EL PROBLEMA DE LA DEPENDENCIA EN LOS ADULTOS MAYORES …
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EL PROBLEMA DE LA DEPENDENCIA EN LOS ADULTOS MAYORES EN LA A RGENTINA
2015
CUADERNOS DE TRABAJO: EL CASO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES CLAUDIO BLOCH, GRACIELA SAFDIE, CARLA DEL LUCA,
PATRICIO SCHUSTER
DIRECCION DE TERCERA EDAD
DEFENSORÍA DEL PUEBLO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
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DEFENSORÍA DEL PUEBLO DE LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES
DIRECCION DE TERCERA EDAD
CUADERNOS DE TRABAJO
EL PROBLEMA DE LA DEPENDENCIA EN LOS ADULTOS MAYORES EN LA ARGENTINA: el
caso de la Ciudad de Buenos Aires
Dirección de la investigación: Claudio Bloch
Equipo de investigación: Graciela Safdie, Carla Del Duca, Patricio Schuster,
Diciembre 2015
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AGRADECIMIENTOS: a Eugenio Semino y al equipo de la Dirección de Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. A Alejandra Vazquez, Alejandro Barros, Andrea Portela, Estela Barba, Gustavo Mariluz, Jorge Paola, José Drusetich, José R. Jauregui, Julieta Oddone, Mariana Cataldi, Moisés Shapira, Roberto Orden, Roberto Pereyra, Romina Rubin. RESUMEN
Se desarrolla un estudio sobre la situación de los adultos mayores de acuerdo a los datos censales, destacando el tema de la dependencia en ese grupo etario. Se describen algunos modelos avanzados de atención a dicha problemática. A partir de las denuncias recibidas por el trato inadecuado a los mayores dependientes en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, se realiza un diagnóstico participativo con la opinión de actores relevantes de otras instituciones abocadas a la tercera edad. Los resultados muestran una heterogeneidad en las respuestas dadas, por la falta de normativas y regulaciones adecuadas. Se hace necesario generar políticas públicas conducidas por el Estado que respalden intervenciones articuladas para esta población.
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1. INTRODUCCION1
Desde hace ya algunos años es parte de la agenda pública de los países desarrollados la situación de los adultos mayores. Esto ha significado describir quiénes son, cómo viven, cuáles son sus problemas, cuáles son sus necesidades, y cuáles son las prestaciones que requieren o requerirán en el futuro.
Esta preocupación está íntimamente relacionada con el concepto de envejecimiento poblacional. Éste se define como un proceso que se caracteriza por el aumento del peso relativo de las personas en edades avanzadas junto a la disminución del peso relativo de los jóvenes, produciendo una pirámide poblacional en transición o con forma de “campana”. Ésta se describe con una base angosta como consecuencia de la reducción de los nacimientos y la cúspide se va engrosando por el aumento del peso relativo de la población de 60 años y más. La pirámide de Argentina del último censo, 2010, muestra una población donde se producen pocos nacimientos y la proporción de adultos mayores es importante. Profundizar sobre la situación de los adultos mayores (personas que tienen 60 años y más) en nuestro país es una tarea que debe sostenerse con el objetivo de aportar a políticas de estado que den respuestas acordes a las necesidades de este colectivo. Además de sistematizar la información que existe sobre la situación de las personas mayores, es necesario reflexionar sobre uno de los problemas que aparecen con alta frecuencia entre las mismas y es la dependencia. Se considera, en este documento, la definición de dependencia adoptada por la Comunidad Europea (1998) como “el estado en el que se encuentran las personas que por razones de autonomía física, psíquica o intelectual tienen necesidad de asistencia y/o ayuda importante para realizar las actividades de la vida diaria”. Este trabajo describirá, en una primera parte, las características socio‐demográficas y económicas de los adultos mayores de nuestro país, considerando el Censo Nacional de Población (2010) y la Encuesta Nacional de Calidad de Vida de Adultos Mayores (2012). Luego se realizará una revisión de los conceptos de dependencia, semi‐dependencia y fragilidad, a la luz de documentos internacionales y nacionales sobre el tema. Posteriormente, se enunciarán las diferentes respuestas de la Comunidad Europea a la problemática, detallando la variedad de las prestaciones que se brindan para atender a los mayores dependientes. A continuación, se expondrá la situación de nuestro país, más específicamente de la Ciudad de Buenos Aires, enumerando los servicios ofrecidos por las áreas de salud y desarrollo social (de Nación y Ciudad). Se complementará la anterior información con la investigación realizada por este equipo, mediante entrevistas a informantes claves en la temática, sobre la situación concreta de los recursos existentes en Argentina para atender la dependencia. Finalmente, se desarrollarán consideraciones y sugerencias para seguir aportando a la problemática. 2. EL ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL
En la Argentina la población de adultos mayores ha tenido un crecimiento sostenido e ininterrumpido desde el año 1920. Este proceso avanzó de manera intensa desde la segunda mitad del siglo veinte hasta mediados de la década del 70. A partir de ese momento ese grupo sigue
1 UNA MARCA DE GÉNERO: El presente Documento está escrito usando el masculino como genérico, para evitar la sobrecarga gráfica de poner el femenino y el masculino en cada nominación. Por favor, léase esto sólo como una simplificación gráfica, ya que promovemos la igualdad de género en todas sus manifestaciones.
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incrementándose con menor velocidad, y alcanza al 14,3 % del total de la población del último Censo (2010).
La transición demográfica trae aparejada un fenómeno poco estudiado en nuestro país: está aumentando progresivamente la cantidad de mayores que tienen una alta probabilidad de llegar a ser personas dependientes. Esto denomina el “envejecimiento del envejecimiento”, esto es, el aumento del colectivo de población de 80 y más años, superando incluso a la franja de 65 y más años. Los estudios muestran una clara correlación entre la prevalencia de situaciones de discapacidad y la edad. 3. PERFIL DE LOS ADULTOS MAYORES SEGÚN EL CENSO 2010
En este apartado se presenta un resumen de la información sobre los adultos mayores de tomando como fuente principal los datos presentados en el último Censo Nacional (2010)2.
Serán desarrollados los siguientes ítems: 1. Población de adultos mayores, crecimiento proporcional e índice de feminidad. 2. Tipos de hogares. 3. Salud. Discapacidad y Previsión social. 4. Nivel educativo. 5. Los adultos mayores y la migración. 3.1 Población de adultos mayores, crecimiento proporcional e índice de feminidad
El Censo Nacional del 2010 dio como resultado que la población de la Argentina era, para ese año, 40.117.096 personas. De estas el 14,3 % tenían, al momento del Censo, más de 60 años, agrupamiento que denominamos como “adultos mayores”. Más allá que el porcentual promedio de país es de 14,3%, este porcentaje diluye grandes diferencias jurisdiccionales que varían entre un 6,4% en Tierra del Fuego hasta un 21,7% en la Ciudad de Buenos Aires. Estas variaciones pueden observarse en el Gráfico 1.
Gráfico 1: Porcentaje de adultos mayores en provincias seleccionadas. Año 2010.
2 INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2010
CABA Bs. As. Sta. Fe La Pampa Córdoba Total T. del Fuego Sta. Cruz Misiones Neuquén
0
5
10
15
20
25
21,67
14,916,08 15,6 15,52
14,3
6,48,08
9,169,94
5
Cuando se analiza el perfil demográfico en grupos de edad se observa que, a medida que se aumenta en la edad, la proporción de mujeres es cada vez mayor. En este sentido se puede observar que, si bien la relación existente entre las mujeres y los hombres es de 1,45 mujeres por cada hombre, entre los adultos mayores cuando se alcanza el grupo que tiene más de 80 años las personas del sexo femenino duplican a sus congéneres masculinos, tal como puede verse en la tabla 2.
Tabla 2: Total del país. Población total por sexo y porcentaje del grupo de adultos mayores.
Año 2010.
Edad Total Porcentaje Varones Mujeres Relación M/V
Total 40.117.096 100.0 19.523.766 20.593.330 95
60 y más 5.725.838 14.3 2.435.056 3.290.782 135
60 – 64 1.621.190 4.04 760.914 860.276 113
65 – 69 1.293.061 3.23 588.569 704.492 120
70 – 74 1.015.897 2.54 438.438 577.459 132
75 – 79 801.660 3.0 321.481 480.179 149
80 y más 994.030 2.48 325.654 668.376 205
Relación M/V: relación o tasa mujer / hombre es una relación entre la cantidad de mujeres
divididos por la cantidad de hombres, multiplicado por cien. Esto describe cuántas mujeres hay por cada 100 hombres.
Este indicador tiene amplias variaciones entre las provincias del país que van desde 207,9 en la Ciudad de Buenos Aires, el mayor del país, hasta la provincia de Formosa con el menor índice de feminidad (127,9). En la tabla siguiente (Tabla 3) se muestra las diferencias encontradas en las distintas provincias y los cambios que se observan con el aumento de la edad de las personas.
Tabla 3: Índice de feminidad de la población de 60 años y más por grupo de edad.
Total y provincias seleccionadas. Año 2010.
Provincia Relación M/V
60 – 74 años
75 y más años
Total país 105.5 119.8 177.5
CABA 117.4 147.2 207.9
Buenos Aires 105.5 125.4 179.6
Santa Fe 106.4 127.5 189.6
Entre Ríos 104.4 123.5 191.6
Córdoba 106.2 125.7 180.0
Tierra del Fuego 94.9 105.8 162.6
Santa Cruz 94.2 108.2 137.4
Misiones 101.3 107.0 135.2
Formosa 102.1 106.1 127.9
3.2 El lugar de los adultos mayores en relación a su ubicación en el hogar
El Censo 2010 agrupó a la población censada en viviendas particulares y colectivas. Dentro de las viviendas particulares el concepto utilizado para agrupar a las personas en las mismas fue el de hogares. Este fue definido por el INDEC como “la persona o grupo de personas – parientes o no
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– que comparten los gastos de alimentación y residen bajo un mismo techo”. Existen distintos tipos de agrupamiento de personas bajo un mismo techo, y en ese sentido se clasifican los hogares de la siguiente manera:
a) unipersonales (habitados por una sola persona); b) multipersonal familiar (todos los habitantes tienen vínculo familiares): c) multipersonal no familiares (conviven bajo el mismo techo personas con vínculos
familiares y sin vínculos familiares). Según los datos surgidos en el Censo los hogares con presencia de adultos mayores representan el 45,9 % del total de hogares relevados. La distribución de los mayores dentro de los distintos tipos de hogares se puede observar en la Tabla 4.
Tabla 4: Población de 60 y más en hogares según distintos tipos. Año 2010.
Hogares unipersonales
Hogares multipersonales familiares
Hogares multipersonales no familiares
Varones 13,8 85,2 1,0
Mujeres 22,9 75,7 1,4
Total 19,1 79,7 1,2
Una de las variables a considerar cuando se habla de adultos mayores es la cantidad de personas que viven solas. En ese sentido es interesante comparar si la proporción de adultos mayores que viven en hogares unipersonales tiene un comportamiento diferente al resto de los adultos, y en ese sentido se observa que las personas que tienen más de 60 años habitan hogares unipersonales 3,3 veces más que el resto de la sociedad; tal como se muestra en la tabla siguiente. Destacando nuevamente que las mujeres viven solas, en mayor proporción que los varones. Tabla 5: Comparación de tipo de hogar de acuerdo al grupo de edad. Año 2010.
25 – 59 años 60 y más años
Unipersonal 5,7 19,1
Multipersonal familiar 93,1 79,7
Multipersonal no familiar 1,2 1,2
Además de las personas que fueron censadas en el año 2010 en viviendas particulares, el
1% de la población (441.191) estaba alojado en viviendas colectivas. Cerca del 20 % de los que vivían en viviendas colectivas estaban dentro de los denominados “hogares de ancianos”, y 7 de cada 10 de esas 86.000 personas que vivían en esos hogares eran mujeres.
Incorporar en el análisis los tipos de hogares: los multigeneracionales y los unipersonales sirve para medir la importancia relativa de los recursos aportados por las personas de edad a los hogares multigeneracionesles. Los hogares multigeneracionales constituyen una opción favorable para las personas mayores y sus familias, ya que permiten asegurar el apoyo a las personas de edad con algún nivel de vulnerabilidad. Por otro lado el ingreso de las personas mayores sigue constituyendo una fuente importante de recursos para las familias.
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En relación a los hogares unipersonales no deben analizarse de la misma manera en los países desarrollados y los nuestros, ya que en los primeros la residencia independiente refleja el deseo y la existencia de condiciones favorables para optar por este tipo de arreglo. En cambio en América Latina vivir solo podría representar un riesgo asociado a la falta de una mejor opción.
3.3 Salud, Discapacidad y Previsión Social
Los datos del Censo 2010 sobre el tipo de cobertura de salud fueron categorizados entre aquellas personas que tenían obra social (incluyendo PAMI); aquellas que tenían una prepaga (medicina privada) a través de su obra social; aquellas que pagaban de su bolsillo un empresa de medicina prepaga; aquellas que eran cubiertas por programas estatales como el Programa Federal Incluir Salud; y aquellos que no tenían ninguna de la opciones anteriores (única cobertura el sector público).
El 62% de la población del país tenía como cobertura de salud una obra social o un seguro privado. Este total de país tiene diferencias sustanciales entre las distintas jurisdicciones, así por ejemplo, en Santa Cruz y Ciudad de Buenos Aires esos guarismos superan el 80% de su población; en cambio en Santiago del Estero, Formosa y Chaco la proporción de población con cobertura de obra social y/o prepaga es de 44%, 43% y 42% respectivamente.
Al revisar la situación de cobertura de salud en los adultos mayores se debe tener en cuenta que el 93% percibe una jubilación y/o pensión y por lo tanto son beneficiarios de obra social, en su gran mayoría PAMI. La comparación entre los adultos mayores y la población general de acuerdo al tipo de cobertura puede verse en la tabla 6.
Tabla 6: Población por tipo de cobertura de salud. Año 2010.
Grupos edad Pob. total O.S. Prepaga x O.S.
Prepaga Programas estatales
Sin O.S. PP ni plan
Total 100,0 46,4 10,6 5,1 1,8 36,1
60 y más 100,0 78,4 5,6 4,9 1,2 9,9
Otra fuente de datos para revisar el tema salud es la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores 2012 (ENCAVIAM) publicada por el INDEC. En el campo de la salud la misma relevó cuestiones vinculadas a la indicación y compra de medicamentos.
En relación a este tema la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya habían señalado la importancia del consumo en esta población, tal como quedó explicitado en el documento “Los adultos mayores y el consumo de medicamentos”3, donde se señala que los mayores se han constituido en los grandes consumidores de medicamentos, o porque se los han recetado o debido a la automedicación.
La ENCAVIAM reveló que el 52% de la población de 60 años y más tuvo una indicación de medicamentos en el último mes, lo que deja en claro el alto nivel de medicalización de esta población con las implicancias que esto significa tanto en el campo de la dependencia como en el económico.
Uno de los datos novedosos en el Censo 2010 fue el relevamiento de la discapacidad en la población. La misma fue consignada a través del concepto “dificultad o limitación permanente” (con o sin certificado). El número total de personas que manifestó tener por lo menos una
3 Texto disponible en http://www.paho.org/consultado el 25‐09‐2014
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limitación permanente fue 5.114.190. Esto significa una prevalencia de 12,9 por cien (definida como el número de personas con dificultad permanente dividido el total de la población multiplicado por un factor de corrección, en este caso 100). Estas prevalencias no son homogéneas ni con relación a las edades de quienes las padecen ni a las distintas jurisdicciones. En el caso de las provincias las de menor cantidad de personas con discapacidad son Tierra del Fuego con una prevalencia del 9,8 % y la Ciudad de Buenos Aires con un 11,2 %. Por el contrario las provincias con mayor índice son La Rioja (17,1 %) y Jujuy (16,3%). Las limitaciones permanentes han sido clasificadas en déficit visual, auditivo, motor y cognitivo, por lo tanto una misma persona puede tener más de una limitación. En cuanto a las diferencias debido a la edad de las personas se evidencia que a medida que aumenta la edad el porcentaje de discapacidad aumenta y tiene escasas diferencias de acuerdo al sexo. En los adultos mayores la prevalencia de discapacidad alcanza al 41%, con la distribución graficada en la Tabla 7.
Tabla 7: Prevalencia de limitación permanente según sexo y grupos de edad. Año 2010.
Grupos por edad
Prevalencia total
Prevalencia varones
Prevalencia mujeres
60 – 64 28,2 27,5 28,7
65 ‐ 69 31,4 30,6 32,0
70 ‐ 74 36,7 35,5 37,7
75 ‐ 79 43,6 41,6 44,9
80 y más 56,4 53,1 58,0
En cuanto al tema previsional más de seis millones de personas percibían algún tipo de beneficio del Sistema Nacional de Jubilaciones y Pensiones para el año 2010, el 74% de los beneficiarios tenían más de 59 años. 3.4 Educación y adultos mayores El nivel de educación alcanzado por los adultos mayores es resultado de la evolución temprana del sistema educativo argentino, el cual alcanzó una cobertura total de la formación primaria hacia la década del 80, una expansión de la matrícula secundaria diversificada y un sistema universitario gratuito4.
Es un indicador de los recursos acumulados a lo largo de la vida que incide, entre otras cuestiones, en la relación del sujeto con el mercado laboral. En este sentido las disparidades en el acceso a la educación suele ser el resultado de inequidades en otras esferas, como en la distribución del ingreso, el acceso a la salud, etc. Así, los sectores de bajos ingresos tendrán menos acceso a la educación, lo que generará acceder a posiciones laborales peor remuneradas, con un impacto negativo en la igualdad de oportunidades en el mundo del trabajo5. La información brindada por el INDEC del Censo 2010 sobre nivel educativo muestra que el 32,3% de la población de 3 años y más asiste a alguna institución escolar, el 64,7 % asistió y un 3%
4 Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores 2012 (ENCaVIAM 2012) 5 Kessler, G. Controversias sobre la desigualdad. Argentina 2003 – 2013. Ciudad Autonóma de Buenos Aires; Fondo de
Cultura Económica 2014.
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nunca asistió. Para establecer qué sucede con los mayores, los datos censales agrupan a las personas que tenían 60 años y más al momento del mismo. En la tabla siguiente se comparan los porcentajes para cada nivel educativo alcanzado entre el grupo de adultos de 30 / 59, y en los que tienen 60 y más.
Tabla 8: Comparación nivel de educación alcanzado en grupos seleccionados. Año 2010.
Grupo de población 30 ‐ 59 60 y más
1. Nunca asistió 6,7 6,8
2. Inicial + Primaria incompleta 9,2 23,0
3. Primaria completa + Secund. Incompleta 40,1 44,2
4. Secundaria completa y más 44,0 26,0
Se estima que la población que nunca asistió a un establecimiento educativo, así como aquellos que no han podido finalizar la escolaridad primaria (los grupos 1 y 2 de la tabla 9) tendrían una mayor probabilidad de ser parte de un grupo vulnerable. Es así que se puede estimar la mayor o menor vulnerabilidad en términos de nivel educativo alcanzado de la siguiente manera: comparando el porcentaje de población que no ha finalizado la escolaridad primaria en cada uno de los grupos de edad y de esta manera se observa que: Grupo de 30 – 59 años sin finalización de escolaridad primaria: 15.9% Grupo de 60 años y más sin finalización de escolaridad primaria: 29.8% Estos datos plantean que la población de adultos mayores tiene casi el doble de probabilidad de ser un grupo de alta vulnerabilidad, en términos de nivel educativo, en relación a las personas que tienen entre 30 y 59 años. 3.5 Los adultos mayores y la migración De acuerdo a los datos del Censo 2010, el 4,5 % del total de la población había nacido fuera de la Argentina. En el caso de los adultos mayores esa proporción alcanzó el 8,8%. La distribución de los lugares de nacimiento por continente en esta población puede verse en la Tabla 9.
Tabla 9: Población de adultos mayores según el lugar de nacimiento. Año 2010.
Lugar de nacimiento Grupo de 60 años y más
América 50,84
Europa 47,53
Asia 1,46
África 0,13
Oceanía 0,04
En el caso de los extranjeros nacidos en el continente americano el 95 % eran oriundos de los países limítrofes de la Argentina. En el caso de los nacidos en Europa la distribución de los adultos mayores se puede ver en el Gráfico 2.
Gráfico 2: Porcentaje de adultos mayores nacidos en países europeos. Año 2010.
10
2%
31%
1%
55%
11%
Alemania
España
Francia
Italia
Resto
4. REVISIÓN DE LOS CONCEPTOS DEPENDENCIA, SEMI‐DEPENDENCIA Y FRAGILIDAD.
En el año 1998 los países miembros de la Comunidad Europea adoptaron, a partir de la Recomendación Nº (98) 9 del Comité de Ministros a los Estados Miembros relativa a la dependencia, la siguiente definición:
“La dependencia es el estado en el que se encuentran las personas que por razones ligadas a la falta de autonomía física, psíquica o intelectual tienen necesidad de asistencia y / o ayudas importantes a fin de realizar los actos corrientes de la vida diaria”.
Agregan que, si bien la dependencia no es un fenómeno ligado directamente a la edad, la realidad muestra que la misma suele producirse con el paso de los años.
Ampliando la concepción afirman: “La dependencia puede también estar originada o verse agravada por la ausencia de integración social, relaciones solidarias, entornos accesibles u recursos adecuados para la vida de las personas mayores”.
Una aproximación conceptual a través de la Clasificación de la discapacidad según la Clasificación Internacional para el Funcionamiento (CIF‐ OMS 2001), plantea el problema de la dependencia como una interacción multidireccional entre la persona y el contexto socioambiental en el que se desenvuelve. Es decir, entre las funciones y estructuras alteradas del cuerpo, la capacidad para realizar diversas actividades como persona, su participación o desempeño real en las mismas, y las interacciones con los factores tanto personales como ambientales que pueden actuar como barreras o facilitadores. Discapacidad y dependencia son conceptos que se diferencian pero se complementan, en el sentido de que una persona con discapacidad que requiere de un alto nivel de apoyo es considerada dependiente.
En el resto de la documentación referida al tema (elaborada por organismos internacionales o no) se refieren a la dependencia como “persona en situación de dependencia”, consideradas con grandes necesidades de apoyo o un apoyo más intenso, que requieren cuidados de larga duración. El concepto de larga duración será un elemento clave en la problemática de la dependencia ya que atender al mayor dependiente implica un entramado complejo de necesidades y recursos (humanos, económicos, sanitarios, sociales, entre otros) que se deben sostener durante un lapso indefinido. Estas concepciones admiten la posibilidad de desarrollar estrategias que permitan diagnosticar el número de personas que son o pueden llegar a convertirse en dependientes y en función de ese escenario establecer los modelos de intervención acordes a esas necesidades. La mayoría de los expertos en el tema acuerdan en que una persona en situación de dependencia es aquella cuya capacidad funcional se ve afectada. Esto es, quienes presentan algún
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tipo de deterioro en su salud imposibilitándoles o dificultándoles el desarrollo de tareas que son consideradas cotidianas. Actividades que han sido clasificadas en básicas e instrumentales.
Las primeras incluyen las siguientes acciones: levantarse o acostarse en la cama, vestirse/desvestirse, caminar, alimentarse, asearse, mantener el control de esfínteres. Como se ve, son aquellas que definen rutinas y hábitos que se han adquirido desde edades tempranas y que para las personas dependientes representan una pérdida de autonomía que genera un alto impacto personal.
Las actividades instrumentales son aquellas que implican una vinculación con el entorno social, familiar inmediato del adulto, por lo que su pérdida genera un quiebre en las redes sociales del mayor que deben compensarse. Estas son: cocinar, limpiar la casa, lavar, hacer compras, manejar el dinero, controlar la medicación, desplazarse por la calle, utilizar el transporte, realizar gestiones.
La práctica ha demostrado que el proceso de deterioro compromete en primera instancia a las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD), avanzando progresivamente hacia las actividades básicas de la vida diaria (ABVD). Cuando un adulto mayor requiere de una ayuda hablamos de un problema de dependencia. Generalmente dicha asistencia es de otra persona pero no se descartan ayudas técnicas (bastones, sillas de ruedas, audífonos, etc.), por su dificultad o incapacidad para realizar cualquiera de las actividades descriptas.
Las causas que generan este estado son múltiples y tan variables como personas mayores existen, pudiendo haber una pérdida total o parcial de la capacidad funcional. Se han elaborado algunos instrumentos técnicos validados, para evaluar el nivel de dependencia, considerando la capacidad (o no) que tiene una persona mayor para realizar las actividades básicas de la vida diaria. Uno de los más utilizado en nuestro medio es el Índice de Katz, que evalúa la necesidad de ayuda total, parcial o nula, en los siguientes ejes: alimentación, baño, movilidad, control de esfínteres, vestido, uso del inodoro. En función de la puntuación que el cuestionario arroje se clasifica a la persona con: Dependencia leve: quien no precisa ayuda o utiliza ayuda sólo para un componente de las
ABVD. Dependencia moderada: requiere asistencia para más de un componente pero puede realizar
otros componentes de la actividad sin ayuda o supervisión. Dependencia severa o postrado: es aquella persona que necesita ayuda de otro, incluyendo la
supervisión o guía para todos los componentes. Si bien aún no existe un consenso unificado para la utilización de un único instrumento que
mida el nivel de dependencia, es importante mencionarlo para tener conocimiento de las técnicas que se utilizan en los dispositivos asistenciales para medir el nivel de dependencia de los mayores. Uno de los conceptos relacionado con el de dependencia es el de autonomía. Si bien la definición del Consejo de Europa incluye a este último para definir el primero cabe hacer una aclaración de términos que Pilar Rodríguez6 desarrolla claramente.
La autonomía es la capacidad y el derecho de las personas para gobernar su propia vida y acciones, lo que involucra la voluntad y la posibilidad de elegir y decidir, sin que medie coacción externa. Una persona mayor puede ser independiente para realizar las actividades de su vida cotidiana pero carecer de autonomía sobre la decisión de sus actos. Como ocurre con algunos mayores que son forzados a abandonar sus casas o sus ingresos.
Esta decisión es importante ya que definirá la forma en que se brindarán los cuidados a la persona dependiente, tanto en el entorno familiar como en el profesional. Que la persona requiera
6 Rodriguez Rodríguez, P; Sancho Castiello, M (2001). Envejecimiento y protección social de la dependencia en España: veinte años de historia y una mirada hacia el futuro. Psychosocial Intervention. Vol 10, n° 3.
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de ayuda para realizar diversas tareas no la exime de la posibilidad de decidir sobre aspectos de su vida teniendo en cuenta sus opiniones, deseos, respetando su intimidad, reforzando su autoestima y estimulando aquellas capacidades aún conservadas. En este marco, el Plan de Acción Internacional (2002) de la Comisión Europea determina: “los gobiernos deberían incluir entre sus prioridades la necesidad de mantener la calidad de vida y la integración social de las personas mayores” siendo “especialmente relevante para el bienestar de estas personas la existencia de sistemas de vivienda, transporte y comunicaciones seguros y adaptados a sus necesidades”. Finalmente, y por lo que se refiere a las familias, reconocen que cada vez tienen menos capacidad para poder asumir por su cuenta todas las responsabilidades de cuidados de una persona en situación de dependencia, debiendo preverse y proveerse de un sistema de formal de cuidados.
Las respuestas familiares son muy importantes, pero deberían ser fruto de una opción y no de una necesidad marcada por la falta de recursos públicos que se ocupen de la problemática. Otra de las recomendaciones para destacar es aquella dirigida a los gobiernos para que las personas mayores puedan participar plenamente en la sociedad, sin discriminaciones y en condiciones de igualdad. Asimismo, sugieren la necesidad de garantizar ingresos mínimos suficientes para las personas de edad; garantizar una protección social/seguridad social básica que comprenda pensiones, seguro de invalidez y prestaciones de salud; el fomento de la sanidad preventiva evitando la posible dependencia; promover la vivienda y el transporte asequible para las personas mayores; acceso al conocimiento, la educación y la formación; y la necesidad de formar cuidadores y profesionales de la salud en el cuidado de los mayores. 5. RESPUESTAS A LAS NECESIDADES DE LA PROBLEMÁTICA DE LA DEPENDENCIA
Uno de los países que, por historia, similitudes demográficas y culturales, se puede observar como un modelo de la respuesta que se brinda a los adultos mayores dependientes es España. A partir de la Ley sobre Dependencia del año 2007 se desarrolló un Sistema Nacional de Dependencia7 y una de las tareas iniciales fue la realización de estimaciones sobre la prevalencia de dependientes que fue calculada en 4,5% de la población total. Las personas dependientes se subdividen, según esta legislación, en grados crecientes de dependencia: leve, moderada y grave.
En la Unión Europea se ha reconocido a la dependencia como un riesgo social importante que los sistemas de protección pública deben cubrir. La concepción que subyace es la de una atención sociosanitaria a las personas dependientes. Esto abarca la complejidad de los cuidados que necesitan los mayores con estas dificultades, que exceden el campo específico de lo sanitario y de lo social por separado. Ya que, por ser la dependencia multicausal, el carácter integral que requiere su atención exige una concepción más amplia de los sistemas que deberían responder a dichas necesidades. Este planteo no sólo pragmático sino también político e ideológico es una de las líneas rectoras postuladas en España y que han guiado la elaboración de la Ley sobre Dependencia. Para estudiar la situación de dependencia en adultos mayores en la Argentina se recurre a dos fuentes de datos, ambas producidas por el INDEC: a) la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores 2012 (ENCAVIAM) y b) el Censo 2010.
En el caso de la Encuesta se define la dependencia como la falta de la capacidad de los individuos para desarrollar actividades de la vida diaria, tomando la noción del Consejo de Europa desarrollada anteriormente. La valoración funcional se divide en básica e instrumental, tal como se
7 Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención en Situación de Dependencia, vigente a partir del primero de
enero de 2007.
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describió. De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores el 9,5 % de las personas con 60 años y más tienen dependencia básica; y el 21,9 % presentan dependencia instrumental. Tomando como fuente los datos producidos a partir del Censo 2010 se define como población adulto mayor dependiente aquella que fue censada dentro de los hogares multipersonales (sean estos familiares o no familiares)8 y que padece de por lo menos dos limitaciones o discapacidades permanentes. Asimismo, se clasifica como semidependientes a aquellas personas que viven en hogares multipersonales y han denunciado una limitación permanente. Hay un tercer grupo a tener en cuenta dentro de los adultos mayores y es el que denominamos “en proceso de fragilidad”. El concepto de fragilidad tiene su origen en una concepción exclusivamente física. Entendida entre los autores como la disminución de las reservas fisiológicas, sensoriales y motrices que influyen en la capacidad del individuo para permanecer en equilibrio con su entorno. Desde esta perspectiva se considera que, con el avance de lo años es mayor la tendencia al proceso de fragilización, siendo la última etapa de este proceso la dependencia, aunque este no sea un fenómeno que necesariamente ocurra en todos los ancianos. Pero el concepto ha cobrado mayor amplitud al tenerse en cuenta, no sólo el proceso de envejecimiento que padece el cuerpo de las personas sino, también otros factores como son la respuesta del entorno social y comunitario que se brinda al adulto mayor. Esto implica comprender que los cambios sociales, económicos, políticos, culturales y familiares pueden afectar a los mayores en tanto genere barreras que no les permitan superar sus déficits funcionales. Según consenso de especialistas cubanos, se considera que los adultos mayores frágiles son aquellos que por sus condiciones biológicas, psicológicas, sociales o funcionales están en riesgo de desarrollar un estado de necesidad. Siguiendo a Ramos (2004)9 Los términos que determinan fragilidad en el anciano y son aceptados por la mayoría de autores son:
Persona mayor de 80 años Presentar pluripatología Polifarmacia Problemas cognitivos o afectivos Reingresos hospitalarios frecuentes Patología crónica invalidante Sin soporte social (viven solos) Problemas de deambulación (caídas) Pobreza
El grupo de adultos mayores en proceso de fragilidad entendemos que podrá, en un plazo no muy lejano, entrar en las categorías precedentes (dependientes o semidependientes). En ese sentido se puede agrupar a las personas que hoy viven solas (hogares unipersonales), y se les aplica la tasa de incidencia de dependencia, (número de casos nuevos de personas de 60 y más que se convierten en dependientes) calculada a partir la prevalencia de dos limitaciones permanentes en el grupo de menores de 60 años. Además se incorporan aquellos que viven solos y tienen baja escolaridad. De acuerdo a las estimaciones realizadas se puede concluir que de los adultos mayores censados en el año 2010 un 12% son personas dependientes, un 16% son semidependientes y un 8 % entran dentro de la categoría de fragilidad.
En números absolutos se puede afirmar que para el año 2010 en la Argentina 506.406
8 Ver Apartado 2: “El lugar de las personas adultos mayores en relación a su ubicación en el hogar” 9 Ramos, E. (2004) Valoración Geriátrica Integral. Publicación del Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
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personas dependientes, 648.629 semidependientes y 314.262 personas en proceso de fragilidad – casi 1 millón y medio de personas – estaban y aún están necesitando una respuesta integral a la situación de la dependencia.
Resumiendo en palabras de Mónica Roqué (2008) “Tanto la fragilidad, la discapacidad como la dependencia tienen múltiples causas, muchas de ellas evitables. Las relaciones familiares continentes, la seguridad económica, los sistemas de apoyo en domicilio, los profesionales especializados en gerontología, los sistemas de atención primaria de la salud con médicos geriatras, los dispositivos de salud especializados en geriatría y geronto‐psiquiatría, los entornos seguros sin barrearas, las ayudas técnicas al alcance de todos, la accesibilidad universal de los servicios y una imagen positiva de la vejez, nos permitirán disminuir en gran medida la fragilidad.”10
6. EL SISTEMA DE CUIDADOS
Detectar la dependencia como una problemática que requiere ser atendida remite, indefectiblemente, al proceso de cuidado. Esto es, la forma en que se responde a las necesidades de compensar la pérdida funcional de los mayores.
El cuidado es la acción social encaminada a garantizar la supervivencia social y orgánica de las personas con dependencia, es decir, de quienes carecen de autonomía personal y necesitan ayuda de otros para la realización de los actos esenciales de la vida diaria.11
Las modificaciones socio demográficas descriptas precedentemente dan cuenta que la relación entre dependencia y necesidad de cuidados se ha modificado desde mediados del siglo XX. No sólo por el aumento del envejecimiento poblacional, el aumento de la esperanza de vida y la extensión de la vida con el aumento de la probabilidad de pérdida de capacidad funcional, sino también por las modificaciones surgidas de la estructura familiar.
La mujer, ubicada tradicionalmente en el ámbito doméstico al cuidado de los diferentes miembros de la familia, sale al ámbito público destinando parte de su tiempo al trabajo rentado. Si bien hubo cierto movimiento en relación a los roles más estereotipados, la práctica demuestra que las encargadas de la atención a los dependientes siguen siendo, mayoritariamente, las mujeres. Numerosos estudios han calificado la necesidad de cuidados como un nuevo riesgo social, propio de las sociedades en transición o ya maduras, que demanda una serie de servicios de protección pública especializados. Por eso es preciso modificar las prestaciones sociales y sanitarias.
En la sociología de la vejez los sistemas de cuidados se insertan en el campo más amplio de la discusión académica sobre el apoyo social. En la economía del envejecimiento, sin embargo, los cuidados se ubican en el ámbito de la seguridad económica, puesto que si las personas mayores debieran pagar por los servicios de asistencia que reciben de sus parientes, seguramente sus probabilidades de ser pobres aumentarían notablemente12.
En nuestro país, según la ENCAVIAM, la atención a las personas con alguna dependencia básica recae principalmente en el entorno familiar (77,4%). En menor medida son llevadas a cabo por un empleado doméstico o cuidador no especializado (12,2%), un amigo o vecino (5,5%) o un cuidador especializado (3,5%). No obstante, se presenta una diferencia según la edad. En los adultos mayores más jóvenes (60 a 74 años) con dependencias básicas, tiene mayor preponderancia la ayuda del entorno familiar (85,6%) y los amigos y vecinos (7%). Los más añosos (75 años y más) crece el peso de los empleados domésticos (16%) y los cuidadores especializados
10 Roqué, M. (2008) Una mirada social de la fragilidad en la vejez. Revista, Enlace en red, diciembre. IMSERSO. España. 11 Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (2009). Envejecimiento y Sistemas de Cuidados: ¿Oportunidad o crisis?” 12 Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Ob. Cit. pág. 19
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(4,7%). Ocurriendo lo mismo en el caso de la atención a las AIVD 80% familiares, 16,3% (cuidadores no especializados o servicio doméstico.
Podría interpretarse que el aumento de la atención de personal contratado, en relación a los cuidados de personas más mayores, podría responder a un nivel de sobrecarga familiar acumulado por los años de atención que requiere esta problemática, que se sabe cuándo inicia pero no cuánto tiempo destinará.
En la práctica son tres los actores que brindan cuidados a los dependientes: la familia, el Estado y el mercado. Ninguna de estas instituciones tiene competencia exclusiva en la provisión de cuidado aunque sí hay diferencias respecto de la responsabilidad principal que se les atribuye.
Se observa que, en la medida en que el Estado es débil como elemento unificador de la vida política y como instancia de protección social, el cuidado recae sobre la familia exigiéndoles que actúen frente a los vacíos de protección. Actuando ya sea, mediante el cuidado directo hacia el mayor, o bien financiando los servicios de una persona externa. Persona cuya contratación dependerá de los valores del mercado y según el nivel de capacitación que cuente, así como los servicios que la familia espera que brinde. 7. LA RESPUESTA DEL ESTADO ANTE LA PROBLEMÁTICA DE LA DEPENDENCIA 7.1 La situación europea
Como mencionamos anteriormente son diferentes las respuestas que brinda el Estado, en diferentes países, a las personas mayores en situación de dependencia.
La oferta de cuidados de larga duración por parte del Estado, en cuanto al acceso, presenta dos modalidades: universal y asistencial. La primera ocurre cuando los gobiernos se responsabilizan por los cuidados requeridos para todas las personas mayores, con independencia de su situación económica. La segunda en cambio es de carácter subsidiario, esto es, se tiene acceso únicamente cuando la persona carece de apoyo familiar y/o recursos económicos. Al referirnos a la dependencia los cuidados domiciliarios cobran gran importancia ya que se prioriza la posibilidad de que el adulto mayor continúe viviendo en su hogar y su comunidad. La institucionalización es la última alternativa y la menos utilizada. Es necesario replantear el papel que juegan tanto las residencias geriátricas como los hospitales, y pensar la combinación de distintos tipos de servicios considerando la heterogeneidad de las personas de edad avanzada. En la Unión Europea la dependencia es reconocida como un riesgo social importante que los sistemas de protección social deben cubrir, bajo la premisa de que no es aceptable basarse únicamente en la solidaridad familiar para dar asistencia a las personas dependientes.
En muchos de los países europeos se opta por un reparto más amplio de los riesgos, a través de la prestación directa de servicios de asistencia a domicilio o en establecimientos. En muchas ocasiones la responsabilidad de la prestación pública está a cargo de las autoridades locales, en asociación con organizaciones no lucrativas.
El enfoque alternativo al reparto de riesgos es el sistema de seguro. En algunos casos las necesidades de cuidados de larga duración están cubiertas por los regímenes obligatorios del seguro de enfermedad y recientemente, algunos países han introducido un seguro de dependencia como nueva rama de su sistema de protección social.
Existen grandes diferencias históricas en cuanto a la organización, la concepción y la financiación de los sistemas de asistencia de larga duración.
Siguiendo a Assous, L; Ralle, P13 (2000) se puede establecer la siguiente topología de los
13 Assous, L; Ralle, P (2000) La prise en charge de la dépendance des personnes ágées : une comparaison
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sistemas institucionales en materia de dependencia: i. En 4 países (Alemania, Austria, Bélgica y Luxemburgo, de tradición bismarkiana) la
dependencia es reconocida como riesgo. Contempla no sólo a los adultos mayores, sino a cualquier persona en situación de dependencia.
ii. En 6 países (Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Países Bajos, Reino Unido y Suecia, con modelo de protección social Beveridge) la dependencia se considera un derecho universal asumido por la colectividad y es prestada mediante servicios de proximidad. iii. En 5 países (España, Francia, Grecia, Italia y Portugal), funciona una lógica protectora de ayuda social. Se describirá brevemente la situación de algunos de los países mencionados en la
clasificación precedente.14 i. En Alemania rige desde el año 1995 la Ley de Seguro de dependencia público y obligatorio. El seguro de cuidados es una continuación del seguro de enfermedad. Abarca a las personas que poseen seguro médico obligatorio, tanto si están afiliados a la Seguridad Social como a un sistema voluntario. Aquellos que se hayan asegurado contra el riesgo de enfermedad en una compañía de seguros privada tienen que contratar un seguro de cuidados privado. La necesidad de cuidados abarca los ámbitos del aseo personal, la alimentación, la movilidad y las tareas del hogar. La determinación de la necesidad de cuidados y los grados de asistencia corresponde al Servicio Médico. Los cuidados a domicilio tienen prioridad sobre los cuidados en régimen internado. El beneficiario tiene derecho a decidir qué prestaciones quiere solicitar. Se realizan por medio de asistentes profesionales. El valor de las prestaciones está limitado en función del grado de dependencia asignado. En Austria rige la Ley Federal del Subsidio de Cuidados (1993) que determina un sistema de previsión para prestaciones de cuidados de larga duración, cuyo objetivo principal es la concesión de un subsidio, en función de la asistencia que precise la persona afectada. El mismo se concede atendiendo a siete niveles de necesidad. Este subsidio se financia a través de los presupuestos generales del Gobierno. Desde el punto de vista austríaco, las prestaciones de cuidados no son prestaciones de enfermedad. Por ello, los cuidados necesarios en los casos de dependencia se garantizan mediante prestaciones de dinero concedidas en función de la asistencia que precisa la persona afectada en el marco de un sistema completamente independiente del seguro de enfermedad. Esta concepción del sistema de dependencia tiene por objetivo velar porque toda la población austríaca tenga derecho al subsidio de cuidados. ii. En Dinamarca las prestaciones de cuidados de larga duración no son consideradas como una prestación de Seguridad Social, sino como una parte de los servicios que el municipio presta a los ciudadanos. Las prestaciones son en especie o en metálico. Los municipios están obligados a ayudar y prestar asistencia a sus habitantes más ancianos. La mayor parte de los servicios adoptan la forma de ayuda a domicilio. Además pueden gestionarse centros asistenciales o viviendas asistidas; casas y centros de día. iii. En Francia funciona la denominada Prestación Personalizada de Autonomía (APA), desde el año 2002. Es tanto para las personas que residan en el domicilio para aquellas que residan en establecimientos. Está fundada sobre la libre elección del lugar donde quiera vivir la persona.
Los Países Bajos tienen un sistema que prevé un presupuesto personal. Permiten pagos en dinero a la persona dependiente y/o sus cuidadores familiares como forma de reconocer el papel
internationale. DREES (Direction de la recherche des études de l`évaluation et des statistiques). Nº 74
14 Para ampliar la información respectiva a cada país ver Pérez Menayo, V. (2003) Prestaciones de dependencia: situación comparada en la Unión Europea. Revista del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales 47; Gobierno de España. Págs. 295 – 324
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de la atención familiar, y porque no será viable una profesionalización completa de los cuidados de larga duración. Además este sistema ofrece a las personas dependientes la posibilidad de decidir con más libertad los tipos de servicios que van a utilizar. El gobierno intenta ejecutar una política que responda cada vez mejor a la demanda. Se promueven “distritos favorables a los cuidados” que son zonas en las que se concede una atención para la mejora de los entornos vitales, en la infraestructura y en los centros, mediante proyectos modelos. Requiere una especial mención el caso de España, en donde se sancionó una Ley específica que regula las condiciones básicas de apoyo y atención a las personas en situación de dependencia. Esta normativa permitió el desarrollo de un sistema de atención integral e integrado especializado para las necesidades que la problemática requiere. Sistema incorporado como el cuarto pilar del sistema de protección social: el de los servicios sociales para fortalecer la autonomía. Colocado estratégicamente en la interfaz entre el sistema formal de protección social y las redes familiares y comunitarias.
El Sistema Nacional de Dependencia tiene por objeto promover la autonomía personal y garantizar la atención a todos los ciudadanos en situación de dependencia, cuya financiación tiene su origen en el sistema impositivo del Estado.
Los principios destacados de esta ley son: Universalidad de la prestación: todas las personas en situación de dependencia, sea cual sea su
edad y el origen de la dependencia y su situación social podrán acceder a las prestaciones del sistema, en las condiciones y con los requisitos que se establecen.
Carácter público de la prestación: con independencia de las formas de financiación y de las que adopte la gestión concreta de cada prestación.
Igualdad en el acceso al derecho: se garantiza la igualdad básica en el acceso a las prestaciones de todas las personas, sea cual sea el lugar de residencia, aunque las administraciones autonómicas y locales podrán, con cargo a sus presupuestos, ampliar o mejorar las condiciones básicas. El criterio para ser beneficiario de la prestación social pública es la necesidad de cuidados. Los
grados de dependencia se vincularán a las necesidades desde asistencia a domicilio hasta la internación en una residencia, e irá en función: 1) del grado y nivel de dependencia, 2) de la adecuación del servicio a las necesidades del solicitante y 3) del nivel de renta.
El hecho de que esa prestación sea integral exige la efectiva coordinación entre la atención médica y los cuidados de larga duración que proporcionan los servicios sociales. Esa coordinación es necesaria por cuanto existen un tipo de pacientes, los ancianos o los enfermos graves de larga duración, cuyas necesidades asistenciales comprenden tanto cuidados médicos como cuidados de larga duración.
En favor de este modelo de protección universal cabe argumentar que la dependencia es una situación social que afecta a la población en su condición de ciudadano y no de trabajador, y que la mejor forma de abordarla es en términos similares a la cobertura de las necesidades de asistencia sanitaria, en un modelo denominado socio sanitario.
La atención socio sanitaria es una estrategia en la que convergen los recursos de los dos sistemas de protección implicados (servicios sociales y sanidad), para prestar una atención coordinada a personas que necesitan los dos tipos de asistencia en un modelo estable y continuado. El hecho objetivo es que los servicios sociales (cuidadores, subsidios, etc.) cada vez van a tener una mayor carga de asistencia sanitaria (de enfermería, de médico, de farmacia, de rehabilitación). Porque la dependencia, como problemática compleja, es indivisible de ambos fenómenos y necesidades.
La ley española también supone una amplitud de criterios en relación a las condiciones que deben garantizarse para un desarrollo adecuado de los mayores en su comunidad. Algunas de ellas son: la necesidad de garantizar ingresos mínimos suficientes para las personas de edad; garantizar
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una protección social/seguridad social básica que comprenda pensiones, seguro de invalidez y prestaciones de salud; el fomento de la sanidad preventiva evitando la posible dependencia en la vejez; promover la vivienda y el transporte asequible para las personas mayores; acceso al conocimiento, la educación y la formación; y la necesidad de formar cuidadores y profesionales de la salud en el cuidado de nuestros mayores. La asistencia integrada consiste en la prestación de servicios asistenciales en las que las unidades individuales actúan de manera coordinada y con el propósito de garantizar la rentabilidad, mejorar la calidad y aumentar el grado de satisfacción de los usuarios y de los proveedores de asistencia. El proceso de integración puede aspirar a vincular las partes dentro de un único nivel de asistencia, por ejemplo, la creación de equipos multiprofesionales (integración horizontal) o la vinculación entre los diferentes niveles de asistencia, por ejemplo primaria y especializada (integración vertical). La asistencia integrada es un concepto que ayuda a describir la coordinación, cooperación e interconexión entre los servicios de asistencia sanitaria y social con el objetivo de mejorar los servicios y la calidad de vida desde la perspectiva del usuario. Implica la construcción de una red de servicios (recursos) a lo largo del tiempo y a través de los servicios y capacitar al paciente y los familiares para que la empleen de forma autosuficiente. La triada de coordinación, cooperación e interconexión se suele usar como relación mutua entre sus componentes, significa trabajar juntos. Italia tiene una serie de experiencias importantes en la integración de los servicios sanitarios y sociales. Existe una red local integrada de servicios (evaluación geriátrica, planes asistenciales individuales personalizados, coordinación de los diferentes ámbitos de la administración), en un continuo de curación, asistencia y prevención.
Esto exige que se abra la posibilidad de un debate sobre asistencia integrada. Algunas preguntas que puede incluir el mismo son:
¿Hasta qué punto un sistema integrado de asistencia sanitaria y social puede dar cabida a la asistencia social para que forme parte de este tipo de prestación sin primacía de ninguno de los dos? ¿Podría ser la coordinación un primer paso para la integración con el fin de evitar que los servicios sociales pierdan su autonomía?
Hasta aquí un breve recorrido de las formas de respuesta institucionales que se brindan en la Unión Europea para la dependencia. Esta descripción pretende mostrar la variabilidad de recursos que brindan los Estados como respuestas para afrontar esta problemática, y planteando posibles ideas para la atención de la problemática en nuestro país.
7.1.2 Prestaciones básicas y complementarias de los modelos europeos
Las prestaciones que se brindan en los diferentes países de la Unión Europea, a fin de responder a las necesidades de las personas dependientes, son variadas. Con la finalidad de observar la amplitud de opciones y la complejidad que esta problemática requiere se describirán, a grandes rasgos, las siguientes prestaciones divididas en 3 categorías: a) Prestaciones en el entorno doméstico Ayuda a domicilio: atención doméstica (limpieza y tareas domésticas) y atención personal para
resolver necesidades vitales cotidianas (ayuda en ABVD y AIVD), a través de una ayuda profesional. La ayuda puede ser diurna en días laborables y los fines de semana.
Asistencia intensiva en el hogar
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Medidas de mejora del entorno doméstico: adaptaciones del espacio físico. Teleasistencia: contacto telefónico con un centro de atención que da respuesta a la situación
de emergencia o de necesidad social presentada, por sí mismos o bien movilizando otros recursos comunitarios. Atención las 24 horas del día, todos los días del año, y cumple dos funciones: socorro y tranquilidad. Es para mayores que viven solos o pasan muchas horas solos.
Visitas preventivas en el domicilio de las personas mayores y coordinación entre la asistencia hospitalaria y extrahospitalaria.
Presupuesto personalizado según la demanda del adulto mayor Apartamentos tutelados Tutela de personas incapacitadas b) Prestaciones en instituciones especializadas Centros de día: son recursos sociales concebidos como una alternativa intermedia entre la
Ayuda a Domicilio y la estancia en Residencias. Ofrecen atención integral durante el día a personas mayores dependientes que mantienen un medio familiar de apoyo y su objetivo fundamental es apoyar el mantenimiento de la persona en su entorno. Los beneficiarios del servicio son tanto las personas usuarias como sus familias. Presentan tres modalidades: días laborables, servicio continuado (incluyendo los fines de semana) y estancias de respiro familiar (sólo fines de semana). Los servicios que prestan son: transporte adaptado, comidas, atención personal, atención sanitaria, servicios psicosociales, información/atención.
Alojamientos polivalentes o unidades de convivencia: ofrecen alojamiento alternativo y atención personal leve a personas solas con discapacidad y/o una dependencia física o psíquica. Se trata de recursos para personas dependientes que no requieren una gran intensidad de atención o cuentan con el apoyo del cuidador familiar, pero tienen problemas para seguir en su propia vivienda. Proporcionar una alternativa de alojamiento y cuidado que combina el cuidado familiar con una atención profesional ligera.
Familias de acogida: son familias, parejas o personas solas que hospedan en sus domicilios a personas mayores dependientes con las que no tienen lazos de parentesco y les ofrecen los cuidados ordinarios de una familia que convive con un pariente mayor. La vinculación es a través de un contrato. Brindan alojamiento y manutención, control y protección, atención personal, lavado y planchado de ropa, acompañamiento.
Las residencias de mayores: son centros de convivencia para aquellas personas mayores cuyo nivel dependencia requiera un apoyo integral y continuo que no puede ser prestado adecuadamente en su domicilio. Brinda estancia permanente o de forma temporal. Esto último es para los mayores cuyos cuidadores habituales necesitan un respiro. Las residencias pueden ser: básicas o de autónomos (para personas autoválidas), de dependientes, de gran dependiente, unidades de psicogeriatría (personas con afectación intelectual, trastornos de comportamiento o conductas de riesgo), sociosanitarias (personas dependientes con importantes complicaciones sanitarias en fase no aguda).
d) Ayudas técnicas y medicación Productos farmacéuticos, ayudas técnicas, prótesis y ortesis e) Otros recursos Entornos favorables a ancianos Programa de Apoyo a las Familias: incluye formación (en área médica, de enfermería,
psicogeriatría, psicología, legal, recursos sociales), apoyo psicológico, grupos de apoyo, ayudas técnicas, apoyo económico.
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8. LA RESPUESTA INSTITUCIONAL A LOS ADULTOS MAYORES EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA A NIVEL NACIONAL Y LA CIUDAD DE BUENOS AIRES 8.1 Descripción de los servicios ofrecidos para dependientes por efectores gubernamentales Gobierno Nacional. A continuación se detallan los diferentes servicios y recursos existentes en la Ciudad y la Nación que brindan, según lo expresado en sus páginas web, los Ministerios de Salud y Desarrollo Social, de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación, y el la Obra Social del Instituto de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI). El listado es enumerativo y su inclusión responde a la necesidad de mostrar lo que los organismos oficiales publicitan como recursos para atender a los mayores dependientes.
• Obra Social del Instituto de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI).
PAMI se creó con el objetivo de brindar asistencia médica, social y asistencial a una población que requería atenciones específicas referidas a su edad: los adultos mayores. Si bien su nombre institucional es Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, la mayoría de la población la identifica con las siglas de su eslogan que en sus comienzos hacía alusión al Programa de Atención Médica Integral. PAMI fue la primer Obra Social donde los destinatarios eran en su mayoría adultos mayores, convirtiéndose de esta forma, en la obra social pionera y precursora en atención a la tercera edad, tanto a nivel regional como internacional. En el año 2009 y en el marco de un proceso de transformación de la Institución sostenida en la nueva MISION del Instituto, la sigla PAMI modificó su significado: se adoptó el eslogan Por una Argentina con Mayores Integrados, evidenciando que no sólo es importante la asistencia médica para mejorar la calidad de vida de nuestros mayores sino que es indispensable la integración total de los mismos a la sociedad que los contiene, procurando e incentivando la independencia, la autonomía y la dignidad de nuestros afiliados. Los servicios que brindan para mayores dependientes, según la página web son los siguientes: Servicios generales compartidos con otros afiliados, de atención ambulatoria: Médico de cabecera: es el principal referente y el nexo para la articulación de todos los
procesos de atención relacionados con la salud de los afiliados/as asignados a su padrón, ofrece sus servicios médicos para la atención de los afiliados del Instituto en la región geográfica en la que solicita su inscripción.
Cobertura de medicamentos: cobertura al 100% Discapacidad (dando cumplimiento a la atención integral prevista en la ley 24901) y Subsidiados por Razones Sociales. Dando respuesta a las distintas realidades socio‐económicas de los afiliados, PAMI fortalece la garantía de accesibilidad a los medicamentos, mediante la posibilidad del otorgamiento de un subsidio social a tal fin. El resto entre 50% y 80% de descuento de precio al público.
Salud mental: atención programada a domicilio, atención de urgencia, Hospital de Día, internación.
Además: médicos especialistas, prestaciones odontologicas, laboratorio, diagnóstico por imágenes, fisiokinesioterapia, traslados y emergencias, servicios de internación, estudios de alta complejidad.
Programas y Prestaciones Especiales. La mayoría utilizadas por mayores dependientes:
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Ostomías (bolsas) Anteojos Elementos ortopédicos Audífonos Oxigenoterapia Domiciliaria Pañales Alimentos para Suplemento Nutricional Prótesis y Ortesis Insulina e Insumos para Diabéticos Macapasos y Cardiodesfibriladores Se requiere previamente orden del médico de cabecera y gestión en la Agencia correspondiente al afiliado. Prestaciones Sociales: Subsidios Económicos: se trata de un beneficio económico no reintegrable que se otorga
para la atención de una necesidad específica, y dentro de un abordaje socio sanitario integral de cada situación o problema particular. Es una prestación social de carácter individual y transitoria y se encuentra sujeta a una evaluación realizada por profesionales en la situación presentada. Se enmarca en el programa de asistencia a situaciones de alto riesgo socio sanitario en sus dos modalidades; Programada y no Programada y en el Programa nacional de detección y atención a poblaciones vulnerables. Puede incluir: subsidio para contratación de un cuidador gerontológico domiciliario, asistencia habitacional o alimentaria.
Cobertura de Vivienda: *Residencias propias para adultos mayores autoválidos: brinda asistencia integral a afiliados mayores de 60 años, auto válidos que requieren cobertura habitacional y continencia psicosocial, que no pueden ser brindadas por el grupo familiar ni por prestaciones de menor complejidad ofrecidas por el Instituto. * Viviendas en comodato: PAMI brinda a sus afiliados en situación de desamparo habitacional, la inclusión en esta prestación, bajo previo informe socio‐económico realizado por el área social de la Agencia/UGL y aprobación de la división de Vivienda en Nivel Central, dependiente del Departamento de Acción Social.
Residencias Geriátricas: existen tres modalidades, residencias con control médico (geriátricos tradicionales), residencias psicogeriátricas (para mayores con trastornos psiquiátricos) y centros de día (de concurrencia diaria, destinados a la rehabilitación psicosocial)
Detección y Atención de Poblaciones Vulnerables: el programa no es una prestación que el afiliado pueda solicitar individualmente. El propósito fundamental, es identificar a afiliados con alta vulnerabilidad social y comunitaria, para abordarlos de una manera integral, otorgándole las prestaciones sociales más apropiadas en cada caso.
Programa de Promoción y Prevención: actividades recreativas para evitar la soledad y el aislamiento.
Cobertura de Alimentos: se brinda bolsón de alimentos o viandas domiciliarias. Fuente: http://www.pami.org.ar/bot_servicios_ppe_optica.php
• Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia. Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores (DINAPAM).
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Siendo la misión esencial descripta que los adultos mayores se desarrollen plenamente, participen y sean sujetos activos en la transformación de sus comunidades. Por eso, impulsan múltiples programas de promoción, protección e integración, para que tengan la oportunidad de ser parte de los cambios que desean ver en su entorno y se conviertan en actores fundamentales a la hora de transmitir sus conocimientos y experiencia a las nuevas generaciones. Programa “Cuidadores domiciliarios”: capacitación a miembros de la comunidad para que
brinden atención primaria en los domicilios de los adultos mayores. Formar cuidadores domiciliarios es una iniciativa que tiene doble impacto positivo: por un lado, quienes están sin empleo acceden a un trabajo digno y; por el otro, personas en máxima situación de vulnerabilidad acceden al derecho a vivir bien. El objetivo es mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, de las personas con discapacidad y de aquellas que presentan enfermedades crónicas o terminales. Para esto, forman a personas de entre 25 y 50 años, interesadas en brindar atención primaria a quienes no cuentan con familiares o allegados y que necesitan ayuda en todas las actividades de la vida diaria. La capacitación apunta a la realización de varias tareas:
- Administración medicamentos por vía oral y de uso externo indicados por profesionales médicos.
- Preparación de alimentos y ayuda en la ingesta asistida. - Cuidado de la higiene y el arreglo personal. - Prevención de accidentes. - Organización y acompañamiento en actividades recreativas y ocupacionales.
- Colaboración en prácticas indicadas por profesionales. Programa “Promoción del buentrato”: Información y sensibilización a la comunidad sobre la
existencia de situaciones de abuso y maltrato. Programa “Capacitación en atención y cuidado de adultos mayores”: preparación a equipos
de expertos que trabajan en residencias y centros de día. Consiste en profundizar la formación de responsables y equipos técnicos encargados de la atención y el cuidado de adultos mayores por medio de cursos de especialización.
“Carrera de Especialización en Gerontología Comunitaria e Institucional”: se dicta en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, destinada a 300 profesionales de todo el país, por cohorte. Es gratuita, pública y federal. Se propone generar un aporte comprometido con la realidad nacional que esté orientado al fortalecimiento comunitario e institucional de los equipos gerontológicos. De esta forma el campo de la Gerontología Comunitaria e Institucional está constituido por los temas del sujeto y su entorno, su desarrollo social, su integración, los problemas sociales y políticos que allí se desarrollen, los modelos de inserción socioeconómica y la salud entendida desde un marco biopsicosocial.
Hogar Isabel Balestra Espíndola: residencia para adultos mayores dependientes. Plan Nacional de Adultos Mayores 2012 – 201615: el mismo incluye una serie de objetivos a
largo plazo, que involucran las diferentes áreas de desarrollo de los adultos mayores, como economía, salud, vivienda, transporte, participación, entornos favorables, ocio y recreación. Particularmente en relación a la dependencia existe un apartado especial cuyos objetivos apuntan a la promoción de la autonomía, la creación de alternativas a la institucionalización (cuidadores domiciliarios, centros de día, residencias de larga estadía),
15 Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores de la Secretaría Nacional de Niñez. Plan Nacional de Adultos
Mayores 2012‐2016.
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la creación de un banco de ayudas técnicas y ortesis, creación de una normativa única que regule las instituciones de larga estadía, articulación en la asistencia entre los efectores públicos y privados, entre otros. Cabe aclarar que, de todos los programas descriptos, sólo el referido a Hogares menciona directamente a los adultos mayores dependientes, haciendo visible la problemática. El resto, si bien la considera, no la explicita. Fuente: http://www.desarrollosocial.gob.ar/adultosmayores
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
Subsecretaría de Tercera Edad.
La Subsecretaría de Tercera Edad busca promover la participación activa de los adultos mayores de la Ciudad de Buenos Aires en distintas dimensiones de la vida cotidiana. Programa “Vivir en Casa”: subsidios alternativos a la institucionalización de los mayores. Se
otorgan subsidios destinados a solventar costos de alojamiento por un plazo de 2 (dos) años, renovable a condición de que se mantengan los requisitos a cumplir para ser otorgado.
Programa de “Atención Domiciliaria para Personas Mayores”: Asistencia integral a adultos de ambos sexos, mayores de 60 años, en situación de pobreza y/o vulnerabilidad, con o sin familia, que requieran ayuda en su domicilio para mantener o restablecer su bienestar físico o actividades elementales de la vida diaria.
Centros Residenciales: el programa brinda asistencia integral a adultos mayores de ambos sexos, que carezcan de vivienda, cobertura social y estén en una situación de vulnerabilidad social, carentes de apoyo familiar y/o sin red de contención. Ofrece residencia permanente en espacios de puertas abiertas con atención integral. Se atienden las necesidades cotidianas del adulto mayor en forma integral y continua, promoviendo e incrementando la calidad de vida y evitando situaciones de marginación y exclusión social. Se ofrece:
o Alojamiento, alimentación, kinesiológica, psicológica, odontológica y servicio de enfermería las 24 hs.
o Atención de la situación social y familiar de los residentes. o Talleres de recuperación de la lectura y la escritura. o Actividades recreativas, culturales o laborterapéuticas y salidas recreativas.
Centros de Día: el programa ofrece una batería de talleres y actividades para favorecer la autonomía y el envejecimiento exitoso. Los concurrentes pueden asistir a las propuestas de actividades de su interés. Cuentan con actividades en las áreas reflexiva, recreativa, cultural, corporal y de la esfera cognitiva como yoga, danza armonizadora, estimulación de la memoria, reflexión, etc. Es un servicio para adultos mayores autoválidos. Se ofrece desayuno, almuerzo y merienda.
Programa “Proteger”: asiste a adultos mayores víctimas de abuso, maltrato y violencia en sus diversas formas. Ofrece asistencia psicosocial, apoyo emocional, asesoramiento legal, acceso a la protección judicial y un lugar seguro donde vivir en los casos en que la seguridad o la vida de la víctima se hallan en riesgo. A cargo de un equipo interdisciplinario, altamente capacitado, constituido por psicólogas, trabajadoras/es sociales y abogadas/os.
Servicio de Atención Domiciliaria y Hospitalaria para Personas Mayores: se otorga subsidios a adultos mayores en situación de pobreza o vulnerabilidad social bajo la forma de horas de asistencia gerontológica domiciliaria. Estos se renuevan semestralmente, previa evaluación
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de un trabajador social. Servicios Sociales Zonales: tienen como principal objetivo atender a aquellas personas que
se encuentran en situación de vulnerabilidad social, articulando y coordinando recursos y programas del Ministerio, otras áreas de gobierno y organizaciones no gubernamentales. Además, participan y promueven el desarrollo de redes sociales e institucionales en acciones de prevención y/o detección de problemáticas sociales e implementación de actividades y proyectos comunitarios; realizan informes de diagnóstico socio‐comunitario a partir de la actualización periódica de los estudios de zona. Fuente: http://www.buenosaires.gob.ar/desarrollosocial/terceraedad
Ministerio de Salud. Unidades de Geriatría en Hospitales Generales de Agudos: Hospital “Dr. Carlos Durand”;
Hospital “Dr. J.M. Ramos Mejía”, “Cosme Argerich”, Hospital “Dr. Piñero”. Entre los servicios se encuentran:
o Interconsultas o Consultorio Externo o Talleres preventivos o Charlas abiertas a la comunidad o Tareas preventivas extramuros o Seminarios de formación de agentes comunitarios
En los hospitales Piñero y Durand hay servicio de internación geriátrica para patologías agudas.
Talleres de la Memoria: Se brinda esta prestación en los hospitales Durand, Argerich. Zubizarreta, Rivadavia y Alvarez.
Hospital de día: para rehabilitación de pacientes neurológicos, en el Hospital General de Agudos “Dr. Bernardino Rivadavia”.
Sistema de Internación Domiciliaria Hospital Borda: con alta hospitalaria anticipada Unidad de Gerontopsiquiatría.
Sistema de Capacitación en Servicio: Residencia Básica de Geriatría (para médicos), Residencia Posbásica Interdisciplinaria en Gerontología (para médicos, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, terapistas ocupacionales, psicopedagogos, educadores para la salud).
9. LA RESPUESTA INSTITUCIONAL A LOS ADULTOS MAYORES EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA: EL CASO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES VISTO DESDE ACTORES RELEVANTES. La Dirección de Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires recibe habitualmente un importante número de denuncias sobre la falta de respuesta adecuada a las necesidades de los adultos mayores dependientes y semidependientes. A partir de este fenómeno que se repite año tras año, se decidió iniciar un proceso de investigación sobre la respuesta institucional que se brinda en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires a esa problemática, visto desde la óptica de algunos actores relevantes. El objetivo de esta investigación fue realizar un diagnóstico cualitativo de los recursos institucionales existentes para la atención de los adultos mayores en situación de dependencia en la Ciudad de Buenos Aires. Para llevar a cabo esta tarea se establecieron criterios para definir adultos mayores
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dependientes, semidependientes y en proceso de fragilización, tal como se desarrolló en el apartado 4, donde se estableció que llamamos dependientes a aquellos que tienen la necesidad de asistencia para realizar actividades básicas de la vida cotidiana (comer, vestirse, ir al baño, etc.); semidependientes, aquellos que requieren cuidadores para actividades de cierta complejidad como hacer las compras, ir al banco, etc; y frágiles aquellos que hoy viven solos, son de bajo nivel socioeconómico y que es posible que en un tiempo cercano pasen a la categoría de semi dependientes o dependientes.
La metodología aplicada fue la realización de entrevistas con preguntas abiertas a un grupo de referentes del tema de tercera edad, a fin de construir un diagnóstico participativo sobre sobre las prácticas que se le brindan a esa población ya sean dependientes, semidependientes o aquellos que están en proceso de fragilización. A cada uno de los entrevistados se les realizó las siguientes preguntas:
a. Quisiéramos conocer, en base a su experiencia, ¿qué servicios (prácticas e insumos: conjunto de recursos materiales, financieros, humanos) se le prestan a los adultos mayores dependientes, a los semidependientes y a aquellos que están en proceso de fragilización?
b. ¿Las prácticas que se realizan en la institución en la que usted trabaja se rigen por alguna normativa?
c. ¿Quiénes son los actores que brindan esos servicios (servicios público, una obra social, un prestador privado, la familia, otros)?
d. Nos gustaría conocer su opinión sobre cuáles son los servicios (prácticas e insumos) que se deberían brindar a los mayores dependientes, semidependientes y aquellos que están en proceso de fragilización.
e. ¿Quiénes son los actores que deberían hacerse cargo de dar esos servicios?
Se establecieron 4 categorías de entrevistados: a) representantes de instituciones estatales, b) representantes de prestadores16, c) representantes del ámbito académico, d) profesionales en la atención directa.
Se realizaron 14 entrevistas: cuatro del grupo a); tres del grupo b); tres del grupo c) y cuatro del grupo d).
El análisis de las entrevistas se estructuró, por cada eje, en dos partes, la primera sobre lo que hoy es parte de la respuesta, y la segunda la propuesta a construir.
Se analizaron las siguientes dimensiones: estructura del sistema, servicios ofrecidos, conformación de los equipos de trabajo; capacitación y normativas.
En la dimensión estructura se analizan las variables: o a) tipo de sistema o subsistema al cual la institución pertenece
Valores: público, obra social, privado o b) modelo de funcionamiento general.
Valores: funcionamiento articulado, fragmentado
En la dimensión servicios ofrecidos las variables son: o a) tipo de prestación,
Valores: médicas, sociales, insumos. o b) actor que la brindan.
Valores: salud, desarrollo social, institución privada, obra social, familia
En la dimensión equipos se analizan las variables:
16 Se consideran representantes de prestadores a personas que cumplen funciones en instituciones que agrupan a
profesionales del campo de la atención a los adultos mayores como por ejemplo la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría, entre otros.
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o a) tipo de profesionales Valores: médicos, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros,
cuidadores, otros o b) modalidad de funcionamiento.
Valores: trabajo coordinado, reunión equipo, discusión de casos.
En la dimensión capacitación las variables analizadas son: o a) existencia de capacitación.
Valores: si, no o b) tipo
Valores: al equipo, a la comunidad
En la dimensión normativa, las variables son: o a) existencia,
Valores: si, no o b) instituciones siguen algún tipo de protocolo establecido.
Valores: propio, externo
9.1 Resultados
9.1.1 Estructura del sistema de cuidados En líneas generales, las entrevistas dan cuenta de que no existe una política clara sobre los
adultos mayores y la dependencia. El abordaje de esta problemática se encuentra des jerarquizado y medicalizado, es decir se geriatrizó, generando un funcionamiento fragmentado en el cual los organismos públicos, los privados y las obras sociales establecen sus propias reglas de juego.
Las instituciones estatales dirigidas a los adultos mayores carecen de estructura adecuada y no se habla de dependencia. La misma no es nombrada en sus proyectos o programas, con la consecuente falta de un abordaje integral que abarque lo médico y lo social, como la complejidad del tema lo requiere; o la ineficacia crónica de los recursos existentes.
No existe consenso entre las instituciones en los modos de abordaje sobre cual es la política para mejorar la calidad de vida de esta población.
La gran desarticulación entre los organismos que deben dar respuesta, básicamente ANSES, PAMI, el Ministerio de Desarrollo Social (DINAPAM), las provincias, los municipios y los Ministerios de Salud lleva aparejado una respuesta fragmentada, con superposición de funciones y como consecuencia un abordaje empobrecido para los adultos mayores.
Una de las dificultades para acordar políticas es que cada una de las instituciones intenta ser el efector hegemónico en las respuestas. Otro de los problemas es la dificultad de consensuar acciones entre jurisdicciones de signo político diferente. Esta limitación en el nivel nacional, se resuelve a nivel provincial, o municipal ya que los referentes locales tienen la posibilidad de coordinar en el territorio lo que se dificulta en el nivel nacional.
El cuidado de los mayores dependientes requiere de una gran necesidad de contar con cuidadores formales, capacitados y en condiciones laborales dignas. Este es un tema que como política tiene escaso desarrollo. Ya sea en la Nación, en la Ciudad de Buenos Aires o por PAMI, si bien hay espacios de formación (como se desarrollará más adelante), se evidencia una superposición de funciones, ya que no hay una mesa de acuerdos para coordinar estos programas. Tampoco existe una clara posición en relación a proteger las condiciones de contratación de los cuidadores, situación que termina quedando supeditada a la voluntad individual de la relación empleado – empleador, según lo que rige el mercado.
Los trabajadores que atienden la temática, cuidadores y profesionales, así como las familias se sienten desprotegidos ya que ante problemas que requieren resolución urgente tienen una
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respuesta burocrática que funciona como barrera. Ante la falta de una política pública integral es el mercantilismo y la burocratización lo que prima en las intervenciones, siendo el adulto mayor, los equipos así como las familias quienes quedan atrapados ante esta encerrona, actuando en una soledad compartida.
Dentro de las instituciones geriátricas (la mayoría de ellas privada, aunque tengan convenios con instituciones públicas o de la seguridad social) prima la lógica del mercado, cuya finalidad es el lucro y no la atención particularizada de los mayores dependientes, quienes también representan un gran gasto para cualquier organismo. Este escenario proviene de la década del noventa, cuando surgieron una cantidad enorme de geriátricos avalados por una política pública que se desentendió de los mayores, pero que todavía perduran y donde el sujeto se pierde. En el caso de los hogares para adultos mayores del ámbito de la Ciudad de Buenos Aires en su origen no estaban planteados para atender dependientes, aunque muchos de ellos alojan a esta población. Por lo tanto se va estableciendo una adecuación de los servicios en la práctica, apuntando a la adaptación de normativas a los nuevos contextos. Existen articulaciones, en muchos casos de orden informal, para la resolución de problemas con otras instituciones que se ocupan de los mayores como el PAMI, áreas del Ministerio de Desarrollo Social y del Ministerio de Salud de la Ciudad (a través de sus hospitales), el Programa Federal de Salud (ProFe) y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. En relación a los hospitales públicos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la respuesta para la atención de los adultos mayores puede resumirse en la existencia de cuatro Unidades de Geriatrías dentro del total de los 33 hospitales generales. Los mismos están en los hospitales Durand; Ramos Mejía; Piñero y Argerich. En general el hospital público no está preparado para la atención de la tercera edad, inclusive son expulsores de los mayores. De estos cuatro, sólo dos (el Hospital Durand y el Hospital Piñero) cuentan con camas de internación específicas de geriatría, el primero más que el segundo. Dando cuenta de la falta de comprensión, del sistema de salud porteño, del alcance real de esta problemática. A esto se suma que las patologías de los mayores suelen ser crónicas, generando muchas de ellas dependencia, y los hospitales generales son de agudos, esto es, atienden la urgencia de un cuadro de salud cuando éste se agrava. De allí que las internaciones de esta población se terminan cuando el cuadro revirtió pero toda la complejidad que conlleva el cuidado permanente de los dependientes ya no puede ser atendido en la internación requiriéndose otro tipo de dispositivo, que suelen ser residencias geriátricas, pero no hospitales. Sólo el Hospital Israelita atiende pacientes crónicos con deterioro progresivo, aunque es sabido que sus intervenciones distan mucho del cuidado de calidad.
Otros de los problemas de orden general es que la mitad de las residencias geriátricas no cumplen estrictamente las normas que establecidas para el funcionamiento de las instituciones geriátricas. No hay reconocimiento de los cuidadores gerontológicos en su rol profesional y quienes realizan esa tarea son los enfermeros y auxiliares, siendo en la práctica roles diferenciados pero que suelen confundirse al no existir una clara legislación sobre la especificidad de la tarea de los cuidadores.
En el campo de las obras sociales, aquellas (son muy pocas) que tienen programas para este grupo tienen un sistema de atención progresiva, el seguimiento de los pacientes externados se hace a través de trabajadores sociales vía telefónica. Cuando las personas requieren atención domiciliaria se complica porque los costos son muy altos y la mayoría de las obras sociales y prepagas no lo cubren. Sólo responden a la presentación de recursos de amparo ya que al no estar claramente delimitado en el Programa Médico Obligatorio (PMO) no tienen la obligación de la cobertura. El PAMI, si bien en teoría es la única obra social que ofrece una variedad de recursos sociales y sanitarios, en la práctica los recursos son escasos, los subsidios no están actualizados al valor real de mercado, los trámites que exigen para otorgar los insumos son largos, en resumen, no
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cumplen en la totalidad de las necesidades. En el ámbito privado algunas prepagas cuentan con planes para adultos mayores, que son atendidos por especialistas en el tema. Cuando se requiere internación algunas de las instituciones tienen incorporado un mecanismo de referencia y contrarreferencia (informal) con los hospitales generales de su zona. Trabajan en coordinación con las obras sociales, prepagas o instituciones de beneficencia para la cobertura de los insumos necesarios. PROPUESTA SOBRE LA ESTRUCTURA DE LOS CUIDADOS
Hay que salir de la concepción de la atención de los adultos mayores como un problema exclusivamente sanitario, para pasar a concebirla como una cuestión socio‐sanitario. Debería existir un sistema de atención integral que sea progresivo, en función de las necesidades que va teniendo cada persona, para evitar el solapamiento, entendiendo que el envejecimiento es parte del ciclo vital. Es decir, una estructura de cuidados articulada entre efectores públicos, de la obra social y privados.
Es imprescindible una atención especializada para los adultos mayores frágiles y los dependientes. Para esto debería haber un sistema de detección de personas frágiles y aquellos en riesgo. Ese mapeo sería importante para poder evaluar quien necesitará una atención especializada y quien no, ya que no es necesaria para todos los de este grupo etáreo. Esto no sólo mejoraría la calidad de atención de los dependientes, sino también reduce notablemente los costos del sistema socio‐sanitario.
El sistema de cuidados progresivos va desde la casa, donde se realiza la promoción de la salud, hasta el final de la vida. Este sistema es por escalones y debería sostener la mayor cantidad de dispositivos posibles a fin de evitar la internación, tal como propone toda la normativa internacional vigente referida a los mayores y a las que nuestro país ha adherido.
Una política pública sobre esta problemática se debe establecer a partir de la coordinación de los diferentes actores (mesa de decisión) en un trabajo conjunto e integral, entre los representantes de Desarrollo Social y Salud, tanto de la Ciudad como de la Nación, PAMI, ANSES, Obras Sociales, las Defensorías del Pueblo, las universidades (en función de las capacitaciones que brindan) y la Sociedad Civil a través de consejos de ciudadanos y de sociedades científicas como la Sociedad Argentina de Geriatría y Gerontología. Es necesario definir quién se hace responsable de qué cosa.
La atención de la salud de los adultos mayores no puede estar en manos privadas, es el Estado el que debe reasumir su rol en la cuestión de protección de derechos, porque ese es el compromiso que ha asumido. El mejor sistema para la atención debe ser el sistema público, y que los recursos sean integrados (Salud y Desarrollo Social). Las obras sociales y las prepagas deben cubrir las prestaciones con la misma lógica de integración y obligatoriedad que debería funcionar en el sistema público.
En relación a los nuevos contextos y las nuevas normativas (como la Ley Nacional de Salud Mental) deberían adecuarse los recursos necesarios para la atención de los mayores con patologías mentales y adicciones.
En el PAMI urge la normalización del Instituto con la dirección de sus dueños (los trabajadores y los jubilados). Se deberían incorporar las auditorías de calidad. Este tipo de control es necesario para terminar con la anarquía que existe en las instituciones, ya que cada institución hace lo que quiere o puede; por la falta de una revisión del cumplimiento de la normativa y una política que aborde integralmente a las dependencias.
En los hospitales se debería tener un registro de los adultos mayores que viven en el área programática para hacer un seguimiento de los mismos a través de los Centros de Salud cercanos a los domicilios. Conocer su estado evita que lleguen al hospital cuando ya están poli medicados o
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con el agravamiento de una enfermedad. Cuando se plantea el tema de la internación hay que tener en cuenta que hoy las repuesta
son insuficientes, en el ámbito público, las obras sociales, o el sector privado. Para las personas altamente dependientes, de alta complejidad socio‐sanitaria, muchos de los geriátricos no los reciben. En las casas particulares es muy complicado y costoso sostener un proceso de atención que requiere 24 horas. Y en los hospitales públicos se sostienen por meses pacientes en lo que se denominan “internaciones sociales”, aguardando la vacante en un tercer nivel de complejidad, que tiene escasa disponibilidad, o en una residencia geriátrica. Por todo esto se deben generar recursos para resolver esta demanda insatisfecha. 9.1.2 Oferta de servicios
Según el resultado de algunos estudios un porcentaje no menor de adultos mayores presenta alguna forma de internación domiciliaria y muchos tienen serias dificultades al momento de decidir qué institución colabora con alguno de los pasos necesarios para el mantenimiento de la calidad de vida de esa familia. La oferta existe, pero altamente limitada. Se describen a continuación los servicios y/o prestaciones ofrecidos por el nivel gubernamental, obras sociales y sector privado. Algunos se han descripto en el apartado 8, pero lo que se describe a continuación responde al funcionamiento concreto, según la experiencia de los actores relevantes entrevistados.
El Ministerio de Desarrollo Social de la Nación tiene a su cargo nueve hogares para adultos mayores sin recursos económicos, y si bien en teoría son para autoválidos, se reciben y atienden personas dependientes.
La Dirección Nacional para Adultos Mayores (DINAPAM) dicta la Especialización en Alzheimer y en Cuidados Paliativos. También cuenta con el programa de Centros de Día para Alzheimer (el Ministerio otorga el financiamiento para el armado de los mismos y se brinda la normativa para su funcionamiento); el programa de Educación y Cultura; el programa de Inclusión en la Diversidad y el programa Nacional de Cuidadores.
El Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires también tiene hogares para adultos mayores con problemas sociales (sin ingresos o en situación de calle), o personas con trastornos psiquiátricos, o postrados. Los internados cuentan con actividades recreativas y culturales (como murga, coros, música, teatro) y salidas turísticas. A estas actividades se incorporan todos los residentes de acuerdo a sus capacidades, ya que cada uno es atendido de acuerdo a sus necesidades. Como ejemplo del tipo de práctica que se realiza dentro de los hogares, se puede mencionar que cuando una persona ingresa postrad es atendida integralmente, se hace rehabilitación y si necesita ayudas técnicas en su evolución los insumos son proporcionados por la Dirección de Tercera Edad. El ingreso es posterior a una evaluación psicológica y social (en el domicilio, en geriátricos o en las sedes comunales), articulando con organismos gubernamentales o no gubernamentales. Se realiza asesoramiento legal y se hace una intervención bio‐psico‐social.
El área de Tercera Edad, dependiente de Desarrollo Social, dispone de una serie de ofertas que cubren distintas necesidades para esta población, entre las que se destacan los subsidios para Asistentes Gerontológicos Domiciliarios (AGD), indicados para personas dependientes, semi dependientes o frágiles. Los AGD realizan tareas como acompañamiento, trámites, acompañamiento dos o tres veces por semana. No realizan ni limpieza ni aplicación de vacunas o medicación. Aunque las personas cuenten con obra social es posible obtener la prestación, previa evaluación de cada caso.
Otro programa vigente es “Vivir en Casa”, que consiste en un subsidio que se da para expensas o alquiler, y tiene la finalidad de que los mayores dependientes no abandonen su casa.
También existen los Centros de Día (que funcionan de 9 a 16 horas) para personas autoválidas. Están orientados para aquellos que cuentan con pocos recursos económicos y/o
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sociales, es decir, mayores frágiles. Se brinda desayuno, almuerzo y se realizan actividades recreativas.
Otro servicio del Área de Tercera Edad, en el marco del programa de Protección de Derechos, es el Refugio para mayores víctimas de violencia, que hayan realizado previamente una denuncia en la Oficina de Violencia Doméstica. Aunque no existe tratamiento gratuito especializado para las víctimas de violencia.
Más allá de la oferta existente en la Ciudad de Buenos Aires, hay que tener en cuenta que los subsidios para los diferentes programas tiene fuertes retrasos en la actualización, con lo cual, no alcanzan para cubrir los gastos.
Otro de los déficits es la falta de geriátricos para los mayores dependientes que no tienen obra social y tampoco hay patrocinio jurídico gratuito para los mayores que lo necesiten.
Con respecto al ámbito sanitario, el Ministerio de Salud de la Nación desarrolla el Programa Nacional de Envejecimiento Activo y Salud (PRONEAS), cuya finalidad es colocar el tema en la agenda ministerial ya que, si bien la mayor parte de los adultos mayores están bajo la órbita del PAMI, hay un grupo numeroso que está por fuera del mismo. Además, debido a la lógica hegemónica del funcionamiento del PAMI en muchas oportunidades se acotan las posibilidades de ofrecer una atención integral. Desde el PRONEAS se establecieron normas IRAM, que establecen estándares mínimos para el funcionamiento de las residencias de larga estadía. También ofrece un boletín cuyo eje es la prevención como apoyo a este grupo etáreo.
El Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires cuenta con pocos hospitales con atención especializada para adultos mayores. Tal como se mencionó en el apartado anterior, sólo 4 de 33 cuentan con Unidades de Geriatría. En uno de ellos se puede observar cómo la organización de la atención se da en consultorios externos para la demanda espontánea y programada. La mayor parte de las personas atendidas están en proceso de fragilización ya que, como no existe búsqueda activa casa por casa, son pocos los adultos mayores dependientes o semidependientes que pueden acceder a la consulta. Éstos recién llegan al hospital, mayoritariamente, a partir de una internación. La Unidad de Geriatría del Hospital Piñero tiene cuatro camas (cedidas por el servicio de Clínica Médica), sin embargo debería tenerse en cuenta que el 80% de los internados, ya sea en Clínica o en Traumatología, son adultos mayores. El tipo de trabajo individualizado con cada paciente, con el equipo interdisciplinario, redunda en un alta programada que hace disminuir en un alto porcentaje las reinternaciones.
Otro de los espacios ofrecidos en el ámbito ambulatorio, del Hospital Piñero, son los talleres de expresión corporal, que incluye narración y títeres (todo como un proceso de producción de los mayores). Estas actividades son coordinadas por un equipo interdisciplinario (psicóloga, terapista ocupacional, nutricionista, musicoterapeuta, psiquiatra, antropóloga, kinesióloga) y si bien son actividades para personas autoválidas, son indispensables para los mayores frágiles.
En todos los casos descriptos los servicios e insumos son brindados por el Estado, siendo totalmente gratuitos.
En el subsector de la seguridad social, son pocas las obras sociales que tienen programas dirigidos a los adultos mayores, exceptuando a PAMI que es la obra social que nuclear mayor beneficiarios de esta edad.
Entre las que ofrecen una atención direccionada a esa población puede verse el modelo que incorpora la atención progresiva en la Obra Social de los docentes (OSPLAD). Comenzando por la consulta en los consultorios externos, con turnos matutinos y vespertinos, y con una duración de treinta minutos para cada entrevista, lo que la diferencia del resto de la asistencia ambulatoria. Para la internación existe una unidad de instancia intermedia, que opera luego de que el paciente salió del momento agudo.
En el PAMI el sistema de atención tiene las siguientes características: un primer nivel de
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subsidio; un segundo nivel de cuidador domiciliario; un tercer nivel de internación domiciliaria. Se observa una marcada depreciación en los niveles de atención y un retroceso en el alcance, eficacia y cobertura útil de las prestaciones sociales, por lo tanto, la dependencia y fragilización presentan dificultades de abordaje. Carece de programas de prevención y detección temprana de los mayores dependientes y frágiles, impidiendo una adecuado abordaje posterior.
En el caso de las personas semidependientes hay baja calidad en las prestaciones de apoyo, con escasa cantidad de camas para pacientes crónicos, y geriátricos que estén preparados para recibirlos ya que sólo lo hacen los clandestinos con la inseguridad que conlleva. En el caso de los dependientes prácticamente no hay ningún tipo de prestación para la internación. No hay lugares de mediana y larga estadía, ni unidades de cuidados paliativos.
Los recursos asistenciales pueden dividirse en propios (Hospital Cesar Milstein – ex Hospital Francés); y privados (clínicas, sanatorios y hospitales contratados). Además funciona una guardia médica. Algunas de las residencias geriátricas son propias y otras contratadas.
Con las familias se trabaja en prestaciones sociales a través de subsidios para auxiliares domiciliarios, orientados a la ayuda familiar en situaciones de dependencia.
No hay programas para pacientes con demencias, ni detección precoz, ni centros de día para su rehabilitación y mantenimiento.
En el ámbito privado las ofertas son muy variadas mostramos, según los entrevistados, algunos de los modelos existentes.
Cuando un adulto mayor requiere una internación en la institución, el primer paso para el ingreso es una evaluación inicial que permite armar un proyecto terapéutico individual, de acuerdo a las necesidades del paciente y escuchando su opinión, dentro de lo posible.
El esquema de trabajo se sostiene en la atención centrada en el usuario. Los mayores cuentan con asistentes terapéuticos cuya función es acompañarlos en las actividades que se desarrollan en el hogar. Para aquellas personas que tienen dificultades con el cumplimiento de las normativas se adaptan las actividades, sostenidas en el respeto individual y en la sociabilidad entre los residentes. Existe una sectorización de la institución de acuerdo al grado de dependencia funcional y cognitiva. Cada sector está a cargo de un médico geriatra junto a un equipo interdisciplinario, que realizan el seguimiento en forma periódica y vuelcan la información en una historia clínica informatizada. La oferta de las prestaciones incluye desde la atención médica, prestaciones de enfermería, kinesiología, terapia ocupacional, talleres (de reflexión, de actividades de la vida diaria, de la memoria), musicoterapia, estimulación sensorial y actividades abiertas como idioma, computación y cine. Se realiza la atención clínica de pacientes con complejidad (por ejemplo con traqueostomía) que tienen dificultad en ser aceptados por los hogares tradicionales y suelen ocupar camas en hospitales generales de agudos sin ninguna justificación médica.
Otro tipo de modelo ofrecido por el subsector privado es aquel cuyo eje está en el proceso ambulatorio, donde el primer eslabón es la detección de las personas frágiles. En la mayoría de los casos se hace un control a través del tiempo. El esquema de atención está basado en la nutrición, el ejercicio y el sostén en redes sociales. Por lo tanto se brinda kinesiología, talleres de estimulación de la memoria, adecuación dietética, ejercicios físicos, talleres literarios, y clases de Tai Chi. Además, se ofrecen publicaciones dirigidas a la comunidad en general, con notas sobre el tema del envejecimiento, como un modo de divulgación de la temática.
Si se evalúa que el paciente ha perdido alguna función se realiza rehabilitación rápidamente y se hace tratamiento de las comorbilidades, siempre y cuando haya profesionales con formación geriátrica, que son muy pocos en relación a la demanda.
En casos en que el paciente es dependiente la primera tarea es realizar un diagnóstico de las necesidades de la persona. De acuerdo a este diagnóstico se puede indicar rehabilitación en los servicios de kinesiología. Si la alteración es del orden cognitivo se trabaja con la familia, como una consejería tanto en lo que respecta a la medicación, a la necesidad de institucionalizar o no, y se
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acompaña en el proceso de la demencia al paciente y a su familia. En relación al tema de la institucionalización de los pacientes la misma debería ser una
indicación médica, sin embargo muchas veces esa decisión la toma la familia. Y existen pasos intermedios que también son de indicación médica como es la atención domiciliaria. Se puede armar una estructura para la asistencia similar a un tercer nivel dentro del hogar; ya que el mejor lugar para un adulto mayor dependiente es “su lugar”. El seguimiento de la internación domiciliaria, sea este en la vivienda particular o en un geriátrico, la realiza un equipo profesional (kinesiología, trabajo social, psicogeriatría) coordinado por un geriatra.
Un déficit visible en el ámbito privado es la falta de espacios donde los adultos mayores puedan manifestarse, y cuando se ofrecen actividades para este grupo el proceso reflexivo está ausente. También es parte del escenario del ámbito privado la vulneración de derechos en las instituciones geriátricas, el maltrato es uno de los más importantes. Para poder denunciar estas situaciones existe un organismo público que es la Unidad de Control de Geriátricos (UGCOR), que cuando se informa cualquier irregularidad en las residencias privadas realiza una auditoría en conjunto entre profesionales de la Dirección General de Fiscalización y Control, un médico del ámbito de salud del GCBA y un profesional de Proteger.
PROPUESTA SOBRE LA OFERTA DE SERVICIOS
A partir del desarrollo de políticas integrales para los adultos mayores conducidas por el Estado se debe establecer una oferta continua, progresiva e integral de la atención a la dependencia, que se puede organizar por etapas y comienza en la prevención. Estas acciones se deben iniciar a partir de los 40 o 50 años, ya que al llegar a los 70, estamos enfocando en un grupo donde las acciones ya son limitadas. Es en esta primera etapa donde se debería trabajar con el concepto de vejez normal.
Un proceso de cuidados continuos evita que una persona frágil, que requiera control médico dentro de su hogar o el acompañamiento a un servicio de salud ambulatorio, termine hospitalizada con todas las complicaciones que esto conlleva. Además, es necesario un mayor desarrollo de los recursos paliativos y preventivos.
En la segunda etapa se deberían crear dispositivos intermedios antes de la institucionalización, sobre todo para pacientes con deterioro cognitivo, como son los Centros de Día, servicio de Teleasistencia, dispositivos sensores en los pisos como alarma para registrar las caídas de las personas que viven solas, adaptaciones ambientales, entre otros ejemplos. Estas ofertas se sostienen en la normativa internacional, adherida por Argentina, que propone que el adulto mayor no deje su casa.
Una tercera etapa sería la atención domiciliaria. Cuando los adultos mayores pasan por una internación sería imprescindible que el seguimiento se hiciera desde los centros de atención primaria más cercanos a su domicilio, con comunicación constante con el equipo interdisciplinario de geriatría de cabecera. En este momento sería de suma importancia desarrollar una política integral con los cuidadores formales (formación, profesionalización, retribuciones adecuadas) e informales, familia, vecinos, amigos (asesoramiento, grupos de apoyo, información, subsidios económicos).
En cuanto a la última etapa, la internación, se debería adecuar las instituciones a la problemática actual. Un sistema de atención adecuada que tenga en cuenta los diversos trastornos psiquiátricos que se dan entre los nuevos ingresantes y los residentes en los hogares, mayor desarrollo en kinesiología y una mayor cantidad de camas. Debería existir una especialización en dependencia dentro de los hogares y manejarse con historias clínicas únicas e informatizadas.
Recuperar la palabra de los adultos mayores y de los trabajadores del campo es una
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estrategia necesaria para la mejor atención y el empoderamiento de los mismos. 9.1.3 Conformación de los equipos
A nivel estatal, dentro del hospital público se trabaja en equipos interdisciplinarios
conformado por nutricionistas, kinesiólogos, trabajadores sociales, farmacéuticos y enfermeros, coordinados según la tarea que los convoca. La interconsulta con otras áreas del hospital también es frecuentes en este grupo etáreo. En algunas de las Unidades de Geriatría mencionadas forman parte de estos equipos los residentes de geriatría, que son médicos formándose en servicio. La Residencia de Geriatría forma parte del Sistema de Residencias del Ministerio de Salud de la Ciudad y tiene 6 cargos por año. Los residentes juegan un rol muy importante en el seguimiento de los pacientes internados. También forma parte de la Unidad de Geriatría del Hospital Durand la Residencia Posbásica Interdisciplinaria en Gerontología. En el hospital, se realizan pases diarios sobre las novedades de la mañana, la tarde y la noche.
Los equipos de los hogares de la Ciudad están conformados por profesionales del área de kinesiología, odontología, laborterapia, y salud mental (psicólogos y psiquiatras). También tienen recursos para la atención en cirugía y dermatología. Los equipos que atienden a los adultos mayores en todo su recorrido tienen mucha experiencia en este tipo de trabajo, y la misma es aprovechada para ir resolviendo cada caso particular.
En el campo de las obras sociales son pocas las que trabajan en el proceso de rehabilitación con equipos interdisciplinarios integrados por profesionales de las siguientes áreas: fonoaudiología, psicología, terapia ocupacional, fisiatría y kinesiología. Y también preparan el alta de los pacientes internados.
En el sector privado varía de acuerdo a quiénes son los prestadores. Un modelo es aquel que presenta una división de la institución en sectores y en cada uno
de ellos interviene un equipo interdisciplinario conformado por un médico geriatra, un enfermero, un trabajador social, un nutricionista y un médico psiquiatra. Éstos reciben el apoyo de las áreas de fonoaudiología y kinesiología. Los equipos de atención, que trabajan en forma interdisciplinaria, definen un plan terapéutico individual para cada uno de los pacientes, el cual se define en la reunión semanal en la cual se realiza la discusión de los casos, y se revisa periódicamente.
Otro modelo es aquel que incorpora en la atención médica, las áreas de psicología, psiquiatría, oftalmología y fisiatría. El estado del paciente es el que orienta cuál es el profesional a cargo. Existen instituciones donde, además del seguimiento de los pacientes internados, se realizan entrevistas domiciliarias con un equipo compuesto por médico, psicólogo, psiquiatra y terapista ocupacional.
En otras los equipos tienen incorporados terapistas ocupacionales, asistentes gerontológicos y auxiliares de enfermería.
El trabajo interdisciplinario per se implica, como modalidad de abordaje, la discusión del caso por caso. La frecuencia y duración de las reuniones las define cada equipo. Las reuniones de equipo es una práctica que se realiza en todas las instituciones mencionadas. PROPUESTA SOBRE LA CONFORMACIÓN DE LOS EQUIPOS
Por la complejidad que supone el abordaje de los adultos mayores dependientes, semi dependientes y frágiles, la conformación de los equipos deben ser interdisciplinarios, más específicamente, gerontológicos. Esto es una mirada que excede lo médico y comprende la multiplicidad de factores entramados para un abordaje integral.
Es innegable la incorporación de psiquiatras y psicólogos, y personal enfermería (entre otras disciplinas) formados y capacitados en función de las nuevas demandas que van surgiendo,
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en el marco de las nuevas normativas vigentes, e incorporando las problemáticas de la vejez como parte del ciclo vital de las personas.
Un tema pendiente es la definición de cómo y quienes son parte del equipo de salud que atienden adultos mayores dependientes y en ese camino la necesidad del reconocimiento de la importante labor que desempeñan los cuidadores domiciliarios. 9.1.4 Espacios de capacitación existentes
Los procesos de capacitación, que actualmente ofrecen los servicios que atienden a los
adultos mayores, son de una amplia gama y muy disímiles. Dirigido a profesionales parte del equipo de atención a los mayores, se encuentra la
formación para profesionales ofrecida por la DINAPAM (del Ministerio de Desarrollo Social de Nación), denominada “Especialización en Gerontología” de la cual ya han egresado 1000 profesionales de todas las provincias del país, dirigida a distintas disciplinas (médicos, trabajadores sociales, abogados y odontólogos, entre otros).
En el ámbito del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desde el Ministerio de Salud se ofrece una capacitación en servicio como la Residencia Básica de Geriatría, que tiene un ingreso anual de seis a siete cargos para que los médicos recién recibidos puedan formarse en los hospitales públicos de la ciudad. También existe la Residencia Posbásica Interdisciplinaria en Gerontología, conformada por profesionales de diferentes disciplinas egresados de otras residencias básicas, con cuatro cargos por año.
También existen espacios de capacitación para personas de la comunidad interesadas en formarse, o que actualmente trabajan y quieran perfeccionarse en el cuidado de personas mayores. La DINAPAM desarrolla el Programa de Cuidadores Domiciliarios, que lleva formadas a 50.000 personas, y el Ministerio de Trabajo de la Nación brinda el Programa de Formación y Capacitación para la Atención a Adultos Mayores. En esta línea la capacitación para Auxiliares Domiciliarios de Adultos Mayores hecha desde el PAMI es de baja calidad.
Todas estas actividades son totalmente gratuitas y abiertas a los interesados. Desde el sector privado la Unión Argentina de Prestadores de Servicios Gerontológicos
organiza junto a instituciones como la AMIA y el Sindicato de la Sanidad organizan cursos anuales de actualización a través de jornadas y talleres dirigidos a profesionales que trabajan con los adultos mayores.
En el marco de las residencias geriátricas privadas se realizan ateneos interdisciplinarios y capacitaciones sistemáticas que apuntan al mejoramiento de prácticas institucionales, dirigidos a los trabajadores de esas instituciones. Estas residencias también organizan espacios de capacitación dirigidas a los familiares y a la comunidad en general.
Posiblemente existan otros espacios de capacitación sobre esta problemática abiertas a la comunidad o dirigidas a los equipos de atención, pero se describen en este apartado los mencionados por los actores entrevistados.
PROPUESTA SOBRE LOS ESPACIOS DE CAPACITACIÓN EXISTENTE
La propuesta para mejorar el escenario de capacitación actual debe incluir planes de carrera para el personal que se dedica al cuidado continuo. En ese proceso, dentro de las instituciones, se debería instalar mecanismos que estimulen y motiven a los trabajadores como forma de contrarrestar lo desgastante de este tipo de tareas.
Existe la necesidad de jerarquizar la especialización en el tema de la dependencia, fenómeno que se incrementará con el envejecimiento poblacional. Los médicos que atienden a los adultos mayores deben tener formación no sólo en geriatría, si no también gerontológica. Y es
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importante que en la agenda de los decisores se valore la capacitación adecuada, formación en acompañamiento y en asistencia, para todo tipo de personal. Se deben formar recursos humanos en la lógica de la atención integral de las personas.
También es elemental la capacitación y supervisión permanente tanto el equipo de cuidado (los profesionales, cuidadores), como al entorno familiar y comunitario en general.
Para todo este proceso formativo la universidad pública debería ser un actor clave. 9.1.5 Normativas utilizadas
Las normativas sobre las que se sostiene el trabajo institucional con los adultos mayores dependientes varían de acuerdo al sector que esté involucrado.
En el sector público son escasas y con bajo nivel de articulación. En el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires la normativa que se utilizan para trabajar dentro de los hogares es la Ley de la Ciudad N° 661 y su modificatoria la N° 1003. Con ésta se estructura la conformación de los equipos que trabajan en cada institución, y por ejemplo exige médicos dentro de las mismas pero sin especificar la especialidad. La norma no acompaña la complejidad que va adquiriendo la atención de esta población.
El fenómeno de la dependencia que es cada vez mayor y las leyes de nuestro país aún no han logrado plasmar los recursos necesarios para una intervención adecuada. La Ley Nacional de Salud Mental N° 26657, como otro ejemplo, obliga a incorporar a las personas con trastornos de salud mental a instituciones polivalentes, como son los hogares, sin contar aún con la adecuación ni edilicia ni de los equipos a estas necesidades.
La escasez de normativas generales promueve que las instituciones formulen sus propias reglas como el “Marco de convivencia interna” de los hogares de la Ciudad.
Los hospitales de la Ciudad que tienen Unidades de Geriatría intentan seguir con resultados disimiles los protocolos producidos por la Sociedad Argentina de Geriatría y Gerontología.
Una de las grandes ausencias es que no existe una ley nacional que atienda y comprenda la problemática de las dependencias, ni que rija el ejercicio de las residencias para adultos mayores. En algunas provincias y/o municipios del país existe alguna reglamentación como la que se aprobó en la Provincia de Buenos Aires en el año 2014, que sostiene que los asistentes gerontológicos deben estar matriculados luego de un curso anual de doscientas horas. Si bien son avances para tener en cuenta, aún queda un largo recorrido por transitar.
En el ámbito de la seguridad social, las obras sociales desarrollan sus propios protocolos de actuación. En el caso del PAMI se rige por la ley de su creación N° 19.032, del año 1972, y su modificatoria N° 25.615, que fijan la obligatoriedad de las Prestaciones Médicas y Sociales. Sin embargo hay que tener presente que, más allá de las normas, la institución hace 12 años que está intervenida. Carece de una guía para ponderar la dependencia que cumpla con los parámetros internacionales y por lo tanto las mediciones que se realizan no son confiables, son de escasa validez, ya que la evaluación subjetiva es la principal herramienta.
En el campo privado cada institución adopta su normativa propia. Algunas han optado regirse por criterios de calidad que van desde un plan de control sobre distintos aspectos como “caídas, sujeciones, psicofármacos e infecciones”, con una revisión periódica; hasta la adopción de evaluaciones externas como la normativa ISO 9000, que es el conjunto de normas sobre calidad y gestión de calidad, establecidas por la Organización Internacional de Normalización (ISO).
PROPUESTA SOBRE NORMATIVAS
Deberían sancionarse leyes que tengan en cuenta el envejecimiento poblacional, que
establezca las respuestas que debe dar el Estado y toda la comunidad en función de las
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necesidades de los adultos mayores, y esté centrada en los derechos de este sector para la construcción de ciudadanía. Es necesario tener presente que somos un país federal con lo cual cada jurisdicción debería respaldar y responder a las normativas nacionales.
Dentro de estas normativas es imprescindible la especificidad de la dependencia, que contemple la prevención con los mayores frágiles, y los procesos intermedios de los semidependientes, en un sistema integrado, escalonado y con los servicios mencionados en los apartados anteriores.
También son necesarias normativas para que todas las obras sociales cubran las etapas de la atención de la dependencia y se incluyan al Plan Médico Obligatorio; e inclusive se actualicen de las normas del PAMI a los nuevos contextos, ya que por ejemplo esa institución en sus terceros niveles suelen no recibir a pacientes con discapacidades mayores o necesidades de atención que superen la casa y comida.
Por último, la legislación necesaria debería contemplar las formas de articulación y regulación del sector privado, a fin de regular la relación negocio – necesidad. 9.2 Consideraciones finales
El perfil demográfico de la Argentina, según el último Censo muestra una población
envejecida que se traduce en el 14 % de personas de sesenta años y más, teniendo en la Ciudad de Buenos Aires el mayor porcentaje del país, alcanzando casi un 22 % del total de los habitantes.
El aumento en la expectativa de vida se acompaña de una proporción cada vez mayor de personas dependientes o semidependientes. A estos dos grupos se suma una cantidad importante de adultos mayores que están en un proceso de fragilización, con lo cual se hace necesario revisar cuáles son las respuestas institucionales orientadas a la prevención, atención, rehabilitación y cuidado de los adultos mayores en cada una de las etapas mencionadas.
El tema de adultos mayores y la dependencia ha sido tomado por los países de Europa occidental a través de normativas, modelos de atención integrales, mecanismos de sostén y ofertas específicas para las distintas etapas de la vida. En la Argentina éste es un tema marginal, y casi inexistente en la agenda de las políticas públicas.
En la Dirección de Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires se reciben cotidianamente denuncias sobre las dificultades para la resolución de problemas estructurales y particulares que padecen los mayores dependientes. Esta realidad parcial se confrontó con la opinión de algunos actores relevantes que trabajan en la temática desde hace muchos años. El diagnóstico colectivo mostró que el funcionamiento de la respuesta a los adultos mayores dependientes es sumamente fragmentada, con escaso desarrollo de las articulaciones entre los distintos sectores e instituciones que atienden a esta población. Cada actor estatal con responsabilidad en el tema tiende a erigirse en hegemónico, con disputas intersectoriales que solamente empobrecen la respuesta a las necesidades de los “viejos”.
La oferta de servicios es variada, y depende si el que la brinda es el sector público, la seguridad social o el sector privado. Dentro de cada sector también es diferente, según la institución que brinde las respuestas. No existe un patrón único de prestaciones, y las regulaciones que se ofrecen o se dejan de brindar son sumamente débiles. Este tipo de respuesta, que podríamos denominar “anárquica”, tiene menos que ver con las decisiones de las políticas públicas y es mucho más dependiente del esfuerzo de los equipos responsables de la atención a los adultos mayores.
El abanico que existe en el país va desde instituciones que rechazan la atención de los viejos, pasando por geriátricos donde el maltrato es habitual, hasta instituciones que incorporan modelos de atención integrales y progresivos, con énfasis en tareas preventivas, de cuidado y rehabilitación, a las que le suman estrategias no tradicionales que incorporan el arte, la actividad
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física, la cultura y la recreación como mecanismos de apoyo al cuidado. En función de cómo y quiénes son los que atienden a este grupo etáreo, hay unanimidad en
que son los equipos interdisciplinarios quienes brindan respuestas eficaces. La debilidad en este terreno está en una débil política sobre los cuidadores domiciliarios y asistentes gerontológicos, que son escasos, con formación limitada y escaso reconocimiento profesional y económico.
La capacitación es una constante en los equipos sin embargo, al igual que lo relativo a la oferta de servicios, la heterogeneidad existente se debe a la falta de regulaciones estatales, la falta de controles y acreditaciones correspondientes.
En definitiva, la inexistencia de normativas que emerjan de los organismos responsables de conducir las políticas sobre los mayores dependientes da como resultado un mosaico de respuestas en la atención a la problemática, que van desde modelos de alta excelencia hasta respuestas ineficaces, ineficientes e incluso inexistentes.
Es imprescindible generar una normativa nacional que incorpore la temática de la tercera edad en general, y de la dependencia en particular. Conformar una mesa de actores donde estén todos aquellos que puedan generar articulaciones para brindar respuestas adecuadas, eficaces y eficientes. Esta agrupación debe incluir a los representantes del Estado, de la seguridad social, del sector privado, de los centros formadores y de la sociedad civil.
Si bien es necesario un consenso de los actores, es claro que la dirección y por lo tanto la responsabilidad sobre las políticas públicas es del Estado. Este es un camino posible para que el derecho a una vejez digna sea una realidad y no una mera enunciación.
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