El Origen Del Dios Pariacaca

109
El origen del dios Pariacaca viernes, 03/10/2008 Mito prehispánico que relata el origen del dios Pariacaca, principal deidad prehispánica de la actual provincia de Huarochirí, en Lima - Perú. Los hombres que vivían en aquellos tiempos no hacían otra cosa que guerrear y luchar entre sí, y reconocían como sus Curacas (gobernantes) sólo a los más valientes y a los ricos: los purum runa. Sabemos que en aquella época, Pariacaca nació de cinco huevos en el cerro Condorcoto (un cerro ubicado entre Huarochirí y San José de Los Chorrillos, provincia de Huarochirí, departamento de Lima). Un solo hombre, un pobre que se llamaba Huatiacuri, quien era, según se dice, hijo de Pariacaca, fue el primero en ver y saber de este nacimiento. Según se dice, la gente de ese tiempo lo llamaba Huatiacuri, porque siendo muy pobre, se alimentaba solo con papas huatiadas. Había un hombre llamado Tamtañamca, que era un poderoso y gran señor. Su casa estaba cubierta de alas de pájaro de plumas rojas y amarillas. Poseía llamas de todas las especies imaginables: amarillas, rojas, azules. Cuando la gente supo de su poder y virtud, llegaron de todas las comunidades para honrarlo y venerarlo. Y él, fingiendo ser un gran sabio (a pesar de sus conocimientos limitados), vivía engañando a mucha gente. Fue así que Tamtañamca, que se fingía adivino y dios, contrajo una enfermedad muy grave. Mucho tiempo pasó y la gente se preguntaba cómo era posible que un sabio tan capaz estuviese enfermo. Así como los Huiracochas recurren a los adivinos, o a los doctores, Tamtañamca, que deseaba curarse, llamó a todos los sabios. Sin embargo, ninguno supo dar con la enfermedad que lo aquejaba. Huatiacuri venía desde el mar, y se quedo a dormir en un cerro llamado Latausaco. Mientras tanto, un zorro que subía se encontró con otro que bajaba y le pregunto así: "Hermano, "cómo está la situación arriba?, -"lo que está bien, está bien"- le contestó el otro, y prosiguió: "aunque un Señor, un Huillca de Anchicocha, que finge ser un dios y gran sabio, está enfermo, por ello todos los adivinos tratan de dar con el origen de tan extraño mal". El zorro que subía volvió a preguntar: ¿y cómo fue que se contagió con ese mal?, y el que bajaba le respondió: "mientras su esposa tostaba maíz, salto un grano de muchos colores, pero antes de tocar el piso tocó las vergüenzas de ella, sin embargo, lo recogió y se lo dio a comer a otro hombre. Por eso ahora se le considera adúltera. Por esa culpa hay una serpiente que vive sobre la casa y se los está comiendo. Hay también un sapo de dos cabezas que vive bajo

Transcript of El Origen Del Dios Pariacaca

Page 1: El Origen Del Dios Pariacaca

El origen del dios Pariacaca viernes, 03/10/2008

Mito prehispánico que relata el origen del dios Pariacaca, principal deidad prehispánica de la actual provincia de Huarochirí, en Lima - Perú.

Los hombres que vivían en aquellos tiempos no hacían otra cosa que guerrear y luchar entre sí, y reconocían como sus Curacas (gobernantes) sólo a los más valientes y a los ricos: los purum runa.

Sabemos que en aquella época, Pariacaca nació de cinco huevos en el cerro Condorcoto (un cerro ubicado entre Huarochirí y San José de Los Chorrillos, provincia de Huarochirí, departamento de Lima).

Un solo hombre, un pobre que se llamaba Huatiacuri, quien era, según se dice, hijo de Pariacaca, fue el primero en ver y saber de este nacimiento.

Según se dice, la gente de ese tiempo lo llamaba Huatiacuri, porque siendo muy pobre, se alimentaba solo con papas huatiadas.

Había un hombre llamado Tamtañamca, que era un poderoso y gran señor. Su casa estaba cubierta de alas de pájaro de plumas rojas y amarillas. Poseía llamas de todas las especies imaginables: amarillas, rojas, azules. Cuando la gente supo de su poder y virtud, llegaron de todas las comunidades para honrarlo y venerarlo. Y él, fingiendo ser un gran sabio (a pesar de sus conocimientos limitados), vivía engañando a mucha gente.

Fue así que Tamtañamca, que se fingía adivino y dios, contrajo una enfermedad muy grave. Mucho tiempo pasó y la gente se preguntaba cómo era posible que un sabio tan capaz estuviese enfermo.

Así como los Huiracochas recurren a los adivinos, o a los doctores, Tamtañamca, que deseaba curarse, llamó a todos los sabios. Sin embargo, ninguno supo dar con la enfermedad

que lo aquejaba. Huatiacuri venía desde el mar, y se quedo a dormir en un cerro llamado Latausaco.

Mientras tanto, un zorro que subía se encontró con otro que bajaba y le pregunto así: "Hermano, "cómo está la situación arriba?, -"lo que está bien, está bien"- le contestó el otro, y prosiguió: "aunque un Señor, un Huillca de Anchicocha, que finge ser un dios y gran sabio, está enfermo, por ello todos los adivinos tratan de dar con el origen de tan extraño mal".

 El zorro que subía volvió a preguntar: ¿y cómo fue que se contagió con ese mal?, y el que bajaba le respondió: "mientras su esposa tostaba maíz, salto un grano de muchos colores, pero antes de tocar el piso tocó las vergüenzas de ella, sin embargo, lo recogió y se lo dio a comer a otro hombre. Por eso ahora se le considera adúltera. Por esa culpa hay una serpiente que vive sobre la casa y se los está comiendo. Hay también un sapo de dos cabezas que vive bajo su batán. Y nadie sospecha que son estos quienes enferman a Tamtañamca.

Este gran Señor que estaba enfermo por haber fingido ser dios, tenía dos hijas. La mayor se había casado con un hombre muy rico de su Ayllu.

Entonces, Huatiacuri llegó donde se encontraba el Señor enfermo. Cuando estaba cerca le preguntó a todos si hubiese alguien en la comunidad que estuviese enfermo. La hija menor de Tamtañamca le respondió que su padre.

Huatiacuri le dijo: -Cásate conmigo y yo sanaré a tu padre- Pero ella no respondió enseguida la propuesta, fue y le contó a su padre que un pobre le había dicho que lo iba a sanar.

Los sabios que estaban allí, cuando escucharon sus palabras, se echaron a reír y dijeron: - Estaríamos nosotros aquí curándolo, si un pobre como éste fuese capaz de hacerlo?

Page 2: El Origen Del Dios Pariacaca

Tamtañamca, sin embargo, deseaba ante toco sanar, he hizo llamar a Huatiacuri: - Que venga cualquiera que sea capaz de sanarme- Huatiacuri entró y le dijo: -"Si deseas voy a curarte, pero me tienes que dar a tu hija- El otro, muy contento, aceptó. El esposo de la hija mayor de Tamtañamca, al oír eso, se puso furioso: -Cómo podré aceptar que la cuñada de un hombre tan poderoso como yo se case con semejante pobre?

Sin hacer caso a esos reclamos, Huatiacuri empezó con su labor: -Señor, tu mujer es adúltera, su culpa te ha hecho enfermar. En el techo de tu casa hay dos serpientes que te están comiendo, y también hay un sapo de dos cabezas debajo de tu batán. Tenemos que matarlos a todos para que te cures. En cuanto a ti, tú no eres un auténtico dios, porque si lo fueras no te habrías enfermado de esta manera-

Al oír esto, Tamtañamca se asustó. En cambio su mujer gritó furiosa: -Este miserable me insultó sin motivo, yo no soy una adúltera. Pero como el enfermo tenía muchas ganas de curarse, mando que Huatiacuri haga lo que sea necesario. Entonces sacaron a las dos serpientes y las mataron. Entonces Tamtañamca supo que Huatiacuri decía la verdad, y a la mujer no le quedó más que confesar su culpa.

Luego levantaron el batán y el sapo de dos cabezas salió volando con rumbo a la quebrada de Anchicocha. Se cree que aún permanece ahí, escondido en un manantial, y cuando los hombres pasan por ese lugar, a veces desaparecen y otras veces enloquecen.

Luego de todo esto, Huatiacuri dijo haber cumplido con su labor, y el enfermó sanó. El día señalado Huatiacuri viajó a Condorcoto, y ahí estaba Pariacaca, en forma de cinco huevos. Entonces el viento comenzó a soplar por primera vez, pues en tiempos anteriores, el viento nunca había soplado. El mismo día del viaje, Tamtañamca - ya sano- le entregó a su hija conforme lo acordado -, luego emprendieron viaje. Mientras caminaban solos por un paraje cerca al cerro Condorcoto, pecaron. Cuando el esposo de la hija mayor de Tamtañamca se enteró de esto, desafió a Huatiacuri para vencerlo y cubrirlo de vergüenza. Lo retó de la siguiente manera: -Vamos a competir en distintas pruebas, cómo un miserable como tú te atreviste a casarte con la cuñada de un hombre tan poderoso como yo?

Huatiacuri aceptó el reto, y fue a contarle a su padre Pariacaca (quien aún no nacía y seguí en forma de cinco huevos), todo lo sucedido. -Muy bien, dijo Pariacaca -cualquier cosa que te proponga, ven enseguida y cuéntamela, yo te aconsejaré-.

He aquí la primera prueba: El hombre poderoso le propuso a Huatiacuri medir su resistencia bailando y bebiendo. Y por supuesto éste fue donde su padre (Pariacaca) a contárselo. -Anda a la otra montaña - le dijo Pariacaca - y transfórmate en un huanaco, échate fingiendo estar muerto-.

Muy temprano de mañana un zorro y su esposa irán a verte, ella traerá chicha en un poronguito y el traerá su tambor y su antara. Cuando te encuentre, creyendo que estás muerto te comerán. Pero antes que hagan esto, conviértete de nuevo en hombre y grita con todas tus fuerzas, ellos se asustarán tanto que saldrán huyendo olvidando sus cosas. Con ellas tú asistirás a la competencia.

Huatiacuri hizo todo lo que su padre le dijo. Al comenzar la competencia, el hombre rico fue el primero en bailar. Aproximadamente doscientas mujeres bailaron para él. Cuando le toco el turno a Huatiacuri, él entró solo con su esposa a bailar, los dos solitos. Tocaron el tambor que le habían robado al zorro. Pero apenas empezaron, la tierra empezó a temblar.

Así ganó en baile. Ahora tocaba beber. Huatiacuri y su esposa se sentaron en el lugar de honor, y todos los hombres presentes se fueron acercando, sirviéndole chicha, uno tras otro sin dejarlos respirar. Cuando le tocó a él servirles chicha a todos los presentes, Huatiacurí sacó el poronguito (el de la zorrina). Todos los presentes se echaron a reír y se burlaban diciendo que era muy pequeño para saciar a tanta gente. Pero apenas les fue sirviendo, uno a uno fueron cayeron sin sentido.

Como había vencido en esta prueba, al día siguiente, el hombre poderoso lo desafió nuevamente. Esta vez el reto consistía en vestirse con las más finas ropas. Nuevamente Huatiacuri fue a consultar con su padre. Pariacaca le dio un traje de nieve. Así venció a su rival deslumbrándolos a todos. Derrotado por segunda vez, ahora el desafío era atraer pumas.

Huatiacuri pensó en atraerlos con poesía. Según las instrucciones de su padre, fue muy temprano a un

Page 3: El Origen Del Dios Pariacaca

manantial y tajo a un puma rojo. Cuando se puso a bailar con el puma rojo, en el cielo apareció el arco iris, y este es su origen.

Ahora el hombre rico y poderoso quiso competir construyendo una casa grande. Huatiacuri colocó solo los cimientos y pasó el resto del día paseando con su mujer. Pero, durante la noche, todas las aves y las serpientes, todas las que había en el mundo, fueron y construyeron la casa. A la mañana siguiente la casa estaba terminada, y el hombre rico y poderoso se asustó mucho. Desafió a Huatiacuri a una nueva competición: esta vez habían de techar las casas. Todos los huanacos y todas las vicuñas traían paja para el techo del hombre rico. Huatiacuri contrató un gato montes, que las asustó. De este modo ganó nuevamente.

Siguiendo el consejo de su padre, Huatiacuri le dijo al hombre rico: -Yo he aceptado todos tus desafíos y en todos te he vencido, ahora te toca a ti aceptar los desafíos que te proponga yo. El hombre rico aceptó. -Ahora vamos a bailar vestidos con una cusma azul y huara de algodón blanco- El hombre rico empezó a bailar, como siempre acostumbraba a hacer. Mientras tanto, Huatiacuri entró corriendo y gritando.

El hombre rico se convirtió en venado y salió corriendo. Su esposa corrió detrás de él. Huatiacuri los persiguió, y alcanzó a la mujer en el camino de Anchicocha. La clavó de cabeza en la tierra y la convirtió en piedra. El hombre rico, que lo habían convertido en venado, subió al cerro y desapareció. Desde ese momento los venados son cazados para comer su carne.

Solo después de todo esto, Pariacaca y sus hermanos salieron de los cinco huevos, convertidos en cinco halcones. Al tocar tierra tomaron forma de hombres y empezaron a caminar. Al enterarse de cómo se había portado la gente de esa época y cómo Tamtañamca, fingiendo ser un dios, se había hecho adorar, se enojaron mucho. Se convirtieron en lluvia, arrasando con todas las casas y las llamas hasta el mar, sin dejar que nadie se salve.

Después de cumplir con su castigo, Pariacaca subió al cerro que hoy lleva su nombre.

Page 4: El Origen Del Dios Pariacaca

EL DIOS PARIACACA

Señor del sol, de las lluvias y de la fertilidad, también señor de los pastizales naturales, de los frutos silvestres y de los animales salvajes. El culto al nevado de Pariacaca pertenece a la religión del hombre prehistórico con 12,000 años de antigüedad en la cuenca del río Cañete.

La mítica montaña bicéfala del Pariacaca de 5724 y 5570 msnm da origen directa o indirectamente a cinco ríos, Cañete, Rimac, Mala, Lurin y Mantaro. Su presencia controla el clima y la supervivencia en los valles de influencia.

Durante muchos siglos diversos grupos humanos alimentaron con fervor religioso este centro magnético, rindiendo culto a los Dioses primitivos de América; en estas montañas existen evidencias arqueológicas y cuevas misteriosas ocultas bajo la nieve que son testimonio de antiguas iniciaciones pertenecientes a las logias de la montaña.

Curiosamente el programa de cooperación científica mundial ha determinado la existencia de una fuente natural de energía cósmica en una franja semejante a un anillo que envuelve a la tierra a cien kilómetros de la superficie. Esta energía concentrada del cosmos es lanzada al planeta a manera de chorros a través de algunas montañas prominentes, estas que tienen la marca que distingue el lugar como sagrado y que ayuda a la evolución espiritual del hombre.

A las 10 de la mañana del 27 de abril de 1610, los padres Francisco de Avila, Olmedo y Fabián de Ayala a la cabeza de doscientos peones destrozaron el ancestral adoratorio del mítico Pariacaca, en un acto culminante de la cruzada emprendida por los extirpadores de idolatrías del siglo XVI y XVII.

Hoy solo queda la escalera de 1800 escalones, incrustada en una de las cimas del mundo, construida por la fe de millones de creyentes durante miles de años. Su altura es equivalente a un edificio de cien pisos, esta hecha de miles de bloques de piedra y en algunas secciones llega a tener cuatro metros de ancho. En la base de la escalera se encuentra Cuchimachay donde hay pinturas rupestres representando camélidos de unos diez mil años de antigüedad.

En tiempos de la civilización andina era un camino importante en que partiendo del Jatunjauja (jauja), unía el adoratorio del Pariacaca con el santuario de Pachacamac, hoy una ruta ecoturística

Page 5: El Origen Del Dios Pariacaca

redescubierta por los peruanos, que al igual que los antiguos peregrinos buscan colectiva e inconscientemente despertar la emanación cósmica para activar sus propios centros de energía. El peregrinaje a la montaña del Pariacaca es pues además de una aventura espiritual, una conexión con la fuente.

Paullo, 15 de agosto de 2003

ALMA MATER© UNMSM. Fondo Editorial

ISSN versión electrónica 1609-9036

 

Alma Mater Nº 17, 1999Tabla de contenido

ENSAYOS

El "Santuario de Pariacaca"

Cesár W. Astuahuamán Gonzales

Dedicado al maestro Waldemar Espinoza S.

"... y porq. deestos dos pueblos estauan cerca de tres famosos adoratorios el uno llamado y el otro llamado xamuña, y cerca el tercero llamado Pariacaca q. es el mas famoso y Celebre de

este reyno..."(Juan sebastian 1611)

INTRODUCCIÓN

Esta investigación trata acerca del Adoratorio de Pariacaca, morada de una antigua y renombrada divinidad de la Sierra de Lima, su prestigio y alianza con los Incas permitió la expansión del Imperio en el Chinchaysuyo; en tiempos de Guayna Capac pronosticó la destrucción de los Incas.

Aunque todas las partes de nuestra exposición están estrechamente vinculadas, la iniciamos con el área de ubicación, la cual es recorrida por el Camino Inca. La geografía de dicha área fue sacralizada en tiempos prehispánicos por los grupos étnicos que rendían culto a las divinidades que allí residían, destacando Pariacaca y Wallallo; los adoratorios de dichas divinidades fueron parcialmente destruidos durante los procesos de extirpación de idolatrías en el siglo XVII.

Geográficamente, el área investigada se encuentra en las nacientes del río Cañete. Políticamente se localiza en el Departamento de Lima, Provincia de Yauyos, Distrito de Tanta, principalmente en el fundo La Escalera. Convencionalmente se ubica entre las siguientes coordenadas geográficas:

• Latitud Sur:

12°00´00´´ - 12°07´30´´

Page 6: El Origen Del Dios Pariacaca

• Longitud Oeste:

75°52´30´´ - 76°07´30´´

LA RUTA DE LOS DIOSES

Proveniente de Pachacamac y dirigiéndose a Xauxa, si se realiza la ruta de subida, el Camino Inca recorre las cuencas de los ríos Lurín, Mala, Cañete y Mantaro. Nos concentraremos en el tramo del camino que recorre la cuenca alta del río Cañete, pues pasa por los lugares donde se desarrollan los mitos vinculados a las hazañas de Pariacaca, recopilados en el Manuscrito de Huarochirí; estos lugares han sido sacralizados y ello se aprecia a lo largo del camino. Al examinar el Camino Inca que recorre la cuenca alta del río Cañete, perseguimos dos objetivos: caracterizar esta importante obra de ingeniería prehispánica y entender su función.

Existen las siguientes referencias etnohistóricas acerca del Camino Inca que recorre la Cordillera del Pariacaca y los tambos que allí se encontraban: Cristóbal Vaca de Castro (1543), Cieza de León (1550), Agustín de Zarate (1555), Pedro Pizarro (1571), Diego Dávila Brizeño (1586), Pedro León Portocarrero (1600), José de Acosta(1573), Diego de Ocaña (1605), Guaman Poma de Ayala (1606), Garcilaso de la Vega (1609), Bernabé Cobo (1653), entre otros. Transcribiremos y mencionaremos las más importantes:

Cieza de León refiere admirado en dos párrafos que: Los que leyeren este libro y hobiesen estado en el Perú miren el camino que va desde Lima a Xauxa por las sierras tan ásperas de Huarochirí y por la montaña nevada de Pariacaca…[Tupac Yupanqui] dio la vuelta al Cuzco por un camino que le hizo, que va a salir al valle de Xauxa, que recorre por la nevada sierra de Pariacaca, que no es poco de ver y notar su grandeza y cuán grandes escaleras tiene, y hoy día se ven por entre aquellas nieves, para la poder pasar. ([1550] 1977: 56, 207-208)

En el primer párrafo, Cieza de León compara el camino que recorre la Cordillera del Pariacaca con el Camino Inca que observó en Caxas y Ayahuaca, en la Sierra de Piura, este último transita por una geografía sacralizada similar a la Cordillera del Pariacaca. Este tramo del camino, según Cieza, habría sido construido durante el gobierno de Tupac Yupanqui, posteriormente Guaman Poma ([1606] 1987: 108) nos presenta a Huayna Capac consultando a Pariacaca y a otras importantes huacas de los Andes Centrales.

El padre Diego de Ocaña, quien estuvo a punto de perecer en esta ruta, considera que se trata de la puna más áspera que existe en el Perú, refiere que:

Y por orilla de estas lagunas [hondas] va el camino por una ladera, tan estrecha la senda que no cabe más que una cabalgadura…para bajar adonde están estas lagunas, esta una escalera hecha a mano, con escalones tan formados como los tiene una torre, salvo que son largos…Tiene esta escalera de Pariacaca, de escalones continuos, un cuarto de legua, que si no son los que han caminado este camino y visto esto no podrán entender el peligro grande y trabajo que se pasa y hay en estos pasos semejantes… (Ocaña [¿1605?] 1987: 237-238)

Guaman Poma de Ayala (1606) destaca la importancia del Pariacaca y menciona que el Camino Inca, que recorre el valle de Lurín, se usaba a inicios del siglo XVII como parte de la ruta a Huancavelica y Huamanga. Menciona brevemente los escalones del Pariacaca (Guaman Poma [1606] 1987: 283), este camino fue bastante transitado por él durante sus viajes (op. cit. pp. 1193-1194). En la lista de tambos, existentes entre Lima y Xauxa, que presenta (op. cit. p.1171) figuran:

Page 7: El Origen Del Dios Pariacaca

[casa] Guarochiri, pueblo, tanbo rreal[cruz] Pariacaca, tanbillo[cruz] Xulca, pueblo, tanbo rreal[casa] Xauxa, pueblo, tanbo rreal

En la década del ochenta, Farfán y Negro (1983) exploran el Camino Inca en la cuenca alta del río Cañete y realizan excavaciones arqueológicas en el abrigo rocoso La Escalera. Posteriormente, Bonavia et. al. (1984) registran el tramo del camino denominado Las Escaleras y plantean su vinculación con el Pariacaca, pero se ocupan principalmente de cuestionar el trabajo de Gilber (1983), acerca del primer registro del mal de altura realizado por Acosta.

El camino que conduce al Adoratorio de Pariacaca, dirigiéndose de Pachacamac hacia Jauja, es como lo supuso Hyslop, quien no exploró este tramo del Camino Inca, … uno de los más espectaculares caminos laterales construidos durante el Imperio… Merece que se lleve a cabo un reconocimiento arqueológico ya que debe ser indudablemente muy importante porque conecta a dos de los centros más grandes del Imperio (1992: 119).

El camino es importante además por otras razones, que explicaremos detalladamente más adelante:

• Es una impresionante obra de ingeniería.

• No sólo es un camino, es un sendero ceremonial por el cual transitaban los peregrinos rumbo al Adoratorio de Pariacaca, deidad considerada por algunos cronistas como una de las huacas más importantes del Perú.

En la presente década, a mediados de 1997, formamos parte de la exploración dirigida por Farfán, participaron además estudiantes de Villarreal y San Marcos, se recorrió el Camino Inca comprendido entre San Juan de Tantarache y Cerro Portachuelo, en la cuenca alta del río Cañete. En noviembre de 1997, Espinoza y Castro exploran el Camino Inca desde Jauja hasta Pachacamac, como parte del Proyecto Caminos del Antiguo Perú. A fines de 1997, acompañado de un grupo de docentes de la Universidad Católica exploramos el tramo comprendido entre Cerro Portachuelo y Quebrada Pumaruri. Recientemente (agosto 1998) Farfán ha dirigido otra exploración a la zona, cuyos resultados esperamos conocer en un futuro próximo. Presentamos a continuación los resultados de la primera y tercera exploración de esta década.

Dirigiéndose desde San Juan de Tantarache (cuenca del río Mala) hacia Ocscha, divisoria de aguas entre las cuencas de Mala y Cañete, el camino es completamente de subida. Inicialmente el Camino Inca se confunde con el actual, pero en las proximidades de Ocsha es definido por bordes de roca, la parte delimitada es de tierra afirmada (Ver Corte A-A’). En Ocsha, Pariacaca y Wallallo Carhuincho tienen una segunda pelea, la anterior se desarrolló en Mullococha, en ambas vencieron Pariacaca y sus hermanos.

Desde Ocsha el camino se dirige a Tambo Real, este asentamiento se ubica en la margen derecha del riachuelo por donde desagua la laguna Piticocha y al pie de un promontorio rocoso, está conformado por recintos y un corral, frente a él se hallan rocas con cavidades circulares (Ver Corte B-B’). El camino cruza el riachuelo, en la margen izquierda se aprecia otro asentamiento (que provisionalmente denominaré Tambo X), luego se observan rocas medianas y grandes que definen los bordes del camino, que alcanza aquí los cinco metros de ancho (Ver Corte C-C’). El camino es más notorio al ingreso y a la salida de este asentamiento (Tambo X), luego se dirige hacia Masho y es definido con bordes de roca mediana y tierra afirmada (Ver Corte

Page 8: El Origen Del Dios Pariacaca

D-D’). Hacia el fondo, a la derecha y lejos del camino, se observa otro asentamiento de grandes dimensiones, denominado Pirca Pirca.

El camino continúa desde Masho hacia la escalinata de Cachicancha, tiene un ancho de 3 a 4,5 metros, el muro de contención está conformado por dos hileras de lajas de roca y el piso es empedrado (Ver Corte E-E’). Luego se desciende a la quebrada Pumaruri, mediante una escalinata flanqueada por dos hileras de rocas cuyas gradas están conformadas por lajas de roca (Ver Corte F-F’); cruzando dicha quebrada se asciende mediante una escalinata elaborada en el afloramiento rocoso; el ascenso continúa hasta el cerro, Tiopata, en este tramo el camino alcanza de dos a tres metros de ancho, una hilera de rocas define el borde.

De cerro Tiopata el camino se dirige hacia el afluente de la Laguna Mullococha, está construido sobre la empinada pendiente del cerro que rodea dicha laguna, presenta muros de contención de 0,5 a 1 m de alto y un ancho de 2 m(Ver Corte G-G’ y Foto N° 1). Al descender al afluente de la laguna, se observan nuevamente escalinatas con bordes de roca, cuyo ancho varía de 2,5 a 3,0 m. Al cruzar el afluente, el camino está empedrado con bloques o lajas de roca, el ancho varía de 3 a 4 m. Luego se inicia el ascenso hacia la Laguna Escalera, sobre un extenso afloramiento rocoso y al costado de una corriente de agua atravesada por un puente de lajas de roca. El camino se adecua al afloramiento de modo distinto, en un caso las depresiones fueron rellenadas con barro y se colocaron lajas de roca que definen la superficie del camino; en otro, además del empedrado se colocaron bordes de roca a los costados, y en otro caso donde la pendiente del afloramiento es más pronunciada (100%), el camino está definido por escalinatas de lajas de roca y un borde (Ver cortes H-H’, I-I’, J-J’, K-K’, Foto N° 2).

 

Foto N° 1. La laguna de Mullococha y el camino Inca que la rodea. Foto: César Astuhuamán

Page 9: El Origen Del Dios Pariacaca

Foto N° 2.- El Camino Inca sobre el afloramiento rocoso. Foto: Julio Orellana

 

En las proximidades de la Laguna Escalera, y antes de llegar al tramo del Camino Inca denominado La Escalera, se encuentra el abrigo rocoso Escalera o Cuchimachay, en cuyo interior se encuentran múltiples representaciones de camélidos. El camino bordea por el lado derecho, para quien asciende, las lagunas Culibrayoq («que posee serpiente», en quechua) y Escalera, entre estas dos lagunas se puede apreciar un afloramiento rocoso que reproduce la forma de un ofidio.

La caminata desde Tambo Real hasta el abrigo rocoso La Escalera es realizada en ocho horas. Es posible que existiese un tambo Inca al inicio del tramo denominado La Escalera o que el abrigo rocoso se utilizase como refugio en época seca, pues en época lluviosa se aniega. Respecto al tambillo de Pariacaca, mencionado por Guaman Poma, existen dos posibilidades acerca de su identificación, la primera es que sus restos se encuentren al inicio del ascenso a La Escalera, Bonavia (1984) reporta estos restos, pero en 1997 ya no eran visibles; es posible que el tambillo en cuestión haya sido desmontado para edificar la estancia de pastores que hoy se puede apreciar; la segunda posibilidad es que se trate de Tambo Real o Pirca Pirca, impresionantes tambos Inca situados en las proximidades de la laguna Piticocha y a un lado del Camino Inca.

Desde La Escalera hasta Cerro Portachuelo, que constituye la divisoria de aguas entre los ríos Cañete y Mantaro, el camino es principalmente de ascenso con algunas partes planas, se puede recorrer en dos horas. El primer tramo es el más impresionante, es una larga escalinata con algunos descansos y caminos laterales secundarios (Ver Foto N° 3), tres tipos de tramos predominan en la escalinata; en el primero, el camino es flanqueado por grandes lajas de rocas y muros de contención en el lado próximo al precipicio, los peldaños están conformados por lajas, el ancho varía entre 3,10 y 5,65 m (Ver cortes L-L’ y M-M’); el segundo tipo se caracteriza porque el camino recorre el afloramiento rocoso que constituye el borde del camino, la superficie es cubierta con lajas de roca, el ancho es 1,12 m; en el tercer tipo la roca es empleada como camino y lugar de ofrendas. Este tipo de caminos que permiten escalar los nevados sagrados también ha sido registrado en otras regiones de los Andes (Scanu 1986-1987).

PARIACACA Y EL PROCESO DE EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍAS

Trataremos de entender las circunstancias en las que se destruyó parcialmente el Adoratorio de Pariacaca durante el proceso de extirpación de idolatrías del siglo

Page 10: El Origen Del Dios Pariacaca

XVII. Los procesos de extirpación de idolatrías significaron un duro golpe pero no la destrucción de los cultos andinos, estos fueron registrados minuciosamente por los extirpadores, suerte de inconscientes arqueólogos al revés, como acertadamente los calificó Porras.

 

Foto N° 3.- El camino Inca en La Escalera. Foto: César Astohuamán

 

Un hecho, vinculado al culto a Pariacaca, dio inicio a la primera campaña de extirpación de idolatrías en el Arzobispado de Lima. Francisco de Ávila, cura de San Damián, avisado por Cristóbal Choquecacca, descubre que la celebración católica de Asunción, 15 de agosto de 1608, encubría una ceremonia pagana, la fiesta quinquenal de las principales divinidades de la región: Pariacaca y Chaupiñamocc. La festividad debía durar cinco días y congregó a los nativos de las ocho parroquias de Huarochirí, localidad donde se realizó y que Ávila aprovechó para recriminar a los «idólatras», por esta acción fue hostigado por los seguidores de Pariacaca. Azuzados por Isabel Puiputic, renombrada sacerdotisa de Huarochirí, los nativos de San Damián le iniciaron un proceso; Pariacaca había dispuesto la expulsión o muerte del cura (Duviols 1977: 178-179).

La primera campaña de extirpación de idolatrías se inició en enero de 1610, las motivaciones de ésta no habrían sido sólo religiosas, sino principalmente económicas, políticas y hasta personales, a beneficio de los curas católicos (Acosta 1987). Desde 1532 hasta 1610, se conocía la existencia de los adoratorios de Pariacaca y otras importantes huacas de los Andes, principalmente de aquellas que se localizaban en lugares muy transitados, como La Escalera, su destrucción fue una venganza personal de Ávila contra los nativos que le iniciaron proceso. Es posible que el cura ordenara la recopilación del Manuscrito de Huarochirí en 1608 (Acosta 1987: 596), así se explicaría su extraordinaria habilidad para «descubrir» huacas. Poseedor de tan valiosa información, Ávila, acompañado de los padres

Page 11: El Origen Del Dios Pariacaca

Fabián de Ayala (quien elaboraría una importante relación), Francisco de Contreras y Juan de Córdova, se trasladó desde Huarochirí hacia Yauyos; en 1610 destruyeron el adoratorio de Cicallibia, y en 1611 los de Pillan, Xamuna y Pariacaca,

El ídolo de este último, que estaba situado en la cima de una montaña, fue destruido con la participación de los indios (Duviols 1977: 186, citando a Barraza 1936: 37).

Es muy probable que Pariacaca haya tenido una representación material, además de rocas labradas, a semejanza de otras divinidades de los Andes. Otra información parece corroborar la existencia del ídolo de Pariacaca y su posterior destrucción:

Hase hecho una obra entre otras que solo bastaua para empleo de un año que es auer deshecho el antiquissimo illustrissimo y muy nombrado ydolo de Pariacaca con otros muchos que estauan en su contorno (Ayala en Duviols 1997: 644)

La descripción de la destrucción del boquerón destinado a las ofrendas a Pariacaca permite entender cómo para algunos religiosos católicos, los jesuitas, el proceso de extirpación de idolatrías fue una cruzada cristiana, en este contexto ideológico se realizó el registro y destrucción del boquerón de ofrendas, luego del cual se escuchó un

… gran pesar del demonio que fue un ruydo muy grande que se oyo en el mismo cerro como de respuesta de arcabuz…quando los yndios lo oyeron dixeron «¡Ñan huañum!» que quiere dezir «¡ya murio!» y no dudo [sea ] cierto sino que el demonio queda vencido en estos adoratorios y que en la muerte de Pariacaca por ser tan celebre y uniuersal hizo particular demostración de sentimientos. Todas aquellas gradas y escaleras se desbarataron y otras muchas piedras que estauan puestas como almenas encima de los riscos se derribaron porque todas tenían su particular misterio. (Ayala en Duviols 1997: 645).

EL ADORATORIO DE PARIACACA

Al investigar el Adoratorio de Pariacaca tenemos por objetivos: ubicar y registrar sistemáticamente dicho adoratorio, y entender la importancia que tenía el culto al Pariacaca en los Andes.

Preferimos la denominación de «adoratorio» y no la frecuentemente utilizada «santuario», porque el primer término fue acuñado en territorio andino y no existía en Europa. El Diccionario de La Lengua Castellana (1791: 23) define así «Adoratorio»: «En la América llamáron así los españoles á los templos de los Idolos»; una versión más reciente define Adoratorio como «templo en que los indios americanos daban culto a algún ídolo» (Diccionario de La Lengua Española 1997). Mientras que «Santuario» es definido como «la capilla, o iglesia en que se adora y venera alguna imagen de especial devoción, o reliquias de algunos santos. El templo, la iglesia y cosas sagradas y eclesiásticas». (ed. 1791) y también como «templo en que se venera la imagen o reliquia de un santo de especial devoción» (ed. 1997). En cuanto al concepto de templo, que engloba los conceptos de Adoratorio y Santuario, es definido como «Edificio o lugar destinado pública y exclusivamente a un culto» (ed. 1997).

La investigación de uno de los principales adoratorios del mundo andino permitirá conocer el culto a los apus, antes, durante y después del gobierno de los Incas. Los mitos recopilados por Ávila (¿1598?) se refieren a acontecimientos ocurridos en diferentes tiempos míticos, ha sido necesario desagregarlos cronológicamente para situarlos en una secuencia ordenada y distinguir las evidencias materiales de cada época.

Page 12: El Origen Del Dios Pariacaca

Al terminar el ascenso del tramo del Camino Inca denominado La Escalera se accede a una emplanada, donde se ubica una roca de grandes proporciones, la parte central de la planicie presenta una depresión que se aniega en temporada de lluvias. De aquí el sendero se dirige a una laguna, allí se bifurca, un tramo se dirige por el lado derecho de la laguna y otro por la izquierda, este último asciende a una prominencia rocosa ligeramente plana, allí se halla un conjunto rocas talladas que reproducen las cumbres de los cerros cercanos. Antes de ingresar al Adoratorio de Pariacaca el camino era uno solo, al llegar allí el camino se bifurca y al salir de allí vuelve a ser uno solo; estamos frente a dos caminos, uno ceremonial, otro profano, diferentes entre sí. El carácter sagrado del camino en el Adoratorio explica la presencia de ídolos de roca, lugares de descanso, pinturas murales al pie del mismo, lugares de ofrenda, todos ellos constituyen sitios míticos y lugares de encuentro.

El camino Inca divide el conjunto de ídolos de rocas en dos grupos, los de la derecha reproducen la cumbre del Cerro San Cristóbal (santo patrón de los viajeros y de los pasos peligrosos), tal como se aprecia en la Foto N° 4; la ubicación del templo de Wallallo, identificado por Tello y Miranda (1923) en Marcahuasi, en un enorme peñón que tiene la forma de un cono truncado, nos recuerda a la forma del Cerro San Cristóbal y nos permite proponer que dicho cerro era la morada de Wallallo. Los ídolos de la izquierda representan los dos picos de Pariacaca, siguiendo su distribución se llega a otros tramos del camino elaborados sobre la roca madre, su borde es definido por el afloramiento rocoso y lajas erguidas, a modo de almenas, que forman largos pasajes de 1 m de ancho. En todos los promontorios rocosos, situados a la izquierda del conjunto de los ídolos de roca, se observan también los dos picos que representan al Pariacaca.

 

Foto N° 4.- Idolo de roca que reproduce la forma del cerro San Cristobal. Foto: César Astuhuamán

Page 13: El Origen Del Dios Pariacaca

Foto N° 5.- Idolo de roca que representa a Pariacaca y sus hermanos. Foto: César Astuhuamán

 

 

Toda la zona situada a la izquierda del conjunto de ídolos, y estos mismos, constituyen el Adoratorio de Pariacaca, caracterizado por la presencia de adoratorios al aire libre, precisamente el nevado Pariacaca se sitúa a la izquierda de dicho conjunto y es parte de la cordillera epónima, de donde nacen los ríos Cañete y Mantaro, termina en dos picos, de 5724 y 5571 msnm respectivamente (Bonavia et al. 1984: 6), esta cualidad bicéfala expresa el carácter dual de la divinidad Pariacaca, a semejanza de la representación de Pachacamac.

Los dos picos del Pariacaca y cuatro cerros importantes son representados en un adoratorio ubicado en las proximidades del conjunto de ídolos y en una posición dominante con relación a éstos (Ver Foto N° 5), es posible que se trate de Pariacaca y sus cuatro hermanos, o los cinco huevos que dieron origen a Pariacaca; los nombres de cuatro de los Pariacaca, hijos de Cuniraya, eran: Churapa, Puncho, Pariacarco y Pariacaca (Taylor 1987: 257). Un adoratorio similar al anteriormente descrito fue registrado por Ávila y otros sacerdotes en Yampilla:

Subieron luego aun çerro çercano donde auia vn adoratorio muy çelebre q. Eran siete piedras bien grandes dispuestas en orden, las quales representauan diuersos ydolos, vna los q. estauan deesta banda del rio, y otra los de la otra. La 3ª al Pachacama, la 4ª al punçhau, la 5ª a Pariacaca, la 6ª a Chaupinamoca, y la 7ª a otro ydolo. auia su sacerdote señalado para este adoratorio q. sabia muy bien las çeremonias, y sacrifiçios q. se auian de hazer en cada vna de aquellas fiestas... (Juan Sebastián en Polia 1996: 213).

Luego de cruzar el conjunto de ídolos de roca, el sendero ceremonial se dirige hacia otra laguna de mayor tamaño que la anterior. El camino recorre la pendiente de un cerro y presenta muros de contención; antes de llegar a la laguna se bifurca, un tramo asciende paralelamente al riachuelo por donde desagua la laguna y la rodea por el lado derecho hasta encontrarse con el otro tramo, este último presenta un largo trecho empedrado. Finalmente el camino se dirige hacia el cerro Portachuelo; antes de llegar a la divisoria continental de aguas que define dicho cerro se aprecia un conjunto de apachetas dispuestas a los costados del camino, al llegar a la divisoria se observa una impresionante apacheta de dos metros de altura. Acerca de las apachetas o camachico informa Albornoz que:

Page 14: El Origen Del Dios Pariacaca

…las ay en todas las asomadas y bertientes de los caminos, a las cuales saludan y ofrescen los que van con cargas o fatigados de andar, y les ofrescen una oraçion o una piedra… (En Duviols 1984:197).

Los cerros en las sociedades andinas, especialmente los situados en las nacientes de los ríos, son considerados sagrados por varias razones, según Reinhard (1983, 1987):

• Allí residen la divinidades que controlan los fenómenos meteorológicos (lluvias, nieve, rayos, trueno, nubes) y regulan el agua, que influyen decididamente en la fertilidad de las plantas, animales y hombres.

• Eran el lugar de origen de la gente y a donde volvían cuando morían.

• Protegían a los hombres y al ganado silvestre.

• Debía rendírseles culto al construirse canales y caminos cerca a ellos.

• Unifican los tres niveles del mundo, subterráneo, tierra y aire por donde circula el agua, allí se establece un axis mundi.

Reinhard (1987) sustenta la hipótesis de «la adoración de la montaña» para explicar el carácter sagrado de los principales centros ceremoniales del mundo andino, entre ellos: Chavín, Tiahuanaco, Moche y Pachacamac. En el caso de Pachacamac, los parientes de la divinidad eran adorados en las montañas; a ellos se les vinculaba con la fertilidad, la distribución de aguas (provenientes del Pariacaca) y el culto al agua. La relación existente entre la adoración de la montaña y el culto al líquido elemento habría dado origen a la edificación de construcciones ceremoniales en Pachacamac. La montaña-escalera como origen de las aguas y lugar de encuentro de los gobernantes Inca con las deidades estatales, es un tema recientemente abordado por Arana (1997).

Cuando los Incas conquistaron la Costa y Sierra Central del actual Perú, existían allí dos importantes centros ceremoniales dedicados a Pachacamac y Pariacaca, donde se realizaron cultos que se remontarían al Período Intermedio Temprano (200 a. C.- 600 d. C.), y posiblemente sea más antiguo pues el culto a los apus, que moran en los cerros, es uno de los conceptos religiosos elementales no sólo en los Andes sino también en otras latitudes. El Antiguo Testamento reporta la aparición de Yahvé a Moisés en el Monte Sinaí; en el Tíbet las montañas obedecen a una jerarquía y allí se desarrollan también peregrinaciones; los dioses griegos vivían en el Monte Olimpo. El culto a las divinidades que moran en los cerros, precedería a la expansión de los cultos monoteístas.

Durante el Período Intermedio Tardío el culto a Pariacaca fue más prestigioso que el de Pachacamac, la razón fue que los Yauyos desplazaron de las tierras altas a los yungas que vivían allí e impusieron a sus dioses. Pachacamac y Pariacaca serían los extremos de un vasto espacio sacralizado donde, entre otras actividades, se desarrollaba un complejo sistema de rituales. Las divinidades del mundo andino están emparentadas entre sí y obedecen a una jerarquía, que los hacen tener mayor o menor importancia.

Durante el gobierno de Huayna Capac (1490-1525) éste:

Quizo hablar con todo sus ydolos y guacas del rreyno. Dizen que nenguno de ellos no le quizo rreponder a la pregunta. Y ací le mandó matar y quebar a todos los ydolos. Dio por libre a los ydolos mayores Paria Caca y a Caruancho Uallallo; Paucar Colla, Puquina, Quichi Calla, Coro Puna, Saua Ciray, Pito Caray, Carua Raso, Ayza

Page 15: El Origen Del Dios Pariacaca

Vilca y el sol y la luna. Estos quedaron y los demas se quebró… (Guaman Poma [1606] 1987: 108).

Pariacaca es considerado por Guaman Poma una de los 12 principales «guacas» de los Andes. Es importante indicar que las tres primeras divinidades de la lista anterior eran de la región de Yauyos y que el Inca con relación a Pariacaca aparece en una posición de menor jerarquía (Murra et. al. 1988: 1325, nota 113). En otra cita, Guaman Poma (op. cit. p. 267) sostiene que Pariacaca era una de las 11 huacas mayores del Chinchaysuyo, a las cuales el Inca hacía muchos sacrificios. Pariacaca y Pachacamac son considerados las principales divinidades del Chinchaysuyo (Guaman Poma [1606] 1987: 258), estas divinidades aparecen estrechamente vinculadas en los mitos registrados por Ávila, ambos son hijos de Cuniraya. Sin embargo, la instrucción de Albornoz (Duviols 1984) refiere que el cerro Guallallo era la huaca principal de la provincia Inca de Yauyos y Guancas, mientras las huacas principales de los Atavillos eran Uravilca, Apallisca, Chuquimango, Yarovilca, Yanoyacolca, Nina Uinchos; las huacas de Ichma eran Pachacamac, Tantanamoc, Aysaculca, Rímac, Sulcovilca. Por su parte, Cieza de León ([1550] 1977: 105-108) no menciona a Pariacaca como una de las principales huacas del Perú.

Durante el Horizonte Tardío, los Incas propiciaron el culto a Punchao, el Sol, y a otras divinidades del panteón Inca, pero también emplearon a otras huacas para sus propósitos expansionistas, una de ellas fue Macahuisa, hijo de Pariacaca, quien ganó muchas tierras septentrionales para Tupac Yupanqui (Taylor 1987: 343-347), pues Pariacaca era muy venerado en el Chinchaysuyu. Esto incrementó la estima del Inca por el numen, aumentando sus sacerdotes de treinta a cincuenta (Taylor 1987: 285, 347). Respecto a los sacerdotes principales de los cuatro suyos, refiere Guaman Poma que en tiempos de Tupac Inca Yupanqui (1460-1490):

A éstos les lamaua uiza, layca camascacona. Éstos tenía en el tenplo del sol y otros muchos tenían en otros tenplos y uacas deste rreyno, como en Pariacaca, Caruancho Uallulo, Saua Ciray, Pito Ciray, Coropona, Suri Urco, Titicaca. (op. cit. p. 177)

Estos sacerdotes seguían en importancia a los sacerdotes del Sol y de Huanacauri, tenían grandes salarios (op. cit. p. 272).

La destrucción del Imperio de los Incas es anunciada por Pariacaca, que responde, mediante un sacerdote, a las preocupaciones de Huayna Capac, mientras las huacas menores son destruidas por callar; respondió Pariacaca que:

…ya no abía lugar de hablar ni gouernar por que los hombres que llaman Uira Cocha [los poderosos] abían de gouernar y traer un señor muy grande en su tiempo o después cin falta. (Guaman Poma [1606] 1987: 254).

El culto a Pariacaca en su adoratorio, durante su fiesta principal, implicó el uso de algunos materiales empleados durante los rituales, de los que tenemos información por el Manuscrito de Huarochirí:

a propósito de estos muertos [fardos funerarios] decían:

Los [transportaremos] mañana [a Pariacaca] para que él los reciba». Y aquella noche, les dejaban ofrendas de comida y de todo lo que prescribía [el ritual]. Entonces decían: «Ahora vamos a llevarlos a Pariacaca para siempre; nunca más volverán. Adoraban a Pariacaca sacrificándole una llama pequeña o, si no había llamas, coca que, metían en grandes bolsas de cuero (Ávila en Taylor 1987: 181).

Page 16: El Origen Del Dios Pariacaca

Por considerarse a Pariacaca el lugar de origen de la gente, allí debían volver cuando morían; en el enfardelamiento o momificación de los cadáveres se expresa una doble y contradictoria tendencia, por un lado conservar intacto el cuerpo y por otro deshacerse de él (Malinowski 1982: 55).

En la Carta Annua de 1609, escrita antes de la destrucción del ídolo de Pariacaca, ocurrida en 1611, se informa que en el mes de abril:

Los q(ue) / tienen más deuoción. y quieren offrecer mayor. y más grato sacrificio. y han de offrecer llamas (q(ue) son carneros de la tierra)/ van a vna cueua muy grande q(ue) se llama chutinhuaque llevando alla sus muertos sobre carneros vestidos los hom-/bres con camiseta. manta. y llauto, y las mujeres con aczu. y lliclla aquella noche gastan en vela …y el día siguiente van/ al lugar donde han de sacrificar los cuyes. llamas, coca, y lo demas con muchas cerimonia…Aca-/bados los sacrificios de cuyes. y llamas se bueuen a la cueva de donde auian salido por la mañana. Y alli co-/men y duermen. y otro dia preua el Yañac [Sumo Sacerdote] la chicha . y Tecti…Y haze cierta seña. y con / esto le siguen todos. Y llegados a vn lugar señalado se confiesan con Pariakaka… ofrecen al idolo vnos mates de chicha.. y luego prosiguen su camino… y hacen composicion de lugar de q(ue) el mismo Pariakaka/sale al recebim(ien)to y se encuentra con ellos…los [oficales] nueuam(en)te electos se humillan a tres pedreçuelas q(ue) estan alli para esto…se acaba la fiesta en aquel lugar. Bueluen luego como auian ydo. y beuen . y da(n)çan hasta cumplidos los quinze / dias q(ue) ha de durar la fiesta… (Taylor 1987: 93).

La destrucción de una boca o boquerón situada en el Adoratorio de Pariacaca relatada por el jesuita Fabián de Ayala, en su carta del 3 de mayo de 1611, no debe entenderse como la destrucción del principal adoratorio de Pariacaca, sino la del más visible y accesible de ellos. Acompañados de 200 indios, los padres Ávila, Olmedo y Ayala llegaron en la mañana del 27 de abril:

… al pie del çerro o peñasco [Cerro San Cristóbal o Escalera] el qual es muy grande y de notable altura pero muy acomodado para poder subir a lo más alto del porque tenia una gradas hechas de piedras por donde subian los yndios a hazer su adoraçion y sacrificio en su fiesta y nosotros subimos por aquellas gradas no con mucha difficultad. A lo ultimo de la escalera estaua una boca que era el lugar donde echauan el tecgte chicha y sangre de animales y otras cosas que ofreçian y assi estaua todo este boqueron que no era muy hondo manchado y lleno de estas cosas. Mandole el doctor [Ávila] tapar a piedra y lodo… (Ayala en Duviols 1997: 645).

Duviols (1997: 649) sostiene que el boquerón era antiguamente un importante adoratorio de Pariacaca, próximo a su morada, pero que mientras no se hiciera una prospección arqueológica, un análisis etnohistórico y un estudio toponímico, no era lícito afirmar que el boquerón era el adoratorio mayor de Pariacaca.

La valiosa información proporcionada en la Carta Annua de 1609 y 1611, nos ha permitido identificar los lugares donde se desarrollaba el culto al Pariacaca en su adoratorio. La Carta Annua de 1609 menciona una cueva grande (Chutinhuaque), un lugar de sacrificios, un lugar señalado y tres piedras o pedrezuelas. La Carta Annua de 1611 menciona una boca o boquerón situado al final de una escalera empedrada, donde se realizaban los sacrificios y ofrendas.

Creemos que la «cueva muy grande» mencionada en la Carta Annua de 1609 es el abrigo rocoso La Escalera o Cuchimachay, porque es un lugar suficientemente espacioso para pasar la noche, prender velas, comer y beber, actividades a las que hace referencia dicha carta. Además, el topónimo Chutinhuaque está conformado por las palabras chutin y huaque, cuyos significados podrían ser:

Page 17: El Origen Del Dios Pariacaca

• Shutyi: nombre, en Jacaru, lengua emparentada con el Aymara y hablada en Yauyos (Belleza 1995).

• Chutin: nombre, en Quechua (Lira 1944).

• Ch’úti: adj. Desnudo, desvestido. Gente de baja ralea que logra subir socialmente cambiando la vestimenta y botando la antigua. En Quechua (Lira 1944).

• Shuti: papa de color negro y rojo o rojo y blanco. En Jacaru (Belleza 1995).

• Huaque: merecimiento. En Aymara (Bertonio 1612).

• Haqqe tiy: cueva o concavidad en las peñas. En Aymara (Bertonio 1612).

Haqqe: peñasco. En Aymara (Bertonio 1612).

Waqi: precio, valor.

Aqhi: cueva, caverna.

De acuerdo a los dos vocabularios consultados, el topónimo Chutinhuaque podría tener los siguientes significados:

• Nombre merecido o valorado.

• Cueva con colores rojo, blanco o negro.

• Cueva del cambio de vestimenta o estatus.

De estos tres posibles significados sólo el segundo nos podría corroborar que el abrigo rocoso La Escalera es el Chutinhuaque mencionado en la Carta Annua de 1609, en cuyo interior es posible apreciar pinturas de color rojo que representan camélidos preñados con el cuello extremadamente largo, la mayoría de ellos de perfil y orientados hacia el nevado Pariacaca. En 1968, Bonavia (1972) registró sistemáticamente estas pinturas, que tendrían por finalidad propiciar la fertilidad de los camélidos, pues la mayor parte de las representaciones de éstos se encuentran orientados hacia el Pariacaca. Sostiene Bonavia (1972: 136-37) que este arte pictórico es mágico-religioso y que por su ubicación, a los pies del Pariacaca, es posible vincularlo con los cultos ganaderos y a las cumbres nevadas, por el estilo es posible que sean tardías. Posteriormente Farfán y Negro (1982-83) registran las pinturas rupestres del abrigo rocoso, realizando excavaciones y concluyendo que fueron elaboradas en diversos períodos, posiblemente desde el Período Precerámico (10,000 a. C. - 1,800 a. C.); la cerámica registrada en las excavaciones dataría desde el Período Intermedio Temprano (200 a. C. - 600 d. C.), esto indicaría la larga secuencia de ocupación que ha tenido este abrigo rocoso, pero no la ubicación cronológica de las pinturas que corresponden a un solo estilo. En los alrededores del abrigo rocoso se pueden apreciar rocas talladas, que reproducen los dos picos del Pariacaca, lo que reafirma su vinculación. Tenemos referencia de otra cueva en la zona, cuyo acceso tiene forma trapezoidal (Joe Castro, comunicación personal 1998), la cual no hemos explorado.

Utilizando el Manuscrito de Huarochirí, pero sin especificar las páginas, Bonavia (op. cit. p. 137-138) une dos párrafos, alejados entre sí, y se pregunta si Cuchimachay es la morada de Pariacaca, contesta que es imposible saberlo; el artificio que emplea no es correcto, el segundo párrafo se refiere al culto a Llocllayhuancu (Arguedas 1966: 123) y no a Pariacaca, el artificio y la conjetura inferida son incorrectos.

Page 18: El Origen Del Dios Pariacaca

El lugar de sacrificios, donde se ofrendaba principalmente sangre de animales (cuyes y llamas), coca, tecgte y chicha, era el boquerón o boca, que estaba manchado y lleno de estas cosas. Boquerón significa «abertura grande» (Diccionario de la Lengua Castellana 1791: 151), también se refiere a represamientos naturales de agua, albuferas, aberturas o deltas de ríos (Juan Gunther, comunicación personal 1998). Por otro lado, boquera significa «boca, o puerta artificial de piedra, que se hace en el caz, o cauce de agua para regar las tierras». Boca o boquerón puede referirse a una cavidad en el terreno pero también a una cueva, elegimos la primera posibilidad y explicaremos la razón, al final de la Escalera se encuentra una explanada junto a una gran roca, que en época de lluvias se aniega, pues presenta una cavidad en el terreno, se trata del boquerón descrito en la carta de Fabián de Ayala . La Carta Annua de 1611 no menciona que la boca o boquerón era el principal Adoratorio de Pariacaca.

El «lugar señalado» podría tratarse de la superficie llana situada en la prominencia rocosa, desde la cual se domina el boquerón, en esta explanada, que es cruzada por el camino Inca, se halla un conjunto de rocas talladas que reproducen la forma de los cerros San Cristóbal y Pariacaca. Este lugar está marcado por dichas rocas y es el tramo del camino que más destaca luego de ascender La Escalera.

Las «tres piedras o pedrezuelas», donde se humillan los oficiantes electos, pueden ser las rocas talladas situadas en la explanada, o un sector del Adoratorio de Pariacaca aún inexplorado.

Veamos algunas características del culto a Pariacaca, instaurado por él mismo (Taylor 1987: 169-191). En tiempos prehispánicos al Adora-torio de Pariacaca peregrinaban los hombres de todas partes:

…venían, con su ticti (potaje de comida), con su coca, con todas las cosas que debían ofrendarse durante la adoración, llegaban hasta el mismo Pariacaca (la montaña) (Arguedas 1966: 71).

Otra información acerca de las ofrendas al Pariacaca refiere que:

Y los yndios Yauyos al ydolo de Paria Caca sacrificauan con chicha y mollo [concha] y uaccri zanco [pan remojado en sangre] y comidas y conejos. (Guaman Poma [1606] 1987: 258).

Guaman Poma menciona además otras ofrendas comunes a las huacas del Chinchaysuyo: criaturas de cinco años con ropas de algodón de colores, oro, plata, comida, vajillas, coca, fruta y chicha. En la ilustración 266 (op. cit. p. 259) que acompaña su descripción se aprecia a dos personajes importantes, hombre y mujer, que ofrendan hacia una cueva situada en lugar elevado, al interior de ella se encuentra un fardo funerario o mallqui; una fogata prendida se halla al pie de la cueva, mientras el hombre ofrece a un niño, la mujer en espera tiene en sus manos un plato de comida o mullu.

Dávila Brizeño ([1586] 1965: 15) expropió a los adoradores de Pariacaca 400 camélidos y 14 vasos de plata; el Manuscrito de Huarochirí (Taylor 1987: 281) también menciona objetos de plata y ropa, que fueron robados por los españoles a los treinta sacerdotes de Pariacaca.

Respecto a la ubicación del Adoratorio de Wallallo Carhuancho, refiere Dávila Brizeño (1965: 161) que su ídolo se hallaba en el lago que está al pie del nevado Pariacaca; de hecho existen varias lagunas que tienen esta característica, entre ellas La Escalera y Piticocha, esta última es conformada por tres lagunas alargadas situadas exactamente al pie del nevado Pariacaca. En el Manuscrito de Huarochirí

Page 19: El Origen Del Dios Pariacaca

se indica que la morada de Wallallo se encontraba en el territorio de Mullococha o que residía en el Pariacaca de Arriba (Taylor 1987: 145).

El camino Inca, en la cuenca alta del río Cañete, no es sólo para transitar, es parte de un sendero ceremonial que une a dos importantes centros de peregrinación, Pachacamac y Pariacaca, y recorre un vasto espacio sacralizado; así se explica por qué el Camino Inca en la cuenca alta del Mantaro, luego de trasponer el Adoratorio de Pariacaca, no tenga las impresionantes características que en la del Cañete, pues los Xauxa veneraban a Wallallo y los Yauyos a Pariacaca (Duviols 1984: 208); se trata de dos espacios sacralizados distintos.

LA GEOGRAFÍA SACRALIZADA

Trataremos de ubicar y entender los lugares donde se desarrollan los mitos registrados en el Manuscrito de Huarochirí, especialmente los conflictos entre Wallallo y Pariacaca y sus hermanos. El conocimiento de los criterios utilizados para sacralizar algunos accidentes geográficos y otros no, permitirá entender algunos aspectos de las religiones andinas. Los lugares donde se desarrollan los conflictos entre Wallallo y los Pariacaca son Laguna Mullococha, Ocsapata, Caquiyoca y Pumarauca (Taylor 1987).

Uno de los accidentes geográficos sacralizados, en la cuenca alta del río Cañete, es una formación rocosa ubicada en una explanada al inicio del ascenso a Las Escaleras. La forma sinuosa de esta alargada roca y la cabeza de forma triangular que apunta hacia la laguna La Escalera, permiten sostener que se trata de la misma beta que describe Albornoz:

… en todas las lagunas antes que llegan a Las Escaleras, y es que naturaleza en aquellas peñas, en la traviesa dellas que recorre el camino real de una legua a otra, crió una beta de mármol blanco de longitud larga. Y los naturales a ella creen y dizen que, cuando los españoles entraron en estos reinos, salió de la una laguna la culebra llamada amaro para irse a la otra y con la nueva se enfrió y se tornó piedra. Tiene señal de culebra, porque yo la e visto. Todas las provincias alrededor de ella la mochan, cuando pasan por allí, con mucha reverencia. (Albornoz en Duviols 1984: 201-202).

La misma serpiente es mencionada también en el Manuscrito de Huarochirí, Wallallo arroja una serpiente de dos cabezas, el Amaru, contra Pariacaca, a quien hincó en el lomo con un bastón de oro y:

El Amaru se enfrió y se convirtió en piedra. Este Amarú helado se puede ver claramente, hasta ahora, en el camino que va por Caquiyoca, en las alturas. Y los hombres del Cuzco o de cualquier otro sitio que saben, que tiene conocimientos, rascan el cuerpo de este Amaru con alguna piedra y sacan polvo de ella para emplearlo como remedio. «No caeré en la enfermedad», dicen. (Arguedas 1966: 97-99).

La aparición del Amaru está vinculada a fenómenos de transición, de encuentro o límites (Molinié 1987: 265-268), su recorrido de una laguna a otra puede interpretarse como un arco iris, entidad asociada a la noción, temporal y espacial, de frontera. El Inca logró incrementar sus dominios territoriales mediante el juego de machacuay, donde se empleaba una serpiente de lana, machacuay es también la denominación que recibe el Amaru (Albornoz en Duviols 1984: 201). En nuestro caso la presencia del mítico ofidio volador indica la transición del predominio del culto a Wallallo al de Pariacaca.

La presencia de rocas talladas que reproducen, a escala, la cumbre de los cerros o porciones de geografía sacralizada en toda la cuenca alta del río Cañete, es

Page 20: El Origen Del Dios Pariacaca

registrada en la traducción de Arguedas del Manuscrito de Huarochirí, pero es omitida en la de Taylor:

Todo cuanto hemos relatado de la adoración a Pariacaca en los cerros, comenzó desde la llegada o aparición de los Huiracochas (españoles) pues, desde entonces [los cerros] simularon ser algo como piedras; antes de ellos, todos los hombres de todas partes iban hasta el mismo Pariacaca (Arguedas 1966: 69).

 

Foto 6.- Idolo de roca, observar quue reproduce la forma de los cerros situados al fondo. Foto: Manuel Raéz

Foto N° 7. Idolo de roca, al fondo el imponente Pariacaca. Foto: EDITUR S.A.

Page 21: El Origen Del Dios Pariacaca

Foto 8.- Idolo de roca, observar el detalle del trabajo en roca. Foto: EDITUR S.A.

 

Este párrafo es de gran importancia, pues durante nuestra segunda exploración registramos este tipo de rocas labradas que representan los cerros circundantes, que anteriormente hemos descrito e ilustrado (Ver fotos N° 6, 7 y 8). Este culto es preinca y se encuentra bastante extendido en la cuenca alta del Cañete. Duviols, luego de consultar la traducción de Taylor, pero no la de Arguedas, refiriéndose a las riquezas de Pariacaca sostiene que:

…ignoramos en qué lugar y en qué edificio se guardaban antiguamente. En cuanto a los eventuales adoratorios al aire libre tampoco encontramos datos en la relación. Duviols (1997: 644)

Duviols esperaba encontrar alguna cita referente a los adoratorios al aire libre, pero no eligió la traducción correcta. Estas rocas labradas que reproducen la forma de las montañas a menor escala no se encuentran solamente en la región que exploramos, veamos otros casos. En la ilustración 261 que presenta Guaman Poma (op. cit. p. 253) aparece el Inca hablando con un grupo de huacas locales, representadas en conjunto y formando un círculo, en menor tamaño que él, mientras el ídolo de Huanacauri observa desde lo alto del cerro; en la ilustración 268 (op. cit. p. 261) se aprecian los ídolos de Saua Ciray y Pitu Ciray, situados en lo alto de cerros, son representados como las cumbres alargadas. En el norte de Macchu Picchu, Binghan (En Hyslop 1990: 110-111, 317) registra una roca que reproduce la forma de un cerro ubicado en el horizonte; también allí Reinhard (1991: Figs. 21 y 25) ha registrado que el Intihuatana representa en forma abstracta la forma de la montaña Huayna Picchu y que la denominada Roca Sagrada reproduce las formas de las montañas Yanantin y Pumasillo.

Eliade (1974: 36) sostiene que las rocas son veneradas por su forma, tamaño o implicancias rituales, pero principalmente porque incorporan o revelan algo distinto de su condición normal de rocas. Las rocas sagradas participan de un simbolismo, en nuestro caso de los mitos recopilados en el Manuscrito de Huarochirí, conferido por un rito de consagración o adquirido por la inserción de las rocas en una región saturada de sacralidad, o por estar integradas a una región sagrada, en este caso la cuenca alta del río Cañete donde se desarrollan los mitos, o por ser consideradas la representación de una deidad. La cordillera del Pariacaca es considerada por Dávila Brizeño (1965: 156-157) el origen de los ríos Cañete, Mala, Lurín, Rímac y Mantaro, esta característica le confiere una connotación sagrada a dicha cordillera, morada de las entidades que regulan los fenómenos meteorológicos y el agua, de decidida influencia en la fertilidad de las plantas, animales y hombres.

Page 22: El Origen Del Dios Pariacaca

Es probable que durante el Horizonte Medio, en la cuenca alta del río Cañete, la divinidad principal haya sido Wallallo Carhuancho, luego del conflicto con Pariacaca y sus hermanos, posiblemente a inicios del Período Intermedio Tardío, Wallallo es desplazado por Pariacaca y sus seguidores, pero la zona continuó siendo sagrada debido a la hierofanía primordial que la seleccionó como tal; incluso ambas divinidades son identificadas con el rayo y son parcialmente contemporáneas (Taylor 1987; Tello y Miranda 1923: 517), Dávila Brizeño (1965: 161) refiere que Pariacaca es denominado también Yaro. Respecto al significado del nombre de la deidad, los términos Paria (rojiza) y caca (montaña), hacen referencia a la montaña rojiza, otras acepciones de caca son foráneo o contribuyente (Zuidema 1986: 20) y podrían indicar el carácter foráneo de Pariacaca con relación a Wallallo. En un tercer momento, durante el Horizonte Tardío (1460-1532), el culto a Pariacaca coexiste con el culto al Sol (Punchao) y Pachacamac (Cf. Juan Sebastián en Polia 1996: 213). Eliade (1974: 49-50) explica esta permanencia de lo sagrado en momentos distintos, como revalorizaciones de hierofanías sagradas, considera que la historia de las religiones es en gran parte la historia de las desvalorizaciones y revalorizaciones del proceso de manifestación de lo sagrado. La relación entre los antepasados míticos y las rocas en Australia es explicada por Durkheim (1974: 289) como un fenómeno de contagio psíquico, dichas rocas se encuentran sólo alrededor de lugares sagrados.

Se ha planteado que, sobre la base de la identificación de algunos topónimos mencionados en el Manuscrito, es posible identificar los lugares que han sido escenarios de los mitos, con esto:

Se demostraría, pues, que el área de las escaleras ha sido efectivamente el centro del mundo mágico-religioso indígena de esa área y que, quizá, no fue por azar que los incas decidieron pasar por allí su camino… (Bonavia et al. 1984: 13)

La identificación de los lugares donde se desarrollaron los mitos registrados en el Manuscrito de Huarochirí no es suficiente para demostrar que Las Escaleras o la cuenca alta del río Cañete son el centro mágico-religioso de la región. Es necesario demostrar con mejores argumentos y evidencias la hipótesis de Bonavia, explicar por qué estos lugares son sagrados y por qué otros mencionados en el Manuscrito no lo son, entender las características que poseen, distintas a su condición normal, y en qué simbolismo participan al integrar una región sagrada.

La laguna Mullococha tiene más de dos kilómetros de largo, un islote destaca en su interior (Ver Foto N° 1), se encuentra rodeada de cerros y rocas talladas que reproducen las cumbres de los cerros circundantes, es una de las lagunas que dan origen al río Cañete, su topónimo alude a las ofrendas de mullu que recibían Wallallo y Pariacaca; una característica saltante es el islote que presenta, de todas las lagunas de la zona es la única que presenta esta característica, otras lagunas con islotes de los Andes también son consideradas sagradas, por ejemplo, el Titicaca y Rey Inca (Las Huaringas, Piura), y lo son porque constituyen una representación física del mundo, tal como los andinos lo entienden, el islote es la tierra rodeada de aguas; al respecto existe una referencia en el Manuscrito de Huarochirí donde se señala que:

Los ingas creían que los límites de la tierra se encontraban en Titicaca y, por la parte del mar, en [las tierras de] los pachacamac; mas allá no había otras tierras; ya no había más nada. (Taylor 1987: 331)

Ocsapata u Ocsa, puede tratarse de Ocsha (Bonavia et al.1984: 12-13), que no es sólo un cerro sino que integra la divisoria de aguas entre los ríos Mala y Cañete, expresa un simbolismo de frontera, es un lugar de encuentro y de donde se originan parte de estos ríos; estas dos características le confieren una connotación sagrada a Ocsha. A Caquiyoca ya nos hemos referido cuando tratamos del Amaru

Page 23: El Origen Del Dios Pariacaca

petrificado al pie de la laguna La Escalera. A semejanza de Ocsha, Pumarauca, donde Pariacaca y Wallallo tienen la última pelea, integra la divisoria de aguas entre los ríos Mantaro y Cañete, además es la divisoria continental entre el Atlántico y el Pacífico, frontera y origen de ríos son las características que le otorgan una connotación sagrada.

LOS GRUPOS ÉTNICOS QUE RENDÍAN CULTO A PARIACACA

Al Adoratorio de Pariacaca, por ser un lugar sacralizado, peregrinaban, tributaban y ofrendaban diversos grupos étnicos, locales y foráneos. Era tal su importancia que los señoríos de la costa y sierra de Lima suspendían sus conflictos durante la celebración de estas fiestas religiosas y se acordaba una tregua para venerar al Pariacaca (Rostworowski 1978).

Los Yauyos eran un grupo étnico estrechamente vinculado al Pariacaca (Rostworowski l972, 1978), inicialmente habitaron en el valle alto de Cañete y luego se desplazaron a lo largo de la divisoria continental de Lima, expulsando a grupos étnicos locales y sus divinidades, entre ellos: Colli, Huanri, Sutca, Rímac, Checa e Ychma. Los Yauyos eran muy aguerridos y sostuvieron luchas con todos sus vecinos, venciéndolos y apoderándose de sus tierras, eran integrados por los Chaclla (habitaban las partes altas del Rímac y Lurín), Carampoma, Picoy, Yaucha; la incursión de estos

grupos a los valles del Rímac, Lurín y Chillón, hizo declinar el prestigio de Pachacamac, permitiendo el control serrano y una mayor presión sobre la costa.

Los yungas de Lima peregrinaban al Adoratorio de Pariacaca, llevando ofrendas rituales, el Manuscrito menciona los siguientes grupos: Colli (Collique), Carhuayllo (Carabayllo), Ruricancho (Lurigancho), Lati (Ate), Huancho-huaylla (Huanchihuaylla), Pariacha (Pariachi), Yañac (Ñaña), Chichima, Mama, Sacicaya (Sici-caya), Pachacamac, Caringa, Chilca, Huarochirí, Carango (Taylor 1987: 189-191). Fuera de la región de Lima, Pariacaca también era venerado: «Nuestro padre Pariacaca, en todos los confines del Chinchaysuyo tiene hombres a su disposición. ¿Cómo podría ser él abandonado?» (Taylor 1987: 279).

Los topóminos Pariacaca o Pariagaga también han sido registrados en otras regiones como Huancabamba, en Piura; Carhuas, Uco y Poma-bamba, en Ancash; Dos de Mayo, en Huánuco (Paz Soldán 1877; Stiglich 1992).

En Huancabamba, Ramírez (1966: 31-34) ha registrado de modo análogo al conflicto entre Pariacaca y Wallallo, un mito que tiene por antagonistas a dos cerros, Pariacaca y Guitiligun, el primero está relacionado con el fuego y el calor, además es rojizo, forastero y vino caminando, el segundo está relacionado con el frío y el agua (Camino 1992: 104-110). El Pariacaca guarda «encantado» al pueblo Inca de Huancabamba, mientras el Guitiligun mantiene cautivo al Rey Blanco y sus soldados españoles, que se enfrentaron y dieron muerte al Inca. En el mito registrado por Ramírez, destaca la estrecha relación entre el Pariacaca de Huancabamba y los Incas, además de la preferencia por el color rojo, recordemos que una de las principales ofrendas a Pariacaca era el rojizo mullu.

Esta coincidencia de mitos y cerros, la distribución de topónimos en el Chinchaysuyo, la referencia del Manuscrito de Huarochirí anteriormente citada y las hazañas de Macahuisa en el norte, nos permiten plantear la hipótesis de que el culto a Pariacaca no era sólo un culto local en la Sierra de Lima, sino que era un culto regional de carácter expansivo, cuyo adoratorio principal se hallaba en la Cordillera del Pariacaca y los adoratorios secundarios se encontraban en otras regiones del Chincaysuyo. El culto a Pariacaca sería semejante al de Pachacamac (Burger 1989; Rostworowski 1992) y, al igual que éste, los Inca lo utilizaron para

Page 24: El Origen Del Dios Pariacaca

anexar otros pueblos del Chinchaysuyo, siendo por ello el apu muy estimado por ellos al constituir un waca aliado del Estado Inca.

AGRADECIMIENTOS:

Mi agradecimiento a Carlos Farfán, quien nos motivó a viajar al nevado y a escribir este artículo a raíz de una conferencia que ofrecimos en 1997. A los alumnos de San Marcos y Villarreal que participaron en la primera exploración: Victoria Aranguren, Julio Orellana, Jhony Apcho, Jack Chavez, Mónica Suarez, Carlos Montezuma, Manuel Perales y Anderson Chamorro. A quienes participaron en la segunda exploración: Susana Aldana, Manuel Raez, Alex Diez y Bedford Betalleluz Meneses. A Joe Castro, con quien intercambiamos muchas opiniones y fotocopias. A Carolina, que mecanografió parte del texto y a Cristian, que dibujó las láminas. Finalmente agradezco a los investigadores interesados en el culto a los apus Johan Reinhard, Lupe Camino y Sabino Arroyo, de quienes recibí valiosas sugerencias y comentarios.

3.8. LA PROVINCIA INCA DE YAUYOS

3.8.1. LA ETNIA HUAROCHIRI EN LA ERA DEL TAHUANTINSUYO

WALDEMAR ESPINOZA SORIANO

Este texto fue publicado originalmente en la Revista Sequilao N° 11, 1997 ha sido revisado y reproducido con el permiso del autor.

PRIMERA PARTE

La "provincia" o saya de Huarochirí.

En 1548, cuando Cieza de León redactaba su Crónica del Perú ya hablaba de la "prouincia de Huarochirí". Y con tal categoría continúa en los capítulos de otras crónicas. Así, Agustín de Zárate (1555) la llama "prouincia de Guadachili", como cosa separada de Yauyos; pero al territorio ubicado 4 leguas adelante (25 kms. 6000 mts) le nombra "provincia de Pariacaca", posiblemente la puna ocupada por los llacuaces. Lo que significa que a la palabra provincia la usaban igualmente para designar a cualquier terreno más o menos extenso. Pero propiamente

Page 25: El Origen Del Dios Pariacaca

a partir de 1571, es que todos ya la titulaban más a menudo como "provincia de Guarochirí", fonema con el que ha quedado hasta hoy.

Y Huarochirí, al decir de Francisco de Avila, configuraba una "principal prouincia". Su perímetro territorial comenzaba a 4 leguas de Lima (25 kms. 600 mts), llegando hasta remontar las cimas de la cordillera nevada del Este, tras la cual se expandía casi 18 leguas (115 kms). Sus pobladores, de físico arrogante, vestían ropas de lana. Todos usufructuaban parcelas, y muchos con excelentes sementeras y rebaños de ganado.

Los límites de la saya de Lurinyauyos o "provincia de Huarochirí"

De acuerdo al relato del jesuita Juan de Santiago, el ámbito espacial de Lurinyauyos (o Huarochirí como le llamaron los españoles a partir de 1534) abarcaba desde la ceja de costa (Chaupiyunga) hasta las cumbres y mesetas más altas de la cordillera. En lo que incumbe al valle del Rímac, verbigracia, le correspondía desde Lati (o Ate) y Yañac (o Ñaña), pueblos inmediatos a Lima. Así se deduce cuando afirma que desde esos parajes de la "provincia" de Huarochirí adoraban a Pariacaca y Chaupiñamoc.

De conformidad a lo que manifiesta Dávila Briceño, corregidor que residió en Yauyos más 13 años (1573 -1586), Ananyauyos correspondía a lo que hoy es la provincia de Yauyos, mientras que Lurín a lo que ahora es la de Huarochirí. Yauyos englobaba las cuencas de los ríos Lunahuaná, Omas y gran parte del Mala. En tanto que Huarochirí las de Pachacamac o Lurín y Rímac, encerrando la subcuenca del Chaclla o Chacalla. . Aquella división de Anan y Lurín seguramente que data de épocas anteriores a los incas, quienes no debieron hacer otra cosa que respetar el sistema en referencia. En consecuencia, el pueblo de Huarochirí, perteneciente a la saya de Lurinyauyos, configuraba la cabecera o capital o Estado Yauyo.

El que al sector sureño le hayan llamado Ananyauyo y al norteño Lurinyauyo, efectivamente equivale a decir los Yauyos de arriba y los Yauyos de abajo. O en otras palabras: provincia superior y provincia inferior, no porque la una estuviere geográficamente más elevada que la otra, sino por jerarquización y rango o status.

Pero en las fuentes escritas hay otros informes que pueden diafanizar algo más el panorama etnográfico y etnopolítco del área que pretendemos estudiar. Así, el río Carguayllo (o Carabaillo o Chillón) es el que deslindaba o separaba los términos jurisdiccionales de la saya de Lurinyauyos (o Huarochirí) con los Atavillos de Canta, que constituía otra etnia o Estado regional; o como dicen los documentos: "es otra provincia". Lo que vale denotar que el actual río Chillón y su afluente el Quisquichaca conformaban la línea demarcatoria de las aludidas etnias.

Pero la superficie ocupada por los Yauyos y "huarochiris" ceñía no sólo lo que hoy son las provincias de Yauyos y Huarochirí, sino también casi todas las punas de la moderna provincia de Yauli, en Junín. Realidad que prosiguió intangible durante el virreinato, en cuyos siglos continuó formando un solo cuerpo con el corregimiento de Huarochirí. En las punas de Yauli,

Page 26: El Origen Del Dios Pariacaca

sus pobladores pertenecían al muy extendido grupo de los llacuaces (Llacuas): pastores de estepas, igualmente descendientes de los invasores aymaras que habían irrumpido en centurias anteriores.

Hasta la época del virrey Toledo los españoles respetaron la unidad etno -política de Yauyos - Huarochirí - Yauli, haciendo de toda ella un corregimiento que fue denominado Yauyos, como manifiesta Dávila Briceño. Pero como dicha administración resultó para el gobierno colonial tan dilatada, el mencionado Francisco de Toledo la dividió en dos corregimientos, con los nombres de Yauyos y Huarochirí, respectivamente. Fue llamado Huarochirí porque la sede del corregidor continuó en aquel pueblo. Lurinyauyos comenzó, pues, a pasar al olvido en aras del Huarochirí que persiste hasta hoy.

La población huarochirana

Los habitantes de la Provincia de Huarochirí fueron vistos por el padre Francisco de Avila como personas de "buen entendimiento", que es lo mismo que si dijéramos de arrogante físico; además de bien vestidos con tejidos de pelambre de llamas y alpacas. Sincrónicamente desconocían la miseria, por cuanto se alimentaban bien gracias a sus magníficas sementeras emplazadas en chacras de valles, pampas y andenerías aparte de sus rebaños de camélidos y "otras granjerías".

En el citado entorno de Huarochirí, unos se dedicaban al cultivo y otros a la ganadería. E incluso habían ayllus que practicaban algunas artesanías. Los eminentemente agricultores eran los descendientes de los antiguos habitantes autóctonos, es decir de los llamados yungas que, al ser invadidas por los Yaros u Yauyos, derrotados ya, siguieron sembrando las pocas chacras que les dejaron los invasores en referencia. Los Yauyos o Yaros agresores, en cambio, conformaban ayllus de ganaderos por excelencia, sin que ello significara que no hayan ejercido una agricultura bastante notable. En tal situación los hallaron los incas y los españoles.

Por su lado, en los pastizales de las punas de Lurinyauyos (o Huarochirí) como en los de Ananyauyos vivían los pastores llacuaces, dedicados a la cría de llamas. Los sobrevivientes yungas los miraban con desdén. Los llacuaces adoraban con vehemencia a Pariacaca, al que ofrendaban y sacrificaban algunos de sus rumiantes, en cuyos hígados y corazones vaticinaban.

En los tiempos de Huáscar y Atahualpa, en Yauyos (anan y lurin) se contabilizaban más o menos 10 000 tributarios, pero el número de sus habitantes era más de 60 000. Pero en 1572, incluyendo a los mitmas que vivían en Chocorvos, únicamente ascendían a 7000 pobladores de toda edad y sexo.

La organización socio-política

Page 27: El Origen Del Dios Pariacaca

La escasa documentación accesible permite deducir que la sub-etnia Lurinyauyo (o Huarochirí) estaba gobernada por un "curaca mayor" con mando sobre la totalidad de las huarangas y ayllus (o pachacas) en que estaba agrupada su población, la misma que Francisco Pizarro la distribuyó en tres repartimientos o encomiendas: Huarochirí, Chaclla y Mama.

Permanecían organizados en forma tal que funcionaba una estricta jerarquía de curacas. El más poderoso era el de Ananyauyo; le seguía el de Lurinyauyo o Huarochirí. Y por debajo de cada uno de ellos, los curacas de huaranga; y por último los señores de ayllu o pachaca: los más inferiores de todos. Cada uno de estos jefes dependían directamente de sus superiores con lazos de mucha cordialidad, con reciprocidades y retribuciones permanentes para garantizar la producción y reproducción económica y social del ayllu, huarangas y sayas. De ahí que los atuncuracas de anan y lurin disponían de tierras y trabajadores en la integridad de los lugares ocupados por los huarangas subordinadas a ellos. El cacique principal de la "provincia de Huarochirí" tenía miles de personas bajo su mando. Y cada señor de huaranga y de ayllu reproducía el mismo ordenamiento, si bien cada vez con menos volumen poblacional, según fuera de una u otra categoría.

La provincia de Huarochirí poseía un curaca mayor o principal, que desde el siglo XVI él y sus descendientes llevaban el apellido de Ninavilca. Como todas las autoridades de su rango, practicaban la poliginia y tanto la endogamia como la exogamia: un privilegio inherente a los más enaltecidos señores. En contraste al resto de la población campesina, en la que imperaba la endogamia, salvo casos excepcionales de exogamia.

El señor principal vivía en el pueblo de Huarochirí, desde ahí ejercía su poder sobre otros curacas menores de huarangas y ayllus. Del pueblo de Huarochirí, pues, irradiaban cuatro caminos, cada cual hacia un punto cardinal, a través de los cuales dejaba sentir su autoridad.

Huarangas y pachacas o ayllus

Los Yauyos - Huarochirís, como dijimos, estuvieron organizados social, económica y políticamente mediante el sistema decimal de huarangas y pachacas. Huaranga o Guaranca es mil. Cada huaranga se componía de varias pachacas: agrupación de más o menos 100 familias o unidades domésticas. Y cada pachaca por lo común comprendía un solo ayllu o familia extensa, si bien a veces la podían integrar dos y hasta tres pequeñas familias extensas. Y cada ayllu, a su vez, poseía sus tierras colectivas estrictamente alinderadas, en las que moraban con gran autarquía, gracias al ayni y minga y por disfrutar de terrenos esparcidos en diversas altitudes, en las cuales aprovechaban los distintos microclimas del perímetro cordillerano.

El listado de guarangas y ayllus de Huarochirí en tiempos de los Incas no es conocido totalmente. No existen documentos del siglo XVI que lo expresen de manera completa. Los papeles que proporcionan las más amplias referencias son tardíos (siglos XVII, XVIII Y XIX). Consecuentemente es lógico pensar que algunos ayllus y hasta guarangas hayan desaparecido en el devenir de esas centurias. Mientras que otros es probable que cambiarían de nombres, o los fusionarían con otros dada la exigüidad de sus componentes, como resultado de epidemias y otros malestares.

Hay plena seguridad de que tanto Ananyauyos como Lurinyauyos tenían a su población internamente fraccionada en huarangas y éstas en ayllus o pachacas, lo que vale decir en enormes agrupamientos de 1000 y 100 unidades domésticas (hogares), cada cual y respectivamente, más o menos. Las pachacas por aquí son las mismas a la que en otras zonas, en el sur primordialmente, les decían ayllus. Fue un sistema que los incas no sólo respetaron, sino que lo aplicaron por otros sectores de su administración económico - social.

Listado de las guarangas y ayllus

Las guarangas huarochiranas, concorde a la información accesible de los siglos XVII, XVIII y XIX, ascendían a 11. He aquí la relación:

Page 28: El Origen Del Dios Pariacaca

1. Quinti, 2. Chacarrímac, 3. Checa, 4. Colcarruna o Colquirruna, 5. Langasica, 6. Picoy, 7. Yaucha, 8. Carampoma, 9. Chaclla o Chacalla, 10. Casta, 11. Llacuaz.

Aclarado el asunto concerniente al número y apelativo de las 11 huarangas, veamos enseguida la ubicación de sus ayllus:

 

1.HUARANGA DE QUINTI Ayllus Localizados en:

1.  Llacuaz Punas de Quispicancha

2. Huancaya o Huarcaya o Guancalla

3. Harán o Larán o Garán 4. Hualcaraya 5. Cupara o Copara 6. Curi 7. Vilcatupa

8. Pariac

Quinti

9. Cuchicuchi 10. Langano

11. Yanac 12. Yanavilla

13. Chaucayamoc

Huancayre

14. Ayllu Primero (sic) 15. Ayllu Segundo 16. Chilpe 17. Huancanama Huancanana 18. Tantarache

19. Cayana

Tantarache

20. Sunisaca o Juniseca 21. Julcatambo 22. Rímac o Lima 23. Llamaico o Llamaica o

Yamaico 24. Tayllapo

25. Chucayanac

Anchucaya

 

 

2. HUARANGA DE CHAUCARRIMAC

Ayllus Localizados en:

1. Pariapongo: "el principal o cabeza de la huaranga

2. Arirca o Aricalapo

Lahuaytambo

Page 29: El Origen Del Dios Pariacaca

3. Junincancha o Sunicancha Sunicancha

4. Humansica 5. Concha

6. Masca o Marca o Camarca

Huamansica

7. Lupo o Lupe

8. Yambilla o Yampilla o Ampilla

Lahuaytambo y Sisiccaya

9. Papano o Pampano o Panapope

Huamansica y Sisicaya

10. Antaparco 11. Llanga o Langa 12. Sisicaya 13. Checa o Chicar 14. Chillaco 15. Andapocro 16. Chaucarrímac

17. Chontay

Sisicaya

 

 

3. HUARANGA DE CHECA

Ayllus Localizados en:

1. Checa, "cabeza de guaranga"

2. Mujica o Muxica

3. Concha

Uratambo de Checa

4. Tupicocha 5. Allauca 6. Sotapasca o Sotsasca 7. Huangre o Guanri 8. Chaucacolque

9. Cacarrímac

Tupicocha

10. Tuna o Tumma 11. Satpasca 12. Huarocancha o

Huarancancha

13. Cacasica

Tuna

14. Soquiacancha Huquiaca

(San Bartolomé)

 

 

Page 30: El Origen Del Dios Pariacaca

4. HUARANGA DE COLCARRUNA O COLQUIRUNA

Ayllus Localizados en:

1. Lupo Curaca o Lupe Primero: "su cabecera principal"

2. Lupe Segundo (desaparecido en 1751)

3. Yambilla o Yampilla 4. Huarochirí 5. Suni 6. Sangallaya o Sangallalla 7. Cajamarca (extinguido a

fines del siglo XVII) 8. Incas o Inga (mitmas)

9. Quiripas o Quenipa

Huarochirí y Calahuaya o Callahuaya

10.  Alloca

11. Pachamarca Alloca

12. Llacuaz o Yacuaz

13. Calaguaya o Callahuaya Calahuaya

 

 

 5. HUARANGA DE LANGASICA

Ayllus Localizados en:

1. Suni o Juni 2. Collana 3. Uchumari

4. Llacuaz (ya extinto a comienzos del XVIII)

Chayacancha

5. Langasica o Lagasica o Lacasica o Cacasica

6. Quinti

7. Collcarruna o Matara Colcarruna

Chayacancha de Matara

8. Chicacoto Chicacoto

9. Socoya o Soquia o Socuya

10. Alacurco 11. Uchucmari o

Vichucumari 12. Limayvilca

13.  Yambilla o Ambilla o Sambilla

El Chontal (Los Olleros)

Page 31: El Origen Del Dios Pariacaca

14.  Julcahumahuma

15. Llama o Yana o Llana 16. Bechuca o parcialidad de

Luricasa 17. Ayuca 18. Acurana o Corana 19. Llivia

20. Cullan

Aquipa (El Chorrillo)

21. Linca 22. Yanica o Llanica

23. Allumpaya o Umpalla o Huempaya

Langa

24. Coto Cochahuayco

25. Allauca Langa y Aquipa

 

6. HUARANGA DE PICOY

Ayllus Localizados en :1. Purua

2. Caracheca Mama

3. Picoy 4. Quise 5. Bayluren 6. Chapo 7. Ñaupite 8. Quillocuy 9. Yayas 10. Quilguay 11. Sicachaqui o

Sicachachi 12. Huaylas o Hauyllaqui 13. Culluhuay 14. Lurin

15. Chupe o Chupa

Surco

16. Siracara Huariquiña

17.  Chaucán 18. Allaucaquicha 19. Ichoca de Quicha 20. Sacsahuma o Sucsuma 21. Collana 22. Yaros 23. Callahuma 24. Masacallahuma 25. Huallpa 26. Paigua o Paycua 27. Chacrasana

Matucana

Page 32: El Origen Del Dios Pariacaca

28. Tunacayahuma

29. Guilpa

 

 

7. HUARANGA DE YAUCHA

Ayllus Localizado en :

1.  Yanamarca 2. Macón Masac 3. Machae 4. Cacray 5. Macran 6. Masace 7. Llancha 8. Tupe 9. Ichocallán 10. Aylláncullán 11. Chachayas 12. Roccha 13. Llancha de Llurumayo 14. Yaucha o Jaucha 15. Allaucacayán

16. Chichayna

Huanchor (San Mateo)

17. Ichoca 18. Collana

19. Nanaco

Viso

 

8. HUARANGA DE CARAMPOMA

Ayllus Localizados en:

1.  Paullac o Pauyac o Pausa

2. Chulla Mitmas

Laraos

3. Curaca

4. Hualcapoma Huachupampa

5. Chaupin o Chiupin 6. Araguay 7. Sigue 8. Gualapampa 9. Julapampa

10. Ayaviri o Allauiri

Anchicocha

De iris

11. Ichoca 12. Pariac

Huanza y Carampoma,

Page 33: El Origen Del Dios Pariacaca

13. Accha 14. Tres Casas ( sic) 15. Julcachuri o Julcachiri 16. Capcha o Chaccha 17. Liviac o Lliviac 18. Collana

19. Collau o Cayau o Callan

20.  Japani o Sapán

21. Huari o Guari Carampoma

21. Chaupin o Chupin Huachupampa, Laraos.

22. Julcacambra Anchicocha y Huachupampa

23. Allauca Laraos y Carampoma

 

9. HUARANGA DE CHACLLA

Ayllus Localizados en:

1. Collata 2. Jiacamarca 3. Chulla 4. Vicas o Viscas 5. Ñamoc

6. Xipu o Gipu

Chaclla

7. Culli 8. Ichoca

9. Jicamarca

Jicamarca

10.  Aynamichuy 11. Huancayanac 12. Allauca 13. Chauca 14. Páucartambo 15. Mangovilca 16. Huachuvilca 17. Colca

18. Mangorraqui

Collota

19. Tuna (Punán?) Punán y quebrada de Acopaya(Sta.

Eulalia

20. Cayao Acopaya y Chichima

21. Capcha ?

 

10. HUARANGA DE CASTA

Ayllus Localizados en:

1. Llaveca Casta

Page 34: El Origen Del Dios Pariacaca

2. Binquiguamo 3. Allauca 4. Huallacocha 5. Piscapachaca

6. Apañac 7. Yasapar o Yacapar o

Llacapar Casta y Otao

8. Yana Casta y Otao

9. Chauca Chauca y Otao

10. Oro o Uro u Oro Chauca

 

SEGUNDA PARTE 

Los huarochirís a la llegada de los incas

De aquí en adelante específicamente trataremos de lo que aconteció en el área de las huarangas y ayllus de la "provincia" de Huarochirí desde su anexión al Imperio Incaico, hasta la destrucción y ocaso del Tahuantinsuyo. No es caudaloso lo que conocemos al respecto. La documentación es demasiado parva; pero aprovechando lo poco que brindan los papeles de los siglos XVI y XVII podemos presentar las materias siguientes:

Según las fuentes, el Inca que los invadió fue Túpac Yupanqui. Los impresos y manuscritos regionales y locales constantemente mencionan a dicho Inca como el conquistador y dominador de los Yauyos y huarochirís. Pero aquí hay que hacer una aclaración. Se trata del Inca Túpac Yupanqui cuando ejercía el correinado con su padre el gran sapainca Pachacútec, el célebre vencedor de los chancas y creador del Estado imperial del Tahuantinsuyo. Pero Túpac Yupanqui estaba asesorado y auxiliado por varios guerreros cusqueños de extraordinaria valía, entre ellos Cápac Yupanqui, hermano del referido Pachacútec. Y también por el renombrado Apo Cámac Inca, valeroso capitán de mirada penetrante y feroz que peleaba como un león. Su musculatura le permitía derribar a cualquiera de una sola trompada, dejándolos desmayados hasta por una hora. Por igual, le acompañaban otros jefes de fama: Cusi Guamán Chiri, Manco Cápac Inca, Topa Amaro Inca e Inca Mayta. Con ellos iban a avanzar y penetrar hasta Yaucha y Chaclla.

Tanto Túpac como Cápac Yupanqui para derrocar a estos belicosos habitantes, que vivían por lo común en llactas (o asentamientos fortificados), convencidos de que les bastaría 12 000 soldados, a los excedentes los despidió rumbo al Cusco para no fatigarlos. Cuando los dos aguerridos adalides cusqueños llegaron a los lindes de los Yauyos, les enviaron sus embajadores para transmitirles sus consabidos requerimientos con miras a atraerlos en forma pacífica.

Los curacas de Anan y Lurinyauyos en una junta o asamblea general intercambiaron sus puntos de vista. Unos opinaron defender su libertad hasta morir; en tanto que otros fueron del parecer sobre la inutilidad del enfrentamiento a las tan poderosas tropas del Imperio Incaico, efectivos que los tenían rodeados por todas partes. Conocedores de que habían derrotado a etnias muchos más extensas que a los Anan y Lurinyauyos, plantearon que un entendimiento suave no ofendía a nadie, incluso a ninguna de sus divinidades, ya que los Incas respetaban a las culturas materiales y espirituales de cada localidad, dando buen trato a quienes que les acataban. Provocar un choque violento, por el contrario, daría como resultado la destrucción total de lo que pretendían conservarla. Consideraron, por lo tanto, un desatino oponerse a la irresistible etnia Inca. Tal fue el concepto que prevaleció. De modo que recibieron a las huestes incaicas en medio de fiestas con toda la solemnidad que les fue capaz de realizar.

Page 35: El Origen Del Dios Pariacaca

Con todo, como se acostumbraba, entonces en la parte final de tales celebraciones, escenificaron una batalla entre las tropas incaicas y los guerreros huarochiranos. Una lid que forzosamente tenía que acabar con el triunfo de los Incas y la derrota de los huarochirís: una verdadera batalla ritual o teatral para simbolizar el triunfo auténtico de los primeros y la subyugación de los segundos.

El corolario del sometimiento pacifista de los Yauyos y huarochirís, lógicamente, dio como fruto que el general Cápac Yupanqui y su sobrino el príncipe Túpac Yupanqui homenajearan a los curacas principales. Les prodigaron premios espectaculares tanto a ellos como a otros jefes inferiores de huaranga e incluso a distintos guerreros y nobles. Les mandó repartir una enorme cantidad de ropa fina o cumbis; piezas de oro, mujeres y coca; mientras que a los runas o campesinos los contentó con telas comunes llamadas abascas o aguascas. Así fue como la totalidad quedó feliz, alabando al nuevo soberano y gran señor Pachacútec, en cuyo nombre actuaban su hermano e hijo correinante.

Cuando arribaron los cusqueños, los pobladores huarochiranos, como ya hemos visto, tenían una larga trayectoria en estas comarcas: centenares de años de experiencia y un perfecto conocimiento de sus ecologías, tradiciones, leyendas y mitos. Los incas, pues, encontraron a dicho territorio totalmente ocupado, organizado y gobernado por dirigentes de origen yaro (o yauyo) desde hacia siglos. Los ayllus de habla aymara (aru) y los otros ayllus yungas o nativos del área de Huarochirí acusaban una notoria vida sedentaria de muchas centurias. Sus construcciones, chacras y actividades artesanales estaban tan afianzadas bajo un control administrativo tan eficientemente ejercido por sus curacas y capaccuracas, que los incas se quedaron admirados. Los habitantes yaros (o yauyos) tenían una cultura adelantada y aguerrida. Como pastores y agricultores dominadores de multitudes predominaban sobre los pobladores "yungas", a quienes habían invadido cuatro siglos antes, propagándose por una considerable extensión territorial, por cuanto llegaron casi hasta la costa misma.

Por eso los incas les iban a respetar y reconocer sus derechos sobre los campos, casas, aguas y pastos que señoreaban desde que vencieron y derrotaron a los antiguos habitantes yungas del área, muchísimos de los cuales fugaron a la costa y a la selva alta. Los incas no iban a innovar su organización interna de sayas, huarangas y ayllus. Todo quedó intacto.

Los vestidos, herramientas y armas de los huarochiranos de aquel entonces, confeccionábanlos con gran sencillez. Pero su alfarería, como podemos descubrir ahora, es tosca y burda. Sus relaciones sociales estaban enmarcadas dentro de la endogamia y monogamia; salvo la de los señores curacas, los cuales, como conductores y personajes excepcionales, podían practicar la exogamia y la poligamia simultáneamente. Por lo restante, en sus linajes primaba la descendencia paralela, o mejor dicho el de considerar a los hijos varones descendientes del padre (patrilineal), en tanto a las mujeres de la madre (matrilineal); sin que ello fuera impedimento para que ambos progenitores dejaran de reconocer sus paternidades y maternidades respectivas.

Se sabe, asimismo, que los huarochirís, como los demás runas (habitantes andinos) conocían excelentemente el uso y manejo de los quipus con fines contables, aunque también los empleaban como instrumentos memotécnicos (recordatorios del pasado). Anotaban en sus cuerdas citadas hechos acaecidos en sus vidas. Los que vale manifestar que componían unos eficientes nudos “históricos”.

Los Incas introdujeron algunas modificaciones en la región principalmente estableciendo otro sistema especial de control estatal. Con la idea de sacar el mayor provecho de los recursos naturales y humanos del espacio anexado establecieron el sistema de mitmas ( o mitimaes), de mitas ( o trabajos por turno), de la distribución de la gente según sus grupos de edad. Todos ellos vigilados por funcionarios que hacían uso de los aludidos quipus para conservar las estadísticas en medio de un ordenamiento exactísimo.

Acto seguido, los dos caudillos incas estructuraron en la etnia, tan sosegadamente incorporada, el gobierno local, instalando funcionarios para el control de las mitas y servicio en provecho del

Page 36: El Origen Del Dios Pariacaca

Estado tahuantinsuyano. Después partieron al Cusco llevando a muchos yauyos y huarochirís en calidad de buenos súbditos.

Como se habrá notado, los incas respetaron y mantuvieron el nombre de Yauyos para continuar designando a dicha demarcación etnopolítica de habla aymara. Y no sólo eso, sino que enaltecieron su status. Realmente conservaron su antigua demarcación, si bien reorganizándola. La convirtieron en un hunu: o dicho de otra manera: en una "provincia" de 10 000 mitayos o tributarios activos, lo que anuncia que su población sobrepasaba los 110 000 habitantes.

En concordancia a una tradición recogida muy tardíamente (1843), habría sido el sapainca Túpac Yupanqui, o tal vez su sobrino Cápac Yupanqui, el que le puso a Lurinyauyos el nombre de Huarochirí, en directa alusión a la intensa frialdad de sus alturas cordilleranas: motivo por el cual tuvo (o tuvieron) que cubrirse con más ropajes que los habituales. Agrega la referida tradición que uno de ellos, o quién sabe los dos juntos, al sentir demasiado frío y pedir más abrigo creyeron por conveniente llamar a sus habitantes Huarachirini. Palabra que desdoblada, resulta: huara: calzón corto para abrigar, y chiri: frío. Huarachirí significaría entonces pañetes o truzas para defender el pubis y las caderas del ambiente helado de las alturas: voz que poco a poco se transformó en Huarochirí. Sin embargo, lo que acabamos de exponer nunca ha sido confirmado con documentos más antiguos. Lo que prevalece son las etimologías dadas por Bertonio, que ya vimos.

El huno de Yauyos quedó conformado, pues, tanto con Yauyos como en Huarochirí, el primero denominado entonces Ananyauyos y el otro Lurinyauyos: ámbito etnopolítico que persistió hasta la época de la invasión española. Su desestructuración comenzó cuando Francisco Pizarro creó los repartimientos y encomiendas, hecho que fue consumado cuando el virrey Francisco de Toledo fundó el corregimiento de Huarochirí, segregándolo el de Yauyos el 29 de abril de 1576.

De todos modos, la conquista y anexión de otras etnias y sub-etnias ubicadas paraban al Oeste de los Yauyos y Huarochirís, no fue tan plausible ni comoda para los Incas. Se sabe que las dos sub-etnias de Amaya y Xiguaya resistieron valerosamente y por largos años. Pero la etnia Yauyo misma, integrada por una intrépida población, por lo que ellos mismos se autotitulaban Ananyauyos, se plegaron a las filas del ejército Inca, prestando valiosos servicios que premiaron los soberanos cusqueños, considerándolos como incas de privilegio con derecho a llevar orejeras y pelo corto, aparte de otros cargos honrosos como autoridades y gobernadores en otras poblaciones opositoras al régimen del Cusco. Así lo asegura Guamán Poma de Ayala.

También hay otra prueba demostrativa de como los señores yauyos fueron elevados a la clase de incas de privilegio. Es decir al rango de parientes ceremoniales de la etnia Inca del Cusco. Es el nombre del señor del ayllu de Allauca (Yauyos), que se nombraba Inca Mocha, el mismo que más tarde fue bautizado con el apelativo de Don Diego.

Page 37: El Origen Del Dios Pariacaca

Por otro lado, con el arribo de los incas desaparecieron por completo las guerras interétnicas: las sostenidas por los yauyos y huarochirís con los chocorvos, huancas y cantas. Quién sabe si los yauyos y huarochirís hayan recibido pacíficamente a los incas justamente para poner punto final a esas tensiones.

Acllas y mita a Sacsaihuamán

En el perímetro huarochirano los Incas levantaron un acllahuasi. Pero no hemos hallado ninguna referencia documental que indique con exactitud el lugar dónde estuvo tal edificio, ni tampoco del número de acllas o escogidas allí encerradas para elaborar telas en cantidades determinadas por el Estado.

El único dato que ha llegado a nosotros referente a las citadas acllas es que a la altura del pueblo de Huanchor (San Mateo) tenían una piedra muy alta en medio del río, de la cual despeñaban a las mencionadas acllas que no guardaban castidad durante su reclusión en los acllahuasis. Como es racional, eso lo ejecutaban por disposición de las autoridades incaicas, por lo que ha dicho peñasco lo consideraban huaca (cosa sacralizada). Consecuentemente, si por allí hubo un acllahuasi, hay que admitir que también existió un templo solar y algún asentamiento administrativo (llacta) de importancia. Es un tema que la arqueología tendrá que investigar y aclarar.

Santa Cruz Pachacutic con bastante diafanidad deja entender como Túpac Yupanqui resolvió que a los adoradores de Huallallo (es decir los habitantes yungas o nativos de Huarochirí), al igual que a los apasionados devotos de Pariacaca (o mejor dicho a los descendientes de los invasores Yauyos o Yaros) les impusieron como tributo, por turnos y tandas desde luego, su concurrencia al Cusco para trabajar en la construcción del gran edificio de Sacsaihuamán. Labor en la que efectivamente participaron al lado de otras muchas etnias conquistadas por los Incas. Con todo, enseguida de haber terminado la obra citada, de inmediato los encaminaron a realizar otras construcciones en Pachacamac y Chincha, a orillas del mar. De acuerdo a lo que exterioriza Santa Cruz Pachacutic, fue la sanción o pena que Túpac Yupanqui les impuso hasta que quedaran grandemente rendidos. Sin embargo, tal aseveración no es creíble en su integridad. Lo que se percibe es que fue una sutil estratagema para someter totalmente a sus aliados, y porque ningún runa del Tahuantinsuyo debía quedar liberado de prestar servicios en beneficio de la capital del Estado, ni siquiera los más fieles y adictos al sistema.

Page 38: El Origen Del Dios Pariacaca

En Pariacaca fue donde los pastizales pertenecían al sapainca. Así lo declara tácita y expresamente Hernando Naypajulca, un hombre natural del pueblo de Caranga (Yauyos), quien se desempeñó allí como "ovejero del inca". El informe anunciaría que en dicho lugar sólo trabajaban los de la saya de Yauyos. Pero más pastizales fueron tomados por el Estado en las alturas de Huanchor.

Lo que ocurrió en la huaranga de Yaucha

Por las declaraciones que obran en un expediente de fines del siglo XVI, se dilucida que cuando se produjo la expansión e intervención inca en Huarochirí, el que gobernaba a la huaranga de Yaucha era Guamán Quilcasca, que ocupaba el cargo por sucesión legítima en "línea recta", es decir dentro de una misma familia. Por ese motivo Túpac Yupanqui le reconoció como tal y le confirmó en su puesto, permitiéndole que continuara sentándose en su dúho o tiana, igual que sus antepasados los señores de Yaucha.

Pero Túpac Yupanqui le hizo más concesiones a Guamán Quilcasca. Le dio joyas, ropa de cumbi, plata, oro; y chacras en Jauja, Huamanga y también en “Chacalla y hasta [en] el Cusco”. Y cosa igual hizo a favor del señor Chuquiaca, curaca de la huaranga de Picoy. Y desde luego que también le señaló un determinado número de personas para su servicio, con la finalidad de que pudiera subsistir de acuerdo a su alta esfera de curaca de huaranga, tal como habían vivido los antepasados de Guamán Quilcasca. Este gobernó hasta que murió.

Cuando falleció Quilcasca, el que sucedió en el cacicazgo de la huaranga de Yaucha, de conformidad a sus ritos y costumbres, fue su hijo principal llamado Guayna Carguavillca, “que fue por el dicho inca resciuido y metido en la dicha posesión por uenirle en línea recta, dándoles e mandándole dar todas las mercedes que a los demás antepasados hauía hecho”. Tal acontecimiento también ocurrió durante el reinado de Túpac Yupanqui.

Guayna Carguavilla expiró cuando gobernaba Huayna Cápac. Le heredó Cargua Yauri, su hijo principal. Por ser el legítimo sucesor, Huayna Cápac dispuso guardarle las preeminencias y honras que tuvieron su padre y abuelo. En tal sentido le otorgó nuevas mercedes: le concedió flamante servidumbre (yanas), y sobre todo ello una mujer nombrada Chababi, con la que contrajo matrimonio de acuerdo a los usos andinos. En ella tuvo dos hijos: Pomachagua y Cóndorchagua. Al respecto existe un dato excelente: "al tiempo y cuando los ingas, señores de este reino, gobernaban, ... el dicho Carva Yauri ... era mayordomo del inga y tenía a su cargo el ganado, cumbi y maíz y papas y otras cosas suyas". Acerca de lo cual otra fuente confirma que Pomachagua fue en efecto "ovejero y cumbicamayo". Lo que quiere decir que Cargua Yauri (padre de Pomachagua) no solamente se desempeñó como curaca de su etnia, sino también, por disposición del soberano imperial, como guardián de los rebaños estatales. Lo que asimismo advierte que ejerció el cargo de quipucamayoc de los citados bienes. Él afirma que idéntica responsabilidad les dieron a su padre y abuelo. Los señores de Picoy, en cambio, únicamente habían actuado como curacas de su huaranga y nada más, lo que no es poco.

Los dos hijos de Cargua Yauri, ambos nacidos en Yanamarca, un pueblo de la huaranga de Yaucha, sobrevivieron hasta después de la conquista española, cuyos sacerdotes los

Page 39: El Origen Del Dios Pariacaca

bautizaron nombrándolos don Jerónimo Pamachagua y don Pedro Condorchagua. El que heredó el cacicazgo fue Pomachagua.

En efecto muerto Cargua Yauri, ocupó el cacicazgo de la huaranga de Yaucha su hijo Pamachagua, el que demostró gran habilidad y brío en el gobierno de su grupo, tanto en la logística como en la táctica y estrategia bélica. Igual que su progenitor, Pomachagua también ejerció el cargo de “quipucamayo y mayordomo de todas las haciendas del inga Topa Inga Yupanqui”, además de cual tenía su propia casa y chacra. Cabalmente esos informes que expresan: “eran ... quipucamayos del inga y su mayordomo de todas las haciendas y otras cosas que tenía a su cargo”, demuestran que tales empleos no los ejercían obligatoriamente los incas de sangre o de privilegio, sino de la misma manera los caciques de huarangas pertenecientes a etnias subordinadas al Cusco. Lo que señala, a su turno, cierto grado de descentralización y de opciones u oportunidades a los talentos provincianos en quienes confiaban el Estado. Al respecto cabe remarcar lo que dice otro informe: “que [Pomachagua] era camachico de los indios que guardaban los ganados del inga, y asimismo tenía cuidado de guardar los cumbis y maices y papas y demás cosas del dicho inga”. Y esta otra: “el cual era como mayordomo de las haciendas del inga” O las siguientes palabras mucho más gráficas que las precedentes por calificar a Pomachagua de “ carnerero y cumbicamayoc".

Por su lado, la reiterada información de que Pomachagua, hijo de Cargua Yauri, fue durante el incario guardián de los ganados, indica que su ayllu y parcialidad de Yaucha estaba dedicada esencialmente a la ganadería, lo que advierte la existencia de pastos en sus alturas.

Pero de los hechos gloriosos de la vida de Pomachagua se conoce algo más. Por ejemplo cuando estaba en el pueblo de Yanamarca supo como el inca Huayna Cápac se hallaba en Jatunjauja, por lo que se encaminó a esa llacta. Y precisamente allí, cerciorado el citado jefe incaico de tales virtudes que le hacía acreedor a estima y consideración, lo extrajo de su tierra y dándole el título de capitán lo llevó a la campaña de Quito para pelear en una expedición pacificadora y conquistadora, comandando una gran cantidad de combatientes, sin duda yauchas. Los demás connacionales suyos que retornaron de Jauja a Yanamarca así lo refirieron a sus parientes y amigos. Mientras duró su ausencia quedó como cacique – gobernador de yaucha su hermano Cóndorchagua, al que dejó investido con las preeminencias que tenía el anterior, como se acostumbraba entonces. La cita documental pormenoriza con precisión dicho acontecimiento: ”El inga Túpac Cusi Guallpa [Huayna Cápac], por ser indio de brío y de gobierno para la guerra lo llevó de su pueblo llamado Yanamarca -de la reducción de este pueblo (Huanchor). Le llevó por su capitán a Quito y dejó en lugar de dicho Pomachagua al dicho Cóndorchagua, su hermano, por cacique de la parcialidad de Yaucha. Respetaban y tenían al dicho Cóndorchagua por tal cacique de Yaucha".

En otras palabras, los picoy y yauchas participaron en la conquista, derrota y anexión definitiva de los cayambes, carangues y pastos al imperio del Tahuantinsuyo.

Se ve pues, con lucidez, que Pomachagua ejercía el cacicazgo de la huaranga de Yaucha solamente cuya cabecera o capital, durante su gobierno, fue la aldea o pueblo de Yanamarca.

Posteriormente después de haber pasado muchos años. Pomachagua regresó de Quito y se salió del servicio militar de Huayna Cápac. Retornó, pues, a Yanamarca. Y no hay ninguna huella de que haya participado en la guerra civil de los hermanos Atahualpa y Huáscar. De todos modos, durante aquellas beligerancia los señores de Picoy y Yaucha simpatizaron con el bando de Huáscar, bien que ninguno de los dos se halló en las batallas.

Chuquiaca y el señorío de Picoy

Por su parte el señor o Apo Chuquiaca, contemporáneamente a la expedición de Túpac Yupanqui se desenvolvía únicamente como cacique o curaca de la huaranga de Picoy. La gobernaba sin oposición de nadie.

Page 40: El Origen Del Dios Pariacaca

Producida la conquista cusqueña, Túpac Yupanqui, como se estilaba en el Tahuantinsuyo, al igual que a Guamán Quilcasca, le honró también con regalos que engrandecieron el honor y lustre del cacique Chuquiaca. Fue una de las tácticas que aplicaban para ganarse a la aristocracia provinciana derrocada, con el objetivo de convertirlos en una clientela adicta. En primer lugar, el inca dio al cacique de Picoy tres esposas, realidad que patentiza como Chuquiaca gozaba de más prestigio que el curaca de Yaucha, pues a éste apenas le donó una sola consorte. Debieron ser tres damas cusqueñas, o quizá de otras nacionalidades pero extraídas de algún acllahuasi. De haber sido cusqueñas sugiere que forzosamente debieron pertenecer al grupo de las ñustas o princesas. Y tales esposas eran diferentes a las que Chuquiaca ya poseía desde antes de su sometimiento y anexión al Tahuantinsuyo. Por lo tanto, como cualquier otro aristócrata, tenía su mujer principal, y junto a ella varias secundarias.

Pero Túpac Yupanqui no solamente le otorgó tres cónyuges más, sino también un dúho o tiana para que posase con más lustre. Le regaló, de igual manera, una anda para que lo trasladasen de un lado a otro cuando lo deseara en hombros de cargueros propios, con facultad para hacerlo inclusive al lado del mismísimo sapainca y de otros caciques y señores de alto rango. Lo que evidencia una vez más que Picoy disfrutaba de mucha dignidad.

Otros obsequios del inca a favor de Chuquiaca fueron "muchas ropas de cumbi" para que se vistiese con elegancia. Se trata de unas piezas raras que recibían el nombre de colcapata y llancapata. Pronto le donó 300 cabezas de ganado con su respectivo servicio de pastores para su guarda y cuidado, aunque el documento no especifica si fueron en condición de yanas o de mitayos, si bien los más probable es que eran de yanaconas.

Finalmente le entregó tierras agrícolas ubicadas en distintos lugares. 1º En el país de los Quinua (Huamanga) unas parcelas para cultivar maíz con sus respectivos "indios para que se las beneficiasen", es decir, yanaconas. 2º Otra en la demarcación de Lurinhuanca, en la sierra central, en el asiento o paraje llamado Huayao, donde ahora está instalado un observatorio geofísico. 3º Otros terrenos en la saya de Jatunjauja, en el lugar denominado Maraicota, aledaño a la laguna de Paca. 4º En el sitio Iscochanca, ubicado en los "Andes" o montaña oriental del reino Huanca, le concedió plantaciones de coca. 5º En la propia huaranga de Yaucha y su comarca le dio algunas chacras más en Yacamara. Y 6º en Chichina (Santa Inés) le permitió otras parcelas para sembrar maíz, ají y coca, igualmente con sus correspondientes "indios para que se las benefeciasen".

Los lotes para maíz que el curaca de Picoy recibió en Lurinhuanca y Jatunjauja, desde un principio comenzaron a ser laborados por los indios del ayllu del dicho Chuquiaca". Lo que denota que allí tenía señalado y reubicado un número determinado de picoyes, bien que es difícil precisar su categoría servil como yanas, o tal vez como mitayos, pese a que los indicios documentales insinúan que conformaban conjuntos de mitayos, pues cuando se hizo la visita general de 1572 los empadronaron como a mitmas mamas (picoyes)

De la totalidad de tierras recibidas por Chuquiaca, las que preocupan son las que concedieron en Quinua (Huamanga), Lurinhuanca y Jauja. Las fuentes manuscritas confiesan que fueron para que en ellas sembraran maíz. El clima de Huamanga, desde luego, es muy apropiado para dicha planta; pero el valle de los huancas (hoy Mantaro) no. Aquí, la altura y las heladas no consienten su desarrollo completo. Habría sido más conveniente asignarle terrenos para maíz en la costa de Lima, en Huanchiguaylas (Ate) y Luringancho (Carabayllo) y no en la sierra Huanca.

Page 41: El Origen Del Dios Pariacaca

En lo que respecta al ganado no hay duda que le donaron con carácter de bienes privados. Pero en lo que toca a las parcelas es necesario diafanizar algo más. ¿Fue única y exclusivamente en beneficio del curaca Chuquiaca, o para todos los ayllus de la huaranga de Picoy? El documento tácita y expresamente revela que fue en calidad de posesión privada: "todo lo cual el dicho Chuquiaca tuvo e poseyó por suyo o gozó por tal cacique".

Chuquiaca engendró un hijo varón en cada una de sus tres esposas: Anchicarguaya, que fue el primero en nacer; Chuquivilca, el segundo; y Chuquillivia, el tercero. Chuquiaca administró a los de Picoy sin contradicción de nadie, quieta y pacíficamente hasta que exhaló el último suspiro.

Producido, pues, el deceso del gran señor Chuquiaca, el que le sucedió en el cacicazgo de la huaranga de Picoy y el que heredó las tierras y demás bienes suyos fue Anchicarguaya, su hijo principal. Y tales hechos acontecieron durante el gobierno de Huayna Cápac.

Anchicarguaya comenzó a regir a los picoyes en la misma forma que su progenitor. Pero como le tocó mandar cuando reinaba el sapainca Huayna Cápac, éste le confirmó en el señorío, concediéndole tres esposas con las cuales celebró los ritos de su boda múltiple, hecho que merece una reflexión. Si con ambas llevó a cabo el ritual del matrimonio, como dice la fuente escrita, indica, ¿qué las dos pasaron a la categoría de "mujeres principales"? Claro que sí, cosa nada insólita cuando las damas pertenecían al mismo nivel social, y mucho más si le entregaba el sapainca . En tales situaciones los hijos también tenían el estatus de principales. Aparte de ellas, debió tener otras cosas secundarias sacadas de su propia etnia.Anchicarguaya procreó tres hijos varones engendrados en las dos cónyuges que le dio Huayna Cápac. El mayor fue llamado Ticsiguaman; el segundo, Caximichuy; el tercero, Astoyauri.

Fallecido Anchicarguaya, el sucesor del cacicazgo de la huaranga de Picoy fue su hijo Tisciguaman, el cual, cuando tomó las riendas del gobierno, estaba muy viejo. También le heredó las chacras, ganado y demás bienes que recepcionó su abuelo por concesión de Túpac Yupanqui. El mandato de Ticsiguaman coincidió con el reinado de los sapaincas Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa. Gobernó en la misma forma que su padre y el padre de éste, y en medio de una gran respeto por parte de la gente que componía su mencionada huaranga.

Algunos de sus coetáneos referían como Ticsiguaman envió cachas o mensajeros con recaudos y regalos a Marcapoma, cacique de la huaranga de Chaclla, obsequios a los que debidamente le correspondió como parte muy esencial de la reciprocidad y generosidad que practicaban los apos o nobles del mundo andino.

De todos modos Ticsiguaman no obtuvo mujeres ni más donaciones por parte del Estado incaico. Se casó de conformidad a sus ritos con la señora Mullucargua, a la que la dejó embarazada en dos oportunidades. Le nacieron dos hijos principales: Guamangualca, el mayor; y Ticsilivia, el segundo.

A Ticsiguaman le tocó, pues gobernar a los picoyes en plena contienda entre los hermanos Húascar y Atahualpa y en el lapso que duró la invasión española.

Mitas y servicios

Los incas estatuyeron muchas obligaciones. Cardinalmente dar contingentes de trabajadores por turno y tandas (mitas) para obtener excedentes o un plus - producto en las tierras y pastos confiscados por el Estado; en las minas; talleres textiles: construcciones de edificios civiles, militares y religiosos; fabricación de armas; elaboración de cerámica y artefactos de platería y orfebrería; servicio de chasquis (correos), etc.

En tales actividades, como es conocido, el Estado les proveía de materias primas, a más de una retribución consistente en comidas y bebidas durante el tiempo que duraba el trabajo. Todo ello controlado y planificado al mínimo por un enjambre de funcionarios que permanentemente informaban a sus superiores. Para lograr el pleno éxito levantaron (e iban a hacerlo siempre)

Page 42: El Origen Del Dios Pariacaca

catastros de los recursos naturales y humanos de cada espacio para exigir productos sólo factibles de producir en cada región, tanto en lo que se refiere a la calidad como a la cantidad. Todo con la meta de no agotar los recursos humanos y naturales.

El sistema de mitas no representaba un trabajo absorbente y despiadado, sino por turnos y tandas, de manera que nadie faenara más y otros menos. Y sobre eso les retribuían con comidas, bebidas y otras dádivas. En aquella forma unos daban y otros recibían, de acuerdo a un patrón de reciprocidades asimétricas perpetuamente en provecho del grupo de poder estatal. Y mientras laboraban para el Estado, nadie les pedía los frutos de sus parcelas, quedándoles como un ahorro o reserva para los propios mitayos.

Y aparte, cada curaca proseguía con su servicio de trabajadores. Los caciques de Chaclla, por ejemplo, continuaron gozando del derecho a una determinada cantidad de mitayos para cultivar una chacra de maíz de 4 fanegadas (288 varas de largo × 140 de ancho), de 4 papas y 2 más de otros productos. Las semillas para el próximo sembrío acostumbraban separarlas y guardarlas los propios trabajadores desde un comienzo. Por lo restante, durante la enunciada labor productiva el curaca los mantenía dándoles víveres y bebidas. Así lo dejan traslucir las tasas tributarias del siglo XVI.

Claro que los yanapaques o segundas- personas sólo percibían la mitad de chacras y trabajadores de los que gozaban los curacas titulares. Los demás caciques de ayllu limitadamente tenían derecho a 4 topos de tierra; una medida variable según el grado de rendimiento del terral. Tal realidad estaba justificada bajo el argumento de que los señores de rango inferior tenían menos compromisos para donar y regalar (redistribuir).

Caminos

El camino que enlazaba Xauxa con Pachacamac fue perfeccionado por los funcionarios Incas, inmediatamente que éstos los incorporaron. El mencionado camino partía de Xauxa, para atravesar por la frígida cordillera de Pariacaca. Y de allí descender a la quebrada de Huarochirí, hasta alcanzar el valle bajo de Pachacamac. No venía a ser otra que la antigua vía seguida por los peregrinos de la sierra central cuando venían al santuario de la divinidad que controlaba los movimientos de la tierra (temblores y terremotos). Los Incas, por razones estratégicas, mejoraron las condiciones viales de la referida ruta con tanta importancia que su rol no decayó durante la invasión española y también en los años de las guerras civiles entre pizarristas y almagristas. En el lapso del virreinato continuó como la senda más trillada entre Lima y Jauja, de donde proseguían a Huancayo, Huamanga, Cusco y Potosí.

Este constituía el itinerario principal, pasando por el propio

Huarochirí (huaranga de Colcarruna). Cuando la caminata

la iniciaban en el valle de Lima, ascendían al pueblo de Sisicaya y

Aquipa (El Chorrillo), para enseguida entrar al ya aludido

pueblo de Huarochirí. De allí continuaba al pie del nevado de

Pariacaca; de donde avanzaban al tambo de Julca, rumbo a Jauja. De Huarochirí a Jauja se contaban 18

leguas (115 kilómetros), casi en línea recta.

Sobre la magnificencia de tan insigne trocha dan fe todos los cronistas, primordialmente los de las guerras civiles. Por allí, los jefes notables, caudillos, soldados y otros transitaban llevados

Page 43: El Origen Del Dios Pariacaca

en sus literas, rebosantes de plenas comodidades y enorme acompañamiento de gente; y con expectante agilidad no obstante trasmontar a pie por lugares donde hoy es dificilísimo hasta dar algunos pasos. Recordemos que por esta calzada de Pariacaca fue por donde vinieron a Pachacamac los sapaincas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac; y el mismo Francisco Pizarro cuando decidió trasladar la ciudad de Jauja al valle de Sangallán y pronto al de Lima.

El cerro de Incacaya, relacionado con los caminos rituales del culto a Pariacaca, es posible que haya estado vinculado con ciertos acontecimientos protagonizados por algún sapainca que recorrió dicha zona. Caya es el chuño de ocas. De Incacaya se veía muy bien la cumbre del Pariacaca, en cuya parte inferior de aquel nevado se abría la cueva en el que veneraban al ídolo o efigie del referido héroe convertido en huaca o divinidad: Yaro o Pariacaca.

Otra ruta notable, de data preinca, fue la que cruzaba por la quebrada de Nievería, la misma que ligaba las partes altas con la costa. Por igual, fue perfeccionada por los soberanos cusqueños. Realmente comunicaba el valle de Lima con las poblaciones del otro lado de la cordillera. La referida vía arrancaba de Lima rumbo a Cajamarquilla. Trepaba por Jicamarca, Chaclla, Quilcamachay, Collata, Arahuay, Acobamba, Marcapomacocha y Tarma. Cruzaba el territorio de los Chacllas. Aquí cabe evocar la existencia de la famosa cuesta de Chaclla que baja a Mama (hoy Ricardo Palma), sede de un tambo real. Así lo dice Dávila Briceño. El enunciado camino fue utilizado durante la colonia y siglo XIX para contactar Lima con Tarma, Cerro de Pasco y Huánuco.

En el valle y quebrada del Rímac, desde la costa baja hasta las altas punas de Antarangra (El Ticlio) existían senderos de tránsito desde tiempos muy remotos. El mismo hecho de la

necesidad de control que ejercían los ayllus de las alturas sobre sus enclaves agrícolas en las partes bajas, y el trueque de pescado salado de los yungas con los serranos, determinaron la

existencia de veredas camineras para movilizarse de un lugar a otro, incluso en pos de peregrinaciones y celebración de fiestas rituales. Tales trayectos debieron ser los mismos que siguieron transitándose durante el Imperio Incaico, coloniaje y siglo XIX, quedando borrados a

partir de la construcción de los ferrocarriles y carreteras para vehículos motorizados.

Los citados senderos les servían también para comunicarse con Tarma y Chanchamayo, donde precisamente los de la huaranga de Pìcoy (Mama) tenían un grupo de gentes que huyeron a raíz de la invasión yauyo. Allá veneraban a un diminuto ídolo de Urpayguachac (esposa de

Pachacamac) que lograron llevar.

El camino de Lima los ponía en contacto con Ate o Latim. Este último perteneciente al circuito de los huanchiguaylas y luego con Pariachi, correspondiente al Picoy, bastante agradable en época de invierno cuando el cielo está cubierto de nubes. En el verano, por el contrario, terriblemente mortificante debido al intenso sol.

La vía real de Pariachi a Chichima (Santa Inés) cíclicamente permanecía deteriorada por las avenidas del río, las que también ocasionaban daños a los canales de riego. Ambos destrozos daban lugar a inspecciones y medidas conducentes a su reparación por medio de mingas o trabajos colectivos de los miembros de los ayllus que moraban en el recorrido de la quebrada. Averías que, pese a todo, no constituían estorbos insalvables, puesto que el transporte lo hacían a pie y con llamas de carga, animales aptos para deambular sin necesidad de pistas preexistentes y bien acondicionadas.

Luego la mencionada vía pasaba por Mama. De aquí arrancaba propiamente el tramo para Tarma y Bombón. A partir de entonces comenzaba a ascender por una quebrada fragosa que configuraba la serranía. En Mama mismo, donde confluye el Chaclla, existía un puente hecho de cuerdas gracias al cual lo pasaban con facilidad. A ¾ de legua de allí (4.5 kms.) se alzaba el tambo de Mama.

Page 44: El Origen Del Dios Pariacaca

Al deslizarse el camino por las faldas del cerro de Cocachacra, trepando rumbo al Este, a un lado del sendero se veía una especie de calzada que, por su apariencia parecía haber servido

para sostener una acequia. De allí proseguía a Surco, Huariquiña, Matucana, Acatari, Tamboraque, Huanchor, Chicla, Casapalca y Antarangra (El Ticlio).

Después de Chaclacayo y Yanacoto, el camino continuaba por Chosica y Mama. A 6/4 de legua estaba el tambo de Cupiche; y enseguida Cocachacra, Surco, Mayoc, Matucana, La

Cachuada, Tambo de Viso, Quebrada de Parac o Aruri, Huanchor, Jacaray (El Infiernillo), río Yuracmayo, Chicla, Pomacancha, Bellavista, Yauliyaco, El Tingo, pueblito de Acchaguayo, Casapalca, desagüe del río Tingo, e inmediatamente la cumbre de la cordillera denominada entonces portachuelo de Antarangra (Punta de Cobre). De allí se descendía a las minas de

Anticona y laguna de Huascacocha, lugares pertenecientes a los llacuacez.

En general, el camino de Mama a Huanchor o San Mateo en casi toda su longitud mostrábase angostísimo y muy peligroso. Corría a orillas del río, el cual, desde la cordillera de Mama se

deslizaba por un cauce extremadamente encajonado y con mucha violencia, dando la impresión de ser una continua cascada. En algunas partes configuraba un camino aterrador por

el ruido incesante que producían las sacudidas y golpes del agua contra los disformes peñascos de su lecho, que constantemente se desprendían de los cerros. En ciertos lugares el estrépito se oía tan fuerte que los viandantes no podían escucharse el uno al otro por más que

levantaran la voz. En algunos trechos los caminantes iban mojándose con las menudas partículas de agua que, a manera de garúa, se esparcía a bastante distancia por la

circunferencia de las rocas caídas. En otros sitios las cascadas se exhibían muy vistosas con sus blancas y espumosas aguas, con la que los viajeros distraían su imaginación, sobre todo

para quienes transitaban por allí por vez primera.

Entre las muchas angosturas de los sendero había una muy llamativa, bautizada por los españoles con el nombre de La Ladera de la Punta del Diablo, entre Matucana y Tambo de

Viso. Es una estrechura pendiente que estremecía a quien la pasaba. Si alguien por desgracia se derrumbaba al río, era inútil buscarlo, por que el furiosos golpe desde una altura tan inmensa y los zarandeamientos de las aguas contra los peñascos en breves minutos

destrozaban a los cuerpos.

Por lo demás, en el mismo tramo de Matucana al Tambo de Viso, en muchos trechos el camino aparecía asentado encima de pequeños guijarros, o piedras superpuestas desde la orilla del río hasta la eminencia de la ruta caminera. En tal situación, si algunas piedras de los cimientos se derrumbaban se deshacía todo aquel tramo. Sin embargo, resultaba admirable la resistencia de estas sendas angostas, sumamente simples de apenas una vara de ancho que "permanecían

desde el tiempo de los incas hasta el día, con sólo el cuidado de repararlas cuando lo necesitan".

En la integridad del periplo el aspecto del paisaje es diferente al de Surco - Pariachi. Debido a las constantes lluvias los cerros tenían otra apariencia. Ya no son los secos y áridos de la

costa, sino que se lucen vestidos con un tapiz verde vegetal que recrea y entretiene la vista de todo mortal.

Page 45: El Origen Del Dios Pariacaca

El cañón de Jacaray (llamado en el siglo XIX El Infiernillo) conformaba un callejón imponente cortado a pico, excesivamente estrecho y con paredes demasiados altas. Por una ilusión óptica

se tiene la sensación que sus bordes se acercan al río bajo una elevada bóveda.

En las cumbres de Antarangra (El Ticlio) el camino cruzaba por una gran cantidad de hoyadas y surcos, y por lo tanto, muy difícil de descubrir las huellas de los senderos. Lo más dramático surgía cuando llovía, por cuanto quedaban borrados los rastros dejados por los caminantes y

llamas (Lama glama) que acostumbraban transitar por allí. Entonces no se vislumbraban trazas del camino, por lo que gran número de transeúntes se perdían por no saber el punto de paso y travesía de la cima. El portachuelo de Antarangra se halla a 4830 metros sobre el nivel del mar.

Esta constituía, pues, la arteria preferida para viajar del valle de Lima a Tarma y Chinchaycocha y viceversa. Dávila Briceño, no obstante, asevera que dicha vía también fue la

favorita para quienes se trasladaban de Lima a diversos sitios de la sierra sur, debido a su comodidad por ser llano. Pero tal afirmación proporcionada en 1586 parece mas bien referirse

a una innovación colonial, ya que el acceso antiguo y principal de Lima y Pachacamac a la cordillera de Pariacaca y valle de los huancas no seguía por entonces la quebrada del medio y

alto Rímac. Dicha travesía se abría paso por Ate - Cieneguilla - Sisicaya - El Chorrillo - Huarochirí y Pariacaca: " la más mala puna de todas las del Perú", "la puna más alta y más fría que hay en toda la cordillera general dentro de estas trescientas leguas que hay desde Lima a Potosí". Para llegar a Pariacaca se precisaba subir por unos escalones y por un despoblado de 20 leguas desde Huarochirí. Por cierto que los pobladores de las huarangas de Picoy y Yaucha que iban y venían de Jauja y Huayao, preferían hacerlo por la quebrada del mismo río Rímac.

Es verdad que a partir de la inauguración del servicio ferrocarrilero de la sierra central y posteriormente de la carretera que sigue la misma línea, comenzaron a desaparecer poco a

poco las comunicaciones por esos largos senderos preincaicos e incaicos. El abandono en que quedaron, más la acción de los agentes naturales los han borrado en su mayor parte.

Escasamente son perceptibles, ahora uno que otro tramo del otrora magnífico camino de Pariacaca.

Tambos

En Huarochirí, a los mejores topónimos quechuas los hallamos en los vestigios del camino Inca, donde de trecho en trecho tenían en funcionamiento unas posadas llamadas tampus

(tambos). Se componían de unos aposentos construidos al borde de las vías. En sus interiores poseían poyos (bancos de adobes, o pircas compactas, arrimadas a las paredes), sobre los

que tendían una mantas gruesas para descansar y dormir, Allí reposaban y pasaban la noche los servidores del inca, el Estado y otros viandantes. En la ruta de Chaucarrímac y Colcaruna quedan las ruinas de tres: Huarochirí, El Chorrillo o Langa y Sisicaya, a las veras del camino

que enlazaba el templo de Pachacamac con el santuario de Pariacaca y Jauja.

En los cinco brindaban el mismo recaudo a los pasajeros, por quedar una jornada un tambo del otro, es decir, a un día de caminata. El de Sisicaya ubicábase a 7 leguas de Lima (49 kms.); el de Chorrillo a 13 (83 kms.) y el de Huarochirí a 18 (115 kms.). De Huarochirí a Jauja es donde

Page 46: El Origen Del Dios Pariacaca

se presentaba el dilatado despoblado. En las punas próximas al nevado Pariacaca mismo los administradores cusqueños dispusieron la erección de otra magnífica posada, y una más en

Julca, de donde el camino proseguía a Jatunjauja, llacta que albergaba también otro formidable tambo. Durante el virreinato esos cinco fueron los tambos más concurridos y trabajados del

área, por ser la senda que unía Lima con Jauja, Huamanga, Cusco y Potosí - La Plata.  

Sin embargo, el tambo principal hallábase en el pueblo de Huarochirí. En realidad él fue el que adquirió extraordinaria trascendencia en los siglos XVI-XVIII, debido al "interminable" tráfico comercial de Lima con la sierra. Por eso a Huarochirí día tras día se le veía muy movido por una sola causa: porque ahí los viajeros, así los que iban como los que venían, descansaban uno o dos días, sosegando y aparejándose antes y/o después de pasar por un camino de 18 leguas despobladas (115 km.) por una estepa muy gélida, y hasta Jauja. Permanecía atendido por mitayos de Ananyauyos y comprendía 4 aposentos muy anchos y largos, que a las justas alcanzaban para dar alojamiento a tantos caminantes.

Por ser el más trajinado de la ruta durante el virreinato, en el tambo de Huarochirí se proporcionaba el mejor recaudo que en los otros, con muchos mitayos y cabalgaduras. Así es como venían e iban, deteniéndose uno o más días en dicho tambo y pueblo, juntamente con sus bestias de carga, aparejándose para cruzar el despoblado si ascendían hacia la cordillera de Pariacaca. Los que llegaban de la sierra alta, reposaban del trabajo que habían sufrido.

Efectivamente, por lo que dejó escrito Dávila Briceño se sabe que en el despoblado de Pariacaca también funcionaba un tambo real, cerca de una pequeña población hoy en ruinas. Distaba de Huarochirí 5 leguas (32 kms.) y 13 de Jauja (83 kms.). Los mitayos para su servicio procedían de Ananyauyos, porque en su distrito o saya estaban edificadas las construcciones de los aposentos antiguos, aledaños por igual a un pueblito viejo, que fue despoblado por los visitadores fundadores de reducciones. Por eso en los documentos más vetustos, invariablemente se le denomina "tambo y asiento de Pariacaca". Este importante tambo aún se conserva próximo a la desembocadura de la laguna Piticocha y asociado al camino Inca. La aldea de Pariacaca fue deshabitada por disposición de las autoridades españolas para trasladar a sus habitantes al pueblo de Huarochirí, con el objeto de poner fin al abuso de los pasajeros hispanos y mestizos.

Otros papeles tácitamente refieren que los chacllas no sólo enviaban mitayos al tambo de Huarochirí, sino también al de Pariacaca, considerado como uno de los más necesarios a causa de la esterilidad de esa tierra "tan repelada como es". Pero otra fuente aclara que todas las huarangas tenían su cuota en el servicio y mantenimiento de aquella posada tan conspicua.

El tambo de Pariacaca estaba, pues, inmediato a la laguna de Titicaca (¿Piticocha?), al pie de la montaña nevada, y también contiguo al pequeño pueblo ya citado. El tambo en referencia servía de refugio a los caminantes y peregrinos. Ahí se acogían durante las noches de frío terrible, donde la temperatura desciende hasta 15ºC bajo cero. El agua contenida en las vasijas, aún dentro del mencionado tambo, se congelaba casi enteramente. Y todavía algo más: en el interior de citado refugio, calentado con algo de fuego, el barómetro aún marca 4ºC

Page 47: El Origen Del Dios Pariacaca

bajo cero. El paisaje de Pariacaca, estructurado por cerros y pastizales, está en una cumbre de peñascos porfídicos, que comienzan casi al terminar la laguna de Paucarcocha, en la orilla derecha de un pequeño riachuelo que desagua en el río Tragadero. Los pastos servían para alimentar al ganado. Las aguas del arroyo aledaño a la laguna de Pariacaca (Titicaca) se congelaban, con tanto espesor en algunos puntos que podía soportar el peso de una mula.

Se sabe que los costeños trepaban a Pariacaca con gran penalidad y cansancio, por cuanto les atacaba el mal de altura llamado soroche, dolencia que la atribuían a las nevadas y a la fuertísima frialdad. Allí sentían un mareamiento igual que en el mar. El descanso de los peregrinos y viajeros en el tambo poco aliviaba de tales malestares y molestias.

Pero aún queda algo más por hablar de estas posadas. Los tambos y tambillos de las punas de Julca para los españoles resultaron en verdad incómodos. Objetivamente unas cabañas cubiertas de piedra y paja que más parecían pocilgas o zahurdas que mesones. Es que

exhibían unas puertecitas de ingreso tan bajas y pequeñas que, para entrar exigía la demasía inclinación de los cuerpos. La experiencia les había demostrado que constituía la mejor manera para evitar que penetrara con exorbitante violencia el viento helado de esas cimas. Las puertas

también bajas para evitar que los viajeros introdujeran sus cabalgaduras dentro. Y a más de todo ello, el lecho de reposo estaba fabricado de piedra en la misma forma que cuando

armaban una escalera o escalinata. Es que tampoco lo podían hacer de madera para impedir que los pasajeros las quemaran con el fin de guarecerse del despiadado frío reinante. De continuo los viadantes soportaban allí descargas de tantísimo granizo que, en el lapso de escasamente una hora la portezuela del tambo quedaba tapiada, pero sin lograr resbalar

adentro, gracias a que los acogidos ahí ponían algunas cosas para impedirlo. A las cabalgaduras, por su parte, les alcanzaba el granizo hasta rozarles las barrigas, temblando durante la noche, metidas en un corral sin poder salir a pacer. Terminada la descarga de

granizo, comenzaba a nevar la integridad de la noche.

En el tambo de Pariacaca los mitayos suministraban alimentos, lo que permitía saciar el hambre. Al amanecer, dos horas antes de emprender el reinicio de la marcha, acostumbraban dar maíz a las cabalgaduras para que pudieran caminar sin debilitarse. Entretanto destapiaban a la puertecita del tambo, quitando a golpes los bloques de granizo. Un trecho más abajo estaba el río, donde los mencionados camélidos de carga satisfacían sus sed. La ruta continuaba por subidas y bajadas, ingresando cada vez más a las punas de Pariacaca, las que necesitaban tres días de recorrido para vencerla. No cabe duda, para cualquiera configuraba el pasaje de mayor cansancio y sufrimiento. Para los españoles constituyó un verdadero martirio: por allí las mujeres hasta lloraban y clamaban a Dios el perdón de sus pecados.

Ulteriormente a ½ día de camino ya no podía caer más nieve como la que el cielo había desatado la víspera. Pero habitualmente de transcurrido ese medio día, volvía a nevar más con más y más fuerza, al extremo que los caminantes envueltos en sus mantas y que avanzaban unos a otros por el sendero, no veían a sus contiguos compañeros de viaje. Es cierto, había

que ser muy valiente, como en la noche anterior, para cruzar aquella áspera puna.

Page 48: El Origen Del Dios Pariacaca

En tales condiciones no conformaban hechos raros de que alguno de los cargadores perdiera el piso y cayera desbarrancado arrollado en medio de tanta nieve, dando la sensación de que el firmamento caíase a pedazos. Si a ello le añadimos el paso lento de las llamas cargadas, se

comprenderá la dificultad de la travesía por las punas de Julca a Pariacaca en los días de granizada y nevada, que sepultaban las señales de la trocha.

Luego venía la noche oscura, siempre nevando. Entonces ya nadie veía nada, por lo que ninguno atrevíase a seguir adelante. Tal acontecimiento ocurría por lo común en una campiña o

pampa castigada por un viento gélido que se infiltraba a lo más profundo de los huesos. Pero había que continuar hasta llegar a unos tambillos. Como es lógico, a los guías y cargueros que

trabajaban en tan dramáticas situaciones había que compensarles muy bien con bebidas y comidas, que es lo que más estimaban y agradecían.

Pero como la noche se venía sin que nadie pudiera ver el camino, muchos quedaban al abrigo de unas peñas mientras otros llegaban a los tambillos, cumpliendo su jornada de caminata. En

tales condiciones no aparecían las señales de la ruta, ya que en esos paisajes solamente contemplaban cielo y campos de nieve. La inconmensurable blancura del panorama hasta podía quitarles la vista. Y pese a ello era un camino por el que nunca faltaban transeúntes.

Quienes caminaban en situaciones tan arduas padecían muchísimo. Después de tanto trabajo, algunos apenas se podían tener en pie, con las manos tan insensibilizadas que ya no sentían la

frialdad. De ahí que no pocos se acurrucaban entre las piernas de sus llamas echadas en el suelo, para aprovechar el calor de sus animales. Así permanecían hasta el amanecer, soportando nevadas imparables, sacudiéndose de cuando en cuando para no quedar

enterrados debajo de una espesa capa de nieve. Como es comprensible, los no acostumbrados a la vía en mención podían perecer de frío, principalmente las criaturas y los ancianos por la

falta de calor natural; acababan, pues, helados y congelados. A muchos les causaba dolor de cabeza: un furibundo tormento.

Aquella otra jornada o día de viaje por fin acababa el día siguiente, cuando arribaban a Huarochirí. Allí paraban dos días, reparando las fuerzas de cabalgaduras y personas.

Huarochirí, como se nota, no sólo era la sede de un tambo, sino también de un pueblo.

Tambos en la quebrada del Rímac

No hay pruebas documentales fehacientes que constaten de que hayan funcionando tambos durante el auge de los incas o sendero de Pariachi o Antarangra (El Ticlio). Por no haber

constituido una senda vital o por lo menos de alguna importancia para el tránsito estatal, lo más factible es que no hayan existido en su ruta hospederías de gran magnitud como en la quebrada del medio y alto Lurín. Y las que hubo para alojar a transeúntes de modelo

"doméstico" serían sencillas y sin las complicaciones de los imponentes tambos imperiales de las calzadas troncales del Tahuantinsuyo. En las Ordenanzas de Tambos de 1543 no se hace

alusión a ninguno de ellos.

Guaman Poma (1615), no obstante, habla de un tambo incaico levantado en "Chacla - Yaucha", al que dicho cronista le llama "pueblo y tambo real". Los alojamientos de Chichima

(Santa Inés), Sisicaya. El Chorrillo, Huarochirí, Pariacaca y Julcatambo tenían igual categoría. El hecho, pues, de que existieran en la jurisdicción de las huarangas de Yaucha y Picoy dos hospederías denominadas "Chacla - Yaucha" y Chichima con la jerarquía de "tambos reales"

es muestra de que en el trayecto del medio y alto Rímac eran los únicos de tal tipo. Podría ser que sus mitayos o servidores procedieron tanto de Chaclla como de Yaucha motivo por el cual

le designaban Chaclla - Yaucha.

Es recién en tardíos textos del siglo XVIII y sobre todo del siglo XIX como en la ruta caminera de Chaclacayo a Cocachacra se mencionan dos tambos más: el de Cupiche y el de

Cocachacra. Puede de que trate de posadas coloniales estructuradas encima de albergues "domésticos" de data preinca e inca. Los mismos relatos también aluden al tambo de Yanacoto,

a 4 y ½ kms. de Chaclacayo.  

Page 49: El Origen Del Dios Pariacaca

Otro tambo citado en fuentes del siglo XIX es el de Mama (Ricardo Palma), "que se halla en el

punto de la confluencia de los ríos Santa Eulalia y Rímac", es decir en una de sus riberas.

Precisamente a la salida de dicho tambo "existen las ruinas de un pueblo de los antiguos

aborígenes del Perú", anota un viajero científico que pasó por ahí.

Por lo demás, el tambo de Natín, localizado en Sotachumbes, estaba atendido y controlado por

mitmas incas procedentes del Cusco, seguramente incas de privilegio, realidad que

refleja su importancia estratégica. Finalmente el llamado en algunas fuentes tambo de El Chontal

o Chondal equivale al del Chorrillo, servido por mitayos de Huarochirí.

Otro autor habla del tambito de Pariachi y de un tambo grande al oeste y cerca de Chaclacayo. Adiciona que antes de llegar a Chosica había otro y uno más en Mama. Los tambos no ubicados en los caminos troncales no ofrecían mucha comodidad pero servían de innegable socorro para quienes trajinaban por allí. Eso ocurrió con los tambos de Huari y Pachacayo, en el ámbito de los llacuaces.

En Llacsatambo, como en su nombre lo denuncia, hubo un tambo. Y camino arriba de Tupicocha se menciona a Quipitambo, en la ruta que lo ligaba con Lima. Finalmente tampoco hay que olvidar a Lahuaytambo.

Por último, cabe reiterar aquí el tambo de Pariacaca fue despoblado en 1546 por decreto de las autoridades españolas debido a las tropelías que cometían los viajeros chapetones y criollos. Desde entonces todos sus mitayos pasaron a servir al tambo de Huarochirí. A partir de aquella fecha, seis meses lo atendían los de Huarochirí y los seis subsiguientes los mitayos de Ananyauyos.

Ingeniería Hidráulica

Los Incas mandaron construir obras de ingeniería hidráulica en las lagunas de Huarochirí para derramar sus aguas al Chaclla y de allí al Rímac. El volumen de las aguas manejábanlas a voluntad en tiempo de secas. Pero documentalmente las más abundantes referencias versan sobre el canal de Tayllapo, en Anchucaya y Huancayre.

La agricultura fue la ocupación básica de los habitantes. De ahí porque construyeron y conservaron con esmero andenes, estanques y acequias en todo su hábitat. A sus tierras las cultivaban intensamente para poder proporcionar víveres a una extensa población humana. La agricultura fue la dedicación dominante de hombres y mujeres, quienes la practicaban en un proceso acompañado de ritos mágico - religiosos, cuya tradición perdura en nuestros días. Los productos que sembraban y cosechaban fueron eminentemente el maíz, las papas, ocas y algo de quinua y ollucos

Por haber sido un pueblo fundamentalmente agrario, la obtención, distribución y uso del agua fue de la mayor importancia para la supervivencia de la sociedad humana en esta parte del

mundo andino. El agua fue un elemento primordial para estos ayllus cultivadores por antonomasia. En las serranías, donde las sequías son constantes y los inviernos cortos, las

acequias de regadío adquirieron una importancia trascendental. Por eso su cuidado, limpieza y distribución constituyeron una de las ocupaciones principales.

En Avila hay referencias a la gran angustia por la falta de agua para el cultivo en Huarochirí. Cuenta el caso específico del sufrimiento desesperado por ella los del ayllu Cupara o Copara.

Page 50: El Origen Del Dios Pariacaca

Hubo épocas en que incluso la gente sollozaba por la falta de líquido. Lo mismo experimentaban los del ayllu Allauca. Tales casos se presentaban cuando el riego no estaba

hecho a través de canales sacados desde los ríos y lagunas, sino con la de los pequeños manantiales. Los habitantes - agrega Ávila- preferían las acequias; poniendo en la confección de ellas toda su habilidad y técnica como ingenieros. Algunas, como la acequia de Cocachalla, en Quinti, fueron abiertas en terrenos tan difíciles y abruptos, que su obra fue atribuida al dios

Pariacaca. Las acequias, por tal razón, fueron objetos de culto.

Las aguas de riego, a pesar de todo, siempre escasearon en el área geográfica ocupada por los ayllus de Tayllapo y Cáncamo, entre Huancayre y Anchucaya, constituyendo un factor

negativo para su economía. El riego les resultaba un auténtico problema, debido a la falta de líquido necesario para sus sementeras. Sólo poseían una acequia principal para irrigación, la

misma que la habían abierto desde el río Millhua.

Huancayre es una zona de piso irregular, que principiaba en la orilla izquierda del Mala y acaba en las cumbres del Cóndorcunca. Estaba colmada de andenes, donde resultaba posible el

sembrío mediante el riego esforzado. En los barrancos y quebradas profundas también tenían chacras pero temporales, cultivadas solamente en meses de lluvias. Sus terrenos se pueden dividir en tres partes: 1º la alta, 2º la media y 3º la baja, según sus ubicaciones en relación al recorrido de la acequia de Marhuaca. La actual comunidad tiene 3131.6 hectáreas de suelos

sumamente accidentados. De ellas la quinta parte la siembran ahora; es decir, escasamente la zona baja, llamadas moyas por los campesinos.

El riego lo hacían por las tierras de la parte media. La parte alta la cultivaban en época de lluvia. Sin embargo éstas resultaron las más productivas, porque los aguaceros, a diferencia de la acequia de Marhuaca, les aseguraba la suficiente humedad. En la parte media los andenes

que todavía subsisten tienen por nombre Coscoche (el antiguo Cuscush de las fuentes manuscritas), Chunchumalca, Pehuarenga, Langanosa y otros. Por ellos cruzaban canales

secundarios.

Obras de ingeniería e ingenieros

En Huarochirí, de todas las obras de ingeniería antigua las que resaltaban en primer lugar por su valor extraordinario son las represas y los canales de irrigación, sacados de ríos, lagunas, arroyos y manantiales. Para hacerlo fue indispensable el trabajo y esfuerzo de la totalidad de los pobladores: varones, mujeres, ancianos y niños. Sólo por sistema cooperativo fue posible realizar obras tan grandiosas.

Efectivamente el agua de los puquios también fue recogida en espaciosas represas, por la sencilla razón de que la realidad no permitía perder la más mínima cantidad de ella. El ayllu

Copara, en Quinti, tenían una represa muy grande, y un poco más abajo otras pequeñas que se proveían de la anterior. De ellas repartían las aguas por acequias secundarias. El ayllu

Allauca poseía otra llamada Lliuya, alimentada por otras denominadas Lliuyacocha y Tutacocha. De no haber existido tales reservorios la vida hubiera sido muy dramática para sus

pobladores.

En Huancayre, las aguas de los manantiales fluían exiguamente. Sus puquios principales estaban en Singatoma, Caldamosca, Cachirtara, Chilla y Carhuamanta.

Los constructores de canales y represa se hicieron famosos. Acabaron adorados y personificados en huacas (o efigies) de piedra, como sucedió con Choquesuso en la acequia del ayllu Copara, y con Anchicara en Allauca. Ellos debieron ser ingenieros que terminaron convirtiéndose en mitos. De todas las partes de las acequias, las bocatomas recibían el más esmerado de los cuidados. Les rendían culto. En la bocatoma de la acequia de Cocacalla, en Quinti, alzábase la figura pétrea de Choquesuco por ejemplo.

La acequia de Marcahuaca

Page 51: El Origen Del Dios Pariacaca

Taillapo, Cuscush y Cáncamo conformaban tres ayllus, cuyas tierras estaban aledañas. Constituían ayllus que configuraban parte desde tiempos muy antiguos, de la saya de

Lurinyauyo. A los dos últimos también los conocían con el nombre de Huancaires, y así aparece en varios manuscritos del siglo XVI. Los de Taillapo tenían cuatro extensas

propiedades agrícolas. Tres de ellas regadas con las aguas de acequias propias, y la cuarta con el agua nocturna del canal de Marhuaca, el que pertenecía y sigue perteneciendo a

Huancaire. Los de Taillapo, por cierto, ejercían fundamentalmente, como agricultores, pero también se dedicaban a la pequeña ganadería. Los corrales para sus hatos estaban ubicados entre sus propias chacras y las de huancaires. Por eso en algunos documentos se afirma que

el goce del agua fue entre los terrenos denominados Cuscush y Cáncamo.

Una de las acequias propias de Taillapo era la de Aconayabacho, que la usaban conjuntamente con el ayllu Rímac, aunque los del ayllu Taillpo con primacía de la acequia de Marhuaca, sin contradicción entre ellos. Cuando comenzaba la época de riego, ambos ayllus "se juntaban

hermanablemente y sin pleito algunos limpiaban la dicha acequia". En esa forma la integridad sembraba sus parcelas de maíz, papas " y otras cosas". Gracias al agua de Marhuaca podían vivir dichoso, sobre todo los de Huancaire, quienes de hecho poseían y usufructuaban dicho

canal para regar sus terrales de Cuscush y Cáncamo.

La acequia partía del río Millhua, el mismo que se origina en las alturas de Huarayo y La Paccha corriendo de norte a sur para desaguar en Mala. De conformidad a una versión

documental no comprobada, la acequia fue abierta en una edad que precedió a la penetración incaica en Huarochirí. Desde entonces la gozaban los de Huancaire, humedeciendo con esas

aguas sus chacras. No tenían ninguna otra para poder reemplazarla, de manera que se transformó en el verdadero sustento de su agricultura, si otro ayllu le habría quitado, no se

hubieran podido mantener. La acequia, pasaba, pues, por sus parcelas.

Con todo, según otra versión, ésta si bien confirmada, fue durante el gobierno de Túpac Yupanqui (siglo XV) cuando los habitantes de Taillapo y Huancaire trazaron y abrieron la

acequia de Marhuaca. La confeccionaron a fuerza de su propio trabajo. A partir de tal fecha y continuamente los de Taillapo igualmente reparaban y limpiaba dicho canal, como personas

con derecho al riego y por estar sus chacras más cercanas al río Millhua.

El canal en referencia fue abierto a partir del lado izquierdo del mencionado río. Luego continuaba por la ladera de un cerro, en cuyas faldas hallábanse los andenes y chacras de

maíz, papas y otros productos de clima serrano. Las parcelas que quedaban más cercanas a la bocatoma eran las de Taillapo. Inmediatamente por delante y en la misma pendiente y cerro

veíanse los sembríos de Cuscush y Cáncamo de los huanacaires. Presentábanse más extensas que las de los taillapos. En toda aquella banda, ni los otros ni de los otros poseían

otra acequia para regar.

Los de Huancaire disfrutaban de dos presas o cochas (lagunillas) cerca de la orilla de Millhua y la bocatoma de la acequia de Marhuaca. A ambas las tapaban cuando querían regar. Las

aguas, por lo tanto, entraban a ella. Así lo hacían una primera noche, vigilando hasta que las represas se llenaran al tope. Una vez colmadas de aguas, del exceso de las dos represas, o

mejor dicho del agua sobrante, que no era ya mucha, caía en otros tres reservorios que tenían abiertos y limpios de los habitantes del ayllu Taillapo. Estaban por igual, aun lado del mismo

río.

Evidentemente, el río Millhua, proveedor de agua a la acequia de Marhuaca, quedaba, en las cabeceras de las chacaras de los de Taillapo. En tal forma, el agua del canal primeramente

atravesaba sus parcelas. Luego ingresaba en las de Huancaire. Debido a ese hecho, quienes tenían también opción al canal eran los de Taillapo. La verdad es tan obvia que cualquiera

podía comprobarlo en una inspección ocular.

De acuerdo a un testimonio del siglo XVI a la acequia de Marhuaca también le decían acequia de Millhuay. En efecto, al primer tramo no le nombraban Marhuaca. Con ese nombre

comenzaba ser designado cuando ya legaba al final de las chacras y corrales de ganado que poseían los de Taillapo. Sólo cuando incluía dicho recorrido , comenzaba a ser llamada acequia

Page 52: El Origen Del Dios Pariacaca

de Mahuaca, es decir, cuando ya entraba en los terrales por los predios de Cuscush y Cáncamo. En aquella forma, acequia de Millhua era nombrada mientras se deslizaba por los

predios de Taillapo, a las cuales análogamente le decían chacras del río Millhua.

La parte de Taillapo y la parte de Huancaire

Los de Taillapo siempre alegaban tener sus chacras más cercanas al río Millhua. Decían que ellos limpiaban y cuidaban la acequia sin ayuda alguna de los de Huancaire. Afirmaban que,

desde que abrieron el canal, gozaban de la posesión de él sin la resistencia de los de Huancaire. Ciertamente que fue así, porque ellos abrieron el tramo que les correspondía, e

igualmente, en la misma forma lo refaccionaban cuando se hacía necesario. Y tales cosas lo efectuaban porque ella encontrábase en los territorios de su ayllu. Además, sus tierras estaban más próximas a la bocatoma y al río Millhua. Tal fue la causa por la cual los de Taillapo tenían la dificultad de regar secundariamente y durante las noches. En cambio, los de Huancaire, no obstante poseer sus parcelas distantes de la bocatoma, las regaban en tiempo preferencial y

en el día.

Los de Taillapo, por haber sido los que abrieron el primer tramo de la acequia y tener sus chacras en la parte más alta que los de Huancaire, se sentían con el derecho a privilegios y hasta a dominar a los de Huancaire. La verdad inconcusa es que las parcelas de Taillapo

quedaban en la cabecera de la bocatoma, en tanto que las de los Huancaire en la parte baja y lejos. No olvidemos, pues, los de Taillapo jamás regaban todas sus tierras con las aguas de

Marhuaca, porque para las tres partes disfrutaban de otro canal propio.

A las aguas recogíanlas los de Huancaire tanto de noche como de día en la ya citadas cochas, las que siempre estaban rebalsando. Pero al mismo tiempo, las que derramaban en la noche

acumulábanlas los de Taillapo en otras represas. Las consideraban como sobras de Huancaire. Así es como los de Taillapo regaban sus terrenos con muy poco agua. La escasez la suplían

con un manantial que tenían aledaño.

Los de Huancaire, por tal razón regaban como principales y señores de las represas que estaban situadas en Cuscush y Cáncamo. El riego lo hacían al mismo tiempo que el líquido

fluía del rió Millhua, almacenándolo de noche en los estanques, de donde corrían las aguas a la acequia de Marhuaca. Y del enunciado canal los Huancaire repartían a su chacras localizadas algo distantes del aludido río. Así irrigaban todo lo que urgían para fecundar sus terrenos que

sustentaban dos ayllus.

De las aguas que sobraban a los de Huancaire, regaban los de Taillapo, pero durante las noches, por la simple razón de que en el día no quedaba agua porque toda la llevaban los de

Huancaire.

Así pues, los de la parte baja debían su vida al agua que discurría de la parte alta. Sin ella no hubieran podido subsistir. Una forma con la que los de Taillapo pretendían dominar a los de

abajo fue cortándoles el agua. Los de arriba creían tener un auténtico derecho y dominio sobre el uso principal del canal, porque la acequia, en ese tramo, había sido obra y labor de ellos, y

porque circulaba por sus terrales. Había, por consiguiente, una pretendida superioridad de Taillapo sobre Huancaire. La mencionada realidad supeditada a los últimos a una aparente situación de dependencia frente a los de Taillapo. Decimos aparente, porque de hecho los

dependientes eran los de Taillapo, por cuanto aprovechaban las aguas durante las noches y de lo que sobraba a los de Huancaire. Justamente dicha situación generaba de cuando en cuando

una solapada fricción sin desembocar en conflictos graves.

Riego diurno y nocturno

Los de Huancaire, ya sabemos, regaban sus terrenos durante el día, mientras que los de Taillapo lo hacían "alguna parte de la noche". En la enunciada condición a quienes la acequia prestaba mayores y mejores servicios es a los de Huancaire y no a los de Taillapo. Huancaire,

en consecuencia, hacía uso de las aguas durante el día, "desde que comienza a amanecer,

Page 53: El Origen Del Dios Pariacaca

hasta la noche oscura, y los indios del dicho pueblo de Anchucaya... desde que fuere noche oscuro hasta que comience amanecer". Es difícil, por estos datos, determinar las horas y

tiempos exactos. Las palabras comienzos del amanecer oscuro son vagas. Se puede sostener, sin embargo, que era desde las seis de la mañana hasta las siete de la noche, más o menos.

En tal sentido los de Huancaire, considerados como dueños y poseedores del Marhuaca, usufructuaban dichas aguas intensamente sin que el gobierno incaico dispusiese lo contrario.

La distribución de las aguas, como se ve, no fue pues tan equitativa. Los de Huancaire la represaban en las noches en sus pozas grandes como lagunas, para regar en el día mientras el canal continuaba llenando las represas. En esa forma las aguas consumidas en el riego diurno,

prontamente las reemplazaban. Así, los de Huancaire constantemente tenían sus represas rebosantes de líquido. En tanto los de Taillapo apenas un poco rebalsaba en las noches, cuando ya los de Huancaire tenían colmadas a las suyas. Como se notará, en el día no

rebalsaba nada. Los de Taillapo, por consiguiente, experimentaban aflicciones, por lo exiguo que les llegaba. Pero la escasez la combatían con un puquio que poseían cerca. Con todo, sea

lo que fuere, así fue como el canal de Marhuaca prestó buenos servicios a los ayllus de Taillapo y Huancaire, "rata por cantidad", o dicho en otras palabras según el tamaño de los

predios.

¿Por qué los de Taillapo regaban en las noches? Porque tenían otra acequia propia, y los de Huancaire no. También porque consideraban que las aguas constituían las sobras de

Huancaire: las que ya no tenían que ser utilizadas por sus dueños verdaderos. Y porque existía la creencia de que las aguas nocturnas erosionaban el suelo. En esa forma, si la cuarta parte

de las parcelas de Taillapo se erosionaban, les quedaba aún tres partes más para regar de día con su acequia propia. En cambio, de haber regado de noche los de Huancaire, les hubiera

erosionado todo, porque apenas poseían una sola acequia para la integridad de sus heredades.

Empero, preguntémonos una vez más: ¿por qué tanta disputa para regar unos de día y otros de noche? Otra causa parece encontrarse en el hecho de que los de Huancaire se sentían más descansados tomando el agua directamente, y no con tantos rodeos como los de Taillapo. Pero

se trata de una causal secundaria; la primordial es la superstición ya anotada y en la comodidad y derecho de privilegio. Más fácil resulta regar de día y no trasnochando 12 horas

en una sierra frígida. Aparte de la costumbre de realizar los trabajos chacareros en la mañana, dejando las tardes para sus faenas caseras, entre ellas el hilado y el tejido.

Ahora Millhua y Marhuaca ya no son los nombres del viejo canal, sino de una chacra comunal localizada en la parte media de los terrenos colectivos de Huancaire. En la actualidad son tierras temporales. Ya no las cultivan con riego como en los siglos XV y XVI. Y lo mismo

sucede en toda la parte baja. Asimismo, las tierras del antiguo ayllu de Taillapo, ubicadas en la banda izquierda del Millhua, ya no pertenecen a ella sino a la comunidad de Huancaire.

A pesar de los años transcurridos, la acequia de Millhua tiene todavía casi 8 km. de recorrido (7960 mts.). Su ancho fluctúa entre los 70 a 120 centímetros. Y su altura entre 40 centímetros y

un metro. Ahora ya no la llaman acequia de Marhuaca sino acequia de Millhua. Marhuaca ha quedado como recuerdo en el topónimo de un lugarejo situado en la parte media de las tierras

comunales. Pero lo más importante es que esta acequia, abierta cuando reinaba en el Tahuantinsuyo el sapainca Túpac Yupanqui, sigue prestando sus servicios ininterrumpidos

desde el siglo XV, para regar algunas porciones de suelos.

La represa antigua de Cochanche actualmente tiene poca agua. Mas, por las huellas que aún quedan se ve que fue de enormes dimensiones, tanto que permitía regar toda la zona media,

que son meras chacras de temporal. Los andenes y canales secundarios de Cuscush o Coscoche, Chunchamalca, Pehuarenga, son tres estanques: Quigaya, Chacancosa y Chiclla,

de propiedad comunal y de las parcialidades de Yanavilca, Yanac y Chacañac, que han logrado sobrevivir hasta hoy. Los comuneros de ahora afirman que son obras modernas. Pero se confunden. El examen de las pozas demuestra que lo nuevo es la vestidura de cemento,

asentado en las paredes y el fondo de una oquedad muy remota.

Page 54: El Origen Del Dios Pariacaca

Vigilantes de la acequia

Por los datos que Avila proporciona concerniente al ayllu de Allauca, sabemos que los manantiales y canales de riego tuvieron sus guardianes. Los cuidaban para que el agua bajara a las chacras. Por otros manuscritos conocemos que quien vigilaba la distribución del líquido

elemento y de la limpieza de las acequias fueron los curacas de los ayllus usufructuarios. Estos inspeccionaban los cauces y las compuertas; los controlaban ocularmente; proponían la

ejecución de obras para el mejoramiento del riego. Y tenían bajo sus órdenes a otros funcionarios subalternos con el encargo especial de cuidar las bocatomas matrices en el

Millhua y en los manantiales. Otros vigilaban el riego mismo por tomas y mitas. El curaca del ayllu, por su parte, representaba a la autoridad máxima en su agrupación.

El riego

Según Garcilaso de la Vega "no sembraban grano de maíz sin agua de riego", y por lo que dice Pedro Pizarro el agua que utilizaban para tales fines, preferentemente lo conducían por

acequias. Con ella preparaban la tierra y sembraban solamente. Después hacían uso de los aguaceros. Las acequias, asimismo utilizábanlas para regar sus pastizales y otras chacras

cuando el otoño alejaba a las lluvias. Concretamente es de Garcilaso la siguiente cita sobre un canal que cruzaba de sur a norte en Cuntisuyo, el cual "servía solamente para regar los pastos

cuando el otoño detiene las aguas".

El humedecimiento de los terrales para sembrarlos fue una actividad obligatoria para los runas. El riego fue la tarea más solícita durante las estaciones de sequía y verano. El riego en

Huancaire siempre lo iniciaban en abril, fecha en que es "sacada el agua" . Constituía todo un ceremonial mágico- religioso. En los meses subsiguientes continuaba la labor propiamente de

riego, mediante el sistema de rigurosos turnos o mitas preestablecidos y bien conocidos.

El riego, por tanto, comenzaba cuando acababan las lluvias. Entonces abrían las bocatomas para ablandar la totalidad de las tierras llamadas primerizas. Irrigaban Yambraca y Chiclla, de

clima templado en esos días y meses. Regaban el sembrío empezando por la última chacra de la parte baja. Progresivamente avanzaban hasta terminar en los terrenos que quedaban junto a

la bocatoma. Constituía la primera fase del riego. Fue el más común y generalizado en Huancaire. Ahora le llaman riego por tomas.

En el riego por tomas el agua corre libremente por la acequia desde la bocatoma hasta el punto final, para mojar las tierras bajas primeramente. En el curso de la acequia matriz existían tantas bocatomas secundarias como tupus o chacras hay en ambos extremos del canal principal. Las mencionadas bocatomas secundarias las abrían únicamente cuando las chacras más lejanas ya estaban irrigadas. Por cierto que si el agua es mucha simultáneamente podían regar tres y más parcelas. Concluidas éstas, de inmediato tapaban las bocatomas para enseguida abrir la

otra situada hacia arriba y así sucesivamente. La postrera en beneficiarse es la que estaba junto a la bocatoma matriz. En 1954 subsistían aún 26 bocatomas secundarias.

La segunda y última fase de riego es por turno o mitas. En tales ocasiones el agua es utilizada por los ayllus, los que hacen uso de ella ya de día o ya de noche. Así todos gozan del regadío.

A la referida agua la emplean una sola vez para humedecer el suelo antes de sembrar el maíz. Por lo general lo hacen antes de preparar el chacneo y el barbecho , que consiste en voltear la tierra, desmenuzar los terrones y quitar las piedras y yerbas arrojándolos a los bordes de las chacras. Para el chacneo y barbecho preparan surcos y camellones con el objeto de que el

agua abarque proporcionalmente toda la chacra. Camellones son los surcos verticales, y surcos los horizontales.

Después, justo al mes de haber germinado el maíz, y siempre que no caigan lluvias, lo vuelven a regar. Y acabado el invierno serrano continúan regando, cada 20 días por lo menos. Piensan que el riego constante da sabor dulce al choclo. Entre los maizales siembran porotos (frijoles). Si consideramos que tal sistema es empleado en la integridad de las parcelas, nos daremos

Page 55: El Origen Del Dios Pariacaca

cuenta que el agua discurría por los canales secundarios todos los días, porque al terminar con una, se comenzaba con otra, para nuevamente principiar y así sucesivamente.

Para la preparación de los terrenos de papas no prefieren el agua de lluvias, por estar convencidos que ésta produce la enfermedad ahora denominada verruga (pequeñas

granulaciones en la superficie), y también porque les seca el tallo debido a la aparición del gusano llamado shilhue. Tratándose, pues, de papas, los terrenos están en las partes media y

baja. Repiten el riego mensualmente. Después cada 8 días, hasta que llegan las lluvias del verano. Dicho regadío lo hacen por las tardes y por las mañanas, porque la tierra queda

endurecida por la acción del calor solar y del agua. Las riegan cada 8 días para evitar la muerte del tallo. Los ollucos, ocas, y mashuas tiene el mismo sistema de regadío. El cultivo de las

papas entre agosto y setiembre. En el último comienzan a sembrar ocas, ollucos y mashuas, trabajo que, dura hasta octubre. El cultivo del maíz es entre noviembre y febrero.

El sembrío del maíz y quinua lo inician de noviembre a febrero. El retraso o adelanto depende de la mayor o menor precipitación pluvial. De febrero a abril practican el aporque. En mayo

cosechan las ocas, ollucos, mashuas, maíz, porotos y quinua. Dura hasta mediados de julio: todo acompañado de rigurosas ceremonias mágicas. En octubre celebran los ritos de fertilidad

ganadera.

En la aludida forma, el canal o acequia de Marhuaca sigue cumpliendo una buena función en los meses de sequía y verano, principalmente de julio a setiembre. Por desgracia en el curso de esos meses el baja notablemente, hasta reducirse a la cuarta parte de su caudal normal.

Pero dicha merma la subsanan en parte con la existencia de algunos estanques, a los cuales prosiguen nombrándoles cochas. Pero así y todo el agua nunca es suficiente para cubrir las

necesidades agrícolas. Tal realidad explica el porqué siempre han defendido sus aguas.

El volumen del canal de Marhuaca no es fijo. Desde luego que en los meses de verano (enero - marzo) su capacidad aumenta, pero en la referida época no cumple ninguna función. Por el

contrario perjudica a los terrales, a causa del incremento desmesurado de su cantidad, lo que obliga al cierre de la compuerta de la toma principal. Así evitan el aumento de las erosiones e

inundaciones. Además, las lluvias mismas obstruyen su cauce con derrumbes y el crecimiento de arbustos. En mayo es cuando llevan a cabo el yarcaaspi o limpia del canal

Mitmas Externos

La visita toledana de 1574, en lo que respecta a la huaranga de Picoy ("repartimiento de Mama") hace alusión a que por allí paraban "otros indios mitimaes" que fueron reducidos en los pueblos de San Pedro de Mama, San Juan Bautista de Matucana y San Jerónimo de Surco, sin

dar más detalles sobre el lugar de procedencia, ni función que cumplían.

Pero el caso en verdad interesante es lo que ocurrió en los cocales de Quives, localizado en el ámbito de la etnia Canta. Allí, en primer lugar, no solamente recibió chacras de coca el curaca mayor de Lurinyauyos (o "provincia" de Huarochirí), sino que igual privilegio le concedieron al

curaca de la huaranga de Chaclla. Al prestigioso señor de Lurinyauyos le otorgaron dicha tenencia en calidad de privadas, como es lógico con sus correspondientes trabajadores

integrados por mitmas Chacllas. De ahí que el citado gran señor de Huarochirí asiduamente enviaba a un delegado especial para que, a su nombre, vigilara sus plantaciones de coca que le pertenecían en Quives. Le urgía hacer eso, dado el enorme valor de tan preciada hoja, tanto

para masticarla como para ofrendarla a sus divinidades y muertos, y similarmente en sus curaciones y adivinaciones. Hay documentos, por ejemplo, que certifican como Ninavilca

comisionó a un mayordomo suyo para que le controlara periódicamente. Justo, el mayordomo Vilcapoma fue a Quives para cumplir aquel cometido alguna vez. Así es como ese gran curaca solucionaba la demanda que tenía de coca para cumplir sus compromisos rituales y sociales de

redistribución. Para ello, por cierto, poseía su respectivo servicio de chacareros.

El motivo para que Túpac Yupanqui instalara mitmas chacllas en Quives seguramente fue, por lo visto, porque los huarochiris y Yauyos se constituyeron en sus mejores aliados, amigos y

criados: hecho confirmado por Avila y Guamán Poma. Los de ambas sayas fueron realmente

Page 56: El Origen Del Dios Pariacaca

los servidores de más confianza del soberano cusqueño. Pero esa orden de introducir chacllas en Quives disgustó mucho a los cantas y colliques, de veras interesados en los mencionados

cocales. De todos modos, los representantes de los ayllus de la Huaranga de Chaclla quedaron en Quives conformando un enclave etnoeconómico y político. Si a tales ayllus los llevaron allí

para que, como mitmas, le trabajaran, es comprensible que a su señor le retribuyeran con parcelas de coca para tenerlo adicto y contento.

Pero la presencia Inca en Huarochirí fue la mejor beneficiada con el trabajo de las chacllas. Dispusieron que 100 trabajadores suyos se establecieran en calidad de mitmas en los terrales de Quives para cultivar coca en utilidad del Estado y del Sapainca, al mismo tiempo que les fijó

la mita de chasquis o mensajeros. Los mitmas Chacllas en Quives quedaron obligados a entregar 150 costales de coca por año a las autoridades del Tahuantinsuyo. Y aparte, como recibieron el encargo de desempeñarse como chasquis del sapainca, llevaban los recados y

bultos de seguro dentro de los límites de Yauyos.

Se conoce fehacientemente que los cocales de los mitmas chacllas en Quives hallábanse rodeados de árboles. Se encontraban perfectamente alinderados con señales exactas (hitos). Y como sucedía de continuo tenían acequias con suficiente agua para regar las plantaciones. Por

ahí también sembraban pacaes. Cabalmente los arbolillos de coca crecían entre los enunciados pacaes.

Los quives y cantas nunca estuvieron contentos con la presencia de los chacllas en sus cocales, por lo que continuamente les hacían frente. Los cantas juzgaban que los chacllas, por

tener terrales cálidos cerca, en Acopaya y Mama, no debían intervenir en Quives. Pero lo cierto es que los ayllus que integraban la huaranga de Chaclla tenían sus representantes en

Quives en condición de mitmas, configurando perfectos enclaves por disposición del sapainca. De ahí que cuando el Imperio Inca cayó, mientras los españoles se debatían en una cruel

guerra civil, los cantas y mitmas chacllas se mataban entre ellos, se destruían los cocales y devastaban los canales. Los unos por expulsarlos y los otros por conservar su enclave. Recién entre 1558 - 1570 tuvo que terciar la autoridad española para poner fin a un pleito tan aterrador,

reconociendo el mandato del sapainca.

Pero los cocales de Quives no constituían los únicos enclaves de los huarochirís. Los tenían, por igual, en otros lugares. Por ejemplo, hay indicios de cómo los Chacllas poseían otros

mitmas en una distinta comarca de Canta, donde conformaban una aldea dedicados a cazar pájaros para preparar charqui (carne deshidratada) para proveer al Estado incaico. Infelizmente

no hay documentos que permitían hacer más comentario sobre dicho grupo.

En un expediente de 1752 se menciona a un ayllu de mitmas en Otao, sin especificar su procedencia ni las tareas que cumplían por ahí. Dado lo tardío de la noticia, ¿podría tratarse

acaso de forasteros coloniales?

Los huarochirís consiguieron algunas ventajas más. No estamos seguros sí solamente ellos lo alcanzaron, aunque lo más factible es que los sapaincas también honraron en la misma forma a las etnias vecinas. Los yauyos - huarochirís, para alimentar a sus rebaños de llamas y alpacas

alcanzaron pastos en el espacio de la etnia Chupurcu (Chocorvos/ Castrovirreina). Fue otro premio a su adhesión incondicional. Lo hicieron en consideración a que los habitantes de Anan y Lurinyauyos gozaban de pocos pastizales. Tal realidad determinó la adjudicación de otros en las punas de Chucurpu. Allí les distribuyeron a cada huaranga por sectores, a pedazos, cuyo

uso común les reconoció y legalizó el Estado colonial. También configuraron un típico enclave, con mitmas - pastores. En tal situación perduraron no sólo hasta las postrimerías del virreinato, sino hasta 1959, año de la Reforma Agraria decretada por el general Juan Velasco Alvarado.

Page 57: El Origen Del Dios Pariacaca

Los mitmas de las huarangas de Yauyo y Huarochirí llevados o enviados a Chocorvos fueron reubicados en tres parajes, donde quedaron conformando otro número igual de aldeas o

pequeños pueblos, dedicados al control de pastos y ganados: 1º Chupamarca (ahora un distrito de la provincia de Castrovirreina). Allí fue alojado un numeroso grupo de unidades domésticas

(familias nucleares simples y nucleares compuestas), cuyo nombre al ser traducido al castellano por los visitadores hispanos fue el de Ayllus de Abajo (Urinayllu), 2º Guamactambo, y 3º Guanuco (hoy un fundo ganadero en el distrito de Córdova, asimismo en Castrovirreina).

Guanuco es una quebrada que desemboca en el río Mala.

Estos mitmas- pastores, en 1626, ascendían a 170 tributarios de 18 a 50 años de edad. De ellos, 104 pertenecían a la huaranga de Colcarruna y 17 a las de Picoy - Yaucha. Los últimos

tributaban dando algunos pesos de plata y 31 piezas de ropa de abasca, más de 40 fanegadas y 6 almudes de maíz. Lo que manifiesta que poseían acceso a pisos ecológicos aparentes para

el citado grano. En 1781 sumaban 298 tributarios. Pero el año siguiente (1782) fueron empadronados 111 tributarios en Chocorvos- Chupamarca; 42 en Guamactambo y 163 en Guanuco. Es decir 555 habitantes en el primero; 210 en el segundo; y 815 en el tercero. En

total 316 tributarios. Lo que vale decir 1580 almas en total. ¡Cifra enorme!.

En el ámbito de Sotachumbes quedaba el paraje llamado Natin, donde había un tambo. Correspondía al área de Colcarruna (actual distrito de Huarochirí), de conformidad a la más

recientes investigaciones. Justamente en el repartimiento colonial de Huarochirí, que fue integrado por 5 huarangas, en una de ellas: en la de Colquirruna, es donde aparecen incluidos

un "ayllu de ingas". Aquel tambo, por lo tanto, permanecía servido y atendido por aquellos mitmas incas, de seguro incas de privilegio. Lo que denota la extraordinaria importancia

estratégica del referido tambo como puesto de vigilancia y control. Es dable, por consiguiente, que en Natin (o Sotachumbes) haya estado el asentamiento urbano o llacta incaica para el

control administrativo del área.

La monótona canción y danza del inca que todavía perdura en Huarochirí escenificada durante su fiesta patronal y en exhibiciones especiales, constituye la última sobrevivencia de los

mencionados mitmas. La entonan y bailan acompañados de un arpista y un violinista. Quienes la protagonizaban portaban un sombrero de paja de copa alta y ala angosta. Ahora la ejecuta

una familia exclusivamente, ataviada con ropajes, tocados y adornos que tratan de simular piezas incaicas. Antes como ahora, únicamente sus miembros debieron y deben ponerlo en

escena. En 1989 y 1990 la Corporación Departamental de Desarrollo de Lima la presentó en la capital de la república, con gran éxito.

Los mitmas internos

Familias procedentes de la huaranga de Checa fueron trasladadas en calidad de mitmas a la de Carampoma. Se trata, como se percibe, de migraciones internas, al parecer integradas por

Page 58: El Origen Del Dios Pariacaca

individuos pertenecientes a todos los ayllus de la mencionada huaranga de Checa. Pero no conocemos nada sobre la función que cumplirían allí.

De la huaranga de Chaclla fueron extraídos varios hogares para reubicarlos, asimismo, en el espacio perteneciente la guaranga de Carampoma. Allí quedaron con el nombre de "ayllu

Chulla mitmas" o "mitmas del ayllu Chulla de Chaclla". Pero según otros documentos de 1725 y 1752, aquellos mitmas residentes en Carampoma tenían también por nombre "mitmas del ayllu Chulla de la guaranga de Chaclla". Por lo tanto, lo mejor es llamarles mitmas Chulla, a secas, para evitar tan larga denominación. De seguro que emanarían, equitativamente, de todos los ayllus, o por lo menos de la mayoría de los ayllus de la aludida huaranga de Chaclla. Lo que

ignoramos es el trabajo que ejercían allí. El dato anuncia que conformaban otra suerte de mitmas internos, es decir, un desplazamiento dentro del mismo perímetro urin o Huarochirí. En

los padrones virreinales continuamente figuran en la guaranga de Carampoma. Un tardío documento de 1711, verbigracia, dice "mitmas que viven en el pueblo de Santiago de

Carampoma y han pagado en este [de Tuna] desde la gentilidad, por ser originarios de este pueblo".

Sus tierras estaban en ambas márgenes del río Palco o Sacsa (quebrada de Acobamba). Conformaban 2 leguas de pastos (12 kms. 800 mts.). El informe revela que se dedicaban al

pastoreo. A dichos terrenos les dieron después el nombre de "San Juan de Mitma, de la doctrina de Carampoma". Sus límites constituíanlos una acequia que descendía de Palca (en

las proximidades de Acobamba), acequia que arrancaba en las lagunas de altura, sobre la margen derecha del río. Por su banda izquierda corría un camino de ascensión a Acobamba. Colindaba con los pastos de Laraos y Huanza, los cuales realmente encerraban las tierras de

mitmas en Carampoma.

Los recuerdos del ayllu mitma en Carampoma todavía existen en el denominado "Barrio Mitma o Alto", que a su vez está subdividido en ayllu Checa o Chica y Platería, y el Barrio Bajo o

Carampoma. El hecho señala que esos mitmas fueron privilegiados con la categoría de anan. Dada la lejanía de Carampoma este lugar ha conservado mucho de sus costumbres antiguas.

También se sabe que Túpac Yupanqui donó a los de la huaranga de Chaclla nuevas tierras, estableciéndolos allí como mitmas.

Por igual, hubo otros mitmas de las huarangas de Picoy y Yaucha trasladados al sur de la saya o "provincia" de Atunyauyo, donde fijaron su hábitat en los pastizales de Viñac, Chocas y Apuri.

Allí quedaron conformando aldeas. En 1800 sumaban 176 tributarios, y algo así como 880 habitantes. Una enorme cantidad para su tiempo. Los tres pueblos citados persisten hasta hoy

en sus sedes antiguas.

El "repartimiento de los mitmas" en referencia estaba reducido en el pueblo de Santa Cruz de Huamantambo en la saya o provincia de Yauyos. Así lo manifiesta la retasa de 1622, año en que sumaban 104 tributarios, más dos caciques cobradores. Bien que en la revisita de 1642 quedaban solamente 64 tributarios, más dos caciques. Estaban encomendados y pagaban al

año 224 pesos de plata ensayada de a 12 reales cada uno. Precisamente en 1642 fueron empadronados en los pueblos de San Juan de Huanaco, Santiago de Viñac y San Miguel de

Apuri. Así lo asegura el subtítulo de un manuscrito, pero el encabezamiento general del documento expresa que estaban "reducidos en el pueblo de Santa Cruz de Huamantambo, del corregimiento de los Yauyos, encomendados de doña María de La Mota". Tal acontecimiento explica que los tres primeros configuraban anexos del cuarto y último (Huamantambo). Los

pastos de Chocas estaban en Huanaco. Dicha realidad denota, por enésima vez, como Ananyauyo y Lurinyauyo (o Huarochirí) configuraban subetnias diferentes, pero pertenecientes

a una sola gran etnia: la Yauyo. Lo que equivale a decir una sola y prestigiosa nacionalidad dividida en dos subnaciones. Otra prueba de ello es que los huarochirís mandados a

Huamantambo (saya de Ananyauyo) estaban compuestos como mitmas. De haber sido todos estrictamente iguales, jamás hubieran sido considerados como gente "ausente" de sus propias

sayas y/o huarangas.

Page 59: El Origen Del Dios Pariacaca

En el pueblo de Chaclla también se menciona un ayllu de mitmas, sin más pormenores al respecto. Por lo restante, no hay ninguna prueba de que el ayllu de Cajamarca, localizado en Huarochirí (huaranga de Colcarruna) hubiera sido traída de la sierra norte. Lo más seguro es

que pertenecían como naturales a la mencionada huaranga.

Finalmente, los mitmas, ora externos e internos, reubicados en diferentes lugares siguieron conservando sus vínculos étnicos o nacionales con sus etnias nucleares. Por consiguiente, no

obstante permanecer alejados, proseguían venerando a sus malquis y pacarinas de origen. Pensaban que eso les permitía mantener su fuerza vital, gracias a que la pacarina les

transmitía su poder. Para ello llevaban como reliquias pedazos de las vestiduras de su huaca y malqui, que entregaban al camayoc-sacerdote de los mitmas. Así, estos, nunca se olvidaban

del nombre de su pacarina (o lugar de origen) ni de su etnia: ya que en sus nuevas tierras reproducían sus ritos y ceremonias para con sus divinidades y héroes. Y, por cierto, que

también les señalaban sus criados y bienes o rentas. En sus nuevas tierras acostumbraban designar a algunos accidentes geográficos con el nombre de sus pacarinas y lugares sagrados. A las réplicas de sus esculturas que reproducían sus ídolos, las vestían con las telas y ropajes traídos de los templos de sus etnias originales. Continuaban, pues, sirviéndoles y adorándoles,

sin ninguna diferencia con sus paisanas que quedaron. De ahí porque éstos seguían considerando a sus mitmas como parientes ausentes y alejados, pero jamás desvinculados.

Era una concepción que prevalecía generación tras generación.

Minas

En la saya de Huarochirí no existían muchas minas acreditadamente famosas, en explotación. Habían algunas de plata y de otros metales menores, pero muy pequeñas. Claro que

hallábanse dos muy ricas, pero poco aprovechadas: la de Yauli (Morococha) y Casapalca, ambas de plata, que sólo fueron intensamente trabajadas por los españoles décadas más

tarde. Las de Yauli fueron tan opulentas que merecieron el renombre de Nuevo Potosí.

En la huaranga de Pìcoy se encontraban algunas minas de las que extraían un apreciable cantidad de metales. Frente al pueblo de Mama, p.e. hallábase una veta de oro, cuyos batanes

y pisones ubicados en un cerro muy alto aún podían ser vistos en 1586. En las alturas de Matucana (huaranga de Yaucha) también tenían abiertos socavones para sacar plata.

Al noreste del pueblo de Huamansica, más arriba de Sisicaya, quedaba otra mina de oro, exactamente en la cuesta de Langa. En Tuctococha, en las alturas y al Este de Checa (San

Damián) se sabe de la existencia de otras vetas metalíferas de plata que atravesaban por aquí y por allá, a tal punto que en cualquier sitio que efectuaran una cata con toda seguridad

obtenían mineral. De allí que, en conjunto, la totalidad de las rocas de 60 a 80 varas de ancho, podían decir que componían una sóla veta. La primera mina de allí, ahora llamada El Crestón, por los vestigios que restan se ve que antiguamente la trabajaron a tajo abierto, ya que en la

pared cuarzosa que se levanta algunos metros encima del nivel del terreno se contempla todavía agujeros de los barrenos. Las huellas descubiertas en su interior demuestran que los hombres que trabajaron tuvieron mucha práctica, o mejor dicho dejaban la veta varias veces

para volverla a tomar posteriormente. Claro que no faltan quienes aseveran que lo hacían por indecisión en sus labores.

En el espacio de los chacllas habían, idénticamente, minas de oro, tanto en los aledaños del pueblo de Acopaya (hoy Santa Eulalia u Olalla) como en las vertientes del río Carabayllo. En

los terrenos distritales de Carampoma, hacia las proximidades de la cordillera nevada de Pariacaca, ubicábanse minas de azoque. Y lo mismo en Pomabamba, al otro lado de El Ticlio.

Los documentos hablan de otra mina de oro, utilizada para los sapaincas, pero no en ámbito de Huarochirí sino en Carania, que tocaba a la saya de Ananyauyo.

Otras minas de oro y plata, en el perímetro de Lurinyauyo, pero con toda seguridad no explotadas, fueron las siguientes: 1º Arurri (o Pachacocha), donde estaba la célebre mina de

Colquipallana, que aún cuando es de plata, como su nombre lo anuncia, contenía porciones de mispickel aurífero con leyes de 25 a 30 gramos de oro por tonelada, 2º En la zona de Galera, frente al pico Puypuy (Ahora Monte Meigss), permanecía otra mina de plata, cuyos minerales

Page 60: El Origen Del Dios Pariacaca

frecuentemente ofrecían leyes de oro en cantidades ponderables. Allí la presencia del dorado metal aumentaba con la rodonita (silicato manganeso). Cabalmente la asociación oro-manganeso no era nada aislada, ya que igual ocurría y ocurre en otros filones auro-

argentíferos.

Pomacancha poseía minas en Aguascalientes ( a 1 y ½ kms. ). Es además, un lugar donde se producían magníficamente las papas (Solanum tuberosum). De allí extraían plomo, cobre y plata. También encontrábanse minas de los mismos metales en la comarca de Cochayoc, e

igual en el cerro Sullac. En Pariac, entre Carampoma y Huanza abundaban las galeras argentíferas, sulfuros de plomo y cobre gris (pavonados). En Bellavista, al sur de Pariac y en

Pariac mismo habían minas de plata. Los lugares cuyo topónimo es Culqui, evidencian que por allí poseían vetas de plata conocidas por los indígenas. Exacto, hay un sitio llamado Colqui colindante a Carhuaín, no lejos de Huanza. Lo mismo acaecía en las minas de Culquisongo,

entre San Mateo y Surco. En las propias alturas de Carampoma, en Alpamarca, se encontraban otras vetas de plata. En Otao tenían localizada una mina de cobre. Y en los cerros altos de Viso otras minas de plata. Y más aún en Yanariri (San Damián). En Lancas y Chontay

(El Chorrillo), existían algunas vetas de oro en sus cerros. En Huarochirí, una de plata, que produjo en su momento muy buenos metales. En Huancaire (Quinti) trabajaban una veta de

plata y otra en Tuctococha.

En Checa (San Damián), disfrutaban de minerales de cobre y plata, e idéntica cosa ocurría en San Antonio. En Tuna sucedía lo mismo, como también en Huarochirí y Carhuapampa.

En Pachachaca, a 15 kilómetros al este de Morococha, ubicábanse las minas de plata de Vicharraya. Como muestras innegables de que fueron trabajadas durante los incas, quedaron una buena cantidad de herramientas de aquella época, consistentes en cuernas de venado y

piedras collotas. Algunas de estas últimas presentan hoyos muy profundos, los que patentizan haber prestados servicios por muchos años. En sus inmediaciones subsisten restos de sus

huayras u hornos de fundición. En Vicharraya (o Vicharrayoc). Extraían, análogamente, abundancia de plomo. En Huanza (Carampoma) se encontraba localizada una cantera de

cristal de roca u obsidiana llamada Quispiunco.

En lo que toca a Yauli sabemos ya que gozaba de aguas termales. Pero más prestigio tenía por sus minas de plata, plomo y cobre. En las cercanías de Cochas, en efecto, al otro lado de

Pariacaca, había un manantial de aguas calientes con una pequeña cantidad de fierro y donde el material calcáreo dejado por el líquido se veía y palpaba cómo había dejado una rechoncha

capa sedimentaria de hasta más de 12 centímetros de alto. En el lugar llamado Puyo (Puquio) y en Cochas brotaba otro manantial de agua mineral. Su temperatura de 24.2ºC en un aire de

7.1ºC sobre cero la convertía en termal. Bien que es en las mañanas cuando da la sensación de ser más caliente, debido al frío de esas horas.

Con todo, los mejores asentamientos minerales estaban en Morococha (territorio de Yauli), aunque casi inexplotadas. A 4528 metros sobre el nivel del mar, queda a 179 kilómetros de

Lima por el camino antiguo de los indígenas. Contigua contemplábase una laguna que llevaba el mismo nombre, de ½ milla de largo por ¼ de ancho (926 mts. × 463 mts.). Traducida al

castellano quiere decir Laguna Pintada, ahora ya desaparecida por los relaves del siglo XX. A 1 kilómetro 600 metros estaba la otra laguna de Huascacocha (Laguna Larga), Morococha,

ubicada a 1 legua de Antarangra (6 kms. 400 mts.) fue intensamente explotada por los españoles. Antarangra significa Quebrada de Cobre.

Pero en Morococha no sólo hay minas de cobre, sino también de plata. E igual, hay indicios de carbón de piedra, del que los indígenas nunca supieron sacar provecho. Está emplazada al pie

de la cordillera de Yanasinga y al borde de la ya citada hermosa laguna. Es de clima terriblemente frío y de los más altos del Perú, tanto que provoca el soroche (mal de altura) por

su atmósfera sin suficiente oxígeno.

Las minas del cerro de Yauli (Morococha) fueron, trabajadas desde muy antiguo, si bien escasamente como lo demuestra un documento de 1574. De ahí conseguían metales de plata

Page 61: El Origen Del Dios Pariacaca

y bolas de cobre. Yauli, punas habitadas por los llacuaces, ya conocemos que pertenecían hasta el Jatunmayo, hoy río Mantaro.

Además en concordancia con una tradición lugareña, en el cerro de Pariacaca los incas explotaron una veta de plata. Pariacaca pertenecía, entonces, a la jurisdicción del distrito de Huañec, provincia de Ananyauyos. Ahora el referido Pariacaca es una estancia al oeste de la

laguna Titicaca, hoy llamada también laguna de Paucarcocha.

Tales minas tenían su método de laboreo. Los socavones se presentaban por lo común estrechos más o menos holgados, con poca necesidad de inclinar el cuerpo. Pero enseguida de pocos metros eran tan bajos que urgía arrastrarse como culebras para avanzar. De modo que quienes faenaban en dichas galerías se veían obligados a hacerlo echados de barriga, o

de espaldas, cuales hombres-topos.

Como vemos, muchas minas y no bien explotadas. Pero en contraste, su clima, como lo hemos expresado atrás, les permitía la siembra y cosecha de muy buenas provisiones agrícolas.

Los incas y las huacas regionales

Cuando los Incas hicieron acto de presencia en la provincia de Huarochirí, al poner en práctica su política de capturar las huacas (o efigies de divinidades y malquis) de las más veneradas por

las etnias regionales, para trasladarlas al Cusco con la finalidad de asegurarse la fidelidad de los conquistados. Túpac Yupanqui y Cápac Yupanqui sacaron y llevaron la momia o malqui del héroe Ñamsapa: uno de los caudillos divinizados pertenecientes a los invasores Yauyos. Los

jefes Incas dispusieron su conducción con sus adornos y todo lo correspondiente a su parafernalia. Entre éstos, una vara a la que llamaban con el nombre de Quilcascaxo. Consistía en una punta de lanza de cobre, grabada con diversas líneas y labores: lo que vale decir una

barra de dibujos. Varas con las mismas figuras y denominación portaban las imágenes de Llacsayhuancupa y Macahuisa: otras dos huacas muy celebradas en la huaranga de Checa.

Pero Ñamsapa exhibía una parafernalia más: una caracola coricaquia, procedente de los mares cálidos o ecuatoriales del Océano Pacífico traída hacia siglos por sus devotos oferentes.

Al verse sin el auténtico cadáver de Ñamsapa, los checas no tuvieron más opción que fabricar otro malqui artificial, postizo, al que principiaron a considerarlo como su teniente o

reemplazante. Años más tarde el padre Francisco de Avila fue el que descubrió a ese "teniente", extrayéndolo para quemarlo.

Concomitante como los Incas por lo habitual exteriorizaban bastante confianza en otros dioses regionales, en Huarochirí al ser informados de la existencia de Pariacaca y sus hijos, debieron solicitarles que les prestaran ayuda en sus guerras de conquista y represión. Eso lo realizaron precisamente para poder someter y rendir a las comunidades de Amaya y Xiguaya (Shiguaya)

que, de manera excepcional resistían osadamente. En tal sentido dirigieron los referidos sacerdotes, quienes consultaron con el oráculo Pariacaca. Y éste, según respondieron los

referidos sacerdotes, resolvió darles a su hijo Macahuisa, con cuya asistencia el triunfo Inca iba a ser rapidísimo. Todo permite colegir que no sólo llevaron a dicho ídolo o huaca a esa

campaña, sino también un fuerte contingente de guerreros yauyos y huarochiris, porque es imposible que Macahuisa hubiera concurrido sin sus incondicionales adoradores. Sin un

escuadrón de combatientes le habría sido imposible contribuir a la victoria de los Incas. Lo cierto es que el hecho sirvió de motivo para que honraran más y extraordinariamente a Pariacaca. El suceso delata también que el clero de Pariacaca estaba conforme con la

conquista Inca, pues de los contrario hubieran inventado y comunicado vaticinios opuestos. Le ofrendaron ingentes cantidades de oro y toda clase de ropa. Mandaron que la integridad de las huarangas y ayllus que les estaban sometidos (de Anan y Lurin - Yauyos) le enviasen una vez

por año maíz, coca y otros productos rituales para la comunidad y bienestar de los 30 sacerdotes o huacasas dedicados a su culto.

Los Incas rindieron adoración a Pariacaca y a otros dioses o huacas porque acostumbraban respetar a las huacas que encontraban en sus conquistas, siempre que se tratara de cultos predominantes en cada región. Por cierto que los invasores yauyos o yaros que adoraban a

Page 62: El Origen Del Dios Pariacaca

Pariacaca no tuvieron esas contemplaciones con Huallallo Carguancho, la divinidad venerada por los "yungas" o autóctonos. Mas, los Incas si lo observaron con Pariacaca porque, que duda

cabe, consiguieron su alianza y el apoyo de su sacerdocio desde un comienzo.

En definitiva los Incas no sólo le ofrendaron a Pariacaca y respetaron a sus huacasas o sacerdotes, sino que expidieron otros dispositivos. Decretaron que los 30 sacerdotes de Ananyauyos y Lurinyauyos debían celebrar puntualmente los mejores ritos dedicados a Pariacaca durante las épocas de luna llena, es decir, una semana por mes, realmente desde el XVº día de cada mes: fechas en la que los ayllus debían llevarle ofrendas consistentes en víveres. En un día de aquellos adoraban sacrificándoles una llama, a la que nombraban yaurihuanaca, con fines de adivinación. Los treinta sacerdotes debían augurar de acuerdo a lo que miraban en el hígado y corazón de la llama sacrificada. Entre aquellos 30 huacasas habían algunos llacuaces, uno de los cuales tenía por nombre Quitapariasca (vagabundo, nómada). Este llacuaz justamente, observando el corazón de una llama vaticinó en cierta ocasión de cómo el culto a Pariacaca iba a ser abandonado, hecho que fue considerado como de mala suerte. Desde luego que sus compañeros no le creyeron, calificando de vanas a sus palabras, por cuanto en el corazón del camélido inmolado ellos más bien percibían acontecimientos de buen augurio. Pero Quitaparriasca se ratificó en su opinión, lo que fue comprobado poco después cuando recibieron noticias de cómo los españoles habían penetrado a Cajamarca.

En general los Incas mandaron entregar ofrendas de oro y plata a todas las huacas de gran prestigio. La integridad de los cuales anotaron en sus respectivos quipus. Pero aparte de oro, también urpos (botijas) de chicha. Los Incas verdaderamente enriquecieron a muchísimas huacas, no olvidando a ninguna de las auténticamente famosas. Incluso hicieron actos de adoración al dios Huallallo Carguancho, después que conquistaron a los yauyos, seguramente para ganarse las simpatías de los oriundos o nativos "yungas".  

Page 63: El Origen Del Dios Pariacaca

Por disposición de los soberanos el Tahuantinsuyo también señalaron en todas las comunidades, pastos, ganados y pastores para el culto solar y a Pachacamac. Es porque los incas adoraban y acataban a esas dos divinidades ( o cápac huacas) sobre todas las demás que existían. Con tal objetivo dispusieron que los pastizales de Soquiavilca estuvieran dedicados a los rebaños de Pachacamac, en los mismos donde por igual pastaban los hatos de Llocllayhuancupa, hijo del citado Pachacamac. Similarmente resolvieron que Llocllayhuancupa poseyera más terrenos para maíz, con la finalidad de preparar su bebida favorita: la chicha. Todo a cargo de los componentes de la guaranga de Checa. Exactamente cuando no llovía en las tierras de los checas, por disposición del sapainca los "yungas" enviaban un tributo anual de oro y plata, con otros regalos de chicha y ticti (sango de maíz) rumbo a Soquiavilca (o Soquiahuilca). Allí, los "yungas" le ofrendaban con la siguiente oración. "Es el padre Pachacamac quien nos envía. Haz llover sobre la tierra. Si no sale el agua de esta laguna, todos los hombres sufriremos falta de agua. Llueve pues. Por esto venimos". Acto seguido, enterraban ahí las ofrendas de oro y plata que habían transportado. Los sacerdotes y servidores del mencionado ritual procedían del ayllu de Yasapa, mientras que los pastores del ayllu Allauca.

En cuanto al clero local, cuando los Incas arribaron a la provincia de Huarochirí al ser informados que el sacerdocio o huacasas que por ahí ejercían sus funciones constituían una institución muy antigua, fundada o criada, afirmaban, por el propio dios y héroe Pariacaca, no tuvieron más opción que dejarlos en la situación privilegiada en que estaban. Continuaron, por lo tanto, en medio de un régimen de infinita veneración. Incluso los mismos Incas prodigaban un enorme respeto a Pariacaca.

Por su parte, los incas introdujeron en Huarochirí el culto al dios Catiquilla (rayo), cuyo bulto de forma humana les regalaron y estacionaron en el pueblo de Llacsatambo. Su sacerdote, decía, detentaba tantísimo poder gracias a la autoridad de Catiquilla, que podía obtener respuestas, sin mayor esfuerzo, de cualquier otro oráculo, aún en el caso de que éstos no quisieran o no pudieran hablar.

De manera similar adoraban a la Luna y Pléyades para lograr salud corporal. Debieron ser cultos de origen preinca huarochirana. Y por último, tenían unas piedras negras a las que reverenciaban, pero no sabemos en que contexto. En cuanto al Sol le rendían culto todas las mañanas, inmediatamente de que aparecía, ceremonial que lo realizaban sentados. Le pedían prosperidad, salud y vida. Debió ser un ritual con mucho influjo incaico.

Rebelión y derrota de los calangos

Cuando gobernaba Túpac Yupanqui se rebelaron en busca de su libertad los de Alancumarca, Calancomarca y Choquemarca. Resueltos a no ser súbditos del sapainca cusqueño, lograron atraer a su causa a muchas de las huarangas, de manera que pudieron guerrear algo así como 12 años. De conformidad a las versiones huarochiranas, los sublevados obtenían, unas tras otras, bastantes victorias, aplastando a las tropas multiétnicas del Tahuantinsuyo, al extremo de poner en gran congoja al propio sapainca, al punto que éste llegó a inquirirse: "¿Qué va ser

Page 64: El Origen Del Dios Pariacaca

de nosotros?". En medio de tantas tribulaciones pensó sobre la necesidad de obtener auxilio de otras etnias, a cuyas huacas principales servía con tantísimas ofrendas de oro y plata, ropas, alimentos y cuanto lo era posible. De ahí que hizo una convocatoria a los sacerdotes de las referidas divinidades étnicas, para enfrentarse y derrotar a sus enemigos. Consecuentemente, les apercibió para concentrarse en el Cusco con las estatuas de sus respectivos dioses o ídolos, o mejor dicho con sus huacas.

Los sacerdotes aceptaron y docenas de ellos se pusieron en marcha portando los bultos de sus huacas. Hasta la efigie de Pachacamac fue transportada en su anda. Todos, conforme llegaban iban ubicándose en la plaza de Aucayapta (Cusco). Pero la imagen de Pariacaca no fue conducida, por cuanto sus sacerdotes permanecían en una tremenda duda de ir o no ir. Con todo, una vez que decidieron, según argumentaron por mandato de Pariacaca, ordenaron poner en movimiento, rumbo al Cusco, a su hijo Macahuisa, para escuchar al sapainca, y de inmediato regresar.

Marcahuisa y sus huacasas, en efecto, arriban a la capital del Estado Inca; aquél llevado en su rica anda llamada chicsirampa. En la aucaypata ya, su clero se ubicó y sentó al lado de su divinidad. También habían conducido al Cusco la huaca Sihuacoña Huilcacoto, a la que nadie podía igualarla en belleza. Es factible de que haya constituido una huaca vinculada a las llocllas o avenidas.

Y ahí fue cuando Túpac Yupanqui dirigiéndose a todas las huacas del Chinchaysuyo exclamó: "Padres míos, huacas y huilcas, ya sabéis como yo os sirvo de todo corazón con oro y plata. ¿Es posible que vosotros no me ayudéis a mí, que os sirvo con tanta generosidad, ahora que estoy perdiendo tantas huarangas de mis hombres? Por este motivo os he hecho convocar"

Fue una invocación que no mereció contestación por parte de los sacerdotes ventrílocuos que acompañaban a cada ídolo o huaca regional. Lo que motivó que el sapainca les profiriera "¡Hablad! ¿Es posible que permitáis que los hombres que han sido animados y hechos por vosotros sean aniquilados con la guerra? Si no queréis ayudarme. !En este mismo instante os haré quemar a todos! ¿Para qué, pues, os sirvo y embellezco, enviándolos todos los años mi oro y plata, mis comidas, mi bebida, mis llamas y todo lo demás que poseo? Entonces ¿no me ayudaréis después de haber escuchado todas estas mis quejas? ¡Si me negáis vuestra ayuda, ahora mismo arderéis!"

Ante tan drástica conminación, recién el sacerdote ventrílocuo de Pachacamac habló amenazadoramente: "¡Oh inca sol. Yo no propongo nada puesto que suelo hacer temblar la tierra entera con todos vosotros juntos. En efecto, no sólo aniquilaría al enemigo, sino que acabaría con todos vosotros y el mundo entero también. Por eso me quedo callado!. Lo que vale decir que los sacerdotes de la etnia Ishmay no consideraron oportuno socorrer al sapainca.

Como los demás sacerdotes ventrílocuos de las otras huacas seguían en silencio, el de Macahuisa, hijo de Pariacaca, comenzó a hablar: "¡Oh Sol, yo voy a ir allá! Tu permanecerás en las proximidades, en una tienda bien instalada y señalada. En un mínimo de tiempo voy a conquistarlos para ti". Lo que significa que el huacasa de Macahuisa se comprometió a conseguirle y proporcionarle ayuda a base de efectivos yauyos y huarochiris. Tal es como debe interpretarse aquella conversación del sapainca con los dioses regionales. El mito refiere que mientras Macahuisa peroraba, despedía por su boca un aliento que salía soplando unos polvos cardenillos, cual se hubiera sido humo. Lo que igualmente, hay que explicar en el sentido de que su sacerdote es el que emitía esos efluvios y no el ídolo, producto de algún alucinógeno que habría ingerido previamente.

Como no tenía que suceder, para que retornara después de promesa tan maravillosa y oportuna, le dieron como litera (o chicsirampa) la misma que usaba el sapainca Túpac Yupanqui para sus desplazamientos personales. Una verdadera honra para las subetnias de Ananyauyos y Huarochirí. Incluso los cargueros de la referida anda fueron los mismos que acostumbraban transportar al sapainca: los callahuayas, hombres fuertes y diestros que lo

Page 65: El Origen Del Dios Pariacaca

hicieron llegar a su destino en pocos días, cubriendo una ruta que a paso normal la habrían vencido en un tiempo muy largo.

Así advinieron hasta detenerse a vista de los conspiradores. Y ahí fue cuando los huarochiris y otros, bajo el amparo de la efigie de Macahuisa, poco a poco dejaron sentir su impetuoso ataque, si bien el mito manifiesta que fue mediante un fuerte aguacero. Los sublevados se organizaron interrogándose sobre el resultado de la ofensiva incaica. El avance de las tropas estatales fue violento y aterrador, con incursiones por todas las quebradas, hasta aniquilar totalmente a las comunidades que habían complotado. Realmente mataron a la totalidad de los curacas principales y guerreros más calificados. Pocos runas se salvaron. Y aunque el sapainca podía desaparecerlos a la integridad, no lo hizo. Enseguida volvió al Cusco. El mito, como es racional, sostiene que Macahuisa los atacó con rayos y lluvia, provocando huaycos que abrieron profundas quebradas y arrastrando y matando con sus aguas torrenciales a los insurrectos de Calango.

Al fin de cuentas, el acaecimiento sirvió para que el sapainca tomara más aprecio a Pariacaca. Dispuso aumentar su sacerdocio a 50 personas (yanas), en tanto que a Macahuisa le dijo: "Padre Macahuisa, ¿qué voy a darte? Pide todo lo que quieras. No seré avaro" A lo que el ventrílocuo huacasa contestó: "Yo no deseo nada, excepto de que te hagas huacsa (sacerdote) y celebres mi culto como lo hacen nuestros hijos de Yauyos". El sapainca aceptó. Pero lo cierto es que llegó el momento que Tupac Yupanqui sintió algún temor a Macahuisa, por el poderoso brío con que animó para destruir a los subversivos calangos. Por eso acordó ofrendarle todo lo que pudiera, para que no lo devastara a él, como lo había llevado a cabo con los calangos. He ahí porque ordenó ofrendarle comida, que Macahuisa rechazó por no acostumbrar ingerir dichas sustancias. En su reemplazo pidió mullu, mucho mullu (caracolas dilaceradas). Al recibirlo el mito manifiesta que lo devoró haciéndolo crujir entre sus dientes. El sapainca también le obsequió algunas ñustas (princesa cusqueña) escogidas entre las pallas de la capital imperial; pero Macahuisa tampoco las aceptó. Lo cual hay que interpretar en el sentido de que tanto Pariacaca como sus hijos no admitían para su culto el sacerdocio femenino; sino únicamente masculino.

Todo concorde con la mitología, contó o refirió Macahuisa a su padre Pariacaca, o dijo de otra manera, los sacerdotes de Macahuisa a los de Pariacaca. Y desde entonces los sapaincas quedaron convertidos en huacsas o huacasa o sacerdotes de Macahuisa; hecho que les facilitaba controlar las decisiones de su clero con fines políticos - militares. Y con tal objetivo acostumbraban bailar en Jauja: figura a las que los anayauyos y huarochirís tenían en gran estima.

Como se nota, fue una habilísima medida para estrechar los vínculos de paz y armonía entre el Cusco y las subetnias Anayauyos y Huarochirí, lo que equivale a expresar el dominio de los unos y la sumisión de los otros. Los incas eran muy inteligentes utilizaban la magia y la religión para gobernar. Los eventos que acabamos de exponer, lo evidencian.

Page 66: El Origen Del Dios Pariacaca

Con Iraya y Huayna Cápac

Hay otra narración entre el mito y leyenda que habla de la conducción de la estatua del dios Con Iraya a la vista y presencia del sapa inca Huayna Cápac. Pero en la referida versión hay una aparente maraña, cuando refiere que dicha entrevista se efectuó en un lugar llamado Titicaca, situado en los aledaños del Cusco, donde efectivamente había un peñón con dicho nombre, como cosa diferente al otro peñón de igual denominación en la isla de Titicaca en el lago de Puquinacocha (llamado también Titicaca desde 1533). Pero analizado el contexto de los hechos se descubre que no es el Titicaca del lago ni el peñón del Cusco, sino el cerro Titicaca localizado en las proximidades de llacta de Tumipamapa o Tumibamba, donde Huayna Cápac pasó los últimos días de su vida hasta su óbito. He aquí la transposición - legendaria.

La efigie de Con Iraya, huaca conocida y venerada por los huarochirís, fue llevada a Tumibamba para que hablara con Huayna Capac, seguramente a solicitud de éste para hacerle alguna consulta muy importante. El mito expresa que conversaron los dos, durante cuyo diálogo Con Iraya le dijo al citado sapainca: "Vamos, hijo. A Titicaca. Allí te haré saber lo que soy. Dá orden a tu gente, a los brujos, a todos los que tienen sabiduría para que podamos enviarlos a las regiones bajas, a todas". Y en efecto, Huayna Cápac impartió esas disposiciones. Sus emisarios, cual cóndores, golondrinas y a otras aves veloces por mandato del sapainca fueron hacia las regiones bajas para solicitar a los purijs (padres de familia) el envío de una de sus hermanas a la presencia del enunciado soberano, que astutamente tenía la costumbre de llamar yayas (padres) a los ancianos y mamas a las ancianas. Les dio apenas cinco días de plazo para ir y volver.

El comisionado, considerado tan veloz, como una golondrina, tomó la delantera. Llegado a su destino, cumplió la orden de Huayna Cápac. Recibió una pequeña caja, que le advirtieron no

abrirla, con la prevención de que el mismísimo y todopoderoso sapainca debía destaparla. Así se cumplió. Pero el mencionado mensajero "golondrina", a punto ya de alcanzar Tumibamba, no pudiendo aguantar la curiosidad de ver lo que había encerrado, abrió la caja, descubriendo

dentro a una pequeñísima pero hermosa escultura que representaba a una señora: sus cabellos los tenía de oro encrespado, su ropa de la más excelente. Apenas la destapó, la

señora desapareció. Entonces, sumamente confundido llegó al peñón de Titicaca, ubicado en Tumibamba. De todas maneras, Huayna Cápac, pudiendo emitir una orden para que lo matara, en mérito a su agilidad de golondrina voladora, le perdonó, conminándole para que retornara a

las tierras bajas.

Volvió, pues, donde por segunda vez recibió el mismo encargo, con el que regresó al Titicaca de Tumebamba. Su retorno fue confortable y fácil, no sólo por su expectante agilidad, sino

porque en todas partes le prodigaban alimentos y reposo en las noches. Así estuvo de vuelta únicamente en cinco días exactos. De ahí porqué Huayna Cápac y Con Iraya lo recibieron con

desbordante alegría.

Antes de abrir la caja Con Iraya propuso al Sapainca trazar una línea en el suelo, procurando entrar él a la tierra por un lado, en tanto Huayna Cápac debía ingresar por el otro en unión de

aquella beldad que Con Iraya reveló ser hermana suya. Por fin le declaró que constituía la última entrevista que tenían. Y de inmediato trazó la raya. Huayna Cápac entonces destapó el cofre, lo que motivó que al instante se iluminara de luz relampagueante. El sapainca exclamó

en aquella ocasión sobre sus deseos de no abandonar más aquel lugar, sino de quedarse para siempre ahí viviendo con esa bella "ñusta" transformada ya en coya (reina), quedando de ella

muy enamorado. En su reemplazo nombró a un representante suyo, para que se encaminara al Cusco, donde debía sustituirlo. Y al instante desapareció (murió) el sapainca al igual que Con

Iraya. Ulteriormente de su fallecimiento, Atahualpa y Huáscar, cada cual proclamando sus derechos, coadyuvaron al derrumbe del imperio.

La Efigie de Macahuisa

Cuando penetraron los conquistadores hispanos a la sierra de Pariacaca, encontraron a 30 sacerdotes presentes en aquel santuario. El más anciano procedía del ayllu Cacasica (huaranga de Checa) y tenía por nombre Tamalliuya Caxalliuya. Frente a las presiones de los

Page 67: El Origen Del Dios Pariacaca

hispanos, que preguntaban por el paradero de la plata y telas (o ropa) de la huaca, y ante el mutismo rotundo del referido anciano, encolerizados amontonaron paja prendiéndole fuego para achicharrar a Tomalliuya Caxalliuya. Concretamente cuando la mitad del combustible ya se había consumido, comenzó a soplar un viento, desviando las lenguas de candela, lo que permitió que el citado huacasa o sacerdote sobreviviera bien que con mucho sufrimiento por las terribles quemaduras. El resultado fue que tuvieron que entregar todos los tesoros y tejidos pertenecientes a Pariacaca. De modo que se cumplió el vaticinio del llacuaz Quitapariasca. De ahí que los 30 sacerdotes, que se daban entre sí el trato de hermanos, decidieron abandonar el tan sagrado recinto para dispersarse, reincorporándose cada cual a sus comunidades respectivas. Pero Tomalliuya Caxalliuya se retiró llevando consigo la replica o estatua de Macahuisa, uno de los hijos de Pariacaca. Con ella llegó al ayllu y comunidad de Linga o Linca, en el ámbito de la huaranga de Quinti.

Caxalliuya guardó, pues, en la comunidad de Linca, el duplicado de Macahuisa, y por muchos años, gozando de gran estima entre los naturales. Ahí Macahuisa estuvo muy bien servido. Así permaneció hasta que el curaca don Juan Puyputacma, de los quintis, envió sus emisarios a Linca para conducir a Macahuisa a la tierra de los enunciados quintis, porque a una huaca de tanto valor no debían tenerla en un lugar común y corriente. Puypuctacma pertenecía al mismo ayllu de Caxalliuya.

Así fue como este anciano arribó a Quinti en compañía de seis hombres, cada cual acompañado de sus hijos respectivos. Cuando pasaban por Llacsatambo, le preguntó a Macahuisa si tenía el deseo de proteger a los checas, sacrificándoles enseguida una llama, rito que lo llevó a cabo de la misma manera que lo había hecho antes Quintapariasca. Pero en Llacsatambo el augurio fue propicio.

Después murieron los hijos de Caxilliuya. Y cuando éste ya estaba por expirar, recordó el vaticinio de Quitapariasca, comparándolo con el que había realizado hacia poco en Llacsatambo.

Con la idea que la suerte les favorecía, incluso sin enfermedades, Macahuisa fue acogido en Quinti, donde, cada ayllu, mediante turnos, le celebraban sus fiestas en cada luna llena. En una noche de esas, hombres y mujeres, todos juntos velaron hasta el amanecer, hora en la que cada cual le ofrendaban cuyes y otras cosas. Entonces le rezaban: "Ayúdame, Eres tú quien custodia a esta comunidad. Eres tú quien nos sana de toda clase de enfermedades."

Para su culto, los ayllus de la huaranga de Quinti cultivaban la chacra llamada Yamlaca sembrando maíz, grano que urgían para preparar chicha, bebida imprescindible para celebrar sus ritos. Tantísima fe contribuyó para que los quintis obtuvieran buenas cosechas y vivieran felices, lo que incentivó la envidia de los checas. Y ahí se quedó la huaca a partir de entonces, hasta que llegaron los extirpadores de idolatrías del Arzobispado de Lima.

En efecto, año más tarde el curaca nombrado Don Sebastián, presionado por los enunciados extirpadores, mandó quemar todo lo que habría sobrado de la huaca Pariacaca y de otras.

La guerra civil entre Huáscar y Atahualpa. El rescate del inca

Vilcapoma, cacique de Chaclla en tiempos de Huáscar, iba algunas veces hasta Huarochirí a visitar a Ninavilca, el señor mayor de la saya de Lurinyauyos. Le llevaban frutas (pacaes) y

coca de las chacras de Quives, diciéndole: "Esto traigo de mi chacra de Quivi". Se sabe también que el gran señor de Huarochirí encargó algunas veces al aludido Vilcapoma, siendo

aún muchacho, para que le inspeccionase dichos cocales.

En la guerra civil, los ananyauyos y lurinyauyos se desempeñaron como soldados de Huáscar. Muchos le sirvieron en el Cusco mismo. Así ocurrió con Yacovilca, natural de Culpa (Ayaviri). Pero cuando Francisco Pizarro avanzaba a Cajamarca, Yacovilca fue a Huamachuco para observar lo que ocurría. Posiblemente fue enviado por los partidarios de Huáscar, en calidad de espía. Yacovilca estuvo en los baños de Pultamarca y presenció la captura de Atahualpa.

Page 68: El Origen Del Dios Pariacaca

Las pocas referencias existentes demuestran, pues, que los guerreros yauyos actuaron en los ejércitos huascaristas. Muchísimos de ellos fueron vistos entre las tropas acantonadas en Jauja.

Una vez preso Atahualpa y pactaba la entrega del rescate, y seguidamente que Hernando Pizarro fue nombrado para encaminarse a Pachacamac, el mismo Francisco Pizarro y otros instaron también a Yacovilca para que fuese a la "provincia" de Yauyos llevando un mensaje a los caciques: juntar la totalidad de oro y plata, joyas, ropa fina, etc., para transportarlas a Pachacamac, para allí entregarlos a Hernando Pizarro. En general, con el mismo propósito enviaron mensajeros a muchas provincias más, con la orden concreta de trasladar sus tesoros al valle de Ishmay y posteriormente a Cajamarca. Yacovilca cumplió la misión que le encargaron cuando llego a la provincia de Yauyos. Y a consecuencia de ello, los curacas principales allegaron un cuantioso conjunto de tesoros y también una enorme cantidad de mamacunas (señoras de los acllahuasis) y ganado, llevándolos a Pachacamac.

Pero hay más información documental al respecto. Urco Huaranga e Inca Mayta Yupanqui, que acompañaban a Hernando Pizarro, mucho antes que alcanzaran Pachacamac, despacharon mensajeros a las provincias comarcanas para que los curacas acudieran con la totalidad de los metales preciosos que hubieran en templos, acllahuasis y aposentos, y también con sus rebaños.

Según Poma Ricuri, los mensajeros de Atahualpa llamados Mayta Inca Yupanqui y Urco Huaranga, llegaron al valle de Atun Laraos, para ordenar a los caciques y principales de la provincia la recolecta de las riquezas para el rescate, con el fin de acarrearlos, sin pérdida de tiempo, al otro valle de Pachacamac, adonde ellos continuaron con Hernando Pizarro. Cosa igual habían dispuesto en otras provincias colindantes, así costeñas como serranas. Para que los tesoros fueran aglomerados con suma presteza los amenazaron con quemarlos vivos de ocurrir lo contrario.

Hernando Pizarro entró, por consiguiente, a Pachacamac con el aval y compañía de dos generales atahualpistas: Urco Huaranga y Mayta Inca Yupanqui. Con aquella garantía el hermano de Francisco Pizarro ordenó a los curacas de Huarochirí y Yauyos el recojo de todos los metales preciosos para conducirlos a Pachacamac. Así procedió en efecto, partiendo los mensajeros por diversas direcciones. En Huarochirí y Yauyos fueron los caciques y principales los que dirigieron la acumulación de los objetos de oro, plata, ropas finas, adornos y aderezos de bailes, brazaletes, etc.

Por su lado, Nina Curi, de Huarochirí, que residía aquí al tiempo que le llegaron noticias del arribo de los españoles a Cajamarca, donde habían prendido a Atahualpa, cuenta que cuando Hernando Pizarro iba a Pachacamac a saquear los bienes del Sol y de las mamacunas, lo hizo llamar, e igual a Ninavilca, a Xacxa (Shacsha) y a otros señores principales de las provincias de Huarochirí y Yauyos, Nina Curi fue con los españoles hasta el valle de Pachacamac, lugar en que él y otros curacas, por disposición de Hernando fueron a extraer íntegramente el oro, plata

Page 69: El Origen Del Dios Pariacaca

y otros tesoros, al igual que ropas opulentas y todo lo demás que había de gran valor en sus curacazgos. Así fue como los mencionados curacas destacaron delegados especiales a sus huarangas y ayllus para reunir los objetos mencionados. Y en efecto trajeron una considerable cantidad de metales preciosos, en joyas, sobre todo de mujeres: topos (prendedores), huinchas (cintas), cascabeles, patenas, ollas, cántaros, tinajas, cazuelas, cocos y, como tenían que ser, otro cuantioso número de ropas finas de cumbi y/o enchapados con oro y plata que los señores solían ponerse en sus festividades y danzas y también un ingente monto de chapas sueltas de oro y plata. Todo un gran tesoro a lo que tenemos que adicionar centenares de llamas.

Hernando Pizarro, una vez en Pachacamac estatuyó que los señores de la provincia de Huarochirí juntaran la totalidad del oro y plata que hubiera, lo mismo que las ropas selectas, chapería y joyas finas. Todo debían trasladarlo a Pachacamac. Mientras tanto otros mensajeros caminaban a otras partes para llevar a cabo lo mismo. De ahí que únicamente en la provincia de Huarochirí acopiaron una enorme suma de oro y plata en vasijas, cántaros, ollas, esmeraldas, joyas de mujeres, esculturas de animales y personas, de plantas (maíz, sapos, culebras, leones, zorros). Cosas que muchísimos huarochiranos las condujeron cargados bajo la dirección del prestigioso curaca Ninavilca. Los de Huañec o Huañeque acarrearon sus tesoros a Pachacamac controlados por su cacique Apo Xaxa (Shasha). Este los entregó a Hernando Pizarro. A tan inmensas riquezas el caudillo español las hizo guardar en un aposento grande, a cargo de Chumbe Sagua, un mayordomo del Inca. En lo que respecta al pueblo de Tamara (reducido en Pilas) fueron su cacique Guayna Caxa y su hermanos Apo Xaxa los encargados de llevar sus objetos hechos con el dorado y plateado metal. Todo fue concentrado en Pachacamac para adjuntarlo a lo que habían saqueado de los templos y adoratorios del valle de Ishmay, capitalmente del acllahuasi y templo solar.

Así es como en Pachacamac confluían cargueros serranos y yungas con fabulosas sumas de oro y plata, Hernando Pizarro ya tenía resuelto liarlos en cargas para derivarlos a Cajamarca. Para ello exigió cargueros serranos y costeños, que todos sumaban más de 2 000 hombres, los que conformando una larguísima caravana estaban listos en Pachacamac. El huarochirano Nina Curi que se halló presente en tales sucesos así lo declaró 40 años más tarde. Nina Curi quedó en el pueblo de Huarochirí, pero los caciques principales prosiguieron el viaje hasta arribar a Cajamarca. El gran desvalijamiento de tesoros en Huarochirí - Yauyos fue sin peso ni medida. De allí, los cargueros que salieron rumbo a Cajamarca ascendían a varios miles. De conformidad a la declaración del enunciado Nina Curi sobrepasaban de 6 000; bien que otro testigo de vista asevera que fueron más de 10 000. Eso lo profiere Naypa Julca, natural de Caranga (Yauyos), hombre que fue hasta Cajamarca y después regresó a su tierra. Aunque Mylluy, un principal de Atun Laraos, padre de Zapaico, que también viajó desde Pachacamac a Cajamarca dirigiendo el escuadrón de cargueros yauyos, refirió a su hijo que dicho número sólo superó los 3 000 hombres. De todas manera una cifra enorme.

Empero el propio Zapaico, curaca de Atun Laraos análogamente salió encabezando a 30 cargueros de su ayllu transportado sus tesoros, también rumbo a Cajamarca. El mismo

atestigua que en el trayecto, de manera continua, se les unían otros cargadores procedentes de diversos curacazgos del Tahuantinsuyo, conduciendo metales preciosos al norte.

Por su lado, el guerrero Curi Huaranga, del pueblo y ayllu de Sucuya (Socoya/huaranga de Langasica) fue el encargado de vigilar un pelotón de 200 lurinhuancas que, por disposición del curaca Guacrapáucar llevaban los tesoros de su etnia a Cajamarca, con miras a "rescatar" al inca. Fue la oportunidad en la que el mismo Guacrapáucar se hizo trasladar en una litera para entrevistarse con Francisco Pizarro, en cuyo diálogo quedó pactada la alianza hispano-huanca

para destruir el poderío incaico.

Lo que se acaba de decir constata que estaba admitido que individuos de una etnia prestaran servicios al curaca de otra. Al respecto conocemos un distinto ejemplo: Pomaricuri, curaca de una pachaca de Atun Laraos (Ananyauyos) fue sayapayac o mayordomo del mismo señor Guacrapáucar de Lurinhuanca, ya citado. Justamente cuando ejercía dicho cargo, ante una resolución de Pizarro y Atahualpa concerniente a la junta de tesoros para el rescate, por disposición de Guacrapáucar hizo llegar una suntuosa cantidad de vasos, cocos, ollas, cántaros, tinajas, estatuas de hombres y mujeres vaciados en oro y plata, igualmente estatuillas

Page 70: El Origen Del Dios Pariacaca

de aves, culebras, sapos, tejos de los mismos metales. Después de hacerlos enbalar, dirigió su conducción a Cajamarca. Cuando sus cargueros pasaban por la tierra de Bombón (Pumpu) se hallaron con aquellos dos orejones atahualpistas: Mayta Inca Yupanqui y Urco Huaranga, quienes también dirigían la conducción de más tesoros con la misma meta. A ellos les entregó metales preciosos procedentes de Lurinhuanca; en tanto los mencionados orejones, a toda prisa, proseguían al septentrión. Como es explicable, a los pocos días Pomaricuri se encaminó a su tierra de Atun Laraos.

Los señores de Huarochirí al tomar conocimiento de que Atahualpa fue muerto pese a que se cumplió con entregar tantísimo oro y plata a cambio de su libertad, manifestaron su desilusión por considerar que se les venía enormes daños. Y no solamente a ellos, sino también a los mismos españoles, porque con la desaparición del soberano otros caudalosos tesoros quedaban perdidos para siempre, por cuanto mataron a los que conocían el secreto para evitar su revelación a los conquistadores. Los de Huarochirí reflexionaron, por lo tanto, que constituía una pérdida irreparable a la extinción de Atahualpa, por las guerras y asesinatos que iba a generar y por las razones ya antes anotadas. Cosas que jamás se hubieran presentado de haber seguido vivo el mencionado sapainca.

La fidelidad hacia los incas del Cusco por parte de los Yauyos y Huarochiranos fue notoria. Los testimonios demuestran que los unos y los otros, salvo casos excepcionales, ayudaron a Manco Inca y al Huillac Humo en el sitio de Lima contra Francisco Pizarro. Con tal fin fueron enrolados bajo el comando de los guerreros cusqueños Quizo Yupanqui, Allisongo Inca, Yanqui Yupanqui y Saxalla. Ellos, concentrados en Huarochirí, emprendieron su incursión a Lima con resultados desastrosos, infelizmente.

Como se ve, los huarochiranos optaron por defender la causa de Manco Inca. Entre los que se plegaron para cercar a la ciudad de Lima figura, por ejemplo, Nina Curi. Claro que el ataque fracasó: pero de todas manera estuvieron presentes en la conflagración. Sin embargo otro huarochirano asegura que Manco Inca "los llevó", frase que podría indicar forzadamente. Pero en términos generales Ananyauyos y Lurinyauyos fueron fieles a Manco inca en el cerco o sitio de Lima.

La autobiografía de un huarochirano huascarista, testigo presencial de la invasión española

Exactamente cuando el huarochirano Curi Huaranga estaba en Cajamarca fue testigo de como los guerreros incas Mayta Inca Yupanqui y Urco Huaranga manifestaron a Francisco Pizarro la existencia de otras y más caudalosas riquezas que aún quedaban en el templo de Pachacamac, revelación que le hicieron temerosos de que los mataran como lo habían hecho con Atahualpa. Y para colmo se ofrecieron ir con ellos mismos para extraerlos y darlos a Pizarro, pero en compañía de algún español. Francisco, entonces, nombró a su hermano Hernando, el cual, conocedor de que Curi Huaranga era natural del pueblo de Socuya, le ordenó para que también se enrolase entre los guías y acompañantes, pero en un pelotón que constituía una especie de vanguardia. Lo enviaron, para que, por adelantado, avisara a los influyentes curacas Xaxa (de Anan) y a Ninavilca (de Urin o Huarochirí) de cómo los españoles iban a Pachacamac a extraer el oro y la plata. He aquí porque los dos mencionados curacas debían juntar la integridad de los tesoros (tejuelos, vasijas, ollas, cántaros, tinajas, joyas de mujeres: prendedores, huinchas, brazaletes, sortijas, pendientes: ropa fina de cumbi de varones y mujeres de la enchapada que usaban en sus bailes y guerras). Y a más de ello mucho ganado consistente en llamas de carga.

Curi Huaranga arribó, pues, a la provincia de Yauyos para cumplir dicho encargo ante los señores Xaxa y Ninavilca. Quienes con la presteza que estilaban frente a las órdenes de un inca, procedieron a recolectar todo lo que pedían los españoles. Una vez reunido el ingente tesoro, totalmente bien liado y encima de las espaldas y hombros de los mismos cargueros de Yauyos y Huarochirí, bajo la dirección de Xaxa y Ninavilca, pusiéronse en camino hacia Pachacamac. En la caravana se hallaba también Curi Huaranga.

Page 71: El Origen Del Dios Pariacaca

En Pachacamac ya, encontraron a Hernando Pizarro y a los capitanes Mayta Inca Yupanqui y Urco Huaranca. A ellos les entregaron cuanto conducían, suma que fue adjuntada a la que habían saqueado de los templos del Sol y de Pachacamac, aparte de otras joyas extraídas de tumbas, depósitos, aposentos de los sacerdotes y casas de las mamacunas o acllahuasis. Allí Curi Huaranga vio, por igual, la venida de otros enormes contingentes de cargueros procedentes de distintas provincias comarcanas a Ishmay, conduciendo más oro y plata para entregarlos a Hernando Pizarro. Constituía una opulencia deslumbrante, en la que hasta que veíanse estatuas de hombres y mujeres, tigres y pumas de tamaño natural; a más de una infinidad de estatuillas de serpientes, batracios, aves y otros objetos de diferentes hechuras, al lado de ropajes delicadísimos e incontables hatos de llamas. Todo lo cual, debidamente acondicionado, fue cargado por 10 000 runas yungas y serranos que caminaron en dirección a Cajamarca, llacta en la que los esperaba Francisco Pizarro, Curi Huaranga les vio partir, enseguida de lo cual fue a su tierra de Socuya (Langasica El Chorrilo). Ya no retornó a Cajamarca.

Permaneció en su ayllu y pueblo, donde vivió hasta que hicieron acto de presencia de las huestes capitaneadas por Quizo Yupanqui, enviado por Manco Inca y Huillac Humo, decididos a cercar la ciudad de Lima (1536) con la idea de expulsar a Francisco Pizarro. Fue la ocasión en la que los señores yauyos y huarochiranos determinaron plegarse al ejército cusqueño. Se unieron a Quizo Yupanqui en el pueblo de Huarochirí, entre ellos el mismo Curi Huaranga. Lo acompañaron hasta llegar a Lima, para sitiarla.

Pero los conquistadores españoles tenían la ventaja de poseer caballos y armas de fuego, que les permitía resistir estratégicamente por maniobrar en tierra llana. Tal fue la razón para que las tropas de Quizu Yupanqui pusieran punto final al cerco a los ocho días de su arribo, regresando a la sierra. Ganaron, por lo tanto, los españoles, con una enorme pérdida de vidas humanas en los efectivos cusqueños.

La Desestructuración de Huarochirí

Los españoles fueron quienes desestructuraron al Estado Yauyo. Fue en 1534 en que dieron comienzo a esa desorganización cuando Francisco Pizarro lo fragmentó en cinco repartimientos para otorgarlos en forma de encomiendas a otros tantos españoles: Mancos - Laraos, Yauyos, Huarochirí, Mama y Chaclla, cada una a base de varias huarangas, claro que las dos primeras prosiguieron en Anayauyos, mientras que las tres últimas en Lurinyauyos; pero los curacas de cada saya quedaron a partir de ese momento desvinculados el uno del otro. Y no solamente ellos, sino también los de huaranga. Pizarro, por ejemplo, otorgó a Francisco de Ampuero, Chaclla, integrada por tres huarangas: Carampoma, Chaclla y Casta. Chaclla distaba 6 leguas de Lima (38 kilómetros).

Page 72: El Origen Del Dios Pariacaca

El pueblo de Huarochirí, en 1565, fue erigido en la capital del corregimiento de Yauyos de reciente creación, por lo que allí fijó su residencia el corregidor que representaba a la autoridad del monarca español. Pero en lo que toca a la segunda saya:

1º En Huarochirí fue donde posteriormente fueron fundadas las reducciones o pueblos de San Francisco de Sisicaya, San José de El Chorrillo, Santa Ana de Chaucarrímac, San Damián de Checa, Santa María del Nombre de Jesús de Huarochirí, San Pedro de Huancaire y San Lorenzo de Quinti.

2º En Mama, las reducciones de Santa Inés de Chichima, San Pedro de Mama, San Jerónimo de Picoy, San Juan Bautista de Matucana y San Mateo de Huanchor.

3º En Chaclla, las de Santa Olalla de Acopaya (hoy Santa Eulalia), San Jerónimo de Puna, Santiago de Carampoma, San Francisco de Chaclla y San Pedro de Casta.

En cada uno de ellos quedó instituido un Cabildo de Indios con sus respectivos varayos o alcaldes con jurisdicción penal y civil en causas de mínima cuantía. Con el nuevo sistema, los curacas quedaron despojados de su autoridad; dejándolos únicamente para el recojo de tributos y el entero de los contingentes de mitayos en provecho de los conquistadores hispanos.

En el territorio de Yauli durante el siglo XVI, en cambio, no figura reducción de indígenas. El pueblo de San Antonio de Yauli recién comienza a figurar en el siglo XVIII.

Lo que vale afirmar que con la redistribución de sus curacazgos en repartimientos y luego en corregimientos y reducciones acabaron con la unidad de la etnia Yauyo, y también con la elevada autoridad de sus curacas principales. De ahí porqué cada repartimiento comenzó a tener la categoría de "provincia", lo que significa cinco provincias en el corregimiento de Yauyos. Verbigracia Fray Diego de Porres es uno de los que da el calificativo de "provincia de Chaclla" a dicho repartimiento y encomienda. Frases que demuestran haber sido extensa y "autónoma" en relación a otras unidades políticas económicas: Mama y Huarochirí. Eso lo dijo Porres precisamente en la segunda mitad del siglo XVI, más o menos en 1586, cuando los cacicazgos andinos estaban ya muy divididos en repartimientos.

Avila por su lado, da la categoría de provincias a Huarochirí, Chaclla y Mama, porque a fines del siglo XVI e inicios del XVII cada una seguía conformando un repartimiento o encomienda. En la "prouincia de Chaclla", de acuerdo a lo que dejó escrito su referido doctrinero fray Diego de Porres, gracias a su celo religioso fueron levantadas cinco iglesias. Porres, como es explicable, mandó aniquilar muchas huacas o adoratorios nativos, todo ello antes de 1576.

Page 73: El Origen Del Dios Pariacaca

Con las reducciones se generó un tremendo malestar cuando los runas fueron removidos de un lugar a otro. Así, los del ayllu Concha (de Huarochirí), que vivían desde muy antiguo en la aldea de Concha, fueron trasladados a San Damián. Pero sus viejas tierras ubicadas en el cerro de Concha siempre quedaron como suyas, cultivándolas y cosechando en ellas. Lo que anuncia que en la posesión de sus predios no hubo mucha novedad. Concha distaba 1½ del nuevo San Damián (9½ kms.), localizado éste en el lugar denominado Uratambo, por lo que le llamaron "Ayllu y parcialidad del pueblo de San Cristóbal de Concha, reducidos en el pueblo de San Damián" de Uratambo o Urtambo, a diferencia del vetusto asentamiento prereducción, al que le denominaron pueblo de San Cristóbal de Concha. Allí en general todos les conocían con el apelativo de "los indios conchas."

Pero veamos algunos puntos más de desestructuración y nueva organización colonial. Santa Inés de Chichima figura como doctrina independiente, emplazada a 5 leguas de Lima. Comprendía tres pueblos anexos en contorno suyo, en un radio de 2 leguas (13 km.). Poseía su iglesia parroquial con su correspondiente pila bautismal. En 1619 todavía le quedaban 85 indígenas aptos de confesión, más 1 mestizo y 1 mulato casados con indias. Allí funcionaban 2 cofradías: una de la Natividad de Nuestra Señora y la otra de San Marcelo, solamente con limosnas para cubrir los gastos de misas. En cada pueblo tenían asimismo una casa para hospital, adonde nadie quería entrar para curarse, bien que gozaban de una renta consistente en un tomín anual por tributario.

San Mateo de Huanchor, era el más elevado y al mismo tiempo el "pueblo mayor" del repartimiento o provincia de Mama. Lo que quiere decir que constituía la "cabecera" de dicha agrupación. Al río llamado ahora Rímac, que circulaba por sus veras, le llamaban río Mama; abarcaba desde Santa Inés de Chichima hasta que su nacimiento en El Ticlio. Río Mama le designaban hasta su desembocadura, por ser de mayor volumen que el Chacalla o Chaclla, nombrado hoy río de Santa Eulalia. Las minas de oro y plata estaban a 4 leguas de Matucana.

Se sabe que al rayar el siglo XVII el pueblo de San Pedro de Mama aún configuraba una magnífica reducción de indígenas. Tenían inclusive un hospital de convalecientes. Según un documento su población excedía de 12 000 almas guiadas por un doctrinero propio. Pero en 1601, de acuerdo a una tradición un sacristán negro descubrió que los que allí persistían en sus ritos religiosos prehispánicos, hecho que comunicó al doctrinero, quien a su vez avisó al virrey Luis de Velasco (marqués de Salinas). El resultado fue que las autoridades civiles y eclesiásticas autorizaron al doctrinero de marras para que retornara con un pelotón de arcabuceros y lanceros. Debían ampararlo para que celebrara una misa de excomunión. Pero al llegar a San Pedro de Mama no hallaron a nadie. Todos habían huido llevándose las riquezas del templo. A partir de entonces comenzó la decadencia del pueblo y de sus tierras de comunidad. Se asevera que fugaron a la montaña de Chanchamayo, donde sus descendientes, siglo y medio después, colaborarían con Juan Santos Atahualpa, quien le ofreció el retorno al pueblo de sus antepasados. Es sólo una tradición, pero que merece ser mencionada.

En 1717 habían ya desaparecido los ayllus de Papanope, Cajamarca "y otros" de la huaranga de Chaucarrímac. Sus tierras quedaron abandonadas, ofreciendo comprarlas los ayllus de Concha y Piscamarca.

Como se ve, las huarangas de Huarochirí, desde el comienzo del colonialismo español entraron en una etapa de crisis y desestructuración irreversible. Pero en cuanto a muchos de sus ayllus, éstos si tuvieron una vida más larga, no obstante de que algunos se extinguieron y/o fusionaron con otros. De ahí que a mediados del siglo XIX los pueblos del espacio comprendido por las que fueron las huarangas de Chaclla, Picoy y Colcarruna aún seguían divididas en ayllus, cuyos nombres ahora sobreviven en topónimos de poblados, en ruinas, o en parajes y accidentes geográficos.

Huarochirí es una provincia en la cual, en términos globales perduran muchos elementos culturales prehispánicos, que constituyen las raíces de la identidad peruana de hoy.

3.8.2. LA ETNIA YAUYOS: LAS EVIDENCIAS MATERIALES

Page 74: El Origen Del Dios Pariacaca

Villar Córdova (1931) sostiene que el señorío de Yauyos se dividía en dos regiones: Hanan Yauyo (provincia de Yauyos) y Lurín Yauyo (provincia de Huarochirí). Los principales sitios arqueológicos correspondientes a los Hanan Yauyo serían: Ñapahuasi, Llongote, Tupi-Nachaca, Umay, Mallma, Huancané, los sitios se hallan estratégicamente ubicados en partes altas. El número de los sitios arqueológicos de Yauyos supera los doscientos.

Villar Córdova (1931) establece una tipología para la arquitectura prehispánica de la zona:

1. Arquitectura civil militar: Ñapahuasi, Huancané, Tupi Nachaka, Umay Mallma, entre otros.

2. Arquitectura funeraria: comprende dos tipos.

a. la cista sepulcral del kullpi y b. las cavernas funerarias.

3. Arquitectura religiosa.

En Yauyos destaca el sitio Inca de Ñaupahuasi, ubicado en la cumbre del cerro epónimo. Presenta dos sectores, uno de ellos es Inca y el otro Inca - local.

En el primer sector se ubica la Kallanca, que mide de largo aproximadamente 30 m. También se aprecian terrazas escalonadas adosadas al cerro, sobre las cuales se construyeron recintos

de planta cuadrangular, que presentan hornacinas y vanos de acceso.

En el sector se observan recintos de planta rectangular y circular, recintos con bóvedas, patios, depósitos. También se aprecian hornacinas y vanos de acceso trapezoidal, típicamente Inca.

 

Page 75: El Origen Del Dios Pariacaca
Page 76: El Origen Del Dios Pariacaca
Page 77: El Origen Del Dios Pariacaca
Page 78: El Origen Del Dios Pariacaca
Page 79: El Origen Del Dios Pariacaca
Page 80: El Origen Del Dios Pariacaca
Page 81: El Origen Del Dios Pariacaca
Page 82: El Origen Del Dios Pariacaca
Page 83: El Origen Del Dios Pariacaca
Page 84: El Origen Del Dios Pariacaca