El Palacio de Escoriaza-Esquível. - ehu.eus · Ovidio nos dice que es la diosa más complaciente,...
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MODELO A SEGUIR • EXEMPLA VIRTUS
ESPEJO DONDE RECONOCERSE LA ESPOSA FIEL
Representa a la mujer que permanece encerrada en su casa
cuando acude su marido, según narra Tito Livio, o como rela-
ta Fray Antonio de Guevara: cuando los maridos volvieron de
la guerra encontraron a sus esposas en las ventanas o en las
puertas hablando, en la plaza o por las calles, en cambio “a
la virtuosa Lucrecia halláronla en su casa encerrada y labran-
do. En casa hilaba acompañada de sus esclavas como mu-
jer decente que era porque no era como “aquellas que no
hilan y que están en el burdel”(Eiximenis). La acción de hilar
era un símbolo de la feminidad, talento cotizado en el mer-
cado matrimonial que tenía su proyección en la virtud moral
de la esposa. Según Tito Livio, Lucrecia prefirió la muerte an-
te la amenaza del deshonor por perder la castidad “aunque
me absuelvo de culpa, no me eximo de castigo; en adelante
ninguna mujer deshonrada tomará a Lucrecia como ejemplo
para seguir con vida” y dicho esto se clavó en el corazón un
cuchillo. El humanista Mexía considera que la lealtad y amor
que Lucrecia tuvo a su marido era tan conocida, que
“solamente acordarla es tanto como decilla, pues no hay
quien no sepa como, por no ser infamada, se dejó forzar; y
por haber sido forzada, se mató”. Para Guevara, Lucrecia
fue modélica “porque era más retraýda; porque ella era tal
que en las virtudes heroicas no avia más que pedir y en las
flaquezas mujeriles no avía en ella que emendar.
El Palacio de Escoriaza-Esquível. “Cuando el arte fija el límite
entre la feminidad ideal y la feminidad desviada”
Roberto García Sáenz del Burgo
Máster de Europa y el Mundo Atlántico: poder, cultura y sociedad. Facultad de Letras. EHU-UPV
LUCRECIA VICTORIA DE ESQUÍVEL VENUS
CONCLUSIONES
El Palacio de Escoriaza-Esquível nos muestra que el pensamiento renacentista acerca de la mujer no superó la visión dual de lo femenino, ya
que el binomio medieval Eva-María fue sustituido por el binomio Venus-Lucrecia. Estos modelos de mujer antagónicos aparecen enfrentados
en el propio patio. El hecho de que el programa iconográfico fuera definido por el promotor nos lleva a considerar el espacio interior como un
espacio también del varón. Su dominación queda así plasmada en los elementos iconográficos que transmiten discursos ejemplarizantes para
la mujer.
MODELO A EVITAR
ARQUETIPO DE MUJER LICENCIOSA, DE ESPOSA INFIEL
Ovidio nos dice que es la diosa más complaciente, a la que
le gustaba el flirteo que Marte le ofrecía y que incluso “se
burlaba, retozona, de los pies de su marido y de sus manos
encallecidas por el trabajo del fuego”. Venus ha sido relacio-
nada con varios amantes. Por ello era presentada como ar-
quetipo de mujer que debía ser evitada por el varón, ya que
el propio Marte –modelo de hombre viril por ser el dios de la
guerra– quedó trastornado por un loco amor hacia Venus.
Marte pasó de temible caudillo a convertirse en amante. De
esta manera, su masculinidad forjada en la carrera militar
quedaba cuestionada al ser presentado como hombre que
ha perdido la voluntad y el control de sí mismo ante la pre-
sencia de una mujer como la sensual Venus. Situaciones se-
mejantes aparecen en los relatos del amor cortés, en los que
toda la personalidad del varón dependía de una dama.
El tipo de relación planteado en el amor cortés disentía del
concepto utilitarista del matrimonio presente entre las clases
poderosas renacentistas. El amor representado en la figura
de Venus constituía una amenaza para el orden establecido
que los humanistas y moralistas pregonaban sobre el estatus
de la mujer dentro y fuera del matrimonio.
El siglo XVI supuso un auge en la importancia de la élite nobiliaria vitoriana. Varios de sus
miembros –como el doctor Fernán López de Escoriaza, protomédico de Carlos V y su es-
posa Victoria de Esquível– trabajaron en la corte enriqueciendo el patrimonio de la ciu-
dad con la construcción de nuevos palacios urbanos. Imitando la política propagandís-
tica de los Reyes Católicos el doctor supo integrar el pensamiento humanista en su
construcción, estableciendo en el patio un programa iconográfico con modelos de
conducta para la mujer a modo de exempla virtus.
Este póster surge del TFM titulado: El Palacio de Escoriaza-Esquível. Imagen de la magni-
ficencia y la dominación del varón. Hasta la fecha, no se había realizado ningún estudio
sobre el palacio que contemplara la perspectiva de género —masculino o femenino—
en el uso de los espacios y de sus elementos ornamentales y arquitectónicos.
Dos mujeres, Lucrecia y Venus, aparecen confrontadas, al comienzo y final del programa iconográfico desarrollado en el patio interior. Algunos autores han visto en ellas una “representación de la virtud y del vi-
cio en el amor”. Estas imágenes no son un recurso estético, sino que guardarían coherencia con el pensamiento del promotor que las eligió. En este sentido hay que considerar las palabras de Patricia Mayayo
cuando afirma que “el arte desempeña un papel fundamental en la creación y difusión de determinados estereotipos femeninos, adquiriendo de este modo una función prescriptiva y proscriptiva”. En otras pa-
labras, el imaginario artístico actúa como un mecanismo de regulación de las conductas mediante el cual se adoctrina a las mujeres sobre aquellos roles que deben de asumir –virgen, madre, , esposa– y aque-
llos que deben, a toda costa, rechazar –prostituta, bruja, mujer fatal–. “El arte contribuye a fijar el límite entre la feminidad ideal y la feminidad desviada, reforzando así los códigos patriarcales”. En el Renacimien-
to cobró especial importancia el retrato dada su capacidad para generar reacciones en quien lo contemplaba. En este sentido, la representación constante de personajes de la Antigüedad ligados a una cuali-
dad moral adquirió especial importancia; ya que, cualquier topos que se repite se convierte en un claro indicador de la conducta. De ahí el interés de la familia poseedora del palacio por llevar a cabo una ac-
ción propagandística de los valores identificadores del linaje ante el resto de la población. Los dos modelos de mujer presentes en el programa iconográfico encajan con la decisión de la mayoría de los moralis-
tas de dejar de lanzar improperios misóginos y, en su lugar, elaborar modelos de perfectas doncellas, perfectas casadas, perfectas viudas y perfectas monjas. De este modo, trataron “de convencer a las mujeres
de que se ajustaran a las normas de acción que correspondían a los papeles y estados en los que trataban de ser ubicadas por el poder masculino”. En este sentido, podemos decir con Estrella de Diego que
“todas las mujeres que hemos creído conocer —y poseer— a lo largo de la historia no eran sino una proyección de la mirada masculina que ha construido las diferentes feminidades”.
BIBLIOGRAFÍA
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MUJER CORTESANA • ESPOSA FIEL
Victoria de Esquível fue cortesana de Isabel la Católica, Ca-
talina de Aragón y también de la emperatriz Isabel de Portu-
gal. Pero fue, sin duda, la reina católica, la que habría deja-
do una estela más importante entre las damas de la corte,
por su carácter y su fama. Victoria hubiera puesto sus ojos en
los modales, usos y discursos de la reina Isabel, cuyo maestro
fray Martín de Córdoba, enseñaba a la princesa a preparar-
se para ser mujer y madre varonil, superando el temor y la
flaqueza, y le exhortaba diciendo “la Señora, aunque fem-
bra por naturaleza, trabaje por ser varón en virtud”; así mis-
mo le enseñaba que las mujeres son por naturaleza, y deben
ser por virtud, vergonzosas, piadosas y obsequiosas. Dado
que los hombres “lo primero que pesquisan de la esposa es si
es honesta e virtuosa e de compuesta vergüenza”. Y añade
que la reina “no emplearía afeites sofisticados, se presentaría
vestida según su condición, […] Sería mesurada, no exce-
diendo en vestir y calzar… [...] malo sería presentarse pere-
zosa y negligente, y mucho peor vestirse de buriel y de par-
do, [...] mejor no pintarse la cara con albayalde y arrebol y
los ojos con alcohol. Porque en este espejo se deben mirar
las doncellas deste tiempo”
De esta manera, la corte de Isabel la Católica conformó un
modelo femenino exclusivo de los grupos privilegiados.