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  • Liquidando el pasado

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  • Compiladores

    Klaus Meschkat y José María Rojas

    Liquidando el pasadoLa izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética

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  • Título: Liquidando el pasadoPrimera edición: enero de 2009

    Segunda edición: octubre de 2015

    © 2009, Klaus Meschkat y José María Rojas© 2015, Fundación Friedrich Ebert en Colombia - Fescol

    © 2015, de la presente edición en castellano para todo el mundo:Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. S.

    Cra 5A No 34A – 09, Bogotá – ColombiaPBX: (57-1) 743-0700

    Diseño de cubierta: Ana María Sánchez B.© Imagen de cubierta: Grupo de delegados asistentes

    al Comité Ejecutivo Nacional Ampliado del PSR.

    Penguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright. El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada

    de este libro y por respetar las leyes del copyright al no reproducir, escanear ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores

    y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores.

    Impreso en Colombia–Printed in Colombia

    ISBN: 978-958-704-819-3

    Compuesto en caracteres ITC New Baskerville StdImpreso en:

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  • Contenido

    Agradecimientos ......................................................................................... 11

    Notas de los compiladores .......................................................................151. Criterios de selección ............................................................................152. Ordenamiento cronológico de los documentos ................................. 163. Trascripción de documentos ................................................................ 17

    Introducción ................................................................................................19

    Del socialismo revolucionario al estalinismo en Colombia, 1927-1933 ...............................................................................19

    Contexto histórico ....................................................................................21El paradigma de la Revolución de Octubre ............................................22Transformación de la Komintern ...........................................................24El primer Secretario General del pcc .....................................................28Aspectos de la estalinización ...................................................................37

    1. La desvalorización de la propia prehistoria .................................382. La denuncia de las desviaciones .....................................................393. La introducción de una autocrítica ritualizada ............................404. La defensa incondicional de la Unión Soviética ...........................42

    El liderazgo socialista de los años veinte: una aproximación ........................................................................................45

    La inserción social de los líderes .............................................................46Tipos de liderazgo .....................................................................................49Liderazgo socialista revolucionario: algunos casos típicos .................... 51

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  • Documentos del archivo de la Komintern de Moscú

    Capítulo IEl socialismo revolucionario hasta la huelga de las bananeras ..........................................................83

    Documentos fechados entre el 15 de enero de 1925 y comienzos de 1929

    Capítulo IILa carta de febrero de 1929....................................................................151

    Documentos fechados entre febrero y marzo de 1929

    Capítulo IIIReuniones en privado de la ic con delegados colombianos ............193

    Documentos fechados entre el 27 de mayo y el 29 de julio de 1929

    Capítulo IVUna insurrección fracasada y las vertientes antiputchistas .....241

    Documentos fechados entre el 5 de junio y el 25 de noviembre de 1929

    Capítulo VLa candidatura de Castrillón ............................................................. 295

    Documentos fechados entre el 27 de noviembre de 1929 y el 10 de enero de 1930

    Capítulo VISe prepara la intervención .....................................................................361

    Documentos fechados entre el 20 de enero y el 17 de mayo de 1930

    Capítulo VIIEl Comité Ejecutivo Nacional Ampliado de julio de 1930: del psrc al pcc ............................................................................................413

    Documentos fechados entre el 5 y el 15 de julio de 1930

    Capítulo VIIILos primeros tropiezos de un bolchevizador ....................................519

    Documentos fechados entre el 30 de julio de 1930 y el 11 de febrero de 1931

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  • Capítulo IXLiquidando el pasado ...............................................................................617

    Documentos fechados entre marzo y agosto de 1931

    Capítulo XEl Buró del Caribe asume el control ................................................. 679

    Documentos fechados entre el 11 de agosto de 1931 y el 8 de febrero de 1933

    Capítulo XILa caída de Guillén ..................................................................................733

    Documentos fechados entre el 13 de febrero y el 4 de noviembre de 1933

    Anexos

    Índice de documentos ...............................................................................821

    Abreviaturas ..............................................................................................841

    Bibliografía utilizada .............................................................................843

    Índice onomástico .....................................................................................847

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    Agradecimientos

    Los archivos de Moscú contienen documentos nunca antes conocidos por los investigadores del comunismo internacional, y fue solamente después del derrumbe de la URSS que se abrieron al público. Para los dos compilado-res, que han trabajado sobre la historia del socialismo revolucionario desde los años 80, es muy satisfactorio presentar este libro con documentos del Archivo de la Komintern, el cual no hubiera sido posible sin la cooperación de muchas personas en Colombia, Rusia y Alemania.

    Entre los primeros en usar estas nuevas fuentes estuvo el historiador alemán Jürgen Mothes, de la Universidad de Leipzig, gran especialista en la historia de la Internacional Comunista en América Latina, quien mu-rió en 1996. Fue Mothes, en el curso de sus investigaciones en el archivo, quien descubrió algunos de los documentos que se publican en este libro. Y con ayuda de Mothes, Klaus Meschkat pudo realizar en 1995 una estadía en Moscú para investigar sobre Colombia en el archivo. Los microfilms de Mothes y Meschkat hechos en el Archivo de la Komintern son las bases de la documentación que presentamos.

    Entre todos los responsables del Archivo de la Komintern que prestaron su ayuda a los investigadores sobre Colombia, es preciso destacar a Svetlana Rosenthal, quien entre sus múltiples tareas en el archivo está también la de ser responsable de los materiales sobre América Latina. Sin su ayuda competente, no hubiéramos encontrado el camino a los documentos que hoy podemos presentar.

    Svetlana Rosenthal fue también la inspiradora de un proyecto sobre bio-grafías de todas las personas que tuvieron vínculos con la Internacional Comunista (IC), proyecto que se realizó en el marco de una cooperación en-tre el archivo y la Universidad de Hannover, patrocinado por la Fundación Volkswagen. De este proyecto de investigación resultó un manual biográfi-co de la Komintern publicado en 2007, con un CD-ROM con más de 15.000 biografías de personas que tuvieron vínculos con la IC, incluidos, desde

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    luego, los comunistas colombianos que figuran en nuestra documentación. Agradecemos al Archivo de la Komintern en Moscú y a su director, Kyrill Anderson, así como también al Instituto de Sociología de la Universidad de Hannover y su Centro de Documentación sobre América Latina, por haber-nos facilitado el uso de sus infraestructuras en la preparación de nuestra colección de fuentes.

    Dorothea Melcher (Universidad de Mérida, Venezuela) realizó el primer índice de los documentos según su clasificación en el Archivo de Moscú. Este índice nos fue muy útil para formarnos una idea general del conjunto de la documentación. A Dorotea, nuestro agradecimiento.

    En los comentarios y notas para nuestra documentación, hemos usado ampliamente el libro de biografías La Internacional Comunista y América La-tina, 1919-1943. Diccionario biográfico de Lázar Jeifets, Víctor Jeifets y Peter Huber, publicado en español en Moscú, 2004. Este libro está basado en un libro con biografías de la Komintern de Lázar Jeifets, publicado en ruso en el año 2000, y que fue actualizado por Peter Huber, investigador principal en el proyecto Hannover-Moscú.

    En Buenos Aires fue muy valiosa la colaboración que nos prestó el Cen-tro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda (CEDINCI), donde pudimos consultar la colección de la revista La correspondencia sura-mericana, que conserva en su biblioteca.

    En Colombia, nuestro punto de partida en la década de los 70 fue el libro clásico de Gonzalo Sánchez, Los bolcheviques del Líbano (Tolima). En la década de los 80, Gustavo de Roux nos facilitó el acceso al Archivo Rengifo.

    En el largo proceso de concepción y organización de esta publicación hemos recibido informaciones importantes de muchos historiadores y cien-tíficos sociales, entre ellos, de especialistas en la época como Mauricio Ar-chila, Isidro Vanegas y Luis Sandoval, del Instituto María Cano; y también de colegas con amplio interés en los problemas colombianos del siglo XX, como Orlando Fals Borda, Álvaro Tirado, Álvaro Camacho, Nora Segura y Ricardo Sánchez.

    Debemos mucho a Medófilo Medina por sus observaciones y comenta-rios sobre la conceptualilzación de nuestra documentación.

    En la transformación de los microfilms en archivos de imagen para di-gitación en computador recibimos el apoyo técnico, muy importante, del Archivo General de la Nación, en la persona de Mauricio Tovar.

    Álvaro Camacho nos facilitó las instalaciones del CESO de la Universidad de los Andes en 2007 y 2008. Nuestro agradecimiento.

    Para hacer realidad esta edición es preciso destacar el papel indispensa-ble de FESCOL, de su director Hans Blumenthal, Miguel Cárdenas y Martha Cárdenas, responsable de las publicaciones. Nos respaldaron desde el co-mienzo del plan de edición y recibimos su apoyo para las transcripciones.

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    Un número significativo de documentos debió ser traducido. Agradece-mos la valiosa ayuda en las traducciones del inglés a Diego Roldán Luna y Amparo Navarro; del ruso, a Medófilo Medina, y del alemán (la Introduc-ción) a Luis Alberto Restrepo y Ángela Ponce de León.

    Toda la transcripción digital de los documentos la realizó Amparo Nava-rro. Al ordenarlos cronológicamente pudimos hacer la selección definitiva de los que forman parte de esta edición. Todas las anotaciones y cuanto constituye nuestra intervención en los documentos para la edición también fueron digitados por Amparo. Su ayuda indispensable merece nuestro re-conocimiento muy especial.

    La primera edición se agotó, tal vez por el eco positivo del libro entre los historiadores competentes y la opinión pública en Colombia. De nuevo, con ayuda de FESCOL, se logró articular una segunda edición con Ana Roda del departamento editorial de Random House, que sigue con la herencia de Taurus. Nos pareció importante la crítica constructiva de Svetlana Ro-senthal del Archivo de Mocú, según la cual hizo falta un Índice Onomástico para hacer el libro más útil al lector. Con un esfuerzo adicional de la nueva editorial y un trabajo extra de José María Rojas y Amparo Navarro se hizo un índice que también se puede usar para la primera edición. Así espera-mos contribuir al interés de un público que quiere apoyar el proceso de paz, estudiando los documentos del pasado de las izquierdas colombianas.

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    Notas de los compiladores

    1. Primera edición Fescol-Taurus 2009

    La presente edición contiene documentos microfilmados en el Archivo de la Komintern de Moscú, todos ellos relativos a las relaciones de la Komin-tern con su sección colombiana1 (PSR hasta julio de 1930 y PCC en adelan-te). La totalidad de los documentos aquí publicados pertenece al ARCHIVO ESTATAL RUSO DE HISTORIA SOCIOPOLÍTICA, RGASPI (sigla en ruso) y están clasificados en el FUND/495: Fondo (f. 495, que corresponde al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista); OPIS/104: Inventario (op. 104, correspondiente a Colombia); DELO: Expediente (d. que varía desde el nú-mero 7 hasta el 68); LIST: Página (l. y ll. que indica el número de pagi-nación del documento dentro del Expediente). Algunos documentos que pertenecen a otros Inventarios, que son hoy asequibles en forma digital en internet2, serán citados solamente en la Introducción. De los archivos

    1 En el Archivo de la Komintern en Moscú pueden verse los archivos de los partidos miembros de la Internacional Comunista. Mediante pago, los investigadores pue-den obtener copias de los documentos en Microfilm. En 1995, Klaus Meschkat, uno de los compiladores de este libro, pudo hacer uso de esta posibilidad. Sorprende que el autor de un libro con pretensiones científicas aparecido en Colombia en 2007 haga la siguiente aseveración: «los archivos del Komintern y de la KGB son difí-cilmente accesibles a los investigadores… El hundimiento de la URSS no cambió eso gran cosa» (Eduardo Mackenzie, Las farc. El fracaso de un terrorismo, Bogotá. Debate, 2007. p. 73). El autor ignora que desde 1991 investigadoras e investigadores de muchos países han trabajado temas sobre los comunistas en Latinoamérica direc-tamente en los archivos de la Komintern de Moscú. También la historia temprana del Partido Comunista colombiano ha sido ya presentada haciendo referencia a las fuentes de los archivos de Moscú (Lázar y Víctor Jeifets, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura No. 28, 2001).2 Desde hace varios años existe la posibilidad de consultar documentos en internet sobre las instancias centrales de la Komintern (congresos, CEIC con sus secciones y departamentos; entre ellos, también los secretariados para conjuntos de países, así

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    colombianos únicamente se han tomado dos documentos importantes del Archivo Rengifo3.

    Un criterio de selección ha sido la relación directa con la Komintern. De este modo, los documentos, que si bien contienen información importante sobre Colombia y el desarrollo regional del Partido Comunista colombiano (PCC) no muestran una relación directa con la Komintern, no se incluyeron en esta edición4. Tampoco se han incluido informes amplios y generales realizados por funcionarios de la Komintern sobre Latinoamérica y que sólo parcialmente se refieren a Colombia.

    Otro criterio al que se acogen los compiladores ha sido el de publicar únicamente documentos completos. Aun en el caso de documentos que tie-nen una extensión considerable pero que brindan claves importantes para comprender la relación entre la Komintern y el Partido Comunista colom-biano, estos documentos serán reproducidos, ya que, además de los hechos contenidos en los mismos, también es importante la forma en que éstos son elegidos y presentados por diferentes redactores. Es el caso de las actas de las conversaciones entre los representantes de la Komintern y los delegados colombianos, al margen de la primera conferencia de los partidos comu-nistas en Buenos Aires, así como también de las actas del Comité Ejecutivo Nacional Ampliado de julio de 1930 en Bogotá.

    2. Ordenamiento cronológico de los documentos

    Los documentos son reproducidos en su sucesión cronológica, de tal forma que el lector pueda hacer un seguimiento del desarrollo de las relaciones entre los acontecimientos y sus protagonistas entre 1927 y 1933. Solamente el primer documento proviene de 1925.

    Los títulos de los capítulos procuran poner de relieve uno o varios aconte-cimientos importantes en el período referido, si bien cada capítulo contiene

    como las oficinas de la Komintern fuera de Rusia; por ejemplo, el SSA y el BC, Escue-la Lenin, etc.). Para conocer las condiciones de acceso a los documentos, consultar www.comintern.online.com3 El Archivo Rengifo consta de 470 documentos incluidos en el Informe de Investi-gación La estrategia insurreccional socialista y la estrategia de contención del conservatismo doctrinario. La década de los años veinte, presentado por José María Rojas al Centro de Investigaciones y Documentación Socioeconómica, CIDSE, de la Universidad del Valle y al Banco de la República (Bogotá), donde pueden ser consultados.4 No se ha tenido entonces la pretensión de abordar en su totalidad la historia del PCC en el lapso comprendido entre 1930 y 1933. En los citados archivos de Moscú se encuentran aún varios documentos no publicados que son de interés para la historia del PCC.

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    también documentos que no están ligados al acontecimiento principal ni subsumidos en el tema del título. Conscientemente, se ha evitado ordenar los documentos de acuerdo con una orientación temática. Ha sido enton-ces inevitable que ciertos documentos sobre temas centrales se encuentren diseminados en diferentes capítulos. Es el caso, por ejemplo, de los docu-mentos que esclarecen el papel de ciertos protagonistas de la huelga de las bananeras de 1928.

    3. Trascripción de documentos

    3.1. Se ha procurado transcribir cada documento tal y como está en el ori-ginal, manteniendo su ortografía y forma. Cuando el documento no contiene datos completos de año, mes y día de emisión, se ha procura-do precisar por lo menos el año y el mes, relacionando datos de con-tenido con otros documentos que sí tienen la fecha completa. Cuando en los originales se encuentra la fecha de Archivo del documento en Moscú, ésta también se incluye.

    3.2. Cada documento lleva la identificación de archivo, tal y como se en-cuentra el original en Moscú.

    3.3. Casi todos los documentos tienen identificado tanto el destinatario como el emisario. Cuando el original lleva la firma del emisor se anota entre corchetes Firma autógrafa en la trascripción. Si sólo está el nom-bre escrito a máquina, se coloca entre corchetes [Fdo.].

    3.4. En cada documento se especifica si el original está manuscrito o escri-to a máquina, o si es una copia a máquina.

    3.5. Cuando el documento original está escrito en un idioma diferente del castellano, se indican el idioma respectivo y el nombre del traductor.

    3.6. Cuando se ha decidido introducir en el texto una letra, una palabra o una frase necesarias para la comprensión y precisión del contenido del documento, dicha letra, palabra o frase va entre corchetes y en letra cursiva. Y cualesquier otro dato que no esté en el documento original va entre corchetes.

    3.7. Cuando en el original hay palabras con errores de ortografía, se tras-criben en letra cursiva las que se consideraron más significativas, así como también van en cursiva una o más letras sobrantes en la grafía de las palabras en el original.

    3.8. Se ha elaborado un índice de los documentos capítulo por capítulo y un índice de abreviaturas para facilitar la ubicación y la lectura de los documentos por parte del lector.

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    4. Segunda Edición Random House 2015

    Para esta segunda edición se corrigieron erratas que quedaron en la pri-mera edición. Básicamente se trata de errores de grafía. Pero también, dos grandes errores: a) un porcentaje en el cuadro de la página 49 y b) la foto de la página 813 que corresponde a Guillermo Hernández Rodríguez y que figura como “delegado colombiano no identificado”. La foto fue encontra-da en los archivos de Moscú por Svetlana Rosenthal y enviada a última hora para la primera edición. Con alguna frecuencia, en especial en cartas es-critas por delegados de la Komintern, como Kornfeder, se hace referencia a personas militantes de la izquierda en Colombia, utilizando el segundo apellido del personaje. Por ejemplo, al referirse a Giraldo, se trata de Ig-nacio Torres Giraldo. Para esta edición hemos hecho la correspondiente aclaración en los casos que hemos identificado. Ya advertido el lector, podrá identificar otros casos que no hayamos detectado. Algo similar ocurre con el uso de iniciales en mayúscula, bien sea para el nombre, o bien para el apellido. Un caso relevante está en el documento “Acuerdo de la Asamblea Plenaria del P.S.R. sobre la organización del Ejército rojo” (del 29 de julio de 1928). Al finalizar el documento, página 114, hay una nota a mano que dice Remitente A.C.R. Barranquilla. Las iniciales corresponden al nombre y apellidos de Alberto Castrillón Rodríguez, quien acababa de regresar de Moscú, había sido detenido en Barranquilla y se había opuesto públicamen-te al Acuerdo No. 23 de la Asamblea Plenaria del P.S.R.

    Pero lo más importante para los estudiosos de estos documentos es la inclusión en esta segunda edición de un Índice Onomástico. Dado el uso frecuente de pseudónimos, tanto para la firma de documentos como para la referencia a militantes de la Internacional, hemos organizado el Índice Onomástico colocando el o los seudónimos en letra bastardilla debajo del nombre y apellidos reales del personaje histórico. Hay algunos nombres que son completamente ficticios, que no son pseudónimos y que se utiliza-ron para la correspondencia entre militantes. Para estos casos se ha utiliza-do en el Índice Onomástico el tipo de letra Roboto Light.

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    Introducción

    Del socialismo revolucionario al estalinismo en Colombia, 1927-1933

    Klaus Meschkat

    En las Actas del archivo moscovita de la Internacional Comunista (Komintern)1, entre muchos otros documentos referidos a la historia inicial del Partido Comunista colombiano, se encuentra un calendario para el año de 1932, en el cual se registran acontecimientos históricos memorables para la izquierda marxista. Así, por ejemplo:

    Enero 3 de 1931. Comienza la lucha contra los oportunistas dentro del Partido Comunis-ta, que culmina con la expulsión de nuestras filas, de Alberto Castrillón, Juan C. Dávila y algunos otros cabecillas del socialismo revolucionario, que, como Tomás Uribe Márquez y Raúl E. Mahecha, se han unido en un grupito contrarrevolucionario totalmente desprestigiado.

    De este modo, un importante aniversario del Partido Comunista, por entonces recientemente creado, celebra el principio de una campaña de exclusión y de limpieza. Víctimas de ella cayeron casi todas las figuras más destacadas del Partido Socialista Revolucionario (PSR), que desde 1928 era miembro de la Komintern: entre ellos, el líder indiscutido del partido hasta 1930, Tomás Uribe Márquez, así como su rival, Alberto Castrillón, quien se había presentado incluso como candidato a la presidencia por el PSR en las elecciones de febrero de 1930. Más aún, ambos habían participado leal-mente en el Pleno Ampliado de julio de 1930, en el cual el PSR había cam-biado oficialmente su nombre por el de «Partido Comunista de Colombia». Asimismo, fue estigmatizado Raúl Mahecha, quien, a escasos dos años, en

    1 Usaremos aquí indistintamente los términos Internacional Comunista (IC) y la sigla rusa Komintern para referirnos a la Tercera Internacional, fundada por Lenin el 4 de marzo de 1919.

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    junio de 1929, en la Primera Conferencia de los Partidos Comunistas de América Latina en Buenos Aires, había sido celebrado como líder de la gran huelga de las bananeras contra la United Fruit. Más adelante, en el Calendario se encuentra la siguiente celebración:

    Octubre 7 de 1924. Huelga de los obreros de la empresa imperialista petrolera en Barranca-bermeja. Los obreros fueron derrotados por la traición del timador Raúl E. Mahecha.

    El supuesto papel traidor de Mahecha era un puro invento, una calum-nia histórica2, así como la existencia del grupo contrarrevolucionario al cual presuntamente se habrían sumado Uribe Márquez y Mahecha. Así, pues, apenas un año largo después de la fundación del Partido Comunista, los protagonistas de los heroicos años iniciales del movimiento comunista socialrevolucionario fueron señalados como figuras negativas; ya no sólo como desviacionistas, sino incluso como traidores contrarrevolucionarios. ¿Cómo se llegó a esta difamación de los revolucionarios de la primera hora, de los cuales casi no se hace más mención en la historiografía posterior del partido, y qué consecuencias tuvo esto para el desarrollo del comunismo colombiano?

    Los documentos del archivo de la Komintern en Moscú, publicados en esta antología y hasta ahora desconocidos en Colombia, permiten ayudar a la clarificación de este asunto. Arrojan nuevas luces sobre la prehistoria y la historia temprana del Partido Comunista colombiano, y sobre la trayectoria de sus más destacados representantes en los años 1927-1933.

    También en relación con Colombia, la apertura de los archivos rusos tras el fin de la Unión Soviética ha mejorado decisivamente la disponibili-dad de las fuentes para la investigación del movimiento revolucionario. Do-cumentos reservados a los que en la misma Colombia nunca se tuvo acceso o que se habían perdido, se encuentran en el otrora centro de la revolución mundial, donde los archivistas los conservaron para la posteridad y ahora,

    2 Mahecha se había establecido desde el 3 de septiembre de 1922 en Barrancaber-meja, con el propósito de organizar la Unión Obrera, que funda el 12 de febrero de 1923 con los superexplotados trabajadores de la Tropical Oil Company. El 7 de octubre de 1924 se dio inicio a la huelga, siendo Mahecha uno de los dirigentes y sobre quien recayó todo el peso de las recriminaciones tanto de los funcionarios de la compañía como de los funcionarios del gobierno, quienes optaron por encarce-lar a los dirigentes de la huelga, siendo Mahecha detenido el 16 de ese mes y des-conocidos los acuerdos a que se había llegado. Acusado de subversión y homicidio, Mahecha estuvo 17 meses preso. Véase J. Yunis y C. Hernández, Barrancabermeja. Nacimiento de la clase obrera, Bogotá, Tres Culturas Editores, 1986.

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    con la excepción de las carpetas personales, se encuentran a libre disposi-ción del público investigador. Entre estos documentos hay importantes cró-nicas de las reuniones centrales del Partido Socialista Revolucionario y del Partido Comunista, incluida la Plenaria del cambio de nombre en julio de 1930, cartas y comunicaciones internas de los revolucionarios colombianos y de los funcionarios y emisarios de la Komintern encargados de Colombia, documentos de las autocríticas exigidas y descripciones confidenciales so-bre los planes y actividades clandestinas del movimiento revolucionario.

    Contexto histórico

    Los años en torno a 1930 pertenecen a los momentos clave del «corto» siglo XX, que abarca desde la Primera Guerra Mundial hasta la caída del Imperio soviético. De manera global, se puede decir que culminan en la crisis eco-nómica mundial de 1929 y sus consecuencias inmediatas, entre las cuales están tanto el ascenso del nacionalsocialismo en Alemania como el camino hacia el «New Deal» de Roosevelt en Estados Unidos. Mirando retrospec-tivamente, podemos reconocer ahora que aquellos años eran también los años en los que se definió finalmente la suerte de la Rusia soviética como supuesta alternativa al sistema capitalista mundial: con el triunfo de Stalin sobre su potencial contendor, Nikolai Bujarin, en 1929, la Revolución de Octubre desembocó finalmente en una dictadura terrorista, asentada en el desconocimiento de los derechos de los trabajadores y campesinos del país, en provecho de un dirigente todopoderoso y que llegó a su más visible apo-geo con la liquidación física de los antiguos compañeros de lucha de Lenin en los espectaculares procesos de Moscú de 1936-1938. Con ello se erigió un sistema que, a pesar de una superficial «desestalinización» en 1956, se mostró incapaz de adelantar reformas internas y construir una democracia socialista.

    Sólo sobre este trasfondo se puede entender el desarrollo de la Inter-nacional Comunista, que había sido fundada por Lenin en 1919 para im-pulsar la revolución mundial desde Rusia. Tras el fracaso de los intentos de insurrección comunista y la corta duración de las repúblicas de sóviet en los países desarrollados del occidente y el centro de Europa, se tuvo que abandonar muy pronto la esperanza de trasladar la central de la Ko-mintern de Moscú hacia Berlín. En la búsqueda de potenciales aliados, el joven poder soviético tuvo en consideración, cada vez con mayor frecuen-cia, movimientos antiimperialistas pluriclasistas: en primer término, los de «los pueblos del Este» (comenzando por las antiguas colonias de facto del Imperio de los zares: Congreso de Bakú, 1920); luego, los movimientos de resistencia contra la dominación colonial aún existente, sobre todo por par-

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    te de Inglaterra, Francia y Holanda; y, finalmente, la resistencia contra el «semicolonialismo» de Estados Unidos, particularmente visible en su inter-vención directa en América Central y el Caribe. A fines de 1920 es un tema recurrente en muchos de los escritos de la Komintern, el de una inminente guerra entre las dos principales potencias imperialistas, Estados Unidos y Gran Bretaña, cuya confrontación podía poner en grave peligro a la Unión Soviética, pero que, al mismo tiempo, como había ocurrido con la Primera Guerra Mundial, generaría de nuevo las condiciones para el estallido de una revolución mundial.

    También en Colombia, un país de la periferia capitalista, los años fina-les de la década del veinte y los primeros de la década del treinta del siglo pasado fueron años clave, en los que se marcaron los hitos del desarrollo posterior. La última década de hegemonía política del Partido Conserva-dor fue también una época de impulso acelerado al desarrollo en algunas ramas de la economía. Por entonces penetró el capital estadounidense en la apenas incipiente explotación petrolera (la Tropical Oil en Barrancaber-meja) y en la producción y exportación de productos agrarios (la United Fruit en la Zona Bananera de Santa Marta). La indemnización por la pér-dida de Panamá y los créditos que la acompañaron desataron una «dan-za de los millones», que permitieron al gobierno hacer fuertes inversiones en infraestructura, avanzando en la construcción y dotación de las vías de transporte (ferrocarriles y navegación por el río Magdalena) destinadas a la exportación de café, predominante a partir de entonces. Justamente en estos sectores estratégicos de la economía comenzaron los activistas revolu-cionarios un arduo trabajo de agitación y organización, del cual surgieron muy pronto estructuras sindicales de alcance nacional. Las luchas obreras tuvieron desde entonces perspectivas antiimperialistas y latinoamericanas. La CON3, por ejemplo, se solidarizó con Sandino en su lucha contra la inter-vención norteamericana en Nicaragua.

    El paradigma de la Revolución de Octubre

    La Revolución Rusa de octubre fue una fuente de inspiración para estos primeros líderes propagandistas de izquierda y dirigentes huelguísticos: en el lejano imperio de los zares se había demostrado que esforzados activistas políticos pueden derrocar a un régimen opresor, así parezca todopoderoso, y pueden conquistar el poder en nombre de los trabajadores y los campesi-

    3 La Confederación Obrera Nacional se constituyó en el Segundo Congreso Obrero realizado en julio de 1925 en Bogotá y presidido por R. E. Mahecha, Ignacio Torres Giraldo y María Cano.

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    nos. Este ejemplo y modelo irradió hasta el Nuevo Mundo y penetró incluso en el imaginario de los intelectuales de la izquierda liberal: Luis Tejada, un brillante periodista, expresó su desbordada admiración por Lenin y Trotski4. Movido por similar admiración, Gabriel Turbay, quien más tarde se convertiría en un conocido político del Partido Liberal, propuso erigir en Bogotá un monumento a la memoria del difunto Lenin. Y los promoto-res y organizadores de las primeras grandes huelgas también se remitieron tempranamente al paradigma de la Revolución Rusa y se entendieron a sí mismos como seguidores de los revolucionarios bolcheviques.

    Para pasar de esta admiración a establecer contacto directo con el centro de la revolución mundial en el lejano Moscú, sólo hacía falta dar un paso. Primero, un círculo de intelectuales agrupados en torno al inmigrante ruso Sawitzki se denominó, ya en 1924, «Partido Comunista» y emprendió en repetidas ocasiones el fallido intento de establecer relaciones formales con la Internacional Comunista5. Este grupo de intelectuales reclamó una cierta prioridad, porque ya en 1924 había elaborado un amplio programa del Partido Comunista, que, sin embargo, no conoció la adhesión de sus contemporáneos6. Los intentos por obtener el reconocimiento de la Ko-mintern de Moscú a través de destacados intermediarios no tuvieron éxito porque en Moscú predominó la tendencia a buscar activistas que pudieran ser convertidos al recién descubierto «Marxismo-leninismo», en vez de otor-gar significación mayor a los esfuerzos programáticos de aislados círculos de intelectuales. La Komintern no buscaba magníficos teóricos en un país como Colombia, puesto que ya había elaborado una teoría general. Por el contrario, la atención se centró en los organizadores más hábiles, en quie-nes hubieran demostrado ser voceros de los explotados en sus luchas. Fue por conducto de las organizaciones sindicales (desde el Segundo Congre-so Obrero y Campesino de 1925) que se establecieron relaciones formales con la Internacional Sindical Roja (Profintern) y por esta vía fue el Partido Socialista Revolucionario, fundado en el Tercer Congreso Obrero en 1926, el partido que va a ser admitido por la Komintern en 1928, a pesar de las

    4 Véase, de Luis Tejada, Gotas de tinta. Bogotá Instituto Colombiano de Cultura, 1977 (Biblioteca Básica Colombiana, Vol. 26), pp. 186, 280, 383. Tejada fue miem-bro de un primer círculo comunista en Bogotá y falleció en 1924, el mismo año de la muerte de Lenin, a la edad de 26 años.5 Los pormenores de esta aproximación son examinados en documentos de la Ko-mintern por Lázar y Víctor Jeifets en su artículo «El Partido Comunista Colombia-no: desde su fundación y orientación hacia la “transformación bolchevique”», en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Número 28. Bogotá, Universidad Nacional, 2001, pp. 8-12.6 Véase el «Programa del Partido Comunista de Colombia», en El Archivo Rengifo, pp. 134-182.

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    evidentes fragilidades e inconsistencias de los delegados colombianos que viajaron a Moscú7.

    Transformación de la Komintern

    Cuando se analizan los primeros contactos de los comunistas colombianos con la Komintern (a partir de 1927), es preciso tener en cuenta que por entonces se realizaron profundos cambios en la Central de Moscú. Antes de que Stalin hubiera despedido a los altos funcionarios de la Komintern de la primera generación o les hubiera degradado a simples receptores de órdenes, no era en modo alguno indiferente qué miembro del aparato tu-viera la responsabilidad de adelantar las relaciones con los revolucionarios latinoamericanos. El primero de ellos fue el suizo Jules Humbert-Droz, quien trabajaba en la Central de la Komintern desde 1921 y fue miembro de su Comité Ejecutivo8. Dentro del CEIC fue responsable del Secretariado «Latino», más tarde Secretariado Latinoamericano9. Jules Humbert-Droz, quien había sido pastor protestante y cofundador del PC suizo, y pertenecía a las cabezas independientes en el aparato de la Komintern. Luego de que se le confiara Latinoamérica como campo de trabajo, se sumergió profun-damente como observador externo en los problemas del subcontinente. Un artículo sobre los problemas del movimiento revolucionario en América La-tina, publicado en la revista Die Kommunistische Internationale («La Interna-cional Comunista»), y su ponencia en el Sexto Congreso de la Komintern, en 1928, son piezas brillantes de una sociología política del subcontinente, que, en muchos aspectos, constituyen una anticipación de las posteriores «Teorías de la Dependencia» en los años 60. Pero 1928 fue también el año de la caída política de Humbert-Droz: no sólo a causa de su proximidad con el presidente de la Komintern, Bujarin, quien precisamente en ese momen-

    7 Jorge E. Cárdenas, Neftalí Arce y Alberto Castrillón participaron en abril de 1928 en el IV Congreso de la ISR en Moscú. La intervención de Jorge Cárdenas en la Se-gunda Conferencia Latinoamericana de la Internacional Sindical realizada a con-tinuación del Congreso atestigua un alto grado de confusión, y culmina en la espe-ranza y la solicitud a la ISR para que fije las normas por las que deben orientarse los sindicatos colombianos de cara a una creciente agitación política (RGASPI, f. 495, op. 104, d. 20, ll. 3-8). La Komintern tuvo poca suerte con estos tres representantes de Colombia en Moscú, como lo podrá constatar el lector en la documentación que aquí publicamos.8 CEIC: Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista.9 El Secretariado «Latino» comprendió los países europeos de lenguas románi-cas (Francia, Bélgica, Italia, España y Portugal) durante el período 1926-1928, así como los países latinoamericanos. En 1928 se separó a los países de América Latina creándose el Secretariado Latinoamericano, que duró hasta 1935.

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    to fue el objetivo de una campaña de la mayoría estalinista para liquidarlo como el último rival potencial de Stalin, sino incluso por una confronta-ción directa con el mismo Stalin10. Dimitió de su cargo directivo en el CEIC a comienzos de 1929 y fue sometido en adelante a un permanente mobbing en el aparato de la Komintern, por lo cual se le ocultaron sistemáticamente informaciones necesarias para su trabajo. Sin embargo, permaneció en el Secretariado Latinoamericano.

    Humbert-Droz participó en enero y febrero de 1929 en la redacción de una carta dirigida al Partido Socialista Revolucionario, documento conoci-do como La Carta de Febrero, que sacaba las lecciones de la derrota en la huelga de las bananeras y esbozaba la estrategia correcta para los revolucio-narios colombianos, según el punto de vista de la cúpula de la Komintern. En esa tarea contó con el apoyo del joven Guillermo Hernández Rodríguez, quien había ido a Moscú como delegado del Sindicato Central Obrero y del PSR a la celebración del 10 Aniversario de la Revolución, y desde entonces (1927) estudiaba en Moscú en la Escuela Lenin de la Komintern y colabora-ba también en el Secretariado Latinoamericano. La carta estaba inspirada en una crítica solidaria a los revolucionarios del PSR comprometidos en la conspiración denominada «putchista» y a la colaboración con militares libe-rales dispuestos a realizar un levantamiento. A pesar de ello, la cúpula de la Komintern no se decidió por un grupo alternativo de dirección en el seno del PSR, que se ofreció en Barranquilla con Alberto Castrillón como núcleo de un «verdadero» Partido Comunista Colombiano11. En el Secretariado de los países latinoamericanos había, sin embargo, un colaborador que criticó fuertemente el borrador de la carta y que intervino en favor de un apoyo al grupo de Castrillón12. Pero sus objeciones no fueron tenidas en cuenta.

    10 La ocasión fue el llamado Affaire Wittorf. El PC alemán había depuesto a su Jefe, Ernst Thälmann, quien había encubierto los negocios corruptos de un allegado de nombre Wittorf. Stalin había revertido esta destitución con un artículo prepotente en Pravda. Humbert-Droz criticó el procedimiento y fue enviado (literalmente) «al diablo» por Stalin durante una sesión del Presidium de la Komintern.11 Alberto Castrillón, tipógrafo y activista sindical de la Confederación Sindical de Occidente con sede en Cali, había sido uno de los delegados de Colombia al Cuarto Congreso de la Profintern (ISR) en 1928. En Moscú no se le permitió participar en el Sexto Congreso de la Komintern, porque en su enfrentamiento con Arce y Cár-denas se oponía al ingreso del PSR a la IC. A su regreso a Colombia fue detenido en Barranquilla y una vez libre se negó a viajar a Cali y permaneció en Barranquilla, donde organizó un «Grupo Comunista» que buscó legitimar ante la IC, para lo cual escribió varias cartas a Jules Humbert-Droz haciendo una descripción confidencial acerca de la situación del PSR, todas las cuales quedaron sin respuesta. (Las cartas están incluidas en esta publicación). Durante la huelga de las bananeras, Castrillón estuvo en la zona, ejerciendo un papel de «control» a Raúl E. Mahecha.12 El nombre (o el seudónimo) del crítico es «Meister» (véase el documento RGASPI, f. 495, op. 104, d. 24, ll. 225-228 y ll. 225vl-228vl). Se puede suponer que el do-

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    A pesar de la forzada renuncia al CEIC, a comienzos de 1929, de Humbert-Droz, quien había solicitado inútilmente una comisión más prolongada en México, la IC decidió enviarlo a la Conferencia Sindical Latinoamericana celebrada en Montevideo, y a Buenos Aires, a la Primera Conferencia de los Partidos Comunistas de América Latina, en calidad del más importante re-presentante de la Komintern. En la memoria13 de la conferencia en Buenos Aires, J. H-Droz es denominado con el seudónimo de «Luis». También en su ponencia, que continuó sus análisis anteriores sobre la estructura econó-mica y social del subcontinente, Humbert-Droz aludió en distintos lugares a Colombia y a la huelga de los trabajadores del banano, ocurrida unos meses antes. La importancia conferida a Colombia queda demostrada en una serie de reuniones privadas de los representantes de la IC con delegados colombianos, cuya memoria se reproduce por entero en nuestro volumen. Es evidente la especial simpatía de H-Droz por Raúl Mahecha, cuya versión sobre los acontecimientos recoge sin reserva alguna14.

    Ya en una carta enviada desde Buenos Aires, Humbert-Droz le había co-mentado con sarcasmo a su mujer que regresaría apenas a comienzos de julio de 1929 a Moscú y que sería necesario esperar hasta esa fecha para preparar

    cumento hacía parte de una campaña en contra del ya debilitado Jules Humbert-Droz, quien había exigido precisamente el despido de «Meister», y en una carta a la Pequeña Comisión del Comité Ejecutivo de la Komintern, fechada el 28 de febrero 1929, recuerda una vez más: «Protesto contra el hecho de que, a pesar de mi pri-mera solicitud, el camarada Meister no haya sido aún despedido del Secretariado latinoamericano y de todo el aparato de la Komintern. Declaro que él no hace ab-solutamente nada por el Secretariado latinoamericano; es un burócrata perezoso e incapaz. En una época en la que tanto se habla en contra del burocratismo y sobre la economía, el despido de tales elementos es un deber del Partido». Archives de Jules Humbert-Droz III. Les Partis Communistes et l’Internationales Communiste dans les annees 1928-1932, Dordrecht/Boston/London, International Institute for Social History, Amsterdam, 1988, III, p. 155. Tampoco los editores de la obra documental Archives de Jules Humbert-Droz pudieron dar información sobre la persona de «Meister». Las sumarias actas lo señalan como un participante asiduo en las sesiones del Secretariado de los Países Latinoameri-canos en el año 1929, incluso después de la exigencia de despido formulada por Humbert-Droz (RGASPI f. 495 op. 79 d. 53, varias páginas).13 El documento más importante del comunismo temprano en América Latina se publicó en Buenos Aires en 1929, con el título El Movimiento Revolucionario La-tinoamericano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latino Americana, Junio de 1929, editado por La Correspondencia Sudamericana, 382 p. Circula entre los investigadores del comunismo como fotocopia. Por su importancia, una edición nueva, como libro, es altamente deseable.14 Resulta notable que ninguno de los colombianos presentes contradiga la versión de Mahecha, ni públicamente, en la conferencia misma, ni en las deliberaciones internas con los delegados colombianos. Un año más tarde (en 1930) la versión de Mahecha fue objeto de las más apasionadas críticas y desmentidos, en el marco de la bolchevización del partido. Se incluyen varios documentos.

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    el informe ejecutivo y dejarse luego condenar como oportunista, cobarde e hipócrita (... me faire condamner comme opportuniste, lâche y hypocrite!)15. De he-cho, el 12 de julio le entregó al Secretariado Latinoamericano un detallado informe sobre ambas conferencias, y de nuevo resulta notable todo el espa-cio que ocupa Colombia en el análisis de la situación de los movimientos revolucionarios en los países latinoamericanos. Humbert-Droz recomienda decididamente mantener los lazos con los activistas revolucionarios de la primera hora, a quienes les atribuye que, con una ayuda adecuada, podrían superar su «putchismo».

    Hay allá ciertamente excelentes elementos obreros revolucionarios, elementos como Mahecha con quien uno puede trabajar. Él tiene un tem-peramento de anarquista-putchista, que no quiere discutir mucho, pero es éste un temperamento verdaderamente revolucionario que está ligado a las masas y que las sabe organizar y entrenar para la lucha. Él ha dirigido todos los movimientos de huelga en Colombia. Se puede hacer de él un buen mi-litante comunista, pero es preciso ayudar a estos camaradas, estudiar con ellos sus experiencias, discutir con ellos, entrenarlos, a pesar de una cierta suficiencia –ellos declaran que en Colombia, no se hace como en Alemania o en Rusia–; discutiendo con ellos, recordándoles sus experiencias, se puede lograr hacerles comprender algunas cosas16.

    Humbert-Droz esboza aquí un proceso ideal de aprendizaje, en el cual el funcionario de la Komintern, docente y consejero, se convierte él mismo en aprendiz. Se muestra a todas luces fascinado por la energía revolucionaria de los activistas de temperamento «anarco-putchista» y quisiera ganarse a ese tipo de hombres para la Komintern, en vez de andar fustigando sus errores, dando así pie a que se los asuma como pretexto para excluirlos del partido. Pero este tipo de funcionario de la Komintern, dispuesto a apren-der, a quien encarna el mismo Humbert-Droz en las deliberaciones públicas e internas en Buenos Aires, no es ya consultado en la Central: el postulado de la férrea disciplina les da a los mediocres la posibilidad de ejercitar sus secretas ambiciones de dominación como superioridad frente a los «desvia-cionistas». En el momento de rendir su informe sobre Montevideo y Buenos

    15 Jules Humbert-Droz, De Lénine à Staline: dix ans au service de l’Internationale Commu-niste 1921-1931. Neuchâtel: À la Baconnière, 1971. p. 393.16 RGASPI, f. 495, op. 79, d. 53, l. 22. Original en francés. En el mismo lugar critica Humbert-Droz a Rabaté, el enviado de la ISR, quien durante la huelga de las ba-naneras viajó a Barranquilla, y se mantuvo a distancia de los activistas revoluciona-rios. Mahecha lo encontró por primera vez en Montevideo. En vez de desplazarse durante la huelga a la Zona Bananera, habría regresado a Bogotá.

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    Aires, el mismo Humbert-Droz resulta afectado por la ola de depuración desatada contra los partidarios de Bujarin: tras la décima Plenaria del Co-mité Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC), en la cual es perso-nalmente humillado, pierde su pertenencia al Presidium y al Secretariado Político del CEIC, aunque permanece en el Secretariado Latinoamericano.

    El primer Secretario General del pcc

    Durante las sesiones del Secretariado Latinoamericano en Moscú en el año de 1929, en la discusión de los problemas colombianos, se encontraba aún presente Guillermo Hernández Rodríguez, quien, como estudiante de la Escuela Lenin, se prepara para futuras y más altas tareas en su patria17. En-tre tanto, el Partido Socialista Revolucionario entró en una primera crisis interna seria: un mes después de que los delegados colombianos discutieron en Buenos Aires sobre las posibles vías para llevar a cabo una revolución, estalló en Colombia, el 29 de julio de 1929, un levantamiento de escala re-gional y limitado, en el que participaron miembros del PSR, pero que fue rá-pidamente derrotado18. El propio dirigente del partido y jefe de su aparato militar, Tomás Uribe Márquez, había sido apresado en el mes de febrero, y probablemente falló la coordinación del levantamiento, porque el estallido de una acción armada conjunta de revolucionarios venezolanos y colombia-nos no llegó a concentrarse. Al regreso de Buenos Aires, precisamente el 31 de julio, Moisés Prieto, quien, como Secretario del Comité Ejecutivo (CE), era el vocero autorizado del Partido, entregó a la prensa una «Declaración

    17 Esto se deduce de las listas de asistencia a las sesiones del Secretariado Latino-americano para el año 1929. f. 495, op. 79, d. 51, varias páginas. El 16 de febre-ro de 1929, a Guillermo Hernández Rodríguez se le encomendó, junto con Jules Humbert-Droz, la redacción final de la carta al PSR (f. 495, op. 79, d. 51, l. 6). El 24 de octubre de 1929 el Secretariado decidió proponer, sobre la base de un informe rendido por «Guillén» (seudónimo de Guillermo Hernández Rodríguez), el envío inmediato de una delegación a Colombia. Se decidió crear una comisión de redac-ción, a la cual debían pertenecer «Guillén«, Humbert-Droz y Martínez (presumi-blemente el venezolano Ricardo Arturo Martínez). Producto de la comisión de re-dacción son las directivas para el proceder en Colombia, que se incluyen en nuestra edición (f. 495, op. 104, d.27, ll. 9-11). Posiblemente, «Guillén» todavía participa en la redacción de la Carta de Febrero de 1930, que el Secretariado Latinoamericano de la IC envía «Al Partido Socialista Revolucionario de Colombia«: RGASPI, f. 495, op. 104, d. 38, ll. 20-25. Se incluye en nuestra edición.18 Gonzalo Sánchez describió y analizó el levantamiento en una de sus localidades: El Líbano (Tolima). Los otros levantamientos se dieron en La Gómez y San Vicente de Chucurí. Véase su clásico estudio Los bolcheviques del Líbano (Tolima), Bogotá, Ediciones El Mohán, 1976.

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    del Partido Socialista Revolucionario sobre los últimos sucesos»19, que fue publicada por el diario El Tiempo, en la cual el partido se lava las manos ante el fracasado levantamiento, lo que fue a su vez fuertemente criticado por el Secretariado Suramericano (SSA) en Buenos Aires, hasta el punto de exigir la expulsión de los miembros de la cúpula del partido que habían suscrito la Declaración. Tras el retiro de Moisés Prieto de la Secretaría Ge-neral, en septiembre de 1929, llegó a la cúpula del partido Rafael Herrera (seudónimo de Rafael Baquero), a pesar de que él mismo había hecho parte de quienes suscribieron el documento incriminado. Por esta razón, ante el SSA, su turno como Secretario General del partido no tuvo peso, y fue evi-dentemente un período de transición, que debía durar hasta la llegada de una delegación proveniente de Moscú, la cual debía realizar una completa reestructuración del partido.

    Notable resulta el método previsto para la intervención de la IC en los asuntos del partido colombiano. En efecto, el texto del mandato que ya había sido formulado, y que anticipaba todos los resultados de las investi-gaciones de la delegación, fue retirado, seguramente por la intervención de H-Droz y fue reemplazado por uno general, que no contenía condenas anticipadas20. Pero las directivas recibidas por la delegación estaban com-pletamente basadas en la idea de la Komintern como un «Partido Mundial» centralizado, de tal modo que una delegación nombrada por la cúpula de la Komintern estaba investida de la autoridad de la Central y tenía, por su-puesto, el derecho de ponerse en contacto directo con la base de la militan-cia del partido colombiano, en el marco de una campaña adelantada contra los «putchistas» y contra los «oportunistas» de derecha. Tales elementos se podían encontrar también en la dirección del PSR, y debían ser desenmas-carados y expulsados.

    Complicada fue la relación con la Komintern, a causa de la existencia del Secretariado Suramericano de Buenos Aires, que también tenía jurisdicción sobre el caso colombiano y sobre los demás partidos suramericanos admi-tidos en la Komintern. Ante la situación de cambio profundo en la Central de Moscú, Victorio Codovilla21 –quien, a pesar de su anterior convergencia con Humbert-Droz, se había vuelto un estalinista de tiempo completo– vio la oportunidad de hacer valer la autoridad del SSA dirigido por él y de per-

    19 RGASPI, f. 495, op. 104, d. 31, l. 3. Se incluye en nuestra edición.20 Véase RGASPI, f. 495, op. 104, d. 27, l. 1 y RGASPI, f. 495, op.104, d. 27, l. 2. Ambos documentos se incluyen en nuestra edición. 21 De origen italiano e inmigrante a Argentina a la edad de 18 años (1912), llegó a ser elegido Secretario del Secretariado Suramericano de la IC a finales de 1928, cargo que desempeñó hasta 1930. Se hará una pequeña reseña biográfica, como nota de pie de página en el documento pertinente.

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    filarse a sí mismo como un pequeño Stalin. Apenas concluido el encuentro comunista en Buenos Aires, se apresuró a escribir una «Resolución del Se-cretariado Sudamericano de la IC sobre la situación del Partido Socialista Revolucionario de Colombia y sus tareas inmediatas», resolución que nada agregaba a la Carta de Febrero de la Komintern en Moscú, pero hacía evi-dente que el centro de poder inmediato estaba allí, en Buenos Aires22.

    Posteriormente, en diciembre del mismo año, el SSA llegó a un conflicto abierto con el PSR, que había decidido lanzar a Alberto Castrillón como can-didato obrero para las próximas elecciones presidenciales, a realizarse en febrero de 1930. Castrillón, quien había sido condenado en un Consejo de Guerra a 10 años largos de prisión por su participación en la huelga de las bananeras, había escrito desde la cárcel un relato documentado23 sobre los acontecimientos de la huelga y la masacre del 6 de diciembre, haciendo a la vez un llamado a los parlamentarios colombianos para que intervinieran en nombre de la constitución democrática del país y se compadecieran de quie-nes habían sido injustamente condenados por una justicia castrense24. Según el SSA de la IC, la claudicante petición de Castrillón a los representantes del Estado burgués era indigna de un comunista. Castrillón no sería presentable como candidato del PSR y su candidatura debía ser retirada25. La dirección del PSR primero rechazó esta demanda argumentando que ya era demasiado tarde para cambiar de candidato, pero desde Buenos Aires y desde Moscú se le exigió, repetida y enérgicamente, obedecer la orden de la Central. Fi-nalmente, durante una discusión en una plenaria ampliada del PSR de fines de enero de 1930, se puso de manifiesto con toda claridad el dilema de los delegados: casi todos consideraron que para el partido sería dañino e inclu-so fatal el retiro de la candidatura de Castrillón, en medio de una campaña que ya estaba en curso, pero la mayoría se mostró, sin embargo, dispuesta, por disciplina partidaria, a obedecer las órdenes de Buenos Aires, y final-mente las de Moscú, incluido Tomás Uribe Márquez26. El conflicto con la Komintern sobre la candidatura de Castrillón, que sacudió por esa época al partido, es hasta hoy un acontecimiento desconocido por la historia oficial.

    22 Véase el documento RGASPI, f. 495, op. 104, d. 29, ll. 29-34, con fecha 6 de julio de 1929.23 Véase, de Alberto Castrillón, 120 días bajo el terror militar. Bogotá, Editorial Tupac-Amarú, 1974.24 El debate de los parlamentarios, en el cual fue prominente la intervención de Jorge Eliécer Gaitán, dio como resultado la anulación de los procesos de la Justicia Militar y Castrillón salió libre a finales de noviembre de 1929.25 Véase la carta del 20 de diciembre de 1929 de V. Codovilla por el SSA de la IC al «Comité Central del Partido Comunista Colombiano» (!). RGASPI, f. 495, op. 104, d. 29, l. 28.26 Véase el Acta de la Sesión del Pleno RGASPI, f. 495, op. 104, d. 44, ll. 1-7

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    Para los efectos de dirimir el poder en las elecciones presidenciales de febrero de 1930 en Colombia, el retiro o no de la candidatura de un candi-dato del PSR era un hecho bastante irrelevante; en esa situación sin salida, se trataba ante todo de mostrar la posibilidad de una candidatura obrera. Pero el PSR era un aparato que ya no funcionaba. Ante la división del Par-tido Conservador, que entró a la contienda con dos candidatos, el Partido Liberal obtuvo la votación mayoritaria con la candidatura de Olaya He-rrera. Castrillón, el candidato comunista,obtuvo escasos 500 votos. Como consecuencia de la crisis de la economía mundial, las masas obreras y cam-pesinas habían caído en una situación que rayaba en la miseria y decidieron apoyar la candidatura liberal, con la esperanza de que el final del régimen conservador fuera también el fin de su situación de penuria.

    Fue entonces cuando Moscú consideró inaplazable poner en práctica lo planificado desde octubre de 1929, enviando a Colombia una delega-ción de la Komintern, con el propósito de fundar un «verdadero» Partido Comunista que estuviera en capacidad de poner en marcha las transforma-ciones orgánicas y políticas consignadas en la Carta de Febrero de 1929. A tal efecto, la Komintern elaboró una segunda carta, la de febrero de 1930, en la cual reitera el contenido de la del 29 e incluye el análisis y las «ense-ñanzas» de lo ocurrido en 192927. Las figuras clave de la delegación fueron precisamente Guillermo Hernández Rodríguez (quien había sido ya coau-tor de la carta del 29 y parecía predestinado a asumir el rol de Secretario General del que debería ser rebautizado como Partido Comunista de Co-lombia) y su compañera sentimental, la revolucionaria venezolana Carmen Fortoul, conocida con el seudónimo de Inés Martell. También formó parte de la delegación Miguel Contreras (con el seudónimo de Rosales), quien tenía amplia experiencia en el trabajo internacional sindical. Participó en el Pleno Ampliado de julio de 1930, en representación de la cúpula de la Komintern. Posteriormente fue enviado otro extranjero desde Moscú, el norteamericano John Kornfeder28 (también conocido como Joseph Zack y John Cass), quien debía ocuparse de las reestructuraciones de los partidos colombiano y venezolano.

    Guillermo Hernández Rodríguez, conocido como Guillén, regresó a Co-lombia investido de una gran autoestima. Es algo que se deriva de su cerca-nía con los miembros del Secretariado Latinoamericano de la IC en Moscú y que se manifiesta en una carta que redactó durante su escala en Nueva York, carta dirigida al SLA y en la cual, además del afán que demuestra de llegar al

    27 Véase RGASPI, f. 495, op. 104, ll. 20-25.28 Las reseñas biográficas de Fortoul, Contreras y Kornfeder se harán en notas de pie de página a los documentos concernientes.

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    país a cumplir la misión encomendada, con arrogancia descalifica a Nevá-rez y a Castrillón; al primero, porque «se ha ligado fuertemente a la política oportunista de la dirección actual del Partido», y al segundo, porque «de sus discursos ante los consejos de guerra no todo me parece grandioso»29. A escasos tres meses de su llegada a Bogotá fue convocado un Pleno Ampliado del Comité Ejecutivo del PSR, en el cual se hizo un ajuste de cuentas con el pasado, se cambió el nombre del PSR por el de Partido Comunista de Colom-bia y se eligió a Guillén como Secretario General del nuevo partido.

    A pesar de su extensión, las actas de la plenaria donde se protocolizó el cambio de nombre se reproducen en su totalidad. Éste es un documento clave por su transparencia, por el hecho de que —el mismo Guillén lo afir-ma— la conferencia fue convocada demasiado rápido y no hubo tiempo para redactar documentos que dirigieran las discusiones hacia resultados previstos y calculados de antemano. Resulta interesante también constatar cómo la redacción de las actas revela la participación de diferentes secreta-rios de acta, hecho identificable a partir del modo en que se consignan las intervenciones y los acuerdos alcanzados durante la sesión, como la forma en que se interpreta lo dicho por delegados de tipo promedio del partido con respecto a figuras dirigentes. Se hace evidente el liderazgo ejercido por el recién retornado de Moscú y desde las primeras páginas se presiente al futuro Secretario General del partido. También se puede apreciar la pos-tura sobresaliente de su esposa, Carmen Fortoul, a quien durante el último día de la plenaria le fue delegado el honor de ilustrar a los delegados sobre las condiciones sociales y económicas ideales establecidas en la patria de los obreros: la Rusia Soviética. Puede apreciarse también cómo las dos desvia-ciones, la «putchista» y la «oportunista», fueron duramente criticadas y los responsables allí representados tuvieron que justificarse y autocriticarse. Tomás Uribe Márquez tuvo que justificar su pasado «putchista» y Alberto Castrillón, ya acusado por la cúpula de la Komintern, se mostró arrepenti-do, se sometió a la disciplina de la IC y solicitó no ser excluido del partido.

    A partir de julio de 1930, con la Secretaría General de Guillén se dio comienzo a una nueva era en el partido colombiano miembro de la Komin-tern: se pueden perdonar los errores de los antiguos dirigentes del partido, siempre y cuando no se opongan y estén dispuestos a desfigurar su propio pasado. No es casualidad que María Cano, quien mediante carta dirigida al Comité Central se defendió dignamente de la acusación de putchista, se vea marginada en lo sucesivo del partido30. De nada sirvió que obreros, sus an-

    29 Véase RGASPI, f. 495, op. 104, d. 41, ll. 6-8.30 RGASPI, f. 495, op. 104, d. 42, ll. 32-35. Esta carta ya ha sido publicada en Co-lombia, pero dada su importancia y la dificultad de acceder a las publicaciones, la incluimos en esta edición. Véase, por ejemplo, de Iván Marín, María Cano en el ama-

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    tiguos compañeros de lucha en Medellín, hicieran explícito testimonio, en carta dirigida a la IC, de que a ellos les constaba que las acusaciones a María Cano y a Torres Giraldo eran falsas31. El tono contra los «putchistas» se fue tornando cada vez más agresivo y Guillén se hace cada vez más el promotor de este tipo de «bolchevización» en el partido.

    La relación de Guillén con sus camaradas de Cali ejemplifica la forma de imposición de la disciplina partidaria desde arriba. Cali había sido un cen-tro importante para el socialismo revolucionario: allí se había establecido la sede de la CON y allí se publicó La Humanidad, el diario más importante del socialismo revolucionario, el cual se imprimía en una imprenta que había sido adquirida con recursos de una cooperativa de trabajadores. Guillén, argumentando que el CC necesitaba editar un periódico oficial del partido (así lo recomendaba la IC), ordenó trasladar la imprenta a Bogotá y ponerla al servicio de las publicaciones del Comité Central del Partido Comunista. Esta decisión generó un conflicto con los revolucionarios socialistas de Cali, quienes fueron acusados de regionalismo y de negarse a aceptar la discipli-na del partido. El conflicto, ampliamente documentado en esta edición, de-mostró que las capacidades bolchevizadoras de Guillén eran considerables: captó cuadros que organizaron células que se reunieron en pleno y nombra-ron una Dirección Regional, que expulsó a la que se oponía al traslado de la imprenta, y asunto concluido, con centralismo democrático en marcha.

    Estos triunfos espectaculares del bolchevizador eran aparentes y condu-jeron, más tarde, a que los dirigentes tuvieran que constatar que en Cali ya no podía contarse realmente con una organización comunista32. Las cartas de Guillén, particularmente al BC de la IC dan cuenta de la situación finan-ciera precaria del joven Partido Comunista. Faltaba lo más elemental para trabajar: dinero para el papel y la impresión de la propaganda, dinero para pagar las habitaciones en los hoteles a los emisarios de la IC y para viajes ne-cesarios a las provincias. Nunca se cumplió la promesa que el departamento de finanzas de la Komintern hiciera a Guillén y a Kornfeder, antes de venir a Colombia33. Fue así como los escasos recursos destinados por el Socorro Rojo Internacional para ayudar a las víctimas de la represión del gobierno en Colombia fueron desviados para el trabajo del partido, y luego parcial-

    necer de la clase obrera, Bogotá, ISMAC, 1985, pp. 96-99, y de Ignacio Torres Giraldo, María Cano, mujer rebelde, Bogotá, Publicaciones de la Rosca, 1972.31 Véase la carta manuscrita (RGASPI, f. 495, op. 104, d. 41, ll. 29-30) fechada en Medellín el 30 de septiembre de 1930.32 En carta del 25 de julio de 1933 dirigida al Buró del Caribe por Guillén, Vieira y Abella, afirman que «la situación del Partido en Cali sigue siendo angustiosa. Allí no funciona por ahora ninguna Célula ni Comité». RGASPI, f. 495, op. 104, d. 63. l. 45.33 Véase la carta que el 4 de diciembre de 1931 Guillén dirige al Buró del Caribe en Nueva York. RGASPI, f. 495, op. 104, d. 52, ll. 24-27.

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    mente bloqueados cuando esto salió a la luz34. Los documentos, tanto de la dirección del partido como de los emisarios de la Komintern, permiten suponer que desde mediados de 1929 Moscú se comprometió a respaldar con cuantiosos recursos financieros las actividades comunistas en Colom-bia, pero solamente algunos pocos llegaron más tarde gota a gota.

    A la luz de todas estas dificultades reales para el trabajo del partido, la dirigencia continuó con su ajuste de cuentas con el pasado del socialismo re-volucionario. En Moscú, uno de los otrora notables voceros de la dirigencia del PSR, Ignacio Torres Giraldo, tuvo que someterse a un procedimiento de humillante autocrítica, que llegó al colmo con el documento «Liquidando el pasado»35. Desde Bogotá, Guillén conmina a Torres Giraldo a que ante el SLA de la IC en Moscú precise «su posición respecto de la lucha desarrollada contra el oportunismo putchista dentro del Partido»36. Como resultado, To-rres Giraldo tuvo que cortar definitivamente toda comunicación con Tomás Uribe Márquez, cuyos contactos con las bases eran mirados con recelo37. No hubo respuesta a la notable carta que Uribe Márquez dirigió directamente a la IC en Moscú, en la cual criticaba agudamente el trabajo de dirección del Partido por Guillén y caracterizaba de manera implacable el perfil moral de Rafael Baquero y el perfil político de Gilberto Vieira38, cuya carrera en el partido estaba en sus comienzos. Afirmó que el partido «se ha dejado tomar la delantera de las masas», y para sustentar que la política del PCC debía ajustarse a las condiciones particulares del país y de cada región, hizo referencia a una autoridad moscovita, Solomon A. Losovsky, el ideólogo de la ISR. Finalmente, exigió nada menos que una intervención excepcional de la IC en los asuntos del PCC: ¡esta vez una misión inteligente!

    En su larga carta, Tomás Uribe Márquez anuncia una segunda carta a la IC para referirse a la dilapidación de los fondos del Socorro Rojo Inter-nacional, hechos en los cuales estaría involucrado el representante de la IC, J. Kornfeder. Esta carta no se encuentra en los archivos de la Komin-

    34 Véase el documento «estrictamente confidencial» de comienzos de 1932, RGASPI, f. 495, op. 104, d. 52, l. 16. Tomás Uribe Márquez, en su carta del 29 de marzo de 1931 dirigida a la Komintern, denunció el uso indebido de los recursos del SRI para pagar gastos de Kornfeder. RGASPI, f. 495, op. 104, d. 52, ll. 5-13.35 Más adelante se hace referencia al procedimiento estalinista de la autocrítica.36 Véase la carta del 12 de abril de 1931. RGASPI, f. 495, op. 104, d. 52, l. 18.37 Véase carta de E. Sánchez, fechada en Girardot el 18 de marzo de 1931 y dirigida posiblemente a Guillén. RGASPI, f. 495, op. 104, d. 52, l. 4. 38 Uribe Márquez dice que Vieira es uno de los intelectuales llegados a última hora al partido, que se propuso luchar contra la rosca de corruptela establecida por Hernán-dez, Baquero y Nevárez, que le propuso a él encabezar una escisión en el partido, y que ante su negativa invitó a Luis Cano, director de El Espectador, a que leyese Mi vida de Trostky «y publicase capítulos de esta obra, creyendo que con ello le produ-ciría un daño al Comité de nuestro Partido».

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    tern y queda la duda de si Uribe Márquez llegó a escribirla. Pero lo que sí se encuentra en el Archivo es un informe que Kornfeder redactó sobre Colombia hacia julio de 1931, luego de haber salido expulsado de Venezue-la39. La primera parte del informe revela su buen conocimiento del país. En la segunda parte presenta una imagen rabiosamente negativa de todos los dirigentes antiguos del PSR, especialmente de Tomás Uribe Márquez y de Castrillón. Solamente alaba a Rafael Baquero, de quien Uribe Márquez había dado una imagen demoledora. Es aterrador su desprecio por toda la historia anterior a su llegada: todos los luchadores antiguos deben ser expulsados y celebra el elevado número de «bajas» como un triunfo del par-tido. Sólo hay espacio para cuadros proletarios imaginarios que no estén «contaminados» y que sean producto de sus cursos de capacitación.

    El rol que cumplió este emisario particular de la Komintern, quien obtu-vo una licencia de la Escuela Lenin, adonde quería regresar, resulta difícil de precisar. Al igual que Guillén, era depositario de un poder de la cúpula de la Komintern, en cuya representación actuaba al lado del Secretario Ge-neral del partido. Sus informes hacen pensar en una suerte de función de vigilancia y control sobre las actividades del partido40.

    A mediados de 1931, cuando Kornfeder rendía su Informe, el centro de poder para el PCC se desplaza del SSA en Buenos Aires al Buró del Caribe en Nueva York. En vista de la debilidad del PC colombiano, el BC exige informes detallados y permanentes sobre la situación política nacional y sobre las ac-tividades del partido, a partir de los cuales imparte instrucciones detalladas sobre el cómo, cuándo y quién de la actividad partidaria, función que debía ser normalmente responsabilidad del partido nacional41. La situación de control y dependencia entre el BC y el PCC se incrementa y se prolonga en el tiempo, de tal modo que la inicialmente sólida imagen de Guillén se va deteriorando progresivamente, entre otras cosas porque del BC sólo llegan órdenes y ningún recurso material. Acompañado de su esposa Inés Martell, Guillén emprende viaje a Nueva York en el mes de noviembre de 1932, viaje que sería el comienzo del final de su carrera política. Durante el viaje ha-

    39 Kornfeder había salido de Colombia para Venezuela en febrero de 1931. Allí fue detenido el 29 de mayo del mismo año, siendo liberado por mediación de la Emba-jada de Estados Unidos y luego expulsado.40 Kornfeder fue acusado de cooperación con el FBI después de su regreso a Estados Unidos y expulsado del PCA. No es posible comprobar que durante su estadía en Colombia haya sido un agente doble de la inteligencia norteamericana. Más tarde, Kornfeder trabajó para el perseguidor de comunistas Joseph McCarthy, redactó escritos anticomunistas y bajo juramento rindió testimonio sobre la financiación de la Komintern a los partidos comunistas de América Latina.41 Véase, por ejemplo, la temprana carta del 11 de agosto de 1931. RGASPI, f. 495, op. 104, d. 48, ll. 3-6.

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    cen escala en Panamá y pernoctan en la casa de la hermana de Inés, cuyo marido había asumido el cargo de Jefe de la Policía local. Desde luego, no era éste el mejor lugar para hospedarse el Secretario General de un partido comunista. La Komintern se enteró y cuestionó la razón y oportunidad del viaje, de tal modo que, ante la inminencia de una guerra con el Perú, el viaje apareció como una huida de la represión contra los comunistas colombia-nos, quienes en medio de una ola de patriotismo se oponían a la guerra42.

    Durante la prolongada permanencia de Guillén e Inés en Nueva York, Gilberto Vieira firma desde el primer día (15 de noviembre de 1932) las co-municaciones del Comité Central y se desliza al primer plano de la dirección del partido en Bogotá, tomando decisiones sobre aspectos importantes. Así, por ejemplo, solicita a la Komintern aplazar el regreso de Ignacio Torres Gi-raldo de Moscú, argumentando que la aparición en la escena local del viejo luchador del PSR podría tener repercusiones negativas en un partido aún no consolidado43. Sabiendo que Guillén debe permanecer en Nueva York para despejar personalmente todas las dudas sobre su estadía en Panamá, Vieira solicita al BC el regreso inmediato de Guillén a Bogotá. En febrero de 1933 se iniciaron en el CC unos interminables debates de autocrítica que, en ausencia de Guillén, erosionaban su poder44. Probablemente a solicitud del mismo Guillén, el BC dio la orden de suspender dichas sesiones de autocríti-ca, lo cual suscitó la encendida protesta de Gilberto Vieira45.

    En el interregno, la exitosa carrera que conducía a Gilberto Vieira a per-filarse como nuevo dirigente del partido tuvo un tropiezo bastante serio, a raíz de un acuerdo electoral con candidatos liberales, conocido como el «Pacto de Tunja», el cual suscribió Vieira junto con Servio Tulio Sánchez y otros candidatos a la Cámara de Representantes por el Partido Comunis-ta, en el mes de mayo de 193346. Este hecho chocó directamente con los lineamientos imperativos de la Komintern que prohibían explícitamente cualquier cooperación o acuerdo político con los liberales «de izquierda» (o con los socialdemócratas en Europa). A su regreso de Nueva York, Gui-

    42 El PCC había tomado posición contra la guerra, desatándose una ola de patriotis-mo anticomunista. Hemos dejado de lado documentos sobre la guerra con el Perú, en la medida en que se refieren solamente de manera marginal a la relación del PCC con la Komintern.43 Véase la carta del 15 de noviembre de 1932 dirigida por Gilberto Vieira al BC. RGASPI, f. 495, op. 104, d. 52, ll. 46-47.44 Servio Tulio Sánchez, un incondicional de Guillén en el CC, le escribe, en carta del 13 de febrero de 1933: «Yo creo que ustedes no se podrán venir, sería venir a la boca del lobo». RGASPI, f. 495, op. 104, d. 62, ll. 1-2.45 Véase la carta, aprobada por el CC en sesión del 11 de marzo de 1933, que Gilber-to Vieira dirige al Buró del Caribe. RGASPI, f. 495, op. 104, d. 63, ll. 67-68.46 Véase el texto del Pacto: RGASPI, f. 495, op. 104, d. 63, l. 44.

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    llén encontró este hecho servido en bandeja y se aprovechó de esta debili-dad de su rival para lanzar en su contra un ataque despiadado, con lo cual lograba también desviar la atención respecto de sus propias fallas47. Pero su descenso era ya inevitable. En carta de julio 12 de 1933, el Buró del Ca-ribe comunicó al CC del PCC que consideraba la salida del Guillén del país como la deserción de «un individuo de ideología pequeño-burgués, vaci-lante y oportunista, que degenera hasta eludir cobardemente la lucha en los momentos de prueba». Todo estaba consumado. El 25 de agosto Guillén acepta su expulsión del partido. Más tarde, Gilberto Vieira es excluido del CC del Partido, y Rafael Baquero, que había permanecido a la sombra de tan calcinantes acontecimientos, asume de nuevo la función de Secretario General, cargo que ya había desempeñado antes del derrumbe del PSR.

    Al final del período objeto de nuestra documentación, la IC tiene que aceptar que su política de enviar a Colombia personal calificado en Moscú la ha llevado a la total bancarrota. Las «esperanzas» de Moscú, Guillén e Inés, fueron expulsados. En un proyecto de carta de la IC al PCC, con carác-ter confidencial, se puede leer lo siguiente:

    El Partido tiene que luchar contra los elementos derechistas que deserta-ron frente a la lucha contra la guerra (Guillermo Hernández e Inés Martell); luchar contra los elementos políticamente descompuestos que han intenta-do entregar el Partido al liberalismo por medio del Pacto de Tunja (Gilberto Viera, Servio Tulio Sánchez, Alejandro Barrero); hechos de claudicación y de traición a la causa del proletariado colombiano48.

    Aspectos de la estalinización

    Los documentos que se presentan en este libro permiten reconstruir el pro-ceso de estalinización recorrido por todos los partidos comunistas tras la expulsión de Bujarin, el último rival de Stalin de la dirección de la Komin-tern, desde mediados del año 1929. El ejemplo colombiano y el destino de los revolucionarios socialistas de Colombia que tuvieron algún contacto con la Komintern son particularmente adecuados para ilustrar las caracte-rísticas del más temprano comunismo latinoamericano. Importantes aspec-tos son, en este caso:

    47 Véase la Intervención de Guillermo Hernández Rodríguez en la sesión del CC del PCC, el 3 de julio de 1933. RGASPI, f. 495, op. 104, d. 59, ll. 97-101.48 La carta tiene como fecha 4 de noviembre de 1933. RGASPI, f. 495, op. 104, d. 57, ll. 29-33.

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    1. La desvalorización de la propia prehistoria

    El eje de toda la política comunista es la idea de la necesidad de un partido marxista-leninista construido de acuerdo con criterios ya prefijados, que trabaje en un determinado país como sección de una organización mundial y de acuerdo con las instrucciones de la Central. Resulta, entonces, plena-mente consecuente con esta concepción que la historia del movimiento revo-lucionario previo a su toma de contacto con la Komintern se presente como una prehistoria llena de todos los errores imaginables, que necesariamente tenían que producirse, debido al desconocimiento del marxismo-leninismo. La nueva construcción de un verdadero Partido Comunista presupone que la fase inicial, aprisionada y cargada con todos estos errores, deba ser supe-rada por completo. Pero ocurrió, sin embargo, es el caso colombiano, que fue justamente la fase inicial la que hoy se revela al historiador como la cum-bre nunca más alcanzada del movimiento revolucionario del país.

    ¿Qué debía acontecer entonces con los antiguos dirigentes que habían surgido en la heroica fase inicial del movimiento revolucionario cuando aún no disponían de las orientaciones de Moscú? Ciertamente, se les ofreció la posibilidad de continuar en el partido en una posición subalterna, sólo si se sometían a reconocer su culpabilidad en los errores pasados. Estos errores, en particular el «putchismo», recriminado sin cesar, pasaron a ocupar todo el peso, mientras que los méritos nunca se pusieron en la balanza. Quien no se sometía plenamente y asumía toda la «culpa» por sus errores pasados era expulsado del partido. Así aconteció con Tomás Uribe Márquez, quien había sido sin duda la figura clave del Partido Socialista Revolucionario. Su compañero de lucha, Ignacio Torres Giraldo, exilado en Moscú, tuvo que distanciarse e incluso abandonar la correspondencia con él, para poder hacer creíble su ruptura con el pasado49.

    Aunque Tomás Uribe Márquez reconoció plenamente el «putchismo» como un error de su período inicial, fue rápidamente convertido en ene-migo del partido. Algo similar le aconteció a Raúl Eduardo Mahecha, pro-yectado en 1929 al escenario internacional por su papel en la huelga de los trabajadores del banano. Tal estigmatización de los dirigentes «históricos» parece haber tenido una gran importancia para el mantenimiento de la co-hesión de un partido estalinizado. Procedimientos análogos se produjeron en la mayor parte de los demás partidos comunistas: en Chile, muy tem-prano, con Manuel Hidalgo; en Argentina, con Penelón; en Brasil, con el

    49 En marzo de 1931, Torres Giraldo rompe definitivamente con el pasado, cortan-do toda comunicación con Uribe Márquez. Véase RGASPI, f. 495, op. 104, d. 50, ll. 1-5.

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    legendario revolucionario Luis Carlos Prestes, quien, tras el fracaso de sus intentos de insurrección, fue conquistado para el PC y fue invitado a Moscú. En este caso, a la abjuración del pasado se le añadieron rasgos del absurdo: fue el mismo Prestes quien, ya convertido en comunista de corte estalinista, llamó a una cruzada contra el «prestismo»50 En Perú, José Carlos Mariáte-gui, el marxista más destacado de América Latina, fue condenado poco después de su muerte en 1930, sobre todo por su resistencia a la fundación de un PC como «Partido de clase del proletariado»: el «Mariateguismo» fue en adelante desechado.

    2. La denuncia de las desviaciones

    La crítica de las desviaciones se convirtió en adelante en un componente esencial de la ideología estalinista. Ciertamente, el deslinde de los enemi-gos dentro del partido había tenido ya un papel preponderante desde la socialdemocracia de la preguerra y lo tuvo aún más fuerte en los escritos polémicos de Lenin, pero fue bajo Stalin que se convirtió al «disidente» en un enemigo, a quien había que eliminar físicamente. El prototipo fue obviamente Trotsky, el gran adversario, y finalmente el «trotskismo» se con-virtió en la encarnación de todos los males. Con la expulsión de Bujarin se le añadió en 1929 la «desviación de derecha» (esto es, el conciliacionismo). Era necesario, pues, defender continuamente la línea correcta del partido bolchevique contra ambos peligros. Sólo en la lucha continua contra las desviaciones se podían hacer reconocer los comunistas de todos los países y, por lo tanto, debían luchar contra todas las desviaciones y los desviados, incluso cuando éstos ni siquiera se hubieran manifestado en el partido. En este sentido, existe un escrito notable del 1 de julio de 1932, dirigido por la Oficina Caribeña de la Komintern al partido colombiano, con la exigencia de participar en una cruzada mundial para denunciar el carácter contra-rrevolucionario del trotskismo, si bien en Colombia no existía absolutamen-te ningún grupo trotskista51.

    La subsunción de las presuntas equivocaciones ideológicas en cada país bajo las categorías de las graves desviaciones definidas por la Komintern marca al comunismo latinoamericano de los inicios de los años treinta. Esto se puede ilustrar claramente con la lucha contra la «desviación de dere-cha». Como respuesta a la exigencia de la Komintern a todos los partidos

    50 Véase: Jürgen Mothes, Briefe aus Montevideo – Arthur Ewert und die Wandlung von Luis Carlos Prestes zum Kommunisten, en: Jahrbuch fuer Internationale Kommu-nismusforschung, 1994, S. 227-253.51 RGASP, f. 495, op. 104, d. 48, l. 14.

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    miembros de participar en la lucha contra el «oportunismo de derecha», también el PC colombiano redactó su correspondiente declaración. La di-ficultad consistía en que el principal error de la dirección conspirativa, el «putchismo», ya condenado en la Carta de Febrero por la IC, no podía equi-pararse en sentido estricto ni con el trotskismo ni con el oportunismo. Por ello, en la declaración se dice con una vuelta sorprendente que el peligro de derecha es tanto más serio cuanto que se oculta bajo la máscara de un revolucionarismo pequeñoburgués52.

    La etiqueta «pequeñoburgués», una categoría del a