El Principe de Homburgo y el Don Carlos

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El Principe de Homburgo y el Don Carlos

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Di Santi, Andrea. DNI: 37.678.710. Prctico: jueves 15-17. Mail: [email protected]. 1

En el presente texto se abordar la construccin de la figura del padre en las obras Don Carlos de Schiller y El Prncipe de Homburgo de Kleist. Cul es su relacin con la ley en cada caso, hasta qu punto ella lo interviene. Y desde all, cmo la relacin padre-hijo muestra un impedimento para el desarrollo de la felicidad de los jvenes y de su figura heroica. Don Carlos es una obra que tiene su base en las disputas y la relacin de enemistad entre un padre y el hijo. Schiller se vale de la oposicin de naturalezas para dar a entender una escisin ocurrida en el hombre y cmo esta falta de unidad determina las relaciones. Dichas oposiciones se encuentran en toda la obra y en nuestro anlisis esta concepcin es importante. La figura del Rey Felipe manifiesta una escisin dentro de s, dos hombres distintos viven en l: padre y rey. De naturaleza opuesta, el Rey Felipe rechaza su lado paterno y la relacin natural padre-hijo que lo define. Este personaje est caracterizado con los rasgos del poder, la autoridad de su rango, el manejo de un Imperio, la frialdad calculadora de los negocios. Motivo que lleva a rechazar la relacin armoniosa y afectuosa con sus hijos desde su infancia. En una conversacin al inicio de la obra Carlos expone su dolor ante su querido amigo el Marqus de Posa, y hace una reflexin de la relacin con su padre: "Figrate que soy hurfano, que recogiste piadosamente al pie de un trono. Pues en efecto, ignoro lo que es tener padre. Soy hijo de un rey..."(Schiller, 1996:13). La figura del padre est negada por supremaca de la ley. Y es que sucede que el Rey ha intervenido tanto en el Padre, que sus rasgos generales carecen de sentimiento, hacen que l no parezca hombre. En el mundo donde Felipe rige, los sentimientos estn medidos, los excesos estn mal vistos. El Rey y el Prncipe poseen espritus influenciados por los rasgos ms opuestos. Pero su figura no slo aparece como naturaleza opuesta a la de Carlos, y no slo eso es lo que determina su enemistad. Ante la vida de Carlos, su padre aparece como constante obstculo para el cumplimiento de sus deseos. El principal motivo de querella es que ambos desean lo mismo. Carlos est enamorado de su madre. Ante la falta de afecto en la relacin que los une, l est dispuesto a desafiar a su padre, y va ms all, est dispuesto a desafiar a las leyes. Carlos confesar: Las costumbres del mundo, el orden de la naturaleza y las leyes de Roma condenan esta pasin. Mis deseos chocan terriblemente con los derechos de mi padre. Yo siento todo esto y sin embargo amo (Schiller, 1996:15). Su padre se ha casado con la mujer responsable de sus pasiones, y an as, el Prncipe sufre por no poder manifestar sus sentimientos a la Reina. Desconfiado del sufrimiento en el que est sumergido su hijo, Felipe no ignora aquel pasado, y sus pensamientos se ven influenciados por las sospechas ms injuriosas en contra de Carlos. Su convencimiento dicta que la lejana y la actitud pasional de su hijo alimentan planes en contra suyo. La actitud de Carlos le es peligrosa. De la misma manera que l ha obligado a su padre ha dejar el trono, comienzan sus sospechas de que le suceda lo mismo con su hijo. La figura de Carlos, se va construyendo en los pensamientos del Rey como su ms ferviente enemigo. Cuando el Prncipe manifiesta deseos de volver a servir al trono y pide a su padre encabezar el ejercito que se dirige a Flandes para aplacar las ansias de revolucin que all conviven, Felipe ve una ambicin peligrosa y en su negativa contesta: Y confiar, al mismo tiempo, mi mejor ejrcito a tus ambiciones, el pual a mi asesino?(Schiller, 1996: 36).En El Prncipe de Homburgo la presencia del padre tambin se manifiesta como un impedimento al cumplimiento de los deseos del joven hijo. El Prncipe, enervado por sus pasiones, desafa en el campo de batalla la ley dictada por su padre, el Elector, y decide obrar por la ley del corazn. Si bien su accin precipitada y rebelde trae la victoria a la patria, el desacato de la ley no permite gloria a aquel que la infringi. La felicidad del joven Prncipe se ve obstaculizada por contradecir la autoridad del Rey. A diferencia del Don Carlos, los deseos perseguidos por padre e hijo responden a lo mismo, pero eso no los enfrenta. Y es que, en sus deseos de gloria, El Prncipe de Homburgo ve los mismos deseos para su patria, por lo tanto para el Imperio de su padre. Su relacin est basada en el afecto ms puro, el sufrimiento o felicidad de uno est basada en el sufrimiento o felicidad del otro. Por ello, el Rey aqu no est construido en tanto negacin de su papel de Padre, todo lo contrario. El problema se da cuanto el acto irracional del Prncipe es visto como un acto egosta y vanidoso que tiene como tentativa contraponer una ley a la ley oficial. La ley del deber rechaza al sentimiento como medio, que trae el desorden, los beneficios propios y el desafo. En la obra hay un desentendimiento de la accin pasional del Prncipe. En el inicio de ella, nuestro protagonista se encuentra recostado en un jardn. Sucumbido ante el sueo, responde como una marioneta ante sus mandatos. Cuando el cuerpo de sus ms allegados lo encuentran en esa situacin, el joven est tejiendo una corona de laurel, aquellas mismas () que llevan los hroes en los cuadros que ha visto en la sala de armas de Berln (Kleist, 1972:9) Ante la observacin, los personajes deducen que es la corona de su gloria y considerando aquello como un acto de vanidad, su primo el conde de Hohenzollern dice: Pues siento no tener aqu cerca un espejo! Lo verais, vanidoso como una nia, probarse de mil maneras, la corona, como si fuera una cofia de gasa! (Kleist, 1972:9). A continuacin El elector decide hacer una broma a su hijo, planea seguir con el cuento sucedido en el sueo. Por ello quita la corona de sus manos, entrelaza una cadena de oro en ella y luego las deja sobre las manos de la Princesa. El prncipe se levanta, y persigue a aquella que tiene posesin de su corona. Los presentes huyen asustados, y la corona se esfuma con ellos. De esta manera, la intervencin del Rey en el sueo de su hijo, tiene como fin que su gloria le ha sido arrebatada. La figura obstructora del padre, es algo recurrente en la obra de Kleist y no es raro observarla aqu tambin. En su obra Terremoto en Chile, la autoridad del padre aparece como impedimento para la felicidad de su hija. Don Enrique Altern, luego de saber acerca de las relaciones secretas que ella mantena con su maestro, el espaol Jernimo Rugera, no slo decide echar la bandido de su casa sino que opta por dejar a su hija en manos de un monasterio, por miedo a que decidan reanudar sus relaciones. All, la mujer resulta embarazada siendo monja, y por ello sentenciada a la muerte. El desastre natural llega a la regin y destroza la ciudad. En medio del dolor y la miseria, es el momento donde los amantes pueden vivir en la felicidad plena. Y es que los deseos de la hija se ven realizados en el momento de la ausencia de la autoridad tanto paterna como religiosa.

Entonces tanto en una obra como en la otra el hijo ve en el padre la figura del deber que interviene en sus deseos. En el Don Carlos, ya sealamos como se produce por querellas familiares alimentadas por el desentendimiento entre espritus tan opuestos. En cambio, en El Prncipe de Homburgo, la contraposicin de dos verdades son las que provocan el conflicto. El afecto es el medio por el que el Elector reflexiona acerca de sus decisiones y deja la posibilidad de verdad en lo dicho por su hijo. Comprende que aqul obra mediante una accin que responde al sentimiento y a la irracionalidad, sin desafiarlo. El joven manifiesta un patriotismo irracional, aquel que tiene valor simblico y no se puede argumentar: si bien se opone a la univocidad de la ley racional, no la desafa. El triunfo que el Prncipe persigue es el mismo que quiere para su padre, y para la patria. En el transcurso de ambas obras, el desarrollo del hroe es interrumpido. Ambos hijos se contraponen a la ley: Carlos desafiando su deseo por el de su padre, el Prncipe de Homburgo persiguiendo la gloria por medio de la ley del corazn de naturaleza a ley oficial. En ambas obras, el padre es la figura representante del deber que ve la necesidad de castigar la accin desafiante de su hijo. En ambas obras, los hijos deben renunciar a la gloria y a su mujer. Ambos suscitan el cario del pueblo, y en momentos culminantes de las historias, el apoyo del pueblo aparece resarcir al hroe que est siendo condenado. En el Don Carlos, el pueblo se rebela contra la actitud desptica del rey, ante el encarcelamiento del Prncipe. En El Prncipe de Homburgo, el apoyo de todos los hombres del ejrcito que piden su liberacin y perdn. De manera conclusiva podemos decir que la figura del padre es quin personifica la ley del deber. Hemos visto como esta ley interviene en cada caso. Ambos hombres estn definidos por la autoridad, por la racional; sin embargo el grado de intervencin de estas caractersticas que hayamos en los padres es distinto. El elector no deja a un lado los sentimientos por su hijo, y son ellos quin lo llevan a la reflexin que hace posible una reconciliacin. En el Rey Felipe, la intervencin es tal, que la total configuracin del padre, responde a la misma que a la del Rey, hasta que ya no hay ms padre. Es as que si bien en ambas historias a los hijos se les arrebata la gloria y la felicidad, es en la obra El Prncipe de Homburgo, donde ella es devuelta al joven. Y es que en ella la construccin del padre no est determinada nicamente por el deber.

Bibliografa: Schiller, Don Carlos. Madrid: Ctedra, 1996.Kleist, El Prncipe de Homburgo. Buenos Aires: Centro Editor de Amrica Latina, 1972.Kleist, Terremoto en Chile. Buenos Aires: Atalanta, 2008.