El Laboratorio de La Ciudad. Francisco Jarauta.

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El Laboratorio de La Ciudad

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La ciudad inquieta

El laboratorio de la ciudad

Francisco JarautaA lo largo de las ltimas dcadas la ciudad se ha convertido en una de las problemticas centrales que atraen la atencin de diferentes disciplinas sociales, tales como la sociologa, la antropologa, la geografa humana, el nuevo urbanismo e incluso la filosofa. Desde perspectivas varias se insiste en analizar las diferentes dimensiones con las que la ciudad contempornea se construye, se organiza, se administra. En efecto, la ciudad se ha convertido en el laboratorio en el que mejor se experimentan todos aquellos procesos que acompaan a la transformacin de las sociedades contemporneas, marcadas especialmente por nuevas intensidades demogrficas y por la tendencia a una creciente concentracin urbana.

Este mapa humano, frente al que es difcil ser neutral, ha planteado nuevos y acuciantes interrogantes que la arquitectura contempornea ha hecho suyos. En primer lugar, la ciudad ha pasado a ser uno de los problemas centrales de la discusin, convirtindose en el espacio que mejor articula todas las variantes culturales, sociales y antropolgicas con las que la arquitectura dialoga. En ella convergen procesos complementarios que deciden la urgencia de un repensamiento.

Por una parte, en un proceso de desterritorializacin progresiva de lo poltico, la ciudad pasa a ser el lugar ms real, polticamente hablando. La abstraccin creciente que afecta a los sistemas de representacin poltica, inscritos en la tendencia a una cada da ms fuerte globalizacin, y la defensa de lo local como espacio y marco de identificacin bsica adquieren una dimensin nueva que puede concretarse en todas aquellas dimensiones que definen social y culturalmente el proyecto de una sociedad determinada. Este espacio coincide con el territorio de lo local, llmese ciudad, regin, etc. Pero de todas estas variantes, es la ciudad la que define mejor la particularidad especfica de las formas de habitar. Nace as una complejidad nueva que, en la tensin global/local, se decanta hacia la defensa de aquellos sistemas de representacin capaces de actuar como referentes funcionales de lo social, lo cultural y lo poltico. En la ciudad se proyecta, se construye el espacio social, se intercambian aquellos sistemas simblicos que desde la apropiacin individual hacen posible una identidad cultural bsica transitoria.

Pero, al mismo tiempo, la ciudad se ha convertido en el espacio por excelencia de representacin y expresin de las nuevas tensiones sociales, culturales y polticas del mundo contemporneo. Paradjicamente, a la variante primera que la converta en el espacio ms real polticamente hablando, le acompaa el efecto derivado de una nueva complejidad que problematiza el aparente efecto identitario que se le haba atribuido. La ciudad es cada vez ms el escenario de derivas y flujos, de encuentros y fugas producidos en el territorio que articula los sujetos que la recorren, sus formas de vida, sus necesidades y ansiedades. Las marcas, las seales de diferenciacin e identidad o reconocimiento constituyen una economa de lo simblico que Richard Sennett o Paul Virilio han identificado en su dimensin funcional. Son ellas las que articulan el difcil equilibrio cada vez ms frgil de las nuevas complejidades sociales.

Surge as un nuevo territorio urbano que Rem Koolhaas ha definido como la ciudad genrica. Escenario de la nueva complejidad, se constituye en la forma urbana que transforma los esquemas de la ciudad histrica, su memoria y fuerza simblica, para desplazarse hacia el lugar neutro de coexistencia de grupos sociales, culturas, gneros, lenguas, religiones diferentes. La ciudad genrica pasa a ser el nuevo laboratorio de relaciones, miradas, tolerancias, reconocimientos que confrontan directamente el modelo heredado de la antigua ciudad, dominada por la memoria de un tiempo sobre el que se construa la historia de una identidad. El nuevo cuerpo social como escribiera Foucault se presenta desde las marcas de diferencias mltiples, reunidas apenas en el provisional y frgil modelo de las nuevas relaciones sociales. No se trata de una identidad construida desde el segmento dominante de los tiempos comunes, sino desde la interferencia de tiempos y voces, memorias y narraciones diferentes.

Pero, al mismo tiempo, la ciudad genrica, que se construye de acuerdo a la lgica de la expansin y acumulacin, representa otro modelo de concebir y mostrar la ciudad. Al debilitamiento de una identidad dominante, le sigue la produccin de una estructura urbana radial y perifrica, que Pierre Bourdieu ha analizado detenidamente entendindola como el lugar de representacin negada de lo social. La ciudad genrica produce un nuevo ser social, construido desde la materia hbrida de las diferencias, de las ausencias forzadas por la distancia del lugar de origen, de su voz suspendida, de la mirada extraviada. Este nuevo ser social irrumpe en la ciudad genrica descentrando su sistema simblico de poder, aquel que nombra y legitima los nombres y ritos de la historia hegemnica.

Habitar la ciudad genrica conlleva situarse en el espacio abierto de las estructuras difusas que generan los flujos humanos que recorren la ciudad. Este nuevo territorio constituye hoy un desafo creciente al trabajo de proyeccin y urbanizacin que la arquitectura tiene que resolver. Los referentes desde los que pensar las respuestas estn ahora condicionados tanto por las complejidades nuevas como por las posibilidades de respuesta definidas a partir de las nuevas tecnologas. Es este nuevo lugar, en el que de alguna forma convergen los problemas y las disponibilidades tcnicas, el que hace que el trabajo de la arquitectura se enfrente hoy a nuevas respuestas. Posiblemente lo que ha quedado atrs es una tradicin difcil de restaurar y que hallaba en los principios del humanismo las referencias programticas para pensar el proyecto. Hoy todo ha cambiado y proyectar tiene que ver con la necesidad de interpretacin y decisin poltica sobre el territorio emergente del mundo.Pero entre las ideas y los hechos se abre, de nuevo, la grieta de los usos y olvidos. Cuantas veces regresamos a una nueva lectura de los ideales de la arquitectura del siglo XX, hasta la crisis del movimiento moderno, llegamos a pensar que su dificultad, por no decir fracaso, fue no haber logrado ser una eficaz herramienta para la construccin de formas polticas democrticas o teoras de la igualdad social, tal como Georges Bataille sealara ya en algunos de sus escritos del Collge de Sociologie. La ciudad, el proyecto, fueron siempre pensados desde la necesidad, no de la forma o el canon, sino desde la propia nocin de libertad. Es acertadsima la opinin de Jeffrey Kipnis al insistir en la pertinencia de considerar el valor social y cultural de la libertad como una de las metas de la arquitectura, una meta siempre comprometida en el conflicto entre lo individual y lo colectivo; una abstraccin que se discute sin posibilidad de resolucin por teoras polticas y filosficas, pero que se halla en la base de toda forma de civilizacin. No en vano, habra que volver a pensar la democracia como una forma poltica y su construccin como el trabajo central de un sujeto que sume la compleja determinacin de las formas de vida entendidas en su sentido ms amplio.

Creo que es en el contexto de este nuevo marco de problemas que la arquitectura debe establecer su reflexin y prctica. Ideas como las propuestas por Rem Koolhaas, Stefano Boeri y Sanford Kwinter entre otros hace ya unos aos en Mutations, o la ms reciente propuesta de Bruno Latour y Peter Weibel en Making Things Public, hace apenas un ao en el ZKM, podran ser los referentes problemticos para una discusin abierta sobre estas cuestiones.

Lo importante es construir una nueva forma de pensar, acorde con las condiciones de la nueva complejidad. Hoy, por ejemplo, la ecologa nos obliga a pensar la ciencia y la poltica al mismo tiempo. Es la debilidad de ciertos discursos sobre la sostenibilidad que terminan siendo un intil pliego de buenas intenciones. Si nos situamos en esa perspectiva, todo lo que tiene que ver con la cultura del proyecto debe ser repensado. John Berger lo recordaba recientemente. La primera tarea de cualquier cultura es proponer una comprensin del tiempo, de las relaciones del pasado con el futuro, entendidas en su tensin, en la direccin en la que convergen contradicciones y esperanzas, sueos y proyectos. Comme le rve, le dessin! S, como el sueo, el proyecto, en esa extraa relacin en la que se encuentran las ideas y los hechos, la tensin de un afuera que la historia transforma y el lugar de un pensamiento que imagina y construye la casa, la polis.