegemonía dentro del mundo musulmán y el mundo árabe, comenzó a tener una transformación en la medida que Irán se consolidó, ya no sólo desde el punto de vista político, sino que también desde el económico. Hoy, Irán es una potencia mundial pro-ductora de medios de transporte aéreo y marítimo, de equipamiento agrícola e industrial, entre otros, y con una serie de instrumentos tecnológicos y científi-cos que incluso le han llevado a la posibilidad de pro-ducir energía nuclear para la electrificación del país.

ido cambiando con ella. En los años 50 y 60 del siglo XX, Gamal Abdel Nasser, quien dirigió una revolu-ción que derrocó la monarquía egipcia, fue el gran líder del mundo árabe. Llegó incluso a crear la Repú-blica Árabe Unida, configurada por Egipto y Siria.

El liderazgo de las luchas panárabes se instaló por lo tanto en Egipto, pero éste lo perdió con el falle-cimiento repentino de Gamal Abdel Nasser. Arabia Saudita comenzó a asumirlo sustentado en su gran poder económico (por ser uno de los mayores pro-ductores de petróleo del mundo), pero después de la revolución islámica de 1979, Irán cuestionó esa he-gemonía. Saddam Hussein, en la guerra del 80 con-tra Irán, trató de deponer la guía de este país y de Arabia Saudita. Unos años después de finalizada la guerra, Saddam Hussein invadió Kuwait (una pro-vincia desmembrada de Irak y creada como nación por los ingleses tras la primera guerra mundial y la desaparición del imperio otomano) con el objetivo de, una vez disponibles los recursos militares que Oc-cidente le había concedido para su conflicto contra Irán, llevar adelante su expansión en el mundo ára-be, aprovechando la experiencia acumulada en una guerra de ocho años que le proporcionó gran expe-riencia a sus ejércitos y a sus estados mayores.

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tratégica con Irán, desde hace muchos años. Durante la guerra de los 80 entre ese país e Irak, Siria apoyó a los persas. Ahí debe haber primado esa cercanía religiosa. No se debe olvidar que Siria tiene en las alturas del Golán una parte de su territorio ocupado por Israel.

Por su parte, Líbano es un pequeño país, sólo comparable en superficie a Puerto Rico en Améri-ca Latina, aunque estratégico en términos políticos, dado que en él “rebotan” todos los conflictos que se producen en el mundo árabe y en el musulmán. To-das las contradicciones de orden político e ideológico en el mundo árabe y musulmán se reflejan en la vida del Líbano. Recientemente, se estableció un nuevo gobierno a partir de una alianza patriótica antiimpe-rialista y anti sionista, con mayoría chiíta, pero con participación de los sunitas y los cristianos, quienes tienen una importante presencia en el Líbano, ade-más de los drusos, un pueblo que se considera árabe, musulmanes en su mayoría y con una importante presencia en ese país mediterráneo.

Desde ese punto de vista, los países situados al norte y este de Israel, configuran una coalición de fuerzas antiimperialista y anti sionista, constituida por organizaciones políticas y sociales de distintas y contradictorias concepciones ideológicas y políticas.

En la disputa entre Irán y Arabia Saudita, hay un elemento que se debe considerar, y es que esa con-frontación enfrenta -aunque hay quien dice que no hay tal contradicción- a las dos grandes corrientes del islam. En Irán hay un gobierno de orientación chiíta y en Arabia Saudita una monarquía sunita. Es-tas dos vertientes no concuerdan necesariamente en su visión de mundo.

En la actualidad, además del gobierno chiíta de Irán, hay una coalición en Irak, cuya dirección es de esa orientación, la que Estados Unidos, -a pesar de ser la potencia ocupante-, ha tenido que aceptar ante su debilidad para controlar este país y Afganistán, todo lo cual los ha llevado incluso, a retirar tropas de el primero para llevarlas al otro.

Durante un período de ocho meses no hubo go-bierno en Irak y la posibilidad de crearlo estuvo blo-queada, toda vez que Estados Unidos se oponía a que se instalara uno de mayoría chiíta. En la actualidad, en el gobierno participan las minorías sunita y kurda y la mayoría chiíta.

En Siria hay un gobierno alauita que comparte prácticas y creencias con los chiítas. En esa medida, el gobierno sirio, siendo árabe, estableció una relación es-

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un sector en la frontera entre Egipto y Gaza, a través del cual el gobierno de Mubarak regulaba el flujo de ayuda humanitaria, alimentaria, médica e incluso militar, vital para su sobrevivencia y para la defensa ante los ataques israelíes.

La instalación de un gobierno panárabe e islámico en Egipto modificaría sustancialmente la dimensión y las características de la ayuda que se podría producir desde ese país, a través de su territorio asiático de la península del Sinaí, hacía Palestina, concretamente hacia la Franja de Gaza. Esta misma se podría incre-mentar, incluso desde el punto de vista militar. Israel perdería el aliado que ha conservado en su frontera sur desde 1978, quedando sólo Jordania en esa calidad, siendo este último un país débil que ha manifestado sus propios problemas internos y donde alrededor del 30% de su población es de origen palestino.

Podemos fácilmente imaginar la significación que tendría un cambio de gobierno en Egipto en cuan-to al conflicto árabe-israelí y la relevancia que tiene en ese sentido las transformaciones en los países que circundan a Israel. Esta nueva situación podría signi-ficar la revisión de los acuerdos de Camp David de 1978, sobre los cuales se basa el dominio de Estados Unidos en la región.

Asimismo, Palestina, dividida en dos territorios separados geográficamente, está bajo control de distintas fuerzas políticas. En Cisjordania (al este, región fronteriza con Jordania), donde se encuentra Ramallah, sede de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ejerce el liderazgo Al Fatah, organización que es expresión del sector nacionalista palestino, ha negociado con Israel y Estados Unidos e incluso ha manifestado profundas contradicciones con sectores palestinos radicales, algunos de cuyos líderes han sido capturados por la ANP y entregados a Israel.

Por ello, no podemos hablar de Palestina como un todo, sin contradicciones entre sus fuerzas políticas, las que tienen ideologías diferentes y concepciones distintas de la lucha y de su relación con Israel.

El otro territorio, Gaza, es una pequeña franja de 360 km2, con 11 kilómetros de frontera con Egipto. Desde 2006 su gobierno es de mayoría sunita, lide-rado por el movimiento Hamás, adversario de Fatah. Hamás es aliado de Irán, de Hezbollah en el Líbano y de Siria. Al observar el mapa, constatamos que los aliados de Israel en sus fronteras directas son sola-mente Jordania y Egipto. Un cambio de gobierno profundo en Egipto significaría que el cerco político a Israel quedaría prácticamente consumado. Existe

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Por ese motivo, se debe tener en cuenta algunas de las consideraciones que en apretada síntesis se han hecho y entender que no es posible circuns-cribirse solamente al examen del conflicto local de Egipto, Túnez, Libia o de cualquier otro país de manera aislada. Después del estudio de lo local y lo regional, habría un último nivel de análisis, que conduce a indagar acerca de las probables repercu-siones que pudiera tener lo que está ocurriendo en el Medio Oriente y el norte de África en el sistema internacional.

Esta región tiene evidencias de asuntos bastante curiosos. Uno de ellos es el de los límites y las fron-teras, al observarlos en el mapa se constata que en su mayoría son líneas rectas que dividen los países de África y el Medio Oriente. Cabe preguntarse el origen de este fenómeno, y saber en qué condiciones se establecieron las líneas limítrofes de la región. Es difícil que las fronteras sean líneas rectas, a menos de que se hagan sobre un papel, lejos de la realidad geográfica y mucho más lejos de los límites naturales que los pueblos han establecido a través de la his-toria. Sin embargo, en este caso, que es una heren-cia colonial generalizada en el mundo, incluyendo a América Latina, los espacios geográficos de los

En los últimos meses, se han desarrollado, además fuertes conflictos en Libia, Siria, Yemen y Bahréin, y de menos intensidad pero de igual importancia en Argelia, Jordania, Marruecos, Omán y Arabia Sau-dita, lo que unido a lo ocurrido en Túnez y Egipto da cuenta de una conflictividad generalizada y en as-censo en la región.

Ante la pregunta de cuál es el alcance de lo que está ocurriendo en estos países, que sería un error suponer que en los mismos va a haber transforma-ciones revolucionarias que apunten al socialismo. Eso no está planteado, porque las fuerzas motrices de estos cambios no son socialistas y la clase obrera sólo ha tenido un cierto protagonismo en Egipto. Sin embargo, avanzar en la revolución democrática y an-tiimperialista sería un gran impulso para las luchas populares de la región.

De manera que si se estudian los hechos concre-tos que sucedieron en Egipto y Túnez desde una perspectiva regional más amplia, se puede llegar a la conclusión de que efectivamente podrían suceder trasformaciones importantes en la región y que es posible que tengan consecuencias relevantes en las estructuras de poder mundial y en el sistema de rela-ciones internacionales.

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por líneas fronterizas sobre las cuáles no les con-sultaron. Por ejemplo, los herero viven en Angola, Botswana y Namibia; los afar en Djibuti y Etiopía; los acholi en Uganda y Sudán. En todos estos países conviven diferentes pueblos originarios, tribus, con características propias, culturas, lenguas, tradiciones y religiones diferentes. Algunas de ellas quedaron di-vididas entre dos y a veces entre tres potencias colo-niales y después en diferentes estados nacionales.

Estos pueblos que han vivido desde hace cientos de años en esos territorios, se enteraron que les habían puesto fronteras sin ser consultados y que para pa-sar de un lugar a otro dentro de lo que culturalmente siempre ha sido su espacio propio, ahora debían pedir visa y en algunos casos se les impedía transitar.

Peor aún, las potencias coloniales incentivaron di-ferencias para que los pueblos chocaran entre ellos, al igual que ha sucedido en América Latina, don-de nos hemos enfrentado por espacios surgidos de fronteras coloniales que nos impusieron. Ha habido conflictos entre Chile y Argentina, Colombia y Ve-nezuela, guerras entre Chile, Perú y Bolivia, Perú y Ecuador y, El Salvador y Honduras y ahora pasamos por un trance de esas características entre Nicaragua y Costa Rica. Hemos vivido doscientos años en gue-

territorios coloniales que devinieron después de las independencias en estados nacionales se crearon en mapas extendidos sobre las mesas de las oficinas de los gobiernos de las metrópolis.

Pero no tienen el mismo origen en África que en el Medio Oriente. En 1884 y 1885, las potencias eu-ropeas se reunieron en el Congreso de Berlín y se dis-tribuyeron África. Determinaron qué le correspon-día a Francia, a Inglaterra, Bélgica, Portugal, algo para Alemania, España, Holanda y hasta a Italia le correspondió una parte.

De esa manera, crearon el germen de conflictos que todavía no se solucionan. Lo que sucedió en Su-dán es una prueba de ello: lo transformaron en un sólo país, sin que tenga una identidad única. Tiene un norte árabe, musulmán, y un sur negro católico. Los unieron a la fuerza cuando les convino y ahora que les interesa partirlo, fomentan y alimentan una guerra fratricida que les permita “legitimar” la parti-ción, todo para nutrir sus ingentes intereses económi-cos, básicamente en el área energética, una vez más.

Esto condujo a que en algunos territorios habita-dos por pueblos desde tiempos inmemoriales, éstos vieron de pronto sus espacios geográficos divididos

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costas en el Golfo Pérsico, le usurparon una parte de su territorio para fabricar un nuevo país, Kuwait, en el lugar que históricamente fue una provincia iraquí.

No hay que olvidar que los ríos Tigris y Éufrates son la mayor reserva de agua de la región. La civili-zación mesopotámica se construyó alrededor de estos ríos y su grandeza en gran medida estuvo determina-da por la importancia que tenían y tienen estas fuen-tes de agua para la producción y el desarrollo. He ahí otro valor estratégico de la región, mucho antes de que se descubriera el petróleo, que cobrará mayor cuantía cuando el agua comience a escasear por la explotación indiscriminada de la Tierra, el cambio climático y el efecto invernadero.

En toda la región y en particular en el Golfo Pér-sico, Inglaterra y las potencias coloniales terminaron creando monarquías de diferentes calidades, la ma-yoría emiratos y un sultanato, en Omán. Así culminó la partición de lo que fue el imperio otomano.

No corresponde a los objetivos de este trabajo analizar lo que sucedió en India, un tanto alejada del Medio Oriente, cuando logró su independencia en el año 1950. Inglaterra produjo la partición del territo-rio, dejando en su espacio una provincia musulma-

rra por las fronteras que diseñaron los países colonia-listas de Europa. Eso mismo ha sucedido en África y en el Medio Oriente.

Posteriormente, en 1918, cuando finalizó la I Gue-rra Mundial, la potencia dominante en esta región, Gran Bretaña, impulsó la creación de países a partir de sus propios intereses. Para ello inventó monarquías y dictaminó qué territorio le iba a corresponder a cada uno de estos nuevos Estados y quién iba a ser el sobe-rano en cada uno de ellos. Entre los pueblos nóma-das que habitaban la península, eligieron a la familia Saud que eran los jerifes de La Meca. Así, surgió la monarquía saudita y Arabia Saudita. Crearon un país donde sabían que había grandes reservas de petróleo e impusieron una monarquía absolutamente leal a Gran Bretaña para ese momento y después a Estados Unidos. A uno de los hijos del Rey saudita le crearon un país, Jordania, y al otro lo designaron Rey de Irak. Inventaron el Reino Hachemita de Jordania para que este señor hachemí tuviera su país.

Asimismo, a Irak, la antigua Mesopotamia, un país extraordinario con una gran riqueza y una im-portante tradición histórica, con indicios de cultura de miles de años de antigüedad, que podría tener un desarrollo autónomo y que, como dijimos antes, tiene

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reconocido por ambos pueblos, es decir, tienen un origen común y han vivido en este territorio en ar-monía y en paz por siglos. Pero les han incentivado las diferencias a partir de los intereses imperiales. En 1947 se llegó a un acuerdo en Naciones Unidas para crear el Estado de Israel y también un Estado pales-tino. Pero hubo un acuerdo secreto, que hoy se cono-ce: los británicos optaron por cumplir sólo una parte y darle un territorio a los judíos, que se llamó Israel, sin concedérselo a los palestinos, con la connivencia de algunos jerarcas árabes.

En el análisis de la región, de sus conflictos y de las perspectivas de lo que pueda ocurrir, no podemos li-mitarnos al “blanco y negro”, tenemos que considerar que hay persas y árabes, que existen chiítas y sunitas y que, finalmente, hay representantes de la alta jerarquía y de la burguesía, de las monarquías, como también de los pueblos que están luchando, que derrocaron a los gobiernos dictatoriales de Túnez y de Egipto.

Esta lógica que se plantea sirve para estudiar Asia, América Latina y África, es decir, cualquier lugar donde existió el régimen colonial de las potencias occidentales. ¿Cuál es la diferencia del examen que aquí se hace con cualquier otro lugar del planeta? La diferencia fundamental es que sea hablado de la re-

na (Cachemira) que debía pertenecer a Pakistán. Así sembraron la semilla de una discordia, que hasta el día de hoy mantiene el conflicto.

De esa manera, generaron un historial de pro-blemas que se mantienen latentes en la actualidad y permiten a los imperios, a partir de la división y la guerra, mantener su hegemonía en el mundo.

A través de los años han exacerbado contradic-ciones entre nuestros pueblos, bajo un concepto na-cional que no existe, mientras ellos se apropian de los recursos naturales.

A nosotros nos han sembrado la idea de que so-mos venezolanos, colombianos, peruanos, ecuato-rianos, cuando eso no tiene ningún tipo de significa-ción, porque ningún país, ni siquiera Brasil, con todo el poderío que tiene, puede subsistir por sí solo en el mundo. Sólo podremos hacerlo si somos una gran nación de naciones, como lo proyectó Bolívar.

Lo mismo pasa en el Medio Oriente y en el norte de África: han creado una serie de conflictos, inclu-yendo el más importante y antiguo que es entre ára-bes y judíos. Según la Biblia, árabes y judíos son pue-blos semitas. Sem, quien da origen a este nombre, fue el hijo mayor de Noé. De ellos desciende Abraham,

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un país productor de petróleo y de energía, debe considerar de manera primordial el examen de estas variables, que tienen que ver con los intereses de las potencias coloniales, imperiales, y con la problemáti-ca energética. El tema energético domina el análisis geoestratégico e influye directamente en Venezuela.

Un tercer elemento a considerar es que en la géne-sis de lo que está ocurriendo en el Medio Oriente y el norte de África, y de lo que da origen a las transfor-maciones en Túnez y en Egipto, está el tema alimen-tario. Se prevé que miles y millones de personas sigan muriendo de hambre, cuando hay territorio, sol, agua y la capacidad de producir alimento para el doble de la población del planeta. Pero el modelo prefiere ali-mentar a los carros, recurrir a la agricultura para pro-ducir biocombustibles, en vez de alimentar a los seres humanos. Los recursos que deberían ir a la tecnología y los insumos para producir alimentos para la vida se invierten en tecnología para la guerra y la muerte.

Ese es el origen de los levantamientos en Egipto y en Túnez. Es un asunto que se debe evaluar, porque permanece latente y en proyección. Se van a incre-mentar este tipo de conflictos. Hoy es en el Oriente Medio y el norte de África, pero un estudio del Fondo

gión donde se produce una parte considerable de la energía del planeta sobre la que se sustenta el modelo capitalista y la democracia occidental representativa con la cual se domina el mundo.

¿Qué conclusiones se pueden sacar? La primera es que detrás de todos estos conflictos están los inte-reses de las potencias coloniales. Cualquier conflicto en el mundo, incluso aquí en nuestro continente, se pueden mencionar la guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, la guerra del Pacífico entre Chile, Perú y Bolivia, el conflicto entre Venezuela y Colombia, la usurpación del territorio del Esequibo a Venezuela y las Malvinas a Argentina por Gran Bretaña, los con-flictos que están ocurriendo hoy entre Nicaragua y Costa Rica, los problemas que hubo hasta hace unos años entre Guatemala y Belice, entre Perú y Ecuador, las diferencias entre Argentina y Chile en la Patagonia y muchos otros, tienen en común su origen colonial.

En segundo lugar, existe una historia de indigni-dad, interesadamente poco divulgada, en el manejo de los intereses coloniales e imperiales en América Latina y el Caribe y en el mundo. Hay conflictos que se potencian en base a los intereses de los grandes actores del poder mundial y para Venezuela que es

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Monetario Internacional fechado en febrero de 2011 prevé un incremento de la hambruna en América Latina por el aumento en los precios de los alimentos y por la carestía de varios rubros.

En resumen, es imprescindible considerar las re-percusiones que tienen estos hechos en la crisis capi-talista que vive el mundo de hoy. Cuando se habla de crisis capitalista, a diferencia de la de 1929 a 1933 que se manifestó sólo en los ámbitos económicos y financieros, ahora se habla de una crisis integrada, ya que conlleva un componente energético, alimen-tario, ecológico, económico, financiero y uno del que se habla muy poco, que es la debacle moral y ética de los fundamentos en los que se sustenta el modelo capitalista depredador y el sistema de democracia re-presentativa creado por Inglaterra y Estados Unidos y que se nos han impuesto como verdad universal en todos nuestros países.

Marzo 2011

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El Imperio tras la crisis

del Medio Orientey el norte de África

El autor analiza la crisis política

que padecen en la actualidad algu-

nos países del Medio Oriente y el norte de

África, crisis surgida como respuesta de los pueblos a

la aplicación de modelos neoliberales a ultranza, con excesos

de autoritarismo y ausencia de prácticas democráticas en el

funcionamiento político de esos países, y con la participación

de prácticas imperiales pasadas y presentes que cobran sus

intereses en estas regiones.

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