EL PASADO, EL PRESENTE Y LAS ANÉCDOTAS DEL HOTEL RITZ BY BELMOND

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EL PASADO, EL PRESENTE Y LAS ANÉCDOTAS DEL HOTEL RITZ BY BELMOND EL COMIENZO… El 2 de Octubre de 1910 fue testigo de la grandiosa inauguración del Ritz de Madrid, un esperado evento que transformó a Madrid de capital de provincia a ciudad europea. La ceremonia de inauguración de lo que sería uno de los hoteles más elegantes de toda Europa, fue encabezada por los invitados de honor, el rey D. Alfonso XIII y la reina Dª. Victoria Eugenia, nieta del monarca inglés Eduardo VII. El joven Rey fue clave en esta exitosa nueva iniciativa de crear el primer hotel de lujo de España. Habiendo viajado mucho a través de Europa y siendo conocedor de los estándares de lujo y excelencia de numerosos nuevos Hoteles-Palacio, se autodeterminó a modernizar su ciudad natal elevando Madrid a los mismos niveles que otras capitales europeas y esto implicaba la construcción de un hotel de lujo real. Durante los últimos años del siglo XIX, el mundo experimentó un importante cambio con la aparición del ferrocarril. Ello también implicó cambios en el tipo de viajeros, que ya no provenían únicamente de la aristocracia europea sino que surgió un nuevo flujo de ricos europeos y americanos sedientos de descubrir los tesoros culturales del viejo continente, todos ellos con una demanda por un lugar adecuado para hospedarse. El Rey admiró con placer y orgullo el resultado, satisfecho de que Madrid pudiese, al fin, recibir en un ambiente adecuado a los dignatarios que visitaban la ciudad. Él mismo recordaba que durante su propia boda celebrada algunos años antes, los invitados reales tuvieron que ser hospedados en casas particulares ya que la oferta hostelera de la ciudad no era la adecuada. Fue él mismo quien convenció a muchos de sus amigos aristócratas e importantes personalidades del mundo de las finanzas de que tomasen parte en este ambicioso proyecto, convirtiéndose en uno de los mayores accionistas de la nueva “Compañía de Desarrollo Ritz” que pronto reunió lo necesario para adquirir un terreno situado en el corazón de la ciudad, donde anteriormente se encontraban el Teatro Tívoli y los Jardines del Placer.

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EL COMIENZO…

El 2 de Octubre de 1910 fue testigo de la grandiosa inauguración del Ritz de Madrid, un esperado evento que transformó a Madrid de capital de provincia a ciudad europea.

La ceremonia de inauguración de lo que sería uno de los hoteles más elegantes de toda Europa, fue encabezada por los invitados de honor, el rey D. Alfonso XIII y la reina Dª. Victoria Eugenia, nieta del monarca inglés Eduardo VII.

El joven Rey fue clave en esta exitosa nueva iniciativa de crear el primer hotel de lujo de España. Habiendo viajado mucho a través de Europa y siendo conocedor de los estándares de lujo y excelencia de numerosos nuevos Hoteles-Palacio, se autodeterminó a modernizar su ciudad natal elevando Madrid a los mismos niveles que otras capitales europeas y esto implicaba la construcción de un hotel de lujo real.

Durante los últimos años del siglo XIX, el mundo experimentó un importante cambio con la aparición del ferrocarril. Ello también implicó cambios en el tipo de viajeros, que ya no provenían únicamente de la aristocracia europea sino que surgió un nuevo flujo de ricos europeos y americanos sedientos de descubrir los tesoros culturales del viejo continente, todos ellos con una demanda por un lugar adecuado para hospedarse.

El Rey admiró con placer y orgullo el resultado, satisfecho de que Madrid pudiese, al fin, recibir en un ambiente adecuado a los dignatarios que visitaban la ciudad. Él mismo recordaba que durante su propia boda celebrada algunos años antes, los invitados reales tuvieron que ser hospedados en casas particulares ya que la oferta hostelera de la ciudad no era la adecuada.

Fue él mismo quien convenció a muchos de sus amigos aristócratas e importantes personalidades del mundo de las finanzas de que tomasen parte en este ambicioso proyecto, convirtiéndose en uno de los mayores accionistas de la nueva “Compañía de Desarrollo Ritz” que pronto reunió lo necesario para adquirir un terreno situado en el corazón de la ciudad, donde anteriormente se encontraban el Teatro Tívoli y los Jardines del Placer.

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Charles Mewes, el brillante arquitecto del Ritz de París, fue encargado de la obra bajo la supervisión de dos de los mejores arquitectos españoles, Luis de Landecho y Lorenzo Gallego quienes interpretaron con gran exactitud la perfección del diseño clásico impuesta por su colega francés. La elegante estructura del Hotel Ritz tiene también el privilegio de haber sido la primera en España construida en acero.

La Compañía de Desarrollo Ritz no sólo encargó su realización al famoso arquitecto francés que diseñó el Ritz de París, sino que también invitó al conocido César Ritz – hostelero por excelencia y “padre” del Ritz de París – a participar en la creación de este nuevo hotel.

César Ritz no fue sólo un destacado hostelero sino que también fue un auténtico hombre del espectáculo, un director y productor brillante que creó el escenario ideal para la representación estelar de su ilustre clientela.

A pesar de tener problemas de salud cuando el hotel fue creado, tuvo tiempo suficiente para formar un grupo de excelentes profesionales que, bajo su supervisión, aseguraron la creación de unos estándares de calidad, decoración, servicio y cocina, dignos de llevar su nombre.

Lo que en aquella época distinguía los hoteles creados por César Ritz de los Hoteles “Palace” eran las nobles proporciones de su arquitectura, la belleza, el gusto exquisito de su diseño interior, la atención dedicada a los pequeños detalles de su personal y la comodidad que brinda su magnífico estilo.

De cualquier forma resulta imprudente comparar a un Ritz con otro, ya que cada uno de ellos –incluyendo el Ritz de Madrid – es único adquiriendo a través del tiempo su propia identidad marcada por la historia y los acontecimientos de cada lugar.

Más de un siglo después de su creación, el estilo incomparable de la gerencia hostelera de César Ritz está claramente presente en el Ritz by Belmond de Madrid, a pesar de los cambios sufridos por el paso del tiempo.

Durante los primeros años, el hotel fue dirigido por Antonio Mella, quien se había formado en el Ritz de París y Londres, adquiriendo la filosofía y la esencia “Ritz” necesarias.

El primer cambio importante ocurrió en 1932 cuando la Compañía de Desarrollo Ritz decidió vender la propiedad a Georges Marquet, famoso hostelero y empresario belga. El hotel perteneció a la familia Marquet hasta el año 1978 cuando fue comprado por el ex-alcalde de Barcelona como inversión de su compañía Nacional Hostelera.

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Tres años más tarde el hotel fue nuevamente vendido al grupo británico Trusthouse Forte, quien lo consideró desde el principio como uno de sus hoteles más exclusivos. Esta compañía invirtió grandes cantidades de dinero en reformas para modernizar el hotel.

En el año 2003, tras un breve periodo como Hotel Meridian, el Ritz Madrid fue adquirido por el grupo Orient-Express y sus asociados. En 2014, Orient-Express pasa a ser Belmond y el hotel se convierte en Hotel Ritz by Belmond.

RITZ REAL

El Ritz no fue sólo concebido por un Rey, sino que su trayectoria se ha ligado siempre a la realeza a través de su fascinante historia y hasta el presente.

El Rey Juan Carlos I y la Reina Sofía honran al Ritz con su presencia frecuentemente, participando en banquetes oficiales o simplemente visitando a personajes de la realeza, como cuando visitaron al Príncipe de Gales y a la Princesa Diana durante su visita privada en 1987.

Ya antes de ser coronado, el joven Juan Carlos visitaba el hotel asiduamente de camino a Estoril donde vivía su familia, para comprar la prensa internacional o simplemente para que el discreto peluquero del Ritz le arreglase el pelo.

Pero los lazos que unen a la Familia Real con el Ritz son más fuertes todavía. Cuando Alfonso XIII murió en el exilio en Roma, el Ritz fue el lugar elegido para colocar un libro donde quien lo deseara pudiese firmar sus condolencias. 50 años más tarde los autobuses con destino a San Lorenzo del Escorial partían desde el hotel a los funerales del padre del actual Rey, Don Juan de Borbón.

En la actualidad, durante las fiestas del Día de la Hispanidad, celebradas en el próximo Paseo del Prado, el Ritz continúa preparando un pequeño salón para el Rey en caso de que desee disponer de él.

Entre otros de los miembros de la realeza internacional, el hotel cuenta con visitas de importantes personalidades tales como el Duque y la Duquesa de Windsor. Invitados por el General Franco a venir a España en el verano de 1940, la real pareja se hospedó en el Ritz en numerosas ocasiones y siempre en la suite 511-512. Al Duque de Windsor le encantaba hablar en español y de hecho lo hablaba muy bien, lo que era muy admirado en las fiestas sociales, los torneos de golf y las cacerías en las que participaba.

El Príncipe Rainiero de Mónaco y la Princesa Grace celebraron su luna de miel en el Ritz, volviendo con frecuencia a visitarlo.

En 1915 tuvo lugar la colorida visita del Maharajá de Kapurthala y su mujer, la joven bailarina española Anita Delgado. El público español estaba fascinado ante la historia de amor de una sencilla mujer española capaz de captar la atención de un príncipe hindú. En 1906 el Maharajá se enamoró de la bailarina Anita de 15 años de edad al venir a la capital con ocasión de la boda de Alfonso XIII. A pesar de que ella inicialmente no mostró interés, tras grandes esfuerzos diplomáticos el Maharajá consiguió casarse con ella en una esplendorosa boda y vivió como su

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esposa favorita durante 18 años en India, tras el transcurso de los cuales, el Maharajá finalmente perdió el amor y Anita pudo retornar a Europa viviendo una vida mucho más modesta con su único hijo en París.

El Emperador Haile Selassie de Etiopía fue, probablemente, uno de los más peculiares huéspedes reales, a quien no siempre era fácil satisfacer. Las normas de su país dictaban que nadie podía abandonar su presencia mostrándole la espalda, lo cual significaba que todos los empleados debían abandonar sus habitaciones andando para atrás. No es necesario contar que esto causó inevitables choques del servicio, que no estaba acostumbrado a esa circunstancia. Tampoco se permitía mirarle directamente a los ojos y desde luego ningún tipo de contacto físico. Esto creó también grandes dificultades, en especial a la gobernanta quien tuvo que coserle, en varias ocasiones, sus medallas a los trajes oficiales que generalmente llevaba por las tardes.

Durante su visita a Madrid, el emperador adquirió numerosas joyas cuyos creadores eran invitados a visitar su suite. El Maharajá no sólo les pagaba en metálico sino que además, y para satisfacción de los vendedores, les entregaba una moneda de oro.

Más recientemente, con ocasión de la boda del Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón con la actual Princesa de Asturias, Doña Letizia, el Ritz volvió a demostrar que sigue siendo el hotel preferido por la realeza. Más de 24 delegaciones oficiales se alojaron en el Ritz para el enlace, entre las que se encontraron las Casas Reales de Suecia, Noruega, Dinamarca, Reino Unido, Marruecos, los Grandes Duques de Luxemburgo, los Príncipes de Mónaco, el Emperador de Japón y cabezas coronadas de Omán, Arabia Saudita e Italia entre otras.

EL RITZ Y SU PAPEL EN LA POLÍTICA

El Ritz, como otros muchos grandes hoteles de Europa que datan de principios del siglo XIX, representa un testimonio vivo de una parte importante de la historia mundial siendo con frecuencia escenario de importantes eventos políticos.

Tanto formal como informalmente, en muchas ocasiones, estos eventos se celebraron en el transcurso de desayunos, comidas o cenas para miembros del Gobierno. En efecto, muchos conocidos políticos utilizan con frecuencia el Ritz como su segundo hogar.

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En la Conferencia de Paz de Oriente Medio que tuvo lugar en Madrid en noviembre de 1991 participaron, entre otras primeras figuras de relieve mundial, el presidente George Bush y Mikael Gorbachov. La reunión oficial fue celebrada en el Palacio Real, pero muchos de los miembros de las delegaciones internacionales se alojaron en el Ritz donde se organizaron un gran número de reuniones informales.

Otro reto para el Ritz fue la segunda Cumbre de Jefes de Estado de Ibero-América, con 28 delegaciones oficiales.

Fue también en Madrid donde el líder palestino Yaser Arafat dio su primera conferencia de prensa en septiembre de 1979. Las fotos tomadas en el “Salón de Lecturas” viajaron por todo el mundo en forma de portadas de periódicos. En su visita siguiente en enero de 1989 recibió a tantos miembros de círculos políticos, que los periódicos publicaban al día siguientes titulares como: El líder de la OLP abre su oficina política en el Ritz.

Retrocediendo un poco en el tiempo, durante los dramáticos años de la Guerra Civil española – de 1936 a 1939 – el Ritz se convirtió en hospital militar. Algunos de los empleados habituales permanecieron en el hotel durante aquel periodo. Entre los efectos de esta guerra se incluye la introducción de un nuevo tipo de clientela para el Ritz. Los palacios madrileños de muchas familias de aristócratas se vieron dañados hasta el punto de no poder seguir residiendo en ellas. Durante los trabajos de restauración llevados a cabo al finalizar la guerra, estas personas pasaron a vivir en el Ritz temporalmente. Algunos se acostumbraron así al lujo y confort del hotel y permanecieron muy largas temporadas en el Ritz.

Mientras el hotel había iniciado un periodo de estabilidad y normalidad, el resto del mundo se encontraba bajo el temor de otra guerra. El alemán Heinrich Himmler, invitado por el General Franco a finales de 1939 se hospedó en el Ritz.

El primer Canciller alemán tras la Segunda Guerra Mundial, Conrad Adenauer, estuvo en el Ritz en varias ocasiones sorprendiendo al personal de recepción cuando pagaba sus facturas en metálico que llevaba en una pequeña maleta de piel negra.

El General Franco también frecuentaba el Ritz con ocasión de recibir a determinados políticos internacionales, que visitaban España oficialmente. El Ritz se encargó de realizar el catering de importantes eventos en la vida de Franco como por ejemplo la boda de su hija. La muerte de Franco en 1975 atrajo numerosas delegaciones de otros países, que bajo estrictas medidas de seguridad se alojaron en el Ritz

1980 fue el final del periodo en el que el Ritz dejó de ser la residencia estatal para visitas oficiales a favor de El Pardo, anterior residencia privada del General Franco, inaugurada con la visita del Rey y la Reina de Suecia.

LA ETIQUETA RITZ

Cualquier biografía del Ritz estaría incompleta sin mencionar el código de etiqueta que tanto dio que hablar en su día.

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Durante los años en que el Ritz perteneció a la familia Marquet, la dirección impuso una serie de estrictas normas, ya que la mayoría de sus distinguidos clientes pertenecían al más alto calibre social y la dirección quería salvaguardar su intimidad, confort y tranquilidad. Los Marquet eran de la opinión de que no todo el mundo reunía las condiciones para ser cliente del Ritz. Valoración que no dependía sólo del poder económico, sino más bien de aspectos como el origen familiar, la educación, el estilo y las buenas maneras.

Con esa idea el Sr. Marquet introdujo unas estrictas reglas y un código secreto para seleccionar la clientela. Los menos afortunados, eran llamados “NTR” lo que significaba “No Tipo Ritz”. El Sr. Marquet sólo deseaba la más selecta clientela y aquéllos que no siguieran una determinada forma de comportamiento, eran transferidos a otros hoteles.

El código de vestuario

Se dictó desde la dirección del hotel una normativa de acuerdo con la cual los clientes del Ritz debían ser servidos de forma impecable, con decoro, elegancia y estilo. Aquéllos que estuviesen vestidos de forma incorrecta o descuidada disgustarían a los anfitriones. Con ese fin se establecieron unas normas de vestuario.

Corbatas

Todos los hombres debían llevar corbata sin admitirse excepción alguna. Esto fue el origen de numerosas anécdotas, ya que el cumplimiento de esta regla era inflexible. La más famosa de todas ellas es la protagonizada por el famoso Herbert von Karajan.

Este célebre director de orquesta empezó a hospedarse en el hotel en los años 70 cuando ya era conocido por su elegante forma de vestir, llevando generalmente chaquetas oscuras que combinaba impecablemente con finísimos jerséis de cuello alto. Un buen día al disponerse a entrar en el restaurante, un avergonzado camarero tuvo que comunicarle que no se le daría una mesa a no ser que se pusiera una corbata. Al Sr. Karajan esto no le sentó nada bien, pero ya que era demasiado tarde para ir a otro restaurante fuera del hotel subió a su habitación y se puso una chaqueta con corbata como solía hacer sólo para ocasiones formales.

Al día siguiente el Sr. Karajan abandonó el hotel, advirtiendo al director que había perdido a un cliente para siempre.

Sin embargo, al año siguiente, el director general - entonces Pablo Kessler – recibió una llamada de teléfono personal del mismo Sr. Karajan, solicitando su habitación habitual 528-529. Kessler no pudo contener la sonrisa que se le dibujó en la cara, al decirle al director de orquesta que el hotel estaba encantado de poder volver a darle la bienvenida siempre y cuando no olvidara las normas de la casa.

Señoras en pantalones: ¡Bajo ningún concepto!

Otra de las conocidas normas establecidas en el Ritz durante la época en que perteneció al Sr. Marquet, consistía en que las mujeres no podían entrar en el hotel en pantalones. Esto también generó numerosas situaciones desagradables para los empleados del hotel, quienes se veían obligados a anunciar a las clientas que vestían dicha prenda, que “no eran bienvenidas”, lo que les

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resultaba de lo más embarazoso. Pero no todas las damas reaccionaban de igual forma. En una ocasión, cuando a dos señoras de origen americano se les comunicó que no podían llevar pantalones en el hotel, se fueron al baño y se quitaron la prenda de la discordia volviendo con sus abrigos a disfrutar de sus respectivos tés.

Fumar

Durante este estricto periodo, sólo estaba permitido fumar en el hall y desde luego nunca en el restaurante. El Sr. Marquet era de la idea de que el fumar y el disfrutar de los exquisitos sabores de una buena comida no eran compatibles.

La regla de no admitir animales

Esta regla hizo enfurecer a Gene Kelly quien decidió una vez en la entrada del hotel, no hacer el check in yéndose a otro hotel más tolerante con su mascota.

Viajes en grupo

Cuando este tipo de turismo comenzó a adquirir importancia, la dirección del hotel no admitía grandes grupos. Sin embargo, razones económicas le hicieron cambiar algunas de sus estrictas reglas. Se empezaron a aceptar grupos, pero bajo ninguna circunstancia se admitiría que éstos llegaran en autobús al hotel. Los miembros del grupo debían llegar en taxi con cuatro personas máximo y con un intervalo de tiempo generoso entre taxi y taxi. También se advertía a éstos que el grupo no se podía congregar en zonas comunes. El hotel era y debía ser un oasis de paz.

Artistas y toreros

Durante muchos años el hotel Ritz fue conocido por no admitir a personas del mundo del espectáculo. A pesar de no ser completamente cierto, la verdad es que para algunos el hotel siempre estaba completo.

Esto no se debía a que los Marquet tuviesen algo en contra de este gremio; simplemente rehuían sus coloridos atuendos y los ruidosos fans que acampaban ante el hotel. Como el hotel Palace, situado justo en frente, también pertenecía a los Marquet, casualmente el Ritz siempre estaba lleno cuando recibía una llamada de algún actor de Hollywood, sugiriéndole que se iba a encontrar muy cómodo en el Palace.

Aún así el Sr. Marquet se permitía efectuar ciertas excepciones con actores que él considerase caballeros como por ejemplo los actores Leslie Howard, Henry Fonda – quien hablaba español a la perfección –, Lawrence Olivier –por tener el título de lord -, Cary Grant - quien siempre se vestía de manera impecable -James Stuart -quien realizaba sus reservas a través de la Embajada Americana como General James de la Armada Americana-, Orson Welles o Richard Burton.

La Etiqueta en la actualidad

Han transcurrido muchos años desde todo aquello y los valores de la sociedad han cambiado con el tiempo. Hoy en día incluso los hoteles más distinguidos, más tradicionales y más lujosos deben adaptarse a los tiempos modernos estableciendo un nuevo conjunto de normas. En la actualidad

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es difícil juzgar a una persona por su forma de vestir sin que suponga ello indicio alguno de su educación, su riqueza o sus orígenes.

Sin embargo, puesto que la clientela actual del Ritz está formada por la élite del mundo de la empresa, la política, el arte, el cine, la moda, la belleza, etc., la atmósfera elegante y refinada del Ritz permanece intacta.

ANÉCDOTAS DEL RITZ

Sabía usted que…

Leonard Bernstein, el famoso compositor y director de orquesta se alojó en el Ritz en 1984. La dirección del hotel cambió a propósito el piano de lugar colocándolo a la entrada del restaurante, confiando en que no se podría resistir a tocarlo durante su estancia. Su previsión se cumplió. Un día, al pasar por delante del piano se paró y tocó algunas notas, frunció el ceño y al intentarlo otra vez cerró el piano quejándose de que no estaba afinado. Todo el mundo se quedó desconcertado e inmediatamente se llamó al afinador. Todo se aclaró en pocos minutos: Leonard Bernstein tenía razón, el pianista del hotel se había olvidado un plato de postre en las cuerdas del piano.

Plácido Domingo es el huésped del mundo del espectáculo que más veces se ha alojado en el Ritz. Como cada cliente asiduo, tiene un albornoz y unas zapatillas bordadas con sus iniciales. Aún mantiene las primeras zapatillas que le fueron bordadas como amuleto de la suerte.

Ava Gardner vino por primera vez a Madrid en 1950 para el rodaje de una película, quedándose durante 20 años. Comenzó alojándose en el Ritz, hasta que adquirió su propia casa en Madrid.

Frank Sinatra llegó a Madrid en 1986 para dar un concierto. Se alojó en la suite presidencial de la que apenas se movió disgustado por la escasa venta de localidades. Por esa razón repartió bastantes invitaciones entre los empleados del hotel.

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Woody Allen visitó el hotel en 1996 con su nueva esposa Son Yi. Él y su conocida banda de Jazz “New Orleans” dieron en Madrid su primer concierto fuera de los Estados Unidos.

Leslie Howard siempre se disfrazaba de viejo para pasar desapercibido delante de los cientos de fans que le esperaban pacientemente a la salida del hotel. Esperaban en vano, pues jamás le reconocían ni al entrar ni al salir del hotel.

Linda Fiorentino, mujer fatal del cine americano, no pudo conciliar el sueño en toda la noche por la agitación que sentía al contemplar desde la ventana de su habitación el Museo del Prado iluminado.

Salvador Dalí y su esposa Gala se hospedaban durante sus visitas a Madrid en el Hotel Palace, pero siempre acudían a almorzar al restaurante del Ritz. La última vez fue en 1980.

Al famoso científico Alexander Fleming, que se hospedó en el Ritz en el año 1948, le gustaron tanto los callos a la madrileña, que el chef le preparó algunos contenedores para que se los llevase cuando volvió a Inglaterra.

Silvestre Stallone es un tipo duro tanto en sus películas como en la vida real. De hecho pasó la mayor parte de su estancia en el hotel fortaleciendo sus músculos en el gimnasio. Para cuidar su buena imagen, estuvo acompañado de su maquilladora personal.

Antonio Banderas celebró su primera boda en el Ritz sabiendo que antiguamente no se admitían actores en el hotel, afirmando sentirse especialmente distinguido por ese motivo. Reconoció ser la principal causa para elegir el Ritz como lugar para su boda. Años más tarde volvió a visitar el hotel acompañado de su segunda esposa Melanie Griffith.

Los empresarios venezolanos Gustavo y Ricardo Cisneros alquilaron la Suite Real durante un año entero al precio de 450.000 pesetas por noche. Aunque no llegaron a dormir allí ni un solo día, convirtieron la estancia en su oficina de negocios, donde se instalaron con sus secretarias e implantaron un importante sistema de telefonía.

Fidel Castro se hospedó en la suite 206 en el año 1992. Rechazó todas las peticiones de visitas oficiales durante la duración de su estancia. Únicamente consintió recibir a un pequeño comité de empleados del Ritz.

Barón Heini von Thyssen – Bornemisza mantuvo en la Suite Real una reunión con importantes delegaciones del gobierno español, con el fin de establecer las condiciones especiales para el traslado de toda su colección de arte a España. ¡El prestigioso Museo Thyssen comenzó en el Ritz!

Barbara Hutton, heredera de la fortuna Woolworth, se alojó en el Ritz en los años 70. Su comitiva ocupaba casi toda una planta del hotel. Mujer inmensamente rica y excéntrica, en ocasiones se negaba a caminar por lo que tenía que ser trasladada en brazos de su chofer. Tampoco era un secreto que sentía una gran pasión por los toreros y de hecho tuvo al menos un romance con alguno durante una de sus estancias en el Ritz.

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Yves Saint-Laurent. El prestigioso y genial diseñador se alojaba en el Ritz durante sus visitas a Madrid. Le gustaba especialmente la Suite Real donde, según decía, se encontraba como en casa.

Malcolm Forbes. Este rico coleccionista de arte americano, editor de la conocida revista Forbes, famoso por sus espectaculares fiestas, gran amigo de Elisabeth Taylor y apasionado de las motos Harley Davidson, visitó Madrid y el Ritz el año 1989 aparcando no una sino quince Harley Davidson a la entrada del Hotel. ¡Qué hubiera dicho el Sr. Marquet!!

LOS TESOROS DEL RITZ

Al abrir sus puertas en el año 1910, el Ritz deslumbró a sus invitados por su esplendor. Aquellos que ya conocían algunos de los grandes hoteles de Europa, confirmaron que el Ritz de Madrid no tenía nada que envidiarles. Había alcanzado desde un principio los más altos niveles de excelencia, lujo, servicio y confort que se espera de un hotel que lleva el nombre de Ritz.

Las impresionantes listas de artículos que se adquirieron para la apertura del hotel incluían:

El mobiliario fue encargado a los exclusivos ebanistas Lizárraga y Sobrinos. Las sábanas y mantelería se compraron a la firma irlandesa Robinson S. Cleaver. La compañía londinense “The Goldsmiths” - 112 Regent Street-, abasteció al Ritz con

15.000 piezas de cubertería de plata y 750 en oro puro.

200.000 piezas de la más fina porcelana de“Limoges” fueron traídas de Francia.

Los artículos de cuero se compraron a los proveedores españoles de la más fina marroquinería a través de Enrique Loewe, casa fundada en 1846.

Las magníficas alfombras fueron confeccionadas a medida para el hotel por la Real Fábrica de Tapices de Madrid.

Muchos años han transcurrido desde aquellos gloriosos días y a pesar de haberse perdido muchos de los artículos mencionados arriba, el Ritz continua siendo un tesoro en sí mismo, preservando con el mayor cuidado todas sus adquisiciones iniciales que son mostradas con gran orgullo en las zonas comunes y suites. Otras son cuidadosamente guardadas en almacenes, siendo únicamente utilizadas en ocasiones muy especiales.

Los almacenes de plata y porcelana guardan una valiosa colección de artículos que datan de los orígenes del hotel, como la cubertería de oro, piezas selectas en plata maciza como espejos y juegos de peines que alguna una vez adornaron las coquetas del Ritz, un excepcional servicio de té en nácar de las Filipinas, unos espléndidos candelabros, impresionantes poncheras, delicados pies de tartas, salseras, adornadas soperas y preciosas fuentes para pescado y verduras. Muchos de los azucareros que son actualmente utilizados siguen siendo los

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originales. Uno de los artículos más curiosos es una prensa de fruta de acero inoxidable y otra similar de plata.

Pero sin duda el mayor tesoro que el Ritz alberga son sus increíbles alfombras y tapices que se pueden contemplar en el propio hotel, originales de la Real Fábrica de Tapices de Madrid, fundada en el año 1721 por Jacobo Vandergoten, quien llegó a Madrid el año 1720 a petición del Rey Felipe V. Años más tarde otra parte de la familia se unió a los Vandergoten, en concreto Livinio Stuyk, y se encargaron de continuar esa tradición familiar.

Aproximadamente 300 años más tarde, esta misma fábrica continúa confeccionando para el hotel esas maravillosas alfombras, con los mismos métodos tradicionales que entonces.

El Ritz está muy orgulloso de contar con más de 10.000 m² del hotel cubierto por las más impresionantes alfombras, que prestan a cada rincón a la vez elegancia y calidez y que son cuidadas y revisadas con gran cuidado, siendo reparadas a diario cuando es necesario. No es poco frecuente que los clientes puedan contemplar a una señora sentada en el suelo con coloridos ovillos de lana y agujas especiales, reparando minuciosamente las alfombras, especialmente en los sitios de mayor tránsito. Su única tarea es cuidar de esta valiosa colección. Naturalmente una alfombra situada en un lugar de gran tránsito del hotel tiene mucho más uso del que pueda tener en una casa privada. Por ese motivo la vida de estas valiosas piezas no suele ser mayor de 20 o 30 años.

Los clientes que deseen saber más acerca de estas tupidas alfombras o de los exquisitos tapices de la Real Fábrica pueden visitarla cuando lo deseen.

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