El Mito Del Incendio de La Biblioteca de Alejandría Por Los Árabes

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1 El mito del incendio de la biblioteca de Alejandría por los árabes Ricardo Shamsuddín Elía 1 http://www.elcorresponsal.com/ 19 de octubre de 2002 http://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/alejandria191002.htm La historia está poblada de leyendas y fábulas que resisten el paso del tiempo. Alguien dijo, con razón, que los historiadores, a fin de evitarse las molestias de las averiguaciones, se copian los unos a los otros. De manera que las leyendas siguen haciendo parte de la historia, pero ninguna de ellas ha tenido la tenacidad de aquella relativa al incendio de la biblioteca de Alejandría por los musulmanes. Esta falsedad ha sido repetida, de siglo en siglo, hasta el cansancio, en todos los idiomas. Hasta un escritor como Jorge Luis Borges incursionó poéticamente sobre el tema. La que sigue es una sucinta exposición fundamentada en las investigaciones de historiadores y científicos que logran precisar el origen y la razón de la falsificación. Alejandría fue fundada cerca del delta del Nilo por Alejandro el Grande el 30 de marzo de 331 antes de Cristo. Ptolomeo I Soter (el 'Salvador'), que había sido uno de los mejores generales de Alejandro, inició en Egipto una dinastía de sangre griega de la cual la famosa Cleopatra sería su último soberano. Según lo manifiesta el obispo griego san Ireneo (c.130-c.208), Ptolomeo fundó en Alejandría, en el barrio del Bruquión, cerca del puerto, la que sería conocida como la Biblioteca-Madre, y ordenó la construcción del Faro, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Su hijo, Ptolomeo II Filadelfos ('Amigo como Hermano'), llevó a cabo el proyecto de su padre construyendo el Faro y el Museo, este último considerado como la primera universidad del mundo en su sentido moderno, y además compró las bibliotecas de Aristóteles y Teofrasto, 1 Historiador, miembro del Instituto Argentino de Cultura Islámica.

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El mito del incendio de la biblioteca de Alejandría por los árabes

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El mito del incendio de la biblioteca de Alejandra por los rabes Ricardo Shamsuddn Ela[footnoteRef:2]http://www.elcorresponsal.com/ [2: Historiador, miembro del Instituto Argentino de Cultura Islmica.]

19 de octubre de 2002 http://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/alejandria191002.htm

La historia est poblada de leyendas y fbulas que resisten el paso del tiempo. Alguien dijo, con razn, que los historiadores, a fin de evitarse las molestias de las averiguaciones, se copian los unos a los otros. De manera que las leyendas siguen haciendo parte de la historia, pero ninguna de ellas ha tenido la tenacidad de aquella relativa al incendio de la biblioteca de Alejandra por los musulmanes. Esta falsedad ha sido repetida, de siglo en siglo, hasta el cansancio, en todos los idiomas. Hasta un escritor como Jorge Luis Borges incursion poticamente sobre el tema. La que sigue es una sucinta exposicin fundamentada en las investigaciones de historiadores y cientficos que logran precisar el origen y la razn de la falsificacin.

Alejandra fue fundada cerca del delta del Nilo por Alejandro el Grande el 30 de marzo de 331 antes de Cristo. Ptolomeo I Soter (el 'Salvador'), que haba sido uno de los mejores generales de Alejandro, inici en Egipto una dinasta de sangre griega de la cual la famosa Cleopatra sera su ltimo soberano. Segn lo manifiesta el obispo griego san Ireneo (c.130-c.208), Ptolomeo fund en Alejandra, en el barrio del Bruquin, cerca del puerto, la que sera conocida como la Biblioteca-Madre, y orden la construccin del Faro, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Su hijo, Ptolomeo II Filadelfos ('Amigo como Hermano'), llev a cabo el proyecto de su padre construyendo el Faro y el Museo, este ltimo considerado como la primera universidad del mundo en su sentido moderno, y adems compr las bibliotecas de Aristteles y Teofrasto, reuniendo 400.000 libros mltiples (symonigus) y 90.000 simples (amigus), como lo asevera el fillogo bizantino Juan Tzetzes (c.1110-c.1180) basado en una 'Carta de Aristeas a Filcrates' que data del siglo II a.C. Por entonces los manuscritos se escriban sobre lminas de papiros, un vegetal muy abundante en Egipto, que crece en las adyacencias del Nilo. Segn nos informa Plinio el Viejo (23-79) en su Historia Natural, a causa de la rivalidad de la Biblioteca de Prgamo con la Biblioteca de Alejandra, Ptolomeo Filadelfos prohibi la exportacin de papiro; en consecuencia, en Prgamo se invent el pergamino; ste se consegua preparando la piel de cordero, de asno, de potro y de becerro, y cuando ms lisa y suave fuera la piel que se utilizaba, ms se la apreciaba. El pergamino era ms resistente que la hoja de papiro y adems ofreca la ventaja de que se poda escribir sobre ambos lados. Ptolomeo III Evergutis (el 'Benefactor') ser el fundador de la Biblioteca-hija en el Serapeum (templo dedicado a Serapis, una divinidad que deriva de la unin de Osiris y Apis identificada con Dionisos), en la Acrpolis de la colina de Rhakotis, que sumar 700.000 libros, segn el escritor latino Aulio Gelio (c.123-c.165). Esta finalmente reemplazar a la Biblioteca-madre a fines del siglo I a.C., luego del incendio provocado durante las luchas entre los legionarios de Julio Csar y las fuerzas ptolemaicas de Aquilas, entre agosto del 48 y enero del 47 a.C. en el puerto de Alejandra. Durante el siglo IV d.C., luego de la proclamacin del cristianismo como la religin oficial del imperio romano, la seguridad de los santuarios griegos comenz a ser amenazada. Los viejos cristianos de la Tebaida y los proslitos odiaban la Biblioteca porque sta era, a sus ojos, la ciudadela de la incredulidad, el ltimo reducto de las ciencias paganas. Por esa poca pareca impensable que un siglo antes all hubiera estudiado y formado cientos de discpulos un filsofo como Plotino (205-270), fundador del neoplatonismo. La situacin se torn particularmente crtica durante el reinado de Teodosio I (375-395), el emperador que no acept tomar el ttulo pagano de pontfice mximo y que trat de acabar con la hereja y el paganismo. Por orden de Tefilo, obispo monofisita de Alejandra, que haba peticionado y conseguido un decreto imperial, el Serapeum, el complejo que contena la preciosa biblioteca y otras dependencias fueron destruidos y saqueados. "Tras el edicto del emperador Teodosio I en el ao 391, mandando cerrar los templos paganos, esta magnfica Biblioteca-hija pereci a manos de los cristianos en el 391, fecha de la violenta destruccin e incendio del Serapeum alejandrino; las llamas arrasaron all la ltima y fabulosa biblioteca de la Antigedad. Segn las Crnicas Alejandrinas, un manuscrito del siglo V, fue el patriarca monofisita de Alejandra, Tefilo (385-412), conocido por su fantico fervor en la demolicin de templos paganos, el destructor violento del Serapeum" (Pablo de Jevenois: "El fin de la Gran Biblioteca de Alejandra. La leyenda imposible", en Revista de Arqueologa, Madrid, 2000, p. 37). El renombrado historiador y telogo visigodo Paulo Orosio (m. 418 d.C.), discpulo de san Agustn, en su Historia contra los paganos, certifica que la biblioteca alejandrina no exista en 415 d.C.: "Sus armarios vacos de libros... fueron saqueados por hombres de nuestro tiempo". Su desaparicin signific la prdida de aproximadamente el 80% de la ciencia y la civilizacin griegas, adems de legados importantsimos de culturas asiticas y africanas, lo cual se tradujo en el estancamiento del progreso cientfico durante ms de cuatrocientos aos, hasta que felizmente sera reactivado durante la Edad de Oro del Islam (siglos IX-XII) por sabios de la talla de ar-Razi, al-Battani, al-Farabi, Avicena, al-Biruni, al-Haytham, Averroes y tantos otros.

Mitmanos y detractores

Entre la avalancha de acusaciones que sealan a los rabes musulmanes como los autores de la destruccin de la Biblioteca de Alejandra, hemos seleccionado tres ejemplos. El primero se refiere a la nota titulada "Prendan fuego!", firmada por Belisario Segn y aparecida en El Tribuno de Salta (domingo 23 de febrero de 1986, pp. 4 y 5). De la misma extractamos estos prrafos: "Ese ejercicio perverso de prender fuego al saber escrito -pretextando cualquier motivo de tipo religioso, racial, poltico o ideolgico- pas a la historia con el nombre de 'omarismo' (...) Cundo nace el 'omarismo'? Probablemente con la quemazn de la Biblioteca de Alejandra. Se sabe que la incineracin de sus libros respondi a un programa de gobierno cuyo jefe -en ese entonces dueo de un gran imperio- fue el califa Omar. l, al mando de un ejrcito de 4.000 hombres, en nombre de Mahoma, entr a conquistar Egipto en el ao 640. (...) Cuando lleg a tomar Alejandra, el oficial que comand la patrulla que allan la clebre biblioteca, el ignorante Amr, se dirigi a Omar y le detall la cantidad de libros existentes. Sin ninguna curiosidad por los legendarios y miles de papiros que haba en los cientos de estantes, Omar -semianalfabeto y rudo- le espet la siguiente frase a su miliciano: 'Si esos escritos estn conformes con el Corn, son intiles, y si ocurre lo contrario no deben tolerarse'. Entonces Amr, dando voces de mando, sali a quemar la Biblioteca de Alejandra, como venganza de los rabes que vean en sus guerras santas el reinado de Dios. Los volmenes y papiros fueron extrados del edificio y enviados a las calderas de los baos de la ciudad. Sirvieron de combustible durante seis meses, perdindose el tesoro de la humanidad ms preciado: los manuscritos originales de los mejores pensadores griegos, judos y egipcios. El 'omarismo' haba logrado su objetivo gracias a un grupo de sarracenos fanatizados. (...) El fanatismo de Omar, hasta cundo seguir acechando a las obras maestras escritas y a las bibliotecas de todos los tiempos?". El segundo ejemplo fue publicado por el matutino Clarn (martes 25 de septiembre de 1990), en su suplemento de Ciencia y Tcnica (p. 3), con el ttulo "Algo se quem en Alejandra!" y la signatura del articulista Leonardo Moledo, que dice cosas como stas: "La calurosa costumbre de quemar libros dista de ser un invento moderno. La Biblioteca de Alejandra, que fue la ms grande de la antigedad, termin su larga vida al ser incendiada por el califa Omar en el ao 644, que lo hizo basndose en un curioso argumento: 'Los libros de la biblioteca o bien contradicen al Corn, y entonces son peligrosos, o bien coinciden con el Corn, y entonces son redundantes. Este razonamiento notable, que fue objeto de un exquisito comentario del filsofo argentino Toms Simpson, cost a la memoria humana una buena cantidad de obras irrecuperables". El ltimo ejemplo son los versos finales del poema de Borges que lleva por ttulo "Alejandra, 641 A.D." (J.L. Borges: Obra Potica, Emec, Buenos Aires, 1977, pp. 507-508): 1

En el siglo I de la Hgira,Yo, aquel Omar que sojuzg a los persasY que impone el Islam sobre la tierra,Ordeno a mis soldados que destruyanPor el fuego la larga Biblioteca...

Los inventores de la leyenda

El profesor Mustaf el-Abbadi, doctorado en la Universidad de Cambridge y director de la Nueva Biblioteca de Alejandra, es el especialista que ha analizado concienzudamente los pormenores de la invencin, esclareciendo acabadamente sobre los personajes y mviles que la fraguaron: "En el ao 642, el general rabe Amr conquist Egipto y ocup Alejandra. Los acontecimientos del comienzo de la conquista rabe han sido relatados por historiadores de ambos bandos, tantos rabes como coptos y bizantinos. Sin embargo, durante ms de cinco siglos despus de la conquista no se puede encontrar ninguna referencia a una biblioteca de Alejandra bajo la dominacin rabe. De repente, a principios del siglo XIII, encontramos un relato en el que se describe cmo Amr haba quemado los libros de la antigua biblioteca de Alejandra" (Mustaf el-Abbadi: La Antigua Biblioteca de Alejandra. Vida y destino, Unesco, Pars-Madrid, 1994, p. 184). Seguidamente, el profesor El-Abbadi se refiere a dos escritores rabes que, por razones estrictamente relacionadas a su tiempo, se encargaron de fabricar los argumentos que daran pie a la leyenda. Uno es Abdulatif al-Bagdadi, nacido y muerto en Bagdad (1162-1231); el otro es Ibn al-Qifti, nacido en Qift (la antigua Coptos), Alto Egipto, en 1172, y fallecido en Alepo en 1248. Sobre Abdulatif dice El-Abbadi que "era un gran mdico que residi en Siria y Egipto hacia el 1200 (565 de la Hgira). A raz de su visita a Alejandra cuenta en un texto confuso que vio el gran pilar (normalmente llamado el Pilar de Pompeyo), alrededor del cual se encontraban otras columnas. Entonces aade una opinin personal: "Creo -dice- que se trataba del emplazamiento del prtico donde Aristteles y sus sucesores impartan sus enseanzas; era el centro de estudio creado por Alejandro cuando fund la ciudad; ah se encontraba el almacn de libros que fue incendiado por Amr, por orden del califa Omar [Viaje a Egipto, Ifada wa I'tibar]. Es evidente que lo que Abdulatif dice a propsito de Aristteles y Alejandro es incorrecto; el resto de sus afirmaciones acerca del incendio del depsito de libros no est documentado y por lo tanto no tiene valor histrico." (El Abbadi: Op. cit., p. 185). Vale recordar que Aristteles nunca estuvo en Alejandra y que cuando Alejandro fund su primera Alejandra delante de la isla de Faros, no vera ningn edificio pues parti rpidamente hacia el oasis de Siwa para luego continuar con su expedicin al Asia Central y la India. La clave de esta fbula es, sin embargo, Ibn al-Qifti. ste relata que haba un cura copto llamado Juan el Gramtico que presenci la ocupacin de Alejandra por los musulmanes y trab amistad con Amr Ibn al-'s al-Quraishi (594-663) -el fundador de al-Fustat (origen urbano de El Cairo)-, a quien solicit el acceso a los libros de sabidura que pudieran encontrarse en el tesoro real de los bizantinos, negndose Amr a disponer de tales libros sin la autorizacin del califa Umar Ibn al-Jattb (591-644), la que solicit por carta, recibiendo la respuesta conocida. Ibn al-Qifti comete una acrona al ubicar a Juan el Gramtico a mediados del siglo VII. ste, tambin llamado Juan Filopn (Philoponos), haba sido un filsofo y gramtico griego cristiano que vivi entre 490 y 566 y jams pudo estar con vida en Alejandra en 641. Dice El-Abbadi: "Ms importante es el segundo relato, mucho ms completo, que Ibn Al-Qifti proporciona en su Historia de los Sabios (en el siglo XIII d.C. o siglo VII de la Hgira)... Amr orden entonces repartir los libros entre los baos de Alejandra para que fueran utilizados como combustible para la calefaccin, se requirieron seis meses para quemarlos." "Escuchad y maravillaos", concluye el autor. Despus de Ibn Al-Qifti, otros autores rabes repitieron su relato, a veces entero, a veces de forma abreviada. No fue conocido en Europa hasta el siglo XVII, cuando dio pie a una polmica sobre la autenticidad de todo el relato. ste ha sido criticado en numerosas ocasiones, aunque apenas hay dudas de que J.H. Butler, tambin arabista, era el historiador ms calificado para formular objeciones [J.H. Butler: The Arab Conquest of Egypt, Oxford, 1902; 2 ed., P.M.Fraser, 1978, pp. 400 y ss.]... A partir del siglo IV los libros solan ir escritos sobre pergamino, que no arde. El mvil del uso econmico, consistente en quemar los libros para calentar los baos pblicos, revela el carcter ficticio de toda la historia" (El-Abbadi: Op. cit., pp. 186-187). Analicemos hasta qu punto son absurdos los argumentos de esta leyenda. Se pretende que el nmero de los baos que fueron calentados por los volmenes de la biblioteca eran cuatro mil. Por consiguiente, si se hubieran destruido veinte volmenes solamente por bao y por da, el total luego de seis meses sera de 14 millones cuatrocientos mil volmenes. Ahora bien, si los baos de Oriente tenan piscinas de agua caliente a sesenta grados, es totalmente imposible que veinte volmenes puedan dar el nmero necesario de caloras; y si tenemos que multiplicar por cinco, como ejemplo, el nmero de volmenes de cada bao, se pasar al lmite del desatino. Tengamos presente que el nmero mayor de volmenes que alberg la biblioteca alejandrina fue de setecientos mil, y es probable que sa sea incluso una cifra un poco exagerada. Ahora veamos el resto de la investigacin del profesor El-Abbadi que nos conducir a una insospechada conclusin: "Primeramente, el pasaje relativo a Juan el Gramtico esta extrado casi literalmente de la obra de Ibn Nadim [que vivi en Bagdad entre 936-c.995/998, autor del famoso Kitab al-Fihrist, 'El Libro de los ndices']... Es significativo que Al-Nadim hubiera consignado todos los detalles tomados por Al-Qifti sobre la vida de Juan el Gramtico, incluyendo su relacin con Amr; pero no menciona la conversacin sobre la biblioteca... en cuanto al pasaje relativo al divertido intercambio de mensajes entre Amr y el califa, y el modo tan utilitario de emplear los libros para calentar los baos, no se encuentra ninguna fuente ms antigua. Esto muestra que, hasta el siglo XII, los escritores rabes y bizantinos se interesaban por la Biblioteca de Alejandra y su historia, pero ninguno de ellos tena constancia de que hubiera sobrevivido hasta la conquista rabe. Es, por lo tanto, razonable pensar que slo el tercer pasaje, el que se refiere a los libros arrojados al fuego por Amr, es una invencin correspondiente al siglo XII (siglo VII de la Hgira). Para confirmar esta suposicin, hay que aportar dos precisiones. Qu acontecimiento se produjo en el siglo XII que pudiera suscitar un repentino inters por el destino de la Biblioteca de Alejandra y que se llevara a responsabilizar a Amr de su destruccin? Por otra parte, por qu despus de un total silencio de ms de ocho siglos tras la destruccin del Serapeum, Ibn Al-Qifti se muestra tan deseoso de contar tal historia con todo lujo de detalles? Para responder a la primera pregunta, debemos recordar que los siglos XI y XII (siglos V y VI de la Hgira) fueron una poca decisiva en la historia de las Cruzadas y determinante en la historia del mundo. Es en esos dos siglos cuando se decide el futuro de la historia del mundo... Por entonces ya se saba que, en las grandes ciudades del mundo musulmn, haba bibliotecas clebres que reunan gran cantidad de libros y, concretamente, antiguos libros griegos... La traduccin del rabe al latn se convirti en un elemento clave para el renacimiento del saber, y muchas obras de los clsicos griegos fueron conocidas indirectamente en Europa gracias a traducciones rabes. Adems de las obras de Euclides, las de Hipcrates y las de Galeno, la Almagesta de Ptolomeo, las de Aristteles con los comentarios de Avicena, las de Averroes y muchas otras fueron sistemticamente investigadas y traducidas del rabe al latn en Occidente, durante los siglos XII y XIII. Durante esa poca, la situacin de los libros y de las bibliotecas en el Oriente musulmn fue totalmente diferente. Algunos incidentes ocurridos en tiempos de las Cruzadas, en los siglos XI y XII, tuvieron como consecuencia la destruccin de las bibliotecas. El primer hecho de este tipo tuvo lugar durante la gran hambruna que azot Egipto hacia 1070 (460 de la Hgira): el califa fatimita Al-Mustansir se vio obligado a poner en venta miles de libros de la Gran Biblioteca Fatimita de El Cairo para pagar a sus soldados turcos. En cierta ocasin vendi "18.000 libros relacionados con las ciencias antiguas"... Tras establecer su poder en Egipto, Saladino necesitaba mucho dinero para proseguir sus campaas contra los cruzados y pagar a quienes le haban ayudado o servido. Por eso ofreci o puso en venta muchos de los tesoros que haba confiscado. Sabemos que en dos ocasiones las colecciones de las bibliotecas pblicas figuraron entre estos tesoros... Segn Maqrizi [historiador nacido en el Lbano en 1365 y muerto en Egipto en 1442, autor de al-Jitat, 'El Catastro'], despus de que Saladino conquistara Egipto (1171, 567 de la Hgira), anunci la distribucin y venta de los enseres de la clebre biblioteca fatimita... El hecho aparece confirmado por los detalles aportados por Abu Shama [historiador damasquino que vivi entre 1203-1268, autor de Kitab ar-Raudatein fi ajbar al-daulatein, 'Libro de los dos jardines'], quien cita a uno de los ayudantes de Saladino, Al'Emad, que indic que la biblioteca contena en aquella poca "120.000 volmenes encuadernados en cuero de los libros inmortales de la antigedad...; ocho cargamentos de camello transportaban parte de estos libros hasta Siria". As fue como Saladino liquid los restos de una biblioteca que antao, segn Abu Shama, haba contenido ms de dos millones de volmenes, antes de que los fatimitas empezaran a venderlos... De todo esto se deducen dos puntos importantes. En primer lugar, haba un importante aumento de la demanda de libros en Occidente en la poca de las Cruzadas, en concreto en el siglo XII, un perodo en el que Europa recupera el gusto por el saber y que ha sido llamado protorrenacimiento... El segundo aspecto sorprendente es la tristeza que se desprende de los relatos, y que se traduce en el sentimiento generalizado de rencor y descontento ante la prdida de tan preciado patrimonio de sabidura. Saladino fue punto de mira de amargas crticas, en particular de algunos supervivientes del antiguo rgimen, a los que tema y que intent eliminar. En consecuencia, era necesario que los partidarios del nuevo orden se movilizasen para defenderlo y justificar los actos del nuevo soberano. Sin duda fue por eso por lo que Ibn Al-Qifti [su padre haba servido a Saladino como juez en Jerusaln y l mismo fue juez en Alepo desde 1214] hizo figurar en su Historia de los Sabios el fantasioso pasaje de la orden dada por Amr de utilizar los libros de la Antigua Biblioteca de Alejandra como combustible para calentar los baos pblicos de la ciudad, con lo que daba a entender que es menor crimen el vender los libros en una situacin de necesidad, que arrojarlos al fuego" (El-Abbadi: Op. cit., pp. 188-196).

La versin de Abulfaragius

Iuhanna Abu al-Farag Ibn al-Ibri (1226-1289), latinizado Abulfaragius Bar Hebraeus ('el hijo del hebreo'), era hijo de un mdico judo, Aarn de Malatia (hoy Turqua), que se hizo cristiano. En 1264 fue nombrado mafrin, arzobispo de los jacobitas orientales; su asiento estaba en Mosul (Irak), sin embargo, habitaba las ciudades iranes de Tabriz y Maragha, donde residan los emperadores mogoles. Bar Hebraeus es autor de una voluminosa obra de la historia de Siria, pas donde residi largo tiempo, y otra conocida en Occidente como "Historias de las Naciones" (History of Nations, traducida por Edward Pococke, Oxford, 1665; 2 ed. 1806). Su obra, incongruente y contradictoria, no es para nada confiable. Los historiadores europeos de los siglos XVII y XVIII especializados en temas rabes e islmicos como Gibbon, Ocley, Gagnier, Boulainvilliers o Niebuhr slo tomaron en cuenta sus descripciones geogrficas y culturales, obviando sus comentarios sobre los hechos polticos, por lo general insubstanciales e indocumentados. Los modernos investigadores sealan a este conspicuo representante monofisita como el propagador principal del mito de la quema de la biblioteca alejandrina por los rabes, que sirvi durante cierto tiempo para echar una columna de humo sobre la identidad del verdadero responsable, su correligionario Tefilo: "El hecho es que se trata de una invencin tarda, con fines de desprestigio poltico, tejida en el siglo XIII, 600 aos ms tarde de la conquista rabe de Egipto y en plenas Cruzadas; su sbita aparicin coincide con la breve conquista de Alejandra y Egipto por San Luis IX (1249-50), en la VII Cruzada, lo que despertara el inters por la ciudad legendaria y reavivara la memoria de la pavorosa destruccin por los cristianos monofisitas de la Biblioteca-Hija de Alejandra, la ltima gran biblioteca de la Antigedad. El mismo siglo XIII que vio adems a los ltimos cruzados abandonar el Medio Oriente, tras el fracaso de la VII Cruzada y las victorias de Baybars, el sultn mameluco de Egipto, en 1260. Quien propag la leyenda fue un enciclopedista sirio monofisita, Aboul Farag Ibn al-Ibri, monje de Antioqua, obispo de Lakabin a los veinte aos, ms tarde de Alepo y Primado de la comunidad cristiana oriental hasta su muerte (...) Su acusacin aparece inserta en su Specimen Historiae Arabum, dentro de su obra ms famosa, Chronicon Syriacum, historia universal desde Adam hasta su tiempo, escrita en siraco, con un resumen en rabe. (...) El relato finaliza acusando al general Amru de haber quemado entonces los miles de libros de la famosa Biblioteca de Alejandra por orden del califa Omar, hacindole a l y a su pueblo responsable ante la Historia de semejante hecatombe cultural. As naci la versin imposible de la leyenda, a fines del medievo, en el siglo XIII. (...) Esta singular afirmacin de Abulfaragius es un hapax legomenon, apareciendo una sola vez en todo el medievo. Incluso nica en su gnero, provocara la difusin en Occidente de la famosa leyenda atribuyendo el incendio de la Gran Biblioteca a sus ms encarnizados enemigos de la poca, a la religin rival monotesta que llegaba triunfante del fondo del desierto arbigo. (...) La leyenda, sesgada y falsa, ignora completamente la afirmacin del obispo de Constancia y padre de la Iglesia, Epiphanios (315-403), en su Patrologia Graeca, quien afirmaba que "... el lugar de Alejandra donde una vez estuvo la Biblioteca, ahora es un pramo". (...) Por tanto, la leyenda es, efectivamente, una fbula inventada, un engao imposible que no resiste ni un somero anlisis crtico. Los rabes nunca incendiaron la Gran Biblioteca de Alejandra; sencillamente porque, cuando llegaron en el siglo VII, ya haca cientos de aos que no exista" (Pablo de Jevenois: Op. cit, pp. 27, 28, 32 y 41). En realidad, Abulfaragius no fue nada original y no hizo otra cosa que repetir las historietas de Abdulatif de Bagdad e Ibn al-Qifti ya explicadas. Gustavo Le Bon (1841-1931), el islamlogo francs, aade que "Amru se mostr indulgente con los habitantes de la gran ciudad, y no slo les evit todo acto de violencia sino que procur ganarse su voluntad, escuchando todas sus reclamaciones y procurando satisfacerlas. En cuanto al pretendido incendio de la biblioteca de Alejandra, semejante vandalismo eran tan impropio de las costumbres de los rabes, que cabe preguntarse cmo tan disparatada leyenda ha podido hallar crdito durante tanto tiempo entre muchos escritores formales (...) Ha sido facilsimo demostrar por medio de citas muy claras, que muchos antes de los rabes, los cristianos haban destruido los libros paganos de Alejandra con el mismo tesn conque haban destruido las estatuas, y por consiguiente que Amru no quem ni hall libros que quemar" (G. Le Bon: La Civilizacin de los rabes, Editorial Arbigo-Argentina "El Nilo", Buenos Aires, 1974, captulo IV, p. 193). "La leyenda muy bien pudo nacer de la necesidad de explicar la desaparicin de la biblioteca, cuya existencia se conoci ms tarde en el mundo musulmn cuando se tradujeron las obras de los grandes filsofos y cientficos griegos al rabe" (Hiplito Escolar Sobrino: La Biblioteca de Alejandra, Gredos, Madrid, 2001, pp. 123-124). Por ltimo, quisiramos citar el comentario que hace el doctor Muhammad Mahir Hamada para refutar los argumentos de la leyenda: "El hecho de quemar libros y de destruir los vestigios de las civilizaciones no est en la naturaleza del Islam ni en la de los musulmanes, puesto que el Islam es una religin que fomenta el saber y el estudio" (M.M. Hamada: Al-Maktabat fil-Islam 'Las bibliotecas del Islam', Al-Risala Publishers, El Cairo, 1390/1970, p. 24, en rabe).

Biblifilos por tradicin

Sabido es entre los hombres de ciencia y erudicin que los musulmanes siempre han mostrado por los libros el mayor de los respetos y los cuidados. Siempre estuvieron ms orgullosos de sus bibliotecas y libreras que de sus armas, palacios y jardines. Durante el siglo X, en la Alta Edad Media, cuando los castillos de los prncipes cristianos tenan bibliotecas de diez volmenes, mientras no excedan de treinta a cuarenta las de los monasterios ms famosos por su ciencia, como Cluny o Canterbury, la de los califas de Crdoba alcanzaban los cuatrocientos mil. "Cuando los rabes, inspirados por las enseanzas de Mahoma, salieron del desierto en el siglo VII, no tenan literatura excepto el Corn. En el curso de trescientos aos, las bibliotecas musulmanas se extendieron desde Espaa hasta la India por tierras que haban sido parte de los imperios romano, bizantino y persa. Contrariamente a muchos pueblos conquistadores, los rabes tenan gran respeto por las civilizaciones que conquistaban. Consideraban fuente de inspiracin el conocimiento de los griegos, los persas y los judos. Cuando el poeta abasida al-Mutannabi proclam que "el asiento ms honorable de este mundo es la montura de un caballo", agreg que "el mejor compaero siempre ser un libro". (...) Influenciados por las antiguas tradiciones literarias de Bizancio y Persia, los rabes estudiaron las ciencias filosficas: medicina, astronoma, geometra y filosofa. Al principio traducan trabajos antiguos, pero los musulmanes, que posean el conocimiento sagrado, pronto contribuyeron prolficamente a la literatura cientfica. A travs de sus trabajos la Europa cristiana recibi la inspiracin para su Renacimiento" (Fred Lerner: Historias de las bibliotecas del mundo. Desde la invencin de la escritura hasta la era de la computacin, Editorial Troquel, Buenos Aires, 1999, captulo V, Bibliotecas del mundo islmico, p. 85). El arabista e islamlogo holands Reinhart Dozy (1820-1883) en su pormenorizado trabajo sobre la Espaa islmica, nos ofrece estos datos ejemplares sobre el cordobs al-Hakam II (califa entre 961 y 976): "Nunca haba reinado en Espaa prncipe tan sabio, y aunque todos sus predecesores haban sido hombres cultos, aficionados a enriquecer sus bibliotecas, ninguno busc con tal ansia libros preciosos y raros. En El Cairo, en Bagdad, en Damasco y en Alejandra, tena agentes encargados de copiarle o de comprarle a cualquier precio libros antiguos y modernos. Su palacio estaba lleno, era un taller donde no se encontraban ms que copistas, encuadernadores y miniaturistas. Slo el catlogo de su biblioteca se compona de cuarenta y cuatro cuadernos, de veinte hojas, segn unos, de cincuenta segn otros, y no contena ms que el ttulo de los libros, no su descripcin. Cuentan algunos escritores que el nmero de volmenes suba a cuatrocientos mil. Y Haquem los haba ledo todos, y lo que es ms, haba anotado la mayor parte (...) Libros compuestos en Persia y en Siria le eran conocidos, muchas veces antes que nadie los hubiera ledo en Oriente" (R. Dozy: Historia de los Musulmanes de Espaa, Ediciones Turner, Madrid, 1984, Tomo III, El Califato, V, pp. 97-98).