El instrumental cognitivo de la hermenéutica

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La Hermenéutica analógica para comprender los lenguajes de los docentes Lenguaje y realidad En la posibilidad hermenéutica de la interpretación que aquí se asume, se concibe al lenguaje como construcción sociohistórica, y dicha construcción responde en primer lugar a la representación que los sujetos han hecho de las relaciones que mantienen con el entorno físico y social; en consecuencia, el sujeto sólo puede tener acercamientos y/o aproximaciones, construcciones, representaciones, interpretaciones, con aquello con lo que ha establecido una cierta interacción, que de una u otra manera la ha interiorizado porque le permiten explicar lo que acontece en su espacio vital, explicación que no siempre tiene la virtud de corresponder a la realidad de la cosa o fenómeno que se intenta explicar, dicha construcción que los sujetos hacen de la realidad que viven, está codificada, es decir, que los signos o símbolos que se emplean para referirse a la cosa, son convencionales en ese contexto social, tienen su lógica y forma específica de expresión (código) sea este oral, mímico o gráfico o incluso factual; el lenguaje entonces, cumple la función de transmitir y de cohesionar las representaciones del mundo que determinada cultura ha construido, ésta, como quiera que sea, independientemente de si la representación y construcción que se haga, correspondan a la onticidad y devenir de la cosa, a la apariencia o al pseudoconcreto como afirma Kosik; el lenguaje será la herramienta y recurso privilegiado, el lenguaje como instrumento iconizante cuyo código permite relacionar o separar a los sujetos, es una abstracción que solo la especie humana ha sido capaz de generar, por lo mismo, es también subjetividad, particularidad e individualidad, permite también llegar a consensos y especificar disensos; como recurso cognoscitivo que permite darle significatividad al mundo. Es también posibilidad para arribar a procesos complejos de pensamiento y en su estructura conceptual, su misma complejidad al nombrar las cosas del mundo, complejiza la estructura de pensamiento del sujeto que se apropia de éste. Así entonces, el lenguaje es herramienta y medio, signo y significante, 1

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plantea la importancia del lenguaje del docente en los procesos pedagógicos, no lo califica o lo descalifica, sino que a partir del conocimiento de su oralidad y su lenguaje corporal, podemos conocer la forma de generar procesos por parte del docente

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La Hermenéutica analógica para comprender los lenguajes de los docentes

Lenguaje y realidad

En la posibilidad hermenéutica de la interpretación que aquí se asume, se

concibe al lenguaje como construcción sociohistórica, y dicha construcción

responde en primer lugar a la representación que los sujetos han hecho de las

relaciones que mantienen con el entorno físico y social; en consecuencia, el

sujeto sólo puede tener acercamientos y/o aproximaciones, construcciones,

representaciones, interpretaciones, con aquello con lo que ha establecido una

cierta interacción, que de una u otra manera la ha interiorizado porque le

permiten explicar lo que acontece en su espacio vital, explicación que no

siempre tiene la virtud de corresponder a la realidad de la cosa o fenómeno que

se intenta explicar, dicha construcción que los sujetos hacen de la realidad que

viven, está codificada, es decir, que los signos o símbolos que se emplean para

referirse a la cosa, son convencionales en ese contexto social, tienen su lógica

y forma específica de expresión (código) sea este oral, mímico o gráfico o

incluso factual; el lenguaje entonces, cumple la función de transmitir y de

cohesionar las representaciones del mundo que determinada cultura ha

construido, ésta, como quiera que sea, independientemente de si la

representación y construcción que se haga, correspondan a la onticidad y

devenir de la cosa, a la apariencia o al pseudoconcreto como afirma Kosik; el

lenguaje será la herramienta y recurso privilegiado, el lenguaje como

instrumento iconizante cuyo código permite relacionar o separar a los sujetos,

es una abstracción que solo la especie humana ha sido capaz de generar, por

lo mismo, es también subjetividad, particularidad e individualidad, permite

también llegar a consensos y especificar disensos; como recurso cognoscitivo

que permite darle significatividad al mundo.

Es también posibilidad para arribar a procesos complejos de pensamiento y en

su estructura conceptual, su misma complejidad al nombrar las cosas del

mundo, complejiza la estructura de pensamiento del sujeto que se apropia de

éste. Así entonces, el lenguaje es herramienta y medio, signo y significante,

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código y representación, que de manera convencional son medios de

explicación y acceso a lo real. Es también en uso emergente del término, el

factor icónico que desnuda la superficialidad del ser y muestra categórico la

esencialidad sea esta fantasmal o molarmente amplia. Desde el ropaje que

cubre la similitud humana hasta la palabra que nutre o enferma, que vitaliza o

depreda, que comunaliza o fragmenta, que esclaviza o emancipa.

Por ende, también es cultura, cosmogonía, visión y cosmovisión del mundo, en

la expresión lingüística se hace presente o subyace la concepción hegemónica

de lo que es válido, creíble, aceptable o viceversa, lo no creíble, insustancial o

inaceptable; es decir, el lenguaje es expresión de poder, si este se emplea con

la intención de dominio para afianzar una posición de grupo que defienda

determinado interés; por otro lado es el instrumento posibilitador de espacios

para la negociación de significados, búsqueda de consensos y comunalizar

intenciones o expectativas de futuro, en él se encuentra lo prohibido o lo ideal,

luego entonces, la manera de cómo el sujeto se expresa, comunica e

interaccione con los otros, conlleva una manera de asumir un rol en la

sociedad, sea de conformismo o de irreverencia, porque el lenguaje es

además: aceptación-sumisión o proscripción y/o rebeldía.

Lo anterior nos da una idea de qué tan importante es que el docente en su

relación con los educandos, maneje un lenguaje y un código que le dé

significado a su entorno próximo, sea capaz de incorporar en su discurso los

referentes lingüísticos de la cultura de quienes presentes en su espacio de

ejercicio profesional, participan pasivos o activos en el proceso educativo que

emprenda; es decir, que gestione situaciones y procesos de aprendizaje que

desarrollen las capacidades de quienes son partícipes y destinatarios de su

acción pedagógica, teniendo como premisa el diálogo cultural y no la extensión

de sus referentes y concepciones particulares del mundo.

La trascendencia del lenguaje como recurso privilegiado para ampliar el

horizonte cultural de quienes lo utilizan es vital, sin embargo, en este

acercamiento a los otros, implica poner el lenguaje de todas las culturas en un

nivel de equivalencia, es decir, ningún código lingüístico por dominante que sea

(en cuanto a número de hablantes o en cuanto al país que se expresa con

éste), puede decirse que es mejor que los otros, más bien, todas las lenguas

son expresiones de la realidad o de cada realidad o contexto donde se

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desarrollaron, por lo tanto, hacer equivalentes las lenguas e incorporar

elementos de los otros códigos abre la posibilidad de enriquecer la

lingüisticidad humana, como dice Gadamer: “El lenguaje es universal y de

ningún modo un todo cerrado. Pero justamente es en esta universalidad común

se anuncia la proximidad entre lingüisticidad y razón.”

Acercar las distintas expresiones lingüísticas implica aproximar su significación,

su mutua influencia y por lo tanto la interculturalidad de los grupos sociales que

la realizan, con ello no solo se acercan los códigos, las equivalencias en cuanto

a nombrar las cosas del mundo, sino también los procesos de acequibilidad a

este, su comprensión, los entramados y racionalidad que subyacen en la

manera que ha hecho posible la representación del mundo, del quehacer del

hombre en éste.

En esta lógica, el proceso educativo concebido como acción pedagógica,

necesariamente se inserta en una actuación que implica adoptar una actitud de

humildad para estar en consonancia con el otro, reconocer los códigos, la

visión y cosmovisión de quienes son los actores en el proceso, no es un acto

de imposición de concepciones culturales, no es culturalizar, enculturar o algo

semejante, sino la oportunidad de poner en interacción nuestras culturas

(interculturizar), negociación de significados, entre otros.

En sintonía con Gadamer podemos afirmar: “No hay una primera palabra si no

hay una segunda palabra, y no puede haber una segunda palabra si no hay

lenguaje. Pero, sólo hay lenguaje en la relación que mantenemos unos con

otros en la conversación.”

Ya en materia.

La actividad docente manifiesta en su acción un cúmulo de formas de

concreción que como totalidad denotan en su práctica docente, cierta

iconización; en ella se mixturan diferentes actos en los que destaca el lenguaje

como el máximo instrumento para la transmisión o construcción del saber.

En el lenguaje se puede si así se pretende, encontrar la sintomatología de

diversidad de conceptos y categorías que concientes o inconscientes se

muestran en esto actos, haciendo uso de esta forma de comunicación tenemos

que existen tantos conceptos, categorías, problemáticas como docentes

existen; si nos detenemos en esta vertiente tendríamos pocas oportunidades

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de recorrer la cortina y observar situaciones presentes problemáticas o no, en

función de la gama infinita de situaciones particulares.

Pretendemos por el contrario situar nuestro ejercicio hermenéutico en asuntos

más bien próximos y objetivos, es decir nuestra razón de interpretar se centra

en escudriñar el pensamiento, el paradigma conciente o no que se expresa a

través del lenguaje del docente en situaciones de transmisión o construcción de

conocimientos en condiciones áulicas.

Así, el lenguaje más allá de su gramaticalidad es pensamiento y modo

constitutivo de la conciencia que se manifiesta en situaciones de comunicación,

imposición o simplemente acciones verbalistas, gestuales y/o factuales. Es

cuerpo en acción, es gesto y símbolo que dice o dicta que aprueba o

desaprueba, también es posibilidad dialógica o impedimento de él. Es el

lenguaje que nos interesa, el que de uso cotidiano se erige como recurso de

enseñanza o como posibilitador de aprendizajes.

Lenguaje y docencia o docencia y lenguaje es el binomio demostrativo de

polaridades encontradas o fusionadas en un horizonte, en sentido analógico el

lenguaje docente es el vehículo del pensamiento o el pensamiento vehiculizado

que fluye gota a gota o en torrente que se despeña, así no sentenciaremos la

oralidad textual, ni la connotación simbólica de él, sino en esta gama de

acciones y manifestaciones del lenguaje, encontraremos el abrevadero para

hacer una interpretación hermenéutica analógica.

Hermeneuta filibustero

Isaac Ángeles Contreras

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